PROLOGO

Se pretende que sea éste un espacio dedicado a entretener y deleitar (... a través de la fotografía fundamentalmente) ... a dar a conocer (...o traer al recuerdo) ciertos monumentos o espacios situados en el término o cercanías de Lahiguera. ...a llamar la atención por el estado de abandono y deterioro de muchos de ellos, ...y si llegara el caso, a remover la conciencia de todos los que somos "herederos" de tales monumentos y espacios, y que con nuestra aportación ayudásemos a la conservación de los mismos.

viernes, 24 de mayo de 2019

EL VENERABLE PADRE FRAY BLAS PALOMINO, DEL ORDEN SERÁFICO, NATURAL DE LA HIGUERA DE ANDUXAR.


TEXTO ÍNTEGRO TOMADO DEL LIBRO: SANTOS Y SANTUARIOS DEL OBISPADO DE JAÉN Y BAEZA DE FRANCISCO DE BILCHES, RECTOR DEL COLEGIO SAN IGNACIO DE LA CIUDAD DE BAEZA, MADRID, 1653.

Página 213. Capítulo LXVII

El año de mil y quinientos y setenta nació en la villa de la Higuera (llamada de Anduxar por su vecindad) el venerable Padre Fray Blas Palomino, verdadero imitador del gran Patriarca San Francisco. Sus padres Francisco Ruiz Palomino, y doña María Verdejo, descendientes fueron de aquellos soldados valerosos del Santo Rey Don Fernando, Conquistadores, y Pobladores destas tierras, bastante recomendación de su nobleza. Desde las mantillas dio señales Blas de la estremada pobreza, y humildad que avia que seguir en el discurso de su vida. Aun no era de un año, quando cogia las migajas, y sobras de la gente de su casa, y las comia, o entretenia con ellas el tiempo, sin pedir, quanto mas llorar por el pecho, y golosinas que suelen los de aquella edad. A los quatro años fue con sus padres a las novenas a nuestra Señora de la Cabeça, santuario de los mas celebres de España. Y puesto que gastava el niño casi todo el dia en oración, se levantava en silencio de la noche, y hurtándose de sus padres, velava ante el Altar de la Virgen, suplicándole afectuosamente le alcançasse gracia de su Hijo para acertarle a servir. Estava advertido de su madre, y sento en el esta devoción. En la escuela era muy querido por su apacible condición, y trataba con los  otros niños, no de travesuras, o juegos, sino de las cosas que oia en los Sermones. Y porque oyó a un Predicador, que enseñassen los mayores, a los que no eran tanto, la doctrina, la repetia con los otros, y aunque fuessen Moros. Tan grandes principios sin duda pronostican fines levantados. Començo a estudiar la Gramatica en Baeça, y a pocos meses descubrió ingenio, y natural muy aventajados, aprovechando en las letras, y virtud que supo unir, sin trabajo de los que del cuidaran. A esta sazon fue fuerza bolviesse a casa de sus padres para la administración  de la hazienda. Dexo el estudio, mas no la virtud que aprendió en escualas, oir Missa al reir el alba, confessar, y comulgar frequentemente, rezar todos los días el Rosario, y otras devociones. Aplicose a la labor del campo, sin mostrar dificultad. Tenia puesto el gusto, en darlo a sus padres, y obedecerles en todo lo que le ordenassen. En el campo era el primero que echava mano al arado, y açádon, y el ultimo que los dexava, no tanto por aumentar la hazienda, quanto por ensayarse para los trabajos de mayor monta, que ya deseaba padecer por la Gloria del Señor. Apenas avia criado, por robusto que fuesse, que mantuviesse tela con el . Y puesto que este trabajo era recio, y continuo, ayunaba los días de precepto, aunque no le abligaba, y los Viernes del año a la Passion de Christo nuestro bien. A este buen exemplo hazian eco sus palabras exortando a los labradores con quien tratava, a la observación de los Mandamientos de la ley santa, y preceptos de la Iglesia. Fuera del trabajo ordinario, que como se ha dicho, era de Sol a Sol, gastava buena parte de la noche, aunque viniesse cansado, delante de un Crucifixo, que para este fin tenia en su aposento, y por remate heria su cuerpo con una disciplina. No paró aquí, porque la caridad que ardia en las entrañas de los Palomino, le incitava a remediar en todo, o en parte, las necesidades de los próximos. Avia alcançado licencia de sus padres  para dar limosna, y las hazia de ordinario, y quando no avia para todos, defraudava su ingenio, para que no faltasse al pobre. Vio a uno en tiempo de frio, muy desnudo, y no teniendo a mano con que poderle remediar, se quitó un vestido costoso, y de gala, que traía, y lo dio al pobre, y por el camino escusado volvió a su casa, y vistió el ordinario con que solia ir al campo. Y de aquel dia no admitió por ruegos de la gente de su casa vestido curioso o de coste. Tanta fue su caridad, tan grande su modestia. Embidió el demonio perfección religiosa en mancebo secular, y de solos quinze años (no tenia mas) quiso darle un assalto para divertirle de su oración, y devoción. Estava una vez, a puestas del Sol, cuidando del ganado (avian pasado adelante los criados) y tomando motivo de la sujeccion , y mansedumbre de los bueyes, hablo assi con Dios. Como, Señor, no obedezco yo a vuestra divina Magestad, como estos animales a la voz de un labrador: peor soy que ellos, mas cerril que un novillo o potro por domar. Herid, Señor, mis carnes como soleis a los rebeldes, para que yo abaxe la cerviz al yugo, y admita el freno de vuestra Santa ley. A penas diera principio a estos afectos, quando de improviso saltó el demonio de entre unas matas en figura de serpiente horrible y monstruosa, y hizo con su aspecto volver atras a los bueyes, y dieron en el suelo con el santo moço, y sobreviniendo la serpiente, le començo a envestir. Entendio Blas las assechanças del demonio, invocó el nombre de Iesus, y con la señal de la Cruz ahuyentó la fingida serpiente y prosiguió su oración con mas fervor. Deste sucesso quedó advertido quan poco pueden los demonios contra los que confían en el Señor, y se arman con su Cruz. Passados tres años, volvió a Baeça de orden de sus padres a proseguir con sus estudios, y si bien deseaba aprovechar en ellos, mucho mas en la virtud. Dava el tiempo competente a estas pretensiones, sin divertirse a cosa alguna que no tocasse a ellas. Acabó de oir Gramatica, tuvo por maestro en las Artes al Doctor Luis Blas, gran sujeto, si la muerte no le hubiera cogido en lo mas florido de su edad. En todo el tiempo que estuvo en Baeça no fue por mas de dos calles, de su casa a Escuelas, y destas al Colegio de la Compañía de Iesus, donde sentó trato con los Padres para las cosas de su alma. Aquí supo de los empleos que los Religiosos hazian en los Reynos de Iapon, las victorias que alcançában, las almas que grangeavan para Dios, dando a vezes las suyas en demanda de tan gloriosa, y particularmente los triunfos de los ilustres mártires fray Pedro Bautista, y Paulo Miqui, y sus compañeros, el primero del Orden Serafico, y el segundo de la Compañía de Iesus, y sin duda lo fuera, si sus ansias hubieran (como otros hacen) esperado a la venida del Padre Provincial a quien tocaba recibir en la Religión. No pudo aguardar, davale Dios priessa.        


Páginas: 213, 214 y 215 del libro Santos y santuarios del obispado de Jaén y Baeza, de Francisco de Bilches, Rector del Colegio de San Ignacio de Baeza. Madrid, 1653.
Capítulo LXVII, Página 215.
Fue a San Buenaventura Convento Religiosissimo de la Recoleccion de san Francisco, a una milla de Baeça, comunicó sus deseos con los Religiosos, y hallándole suficiente, le embiaron a san Francisco de Montilla de la misma Recolección. Alli vistió el habito Religioso, y con el un espíritu tan fervoroso, que en el noviciado fue exemplo de novicios en el iuniorado de estudiantes Religiosos, Alcançó mucho en ambos exercicios. Ordenandose por sus grados hasta el sacerdocio, y como si entonces entrara en Religión entablo una nueva vida. Que rigor en sus penitencias, que tesón en sus ayunos, que trato con Dios en la oración, que zelo de salvar almas, sobre el peso ordinario de la Religion, su habito el mas desechado del Convento, menos de lo que la Regla ordena a raíz de las carnes, abierto por la espalda todo lo que coge la capilla, para poderse açotar con mas facilidad. Su cama eran tablas, el adorno y alhajas de la celda, una Cruz, y muchas disciplinas, y silicios, unos mas ásperos que otros, y todos muy usados, y tan continuos, que no los dexó hasta la muerte. El aspecto, y trato del venerable Padre fray Blas Palomino, predicava, y exortava a devoción. Fue dotado de una alegría religiosa, y tanta afabilidad, que se entrava en los coraçones  de la gente, y se hazia señor dellos. Tuvieron un encuentro muy pesado dos mancebos ricos, y nobles, y muy valientes, llegó su rencor a desear la muerte uno del otro, vinieron tal vez a las manos, salieron mal heridos, y lo peor es, picados en la vengança. Cada uno entendia ser el ofendido. Pretendieron muchas personas componerlos, nadie era poderoso, amenaçava la enemistad una total ruina en haciendas, y personas. No avia  alguna que se atreviese a tomar las pazes por su cuenta, solo el Padre fray Blas Palomino, fiando en el favor de Dios, se encargó della, a ruego de todo el lugar. Habló al uno dellos, que parecía mas protervo, no pudo reduzirles con muchas razones que alegó: antes se endurecia al passo que el venerable Padre le rogava. Hincose de rodillas el Santo delante del pecador, y levantando los ojos, y el coraçon a Dios, dixo estas palabras: Tanta dureza por mis pecados es, Señor que si os sirviera como devo, no hubiera dificultad en lo que pido á este mancebo. Y dexando caer la capa tiró  del habito, que como he apuntado, traia abierto por las espaldas, y hizo una cruelissima, hasta derramar mucha sangre. Con esta vista se ablandó tanto la protervia del mancebo, que echándose a los pies del santo fray Blas, dixo: Baste, Padre, no quiero mas venganza, yo remito mis injurias por amor de Dios. Levantaronse ambos, y principio a unas pazes muy estables. La pureza del alma del venerable Padre se dava bien a entender, por la compostura exterior que se ha dicho. Siempre modesto, y grandemente advertido, y mas en la comunicación de las mujeres. O no las hablaba, o guardo ese fuerça, no las miraba fixamente al rostro, pero esto lo hazia con tanta prudencia, que no dava á entender, quanto mas hazer alarde del recato, como a los que venden cara su modestia, y piensan que con esso tienen ya cumplido. Tuvo dominio sobre los demonios, que temblaban de solo oir su nombre. Apoderose uno de cierta persona de mucho respeto, y puesto que se hizieron muchas oraciones (página 216) y exorcismos, y otras diligencias para librar al paciente de aquella opresión, que muy vehementemente, no quiso Dios que fuesse con efecto. Llevaron al Padre fray Blas a que exorcitasse el endemoniado, el qual viendo al Santo Sacerdote con una estola, y un hissopo, tomo unos brios nunca vistos, y dando grandes vozes, y muy lastimosas, dixo estas palabras: Há Blasillo, Blasillo, acá vienes a hazerme mal. ¿No basta las animas que me quitas, sino que también me quieres perseguir a mí? Aguarda un poco, y acometiéndole furioso le pretendio ofender. Entonces sin turbarse el venerable Padre, echó mano al pecho, y sacando una Cruz, la puso sobre el endemoniado, y añidio con grande imperio. Yo te mando en nombre de Dios, que estés quedo. Al punto cayo el pobre hombre en tierra dando vozes tan confusas, que no parecía uno, sino muchos endemoniados, o por mejor decir, demonios. Dixo el venerable Padre un Evangelio sobre la cabeça del paciente, y luego estas palabras: Sal luego deste hombre, enemigo del genero humano, y vé donde no hagas mal a alguno, que assi lo manda IesuChristo Dios, y hombre verdadero. Al punto obedecio el espíritu maligno, diciendo con vozes mas rendidas. Por ti me voy Blas, porque eres virgen, y me dexes. Y puesto que el demonio sea padre de mentiras, con todo a vezes le manda Dios dezir verdad. Que virgen fue el venerable Padre fray Blas, como afirman los que le trataron y confessaron generalmente  en diferentes estados de su vida. La fineza deste espíritu quiso vincular su Religion, haziendole al Santo fray Blas Maestro de Novicios. Tomó el este  oficio con particular gusto, por hazerse el novicio. Solia decir: Siempre soy novicio, siempre principiante en la Religión. Exercitó el oficio con suma vigilancia, y rectitud. Tales salieron los novicios que el crió, oy viven algunos, y sienten, y hablan altísimamente del venerable Padre fray Blas Palomino, comparándole con los fundadores de su Religion, compañeros del gloriosos san Francisco. Deseava el venerable Padre hazer sacrificio de su vida predicando a los infieles, esso le traxo a la Religión. En orden a esso hizo mil ensayos de penitencia, y mortificación, solo le detenían aquellas palabras del Serafico Padre Francisco. Si alguno de los Frayles (dize el santo) por divinal inspiración, quisiera ir entre los Moros, y otros infieles, pidan para ello licencia a sus Ministros Provinciales, mas los Ministros no den licencia alguna para ir a predicar el Evangelio á infieles, y ser pregonero de la ley de gracia entre barbaros. Assi afirmo en san Buenaventura, despidiéndose de aquellos Padres, que lo refieren oy. Con esta respuesta del Señor, y licencia de los Superiores, partió de Baeça el venerable Padre camino de Sevilla, donde se avia de embarcar para Filipinas, para donde le avian señalado. Passo por su patria, despidiose de sus hermanos, y deudos, y toda aquella villa. Sintieron todos la falta que les avia de hazer, intentaron con persuasiones, y otras diligencias, estorvarle la jornada. Mas diciendo el venerable Padre no estar en su mano aquel negocio, le salieron acompañando, y se fueron muchos con el si lo permitiera el Santo. Llegado a Sevilla, donde yo le vi, y recibi su bendición, quiso agradecer a su patria la voluntad que en esta, y en otras ocasiones le mostró. Escrivioles una carta común, aunque el sobrescrito fue para un hermano suyo. Pondré aquí su copia, para que se vea de su Autor el espíritu que le llevó a predicar el Evangelio en tierras tan remotas. Los deseos fervorosos de padecer por IesuChristo. La conformidad con Dios en todos los sucesos. El zelo del bien de aquellas almas, con otras cosas de edificacion. Es, pues, el sobrescrito de la carta.

A mi hermano Pedro Palomino, que Dios guarde en la Higuera de Anduxar.

Pax Christi, No he escrito en todos estos días, hasta saber cierto nuestro viaje, ya parece que será presto, pues están las naves aprestadas, que saldrá la flota muy presto, y assi nos partimos esta noche para Cadiz. Van cinquenta Religiosos con mucho gusto, y contento, por avernos llamado el Señor, para que le sirvamos en este ministerio. Y por su misericordia  todavía me crecen los deseos de hazer, y padecer todo lo que en mi se agradare. Porque viendo las relaciones, y sabiendo los trabajos que passa, y el fruto que hacen los Religiosos cada dia me crecen los deseos, y como se han dilatado, y mi flaqueza es grande, tengo mucha necesidad del socorro de nuestro Seño, para satisfacer algo de lo mucho que devo, y assi pido con mucho encarecimiento, que me encomienden a nuestro Señor todos los días en sus oraciones, y sacrificio, que aunque yo por la misericordia de Dios, tengo buena salud, que los trabajos de la obediencia parece que me arreciaron: con todo bien de verlo que espera quien ha de hazer camino tan largo; y así con esta me despido de todos mis hermanos, y amigos, y conocidos, y renuncio de buena gana, por amor de Dios, y por su Cruz, todas las cosas de gusto que me pudieran ofrecer, y todo el consuelo que entre mis conocidos, y mi tierra pudiera tener, solo tomando por consuelo el cumplimiento de la divina voluntad; y assi donde quiera que me hallare confio en nuestro Señor me consolara. Pero porque soy pecador, y no merezco padecer por amor de Dios, sino es grandes tormentos por mis pecados, pidiendo a todos mis hermanos perdón de todo aquello que los aya ofendido, y faltado a su consuelo, o provecho espiritual, les beso los pies, pidiéndoles humildemente me perdonen, y se perdonen unos a otros, y como verdaderos hermanos se amen, y favorezcan; y mirando en todas las cosas solo a Dios, pues esta en todo presente, y nos ha de juzgar, y premiar, o condenar para siempre. Llevan las cargas unos de otros, sufriendo sus fraquezas, y preciandose de ser siervos de Dios, dándole gracias por todo, no teniendo cuidado, que será?, en que podrá acaecer?, sino cada dia ordenar su vida como si fuese el postrero, ofreciéndose en las manos de Dios, guardando sus mandamientos, sin quebrantar ninguno, por pensamientos, ni palabra, ni obra. Y fiando en la suma bondad, que todo lo ordenará como mas nos conviene, y assi no ay que afligirse, por cosas que acaezcan, ni puedan acaecer, pues todo lo ordena, o permite Dios por nuestro bien, sino procurar de traer limpia la conciencia, que ninguna cosa nos pueda dañar. Esto escrivo, hermanos muy amados, con el deseo que tengo de que todos se salven. Y pues ya que no todos se quieran privar de las cosas necesarias, alomenos prívense de las superfluas, cercenando todas las cosas desta vidaq para la eterna, en la que nos junte a todos Dios nuestro Señor, el qual les dé su santa bendición. A todos mis hermanos, sobrinos y parientes, y a todo este lugar, del que yo tendré cuidado de encomendarlo a Dios; queden muy en buena hora, que yo voy con deseo de no volver a España. De Sevilla, y de mayo treinta de mil y seiscientos y ocho. A todos, y cada uno sirva esta carta, y assi v. m. la podrá leer, encomendándome como á indigno hermano, y siervo de todos. Ahora he sabido que se partirá la flota con grande prosperidad dentro de ocho días, lo qual es para mi sumo contento. Fray Blas Palomino.
Páginas 216, 217, y 218 del Libro de Francisco de Bilches: Santos y santuarios del obispado de Jaén y Baeza.Madrid, 1653.

Ninguna otra persona nos pudiera certificar del animo fervoroso deste venerable Padre. Hizose a la vela luego que escrivo como ya veremos.
Ministerios, y martirio del venerable Padre fray Blas Palomino.
Capítulo, LXVIII.
Los grandes y admirables empleos, y trabajos padecidos por amor de Dios, del venerable Padre fray Blas Palomino, en el nuevo mundo por espacio de doze años y su preciosa muerte tan medida a sus deseos con que glorificó al Señor, refiere un compañero inseparable suyo, y de su misma Religión, y profesión. Pondré aquí a letra sus palabras, pues será mejor oir esta historia de un testigo de vista mayor de toda excepción, que no de quien la ha de hazer por relaciones.
 


Certificacion del muy Reverendo Padre fray Pedro de la Concepción, acerca de las Misiones, y muerte del venerable Padre fray Blas Palomino.
Certifico yo fray Pedro de la Concepción, Procurador de la Provincia de san Gregorio, de los Frayles Descalços Franciscanos de las Filipinas, y Comisario de los Religiosos que han de pasar a aquellas partes el año que viene de mil y seiscientos y veinte y ocho.
Que es verdad, que conocí al Padre fray Blas Palomino Religioso de la Orden de nuestro Padre san Francisco de la Provincia, y Recoleccion de Andalucia, que passo en mi compañía abrá veinte años en la barcada que llevó fray Juan Pobre, el qual dicho Padre era ya Sacerdote, y Confesor quando pasó, y a mi parecer de edad de quarenta años, poco mas o menos. Y que llegados que fuimos a la dicha Provincia de Filipinas, el dicho Padre aprendió luego la lengua de los naturales que llaman Tagala, y en ella administró por muchos años los Santos Sacramentos a aquellos nuevos Christianos, con grandísimo exemplo (capítulo LXVIII, página 219) de todos, y mucho fruto que hazia de las almas, por la mucha devoción, fervor, y espíritu con el que el dicho acudia a todo esto, de que soy testigo de vista, y comunicación de muchos años. 
CAPÍTULO LXVIII, Página 219.
Tuvo este dicho Padre grandissimos  deseos de pasar a Iapon, y lo pidió diversas vezes con deseos fervorosissimos del martirio, y de ocuparse mejor en predicar, y convertir almas, a que era notablemente inclinado. Y viendo que no podía alcançar ir a Iapon, y que la Provincia embiava Religiosos  a otra nueva conversion  del Reino de Macasar, que es trescientas leguas mas allá del Maluco, en la isla que llaman de Mateo; pidió con grande instancia le señalasen en el numero de los que avian de ir allá, lo qual hizo el Prelado por la satisfaccion que se tenia ya en la Provincia de su mucho espíritu, y zelo de la salvación de las almas,. Y yo, aunque indigno, fuy también de los señalados para aquella empresa, que fuimos seis en compañía del Padre Fray Martin de san Iuan, Religioso grave, de mucha virtud, y letras, que fue por nuestro Comissario. Partimos de la ciudad de Manila en los navios de socorro que embió el Governador de Filipinas, don Alonso Faxardo, el año de diez y nueve al Maluco, y llegados que fuimos allá, se determinó que nos repartiessemos. Que el dicho Padre fray Blas Palomino fuesse, con otro Sacerdote, y un Religioso lego enfermo, a predicar al Reyno de Manados, que es en la misma Isla de Macasar, al principio de la tierra; y el Comisario, y yo con otro Religioso lego, fuessemos á Macasar, y para tener mejor ocasión de entrar, llevamos una embaxada, y preferente, del Governador de Filipinas, para el rey de Macasar. Salimos de Maluco en un navio del Rey, y llegamos a Manados, donde estuvimos quatro , o cinco días, y dexamos allí a los dichos Padres, después de haber hablado al Rey, y a los principales de la tierra, todos los quales dieron su consentimiento, para que se quedasen a predicarles, y enseñassen el camino del cielo, y nosotros passamos a Macasar. Sucedió, pues, que el demonio embidiosos del gran fruto que allí avia de resultar, y de las muchas almas, que por aquel camino le avian de quitar de entre las uñas, echó sus redes, y urdió tales tramas, que por nuestros pecados vino á estorvar la entrada; porque revistiéndose en los hechiceros, y bruxos, que allí son como sus Sacerdottes, se juntaron todos, y acudieron al Rey, y a los Señores mas principales de la tierra, diciendo que mirassen lo que hazian, porque si recibían aquellos Padres se avia de destruir su tierra, y se les avian de morir sus hijos, y mujeres, que assi se lo avian dicho sus Dioses, y junto con esto se les apareció el demonio en diversas figuras, fieras, y espantosas, amenaçandolos si recibián a los Padres, todo lo que causó en ellos tanto miedo, y espanto que no obstante que los Religiosos les predicaran en contra de aquello, y hizieron todas las diligencias posibles, se cerraron en que no habían de quedar allí los Religiosos, y por nuestros pecados y secretos juizios de Dios vino a ser assi: Viendo, pues, los dichos Padres, que ya aquello no tenia remedio, y que estaban allí perdidos, entraron en consulta de lo que harian, y determinaron, que los dos se bolviessen a Manila a dar parte al Provincial de lo que passava, y el Padre fray Blas fuesse a Macasar a hazer lo propio al Comissario, y acertandose a hallar allí dos navios, y una galeota de Portugueses, que iba a Macasar, se embarcaron los dichos Padres ( página 220. Parte I) y prosiguieron su viajes.
Página 220. PARTE I.
En esta sazon estaba el Padre Blas muy enfermo, y casi desafuciado de la vida, y por esta causa pidió, que antes que se ambarcasse le diesen los Sacramentos, por lo que Dios fuesse servido de hazer de su vida. Hizieronlo assi, y luego se embarcó, y fue su viaje, y en el fue Dios servido que mejoró, y fue ya bueno quando llego al Reyno de Macasar, donde nos hallo con el mismo desconsuelo, que el llevava de ver no hallamos la tierra tan bien dispuesta como pensamos, para sembrar en ella la palabra del santo Evangelio, porque aunque fuimos bien recibidos del Rey, y aceptó la embaxada, y concedió la paz, y amistad con los españoles, y otras cosas que se le pedían. En lo que fue dexar predicar en su tierra, ni hazer Christianos, no quiso venir, antes publicó luego un vando en su tierra, de pena de la vida a qualquiera que se hiziese Christiano. Y por mas que le predicamos, y diligencias que hicimos, no fue posible lo contrario. Y aviendo estado allí algunos meses, y experimentado no hazia fruto ninguno, ni avia esperança de que haría adelante, determinó nuestro Comissario de que nos fuessemos  el Padre fray Blas, y yo al Maluco, y que desde allí fuesse yo a Manila a llevar la respuesta de la embaxada al Governador, y dar parte al Provincial de lo que passava, y que el Padre fray Blas se quedasse allí en Maluco, para ser Presidente de un Convento nuevo, que se avia tomado en la Isla de Tidore, que es en el mismo Maluco, junto a la Isla de Terrenate. Con esto nos embarcamos en dos galeotas portuguesas, que iban a Maluco, y cada uno en la suya començamos a navegar, y hazer nuestro viage, el qual fue tan trabajoso de tormentas, y peligros de enemigos, y vientos contrarios, que nunca tal se ha visto; porque en viage donde se acostumbra tardar, quando mucho, veinte días, estuvimos mas de sesenta y tantos, y por quatro vezes encontramos con enemigos, y peleamos con ellos. Finalmente llegando a la contracosta de Manados, tuvimos tan recio viento contrario por la proa, por mas de diez días, que saliendo por dos , o tres vezes a atravesar el golfo que ay de allí al Maluco, que son cosa de cinquenta leguas, volvimos a arribar donde aviamos salido, y viéndonos ya necessitados de agua y bastimentos, nos llegamos a una Isla pequeña, que esta pegada a la misma Isla de Macasar, cosa de tres o quatro leguas antes de llegar a los volcanes, que llaman de Manados. Y aviendo tomado agua, y en dos días no aver visto gente, otro dia de mañana vieron de la galeota donde iba el Padre fray Blas, unas banderillas blancas puestas en unos palos en la playa. De nuestra galeota no las vimos, ni la gente que después vieron de la otra, porque aviamos surgido mas de media legua desviados. El Padre fray Blas pidió al Capitán fuesen con la chalupa a ver que gente era, y si traían algún refresco, lo qual se hizo yendo algunos marineros y soldados, y en su compañía el dicho Padre  Fray Blas. Llegaron cerca de tierra, y vieron ser gente desnuda, algo blancos, cabellos largos como mugeres, que es por la mayor parte el uso de aquella tierra. Hablaronles por un interprete, y después de muchas demandas, y respuestas, les pidieron viniesen al navio un par dellos, y que les regalarían, y ellos vinieron en ello con que se quedasen otros dos de los nuestros en tierra con ellos. Hizose assi, y traidos al navio les dieron de comer, y de beber muy bien, y el Padre fray Blas les (capítulo LXVIII, página 221) dio muchas cosas de bugerias, que traía de Macasar, y ellos apetecían. 
CAPÍTULO LXVIII, Página 221.
Dixeron que eran de unos pueblos que avia allí cerca, que estaban cerca del Reyno de Manados, donde aviamos estado primero, y que abria de traviessa de allí a Manados, por tierra cosa de catorce leguas no mas. Con esto se fueron, y los echaron en tierra, y volvieron a coger los nuestros. Quedó de concierto, que otro dia avian de volver, y traer refresco. A todo esto en nuestra galeota no sabíamos nada, y otro dia de mañana al amanecer, se embarcó el Padre fray Blas, y con alguna gente vino a nuestra galeota a darnos parte, y comunicar lo que les avia passado el dia antes, y en particular me dixo, que era aquella muy buena ocasión para volver a entrar en Manados, que pensaba, si hallaba ocasión, quedarse allí y de allí atravesar a Manados, a ver si podía reducir aquella gente, que los traía atravesados el coraçon, por ser gente afable, y de buenos naturales para Christianos, y muchos dellos lo querían ser, y quedaron muy pesarosos de que se fuesen los Padres. Con esto hablamos al Capitan de nuestra galeota, para que consintiesse, que fuesse nuestra barca también en compañía de la suya, con algunos soldados, y vino en ello. Fuimos, entrados cada uno en su barco, y primero fuimos á la galeota del Padre fray Blas a pedir licencia a su Capitan para ir donde avian hablado el dia de antes aquella gente, y el la dio, aunque con harta dificultad, temiendose no sucediesse alguna desgracia, porque era hombre muy cursado en aquella tierra, y conocía toda aquella gente ser Moros, y muy traidores. Mas por las persuasiones del Padre Blas dio licencia, advirtiendo del orden que se avia de tener, y embiando gente de guarda. Llegados que fuimos al puesto, nos salieron á recibir algunos de aquellos Indios, y el Padre fray Blas los llamó, y dixo le sacassen del barco como lo hizieron , en hombros. Fue saliendo la demas gente, que solos quedaron quatro hombres en cada barco. El bendito Padre los començo luego a abraçar, y se sentó a la sombra de un árbol con algunos dellos, y el interprete, que era Portugues, a tratar lo que llevaba pensado. En este tiempo yo me puse a hablar con los demás, que por allí estaban divididos, y apartados en corrillos, y preguntándoles si traían algún refresco, me dixeron que si, y que lo tenían allí dentro en el Monte, que no lo podían traer acuestas, que entrassemos por ello, de que yo no lo colegi bien, y entrando mas adentro vi detrás de unos arboles muchas lanças, y adargas juntas, y amontonadas, como escondidas. Y haciendo como que no avia visto nada, me bolvi a salir disimuladamente, y llegue al Padre fray Blas, y le dixe lo que avia visto, y lo que dezia aquella gente del refresco, y respondio que no, que era muy buena gente y que si traían algo les dixesse lo sacassen ellos, y con esto se volvió a hablar con ellos, y yo me desvie entonces cosa de doze , o catorce passos, y mirando ázia los barcos vi a los que en ellos estaban tomar apriessa los arcabuces, y decir a voces, traición, traición, y volviendo a mirar atrás, vi ya atravessado con una lança al bendito Padre fray Blas, y con otra al interprete. Y si dos, o tres soldados que se hallaran cerca no dispararan sus arcabuces, y echaron mano a las espadas, con que ellos temieron y huyeron, nos alancearan a todos. Retiramos luego al Padre fray Blas, que murió en mis manos dentro, de un quarto de hora, y el otro cuerpo no pudimos (página 222. PARTE I) retirar, temiendo no nos cercassen las embarcaciones. 
Página 222. PARTE I. Abajo, CAPÍTULO LXVIII, Página 223

Llevamos al Padre fray Blas a su galeota, y yo estuve con el toda aquella noche, y por la mañana vino la gente de la otra galeota, y lo llevamos a enterrar todos juntos a una isleta pequeña, que estaba allí junto, lo que se hizo con la mayor solemnidad que se pudo, porque yo llevaba sobrepelliz, y estola, y sus velas todos los Portugueses. Dexamos marcada la sepultura, para en otra ocasión volver por su cuerpo, como se hizo dentro de seis meses, y se llevó al Maluco, donde esta colocado en una caxa en la Iglesia de nuestro Convento de san Antonio, como de santo Martir, y assi lo escribe la Provincia en una patente que dio el Padre Custodio fray Marcos de Lisboa para el Capitulo General, poniendolo, y nombrandole entre el numero de los Martires que avia avido en aquella santa Provincia, y con mucha razón, pues además de aver ido de España dedicado para la conversión, fue allá escogido para embiar a predicar el santo Evangelio a las tierras de Moros, y Gentiles, arriba dichas, Y en esta demanda murió alaceado por los Moros de aquella tierra, in odium fidei, como consta de la experiencia grande que se tiene de los que los han comunicado, que quisieran beber la sangre de cualquier Christiano todos los de aquella tierra. Y demás desto, que como arriba he dicho, su intento principal de salir aquella ocasión, fue con deseo de convertirlos, y ver si podía quedar allí para pasar al Reyno de Manados, donde primero avia estado, todo con el fin de ganar aquellas almas, como me comunicó antes. Demas desto, el dia antes tuvo grandes impulsos, y deseos de decir Missa, que me pidió muy encarecidamente la dixessemos, porque traíamos todo recado. Y  pareciéndome, que la mar andava muy alterada, y que era cosa peligrosa, como a la verdad lo era, no me parecio venir en ello. Mas el bendito Religiosos hizo tanta instancia, cosa que jamas avia hecho en todo el viage, que le dixe, la dixesse muy en hora buena, que yo le tendría el Caliz, y le ayudaría. El se confesso luego, y preparó muy devotamente , y la dixo, aunque con harta dificultad, por la inquietud grande del mar. Que parecía sentía ya en su alma algunas premissas de su muerte, y buena suerte, que el Señor le tenia guardada, la qual aunque no cabe devaxo de merecimiento, supo gangearla, y si decirse puede , merecerla, con su santa vida, harto mejor que no yo. Pues por mis pecados estando, en la misma ocasión, no tuve tal ventura; y porque todo esto es assi verdad, coram deo, lo firme en este Convento de nuestro Padre san Francisco de Madrid a dos de Iulio de mil y seiscientos y veinte y siete. Fray Pedro de la Concepción.

Esta certificación del muy Reverendo Padre fray Pedro de la Concepcion contesta con una patente que dio el Padre fray Pedro Bautista Comissario desta sagrada Religion en Filipinas, y juntamente con una información jurídica que hizo deste sucesso el Doctor don Diego Lorenço, Canonigo de la Cathedral de Malaca, y Vicario de la Chistiandad.del puerto de Macasar, por comisión de los Governadores del Obispado de Malaca, Francisco Suarez Tesorero, y Lorenço de Acosta Vicario, en que deponen los soldados que acompañaron al santo fray Blas, ante Iuan Rodriguez escribano. Y puesto que ambos instrumentos sean de mucha autoridad, no los traslado aquí, porque en sustancia son una misma cosa, con lo que testifica el Padre fray Pedro de la Concepcion. En vez de todo añadiré una clausula del Martirologio Franciscano, donde se hace celebre commemoracion deste martirio assi: Beatus Blasius Palominus Martyr Provincia Granatensis fuit alumnus. Qui mare traycious, ut illis esseratis gentibus Evangely lucem difunderes, apud insulanos Maluceenses necatus est anno millesimo sexcentésimo vigésimo. De eius canonizatione agitur: ad cuius processus confiandos litera petuntur Apostolica, uti constat ex libello Neapoliedito anno millesimo sexcentésimo vigésimo sexto, apud Typographian Isaunis Dominios Roncaliolis . Rapineo bistor, general origin recoleos. P.i pref. 6.4 Gaviana p.i. cap.24. Fue su glorioso triunfo a diez de Março del año mil y seiscientos y veinte.

Granada 24 de mayo de 2019.
Pedro Galán Galán.
Bibliografía:
De Bilches, Francisco: Santos y santuarios del obispado de Jaén y Baeza. Madrid, 1653.