EL
PACTO DE LAS NAVAS, POR EL QUE FERNANDO III REFORZABA A AL-BAYYASI EN SUS
CONQUISTAS, HIZO QUE NUESTRA ALDEA PASASE A MANOS CRISTIANAS.
En
los primeros años del siglo XIII, las tropas aliadas de Alfonso VIII de
Castilla, Pedro II de Aragón y Sancho VII de Navarra vencen a los moros
almohades en las Navas de Tolosa (Jaén, 1212). Su derrota supondrá la caída en
poder de los cristianos de casi todo Al-andalús.
El
primer tercio del siglo XIII en al-Ándalus fue una época bastante convulsa, por
las continuas etapas de ataques primaverales y veraniegos del rey castellano
Fernando III, contra los reyezuelos musulmanes que gobernaban diferentes
poblaciones andaluzas, y que constituían el resto del poder musulmán en los
llamados “Terceros reinos de Taifas”. Esas luchas eran también internas entre los diferentes
emires de los múltiples reinos de taifas, tal como después veremos.
Esta
situación de crisis permanente y bastante compleja para la población musulmana,
que ocupaba gran parte de la península, y entre ella estaba la totalidad del
territorio que hoy conocemos por Andalucía, que se contraponía a los esfuerzos
de mantenimiento de las conquistas llevadas a cabo por el citado rey
castellano.
La situación de los llamados “Terceros reinos
de Taifas”, era delicada por la fragmentación que supuso la pérdida de un poder
central musulmán, con la disolución del califato omeya a principios del siglo
XI (los primeros reinos de taifas), y posteriormente el hundimiento del poder
de los almorávides a mediados del siglo XII con la segunda época de taifas y la
derrota decisiva del califato almohade en la
decisiva batalla de Las Navas de Tolosa
en el año 1212, que provocó la tercera época taifal; era una situación
muy compleja provocada por la aparición de numerosos territorios autónomos o
independientes, y por ello la decadencia de un poder central fuerte, en los
llamados terceros reinos de taifas que acabaron con el ocaso de muchos reinos
musulmanes definitivamente.
Batalla de Las Navas de Tolosa. Cuadro de Francisco de Paula Van Halen. |
Para
el mundo cristiano y sobre todo para el reino Castellano y sus aliados, la
victoria de las Navas de Tolosa en 1212 abrió a Castilla las puertas de entrada
para las fuerzas castellanas en Andalucía. En el año 1224 Fernando III decidió
iniciar las operaciones militares que en veinticuatro años de campañas pusieron
en sus manos toda la Baja Andalucía con la conquista se Sevilla en 1248.
La
derrota del ejército almohade en la batalla de Las Navas de Tolosa, a manos de
la coalición militar liderada por el rey castellano Alfonso VIII en 1212,
quizás por lo inesperada y también por la propia contundencia de la misma, tuvo
unas consecuencias desastrosas y definitivas para el futuro de al-Ándalus que,
tras cinco siglos de hegemonía musulmana, quedaría veinte años más tarde
circunscrita territorialmente al reino nazarí de Granada que creara nuestro
vecino arjonero Al-Hamar, pues, como afirma la I Crónica General, “tras ella
fueron los moros tan quebrantados que nunca después cabeza alzaron en
España”(1).
Batalla de Las Navas de Tolosa. Pintura de Victor Morelli. |
Alfonso
VIII, triunfador de la batalla de las Navas de Tolosa el 16 de julio de 1212,
abuelo de Fernando III, por su hija doña Berenguela, ya había mantenido durante
los cincuenta y cuatro años que duró su reinado, entre los años 1158 y 1214, un
tenso y prolongado pulso con los califas almohades de Marrakech, que eran
dueños y señores de todo al-Ándalus. Aunque en ese más de medio siglo las
hostigaciones castellanas no fueron continuas, se produjeron cuatro periodos
bélicos, los que tuvieron lugar entre 1158 y 1173; entre 1176 y 1190; entre
1194 y 1197, y entre 1211 y 1214, que fueron seguidos por otros cuatro períodos
de treguas entre los años 1173 y 1176; entre 1190 y 1194; entre 1197 y 1211, y
la de 1214, un total de treinta y cinco años de guerra y veintiuno de treguas (2).
Varias
causas vinieron a coincidir curiosamente convergentes sobre esta coyuntura
política, que abrieron y dieron lugar a
un periodo de agitaciones dinásticas de los emires principales de los
musulmanes, con lo que el final de los almohades se precipitó, al ritmo rápido
con que se sucedían los últimos califas: Así, ‘al-Nasir’, el gran califa
derrotado en Navas de Tolosa, fue asesinado en 1213; ‘Abu Yaqub II’ ejerció un
poder mediatizado hasta 1224; ‘al-Majlu’, tío abuelo del califa fallecido,
rompió la línea patrilineal dinástica y abrió pugnas familiares y una guerra de
sucesión, que tuvo como consecuencia que ‘al-Adil’ se proclamara califa en
Murcia, siendo acatado en prácticamente todo al-Ándalus salvo en Valencia, que
seguía siendo fiel al califa de Marraquech, el cual pronto sería asesinado, en
1224, con lo que ‘al-Adil’ fue reconocido califa en al-Ándalus y en el Magreb,
sin que pudiera trasladarse de forma inmediata a la capital almohade,
Marraquech, por la necesidad de hacer frente a la sublevación de ‘al-Bayyasi’,
aunque finalmente abandonara la península, dejando al frente de los asuntos
andalusíes a su hermano ‘al-Mamun’, que acabó autoproclamándose califa
marchando al norte de África, tras el asesinato de su hermano ‘al-Adil’ en
1227, con la finalidad de luchar por el califato con su sobrino ‘al-Mutasim’,
reconocido entretanto como califa. Fue así, el califato almohade, un poder,
que, desde dentro, se deterioraba a pasos agigantados, era el síntoma de la
ruptura de otros estamentos internos, partidos y creencias, llegándose a abolir
la doctrina almohade en 1223 (3).
Árbol Genealógico de Fernando III el Santo. |
Esta
situación de debilidad del poder central desembocó en al-Ándalus en la
aparición de una serie de pequeños reinos independientes, las terceras taifas,
que luchaban, recelaban, conspiraban, se aliaban o se traicionaban unas a
otras, manteniendo con los cristianos de Castilla y Aragón una actitud ambivalente y de
subordinación en la mayoría de los casos. Esta situación solo finalizó con las
conquistas cristianas de Jaime I de Aragón en el Levante español de Valencia
(1238) y Játiva (1244) y las de Fernando III de Castilla de Córdoba (1236) y
Sevilla (1248), perdurando a partir de estas fechas como territorio
independiente musulmán únicamente el reino de Granada gobernado por los
nazaríes (4).
Los reinos de taífas. |
Para
comprender la dimensión de las taifas citaremos brevemente las taifas más
relevantes, diremos que, en el Levante español, las taifas de Alcira, Denia y
Játiva tuvieron una efímera vida desde 1224 a 1227, siendo reconquistadas por
el poder central almohade, y posteriormente por los ejércitos aragoneses entre
1228 y 1244; asimismo, en el este hispano, se asentó la taifa de Valencia, la
más importante y la que más resistencia presentó, durando desde 1228 a 1238
hasta que fue conquistada por Jaime I de Aragón; y también en el este insular
de la península, la taifa de Menorca logró mantenerse, al menos formalmente,
desde 1228 a 1287, hasta que fue absorbida por el reino de Aragón. En la zona
geográfica murciana, Lorca fue autónoma de 1240 a 1265, hasta su conquista por
Castilla; Murcia, con una etapa gloriosa bajo el emirato de ‘Ibn Hud’, que
acabó siendo asesinado en 1238, logró mantener su autonomía desde 1228 a 1266,
hasta acabar en manos de Castilla; y asimismo en la zona murciana, Orihuela fue
taifa desde 1239 a 1250, en que fue repartida entre la taifa de Murcia y la
potencia castellana.
Rey Fernando III el Santo. Cuadro de Bartolomé Esteban Murillo. |
En
el sur de la península, tenemos en esta época la taifa de Ceuta, independiente
de 1233 a 1236, hasta que fue absorbida por la taifa de Murcia; Niebla logró
sobrevivir bajo la tutela musulmana de forma independiente desde 1234 a 1262,
en que cayó en manos de los ejércitos castellanos; la taifa de Arjona acabó
siendo el germen y el origen del reino nazarí de Granada (5).
Al
reino nazarí de Granada, se incorporó la taifa de Málaga en 1238, tras nueve
años de autonomía; y, por último, tenemos la taifa de Baeza (1224-1226) bajo la
égida de ‘al-Bayyasi’, conquistada por Castilla, de la que hablaremos más
adelante por ser el objetivo principal de este artículo por lo que como a higuereños nos incumbe.
En
cuanto al lado cristiano, la batalla de Navas de Tolosa de 1212, quizás la
batalla más decisiva de los ocho siglos de al-Ándalus, otorgó definitivamente
la supremacía militar a los ejércitos cristianos, en particular a las mesnadas
castellanas; y no solamente posibilitó esta batalla dicha hegemonía, sino que
puso en manos de Castilla las cuatro fortalezas que controlaban el paso a
Andalucía: El Ferral, Las Navas de Tolosa,
Vilches y Baños de la Encina, que guardaban el puerto y los pasos del
Muradal (Despeñaperros). Pero esta gran victoria militar no pudo ser explotada con las
consiguientes consecutivas conquistas territoriales, como hubiese sido lo
propio. Una terrible infección de disentería (fuertes diarreas, por beber aguas
contaminadas) se apodero de las huestes militares castellanas, provocando una
fuerte mortandad y postración de la mayor parte de los combatientes, lo cual
forzó su retirada a Castilla, tras el abandono de Baeza y la conquista de
Úbeda.
Tras
la batalla de las Navas en el verano de 1212, se presentó en Castilla un año
agrícola en 1213 con una sequía terrible y la consiguiente hambre que asoló las
tierras del victorioso Alfonso VIII, con lo que sucumbieron en tandas los
hombres y ganados agobiados por el hambre, situación que provocó muchas muertes
en el reino castellano, que quedó agotado y exhausto, por lo que el rey se vio
en la necesidad de establecer con los musulmanes unas treguas que fueron
firmadas en mayo de 1214 (6) .
Imagen cartográfica de Jean Baptiste Nolin. |
El
año agrícola siguiente a la gran batalla, en ese infausto año agrícola de 1213
para Castilla, la ofensiva contra los musulmanes no pudo ser secundada; si
hubiese sido posible una ofensiva próxima hubiera acabado seguramente con el
poder almohade de forma casi inmediata, y con su total expulsión de la
península, pues a las disensiones políticas que ya habían comenzado a darse en
la coalición cristiana, se unió la terrible infección disentérica que se
apoderó de las huestes cristianas diezmando su ejército, y provocando una
fuerte mortandad y quebranto de la gran mayoría de los combatientes, se forzó
la necesaria retirada tras el abandono de Baeza y la conquista de Úbeda.
Las
treguas fueron renovadas, primeramente, durante la minoría de edad de Enrique I
y, posteriormente, por el propio Fernando III, mientras intentaba hacer frente
a las ambiciones de su padre, el rey leonés, y de los poderosos señores nobles
de la Casa de Lara, que tanto quehacer le dieron en este comienzo de su
reinado.
Tras
algunas dudas por parte de varios nobles, es proclamado rey de Castilla
Fernando III en el año 1217, el cual comienza a preparar una serie de
expediciones contra al-Andalus en dos fases, una primera de 1224 a 1227 y otra
segunda de 1230 a 1245 (7).
Aprovechando la debilidad del poder almohade y la guerra civil manifiesta
nacida entre ellos por el nombramiento como califa de ‘al-Mustansir’ en
Marraquech. En este contexto de debilidad y dispersión, ‘al-Bayyasi’ aprovecha
para proclamar su emirato independiente de Baeza y enfrentarse al autonombrado
califa almohade en al-Andalus ‘al-Adil’. Al año siguiente, en el 1225,
‘al-Bayyasi’ decide aliarse con Fernando III contra ‘al-Adil’, firmando a
principios del verano un tratado de amistad y vasallaje en Las Navas de Tolosa,
en el cual, según Ballesteros Gaibrois, además de prometerle la entrega de
Jaén, Martos y Andújar, jura una sumisión que “suponía reconocimiento por parte
del cristiano de una soberanía protegida (…) con tolerancia de admitir
guarniciones en sitios estratégicos, pero sin anular la realeza del emir
baezano, a quien debieron quedarle los atributos externos, con el mando sobre
los suyos y algunas ventajas de tipo
tributario y económico”(8).
Negociación de Fernando III el Santo con Al-Bayyasi. |
Las
últimas treguas firmadas por Fernando III con el califa ‘al-Mustansir’ en 1221
vencía tres años más tarde, en el verano de 1224; dado que la situación
política había cambiado, pues, a la crisis política y de insurrección de sus
gobernadores del califato almohade se oponía por contraste una Castilla,
totalmente pacificada, con una economía próspera y con Fernando III consolidado
en el trono; desde tales posicionamientos, el rey castellano planteó la
cuestión de la prórroga o no de las treguas y la posibilidad de iniciar las
hostilidades a su Consejo Real reunido en Muñó (Burgos), a principio de junio
de 1224, y más tarde en el Consejo General convocado en Carrión de los Condes a
principios de julio. (9).
En
ambas ocasiones el perecer más general de los reunidos se inclinó en favor de
no negociar nueva tregua e iniciar la guerra al final de la misma, en el mes de
septiembre.
Lo
cierto es que, en ambas ocasiones, los miembros del Consejo real coincidieron
con el rey Fernando, y se inclinaron a favor de no negociar nuevas treguas y
dar paso a una guerra de conquista. Así pues, Fernando III vio allanado el camino
para apoderarse de los territorios de Murcia y Andalucía, mientras los
aragoneses, con Jaime I a la cabeza, hacían lo mismo con el Levante español.
Tras diez años largos de treguas, se convocó la concentración de tropa para el
uno de septiembre de ese mismo año en la ciudad de Toledo, pero las fuerzas
cristianas convocadas no estuvieron preparadas para iniciar la marcha hasta
finales del mes de septiembre, y el día veintinueve de septiembre partieron de
Toledo para atravesar a primeros de octubre el puerto del Muradal (Despeñaperros), donde al sur
del puerto conservaba Fernando III la cabeza de puente formada por los
castillos de El Ferral, Tolosa, Vilches y Baños.
En este año 1224, Fernando III partió desde Toledo con un considerable contingente de caballeros y tropas de castellanos, con el maestre de la Orden de Santiago, uniéndoseles posteriormente la Orden de Calatrava con su maestre al frente. Todos se dirigieron a Sierra Morena, concentrándose en el Castillo de Baños de la Encina, donde Al-Bayyasi les rindió parias.
En este año 1224, Fernando III partió desde Toledo con un considerable contingente de caballeros y tropas de castellanos, con el maestre de la Orden de Santiago, uniéndoseles posteriormente la Orden de Calatrava con su maestre al frente. Todos se dirigieron a Sierra Morena, concentrándose en el Castillo de Baños de la Encina, donde Al-Bayyasi les rindió parias.
En
esta primera campaña en Andalucía, Fernando III encontró el apoyo de ‘al-Bayyasi’, magnate musulmán,
descendiente de califas, que había ocupado el cargo de gobernador de Sevilla,
bajo el poder almohade, y que, destituido del cargo se retiró a su Baeza natal
de la que su padre había sido gobernador (amil). En su ciudad de origen ‘Abd
Allah Abu Muhammad’, más conocido como ‘al-Bayyasi’ (de Bayyasa), se proclamó
emir, lo que suponía un levantamiento contra el nuevo califa almohade ‘Abu
Muhammad al-Adil’ (10).
San Fernando recibe el tributo de Mahomad de Baeza. Cuadro de Lorenzo Quirós (Academia de Bellas Artes de San Fernando, Sevilla) |
Acosado
por los almohades el Baezano no dudó en solicitar el auxilio del rey castellano
Fernando III, que libre ya de las treguas firmadas en años anteriores podía
intervenir miliarmente en al-Ándalus.
Esta
época que tratamos, fue una época en la que entre los mismos pequeños reinos
musulmanes dieron lugar a innumerables
pactos, contra pactos, ofensivas militares de las taifas más fuertes
contra las más débiles, deserciones, cambios de bando y resurgir de líderes
locales ambiciosos, con lo que la inestabilidad quedaba servida y a la orden
del día, dándose así las condiciones para que una figura como la del hijo del
gobernador de la taifa baezana ‘Abd al-Mu’min al-Bayyasi’, siempre conocido por
‘al-Bayassi’ pudiera maniobrar según conveniencia para satisfacer su saciedad
de poder o su megalomanía.
‘Abd
Allah ben Muhammad ben Umar ben Abd al-Mu’min al-Bayyasi’, nació a finales
del siglo XII en Baeza, en donde su padre, ‘Abu Abd Allah Muhammad ben Umar’,
era gobernador. Nos interesa conocer la historia de este personaje porque el
emir de la taifa Baezana, ‘al-Bayyassi’, fue el último emir árabe del Iqlim de
Andújar y sus aldeas Figueruela (Lahiguera) y Villanueva, tras la entrega que éste hizo a Fernando III,
como consecuencia del vasallaje y la alianza establecida con el rey castellano,
acordados en el pacto de Las Navas de Tolosa; un personaje que termino siendo asesinado en
Almodóvar del Río (Córdoba) en la primera quincena de julio de 1226, tras
detectar la intención de acabar con su vida en la ciudad de Córdoba, acusado de
traición a la causa musulmana. El sobrenombre de al-Bayyasi (“El Baezano”) le
viene por su lugar de nacimiento (11).
Abd
Allah ibn Muhammad al-Bayyasi era un noble y señor almohade de Bayyasa
(actual Baeza, Jaén) que se alzó en
contra del califa Al-Adil, nombrándose emir de Baeza. En 1224 controlaba gran
parte de las actuales provincias de Jaén, de Córdoba y toda la zona fronteriza
del sur de las provincias de Ciudad Real y Badajoz.
Bajo el gobierno del califa almohade Abu
Yaqub II al-Mustansir o Yusuf II fue nombrado valí de Jaén, pero este
nombramiento no le duró mucho, porque, a la muerte de Yusuf, Al-Bayyasi fue
sustituido por Abu-l-Rabi ibn Abu Hafs, tío del nuevo califa Abd al-Wahid
al-Majlu. En vista de tal desaire, AlBayyasi entró al servicio del otro
aspirante al trono emiral, Abu Muhammad Abd Allah Al-Adil de Murcia. Este nuevo
califa lo envió a reclutar nuevos adeptos para su causa, entre ellos a Abu Zayd
(familiar directo de Al-Bayyasi). Más tarde le encomendó tareas de mayor
responsabilidad como la de someter Sevilla y obligarla a servir lealtad a
Al-Adil. Al-Bayyasi marchó con un numeroso ejército al que se le sumaron las
tropas de Abu-l-Ula (valí de Córdoba y hermano de Al-Adil). En Sevilla
obligaron al valí Abd al-Aziz a someterse y el califa marchó hacia allá para
aposentarse en su nueva sede. Al-Bayyasi esperaba que se le recompensara con el
nombramiento de valí de Sevilla, ya que había sido él el que había conseguido la victoria, pero por el
contrario el califa Al-Adil nombró para este cargo a su hermano Abu-lula y al
baezano le dio el gobierno de Córdoba, que era una plaza menos importante. Al-Bayyasi se vio defraudado y en Córdoba
tomó la decisión de nombrarse emir independiente en este año 1224. Comenzó a
conquistar tierras y se le sumaron nuevas poblaciones, entre ellas su natural
Baeza, de donde él era y de donde era su familia.
Como hemos visto el
califa almohade ‘Abu Yaqub II al-Mustansir’ (1213-1224) tuvo a bien nombrarlo
valí, gobernador de Jaén, cargo que se vio obligado a dejar a la muerte del
califa, pues el nuevo, ‘Abd al-Wahid al-Majlu’ (1224), resolvió sustituirlo por
su tío, ‘Abu-l-Rabi ‘ben Abu Hafs’, lo que provocó la ira y la desafección de
‘al-Bayyasi’. El nuevo califa, ‘al-Majlu’, no fue unánimemente reconocido por
la comunidad almohade, ya que arrastraba tras de sí una serie de problemas
dinásticos, y pronto sufrió el enfrentamiento de hermanos y otros gobernadores
(12).
Asedio de Jaén, año 1230. |
Entre
los que se opusieron a su nombramiento de gobernador de Jaén estaba el
gobernador de Murcia ‘Abu Muhammad Abd
Allah al-Adil’ (1224-1227), que logró hacerse con el poder con el apoyo
del propio ‘al-Bayyasi’. El nuevo califa le confió a ‘al-Bayyasi’ importantes
tareas de gobierno, entre ellas la de aplacar ánimos y reclutar nuevos adeptos
a su autonombramiento, como se daba en el caso de su hermano ‘Abu Zayd’; pero
quizás la encomienda más importante de las recibidas fue la de atacar a la
insumisa Sevilla, que no aceptaba la autoridad de ‘al-Adil’; con el fin de
ayudarlo en la empresa, le acompañó ‘Abu-l-Ulà’, a la sazón hermano del califa
‘al-Adil’ y valí o gobernador de Córdoba, que lograron su objetivo de tomar
Sevilla y doblegar a su gobernador ‘Abd al-Aziz’ (13).
El
califa ‘al-Adil’ marchó a esta tradicional capital andalusí de los almohades
para instalar su corte, nombrando nuevo gobernador de la ciudad a su hermano
‘Abu-l-Ulà’, lo que fue muy mal recibido por ‘al-Bayyasi’, que esperaba tal
honor para él, con el recibo de su nombramiento para tal cargo, sin que la
donación del gobierno de Córdoba, plaza desde luego menos importante, le
aplacara en sus ansias de poder. Decepcionado y defraudado, ‘al-Bayyasi’ tomó
en Córdoba la decisión, nada más y nada menos, que de nombrarse emir
independiente en 1224. Lo cierto fue que, aupado por unas condiciones militares
favorables y por un carisma y aura que se extendió por al-Andalus, nuestro emir
‘al-Bayyasi’ consiguió extender su gobierno y su emirato por un amplio
territorio que abarcaba las tierras de Jaén, Córdoba, Badajoz y Ciudad Real
(14).
Jinete árabe. |
La
ofensiva del califa no se hizo esperar y logró recuperar todas las plazas
perdidas y prácticamente todo el territorio del emirato de ‘al-Bayyasi’ excepto
Baeza (Bayyasa), lugar en que se refugió y se atrincheró, reafirmando su
emirato. Pero ‘al-Bayyasi’ estaba dispuesto a recuperar el territorio perdido,
y a la vista de que no tenía apenas apoyos de entre los emires musulmanes
correligionarios, tomó la decisión de realizar una alianza con Fernando III,
Rey de Castilla, por la que en definitiva pasaría a la historia, fue la
decisión de pactar con Fernando III el Santo, rey de Castilla y posteriormente
de León, y rendirle vasallaje. Para los
higuereños árabes de nuestra aldea este pacto fue determinante para que tan
sólo unos meses después los diferentes núcleos de población musulmana de
nuestro término, a saber: Los Pozos, Las Cuevas y el enclave del cerro de
Corbull y Saladillo pasasen a ser dependientes del rey castellano, Fernando
III.
Dado
que la taifa de Baeza fue el núcleo territorial del gobierno de ‘al-Bayyasi’,
aunque de efímera vida, de 1224 a 1226, pasaremos revista a los eventos que
tuvieron lugar en este pequeño emirato independiente. Este reino de taifa llegó
a comprender un amplio territorio situado entre las actuales provincias de Jaén
y Córdoba, logrando asimismo el reconocimiento de la mayoría de las villas,
pueblos, aldeas y localidades situadas entre Sevilla y Córdoba.
Con
el fin de impedir la conquista de Baeza por parte del califa almohade, el emir de Bayyasa, ‘al-Bayyasi’, firmó en
1225 el referido pacto de vasallaje con Fernando III de Castilla, conocido como
el Pacto de las Navas, por el cual se comprometía a traspasarle una serie de
castillos y ciudades en el momento de su conquista, entre ellos Jaén, Andújar y
Martos, a cambio de su respaldo y ayuda para proseguir sus conquistas hacia el
sur de Andalucía.
A
las huestes de Fernando se le unieron las fuerzas del Baezano, y cruzando el
campo de Úbeda, restaurada después del arrasamiento del año 1212, marcharon
contra Quesada, situada a unos cuarenta kilómetros al sureste de Baeza.
Castillo de Santa Catalina de Jaén. |
En
la lista de los caballeros conquistadores de Úbeda y Baeza que recibieron
propiedades en ellas figuran, entre otros, Don Lope Ruiz de Baeza, señor de La
Guardia de Jaén aproximadamente desde 1244; Martín Malo (apellido apódico);
Alfonso Martínez de Ordás (población de Vigo, Pontevedra); Sancho Canciller;
Ramón Jordán (sobrenombre cristiano); Lope Iñíguez de Horozco (Orozco, término
de Vizcaya); Pascual Rubio; Diego Sánchez del Obispo (apellido de filiación, o
de cargo, servicio…); Suero de Benavides (entidad de León); Pedro Fernández el
Vizcaíno; Lope Pérez Lechuga (probable mote); Ramiro de Calatañazor (villa de
Soria); Rui Silvestre Espadero (apellido de oficio)…(15).
La
marcha desde Baeza fue muy rápida, pues Quesada fue sorprendida, invadida y
entregada al saqueo, según las bárbaras costumbres bélicas de la época. La
población de Quesada, bastante numerosa fue hecha cautiva, y hombres, mujeres y
niños, en número de varios miles, fueron repartidos entre los conquistadores.
El rey Fernando no quiso retener la villa en su poder, en parte porque sus
muros habían quedado muy derruidos, y también en parte por su situación
geográfica bastante alejada de la cabeza de puente cristiana del sur, el paso
del Muradal (Despeñaperros).
Además
de Quesada, las fuerzas aliadas conquistaron seis castillos más de la comarca,
y continuaron su expedición por la cuenca del río Guadalquivir, y por el
territorio de Jaén saqueando bienes, haciendo cautivos y arrasando las
fortificaciones y defensas que iban encontrando a su paso, con idea de
debilitar las posiciones enemigas.
Fernando III el Santo. (Ayuntamiento de León). |
Durante
toda esta primera parte de la primera campaña del rey Fernando, su aliado
‘al-Bayyasi’ estrechó todavía más su relación con el rey de Castilla, y en
prueba de su fidelidad y buena fe entrego a su hijo primogénito a Fernando III para
que se educase en Castilla.
Fernando le dio educación en su propia familia y el joven acompañó al rey en sus conquistas por Andalucía, logrando no pocos honores por ello. No se sabe con certeza si Al-Bayyasi se hizo cristiano, pero todo parece indicar que sí. De otra parte, el rey Zayd Abu Zayd de Valencia no sabía qué posición tomar al respecto de esta actitud de los cristianos, y su primo Al-Bayyasi le instó a que se hiciera vasallo de Fernando, por lo que le veremos dirigirse a Cuenca cuando se encuentre allí la corte castellana. Zayd Abu Zayd jurará vasallaje perpetuo al rey castellano.
Este joven se quedó definitivamente en Castilla, donde fue bautizado con el nombre de Fernando en honor de su rey protector, y formó parte de la mesnada real en las campañas de Andalucía recibiendo importantes heredades en el repartimiento de la Sevilla conquistada años después, y se asentó como vecino de Sevilla y fallecido fue enterrado en la catedral sevillana (16).
Fernando le dio educación en su propia familia y el joven acompañó al rey en sus conquistas por Andalucía, logrando no pocos honores por ello. No se sabe con certeza si Al-Bayyasi se hizo cristiano, pero todo parece indicar que sí. De otra parte, el rey Zayd Abu Zayd de Valencia no sabía qué posición tomar al respecto de esta actitud de los cristianos, y su primo Al-Bayyasi le instó a que se hiciera vasallo de Fernando, por lo que le veremos dirigirse a Cuenca cuando se encuentre allí la corte castellana. Zayd Abu Zayd jurará vasallaje perpetuo al rey castellano.
Este joven se quedó definitivamente en Castilla, donde fue bautizado con el nombre de Fernando en honor de su rey protector, y formó parte de la mesnada real en las campañas de Andalucía recibiendo importantes heredades en el repartimiento de la Sevilla conquistada años después, y se asentó como vecino de Sevilla y fallecido fue enterrado en la catedral sevillana (16).
Después
de algo más de un mes de campaña militar
por Andalucía, y ante un invierno inminente, Fernando III con toda su hueste
castellana regreso a su Castilla llevando consigo un inmenso botín y numerosos
cautivos, llegando a Toledo el once de noviembre de 1224.
Esta
campaña del año 1224, aunque no aportó ninguna ganancia territorial a Castilla,
había causado un grave quebranto a los musulmanes de al-Ándalus, y sobre todo
porque su alianza del rey de Castilla con el Baezano, constituía un gravísimo
peligro para el futuro del Islam en Andalucía. Ante más que una previsible
reacción rápida por parte de ‘Abu l-Ala’ gobernador de Sevilla, y por tanto
representante del califa de Marrakech en el al-Ándalus peninsular, el rey
Fernando III dejo un importante contingente de soldados en Andalucía al
servicio del aliado ‘al-Bayyasi’, y con esta ayuda pudo rechazar y dispersar
las fuerzas almohades que intentaron aproximarse a Baeza (17).
En
la siguiente campaña, la de 1225, el aliado ‘al-Bayyasi’ prometió a Fernando
III la entrega de Andújar, Martos y Jaén cuando fuesen conquistadas. El acto
del pacto con el rey castellano Fernando III tuvo lugar el 29 de junio de 1225,
en Las Navas de Tolosa, en donde el emir musulmán ‘al-Bayyasi’ besó la mano del
rey y le prometió pleitesía y vasallaje, a cambio de que le ayudara a recuperar
sus tierras, uniendo su destino para siempre en esta alianza, y
entregándole a Fernando III a su hijo
‘Abd al-Mon’ para que fuera cristianizado y educado en Castilla. Algún tiempo
después el rey Fernando III, al tener noticia de la muerte de al-Bayyasi en
1226, tomó bajo su protección a su hijo ‘Abd al-Mon’, educándolo junto a sus
hijos y llevándolo a la conquista de Sevilla en 1248; allí, en la mezquita
mayor, ya consagrada en catedral, ‘Abd al-Mon’ fue bautizado en la fe
cristiana, siendo padrino el propio rey Fernando III, recibiendo el nombre de
Fernando de Adelmón, un apellido del que aún queda constatada su existencia hoy
en día en el entorno de Sevilla.
Heráldica del apellido de Fernando Adelmón hijo menor de Al-Bayyasi, entregado para ser educado por Fernando III el Santo. |
Para
la historia de nuestra villa este encuentro pactado fue precisamente el acto en
el que le ofreció pleitesía y vasallaje, con el beso en la mano, por el que
‘al-Bayyasi’ prometió entregarle a Fernando III las plazas de Jaén, Andújar y
Martos, en el caso de que llegara a conquistárselas a los almohades. Y en el
lote de la entrega de Andújar fue incluida la entrega de dos aldeas de su mismo
Iqlim o distrito: Figueruela (Lahiguera), y la aldea de Villanueva, después de
la Reina, desde la visita de Isabel II.
La
campaña de 1225 se inició mucho antes que la anterior, recordemos que la
primera se inició en octubre de 1224; en este caso el ejército castellano
partiría de Toledo, base de
operaciones, en el mes de mayo,
llegando al puerto del Muradal que cruzó el 29 de junio, llegado a Las Navas de
Tolosa, donde vino a su encuentro ‘al- Bayyasi’, el cual en las conversaciones
mantenidas con Fernando III le prometió la entrega de los castillos de Jaén,
Andújar y Martos, si lograba arrebatárselos a los almohades, en cuyo poder se
encontraban. También prometió poner en poder del rey Fernando III cualquier
otro castillo o fortaleza que el rey castellano deseara recibir y retener de
entre las conquistadas por el emir Baezano. Después de este pacto, el musulmán,
con sus hijos besó en ese mismo lugar de las Navas de Tolosa, las manos del rey
castellano, convirtiéndose de esta forma en vasallo del rey de Castilla, y
uniendo por tanto su destino para siempre a esta alianza y vasallaje.
Escudo de Al-Bayyasi. |
De
esta forma fue como ‘Al-Bayyasi’ (El Baezano) comenzó una lenta recuperación de
su anterior territorio con la ayuda ahora de los aliados castellanos (lo cual
fue considerado posteriormente como una traición hasta el punto que le costó
ser degollado), y así fue como vinieron a su poder las plazas de Quesada o
Jaén, al tiempo que entregaba en propiedad al rey castellano Fernando otras
como Salvatierra, Burgalimar o Capilla.
Puestos de acuerdo ambos reyes, levantaron sus campamentos y marcharon con rapidez hacia Jaén, devastando todo el territorio, salvo el perteneciente al rey de Baeza ‘Al-Bayyasi’, y llegados a los muros de la capital de la Cora de Jaén la cercaron y atacaron durante varios días con gran número de bajas por ambas partes. El asedio de Jaén de 1225 se llevó a cabo por parte del rey Fernando III de Castilla durante su primera campaña, acaecida de 1224 a 1230. El asedio de Jaén fue llevado a cabo antes de la conquista de Andújar, ese mismo año.
Puestos de acuerdo ambos reyes, levantaron sus campamentos y marcharon con rapidez hacia Jaén, devastando todo el territorio, salvo el perteneciente al rey de Baeza ‘Al-Bayyasi’, y llegados a los muros de la capital de la Cora de Jaén la cercaron y atacaron durante varios días con gran número de bajas por ambas partes. El asedio de Jaén de 1225 se llevó a cabo por parte del rey Fernando III de Castilla durante su primera campaña, acaecida de 1224 a 1230. El asedio de Jaén fue llevado a cabo antes de la conquista de Andújar, ese mismo año.
La
conquista de Jaén era fundamental para la expansión del Reino de Castilla por
el valle del Guadalquivir. El problema de la conquista de la ciudad eran las
fuertes murallas construidas por los almorávides y que en 1151 y en 1152
soportaron el ataque del rey Alfonso VII de Castilla y el ataque de los
almohades en 1162.
Teniendo
en cuenta todo esto, en 1224, Fernando III de Castilla, atacó el territorio de
Jaén partiendo de Baeza con su aliado musulmán, el rey al-Bayyasi. Esta primera
campaña fue solo un tanteo para ver y probar las defensas de Jaén.
El
ejército de Castilla contaba con un importante número de hombres que
acompañaban al rey desde Toledo, además, del apoyo del ejército castellano de
Baeza y del ejército de Al-Bayyasi, Taifa de Baeza, vasallo del rey santo. El
objetivo de Fernando III no era todavía conquistar la plaza sino debilitarla y
probar sus defensas con vistas al asedio definitivo. A los pocos días levantó
el cerco.
Mapa de España desde las Navas de Tolosa hasta los Reyes Católicos. |
Durante
el asedio se establecieron campamentos cristianos, se devastaron los campos
próximos, los sitiados realizaron salidas con escaramuzas a los sitiadores y
los sitiadores atacaron la Muralla. El asedio no concluyó con la conquista de
la ciudad debido a que el ejército de Castilla no contaba con máquinas de
asedio, a pesar de que la Crónica de Ávila habla del uso de trabuquete, además,
la ciudad estaba fuertemente defendida por 160 caballeros cristianos que
apoyaban a los musulmanes, acaudillados por el magnate Álvaro Pérez de Castro
“el Castellano”, señor de la Casa de Castro y bisnieto de Alfonso VII el
Emperador, rey de Castilla y León. El número de combatientes que defendían
Jaén, según las crónicas cristianas, era de 3.000 caballeros y 50.000 peones
musulmanes y 160 caballeros cristianos al mando de Álvaro Pérez de Castro.
“…en
aquella plaza se face çerca de las huertas contra Castro (...) allanaron las
cauas que eran fondas e furacaron las barbacanas” (Crónica de Ávila.)
Ante
la fortaleza de los muros de las murallas de Jaén, y la decisión de defensa de
sus defensores, entre los que se encontraba don Alvar Pérez de Castro con
cuarenta caballeros cristianos, como defensor de parte de los musulmanes, al
modo de mercenarios de la guerra.
Álvar Pérez de Castro, Hijo de Pedro o Pero
Fernández de Castro, “el Castellano”, de ahí que Álvar se apellidase Pérez, su
linaje procedía de Castrojeriz (oeste de Burgos).
Alhamar, rey de Granada, rinde vasallaje al rey de Castilla, Fernando III el Santo. |
Vista
la situación y sin pensar en el desgaste del asedio de Jaén, Fernando III y
‘al-Bayyasi’ decidieron levantar el asedio de la capital de la Cora, y en
rápida incursión cayeron sobre la ciudad de Martos, que se sometió a
‘al-Bayyasi’, por lo que fue respetada en su población y bienes; y desde allí
se dirigieron a Alcaudete, Priego y Loja que fueron asaltadas y ocupadas. Desde
Loja siguieron ruta hacia Granada y en camino encontraron una gran villa
abandonada por todos sus habitantes, que habían huido aterrados al tener la
noticia de lo sucedido en Loja. La villa era Alhama de Granada que fue saqueada
a conciencia obteniendo buena cantidad de vituallas para el ejército y
dejándola desolada al estar deshabitada.
Ya
cerca de Granada, y antes de que pudieran causar daños notables en la vega, los
expedicionarios considerando que no disponían de suficientes vituallas
decidieron regresar a tierra de cristianos; dándose la circunstancia que los granadinos temiendo
correr los mismos daños que habían sufrido las villas de Loja y Alhama, les
ofrecieron la entrega de los 1.300 esclavos cristianos existentes en Granada.
Personalización de Álvar Pérez de Castro en una representación medieval reciente. |
De
nuevo aparece en el lugar y momento preciso don Alvar Pérez de Castro, que
había sido defensor de Jaén al servicio de los almohades, y en este caso había
acudido a Granada desde Jaén como auxilio almohade para la ciudad,
circunstancia en la que se brindó y sirvió de intermediario entre las
autoridades granadinas y el rey Fernando III, que aceptó la propuesta y recogió
a los 1.300 cautivos cristianos. Poco tiempo después don Alvar Pérez de Castro
se despidió del gobernador almohade jiennense y se puso al servicio del rey
Fernando III como vasallo, que lo acogió y se unió a la hueste castellana con
los cuarenta caballeros cristianos que antaño habían defendido Jaén de los
ataques de Fernando III y ‘al-Bayyasi’, antes de que rompieran el asedio y se
dirigieran a la ciudad de Martos.
Abandonaron
indemne la vega de Granada, haciendo la retirada por Montejicar camino de
Baeza, población que fue destruida, y continuaron su camino por Pegalajar y
Mengíbar, que fueron asoladas, hasta regresar a tierras del rey de Baeza, donde
tras atravesar el Guadalquivir el rey Fernando despidió al grueso de ejército
para que regresaran a sus casas (18).
El
rey Fernando III, después de despedir al grueso del ejército se quedó todavía
algún tiempo en Andalucía con los magnates, nobles y algunos caballeros, para
tomar ciertas decisiones importantes. Antes de iniciar su regreso a Castilla,
Fernando III, solicitó de ‘al-Bayyasi’ el cumplimiento de los acuerdos cerrados
al inicio de la campaña respecto a la entrega de Jaén, Andújar y Martos, y
aunque Jaén no había podido ser ocupado, si pedía la entrega de Andújar y
Martos, que habían quedado en manos de su aliado musulmán. Entonces como fiel
cumplimiento de lo acordado en Las Navas de Tolosa, el emir de Baeza ‘Abd Allah
Abu Muammad al Bayyasi’ hizo entrega a Fernando III de los castillos de Andújar
y Martos, el cual los confió en el acto a su nuevo vasallo don Alvar Pérez de Castro,
al que entrego además 50.000 maravedís de oro, destinados para el mantenimiento
de las guarniciones de ambas ciudades recibidas como tenente. Así Andújar, Figueruela, Villanueva y Martos
quedaron de manos castellanas de Fernando a través de don Alvar Pérez de Castro
(como tenente), los maestres de la Orden de Calatrava y Uclés con sus freires,
y otros magnates como defensores de las nuevas fronteras.
Un
diploma de fecha cinco de septiembre de 1225 registraba ya esta doble tenencia
de don Alvar sobre Andújar y sus dos aldeas y Martos, con el texto: Aluarus Petri
tenens Martos et Andúiar (19).
Carta de Fernando III otorgando al Concejo de Andújar los mismos términos que tuvo durante la época musulmana. (Úbeda 12 de marzo de 1241) |
Fernando
III, con el mismo título subscribiría la
mayor parte de los diplomas de tenencias por la posesión de conquistas hasta el
16 de enero de 1227 (20) , fecha
tras la cual desaparece en los diplomas regios toda mención de las tenencias
ejercidas por Alvar Pérez de Castro, vástago de la Casa de los Castro. Fernando
III, antes de despedirse de los caballeros que dejaba en sus nuevas posesiones
de Andújar y Martos, les prometió que estaría de vuelta con ellos en el mes de
marzo de 1226, e inició el regreso hacia Toledo donde la esperaba su madre,
doña Berenguela, y su mujer, la reina doña Beatriz, con las que continuó el
camino hacia tierras de la cuenca del Duero. Como está constatado que el día
cinco de septiembre de 1225 el rey Fernando se encontraba ya en Toledo, es
fácil deducir que la toma de posesión de los castillos de Andújar y Martos por
parte cristiana tuvo lugar en los días finales del mes de agosto de 1225.
Las
tres plazas: Jaén, Andújar y Martos eran las principales de la región. Jaén era
la cabeza de la Cora o provincia del mismo nombre, y Andújar y Martos eran a su
vez cabezas de dos de los Iqlim (o distritos) más importantes de la Cora de
Jaén, y estaban dotadas a su vez de dos poderosos castillos, aunque la
importancia de Andújar destacaba siempre como punto neurálgico desde el
comienzo de las campañas andaluza, para ser el comienzo de la continua
penetración castellana en Andalucía, dada su posición geográfica y la facilidad
de poder penetrar por el valle del Guadalquivir. Andújar constituía una plaza
fuerte en el futuro camino a la antigua capital del califato, en la que desde
los primeros momentos puso los ojos el rey Fernando III.
Retrato imaginario de Fernando III el Santo, rey de Castilla y León. Pintura de Carlos Múgica y Pérez, año 1850. Museo del Prado (Madrid). |
La
posesión del castillo de Andújar significaba también la garantía del control de
la entrada en Andalucía por el puerto de Puertollano o del río Jándula,
mientras que el castillo de Martos era una flecha clavada en el interior de la
hasta entonces Andalucía islámica, por estar rodeada de emires musulmanes.
Para
Figueruela este tiempo debió trascurrir con relativa tranquilidad en el
población musulmana, a pesar de la entrega al rey castellano, porque en
realidad la fecha de finales de agosto de 1225 no representaba la toma de Andújar
por los cristianos, sino la nueva y simple instalación del Tenente Alvar Pérez
de Castro y los caballeros y soldados castellanos que quedaron en el castillo
de la ciudad. La ciudad seguía en manos de la población musulmana que la
habitaba anteriormente antes de la entrega de ‘al-Bayyasi’ al rey Fernando, la
única diferencia era que la población de Andújar estaba ahora bajo el control
de las nuevas autoridades cristianas, poder que ejercían conjuntamente con el
gobierno superior del aliado emir de Baeza ‘Abd Allah Abu Muammad al Bayyasi’,
con lo que el cambio para la población de Andújar, Figueruela y Villanueva no
debió ser traumático, era la entrada de nuevos mandos militares en la ciudad.
La
conquista cristiana de la ciudad de Andújar no fue militar, sino que fue
entregada a los castellanos por al-Bayyasi, de forma pacífica, en el seno de su
singular pacto de vasallaje al rey Fernando III. Andújar se convirtió el centro
de referencia para la penetración castellana en Andalucía, población que fue
considerada importante desde el periodo andalusí, y así lo evidencia la frecuencia con la que
es mencionada en las fuentes árabes (al-Bakri, Ibn Abi Zar’, Ibn Hayyan,
al-Himyari, Ibn Idari, al-Idri-si, Ibn al-Jatib, al-‘Udri, etc.) (21).
Lo
cierto es que la toma de posesión de los castillos de Andújar y Martos por la
guarnición cristiana, que tuvo lugar hacia los últimos días de agosto de 1225,
lo cual no significó formalmente de facto la toma de Andújar por los
cristianos, sino simplemente la instalación de los caballeros y soldados
castellanos en la fortaleza de la ciudad, pues el gobierno interno y municipal
de la ciudad seguía en manos de al-Bayyasi, ya que la ciudad seguía estando
habitada por los musulmanes, pero lo que sí se aseguró el rey castellano fue la
posesión del castillo de Andújar que significó la garantía del control de la
entrada en Andalucía por el puerto de Puertollano o del río Jándula.
Andújar, en un grabado de Bernardo Espinalt. |
Sobre
la importancia de nuestra cabecera de partido, decir que Anduyar (Andújar)
aparecía siempre citada en las fuentes árabes como perteneciente a la Cora de
Jaén. Encontramos referencias históricas de Andújar en el verano del año 853,
cuando el emir Muhammad I envió a ‘Qasim Ibn al-Abbas’ y a ‘Tammam Ibn
Abi-l-Attaf’, generales del ejército omeya al valle del Jándula, para hacer frente a los rebeldes
toledanos; en esa ocasión el ejército omeya levantó su campamento en Andújar
(22).
Del
mismo modo vuelve a saltar el nombre de Anduyar en el año 888, cuando el emir
‘Abd Allah’ ordenó al gobernador o amil de Jaén, que reconstruyese, fortificase
y poblase con súbditos leales los castillos de Aryuna (Arjona) y Anduyar
(Andújar) (23).
En
el año 1211, un año antes de la batalla de las Navas de Tolosa, el califa
‘al-Nasir’ conquistó el castillo de Salvatierra y el comunicado de la victoria
al rey de Túnez aparece firmado por el citado califa en su campamento de Andújar,
“bi-manzil Anduyar” (24).
Rey Alfonso VII, que en el año 1138 realizó una algara y saqueo sobre la población árabe de Anduyar. |
La
ciudad de Andújar que sufrió primero la algara y saqueo lanzados por Alfonso
VII en el año 1138 (25), tan sólo seis años más tarde en
1144, Andújar rehecha figuraba entre las ciudades que estando aliadas con el
poderoso Zafadola se sublevaron contra los almorávides (26), y muerto Zafadola en 1146 la ciudad de Anduyar ofreció refugio a
‘Abu Yafar Handin’, que fue sitiado en ella por los almorávides. El sitiado
‘Abu Yafar Handin’ desde Anduyar solicitó el auxilio de Alfonso VII “El
Emperador”, que le envió de socorro al conde de Limia, Fernándo Yáñes, con
numerosa hueste que penetro en la ciudad sitiada y forzó el levantamiento del
asedio de Anduyar. Incluso al conde de Limia le siguió el propio “Emperador” en
persona, que en su correría llego también a ocupar parte de Córdoba (27).
Abd Allah ibn Muhammad al-Bayassi. Imagen de al-Bayyasi recogida de una publicación norteamericana. |
En
1225 el emir baezano decidió llevar a cabo su objetivo más preciado, que era la
conquista de la ciudad de Sevilla, para lo cual se fue adueñando
progresivamente de todos los castillos y las plazas fuertes de la comarca del
Aljarafe sevillano, lo que llegó a provocar que el califa ‘al-Adil’, temeroso
de esta ofensiva, decidiera retirarse al norte África, concretamente a
Marraquech, en donde murió asesinado en noviembre de 1226, no sin antes haber
dejado al mando de los territorios andalusíes a su hermano ‘Abu-l-Ulà’ . Lo cierto es que, a la vista
del éxito y a fin de reagrupar fuerzas para la toma definitiva de Sevilla,
‘al-Bayyasi’ se retiró a Córdoba, pero las cosas en la ya conquistada Córdoba
no le fueron bien, pues ‘al-Bayyasi’ lo que no esperaba era que el hecho de su
prometedora amistad y vasallaje al rey castellano Fernando III, hubiera
levantado tantas ampollas y rechazo entre sus súbditos musulmanes, que
iniciaron un levantamiento popular en su contra en la ciudad califal, hasta el
punto que obligó a ‘al-Bayyasi’ a huir a la localidad de Almodóvar del Río para
refugiarse en su castillo; pero estando ya en esta ciudad, mientras subía la
cuesta de la fortaleza, en donde pensaba refugiarse y hacerse fuerte, al emir ‘al-Bayyasi’ le
traicionó su propio visir ‘Ibn Yaburak’, su hombre de confianza, el cual había
pactado por su cuenta con ‘Abu-l-Ulà’ gobernador almohade de Sevilla, por lo
que asesinó a ‘al-Bayyasi’ y le cortó la cabeza, con el fin de llevársela al gobernador almohade a
Sevilla, gesto que no le sirvió de nada, pues ‘Abu-l-Ulà’ le acusó cínicamente
a ‘Ibn Yaburak ‘de traición a su emir ‘al-Bayyasi’, y acabó ajusticiando al
degollador, asesino de ‘al-Bayyasi’ .
Castillo de Almodóvar del Río. |
La
muerte de ‘al-Bayyasi’ provocó que el gobernador almohade de Jaén se decidiera a atacar Baeza, que
resistió más tiempo del que esperaba, teniendo que regresar sin haber podido
tomar el alcázar. La población musulmana de la ciudad, junto a la de Martos y
Andújar, temerosa de la represión cristiana, abandonaron estas ciudades a
finales de 1226, quedando desocupadas de musulmanes para el segundo semestre de
este año (28).
Hemos
visto que el castillo o fortaleza de Andújar fue entregado al rey castellano en
el verano de 1225 por el emir de Baeza ‘Abd Allah Abu Muhammad al-Bayyasi’,
pero las fuerzas castellanas que mantenían la ciudad bajo su control
mantuvieron según lo pactado la población musulmana en sus núcleos de población
y la de sus aldeas; pero ese estatus se mantuvo hasta la muerte por degüello de
al-Bayyasi en el año 1226, y desde ese momento la ciudad de Andújar se
convirtió en la principal plaza de armas y cuartel general de las fuerzas
cristianas que a las órdenes del Tenente don Alvar Pérez de Castro participaban
en las campañas anuales que poco a poco iban aumentando las conquistas
cristianas por tierras de al-Ándalus.
Aunque en menor medida la ciudad de Andújar continuó siendo protagonista
en el paso del poder musulmán al poder cristiano en toda la conquista de la
Baja Andalucía por el rey Fernando III entre los años 1224 y 1252.
Castillo o fortaleza de Andújar. |
Las
fuerzas castellanas, que cumplían la función de guarnecer los castillos de
Andújar y Martos, no permanecieron inactivas en ausencia de su rey Fernando.
Don Alvar Pérez de Castro, que ejercía el mando superior, con los otros
magnates y el emir de Baeza comenzaron a recorrer la tierras que obedecían al gobernador
almohade de Sevilla ocasionando los consiguientes saqueos y destrucciones en
ellas; los cuerpos militares castellanos iniciaron incursiones de saqueo a los
castillos musulmanes, lo que provocó la reacción del gobernador almohade de
Sevilla que concentro fuerzas de Sevilla, Jerez, Tejada y Córdoba para hacer
frente a don Alvar, pero éste, en batalla campal, deshizo al ejército sevillano
causándole gran mortandad a sus tropas. Como consecuencia de esta batalla y
para evitar las razias castellanas casi todas las villas y castillos del
espacio geográfico entre Córdoba y Sevilla, se volvieron al dominio del rey de
Baeza ‘al-Bayyasi’ y lo reconocieron como señor (29).
La
derrota del ejército del gobernador de Sevilla y aliados trajo como
consecuencia de que la mayoría de estas villas musulmanas acabaran rindiendo
pleitesía a ‘al-Bayyasi’, pero en realidad lo que querían impedir era su paso a
manos castellanas.
También
la ciudad de Córdoba recibió al emir Baezano como rey y se sometió a su poder,
tras apresar al gobernador de la ciudad que era un hermano del gobernador o
emir de Sevilla. Al mismo tiempo los moros de Jaén habían cercado el Castillo
de Garcíez, que obedecía al Baezano y donde resistía el caballero castellano
Martín Gordillo, por lo que siendo sabedor don Alvar Pérez de Castro de la
situación y una vez victoriosos contra las fuerzas sevillanas acudió en socorro
de los sitiados en Garcíez, cruzando el río Guadalquivir; pero antes de que
Alvar y los suyos llegasen a Garcíez la fortaleza había sucumbido a sus
sitiadores.
Enterado
Fernando III de estos sucesos, que en pocas semanas habían dado un vuelco
substancial a la situación política anterior, no dudó en adelantar su
presencia en las tierras del
Guadalquivir, y sin esperar a que llegara el mes de marzo, en que se esperaba,
decidió ponerse en camino para volver a Andalucía sin tardanza.
Los
ejércitos castellanos no se limitaron a controlar pasivamente estos castillos
de Andújar y Martos, sino que iniciaron una dinámica de lanzamiento de
correrías y algazaras por los territorios de los imanes fronterizos, que
deterioraron el poder almohade sevillano, que fue derrotado en batalla campal,
lo que tuvo como consecuencia que muchas localidades musulmanas entre Córdoba y
Sevilla, al verse desamparados por parte de los almohades, decidieran ponerse
bajo la encomienda de al-Bayyasi, a fin de librarse directamente de las
tropelías de los cristianos. Sabedor Fernando III de estas victorias y como
buen político que era, no quería que otros se atribuyeran tales éxitos, por lo
que decidió mediar con su presencia y decidió, el 1 de noviembre, emprender
viaje a Andalucía, a pesar de las inclemencias del invierno, lo que hizo con
toda parafernalia, acompañado de nobles como don Lope Díaz de Haro, don Gonzalo
Ruiz Girón, don Alfonso Téllez, don Guillén Pérez de Guzmán, don García
Fernández de Villamayor y don Guillén Gómez, entre otros (30).
Alcazar de Baeza. |
Fernando
III tomó la decisión de salir para Andalucía unos días antes de la fiesta de
Todos los Santos, y el día uno de noviembre, pese a la resistencia de sus
magnates, que le desaconsejaban el viaje por las inclemencias de la época
invernal, y porque su presencia sin un ejército poco podía dañar a los
musulmanes. Emprendió el viaje camino de Andújar acompañado por don Lope Díaz
de Haro, don Gonzalo Ruiz Girón, don Alfonso Téllez, don Guillén Pérez de Guzmán,
don García Fernández de Villamayor, don Guillén Gómez y otros magnates .
Hicieron el camino por el río Jándula, no por el puerto del Muradal, por lo que
la llegada cogió por sorpresa al emir de Baeza y al propio Don Alvar Pérez de
Castro, que se hallaba fuera de Andújar junto al soberano musulmán.
Cuando
Fernando III llegó a Andújar mando montar su campamento en un lugar conocido
como la Janduela: “E el rrey fuese para Andújar. El rrey pasó (mas bién posó)
en Xandiuela (31), y no tardaron en llegar ‘al-Bayyasi’ el emir de Baeza desde Córdoba,
según relata La Crónica de Veinte Reyes en Janduela se presentaron el baezano
‘al-Bayyasi’ y Pérez de Castro con mucho boato y esplendor, como nos describe
la Crónica de los Veinte Reyes: “(al-Bayyasi se presentó): con tres mil
caualleros de almohades e de aláraues e de andaluzes e turcos, e bien treinta
mil a pie, con muchas tronpas e atanbores e con grandes rruydos. Entonces el
rrey resçibiólos muy bien… e venia tanbien don Alvar Peres e don Alfonso e
otros omnes buenos que fueron por fronteros. Junto con al-Bayyasi venía también
“don Alvar peres e don Alfonso e otros omnes buenos que fueron por fronteros.
El rrey acogólos muy bien e fizoles mucha onrra (32).
Perímetro de la Muralla de Andújar. |
En
este encuentro de la Janduela se llegó a un nuevo acuerdo entre los dos reyes;
el rey ‘al-Bayyasi’ hizo el compromiso de entrega al rey Fernando otros tres
castillos, los de “Saluatierra e Capilla e Bulgarymar”, y como prenda del fiel
cumplimiento de lo que había pactado con la entrega de las tres fortalezas
referidas, el emir de Baeza puso en manos de Fernando III el alcázar o castillo
de su propia capital, Baeza, hasta el día en que se cumpliese la entrega de las
tres plazas convenidas. El rey castellano a su vez dejó en el alcázar de Baeza al maestre de Calatrava, don
Gonzalo Yáñez, y al maestre de Santiago, don Pedro Gómez, mientras el rey de
Baeza nombraba como delegado suyo para efectuar la entrega de los tres
castillos a un sobrino suyo, hijo del reyezuelo de Valencia, ‘Abu Zaid’,
hermano del Baezano.
No
resulto fácil, ni pacífica la ocupación de los tres castillos citados; en
primer lugar el rey Fernando recibió el castillo de Borialamer sin mayor
dificultad, cuando iba de regreso hacia Toledo. Sobre la ubicación de este
castillo hay disparidad de criterios; para Hernández Jiménez se refiere al castillo
de Baños de la Encina (33). Esta identificación
fue negada por el profesor Julio González, que lo sitúa al norte de Sierra
Morena, entre el puerto del Muradal y el castillo de Salvatierra (34).
Castillo de Burgalimar (Baños de la Encina) |
Fernando
III, Después de haber ocupado el castillo de Borialamer, se dirigió a
Salvatierra, donde la guarnición rehusó la entrega de la fortaleza durante unos
quince días a pesar de que ‘al-Bayyasi’ había enviado a Salvatierra un hábil
mensajero para que convenciera a la guarnición musulmana de la conveniencia de
entregar el castillo al rey cristiano. La entrega del castillo de Salvatierra tuvo lugar unos días antes del 8
de enero de 1226, pues en esa fecha ya se encontraba en Toledo el rey Fernando.
Castillo de Salvatierra. |
Más
difícil se presentó el caso de la entrega del castillo de Capilla, la negativa
a entregar la fortaleza al rey de Castilla no cedía, y para vencer esta
obstinación poco después de la fiesta de Pentecostés, que ese año caía en el 7
de junio, se reunió en Toledo una no muy numerosa hueste que marchó para Capilla,
contando también con el apoyo incondicional de rey Baezano y se inició el
asedio de la fortaleza batiendo sus muros con máquinas apropiadas.
La
Crónica de Veinte Reyes recoge así el asedio al castillo de Capilla y la
colaboración de ‘al-Bayyasi’: “El rrey de Baeça enbíole mucha farina e mucho
fierro e cuerda para los engeños que el rrey le poníe, ca el castillo era
fuerte e cercado de tres çinchos, e está en vna peña biua, e torres mucho altas
e el alcáçar mucho fuerte. El rrey puso sus engenos e conbatióla muy fuerte,
asy que entraron la villa por fuerça. Después, conbatieron el alcáçar. E pues
que los moros vieron que non avíen acorro nin se podíen defender, diérongela al
rrey que los dexase salir con los cuerpos tan solamente. E ante que dende mouiese
diéronle a Sant Esteuan (35).
Castillo de Capilla. |
La
rendición del alcázar de Capilla se acordó mediante un pacto entre los sitiados
y el rey de Castilla en los siguientes términos: Si en el plazo de ocho días no
recibían auxilio eficaz del rey de Sevilla, entregarían el castillo al rey
cristiano, y ellos podrían salir de la fortaleza libres con sus esposas e hijos
y con todos sus bienes muebles y trasladarse salvos hasta Belalcázar, llamado
entonces Gahet.
El
asedio de la fortaleza de Capilla vino a durar unos dos meses, pues en torno al
quince de agosto, fiesta de la Asunción, Fernando III ya había regresado a
Toledo junto a su madre Berenguela y su esposa Beatriz.
Mientras
Fernando III asediaba el alcázar de Capilla con los auxilios que el rey de
Baeza les enviaba desde Córdoba, donde al-Bayyasi se había asentado tras la
incorporación de la ciudad califal a sus dominios, los cordobeses urdieron una
conspiración contra la vida del emir baezano, descontentos por la ayuda que su
señor musulmán prestaba a los cristianos en sus batallas por el Pacto de Las
Navas. Ante el peligro inminente que corría su vida en Córdoba, el emir de
Baeza salió huyendo precipitadamente de la ciudad en compañía de unos pocos de
sus fieles; pero los cordobeses salieron en su persecución, dándole alcance
junto al castillo de Almodóvar, donde lo decapitaron enviando su cabeza al
califa almohade, que unos días antes se había trasladado de Sevilla a
Marruecos.
Conocida
la noticia de la muerte de ‘al-Bayyasi’ por Fernando III y los sitiadores del
alcázar de Capilla, los magnates de su séquito que lo acompañaban en la toma le
aconsejaban a Fernando III que abandonara el asedio de Capilla y pasara a
tierras cordobesas donde podría inferir muchos daños a los musulmanes y así
vengar el asesinato de su vasallo el emir baezano; pero el rey Fernando
prefirió seguir el consejo que le había dado su madre, doña Berenguela, que le
había recomendado continuar en el asedio de Capilla hasta que estuviera en su
poder.
Podríamos
fijar la muerte de al-Bayyasi en la primera quincena de julio de 1226, dado que
el asedio de Capilla no pudo comenzar antes del día quince de junio, ya que el
rey Fernando se encontraba en Peñafiel todavía el día ocho de junio (36), por lo que Capilla se había
rendido antes del 15 de agosto, fiesta de la Asunción que el rey Fernando
celebró en Toledo de regreso de Capilla.
La
muerte por degüello de al-Bayyasi dejo un gran vacío de autoridad en todas las
tierras sujetas a su obediencia, provocando en ellas un gran desconcierto y una
vuelta generalizada a la obediencia almohade. Por parte cristiana la
desaparición del fiel aliado colocó a las guarniciones cristianas de los
castillos de Baeza, Andújar y Martos en una difícil coyuntura en unas ciudades
donde la población seguía siendo musulmana en su totalidad, en las que las
autoridades cristianas solamente controlaban el gobierno y la seguridad de
estos enclaves fronterizos. Los cristianos estaban muy alejados de sus bases
logísticas de abastecimiento en medio de una tierra hostil, porque las
poblaciones musulmanas eran las que proporcionaban los abastecimientos diarios
de muchos productos de consumo, con lo que su dependencia real era alta.
Fernando III el Santo sirve comida a los pobres. Museo del Prado (Madrid). |
En
Baeza tras la muerte de al-Bayyasi la población musulmana llamó el auxilio de
la ciudad al emil o gobernador de Jaén, deseando expulsar a la guarnición cristiana del castillo, quien
se presentó con su ejército en Baeza.
Los cristianos que se encontraban fuera del castillo “fueron asesinados,
después de haberse defendido valientemente, sucumbiendo ante el número de sus
enemigos. Pero fue imposible apoderarse de la ciudadela, que tal forma estaba
fortificada” (37).
Si
el gobernador de Jaén hubiera sitiado la fortaleza durante uno o dos días más,
hubiera obligado a los sitiados cristianos a rendirse por hambre o a intentar
una salida negociada, pues normalmente
no tenían otros víveres que los que adquirían a diario de la ciudad en tiempo
de paz; pero el gobernador de Jaén temeroso de la llegada de posibles auxilios
o refuerzos cristianos, no se mostró dispuesto a demorar ni un día más su
estancia en Baeza. Les dijo a sus habitantes: “Yo me vuelvo. El que quiera
partir no tiene más que acompañarme. El que quiera quedarse no tiene más que
quedarse”. Le suplicaron que prolongara su estancia uno o dos días. Rehusó en
su incontenible deseo de volver a Jaén. En estas condiciones a las gentes de
Baeza, no les quedó más recurso que
dejar la ciudad y renunciar a sus bienes, y se dispersaron a través del país.
Los cristianos permanecieron en la ciudad, que quedó por completo en su poder.
Asi pasó definitivamente Baeza a manos cristianas (38).
Conocedores
en Andújar y Martos de la actitud de los musulmanes baezanos, cuyos castillos
ocupaban igualmente los cristianos, procuraron por combate conseguir conquistar
cada fortaleza en estas ciudades sin llegar a conseguirlo en ninguno de los dos
casos. Así lo refiere la Crónica de Veinte Reyes: “E los moros, quando esto
vieron (la muerte del Baezano), alçáronse todos por la tierra, e ellos a
endurar (con fiereza) conbatieron el alcáçar que tenían los christianos, mas
non lo pudieron tomar por ninguna guisa.
De
cómo los moros desanpararon a Martos e Andújar e las cobró el rrey, e el
alcáçar de Baeça…
Temiendose
de lo que començaron, dexaron la villa (Andújar), ca fueronse todos, que non
fincó ninguno y, e fincó la villa toda quieta al rrey; e eso mesmo fincaron
todos los de Martos, que non fincó y ninguno. Otrosy fincó el rrey con el
alcáçar de Baeça” (39).
Todos
estos sucesos tuvieron lugar después de la muerte de al-Bayyasi en la primera
quincena del mes de julio del año 1226, pero no tuvieron lugar de forma
inmediata tras su muerte, pues la caída de la ciudad de Baeza en manos
cristianas es datada por el historiador musulmán Ibn Jaldun (40), el uno de diciembre de
1226, y según otras fuentes en la víspera de esa fecha, es decir el treinta de
noviembre.
Diez
años después con la conquista de Córdoba en 1236, la plaza de Andújar tan
importante para la reconquista en esos diez años, pasó de la vanguardia a la retaguardia,
con la consiguiente pérdida de su valor estratégico de cuartel general, en
favor de la nueva primera fila de la ciudad cordobesa, con lo que en la ciudad
de Andújar y sus aldeas de Figueruela y Villanueva fueron iniciando su
repoblación cristiana de castellanos, con el consiguiente repartimiento de
tierras y la organización de la vida
local con la puesta en marcha de sus concejos o ayuntamientos respectivos, con
lo que en este periodo de estabilidad la fase de conquista de Andújar y
Figueruela y Villanueva habrían llegado a su término, al menos hasta que Al-Hamar en 1232 tomara el poder en la vecina Arjona, con lo que la inestabilidad
se prolongaría en la tierra de frontera de Arjona con Figueruela y Andújar,
términos en los que las razzias y saqueos continuarían durante algún tiempo.
Andújar,
primera ciudad entre las andaluzas en ser ocupada por Fernando III, comenzó a
recibir tras la muerte de al-Bayyasi a los nuevos pobladores cristianos
llegados del reino de Castilla, que vinieron a ocupar el vacío que los antiguos
habitantes musulmanes habían dejado tras su huida y emigración a otros
territorios inmediatos que aún seguían bajo el poder del Islam. Quizá el
vecino enclave musulmán del emirato de
Aryuna (Arjona) recibiera muchos de los huidos de Figueruela y Anduyar.
Plano de la Córdoba islámica. |
Tal
como hemos referido antes, una vez recuperadas las localidades de Andújar y
Martos, pasaron a manos de Alvar Pérez de Castro (41), Tenente de Andújar, frontero
de al-Andalus, conquistador de Córdoba. Madrid, 2017.), que seguramente como
Tenente de Andújar se hiciera cargo de la defensa de Figueruela y Villanueva
como aldeas de Andújar. A parte de la autoridad entregada a don Alvar Pérez de
Castro, debemos contemplar el papel de las órdenes militares de Santiago y
Calatrava, que se aposentaron en estas tierras, pasando Martos a convertirse en
el centro del dispositivo cristiano de defensa de la zona. (42).
El 23 de noviembre de 1248, el rey Fernando III de Castilla reconquistó Sevilla. |
Si
la narración de la Crónica de los Veinte Reyes hubiese seguido la temporalidad
real de los hechos, podemos decir que la incorporación a Castilla de manera
real de las tres ciudades se realizó por el orden siguiente: Andújar, Martos y
Baeza. El vaciamiento de la población musulmana en la ciudad de Andújar tuvo
lugar en el segundo semestre del año 1226, entre el uno de julio y el treinta
de noviembre. Desde antiguo la tradición consideró la fecha de la reconquista
castellana de Andújar unida a la fecha de la festividad de Santa Marina, el
dieciocho de julio, con el vaciamiento de la población musulmana en ese día del
año 1226, con lo que se produciría la ocupación real de la ciudad.
Dada
la supuesta fidelidad mutua entre el rey castellano y el emir baezano, en todos
los aspectos del cumplimiento del Pacto de las Navas, es de imaginar que aunque
la desaparición de al-Bayyasi significaría un grave contratiempo para las
poblaciones de Andújar, Martos y Baeza, la situación militar de estas plazas no
debió ser demasiado critica, como lo demuestra el que el rey Fernando III tras
la conquista de Capilla se dirigiese de regreso a Toledo y no se dirigiese a
Andalucía en una fecha tan próxima a la desaparición por degüello de su aliado
baezano en una fecha intermedia como fue la fiesta de la Asunción que celebró
en Toledo el quince de agosto.
Fernando III el Santo, Rey de Castilla y León. |
Por
tierras castellanas permaneció Frenando III algunos meses, como lo
demuestra la documentada presencia en
Guadalajara el veinte de septiembre, y en Huete (Cuenca) el siete de octubre de
ese mismo año 1226.
Una
visita que no realizó hasta la frontera andaluza hasta mediados de diciembre de 1226 a
mediados de enero de 1227. Desde la ciudad de Toledo partió para Andalucía el
diez de diciembre para visitar Baeza en la que dejó como tenente a don Lope
Díaz de Haro con quinientos caballeros, en Andújar en la que debía seguir como
tenente don Alvar Pérez de Castro ( lo suponemos al no decir nada al respecto),
y en Martos donde la tenencia de don Alvar se vio reforzada por la presencia en
la misma plaza de don Tello Alfonso, hijo de don Alfonso Téllez y sobrino del
obispo de Palencia, don Tello Téllez de Meneses.
Es
muy posible que esta expedición invernal del rey Fernando fuese ya acompañada no sólo por las esposas e hijos
de los caballeros que iban a permanecer en las nuevas ciudades como
asentamiento definitivo de la guarnición militar, sino que con ellos vendrían
también los primeros repobladores castellanos que viajaban con la expedición
con el ánimo de establecerse como nuevos pobladores en las ciudades de Baeza,
Andújar o Martos. Así desde la fiesta de la Asunción el quince de agosto, el
rey Fernando habría tenido tiempo de invitar y movilizar a esos castellanos que
con sus familias vendrían a repoblar desde la parte norte de su reino, para
repoblar las nuevas ciudades andaluzas que habían quedado vacías de población
musulmana.
Con
el nombramiento de los tenentes que quedaban como delegados suyos en cada uno
de las tres ciudades y fortalezas y de sus guarniciones guerreras de defensa de
las tierras de frontera, y los primeros repobladores tomando posesión de las
tierras otorgadas, que servían al mismo tiempo como refuerzo de sus defensas,
el rey Fernando III regresó a Toledo, según narra la Crónica de Veinte Reyes: “el
rrey vínose para Toledo” (43).
Aunque
la total incorporación de la ciudad de Andújar al reino de Castilla no tuvo
lugar hasta el segundo semestre del año 1226, desde la óptica de la curia de
Fernando III en la datación de un diploma expedido en Santo Domingo de Silos el
dieciséis de marzo de 1227 se conmemoraba ya en segundo año de la conquista de
Andújar de las manos de los musulmanes y su entrega una vez liberada al culto
cristiano, que dice así:
“Facta
carta apud Sanctum Dominicum Exilihensem, XVI die ianuarii era MCCLXV, anno
regni mei decimo, eo uidelicet anno quo Baeciam et Capellam adquisiui, secundo
etiam anno Saluaterram, Martos, Anduiar et Borialamar de manibus sarracenorum
liberata redi cultui christiano (44).
Pintura que representa a San Fernando en oración. |
Esta
datación en el segundo año de la conquista de Andújar recuerda un
acontecimiento ocurrido entre el 16 de enero de 1225 y el mismo día de 1226, y
esa conquista de Andújar solamente puede ser la entrega del alcázar o fortaleza
de la ciudad a Fernando III en los días finales de agosto de 1225.
Por
lo que respecta a Figueruela, nuestra aldea de aquel tiempo, suponemos que
igualmente se quedaría vaciada de población musulmana y comenzaría a
recibir repobladores en esa expedición
invernal de entre mediados de diciembre de 1226 y mediados de enero de 1227,
con la dificultad añadida de que era población de frontera con la vecina Arjona
donde el emir sobrevivía en su pequeño reino de Taifas hasta que en 1232
surgiera la figura de Al-Hamar. Los musulmanes andalusíes arjoneros sufrían
incesantes ataque y algaras de parte de las guarniciones de las dos plazas
cristianas avanzadas, aunque la reconquista territorial no avanzó gran cosa en
este entorno; Arjona entre Andújar y Martos, las dos ciudades cristianas y base
de las operaciones militares y algaras, a tan sólo 12 kilómetros de la primera
y a 24 de la segunda, sufría con frecuencia las razias, ataques, temores y
sustos durante todo el tiempo que estuvo vinculada al emir ‘Muhammad Ibn Hud’,
por lo que no sería extraño que durante este periodo trataran de desvincularse
de ‘Muhammad Ibn Hud’ y de buscar por su propia cuenta un acuerdo con sus
vecinos de Andújar y Martos. Quizá la proclamación y nombramiento del emir de
Arjona: ‘Muhammmad Ibn Yusuf Ibn Nasr Ibn al-Ahmar el 18 de abril de 1232,
fuese la repuesta a la situación difícil que sufría Arjona con su vecindad, y
la pérdida de toda esperanza de recibir ayuda por parte de Muhammad Ibn Hud, a
quien estaban vinculados, que estaba en declive tras el fracaso de Jerez cuyo
emirato iba desmoronándose poco a poco.
Resto de la Muralla de Andújar. |
La
antigua Figueruela, castellanizada como Fuente de la Figuera, como aldea antes
perteneciente a Andújar, sería defendida en sus intereses por el mismo Alvar Pérez de Castro, que era
el tenente de la ciudad, que también compartía frontera con el pequeño emirato
de Arjona. Por otra parte imaginamos que el hecho de compartir también don
Alvar Pérez de Castro la tenencia de Martos, le obligaría al paso desde Andújar
por La Fuente de la Figuera para llegar a Martos, ciudad de la que también
compartía tenencia. Alvar Pérez de Castro era tenente de la fortaleza de
Andújar desde agosto del año 1226, cargo para el que quedó ratificado en
diciembre del año siguiente (1226) cuando Fernando y sus huestes vinieron con las
familias de los caballeros defensores de la ciudad y con los repobladores
castellanos. Desde diciembre de 1226 podemos suponer que libre ya de los antiguos habitantes musulmanes de
la ciudad gobernaría la ciudad entera, en las que quedarían incluidas las
aldeas de La Fuente de la Figuera y Villanueva, y que como tenente de Martos
desde las mismas fechas y en las mismas condiciones de gobierno las marchas con
sus guerreros serían frecuentes para mantener a raya al pequeño emirato de
Arjona. Alvar Pérez de Castro conservo el cargo de tenente de Andújar hasta el
año 1234, en que le fueron retirados todas las tenencias y toda la tierra que
había recibido del rey Fernando, al casarse Alvar con Mencía sobrina de
Fernando el 29 de septiembre de 1234, sin haber recibido el beneplácito del
rey y no cumplir la prohibición de
casamiento en caso de consanguinidad, contempladas en las normas eclesiásticas que prohibían los
enlaces entre consanguíneos por el grado de parentesco que unía a los
contrayentes.
Fotografía de la Peña de Martos, cuya localidad fue sitiada por los musulmanes en 1227. |
Mucho
movimiento debió tener la frontera de los cristianos con los musulmanes cuando
en la primavera o principios de verano del año 1227, la nueva ciudad de Martos
tuvo que rechazar una fuerte embestida por parte de las fuerzas musulmanas de
Sevilla, ataque que tuvo lugar en ausencia de la ciudad de Martos de sus
tenentes: Don Alvar Pérez de Castro y don Tello Alfonso que se encontraban
realizando razias en incursiones por tierras musulmanas para procurar recoger
provisiones de avituallamiento en tiempo de cosechas para el invierno próximo
por la comarca de Baena, Castro del Río y Lucena.
En
el curso de esas salidas tuvieron noticia por un moro prisionero de la
expedición del ejercito del gobernador sevillano contra la ciudad de Martos,
noticia por la que don Tello Alfonso sintió pánico porque suponía la perdida de
la ciudad ante las escasas defensas con que contaba la ciudad por estas
salidas, y la indefensa de la ciudad marteña que solamente estaba cercada por
un tapial y la guarnición que había dejado en ella era muy reducida. Aunque a
la llegada comprobó don Tello que la ciudad estaba rodeada por musulmanes, don
Tello decidió romper el cerco musulmán y forzar la entrada a la plaza sitiada,
así que reuniendo a su gente en un pelotón se lanzaron todos en tropel hacia
una puerta de entrada a Martos por la que con la ayuda que les prestaron desde
el interior lograron entrar en la villa, no sin sufrir sensibles pérdidas.
Después
del éxito de la entrada de don Tello y sus hombres, quedó reforzada la
guarnición de Martos, pero el gobernador sevillano apretó el cerco de la villa
en la que finalmente logró penetrar ocupando la peña de Martos, pero la
población cristiana continuó su resistencia en las casas de la villa, aunque
estaban escasos de víveres. También llego socorro para Martos de Baeza de mano de don Gonzalo Yáñez, hijo del conde
don Gómez, con setenta caballeros, que consiguieron introducirse en la villa y
reforzar así la guarnición cristiana. Conocida la noticia del ataque sevillano
a la villa de Martos, el rey Fernando III, mandó enviar socorro a la plaza a
don Alvar Pérez de Castro, a don Alfonso Téllez y a los maestres de Santiago y
Calatrava, los que llegaron a tiempo de liberar a Martos del asedio y expulsar
a los musulmanes de la peña, con lo que los sevillanos regresaron a su lugares
de partida sin haber logrado desalojar a los cristianos de esta posición
avanzada en territorio almohade.
Dada
la posición geográfica de nuestra villa entre la ciudad de Andújar y la villa
de la peña de Martos, es de suponer que el movimiento de tropas y los efectos
del asedio de Martos debió afectar a los pobladores de nuestra villa, dada la
instabilidad de esta tierra de frontera.
Granada
15 de septiembre de 2019.
Pedro
Galán Galán.
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(2)
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(3)
Viguera Molins, María Jesús: De las taifas al reino de Granada. Al-Ándalus,
siglos XI-XV, en Historia de España 16, volumen 9. Madrid, 1995, página 52.
(4)
Viguera Molins, María Jesús (coordinadora.): Historia de España fundada por R.
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(5)
Vidal Castro, Francisco (editor y coordinador): Jaén en la época de los
nazaríes (al-Ándalus, s. XIII-XV). Jaén, 2010.
(6)
Crónica latina de los Reyes de Castilla. Edición Luís Charlo Brea. Cádiz, 1984,
página 38.
(7)
Ballesteros Gaibrois, Manuel: San Fernando y la conquista de Jaén. En Cuadernos
de Historia de España, XX, 1951, páginas
63 a 169.
(8)
Ballesteros Gaibrois, Manuel: San Fernando y la conquista de Jaén. En Cuadernos
de Historia de España, XX, 1951, página 46.
(9)
Crónica latina de los Reyes de Castilla, Edición Luís Charlo Brea. Cádiz, 1984,
páginas 61 a 64.
(10)
Crónica latina de los Reyes de Castilla, Edición Luís Charlo Brea. Cádiz, 1984,
página 65.
(11)
Ibn Idari, al-Bayan al-Mugrib; edición de la parte correspondiente a los
almohades de M.I. al-Kattani, Beirut-Casablanca, 1985.
(12)
Huici Miranda, Ambrosio: Historia política del Imperio Almohade, Tetuán,
1956-1957, II, página 617 y siguientes.
(13)
Viguera Molins, María Jesús: Sevilla almohade, Sevilla, 1997.
(14)
Galán Hervás, Francisco: El emirato, páginas 115 y siguientes.
(15)
Cf. «Los primeros castellanos en Andalucía», en http://www.darrax.com/,10+Leídos;y
http://www.andalucia.cc/habis/repart_ubedabaeza.htm.
(16)
González González, Julio: Reinado y diplomas de Fernando III, I: Estudio.
Córdoba, 1980, página 294.
(17)
Al-Himyari: Kitab ar-Rawd al- Mitar. Versión de María Pilar Maestro González.
Valencia, 1963, páginas 122 a 124.
(18)
Crónica de Veinte Reyes. Edición de Burgos, 1991, páginas 301 y 302.
(19)
Gonzáles González, Julio: Reinado y diplomas de Fernando III. II: Diplomas
(1217-1232). Córdoba, 1983, documento 206.)
(20)
Gonzáles González, Julio: Reinado y diplomas de Fernando III. II: Diplomas
(1217-1232). Córdoba, 1983, documento 222.
(21)
Martos, Juan: Andújar, cinco siglos de islamismo (VIII-XII). En Chamocho, Miguel Ángel (coordinadores), Historia de
Andújar. Política, sociedad, economía e instituciones, Jaén, 2009, volumen I,
páginas 49 a 82.
(22)
Vallvé Bermejo, Joaquín: La división territorial en la España musulmana. La
Cora de Jaén. En al-Ándalus, 34. 1969, páginas 61 y 62.
(23)
Vallvé Bermejo, Joaquín: La división territorial en la España musulmana. La
Cora de Jaén. En al-Ándalus, 34. 1969, página 61.
(24)
Al-Himyari: Kitab ar-Rawd al –Mitar. Versión de María Pilar Maestro González.
Valencia, 1963, página 226.
(25)
Chronica Adefonsi Imperatoris. Edición de Luís Sánchez Belda. Madrid, 1950,
número 131.
(26)
Chronica Adefinas Imperatoris. Edición de Luís Sánchez Belda. Madrid, 1950,
números 189 y 194 y 195.
(27)
Recuero Astray, Manuel: Alfonso VII, emperador. El imperio hispánico en el
siglo XII. León, 1979, páginas 172 a 176.
(28)
Rodríguez Molina, José: Historia de Baeza. Baeza, 1985.
(29)
Crónica latina de los Reyes de Castilla. Edición de Luís Charlo Brea. Cádiz,
1984, página 68.
(30)
Crónica de los veinte Reyes. Edición de Burgos, 1991, página 302.
(31)
Crónica de Veinte Reyes. Edición Burgos, 1991, página 302)
(32)
Crónica de Veinte Reyes. Edición de Burgos, 1991, página 302.
(33)
Hernández Jiménez, Félix: Estudios de geografía histórica española: II. Bury al-Hammma=
Burgalimar= Castillo de Baños de la Encina. En Al-Ándalus, 5. 1940, páginas 413
a 436.
(34)
González González, Julio: reinado y diplomas de Fernando III, II: Diplomas
(1217-1232). Córdoba, 1983, documento 222.
(35)
Crónica de Veinte Reyes. Edición de Burgos, 1991, página 302.
(36)
González González, Julio: Reinado y diplomas de Fernando III, II: Diplomas
(1217)-(1232). Córdoba, 1983, documento 217.
(37)
Al-Himyari: Kitab ar-Rawd al- Mitar. Versión de María Pilar Maestro González.
Valencia, 1963, página 125.
(38)
Al-Himyari: Kitab ar-Rawd al- Mitar. Versión de María Pilar Maestro González.
Valencia, 1963, página 126.
(39)
Crónica de Veinte Reyes. Edición de Burgos, 1991, página 303.
(40)
Slane: Histoire des Berberíes, II. Paris, 1926, página 230.
(41)
Chamocho Cantudo, Miguel Ángel: Alvar Pérez de Castro (c. 1196-1239). Tenente
de Andújar, frontero de al-Andalus, conquistador de Córdoba. Madrid, 2017,
páginas 101 y siguientes.
(42)
Eslava Galán, Juan: El castillo de la Peña de Martos y la Orden de Calatrava.
En Boletín del Instituto de Estudios Giennenses, CILII, 2010, páginas 149 a
160.
(43)
Crónica de los Veinte Reyes. Edición de Burgos, 1991, página 303.
(44)
González González, Julio: Reinado y diplomas de Fernando III, II: Diplomas
(1217-1232). Córdoba, 1983, documento 222.
3 comentarios:
Pedro, en primer lugar quiero agradecer tu retorno.
Alguna vez hemos hablado de la presencia musulmana en nuestro pueblo, ya sabes que pienso que fue muy poca, para los siglos de dominación. Y me atrevería a decir que, en épocas, ninguna.
Me imagino que esos lugares que mencionas con asentamientos islámicos los tienes comprobados con la presencia de algún resto. Sería interesante ir y ver. Yo solo puedo hablar de unas tres monedas, o mejor trozos, en todo el término. Seguro que algo se me escapa.
Enhorabuena.
Manuel, en la lejana fecha del 10 de febrero de 2014, publiqué estos párrafos en el artículo que al final del texto te incluyo:
“En la actual localidad de Lahiguera, se han encontrado restos de época islámica en dos puntos: Las Cuevas y Los Pozos. Su situación hace pensar que formaban parte de una misma población, antecedente y que quizás tendría mayor extensión que nuestra actual Lahiguera. Esta ocupación, que comenzó en época prehistórica, vino determinada por la relativa elevación del lugar con respecto al entorno, lo que le deba una amplia visibilidad y posibilidades defensivas. Por otro lado, la configuración caliza del terreno permite abrir con facilidad silos, que se emplearían para guardar grano, y que es uno de los rasgos que caracterizan a este lugar desde la época prehistórica hasta la medieval. La cerámica islámica encontrada es abundante, pero desgraciadamente por el momento no parece que estuviera acompañada de restos de edificaciones. Como ya se ha tratado en artículo anterior en este blog, es más que seguro que la localidad pasó a manos de castellanas tras el pacto entre Fernando III y Al-Bayyasi, por el que este último entregó al monarca castellano varias localidades, entre ellas Andújar junto a la que iría la que hoy es nuestra población. Como ya se dijo, el nombre con el que aparece la población en el siglo XIII, “Fuente de la Figuera”, es casi con toda seguridad una traducción directa del nombre árabe Figueruela, que muy pronto quedará reducido a "La Figuera”. Los castellanos no cambiarían la orientación casi exclusiva agrícola del lugar, siendo complementaria esta función productiva de su terreno, con sus funciones de vigilancia asignadas. En 1234 Fernando III entrega la aldea de “La Figuera” a Andújar.
La zona del Cerro de Corbún situado sobre la terraza última del Arroyo Saladillo, controla desde su altura una amplia vega y ofrece toda una amplia panorámica visual y gran visibilidad, por tanto, del lugar de paso que suponía el antiguo camino que desde tiempos inmemoriales ha comunicado la capital, hoy de la provincia, y la siempre emergente población de Andújar y la vega del Guadalquivir. De esta forma nuestro territorio de esta parte del término, continuaba por su situación estratégica, como lugar de paso, servicio que siempre ofreció Jaén en los caminos que la unían con el levante y el reino nazarí de Granada y de la que como capital de la Cora de Jaén llegó a tomar su nombre como Xauén (lugar de paso de caravanas).
Es muy lamentable que la situación que hoy presentan los alrededores del Cerro de Corbún, con reiteradas roturaciones de sus terrenos y la construcción de una cortijada amplia, llegaran a destruir el asentamiento humano que siempre supusiera este entorno para diferentes culturas. Este lugar desde siempre estuvo ocupado sobre todo por asentamientos desde la época de los romanos hasta la época islámica, aunque en el caso de esta última cultura el asentamiento se redujo considerablemente, quedando reducida la habitabilidad a la parte que corresponde con el extremo sur; por la inestabilidad que supusieron los años tras la invasión del año 711 y las luchas internas que los nuevos invasores mantuvieron entre ellos tras la ocupación de la Betica romana.
Posiblemente en el siglo XI con al caída del Califato Cordobés y a causa de la extremada inestabilidad política que se produce con su caída, este asentamiento árabe se abandonó, pero no pasarían muchos años antes de que de nuevo volviera a ocuparse a partir de los siglos XII y XIII, hasta que en el primer cuarto del siglo XIII concretamente en 1225 con la cesión del Baezano al rey Fernando III de las poblaciones y torres de Andújar y Martos, quedase totalmente y definitivamente abandonado.”
https://lahiguerajaen.blogspot.com/2014/02/asentamientos-islamicos-en-la-figueruela.html
Cordiales saludos.
También se hace referencia al tema que planteas en el artículo del siguiente enlace:
https://lahiguerajaen.blogspot.com/2014/05/yacimiento-arqueologico-en-lahiguera.html
Hay que tener en cuenta que los materiales de las construcciones árabes eran sobre todo de barro, el adobe fue su gran aportación, y ya se sabe que su perdurabilidad en las construcciones es escasa. El adobe, palabra que proviene del árabe al-tub1 (طوب), es un ladrillo sin cocer, una pieza para construcción hecha de una masa de barro (arcilla y arena), mezclado a veces con paja, moldeada en forma de ladrillo y secada al sol; con ellos se construyen diversos tipos de elementos constructivos, como paredes, muros y arcos.
Buena información nos han aportado conversaciones con vecinos de Lahiguera , que amantes de la numismática histórica son buenos conocedores de los sectores, donde a través de los años se han encontrado zonas de un tipo de monedas u otras, según la civilización que se asentó en un lugar o paraje de nuestro término, casi siempre en zonas altas y próximas a fuentes de agua.
Cordiales saludos.
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