EL
ORIGEN DE LA DEVOCIÓN A LA VIRGEN DE LA SOLEDAD EN ESPAÑA, Y LAS RAZONES POR
LAS QUE DESDE EL CONCILIO DE TRENTO LOS TEMPLOS SE DOTARON DE IMÁGENES
SAGRADAS.
En
fecha 18 de noviembre del año 2011, publicaba en este blog un artículo que
recogía la historia de la imagen de Ntra. Señora de La Soledad de Lahiguera. Todo
fue a raíz de la información proporcionada por un matrimonio amigo arjonillero
residente en Granada, Dª. Soledad Bernal
Ramírez, esposa de D. Luís Hernández Mercado, mis informantes. Casualmente hemos vuelto a encontrarlos al cabo de varios
años y la conversación con ellos ha dado nuevas luces sobre la evolución de los
pasos seguidos por nuestra Virgen de la Soledad desde Arjonilla a Lahiguera.
Por eso actualizo el anterior escrito en las partes correspondientes a la
información dada, sobre todo por descubrimiento del benefactor Francisco
Carmona Garrido que sufragó la imagen y las razones que refiere Rueda
Nevado Alfonso del testimonio de
“Conchita”, Concepción Gómez Martín como después veremos. La clave de la
novedad es que no fue el pueblo de Arjonilla quienes rechazaron la imagen sino
que fue el Prior de Arjonilla D. Luís Sotomayor García, que al parecer tenía
algo de genio y quizá dotes de mando.
Parece
un azar del destino que celebremos este año el octogésimo primer aniversario de
la presencia de nuestra Virgen de La Soledad en nuestra villa (defiendo que
llegó en 1939 a la vista de poseer nuevos datos), y el 117 aniversario del
nacimiento de un escultor imaginero como D. Domingo Sánchez Mesa, que dedicó la
totalidad de su producción artística a la realización de imágenes de tema
sacro. Un artista que nació en un pueblo de la Vega de Granada, Churriana de la
Vega, el día 1 de febrero de 1903, día de San Cecilio, en una familia sencilla
y de hondos principios religiosos, tan próxima a la ciudad de Granada, que le
permitía acudir de niño al colegio de los Escolapios en su periodo de educación
primaria.
Mientras,
nosotros atravesamos el tiempo de la pandemia del Covid 19, confinados y sin
procesiones de Semana Santa, ni actos públicos de la Santa Pasión de Jesús.
Después
de pasado unos nueve años, volvemos a retomar un tema que aún hoy, y desde el
tiempo de nuestros padres y abuelos, ocupaba la primicia de las conversaciones
durante nuestra Semana Santa. En mi niñez era como un pequeño cuento que
nuestras madres contaban, mientras se hacía hora para el paso de La Virgen de
La Soledad por nuestra calle. Como ahora sabemos algo más del cuento real de la
llegada de la bendita imagen de Nuestra Señora de la Soledad a nuestra villa,
allá por el otoño del año 1939, nos disponemos a actualizar el artículo que
publicamos en el año 2011, con las nuevas informaciones disponibles.
Bellísima imagen de Nuestra Señora de la Soledad de Lahiguera, obra del insigne imaginero D. Domingo Cecilio Sánchez Mesa en 1939. |
Durante
un tiempo comprendí que sin datos de registro alguno, y con esa mala costumbre
de no dejar anotaciones de hechos tan importantes para la cofradía, la imagen de La Soledad pudo llegar a nuestra
villa en los comienzos de decenio de los años 40 del pasado siglo, así lo
exprese en el artículo que publicamos en este mismo blogspot en 18 de noviembre
de 2011 en el enlace que a continuación os facilito para la consulta de los
interesados en ello:
Don Domingo Cecilio Sánchez Mesa en su taller granadino, escultor, imaginero y tallista que murió en Granada en 1989. |
Algunos
años después, en el año 2016, pude consultar y comprobar, para mi asombro, que se
nos aclaraba el enigma de la fecha de la llegada a Higuera en una página de
Facebook, creada por algún miembro de la familia Sánchez Mesa, tal vez por un nieto
en fecha 25 de abril de 2016; una página dedicada al último gran imaginero de
la Escuela Granadina Domingo Cecilio Sánchez Mesa-Churriana de la Vega 1903-Granada
1989, titulada: Domingo
Cecilio Sánchez Mesa - Escultor, Imaginero y Tallista
En
esta página web creada en fecha 25 de abril de 2016, con publicaciones en
fechas 25 de abril de 2016 y en fechas 26 y 27 de ese mismo mes y año, y
finalmente en fecha 17 de febrero, comprobé como se indicaba con claridad que
la imagen de La Virgen de la Soledad de Lahiguera fue entregada a los gestores
de su adquisición para la parroquia de Arjonilla en 1939, algo que puede comprobarse
en la misma página de dicho enlace de Facebook. Con este dato de tanta
fiabilidad como la de proceder de la página web de Facebook en la que alguien
de la familia Sánchez Mesa, publica la gran mayoría de las imágenes salidas de
sus manos y del taller que abasteció de imaginería religiosa a muchas
poblaciones de Andalucía, tal como entrando en esta página puede comprobarse. Haciendo
un breve estudio de las referencias de imágenes y años de su creación, se puede
apreciar entre las imágenes catalogadas como del mismo año o años próximos, un
cierto conjunto de parecidos entre ellas, algo que se aprecia como bastante
diferente de las que salieron de sus manos tan sólo un quinquenio y un decenio después.
Por
ello y a falta de otro dato o datos que pudiesen demostrar lo contrario,
defendemos que fue en el mismo año de 1939 cuando la imagen de la Virgen de La
Soledad de Lahiguera fue entregada a Arjonilla, y que naturalmente al no
gustarle al párroco que hizo el encargo, D.
Luis Sotomayor García, éste tratase de cederla a algún párroco del mismo
arciprestazgo de Andújar, del que él era miembro, y que por igual motivo de la
pérdida de sus imágenes, estuviese interesado, quizá por conversaciones mutuas anteriores,
en dotar a sus respectivas parroquias de las imágenes de los santos que habían
sido destrozados en la Guerra Civil a principios de la misma, con seguridad en
el mismo año 1936.
Entiendo
que ese dato de la fecha de 1939, debió publicarse en la página del blogspot… siguiendo
los registros de entregas que se hacían en el taller de D. Domingo Cecilio
Sánchez Mesa, como simple control del negocio del taller artístico, al igual
que en la citada página se pueden comprobar otras muchas fechas de entrega de
imágenes de los más variados lugares de nuestra geografía andaluza.
En
el año 2017 en una de las múltiples visitas realizadas a Lahiguera, comprobé
que se celebró el 75 aniversario de la llegada de la imagen de Nuestra Señora
de la Soledad a Lahiguera, hecho que tuvo su repercusión en el diario Jaén, con
publicaciones con ocasión de tal aniversario; sinceramente me vi sorprendido y
junto a publicaciones en el diario provincial Jaén, traté de buscar datos que
confirmaran la llegada en esa fecha de 1942, pero los datos de su confirmación
no existían y por lo tanto no me fueron dados, por esta razón callé y otorgué
como medida de ignorancia, discreción o prudencia. Según mi propuesta de ahora la
llegada de Nuestra Virgen de la Soledad a Lahiguera se produjo tres años antes,
es decir, en lugar de fecharse su llegada en 1942, con el nuevo dato que
aportamos puede quedar fijada su llegada quizá en el último trimestre de 1939.
La
Guerra Civil había concluido con muchas pérdidas de vidas humanas que eran
irrecuperables, y había que recomponer los destrozos de la guerra, entre los
que también figuraban las imágenes, el templo calatravo del siglo XVI y la
Ermita de Jesús, que hoy conocemos como Ermita del Santo, que estaban llamadas a
restaurar la espiritualidad tras años de lucha fratricida. En el templo
parroquial se había destrozado el retablo y las imágenes que lo componían como
El Cristo de las Aguas, y alguna otra imagen. Había quedado intacto el original
artesonado de madera del techo… y por ello suponemos no se aceptó el proyecto
que presentó La Dirección General de Obras Devastadas, que hubiese supuesto la
pérdida del referido artesonado. Hace unos años D. Juan Rubio Fernández,
párroco actual, dio a conocer el proyecto de renovación del templo afectado,
proyecto que reproducimos en la siguiente imagen original.
Proyecto de Iglesia en Higuera de Arjona (Jaén). Proyecto presentado por la Dirección General de Obras Devastadas. |
Entre
vehículos de reconciliación estaba la fe sentida por el pueblo, nuestros padres
recordaban el valioso tesoro de imágenes que perdimos, con los desgraciados
hechos ocurridos durante aquellos terribles días, en los que la incultura y
ceguera de la revolución y de la Guerra Civil se ensañó con injusta venganza
contra la misma vida humana, y contra el patrimonio de la Iglesia y todo lo que
a ella representaba.
Ahí
están como hirientes testigos nuestro recuerdo del Cristo de la Aguas y el
mismo retablo de nuestro templo del siglo XVI. Obra de Juan de Reolid, que hoy
hubiese tenido desde 1525 casi 500 años de antigüedad, tristemente perdimos unas
imágenes desaparecidas en esos aciagos días, que perdimos irremisiblemente,
porque en cada una de aquellas imágenes y altares destruidos había, además de
las piadosas ofrendas de tantos fieles, tantos sentimientos religiosos de
nuestros padres y antepasados, y tantas espiritualidades truncadas, junto a los
valores culturales, que, entonces y ahora, ennoblecían nuestro mejor y más
social patrimonio, de lo que era de todo el pueblo nuestro, de lo que
injustamente fuimos desposeídos.
Santísima Virgen de la Soledad de Lahiguera obra de D. Domingo Sánchez Mesa, que en este año 2021 ha sido trasladada por primera vez al templo de abajo de la parroquia, para la ocasión de celebrar el tradicional Triduo en su honor, por motivos de disponer de mayores espacios para prevenir la pandemia de la Covid-19. |
De
la validez de las que hoy componen el cuadro de imágenes de nuestra villa,
todas esas imágenes de imagineros como D. Domingo Cecilio Sánchez Mesa (La
Virgen de La Soledad), D. José Navas Parejo (La Virgen de Los Dolores) y D. Juan
Martínez Cerrillo (El Santísimo Cristo de la Capilla, Nuestro Padre Jesús “El
Nazareno”, y San Juan), todas estas imágenes son hoy nuestras imágenes de
devoción, como imágenes de culto activo, con fervor fuerte y muy popular de
todos los fieles, aunque ahora más manifiestamente y especialmente de los
jóvenes; de ello nos habla la devoción diaria y popular que reciben a lo largo
de todo el año, como tales imágenes sacras, en sus dos templos, donde a la vez
proyectan también su fe como idóneo testimonio aún perdurable de la profunda
religiosidad popular, quizá la misma que sus autores pusieron en ellas, y que
junto con el arte de cada uno, y con su fe, las hicieron posibles como imágenes
para nuestro deleite y contemplación piadosa. A todos, estos artistas del arte
religioso de entonces y de los necesarios restauradores de ahora, son a los que
desde aquí recordamos hoy también.
Así
pues la historia de la presencia de Nuestra Señora de La Soledad en Lahiguera
comienza por ser un encargo del párroco de Arjonilla, D. Luís Sotomayor García
en el mismo año 1939, (una vez acabada la guerra fratricida), que encargó una
nueva imagen de la Virgen de Los Dolores, que recordara a la virgen
desaparecida, a otro sacerdote D. Luis Ramírez Olivares (tío de Soledad Bernal
Ramírez, esposa de D. Luís Hernández Mercado, mis informantes) que al parecer
por su situación de privilegio cultural era el perfecto conocedor del mundo del
arte en la ciudad granadina, quién enseguida dirigió el encargo al gran
escultor granadino D. Domingo Sánchez Mesa.
Imagen de la Virgen de La Soledad de Arjonilla que fue destruida en la Guerra Civil, cuya pérdida dio lugar al encargo del párroco de Arjonilla de la Virgen de La Soledad que veneramos en Lahiguera. |
El
párroco de Arjonilla, D. Luís Sotomayor García era hombre acaudalado, bastante generoso
con la gente necesitada en aquellos años, años de penuria económica, que pidió
a otro sacerdote D. Luis Ramírez Olivares, también abogado, poeta, y persona bien
conocedora de la amplia oferta de la imaginería granadina de este tiempo; era
un personaje muy conocido e influyente, y refieren que bastante inteligente por
ser número uno en oposiciones, que también ocupó el cargo de Administrador de
los Servicios Benéficos de la Diputación de Granada. Era la persona idónea por
ser natural de Arjonilla, residente en Granada, y que seguramente se consideró
el ideal por su buena amistad, relación personal y por su conocimiento del
mundo artístico granadino, al ser reconocido en Granada y a su vez ser buen conocedor
de todo el panorama artístico de aquellos tiempos. El mismo ayuntamiento de Arjonilla
había pedido al prior de la localidad que hiciese las gestiones para la
adquisición de una imagen del desaparecido San Roque, patrón de la villa para
le celebración de la fiesta patronal de la localidad, suponemos que ésta fue la
primera gestión del párroco de Arjonilla, D. Luis Sotomayor García, a petición
del ayuntamiento, para que éste se pusiese en contacto con D. Luis Ramírez
Olivares, residente en Granada.
El
párroco de Arjonilla, D. Luis Sotomayor García, le pidió que encargase a un
imaginero que conociese en Granada la imagen de una Virgen de la Soledad, que
pudiese sustituir a la destrozada en los años de la Guerra Civil en Arjonilla,
y este señor se encargó e hizo esta gestión ante uno de los escultores
granadinos de más prestigio de aquellos años 40, D. Domingo Cecilio (nacido el
día de San Cecilio) Sánchez Mesa, que desarrollo sus dotes artísticas con esplendidas
obras de arte hasta su vejez y muerte en 1989.
En
los años 30, Domingo Cecilio Sánchez Mesa decidió instalarse por su cuenta y
abandonó el taller de su maestro el
imaginero Eduardo Espinosa Cuadros.
Su primer trabajo fue un encargo del Ayuntamiento de Motril, y en esta misma
ciudad realizó su primer “Crucificado” para las religiosas dominicas, que sería
quemado durante la República.
Durante
la Guerra Civil, su actividad como imaginero se vio mermada por los
acontecimientos que asolaban el país. Pero tras este período negro en la
historia de España volvió con fuerza montando su estudio en Granada, se
necesitaban reponer muchas imágenes desaparecidas.
Virgen de La Soledad de Lahiguera, obra de 1939 de D. Domingo Sánchez Mesa. Foto de Ángel Pancorbo Pancorbo. |
Véase
el parecido de esta imagen llamada Nuestra Señora de las
Angustias de Motril con nuestra virgen de La Soledad. Foto de Reche. Parecido que se reafirma con la imagen antigua de Nuestra Señora de la Amargura de Granada del año 1943 de la foto de más abajo.
|
Antigua
imagen de Nuestra Señora de la Amargura de Granada, año 1943.
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A
sus 40 años, era ya un imaginero de renombre en Granada y los encargos se le
multiplicaron. En esta época va a llevar a cabo una importante actividad por
dos motivos: en primer lugar por su estimada consideración como escultor, lo
que le hizo valedor de numerosos encargos, y por otra parte por recuperar la
imaginería andaluza, que había sufrido las garras de la guerra. Domingo
consiguió que imágenes perdidas por la Guerra Civil fueran sustituidas por
obras de arte. Después de la misma montó su estudio en Granada y realizó
importantes trabajos de creación artística para varias parroquias. Su gran
talento le hizo acreedor de un gran renombre y los encargos se multiplicaron.
Sánchez
Mesa imprimía a sus imágenes el
clasicismo de la escuela granadina dieciochesca, a la vez que hacía patente en
las mismas muestras de un gran modernismo, como se puede observar, por ejemplo,
en el tallado de la barba del Cristo de los Estudiantes de la localidad
malagueña de Vélez-Málaga, el cual está hecho sin modelado aparente y con un
rudo uso de la gubia pero con un previo estudio efectista con el que elimina
así los retorcidos mechones tan típicos de centurias anteriores.
Otro
apartado a destacar de Sánchez Mesa es su profundo estudio de la anatomía de
las tallas que realizaba, principalmente en las de imágenes de Cristo, en las
que la musculatura y el estudio de las posiciones se hacen patentes al observar
sus obras. Valga como ejemplo de lo anterior la imponente imagen de Jesús del
Gran Poder, también de Vélez Málaga, para muchos la obra cumbre del artista
granadino, en la que nos presenta una imagen de un joven varón totalmente caído
en el suelo por el peso del madero y que levanta la mirada implorante al cielo,
lo que hace al que lo contempla sentirse partícipe de la escena.
Nuestro Padre Jesús del Gran Poder en su tercera caída de Vélez Málaga, año 1973 en las tres fotografías. |
Nuestra Señora de las Angustias Coronada de Vélez Málaga, 1952. Detalle del Cristo que aludíamos. |
Nuestra Señora de las Angustias Coronada de Vélez Málaga, 1952. |
Santísimo Cristo de la Expiración de Granada, salido de la gubia del granadino Domingo Sánchez Mesa en el año 1943, representa a Cristo crucificado en el momento de expirar. |
Su
producción escultórica hunde sus raíces en la escuela granadina, siendo este
periodo histórico una fuente inagotable de inspiración en la mayor parte de sus
obras, aunque sin descartar su genio creador. Su obra es ingente, pero ello no
supone que realizara trabajos en serie (tan propio de algunos imagineros
contemporáneos) sino que para él cada obra era especial, diferente e íntima.
Para Domingo Sánchez
Mesa, cada una de ellas era “su imagen”, “su Cristo”, “su Virgen”.
María Santísima de los Dolores de Jaén, obra de D. Domingo Sánchez Mesa del año 1945. |
Nuestra
Señora de Los Dolores de Arjonilla año 1944, obra de Domingo Sánchez Mesa.
|
Nuestra
Señora de los Dolores en su Soledad. Iglesia Parroquial de Villargordo (Jaén),
obra de Domingo Sánchez Mesa, año 1940.
D.
Luís Ramírez Olivares, también sacerdote y un paisano de confianza residente en
Granada, de amplia formación académica y buen conocedor de todo el
extraordinario repertorio de artistas imagineros entre ellos: Prados López,
Navas Parejo (creador años más tarde de Nuestra Señora de los Dolores de
Lahiguera), Torres Rada, Roldán Plata, Paco Muñoz, Simón Olalla, López
Azaustre, Luís Fajardo, Benito Barbero, López Burgos. En Granada había también
otros talleres, como el de José Navas Parejo, con mayor empeño de empresa a lo
catalán y valenciano y el taller de los Peregrin. Aunque eran ciertamente años
malos y de crisis, estos años de la posguerra.
Imagen
de la Virgen de Los Dolores de Arjonilla destruida en la guerra civil, cuya
pérdida supuso el encargo y adquisición de otra Virgen de Los Dolores para la
parroquia de Arjonilla, imagen que terminó en la parroquia de Nuestra Señora de
la Consolación de Lahiguera en el año 1939. Foto tomada de http://cronicadearjonilla.blogspot.com.es/2014/11/imagenes-antigua-y-actual-de-la-virgen.html
|
Ésta
es la imagen de Ntra. Sra. de la Soledad de Arjonilla, que fue venerada según
la tradición durante mucho tiempo, al punto que fue considerada la patrona de
la villa. Imagen que durante la Guerra Civil fue destruida, al igual que
sucedió en Lahiguera con las imágenes y el retablo del templo parroquial. Desconocemos la antigüedad de esta imagen
pero deducimos que por seguir la línea y representación de la imagen de Nuestra
Señora de la Soledad de la Victoria Real Colegiata de San Isidro de Madrid, una
talla realizada por el escultor Gaspar Becerra, natural de Baeza, que la noche
del 19 al 20 de julio de 1936, tras conocerse el Golpe de Estado contra la
Segunda República Española, se quemaron más de cincuenta iglesias y conventos
de la capital, entre ellas la Real Colegiata de San Isidro y con ella, la
Soledad de la Victoria.
D.
Luis Sotomayor García, párroco de Arjonilla, dotó a su parroquia de Arjonilla
de imágenes del taller artístico de D. Domingo Sánchez Mesa, con imágenes de
San Roque, una Virgen de los Dolores en
1944, un Niño Jesús pequeño, etc.
Sobre
la reposición de la imagen de San Roque, contamos con la información facilitada
por D. Ildefonso Rueda Jándula, en el libro: “San Roque patrón de Arjonilla”,
publicado en 2008 por la Fundación Caja Rural de Jaén, en este valioso libro se
da pormenorizada cuenta de todas las
iniciativas municipales del Ayuntamiento de Arjonilla, con ocasión de encargar
al prior de la villa las gestiones para la adquisición de una nueva imagen de
San Roque, con la que poder celebrar en ese mismo verano de 1939 la tradicional
Fiesta de San Roque tan conocida en todos los pueblos de la Campiña Baja
andaluza. El texto tomado del referido libro dice así:
“Al
término de la guerra civil, se constituyó a comienzos de abril de 1939 la
Comisión Gestora del Ayuntamiento, presidida por D. José Pérez Bernal. El 24 de
mayo de ese mismo año, se acordó facultar al párroco D. Luis Sotomayor para
realizar las gestiones de adquisición de una nueva imagen.
El
30 de julio de 1939, nos encontramos con otro acuerdo del consistorio:
“Como
consta a los señores gestores en la sesión celebrada por esta comisión
municipal con fecha 24 de mayo último, se acordó por unanimidad satisfacer de
los fondos de este municipio el importe de la imagen de nuestro Glorioso Patrón
San Roque, y como quiera que también esta referida comisión tiene el propósito
de contribuir con una cantidad para atender a la reconstrucción de la
Parroquia, acuerda unánimemente destinar diez mil pesetas para ambos fines,
quedando para la reconstrucción de la Iglesia el sobrante que resulte después
de abonar el valor de la Imagen del Patrón”.
Para
el mes de Agosto del mismo año, la imagen de san Roque ya estaba terminada, y
con ella se pudo celebrar la primera fiesta de San Roque, en la ermita de
Jesús. Para esta festividad, se distribuyeron entre los pobres, raciones de pan
y aceite. El coste de la imagen fue de 2.600 pesetas, según el recibí firmado
por el autor:
“La
Inmaculada. Domingo Sánchez Mesa. Escultor. Carrera de Darro, 10 (tachado)
Ánimas nº 7. He recibido del Sr. Cura párroco de Arjonilla D. Luis Sotomayor
García la cantidad de dos mil seiscientas pesetas importe de la imagen y
embalaje que he construido en madera tallada y policromada por encargo oflic.
Ayuntamiento de Villa y para que conste firmo el presente anulando el anterior
de mil pesetas que había tomado a cuenta. Granada a 10 de Agosto de 1939.
Domingo Sánchez. Páguese. El Alcalde.”
Un
recibo parecido debió hacerse en el caso de la Virgen de los Dolores al Sr.
Cura párroco de Arjonilla D. Luis Sotomayor García, aunque en este caso el
costo de la imagen fuese compensado por Francisco Carmona Garrido, un fiel
devoto de la venerada y antigua Virgen de los Dolores que había desaparecido en
los inicios de la guerra civil.
D.
Luis Sotomayor García, párroco de Arjonilla fue el promotor para la adquisición
de nuestra imagen y de otra imagen de la “Purísima”, imagen que sí quedo en Arjonilla,
y que posee una capilla en la Iglesia Parroquial de la mencionada villa. Esta
imagen tiene grabada sobre la madera un
verso escrito por D. Luís Ramírez Olivares, el sacerdote poeta que realizó
ambas gestiones ante el escultor D. Domingo Sánchez Mesa.
La
representación de la Soledad y su tradición se remonta a los peregrinos a
Tierra Santa y las visitas que se hacían a una capilla dedicada a la Virgen
María, conocida bajo el nombre de “Estación de María”, que estaba situada
frente al Calvario, construida en el siglo I después de Jesucristo, levantada
en el presunto lugar donde vivió la Madre de Dios, desde la muerte de Jesús
hasta su Resurrección. Este séptimo dolor de María en su Soledad, pronto se
diseminó por toda Europa.
Nuestra Virgen de La Soledad, como todas las imágenes marianas de Sánchez Mesa, poseen un característico estilo, en el que la pena y la seriedad se unen en un estilo neobarroco, que imprime en ellas una expresión, que podemos decir que es la característica firma artística de su autor. Sánchez Mesa representó en su mayoría mujeres maduras, de rostro mayoritariamente redondeado y perfiles rectos y alargados, caracteres todos ellos claramente representantes de los cánones granadinos.
La
imagen representa a Nuestra Señora de la Soledad. Parece ser que las primeras
advocaciones e iconografías pasionistas de la Virgen María fueron la
representación de la Piedad y de los Dolores de María, y posteriormente la de
Soledad, en la que María personifica a la Iglesia abandonada y sola con los
pecados del mundo tras la desaparición del Redentor, iconografía ésta, que gozó
de gran popularidad en la España contrarreformista.
Nuestra Virgen de La Soledad, como todas las imágenes marianas de Sánchez Mesa, poseen un característico estilo, en el que la pena y la seriedad se unen en un estilo neobarroco, que imprime en ellas una expresión, que podemos decir que es la característica firma artística de su autor. Sánchez Mesa representó en su mayoría mujeres maduras, de rostro mayoritariamente redondeado y perfiles rectos y alargados, caracteres todos ellos claramente representantes de los cánones granadinos.
Santísima Virgen de la Soledad de Lahiguera, obra de D. Domingo Sánchez Mesa de 1939. |
La
expresión del rostro de Nuestra Señora de La Soledad es del más puro dolor
sublimado y pleno de tristeza, pero no exteriorizado, sino expresado de forma
íntima, rasgo típico de la escuela imaginera granadina a la que debemos
adscribir esta imagen. La cara de la Virgen la recorren cinco lágrimas de
cristal, tres en la mejilla derecha y dos en la izquierda. Su boca está medio cerrada,
dejando entrever los pequeños incisivos superiores.
Se
trata de una talla en madera de pino, de bulto redondo y hueca en su interior.
Rostro y manos talladas y policromadas, con candelero en madera de pino y
recubierto por paneles, ojos y lágrimas de cristal, y pestañas. La imagen está
formada por numerosas piezas ensambladas, con muchas uniones reforzadas con clavos
industriales, y brazos articulados con sistema de galleta en hombros, codos y
muñecas. Posee peana de madera, con una capa de preparación, policromía y
parcialmente dorada, que se fija al candelero mediante tacos de madera. La
peana también se compone de numerosas piezas ensambladas al hilo, reforzadas
con bastidor de palos y travesaño por la parte interna, encontrándose dicha
peana en un estado muy deficiente.
Podemos
afirmar que dicha imagen ha sido intervenida anteriormente, en algunos casos, con
intervenciones muy defectuosas realizadas con materiales inadecuados, que se
puede observar por ejemplo en candelero o peana. Además, posee una nueva
policromía ocultando la suya original, sin intervenir al respecto.
Concluida
la bella imagen y mostrada al pueblo de Arjonilla, resultó que para la mayoría
de habitantes del pueblo, a pesar de su belleza, no les recordaba a su antigua
imagen de la Soledad destruida, y por
tanto, el párroco arjonillero D. Luis Sotomayor García se la ofreció al párroco
de aquellos años en Higuera D. Rafael Muñoz Redondo, (Padre Antonio) antiguo
capellán militar antes de haber sido párroco del pueblo en la década de los 40
y 50. Muchos higuereños lo recuerdan yendo y viniendo de Higuera a Cazalilla a
lomos de una burra, hasta 1953 que fue sustituido en la parroquia.
D.
Rafael Muñoz Redondo fue muy popular en nuestra villa, era llamado “Padre
Antonio” por todos los paisanos de Lahiguera, debido a que era fraile capuchino
y adoptó el nombre de Fray Antonio de Pozoblanco cuando entro en su orden
religiosa (…fallecido en Madrid en fecha 26 de junio de 1978 a los 80 años de
edad). El referido párroco de Higuera aceptó y parece que pagó la imagen; dícese
también en Higuera,…a cambio de garbanzos y de trigo, versión que quedó
desmentida por el testimonio de la actual Hermandad de la Virgen de los Dolores
de Arjonilla. Este fue el anecdótico pago según se acostumbraba a contar en La Higuera,
otros dicen que el transportista encargado de trasladar al imagen de La Soledad
desde Arjonilla a La Higuera aprovecho el porte de vuelta llevando a Arjonilla
una partida de los afamados garbanzos de La Higuera.
Esto,
aunque hoy parezca algo extraño no lo es, dado que por aquellos años mucha de
la tierra calma del término municipal se dedicaba al cultivo de los afamados
garbanzos de La Higuera. Eso por una parte; por la otra ha sido costumbre en antaño
que cuando se acometía un proyecto colectivo, como fue la construcción del
nuevo templo parroquial “llamado de abajo” en el verano de 1944, (…el que hoy
es el titular de la parroquia de “La Consolación”), cuyas obras fueron
iniciadas el 24 de junio del citado año 1944, se tenía por costumbre por parte
del párroco hacer una cuestación popular para sufragar una parte de los gastos,
con la anuencia del ayuntamiento. En este último caso, los propietarios cedían
los kilos de aceituna que consideraban adecuados según su capacidad económica y
conciencia, como ayuda para colaborar en la nueva construcción. Recuerdo
también la época en que se comenzaron a
construir los llamados “grupos escolares”, lo que hoy es el colegio “Santa
Clara”, cómo obreros y muchas yuntas de mulos de todo el pueblo se turnaban
para retirar tierra hasta desmontar una altura de casi tres metros de desnivel
en el terreno, todo organizado desde el ayuntamiento de la villa.
Después
de haber preguntado a un hijo y una hija del escultor y tallista, (su hijo D.
Domingo Sánchez-Mesa Martín, catedrático de Bellas Artes de la Universidad de
Granada, fallecido el 5 de octubre de 2013 (sábado), y a su hija Conchita
Sánchez-Mesa Martín, a quienes tuve la
satisfacción de conocer), los datos relativos a nuestra imagen de La Soledad,
referidos al año, lugar y firma dónde su padre solía firmar sus obras, y no obtener
tampoco datos de ello. En la imagen se ha intentado localizar la firma, pero la
imagen tallada que consta sólo de cabeza y manos sostenidas en un armazón de
madera, no tiene ningún detalle de tal rúbrica. Se ha intentado localizar
la firma pero la imagen tallada no tiene ningún detalle de tal rúbrica.
En la imagen no se observan inscripciones, marcas, monogramas, ni firma. Se habla de que la firma del autor pudo ser eliminada en el trozo de madera que se le quito para hacerla menos pesada y más manejable en la célebre carrera de la Semana de Pasión, que cada año se celebraba, y se celebra, los Viernes de Pasión y Domingos de Gloria de cada Semana Santa de Higuera,… desde hace algunos centenares de años. No olvidemos que durante decenas de años se corría esta artística imagen, hasta que para sustituirla en “el paso o carrera” se adquirió la Virgen de los Dolores de otro famoso imaginero D. José Navas Parejo, que resultaba menos pesada para la carrera y por tanto más manejable.
En la imagen no se observan inscripciones, marcas, monogramas, ni firma. Se habla de que la firma del autor pudo ser eliminada en el trozo de madera que se le quito para hacerla menos pesada y más manejable en la célebre carrera de la Semana de Pasión, que cada año se celebraba, y se celebra, los Viernes de Pasión y Domingos de Gloria de cada Semana Santa de Higuera,… desde hace algunos centenares de años. No olvidemos que durante decenas de años se corría esta artística imagen, hasta que para sustituirla en “el paso o carrera” se adquirió la Virgen de los Dolores de otro famoso imaginero D. José Navas Parejo, que resultaba menos pesada para la carrera y por tanto más manejable.
Tampoco
había conseguido obtener datos en
Lahiguera después de preguntar a los más próximos a los círculos parroquiales y
de la cofradía de La Soledad y demás cofradías, la fecha de la llegada de la
imagen a La Higuera quedaba sin precisar. Solamente hay testimonios orales que
suelen variar porque con el paso de tantos años, los que fueron más idóneos
informadores desaparecieron, y por tanto las referencias a estos datos quedaron
muy imprecisas porque “no se recordaba bien y la memoria se hace confusa”, y
por tanto no eran fiables al no haber coincidencias.
Hace
ya tiempo, en el año 2014, pude comprobar que en el Blogspot de Arjonilla, D.
Alfonso Rueda Nevado, con fecha 9 de noviembre de 2014, publicaba una entrada muy
interesante para nosotros, al mostrar la imagen de La Virgen de los Dolores
desaparecida y la Virgen de Los Dolores para Arjonilla, que en el año 1942 fue
adquirida del mismo taller de Sánchez Mesa con el dinero que se pagó con el
traspaso de La Virgen de la Soledad de 1939 a La Higuera. La dirección de la
web es la siguiente:
Virgen de Los Dolores de Arjonilla, obra de Domingo Sánchez Mesa de 1942, que sustituyó a la Virgen de los Dolores, hoy Virgen de la Soledad de Lahiguera en el año 1939. Otra bella imagen. |
En
esta entrada del blogspot, se daba como fecha del traspaso de la imagen de la
Soledad a Higuera en 1940 ó 1941, según testimonio de Pedro Manuel García
Aranda, Presidente de la Cofradía de Ntra. Sra. de la Soledad de Arjonilla, que
al mismo tiempo informaba al redactor de la entrada que “en la cofradía se
carece de documentos referentes al encargo y adquisición de esta imagen. Sólo
testimonios orales de que la imagen de la Virgen de la Soledad realizada por
Domingo Sánchez Mesa llegó hasta Arjonilla en 1940 ó 1941, siendo depositada en
primer lugar en casa de Francisco Carmona Garrido, devoto arjonillero que había
realizado la donación de la misma al haber sufragado el importe de su
realización. Pedro Manuel García Aranda enviaba por escrito un testimonio
recogido de una testigo de aquellos momentos, Concepción Gómez Martín
“Conchita” quién afirmaba lo siguiente: “La imagen la colocó Paco Garrido,
vestida con delantal blanco y manto negro, pero muy escurrida, sobre una mesa
en la galería de su casa, junto a la puerta del patio, dicha casa era más bien
de techos no muy altos, lo que hacía que la Virgen pareciese más grande. Al
verla el Prior D. Luis Sotomayor García le dijo a Paco que la devolviese que no
le gustaba, que era muy larguirucha, aunque era guapa, y fue a raíz de esto
cuando se ponen en contacto con el párroco del pueblo vecino de Lahiguera, D.
Rafael Muñoz Redondo, al cual se la venden”.
Interesante
esta aclaración porque da testimonio de que la imagen fue donación de D. Francisco
Carmona Garrido, y no fue donación de D. Luis Sotomayor García, el prior
arjonillero y supuesto mecenas.
También
se nos informa sobre la forma en que la imagen fue reembolsada a D. Francisco
Carmona Garrido, para volver a adquirir una nueva virgen de Los Dolores para
Arjonilla, dice así: “Y en cuanto a la afirmación que de siempre ha corrido por
el pueblo sobre que el importe de la Virgen fue pagado con garbanzos, producto
típico de aquel pueblo, Pedro Manuel nos afirma que no fue así ya que con el
dinero recibido se compró la actual imagen que tiene la cofradía arjonillera.
La confusión puede venir de que la persona que llevó la imagen hasta Lahiguera
era transportista y de regreso de allí volvió cargado de garbanzos, hecho que
indujo a algunas personas a afirmar que pertenecían al pago de la imagen.”
Cuando
hace unos años observe la Virgen de Los Dolores desaparecida en Arjonilla, me
vino a la memoria visual otra imagen de La Virgen de la Soledad, que años antes
había visto, al buscar datos para el primer artículo de La Virgen de La Soledad
en el año 2011, cuya entrada es la siguiente:
Por
ello, intrigados sobre el origen de la Virgen de Arjonilla desaparecida en la
guerra civil, y comparada con la que exponemos a continuación se aprecian
parecidos enormes entre las dos vírgenes, haciéndome pensar que la Virgen de
Los Dolores desaparecida en Arjonilla debió tener una antigüedad de varios cientos de años. Algún día me
gustaría conocer el origen de esta bella imagen.
La
advocación de Nuestra Señora de la Soledad es una variante de advocación de la Virgen
María surgida del título de Nuestra Señora de los Dolores, y es venerada en la
Iglesia católica desde muy antiguo. La Virgen de la Soledad representa a la
Virgen sola, tras la sepultura del Señor, de ahí que la procesión se haya
celebrado desde siempre en la tarde noche de Viernes Santo.
La
Casa Real de Francia tuvo especial devoción a María Santísima en su misterio de
la Soledad, y fue introducida en España por Isabel de Valois, hija de Enrique
II de Francia y de Catalina de Médici, que contrajo matrimonio con el rey
Felipe II de España.
Nos
referimos a la
escultura de vestir de la Dolorosa de Gaspar de Becerra, hecha en 1565 por
encargo de la reina Isabel de Valois, tercera esposa de Felipe II, quien poseía
en su oratorio un cuadro que sirvió de modelo a este artista y que al parecer
la reina había traído de Francia y que desapareció también en un incendio de la
catedral de San Isidro de Madrid de 1936.
La
vinculación de la Orden de los mínimos con la Virgen de la Soledad se remonta a
1560, cuando Isabel de Valois, tercera esposa de Felipe II, llegó a España
siendo aún una adolescente y trajo consigo un cuadro grande para su Capilla,
representando a la Virgen sola, tras la sepultura del Señor. Cuando más suelta
estaba en la lengua castellana y conforme al deseo del Rey, su marido, cambió
el confesor francés que había traído, por confesor español, escogido de la
orden religiosa de los mínimos de San Francisco de Paula y su Camarera Mayor,
la muy piadosa Condesa de Ureña, recomendó para tal fin a un fraile, muy
piadoso también, Fray Diego de Valbuena, toledano, al que por orden del Rey se
le permitió libre entrada en Palacio.
El
Padre Valbuena, por su sincera humildad y timidez en pedir influencias, acabó
ganándose la admiración de los Reyes, que haciendo una excepción a decretos
facilitaron un solar cerca de la Puerta del Sol, extramuros entonces de Madrid,
donde se levantó el Convento de la Victoria de los mínimos.
A
la Condesa de Ureña, ya involucrada en el proyecto, se le ocurrió la idea de
cubrir a la Virgen con ropas idénticas a las que vestían las damas castellanas
al enviudar, y dio sus propios trajes para este menester. Desde entonces hasta
hoy se presenta a la Virgen de la Soledad de negro y blanco. Nació también así
la costumbre entre las damas de la nobleza, e incluso reales, de donar sus
vestiduras para las imágenes.
Los
mínimos eran devotos de los Dolores de María y Fray Simón Ruiz, que acompañaba
a Palacio a Fray Valbuena y era experto en pinceles, ya tenía puestos los ojos
en el cuadro francés de Dª Isabel, comprometiendo al confesor a que se lo
pidiera para el altar mayor de la nueva iglesia. Pero los frailes decidieron
copiar la imagen pero no en lienzo sino en escultura, encargando al baezano
Gaspar Becerra llevar a cabo esta labor.
Gaspar Becerra, nacido en Baeza en 1520. Museo del Prado. |
Isabel
de Valois esposa de Felipe II, tenía en su oratorio particular un cuadro en
pintura que había traído con ella desde Francia y que representaba a la Virgen
de la Soledad, la imagen del cuadro suscitó gran devoción en los frailes de la
Orden de los Mínimos de San Francisco de Paula, que se habían instalado en
Madrid siguiendo los pasos del monarca. Los frailes pidieron permiso a la reina
para realizar una copia de la imagen con el fin de rendirle culto en la capilla
de su convento de Nuestra Señora de la Victoria, eso sí, la copia sería de
bulto, es decir, sería una escultura, no una pintura, y su hechura se encargó a
Gaspar Becerra.
Aunque
el modelo instituido por Gaspar Becerra en su Virgen de la Soledad del convento
de la Victoria diera lugar a una iconografía propia y hasta cierto punto
característica y hasta “singularmente española” de esta advocación, que se
extendió por todo el orbe cristiano, y tiene sus raíces en la difusión por toda
Europa, gracias sobre todo a los Servitas, del culto a Nuestra Señora de los
Dolores, ya que la Soledad de María es el último de los Siete Dolores de la
Virgen María (1).
La
Virgen queda sumamente entristecida y afligida por el dolor, tras sepultar el
cuerpo muerto de Cristo en la tumba que José de Arimatea había cedido para tal
fin, María queda en soledad recordando los tormentos padecidos por su Hijo y a
la espera de su gloriosa Resurrección (2).
Virgen de la Soledad de la Real Colegiata de San Isidro de Madrid en la procesión del Silencio de Madrid en el Viernes Santo de 1915. |
Desde
un primer momento se quiso que la imagen de la virgen fuera “vestidera”, por lo
tanto se tallarían únicamente la cabeza y las manos, siendo el resto un armazón
de madera (llamado candelero) que se recubriría con las ropas. Parece ser que
por iniciativa de la condesa de Ureña, Doña María de la Cueva y Toledo,
camarera mayor de la reina, se le puso su propio atuendo de viuda noble de la
época, y con este característico atuendo sumado además a otras particularidades,
como llevar diadema en lugar de corona, o estar acompañada por los símbolos de
la Pasión, constituyeron una verdadera revolución en la tipología de las
imágenes marianas (3).
En
1565 por fin, tras más de un año de trabajo, la reina hace entrega al convento
de la Victoria de la imagen de Nuestra Señora de la Soledad el día 18 de
diciembre de ese mismo año.
Según
relata el fraile Antonio Ares en su obra “Discurso del ilustre origen y grandes
excelencias de la misteriosa imagen de Nuestra Señora de la Soledad del
Convento de la Victoria de Madrid de la Orden de los Mínimos de S. Francisco de
Paula” publicada en Madrid en 1640, no fue fácil para Gaspar Becerra conseguir
plasmar en una escultura aquella imagen que aparecía pintada en un cuadro y a
la que tanta devoción tenía la reina Isabel de Valois, más de un año tardaría
en tener lista la primera de las tres cabezas que hubo de realizar, que no
gustó a nadie. Entre rezos y plegarias de los frailes siguió trabajando el
escultor, pero el segundo intento también resultó fallido y no fue hasta el
tercero, tras un sueño en el que alguien le decía que se despertara, se
acercara a la chimenea que estaba encendida y cogiera un tronco de roble que se
estaba quemando en ella, lo apagara y lo preparase porque sería de el de donde
sacaría la imagen que deseaba, cuando por fin consiguió realizar la imagen de
Nuestra Señora de la Soledad (4).
El
21 de mayo de 1567 se funda la Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad y
Angustias en el convento de la Victoria, (5) con
el fin principal de promover el culto a la imagen de Nuestra Señora de la
Soledad. Para ello harán misas y procesiones en su honor. El 23 de septiembre
de ese mismo año 1567 se celebra la primera junta general de la cofradía, se
nombra Hermana Mayor a la reina Isabel, y se redactan sus primeras
constituciones o estatutos (6).
La
Cofradía estaba formada por personas de todos los estratos de la sociedad de la
época, nobles, religiosos, funcionarios públicos, comerciantes y en ella desde
el primer momento estuvieron integradas las mujeres (7).
El
acto principal de la cofradía y que más expectación despertaba entre el pueblo
de Madrid era la procesión que cada Viernes Santo salía del convento de la
Victoria y llegaba hasta el Alcázar, donde la familia real esperaba su llegada.
León Pinelo en su obra “Anales de Madrid (desde el año 447 al de 1658)”,
describe así la primera procesión de la Virgen de la Soledad que tuvo lugar el
Viernes Santo de 1568:
“El
Viernes Santo de este año salió la primera vez del Convento de la Victoria la
procesión de sangre de la Soledad por la Cofradía de Nuestra Señora con tantos
pasos, cera y disciplina como si fuera muy antigua. Eran los penitentes de
sangre más de dos mil y los de luz más de cuatrocientos. Hase continuado
siempre, y, aunque los de luz pasan hoy de los ochocientos, los de disciplina
son muchos menos que salían. Pero siempre es la mayor procesión que en la
Cuaresma sale en Madrid.” (8).
Procesión de La Virgen de la Soledad de Madrid, llevada por señoras. |
La
cofradía llegó a organizar otras procesiones con la imagen de la Soledad, como
la “Procesión de los Ajusticiados”, en los días previos a la Semana Santa o la
“Procesión de la Reseña” el Domingo de Resurrección, aunque ninguna de ellas
llegó a tener la importancia de la referida procesión del Viernes Santo.
Procesión de los disciplinantes o ajusticiados de Francisco de Goya y Lucientes. Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. En ella queda representada a la izquierda la Virgen de la Soledad. |
Aparte
de las funciones religiosas y procesiones, la cofradía realizó una importante
labor social. La gran devoción que despertaba la imagen de la Soledad se
tradujo, desde el primer momento, en unos importantes ingresos económicos, que
repercutían a partes iguales entre el convento de la Victoria, la Cofradía de
la Soledad y el mantenimiento de la capilla de la Virgen. Con estos ingresos la
cofradía cubría de sobra los gastos derivados de los cultos y procesiones
dedicando el resto a obras de caridad. De entre todas ellas destacó por su
importancia la fundación del Hospital de la Inclusa para niños expósitos (6).
Retablo de Nuestra Señora de la Soledad en el convento de la Victoria, Madrid, año 1726. Grabado de Fray Matías de Irala. |
Pese
al esplendor del que disfrutó esta cofradía, y tal vez por eso mismo, fueron
continuos los pleitos que mantuvo con los frailes del convento de la Victoria,
legítimos propietarios de la imagen de La Soledad. Así mismo la cada vez mayor
exigencia en la gestión y mantenimiento de la Inclusa que cada vez necesitaba
más recursos hizo que la propia cofradía descuidase su aspecto devocionario,
provocando frecuentes desencuentros entre cofrades y frailes. Esta situación
llevó irremediablemente a la extinción de la cofradía en 1651, quedando la
imagen de la Soledad a cargo de los Mínimos de la Victoria y la Inclusa en
manos de la Corona que nombraría administradores para su funcionamiento (7).
Aun
así, nada de esto afectó a la devoción que el pueblo de Madrid sentía por la
Virgen de la Soledad, devoción que se mantuvo a lo largo del tiempo hasta la
definitiva desaparición de la sagrada imagen.
Convento de la Victoria de Madrid sede de la cofradía de La Soledad de la Victoria
|
La
Virgen de la Soledad era en Madrid en
los siglos XVII y XVIII la más popular de las devociones y la protección real
hizo que la devoción de la Virgen de la Soledad se extendiera por todo el
imperio español, realizándose numerosas copias de la imagen de Gaspar Becerra
en talla y lienzo. Una de estas imágenes de mayor devoción en la actualidad es
el lienzo de la Virgen de la Soledad de la Paloma o Virgen de la Paloma, que
toma el nombre de la calle en donde se encontraba y en torno a la cual se
celebra la popular verbena.
Desde
1565 a 1809 permaneció la Virgen de la Soledad en el convento de Nuestra Señora
de la Victoria de los Mínimos. Con la supresión de las órdenes religiosas
decretada por José Bonaparte el 18 de agosto de 1809, los Mínimos fueron
expulsados y la imagen de Nuestra Señora de la Soledad pasó a la Real Colegiata
de San Isidro. Esta primera estancia de la imagen en San Isidro fue breve, ya
que con el regreso de Fernando VII y la restauración de los conventos,
promulgada en los Reales Decretos de 18 de febrero de 1813 y 26 de agosto de
1813, los Mínimos volvieron al convento de la Victoria y con ellos la Virgen de
la Soledad. Allí, en su ubicación original permaneció hasta la Desamortización
de Mendizábal (1836) en la que se suprimió definitivamente el convento de la
Victoria para su posterior demolición. La imagen de la Virgen de la Soledad
volvió nuevamente a la Real Colegiata de San Isidro. Cien años duró esta nueva
y definitiva estancia de la imagen labrada por Gaspar Becerra en la Colegiata,
ya que la noche del 19 al 20 de julio de 1936, tras conocerse el Golpe de
Estado contra la Segunda República Española, se quemaron más de cincuenta
iglesias y conventos de la capital, entre ellas la Real Colegiata de San Isidro
y con ella, la Soledad de la Victoria (7).
Otros
ejemplos de la vinculación de las Hermandades de la Soledad y los conventos de
los padres mínimos son la hermandad de la Soledad de Madrid, Arganda, el Puerto
de Santa María, Andújar, Murcia, Jerez de la Frontera, etc.
Las
Hermandades de la Soledad solían poseer como titular un Cristo yacente con
brazos articulados con los que celebrar la ceremonia del Descendimiento, un
rito que era practicado las mañanas del Viernes Santo. Unos hombres
representaban a Nicodemus y José de Arimatea, que iban desclavando a Jesús
mientras un sacerdote realizaba un Vía-Crucis. A lo largo del año, el Cristo
permanecía clavado en la cruz hasta este día, en el que tras la ceremonia
citada antes, el Señor pasaba a ser depositado en una urna hasta después de la
Pascua como yacente. Después de ser depositado en una urna, por la tarde se
organizaba con gran solemnidad y recogimiento la procesión del Santo Entierro.
Imagen del Cristo yacente con los brazos articulados que era descendido de la Cruz mientras el sacerdote realizaba un Vía Crucis. |
Para
terminar de perfilar este artículo, aún hoy, nos podríamos interrogar como son
los referidos contenidos
a los significados y funciones que la imagen de culto cumplía en aquella España
del siglo XX y la que comparativamente, a poca distancia cumple, hoy, ya en el
siglo XXI, en este año de 2020.
También
quiero reflexionar aquí y ahora sobre la actitud doctrinal de aquella Iglesia
sobre la función de la imagen en el culto religioso y su destino en la propia
doctrina pedagógica de la misma y la que ha venido cumpliendo hasta ahora, ya
que, si las obras salidas de las manos y de las gubias de los imagineros
tuvieron como destino el culto en las iglesias, así como también en los
ambientes domésticos, hoy muchas de ellas, pasados los años aún siguen estando
en los altares.
Imágenes
que en muchos de los casos fueron a sustituir lamentablemente a las que fueron
objeto de destrucciones y vandálicas profanaciones, debido a la incultura y al
odio contra la Iglesia.
Las
obras de Sánchez Mesa nacieron con toda seguridad, en aquella Andalucía del XX,
con la clara intención de cumplir una verdadera misión de naturaleza social y
educativa, tal y como la Iglesia había ya formulado hacía siglos a través del
papa Gregorio Magno:
“Las
imágenes se ponen en las iglesias para instrucción de los incultos. La pintura
se pone en la iglesia por su utilidad, para que los que no entienden las
letras, lean por lo menos viendo en los muros lo que no pueden leer en los
libros.”
Si
bien esta doctrina era efectiva y adecuada al siglo VI, tendremos que aceptar que
en grado diferente el arte figurativo de las imágenes para la sociedad andaluza
del XX, y más en sus estratos más sencillos y populares, funcionara incluso
como verdadera catequesis visual, aunque ahora más acompañada por las lecturas
piadosas y la oratoria. Se buscaría, sin duda, y teniendo en cuenta las
consecuencias de la Reforma protestante, una reforma que tanto insistió en
depurar la religión de restos que pudieran considerarse como mágicos y que
tanto atacó a la misión social asignada al arte religioso, de reforzarla y
destacarla como verdadera doctrina docente. Es cierto que si para el propio
Calvino, lo que el hombre podía aprender de las imágenes religiosas era
“frívolo y hasta engañoso”, para quien “representar a Dios era ensuciar su
gloria”, pero para la Iglesia Católica
era un planteamiento de fe bien distinto.
En
el Concilio de Trento, en el decreto “De Sacris Imaginibus”, se afirmaba que se
debía enseñar con las imágenes:
“Deben
tener y conservar, principalmente en los templos, imágenes de Jesucristo. De la
Virgen, Madre de Dios y de los demás Santos y que se les ha de tributar el
honor debido, no porque se crea haber en ellas divinidad o virtud alguna por
sí, sino porque el honor que se tributa a las imágenes se refiere a los
prototipos que ellas representan”(8).
Esta
pedagogía de las imágenes significó, como sabemos, una verdadera tensión ya en
los primeros siglos del Cristianismo, que con su monoteísmo se enfrentaba a la
complejidad de la mitología plena de dioses y cultos varios. Sólo la realidad
de la persona de Cristo, su vida y sobre todo su pasión y muerte compensaba esa
austeridad icónica. Pero pronto los temas del Antiguo Testamento y las
analogías y simbolismos fueron completando los repertorios iconográficos, junto
a las escenas de la infancia de Cristo, la vida de la Virgen y las de los Santos
y Mártires. Así la imagen se apropió de todo un procedimiento de representación
de lo sagrado, por otra parte de rica tradición en la propia espiritualidad
clásica. No olvidemos cómo, cuándo Platón quiere llevar a los griegos a la
comprensión de las ideas puras, recurre a imágenes de fuerte plasticidad, como
la tan famosa de los dos caballos que tiran del carro del alma.
Toda
esta función comunicativa asignada a la imagen, en la Edad Moderna y tras el
Concilio de Trento, se dirigió principalmente a mover a devoción a los fieles,
partiendo del realismo de las escenas, tanto de la Pasión de Cristo y de su
acompañamiento por María, su madre, como de las de martirio de santos. Después
la estética desbordante y comunicativa del Barroco, que en Andalucía se prolonga
hasta finales del XVIII se traduce en un claro estilo directo, que interroga al
fiel cristiano sumergiéndolo en las propias escenas de la Santa Pasión, con
llamadas a su sensibilidad y a la naturaleza piadosa de las imágenes.
La
obra escultórica esencialmente de carácter sacro, es un reflejo plástico de la
actitud doctrinal de la Iglesia contra reformista. La imagen religiosa cumplía
entonces en el culto religioso una función específica, cuyo destino en la
propia doctrina pedagógica eclesial se ha mantenido hasta la actualidad.
En
estas obras principales de la producción artística del arte de Sánchez Mesa
podemos apreciar también otro de los aspectos esenciales que dominaron esta
estética específica de la imagen de culto, como fueron las prioridades
concedidas estrictamente a las funciones didácticas y piadosas, incluso tan
principales como las propias valoraciones artísticas. Muy claramente
explicativas de estas jerarquizaciones y prioridades son los textos, por
ejemplo del tratadista Giovanni Andrea Gilio en sus tituladas “Normas y
recomendaciones (1564)”, en todo conformes al espíritu de Trento, en el que se
afirma con toda claridad que la imagen debe ser siempre un medio, nunca un fin
en sí mismo, un camino, un puente que conduzca siempre a lo sobrenatural:
“El
uso de la imágenes para dos principales fines lo ordenó la Iglesia, es a saber:
para reverenciar a los Santos en ellas, y para mover la voluntad y despertar la
devoción por ellas a ellos. Y cuando sirven de esto, son provechosas y el uso
de ellas necesario; y por eso las que más al propio y vivo están sacadas y más
mueven la voluntad a devoción, se han de escoger, poniendo los ojos en ésta más
que en el valor y curiosidad de la hechura y su ornato” (9).
Aún
más explícito resulta San Francisco de Borja, al afirmar que el oficio que hace
la imagen en el culto y para la oración “es como dar guisado el manjar que se
ha de comer, de manera que no queda sino comerlo” (10).
En
este equilibrio que la imagen de culto ha de tener entre la eficacia didáctica
y sus valores estéticos, de lo bien y dignamente hecho y lo justificadamente
sentido y representado, hay que recordar las afirmaciones del gran teórico
sevillano Francisco Pacheco, que tanta influencia ejerció, con su “Arte de la
Pintura”, sobre los artistas y talleres no sólo del XVII, sino también, y
quizás más, sobre los del XVIII. Lo afirma así:
“Pero
considerando el fin del pintor (palabras que podemos hacer extensibles también
al escultor) como de artífice cristiano (que es con quien hablamos), puede
tener dos objetos o fines: el uno principal y el otro segundario o consecuente.
Éste, menos importante, será exercitar su arte por la ganancia y opinión o por
otros respetos, pero regulados con las debidas circunstancias de la persona,
lugar, tiempo y modo; de tal manera, que por ninguna parte se le pueda argüir
que exercita reprehensiblemente esta facultad, ni obra contra el supremo fin.
El más principal será, por medio de el estudio y fatiga desta profesión,
estando en gracia, alcanzar la bienaventuranza; porque el cristiano, criado
para cosas altas, no se contentan en sus operaciones con mirar tan baxamente,
atendiendo sólo al premio de los hombres y comodidad temporal, antes,
levantando los ojos al cielo, se propone otro fin mucho mayor y más excelente,
librado en cosas eternas” (11).
A
través de textos, como los citados, y otros muchos, la Iglesia de la Reforma
ayudó así a incrementar el culto de las imágenes, porque para ella era el modo
más asequible y popular para comprender la diferencia entre “el hereje” y “el
católico”. Así sabemos que aún en aquellos tiempos del siglo XVI, para el vulgo
un protestante era aquel que no iba a misa, no creía en la Virgen y no veneraba
las imágenes. Considerando esta intencionalidad y este ambiente se comprende
que el magisterio de aquella Iglesia buscara ante todo la comprensión por los
fieles de los contenidos de los fundamentos de la fe, dándoselos
preferentemente en forma de bellas y atractivas imágenes religiosas. Es
evidente que lo que se perseguía e intentaba no era conceptualizar la imagen,
sino proporcionar el concepto hecho imagen visual y cuanto más atractiva y real
mejor. Desde entonces, con períodos de luces y sombras, estas prácticas
llegaron hasta finales del XVIII, que con el neoclasicismo y la ideología
academicista del nuevo régimen se frenaron hasta llegar a prohibir incluso
realizar imágenes talladas en madera y policromadas, imponiendo como materiales
obligados los mármoles y estucos y con ellos las nuevas doctrinas y niveles
estéticos de representación, aunque esto, sobre todo en España, no llegara
nunca a contar con la aceptación popular, aunque sí de una minoría ilustrada y
eminentemente cortesana.
Todavía
hoy aquellas imágenes barrocas, nacidas de aquellas convicciones y criterios
estéticos, continúan, con mayor o menor seguimiento popular y con mayor o menor
respaldo por parte de la propia jerarquía eclesiástica, ocupando los altares y
recibiendo culto dentro y fuera de las iglesias al ser procesionadas esas
imágenes fruto del fervor popular. Mientras que otras muchas, por el contrario,
sólo se hicieron piezas de museos, ya estatales, ya eclesiásticos, cambiando
así toda aquella función e intencionalidad que las hizo posibles al crearlas.
Impuesto
ahora en nuestras iglesias el culto único a la Eucaristía, principalmente a
través del rito de la misa en el altar principal, los laterales y las capillas
restantes quedan sólo atendidas por unos cultos muy individualizados, y
habiéndose eliminado la práctica del uso de las mesas de altar restantes para
poder oficiar la liturgia de la santa misa. Cada vez es menor el culto
colectivo en torno a las imágenes, que se reduce a las celebraciones de
patronos y patronas o a ser procesionados por las calles y plazas públicas.
Pero, no obstante en nuestros días, la Iglesia sigue valorando desde sus
normativas la importancia del embellecimiento de los templos con obras de arte,
consciente de que el mundo en que vivimos tiene necesidad, también en el plano
espiritual, de esa belleza para no caer en la desesperanza de lo vulgarmente
feo y enmudecido. En el fondo, se piensa que la belleza, como la verdad, es
quien pone la alegría en el corazón de los hombres: es el fruto precioso que
resiste el desgaste del tiempo, que une a las generaciones y las hace
comunicarse en la admiración, individual o colectivamente, de las obras salidas
de las inspiradas manos de los artistas.
Es
así que la Iglesia católica, reunida en el más universal de los concilios,
mandaba este mensaje a los artistas de lo sacro, que desde antiguo han
“construido y decorado sus templos, celebrado sus dogmas, enriquecido su
liturgia; ayudado a traducir su divino mensaje en la lengua de las formas y las
figuras, convirtiendo en visible el mundo invisible” (12).
A
pesar de todo lo expuesto, el arte religioso tradicional de la imagen
escultórica o pictórica se valora hoy más como objeto de arte que como
instrumento didáctico, aunque, eso sí, se procure su conservación como tales
piezas de museos y colecciones peculiares.
Granada 18
de abril de 2020.
Pedro
Galán Galán.
Bibliografía:
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Historia del origen de los Servitas. La calle de la Greda.
2.-Vargas
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Universidad Nacional Autónoma de México.
3.-
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culto en el Madrid barroco. La imagen religiosa en la Monarquía hispánica. Usos
y espacios. Casa de Velázquez.
4.- Ares,
Antonio (1640). Pedro Taço, ed. Discurso del ilustre origen y grandes
excelencias de la misteriosa imagen de Nuestra Señora de la Soledad del
Convento de la Victoria de Madrid de la Orden de los Mínimos de S. Francisco de
Paula.
5.- Bastús
i Carrera, Vicenç Joaquín (1833). Suplemento al diccionario histórico
enciclopédico. Imp. Roca.
6.- Madoz,
Pascual (1847). Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus
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7.- Alba
Medinilla, Luis (2010). La Orden de los Mínimos de San Francisco de Paula y la
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8.- Argan,
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Retorica e barocco. Atti del III Congresso Internazionale di Studi Umanistici.
Roma: Fratelli Bocca, 1955, página 205.
9.- Juan
de la Cruz, Santo: “Subida del Monte Carmelo”. En Vida y Obras de San Juan de
la Cruz. Madrid: BAC, 1964, libro 3º, capítulo XXXV, página 524 a-b.
10.-
Francisco de Borja, Santo: “El Evangelio Meditado. Meditaciones para todas las
dominicas y ferias del año y para las principales festividades”. Madrid:
Imprenta Rivadeneyra, 1912, páginas 7 y 8.
11.-
Pacheco, Francisco: “Del fin de la pintura y de las imágenes y de su fruto y la
autoridad que tienen en la iglesia católica”. En Pacheco, Francisco: Arte de la
pintura, su antigüedad y grandezas. Sevilla: Simón Fajardo, 1649, lib. 1º,
capítulo. 11, folio 151.
12.- Pablo
VI, Papa. Mensaje a los artistas. Clausura del Concilio Ecuménico Vaticano II.
Roma, 8 de diciembre de 1965.
Francisco
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Juan
Causapié: Historia de la imagen de Ntra. Sra. de la Soledad de los Mínimos, de
Madrid, en San Francisco de Paula III (1936), páginas 41 a 43.
Florencio
Rodríguez: Los Mínimos en Mallorca. IV Centenario 1582-1982, Palma de Mallorca,
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2 comentarios:
Hago un comentario a esta entrada enciclopédica sobre esas bellísimas imágenes de la Santísima Virgen María y también del Cristo doliente, que se ofrece al Padre eterno por nuestra redención, eterna también. Se agradece este artículo, y más este año 2020 en que no hemos podido ver y seguir las procesiones por el confinamiento para evitar más contagios. Por si fuera poco, todas esas imágenes mueven a la piedad, a la oración y a dar gracias a Dios.
Fernando, muchas gracias por tu oportuno comentario tras esta Semana de Pasión tan anómala, sin haber podido vivirla en la calle y en las parroquias respectivas como costumbre ancestral. Para muchos esta semana Santa puede haber pasado como otra cualquiera del año, si no siguió los Santos Oficios por alguna cadena de la televisión. Eran tiempos de estar en casa y de vacaciones forzadas; pero puede ser que para otros muchos, esta Semana de Pasión, les haya permitido una celebración más íntima para rememorar el drama humano del dolor y la disponibilidad divina para la Redención.
Cordiales saludos.
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