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ÍNTEGRO TOMADO DEL LIBRO: SANTOS Y SANTUARIOS DEL OBISPADO DE JAÉN Y BAEZA DE
FRANCISCO DE BILCHES, RECTOR DEL COLEGIO SAN IGNACIO DE LA CIUDAD DE BAEZA, MADRID,
1653.
Página
213. Capítulo LXVII
El
año de mil y quinientos y setenta nació en la villa de la Higuera (llamada de
Anduxar por su vecindad) el venerable Padre Fray Blas Palomino, verdadero
imitador del gran Patriarca San Francisco. Sus padres Francisco Ruiz Palomino,
y doña María Verdejo, descendientes fueron de aquellos soldados valerosos del
Santo Rey Don Fernando, Conquistadores, y Pobladores destas tierras, bastante
recomendación de su nobleza. Desde las mantillas dio señales Blas de la estremada
pobreza, y humildad que avia que seguir en el discurso de su vida. Aun no era
de un año, quando cogia las migajas, y sobras de la gente de su casa, y las
comia, o entretenia con ellas el tiempo, sin pedir, quanto mas llorar por el
pecho, y golosinas que suelen los de aquella edad. A los quatro años fue con
sus padres a las novenas a nuestra Señora de la Cabeça, santuario de los mas
celebres de España. Y puesto que gastava el niño casi todo el dia en oración,
se levantava en silencio de la noche, y hurtándose de sus padres, velava ante
el Altar de la Virgen, suplicándole afectuosamente le alcançasse gracia de su
Hijo para acertarle a servir. Estava advertido de su madre, y sento en el esta
devoción. En la escuela era muy querido por su apacible condición, y trataba
con los otros niños, no de travesuras, o
juegos, sino de las cosas que oia en los Sermones. Y porque oyó a un
Predicador, que enseñassen los mayores, a los que no eran tanto, la doctrina,
la repetia con los otros, y aunque fuessen Moros. Tan grandes principios sin
duda pronostican fines levantados. Començo a estudiar la Gramatica en Baeça, y
a pocos meses descubrió ingenio, y natural muy aventajados, aprovechando en las
letras, y virtud que supo unir, sin trabajo de los que del cuidaran. A esta sazon
fue fuerza bolviesse a casa de sus padres para la administración de la hazienda. Dexo el estudio, mas no la
virtud que aprendió en escualas, oir Missa al reir el alba, confessar, y
comulgar frequentemente, rezar todos los días el Rosario, y otras devociones.
Aplicose a la labor del campo, sin mostrar dificultad. Tenia puesto el gusto,
en darlo a sus padres, y obedecerles en todo lo que le ordenassen. En el campo
era el primero que echava mano al arado, y açádon, y el ultimo que los dexava,
no tanto por aumentar la hazienda, quanto por ensayarse para los trabajos de
mayor monta, que ya deseaba padecer por la Gloria del Señor. Apenas avia
criado, por robusto que fuesse, que mantuviesse tela con el . Y puesto que este
trabajo era recio, y continuo, ayunaba los días de precepto, aunque no le
abligaba, y los Viernes del año a la Passion de Christo nuestro bien. A este
buen exemplo hazian eco sus palabras exortando a los labradores con quien tratava,
a la observación de los Mandamientos de la ley santa, y preceptos de la
Iglesia. Fuera del trabajo ordinario, que como se ha dicho, era de Sol a Sol,
gastava buena parte de la noche, aunque viniesse cansado, delante de un
Crucifixo, que para este fin tenia en su aposento, y por remate heria su cuerpo
con una disciplina. No paró aquí, porque la caridad que ardia en las entrañas de
los Palomino, le incitava a remediar en todo, o en parte, las necesidades de
los próximos. Avia alcançado licencia de sus padres para dar limosna, y las hazia de ordinario, y
quando no avia para todos, defraudava su ingenio, para que no faltasse al
pobre. Vio a uno en tiempo de frio, muy desnudo, y no teniendo a mano con que
poderle remediar, se quitó un vestido costoso, y de gala, que traía, y lo dio
al pobre, y por el camino escusado volvió a su casa, y vistió el ordinario con
que solia ir al campo. Y de aquel dia no admitió por ruegos de la gente de su
casa vestido curioso o de coste. Tanta fue su caridad, tan grande su modestia.
Embidió el demonio perfección religiosa en mancebo secular, y de solos quinze
años (no tenia mas) quiso darle un assalto para divertirle de su oración, y
devoción. Estava una vez, a puestas del Sol, cuidando del ganado (avian pasado
adelante los criados) y tomando motivo de la sujeccion , y mansedumbre de los
bueyes, hablo assi con Dios. Como, Señor, no obedezco yo a vuestra divina
Magestad, como estos animales a la voz de un labrador: peor soy que ellos, mas
cerril que un novillo o potro por domar. Herid, Señor, mis carnes como soleis a
los rebeldes, para que yo abaxe la cerviz al yugo, y admita el freno de vuestra
Santa ley. A penas diera principio a estos afectos, quando de improviso saltó
el demonio de entre unas matas en figura de serpiente horrible y monstruosa, y
hizo con su aspecto volver atras a los bueyes, y dieron en el suelo con el
santo moço, y sobreviniendo la serpiente, le començo a envestir. Entendio Blas
las assechanças del demonio, invocó el nombre de Iesus, y con la señal de la
Cruz ahuyentó la fingida serpiente y prosiguió su oración con mas fervor. Deste
sucesso quedó advertido quan poco pueden los demonios contra los que confían en
el Señor, y se arman con su Cruz. Passados tres años, volvió a Baeça de orden
de sus padres a proseguir con sus estudios, y si bien deseaba aprovechar en
ellos, mucho mas en la virtud. Dava el tiempo competente a estas pretensiones,
sin divertirse a cosa alguna que no tocasse a ellas. Acabó de oir Gramatica,
tuvo por maestro en las Artes al Doctor Luis Blas, gran sujeto, si la muerte no
le hubiera cogido en lo mas florido de su edad. En todo el tiempo que estuvo en
Baeça no fue por mas de dos calles, de su casa a Escuelas, y destas al Colegio
de la Compañía de Iesus, donde sentó trato con los Padres para las cosas de su
alma. Aquí supo de los empleos que los Religiosos hazian en los Reynos de
Iapon, las victorias que alcançában, las almas que grangeavan para Dios, dando a vezes las suyas en
demanda de tan gloriosa, y particularmente los triunfos de los ilustres
mártires fray Pedro Bautista, y Paulo Miqui, y sus compañeros, el primero del
Orden Serafico, y el segundo de la Compañía de Iesus, y sin duda lo fuera, si
sus ansias hubieran (como otros hacen) esperado a la venida del Padre
Provincial a quien tocaba recibir en la Religión. No pudo aguardar, davale Dios
priessa.
Páginas: 213, 214 y 215 del libro Santos y santuarios del obispado de Jaén y Baeza, de Francisco de Bilches, Rector del Colegio de San Ignacio de Baeza. Madrid, 1653. |
Capítulo
LXVII, Página 215.
Fue
a San Buenaventura Convento
Religiosissimo de la Recoleccion de san Francisco, a una milla de Baeça,
comunicó sus deseos con los Religiosos, y hallándole suficiente, le embiaron a
san Francisco de Montilla de la misma Recolección. Alli vistió el habito Religioso,
y con el un espíritu tan fervoroso, que en el noviciado fue exemplo de novicios
en el iuniorado de estudiantes Religiosos, Alcançó mucho en ambos exercicios.
Ordenandose por sus grados hasta el sacerdocio, y como si entonces entrara en
Religión entablo una nueva vida. Que rigor en sus penitencias, que tesón en sus
ayunos, que trato con Dios en la oración, que zelo de salvar almas, sobre el
peso ordinario de la Religion, su habito el mas desechado del Convento, menos
de lo que la Regla ordena a raíz de las carnes, abierto por la espalda todo lo
que coge la capilla, para poderse açotar con mas facilidad. Su cama eran
tablas, el adorno y alhajas de la celda, una Cruz, y muchas disciplinas, y
silicios, unos mas ásperos que otros, y todos muy usados, y tan continuos, que
no los dexó hasta la muerte. El aspecto, y trato del venerable Padre fray Blas
Palomino, predicava, y exortava a devoción. Fue dotado de una alegría
religiosa, y tanta afabilidad, que se entrava en los coraçones de la gente, y se hazia señor dellos.
Tuvieron un encuentro muy pesado dos mancebos ricos, y nobles, y muy valientes,
llegó su rencor a desear la muerte uno del otro, vinieron tal vez a las manos,
salieron mal heridos, y lo peor es, picados en la vengança. Cada uno entendia
ser el ofendido. Pretendieron muchas personas componerlos, nadie era poderoso,
amenaçava la enemistad una total ruina en haciendas, y personas. No avia alguna que se atreviese a tomar las pazes por
su cuenta, solo el Padre fray Blas Palomino, fiando en el favor de Dios, se
encargó della, a ruego de todo el lugar. Habló al uno dellos, que parecía mas
protervo, no pudo reduzirles con muchas razones que alegó: antes se endurecia
al passo que el venerable Padre le rogava. Hincose de rodillas el Santo delante
del pecador, y levantando los ojos, y el coraçon a Dios, dixo estas palabras:
Tanta dureza por mis pecados es, Señor que si os sirviera como devo, no hubiera
dificultad en lo que pido á este mancebo. Y dexando caer la capa tiró del habito, que como he apuntado, traia
abierto por las espaldas, y hizo una cruelissima, hasta derramar mucha sangre.
Con esta vista se ablandó tanto la protervia del mancebo, que echándose a los
pies del santo fray Blas, dixo: Baste, Padre, no quiero mas venganza, yo remito
mis injurias por amor de Dios. Levantaronse ambos, y principio a unas pazes muy
estables. La pureza del alma del venerable Padre se dava bien a entender, por
la compostura exterior que se ha dicho. Siempre modesto, y grandemente
advertido, y mas en la comunicación de las mujeres. O no las hablaba, o guardo
ese fuerça, no las miraba fixamente al rostro, pero esto lo hazia con tanta prudencia,
que no dava á entender, quanto mas hazer alarde del recato, como a los que venden
cara su modestia, y piensan que con esso tienen ya cumplido. Tuvo dominio sobre
los demonios, que temblaban de solo oir su nombre. Apoderose uno de cierta
persona de mucho respeto, y puesto que se hizieron muchas oraciones (página
216) y exorcismos, y otras diligencias para librar al paciente de aquella
opresión, que muy vehementemente, no quiso Dios que fuesse con efecto. Llevaron
al Padre fray Blas a que exorcitasse el endemoniado, el qual viendo al Santo
Sacerdote con una estola, y un hissopo, tomo unos brios nunca vistos, y dando
grandes vozes, y muy lastimosas, dixo estas palabras: Há Blasillo, Blasillo,
acá vienes a hazerme mal. ¿No basta las animas que me quitas, sino que también
me quieres perseguir a mí? Aguarda un poco, y acometiéndole furioso le
pretendio ofender. Entonces sin turbarse el venerable Padre, echó mano al
pecho, y sacando una Cruz, la puso sobre el endemoniado, y añidio con grande
imperio. Yo te mando en nombre de Dios, que estés quedo. Al punto cayo el pobre
hombre en tierra dando vozes tan confusas, que no parecía uno, sino muchos
endemoniados, o por mejor decir, demonios. Dixo el venerable Padre un Evangelio
sobre la cabeça del paciente, y luego estas palabras: Sal luego deste hombre,
enemigo del genero humano, y vé donde no hagas mal a alguno, que assi lo manda
IesuChristo Dios, y hombre verdadero. Al punto obedecio el espíritu maligno, diciendo
con vozes mas rendidas. Por ti me voy Blas, porque eres virgen, y me dexes. Y
puesto que el demonio sea padre de mentiras, con todo a vezes le manda Dios
dezir verdad. Que virgen fue el venerable Padre fray Blas, como afirman los que
le trataron y confessaron generalmente
en diferentes estados de su vida. La fineza deste espíritu quiso
vincular su Religion, haziendole al Santo fray Blas Maestro de Novicios. Tomó
el este oficio con particular gusto, por
hazerse el novicio. Solia decir: Siempre soy novicio, siempre principiante en
la Religión. Exercitó el oficio con suma vigilancia, y rectitud. Tales salieron
los novicios que el crió, oy viven algunos, y sienten, y hablan altísimamente
del venerable Padre fray Blas Palomino, comparándole con los fundadores de su
Religion, compañeros del gloriosos san Francisco. Deseava el venerable Padre
hazer sacrificio de su vida predicando a los infieles, esso le traxo a la
Religión. En orden a esso hizo mil ensayos de penitencia, y mortificación, solo
le detenían aquellas palabras del Serafico Padre Francisco. Si alguno de los Frayles (dize el
santo) por divinal inspiración, quisiera ir entre los Moros, y otros infieles,
pidan para ello licencia a sus Ministros Provinciales, mas los Ministros no den
licencia alguna para ir a predicar el Evangelio á infieles, y ser pregonero de
la ley de gracia entre barbaros. Assi afirmo en san Buenaventura, despidiéndose
de aquellos Padres, que lo refieren oy. Con esta respuesta del Señor, y
licencia de los Superiores, partió de Baeça el venerable Padre camino de
Sevilla, donde se avia de embarcar para Filipinas, para donde le avian
señalado. Passo por su patria, despidiose de sus hermanos, y deudos, y toda
aquella villa. Sintieron todos la falta que les avia de hazer, intentaron con
persuasiones, y otras diligencias, estorvarle la jornada. Mas diciendo el
venerable Padre no estar en su mano aquel negocio, le salieron acompañando, y
se fueron muchos con el si lo permitiera el Santo. Llegado a Sevilla, donde yo
le vi, y recibi su bendición, quiso agradecer a su patria la voluntad que en
esta, y en otras ocasiones le mostró. Escrivioles una carta común, aunque el
sobrescrito fue para un hermano suyo. Pondré aquí su copia, para que se vea de
su Autor el espíritu que le llevó a predicar el Evangelio en tierras tan
remotas. Los deseos fervorosos de padecer por IesuChristo. La conformidad con
Dios en todos los sucesos. El zelo del bien de aquellas almas, con otras cosas
de edificacion. Es, pues, el sobrescrito de la carta.
A
mi hermano Pedro Palomino, que Dios guarde en la Higuera de Anduxar.
Pax
Christi, No he escrito en todos estos días, hasta saber cierto nuestro viaje,
ya parece que será presto, pues están las naves aprestadas, que saldrá la flota
muy presto, y assi nos partimos esta noche para Cadiz. Van cinquenta Religiosos
con mucho gusto, y contento, por avernos llamado el Señor, para que le sirvamos
en este ministerio. Y por su misericordia
todavía me crecen los deseos de hazer, y padecer todo lo que en mi se
agradare. Porque viendo las relaciones, y sabiendo los trabajos que passa, y el
fruto que hacen los Religiosos cada dia me crecen los deseos, y como se han
dilatado, y mi flaqueza es grande, tengo mucha necesidad del socorro de nuestro
Seño, para satisfacer algo de lo mucho que devo, y assi pido con mucho
encarecimiento, que me encomienden a nuestro Señor todos los días en sus
oraciones, y sacrificio, que aunque yo por la misericordia de Dios, tengo buena
salud, que los trabajos de la obediencia parece que me arreciaron: con todo
bien de verlo que espera quien ha de hazer camino tan largo; y así con esta me
despido de todos mis hermanos, y amigos, y conocidos, y renuncio de buena gana,
por amor de Dios, y por su Cruz, todas las cosas de gusto que me pudieran
ofrecer, y todo el consuelo que entre mis conocidos, y mi tierra pudiera tener,
solo tomando por consuelo el cumplimiento de la divina voluntad; y assi donde
quiera que me hallare confio en nuestro Señor me consolara. Pero porque soy
pecador, y no merezco padecer por amor de Dios, sino es grandes tormentos por
mis pecados, pidiendo a todos mis hermanos perdón de todo aquello que los aya
ofendido, y faltado a su consuelo, o provecho espiritual, les beso los pies,
pidiéndoles humildemente me perdonen, y se perdonen unos a otros, y como
verdaderos hermanos se amen, y favorezcan; y mirando en todas las cosas solo a
Dios, pues esta en todo presente, y nos ha de juzgar, y premiar, o condenar
para siempre. Llevan las cargas unos de otros, sufriendo sus fraquezas, y
preciandose de ser siervos de Dios, dándole gracias por todo, no teniendo
cuidado, que será?, en que podrá acaecer?, sino cada dia ordenar su vida como
si fuese el postrero, ofreciéndose en las manos de Dios, guardando sus
mandamientos, sin quebrantar ninguno, por pensamientos, ni palabra, ni obra. Y
fiando en la suma bondad, que todo lo ordenará como mas nos conviene, y assi no
ay que afligirse, por cosas que acaezcan, ni puedan acaecer, pues todo lo
ordena, o permite Dios por nuestro bien, sino procurar de traer limpia la
conciencia, que ninguna cosa nos pueda dañar. Esto escrivo, hermanos muy
amados, con el deseo que tengo de que todos se salven. Y pues ya que no todos
se quieran privar de las cosas necesarias, alomenos prívense de las superfluas,
cercenando todas las cosas desta vidaq para la eterna, en la que nos junte a
todos Dios nuestro Señor, el qual les dé su santa bendición. A todos mis
hermanos, sobrinos y parientes, y a todo este lugar, del que yo tendré cuidado
de encomendarlo a Dios; queden muy en buena hora, que yo voy con deseo de no
volver a España. De Sevilla, y de mayo treinta de mil y seiscientos y ocho. A todos,
y cada uno sirva esta carta, y assi v. m. la podrá leer, encomendándome como á
indigno hermano, y siervo de todos. Ahora he sabido que se partirá la flota con
grande prosperidad dentro de ocho días, lo qual es para mi sumo contento. Fray
Blas Palomino.
Páginas 216, 217, y 218 del Libro de Francisco de Bilches: Santos y santuarios del obispado de Jaén y Baeza.Madrid, 1653. |
Ninguna
otra persona nos pudiera certificar del animo fervoroso deste venerable Padre.
Hizose a la vela luego que escrivo como ya veremos.
Ministerios,
y martirio del venerable Padre fray Blas Palomino.
Capítulo,
LXVIII.
Los
grandes y admirables empleos, y trabajos padecidos por amor de Dios, del
venerable Padre fray Blas Palomino, en el nuevo mundo por espacio de doze años
y su preciosa muerte tan medida a sus deseos con que glorificó al Señor,
refiere un compañero inseparable suyo, y de su misma Religión, y profesión.
Pondré aquí a letra sus palabras, pues será mejor oir esta historia de un
testigo de vista mayor de toda excepción, que no de quien la ha de hazer por
relaciones.
Certificacion
del muy Reverendo Padre fray Pedro de la Concepción, acerca de las Misiones, y
muerte del venerable Padre fray Blas Palomino.
Certifico
yo fray Pedro de la Concepción, Procurador de la Provincia de san Gregorio, de
los Frayles Descalços Franciscanos de las Filipinas, y Comisario de los
Religiosos que han de pasar a aquellas partes el año que viene de mil y
seiscientos y veinte y ocho.
Que
es verdad, que conocí al Padre fray Blas Palomino Religioso de la Orden de
nuestro Padre san Francisco de la Provincia, y Recoleccion de Andalucia, que
passo en mi compañía abrá veinte años en la barcada que llevó fray Juan Pobre,
el qual dicho Padre era ya Sacerdote, y Confesor quando pasó, y a mi parecer de
edad de quarenta años, poco mas o menos. Y que llegados que fuimos a la dicha
Provincia de Filipinas, el dicho Padre aprendió luego la lengua de los
naturales que llaman Tagala, y en ella administró por muchos años los Santos
Sacramentos a aquellos nuevos Christianos, con grandísimo exemplo (capítulo
LXVIII, página 219) de todos, y mucho fruto que hazia de las almas, por la
mucha devoción, fervor, y espíritu con el que el dicho acudia a todo esto, de
que soy testigo de vista, y comunicación de muchos años.
CAPÍTULO LXVIII, Página 219. |
Tuvo este dicho Padre
grandissimos deseos de pasar a Iapon, y
lo pidió diversas vezes con deseos fervorosissimos del martirio, y de ocuparse
mejor en predicar, y convertir almas, a que era notablemente inclinado. Y
viendo que no podía alcançar ir a Iapon, y que la Provincia embiava
Religiosos a otra nueva conversion del Reino de Macasar, que es trescientas
leguas mas allá del Maluco, en la isla que llaman de Mateo; pidió con grande
instancia le señalasen en el numero de los que avian de ir allá, lo qual hizo
el Prelado por la satisfaccion que se tenia ya en la Provincia de su mucho
espíritu, y zelo de la salvación de las almas,. Y yo, aunque indigno, fuy
también de los señalados para aquella empresa, que fuimos seis en compañía del
Padre Fray Martin de san Iuan, Religioso grave, de mucha virtud, y letras, que
fue por nuestro Comissario. Partimos de la ciudad de Manila en los navios de
socorro que embió el Governador de Filipinas, don Alonso Faxardo, el año de
diez y nueve al Maluco, y llegados que fuimos allá, se determinó que nos
repartiessemos. Que el dicho Padre fray Blas Palomino fuesse, con otro
Sacerdote, y un Religioso lego enfermo, a predicar al Reyno de Manados, que es
en la misma Isla de Macasar, al principio de la tierra; y el Comisario, y yo
con otro Religioso lego, fuessemos á Macasar, y para tener mejor ocasión de
entrar, llevamos una embaxada, y preferente, del Governador de Filipinas, para
el rey de Macasar. Salimos de Maluco en un navio del Rey, y llegamos a Manados,
donde estuvimos quatro , o cinco días, y dexamos allí a los dichos Padres,
después de haber hablado al Rey, y a los principales de la tierra, todos los
quales dieron su consentimiento, para que se quedasen a predicarles, y
enseñassen el camino del cielo, y nosotros passamos a Macasar. Sucedió, pues,
que el demonio embidiosos del gran fruto que allí avia de resultar, y de las
muchas almas, que por aquel camino le avian de quitar de entre las uñas, echó
sus redes, y urdió tales tramas, que por nuestros pecados vino á estorvar la
entrada; porque revistiéndose en los hechiceros, y bruxos, que allí son como
sus Sacerdottes, se juntaron todos, y acudieron al Rey, y a los Señores mas
principales de la tierra, diciendo que mirassen lo que hazian, porque si
recibían aquellos Padres se avia de destruir su tierra, y se les avian de morir
sus hijos, y mujeres, que assi se lo avian dicho sus Dioses, y junto con esto
se les apareció el demonio en diversas figuras, fieras, y espantosas,
amenaçandolos si recibián a los Padres, todo lo que causó en ellos tanto miedo,
y espanto que no obstante que los Religiosos les predicaran en contra de
aquello, y hizieron todas las diligencias posibles, se cerraron en que no
habían de quedar allí los Religiosos, y por nuestros pecados y secretos juizios
de Dios vino a ser assi: Viendo, pues, los dichos Padres, que ya aquello no
tenia remedio, y que estaban allí perdidos, entraron en consulta de lo que
harian, y determinaron, que los dos se bolviessen a Manila a dar parte al
Provincial de lo que passava, y el Padre fray Blas fuesse a Macasar a hazer lo
propio al Comissario, y acertandose a hallar allí dos navios, y una galeota de
Portugueses, que iba a Macasar, se embarcaron los dichos Padres ( página 220.
Parte I) y prosiguieron su viajes.
Página 220. PARTE I. |
En esta sazon estaba el Padre Blas muy
enfermo, y casi desafuciado de la vida, y por esta causa pidió, que antes que
se ambarcasse le diesen los Sacramentos, por lo que Dios fuesse servido de
hazer de su vida. Hizieronlo assi, y luego se embarcó, y fue su viaje, y en el fue
Dios servido que mejoró, y fue ya bueno quando llego al Reyno de Macasar, donde
nos hallo con el mismo desconsuelo, que el llevava de ver no hallamos la tierra
tan bien dispuesta como pensamos, para sembrar en ella la palabra del santo
Evangelio, porque aunque fuimos bien recibidos del Rey, y aceptó la embaxada, y
concedió la paz, y amistad con los españoles, y otras cosas que se le pedían.
En lo que fue dexar predicar en su tierra, ni hazer Christianos, no quiso venir,
antes publicó luego un vando en su tierra, de pena de la vida a qualquiera que
se hiziese Christiano. Y por mas que le predicamos, y diligencias que hicimos,
no fue posible lo contrario. Y aviendo estado allí algunos meses, y
experimentado no hazia fruto ninguno, ni avia esperança de que haría adelante,
determinó nuestro Comissario de que nos fuessemos el Padre fray Blas, y yo al Maluco, y que
desde allí fuesse yo a Manila a llevar la respuesta de la embaxada al
Governador, y dar parte al Provincial de lo que passava, y que el Padre fray
Blas se quedasse allí en Maluco, para ser Presidente de un Convento nuevo, que
se avia tomado en la Isla de Tidore, que es en el mismo Maluco, junto a la Isla
de Terrenate. Con esto nos embarcamos en dos galeotas portuguesas, que iban a
Maluco, y cada uno en la suya començamos a navegar, y hazer nuestro viage, el
qual fue tan trabajoso de tormentas, y peligros de enemigos, y vientos
contrarios, que nunca tal se ha visto; porque en viage donde se acostumbra
tardar, quando mucho, veinte días, estuvimos mas de sesenta y tantos, y por
quatro vezes encontramos con enemigos, y peleamos con ellos. Finalmente
llegando a la contracosta de Manados, tuvimos tan recio viento contrario por la
proa, por mas de diez días, que saliendo por dos , o tres vezes a atravesar el
golfo que ay de allí al Maluco, que son cosa de cinquenta leguas, volvimos a
arribar donde aviamos salido, y viéndonos ya necessitados de agua y
bastimentos, nos llegamos a una Isla pequeña, que esta pegada a la misma Isla
de Macasar, cosa de tres o quatro leguas antes de llegar a los volcanes, que
llaman de Manados. Y aviendo tomado agua, y en dos días no aver visto gente,
otro dia de mañana vieron de la galeota donde iba el Padre fray Blas, unas
banderillas blancas puestas en unos palos en la playa. De nuestra galeota no
las vimos, ni la gente que después vieron de la otra, porque aviamos surgido
mas de media legua desviados. El Padre fray Blas pidió al Capitán fuesen con la
chalupa a ver que gente era, y si traían algún refresco, lo qual se hizo yendo
algunos marineros y soldados, y en su compañía el dicho Padre Fray Blas. Llegaron cerca de tierra, y vieron
ser gente desnuda, algo blancos, cabellos largos como mugeres, que es por la
mayor parte el uso de aquella tierra. Hablaronles por un interprete, y después
de muchas demandas, y respuestas, les pidieron viniesen al navio un par dellos,
y que les regalarían, y ellos vinieron en ello con que se quedasen otros dos de
los nuestros en tierra con ellos. Hizose assi, y traidos al navio les dieron de
comer, y de beber muy bien, y el Padre fray Blas les (capítulo LXVIII, página
221) dio muchas cosas de bugerias, que traía de Macasar, y ellos apetecían.
CAPÍTULO LXVIII, Página 221. |
Dixeron que eran de unos pueblos que avia allí cerca, que estaban cerca del
Reyno de Manados, donde aviamos estado primero, y que abria de traviessa de
allí a Manados, por tierra cosa de catorce leguas no mas. Con esto se fueron, y
los echaron en tierra, y volvieron a coger los nuestros. Quedó de concierto,
que otro dia avian de volver, y traer refresco. A todo esto en nuestra galeota
no sabíamos nada, y otro dia de mañana al amanecer, se embarcó el Padre fray
Blas, y con alguna gente vino a nuestra galeota a darnos parte, y comunicar lo
que les avia passado el dia antes, y en particular me dixo, que era aquella muy
buena ocasión para volver a entrar en Manados, que pensaba, si hallaba ocasión,
quedarse allí y de allí atravesar a Manados, a ver si podía reducir aquella
gente, que los traía atravesados el coraçon, por ser gente afable, y de buenos
naturales para Christianos, y muchos dellos lo querían ser, y quedaron muy
pesarosos de que se fuesen los Padres. Con esto hablamos al Capitan de nuestra
galeota, para que consintiesse, que fuesse nuestra barca también en compañía de
la suya, con algunos soldados, y vino en ello. Fuimos, entrados cada uno en su
barco, y primero fuimos á la galeota del Padre fray Blas a pedir licencia a su
Capitan para ir donde avian hablado el dia de antes aquella gente, y el la dio,
aunque con harta dificultad, temiendose no sucediesse alguna desgracia, porque
era hombre muy cursado en aquella tierra, y conocía toda aquella gente ser
Moros, y muy traidores. Mas por las persuasiones del Padre Blas dio licencia,
advirtiendo del orden que se avia de tener, y embiando gente de guarda.
Llegados que fuimos al puesto, nos salieron á recibir algunos de aquellos Indios,
y el Padre fray Blas los llamó, y dixo le sacassen del barco como lo hizieron ,
en hombros. Fue saliendo la demas gente, que solos quedaron quatro hombres en
cada barco. El bendito Padre los començo luego a abraçar, y se sentó a la
sombra de un árbol con algunos dellos, y el interprete, que era Portugues, a tratar
lo que llevaba pensado. En este tiempo yo me puse a hablar con los demás, que
por allí estaban divididos, y apartados en corrillos, y preguntándoles si
traían algún refresco, me dixeron que si, y que lo tenían allí dentro en el Monte,
que no lo podían traer acuestas, que entrassemos por ello, de que yo no lo
colegi bien, y entrando mas adentro vi detrás de unos arboles muchas lanças, y
adargas juntas, y amontonadas, como escondidas. Y haciendo como que no avia
visto nada, me bolvi a salir disimuladamente, y llegue al Padre fray Blas, y le
dixe lo que avia visto, y lo que dezia aquella gente del refresco, y respondio que
no, que era muy buena gente y que si traían algo les dixesse lo sacassen ellos,
y con esto se volvió a hablar con ellos, y yo me desvie entonces cosa de doze ,
o catorce passos, y mirando ázia los barcos vi a los que en ellos estaban tomar
apriessa los arcabuces, y decir a voces, traición, traición, y volviendo a
mirar atrás, vi ya atravessado con una lança al bendito Padre fray Blas, y con
otra al interprete. Y si dos, o tres soldados que se hallaran cerca no
dispararan sus arcabuces, y echaron mano a las espadas, con que ellos temieron
y huyeron, nos alancearan a todos. Retiramos luego al Padre fray Blas, que
murió en mis manos dentro, de un quarto de hora, y el otro cuerpo no pudimos
(página 222. PARTE I) retirar, temiendo no nos cercassen las embarcaciones.
Página 222. PARTE I. Abajo, CAPÍTULO LXVIII, Página 223 |
Llevamos al Padre fray Blas a su galeota, y yo estuve con el toda aquella
noche, y por la mañana vino la gente de la otra galeota, y lo llevamos a
enterrar todos juntos a una isleta pequeña, que estaba allí junto, lo que se
hizo con la mayor solemnidad que se pudo, porque yo llevaba sobrepelliz, y estola,
y sus velas todos los Portugueses. Dexamos marcada la sepultura, para en otra
ocasión volver por su cuerpo, como se hizo dentro de seis meses, y se llevó al
Maluco, donde esta colocado en una caxa en la Iglesia de nuestro Convento de
san Antonio, como de santo Martir, y assi lo escribe la Provincia en una
patente que dio el Padre Custodio fray Marcos de Lisboa para el Capitulo
General, poniendolo, y nombrandole entre el numero de los Martires que avia
avido en aquella santa Provincia, y con mucha razón, pues además de aver ido de
España dedicado para la conversión, fue allá escogido para embiar a predicar el
santo Evangelio a las tierras de Moros, y Gentiles, arriba dichas, Y en esta
demanda murió alaceado por los Moros de aquella tierra, in odium fidei, como
consta de la experiencia grande que se tiene de los que los han comunicado, que
quisieran beber la sangre de cualquier Christiano todos los de aquella tierra.
Y demás desto, que como arriba he dicho, su intento principal de salir aquella
ocasión, fue con deseo de convertirlos, y ver si podía quedar allí para pasar
al Reyno de Manados, donde primero avia estado, todo con el fin de ganar
aquellas almas, como me comunicó antes. Demas desto, el dia antes tuvo grandes
impulsos, y deseos de decir Missa, que me pidió muy encarecidamente la
dixessemos, porque traíamos todo recado. Y
pareciéndome, que la mar andava muy alterada, y que era cosa peligrosa, como a
la verdad lo era, no me parecio venir en ello. Mas el bendito Religiosos hizo
tanta instancia, cosa que jamas avia hecho en todo el viage, que le dixe, la
dixesse muy en hora buena, que yo le tendría el Caliz, y le ayudaría. El se
confesso luego, y preparó muy devotamente , y la dixo, aunque con harta
dificultad, por la inquietud grande del mar. Que parecía sentía ya en su alma
algunas premissas de su muerte, y buena suerte, que el Señor le tenia guardada,
la qual aunque no cabe devaxo de merecimiento, supo gangearla, y si decirse
puede , merecerla, con su santa vida, harto mejor que no yo. Pues por mis pecados
estando, en la misma ocasión, no tuve tal ventura; y porque todo esto es assi
verdad, coram deo, lo firme en este Convento de nuestro Padre san Francisco de
Madrid a dos de Iulio de mil y seiscientos y veinte y siete. Fray Pedro de la
Concepción.
Esta
certificación del muy Reverendo Padre fray Pedro de la Concepcion contesta con
una patente que dio el Padre fray Pedro Bautista Comissario desta sagrada
Religion en Filipinas, y juntamente con una información jurídica que hizo deste
sucesso el Doctor don Diego Lorenço, Canonigo de la Cathedral de Malaca, y
Vicario de la Chistiandad.del puerto de Macasar, por comisión de los Governadores
del Obispado de Malaca, Francisco Suarez Tesorero, y Lorenço de Acosta Vicario,
en que deponen los soldados que acompañaron al santo fray Blas, ante Iuan
Rodriguez escribano. Y puesto que ambos instrumentos sean de mucha autoridad,
no los traslado aquí, porque en sustancia son una misma cosa, con lo que
testifica el Padre fray Pedro de la Concepcion. En vez de todo añadiré una
clausula del Martirologio Franciscano, donde se hace celebre commemoracion
deste martirio assi: Beatus Blasius Palominus Martyr Provincia Granatensis fuit
alumnus. Qui mare traycious, ut illis esseratis gentibus Evangely lucem
difunderes, apud insulanos Maluceenses necatus est anno millesimo sexcentésimo vigésimo.
De eius canonizatione agitur: ad cuius processus confiandos litera petuntur
Apostolica, uti constat ex libello Neapoliedito anno millesimo sexcentésimo vigésimo
sexto, apud Typographian Isaunis Dominios Roncaliolis . Rapineo bistor, general
origin recoleos. P.i pref. 6.4 Gaviana p.i. cap.24. Fue su glorioso triunfo a
diez de Março del año mil y seiscientos y veinte.
Granada 24
de mayo de 2019.
Pedro
Galán Galán.
Bibliografía:
De Bilches,
Francisco: Santos y santuarios del obispado de Jaén y Baeza. Madrid, 1653.
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