PROLOGO

Se pretende que sea éste un espacio dedicado a entretener y deleitar (... a través de la fotografía fundamentalmente) ... a dar a conocer (...o traer al recuerdo) ciertos monumentos o espacios situados en el término o cercanías de Lahiguera. ...a llamar la atención por el estado de abandono y deterioro de muchos de ellos, ...y si llegara el caso, a remover la conciencia de todos los que somos "herederos" de tales monumentos y espacios, y que con nuestra aportación ayudásemos a la conservación de los mismos.

martes, 18 de diciembre de 2018

LAS TIERRAS DE TITULARIDAD PÚBLICA DE LA HIGUERA EN EL AÑO 1645: UNA DEHESA BOYAL DE 300 FANEGAS (COMÚN CON ANDÚJAR), Y EL EJIDO QUE JUNTO CON EL SITIO DE SANTA CLARA SUMABAN 28 FANEGAS DE TIERRA.


LA VENTA DE TERRENOS BALDÍOS EN LA PROVINCIA DE JAÉN A MEDIADOS DEL SIGLO XVII.

En la fecha reciente del 23 de noviembre de 2018, publicamos un artículo titulado: La pérdida de los terrenos baldíos del municipio de Lahiguera entre los años 1572 y 1579, reinando Felipe II, donde relatábamos como los comisionados de la Hacienda Real: Avoz y Obregón, realizaron la venta de terrenos baldíos en nuestra villa por un importe de 3 millones, 127 mil, 550 maravedís. Ahora como continuación de este tema abordamos el mismo asunto pero ahora en manos de Felipe IV, nieto de Felipe II, entre los años 1635 y 1645, agobiado por los gastos bélicos, con los mismos problemas de la necesidad de cubrir el déficit endémico de gastos que la Corona padecía. Para documentarse ver el anterior artículo en el siguiente enlace:


La definición de terrenos baldíos de los municipios es bien conocida desde antiguo, si bien en la práctica a veces su concepto resultaba difícil de diferenciar entre este tipo de tierras de los municipios y las antiguas tierras de realengo tras la Reconquista. En los dos casos el dominio eminente de las tierras correspondía a la Corona, aunque el dominio útil de las mismas estaba en los vecinos de las poblaciones que habitaban las diferentes ciudades, villas o lugares (1).

La venta de baldíos fue un expediente muy utilizado por la Hacienda del Rey Felipe II para solventar los acuciantes problemas de liquidez de la Hacienda Real por la envergadura de sus guerras europeas y los gastos de la inmensas posesiones continentales. Posteriormente durante el reinado de Felipe III había quedado suspendida su venta de manera oficial, porque este rey quiso suavizar  la presión fiscal. Las Cortes del Reino impusieron en el año 1609 la no enajenación de estas tierras baldías, como condición para la concesión del servicio de los millones, aunque según se afirmaba dicha institución  en el año 1615 el proceso no estaba complemente detenido “so color de que no son baldíos los que se venden”.
Rey Felipe IV de España con 23 años, pintado por Rubens.

Felipe IV, agobiado por los gastos bélicos que tuvo que afrontar, se vio obligado a reanudar abiertamente (y con mayor intensidad que lo hiciese su abuelo Felipe II), este tipo de enajenaciones por consideraciones fiscales, al igual que en el siglo XVI, al margen de la problemática que se generaba para de la actividad agropecuaria en los municipios afectados por estas enajenaciones. Las diferentes guerras que Felipe IV tuvo que sostener supusieron una impresionante carga para sus súbditos, bajo las más variadas formas, una de las cuales fue la venta de baldíos. Los concejos pretendieron obstaculizar este proceso con informes negativos, pero el agente real acabó vendiendo estas tierras aunque estuvieran arbitradas por otros impuestos anteriores, lo cual dificultaba aún más su pago.

La primera comisión conocida del siglo XVII fue la de don Luís Gudiel, entre los años 1635 y 1643, cuya actuación según el profesor Domínguez Ortiz estuvo en principio circunscrita  al reino de Granada, aunque posteriormente se amplió a los de Jaén, Córdoba y Sevilla. En el año 1646 el Consejo de Castilla creía que Gudiel no había ejercido su comisión en Jaén. Lo que no era exacto porque había intervenido el Alcalá la Real.
Foto de la fachada del Ayuntamiento de Alcalá la Real, primer municipio jiennense donde intervino como comisionado Luís Gudiel.
Ayuntamiento de Porcuna.

En el año 1646 los vecinos de Porcuna habían invadido las tierras cercadas últimamente, pero no queda claro si esta situación se debió a la actuación del comisionado Gudiel o fue efecto de otra comisión posterior que se realizó en el año 1645 (2).
Edificio del Ayuntamiento de Cambil.
Por otra parte sabemos que en Cambil intervino un subdelegado de don Luís Gudiel, y que en el año 1640 ciertos particulares de la ciudad de Jaén querían comprar árboles y realengos en la sierra y en los montes, así como lugares de pasto común. También estaban interesados en los ejidos, dehesas y tierras de la campiña, como Monte Viejo, Monte Pardillo, Romeral, el ejido de la Olvidada, las Vacarizas Altas y Bajas, etc. lo que fue considerado por el concejo de la capital como muy perjudicial para la labranza y la crianza de ganado. Muchas de estas tierras baldías de la capital como Monte Viejo, Pardillo, y Romeral eran arbitrios concedidos por la Corona por los donativos que la ciudad había otorgado, y con su venta se imposibilitaría el pago de dichas contribuciones. Aunque el concejo municipal de Jaén intentó detener estas ventas de tierras baldías; fueron muy numerosas las ventas de tierras y arbolado en la sierra en Valdepeñas que tenían pastos comunes con la capital. 


En el año 1641 se realizaron ventas semejantes en Carchel y Carchelejo, a lo que Jaén en un primer momento se opuso, aunque acabó optando por la recompra al mismo precio (3).
Con ello se comprueba que algún delegado del comisionado D. Luís Gudiel intervino por tierras del reino de Jaén en esos tiempos. Por otra parte comprobamos que las tierras arbitradas también acabaron siendo vendidas, aunque no es posible confirmar si fueron vendidas en esta tacada de ventas o por la intervención de un juez posterior. Este proceso en el año 1641 tuvo críticas, como la de don Alonso Ahumada contra la pretensión del juez de que todos los vecinos de la ciudad mostraran sus títulos de propiedad, lo que fue considerado imposible de realizar “por ser antiguas las posesiones que tienen de sus haziendas” (4).
Vista de Jaén antiguo.
Las quejas por la actuación de D. Luís Gudiel y sus delegados provocaron su destitución de comisionado, y aunque tuvo un sucesor, la Junta de Baldíos entró en un periodo de hibernación, ésta era un órgano creado unos años antes para esta cuestión. Sin embargo en el año 1645 la situación político militar de la guerra  de Cataluña llevó a las Cortes a conceder autorización para que se vendieran de nuevo tierras baldías. La cuestión creo un importante conflicto en la vecina provincia de Córdoba y como consecuencia de ello se produjo el cese de la venta de terrenos baldíos como medida general, aunque se produjeran algunas ventas de baldíos de forma esporádica en este tiempo hasta las ventas realizadas en el reinado del rey Felipe V.
En el año 1645 las Cortes autorizaron a Felipe IV a vender baldíos por valor de 150.000 ducados en los obispados de Jaén, Córdoba, y Cartagena, y en los arzobispados de Toledo, Sevilla y Granada, lo que suponía una gran parte de la mitad sur de la Corona de Castilla.
Real Audiencia de Granada o Chancillería que junto a los justicia locales fueron inhibidos del proceso de vender los terrenos baldíos con el fin de evitar recursos judiciales.
A la provincia de Jaén le correspondieron aportar por ventas 25.000 ducados, y para agilizar el proceso y evitar los interminables recursos que surgían se inhibieron del asunto a los justicias locales y a la Chancillería de Granada, pues se tenía la experiencia anterior de que en las gestiones de Gudiel el número de recursos fue numeroso y era urgente aportar fondos con que financiar la campaña del año 1646 en Cataluña.
Ayuntamiento de la ciudad de Andújar, patria de Don Antonio Terrones de Robles.
Los comisionados en esta ocasión fueron don Gregorio Antonio de Chaves y don Antonio Terrones de Robles. Don Gregorio Antonio de Chaves era oidor de la Chancillería de Valladolid que recibió su comisión en fecha 20 de septiembre de 1645, mientras que don Antonio Terrones de Robles era veinticuatro del municipio de la ciudad de Andújar, despachado como comisionado el 6 de octubre , seguramente para así agilizar las ventas. Don Antonio Terrones de Robles, era una persona influyente en Andújar, al que después conocimos por su libro sobre la vida de San Eufrasio (patrono de la ciudad) y la ciudad de Andújar en general (5).
Úbeda, fachada principal del Hospital de Santiago.
Ruiz Prieto, historiador de Úbeda, defiende la idea de que Gregorio de Chaves intento crear una población a mediados del siglo XVIII. El establecimiento de señoríos sobre la base de un cortijo fue un fenómeno hasta cierto punto usual en este tiempo y don Gregorio de Chaves pretendió fundar una población entre Úbeda y Baeza, un señorío que llevara por nombre su apellido Chaves; pero la férrea oposición de la ciudadanía de Úbeda hasta el año 1667 lo impidió, pues se consideraba que el lugar sería el lugar para amparo de malhechores, cuando en realidad esta época era poco propicia para emprender repoblaciones, y este fue el motivo por el que la fundación del señorío de Chaves no se llevara a cabo. El nombre del nuevo lugar a crear nos hace pensar, que lo que Chaves pretendió crear fue un lugar bajo su jurisdicción a modo de señorío, dado que él estaba afincado en dicha ciudad antes de ser nombrado para la comisión de tierras baldías , o como consecuencia de su nombramiento intentó realizar tal creación (6).
Mapa del Reino de Jaén,dedicado a don Francisco Sarmiento de Mendoza, en el que podemos contemplar la ubicación de la villa de La Higuera.
La comisión de Chaves en un primer momento estuvo circunscrita al obispado de Jaén, pero fue ampliada en fecha 6 de octubre a Quesada y Cazorla, poblaciones que aunque formaban parte de las tierras giennenses no pertenecían al obispado de Jaén sino al arzobispado de Toledo desde la Reconquista.
Por la documentación conocida parece ser que don Gregorio Antonio de Chaves se instaló en Úbeda como comisionado, y desde esta ciudad comenzó a enviar a una serie de agentes a los diferentes municipios provinciales, que deberían presentar a su requerimiento la documentación completa sobre la situación de existencia o no de tierras baldías en cada concejo y ver así la posibilidad de sus ventas mediante expedientes de los componentes del concejo municipal, la consulta a los regidores de las villas y ciudades, pregones públicos y testificaciones diversas.
Antiguo Ayuntamiento de Úbeda.
Sobre el estado de los baldíos de cada municipio existe en el Archivo Municipal de Úbeda unos expedientes que están reunidos en dos legajos misceláneos de Agricultura entre los años 1598 y 1734 situados en el estante VII, tabla 4. Con estos expedientes reunidos en este archivo municipal podemos analizar el estado de los terrenos baldíos en las diversas poblaciones giennenses a mediados del siglo XVII.
Los informes enviados por los diferentes municipios a don Gregorio Antonio de Chaves fueron claramente negativos para la comisión que llevaba el asunto. Algunos concejos afirmaban que en su término no había ninguna tierra de este tipo, como fue el caso de Albanchez, donde sólo había una dehesa de los propios, sobre la que había impuestos varios censos.
Ayuntamiento de Baños de la Encina.
En Baños de la Encina se afirmaba que no había baldíos aunque si dehesas: Baños contaba en Sierra Morena con abundantes tierras para pastos, pues según el Catastro del Marqués de la Ensenada existían 10 grandes dehesas, que se arrendaban a ganados trashumantes periódicamente. En el siglo XVIII, Baños de la Encina debía contar con unas 14.000 hectáreas de bienes comunales y de propios (7).
El concejo de Campillo de Arenas informó que no tenía noticia de que existieran tierras de este tipo, pero que daría publicidad al asunto entre el vecindario de la población por si alguna persona las conociera y quisiera comprarlas. El concejo de Huelma negaba también la existencia de baldíos y afirmaba que si aparecía alguno era porque habría sido comprado por el municipio para descansadero de ganados. Estas tierras estaban de labor por facultad real para ayuda a las cargas que debía soportar  la villa de Huelma, por lo que en el informe se suplicaba que no se comprendieran en esta comisión. Huelma era tierra de señorío, siendo todo el término propiedad del señor, que a finales del siglo XV y comienzos del siglo XVI llevó a cabo la repoblación del lugar (8).
El concejo de Noalejo informó que todo el término pertenecía al señor de la villa, por lo que no existían baldíos.
Edificio del primer Ayuntamiento de Lahiguera, construido en la Calle Llana en la primera mitad del siglo XIX.
Actual Ayuntamiento de Lahiguera, antes Higuera de Arjona.
Otro grupo de poblaciones destacan en su informe que todos los baldíos de su término están destinados a diversos arbitrios. En nuestra villa, Higuera de Arjona, no se citaban baldíos en el informe, pero hacía referencia a otras tierras de titularidad pública. En el informe se explicaba que tenía una dehesa boyal común con Andújar, que tenía 300 fanegas de tierra, roturada por 8 años para la quiebra de millones, aunque con su producto no se compensaba ni la mitad de la carga que soportaba pues tenía que pagar una parte a Andújar por el aprovechamiento que le correspondía en dicha dehesa. Contaba también Higuera de Arjona con un ejido para descanso del ganado, que junto con el sitio de Santa Clara sumaba 28 fanegas de tierra, que habían servido para que los pobres pudieran criar algún ganado, pero a pesar de esto estaba también roturado para la quiebra de millones. La Higuera sufría una importante despoblación en este tiempo por la presión fiscal y la plaga de ejecutores que soportaba. 
Puerta de entrada al primitivo edificio del Ayuntamiento de Arjona en la plaza del Mercado, anejo a la Iglesia de San Martín.
Sobre la plaga de ejecutores que asolaba Castilla un arbitrista natural de Andújar, Lorenzo Pérez de Santa Marina, indicaba en el año 1628: “La villa de Arjona tiene un juez administrador que lleva cada año más de 1.000 ducados (…) En todas partes para mil ducados de réditos que recuperan, gastan y arbitran más de seis mil de renta” (9).
Vista lateral del edificio del Ayuntamiento de Lahiguera.
Don Antonio Terrones de Robles quiso entender en el caso del concejo de la villa de Higuera de Arjona, mientras éste informaba a don Gregorio Antonio de Chaves, consiguiendo por ese informe que a nuestra la villa se la declarase como no comprendida en la venta de terrenos baldíos, para lo que fue valioso que Terrones buen conocedor de la situación, porque había sido juez para la quiebra de millones en La Higuera, y por lo tanto era el mejor avalista de la situación de esta villa nuestra.

El municipio de Jimena señaló que los baldíos que había en su término estaban arbitrados para el desempeño de alcabalas y “conpra de la jurisdicción de los oficios del concexo”, así como hipotecados a censos para lo anterior y repartimiento de quiebra de millones. Las tierras roturadas para arbitrios sumaban 188 fanegas, sin quedar nada más a propósito para labrar; era un término muy corto y sin montes.
El informe de Mancha Real afirmaba de forma contradictoria que en su término sólo existían dos cerros pequeños, sin árboles ni aprovechamiento alguno para pasto o labor, pero se contradecía al señalar que estaban arbitrados para la paga de un donativo al Rey. De parte de la población de Torres se indicaba que en su término sólo existían unas 200 fanegas, roturadas con facultad real para la paga de la jurisdicción y repartimiento de quiebra de millones. Dichas tierras se encontraban divididas en diversos parajes y la concesión real era por un periodo de 16 años.
Edificio del Ayuntamiento de Alcaudete, con el Castillo a la derecha y la torre de la parroquia de Santa María la Mayor a la izquierda.
Otro grupo de municipios señalaba que en su término las tierras que existían de esta clase eran de poca consideración y estériles. Era el caso de la villa de Alcaudete como lo entendió Terrones, que afirmaba que no existían baldíos ni realengos, por ser el término muy pequeño, pero se contradecía al indicar que los que había eran de poca consideración. También señalaba Terrones que contaba con tierras concejiles, arbitradas por la quiebra de millones, arrendadas por suertes entre los vecinos de la villa. Añadía que Alcaudete era pobre y no tenía con qué comprar baldíos, este razonamiento favorable al pueblo iba acorde con el deseo de don Gregorio Antonio de Chaves, el comisionado, que prefería vender los terrenos baldíos de las poblaciones a los propios concejos antes que venderlos a particulares.
Cazalilla contaba según su informe sólo con un pedazo de baldíos de unas 8 fanegas de monte bajo y no aprovechable, sobre el que nunca se había arbitrado nada.
Ayuntamiento de La Guardia.
La Guardia comunicó que las tierras de este tipo se reducían a unas 30 fanegas peladas en el llamado cerro de San Cristóbal, con aprovechamiento de pasto comunes con Jaén, un terreno áspero y rocoso que sólo servía para pastos en tiempos muy rigurosos. El escribano de la villa certificaba en su informe que ante él nunca se había hecho hacimiento de baldíos.
Existían otras poblaciones en las que ya se habían vendido baldíos a mediados del siglo XVII, como era el caso de Cambil, donde años antes había actuado un subdelegado de don Luis Gudiel, que había enajenado una importante parte de estas tierras. El concejo de Cambil afirmaba que no habían quedado más baldíos que ciertas cabezadas de las ventas realizadas en tiempos anteriores, que ya estaban medidas y apeadas por el juez real competente para su enajenación a favor de algunos particulares que lo habían solicitado, habiéndole llegado a algunos el título, aunque otros vecinos no se habían obligado aún, y que la cantidades eran en cualquier caso pequeñas. La dehesa de Frontil, que el municipio había comprado al Rey estaba incluida en un pleito de acreedores contra la población.
Edificio del Ayuntamiento de Torredelcampo.

El concejo de Torredelcampo, de la jurisdicción de Jaén, señalaba en su informe que tenía como baldíos 60 fanegas de los montecillos de Castilblanco, que estaban roturadas para cierto donativo y las tenía el concejo pujadas en 1.250 ducados ante el mismo juez que actuó en Cambil, para adquirirlas tras la conclusión del arbitrio.
Torredelcampo contaba también con 12 fanegas en el Llano del Puerto, sembradas para la quiebra de millones y 30 fanegas en el cerro de San Isidro arbitradas como pasto para el mismo fin por un periodo de cuatro años. De estas tierras, 6 fanegas estaban vendidas a un particular por el citado juez, al igual que los baldíos del cerro de San Cristóbal. Los baldíos de Monte Viejo eran arbitrio de la ciudad de Jaén y estaban ya vendidos a uno de los concejales veinticuatro de la ciudad. El monte Pardillo parece que seguía siendo un arbitrio de la capital, mientras que el Romeral había sido adquirido por un canónigo de Córdoba. Los realengos de Cuesta Negra eran peñas de poco aprovechamiento. Torredelcampo aportó asimismo algunos títulos referentes a estas cuestiones (10).
El panorama que presentaban los informes era por tanto clarificador de como la presión fiscal del siglo XVII, en sus diferentes formas, había actuado sobre las tierras de libre aprovechamiento para el campesino, añadiendo de este modo una nueva carga sobre el vecindario, al limitar sus actividades económicas en esas tierras. Es casi seguro que los informes tuvieran ocultaciones, pero aún en este caso, no modificarían dicha conclusión de manera significativa. De cualquier modo hay que señalar que los municipios a los que hemos hecho referencia eran pequeños, faltando los grandes concejos de la provincia, como los de Jaén, Úbeda, Baeza, y Andújar, donde a pesar de toda la presión fiscal que sufrieron los terrenos baldíos debieron seguir existiendo tierras de este tipo. 
Antiguo Ayuntamiento de Jaén.
Calle Bernabé Soriano de Jaén, llamada popularmente "La Carrera".
Plaza de Santa María y al fondo la Catedral de Jaén.
Barrio popular de Jaén.
El hecho de que los terrenos baldíos estuvieran arbitrados no fue un obstáculo para su venta. En Jaén, antes de la citada comisión de don Gregorio Antonio de Chaves, concretamente en septiembre de 1645 se habían vendido baldíos en Olvidada, signados al 2% en lo arrendable. En el año 1646 Torredelcampo adquirió los baldíos de Monte Pardillo que estaban roturados para el mismo efecto, y su hierba arbitrada desde mucho tiempo anterior para un donativo, no siendo en absoluto casos aislados. El concejo jiennense acordó suplicar al Rey que Chaves anulara las ventas realizadas, y en caso contrario se pujara por esas tierras, ya que consideraban que las tierras arbitradas debían quedar para propios una vez concluido el arbitrio. En el mes de octubre se envió a un veinticuatro del concejo jiennense a Madrid a suplicar contra los administradores y ejecutores, pues se debían aunar esfuerzos con un regidor cordobés; recordemos que la cuestión de la venta de baldíos en Córdoba en el año 1645 creo un grave problema para la Corona, creándose una situación prerrevolucionaria, que propicio la paralización de la venta de baldíos por un tiempo (11).
Foto antigua de Jaén.
Puente de La Alcantarilla de Jaén.

La razón del clima creado se debió a que no se podían criar ganados para la ciudad de Jaén, que con anterioridad habían cubierto las necesidades de abastecimiento de carnes de toda la comarca (12).
Lorenzo García de Malpica, beneficiado de Cambil quiso aprovechar la comisión de Chaves para adquirir tierras en los términos de Cambil y Pegalajar. Pujó la fanega de tierra de la cuerda de Jaén a 11 reales, la hierba a 2 reales por fanega, y el arbolado en lo que tasaran los apeadores. Pagaría asimismo 150 reales para que quedaran dichas tierras libres de las numerosas cargas reales y concejiles, y nadie podría pujar por ellas sin que el Rey obtuviera beneficio. En ese caso se abonaría al beneficiario lo que hubiera gastado. Entre las condiciones que estableció se hallaba la exención de derechos comunales como la derrota de las mieses. Las tierras resultaron ser 136 fanegas tasadas a distinto valor según su calidad, lo que notificó al concejo de Pegalajar, aunque las tierras fueron previsiblemente adquiridas por el clérigo.
Edificio del Ayuntamiento de Pegalajar.
Conocemos algunas ventas de baldíos realizadas por Chaves como las dehesas de las Yeguas, Somera y Hondonera, administradas por Quesada que las declaró propiedad de la Real Hacienda, y ordenó que fueran compradas por el concejo para el caudal de los servicios ordinario y extraordinario y la moneda forera, con el aprovechamiento pesquero del río Guadalentín  por 1.000 ducados de vellón. Para su paga se podrían tomar censos, imponer cargas sobre productos de consumo como la carne y el pescado, y tomar préstamos de caudal del Pósito. Quesada se vio obligada a adquirir unos bienes que utilizaba gratuitamente y que posiblemente consideraba bienes propios.
Edificio del Ayuntamiento de Cazorla. Abajo Patio central del edificio del Ayuntamiento.
En Cazorla la situación fue similar con la dehesa y vagos de Lentiscar utilizada para ciertos arbitrios con facultad real. Don Gregorio Antonio de Chaves acordó con el concejo de Cazorla, que éste  comprara 200 fanegas por 1.500 ducados de vellón, con permiso de tomar fuera de dichas tierras un sitio para casa y era, respetando los derechos de los que las tuvieran arrendadas para los arbitrios. La compra fue para el Pósito y se realizó lógicamente con los fondos del mismo.
En enero de 1646 el Rey, ante la urgente necesidad de dinero para la compra de caballos para la campaña de Cataluña, autorizó a don Gregorio Antonio de Chaves a vender cualquier efecto excepto los indultos o las  autorizaciones para empeñar, o también vender bienes de mayorazgo, “porque lo que es de esta calidad para mayor servizio mío lo tengo reservado para el mi Consexo de cámara”.
En estas ventas también se podría concertar con todos los compradores anticipos en sus pagos dándoles los “intereses y adeala que con cada uno asentaredes”. Don Gregorio Antonio de Chaves vendió numerosos oficios municipales, o nuevos privilegios en su uso a los que ya los poseían en diferentes villas del Adelantamiento de Cazorla. 
Foto antigua de la Plaza del Pópulo de Villanueva del Arzobispo.
En Villanueva del Arzobispo los vecinos habían realizado plantaciones de viñas, olivares, etc. en sus propias heredades, pero los jueces de la Mesta los condenaban por carecer de licencia real para ello, ya que los plantíos estaban entre las cinco cosas vedadas a los ganados mesteños, privando al ganado de la derrota de mieses. Eran cinco las cosas vedadas a los ganados de la Mesta: Trigos, viñas, huertos, prados de guadaña, y pastos boyales (13).
El común de la población se compuso con Chaves para que por 50 ducados se consideraran aprobados por el Rey dichos plantíos y los alcaldes de la Mesta no pudieran con ello molestar a los vecinos.
Chaves estaba también encargado de la adquisición de caballos para la campaña de Cataluña. Adquirió por ello equinos en Bujalance (Córdoba), señalando su pago en la cobranza de las ventas que había realizado de terrenos baldíos. Teniendo en cuenta sólo la enajenación de baldíos, sabemos que se asignaron diferentes pagas al vendedor de los caballos en lo que tenían que abonar los concejos de Mancha Real, Lopera, Torredonjimeno, Villadompardo, Ibros, La Guardia, y el mismo prior de la iglesia de Torredonjimeno.
Plaza de la Constitución de Mancha Real.

Edificio del Ayuntamiento de Lopera.
Ayuntamiento de Torredonjimeno.

Ayuntamiento de Villardompardo.

Ayuntamiento de Ibros.
Ayuntamiento de La Guardia.

Para lograr el dinero necesario para la compra de los caballos Chaves tuvo que tomar dinero prestado de ciertos particulares, como el estanquero del papel sellado. A éste le asignó la paga en el producto de los baldíos que habían comprado los concejos de Baños de la Encina y Mengíbar, así como a los vecinos de Iznatoraf y Bedmar. Se tiene constancia de esta documentación de las cartas de pago otorgadas por Chaves a estos concejos y al de Jodar, pero la suma de las cantidades pagadas carece de interés, pues en la mayoría de los casos se trata del pago de uno de los plazos en los que se había fraccionado el importe de lo que tenían que abonar por su compra.
La venta de baldíos no acabó no acabó con la comisión de Chaves, que hemos referido aquí, sino que continuó como lo prueban las quejas que el concejo jiennense expresó repetidamente por esta misma causa de enajenaciones y ventas de terrenos baldíos en los años 1649 y 1652, según se manifiesta en las actas del cabildo de fechas 29 de noviembre de 1649, y en las de fecha 29 de abril de 1652 (Archivo Municipal de Jaén, reuniones del cabildo citadas). En el año 1664 se decía que habían sido vendidas las tierras de propios de Carchel y Carchelejo, y que los labradores que las habían adquirido habían construido casas y cercas (reunión del cabildo de fecha 1 de diciembre de 1664).
Granada 18 de diciembre de 2018.
Pedro Galán Galán.
Bibliografía:
Archivo Municipal de Jaén actas del cabildo de 8 de marzo, 30 de abril, y 15 de junio del año 1640; y de las de fecha 18 de mayo y 11 de noviembre del año 1641). (3).
 Archivo Municipal de Jaén actas del cabildo de fecha 24 de enero de 1641). (4).
Archivo Municipal de Jaén, actas de las reuniones del cabildo de fechas 4 de septiembre de 1645, 12 y 26 de enero y 26 de octubre del año 1646. (12).
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