EN ANDALUCÍA TELETRABAJAN 285.000 PERSONAS, EL 8´4% DE LOS OCUPADOS.
El 80,7% de los hogares andaluces dispone de algún tipo de ordenador.
El 99,5% de los hogares con al menos un miembro de 16 a 74 años dispone de teléfono móvil.
El 95% de andaluces de 16 a 74 años ha usado internet en los tres últimos meses.
Según la frecuencia de uso, el 94,4% se conecta al menos una vez a la semana, el 91,6% lo hace diariamente y el 83,7% varias veces al día.
Más de 450 mil personas han teletrabajado, el 13,5% de los ocupados.
El 41,4% de las personas mayores de 74 años ha utilizado Internet en los tres últimos meses.
El Instituto de Estadística y Cartografía de Andalucía ha publicado en fecha 5 de diciembre de 2024 los resultados de la Encuesta sobre equipamiento y uso de Tecnologías de Información y Comunicación (TIC) en los hogares de Andalucía correspondientes al año 2024. En este producto estadístico se ofrece información acerca del equipamiento del hogar en TIC (teléfono, equipamiento informático, acceso a Internet) y la utilización de los residentes de esas viviendas de Internet y comercio electrónico. El cuestionario es dinámico e incluye nuevos apartados con diferente periodicidad.
Según los datos de la encuesta para el año 2024, el 80,7% de los hogares dispone de algún tipo de ordenador (de sobremesa, portátil, tablet...). Por tipo de dispositivo, el 75% cuenta con ordenadores de sobremesa o portátiles y el 52,9% con alguna tablet.
Hogares que disponen de algún tipo de ordenador (porcentaje).
El 99,5% de los hogares andaluces con al menos un miembro de 16 a 74 años dispone de teléfono móvil (igual que a nivel nacional).
Más de 2,9 millones de hogares con al menos un miembro de 16 a 74 años (el 96,3% del total) disponen de acceso a Internet por banda ancha fija y/o móvil. En 2023 el porcentaje fue inferior (95,9%).
Cuanto mayor es la población de su municipio y de más ingresos netos disponen, los hogares andaluces utilizan más la banda ancha fija y menos la conexión solo a través de banda ancha móvil.
El 95% de las personas de 16 a 74 años ha usado internet en los tres últimos meses, lo que supone 0,23 puntos más que en 2023 y 0,8 puntos por debajo de la media nacional. Según la frecuencia de uso, el 94,4% se conecta al menos una vez a la semana, el 91,6% lo hace diariamente y el 83,7% se conecta varias veces al día. Esta frecuencia aumenta en general respecto a 2023, siendo la conexión diaria la que más (2,8 puntos).
Frecuencia de uso (porcentaje).
En Andalucía más de 450 mil personas han teletrabajado durante la semana anterior a la entrevista (13,5% de los ocupados). Por sexo, el 10,6% de los ocupados hombres ha teletrabajado y el 17,9% de las mujeres. Si atendemos a las personas ocupadas que no han teletrabajado aunque su trabajo se lo permitiera, supone el 17,9% (0,5 puntos por debajo de la media nacional).
Más de 450.000 personas han teletrabajado en Andalucía durante 2024, lo que representa el 13,5% de los ocupados, según los resultados de la Encuesta sobre equipamiento y uso de Tecnologías de Información y Comunicación (TIC) en los hogares de Andalucía correspondientes al año 2024. En este producto estadístico ofrece información acerca del equipamiento del hogar en TIC (teléfono, equipamiento informático, acceso a Internet) y la utilización de los residentes de esas viviendas de Internet y comercio electrónico. El cuestionario es dinámico e incluye nuevos apartados con diferente periodicidad.
Según recoge el IECA en una nota, el 10,6% de los ocupados hombres ha teletrabajado y el 17,9% de las mujeres. Si se atiende a las personas ocupadas que no han teletrabajado aunque su trabajo se lo permitiera, supone el 17,9% (0,5 puntos por debajo de la media nacional). Esta encuesta también señala que el 80,7% de los hogares dispone de algún tipo de ordenador. Por tipo de dispositivo, el 75% cuenta con ordenadores de sobremesa o portátiles y el 52,9% con alguna tablet. Asimismo, el 99,5% de los hogares andaluces con al menos un miembro de 16 a 74 años dispone de teléfono móvil (igual que a nivel nacional).
El teletrabajo ha llegado para quedarse. |
El 95% de las personas de 16 a 74 años ha usado Internet en los tres últimos meses, lo que supone 0,23 puntos más que en 2023 y 0,8 puntos por debajo de la media nacional. Según la frecuencia de uso, el 94,4% se conecta al menos una vez a la semana, el 91,6% lo hace diariamente y el 83,7% se conecta varias veces al día. Esta frecuencia aumenta en general respecto a 2023, siendo la conexión diaria la que más (2,8 puntos).
Incidencia del teletrabajo según sexo (porcentaje).
El 41,4% de las personas mayores de 74 años ha utilizado Internet en los tres últimos meses (3,1 puntos menos a la media nacional). El 38% lo usa al menos una vez a la semana y el 33,1% lo usa diariamente.
Decíamos que La Encuesta sobre equipamiento y uso de Tecnologías de Información y Comunicación (TIC) en los hogares ofrece información sobre el equipamiento del hogar en TIC (teléfono, equipamiento informático, acceso a Internet) y la utilización de Internet y comercio electrónico de los residentes de esas viviendas.
Así se desprende de la Encuesta sobre Equipamiento y Uso de Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC) en los Hogares de 2024 del Instituto Nacional de Estadística (INE), que sitúa en el 15,1% el porcentaje de ocupados que teletrabajan en España, creciendo ligeramente respecto al ejercicio anterior (1,3 puntos), aunque muy alejado de la media europea que, según datos de Eurostat, es de un 22,2% de empleados que utilizan esta tipología con frecuencia u ocasionalmente.
Cuando en 2020 la pandemia de Covid-19 obligó al confinamiento de millones de personas en todo el mundo, el teletrabajo se reveló como la única vía de escape para mantener la actividad de multitud de empresas y de entidades de todo tipo. Cuatro años más tarde, esta modalidad, tanto en su formato a tiempo completo como híbrido, se ha incorporado con normalidad al panorama laboral, si bien no ha experimentado la expansión que se pronosticaba entonces, al menos, en el caso de España, y mucho menos, en el de Andalucía.
Siempre ha existido una diferencia en la implantación del teletrabajo entre el norte y el sur de Europa, no es solo el caso español. Algunos pensarán que nuestra inercia a la socialización es la causa, pero tiene más que ver con los antecedentes históricos, la distribución sectorial y los niveles de productividad en los distintos países. Así, donde hay mayor peso de ramas de actividad teletrabajables (banca, seguros, telecomunicaciones, sector digital) las ratios son mayores, aseguraba Javier Blasco, director de The Adecco Group Institute.
Esta misma explicación es extrapolable al análisis de la implantación de esta modalidad en España, de forma que la relativa resistencia al trabajo en remoto responde a la distribución del tejido productivo en cada territorio: en aquellos tradicionalmente más industriales hay menos empleados operando a distancia (País Vasco, Asturias, Navarra), al igual que en las zonas con mayor presencia de sectores como la agricultura o la hostelería.
En este contexto, la brecha de Andalucía es de casi nueve puntos con respecto a Europa y de 1,6 puntos con el conjunto nacional, ya que los andaluces que teletrabajan son el 13,5% del total de ocupados, más de 452.000 personas en términos absolutos. Con este dato, en la comparativa por regiones, la andaluza está, además, a gran distancia de las que ocupan los primeros cajones del podio, como son Madrid, con un 26,7% de empleados que operan en remoto, y Cataluña, con un 21,5%.
Andalucía, por su extensión y población, siendo la comunidad con mayor número de empresas, tiene una estructura productiva, como el resto del país, mayoritariamente de pymes y micropymes, pero además con una fuerte presencia de la hostelería, industria, construcción y del sector agrario; en todos estos escenarios el teletrabajo suele ser inviable o minoritario, apuntaba Javier Blasco.
A este respecto, el director de The Adecco Group Institute añade que “solo en las grandes compañías, y en los territorios y zonas metropolitanas con mayor presencia de ramas como la tecnológica o las oficinas, es donde encontramos cifras comparables a las de Madrid, por ejemplo”.
A pesar del diferencial con el conjunto nacional, el porcentaje de empleados que teletrabajan en Andalucía ha avanzado 4,7 puntos respecto al informe del ejercicio anterior y se sitúa, con el 13,5% mencionado, en su nivel máximo desde el inicio de la serie histórica del Instituto Nacional de Estadística en 2021, el primer año pospandemia, cuando, en el momento de mayor popularidad de esta tipología y con un contexto todavía marcado por las restricciones en algunas actividades económicas y sociales, se llegó el 12,8% de los ocupados.
También alcanza su techo la media de días de teletrabajo en la región andaluza, que se sitúa en 3,5 a la semana, tras crecer ligeramente en relación con el ejercicio anterior. En esta variable, Andalucía se coloca por encima de la media nacional, con tres días semanales, y escala a la segunda posición del ranking de comunidades autónomas, empatada con Aragón y tan solo superada por Extremadura, con 3,6 días.
La misma encuesta, cuyos datos se recogieron entre el 1 de abril y el 28 de junio de este año, revela que las modalidades en remoto no acaban de calar entre los empleados de Andalucía, ya que un 17,9% de los consultados no ha teletrabajado, aunque su empresa se lo permitiría. No obstante, para los andaluces que sí lo hacen, la valoración de su experiencia laboral es muy positiva, con una nota de 8,6 puntos sobre 10, en consonancia con el promedio español.
Poniendo el foco en el lado empresarial, el porcentaje de compañías andaluzas de diez o más empleados que permite el teletrabajo ha caído drásticamente desde su punto álgido en 2021, en el arranque de la serie estadística. En concreto, se ha desplomado más de 12 puntos, al pasar del 42,09% en aquel ejercicio, hasta la cifra actual, del 29,85%.
Según recoge la Encuesta sobre el uso de TIC y del Comercio Electrónico en las Empresas del primer trimestre de 2024 del INE, pese a la importante caída, la proporción ha avanzado 3,4 puntos en relación con el ejercicio 2023, cuando tocó su suelo, con solo un 26,45% de compañías de la región que concedían a sus empleados la posibilidad de trabajo en remoto.
En su posicionamiento dentro de España, Andalucía tampoco sale bien parada en esta estadística, situándose más de siete puntos por debajo de la media, teniendo en cuenta que el porcentaje de empresas de diez o más empleados que permite el teletrabajo en el conjunto nacional es del 37,5%. En el escalafón de comunidades, la región andaluza ocupa el séptimo puesto, muy alejada de los tres puestos de cabeza: Madrid (52,25%), Cataluña (47,81%) y País Vasco (38,61%).
El director de The Adecco Group Institute cree que la reticencia de las compañías a estas tipologías se debe, entre otros factores, a “la falta de un modelo de evaluación lo suficientemente maduro”. “La solución fácil es acudir al presentismo”, señala Javier Blasco, quien, no obstante, rompe una lanza a favor de las empresas andaluzas, que, según subraya, “han sido pioneras en la reducción de jornada manteniendo el salario, cuando la tecnología así lo posibilita o en la atracción de talento digital con modelos intensivos de trabajo en remoto, con los ejemplos de los parques tecnológicos de Sevilla o Málaga”.
De cara a la evolución de los próximos años, vaticina que “va a ser positiva” y que la potencialidad de estas modalidades “irá aumentando tanto en profesiones como en sectores y territorios”, convirtiéndose, además, en un elemento para la atracción y retención del talento. “Es verdad que parece haber una mayor apuesta por la parte trabajadora que por las organizaciones, pero la gran mayoría en ambos colectivos cree que el trabajo en remoto y otros sistemas de organización flexible no tienen vuelta atrás”, concluye.
El teletrabajo sigue siendo una fórmula al alcance de muchos trabajadores hoy en día, pese a que los niveles de expansión de esta modalidad que se alcanzaron durante la pandemia han ido marchitándose progresivamente desde entonces. De acuerdo con la última Encuesta sobre Equipamiento y Uso de Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC) en los Hogares publicada por el Instituto Nacional de Estadística (INE), el porcentaje de ocupados que teletrabajan se ha incrementado ligeramente en el último año 1,3 puntos porcentuales, concretamente, hasta representar el 15,1% del total de los trabajadores (algo más de cuatro millones, según el último conteo de la EPA). La media de días que estos no acudieron a su centro de trabajo fue de 3, prácticamente los mismos que el año anterior, en una estadística que apenas ha variado en los últimos ejercicios.
El establecimiento del número de días en los que los empleados de una compañía pueden llevar a cabo su actividad sin acudir al centro de trabajo se debe acordar por medio de la negociación colectiva. Sin embargo, pese a la demanda mayoritaria del colectivo de trabajadores de acceso a este tipo de modalidad, muchas empresas tomaron la decisión de que estos retornase a los centros. Aun así, tal y como refleja la encuesta del INE, aquellos que siguen disfrutando de esta posibilidad la valoran muy positivamente: le dan una nota de 8,7 sobre 10.
En cuanto a en qué territorios está más extendida esta fórmula del trabajo a distancia, el estudio evidencia que son aquellas comunidades con un tejido empresarial mayor (tanto en volumen total como en tamaño de las empresas) quienes más la ofrecen. En primer lugar, se sitúa la Comunidad de Madrid (donde teletrabajaron el 26,7% de los ocupados), seguida de Cataluña (21,5%) y Andalucía (13,5%).
Mientras que la variación del porcentaje de ocupados que pudieron teletrabajar durante la semana en la que se elaboró esta encuesta, cuyos últimos resultados se recogieron del 1 de abril al 28 de junio del año 2024, y que tiene periodicidad anual, depende del total de ocupados (una cifra que ha ido creciendo en los últimos años), el volumen de aquellos a quienes su empleo principal no les permite teletrabajar se ha mantenido más o menos estable en los últimos cuatro años. Mientras en 2021 cerca de 65.000 personas reconocían su imposibilidad para llevarlo a cabo, tres años después son 66.500 los que se encuentran en la misma situación.
Los datos de esta encuesta se extraen a partir del uso que realizan los hogares de las herramientas digitales de las que disponen, y para qué las utilizan. Así, el informe detalla que casi ocho de cada 10 personas de 16 a 74 años (el 79,7%) contactó o interactuó con las administraciones o servicios públicos a través de Internet en los 12 últimos meses por motivos particulares. Los más habituales fueron para acceder a la información almacenada (61,5%) y concertar una cita o realizar una reserva (58,8%).
Pero los ordenadores y los teléfonos móviles inteligentes se emplearon también para realizar compras por internet, una de las actividades más realizadas por los hogares españoles. Más de la mitad de la población de la franja de edad mencionada anteriormente (el 55,5%) adquirió algún producto en formato físico, 0,9 puntos más que en 2023. Cuatro de cada diez descargó en los tres últimos meses algún producto o suscripción, 3,2 puntos más que el año anterior. Y el 23,9% contrató en los tres últimos meses algún servicio de alojamiento (2,0 puntos menos que en 2023); por el 22,7% que recurrió a servicios de transporte (2,1 puntos más). Los productos más comprados o descargados fueron ropa, zapatos o accesorios (por el 40,6% de la población); entradas para eventos (el 26,4%) y entregas de restaurantes, de comida rápida y catering (24,9%).
La presencia de herramientas tecnológicas, así como de internet, se ha extendido prácticamente a la totalidad de los hogares españoles. El 99,8% de ellos contaban con algún tipo de teléfono (fijo y/o móvil) y el 53,6% con ambos. Un 0,3% disponía únicamente de fijo y un 45,9% utilizaba exclusivamente el móvil; al tiempo que el 83% poseía algún tipo de ordenador (de sobremesa, portátil, tablet...), 0,4 puntos más que en 2023.
En cuanto al acceso a la red de redes, el 96,8% de los hogares tenía posibilidad de conectarse a Internet por banda ancha fija y/o móvil (frente al 96,4% el año pasado). Por otro lado, el 85,7% accedió con conexión de banda ancha fija (fibra óptica, cable, ADSL...); y el 11,1% a través solo de conexión móvil (3G, 4G o 5G).
El teletrabajo no empezó con la pandemia . De hecho, el término fue acuñado por un físico de la Nasa, Jack Niles, quien lo propuso como mecanismo para reducir el tráfico en Estados Unidos durante la crisis del petróleo de 1973. Pero el modelo nunca se generalizó, sino que se mantuvo como algo anecdótico y residual.
En 2020, sin embargo, la covid-19 obligó a implantarlo a prácticamente todas las empresas de la noche a la mañana, a marchas forzadas. En ese momento, muchos asumieron que sería algo temporal. Otros, que no habría vuelta atrás y que aquello marcaría el principio del fin del trabajo presencial. El tiempo no le ha dado la razón ni a unos ni a otros. Al menos, no del todo.
De acuerdo con la encuesta IV Radiografía del Teletrabajo en España de Infojobs, cuatro años después, el 24% de los empleados en España sigue trabajando en remoto, ya sea de forma total o parcial. Esta cifra representa un ligero aumento en comparación con el año anterior (22%), aunque se halla lejos del pico más alto, que fue registrado en febrero de 2021, con un 31%. A pesar de que algunos decían que iba a haber una marcha atrás, lo que hemos visto es una adecuación del teletrabajo tras la vuelta a la normalidad, con pequeñas subidas y bajadas. Es decir, el modelo se ha asentado hasta cierto punto, pero con fórmulas que combinan la presencialidad y el trabajo en remoto.
La situación del teletrabajo en España actualmente es heterogénea, aunque percibimos algunas tendencias que debemos observar a largo plazo para ver si terminan de consolidarse, comenta Miriam Martín, directora de Marketing de la firma de servicios de beneficios para empleados Pluxee. Martín apunta que, tal y como recoge el II Estudio Pluxee de Retos y Tendencias en RRHH 2024, un 58% de las empresas señala haber recuperado un modelo 100% presencial este año, mientras que un 41% mantiene un modelo híbrido, en el que predomina la opción de trabajar dos o tres días de la semana en remoto.
Sin embargo, el reciente anuncio de Amazon de poner fin al teletrabajo en sus oficinas alrededor del planeta causó gran revuelo, y ha generado la preocupación de que la decisión pueda causar un efecto dominó que, de momento, no se ha producido (otras tecnológicas como Google, Meta o Microsoft han reafirmado su apuesta por el modelo híbrido). José Luis Bosch, director del Máster de Recursos Humanos y Gestión del Talento de OBS Business School, opina que la marcha atrás de Amazon puede estar relacionada, en parte, con un liderazgo “autoritario, que ha transmitido ese autoritarismo a su cadena de mando”. Otro ejemplo de esto sería el caso del propietario de Tesla, Elon Musk, quien se ha pronunciado públicamente en contra del trabajo a distancia en numerosas ocasiones durante los últimos años.
No obstante, Bosch puntualiza que otra razón de este retorno a la presencialidad total es que, por sus características, algunas organizaciones requieren de una colaboración más estrecha entre sus empleados, algo que puede verse afectado por el teletrabajo. “La investigación académica ha mostrado que trabajar en remoto es más complicado cuando existe un alto grado de interdependencia entre los miembros del equipo, es decir, cuando hay necesidades de coordinación”, incide Rocío Bonet, profesora de Dirección de Recursos Humanos en IE Business School. “Amazon puede ser el tipo de empresa que se enfrenta a esta problemática”, añade.
En cualquier caso, Bosch reconoce que será difícil volver atrás completamente porque muchos empleados ya ven el trabajo en remoto como un derecho adquirido, sobre todo las nuevas generaciones (millennials y Z). “Ya no les interesará el empleo si no lo ofrecen como opción”, asegura. La encuesta de Infojobs apunta en esta dirección: ante la obligatoriedad de volver a un modelo totalmente presencial, un 39% de la población ocupada buscaría otro empleo donde el teletrabajo fuese una opción. “Es cierto que en los últimos meses hay organizaciones que están analizando su impacto en la productividad. En paralelo, no se pueden pasar por alto las demandas de los profesionales. Del equilibrio de esas dos fuerzas saldrán modelos híbridos con más o menos peso del teletrabajo o del presencialismo”, sostiene Luis Miguel Jiménez, director general de Manpower España.
Más allá de las posturas encontradas y el debate generado a su alrededor, lo cierto es que el teletrabajo ha pasado a ser una herramienta para captar y fidelizar talento. Junto a la flexibilidad horaria “son dos de las medidas principales que permiten mejorar la conciliación personal y profesional de los empleados. Y teniendo en cuenta que esta motivación es la segunda con más peso para el talento, junto con el salario, a la hora de unirse a una compañía, es factible afirmar que su impacto en el bienestar del empleado es notable”, dice la directora de Marketing de Pluxee.
Por esta razón, el modelo se ha convertido en un elemento central del nuevo enfoque que están adoptando muchas organizaciones al invertir en salud y bienestar para mejorar la satisfacción y productividad de su fuerza laboral. “Cada vez son más las empresas que van en esa dirección. Se habla de que, por cada euro invertido en promoción de la salud y el bienestar de los empleados, se tiene un retorno de casi tres euros. Y el teletrabajo forma parte de ese bienestar”, arguye Agustín Sánchez-Toledo Ledesma, director del Instituto de Seguridad y Bienestar Laboral y profesor de la Universidad Internacional de la Rioja (UNIR).
La abrupta implementación del teletrabajo a partir de 2020 dio lugar a la improvisación, por lo que hay desafíos pendientes por abordar. “Si no se complementa con otros elementos importantes como la educación en cómo hacer teletrabajo correctamente, incluyendo ergonomía, políticas de desconexión digital o formación adecuada a los gestores de personas, este beneficio puede tener efectos negativos, fomentando el aislamiento social o el burnout por la falta de desconexión”, explica Juanvi Martínez, responsable del Área de Consultoría de Capital Humano de Mercer España.
Otra cuestión importante para Carlos Cortés, profesor e investigador del Instituto de Innovación Social de Esade, es conseguir que la fórmula híbrida se use con un sentido claro y buena planificación para que, por ejemplo, las tareas que requieren la asistencia presencial se resuelvan cuando se está en la oficina, y las que se pueden hacer en remoto, desde casa.
Durante los tres meses y ocho días que duró el confinamiento en España en 2020 como consecuencia de la pandemia, muchos reflexionaron sobre la idea de apostar por una vida aparentemente más sencilla, lejos del ajetreo de la gran ciudad. Ese momento fue propiciado por el importante cambio que sufrieron aquellas empresas que desarrollaban su actividad en un entorno digital y que, tras ver que sus negocios siguieron funcionando con normalidad sin la presencialidad de sus trabajadores, apostaron por ofrecer un sistema de teletrabajo de manera permanente. Con el paso del tiempo y la consolidación de esta forma de trabajar, se ha demostrado que esta medida no solo fomenta la productividad, sino que también mejora considerablemente la conciliación entre la vida familiar y laboral de los trabajadores al promover la flexibilidad horaria y eliminar los tiempos que se pierden en los desplazamientos de casa al trabajo y viceversa.
Cuatro años después, y aunque el teletrabajo absoluto no se ha establecido como norma general (todavía quedan muchas compañías que apuestan por sistemas híbridos o presenciales), hay miles de empleados en España que viven con la posibilidad de trabajar desde cualquier parte del país, e incluso desde fuera. Cabe pensar entonces que aquellos que en su día se desplazaron desde sus pequeñas ciudades o entornos rurales hacia las grandes urbes, y cuyo único objetivo era encontrar mejores opciones en el ámbito laboral, hoy hayan regresado a sus puntos de origen con el pretexto de poder trabajar en remoto en aquello que pretendían. En este éxodo urbano también entran aquellos nacidos en las grandes ciudades como Madrid o Barcelona que, ante el exponencial aumento del precio de la vivienda de los últimos años y la consolidación de unos sueldos que resultan precarios, hubieran apostado por reducir gastos y vivir en un entorno más tranquilo y menos asfixiante económicamente. Sin embargo, dejar la ciudad y marcharse a repoblar lo que, últimamente, se ha dado a conocer como la España vaciada es algo que no termina de cuajar.
Durante los primeros años de la pandemia, sí se notaron leves cambios en los flujos migratorios en España. Según los datos reflejados en un estudio publicado en junio de 2022 sobre los patrones de migración interna, los desplazamientos hacia municipios rurales aumentaron ligeramente, sobre todo hacia aquellos situados a una distancia intermedia de los grandes núcleos urbanos; es decir, con buenas comunicaciones respecto a las grandes ciudades. Estos desplazamientos responden principalmente a los de aquellas familias que durante los primeros meses pospandémicos, cuando las restricciones eran más severas y el atractivo urbano se paralizó, se trasladaron de manera temporal a sus segundas residencias. Ahora bien, cuando todo volvió a la normalidad, acabaron regresando a la gran ciudad. Tampoco se prolongó mucho más la estancia de aquellas personas con precedente migrante que se trasladaron de forma provisional a las casas familiares de sus lugares de procedencia; también volvieron.
El profesor e investigador del Centro de Estudios Demográficos, Urbanos y Ambientales (CEDUA) de El Colegio de México, añade: “Generalmente, los factores duros influyen más a la hora de tomar decisiones migratorias, pero, en la práctica, los blandos tienen un peso muy importante sobre todo entre los adultos jóvenes con un nivel de estudios superior, que son los que más valoran el ocio y la variedad de oferta en actividades culturales”. Coincide que, mayoritariamente, es este grupo de población el que en la actualidad posee aquellos empleos con posibilidad de trabajar en remoto al 100%. El hecho de trasladarse a los entornos rurales o a las ciudades más pequeñas, que son ahora las que sufren mayores niveles de migración , según un artículo de la Revista científica Ager, supone para estos adultos jóvenes renunciar al abanico de actividades que ofrece vivir en las grandes ciudades.
Granada 1 de febrero de 2025.
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