DATOS DE LA ENCUESTA DE COYUNTURA TURÍSTICA DE ANDALUCÍA (ECTA).
El número de turistas que recibió Andalucía entre abril y junio de este año 2025, superó los 10,2 millones, un 2,4% más que el mismo trimestre de 2024.
El 60,2% de los turistas procedía de España.
El gasto medio diario realizado por los turistas en Andalucía fue de 86,19 euros, un 6,1% superior al del año anterior.
La valoración dada por los turistas a Andalucía fue de un 9,0 sobre 10.
Jaén con un 9,4, Sevilla con un 9,2 y Cádiz con un 9,1 fueron las provincias que alcanzaron la nota más alta.
El número de turistas que visitó Andalucía en el segundo trimestre de 2025 superó los 10,2 millones, según los resultados de la Encuesta de Coyuntura Turística de Andalucía (ECTA) que realiza trimestralmente el Instituto de Estadística y Cartografía de Andalucía (IECA), publicada en fecha 7 de agosto de 2025, lo que supone un aumento de un 2,4% con respecto al mismo trimestre del año anterior.
Evolución del número de turistas (millones) en Andalucía.
Durante este período, de los turistas que llegaron a Andalucía, el 29,0% eran andaluces, el 31,2% eran del resto de España, el 29,3% procedían de la UE excluida España y el 10,5% del resto del mundo.
El 83,5% de los turistas que visitaron Andalucía, lo hicieron por vacaciones, el 10,7% para visitar a familiares y amigos, el 2,3% por trabajo o negocios y el 3,6% restante alegaron otras motivaciones.
En el segundo trimestre de 2025, el 58,6% de los viajeros se alojó en establecimientos hoteleros, mientras que el 33,8% utilizó apartamento, piso o chalet.
Por otra parte, la estancia media, o número de días que por término medio permanece un turista en Andalucía, se situó en 5,1 días, un descenso del 0,7% con respecto a un año antes.
Evolución de la estancia media (días) en Andalucía.
En cuanto a la distribución de los turistas por provincias, Málaga concentró el 27,9% de los mismos, seguida de Cádiz, Sevilla y Granada con el 18,4%, 15,9% y 11,7%, respectivamente.
Distribución porcentual de los turistas por provincia. Segundo trimestre de 2025.
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El gasto medio diario que realizaron los turistas en Andalucía en el segundo trimestre se estima en 86,19 euros por turista, cifra que es mayor en un 6,1% a la del mismo trimestre del año anterior. La procedencia del turista establece diferencias en este gasto, que varía desde los 74,84 euros que gastaron los turistas andaluces hasta los 109,46 euros que gastaron los procedentes del resto del mundo.
Gasto medio diario según procedencia (euros). Segundo trimestre de 2025.

En cuanto a la valoración de uno a diez del viaje realizado, los turistas que visitaron Andalucía durante el trimestre concedieron un 9,0 a su estancia en la región. Las provincias más valoradas fueron Jaén con un 9,4, y Sevilla y Cádiz, con un 9,2 y 9,1, respectivamente.
Calificación del viaje por provincia (sobre 10 puntos). Segundo trimestre de 2025.

La Encuesta de Coyuntura Turística de Andalucía (ECTA) es una operación estadística de carácter trimestral, que ofrece información sobre la demanda turística que se genera en Andalucía, obteniéndose información en tres líneas:
1ª Conocimiento del número, distribución y características de los viajeros que se desplazan por Andalucía con fines turísticos.
2ª Cuantía y composición del gasto turístico en la región.
3ª Motivaciones de los turistas para viajar por el territorio andaluz y la opinión que manifiestan sobre la oferta turística y los servicios recibidos durante su estancia.
Esta actividad estadística está financiada con Fondos Europeos de Desarrollo Regional.
En la Andalucía del primer tercio del siglo XX el turismo fue una actividad creciente pero todavía muy minoritaria y, por tanto, con una escasa incidencia en la economía regional. Sin embargo, al finalizar dicha centuria el turismo era ya uno de los motores más potentes de la economía de una región que con el paso del tiempo había logrado convertirse, gracias a sus atractivos climáticos, artísticos y culturales y al esfuerzo de los sectores público y privado, en un destino turístico de primera fila en los mercados nacional e internacional. Las siguientes cifras, correspondientes al año 2000 y elaboradas por el Sistema de Análisis y Estadística del Turismo de Andalucía, no dejan lugar a dudas sobre la enorme importancia alcanzada por las actividades turísticas en esta comunidad autónoma: a) Andalucía recibió 19.780.000 turistas; b) en los establecimientos hoteleros andaluces se alojaron 11 millones de clientes que realizaron 34´6 millones de pernoctaciones; c) la región ofertó 321.656 plazas de alojamientos turísticos registrados, incluidos hoteles, hoteles-apartamento, pensiones, apartamentos y acampamentos, y un total de 526.933 plazas de restauración, entre restaurantes y cafeterías; d) los ingresos por turismo se cifraron en 2´1 billones de pesetas; y e) la producción turística representó el 14 por ciento del producto interior bruto andaluz.
Es indudable, por tanto, que el turismo experimentó en Andalucía un desarrollo verdaderamente espectacular durante la segunda mitad del siglo XX.
La intervención del Estado español en la actividad turística se inició en el año 1905.
Durante el prolongado reinado de Alfonso XIII el turismo fue una actividad minoritaria en nuestro país. Esto es indudable. Pero no debe olvidarse que fue entonces cuando la Administración inició su intervención en dicho sector. Para las autoridades monárquicas, tanto las de la etapa parlamentaria como las del periodo dictatorial de Primo de Rivera, el turismo fue, sobre todo, una potencial fuente de divisas a la que España no podía renunciar. De ahí que el objetivo prioritario de su política turística fuera atraer al mayor número posible de turistas extranjeros. Sobre la meta a lograr no hubo muchas dudas. En cambio, no tuvieron tan claro cómo conseguirla.
La organización administrativa del turismo se inició en España bajo la presidencia del liberal Eugenio Montero Ríos. Por Real Decreto de 6 de octubre de 1905 se creó en el seno del Ministerio de Fomento una Comisión Nacional presidida por Álvaro de Figueroa, y encargada de incrementar en nuestro país las excursiones artísticas y de recreo del público extranjero. Con su creación las autoridades no quisieron competir con la iniciativa privada, a la que consideraban el principal motor del desarrollo turístico, sino complementar su labor con el objetivo de que España se beneficiara, tal y como ocurría en Suiza e Italia, de los efectos favorables del turismo. O lo que es lo mismo, de la llegada de divisas.
Poco sabemos de la actividad desarrollada por la Comisión Nacional. Pero sí nos consta que poco después de su creación las autoridades españolas quisieron introducir una cierta ordenación en el funcionamiento de la hostelería española con la promulgación de la Real Orden de 17 de marzo de 1909. En ella se recogían las normas por las que a partir de entonces tendrían que regirse todos los establecimientos que se dedicaran a la industria del hospedaje. Esta normativa supuso una importante innovación ya que hasta su publicación las diferentes disposiciones, que habían regido el funcionamiento de los establecimientos públicos destinados al hospedaje de viajeros no habían establecido reglas fijas y uniformes, que determinaran las obligaciones de los dueños y de los trabajadores para con el público y las autoridades, como tampoco las de las personas dedicadas a la industria del transporte de viajeros y sus equipajes. Con la nueva disposición de 1909 se quiso acabar con la grave desorganización anterior y prestar a los clientes un servicio correcto y, en la medida de lo posible, uniforme.
En ese mismo año el diplomático Carlos Arcos y Cuadra señalaba en “De las grandes ventajas económicas que produciría el desarrollo del turismo en España”, que los principales pasivos de nuestro país en materia turística eran el desconocimiento que de España se tenía en el extranjero, el mal estado de sus carreteras y ferrocarriles, y la mala condición de sus hoteles. Desconocemos si las autoridades leyeron este libro. Pero dos años después de su publicación el gobierno liberal de José Canalejas estimó conveniente proporcionar un nuevo impulso al turismo y creó, por Real Decreto de 19 de junio de 1911, la Comisaría Regia del Turismo y la Cultura Artística. Este nuevo organismo, dependiente de la Presidencia del Consejo de Ministros, nació con la misión de procurar el desarrollo del turismo y la divulgación de la cultura artística popular. Al frente del mismo se designó Comisario Regio a Benigno Vega Inclán y Flaquer, marqués de la Vega Inclán, quién siempre desempeñaría su cargo de manera gratuita.
El gobierno de Canalejas, y todos los que se sucedieron hasta el Directorio Civil de Primo de Rivera, consideraron oportuno que un organismo superior supervisara y organizara la conservación y contemplación por parte de los forasteros de las bellezas naturales y del patrimonio artístico español. Y eso fue lo que hizo la Comisaría Regia a lo largo de sus dieciséis años de existencia. O para ser más justos, su máximo responsable. A pesar de la escasa ayuda oficial, materializada fundamentalmente mediante dotaciones provenientes del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes, el Comisario Regio consiguió, aportando en muchas ocasiones sus propios fondos, crear museos, construir jardines, organizar y participar en exposiciones de arte, consolidar ruinas y conservar monumentos, fundar bibliotecas y archivos, y editar un buen número de excelentes publicaciones en las que los turistas podían encontrar desde posibles itinerarios para conocer nuestra geografía, hasta estudios pormenorizados de la riqueza artística de diversas ciudades monumentales españolas.
Además, no sería nada descabellado atribuir a la Comisaría Regia un destacado papel en la elaboración y aprobación, el 7 de diciembre de 1916, de la Ley de Parques Naturales. Con ella el Estado se comprometió a favorecer el adecuado acceso a determinados sitios o parajes excepcionalmente pintorescos, forestales o agrestes, y a respetar y hacer respetar la belleza natural de sus paisajes, la riqueza de su fauna y de su flora y las particularidades geológicas e hidrológicas, para evitar así todo acto de destrucción, deterioro o desfiguración por la mano del hombre.
Este modelo de política turística, caracterizado por la escasez de medios aplicados y por una excesiva concentración en el arte como producto turístico, experimentó un cambio significativo durante la dictadura de Miguel Primo de Rivera, y para ser más exactos durante su último quinquenio.
Fueron unos años en los que el campo de actuación estatal se amplió notablemente. De cara al desarrollo del turismo, y especialmente ante la ya prevista celebración en 1929 de las exposiciones internacionales de Sevilla y Barcelona, el gobierno civil de Primo de Rivera consideró necesario dar un nuevo impulso a la organización administrativa turística, mejorar la oferta de alojamientos, el sistema de transportes y el servicio de información, y fomentar, junto a las actividades artísticas, las deportivas, las festivas y las congresuales.
Haciéndose eco de una creciente corriente de opinión que desde hacía algunos años preconizaba la creación de un nuevo organismo estatal que, a diferencia de la Comisaría Regia, dispusiera de los recursos humanos y económicos necesarios para poder atender a los variados aspectos que se relacionaban con el turismo, el Directorio Civil creó por Real Decreto de 25 de abril de 1928 el Patronato Nacional del Turismo. Desde ese momento, y hasta la proclamación de la República, el Patronato fue el máximo responsable público del desarrollo del turismo en España.
A lo largo de esta corta pero fructífera etapa el Patronato Nacional del Turismo tuvo tres presidentes. Dos de ellos nombrados por el gobierno de Primo de Rivera y el tercero por el de Dámaso Berenguer. El primero fue Alberto de Borbón y Castellví, duque de Santa Elena. Pero su mandato fue muy corto. El día 14 de noviembre de 1928 fue sustituido por Juan Antonio Güell y López, conde de Güell, quien presidió el Patronato hasta el 4 de julio de 1930. Su sustituto fue Valentín Menéndez y San Juan, conde de la Cimera, quien ejerció hasta el mes de abril de 1931.
Al contrario que la Comisión Nacional y la Comisaría Regia, el Patronato Nacional del Turismo, órgano dependiente de la Presidencia del Consejo de Ministros, pudo afortunadamente contar con un amplio personal y con un sistema de financiación propio. El Gobierno estipuló que ésta corriera a cargo de los recursos que se obtuvieran con la creación de un seguro obligatorio de las personas que viajaran por ferrocarril.
Además, señaló que hasta que dicho seguro entrara en funcionamiento, algo que no ocurrió en realidad hasta el mes de noviembre de 1928, el Tesoro le anticiparía al Patronato, con cargo reintegrable, la cantidad máxima de 250.000 pesetas, es decir, aproximadamente la mitad de todo el dinero que había recibido la Comisaría Regia durante el periodo 1924-1927. Por si esto fuera poco, el Patronato también fue facultado para concertar un empréstito de 25 millones de pesetas como fondo inicial de funcionamiento.
En definitiva, durante el último lustro del reinado de Alfonso XIII el turismo oficial recibió un respaldo político, económico y humano mucho más adecuado que el que había tenido hasta entonces. Y las consecuencias fueron, lógicamente, positivas para nuestro turismo. Uno de los sectores que más interesó a la Administración fue el hotelero. Con la misión de perseguir la clandestinidad, evitar los abusos y organizar la industria del hospedaje se constituyó en 1928 la Cámara Oficial Hostelera.
Además, ese mismo año se le encargó al Patronato Nacional del Turismo la publicación de una Guía Oficial con el objetivo de proporcionar a los viajeros una relación detallada de los alojamientos y de sus precios. Y a lo largo de 1929 el Estado creó el Servicio de Crédito Hotelero, con la finalidad de estimular y auxiliar la construcción de hoteles por parte de la iniciativa privada, el Título de Establecimiento Recomendado, con la intención de premiar la calidad de los servicios prestados, y el Libro Oficial de Reclamaciones, para que los clientes pudieran anotar en él cuantas anomalías observaran durante su estancia.
Pero la actuación estatal más importante en materia hotelera fue la creación en 1926 de la Red de Paradores y Albergues de Carretera. El Gobierno estimó conveniente crear, fundamentalmente en aquellas zonas de especial interés turístico, pero donde la iniciativa privada no se aventuraba, una oferta hotelera pública caracterizada por precios ajustados, servicios de calidad e instalaciones confortables, que facilitara el incremento de viajes turísticos a nuestro país y que, asimismo, sirviera como modelo para la hostelería privada nacional. En definitiva, se quería ofrecer, a precios razonables, un producto de calidad que contribuyera a estimular el sector en áreas turísticamente atractivas, pero con una escasa o inexistente infraestructura hotelera. En este sentido se promovió la construcción de cuatro diferentes tipos de establecimientos: Paradores, Albergues de Carretera, Refugios de Montaña y Hosterías.
Por lo que respecta al incremento de las actividades promocionales, otro de los objetivos prioritarios del Directorio Civil, hay que señalar que el Patronato Nacional del Turismo abrió al público siete agencias informativas turísticas en el extranjero, concretamente en París, Londres, Roma, Múnich, Gibraltar, Nueva York y Buenos Aires, y alrededor de medio centenar en el territorio español. Con ellas se logró ampliar la difusión en el exterior de nuestros activos turísticos y prestar a los viajeros en ruta por la geografía española información detallada sobre monumentos, hoteles, carreteras o restaurantes.
Mejorar e incrementar nuestros sistemas de transportes, algo fundamental en el desarrollo turístico de cualquier país, fue otra de las preocupaciones de los gobiernos de Primo de Rivera. La red ferroviaria creció y su parque móvil se renovó y amplió. Además, desde la aprobación en 1924 del Estatuto Ferroviario la gestión, administración y explotación ferroviaria fueron compartidas por una actividad privada en decadencia y por una pública en auge. Por otro lado, el 9 de febrero de 1926 se creó el Circuito Nacional de Firmes Especiales. Con el objetivo de fomentar el turismo mediante la modernización de nuestra red de carreteras, especialmente de aquellas que enlazaban las poblaciones de mayor importancia y los circuitos de gran valor histórico y artístico, en tres años y medio se transformaron 2.800 kilómetros de la misma. Tampoco hay que olvidar el avance significativo experimentado por el todavía novedoso transporte aéreo, destacando en este sentido la concesión en 1929 del monopolio de las líneas aéreas subvencionadas a la empresa Classa. Asimismo, también debieron ser positivas de cara al turismo las negociaciones que el Patronato Nacional del Turismo mantuvo con algunas compañías de transporte terrestre y marítimo y que desembocaron en la concesión de determinadas facilidades a sus clientes.
Por último, señalar que los responsables del Patronato Nacional del Turismo trataron de fomentar la llegada de visitantes ampliando nuestra oferta turística. El arte era un importante reclamo turístico de nuestro país, pero no el único.
Por ello, y al margen de los eventos internacionales de Sevilla y Barcelona, organizaron y colaboraron en la celebración de exposiciones fotográficas, competiciones deportivas (golf, regatas, hípica, motorismo), fiestas populares (Valencia, Castellón, Alicante, San Sebastián) y congresos internacionales.
Durante la primera mitad de la década de los años treinta el movimiento de viajeros hacia España se estancó. Y, como es lógico, a partir de 1936 prácticamente desapareció. La grave y duradera crisis económica internacional iniciada en 1929, el paulatino aumento de las tensiones políticas en Europa y nuestra guerra civil contribuyó decisivamente a ello. Fueron unos años, además, especialmente convulsos para la organización administrativa del turismo en España. Los diferentes avatares políticos vividos en nuestro país a lo largo del periodo afectaron seriamente a los máximos órganos públicos responsables del desarrollo turístico.
En el mes de abril de 1931 el gobierno provisional de Niceto Alcalá Zamora disolvió el Patronato Nacional del Turismo y creó la Dirección General de Turismo, a la que por Decreto de día 23 se le ordenó liquidar los contratos y presupuestos en curso que no debieran continuarse, examinar la gestión anterior y preparar la más rápida modificación de servicios que el interés público aconsejara no suprimir.
Asimismo, por Decreto de 9 de mayo se encomendó al nuevo Director General de Turismo, Claudio Rodríguez Porrero, la revisión de todos los nombramientos del personal afecto a su servicio y la reducción del mismo en armonía con lo que las circunstancias y necesidades de dicha institución aconsejaran.
Parece ser que lo que movió a las autoridades republicanas a liquidar temporalmente el Patronato Nacional del Turismo fue el convencimiento de que éste se había convertido con el paso del tiempo en una institución que gastaba demasiado y de manera descontrolada y que, por el contrario, obtenía cada vez menores ingresos. El Patronato necesitaba, pues, una profunda y rápida transformación que lo convirtiera en un organismo económico, eficaz y sometido a las leyes generales administrativas.
Su restablecimiento llegó por Decreto de 4 de diciembre de 1931. Desde ese momento quedó suprimida la Dirección General de Turismo, pasando los servicios que transitoriamente le habían estado encomendados a la Subsecretaría de la Presidencia del Consejo de Ministros, y se determinó que el presupuesto del Patronato Nacional pasara a formar parte del de la Presidencia, sometiéndose a las reglas de contabilidad que regían para los servicios ministeriales. Poco después, concretamente por Decreto de 12 de enero de 1932, el gobierno de Manuel Azaña aprobó el nuevo reglamento del Patronato Nacional del Turismo.
En poco menos de un año las autoridades republicanas habían liquidado y restablecido el Patronato Nacional del Turismo y aprobado una nueva reglamentación del mismo. Pero los cambios no acabaron aquí. Apenas dos años después se estimó conveniente modificar de nuevo algunos aspectos del mencionado reglamento. En la exposición de motivos del Decreto de 31 de enero de 1934 se puso claramente de manifiesto el objetivo perseguido con dichos cambios. El gobierno de Alejandro Lerroux quería iniciar una nueva etapa en la que se diera al fomento del turismo un sentido más eficaz, huyendo del burocratismo y facilitando las iniciativas, especialmente aquellas de carácter local, regional o gremial.
Desde ese momento y hasta el inicio de la guerra civil el Patronato Nacional del Turismo funcionó con normalidad. Pero en el mes de noviembre de 1936 el gobierno de Francisco Largo Caballero lo adscribió al recién creado Ministerio de Propaganda. Y en mayo de 1937, el presidido por Juan Negrín a la Subsecretaría de Propaganda dependiente del Ministerio de Estado. Por lo tanto, durante la contienda, y hasta su definitiva desaparición, el Patronato Nacional del Turismo fue considerado por las autoridades republicanas como un organismo de propaganda al servicio del Estado.
Todos estos cambios experimentados por la organización administrativa turística a lo largo de los años treinta, en una etapa por otro lado nada proclive, tanto en el ámbito internacional como nacional, para la realización de actividades turísticas, no debieron facilitar el desarrollo de una labor productiva por parte del Estado. La verdad es que sabemos muy poco de la política turística republicana. De la practicada antes de la guerra civil habría que destacar ciertas labores de promoción, la creación en 1932 de los cotos nacionales de caza de Gredos y de los Picos de Europa, el incremento experimentado por la Red de Paradores y Albergues de Carretera, que en 1936 contaba ya con quince establecimientos, tres de ellos ubicados en Andalucía (Hotel Atlántico, en Cádiz, Parador Nacional del Condestable Dávalos, en Úbeda, y Albergue de Carretera de Bailén) y el apoyo prestado a la recién creada Federación Española de Sindicatos de Iniciativas y Turismo al declararla de utilidad pública por Orden de 21 de noviembre de 1935. En cuanto a las actuaciones durante el conflicto bélico, éstas se limitaron a ciertas invitaciones que el gobierno republicano realizó a destacadas personalidades extranjeras, especialmente políticos, periodistas e intelectuales, para que visitaran nuestro país, conocieran el desarrollo de la guerra e informaran a la opinión pública internacional del enorme esfuerzo que el pueblo español y su gobierno legítimo estaban realizando para defender su libertad.
Continuaremos describiendo el desarrollo turístico de nuestro país en publicaciones sucesivas ...
Granada 2 de septiembre de 2025.
Pedro Galán Galán.
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