PROLOGO

Se pretende que sea éste un espacio dedicado a entretener y deleitar (... a través de la fotografía fundamentalmente) ... a dar a conocer (...o traer al recuerdo) ciertos monumentos o espacios situados en el término o cercanías de Lahiguera. ...a llamar la atención por el estado de abandono y deterioro de muchos de ellos, ...y si llegara el caso, a remover la conciencia de todos los que somos "herederos" de tales monumentos y espacios, y que con nuestra aportación ayudásemos a la conservación de los mismos.

lunes, 18 de marzo de 2024

EL PARO JUVENIL EN LA ACTUALIDAD REPRESENTA EN ANDALUCÍA Y EN ESPAÑA UN PROBLEMA TREMENDO PARA LA JUVENTUD.

LAS CAUSAS ESTRUCTURALES DEL DESEMPLEO JUVENIL EN ESPAÑA.

Desde los inicios de la crisis económica, España se vio afectada especialmente por el desempleo. Además, dentro de España, ciertos grupos poblacionales se vieron más afectados que otros. 

Los jóvenes son uno de los colectivos más afectados por el desempleo. De hecho, la tasa de paro entre los menores de 25 años alcanza ya el 55%. Los líderes europeos han puesto el foco en este problema y han mostrado su preocupación. 

Para Manuel Alejandro Hidalgo, profesor de Economía Aplicada de la Universidad Pablo de Olavide (Sevilla), hay dos problemas entrelazados: “Por un lado hay una menor cualificación de los jóvenes (la tasa de abandono escolar temprano se sitúa en el 23,5%) y por otro una estructura productiva que no genera un nivel de riqueza suficiente” como para absorber la demanda.

Hidalgo incide en “las carencias de un sistema educativo no orientado hacia el empleo” y en “la escasa relevancia aún de la formación profesional dual (que aúna formación reglada y prácticas en empresas)”.

En Andalucía, el 43% de los jóvenes menores de 29 años trabajan en comercio y hostelería y hay más empleados en agricultura (44.000) que en industria (31.400). Casi uno de cada tres lleva más de dos años buscando trabajo (se supone que el primero) y de los que lo tienen, el 82,2% entre 20 y 24 años y el 61% entre 25 y 29 tienen un trabajo temporal.


A continuación, analizamos cuáles son las características del parado juvenil en España. En España hay 930.200 jóvenes que buscan un empleo sin suerte. El desempleo se ceba con especial énfasis entre las personas que tienen entre 20 y 24 años, franja de edad en la que se concentra el 79,3% de los parados de este colectivo.

A esa edad, el paro afecta más a los hombres (representan el 54% del total) que a las mujeres (el 46%), un patrón que se repite en el total de los desempleados. Lo que la mayoría (95,8%) tiene en común es que son solteros.

¿Dónde viven?

Y hay que decir que más de la mitad de estos chavales vive en Andalucía (230.000), Cataluña (150.000) y Madrid (109.000), comunidades donde se concentra el 52,6% del paro juvenil.

Pero si se observa la tasa de paro (porcentaje de desempleados sobre la población activa) la foto cambia y las autonomías con peores cifras son Ceuta (71,9%), Canarias (70,2%) y Andalucía (65,1%). Esta última región aparece entre las más afectadas por este lastre tanto en términos absolutos como relativos.

¿Qué han estudiado?

El nivel educativo de los parados con menos de 25 años es bastante básico. La mayor parte, el 39,2%, sólo han estudiado hasta segundo de la ESO y cuenta con la formación y la inserción laboral correspondiente. Otro 28,3% tiene hasta cuarto de la ESO. Además, un 17,2% sólo tiene educación primaria, tan sólo un 15,1% ha realizado estudios superiores (excepto doctorado) y un 0,2% está considerado como analfabeto.

Otra cuestión importante, es que de estos jóvenes que se encuentran buscando un futuro laboral hay 593.800 (el 63,8%) que no está estudiando ya. Es decir, que el grueso de este grupo no trata de compatibilizar estudios y trabajo, sino que ya ha finalizado su formación y quiere conseguir un puesto.

¿Tienen experiencia laboral?

Además, gran parte de estos chicos ya ha trabajado con anterioridad, por lo que se le supone una mínima experiencia, y busca una nueva ocupación (el 65,4%). Eso sí, más de un tercio, unos 321.849, todavía no han tenido una oportunidad laboral y persiguen su primer trabajo. Y esta tarea no parece fácil, pues el 45,9% lleva más de un año buscando sin éxito. Es decir, hay, nada más y nada menos, que 426.600 menores de 25 años que ya son parados de larga duración.

Por otra parte, hay que señalar que el 63,5% no tiene preferencia de horario y está dispuesto a adaptarse a lo que encuentre.

¿A qué se quieren dedicar?

Por sectores, la distribución es muy desigual. El grueso de estos desempleados (el 64,6%) pertenece al sector servicios y el resto se reparte entre construcción (14,4%), industria (el 11%) y la agricultura (10%).

El mercado laboral español, se presenta como un terreno hostil para quienes recién acabados los estudios tratan de abrirse un hueco. Estos jóvenes son el futuro del país, pero no encuentran oportunidades y muchos ya han optado por emigrar. De momento, los políticos ya se han dado cuenta de que no pueden obviar este problema. Ahora toca ver en qué se concretan sus discursos.

Este es el caso de los jóvenes, pero ¿a qué se debió que las cuotas de desempleo juvenil fueran tan elevadas respecto a otros países de Europa?

1º. Nivel de formación de los jóvenes

Para entender uno de los problemas estructurales españoles en relación al empleo juvenil, es preciso analizar con rigor una variable determinante: el nivel de formación de los jóvenes.

Antes de entrar a analizar el impacto de la formación en el empleo, es necesario comprender los problemas de la educación juvenil de manera independiente. Eurostat (la Oficina Europea de Estadística) realiza unas estadísticas sobre el nivel de formación de la población en cada uno de los países que componen la Unión Europea. Estos niveles se dividen en tres grupos: educación hasta primaria (nivel del 0 a 2 en la escala), educación secundaria y educación media (niveles 3 y 4) y educación superior y doctorado (niveles 5 a 8).

Si se analizan los datos de España relacionados con los niveles de formación y se comparan con el resto de países europeos, se aprecian las siguientes divergencias estructurales:

  • Un porcentaje muy alto de los jóvenes españoles – el 44% – sólo alcanza alguno de los tres niveles de educación primaria, frente a una tasa media europea del 34%.
  • Un 33% de los jóvenes españoles alcanzan niveles de educación secundaria y educación media, frente a un 46% de la media europea.

El 24% de los jóvenes españoles alcanzan una formación superior, frente al 20% de la media europea.

Estas cifras demuestran dos grandes problemas en el ámbito educativo español:

  • Las altas tasas de abandono escolar temprano y en consecuencia, la no finalización de los estudios básicos necesarios para el desarrollo personal, profesional y social de las personas.
  • La elevada polarización de la educación en España asociada a la reducida apuesta de los jóvenes españoles por la formación técnica y vocacional que se adquiere a través de la Formación Profesional. Esto a su vez presenta otra consecuencia: la falta de oferta de perfiles técnicos de menor cualificación, lo que hace que sean los universitarios licenciados los que acepten esos puestos de trabajo para los que están sobrecualificados, lo que produce niveles de frustración laboral a medio plazo.

El comportamiento de la tasa de paro de los jóvenes es inversamente proporcional al nivel de formación alcanzado por cada uno de ellos. Se puede observar cómo la tasa de paro se duplica en los jóvenes con niveles de formación básicos y, por el contrario, se reduce notablemente en aquellos jóvenes con un nivel de educación superior.

2º. Dependencia de determinados sectores económicos

Otro problema estructural de la economía española ha sido la dependencia de determinados sectores, como es el caso de la construcción, con un peso muy superior a la media europea en la época de bonanza económica con respecto al PIB (un 12% frente al 6% europeo). Esto animó a muchos jóvenes, hombres en su mayoría, a abandonar sus estudios antes de tiempo gracias a la facilidad de encontrar un trabajo bien remunerado, dado los niveles salariales de esos años. El impacto negativo que ha generado la crisis del sector de la construcción entre los jóvenes es doble: por un lado, el número de jóvenes en el paro ha crecido muy por encima de lo razonable, y lo que es más grave, no tienen la formación y la cualificación necesaria para encontrar un nuevo puesto de trabajo. Por esta razón, un porcentaje importante de los jóvenes en paro están en una situación especialmente vulnerable para encontrar empleo.

3º. Desempleo de larga duración

El conjunto de todos los factores analizados hasta el momento, además del crecimiento de la tasa de paro juvenil, ha generado un incremento considerable del tiempo que tardan los jóvenes en encontrar un puesto de trabajo.

 Razones de la alta tasa de desempleo de España

https://www.youtube.com/watch?v=-YqqGIqidZ8

El desempleo de larga duración – de más de un año – constituye uno de los aspectos que más inciden al definir la vulnerabilidad ante el empleo entre la juventud, y un fenómeno de una gran profundidad en España si se compara con los socios europeos. Así, la tasa de paro de larga duración de los jóvenes de entre 15 y 29 años en nuestro país (14.4%), se sitúa casi 9 puntos porcentuales por encima de la europea (5.8%) en 2015.

Ranking municipios menos Paro - Andalucía (1000< hab. <10.000)

Municipio

Tasa de Paro

Nº parados

Población

Partido

1

Partaloa - Almería - Andalucía

4,17%


16

1.003

ADEPART

2

Chilluévar - Jaén - Andalucía

4,35%


27

1.397

PSOE

3

Valenzuela - Córdoba - Andalucía

4,35%


21

1.079

PP

4

Lahiguera - Jaén - Andalucía

4,63%


33

1.638

PARA LA GENTE

5

Montizón - Jaén - Andalucía

4,68%


34

1.606

PP

En mayo de 2022, España lideraba la lista de desempleo juvenil de la Unión Europea. Así lo reflejaba el informe publicado por Eurostat, la Oficina Europea de Estadística: el 29,6% de los jóvenes menores de 25 años se encontraban en situación de desempleo, el peor dato de los 30 países que conforman la lista. A España le siguen Grecia, con una tasa de paro juvenil del 27,2%, e Italia, que alcanza el 24,5%. Son los tres países que peores datos tienen en empleabilidad joven. El paro juvenil de España supera al de Grecia y ya es el más alto de Europa.

Destacaba además el hecho de que Grecia, en marzo de 2021, tenía unos datos peores, ya que allí el desempleo en menores de 25 superaba el 40% (41,9%) y en España estábamos en el 38,2%. Sin embargo, la recuperación allí ha sido más rápida, y sus tasas ahora son mejores que las nuestras, luego está claro que no caminamos como una moto.

Según los datos publicados por Eurostat, el paro entre los menores de 25 años en España se incrementó el año pasado hasta el 32,3% a cierre de noviembre -último dato disponible-, en comparación con el 31,2% que tenía en el mismo mes del año anterior, 1,1 puntos más. En total en el país 535.000 jóvenes no tienen trabajo.

Este aumento del paro juvenil llama la atención al producirse en un ejercicio en el que la tasa general de paro se redujo desde el 13,4% al 12,4%, un punto menos. La divergencia entre ambas se debe a que el desempleo de los que tienen más de 25 años ha bajado del 12,2% en noviembre de 2021 al 10,9%, con lo que el problema está en el mantenimiento y acceso al empleo de los de menos edad. Aun así, pese a la corrección de 2022, España sigue siendo el país de la UE con mayor tasa de paro, ya que la media de la Eurozona se sitúa en el 6,5%.

El aumento del desempleo entre los menores de 25 años coloca a España también como el país de la Unión Europea con una mayor tasa de desempleo juvenil, posición que ocupaba Grecia hace un año. Ahora, el país helénico ocupa el segundo puesto con una tasa de paro entre los jóvenes del 31,3%, seguida de Italia (23%), Suecia (20,3%), Letonia (19,4%), Luxemburgo (19,1%) y Eslovaquia (18,7%).

En el lado opuesto están Alemania (con sólo un 5,8% de paro juvenil), Países Bajos (7,8%), Noruega (8,6%), República Checa (8,7%) y Dinamarca (10,4%).

Nuestro país no sólo es el que tiene la tasa de paro juvenil más alta del continente, sino que es además uno en los que más ha empeorado en 2022, en total 1,1 puntos, lo que además ensancha la brecha con respecto a la media europea. El desempleo juvenil en la Unión Europea ha crecido del 14,8% en noviembre de 2012 al 15,1% (equivalente a 2,88 millones de jóvenes parados), con lo que España más que duplica esa tasa.

El paro juvenil en la UE y en España estuvo bajando hasta marzo de 2020, mes en que la irrupción de la pandemia truncó el buen comportamiento del mercado laboral y provocó un repunte en el desempleo de los jóvenes que se fue agravando hasta agosto de 2020. En ese mes, el porcentaje de jóvenes sin empleo ascendía en la UE al 19,4% y al 41,6% en España.

Desde entonces, la recuperación de la economía a medida que se superaba la pandemia permitió que el desempleo juvenil iniciara una senda descendente, especialmente desde abril de 2021. Sin embargo, un año después, los primeros signos de ralentización económica tras el estallido de la guerra en Ucrania y el azote de la inflación en las empresas truncaron esta tendencia y el paro juvenil empezó a subir de nuevo.

Desde mayo, el desempleo juvenil ha subido 1 punto en el continente, del 14,1% al 15,1%, lo que se traduce en que 236.000 jóvenes han perdido su empleo; mientras que en España la tasa ha pasado del 27,6% en mayo al 32,3% en noviembre, 76.000 jóvenes parados más.

“Los vientos de cola que empujaban la recuperación del empleo han cesado, y eso se hace más evidente en las dinámicas de ciertos colectivos como puedan ser parados de larga duración, mayores de 45 años o desempleo juvenil. (...) España vuelve a registrar tasas de paro juvenil por encima del 30% con una tendencia que ha visto frenado su descenso y muestra el debilitamiento que estamos presenciando desde el comienzo de septiembre de 2022”, ha diagnosticado Asempleo.

Esta empresa de trabajo temporal considera que el incremento del desempleo juvenil que se ha producido el pasado año evidencia la falta de oportunidades laborales y de pasarelas al empleo para los jóvenes españoles, una escasa o poco eficiente política de empleo y un poco aprovechamiento del nuevo talento que termina buscando fuera lo que no encuentra dentro de nuestras fronteras. Prueba de ello, es la alta formación que presentan nuestros jóvenes con apenas un 6,3% de estudios primarios o inferiores. Esto muestra el gran escalón entre lo que demanda el mercado laboral y para lo que se preparan nuestros jóvenes, apunta, y lamenta que “España no sólo dobla el paro juvenil europeo, si no que no da muestras de poder buscar una solución que dé la vuelta a esta situación”.

Estadística de Eurostat sobre paro juvenil en Europa en el año 2017.

La fuente principal que utiliza Eurostat para conocer estos datos es la Encuesta de Población Activa, pero, dado que el Instituto Nacional de Estadística (INE) la actualiza de forma trimestral, complementa estos datos con “los registros administrativos de las oficinas públicas de empleo facilitados por los estados miembros”, según explica en su metodología. Es decir, en el caso de España utiliza también los datos que facilita el Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE). “Los resultados de los cálculos complementarios dan lugar a los datos mensuales de desempleo”, explica Eurostat.

Según los datos del SEPE, el paro registrado de menores de 25 años en el país ascendió en noviembre a 207.936 personas, menos de la mitad de lo registrado por Eurostat. La diferencia se debe a que muchos jóvenes que no tienen empleo no acuden a las oficinas del SEPE a apuntarse para conseguir un nuevo puesto de trabajo, sino que realizan búsquedas por su cuenta. La EPA, sin embargo, contabilizó en el tercer trimestre de 2022 (julio, agosto y septiembre) un total de 540.000 jóvenes parados en el país, una cifra más en línea con la registrada por Eurostat.

Cuatro de cada diez jóvenes europeos que pasaron al paro en Europa fueron españoles.

El ajuste del desempleo se ha frenado en seco en los últimos meses como consecuencia del aumento de la población activa y la tasa de paro juvenil se ha estancado por encima del 32%.

En septiembre de 2019. España sumó un trimestre completo con la tasa de paro juvenil (menores de 25 años) más alta de toda la eurozona, superior al 32,7%, según los datos difundidos por Eurostat. Aunque el porcentaje de desempleados sigue reduciéndose, lo hace a un ritmo decreciente como consecuencia de la ralentización del empleo y del aumento de la población activa. Sin embargo, otros países europeos siguen “haciendo sus deberes” y han conseguido adelantar a España en ritmo de ajuste del paro. El resultado es que el mercado laboral español tiene ya la tasa de desempleo juvenil más alta de toda la eurozona, superior al 32,7% de la población activa (todos los datos están desestacionalizados). En otras palabras, uno de cada tres jóvenes que quiere trabajar no encuentra un empleo. En los últimos trimestres España ha adelantado a Grecia, el único país que quedaba en peor situación. La recuperación en Grecia ha sido muy intensa en el último año y la creación de empleo ha sido especialmente fuerte entre los más jóvenes. El resultado es que han bajado la tasa de paro juvenil en 5,3 puntos porcentuales en el último año (con datos hasta septiembre de 2019).

De esta forma, el paro de los menores de 25 años en Grecia se ha reducido hasta el 32,5% en septiembre (último dato comparable para todos los países del euro) y consolida ya tres meses consecutivos mejorando los registros de España. Y si se tiene en cuenta la tendencia, es de esperar que esta brecha vaya aumentando en los próximos trimestres. Basta con entender que mientras Grecia ha reducido su tasa de paro juvenil en 5,3 puntos porcentuales, España lo ha hecho en solo 1,5 puntos.

Estos datos del paro son solo una muestra más de cómo los jóvenes han sido los perdedores de la crisis en España y los olvidados por la sociedad. Ningún otro país europeo ha permitido una situación tan dramática para los más jóvenes como la que vive España. Aunque la situación ha mejorado durante los últimos años, las tasas de desempleo todavía son un 50% superiores a las que había antes del estallido de la crisis. Y eso después de siete años consecutivos de crecimiento económico. El paro juvenil se ha convertido en el gran drama económico de España, no solo por los problemas de presente que genera, sino también de futuro. Existe toda una generación que sigue sin poder acceder a su primer empleo, lo que no solo limita su capital humano, también dificulta su incorporación tardía al mercado laboral y lastra su carrera profesional.

El salario mínimo interprofesional (SMI) es cada vez un instrumento menos eficaz para mejorar las condiciones de vida de los trabajadores más precarios, que son los jóvenes. Las subidas de los últimos años no han logrado mejorar su situación, ya que cada vez hay más personas que no consiguen terminar el año con unos ingresos equivalentes al SMI anual. El motivo no es que su empleador incumpla el salario mínimo, sino que la parcialidad y la temporalidad provocan que tengan una carga de trabajo muy inferior a la que se corresponde a un empleo indefinido a tiempo completo, lo que se conoce como baja intensidad laboral. Esta baja intensidad en el empleo hace que, aunque los empleadores sí paguen el salario mínimo por hora, al final del año no acumulen el número de horas suficientes como para alcanzar el SMI. Cada vez hay más jóvenes en esta situación, lo que muestra que las subidas del salario mínimo están “pinchando en hueso”.


Según la estadística de fuentes tributarias de la Agencia Tributaria, en 2018 hubo 1.523.130 jóvenes (menores de 26 años) asalariados que no alcanzaron el SMI. Se trata de la primera vez en una década que hay más de un millón y medio de jóvenes por debajo del salario mínimo. La última vez fue en 2008, justo el año en que estalló la crisis inmobiliaria.

El problema es que la precarización del empleo de los últimos años ha provocado que el porcentaje de jóvenes en esta situación delicada sea muy superior al que existía antes de la crisis. En total, el número de jóvenes por debajo del SMI a final de año superó el 75% en 2018, esto es, tres de cada cuatro. Si se tienen en cuenta los asalariados menores de 18 años, nada menos que el 92,6% no llegó ni a la mitad del SMI.

Esta cifra es nada menos que 20 puntos superior a la que había antes de la crisis, lo que muestra cómo ha cambiado la situación de los jóvenes en el mercado laboral. En este periodo, el SMI ha subido un 22,65% (desde 8.400 euros en 2008 hasta 10.303 euros en 2018), pero eso no ha evitado que cada vez haya más jóvenes precarios. Esto demuestra que la efectividad del SMI para frenar el fenómeno de los trabajadores pobres es muy limitada. Mientras las tasas de paro, temporalidad y parcialidad se mantengan elevadas, la precariedad se perpetuará en forma de baja intensidad laboral.

El porcentaje de jóvenes con salarios por debajo del SMI empezó a crecer con fuerza a partir de 2009, año en que la crisis empezó a golpear la economía española. A partir de ese momento, la precariedad se instaló en los contratos de los más jóvenes y no paró de crecer hasta 2014, año en que el porcentaje de asalariados menores de 26 años por debajo del SMI alcanzó el 77%. Desde ese momento se ha estabilizado y en 2018 cerró muy cerca del 76%.

Esto significa que la recuperación económica no ha mejorado la situación laboral de los más jóvenes. Es cierto que cada vez hay más ocupados menores de 26 años, pero el problema es que la estructura de precariedad sigue siendo la misma. El resultado es que el porcentaje de asalariados por debajo del SMI se mantiene intacto.

El Gobierno de Pedro Sánchez aprobó para este año 2019 una subida del SMI del 22%, hasta los 900 euros al mes en 14 pagas, en total, 12.600 euros al año para un asalariado a tiempo completo. Este incremento mejorará la retribución por hora de los trabajadores más precarios, pero mientras se mantengan los niveles actuales de parcialidad y temporalidad, es de esperar que siga aumentando el porcentaje de jóvenes con sueldos por debajo del SMI.

La pandemia del coronavirus produjo un impacto de la crisis económica desde marzo, que aún se mantiene en algunos aspectos como el desempleo. Según la OCDE, el mayor nivel de paro se alcanzó en abril, y desde entonces se registraron ligeros declives, aunque según esta organización existen grandes desigualdades regionales. En total, se encontraban más de 50.000 millones de desempleados en julio, con los mayores índices en Colombia, Grecia y España.

El desempleo juvenil sigue siendo uno de los grandes problemas para el empleo. En toda la OCDE se encuentra en el 16,2%, supone más del doble del índice global. España (41,7%) sigue siendo el país más afectado por el desempleo de los más jóvenes, y subiendo una décima desde junio.


España es el país que mayor desempleo juvenil presenta de toda la Unión Europea (UE), con un 40% de jóvenes que se encuentra en paro. La cifra media de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) es de un 14,3%. Los datos han sido recogidos por el Instituto Nacional de Estadística (INE), en la Encuesta de Población Activa (EPA), donde se observa que la tasa de paro en España alcanzó el 16,1% el pasado año.

Las cifras de jóvenes sin empleo han crecido un 17% durante la pandemia. Además, a ello hay que sumar trabajadores que se encuentren en situación de Expediente de Regulación Temporal de Empleo (ERTE) y, por lo tanto, no figuran como desempleados. Sin embargo, en el resto de países de la UE, las tasas presentan un paro juvenil menor que en España. Grecia sitúa su cifra en un 33%.

Italia presenta un 29,5%. Le sigue Portugal, con un 24,6%. Suecia registra un 24,1% de jóvenes sin empleo; Luxemburgo, un 22% y Eslovaquia, un 20,8%. Por debajo del 20% se encuentran Francia, con un 18,4%; Lituania, con 18,2%, y Bulgaria, que anota un 16,5%. Los países que mejor datos exponen son Dinamarca, con un 11,3%, Países Bajos, con un 9,1%, y Alemania, con un 6,2%.

Según los expertos, otros de los motivos del desempleo juvenil podrían ser la reducción de la población joven, una excesiva proliferación de la contratación temporal y la formación que reciben, que no se ajusta a las necesidades que piden las empresas actualmente.

Ceuta y Melilla registran las cifras de paro superiores, con un 65%, mientras que Canarias presentan un 57,7% de paro juvenil. Andalucía tiene un 52,21%; Extremadura, un 48%; Baleares, un 41%, Castilla-La Mancha anota un 40,3%, Cataluña, un 38,12% y la Comunidad Valenciana y Castilla y León, un 37,02%.

Unas de las cifras más bajas están en el País Vasco y Aragón, con un 35,82%; Madrid y Murcia, con un 34,17%, y Galicia y Asturias, que ofrecen un 33,76%. Por último, las regiones con menor tasa de desempleo juvenil son La Rioja, con un 23%, y Navarra, con un 20%.

El desempleo juvenil sigue siendo uno de los grandes problemas para el empleo. En toda la OCDE se encuentra en el 16,2%, supone más del doble del índice global. España (41,7%) sigue siendo el país más afectado por el desempleo de los más jóvenes, y subiendo una décima desde junio.

Destacaba además el hecho de que Grecia, en marzo de 2021, tenía unos datos peores, ya que allí el desempleo en menores de 25 superaba el 40% (41,9%) y en España estábamos en el 38,2%. Sin embargo, la recuperación allí ha sido más rápida, y sus tasas ahora son mejores que las nuestras, luego está claro que no caminamos como una moto.


En España, el paro, especialmente el juvenil, ha sido un problema real durante mucho tiempo y no es nada nuevo, pero, por varios factores, es hoy en día algo más latente. Distamos mucho de otros países, como Alemania, donde el desempleo entre los jóvenes solo es del 5,5%. O por poner un ejemplo más cercano, en Francia la tasa es del 16,3%, más de 10 puntos por debajo de España. Parece que por mucho que impulsemos el empleo, siempre vamos a la cola de los demás países europeos.

También confirman la “preocupante constante” de las cifras de desempleo de nuestros jóvenes los datos de la última Encuesta de Población Activa (EPA), donde se ve cómo en el desglose de la tasa de paro por franjas de edad, los menores de 25 tienen tasas que se mueven entre el 18,34% para los más próximos a los 30 años, al 46,43%, para aquellos menores de 20 años.

Desempleo juvenil por países EUROSTAT. La Oficina Europea de Estadística

Javier Blasco, director de Adecco Group Institute, apunta a Vozpópuli que los motivos que explican el problema de empleabilidad en España son principalmente tres: la existencia de brechas de formación en algunos colectivos de jóvenes, unas políticas activas de empleo que históricamente “han brillado por su ausencia”, y un mercado de trabajo donde el coste del despido favorece a los insiders (iniciados) frente a aquellos -jóvenes en su mayoría- que por su escasa antigüedad en el puesto y/o por sus bajos salarios, son más vulnerables a las extinciones de los contratos. Tenemos una formación poco adaptada a las necesidades del mercado.

El primero de los problemas hace referencia a una oferta educativa “desvinculada” del mercado laboral. Blasco explica que “España tiene una de las generaciones mejor formadas de nuestra historia y de nuestro entorno internacional”. Concretamente, en 2021 batimos el récord de nueve millones de ocupados con estudios superiores. Sin embargo, por no “apostar por políticas activas”, son muchos los sectores donde falta gente cualificada. Es decir, faltan trabajadores, pero sobran parados.

La recualificación es, en estas circunstancias, algo “crítico”. “Es imprescindible la colaboración público-privada” para cubrir esas ocupaciones más demandadas “y que den más protagonismo a aquellos que conocemos lo que demandan las empresas y lo que buscan las personas. [...] El partido por el empleo nunca lo vamos a ganar si seguimos con la mitad del equipo en el banquillo y sin aprovechar esas sinergias”. Para recuperar la creación de empleo juvenil es fundamental conocer lo que necesita el mercado y orientar la cualificación de los estudiantes hacia esas ocupaciones de difícil cobertura.

El mismo pensamiento tiene Elena Ruiz Cebrián, presidenta del CJE, que aseguró hace unos meses que es cierto que “existe una desvinculación entre la oferta del mercado de trabajo y la preparación formativa” y que en cierto tipo de sectores ahora se necesita “formación más concreta”.

En definitiva, hay que apostar por la formación que de cara al futuro verdaderamente cubra las necesidades del mercado. Blasco opina que “la futura ley de universidades es ciencia ficción, un mundo absolutamente ajeno al mercado laboral”, por lo que se tiene que rediseñar el sistema educativo.

El 29,6% de los españoles menores de 25 años se encuentran en paro, es el peor dato de los 30 países que conforman la lista de la Unión Europea.

Una de las cosas que nos diferencia con respecto a otros países europeos en cuanto a desempleo juvenil es la falta de políticas activas de empleo inexistentes. Blasco explica que España, a diferencia de otros países del resto de Europa, lleva décadas desarrollando políticas de empleo solo pasivas, centradas principalmente en el pago de prestaciones.

Bajo su punto de vista, es clave adquirir formación y práctica profesional y que se establezcan políticas activas que sigan el modelo europeo. Concretamente, debe “analizarse y partir de información real las medidas que aseguren el adecuado asesoramiento, la gestión de las transiciones, la orientación hacia sectores más competitivos, así como otras medidas que faciliten un mercado más inclusivo y competitivo, donde se favorezca la movilidad deseada entre sectores y profesiones, a través de la recualificación de las personas, lo que generará alzas salariales y carreras más resilientes ante los continuos cambios y demandas del mercado”, explica el director de Adecco.

El último punto clave que explica por qué España es líder en desempleo juvenil es que los costes de los despidos son muy bajos. Las crisis se han abordado siempre con la finalización de los contratos de aquellos colectivos donde el coste es menor.

En vez de buscar fórmulas de flexibilidad, como la movilidad funcional, reducción del tiempo de trabajo, etc., las empresas se agarran a la “vía rápida” de optar por extinguir contratos con menor coste. Como este depende de antigüedad y cuantía salarial, son los “recién llegados” al mercado de trabajo los que salen al desempleo antes y esto alimenta ese círculo vicioso.

Sobre si la nueva reforma laboral repercutirá en la creación de empleo joven a corto plazo y podrá presentarse como una solución real a este problema, Blasco lo tiene claro: “Los nuevos modelos de contratos formativos siguen sin adecuarse a las demandas del mercado”. De hecho, ahora son más rígidos aún que antes, y ya en abril han caído un 37%, sobre las anteriores cifras, que ya “eran pírricas”.  La nueva Ley de Trabajo no mejorará el desempleo.

Añade además que en España este problema siempre se ha tratado de abordar desde diversas iniciativas, siendo la más recurrente -y reiteradamente ineficaz- la reforma del modelo de contratación laboral, que prácticamente desde comienzos de los años 80, ha ido generando múltiples modalidades de contratos laborales, con la intención de incentivar la contratación, tanto de forma general, como aquellas dirigidas a aquellos colectivos -los jóvenes también- que han sufrido con mayor incidencia las citadas patologías de nuestro modelo.

Las cifras describen un panorama preocupante puesto que la probabilidad de encontrar empleo va disminuyendo a medida que se incrementa el tiempo de desempleo: el capital humano y las habilidades y competencias se van degradando y quedando obsoletas, se produce una desvinculación con el sector, el candidato se hace menos “atractivo” a ojos de las empresas, etc. A ello hay que añadir otra razón relevante: el gap que existe entre el nivel de preparación que tienen los jóvenes españoles con los perfiles que buscan las empresas, especialmente en el sector privado.

4º. La temporalidad de los contratos

En cuanto a los jóvenes que sí tienen trabajo, es importante destacar en el ámbito de este informe un dato objetivo que debilita, en cierto modo, la presencia de los jóvenes en el mercado laboral: la temporalidad de los contratos.

Jóvenes desempleados en periodo de formación.

La temporalidad de la relación laboral no es perjudicial en sí misma para una persona que se incorpora al mercado laboral, porque ofrece la oportunidad de entrar en el mismo, acumular experiencia y demostrar sus cualidades. Lo que puede ser negativo es el uso y abuso de esta modalidad de contratación por parte de las empresas y la vulnerabilidad de este tipo de contratos en momentos de crisis, pues son los primeros de los que se prescinde cuando se presenta una crisis en la empresa, principalmente por dos razones: la facilidad de rescindir el contrato y los menores costes que suponen comparados con los contratos indefinidos.

Otro fenómeno que afecta a los jóvenes de manera pronunciada es el referido al subempleo por insuficiencia de horas. Si bien la contratación a tiempo parcial puede ser una opción que permita a los jóvenes compaginar los estudios con la actividad laboral, lo cierto es que muchos de ellos se ven abocados a este tipo de empleo como única opción y no porque sea la deseada. Los datos ponen de manifiesto que en España, el 67% de los jóvenes que trabajan a tiempo parcial, lo hace de manera involuntaria, un porcentaje que casi dobla al referido a Europa.

La formación de los jóvenes no se adapta a las necesidades actuales ni futuras de las empresas. Actualizar el contenido de las especialidades, alcanzar acuerdos con los centros de formación profesional, aumentar los contratos en prácticas y crear titulaciones propias son algunas de las iniciativas que, según un exhaustivo informe, mejorarían tanto la empleabilidad de los jóvenes como la competitividad de las empresas.


Cuatro de cada diez personas de entre 20 y 24 años que quieren trabajar no pueden hacerlo por falta de oportunidades en España. Y existen más de 400.000 jóvenes de entre 16 y 29 años que no estudian, ni trabajan, ni buscan empleo. De hecho, la tasa de paro en esa franja de edad se sitúa en el 34%.

Así lo pone de manifiesto “El camino hacia el empleo juvenil: qué puede hacer la empresa”, un documentado informe sobre las dificultades de los jóvenes para acceder al mercado laboral y las medidas que se pueden tomar para superarlas

¿Qué motiva esta complicada situación? Una de las claves se desarrolla en la variable de la formación, y no solo ligada al 44% de los jóvenes de entre 16 y 29 años que abandona los estudios sin completar la educación secundaria.

Muchos de ellos ni siquiera consideran retomarlos más adelante, una actitud negativa muy unida a las dificultades que también encuentran los recién titulados, diplomados y licenciados para encontrar trabajo. La causa de estos problemas es principalmente la falta de experiencia laboral y que su formación no se adapta a la demanda el mercado.

El informe también denuncia la dureza con que la crisis ha tratado a los jóvenes en lo relativo al empleo, la infrautilización de los contratos de prácticas, así como el uso inapropiado de determinados modos de contratación: más de la mitad de los jóvenes ocupados tienen contratos temporales y solo un 7% lo hace con un convenio relacionado con la formación y las prácticas.

Para afrontar el problema, el informe propone un conjunto de medidas en cuatro áreas clave para mejorar este escenario:

  • Prevención del abandono escolar temprano. Según las estadísticas, el abandono escolar suele estar vinculado al desconocimiento sobre el impacto a largo plazo de no finalizar sus estudios.
  • Reincorporación al sistema educativo. Una buena iniciativa sería crear entornos formativos más flexibles, cortos y orientados a la práctica profesional. También que las empresas con trabajadores sin formación reglada les ayuden a completarla con políticas de formación.
  • Transición de la formación al empleo. La iniciativa de la empresa en esta fase resulta vital. La competitividad y la viabilidad de la empresa a medio plazo va a depender en gran medida de conseguir una plantilla con las competencias necesarias y que esté implicada en el proyecto empresarial. En esta tarea resultan clave la renovación paulatina de la plantilla mediante la incorporación de los jóvenes y la actualización general de los conocimientos. Los contratos de trabajo para jóvenes, los acuerdos con centros educativos o la creación de centros de formación propios cuando sea necesario permitirán cubrir las necesidades futuras de cada empresa.
  • Empleabilidad y gestión de jóvenes en especial riesgo de exclusión social: Empresas y entidades del tercer sector deberían trabajar de forma conjunta en esta área para facilitar el tránsito de la formación al empleo.

La ausencia de empleo tiene consecuencias muy importantes sobre los niveles de vulnerabilidad social de los jóvenes. Así el 58% de los jóvenes desempleados en España se encuentran en riesgo de exclusión social. Esto pone de manifiesto la importancia que tienen las políticas de inclusión activa que pivotan sobre el empleo para sacar a los jóvenes de la exclusión.

La ausencia de empleo o los contratos de baja calidad llevan consigo importantes efectos en el desarrollo personal y vital de los jóvenes, exponiéndolos a una situación de vulnerabilidad. Todo ello desemboca en una pérdida de capital humano, mayor desigualdad y menor cohesión social.

El estudio ha sido llevado a cabo por un grupo multidisciplinar de expertos conformado por Sandalio Gómez, profesor emérito del IESE; Eduardo Gómez, socio director de Ideofactum; Leticia Henar, jefa de proyectos del área de Estudios e Innovación Social de la Fundación Tomillo, y María Jesús Pérez, subdirectora general de Fundación CODESPA.

Para su elaboración, se ha realizado una revisión amplia de la literatura y se ha recurrido a fuentes tanto primarias como secundarias para la recopilación de los datos. Se ha contado con la colaboración de 30 empresas y entidades experimentadas en los procesos de formación y adaptación al mercado laboral.

Un alto porcentaje de graduados universitarios españoles tienen dificultades para encontrar trabajo y optan por marchar a otros países de la Unión Europea.

El mercado de trabajo en España debe adaptarse a la realidad económica y social del país. La realidad que vivimos ahora es muy distinta a la que había a finales del siglo pasado. Esa adaptación exige un esfuerzo importante a legisladores, empresas y trabajadores. La idea de “entro en una empresa y voy a morir en ella”, ya no se lleva. En primer lugar, porque los ciclos de vida de las empresas se han acortado radicalmente, y en segundo lugar, porque las personas buscan más un trabajo en el que se sientan a gusto que permanecer en la misma empresa. El mercado de trabajo español debe adaptarse para afrontar situaciones de crisis, incorporando la realidad cambiante de la empresa.

Por motivos ideológicos, políticos o por intereses partidistas, no se está produciendo esa adaptación. La mejor defensa del trabajador es conseguir unas empresas flexibles, que se preocupen por la formación y la aportación de valor de su personal. La formación es el mejor camino para hacerle fuerte y mejorar su empleabilidad.

Se habla mucho de los contratos precarios, de los temporales, los indefinidos… Comparados con la media europea, España duplica el porcentaje de temporalidad. Mirando a Europa se deberían producir ciertas adaptaciones para integrar el mercado laboral español con el europeo.

Trabajadores con contrato de trabajo temporal (% de asalariados de 16 y más años)




















2006

2007

2008

2009

2010

2011

2012

2013

2014

2015

2016

2017

2018

2019

2020

2021

2022

Total

34,0

31,6

29,1

25,2

24,7

25,1

23,4

23,1

24,0

25,1

26,1

26,7

26,8

26,3

24,1

25,1

21,1

Andalucía

46,0

44,4

40,4

36,2

34,4

34,1

32,3

31,4

34,3

35,2

35,6

35,8

35,8

35,3

32,2

33,5

28,2

Aragón

29,3

28,0

26,0

22,2

23,4

23,9

21,6

21,6

23,9

22,8

23,5

25,2

25,6

22,4

21,6

24,6

19,8

Asturias, Principado de

30,9

29,7

27,5

23,7

23,5

24,0

22,9

23,0

25,5

25,3

25,9

25,4

24,9

25,5

23,8

24,9

22,2

Balears, Illes

33,5

29,1

28,7

25,1

26,0

26,9

24,1

25,1

25,9

26,5

28,1

29,3

28,4

27,0

22,6

22,7

20,9

Canarias

38,9

37,7

33,6

30,3

29,3

30,5

27,7

28,9

30,8

30,6

32,3

31,7

31,6

31,0

26,8

29,1

24,9

Cantabria

30,7

28,8

27,0

23,2

21,8

20,7

19,6

20,4

21,9

23,2

23,1

24,5

25,3

24,7

26,8

24,2

18,0

Castilla y León

29,7

27,4

25,9

21,9

21,8

21,6

20,3

20,8

21,7

23,4

25,2

25,3

25,2

25,1

22,9

23,6

20,8

Castilla - La Mancha

35,6

34,4

31,8

27,3

26,9

26,5

23,1

23,2

24,4

27,4

28,4

28,0

28,5

27,7

24,9

26,6

22,5

Cataluña

26,4

23,7

21,3

18,2

18,2

20,2

18,4

18,6

18,3

19,6

21,2

21,6

21,9

21,6

19,6

20,5

17,2

Comunitat Valenciana

36,4

34,0

31,7

27,6

27,8

26,8

26,5

26,8

26,8

27,5

27,4

29,6

28,8

27,9

25,2

26,8

22,3

Extremadura

42,5

40,9

38,1

35,5

34,1

36,7

34,6

32,8

33,4

34,2

33,1

35,5

35,5

34,1

34,9

33,1

28,8

Galicia

34,7

31,1

30,4

26,5

25,0

24,5

22,9

22,8

23,5

25,4

26,2

27,0

26,6

26,5

24,0

24,5

19,4

Madrid, Comunidad de

29,0

25,0

23,1

19,3

18,8

19,2

17,4

16,4

16,0

17,0

18,3

18,9

19,8

19,5

18,8

19,2

15,8

Murcia, Región de

42,6

40,1

36,5

32,2

33,1

33,0

32,0

31,3

33,0

33,9

34,1

34,9

33,1

32,9

29,4

29,8

23,6

Navarra, Comunidad Foral de

30,4

28,0

26,3

23,3

24,6

25,8

21,8

20,2

22,5

26,0

25,1

23,0

24,0

25,7

25,4

23,8

21,3

País Vasco

29,2

28,7

27,9

22,7

22,4

23,2

21,6

20,8

21,6

23,4

24,1

24,5

25,8

24,3

22,1

23,8

21,8

Rioja, La

28,6

25,2

22,3

20,1

19,5

19,9

20,8

20,5

21,6

22,0

22,1

24,6

25,0

24,9

22,7

22,3

18,7

Ceuta

31,9

32,8

35,2

34,3

28,0

31,6

19,7

14,3

13,5

16,2

19,1

19,4

20,8

22,5

20,0

16,8

16,1

Melilla

37,5

33,5

33,4

33,2

28,6

24,4

32,3

26,7

20,2

24,1

28,4

27,3

24,6

31,6

31,8

34,6

31,2

Asalariados por tipo de contrato o relación laboral y comunidad autónoma. (ine.es)












Fuente: Encuesta de Población Activa. INE

















Trabajadores con contrato de trabajo temporal (% de asalariados de 15 a 64 años)

 



















 


2006

2007

2008

2009

2010

2011

2012

2013

2014

2015

2016

2017

2018

2019

2020

2021

2022

 

España

34,0*

31,6

29,2

25,3*

24,8

25,2

23,4

23,2

24,0

25,2

26,1

26,8

26,9

26,3

24,2

25,2*

21,2*

 

Unión Europea

15,9

16,0

15,5

14,8

15,2

15,3

14,9

14,8

15,2

15,4

15,6

15,7

15,5

15,0

13,5

14,0*

14,0

 

Temporary employees as percentage of the total number of employees, by sex, age and citizenship (%) [LFSA_ETPGAN]




 

(*) ruptura de serie


















 

Nota: en España la población es de 16 y más años










 

Fuente: Encuesta Europea de Fuerza de Trabajo (LFS). Eurostat










 

La temporalidad laboral supone un detrimento en la calidad de vida de los individuos pues disminuye la percepción subjetiva de seguridad en el empleo y a más largo plazo tiene importantes efectos negativos en la formación y capacitación individual y en el capital humano. Principalmente, la incidencia del trabajo temporal se puede considerar como una medida de la dualidad laboral, con la división de la fuerza de trabajo en dos segmentos diferentes: el colectivo de trabajadores con puestos de trabajo protegidos y notablemente regulados y otro colectivo de empleados poco cubiertos por regulaciones y mucho más vulnerables al despido en épocas de recesión. La temporalidad va asociada a diferentes grados de precariedad en los distintos países según las diferentes normativas de regulación del despido. Se incluye información del porcentaje de asalariados temporales según ámbito geográfico (CC.AA. y UE) y según características individuales (sexo, edad, nivel de educación, nacionalidad, grado de urbanización) en base a la Encuesta de Población Activa.

En el año 2022, un 21,1% de asalariados tenían contrato de trabajo temporal. La comunidad con el porcentaje más bajo de asalariados con contrato temporal correspondió a la Comunidad de Madrid (15,8%) mientras que el porcentaje más alto de asalariados con contrato temporal en 2022 correspondió a Melilla (31,2%). En la Unión Europea el valor de este porcentaje en el año 2022 fue de 14,0%.


En relación con la variable sexo, los porcentajes más elevados de asalariados con contrato de trabajo temporal corresponden a las mujeres (23,6%). Respecto a la edad, los porcentajes más elevados de asalariados con contrato de trabajo temporal corresponden a la población joven (de 16 a 24 años y de 25 a 34 años). Para edades superiores, los porcentajes son significativamente inferiores. En relación con la nacionalidad, el porcentaje más elevado correspondió en el año 2022 a la nacionalidad extranjera no de la UE (resto del mundo) con un valor del 33,7%. En la nacionalidad española alcanzó un valor del 20,0%.

 La temporalidad laboral se debe a que existe una indemnización del contrato indefinido muy alta, y las empresas españolas se refugian en el contrato temporal, que les ofrece mayor flexibilidad y menor coste. La desaparición en la última Reforma del contrato por Obra o Servicio, se ha traducido en un mayor número de indefinidos con una duración de meses y un impulso enorme del contrato fijo discontinuo. Es una manera de engañarnos a nosotros mismos. La realidad sigue siendo la misma. “Son los mismos problemas con distintos collares”.

En Europa, la indemnización ha desaparecido en unos países, como en Austria o Dinamarca, y  ha disminuido en otros, como Holanda, de manera que no hay diferencia entre temporales e indefinidos. En el caso de Dinamarca llevan a la práctica desde los años 90 el concepto de “flexiseguridad”. Se trata de ofrecer a las empresas la flexibilidad que les permita adaptarse a las situaciones de crisis, y a los empleados una cobertura formativa que atiende a las demandas del mercado y les facilite encontrar de forma rápida otro empleo. Recibir formación es un patrimonio personal indefinido que ayudará a mejorar su empleabilidad.

De Austria podemos aprender su ya famosa “mochila”. Esta medida sustituye la indemnización por despido por una mochila para todos los trabajadores que llevarán a lo largo de su vida profesional. Les sirve como complemento al sistema público de pensiones en el momento de su jubilación. De esta manera, el capital acumulado en su mochila permitirá mejorar su pensión. Con el sistema austriaco el trabajador se marcha siempre y, en cualquier caso, con su mochila.

En el sistema español el trabajador sólo cobra indemnización cuando la empresa le despide, pero si se va por su propia voluntad, no percibe nada. Lo que supone para los trabajadores españoles un mayor esfuerzo y atención hacia la empleabilidad de ese  trabajador. Es importante no descuidar la formación que demandan las empresas, con el apoyo de las Escuelas de formación profesional y las Universidades. También hay que mejorar la coordinación entre los diferentes agentes: las Escuelas de formación profesional, el Ministerio de Empleo, el Ministerio de Educación, las empresas demandantes de empleo… Toda combinación eficaz entre ellas, es fundamental para que la persona encuentre trabajo y permanezca el menor tiempo posible en el desempleo.

Sería importante negociar una fórmula similar a la mochila austríaca: reducir la indemnización por despido y crear la mochila que además sirviera de complemento a la pensión del sistema público. Se acabaría con abusos de temporalidad y aportaría soluciones a los problemas del sistema de pensiones. Merece la pena intentarlo. Lo ideal, sería plantear una negociación abierta, evitando carga ideológica entre Empresarios, sindicatos y Gobierno, para encontrar una fórmula como la mochila, adaptada a nuestra realidad económica y social.

Por último, es necesario acompañar al desempleado. En otros países, las oficinas de empleo disponen de un servicio de asesoramiento –un coaching–, que estudia cada caso y propone al desempleado formaciones adecuadas a las demandas del mercado. El objetivo final es que el desempleado encuentre trabajo lo más rápido posible, mientras se forma y recibe una ayuda económica. En España esta figura de acompañamiento no se produce.

Encontrar trabajo en España no es hoy garantía suficiente para salir de la pobreza.

En España las empresas y la administración pública, no solo deberían ocuparse, sino también preocuparse de que continúe esa formación. En Alemania, Dinamarca y Holanda pasa esto. El desempleado no solo cobra el subsidio, sino que también tiene la obligación de acudir a cursos de formación específicos que le facilitan encontrar empleo. Al mismo tiempo son implacables con el parado que no busca trabajo o no realiza la formación prevista: le dan de baja en el cobro de desempleo. Es un sistema que exige una mayor responsabilidad a la Administración y a las personas.

Estos requisitos son fundamentales para combatir el paro de larga duración. Preocuparse del empleo es preocuparse de una formación de los trabajadores acorde con las demandas de las empresas. Para eso es necesario apoyarse en los centros de formación profesional y en las universidades. Lo mejor que se puede dar a un trabajador es formación. Mucho más que un puesto de trabajo, que puede terminar hoy o mañana. La formación no se la puede quitar nadie y fortalece a la persona.

En Europa, una persona que estudia formación profesional tiene un nivel social equivalente a aquel que estudia una carrera universitaria, pero en España esto no pasa. Aunque poco a poco ha mejorado la cultura, pero se necesita tiempo. Hoy las generaciones que acceden al mercado laboral no tienen nada que ver con las de hace veinte años. Las empresas tienen que enamorar a los jóvenes, darles la posibilidad de ser creativos, aprovechar la formación que han adquirido y demostrar toda la potencia que llevan dentro. A los jóvenes hay que darles oportunidades de trabajar, que demuestren sus capacidades y se sientan útiles e integrados en la sociedad. El paro juvenil en la actualidad representa un problema tremendo para la juventud.

El reto que tienen ahora las empresas es ser capaces de coordinar generaciones tan distintas, con formación e inquietudes diferentes: la generación X, la Y y la Z . Todas las edades y las sensibilidades deben aportar y convivir dentro de la empresa y sacar partido de los conocimientos y cualidades unos de otros. Es un reto directivo enorme, que cada año se hace más evidente, porque las diferencias entre generaciones son cada vez mayores.

Tasa de paro según grupos de edad y periodo. Brecha de género. Unidades:  en %   

                                   2022              2021          2020          2019          2018          2017           2016          2015          2014          2013          2012                    2011           2010          2009

Hombres

16 y más años            11,3            13,1            13,9            12,5            13,7            15,7            18,1            20,8           23,6           25,6           24,6                    21,0           19,6            17,6

De 16 a 24 años         28,9           34,1            37,1            30,9           35,3           39,6           44,0           48,7           53,4           56,2           54,1                    48,2           43,1            39,1

25 y más años            9,9              11,5            12,2            11,1            12,2            14,0           16,3            18,8           21,4            23,2           22,2                    18,7            17,4            15,4

55 y más años            10,0           11,3            11,0            11,3            12,3            14,3            16,2            17,8            19,7            19,6            17,3                    14,7            13,8           10,9

Mujeres

16 y más años            14,8           16,7            17,4            16,0           17,0            19,0           21,4            23,6           25,4           26,7            25,0                    21,8           20,2           18,1

De 16 a 24 años         30,8           35,6           39,7            34,5           33,3           37,4            44,9           48,0           52,9           54,6           51,4                    44,0           39,6           36,1

25 y más años            13,6            15,4            16,0           14,7            15,9            17,7            19,8           21,8           23,4           24,4           22,8                    19,7            18,3           16,1

55 y más años            13,1            14,8           13,3            13,5            14,6            15,4            16,7            18,0           18,8           19,1            17,1                    14,0           13,1            12,6

Brecha de género (mujeres - hombres)

16 y más años            3,5              3,7              3,6              3,5              3,3              3,4              3,3              2,8             1,8              1,1              0,5                    0,8             0,7              0,5

De 16 a 24 años         1,8              1,5              2,6              3,6              -2,0            -2,1            0,9             -0,7            -0,5            -1,6            -2,7                    -4,2            -3,5            -2,9

25 y más años            3,7              3,9              3,8             3,6              3,7              3,8             3,5              3,0             2,0             1,2              0,6                    1,0              0,9             0,7

55 y más años            3,1              3,5              2,3              2,2              2,3              1,1              1,1              0,2             -0,8           -0,5            -0,2                    -0,7            -0,7            1,7

Notas (2)

La brecha de género es la diferencia en puntos porcentuales (tasa de paro de mujeres - tasa de paro de hombres)

Fuente: Encuesta de Población Activa. INE.

Cabe preguntarnos: ¿Cómo podemos reducir la tasa del 40% que tenemos de desempleo juvenil?

Para poder reducir la tasa del 40% del desempleo juvenil que tenemos hay que fomentar la empleabilidad de los jóvenes a través de adaptar la formación a sus cualidades y a las necesidades de las empresas. La formación profesional es uno de los ejes clave, junto a la adaptación de los currículos universitarios. La colaboración entre las entidades formativas y las empresas es la base para reducir el empleo juvenil, junto a la adaptación de las formas de contratación de los jóvenes.

Con la subida de precios de la crisis actual, debe haber otras alternativas para ayudar a las personas en situación de vulnerabilidad que no sea solo incrementar el salario mínimo interprofesional. Está claro que a las personas hay que darles un salario que les permita vivir, pero debe ir acompañado de una contrapartida real. El salario mínimo interprofesional afecta sólo a las personas que quedan fuera de los Convenios Colectivos, en los que se supera de forma holgada el Salario Mínimo Interprofesional (SMI). En cualquier caso, el mercado laboral es el que acaba dictando sentencia. Un salario mínimo interprofesional (SMI) forzado, acabará siempre generando paro.

Hay que repetirlo constantemente: “la empresa es la que genera empleo”. ¿Por qué se salvaron muchas empresas de la última crisis? Porque en el año 2012 se impulsaron los Expedientes de Regulación Temporal de Empleo (ERTE) y, gracias a ellos, han podido sobrevivir muchas de ellas. Puede existir un salario mínimo interprofesional razonable que consiga la rentabilidad suficiente que los justifique. Si queremos defender a las personas fortalezcamos su formación, sin olvidar la flexibilidad de la empresa.

El 95% de las personas que trabajan tienen un convenio colectivo que tienen niveles superiores. El SMI afecta negativamente a los más vulnerables: jóvenes, a las mujeres y a los menos cualificados.

Jóvenes desempleadas andaluzas son atendidas en las oficinas del Servicio Nacional de Empleo.

Las empresas no logran cubrir puestos de trabajo vacantes y el mercado no está formando a los jóvenes y mayores en las competencias necesarias. ¿Cómo se puede mejorar? Vivimos un fracaso. En la actualidad existe el doble de parados que en Europa y hay empresas que no logran encontrar a personal preparado para cubrir sus necesidades. Algo falla en el engranaje institucional, que no consigue acercar la demanda a la oferta de empleo. Se debería fomentar la colaboración activa de las escuelas de formación profesional y las empresas. En España estamos sufriendo problemas de falta de capacidad e imaginación para combatir este problema de manera más eficaz.

Hay que pensar en qué políticas públicas o qué tipo de incentivos ligados al fortalecimiento del mercado laboral son más adecuados Hay que definir primero a las personas vulnerables. La vulnerabilidad puede estar relacionada con personas mayores de más de 50 años, jóvenes que buscan empleo, personas con discapacidad, mujeres, personas no cualificadas etc.

En concreto, para la discapacidad, existen requisitos que obligan a las empresas a integrar en las plantillas a estos trabajadores, según los tipos de discapacidad. Y esto solo es posible si se ofrece una formación especializada y se adaptan las instalaciones a la movilidad y desarrollo de la actividad. En este aspecto se ha avanzado mucho. Hay que prestar también un esfuerzo especial en la incorporación de los jóvenes, las mujeres y los mayores de 45 años al mercado de trabajo…

En Holanda, que se pone siempre como ejemplo en materia de trabajo a tiempo parcial, el 50 % de los contratos laborales eran parciales. Esta situación nace de la crisis de los años 90. Se negoció entre empresarios, sindicatos y Gobierno la forma de resolver la crisis, y se acordó reducir las horas de trabajo y los sueldos de forma proporcional, para facilitar un mayor número de empleos. Fue un éxito tremendo.

Esta cultura holandesa de reducción de jornada no se considera precaria, porque fue voluntaria y además ayudaba a resolver la conciliación entre la vida personal y familiar y la dedicación a la empresa. Un trabajo a tiempo parcial bien regulado permitiría que  el hombre y la mujer trabajen al mismo tiempo, dediquen más tiempo al ocio y mejoren su calidad de vida.

España, a diferencia de otros países europeos, tiene una tasa muy elevada de desempleo de larga duración. El desempleo de larga duración se concentra en las personas de muy baja cualificación o en mayores de 45 años que han sido despedidos. Cuando sólo se piensa en el coste, y no se tiene en cuenta la rentabilidad, se aplican soluciones fáciles de despido. Para las personas de más edad se convierten en parados de larga duración. Con imaginación se pueden evitar despidos y recuperar a gente valiosa de 50 años o más, que tiene mucho que aportar.

En el año 2000 se realizó un estudio sobre las personas que se estaban prejubilando a partir de los 50 años que necesitaban reconvertir su rol social, familiar y profesional, y se preguntaban “¿Ahora qué?”. Es una situación complicada, pues lo peor que le puede pasar a una persona es no sentirse útil a la sociedad, a su familia… Estas personas necesitan reconvertirse.

Necesitamos que las empresas ayuden en esa transformación, en ese nuevo encaje social de las personas que por edad y formación les va a ser muy difícil encontrar un nuevo empleo.  Es un capital valioso que la sociedad debe hacer un esfuerzo por recuperar.

He aquí lo que podíamos considerar la radiografía de la vulnerabilidad en España:

Los grafiti en los muros de las ciudades son una expresión de la situación de inestabilidad emocional de los jóvenes ante su situación personal de riesgo de pobreza.

En 2021 más de 95 millones de personas en la Unión Europea estaban en riesgo de pobreza o exclusión social, lo que equivale casi al 22% de su población. España era el cuarto país de la lista, por encima de la media y por detrás de Rumanía, Bulgaria y Grecia, de acuerdo con la publicación “Living conditions in Europe – Poverty and social exclusion”, de Eurostat. Los países con menos riesgo eran la República Checa, Eslovenia y Finlandia.

Un aspecto preocupante del estudio de European Anti Poverty Network (EAPN) es que los hogares con las tasas más altas de pobreza son aquellos donde viven niños y adolescentes, en comparación con aquellos donde solo viven adultos. En ocasiones, estas causas están relacionadas con cuatro grandes factores: el empleo precario y desempleo crónico, los precios de la vivienda, los precios de los productos básicos y la pobreza energética. Además de estos cuatro aspectos fundamentales, existen vulnerabilidades relevantes vinculadas a factores poblacionales, sanitarios, financieros, tecnológicos, de edad o físicos (personas con discapacidad). En nuestro país algunas de estas situaciones como la “España vaciada” se agravan con la brecha digital o la inclusión financiera, entre otros.

Casi dos de cada diez trabajadores españoles son pobres.

Una parte muy importante de los problemas de exclusión social en España tiene su origen en las debilidades del mercado de trabajo y su desconexión con la actualidad socioeconómica.

El mercado tiene que adaptarse a la realidad económica y social del país. La realidad social que vivimos ahora no tiene nada que ver con la que teníamos hace 40 años. El mercado se tiene que adaptar, y no solo para afrontar las crisis como las que hemos vivido, sino también para poder responder a las necesidades de la empresa actual. Partiendo de esta idea, son dos las realidades que preocupan especialmente. En primer lugar, el modelo económico español, que está basado en sectores importantes para nuestra economía como el turismo, la hostelería o la industria agroalimentaria. Es en estos sectores donde abunda un alto nivel de temporalidad del empleo muy ligado a las fluctuaciones de la demanda, así como a empleos de baja cualificación y remuneración. Como se ha comentado anteriormente, España se sitúa con un 22% de empleados temporales, a la cabeza de la Unión Europea, sólo por detrás de Montenegro.

Antes de que comenzase la crisis de la COVID- 19, el VIII Informe sobre exclusión y desarrollo social en España de la Fundación FOESSA alertaba de que “la alta temporalidad del empleo, la insuficiencia del número de horas trabajadas y el creciente fenómeno de los itinerarios cíclicos, en los que periodos cortos de empleo se combinan con otros de desempleo, están limitando las posibilidades de integración de muchos colectivos”. A esta realidad de inestabilidad en el largo plazo, se une la insuficiencia del número de horas trabajadas y la dificultad de muchas personas para reincorporarse al mercado laboral desde una situación de desempleo.

La Comisión Europea sitúa a España a la cabeza de la Unión Europea en desigualdad.

Tal y como se indicaba en el informe “Crecimiento inclusivo. En busca de una prosperidad compartida”, hoy en día, tener un trabajo no equivale a poder cubrir las necesidades básicas. Es a lo que se refiere el término “pobreza laboral”, en la que la parte más vulnerable de la sociedad no tiene fuentes de ingresos suficientes a pesar de tener trabajo. Esto se debe a diferentes factores, como la abundancia de empleos de baja intensidad, en los que se ofrecen pocas horas a los trabajadores, o a los salarios bajos. Otros factores son el aumento de los falsos autónomos, que están vinculados a empresas que no los contratan y además les derivan los costes de su actividad.

“El empleo tiene que ser digno y la retribución también, porque si no, no estás ayudando a que la población viva en condiciones dignas. Las empresas tienen un papel muy claro”, comenta Marc Simón, Subdirector General de la Fundación “la Caixa”.


Entre 2017 y 2020, la proporción de personas en exclusión social severa que trabajaba menos de 20 horas a la semana se incrementó 25 puntos porcentuales, según indican datos de la Fundación FOESSA.

“Esto es algo que antes no se daba en España. La pobreza estaba relacionada con la actividad”, explica Begoña Pérez. “Ahora, nos encontramos con que una parte muy significativa de las personas que solicitan prestaciones ya está trabajando, pero lo hace pocas horas al mes o tiene empleos de escasa duración. Hay hogares en donde más de una persona trabaja, y aun así suman pocos ingresos”.

De acuerdo con la doctora en Sociología de la Universidad Pública de Navarra, hay personas que se ven obligadas a optar por estrategias de supervivencia, como incrementar sus horas de trabajo por encima de lo que pueden asumir.

“En la crisis de 2008, muchas mujeres que realizaban trabajos en el hogar de forma irregular aumentaron sus horas de trabajo y esto llevó a que muchos menores estuviesen desatendidos, lo que puede derivar en futuros problemas de conducta. Tenemos una imagen social de que la pobreza es pasiva, pero lo cierto es que en realidad es muy activa, y esto lleva en muchos casos a adoptar estrategias de supervivencia que también tienen consecuencias negativas”.

El segundo de los aspectos que más peso tiene en esta realidad es la cronificación del desempleo, el desempleo crónico. La cronificación del desempleo se relaciona con el desempleo de larga duración, aquel que estando en búsqueda activa de empleo, dura al menos 12 meses no encuentra empleo, es decir, aquel que dura más de 12 meses. Debido a los cambios estructurales y del mercado de trabajo, una parte significativa de los empleos de menor cualificación que se pierden ya no se recuperan, dejando a muchos trabajadores de lado y sin capacidad para volver a integrarse en el sistema. Las personas que acumulan o concatenan periodos largos de desempleo ven afectados sus niveles de bienestar, su salud y su calidad de vida. Además, a medida que estos periodos se alargan, se incrementan las consecuencias negativas para sus carreras profesionales.


En España, en 2021, el 44% de las mujeres y el 38% de los hombres entre 15 y 64 años que se encuentran parados lo eran de larga duración. La media de la Unión Europea se sitúa en el 40% de las mujeres y el 39% de los hombres, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística (INE). Ante este escenario, muchos expertos reclaman un mayor esfuerzo y atención de todos los agentes implicados en la empleabilidad.

Hay que mejorar la coordinación entre los diferentes agentes: los centros de Formación Profesional, el Ministerio de Empleo, el Ministerio de Educación, las empresas demandantes de empleo… Toda combinación eficaz entre ellas es fundamental para que la persona encuentre trabajo y permanezca el menor tiempo posible en el desempleo.

En julio de 2022, las tasas de ocupación se acercaron a los 20,5 millones de trabajadores, la cifra más alta desde 2008. Sin embargo, y como acabamos de exponer, la mejora de los indicadores generales de empleo puede esconder graves problemas estructurales. En otros países, las oficinas de empleo disponen de un servicio de asesoramiento de un preparador, –un coaching– que estudia cada caso y propone al desempleado formaciones adecuadas a las demandas del mercado. El objetivo final es que el desempleado consiga trabajo lo más rápido posible, mientras se forma y recibe una ayuda económica. En España esta figura de acompañamiento no se produce.

Granada 18 de marzo de 2024.

Pedro Galán Galán.

Páginas web consultadas:

Informe-FOESSA-2019_web-completo.pdf

Productos y servicios. Una respuesta empresarial a la vulnerabilidad en España.

https://www.ine.es/ss/Satellite?L=es_ES&c=INESeccion_C&cid=1259944084874&p=1254735110672&pagename=ProductosYServicios%2FPYSLayout&param1=PYSDetalleFichaIndicador&param3=1259947308577&rendermode=pr+eviewnoinsite

https://www.ine.es/jaxiT3/Datos.htm?t=11178#!tabs-tabla

https://www.ine.es/jaxiT3/Datos.htm?t=11178

file:///C:/Users/Pedro/Downloads/2_2_3__Trabajo_tempo.pdf

 

2 comentarios:

jesus.nuevodoncel dijo...

Otra entrada genial, Pedro. Queda claro que el problema más importante del país es este del desempleo juvenil al que nadie parece meter mano de forma efectiva... y que se juntará con otro mayor, si cabe, la baja tasa de natalidad. Si no se resuelve, al menos con estas explicaciones se entiende mejor.
La familia es el colchón que lo suaviza todo... y el problema también. Los padres tampoco quieren que sus hijos estudien Formación Profesional... Y hay muchos inmigrantes en puestos de trabajo que podrían desempeñar los españoles...

PEDRO GALÁN GALÁN dijo...

Amigo Jesús, los jóvenes se enfrentan a un mundo cada vez más complejo e ingobernable, a una vida por momentos más insegura. Todos nos preguntamos, invadidos por la incertidumbre, a la vista de cuanto nos rodea, cómo vivirán nuestros hijos e hijas en un futuro inmediato y, sin embargo, la mayoría de estos estudios optan por terminar realizando un canto a las nuevas oportunidades que se nos presentan, aunque para ello haya que sacrificar la realidad, para entonar un canto sin fundamento a las nuevas tecnologías, alabar el papel de la educación, apostar por unas dudosas economías verdes y una nueva y muy poco creíble sociedad de los cuidados.
Ha crecido el número de jóvenes que ni trabajan, ni estudian, ni tienen intención de formarse para trabajar. La recuperación económica tras la pandemia ha permitido consolidar empleos ya existentes, pero sin contratar a nuevos trabajadores jóvenes. Se ha recuperado a trabajadores afectados por ERTE, pero no se ha contratado a jóvenes recién salidos de la formación.
Me sumo a la voluntad de trabajar por las mejoras en la formación, en el empleo, y por poner en marcha una economía capaz de preservar la vida en el planeta, en lugar de agotar los recursos y preparar la extinción masiva de nuestra propia especie.
La paradoja está en que los problemas en el ajuste entre formación y oferta de trabajo, se han ido acumulando a lo largo de unos años, en los que la inversión educativa ha tenido el mayor crecimiento histórico.
Con el desempleo juvenil sucede en el discurso público español lo que con algunos otros asuntos medulares: hay tanta coincidencia en su importancia como desinterés en la solución. Una especie de sombrío fatalismo aderezado con gotas de complacencia.
Gracias por tu comentario. Un abrazo.