PROLOGO

Se pretende que sea éste un espacio dedicado a entretener y deleitar (... a través de la fotografía fundamentalmente) ... a dar a conocer (...o traer al recuerdo) ciertos monumentos o espacios situados en el término o cercanías de Lahiguera. ...a llamar la atención por el estado de abandono y deterioro de muchos de ellos, ...y si llegara el caso, a remover la conciencia de todos los que somos "herederos" de tales monumentos y espacios, y que con nuestra aportación ayudásemos a la conservación de los mismos.

sábado, 18 de abril de 2020

HISTORIA DE LOS HECHOS QUE CONCLUYERON EN QUE LA IMAGEN DEL ESCULTOR DOMINGO SÁNCHEZ MESA LLEGASE A LAHIGUERA. NUEVOS DATOS SOBRE LA IMAGEN DE NUESTRA SEÑORA DE LA SOLEDAD DE LAHIGUERA.


EL ORIGEN DE LA DEVOCIÓN A LA VIRGEN DE LA SOLEDAD EN ESPAÑA, Y LAS RAZONES POR LAS QUE DESDE EL CONCILIO DE TRENTO LOS TEMPLOS SE DOTARON DE IMÁGENES SAGRADAS.

En fecha 18 de noviembre del año 2011, publicaba en este blog un artículo que recogía la historia de la imagen de Ntra. Señora de La Soledad de Lahiguera. Todo fue a raíz de la información proporcionada por un matrimonio amigo arjonillero residente en Granada, Dª. Soledad Bernal Ramírez, esposa de D. Luís Hernández Mercado, mis informantes. Casualmente hemos vuelto a encontrarlos al cabo de varios años y la conversación con ellos ha dado nuevas luces sobre la evolución de los pasos seguidos por nuestra Virgen de la Soledad desde Arjonilla a Lahiguera. Por eso actualizo el anterior escrito en las partes correspondientes a la información dada, sobre todo por descubrimiento del benefactor Francisco Carmona Garrido que sufragó la imagen y las razones que refiere Rueda Nevado  Alfonso del testimonio de “Conchita”, Concepción Gómez Martín como después veremos. La clave de la novedad es que no fue el pueblo de Arjonilla quienes rechazaron la imagen sino que fue el Prior de Arjonilla D. Luís Sotomayor García, que al parecer tenía algo de genio y quizá dotes de mando.

Parece un azar del destino que celebremos este año el octogésimo primer aniversario de la presencia de nuestra Virgen de La Soledad en nuestra villa (defiendo que llegó en 1939 a la vista de poseer nuevos datos), y el 117 aniversario del nacimiento de un escultor imaginero como D. Domingo Sánchez Mesa, que dedicó la totalidad de su producción artística a la realización de imágenes de tema sacro. Un artista que nació en un pueblo de la Vega de Granada, Churriana de la Vega, el día 1 de febrero de 1903, día de San Cecilio, en una familia sencilla y de hondos principios religiosos, tan próxima a la ciudad de Granada, que le permitía acudir de niño al colegio de los Escolapios en su periodo de educación primaria.

Mientras, nosotros atravesamos el tiempo de la pandemia del Covid 19, confinados y sin procesiones de Semana Santa, ni actos públicos de la Santa Pasión de Jesús.

Después de pasado unos nueve años, volvemos a retomar un tema que aún hoy, y desde el tiempo de nuestros padres y abuelos, ocupaba la primicia de las conversaciones durante nuestra Semana Santa. En mi niñez era como un pequeño cuento que nuestras madres contaban, mientras se hacía hora para el paso de La Virgen de La Soledad por nuestra calle. Como ahora sabemos algo más del cuento real de la llegada de la bendita imagen de Nuestra Señora de la Soledad a nuestra villa, allá por el otoño del año 1939, nos disponemos a actualizar el artículo que publicamos en el año 2011, con las nuevas informaciones disponibles.

Fotografía de Nuestra señora de la Soledad de Lahiguera, realizaba delante del muro de la fachada del templo, posiblemente al poco tiempo de su llegada a nuestra parroquia. Esta imagen de D. Domingo Cecilio Sánchez Mesa fue conocida como Nuestra Señora de los Dolores por el prior Padre Antonio (D. Rafael Muñoz Redondo), tal como muestra su grafía al pie de la foto. Después esta imagen pasó a llamarse Nuestra Señora de la Soledad desde el momento en que fue adquirida la imagen de Nuestra Señora la Virgen de los Dolores, obra de D. José Navas Parejo. 

Bellísima imagen de Nuestra Señora de la Soledad de Lahiguera, obra del insigne imaginero D. Domingo Cecilio Sánchez Mesa en 1939.

Durante un tiempo comprendí que sin datos de registro alguno, y con esa mala costumbre de no dejar anotaciones de hechos tan importantes para la cofradía, la imagen de La Soledad pudo llegar a nuestra villa en los comienzos de decenio de los años 40 del pasado siglo, así lo exprese en el artículo que publicamos en este mismo blogspot en 18 de noviembre de 2011 en el enlace que a continuación os facilito para la consulta de los interesados en ello:


Don Domingo Cecilio Sánchez Mesa en su taller granadino, escultor, imaginero y tallista que murió en Granada en 1989.

Algunos años después, en el año 2016, pude consultar y comprobar, para mi asombro, que se nos aclaraba el enigma de la fecha de la llegada a Higuera en una página de Facebook, creada por algún miembro de la familia Sánchez Mesa, tal vez por un nieto en fecha 25 de abril de 2016; una página dedicada al último gran imaginero de la Escuela Granadina Domingo Cecilio Sánchez Mesa-Churriana de la Vega 1903-Granada 1989, titulada: Domingo Cecilio Sánchez Mesa - Escultor, Imaginero y Tallista

En esta página web creada en fecha 25 de abril de 2016, con publicaciones en fechas 25 de abril de 2016 y en fechas 26 y 27 de ese mismo mes y año, y finalmente en fecha 17 de febrero, comprobé como se indicaba con claridad que la imagen de La Virgen de la Soledad de Lahiguera fue entregada a los gestores de su adquisición para la parroquia de Arjonilla en 1939, algo que puede comprobarse en la misma página de dicho enlace de Facebook. Con este dato de tanta fiabilidad como la de proceder de la página web de Facebook en la que alguien de la familia Sánchez Mesa, publica la gran mayoría de las imágenes salidas de sus manos y del taller que abasteció de imaginería religiosa a muchas poblaciones de Andalucía, tal como entrando en esta página puede comprobarse. Haciendo un breve estudio de las referencias de imágenes y años de su creación, se puede apreciar entre las imágenes catalogadas como del mismo año o años próximos, un cierto conjunto de parecidos entre ellas, algo que se aprecia como bastante diferente de las que salieron de sus manos tan sólo un quinquenio y un decenio después.
Esta es la imagen de la Virgen de la Soledad de Arjonilla que el Prior de Arjonilla adquirió con el dinero pagado por Ntra. Sra. de La Soledad de Lahiguera. En la página web referida no se cita autor de esta imagen, siendo obra de Domingo Sánchez Mesa del año 1942.
Imagen de Nuestra Señora de Los Dolores de Arjonilla, obra de Domingo Sánchez Mesa de 1944.

Por ello y a falta de otro dato o datos que pudiesen demostrar lo contrario, defendemos que fue en el mismo año de 1939 cuando la imagen de la Virgen de La Soledad de Lahiguera fue entregada a Arjonilla, y que naturalmente al no gustarle al párroco que hizo el encargo, D. Luis Sotomayor García, éste tratase de cederla a algún párroco del mismo arciprestazgo de Andújar, del que él era miembro, y que por igual motivo de la pérdida de sus imágenes, estuviese interesado, quizá por conversaciones mutuas anteriores, en dotar a sus respectivas parroquias de las imágenes de los santos que habían sido destrozados en la Guerra Civil a principios de la misma, con seguridad en el mismo año 1936.    

Entiendo que ese dato de la fecha de 1939, debió publicarse en la página del blogspot… siguiendo los registros de entregas que se hacían en el taller de D. Domingo Cecilio Sánchez Mesa, como simple control del negocio del taller artístico, al igual que en la citada página se pueden comprobar otras muchas fechas de entrega de imágenes de los más variados lugares de nuestra geografía andaluza.


En el año 2017 en una de las múltiples visitas realizadas a Lahiguera, comprobé que se celebró el 75 aniversario de la llegada de la imagen de Nuestra Señora de la Soledad a Lahiguera, hecho que tuvo su repercusión en el diario Jaén, con publicaciones con ocasión de tal aniversario; sinceramente me vi sorprendido y junto a publicaciones en el diario provincial Jaén, traté de buscar datos que confirmaran la llegada en esa fecha de 1942, pero los datos de su confirmación no existían y por lo tanto no me fueron dados, por esta razón callé y otorgué como medida de ignorancia, discreción o prudencia. Según mi propuesta de ahora la llegada de Nuestra Virgen de la Soledad a Lahiguera se produjo tres años antes, es decir, en lugar de fecharse su llegada en 1942, con el nuevo dato que aportamos puede quedar fijada su llegada quizá en el último trimestre de 1939.
La Guerra Civil había concluido con muchas pérdidas de vidas humanas que eran irrecuperables, y había que recomponer los destrozos de la guerra, entre los que también figuraban las imágenes, el templo calatravo del siglo XVI y la Ermita de Jesús, que hoy conocemos como Ermita del Santo, que estaban llamadas a restaurar la espiritualidad tras años de lucha fratricida. En el templo parroquial se había destrozado el retablo y las imágenes que lo componían como El Cristo de las Aguas, y alguna otra imagen. Había quedado intacto el original artesonado de madera del techo… y por ello suponemos no se aceptó el proyecto que presentó La Dirección General de Obras Devastadas, que hubiese supuesto la pérdida del referido artesonado. Hace unos años D. Juan Rubio Fernández, párroco actual, dio a conocer el proyecto de renovación del templo afectado, proyecto que reproducimos en la siguiente imagen original.
Proyecto de Iglesia en Higuera de Arjona (Jaén). Proyecto presentado por la Dirección General de Obras Devastadas.

Entre vehículos de reconciliación estaba la fe sentida por el pueblo, nuestros padres recordaban el valioso tesoro de imágenes que perdimos, con los desgraciados hechos ocurridos durante aquellos terribles días, en los que la incultura y ceguera de la revolución y de la Guerra Civil se ensañó con injusta venganza contra la misma vida humana, y contra el patrimonio de la Iglesia y todo lo que a ella representaba.

Ahí están como hirientes testigos nuestro recuerdo del Cristo de la Aguas y el mismo retablo de nuestro templo del siglo XVI. Obra de Juan de Reolid, que hoy hubiese tenido desde 1525 casi 500 años de antigüedad, tristemente perdimos unas imágenes desaparecidas en esos aciagos días, que perdimos irremisiblemente, porque en cada una de aquellas imágenes y altares destruidos había, además de las piadosas ofrendas de tantos fieles, tantos sentimientos religiosos de nuestros padres y antepasados, y tantas espiritualidades truncadas, junto a los valores culturales, que, entonces y ahora, ennoblecían nuestro mejor y más social patrimonio, de lo que era de todo el pueblo nuestro, de lo que injustamente fuimos desposeídos.
 
Santísima Virgen de la Soledad de Lahiguera obra de D. Domingo Sánchez Mesa, que en este año 2021 ha sido trasladada por primera vez al templo de abajo de la parroquia, para la ocasión de celebrar el  tradicional Triduo en su honor, por motivos de disponer de mayores espacios para prevenir la pandemia de la Covid-19.

De la validez de las que hoy componen el cuadro de imágenes de nuestra villa, todas esas imágenes de imagineros como D. Domingo Cecilio Sánchez Mesa (La Virgen de La Soledad), D. José Navas Parejo (La Virgen de Los Dolores) y D. Juan Martínez Cerrillo (El Santísimo Cristo de la Capilla, Nuestro Padre Jesús “El Nazareno”, y San Juan), todas estas imágenes son hoy nuestras imágenes de devoción, como imágenes de culto activo, con fervor fuerte y muy popular de todos los fieles, aunque ahora más manifiestamente y especialmente de los jóvenes; de ello nos habla la devoción diaria y popular que reciben a lo largo de todo el año, como tales imágenes sacras, en sus dos templos, donde a la vez proyectan también su fe como idóneo testimonio aún perdurable de la profunda religiosidad popular, quizá la misma que sus autores pusieron en ellas, y que junto con el arte de cada uno, y con su fe, las hicieron posibles como imágenes para nuestro deleite y contemplación piadosa. A todos, estos artistas del arte religioso de entonces y de los necesarios restauradores de ahora, son a los que desde aquí recordamos hoy también.

Así pues la historia de la presencia de Nuestra Señora de La Soledad en Lahiguera comienza por ser un encargo del párroco de Arjonilla, D. Luís Sotomayor García en el mismo año 1939, (una vez acabada la guerra fratricida), que encargó una nueva imagen de la Virgen de Los Dolores, que recordara a la virgen desaparecida, a otro sacerdote D. Luis Ramírez Olivares (tío de Soledad Bernal Ramírez, esposa de D. Luís Hernández Mercado, mis informantes) que al parecer por su situación de privilegio cultural era el perfecto conocedor del mundo del arte en la ciudad granadina, quién enseguida dirigió el encargo al gran escultor granadino D. Domingo Sánchez Mesa.
Imagen de la Virgen de La Soledad de Arjonilla que fue destruida en la Guerra Civil, cuya pérdida dio lugar al encargo del párroco de Arjonilla de la Virgen de La Soledad que veneramos en Lahiguera.
El párroco de Arjonilla, D. Luís Sotomayor García era hombre acaudalado, bastante generoso con la gente necesitada en aquellos años, años de penuria económica, que pidió a otro sacerdote D. Luis Ramírez Olivares, también abogado, poeta, y persona bien conocedora de la amplia oferta de la imaginería granadina de este tiempo; era un personaje muy conocido e influyente, y refieren que bastante inteligente por ser número uno en oposiciones, que también ocupó el cargo de Administrador de los Servicios Benéficos de la Diputación de Granada. Era la persona idónea por ser natural de Arjonilla, residente en Granada, y que seguramente se consideró el ideal por su buena amistad, relación personal y por su conocimiento del mundo artístico granadino, al ser reconocido en Granada y a su vez ser buen conocedor de todo el panorama artístico de aquellos tiempos. El mismo ayuntamiento de Arjonilla había pedido al prior de la localidad que hiciese las gestiones para la adquisición de una imagen del desaparecido San Roque, patrón de la villa para le celebración de la fiesta patronal de la localidad, suponemos que ésta fue la primera gestión del párroco de Arjonilla, D. Luis Sotomayor García, a petición del ayuntamiento, para que éste se pusiese en contacto con D. Luis Ramírez Olivares, residente en Granada.
El párroco de Arjonilla, D. Luis Sotomayor García, le pidió que encargase a un imaginero que conociese en Granada la imagen de una Virgen de la Soledad, que pudiese sustituir a la destrozada en los años de la Guerra Civil en Arjonilla, y este señor se encargó e hizo esta gestión ante uno de los escultores granadinos de más prestigio de aquellos años 40, D. Domingo Cecilio (nacido el día de San Cecilio) Sánchez Mesa, que desarrollo sus dotes artísticas con esplendidas obras de arte hasta su vejez y muerte en 1989.
En los años 30, Domingo Cecilio Sánchez Mesa decidió instalarse por su cuenta y abandonó el taller de su maestro el imaginero Eduardo Espinosa Cuadros. Su primer trabajo fue un encargo del Ayuntamiento de Motril, y en esta misma ciudad realizó su primer “Crucificado” para las religiosas dominicas, que sería quemado durante la República.
Durante la Guerra Civil, su actividad como imaginero se vio mermada por los acontecimientos que asolaban el país. Pero tras este período negro en la historia de España volvió con fuerza montando su estudio en Granada, se necesitaban reponer muchas imágenes desaparecidas.
Virgen de La Soledad de Lahiguera, obra de 1939 de D. Domingo Sánchez Mesa. Foto de Ángel Pancorbo Pancorbo.
Véase el parecido de esta imagen llamada Nuestra Señora de las Angustias de Motril con nuestra virgen de La Soledad. Foto de Reche. Parecido que se reafirma con la imagen antigua de Nuestra Señora de la Amargura de Granada del año 1943 de la foto de más abajo.
Antigua imagen de Nuestra Señora de la Amargura de Granada, año 1943.
María Santísima de los Dolores de Jaén, año 1943.
A sus 40 años, era ya un imaginero de renombre en Granada y los encargos se le multiplicaron. En esta época va a llevar a cabo una importante actividad por dos motivos: en primer lugar por su estimada consideración como escultor, lo que le hizo valedor de numerosos encargos, y por otra parte por recuperar la imaginería andaluza, que había sufrido las garras de la guerra. Domingo consiguió que imágenes perdidas por la Guerra Civil fueran sustituidas por obras de arte. Después de la misma montó su estudio en Granada y realizó importantes trabajos de creación artística para varias parroquias. Su gran talento le hizo acreedor de un gran renombre y los encargos se multiplicaron.
Sánchez Mesa imprimía  a sus imágenes el clasicismo de la escuela granadina dieciochesca, a la vez que hacía patente en las mismas muestras de un gran modernismo, como se puede observar, por ejemplo, en el tallado de la barba del Cristo de los Estudiantes de la localidad malagueña de Vélez-Málaga, el cual está hecho sin modelado aparente y con un rudo uso de la gubia pero con un previo estudio efectista con el que elimina así los retorcidos mechones tan típicos de centurias anteriores.
Otro apartado a destacar de Sánchez Mesa es su profundo estudio de la anatomía de las tallas que realizaba, principalmente en las de imágenes de Cristo, en las que la musculatura y el estudio de las posiciones se hacen patentes al observar sus obras. Valga como ejemplo de lo anterior la imponente imagen de Jesús del Gran Poder, también de Vélez Málaga, para muchos la obra cumbre del artista granadino, en la que nos presenta una imagen de un joven varón totalmente caído en el suelo por el peso del madero y que levanta la mirada implorante al cielo, lo que hace al que lo contempla sentirse partícipe de la escena.
Nuestro Padre Jesús del Gran Poder en su tercera caída de Vélez Málaga, año 1973 en las tres fotografías.


Nuestra Señora de las Angustias Coronada de Vélez Málaga, 1952. Detalle del Cristo que aludíamos.
Nuestra Señora de las Angustias Coronada de Vélez Málaga, 1952.

Santísimo Cristo de la Expiración de Granada, salido de la gubia del granadino Domingo Sánchez Mesa en el año 1943, representa a Cristo crucificado en el momento de expirar.
Tanto en dicha imagen como en el Cristo del misterio de las Angustias de la misma localidad de Vélez Málaga, gran desconocido dentro de la producción de este imaginero pero de gran fuerza, realismo y precisión en su ejecución, o en el Cristo de la Expiración de Granada, vemos la exhaustiva elaboración de las manos, que, en el caso del Nazareno de la tercera caída, se muestran en tensión con las manos aferradas a la superficie rocosa que actúa como suelo y de los pies, entrelazados en los Cristos de las Angustias y la Expiración, y perfectamente anatomizados en todas estas esculturas procesionales.

Su producción escultórica hunde sus raíces en la escuela granadina, siendo este periodo histórico una fuente inagotable de inspiración en la mayor parte de sus obras, aunque sin descartar su genio creador. Su obra es ingente, pero ello no supone que realizara trabajos en serie (tan propio de algunos imagineros contemporáneos) sino que para él cada obra era especial, diferente e íntima. Para Domingo Sánchez Mesa, cada una de ellas era “su imagen”, “su Cristo”, “su Virgen”.

D. Domingo Cecilio Sánchez Mesa en un acto de reconocimiento a su dilatada vida artística, acompañado de su esposa Dª Trinidad Martín Moreno.

Este imaginero contemporáneo,  supo aunar la modernidad con la tradición de los cánones barrocos y supo conjugar en el mismo pretérito belleza, elegancia y un profundo estudio de fondo en sus obras; por ello nos sumamos a su reconocimiento como gran imaginero andaluz, de lo que pueden dar testimonio la multitud de verdaderas obras de arte las múltiples imágenes de los templos de Granada, Vélez Málaga, Arjonilla, Villanueva del Arzobispo, Jaén, y muchas más de las parroquias de Andalucía, agradeciendo con íntima gratitud el que nosotros podamos contemplar la obra de arte que son el rostro y las manos de Nuestra Señora de la Soledad de Lahiguera.
María Santísima de los Dolores de Jaén, obra de D. Domingo Sánchez Mesa del año 1945.
Nuestra Señora de Los Dolores de Arjonilla año 1944, obra de Domingo Sánchez Mesa.



Nuestra Señora de los Dolores en su Soledad. Iglesia Parroquial de Villargordo (Jaén), obra de Domingo Sánchez Mesa, año 1940.
D. Luís Ramírez Olivares, también sacerdote y un paisano de confianza residente en Granada, de amplia formación académica y buen conocedor de todo el extraordinario repertorio de artistas imagineros entre ellos: Prados López, Navas Parejo (creador años más tarde de Nuestra Señora de los Dolores de Lahiguera), Torres Rada, Roldán Plata, Paco Muñoz, Simón Olalla, López Azaustre, Luís Fajardo, Benito Barbero, López Burgos. En Granada había también otros talleres, como el de José Navas Parejo, con mayor empeño de empresa a lo catalán y valenciano y el taller de los Peregrin. Aunque eran ciertamente años malos y de crisis, estos años de la posguerra. 
Imagen de la Virgen de Los Dolores de Arjonilla destruida en la guerra civil, cuya pérdida supuso el encargo y adquisición de otra Virgen de Los Dolores para la parroquia de Arjonilla, imagen que terminó en la parroquia de Nuestra Señora de la Consolación de Lahiguera en el año 1939. Foto tomada de http://cronicadearjonilla.blogspot.com.es/2014/11/imagenes-antigua-y-actual-de-la-virgen.html 

Ésta es la imagen de Ntra. Sra. de la Soledad de Arjonilla, que fue venerada según la tradición durante mucho tiempo, al punto que fue considerada la patrona de la villa. Imagen que durante la Guerra Civil fue destruida, al igual que sucedió en Lahiguera con las imágenes y el retablo del templo parroquial.  Desconocemos la antigüedad de esta imagen pero deducimos que por seguir la línea y representación de la imagen de Nuestra Señora de la Soledad de la Victoria Real Colegiata de San Isidro de Madrid, una talla realizada por el escultor Gaspar Becerra, natural de Baeza, que la noche del 19 al 20 de julio de 1936, tras conocerse el Golpe de Estado contra la Segunda República Española, se quemaron más de cincuenta iglesias y conventos de la capital, entre ellas la Real Colegiata de San Isidro y con ella, la Soledad de la Victoria.
Virgen de la Soledad de la Victoria, fotografiada antes de 1936 en la Real Colegiata de San Isidro de Madrid. Obra del baezano Gaspar Becerra (primera Virgen de la devoción de La Soledad de España). Archivo Moreno.

D. Luis Sotomayor García, párroco de Arjonilla, dotó a su parroquia de Arjonilla de imágenes del taller artístico de D. Domingo Sánchez Mesa, con imágenes de San Roque,  una Virgen de los Dolores en 1944, un Niño Jesús pequeño, etc.
Sobre la reposición de la imagen de San Roque, contamos con la información facilitada por D. Ildefonso Rueda Jándula, en el libro: “San Roque patrón de Arjonilla”, publicado en 2008 por la Fundación Caja Rural de Jaén, en este valioso libro se da pormenorizada cuenta de todas  las iniciativas municipales del Ayuntamiento de Arjonilla, con ocasión de encargar al prior de la villa las gestiones para la adquisición de una nueva imagen de San Roque, con la que poder celebrar en ese mismo verano de 1939 la tradicional Fiesta de San Roque tan conocida en todos los pueblos de la Campiña Baja andaluza. El texto tomado del referido libro dice así:
“Al término de la guerra civil, se constituyó a comienzos de abril de 1939 la Comisión Gestora del Ayuntamiento, presidida por D. José Pérez Bernal. El 24 de mayo de ese mismo año, se acordó facultar al párroco D. Luis Sotomayor para realizar las gestiones de adquisición de una nueva imagen.
El 30 de julio de 1939, nos encontramos con otro acuerdo del consistorio:
“Como consta a los señores gestores en la sesión celebrada por esta comisión municipal con fecha 24 de mayo último, se acordó por unanimidad satisfacer de los fondos de este municipio el importe de la imagen de nuestro Glorioso Patrón San Roque, y como quiera que también esta referida comisión tiene el propósito de contribuir con una cantidad para atender a la reconstrucción de la Parroquia, acuerda unánimemente destinar diez mil pesetas para ambos fines, quedando para la reconstrucción de la Iglesia el sobrante que resulte después de abonar el valor de la Imagen del Patrón”.
Arriba antigua imagen desaparecida de San Roque. Abajo imagen actual de S. Roque, al poco tiempo de ser llevada a Arjonilla, sobre unas sencillas andas de madera y más abajo la imagen con su célebre perro  tal como salió del taller de Domingo Sánchez Mesa en el verano de 1939. Imágenes tomadas del Blog de Ildefonso Rueda Jándula.

Detalle del perro de San Roque con el tradicional pan en la boca.

Para el mes de Agosto del mismo año, la imagen de san Roque ya estaba terminada, y con ella se pudo celebrar la primera fiesta de San Roque, en la ermita de Jesús. Para esta festividad, se distribuyeron entre los pobres, raciones de pan y aceite. El coste de la imagen fue de 2.600 pesetas, según el recibí firmado por el autor:
“La Inmaculada. Domingo Sánchez Mesa. Escultor. Carrera de Darro, 10 (tachado) Ánimas nº 7. He recibido del Sr. Cura párroco de Arjonilla D. Luis Sotomayor García la cantidad de dos mil seiscientas pesetas importe de la imagen y embalaje que he construido en madera tallada y policromada por encargo oflic. Ayuntamiento de Villa y para que conste firmo el presente anulando el anterior de mil pesetas que había tomado a cuenta. Granada a 10 de Agosto de 1939. Domingo Sánchez. Páguese. El Alcalde.”
Un recibo parecido debió hacerse en el caso de la Virgen de los Dolores al Sr. Cura párroco de Arjonilla D. Luis Sotomayor García, aunque en este caso el costo de la imagen fuese compensado por Francisco Carmona Garrido, un fiel devoto de la venerada y antigua Virgen de los Dolores que había desaparecido en los inicios de la guerra civil.
Desaparecido Niño del Rosario de Arjonilla, obra de Domingo Sánchez Mesa.
D. Luis Sotomayor García, párroco de Arjonilla fue el promotor para la adquisición de nuestra imagen y de otra imagen de la “Purísima”, imagen que sí quedo en Arjonilla, y que posee una capilla en la Iglesia Parroquial de la mencionada villa. Esta imagen tiene grabada sobre la madera  un verso escrito por D. Luís Ramírez Olivares, el sacerdote poeta que realizó ambas gestiones ante el escultor D. Domingo Sánchez Mesa.
Nuestra Señora de la Soledad de Lahiguera, obra de 1939 de D. Domingo Sánchez Mesa.
La representación de la Soledad y su tradición se remonta a los peregrinos a Tierra Santa y las visitas que se hacían a una capilla dedicada a la Virgen María, conocida bajo el nombre de “Estación de María”, que estaba situada frente al Calvario, construida en el siglo I después de Jesucristo, levantada en el presunto lugar donde vivió la Madre de Dios, desde la muerte de Jesús hasta su Resurrección. Este séptimo dolor de María en su Soledad, pronto se diseminó por toda Europa.

La imagen representa a Nuestra Señora de la Soledad. Parece ser que las primeras advocaciones e iconografías pasionistas de la Virgen María fueron la representación de la Piedad y de los Dolores de María, y posteriormente la de Soledad, en la que María personifica a la Iglesia abandonada y sola con los pecados del mundo tras la desaparición del Redentor, iconografía ésta, que gozó de gran popularidad en la España contrarreformista.

Nuestra Virgen de La Soledad, como todas las imágenes marianas de Sánchez Mesa, poseen un característico estilo, en el que la pena y la seriedad se unen en un estilo neobarroco, que imprime en ellas una expresión, que podemos decir que es la característica firma artística de su autor. Sánchez Mesa representó en su mayoría mujeres maduras, de rostro mayoritariamente redondeado y perfiles rectos y alargados, caracteres todos ellos claramente representantes de los cánones granadinos. 
Santísima Virgen de la Soledad de Lahiguera, obra de D. Domingo Sánchez Mesa de 1939.

La expresión del rostro de Nuestra Señora de La Soledad es del más puro dolor sublimado y pleno de tristeza, pero no exteriorizado, sino expresado de forma íntima, rasgo típico de la escuela imaginera granadina a la que debemos adscribir esta imagen. La cara de la Virgen la recorren cinco lágrimas de cristal, tres en la mejilla derecha y dos en la izquierda. Su boca está medio cerrada, dejando entrever los pequeños incisivos superiores.

Se trata de una talla en madera de pino, de bulto redondo y hueca en su interior. Rostro y manos talladas y policromadas, con candelero en madera de pino y recubierto por paneles, ojos y lágrimas de cristal, y pestañas. La imagen está formada por numerosas piezas ensambladas, con muchas uniones reforzadas con clavos industriales, y brazos articulados con sistema de galleta en hombros, codos y muñecas. Posee peana de madera, con una capa de preparación, policromía y parcialmente dorada, que se fija al candelero mediante tacos de madera. La peana también se compone de numerosas piezas ensambladas al hilo, reforzadas con bastidor de palos y travesaño por la parte interna, encontrándose dicha peana en un estado muy deficiente. 
Podemos afirmar que dicha imagen ha sido intervenida anteriormente, en algunos casos, con intervenciones muy defectuosas realizadas con materiales inadecuados, que se puede observar por ejemplo en candelero o peana. Además, posee una nueva policromía ocultando la suya original, sin intervenir al respecto.
Concluida la bella imagen y mostrada al pueblo de Arjonilla, resultó que para la mayoría de habitantes del pueblo, a pesar de su belleza, no les recordaba a su antigua imagen de la Soledad destruida,  y por tanto, el párroco arjonillero D. Luis Sotomayor García se la ofreció al párroco de aquellos años en Higuera D. Rafael Muñoz Redondo, (Padre Antonio) antiguo capellán militar antes de haber sido párroco del pueblo en la década de los 40 y 50. Muchos higuereños lo recuerdan yendo y viniendo de Higuera a Cazalilla a lomos de una burra, hasta 1953 que fue sustituido en la parroquia.
D. Rafael Muñoz Redondo (Padre Antonio) en el año 1944, con ocasión de la bendición de la primera piedra para la edificación del nuevo templo parroquial en fecha 24 de junio de 1944. Abajo otra imagen del mismo en la procesión del Resucitado a su paso por la Ermita de Jesús o Ermita del Santo, representado por la niña Paquita García Garrido y detrás la imagen de la Virgen de la Soledad de Domingo Sánchez Mesa.





D. Rafael Muñoz Redondo fue muy popular en nuestra villa, era llamado “Padre Antonio” por todos los paisanos de Lahiguera, debido a que era fraile capuchino y adoptó el nombre de Fray Antonio de Pozoblanco cuando entro en su orden religiosa (…fallecido en Madrid en fecha 26 de junio de 1978 a los 80 años de edad). El referido párroco de Higuera aceptó y parece que pagó la imagen; dícese también en Higuera,…a cambio de garbanzos y de trigo, versión que quedó desmentida por el testimonio de la actual Hermandad de la Virgen de los Dolores de Arjonilla. Este fue el anecdótico pago según se acostumbraba a contar en La Higuera, otros dicen que el transportista encargado de trasladar al imagen de La Soledad desde Arjonilla a La Higuera aprovecho el porte de vuelta llevando a Arjonilla una partida de los afamados garbanzos de La Higuera.
Factura de una entrega a la parroquia de Fiñana en Almería en fecha 14 de octubre de 1939 de una imagen de San Sebastián por un valor de 5.000 pesetas con la firma del autor. En el membrete de la factura se anota el nombre del taller La Inmaculada, donde fue trabajada la imagen de la Virgen de la Soledad, situado en la Carrera del Darro, número 10 de Granada. Igual a este recibo le sería entregado al adquirente arjonillero de nuestra Soledad.
Esto, aunque hoy parezca algo extraño no lo es, dado que por aquellos años mucha de la tierra calma del término municipal se dedicaba al cultivo de los afamados garbanzos de La Higuera. Eso por una parte; por la otra ha sido costumbre en antaño que cuando se acometía un proyecto colectivo, como fue la construcción del nuevo templo parroquial “llamado de abajo” en el verano de 1944, (…el que hoy es el titular de la parroquia de “La Consolación”), cuyas obras fueron iniciadas el 24 de junio del citado año 1944, se tenía por costumbre por parte del párroco hacer una cuestación popular para sufragar una parte de los gastos, con la anuencia del ayuntamiento. En este último caso, los propietarios cedían los kilos de aceituna que consideraban adecuados según su capacidad económica y conciencia, como ayuda para colaborar en la nueva construcción. Recuerdo también  la época en que se comenzaron a construir los llamados “grupos escolares”, lo que hoy es el colegio “Santa Clara”, cómo obreros y muchas yuntas de mulos de todo el pueblo se turnaban para retirar tierra hasta desmontar una altura de casi tres metros de desnivel en el terreno, todo organizado desde el ayuntamiento de la villa.

Después de haber preguntado a un hijo y una hija del escultor y tallista, (su hijo D. Domingo Sánchez-Mesa Martín, catedrático de Bellas Artes de la Universidad de Granada, fallecido el 5 de octubre de 2013 (sábado), y a su hija Conchita Sánchez-Mesa Martín, a quienes tuve la satisfacción de conocer), los datos relativos a nuestra imagen de La Soledad, referidos al año, lugar y firma dónde su padre solía firmar sus obras, y no obtener tampoco datos de ello. En la imagen se ha intentado localizar la firma, pero la imagen tallada que consta sólo de cabeza y manos sostenidas en un armazón de madera, no tiene ningún detalle de tal rúbrica. Se ha intentado localizar la firma pero la imagen tallada no tiene ningún detalle de tal rúbrica.
En la imagen no se observan inscripciones, marcas, monogramas, ni firma. Se habla de que la firma del autor pudo ser eliminada en el trozo de madera que se le quito para hacerla menos pesada y más manejable en la célebre carrera de la Semana de Pasión, que cada año se celebraba, y se celebra, los Viernes de Pasión y Domingos de Gloria de cada Semana Santa de Higuera,… desde hace algunos centenares de años. No olvidemos que durante decenas de años se corría esta artística imagen, hasta que para sustituirla en “el paso o carrera” se adquirió la Virgen de los Dolores de otro famoso imaginero D. José Navas Parejo, que resultaba menos pesada para la carrera y por tanto más manejable.

Tampoco había conseguido obtener datos  en Lahiguera después de preguntar a los más próximos a los círculos parroquiales y de la cofradía de La Soledad y demás cofradías, la fecha de la llegada de la imagen a La Higuera quedaba sin precisar. Solamente hay testimonios orales que suelen variar porque con el paso de tantos años, los que fueron más idóneos informadores desaparecieron, y por tanto las referencias a estos datos quedaron muy imprecisas porque “no se recordaba bien y la memoria se hace confusa”, y por tanto no eran fiables al no haber coincidencias.

Hace ya tiempo, en el año 2014, pude comprobar que en el Blogspot de Arjonilla, D. Alfonso Rueda Nevado, con fecha 9 de noviembre de 2014, publicaba una entrada muy interesante para nosotros, al mostrar la imagen de La Virgen de los Dolores desaparecida y la Virgen de Los Dolores para Arjonilla, que en el año 1942 fue adquirida del mismo taller de Sánchez Mesa con el dinero que se pagó con el traspaso de La Virgen de la Soledad de 1939 a La Higuera. La dirección de la web es la siguiente:

Virgen de Los Dolores de Arjonilla, obra de Domingo Sánchez Mesa de 1942, que sustituyó a la Virgen de los Dolores, hoy Virgen de la Soledad de Lahiguera en el año 1939. Otra bella imagen.

En esta entrada del blogspot, se daba como fecha del traspaso de la imagen de la Soledad a Higuera en 1940 ó 1941, según testimonio de Pedro Manuel García Aranda, Presidente de la Cofradía de Ntra. Sra. de la Soledad de Arjonilla, que al mismo tiempo informaba al redactor de la entrada que “en la cofradía se carece de documentos referentes al encargo y adquisición de esta imagen. Sólo testimonios orales de que la imagen de la Virgen de la Soledad realizada por Domingo Sánchez Mesa llegó hasta Arjonilla en 1940 ó 1941, siendo depositada en primer lugar en casa de Francisco Carmona Garrido, devoto arjonillero que había realizado la donación de la misma al haber sufragado el importe de su realización. Pedro Manuel García Aranda enviaba por escrito un testimonio recogido de una testigo de aquellos momentos, Concepción Gómez Martín “Conchita” quién afirmaba lo siguiente: “La imagen la colocó Paco Garrido, vestida con delantal blanco y manto negro, pero muy escurrida, sobre una mesa en la galería de su casa, junto a la puerta del patio, dicha casa era más bien de techos no muy altos, lo que hacía que la Virgen pareciese más grande. Al verla el Prior D. Luis Sotomayor García le dijo a Paco que la devolviese que no le gustaba, que era muy larguirucha, aunque era guapa, y fue a raíz de esto cuando se ponen en contacto con el párroco del pueblo vecino de Lahiguera, D. Rafael Muñoz Redondo, al cual se la venden”.
Documento entregado por D. Pedro Manuel García Aranda, presidente de la Cofradía de Ntra. Sra. de la Soledad y Mª. Stma. de la Alegría a D. Ángel Pancorbo Pancorbo presidente de la Hermandad de la Virgen de los Dolores y Soledad de Lahiguera en fecha 14 de enero de 2.013.

Interesante esta aclaración porque da testimonio de que la imagen fue donación de D. Francisco Carmona Garrido, y no fue donación de D. Luis Sotomayor García, el prior arjonillero y supuesto mecenas.  

También se nos informa sobre la forma en que la imagen fue reembolsada a D. Francisco Carmona Garrido, para volver a adquirir una nueva virgen de Los Dolores para Arjonilla, dice así: “Y en cuanto a la afirmación que de siempre ha corrido por el pueblo sobre que el importe de la Virgen fue pagado con garbanzos, producto típico de aquel pueblo, Pedro Manuel nos afirma que no fue así ya que con el dinero recibido se compró la actual imagen que tiene la cofradía arjonillera. La confusión puede venir de que la persona que llevó la imagen hasta Lahiguera era transportista y de regreso de allí volvió cargado de garbanzos, hecho que indujo a algunas personas a afirmar que pertenecían al pago de la imagen.”

Cuando hace unos años observe la Virgen de Los Dolores desaparecida en Arjonilla, me vino a la memoria visual otra imagen de La Virgen de la Soledad, que años antes había visto, al buscar datos para el primer artículo de La Virgen de La Soledad en el año 2011, cuya entrada es la siguiente:


Por ello, intrigados sobre el origen de la Virgen de Arjonilla desaparecida en la guerra civil, y comparada con la que exponemos a continuación se aprecian parecidos enormes entre las dos vírgenes, haciéndome pensar que la Virgen de Los Dolores desaparecida en Arjonilla debió tener una antigüedad  de varios cientos de años. Algún día me gustaría conocer el origen de esta bella imagen. 

La Virgen de la Soledad del convento de la Victoria de Madrid, primera Virgen de la Soledad de España, del baezano Gaspar Becerra, que reproduce la imagen que trajo en pintura Doña Isabel de Valois, tercera esposa del rey Felipe II. Hecha en 1565 por encargo de la reina Isabel de Valois.



La advocación de Nuestra Señora de la Soledad es una variante de advocación de la Virgen María surgida del título de Nuestra Señora de los Dolores, y es venerada en la Iglesia católica desde muy antiguo. La Virgen de la Soledad representa a la Virgen sola, tras la sepultura del Señor, de ahí que la procesión se haya celebrado desde siempre en la tarde noche de Viernes Santo.

La Casa Real de Francia tuvo especial devoción a María Santísima en su misterio de la Soledad, y fue introducida en España por Isabel de Valois, hija de Enrique II de Francia y de Catalina de Médici, que contrajo matrimonio con el rey Felipe II de España.

Reina Isabel de Valois, tercera esposa de Felipe II.

Nos referimos a la escultura de vestir de la Dolorosa de Gaspar de Becerra, hecha en 1565 por encargo de la reina Isabel de Valois, tercera esposa de Felipe II, quien poseía en su oratorio un cuadro que sirvió de modelo a este artista y que al parecer la reina había traído de Francia y que desapareció también en un incendio de la catedral de San Isidro de Madrid de 1936.

La vinculación de la Orden de los mínimos con la Virgen de la Soledad se remonta a 1560, cuando Isabel de Valois, tercera esposa de Felipe II, llegó a España siendo aún una adolescente y trajo consigo un cuadro grande para su Capilla, representando a la Virgen sola, tras la sepultura del Señor. Cuando más suelta estaba en la lengua castellana y conforme al deseo del Rey, su marido, cambió el confesor francés que había traído, por confesor español, escogido de la orden religiosa de los mínimos de San Francisco de Paula y su Camarera Mayor, la muy piadosa Condesa de Ureña, recomendó para tal fin a un fraile, muy piadoso también, Fray Diego de Valbuena, toledano, al que por orden del Rey se le permitió libre entrada en Palacio.

El Padre Valbuena, por su sincera humildad y timidez en pedir influencias, acabó ganándose la admiración de los Reyes, que haciendo una excepción a decretos facilitaron un solar cerca de la Puerta del Sol, extramuros entonces de Madrid, donde se levantó el Convento de la Victoria de los mínimos.

A la Condesa de Ureña, ya involucrada en el proyecto, se le ocurrió la idea de cubrir a la Virgen con ropas idénticas a las que vestían las damas castellanas al enviudar, y dio sus propios trajes para este menester. Desde entonces hasta hoy se presenta a la Virgen de la Soledad de negro y blanco. Nació también así la costumbre entre las damas de la nobleza, e incluso reales, de donar sus vestiduras para las imágenes.

Los mínimos eran devotos de los Dolores de María y Fray Simón Ruiz, que acompañaba a Palacio a Fray Valbuena y era experto en pinceles, ya tenía puestos los ojos en el cuadro francés de Dª Isabel, comprometiendo al confesor a que se lo pidiera para el altar mayor de la nueva iglesia. Pero los frailes decidieron copiar la imagen pero no en lienzo sino en escultura, encargando al baezano Gaspar Becerra llevar a cabo esta labor.
Gaspar Becerra, nacido en Baeza en 1520. Museo del Prado.

Isabel de Valois esposa de Felipe II, tenía en su oratorio particular un cuadro en pintura que había traído con ella desde Francia y que representaba a la Virgen de la Soledad, la imagen del cuadro suscitó gran devoción en los frailes de la Orden de los Mínimos de San Francisco de Paula, que se habían instalado en Madrid siguiendo los pasos del monarca. Los frailes pidieron permiso a la reina para realizar una copia de la imagen con el fin de rendirle culto en la capilla de su convento de Nuestra Señora de la Victoria, eso sí, la copia sería de bulto, es decir, sería una escultura, no una pintura, y su hechura se encargó a Gaspar Becerra.
Aunque el modelo instituido por Gaspar Becerra en su Virgen de la Soledad del convento de la Victoria diera lugar a una iconografía propia y hasta cierto punto característica y hasta “singularmente española” de esta advocación, que se extendió por todo el orbe cristiano, y tiene sus raíces en la difusión por toda Europa, gracias sobre todo a los Servitas, del culto a Nuestra Señora de los Dolores, ya que la Soledad de María es el último de los Siete Dolores de la Virgen María (1).
La imagen de Nuestra Señora de la Soledad de la Victoria fue una talla realizada por el escultor Gaspar Becerra (1520-1570) para el desaparecido convento de Nuestra Señora de la Victoria de Madrid, en cuya iglesia tuvo una importante capilla. El 21 de mayo de 1567 se funda la Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad y Angustias en el convento de la Victoria. En ella desde el primer momento estuvieron integradas las mujeres.

La Virgen queda sumamente entristecida y afligida por el dolor, tras sepultar el cuerpo muerto de Cristo en la tumba que José de Arimatea había cedido para tal fin, María queda en soledad recordando los tormentos padecidos por su Hijo y a la espera de su gloriosa Resurrección (2). 
Virgen de la Soledad de la Real Colegiata de San Isidro de Madrid en la procesión del Silencio de Madrid en el Viernes Santo de 1915.

Desde un primer momento se quiso que la imagen de la virgen fuera “vestidera”, por lo tanto se tallarían únicamente la cabeza y las manos, siendo el resto un armazón de madera (llamado candelero) que se recubriría con las ropas. Parece ser que por iniciativa de la condesa de Ureña, Doña María de la Cueva y Toledo, camarera mayor de la reina, se le puso su propio atuendo de viuda noble de la época, y con este característico atuendo sumado además a otras particularidades, como llevar diadema en lugar de corona, o estar acompañada por los símbolos de la Pasión, constituyeron una verdadera revolución en la tipología de las imágenes marianas (3).

En 1565 por fin, tras más de un año de trabajo, la reina hace entrega al convento de la Victoria de la imagen de Nuestra Señora de la Soledad el día 18 de diciembre de ese mismo año.

Según relata el fraile Antonio Ares en su obra “Discurso del ilustre origen y grandes excelencias de la misteriosa imagen de Nuestra Señora de la Soledad del Convento de la Victoria de Madrid de la Orden de los Mínimos de S. Francisco de Paula” publicada en Madrid en 1640, no fue fácil para Gaspar Becerra conseguir plasmar en una escultura aquella imagen que aparecía pintada en un cuadro y a la que tanta devoción tenía la reina Isabel de Valois, más de un año tardaría en tener lista la primera de las tres cabezas que hubo de realizar, que no gustó a nadie. Entre rezos y plegarias de los frailes siguió trabajando el escultor, pero el segundo intento también resultó fallido y no fue hasta el tercero, tras un sueño en el que alguien le decía que se despertara, se acercara a la chimenea que estaba encendida y cogiera un tronco de roble que se estaba quemando en ella, lo apagara y lo preparase porque sería de el de donde sacaría la imagen que deseaba, cuando por fin consiguió realizar la imagen de Nuestra Señora de la Soledad (4).


El 21 de mayo de 1567 se funda la Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad y Angustias en el convento de la Victoria, (5) con el fin principal de promover el culto a la imagen de Nuestra Señora de la Soledad. Para ello harán misas y procesiones en su honor. El 23 de septiembre de ese mismo año 1567 se celebra la primera junta general de la cofradía, se nombra Hermana Mayor a la reina Isabel, y se redactan sus primeras constituciones o estatutos (6).
La Cofradía estaba formada por personas de todos los estratos de la sociedad de la época, nobles, religiosos, funcionarios públicos, comerciantes y en ella desde el primer momento estuvieron integradas las mujeres (7).
El acto principal de la cofradía y que más expectación despertaba entre el pueblo de Madrid era la procesión que cada Viernes Santo salía del convento de la Victoria y llegaba hasta el Alcázar, donde la familia real esperaba su llegada. León Pinelo en su obra “Anales de Madrid (desde el año 447 al de 1658)”, describe así la primera procesión de la Virgen de la Soledad que tuvo lugar el Viernes Santo de 1568:
“El Viernes Santo de este año salió la primera vez del Convento de la Victoria la procesión de sangre de la Soledad por la Cofradía de Nuestra Señora con tantos pasos, cera y disciplina como si fuera muy antigua. Eran los penitentes de sangre más de dos mil y los de luz más de cuatrocientos. Hase continuado siempre, y, aunque los de luz pasan hoy de los ochocientos, los de disciplina son muchos menos que salían. Pero siempre es la mayor procesión que en la Cuaresma sale en Madrid.” (8).
Procesión de La Virgen de la Soledad de Madrid, llevada por señoras.

La cofradía llegó a organizar otras procesiones con la imagen de la Soledad, como la “Procesión de los Ajusticiados”, en los días previos a la Semana Santa o la “Procesión de la Reseña” el Domingo de Resurrección, aunque ninguna de ellas llegó a tener la importancia de la referida procesión del Viernes Santo.
Procesión de los disciplinantes o ajusticiados de Francisco de Goya y Lucientes. Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. En ella queda representada a la izquierda la Virgen de la Soledad.

Aparte de las funciones religiosas y procesiones, la cofradía realizó una importante labor social. La gran devoción que despertaba la imagen de la Soledad se tradujo, desde el primer momento, en unos importantes ingresos económicos, que repercutían a partes iguales entre el convento de la Victoria, la Cofradía de la Soledad y el mantenimiento de la capilla de la Virgen. Con estos ingresos la cofradía cubría de sobra los gastos derivados de los cultos y procesiones dedicando el resto a obras de caridad. De entre todas ellas destacó por su importancia la fundación del Hospital de la Inclusa para niños expósitos (6).
Retablo de Nuestra Señora de la Soledad en el convento de la Victoria, Madrid, año 1726. Grabado de Fray Matías de Irala.

Pese al esplendor del que disfrutó esta cofradía, y tal vez por eso mismo, fueron continuos los pleitos que mantuvo con los frailes del convento de la Victoria, legítimos propietarios de la imagen de La Soledad. Así mismo la cada vez mayor exigencia en la gestión y mantenimiento de la Inclusa que cada vez necesitaba más recursos hizo que la propia cofradía descuidase su aspecto devocionario, provocando frecuentes desencuentros entre cofrades y frailes. Esta situación llevó irremediablemente a la extinción de la cofradía en 1651, quedando la imagen de la Soledad a cargo de los Mínimos de la Victoria y la Inclusa en manos de la Corona que nombraría administradores para su funcionamiento (7).

Aun así, nada de esto afectó a la devoción que el pueblo de Madrid sentía por la Virgen de la Soledad, devoción que se mantuvo a lo largo del tiempo hasta la definitiva desaparición de la sagrada imagen.
Convento de la Victoria de Madrid sede de la cofradía de La Soledad de la Victoria

La Virgen de la Soledad era en Madrid  en los siglos XVII y XVIII la más popular de las devociones y la protección real hizo que la devoción de la Virgen de la Soledad se extendiera por todo el imperio español, realizándose numerosas copias de la imagen de Gaspar Becerra en talla y lienzo. Una de estas imágenes de mayor devoción en la actualidad es el lienzo de la Virgen de la Soledad de la Paloma o Virgen de la Paloma, que toma el nombre de la calle en donde se encontraba y en torno a la cual se celebra la popular verbena.

Desde 1565 a 1809 permaneció la Virgen de la Soledad en el convento de Nuestra Señora de la Victoria de los Mínimos. Con la supresión de las órdenes religiosas decretada por José Bonaparte el 18 de agosto de 1809, los Mínimos fueron expulsados y la imagen de Nuestra Señora de la Soledad pasó a la Real Colegiata de San Isidro. Esta primera estancia de la imagen en San Isidro fue breve, ya que con el regreso de Fernando VII y la restauración de los conventos, promulgada en los Reales Decretos de 18 de febrero de 1813 y 26 de agosto de 1813, los Mínimos volvieron al convento de la Victoria y con ellos la Virgen de la Soledad. Allí, en su ubicación original permaneció hasta la Desamortización de Mendizábal (1836) en la que se suprimió definitivamente el convento de la Victoria para su posterior demolición. La imagen de la Virgen de la Soledad volvió nuevamente a la Real Colegiata de San Isidro. Cien años duró esta nueva y definitiva estancia de la imagen labrada por Gaspar Becerra en la Colegiata, ya que la noche del 19 al 20 de julio de 1936, tras conocerse el Golpe de Estado contra la Segunda República Española, se quemaron más de cincuenta iglesias y conventos de la capital, entre ellas la Real Colegiata de San Isidro y con ella, la Soledad de la Victoria (7).

Otros ejemplos de la vinculación de las Hermandades de la Soledad y los conventos de los padres mínimos son la hermandad de la Soledad de Madrid, Arganda, el Puerto de Santa María, Andújar, Murcia, Jerez de la Frontera, etc.

Las Hermandades de la Soledad solían poseer como titular un Cristo yacente con brazos articulados con los que celebrar la ceremonia del Descendimiento, un rito que era practicado las mañanas del Viernes Santo. Unos hombres representaban a Nicodemus y José de Arimatea, que iban desclavando a Jesús mientras un sacerdote realizaba un Vía-Crucis. A lo largo del año, el Cristo permanecía clavado en la cruz hasta este día, en el que tras la ceremonia citada antes, el Señor pasaba a ser depositado en una urna hasta después de la Pascua como yacente. Después de ser depositado en una urna, por la tarde se organizaba con gran solemnidad y recogimiento la procesión del Santo Entierro.
Imagen del Cristo yacente con los brazos articulados que era descendido de la Cruz mientras el sacerdote realizaba un Vía Crucis.

Para terminar de perfilar este artículo, aún hoy, nos podríamos interrogar como son los referidos contenidos a los significados y funciones que la imagen de culto cumplía en aquella España del siglo XX y la que comparativamente, a poca distancia cumple, hoy, ya en el siglo XXI, en este año de 2020.

También quiero reflexionar aquí y ahora sobre la actitud doctrinal de aquella Iglesia sobre la función de la imagen en el culto religioso y su destino en la propia doctrina pedagógica de la misma y la que ha venido cumpliendo hasta ahora, ya que, si las obras salidas de las manos y de las gubias de los imagineros tuvieron como destino el culto en las iglesias, así como también en los ambientes domésticos, hoy muchas de ellas, pasados los años aún siguen estando en los altares.

Imágenes que en muchos de los casos fueron a sustituir lamentablemente a las que fueron objeto de destrucciones y vandálicas profanaciones, debido a la incultura y al odio contra la Iglesia.

Las obras de Sánchez Mesa nacieron con toda seguridad, en aquella Andalucía del XX, con la clara intención de cumplir una verdadera misión de naturaleza social y educativa, tal y como la Iglesia había ya formulado hacía siglos a través del papa Gregorio Magno:

“Las imágenes se ponen en las iglesias para instrucción de los incultos. La pintura se pone en la iglesia por su utilidad, para que los que no entienden las letras, lean por lo menos viendo en los muros lo que no pueden leer en los libros.”
Si bien esta doctrina era efectiva y adecuada al siglo VI, tendremos que aceptar que en grado diferente el arte figurativo de las imágenes para la sociedad andaluza del XX, y más en sus estratos más sencillos y populares, funcionara incluso como verdadera catequesis visual, aunque ahora más acompañada por las lecturas piadosas y la oratoria. Se buscaría, sin duda, y teniendo en cuenta las consecuencias de la Reforma protestante, una reforma que tanto insistió en depurar la religión de restos que pudieran considerarse como mágicos y que tanto atacó a la misión social asignada al arte religioso, de reforzarla y destacarla como verdadera doctrina docente. Es cierto que si para el propio Calvino, lo que el hombre podía aprender de las imágenes religiosas era “frívolo y hasta engañoso”, para quien “representar a Dios era ensuciar su gloria”, pero  para la Iglesia Católica era un planteamiento de fe bien distinto.
En el Concilio de Trento, en el decreto “De Sacris Imaginibus”, se afirmaba que se debía enseñar con las imágenes:
“Deben tener y conservar, principalmente en los templos, imágenes de Jesucristo. De la Virgen, Madre de Dios y de los demás Santos y que se les ha de tributar el honor debido, no porque se crea haber en ellas divinidad o virtud alguna por sí, sino porque el honor que se tributa a las imágenes se refiere a los prototipos que ellas representan”(8).


Esta pedagogía de las imágenes significó, como sabemos, una verdadera tensión ya en los primeros siglos del Cristianismo, que con su monoteísmo se enfrentaba a la complejidad de la mitología plena de dioses y cultos varios. Sólo la realidad de la persona de Cristo, su vida y sobre todo su pasión y muerte compensaba esa austeridad icónica. Pero pronto los temas del Antiguo Testamento y las analogías y simbolismos fueron completando los repertorios iconográficos, junto a las escenas de la infancia de Cristo, la vida de la Virgen y las de los Santos y Mártires. Así la imagen se apropió de todo un procedimiento de representación de lo sagrado, por otra parte de rica tradición en la propia espiritualidad clásica. No olvidemos cómo, cuándo Platón quiere llevar a los griegos a la comprensión de las ideas puras, recurre a imágenes de fuerte plasticidad, como la tan famosa de los dos caballos que tiran del carro del alma.


Toda esta función comunicativa asignada a la imagen, en la Edad Moderna y tras el Concilio de Trento, se dirigió principalmente a mover a devoción a los fieles, partiendo del realismo de las escenas, tanto de la Pasión de Cristo y de su acompañamiento por María, su madre, como de las de martirio de santos. Después la estética desbordante y comunicativa del Barroco, que en Andalucía se prolonga hasta finales del XVIII se traduce en un claro estilo directo, que interroga al fiel cristiano sumergiéndolo en las propias escenas de la Santa Pasión, con llamadas a su sensibilidad y a la naturaleza piadosa de las imágenes.

La obra escultórica esencialmente de carácter sacro, es un reflejo plástico de la actitud doctrinal de la Iglesia contra reformista. La imagen religiosa cumplía entonces en el culto religioso una función específica, cuyo destino en la propia doctrina pedagógica eclesial se ha mantenido hasta la actualidad.

En estas obras principales de la producción artística del arte de Sánchez Mesa podemos apreciar también otro de los aspectos esenciales que dominaron esta estética específica de la imagen de culto, como fueron las prioridades concedidas estrictamente a las funciones didácticas y piadosas, incluso tan principales como las propias valoraciones artísticas. Muy claramente explicativas de estas jerarquizaciones y prioridades son los textos, por ejemplo del tratadista Giovanni Andrea Gilio en sus tituladas “Normas y recomendaciones (1564)”, en todo conformes al espíritu de Trento, en el que se afirma con toda claridad que la imagen debe ser siempre un medio, nunca un fin en sí mismo, un camino, un puente que conduzca siempre a lo sobrenatural:
“El uso de la imágenes para dos principales fines lo ordenó la Iglesia, es a saber: para reverenciar a los Santos en ellas, y para mover la voluntad y despertar la devoción por ellas a ellos. Y cuando sirven de esto, son provechosas y el uso de ellas necesario; y por eso las que más al propio y vivo están sacadas y más mueven la voluntad a devoción, se han de escoger, poniendo los ojos en ésta más que en el valor y curiosidad de la hechura y su ornato” (9). 
Aún más explícito resulta San Francisco de Borja, al afirmar que el oficio que hace la imagen en el culto y para la oración “es como dar guisado el manjar que se ha de comer, de manera que no queda sino comerlo” (10).
En este equilibrio que la imagen de culto ha de tener entre la eficacia didáctica y sus valores estéticos, de lo bien y dignamente hecho y lo justificadamente sentido y representado, hay que recordar las afirmaciones del gran teórico sevillano Francisco Pacheco, que tanta influencia ejerció, con su “Arte de la Pintura”, sobre los artistas y talleres no sólo del XVII, sino también, y quizás más, sobre los del XVIII. Lo afirma así:
“Pero considerando el fin del pintor (palabras que podemos hacer extensibles también al escultor) como de artífice cristiano (que es con quien hablamos), puede tener dos objetos o fines: el uno principal y el otro segundario o consecuente. Éste, menos importante, será exercitar su arte por la ganancia y opinión o por otros respetos, pero regulados con las debidas circunstancias de la persona, lugar, tiempo y modo; de tal manera, que por ninguna parte se le pueda argüir que exercita reprehensiblemente esta facultad, ni obra contra el supremo fin. El más principal será, por medio de el estudio y fatiga desta profesión, estando en gracia, alcanzar la bienaventuranza; porque el cristiano, criado para cosas altas, no se contentan en sus operaciones con mirar tan baxamente, atendiendo sólo al premio de los hombres y comodidad temporal, antes, levantando los ojos al cielo, se propone otro fin mucho mayor y más excelente, librado en cosas eternas” (11).
A través de textos, como los citados, y otros muchos, la Iglesia de la Reforma ayudó así a incrementar el culto de las imágenes, porque para ella era el modo más asequible y popular para comprender la diferencia entre “el hereje” y “el católico”. Así sabemos que aún en aquellos tiempos del siglo XVI, para el vulgo un protestante era aquel que no iba a misa, no creía en la Virgen y no veneraba las imágenes. Considerando esta intencionalidad y este ambiente se comprende que el magisterio de aquella Iglesia buscara ante todo la comprensión por los fieles de los contenidos de los fundamentos de la fe, dándoselos preferentemente en forma de bellas y atractivas imágenes religiosas. Es evidente que lo que se perseguía e intentaba no era conceptualizar la imagen, sino proporcionar el concepto hecho imagen visual y cuanto más atractiva y real mejor. Desde entonces, con períodos de luces y sombras, estas prácticas llegaron hasta finales del XVIII, que con el neoclasicismo y la ideología academicista del nuevo régimen se frenaron hasta llegar a prohibir incluso realizar imágenes talladas en madera y policromadas, imponiendo como materiales obligados los mármoles y estucos y con ellos las nuevas doctrinas y niveles estéticos de representación, aunque esto, sobre todo en España, no llegara nunca a contar con la aceptación popular, aunque sí de una minoría ilustrada y eminentemente cortesana.
Todavía hoy aquellas imágenes barrocas, nacidas de aquellas convicciones y criterios estéticos, continúan, con mayor o menor seguimiento popular y con mayor o menor respaldo por parte de la propia jerarquía eclesiástica, ocupando los altares y recibiendo culto dentro y fuera de las iglesias al ser procesionadas esas imágenes fruto del fervor popular. Mientras que otras muchas, por el contrario, sólo se hicieron piezas de museos, ya estatales, ya eclesiásticos, cambiando así toda aquella función e intencionalidad que las hizo posibles al crearlas.
Impuesto ahora en nuestras iglesias el culto único a la Eucaristía, principalmente a través del rito de la misa en el altar principal, los laterales y las capillas restantes quedan sólo atendidas por unos cultos muy individualizados, y habiéndose eliminado la práctica del uso de las mesas de altar restantes para poder oficiar la liturgia de la santa misa. Cada vez es menor el culto colectivo en torno a las imágenes, que se reduce a las celebraciones de patronos y patronas o a ser procesionados por las calles y plazas públicas. Pero, no obstante en nuestros días, la Iglesia sigue valorando desde sus normativas la importancia del embellecimiento de los templos con obras de arte, consciente de que el mundo en que vivimos tiene necesidad, también en el plano espiritual, de esa belleza para no caer en la desesperanza de lo vulgarmente feo y enmudecido. En el fondo, se piensa que la belleza, como la verdad, es quien pone la alegría en el corazón de los hombres: es el fruto precioso que resiste el desgaste del tiempo, que une a las generaciones y las hace comunicarse en la admiración, individual o colectivamente, de las obras salidas de las inspiradas manos de los artistas.
Es así que la Iglesia católica, reunida en el más universal de los concilios, mandaba este mensaje a los artistas de lo sacro, que desde antiguo han “construido y decorado sus templos, celebrado sus dogmas, enriquecido su liturgia; ayudado a traducir su divino mensaje en la lengua de las formas y las figuras, convirtiendo en visible el mundo invisible” (12).
A pesar de todo lo expuesto, el arte religioso tradicional de la imagen escultórica o pictórica se valora hoy más como objeto de arte que como instrumento didáctico, aunque, eso sí, se procure su conservación como tales piezas de museos y colecciones peculiares.
Granada 18 de abril de 2020.
Pedro Galán Galán. 

Bibliografía:
1.- Vinuesa López de Alfaro, Matías (1820). El Verdadero siervo de María, ó, Historia del origen de los Servitas. La calle de la Greda.
2.-Vargas Lugo, Elisa; Guadalupe Victoria, José (1985): Juan Correa. Su Vida y su Obra. Universidad Nacional Autónoma de México.
3.- Sánchez de Madariaga, Elena (2008). La Virgen de la Soledad, la difusión de un culto en el Madrid barroco. La imagen religiosa en la Monarquía hispánica. Usos y espacios. Casa de Velázquez.
4.- Ares, Antonio (1640). Pedro Taço, ed. Discurso del ilustre origen y grandes excelencias de la misteriosa imagen de Nuestra Señora de la Soledad del Convento de la Victoria de Madrid de la Orden de los Mínimos de S. Francisco de Paula.
5.- Bastús i Carrera, Vicenç Joaquín (1833). Suplemento al diccionario histórico enciclopédico. Imp. Roca.
6.- Madoz, Pascual (1847). Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de Ultramar.
7.- Alba Medinilla, Luis (2010). La Orden de los Mínimos de San Francisco de Paula y la Soledad de Gaspar Becerra.
8.- Argan, Giulio Carlo: “La Rettorica e l’Arte Barocca”. En Castelli, Enrico (coord.): Retorica e barocco. Atti del III Congresso Internazionale di Studi Umanistici. Roma: Fratelli Bocca, 1955, página 205. 
9.- Juan de la Cruz, Santo: “Subida del Monte Carmelo”. En Vida y Obras de San Juan de la Cruz. Madrid: BAC, 1964, libro 3º, capítulo XXXV, página 524 a-b.
10.- Francisco de Borja, Santo: “El Evangelio Meditado. Meditaciones para todas las dominicas y ferias del año y para las principales festividades”. Madrid: Imprenta Rivadeneyra, 1912, páginas 7 y 8.
11.- Pacheco, Francisco: “Del fin de la pintura y de las imágenes y de su fruto y la autoridad que tienen en la iglesia católica”. En Pacheco, Francisco: Arte de la pintura, su antigüedad y grandezas. Sevilla: Simón Fajardo, 1649, lib. 1º, capítulo. 11, folio 151.
12.- Pablo VI, Papa. Mensaje a los artistas. Clausura del Concilio Ecuménico Vaticano II. Roma, 8 de diciembre de 1965.
Francisco de Paula Sopuerta, Relación histórica del ilustre y milagroso origen de la copia más sagrada de María Santíssima en su triste Soledad, Madrid, 1719.
Juan Causapié: Historia de la imagen de Ntra. Sra. de la Soledad de los Mínimos, de Madrid, en San Francisco de Paula III (1936), páginas 41 a 43.
Florencio Rodríguez: Los Mínimos en Mallorca. IV Centenario 1582-1982, Palma de Mallorca, 1982, páginas 20 y 21.
José Luis de los Reyes Leoz: La Cofradía de la Soledad. Religiosidad y beneficencia en Madrid (1567-1651), en Hispania Sacra 79 (1987), páginas 147 a 184.
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