PREGÓN
DE LAS FIESTAS DE SAN JUAN BAUTISTA DE LAHIGUERA, AÑO 2014.
¡Buenas
noches! Sr. Alcalde y demás autoridades. ¡Buenas noches! paisanos y paisanas
aquí presentes.
En primer lugar quiero agradecer al Excmo. Ayuntamiento de Lahiguera el que me haya concedido el honor de pregonar las Fiestas de mi pueblo. Entiendo que para un higuereño es una distinción mayor. Me siento muy honrado y muy feliz, por lo que reitero mi sentimiento de gratitud.
También
deseo expresar el recuerdo afectuoso para todos aquellos higuereños que por
fuerza mayor no se encuentran durante estos días entre nosotros; la emigración
me quitó amigos y familiares y, naturalmente, un saludo también entrañable para
todos los higuereños de adopción.
Permitidme
que este acto lo dedique también a mis amigos, que han venido expresamente a
acompañarme esta noche; a mi querida familia y, especialmente, a la memoria de
mis padres.
He
sido muy afortunado naciendo en esta Tierra, y más afortunado aún, pudiendo
vivir y trabajar en ella en mi juventud. De todo ello guardo un entrañable
recuerdo. Soy de una generación de la que algunos, con el sacrificio de
nuestros padres, pudimos acceder a estudios superiores, y una vez titulados, había
que buscarse la vida según necesidades y preferencias de las aspiraciones
personales.
Pertenezco al grupo de
higuereños que no pasan todo el año en Lahiguera, sino que van y vienen, aunque
pensando siempre en ella y su historia. Ahora no disfrutamos de todos sus
acontecimientos, ni padecemos todos sus rigores en verano; pero después de
haber vivido durante muchos años en Lahiguera, ahora contemplarla de lejos,
quizá da la oportunidad de conocerla mejor. Con el tiempo he aprendido que
cualquier situación para ser comprendida ha de ser analizada desde dentro y
desde fuera. Se suele decir “si quieres a
tu pueblo, vete lejos”. Y es que, a veces, necesitamos alejarnos un poco de
las cosas que amamos para poder verlas y apreciar mejor su valor desde la distancia.
Parece que apreciamos más las cosas cuando no las tenemos a mano, cuando
nuestra atención ha roto la rutina de cada día.
Recuerdo
de modo especial cuando de niño como se percibía el anticipo de fiestas al
llegar los zapateros de Andujar, a hacer su agosto de ventas de calzado y el ir
y venir de las jóvenes, y madres con los niños. Cuando comenzaban a llegar los
camiones de los feriantes con sus atracciones y empezaban a trabajar duro en el
montaje de cada una de ellas.
Para
muchos la parte más divertida de las fiestas, sin proponérselo, eran las
situaciones cuasi cómicas que montaban Juana la de Cañones y Cañones su marido,
año tras año se ubicaban en la esquina de la casa de Vicentillo, donde hoy está
la terraza del Olivo. Cañones se apipaba de vino y Juana indignada organizaba
su particular pasillo de comedias, él tras unos diálogos de lo más divertidos,
y respondiendo a los argumentos de su esposa, terminaba acostándose debajo de
los mostradores de juguetes y de la bisutería de feria, sacaba la mano por
debajo de la faldilla de tela del mostrador
y asustaba a las niñas y jóvenes que se acercaban a ver la mercancía.
¡Que
recuerdos! Alejandro el de las voladoras comenzaba a hacerlas girar e iba
embarcando a cada cual en su sitio y los niños a esperar a que se completara, con
la impaciencia del que esperaba arriba, y la advertencia de los padres de que
no nos acercásemos por el recuerdo del accidente de Angelita la hija de doña
Ana “la Boticaria”. El carrusel también se montaba en la calle Gran Vía donde
se ubicaban todas las atracciones: los coches locos, las casetas de tiro,
tómbolas de muñecas, etc.; colocando el
circo en las proximidades del pozo de los Pastores en los Eucaliptos.
La plaza era el lugar de
concurrencia de todos, sus personajes y establecimientos: La Tómbola parroquial con los
regalos donados por todo el pueblo para conseguir dinero para las obras de la
iglesia, o para comprar imágenes (la
Soledad de Domingo Sánchez Mesa y los Dolores de José Navas
Parejo), el Casino y la Peña,
Maeo con su voz nasalizada tan característica y sus helados de“mantecao”
(muy rico), el tío de los refrescos de sabor naranja y fresa que nos hacía
beber a uno detrás de otro sin enjuague previo del vaso, el tío de los
camarones con sus cucuruchos pequeños y bien igualados que llenaba según demanda,
los tostaos del torrecampeño que servían para acompañar la cerveza, Colín padre
e hijo y Victoria, el Cojo de la
Perejila y María, los bares que venían de fuera, los puestos
de turrones y coco en la calle Ramón y Cajal.
La Caseta municipal de baile en el centro de la Plaza, la valla y el
corrillo de mujeres mayores sentadas alrededor del recinto, aquellas
inexplicables dobles pistas de baile: la de entrada de pago y la gratuita. La orquesta Sahara de
Jaén, el reverso de la entrada de pago que decía: “Cuidado, ojos inocentes lo están mirando" y que a algún andujeño “aprovechao”
le supuso el aviso del Jefe sobre su comportamiento.
Las
carreras de cintas, las cucañas, la tarde de Toros con Juan “el Ciensa”, Juan
Antonio “el Musiquillo” y Juanjo "el Caballillo”, el Torneo de futbol con aquel
equipo histórico de “Goguito”, Juanito de “la Riza”, Requero, Millán y una alineación bastante
completa, las carreras de sacos que siempre ganaba Requero, ¡muchas situaciones
divertidas! y el temido toro de fuego que concluía estos días de Fiesta.
Según
algunos estudios, la fiesta que ha derivado desde hace siglos como Fiesta de
San Juan, tiene su origen en la celebración, en tiempos remotos, del solsticio
de verano, donde ya la fiesta giraba en torno al toro, al vino y al fuego. El
origen de la fiesta del Solsticio de Verano proviene del precristianismo, a la
cual a posteriori se unieron las tradiciones religiosas de la iglesia católica.
El hecho de adscribirse esta fiesta bajo la advocación de Juan El Bautista es
la muestra de la cristianización última de un rito pagano que parece haber
resistido sucesivamente influencias de la religión romana, paleocristiana,
musulmana y, nuevamente, cristiana.
El solsticio de verano
ocurre cuando la inclinación del semieje de nuestro planeta, ya sea en el norte
o en el hemisferio sur, está más inclinado hacia el sol. La inclinación máxima
del eje de la Tierra hacia el sol es de
23 ° 26’. Esto ocurre dos veces al año, momentos en qué el Sol
alcanza su posición más alta en el cielo, como se ve desde el polo norte o sur.
El solsticio de verano ocurre en el hemisferio norte entre hoy 20 y el 22 de
junio.
Fecha
mágica la del solsticio, considerada la gran noche del amor, los oráculos, la
adivinación y la fertilidad. Coincidiendo aproximadamente con la festividad de
San Juan, desde tiempos prerromanos se han realizado en España diversas
celebraciones en las que el fuego, en forma de hogueras o luminarias, jugaba un
importante papel. Se ha interpretado que con esta acción se pretendía «dar más
fuerza al sol» que, a partir de estos días de junio, va haciéndose más «débil» (los
días se van haciendo más cortos hasta el solsticio de invierno). De la historia
de la humanidad se desprende que la noche del fuego es tan antigua como la
propia humanidad y viene a renovar, según creencias, la esperanza de encontrar
y conservar el poder supremo a través de un sol fortalecido y duradero. Durante
los meses de otoño, invierno y primavera, nuestros antepasados del Yacimiento
Neolítico de Los Pozos lo habían observado debilitado, con la consiguiente
merma en los productos que derivaban de la caza, del ganado y de la tierra. Por
consiguiente, la celebración traería consigo la esperanza de subsistencia y el
deseo de vivir y gozar de una vida exenta de techo estable, entre chozas o a la
intemperie.
Cuando
la primavera deja lugar al verano, y la noche se hace más fuerte que el día,
sale a nuestro encuentro la festividad de San Juan Bautista: emerge la figura
del “hombre que no merecía desatar las sandalias de Jesús, El Salvador”, pero
que era a la vez “el mayor de los nacidos de mujer”, según palabras de Jesús.
La historia bíblica nos
recuerda que Juan el Bautista nació el 25 de marzo del año 7 antes de Cristo,
según el cómputo del calendario juliano-romano que posteriormente sería
sustituido por el calendario gregoriano en 1582, por bula del papa Gregorio
XIII, que es el que nos rige ahora. La tradición cristiana festeja el
nacimiento de Juan el Bautista junto al santoral de su propio nombre el 24 de
junio según el calendario gregoriano. La historia bíblica nos recuerda en
diferentes párrafos evangélicos, que Juan el Bautista nació seis
meses antes que su primo carnal, Jesucristo; quien vino al mundo el 24 de
diciembre. Fecha a la que restamos seis meses por diferencia de edad y como
resultado nos deja el 24 de junio para el nacimiento de Juan el Bautista.
Los
orígenes de S. Juan son de todos conocidos, pero en esta noche que anuncio el
inicio de las fiestas en su honor quiero hacer una pequeña biografía de nuestro
Patrón San Juan Bautista. Juan significa -en hebreo- "Dios concede su
favor"; es decir, Dios muestra y comunica su amor. Su favor, su amor, para
con aquellos padres -Isabel y Zacarías- que querían tener un hijo y no venía
(entonces los hijos se tenían muy jóvenes, y llegar a una edad madura sin
tenerlos, hacia pensar que ya no se podían tener). En el nacimiento de Juan
ocurrieron hechos singulares e insólitos. Zacarías e Isabel, sin ponerse de
acuerdo y por separado, presintieron que "su nombre era Juan". A Zacarías le
volvió el habla cuando lo escribió en las tablillas. Y, sobre todo, el niño "saltó de gozo" y fue santificado en el seno de Isabel, cuando "la madre de su
Señor fue a visitarla".
De
los santos solemos celebrar el día de la muerte, el verdadero "dies
natalis". De San Juan, sin embargo, celebramos el nacimiento (el 24 de
junio) pues el martirio fue el 29 de agosto. Juan El Bautista será el
anunciador, el preparador de la gran revelación del amor de Dios que se
realizará en Jesús, en el Hijo de Dios hecho hombre.
El Bautista, creció en la
soledad de rocas desnudas y abruptos barrancos que se extienden entre los
montes de Hebrón y la ribera occidental del mar Muerto. Vivió errante como los
antiguos profetas, hoy en una gruta, mañana en una choza. Anduvo cerca de
Eugadi a la orilla del mar Muerto, y allí se entregó a las más duras
penitencias. Nunca se cortó el cabello, ni probó vino, ni tocó mujer alguna,
vestía una piel de camello y un cinturón de cuero, bebía agua de los torrentes
y comía miel silvestre y langostas. El contacto con la naturaleza lo hizo de un
temperamento fuerte, valiente, varonil; vestía medio desnudo y sus carnes
estaban quemadas por el sol del desierto. Consoló y purificó con agua del Jordán
a cuantos se
acercaban a él, e iba preparando y allanando los caminos del Señor, algunos
impresionados por sus palabras se arrepentían y renunciaban a su vida pasada.
Recordemos que también Jesús fue bautizado por él.
La
muerte del Bautista es de todos conocida, murió decapitado, y su cabeza rodó
por el suelo, cabeza que luego fue presentada en bandeja al que había ordenado
su ejecución, pero los ojos del Bautista quedaron abiertos, fijos en la mirada
del que le causó la muerte, le acusaba de su pecado de lujuria, de su cobardía.
En estos tiempos, es bueno detenerse ante la figura humilde y gigantesca de
Juan El Bautista: el hombre vocacional por excelencia. No le faltaron
zancadillas, murmuraciones, dudas y persecución por ser profeta. Nada le amedrentó
ni le hizo retornar de sus posiciones. La defensa de sus ideales, apoyado en la
confianza en Dios y su intrepidez, le trajeron como premio el martirio.
El
mismo Jesucristo dijo de él que "no ha nacido de mujer nadie más grande que
Juan". La tradición cristiana ha añadido al nombre de Juan el calificativo de
"Bautista", quizá para distinguirlo del otro Juan, el apóstol
predilecto de Jesús (y, según la tradición, también su evangelista).
Se
espera de un Pregón que diga algo nuevo
y que recuerde a la vez algo ya pasado sobre la historia del pueblo.
Ahora
dedicaré todo el resto del tiempo disponible a hablar de lo que más me gusta:
La Historia de Lahiguera. Con ello atiendo la razón que indujo al Alcalde, al
teniente de Alcalde y a la Comisión de festejos a hacerme la petición de
pregonar las fiestas de San Juan.
Hay mucho ya
investigado y os invito a su lectura en
el blog Lahiguera, que un grupo de entusiastas procuramos mantener vivo con
nuestras aportaciones escritas (Manuel Jiménez, Juan José Mercado y yo). No en
vano, este grupo de personas del pueblo y yo llevamos algunos años dedicados a
investigar, dentro de nuestras posibilidades, sobre
lo que históricamente ocurrió por estas tierras en épocas pasadas.
Tengo
30 artículos publicados en el blog, todos referidos al pasado de Lahiguera: La Virgen
de la Soledad
de Domingo Sánchez Mesa; la V.
de los Dolores de José Navas Parejo; a la Virgen de la Cabeza del Santuario; a
La piedra oscilante que había allí; Recuerdos escolares de los años 50 dedicado
a mi maestro Don Ramón Delgado González, a Los noviazgos y bodas de mis
tiempos; Las costumbres de Las Cencerras a los casaderos mayores; a Los
Aguadores de Lahiguera; a la Noria de la Huerta Caniles; a Francisco
Palomino de Ledesma y Aguilar y su relación con Cabra de Santo Cristo, a los
Caballeros Hijosdalgos de Higuera de Arjona; a La casa del Ayuntamiento de
Lahiguera que hoy nos alberga, obra de Aníbal González Álvarez-Osorio
arquitecto de La Plaza
de España de Sevilla; al Anecdotario del catastro del Marqués de la Ensenada
con el litigio entre Francisco Quero subdirector de las declaraciones y el
sacristán y organista Bernardo Cubillas de Cuesta que no quiso pagarle el real
y medio que le pedía, la intervención del Párroco Juan Ruiz Christino, los 80
ducados que cobraba el sacristán mientras el maestro ganaba 40; al Yacimiento
arqueológico del Neolítico de Los Pozos; al Puente romano del Arroyo Salaillo
de Lahiguera; Las Actas de Demarcación del término de Higuera de Arjona con los
pueblos colindantes; a Los asentamientos islámicos del siglo XI, XII y XIII; a
La adquisición o conquista de Fernando III, al Ducado de Arjona al que
pertenecía La Higuera,
Higuera de Arjona y la Batalla de Bailen, con la presencia de los generales
Redding, Cuopigny y de San Martín y
miles de soldados y caballería en un campamento militar provisional a las
orillas del Salado justo en la zona del Cortijo de La Paz (del Parreño), y la
posterior posición por la zona de Pozo Nuevo en espera de marchar a Villanueva
donde tropas francesas habían tomado posiciones estratégicas; etc.
Estos son entre otros los publicados
a lo largo de más de 3 años. Deseo destacar los dos artículos importantes referidos
al Viaje de Beato Fray Blas Palomino a Méjico y Filipinas, sin dejar en el
tintero las biografías de dos higuereños
ilustres actuales como son: El Profesor Doctor D, Juan Luis Pérez Navero,
Catedrático de Pediatría de la Universidad de Córdoba y el meritorio Profesor Ignacio
Ahumada Lara, Vicerrector de la Universidad Menéndez y Pelayo de Santander, autor
de la Breve
historia de Higuera de Arjona que desde 1995 tenemos en nuestras casas todos
los higuereños.
Por el tiempo disponible y porque considero que es lo más importante entre lo publicado, os hablaré hoy del higuereño Beato Fray Blas Palomino.
Me
referiré con frecuencia a La vida y
muerte de Fray Blas Palomino tomado del libro de Francisco de Bilches: Santos y
santuarios del Obispado de Jaén y Baeza, escrito en 1653.
En el
capítulo 67 dice: El venerable Padre fray Blas Palomino era natural de la
Higuera de Andúxar. (La todavía llamada en este texto "Higuera de
Anduxar" se había hecho independiente de la villa de Anduxar en 1558, doce
años antes que naciera Blas Palomino, pero se siguió denominando así por mucho
tiempo más).
En el
año mil quinientos setenta nació en la villa de la Higuera de Andúxar el
venerable padre fray Blas Palomino. Sus padres fueron Francisco Ruiz Palomino y
doña María Verdejo (…). A los cuatro años fue con sus padres a novenas a
nuestra Señora de la Cabeza, santuario de los más celebres de España. En la
escuela era muy querido por su apacible condición, y trataba con los otros
niños, no de travesuras, o juegos, sino de las cosas que oía en los sermones
(…). A los dieciocho años inició en Baeza su firme y decidida preparación para
la vida eclesiástica. Comenzó a estudiar la Gramática en Baeza, y a
los pocos meses demostró ingenio (…). Volvió a casa de sus padres para
administrar la hacienda. Dejó el estudio, mas no la virtud que aprendió en
escuelas, era habitual en su vivir diario: oír misa al reír del alba, confesar,
y comulgar frecuentemente, rezar todos los días el rosario y otras devociones.
Aplicose a la labor del
campo sin mostrar dificultad. Tenía puesto su gusto en darlo a sus padres y
obedecerles en todo lo
que le ordenasen. En el campo era el primero que echaba mano al arado y azadón,
y el último que los dejaba, no tanto por aumentar la hacienda, cuanto por
ensayarse para los trabajos de mayor
monta, que ya deseaba padecer por la gloria del Señor. Apenas había criado, por
robusto que fuese, que mantuviese tela con él
(ningún criado trabajaba tanto). (…) Fuera del trabajo ordinario, que
como se ha dicho, era de sol a sol, gastaba buena parte de la noche, aunque
viniese cansado, delante de un crucifijo que para este fin tenía en su aposento
(…) No paró aquí, porque la caridad que ardía en las entrañas de Blas Palomino
le incitaba a remediar en todo, o en parte, las necesidades de los prójimos (…)
Vio a uno en tiempo de frío, muy desnudo, y no teniendo a mano con qué poderle
remediar, se quitó su vestido costoso y se lo dio al pobre, y por camino
escusado (camino escondido ya que no tenía ropa) volvió a su casa y vistió el
ordinario con que solía ir al campo. Y desde aquel día no admitió vestido
lujoso. Tanta fue su caridad, tan grande su modestia. (…)
Pasados
tres años volvió a Baeza a proseguir sus estudios (…). Aquí supo de los empleos
de los religiosos en los reinos del Japón (…).
En el
convento de San Francisco de Montilla vistió el hábito religioso, profesó en la
Orden de San Francisco de los Descalzos de San Juan Bautista y fue ejemplo de
novicios (…) Fue dotado de una alegría religiosa, y tanta afabilidad, que se
entraba en los corazones de la gente y se hacía señor de ellos. (…)
Sobre su ordenación sacerdotal,
se recoge en la Página
215 del libro de referencia: (Santos y
Santuarios del Obispado de Jaén y Baeza, 1653, del Padre Francisco de Bilches,
de la Compañía de Jesús, Rector del colegio de San Ignacio de la ciudad de
Baeza), que intentó ingresar en la
Orden de los Jesuitas, pero que por no esperar la llegada del
Provincial de esta Orden, se fue al Convento de san Buenaventura de la Orden Franciscana,
a una milla de Baeza, y hallándole suficiente lo enviaron al Convento de San
Francisco de Montilla. Allí vistió el hábito franciscano con un espíritu tan
fervoroso que fue ejemplo de novicios. Ordenándose en todos
sus grados hasta el sacerdocio y como si entonces entrara en religión entabló
una vida nueva.
Refiere
Ahumada Lara, Ignacio, (Breve historia de Higuera de Arjona, página. 30, 1995)
que fue ordenado sacerdote en 1600, ( a los 30 años) dedicándose posteriormente
a ser Maestro de Novicios durante ocho años, con suma vigilancia y rectitud,
alcanzando fama de virtuoso y santo el venerable padre, al cabo de los cuales
recibió permiso de sus superiores para dedicarse a la predicación en tierras de
misión; por lo que abandonó Baeza y se encamino a Sevilla, donde permaneció
(refiere Francisco de Bilches que en Sevilla él lo vio y recibió su bendición)
y aguardo hasta la fecha de partida para América y Filipinas.
Partió
de Baeza camino de Sevilla donde se había de embarcar para Filipinas; pero
antes pasó por su pueblo, Lahiguera, despidiose de sus hermanos, y deudos, y de
toda esta villa. Llegado a Sevilla quiso agradecer a su patria la voluntad que en esta, y otras ocasiones le mostraron. Escribió una
carta común (para todos los higuereños), aunque el sobre escrito fue dirigido a
un hermano suyo:
A mi
hermano Pedro Palomino, que Dios guarde, en la Higuera de Andúxar. Pax
Chirsti. No he escrito en todos estos días, hasta saber cierto nuestro viaje,
ya parece que será presto, pues están las naves aprestadas, que saldrá la flota
muy presto y así nos partimos esta noche para Cádiz (…) tengo mucha necesidad de socorro de nuestro
Señor, para satisfacer algo de lo mucho que debo, y así pido con mucho
encarecimiento que me encomiende a nuestro Señor todos los días (…) Porque soy
pecador y no merezco padecer por amor de Dios, si no es grandes tormentos por
mis pecados, pidiendo a todos mis hermanos perdón de todo aquello que le haya
ofendido, y faltado a su consuelo o provecho espiritual, les beso los pies,
pidiéndoles humildemente que me perdonen (…) A todos mis hermanos, sobrinos y
parientes, y a todo ese lugar, del cual yo tendré cuidado de encomendarlo a
Dios: queden muy enhorabuena, que yo voy con deseo de no volver a España. De
Sevilla, y de mayo treinta de mil y seiscientos y ocho años. (…). (Fin de la carta).
En
los días de principio de junio de 1608 se embarca en Sevilla con destino a
Filipinas formando parte de la misión franciscana que había de evangelizar
aquellas tierras.
El
viaje de Fray Blas Palomino a Filipinas se realizo en dos fases: La primera a
través de Océano Atlántico vía México hasta Veracruz, y una segunda a Acapulco
en la costa del Pacífico, y desde Acapulco cruzando el Océano Pacífico con
llegada a Cavite en Filipinas y Manila. Desde
Sevilla se tomaba dirección a Sanlucar,
después se seguía dirección Canarias, para en un mes y algo llegar hasta la
isla llamada Dominica, donde tras una breve escala, y descanso se dirigían a
San Juan de Ulúa, puerto de Veracruz, en el Golfo de Méjico, uno de los puertos
a los que arribaban las naos españolas a su llegada para Nueva España,
tardándose otro mes desde Dominica a
Veracruz.
Cabe
decir que fray Blas Palomino, otros cuarenta y ocho religiosos, y Fray
Francisco Gálvez (único conocido como compañero de fray Blas) llegaron a Manila
el año 1609, siendo fray Francisco Gálvez destinado al Convento de Dilao. El
viaje de Acapulco a Manila tuvieron que hacerlo en el llamado "Galeón de
Manila" y también "Nao de la China", que hacía la travesía cada
seis meses, siendo la única comunicación existente entre Filipinas y América.
El viaje se hacía cruzando el Pacífico, por el archipiélago de las Carolinas y
las islas Hawai.
El
viaje desde Acapulco a Filipinas duraba
entre cincuenta o sesenta días, beneficiado por los vientos y las corrientes
marinas, los cincuenta o sesenta días bastaban para cubrir 2.200 leguas desde
Acapulco hasta Cavite y Manila y después serían repartidos por las diferentes
tierras de misión según necesidades y las órdenes emanadas por el Obispo de
Manila.
Desde
que salio de Sevilla en 1608, y su llegada a Filipinas en 1609, estuvo
realizando su misión de dar a conocer el Evangelio de Cristo, tal como se
describe a continuación en los
siguientes textos:
“Los grandes, y admirables
empleos, y trabajos padecidos por amor de Dios, del venerable Padre fray Blas
Palomino, en el nuevo mundo por espacio de doce años, y su preciosa muerte
tan medida a sus deseos con que glorificó al Señor, refiere un compañero
inseparable suyo, y de su misma Religión, y profesión (Francisco Gálvez).
Pondré aquí a letra sus palabras, pues será mejor oír esta historia de un
testigo de vista mayor de toda excepción, que no de quien la ha de hacer por
relaciones.” (Tomados del capítulo 68 del
libro ya referido: Santos y santuarios
del obispado de Jaén y Baeza, año 1653. Por el Padre Francisco de Bilches, de
la Compañía de Jesús, Rector del Colegio de San Ignacio de la ciudad de Baeza):
Fue
designado para evangelizar la zona de la
Contracosta, al este de la isla de Luzón, en el extremo opuesto a Manila, zona
muy aislada del resto de la isla, debido a sus características topográficas,
insalubridad e inseguridad de la zona por las numerosas rancherías o grupos de
chozas habitadas por razas indómitas en las montañas y el apego de los nativos
a sus ídolos (poblada por unas tribus bastante violentas y peligrosas), había
sido postergada por el arzobispado de Manila.
“El
padre Blas Palomino era ya sacerdote cuando pasó por estas tierras, y a mi
parecer de edad de cuarenta años poco más o menos. Y que llegados que fuimos a
dicha provincia de Filipinas, el dicho padre aprendió la lengua de los
naturales, que llaman Tagala, y en ella administró por muchos años los Santos
Sacramentos a aquellos nuevos cristianos, con grandísimo ejemplo de todos, y
mucho fruto que hacía en las almas (…)” (Francisco
Gálvez)
En
1609, misioneros franciscanos encabezados por fray Blas Palomino cruzaron la
Sierra Madre en Filipinas y fundaron Baler y Casiguran, más al norte. El grupo
de misioneros franciscanos llego a Baler el 30 de junio de 1609, fecha de
fundación de la ciudad. Ese año, los franciscanos constituyeron en Baler un
barangay, equivalente a una capellanía, barrio o distrito, con lo que se
convirtió en la primera población con una administración oficial establecida en
la Contracosta. En 1611, se construyó la primera iglesia de la pequeña población
de Baler. (Iglesia donde resistieron los
“últimos de Filipinas”.)
“La zona de la Contracosta por ser un
terreno montañoso, exigió mucho espíritu de sacrificio para su evangelización y
organización cristiana. Su acción apostólica fue ayudada por una larga serie de
“enfermerías” y la creación de escuelas primarias. Se escribieron diccionarios
y gramática, catecismos, devocionarios y otros libros de piedad para la región.
Sin duda fue rápida la conquista espiritual de otras partes de la isla de
Luzón, pues la estadística de 1624, arroja un total de 61,300 bautizados,… pero
quedaban en la montaña y bosques impenetrables multitud de nativos sin
civilizar, entre los que citamos a los negritos o aetas, que se acogieron a lo
mas intrincado…” (Tomado de: Filipinas, V. Historia de la
Iglesia, Abad Pérez. A. Ediciones Rialp S. A.)
“Tuvo
este dicho Padre grandísimos deseos de pasar a Japón, y lo pidió diversas veces
con deseos fervorosísimos del martirio, y de ocuparse mejor de predicar, y
convertir almas, a que era notablemente inclinado; y viendo que no podía
alcanzar ir al Japón, y que la provincia enviaba Religiosos a otra nueva
conversión del Reino de Macasar, que es trescientas leguas mas allá del Maluco,
en la isla que llaman de Mateo, pidió con grande instancia le señalasen en el número de los que habían de ir allá, lo
cual hizo el Prelado por la satisfacción que el Obispo le tenía ya en la
provincia de su mucho espíritu, y celo de la salvación de las almas.” (Francisco de Bilches).
Después
de los trabajos y esfuerzos que supusieron realizar la predicación de la zona
de la Contracosta,
con la creación de Baler, la campaña de predicación más dura aun fue el
desplazamiento de fray Blas Palomino y otros religiosos hacia el sur a las
islas Molucas; para abordar este segundo viaje pongamos luz a los antecedentes
históricos de los hechos:
“Determinó nuestro Comisario
de que nos fuéramos el Padre fray Blas, y yo (Francisco Gálvez) a Maluco, y que desde allí fuese yo a Manila a
llevar la respuesta de la embajada al Gobernador, y dar parte al Provincial de
lo que pasaba, y que el Padre fray Blas se quedase allí en Maluco, para ser
superior de un Convento nuevo, que había en la
Isla
de Tidore, que es en el mismo Maluco, junto a la isla de Terrenate.” Fray Blas
Palomino fue Prior o Superior de este nuevo convento en Maluco.
Trascribo
a continuación un texto relacionado con su viaje en 1619 a las islas Molucas
donde tras un año de predicación encontró la muerte en 1620.
Este
texto original da buena cuenta de todo ello:
“Con
ellos nos embarcamos en dos galeotas Portuguesas, que iban a Maluco, y cada uno
en la suya comenzamos a navegar, y hacer nuestro viaje, el cual fue tan
trabajoso de tormentas, y peligros de enemigos, y vientos contrarios, que nunca
tal se ha visto; porque en viaje donde se acostumbra tardar, cuando mucho,
veinte días, estuvimos mas de sesenta y tantos, y por cuatro veces nos
encontramos con enemigos, y peleamos con ellos. Finalmente llegando a la
contracosta de Manados, tuvimos tan recio viento contrario por la proa, por mas
de diez días, que saliendo por dos, o tres veces a atravesar el golfo que hay
de allí al Maluco, que son cosa de cincuenta leguas, volvimos a arribar donde
habíamos salido, y viéndonos ya necesitados de agua y provisión de alimentos,
nos llegamos a una isla pequeña, que está pegada a la misma Isla de Macasar,
cosa de tres , o cuatro leguas antes de llegar a los volcanes, que llaman de
Manados.” (Texto tomado de: Francisco de
Bilches, Santos y santuarios del obispado de Jaén y Baeza, año 1653.)
Sobre
los últimos días de la vida de Fray Blas Palomino se dice en el libro:
“Y habiendo tomado agua, y
en dos días no haber visto gente. Otro día de mañana vieron desde la galeota
donde iba el Padre fray Blas, unas banderillas blancas puestas en unos palos en
la playa. Desde nuestra galeota no las vimos, ni la gente que después vieron de
la otra, porque habíamos surgido mas de media legua desviados. El Padre fray
Blas pidió al Capitán fuesen con la chalupa
a ver que gente era, y si traían algún refresco, lo cual se hizo yendo algunos
marineros, y soldados, y en su compañía el dicho Padre fray Blas. Llegaron
cerca de tierra, y vieron ser gente desnuda, algo blancos, cabellos largos como
mujeres, que es
por la mayor parte el uso de aquella tierra. Habláronles por un intérprete, y
después de muchas demandas, y respuestas, les pidieron viniesen al navío un par
de ellos, y que les regalarían, y ellos vinieron en ello (estuvieron de
acuerdo) con que se quedasen otros dos de los nuestros en tierra de ellos.
Hízose así, y traídos al navío les dieron de comer, y de beber muy bien, y el
Padre fray Blas (Página 221) les dio muchas cosas que traía de Macasar, y ellos
apetecían. Dijeron que eran de unos pueblos que había allí cerca, que estaban
cerca del Reino de Manados, donde habíamos estado primero, y que abría de allí
a Manados, por tierra cosa de catorce leguas no mas. Con ello se fueron, y los
echaron a tierra, y volvieron a coger los nuestros. Quedo de concierto, que
otro día habían de volver, y traer refresco. A todo esto en nuestra galeota no
sabíamos nada, y otro día de mañana al amanecer, se embarco el Padre fray Blas,
y con alguna gente vino, a nuestra galeota a darnos parte, y comunicar lo que
les había pasado el día de antes, y en particular me dijo , que era aquella muy
buena ocasión para volver a entrar en Manados, que pensaba, si hallaba ocasión,
quedarse allí, y de allí atravesar a Manados, a ver si podía reducir a aquella
gente, que los traía atravesados el corazón, por ser gente afable, y de buenos
naturales para Cristianos, y muchos de ellos lo querían ser, y quedaron muy
pesarosos de que se fuesen los padres. Con ello hablamos al Capitán de nuestra
galeota, para que continuase, que fuese nuestra barca también en compañía de la
suya, con algunos soldados y vino en ello (accedió).Fuimos, entramos cada uno en
su barco, y primero fuimos a la galeota del Padre fray Blas a pedir licencia al
Capitán para ir donde habían hablado el día antes aquella gente, y él la dio,
aunque con harta dificultad, temiéndose nos sucediese alguna desgracia, porque
era hombre muy cursado en aquella tierra, y conocía toda aquella gente ser
Moros, y muy traidores. Mas por las persuasiones del Padre fray Blas dio
licencia, advirtiendo del orden que se había de
tener y enviando gente de guarda. Llegados que fuimos al puerto, nos
salieron a recibir algunos de aquellos Indios, y el Padre fray Blas los llamo,
y dijo le sacasen del barco, como lo hicieron, en hombros. Fueron saliendo las
demás
gentes, que sólo quedaron cuatro hombres en cada
barco. El bendito Padre los comenzó a abrazar, y se sentó a la sombra de un
árbol con algunos de ellos, y el intérprete, que era portugués, a tratar (hablar)
lo que llevaba pensado. En este tiempo yo me puse a hablar con los demás, que
por allí estaban divididos, y apartados en corrillos, y pregúnteles si traían
algún refresco, me dijeron que si, y que lo tenían allí dentro en el Monte, que
no lo podían traer a cuestas, que entrásemos por ello, de que yo no lo colegí
bien (no estaba de acuerdo), y entrando mas adentro vi, detrás de unos árboles
muchas lanzas, y adargas juntas, y amontonadas como escondidas. Y haciendo como
que no había visto nada, me volví a salir disimuladamente, y llegue al Padre
fray Blas, y le dije lo que había visto, y lo que decía aquella gente del
refresco, y respondió que no, que era muy buena gente, y que si traían algo, y
con ello se volvió a hablar con ellos, y yo me desvié cosa de doce o catorce
pasos, y mirando hacia los barcos vi a los de la guardia tomar a prisa los
arcabuces, y decir a voces, ¡Traición, Traición!, y volviendo a mirar atrás, vi
ya atravesado por una lanza al bendito Padre fray Blas, y con otra al
interprete portugués. Y que dos o tres soldados que se hallaron cerca no
disparaban sus arcabuces, y echaron mano a las espadas, con que ellos temieron,
y huyeron, y no nos alancearan a todos. Retiramos luego al Padre fray Blas, que
murió en mis manos dentro de un cuarto de hora, y el otro cuerpo no pudimos
retirar, temiendo nos cercasen las embarcaciones. Llevamos al Padre fray Blas a
su galeota, y yo estuve con él toda aquella noche, y por la mañana vino la
gente de otra galeota, y le llevamos a enterrar todos juntos a una isleta
pequeña, que estaba allí junto, lo cual se hizo con la mayor solemnidad que se
pudo, porque yo llevaba sobrepelliz, y estola, y sus velas todos los
Portugueses. Dejamos marcada la sepultura, para en otra ocasión volver por su
cuerpo, como se hizo dentro de seis meses, y se llevo a Maluco, donde está
colocado en una caja en la iglesia de nuestro Convento de san Antonio, como un
santo Mártir, y así lo escribe el Padre Custodio fray Marcos de Lisboa para el
Capítulo General de la
Orden Franciscana, poniéndole y nombrándole entre el número
de los Mártires que había habido en aquella santa Provincia, y con
mucha razón, pues además de haber ido de España dedicado para la conversión,
fue allá escogido para enviar a predicar el santo Evangelio a las tierras de
Moros, y Gentiles arriba dichas. Y en esta demanda murió alanceado por los Moros
de aquella tierra. Y además de esto, que como arriba he dicho, su intento
principal de salir aquella ocasión, fue con el deseo de convertirlos, y ver si
podía quedar allí para pasar al Reino de Manados, donde primero había estado,
todo con el fin de ganar aquellas almas, como él me comunicó antes. Además de
esto, el día antes tuvo tan grandes impulsos, y deseos de decir Misa, que me
pidió muy encarecidamente la dijésemos. Y pareciéndome, que la mar andaba muy
alterada, y que era cosa peligrosa, como a la verdad lo era, no me pareció
venir en ello. Mas el bendito religioso hizo tanta instancia, cosa que jamás había hecho en todo
el viaje, que le dije, la dijese muy en buena hora, que yo le tendría el Cáliz,
y ayudaría. El se confeso luego, y preparó muy devotamente, y la dijo, aunque
con harta dificultad, por la inquietud grande del mar. Que parece sentía ya en
su alma algunas premisas de muerte, y buena suerte , que el Señor le tenía
guardada, la cual aunque no cabe debajo de merecimiento, supo granjearla, y si
decirse puede, merecerla, con su santa vida. Lo firmo en este Convento de
nuestro Padre san Francisco de Madrid a dos de julio de mil y seiscientos y
veinte y siete, Fray Pedro de la
Concepción.
Esta certificación del muy
Reverendo Padre fray Pedro de la Concepción coincide con una patente que dio el
Padre fray Pedro Bautista Comisario de esta sagrada Religión en Filipinas, y
juntamente con una información jurídica, que hizo de este suceso el Doctor don
Diego Lorenzo, Canónigo de la Catedral de Malaca, y Vicario de la Cristiandad
del puerto de Macasar, por comisión de los Gobernadores del Obispado de Malaca,
Francisco Suárez, Tesorero, y Lorenzo de Acosta, Vicario, en que deponen
(testifican) los soldados, que acompañaron al santo fray Blas, ante Juan
Rodríguez escribano. Y puesto que ambos instrumentos sean de mucha autoridad,
no los trasladó aquí, porque en instancia son una misma cosa, con lo que
testifica el Padre fray Pedro de la Concepción. En vez de todo añadiré una cláusula
del Martirologio Franciscano, donde se hace celebre conmemoración de este
martirio, así:
Beatus Blasius Palomino Martyr Provincia
Granatensis fuit alumnus. Qui mare trayciens, ut illis efferatis gentibus
Evangely lucem difunderet, apud insulanos Malucenses neeatus est anno millésimo sexcentésimo vigésimo. De eius
canonizatione agitur: ad cuius procesus conficiendos litera petuntur
Apostolica, uti constat ex libello Neapoli edito anno millesimo sexcentesimo
vigesimo sexto, apud Typographian Ioannis Dominies Roncalioli, Rapineo bistor,
general origin recoleos, p.i.pref. 4 Gauiana p.I.cap.24.
“El
beato fray Blas Palomino, que fue estudiante de la provincia de Granada. Quien
cruzó el mar para anunciar a los pueblos la luz del evangelio, fue matado
(martirizado) por los isleños malucenses (islas Molucas) en el año mil
seiscientos veinte. Es esta causa
suficiente para su canonización, así consta en el documento editado en Nápoles,
en el año mil seiscientos veintiséis, en
la imprenta del Juan Domingo
Rocalioli, visto bueno de Rapineo,
general de la Orden de hermanos menores recoletos (recoleos), p.i.pref. 4
Gauiana p.I.cap.24. Fue su glorioso triunfo a diez de marzo del año mil y
seiscientos y veinte.”
Fray
Blas Palomino murió el 10 de marzo de 1620, murió mártir en la isla de Manados
y seis meses después fue recuperado el cuerpo y esta enterrado en la iglesia
del convento de San Antonio en la isla de Maluco, posiblemente la iglesia del
convento nuevo del que fue prior durante algún tiempo.
Analizados
los documentos podemos hasta llegar a pensar que es posible que tengamos un
santo higuereño y estar todos ajenos a tal realidad, después de haber pasado ya
casi cuatrocientos años.
Por lo escrito en el libro
del Padre Francisco de Bilches, junto con los testimonios citados más arriba
(Padre Custodio fray Marcos de Lisboa y Reverendo Padre fray Pedro
de la Concepción), me hace pensar que incluso se inicio el proceso de
canonización del beato Fray Blas Palomino. Sería preciso revisar los datos
disponibles y buscar lo necesario para conocer la consideración que a nivel de
reconocimiento eclesial pueda tener la vida, obras y martirio de Fray Blas
Palomino natural de Higuera de Andujar, nacido en 1570 y que tuvo su gloriosa muerte el diez de marzo
del año mil seiscientos veinte. En su tiempo nuestro paisano tuvo fama de
Santo.
Decía
Francisco García Pavón, escritor de Tomelloso, que "no hay tierra buena ni
mala, no hay más que la de uno". La nuestra no es mejor ni peor que otras
pero sí tiene algo que la hace inconfundiblemente peculiar: "es la nuestra". Y
tenemos que estar orgullosos de ella como lo estuvieron los que en épocas
pasadas la consideraron como suya. Los que hace más de 5.500 años establecieron
su hábitat en lo que llamamos "El yacimiento del Neolítico de Los Pozos", primer
vestigio documentado de ocupación de estas tierras. Pero Lahiguera esta llena
de yacimientos iberos, y romanos que habitaron aquí en la época de dominación
romana, durante más de 500 año, como lo muestran las siguientes localizaciones:
La cruz de la tía Luisa en los Colorines, (yacimiento romano entre los dos
arroyos), Los Pollos y la Dehesa,
romanos, La Guacha, romano, otros yacimientos romanos en Las Garlochas y los
Artesones, otro en el arroyo del Tesoro, en la Atarayuela, en el Fontanal, el
Turriaque, en el Madero, en el cortijo Donadío en linde con Fuerte del Rey. Los
yacimientos romanos de la Cruz Verde y Las
Monjas, el Cortijo de Cajeros, en el de la Bobadilla, etc.
También lo estuvieron,
visigodos de La Figueruela
y estoy seguro y en mis escritos he dado referencia de estos asentamientos, que
en época de dominación musulmana en los siglos XI , XII y XIII ocuparon los
alrededores de Corbún, Las Cuevas y Los Pozos en la época que fue llamada
Higueruela, los que en la posterior Reconquista castellana, mediante
repoblaciones, empezaron a dar forma de pueblo a La Fuente de la Figuera y a lo que en la
actualidad conocemos como Lahiguera, alrededor de la pequeña
iglesia mudéjar, (piedra labrada) y posteriormente en la iglesia de arriba
construida por la orden de Calatrava y la Tercia. Ahí está
enterrada la historia de nuestro pueblo sobre todo desde que en la Reconquista
castellana de Fernando III el Santo se configuró como aldea.
Pido
a nuestro patrono San Juan Bautista su protección y su bendición para todos, en
la seguridad de que un año más le vais a honrar como sabéis hacerlo, como
siempre lo hacéis.
Gocemos
pues los días de San Juan, que alegra y regula el magnífico programa de fiestas
preparado por el Ayuntamiento.
Con
estas palabras, sencillas, pero sinceras, salidas de lo más hondo de mi
corazón, he querido cantar a mi pueblo. No podré olvidar nunca este momento.
Gracias, señores munícipes. Gracias higuereños e higuereñas por vuestro tiempo y atenta escucha.
Solo
me queda desearos ¡Felices fiestas a todos! Y gritar con vosotros:
¡VIVA
LAHIGUERA!, ¡VIVA SAN JUAN! y ¡VIVA EL BEATO FRAY BLAS PALOMINO!
Lahiguera
20 de Junio del año 2014. Pregonero Pedro Galán Galán.