ANTONIO BERDONCES GAVILAN, UN
HIGUEREÑO RESIDENTE EN CÁDIZ CANTA A SU SEMANA SANTA.
Queridas paisanas,… queridos
paisanos. Sr. Cura Párroco, Corporación Municipal, Hermandades, Familiares.
Buenas noches a todos los asistentes…
Miles de gracias a la
Hermandad, a las personas que han hecho posible una realidad: … poder estar
aquí y pregonar… la Semana Santa de Lahiguera. No os podéis imaginar, la
satisfacción, el orgullo que tengo de ser Higuereño.
Los Pregones de Pasión cantados por martinetes son el patrimonio cultural más antiguo de nuestra villa. Este año fueron presididos por D. Sebastián Berdonces Lara. |
Permitirme que dedique este Pregón, a nuestros seres
queridos que nos dejaron: familiares, amigos, conocidos,… Pensemos en ellos,
recordémosles, pero con alegría. Como si estuviesen sentados a nuestro lado.
Como si hablasen bajito comentado cómo lo hace este u otro pregonero. Reprochando
cariñosamente si un niño no para de llorar o a alguien le suena el móvil.
Esta noche están con nosotros arropándonos, compartiendo
este momento, guiando nuestras vidas y
orgullosísimos de vernos juntos en esta Semana Santa. Por mi parte, acordarme
de mi madre, de mi padre… …, de mi
Zapico, de mi primo Antonio, de mi amigo Agustín y de tantas personas que nos
han ido dejando…
En esta vida no nos puede faltar la Fe. Si no tenemos Fe,
la vida está incompleta. Para mí, en este caso, la Fe es pensar que después de
esta vida, hay algo más, tiene que haber una segunda vida, la Resurrección
junto a Jesús. Pienso en las personas queridas que se fueron demasiado pronto,
fueron llamadas por Dios y seguro que están viviendo otra vida plácidamente;
pues de lo contrario, la vida fue un tanto injusta con ellas. Pero las imagino
a todas, alegres, contentas, felices de tenernos unidos y celebrando nuestra
Semana Santa.
D. Antonio Berdonces Gavilán, pregonero de nuestra Semana Santa este año 2018. |
Cuando recibí la noticia de
pregonar la Semana Santa, el subidón, la alegría, fue algo inexplicable.
¡Pregonero de la Semana Santa de mi pueblo!.
Ya en frío, la cosa cambió, me paré a pensar,… es una
inmensa responsabilidad, ¿mis paisanos son muy exigentes?, ¿cómo empiezo?, ¿qué
estructura lleva un Pregón?,... Escalofríos,… se me vino el mundo encima. Me
dije: ¡Nene, dónde te has metio!... Pero me acordé de las personas que me
propusieron y me dije: “has vivido y vives la Semana Santa a tu manera y
transmítela como tal”. Confía en tu Fe.
Sí, adelante pero cómo. Un día, otro día. Pensando, buscando
a alguien que me llenase de Semana Santa, pero no en general, sino de Nuestra
Semana Santa. Podría ayudarme, fulanito,… no va a querer; pido ayuda a…, me da
cosa.
La
Semana Santa de Lahiguera es especial, es exclusiva, es entrañable. Permitirme que
os diga que no sois totalmente conscientes de lo que tenéis. El privilegio de
vivir aquí el día a día, os hace personas más humanas, más sociables, más
comunicativas. En las capitales, eso no existe.
Foto antigua de la Virgen de Los Dolores de D. José Navas Parejo. |
Los que venimos en fechas concretas, vemos los cambios,
la evolución. La fuerza de las diferentes Hermandades. La competencia, espero
que sana, entre vosotros. El compromiso
cofrade, el sacrificio, la dedicación, la transformación de los pasos año a
año. La cantidad de horas que le echáis a que Nuestro Padre Jesús y el Sr.
Resucitado, Nuestra Santísima Virgen de los Dolores y Nuestra Señora de
Soledad, el Sr. de la Capilla, el Santo Entierro y San Juan Evangelista, luzcan cada año más y
más. Gracias, muchas gracias por lo que hacéis,… que la Semana Santa de
Lahiguera deslumbre, resplandezca año tras año.
Y contáis, además, con un factor fundamental, la música que acompaña a los Pasos, a las
Procesiones… Nos os imagináis lo que se agradece. Sólo hay que ver cómo los
costaleros llevan los pasos al son de la música. ¡Qué caras con tanto
sentimiento, con tanta pasión. Transmiten sosiego, paz, fe!.
Tener a la Agrupación Musical Ortega y Cortés y a la
Banda de la Escuela de Música Francisco Pérez Cano, es un privilegio al alcance
de pocos pueblos. Nos ponéis los pelos de punta. Las procesiones se crecen a su
paso por nuestras calles. Parece que las imágenes van solas, sin ayuda de
nadie.
Permitirme expresar en voz alta un sentimiento:…
¡¡Gracias Mamá… por haberme parío en Lahiguera!!.
Y un día,… totalmente bloqueado, desesperado, agobiado,
implorando a mi fe, como en sueños, aunque os cueste creerlo, escucho una voz:
“Antonio, no te preocupes, no te agobies más,
aquí estoy para echarte un cable, para ayudarte, para darte ánimos, pero sobre
todo cree en ti, habla con el corazón, no uses palabras ostentosas; no creas
que por concebir un Pregón interminable, por hacer muchísimas citas Bíblicas,
recurrir a los Evangelios, te va a quedar mejor”.
“Lenguaje claro. No te obsesiones con quedar bien o mal,
siéntete orgulloso de ser higuereño y te saldrá un Pregón,… al menos decente.
Pero por encima de todo,… confía en tu fe y en tu corazón”.
Esas palabras, su entonación, su seguridad,… Veía una
cara expresiva, trasmisora de tranquilidad, sosiego. Una cara que enamora, que
te cautiva. Una cara que me llevó a mi Higuera de Arjona en el tiempo (mi
infancia, mi adolescencia, mi juventud). Una cara, una imagen que cada vez que
la fotografío, le veo expresiones distintas. Pero siempre de buen talante. Un
rostro persistente de amor, de ternura, de simpatía.
Tan sólo recuerdo una etapa que
se le veía un tanto, cara no de enfadado, pero sí de mosqueillo pues la
restauración que le hicieron parecía que le habían dado con pintura titanlux
para exteriores.
Procesión de San Juan año 2018. Foto de Rafi Mercado. |
Procesión de San Juan, imagen donada por D. Juan Pérez Cabezas a finales de los años cincuenta del pasado siglo. |
Una imagen que es protagonista de la Semana Santa en la
calle. No se pierde una. Acompaña a Nuestro Padre Jesús, a Nuestra Santísima
Virgen de los Dolores.
A Nuestra Señora de Soledad,… no, porque se despistó y se
fue por otra calle; al Santo Entierro, al Resucitado. Y en las carreras, lo
hace como nadie.
Quién mejor que Él. El discípulo amado de Jesús. El más
joven de los Apóstoles. El Preferido. El que estuvo al lado del Señor en su
Transfiguración, en su Agonía en el Huerto de los Olivos. El elegido para
preparar la Cena de la última Pascua, en la que reclinó su cabeza sobre el
pecho de Jesús. El que entró con el Señor ante el Tribunal de Caifás. El único
de los Apóstoles que estuvo al pié de la Cruz con la Virgen María, porque los
demás se escondieron asustados.
El que recibió el encargo de
tomar bajo su cuidado a la Madre del Redentor…
“Mujer, he ahí a tu hijo”, murmuro Jesús a su Madre desde
la Cruz. “He ahí tu Madre”, le dijo Jesús a Él.
El que llegó primero al Sepulcro de Jesús, abierto y
vacio, y junto a San Pedro, “vieron y creyeron” que Jesús había Resucitado.
“El Señor nos llamó a todos hermanos y nos encomendó el
cuidado de Su propia Madre”. Madre que en nuestra Semana Santa nos viene
representada por Nuestra Santísima Virgen de los Dolores y Nuestra Señora de
Soledad.
Con el curriculum de este Discípulo Amado, conocedor de
la Semana Santa como nadie,… ¿quién puede sentirse solo?, es imposible negarse
a pregonar. Máximo cuando te anima y te dice: “con tu fe, tus sentimientos, tu
corazón, harás un pregón digno. No trasmitas lo que no eres, lo que no te sale
de dentro, lo que no siente tu alma”.
Dejándome llevar por mi fe, mi corazón y mis recuerdos:
Años 60 – 70. Cuando las Hermandades, con muchísimo
esfuerzo sacaban las procesiones, las imágenes. Salir de penitente era un lujo
al alcance de casi nadie. ¿Quién podía costearse una túnica?. Los pasos eran de
cuatro brazos, humildes, austeros. La situación económica nada tenía que ver
con la actual. Eran los años en que nuestros paisanos emigraban a mansalva. Se
marchaban familias enteras en busca de un bienestar que aquí no podían
conseguir. Para muchos, no había otra alternativa. El pueblo cada vez se
quedaba más solo. Pero los que estábamos, como es lógico, los mayores, hacían
una Semana Santa digna, entrañable. Las procesiones y las carreras de la Virgen
y San Juan se celebraban año tras año. Con apuros, pero nuestras tradiciones se
mantenían.
Las subastas, variaban según
los años. Años malos desde el punto de vista agrícola, subasta regular; años de
buenas cosechas, la gente se estiraba bastante.
Un reconocimiento a nuestros mayores. Gracias a ellos, a
su afán, a su dedicación, a su tesón, a
su devoción, la Semana Santa de Lahiguera ha llegado a ser lo que es.
Evoluciona, resplandece cada año más y más. Teniendo en cuenta la población,
comparativamente, no le puede envidiar nada a ninguna otra Semana Santa.
¡¡Gracias, Arjonilleros!!, por
poder disfrutar de la Virgen de la Soledad. ¡Qué cara, qué mirada, qué
sentimiento de dolor maternal, qué transmisión de entereza!!.
Con todos mis respetos:
“Macarena, como mi Virgen de la Soledad, ninguna”. Si podéis reíros y decir que
soy muy exagerado, pero imaginaros la una al lado de la otra. Mirar sus rasgos,
sus facciones, la trasmisión de dolor en sus caras. El sentimiento de Madre
dolorida por la Pasión, la Crucifixión, y la Muerte de su Hijo. Sin duda,
Nuestra Señora de Soledad es más real, es más transmisora de sentimientos.
Además, ponerlas en tronos, en pasos iguales. Las dos con semejantes mantos,
sin joyas. Me mantengo,… Nuestra Señora de Soledad, es única.
Mis experiencias, mis vivencias, son extrapolables al
resto de higuereños. Los hábitos, las costumbres de las Semanas Santas pasadas
no son ni más ni menos las mismas de las personas de mi edad en aquellos años.
Quizás con matices, pero muy parecidas.
Por entonces mi corazón estaba
dividido. Mi madre y el primo Ildefonso,… de San Juan, y mi padre de Nuestro
Padre Jesús. Con aquella edad, me atraía mucho el colorido de la túnica de San
Juan. Tengo que decir que los convites de Nuestro Padre Jesús en la Cooperativa
Santa Clara, teniendo en cuenta las carencias de la época, me son inolvidables.
Esos platos de chispillas: salchichón, chorizo, queso. Esas papas fritas,
aquellas avellanas, esas cervecillas, aquellas fantas, esas mirindas. ¡Cuánto
se valoraba todo!.
Esa fraternidad, esa unión de Hermanos. Ese transmitir de
mayores a pequeños la devoción por nuestras Hermandades, por nuestras imágenes,
por la distribución de competencias, por saber que al año siguiente me dejarían
un cetro para llevarlo,…, aunque fuese un ratillo,… eso,… no tiene precio.
Fueron las Semanas Santas de
monaguillo con D. Antonio Román. ¡Qué recuerdos!. Monaguillo con Juanjo el del
Chispas, con Agustín, con Sebastián Godoy. Pendientes de todos los
preparativos, bien fuesen las Novenas del Sr. de la Capilla, el Domingo de
Ramos, el Jueves Santo con el Lavatorio de Pies, al cual le tenía pánico, pues
aunque ya estaban señalados los vecinos, todos ellos de la aristocracia o como
se dice ahora: de la jet set, a los que el Sr. Cura les lavaría los pies, y
siempre me preguntaba: “y si falla alguno y me dice que me ponga yo”. No hace
falta recordaros que por aquella época, no había agua corriente y los baños
eran de higos a brevas y en ocasiones muy concretas. De todas formas el miedo a
ser elegido, al considerarme suplente, me acompañaba todos los años.
Ntro. Padre Jesús de Lahiguera, obra de D. Juan Martínez Cerrillo. Foto de Rafi Mercado. |
Las Semanas Santas de recogimiento. Las mujeres siempre
con velos, falda por debajo de la rodilla, rebequilla, tonos negros. Los
hombres de traje a ser posible y los niños con pantalón largo por lo general.
Las Semanas Santas donde pasar el cesto de la colecta por
la fila donde se sentaba el Sr. Parra, el cual siempre solía echar un billete
de 25 pesetas.
Las Semanas Santas de la Adoración Nocturna, de la cual
recuerdo una anécdota: cierta noche entramos, el interior de la Iglesia vacío,
silencio sepulcral y nos encontramos a un vecino tumbado boca abajo delante del
Santo Entierro, con el frío que hacía. El susto fue mayúsculo, pensé que le
había ocurrido algo. No sabía qué hacer. Al fin me decidí, me dirigí hacia él y
con sumo cuidado le di unos golpecillos en el hombro, no respondía; preocupado,
insistí y le salió una voz de completa meditación que me dijo: “No ves que
estoy adorando a Cristo y el que me tiene que relevar, aún no ha llegao”.
Las Semanas Santas de adelantarnos para tocar las
campanas en la Iglesia de arriba cuando llegara la Procesión. El desespero
porque alguno de nosotros faltaba y no había brazos suficientes. Sobre todo el
Domingo de Resurrección.
Las Semanas Santas con la intriga, el interrogante, el
suspense de cómo era la Virgen de la Soledad por dentro. A quién no le ha
picado el gusanillo de saber cómo son las imágenes internamente. Un año tras
otro y siempre lo mismo: “niño, te quieres ir que tenemos que cambiar a la
Virgen”.
Las Semanas Santas con un sentimiento de culpabilidad
sobrehumano, por no haber estado desde el inicio en los Santos Oficios y con
miedo a ser excomulgado por el cura si se enteraba. Yo veía demonios por todos
lados. Tenía la esperanza, de llegado el caso, fuera… al Purgatorio.
Las Semanas Santas de madrugar para ir a Los Pregones. El
silencio, las voces pasionales de los pregoneros. Señor, que nuestras
tradiciones continúen, no se apaguen nunca, se transmitan de padres a hijos. Si
cambian, sea sólo el horario como ahora.
Las Semanas Santas de la
Dictadura, a la cual estábamos acostumbrados pues no conocíamos otra forma de
sociedad. No podíamos comparar. Sociedad incómoda pero, era lo que había. Os
puedo asegurar, que a nuestra manera, vivíamos la Semana Santa con pasión, con
ganas de que llegara año tras año, lo pasábamos bien.
La Semana Santa de ir acompañando los Santos en las
Procesiones. De la Procesión de la Soledad, donde le quemé el pelo con la vela
a una amiga. De las paraillas que hacían algunos y algunas en el bar de María
Lomas y Antonio “El Zurdo”. Yo, no.
Y llegó el día en que salí fuera. Empecé a perder
contacto con el pueblo, pero en vacaciones, en la Semana Santa, aquí estaba.
¡Qué recuerdos de las Semanas Santas de nuestros dulces
hechos en las panaderías de nuestro pueblo. Esas madres, aquellas abuelas, como
si fuera una peregrinación a nuestros hornos con las cañas y el tinajón en la
cadera, con los huevos de las gallinas de los corrales. Con las mil y una
anécdotas que pasaban en el pueblo!.
Años donde no había batidoras
industriales. Todo se hacía en el tinajón y las dos cañas para batir los
huevos. Para ello se necesitaba dos buenos brazos, y mucha paciencia. ¡Como las
madalenas de Lahiguera,… ninguna!. ¡Y los roscos de vino! ¡Y los de baño
blanco!... ¡Por Dios!.
Semana Santa, como uno que
llegará más tarde bautizó recientemente: Tus Semanas Santas del “rosco de baño
blanco”. Pánico me da decirlo por lo del rosco.
Años en los que me ponía al día de la Semana Santa sin
salir del horno. Qué flores iba a llevar la Virgen de los Dolores. Quién salía
de mantilla ese año en el Santo Entierro. La hora en que había que bajar al
Señor Crucificado. La ropa que estrenaba cada una, previa ida a Andújar en la
Viajera. Las panaderías eran el facebook de entonces, eran la revista Hola,
eran Andalucía Directo.
De alguna manera compensaba pues íbamos a Andújar a
comprar ropa y lucirla en la Semana Santa, sobretodo el Viernes Santo y el
Domingo de Resurrección. Con aquella edad, hechos unos pinceles, nos sentíamos
resultones, éramos los reyes.
Semana Santa de querer inmortalizar el tipito con la ropa
nueva por alguien que te hiciese una foto. Foto que después tenías que pagar y
como la cosa estaba cortita económicamente, una y gracias. Te arriesgabas a que
ese año, saliese la foto oscura.
Semana Santa de bacalao por tener que guardar vigilia.
Del sentimiento de haber pecado mortalmente al comer un trozo de morcilla sin
que me viesen y el pánico posterior de la comprobación de que se notaba
demasiado. “Julio, viernes santo y alguien se ha comío un buen cacho de
morcilla”.
Semana Santa, Sábado Santo,
doce de la noche. “El Señor ha resucitado”. Salía el Titi (Jefe de los
municipales de la época) al corral de la Iglesia y hacía unos cuantos disparos
(a mí me gusta más una hoguera), como muestra de júbilo por la Resurrección de
Jesús.
Procesión de Cristo Resucitado, años sesenta del pasado siglo. |
Procesión de Cristo Resucitado, año 2018. Foto de Carlos García Martínez. |
Semana Santa de “yo te pago la carrera de la Virgen”, me
decía mi madre. Pero nunca lo hice por miedo a tirar la Virgen o San Juan; la
responsabilidad me podía Semana Santa tras Semana Santa.
Semanas Santas del pelo largo. Largas melenas. Cómo
cambian las modas, ahora todo lo contrario, cortes de pelo rarísimos, poco pelo
o rasurado.
Y seguían mis Semanas Santas del rosco de baño blanco.
Semanas Santas de La Transición, del inicio de la Bendita
Democracia. Para lo cual no estábamos preparados y necesitamos un tiempo para
adaptarnos a lo que nos venía. Las discrepancias entre ricos y pobres. Entre
los que añoraban seguir con el régimen anterior y los que veían nuevas
perspectivas. Soñaban una vida más igualitaria. Unos defendían su estatus y
otros exigían cambios al día siguiente.
Esto fue repercutiendo en nuestra Semana Santa. Al
principio, unos seguían fieles a sus Hermandades de toda la vida, otros
renunciaron a tener vinculación con los santos, con la Iglesia. Estaba mal
visto que uno considerado de izquierdas pudiera mantener su tradición, su fe
por la Hermandad de la Virgen, de Nuestro Padre Jesús o de cualquier otra. El
acercamiento a la Iglesia, al igual que nuestra Bandera, se tenía por ser de derechas.
Poco a poco, las aguas se fueron calmando y la Semana
Santa fue haciéndose también democrática. La Fe, la Devoción, tanto de unos
como de otros, pudo más que los intereses políticos y se fueron asentando las
Hermandades.
Bien por tradición familiar, por devoción o por no tener
miedo al qué dirán, cada uno se posicionó en la Hermandad que consideró.
Semanas Santas de emocionarme, año tras año con las
Carreras de la Virgen y San Juan. Aún hoy, no me acostumbro. El año pasado,
lloré de la emoción, no me cuesta admitirlo. De los nervios y lo larga que se
hace la Carrera, aunque dure unos minutos, cuando la Virgen y San Juan van
volando al encuentro de Jesús o del Señor Resucitado.
Poco a poco, sin darme cuenta vamos cumpliendo Semanas
Santas, vamos sumando años. La vida sigue, no para en ningún momento.
Sirva una anécdota en la
Procesión de La Soledad, hace unos veintitantos años. Para salir, faltaba una
persona. Mis hijas me pidieron que yo fuese esa cuarta persona. Como es lógico
acepté pensando que más adelante, alguien me sustituiría. Al otro lado,
Ildefonso hijo. Sólo un poquillo más alto que yo. Me pegué toda la Procesión y
cambiando de hombro de vez en cuando. Terminé para urgencias.
La vida sigue, pero familiares, amigos, conocidos, van a
su otra vida, nos van dejando. La Semana Santa continua, no se para. Se va
modificando. Los Pasos cambian, son más grandes, más hermosos; mayor número de
costaleros; mayor engalanamiento de los Pasos; más participación.
Quizás no seáis todo lo conscientes por vivir aquí día a
día, pero los cambios son impresionantes. La majestuosidad de los pasos, increíble;
el orden, la disciplina.
Respetando a todos los higuereños que estamos fuera, no
entenderé nunca cómo no venimos aunque sea una vez al año, a vivir, a
disfrutar, a llenarnos de nuestra Semana
Santa.
Debería haber algún tipo de acuerdo, cierta motivación, y
si me apuráis, algún Decreto Ley que nos obligase a volver a nuestras raíces.
Al menos en Semana Santa.
Para ello, debe existir cierta simbiosis entre los que
vivís aquí y los que venimos en fechas señaladas. Quizás no os deis cuenta,
pero a veces nos sentimos extranjeros, extraños. Sirva por caso la página W de
“Higuereños, por el mundo”. Desde que la conozco, a veces me confundo y creo
que es: “Higuereños por Lahiguera”. Pero eso es otro tema.
Seguir la tradición familiar, contar con las nuevas
generaciones que empujan muy mucho en cada Hermandad, el compromiso, sobre todo
la fe y la devoción, son la esencia de nuestra Semana Santa.
Devoción, fe, pasión, tradiciones, sentimientos que
corren por las venas. Sentimientos que te llevan a cantar, a versar la Semana
Santa de Lahiguera.
Ya ha salido Nuestro Padre
Jesús.
Ya ha salido Nuestro Padre
Jesús.
Ya pasea por la Calle Ancha.
No ha visto el amanecer.
Pero sí, mis sentimientos, mi
alma.
Con el peso de la Cruz.
Con su corona de espinas.
Camina con gran dolor.
Dolor que nadie imagina.
Dolor por todos nosotros.
Sufrimiento por todos sus
hijos.
Pero Él no guarda rencor.
Él es puro sacrificio.
Los lirios y azahares.
Que van besando sus pies.
Mitigan su amargo Calvario.
Fortalecen su gran hacer.
Padre Jesús, porqué te
sacrificas.
Déjanos que te ayudemos.
Purgando todas nuestras culpas.
Pagando por nuestros pecados.
Qué majestuosidad, qué
lucimiento.
Tu paso por la Cuesta los
Caballos.
Costaleros sin prisa, con
cuidado.
La música es vuestra mejor
aliada.
Ya estamos en el Templo de
abajo.
Esta es tu segunda casa.
Pero no podemos detenernos.
Hay que seguir tu Calvario.
Costaleros, una parailla.
Jesús ahora lo necesita.
Costaleros, descansar un
ratillo.
Se acerca su Madre Bendita.
Calle Nueva, Ayuntamiento.
Calle Real, la Plaza.
Déjame llevarte la Cruz.
Coge tu penúltimo aliento.
Ya estamos en El Cerrillo.
Hay tiempo para descansar.
La Subasta, el protocolo.
La Carrera, los sentimientos,
la emoción.
Jesús, corriendo viene tu
Madre.
San Juan la acompaña detrás.
Llamemos a los costaleros.
Que al cielo te subirán.
Costaleros, mirad ese balcón.
Mujeres emocionadas.
Le van a cantar a Jesús.
Una oración, una Saeta rimada.
Y ya llegamos a tu Iglesia.
Los costaleros te volverán a
alzar.
Para deleite de todos los
higuereños.
Para que le des tu gracia, tu
paz.
Descansa Padre Jesús mío.
Descansa Hijo de Dios.
Que todos tus hijos te quieren.
Que todos te ofrecen su amor.
Míralo en su lecho de muerte.
Entre rosas, claveles y lirios.
Le sigue multitud de gente.
Acompañándolo con sus cirios.
De mantilla van las mujeres.
En silencio sepulcral.
Señor, cuando Tú lo consideres.
Que en el mundo reine la paz.
En un lecho de muerte.
Cristo va por Lahiguera.
Su Madre, detrás llorando.
San Juan consolarla quisiera.
Costaleros del cielo.
A Jesús muerto llevaban.
Yo me quedo, yo lo velo.
Después que lo sepultaban.
Noche de Viernes Santo.
Noche triste, noche austera.
Noche de enorme quebranto.
Por las calles de Lahiguera.
Virgen de los Dolores
Tu cara transmite tristeza
Pero no muestras rencores
Tu corazón es todo pureza.
Tú que vives la amargura.
Tras la muerte de tu Hijo.
Yo he caído en la locura.
Y tu manto será mi cobijo.
Por la calle Nueva aparece.
Y San Juan le dice flojillo:
Madre, cómo nos mecen los
Costaleros.
Costaleros, lento, despacillo.
Costaleros,… una sonrisa.
Ya nos queda poco, poquillo.
Por favor, no tengáis prisa.
Que ya se ve El Cerrillo.
La Subasta no termina.
Y Tu hijo nos espera.
Paciencia, Juan, tranquilo.
Será una hermosa Carrera.
Madre, ve Tú delante.
Tu Hijo espera impaciente.
A tu Hijo le cambia el
semblante.
Arropado por tantísima gente.
Ya tiene su Hijo a su lado.
Los tres levantados al cielo.
Los tres ya se han encontrado.
Aún persiste el revuelo.
Pasada la inmensa tensión.
La música suena de nuevo.
En marcha la Procesión.
Niño,… a San Juan,… yo lo
llevo.
Sube la calle Real.
Su Madre le sigue detrás.
Maestro, música celestial.
Juan,… por favor,… lleva el
compás.
Costaleros, una parailla.
Saeta a la Madre del Cielo.
Cómo canta esa chiquilla.
Su voz es un inmenso consuelo.
Costalero, un esfuercecillo
más.
La Iglesia ya se divisa.
Al Señor de la Capilla y la
Soledad.
Créetelo,… le han salido una
sonrisa.
Maestro, música por favor.
Costaleros, al cielo con ellos,
valientes.
Recemos con el máximo fervor.
Por nuestros familiares
ausentes.
Yo adiós no te digo.
Esto es un hasta luego.
Siempre estaréis conmigo.
Mi Higuera,… mi Semana Santa,…
no me olvidéis,… os lo ruego.
Por último: “Doy gracias a Dios
por haber nacido aquí, en Lahiguera”, y mientras pueda, vendré todos los años
a…: “Mi Semana Santa… del rosco de baño blanco”.
Muchas gracias y:…
¡Viva la Semana Santa de
Lahiguera!
¡Viva la Hermandad de Nuestra
Santísima Virgen de los Dolores y Nuestra Señora de Soledad!
Viva la Hermandad de Nuestro
Padre Jesús y el Señor Resucitado!
¡Viva la Hermandad del Señor de
la Capilla y del Santo Sepulcro!
y ¡Viva la Hermandad de San
Juan Evangelista!
¡Gracias, muchas gracias!
1 comentario:
Antonio, muy agradecidos deben haber quedado nuestros paisanos por tu pregón tan lleno de sentimientos y recuerdos.
De ti decir que hace aproximadamente cuarenta y cinco años que saliste de Lahiguera, nuestra villa, como tantos otros en busca de la salida profesional que los estudios nos proporcionaban, pero que inexorablemente vuelves como las golondrinas cada año a la tierra que te vio nacer.
Como colega, sabía que habías dedicado unos pocos años a la docencia; pero después encontraste en Cádiz, desde hace unos cuarenta años, un nuevo camino de realización personal, de lo cual me alegro mucho. Te deseo que tu trabajo como funcionario de la Excma. Diputación Provincial de Cádiz y tu actual puesto como Jefe de Servicio de Programas de Cooperación Local y Formación, te llene de satisfacciones personales en bien de los ciudadanos de aquellas queridas tierras.
¡Enhorabuena por tu pregón!
Cordiales saludos.
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