PROLOGO

Se pretende que sea éste un espacio dedicado a entretener y deleitar (... a través de la fotografía fundamentalmente) ... a dar a conocer (...o traer al recuerdo) ciertos monumentos o espacios situados en el término o cercanías de Lahiguera. ...a llamar la atención por el estado de abandono y deterioro de muchos de ellos, ...y si llegara el caso, a remover la conciencia de todos los que somos "herederos" de tales monumentos y espacios, y que con nuestra aportación ayudásemos a la conservación de los mismos.

sábado, 20 de agosto de 2022

LAS BATALLAS DE LOPERA Y PORCUNA EN LA GUERRA CIVIL.

EL PLAN ESTRATÉGICO DE AMBOS FRENTES EN LA FRONTERA.

La guerra es el arte de destruir hombres,

la política es el arte de engañarlos.

Jean Le Rond D´Alembert (1717-1783),

 filósofo, físico y matemático francés.

Parafraseando a Paul Valery, "la guerra es una masacre entre gentes que no se conocen, para provecho de gentes que si se conocen pero que no se masacran ……”

La Guerra Civil española (1936-1939) es uno de los peores conflictos bélicos que ha sufrido nuestro país a lo largo de toda su Historia, y no solo por el número de víctimas o territorios arrasados, sino por la crudeza y virulencia de una guerra que enfrentó a ciudadanos de un mismo país, y que se libró mucho más allá del campo de batalla, en las casas y en los pueblos de cada región de la geografía española.

Definimos la “Guerra Civil” como aquella que tiene como contendientes a los habitantes de un mismo pueblo o nación, siendo característico el que una parte sustancial de sus fuerzas combatientes no son tropas militares regulares, sino que están formadas u organizadas por personas generalmente de la población civil, que defienden dos ideologías o intereses distintos. España ha sido desde hace siglos, pero especialmente durante el XIX, campo abonado para este tipo de conflictos.

La Guerra Civil sucedió en el peor escenario internacional posible. La URSS trataba de extender su modelo por Europa a través de los partidos comunistas, mientras los fascismos avanzaban imponiendo sus políticas agresivas. Fascismo y comunismo luchaban entre sí. En medio, las democracias europeas cometieron el error de permitir el ascenso de los fascismos por miedo al comunismo.

Ante la escasez de alimentos debido a la Guera Civil Española, las personas hacen fila para la adquisición de comida en el centro de distribución.
Eso explica que la Alemania Nazi y la Italia fascista apoyaran militar y económicamente a los sublevados como forma de extender su modelo político, mientras la URSS y miles de voluntarios de otros países, en su mayoría comunistas (las brigadas internacionales) apoyaban a la República como forma de frenar los fascismos. Las democracias, asustadas, decidieron no apoyar a la democracia española.

De esa forma la Guerra Civil se convirtió en el escenario de las luchas políticas entre las potencias totalitarias de Europa. Se convirtió además en el “laboratorio de ensayo” del tipo de armamento y estrategias que poco después se usarían en la Segunda Guerra Mundial. Sin esta ayuda exterior la Guerra Civil no habría podido ser ni tan larga, ni tan destructiva.

Mujeres y niños huyendo de un bombardeo. Foto coloreada por Eugenio R.

Después de los días de pronunciamientos militares España quedaba establecida de la siguiente manera: bajo el control gubernamental quedaban aquellas zonas en las que se produjo la resistencia de la República. En este caso serían: gran parte del sur de Andalucía, Murcia, Cataluña, Valencia y gran parte de la zona del Cantábrico. Mientras que los territorios dominados por los sublevados serian: Aragón, Galicia, Castilla la Vieja, parte de Castilla la Nueva y Navarra.

En manos nacionales quedó a lo largo de la guerra una estrecha y pequeña área entre las provincias de Córdoba y Jaén con capital en Lopera, que fue frente de guerra hasta el final del conflicto. A finales de 1936 el Frente Andaluz tenía carácter secundario. 

Durante los meses de octubre, noviembre, y parte de diciembre de 1936, el sector de Córdoba estuvo inactivo. El 1 de noviembre de 1936 el teatro de operaciones del Ejército Republicano del Sur de España estaba dividido en los siguientes sectores: Badajoz, Córdoba, Granada y Málaga.

El General del Ejército Popular Juan Hernández Saravia.

El sector de Córdoba estaba formado por la columna Hernández Saravia y tenía su cuartel general en Montoro. Este sector estaba dividido a su vez en tres subsectores: Pozoblanco, Villafranca y Bujalance con un total de 3.732 hombres con 16 piezas de artillería ligera.

El ejército de esta época estaba formado por columnas de milicianos mal armadas y mal organizadas. El Estado Mayor central situado en Valencia, sólo se preocupaba del frente de Madrid, que estaba en plena actividad en estas fechas, y dejaba abandonados los frentes de Andalucía y Extremadura. Las reformas que los mandos profesionales estaban haciendo con el Ejército republicano, lo que se podía llamar militarización de las milicias, llegó muy tarde al Frente Sur, fue exactamente el 15 de diciembre de 1936, fecha en la que se crea el Ejército del Sur. Se organizaba dicho Ejército sobre las bases de los sectores de Málaga, Granada y Córdoba, incluyendo en este último a las fuerzas que operaban en Extremadura. Según Martínez Bande, esta era la situación del Ejército del Sur en estas fechas:Para el mando del Ejército del Sur, se nombró con carácter provisional, al general Martínez Monje, que tenía como jefe de Estado Mayor al teniente coronel Pérez Gazzolo. El cuartel general fue fijado en Jaén. Como jefe del sector de Córdoba continuaba el teniente coronel Hernández Saravia, figurando como su jefe de Estado Mayor el teniente coronel Menéndez.

El Teniente Coronel republicano D. Joaquín Pérez Salas comunicándose por teléfono en el puesto de la avanzadilla del Frente Sur entre Valsequillo y los Blázquez (Córdoba).
 
El Teniente Coronel Joaquín Pérez Salas, seguía al mando del subsector de Bujalance, donde seguía teniendo su cuartel general. Las fuerzas destacadas del sector de Córdoba eran varios batallones de milicias de Málaga, Ciudad Real, Córdoba y Jaén, algunas compañías de marinería, unos 200 jinetes y tres baterías; dentro de lo informe del ejército republicano, se destacaban algunas pequeñas Columnas, como la llamada Columna Vallejo; pero, en general, la moral de las milicias era muy baja. Sin embargo, el enemigo principal para los nacionalistas, una vez iniciada la ofensiva, serían, varias Brigadas, una de ellas Internacional, venidas precipitadamente desde Albacete y el frente de Madrid.

Tras la Batalla de Madrid, y la estabilización del frente con la ayuda de la XI y XII BI, se terminan de formar en Albacete las XIII y XIV BI durante diciembre de 1936.

Entonces empezó a notarse la mejor equipación militar de los nuevos voluntarios, aunque las urgentes necesidades de intervención les impedían una formación más adecuada. Pronto la XIV Brigada Internacional (al mando del general “Walter”) con tres batallones de mayoría francófona y anglófona es enviada al frente de Andalucía oriental, llegando a Andújar en tren desde Albacete el 24 de diciembre.

La XIV Brigada, a la que se conoció como La Marsellaise por estar conformada por mayoría de franceses, fue creada el 1 de diciembre de 1936 y reorganizada por completo el 27 de noviembre de 1938.

1.er Batallón “Noves Nacions”. Trasladado posteriormente al Commune de Paris.

2.º Batallón “Domingo Germinal”. Anarquistas españoles y portugueses.

3.er Batallón “Henri Barbusse”. Franceses.

4.º Batallón “Pierre Brachet”. Franceses.

Batallón Vaillant-Couturier.

Unos 35,000 brigadistas de 53 paises lucharon en el bando republicano durante la Guerra Civil Española.

Encontrándose en estas condiciones el Ejército del Sur republicano, Queipo de Llano comienza la gran Campaña de Diciembre; también llamada Campaña de la aceituna, que se inicia con la orden de operaciones del Ejército de Andalucía de fecha 13 de diciembre, y que señalaba como misión la de ocupar Porcuna, Cañete de las Torres y Bujalance en una primera fase de la operación general. Para ello se dispusieron dos columnas, al mando de los tenientes coroneles Luis Redondo y Alfonso Gómez Covián, con unos 2.000 hombres en total. La columna Redondo con todo el Requeté de Andalucía (1.000 hombres), el 2º Batallón de Cádiz (Baturone), dos compañías de Regulares de Larache, Policía Montada, tres Baterías, Zapadores y servicios. Y la columna Gómez Cobián se componía del 1º Tabor de Regulares de Melilla, 5º Batallón de Granada, dos Banderas de FE, cuatro Escuadrones (Regulares, Córdoba y Jerez), tres Baterías, Zapadores y servicios. Entre las dos columnas iban únicamente unos 70 vehículos, por lo que las fuerzas tenían que moverse a pie, causante de la lentitud imprevista de la operación y de la pérdida del factor sorpresa. 

La columna Redondo estaba constituida por unos cuatrocientos requetés como fuerza de choque, otras fuerzas de infantería, caballería a pie, Guardia Civil, dos baterías de artillería e ingenieros. Era segundo jefe de la columna el comandante de la Guardia Civil don Luis Garrigós. El mando directo del requeté lo tenía capitán García de Paredes, y entre los oficiales iban los capitanes marqués de Marchelina, Enrique Barrau, Pepe León, Ángel Prados, el teniente Cotro, etc.

Trio de mandos de la columna Redondo. En la foto el teniente coronel Luis Redondo García, y los capitanes Enrique Barrau y Pepe León.

Las fuerzas gubernamentales en la zona de la Campiña no eran muy numerosas: el batallón Villafranca, los regimientos Garcés y Jaén, la Columna Andalucía y Extremadura (de la CNT-FAI de Castro del Río Bujalance) y otras fuerzas regulares. El número de fuerzas republicanas había disminuido bastante debido a las necesidades en el frente de Talavera y en la defensa de Madrid

El general nacionalista D. Gonzalo Queipo de Llano dio la orden de inicio de la Campaña de Diciembre o Campaña de la Aceituna el 13 de diciembre de 1936.

Queipo de Llano, al frente de las tropas sublevadas, estableció un plan para avanzar por las provincias de Jaén y Córdoba, en la conocida como “Campaña de la Aceituna” para apropiarse de los pueblos productores de aceite, tomar el salto de agua del Carpio para el suministro eléctrico y establecer un corredor de seguridad para rescatar a los atrincherados que resistían en el Santuaripo de la Virgen de la Cabeza y tomar y controlar la carretera y el ferrocarril que comunicaba Madrid.

Cuando comenzaba aquel verano de 1936, el panorama político de Jaén estaba compuesto por el Frente Popular, que agrupaba a diversas organizaciones de izquierda, que estaba fuertemente unida y cohesionada, hecho que a la postre sería clave para que el alzamiento fracasase en la provincia. La derecha, aún no se había repuesto de la derrota en las elecciones de febrero de ese mismo año, y poco a poco se va decantando hacia posiciones golpistas. La tensión, como en el resto del país va en aumento, por un lado una izquierda fuertemente concienciada y dispuesta a no dejar pasar una segunda oportunidad para iniciar fuertes reformas y por otro una derecha temerosa, desunida y timorata, que esperaba a la defensiva el devenir de los acontecimientos. La cúpula militar, por su parte había sufrido grandes cambios, pues muchos mandos fueron relegados de sus puestos.

Las agrupaciones de derechas estaban formadas por Falange que tenía afiliados en bastiones importantes como Torredonjimeno, Cazorla, Martos y Linares, también por las Juventudes de Acción Popular, la Federación Provincial de Labradores y mantenían a su vez, contactos con la Guardia Civil a través de su capitán José Rodríguez de Cueto.

Capitán José Rodríguez de Cueto.

Esta formación, avisada de un posible alzamiento, comenzó a organizarse a través de reuniones que se celebraban en el desparecido Hotel Francia, en Jaén, constituyéndose así la llamada Junta del Alzamiento. La izquierda que no se encontraba ajena a estos movimientos, inició una campaña de sensibilización y preparación en caso de alzamiento. Para ello el Diputado Comunista Uribe, había recorrido los pueblos y ciudades de Jaén, los días anteriores alertando de una posible sublevación, animando, además, a una respuesta armada.

El Gobernador de Jaén D. Luis Rius Zunón entre junio a agosto de 1937, dimitio trás los sucesos del Tren de la muerte. Foto tomada de Ilustración en 1971, exiliado en México fue un prestigioso humanista.

Los teléfonos están bloqueados, el Gobernador Civil Luis Rius Zunón permanece en la sede del Gobierno Civil reunido con la práctica totalidad de los dirigentes de la capital. Las noticias sobre la sublevación poco a poco van llegando a través de una radio que se convirtió, así, en el único medio de comunicación para la desconcertada población. La tensión y el trasiego inunda la ciudad, los hortelanos de San Ildefonso suben por la Carrera y la Alcantarilla, con picos y azadas en sus manos, la población poco a poco se va reuniendo en Roldán y Marín, Plaza de San Francisco y junto a la Catedral. Con gestos serios y preocupados, muestran su nerviosismo ante la inminente noticia que se adivina.

Cuando se conoce que Queipo de Llano, Jefe de Carabineros republicano, finalmente ha decretado el estado de guerra en Sevilla, el Comité del Frente Popular convence al Gobernador Rius para que entregue armas al pueblo, ante la más que posible llegada de un ejército armado a la capital. En ese momento el Gobernador Rius envía un telegrama al Gobierno Central, mostrando se adhesión a la República, fechado a día 18 de julio, convirtiéndose en la primera muestra de lealtad al gobierno España, y siendo, además, el primer gobernador en entregar armas al pueblo de toda la geografía peninsular. La derecha por su parte, reunida en el Hotel San Francisco no secundó el alzamiento, pero tampoco entregó las armas que estaban en poder de la Guardia Civil, por lo que ésta tuvo que refugiarse en el Santuario de Andújar.

La primera fase la Guerra se podría decir que fue la de la sublevación en Andalucía abarcando cronológicamente desde el 17 al 25 de julio de 1936. Una vez que se produce el fracaso del alzamiento nacional se pasará a una fase de resistencia por parte de la población hacia los sublevados, presentando una gran severidad la izquierda y los republicanos, contra aquello que consideraron un golpe antidemocrático y antirrepublicano contando con grandes apoyos sociales.

Diálogo en busca de respuestas de hechos inexplicables en las guerras fraticidas.
Una segunda fase dentro de las operaciones militares en Andalucía, se podría establecer desde Agosto de 1936 hasta febrero de 1937, que se podría entender como una de las fases de la guerra de columnas. Esta fase será diferente para cada bando, debido a que los gobiernos habían perdido la iniciativa, como fue el caso de las provincias de Granada y Córdoba, ya que fue un desengaño para ellos, dando paso al avance de los sublevados tras haber alcanzado sus primeros éxitos en zonas como fueron el paso del Estrecho y el envío aéreo desde Marruecos hasta Sevilla.

Por lo que tras esta situación Andalucía comenzará a ver el avance de los sublevados que dominaran el Valle del Guadalquivir, así como el control ferroviario que pone en contacto Oriente y Occidente. Sin embargo, hasta finales de marzo de 1937 no se debe olvidar el avance y toma de plazas controladas por el gobierno desde que se inicia el golpe de Estado en julio de 1936.

Alcalá la Real, Lopera y Porcuna fueron las tres únicas localidades de la provincia de Jaén que fueron tomadas por el ejército nacional del General Gonzalo Queipo de Llano en su avance por tierras jiennenses, por lo que el frente quedó situado dentro de estos límites durante gran parte del enfrentamiento civil.

Del libro “Las Brigadas Internacionales”, de César Vidal Manzanares, reproducimos el siguiente texto que hace alusión a la Batalla de Lopera: “Durante la madrugada del 28 de diciembre se inició un ataque internacional que no concluyó hasta las once de la noche y cuyo objetivo era recuperar la localidad.

Los interbrigadistas estaban encajonados en un desfiladero situado entre dos alturas con un cerro de frente y resultaron presa fácil de la aviación y la artillería del enemigo. Cerca de mil interbrigadistas murieron combatiendo y más de medio millar se dio a la desbandada. Aun así, el episodio podía haber degenerado en una mayor carnicería, de no haber sido por algunos de los voluntarios que decidieron mantener a cualquier costo sus posiciones” (1).

En el análisis del plan estratégico, podemos decir que, el mando nacionalista estaba invirtiendo, a finales de 1.936, demasiados efectivos en el frente de Madrid, que, tras la tentativa y fracaso de conquista de la capital, por el frente inicial, el Oeste, y Suroeste, se pretendía ensanchar el flanco izquierdo realizando una gran ofensiva sobre la Carretera de La Coruña. Estas operaciones de carácter primordial requerían concentrar numerosas fuerzas, por lo que el frente del Sur, y concretamente el de Córdoba, al tener carácter secundario, debía limitarse a las operaciones precisas, como era la de alejar el frente lo más posible de la capital cordobesa.

Algunos historiadores (como Francisco Moreno Gómez) han precisado que en la Orden de Operaciones firmada en el Cuartel General de Queipo de Llano, concretamente por su capitán de Estado Mayor: Manuel Gutiérrez Flores, se tuvo muy en cuenta que la zona sobre la que se operaba al estar cubierta de extensas zonas olivareras (se llegó a denominar “la campaña de la aceituna”) tendría esta finalidad, pero no la que primordialmente se pretendía, pero aunque así fuese, evidentemente, esto no condicionaba las operaciones militares a llevar a cabo. Lo que sí pudo ser un objetivo fue la ocupación de un frente en la línea Villa del Río-Lopera-Porcuna, y desde este saltar sobre Andújar para liberar el Santuario de la Cabeza.

Lo que sí es cierto que esta ofensiva en el frente de Córdoba tuvo como reacción por parte republicana el día 15 de Diciembre de 1936, la necesaria creación del republicano Ejercito del Sur, al mando conjunto del general Fernando Martínez Monje, con sede de mando en Jaén, y teniendo como Jefe de Estado Mayor al teniente Pérez Gazola. 

Anteriormente, todos los efectivos estaban distribuidos en sector de Badajoz, Córdoba, Granada y Málaga. Nosotros centramos nuestra atención en el sector del frente de Córdoba (para concluir con la toma de Porcuna y Lopera), con Cuartel General en Montoro al mando del coronel Hernández-Sarabia, teniendo como Jefe de Estado Mayor al teniente coronel Menéndez.

Teóricamente dependían del Estado Mayor Central cuyo jefe era Toribio Martínez Cabrera. Las tropas republicanas que componían este sector, al inicio de la campaña, eran varios batallones de Milicias de Córdoba, algunas compañías de marinería, unos 200 jinetes y tres baterías; y alguna que otra pequeña columna.

General Toribio Martínez Cabrera, Jefe del Estado Mayor Central republicano.

El terreno sobre el que se debía operar tenía la forma aproximada de un triángulo, cuya base constituiría el frente actual, Córdoba-Espejo-Castro del Río-Baena-Alcalá la Real (único pueblo de la Provincia de Jaén en poder de los nacionales), línea sobre la que discurría el río Guadajoz.

Uno de los lados, el flanco izquierdo estaba formado por el río Guadalquivir y las localidades de Villafranca de Córdoba; Pedro Abad; El Carpio; Montoro y Villa del Río, y el flanco contrario lo constituían las localidades de Lopera-Porcuna-Valenzuela y Albendín. Y en el centro de este triángulo las localidades de Cañete de las Torres y Bujalance. En total, unos 1.500 kilómetros de territorio que hasta entonces había permanecido bajo el control de la República.

Por la otra parte del conflicto, la Orden General de Operaciones del bando nacionalista disponía la ofensiva iniciándose con dos columnas; una, al mando del teniente coronel Luis Redondo García y otra bajo el comandante Alfonso Gómez Cobián. Cada columna tenía unos efectivos de aproximadamente unos 2.000 hombres.

La columna de Redondo la constituía, el Requeté de Andalucía, entre los que se encontraban los Tercios Virgen de los Reyes (de Sevilla), Virgen de la Merced (de Cádiz) un Requeté de Granada, un Requeté de Huelva (después se denominó Tercio Virgen del Rocío), y el Tercio Cordobés de San Rafael. Así mismo lo formaban, el 1º Batallón del Regimiento de Cádiz al mando del comandante Baturones; dos compañías de Regulares de Larache; la Policía Montada de Sevilla al mando del comandante Don Alfredo Erquicias Aranda; tres baterías, zapadores y servicios.

La Columna Gómez Cobian se componía de un Tabor de Regulares de Melilla, 5º Batallón de Granada, dos Banderas de Falange (una de Huelva y otra de Sevilla), cuatro escuadrones, dos de Regulares de Melilla y de Ceuta, mandados por el comandante López de Letona, y otras dos de voluntarios de Córdoba y del Depósito de Jerez; tres baterías, zapadores y servicios.


Futura recreación de la Batalla de Lopera de la Guerra Civil

https://www.youtube.com/watch?v=Q6qCAuEcz98

El mando de la zona gubernamental republicana de aquel sector, con sede en Montoro, estaba desempeñado por el coronel Hernández Sarabia, y desde el 20 de Diciembre de 1936, por el general Martínez Monje, que sustituyó a aquel trasladándolo a Andújar; y lo componían tres subsectores: Pozoblanco, Villafranca y Bujalance; teniendo su Cuartel General en Jaén. La guarnición la constituían el Batallón Villafranca, los Regimientos Garcés y Jaén, las columnas de la FAI-CNT de Castro y Bujalance y además otras fuerzas regulares y numerosos milicianos de aquellas poblaciones.

A partir del 10 de Diciembre de 1936 empezaron a concentrarse en Córdoba las fuerzas del Requeté de Andalucía cerca de unos 2.000 hombres, casi todos ellos alojados en la entonces desapacible Escuela Veterinaria cordobesa.

El día 11 de Diciembre de 1936, entrada la mañana, se puso en marcha la columna en dirección a Cabra, localidad a la que se entró ya anochecido, alojándose la mayor parte de la tropa, en el Instituto e Internado, y el resto en el Colegio de las Madres Escolapias.

Bombardeo posterior de Cabra en la retaguardia realizado por la aviación republicana el 7 de noviembre de 1938. Tres aviones soviéticos con tripulación española bombardearon, de manera imprevisible, la pequeña población cordobesa.

Esta columna la mandaba el teniente coronel Redondo, teniendo como ayudante el capitán Miguel de Torres, y el alférez de artillería Antonio Ramos.

En esta localidad estuvo concentrada la Columna hasta la tarde del día 14 de Diciembre de 1936, cuando tomando la carretera que conduce a Baena, entró en este último pueblo al anochecer. En esta ciudad se le unieron al Requeté las demás fuerzas que debían formar la Columna Redondo (Batallón de Cádiz, Regulares de Larache y Policía Montada etc.).

La misma tarde del día 14 de Diciembre de 1936, ya desde Baena, había salido, con dirección a Albendín la columna Gómez Cobián no pudiendo entrar en esta localidad aun cuando la caballería lo había rebasado, por haber anochecido y encontrar volados todos los puentes sobre el río Guadajoz. No obstante, se toman posiciones en las alturas que dominan esta aldea.

Al amanecer del siguiente día se ocupó esta población, encontrándola totalmente abandonada. Rebasada esta se dirige esta columna a Valenzuela, donde a unos 4 km. al sur encontró fuerte resistencia.

El mismo día 15 de Diciembre de 1936, al amanecer y desde Baena, emprendió la marcha la columna Redondo en dirección a Cañete de la Torres, yendo en vanguardia la Policía Montada de Sevilla, que al mando de Erquicias Aranda había entrado en contacto en pequeñas escaramuzas con las milicias gubernamentales; pero debido al mal tiempo reinante se dio orden de volver encaminándose a Luque para pasar la noche.

El día 17 de Diciembre de 1936, la Columna Redondo salió nuevamente dirección Baena, y Cañete de las Torres, pero destinando parte de la caballería, cinco piezas de artillería y un escuadrón de Regulares a apoyar a la Columna Gómez Cobián que, como decíamos, había encontrado una tenaz resistencia a unos cuatro kilómetros al Sur de Valenzuela. En estos últimos días se habían construido fortificaciones en las avanzadillas de este pueblo, y reforzada la guarnición constituida por la Columna de García Vallejo, incorporándose a esta un batallón de fusiles y otro de ametralladoras de Alicante, apoyados por una batería del 10,5. Este refuerzo dispuesto por orden expresa del Ejercito del Sur se había encomendado a la columna Martos al mando del coronel Sánchez Ledesma, y desde el día 18 al mando del coronel Primitivo Peire.

Durante todo el día 18 de Diciembre de 1936 se desarrollaron cruentos combates en las inmediaciones del pueblo. La caballería de Regulares al mando del comandante López de Letona realizó un movimiento envolvente por el flanco izquierdo, ayudado por la infantería; y el resto de la columna atacó envolviendo la población por el flanco derecho, hasta que cesaron los combates con la llegada de la noche.


Al amanecer del día 19 de Diciembre de 1936, Gómez Cobián entró en Valenzuela, la que encontró solitaria y abandonada. Se continuó la ofensiva dirección a Porcuna; en persecución del enemigo con el fin de ultimar la operación iniciada, con la toma de esta población; pero hubo de regresar a Valenzuela por encontrar volado el puente sobre el Río Salado, y haber recibido contraorden de establecer en las avanzadillas de este sector un frente pasivo o de defensa.

Esta columna, ya con sus efectivos iniciales, permanecería en este pueblo, bien guarnecidos y a la defensiva, hasta primeros de Enero, cuando se culminó el objetivo de la campaña, con la toma de Porcuna.

En texto anterior habíamos dejado a la Columna Redondo, el mismo día 17 de diciembre de 1936, cuando se dirigía hacia Cañete de las Torres. Pero el Cuartel General de Queipo de Llano altera la idea de maniobra y estima necesaria reforzar esta columna con efectivos de la de Gómez Cobián (sobre todo Regulares), una vez ya tomada Valenzuela.

Se proyecta la maniobra de ataque a Cañete de las Torres por la vanguardia de las tropas de Redondo, integradas primordialmente por Requetés (Tercios de la Merced, Virgen de los Reyes, Virgen del Rocío, y de San Rafael), reforzados por Regulares, Policía Montada y Batallón de Cádiz; y en su flanco derecho protegido por la caballería de López de Letona. Antes de llegar a estas posiciones hubieron de atravesar diversos vados cuyos puentes habían sido volados, y reparados por los ingenieros del teniente Olivares, lo que fue causa de que les anocheciera a unos 4 kilómetros de la localidad.

Las baterías que estaban emplazadas en las inmediaciones, y una vez amanecido el nuevo día, abrieron fuego nutrido contra las trincheras enemigas. La caballería que operó en vanguardia estaba al mando del comandante Erquicias, unos escuadrones mandados por el capitán Manuel Alarcón de la Lastra; y otras a las órdenes del comandante López de Letona. Estos efectivos se desplegaron seguidos por los Requetés, consiguiendo acercarse y tomar contacto con las concentraciones de las tropas republicanas, concretamente con la caballería del capitán Porfirio Landinez. Esta columna corona las cumbres desde donde se dominan ambas poblaciones. Al haberse acercado la caballería, por el flanco izquierdo a esta última población, creyó el enemigo que el ataque se dirigía contra esta y se corrió hacia la izquierda para defender tan importante reducto. El teniente coronel Redondo dio orden de tomar Cañete de las Torres, y tras ser batida por la artillería de la columna; fuerzas de caballería y requetés, entraron en esta localidad al mediodía del día 20 hallando escasa resistencia.

Recreación de La batalla de Lopera (1936)


https://www.youtube.com/watch?v=4qN14fIr4d4

Antes de referirnos a la toma de ambas poblaciones, como objetivo de las columnas, paramos nuestra atención en el descalabró que sufrió el 9º Batallón llamado “Nueve Naciones”, perteneciente a la XIV Brigada Internacional del General Walter, creada el 1 de diciembre de 1936, recién llegada a este frente y que mandaba el comunista húngaro Stomatov, que tenía como comisario político a Petrovich y como oficial de enlace al Teniente Ortega.

Tras viajar en tren desde Albacete a Andújar, los brigadistas internacionales son formados en 6 batallones de unos 600 hombres cada uno, además de un escuadrón de caballería, una batería de artillería y una unidad de ingenieros zapadores liderados por el veterano comunista polaco Karol Świerczewski conocido como “general Walter” y el italiano Riccardo Formica cuyo nombre real era Aldo Morandi, como jefe del Estado Mayor.

Karol Swierczewski fue en septiembre de 1936 uno de los principales organizadores de las Brigadas internacionales en París.
Riccardo Formica, alias Aldo Morandi que fue Jefe del estado Mayor de los brigadistas en Lopera y Porcuna.

Los militares leales deciden entonces, (con la oposición del coronel Segismundo Casado, quien denodadamente afirmaba que no había peligro) organizar una contraofensiva que reconquistase Lopera y alejar el peligro de los rebeldes en la zona. Para apoyar a los milicianos de la República, se envió a la XIV Brigada Internacional. 

Este batallón se encontraba días antes entrenándose en Casas Ibáñez, provincia de Albacete, y recibió orden de partir hacia el frente de Córdoba donde se encontraba recién desplegado en estas fechas, y se dirige a Bujalance, tal vez con el objetivo de su reconquista, ayudados por la aviación, que sí bombardearon esta última localidad.


Soldados republicanos atacan Cerro Muriano (Córdoba). Foto de Kapa.

El Batallón de Cádiz que por la carretera de Bujalance se dirigía a Montoro, al llegar al vértice monte Telégrafo, contacta con el 9º Batallón de los internacionales que había salido de Villa del Río para tomar posiciones al Sur de esta altura, con el fin de estar desplegados sobre esta localidad, teniendo el Guadalquivir a su espalda. Ante tal eventualidad, Ortiz de Magariño solicitó refuerzos, enviándosele por Redondo requetés y artillería.

Con manifiesta impericia, el convoy del 9º Batallón formado por unos 40 camiones, y al mando de Stomatov, deja la carretera penetrando por caminos empedrados, entre los olivos, sin reconocimiento previo, ni apoyo, ni cobertura, chocando con el 3º Batallón de Cádiz ya reforzado por los requetés de Redondo, que habiéndolos avistado, los estaba esperando en el Monte Telégrafo, entablándose un duro combate en el que evidentemente llevaron la peor parte los internacionales, a los que se le ocasionaron de momento más de un centenar de muertos, y consiguiendo provocar la desbandada, dejando abandonados prisioneros y un cuantioso botín.

El propio Stomatov consigue la huida utilizando una balsa que los polacos acababan de construir, abandonando a sus hombres en la orilla y llegando al día siguiente a Andújar.

El resto del 9º Batallón, valiéndose del mando del comisario político Petrovich y del oficial de enlace Teniente Ortega, consigue poner un poco de orden en aquella jornada, cuando reciben la peor de las noticias: “Las tropas nacionales han tomado Montoro y Villa del Río”. Entonces se produce la desbandada y muchos de estos que tratan de atravesar el Guadalquivir sin medios flotantes, perecen ahogados. Tras ello no quedan más que grupos asustados que corren de un lado para otro, en pleno desconcierto. El 9º Batallón de la XIV Brigada Internacional ha dejado de existir como tal. Tras este descalabro se exigirían responsabilidades al comunista húngaro Stomatov.

Dejamos antes en nuestro relato a las columnas que desde Pedro Abad y Bujalance habían salido dirección Montoro y Villa del Río.

El día 24 de Diciembre de 1936 se inicia la batalla para la toma de Villa del Río. Esta se presentaba tranquila, más o menos como un paseo militar. Aproximadamente a las 10 de la mañana, la columna Redondo es castigada por fuego de artillería, que con tres piezas se encontraba en un cortijo no muy lejano. Al mismo tiempo la aviación republicana sobrevoló sobre estas tropas, pero realmente su objetivo era Bujalance, población que bombardearon.

Se prepara un emplazamiento de la artillería que acompañaba a la columna, para contrarrestar los efectivos de la enemiga, que ante esta iniciativa cambió su asentamiento.

La columna Redondo llega aproximadamente al medio día a las inmediaciones de Villa del Río y la caballería del Comandante López de Letona, que la flanquea por la derecha, rodea a las piezas de artillería enemiga; lo que provocó nuevo traslado del emplazamiento y alejar en parte este peligro. En esta operación sufrió herida de guerra el Comandante López de Letona, que hubo de retirarse del mando.

Tropas indígenas marroquíes avanzan entre olivares en el frente de Lopera.

El cronista de la columna, Padre Bernabé Copado nos describe esta operación del siguiente tenor: “Iba flanqueando la columna por su lado derecho el escuadrón de Melilla que ocupaba la vanguardia y sostuvo ligeros tiroteos con reducidos destacamentos de las brigadas internacionales... El comandante López de Letona mandó al escuadrón de Melilla echar pie a tierra y abrir fuego para fijar al enemigo. Mientras tanto el propio Comandante López de Letona con el escuadrón de Ceuta se lanzó al galope contra el grupo enemigo. El griterío de las masas, el fiero empuje de nuestras tropas, los gritos de sorpresa y desesperación de los internacionales hace cundir la desbandada entre el enemigo y la pérdida del terreno. El comandante López de Letona, a galope desenfrenado, se encuentra con una ametralladora manejada por un capitán de carabineros, lanzándole una ráfaga alcanzando al comandante en la pierna” (2). 

A las 4 de la tarde se ocupa Villa del Río, pese a que por los internacionales y con el fin de retrasar la maniobra, se intentó la voladura del puente sobre el Guadalquivir de la carretera general a Madrid.

Había llegado la noche y esta columna nada sabía de las que se habían dirigido a Montoro, así como se carecía de noticias respecto al batallón de Cádiz, al que se había reforzado con los requetés, que como ya hemos descrito, se había enfrentado al 9º Batallón de la XIV Brigada Internacional en el vértice Telégrafo.

Habíamos dejado a la columna del Comandante Pérez de Guzmán, que desde Pedro Abad se dirigía a Montoro. Estaba formada por los Tercios de la Merced, San Rafael y el Rocío, con una compañía de ametralladoras de Regulares de África y caballería. En vanguardia se destacaba el Requeté de Jerez (de la Merced), al mando del Capitán Duque de Abrantes, y dentro de esta la Sección del Alférez Arredondo seguida por el Capitán Zuleta.

A poco de iniciar la marcha, se llega a unos cerros en las inmediaciones de Montoro, y es cuando se establece contacto con el enemigo. Se cree que pudiera ser la retaguardia de los internacionales que se dirigían a Bujalance y cuya vanguardia había chocado en vértice Telégrafo con el Batallón de Cádiz. Hacia las nueve de la mañana se inicia un fuerte combate provocado por tropas de la XIV Brigada Internacional (Walter), que para salvar Montoro había salido de Villa del Río. Se destacan especialmente los requetés jerezanos (Tercio de la Merced) enfrentándose a un fuego intensísimo de ametralladoras, consiguiendo ocupar una casilla donde pudieron aguantar hasta ser relevados.

Al mismo tiempo, el Comandante Pérez de Guzmán hizo avanzar la caballería, que, al llegar la tarde, hicieron huir a los internacionales; entrando la columna ya anochecido, en la localidad de Montoro. Sin embargo, aquella noche, los Internacionales pernoctaron en la Estación de Ferrocarril.

El pueblo de Montoro ofrecía un aspecto lamentable. La evacuación había comenzado el 21 de Diciembre de 1936, habiéndose provocado esta por las milicias de la FAI, que obligaron a los conceptuados como derechistas a su salida, asesinándoles, en caso de resistencia (3). 

El día 26 de Diciembre de 1936 se concentró toda la columna Redondo en Villa del Río, excepto las tropas que como guarnición habían quedado en Pedro Abad y Montoro. Al día siguiente, 27 de Diciembre, Domingo, antes de salir dirección a Lopera, las fuerzas oyeron misa de campaña en el Mercado del pueblo.

Requetés y soldados en la plaza de Lopera. Foto del archivo de ABC.
Grupo de soldados con el General Redondo tras la batalla de Lopera.

A media mañana se ocupó, sin resistencia, el pueblo de Lopera, ya perteneciente a la Provincia de Jaén.

La columna que había marchado por la carretera, había sido flanqueada por el lado izquierdo de la Policía Montada (Erquicia Aranda) y escuadrones de Regulares, ahora mandados por el comandante Sánchez Ocaña.

La localidad de Lopera fue tomada por el ejército nacionalista en el día de Navidad de 1936 a través de una rápida acción de ocupación que trajo consigo la voladura del puente sobre el Arroyo Salado y daños de cierta consideración en otras infraestructuras urbanas.

 

Tan sólo unos días después de la ocupación nacional, tuvo lugar en los alrededores de la localidad la conocida popularmente como Batalla de Lopera. Por el lado republicano murieron más de 300 soldados, unos 600 heridos y de esta forma Lopera pasaría ya definitivamente a manos nacionales. Durante esta conocida batalla perdieron también la vida un cierto número de boinas rojas y demás soldados nacionales que pertenecían a distintos requetés “Virgen del Rocío” de Huelva, Virgen de los Reyes de Sevilla, Tercio de Nuestra Señora de la Merced de Jerez, Tercio de San Rafael, Tercio de Nuestra Señora de los Reyes y también del Batallón de Cádiz, además del torero y conocido falangista José García “El Algabeño” (del escuadrón de Caballería).

José García Rodríguez, “El Algabeño”.

Trincheras en el frente de Lopera.

Pasados los primeros momentos de incertidumbre y zozobra, a partir de enero de 1937 las líneas de los frentes en esta parte de nuestra provincia se estabilizaron sin apenas variaciones dignas de mención, coincidiendo la frontera entre las “dos Españas” prácticamente con los límites occidentales del término municipal de Marmolejo hasta el final de la guerra. La frontera entre la España sublevada y la republicana quedó fijada a escasos kilómetros de Marmolejo y es por ello que empezaron a construirse una larga línea de trincheras de más de tres kilómetros, con nidos de ametralladoras y puestos de vigilancia ante cualquier supuesto ataque del ejército franquista por este flanco, en todo el límite con la provincia de Córdoba, a lo largo del Guadalquivir (zona de los Algarbes) y rio Yeguas (Boca del Río).

Nido de ametralladoras en el frente de Lopera.
Vestigios de las trincheras en el frente de Lopera.

Otros puntos estratégicos de control se establecieron por el lado de la campiña, entre el cerro de San Cristóbal, los altos de Ropero y el cerro de Las Monjas en prevención de alguna incursión desde la zona de Lopera. En cualquier caso, la franja de terreno entre Marmolejo-Villa del Rio quedó convertida en zona de transición, una tierra de nadie, donde a menudo se produjeron encuentros de tropas de ambos bandos en misión de vigilancia. En ese sentido el diario “La Libertad”, de signo obrerista y frentepopulista, destacaba la siguiente noticia el dos de marzo de 1937: “Frente a Marmolejo, y al realizar una descubierta un grupo de caballería leal, se encontró en el sitio conocido por Casas Nuevas con otra descubierta Marroquí, compuesto por unos 30 jinetes. Se entabló un intenso tiroteo” (4)


A partir de ahora las acciones de guerra se iban a limitar a los bombardeos desde el aire realizados por la aviación franquista y al fuego de artillería proyectado desde las posiciones de Porcuna por el ejército sublevado, que lamentablemente causaron importantes pérdidas humanas y materiales.

Antes de continuar nuestro relato, y con el fin de justificar los combates que en sucesivas jornadas se producirían, vamos a describir la táctica defensiva-ofensiva que preparaba el mando republicano.

Hernández Sarabia, que, desde su nueva sede de mando en el sector de Andújar, pretendía controlar el frente, asigna la línea Lopera-Marmolejo a la XIV Brigada Internacional, que el pasado día 22 de Diciembre de 1936 había salido de su base de adiestramiento, en Albacete.

Esta Brigada (Walter) atacaría a la Columna Redondo dirección Lopera-Bujalance; y la 3º Brigada Mixta al mando de José María Galán atacaría estas tropas de flanco desde Porcuna, dirección Lopera-Villa del Río. Simultáneamente el Comandante Fernández Pérez defendería la línea constituida por el Río Guadalquivir, teniendo el Cuartel General en Marmolejo. Mientras tanto el comandante de carabineros José Casted Sena, cubriría la zona de Porcuna (5).  

Si bien la estrategia desarrollada por las tropas republicanas no pudo evitar la pérdida de Lopera, sí fue eficaz en cuanto a retrasar unos cuantos días la conquista de Porcuna por la columna del Teniente Coronel Redondo.

Por parte nacionalista, el Cuartel General de Queipo de Llano había proyectado un plan estratégico cuya orden habría de iniciarse el día 28 de Diciembre de 1936. Se trataba de la ocupación de Porcuna por la acción combinada de tres columnas: La columna Redondo que como punto de lanza llevaría a cabo la acción principal, y desde Lopera atacaría al pueblo por el Nordeste, desbordando sus fortificaciones y cortando las carreteras que la unen a Arjona y Torredonjimeno; siendo flanqueado en su lado izquierdo por la caballería.

El Batallón de Cádiz (Comandante Ortiz de Magariño) que guarnecía Cañete de las Torres, marcharía por la carretera Córdoba-Jaén, sirviéndole exclusivamente de apoyo, puesto que, alcanzada la posición del Río Salado, volvería a su base de salida.

Por último, la columna de Gómez Cobián, que desde el día 19 de Diciembre, la habíamos dejado posicionada en las avanzadillas de Valenzuela, efectuaría un reconocimiento ofensivo, empujando al enemigo hacia la carretera de Higuera de Calatrava, cortando esta vía.

Tropas del frente de Lopera desfilando.

Como veremos a continuación, la fuerte presión ejercida por los refuerzos internacionales y demás tropas republicanas, que dieron lugar a continuos y sangrientos combates, en el Sector de Lopera desbarataron momentáneamente los planes nacionalistas.

En la madrugada del 27 al 28 de Diciembre de 1936, tras una noche de intensa lluvia se efectuó el primer ataque importante de las tropas internacionales. Por la carretera que desde Andújar conduce a Lopera atacó una columna compuesta por los batallones 10, 11 y 12 de la XIV Brigada Internacional (Walter), acompañados de carros blindados y artillería. 

Desde Porcuna avanzó la 3ª Brigada Mixta al mando de José Mª Galán que había llegado a Andújar el día 26, desde el frente de Madrid (Pozuelo de Alarcón). Dado el agotamiento de las fuerzas nacionales que llevaban 14 días de continuas acciones ofensivas, contribuyeron a que en un primer momento las fuerzas republicanas controlasen la situación; haciendo variar los planes ofensivos de Queipo de Llano. Por otra parte, y en estos mismos días, por el mando de la columna Gómez Cobián se informaba que había concentración y movimiento de tropas republicanas en las inmediaciones de Higuera y Santiago de Calatrava.

Croquis de la ofensiva franquista de diciembre de 1936.

En la jornada del 27 de diciembre de 1936 murió en plena batalla el poeta inglés Ralph Fox cuando intentaba conquistar vía tierra el conocido por los loperanos como Cerro del Calvario. Al día siguiente moriría en similares circunstancias el otro poeta inglés Rupert John Cornford. Sus cuerpos jamás pudieron ser recuperados por razones estrictamente militares y se piensa por tanto que quizás fuesen enterrados en alguna fosa común o por el contrario incinerados.

Luigi Longo ha relatado el ataque de los internacionales a Lopera de la siguiente forma: “De las cuatro de la madrugada a las once de la noche luchan por este pueblo. Llega la aviación enemiga en misión exploradora, deja caer su carga de bombas y dispara sus ametralladoras sobre las columnas que avanzan. La compañía inglesa marcha a la cabeza de la brigada. Los jóvenes trabajadores y estudiantes de Londres y Lancashire llegan hasta las primeras casas del pueblo, pero son obligados a retroceder: cae sobre ellos una tempestad de hierro y fuego. Deben consolidarse en una línea más retrasada; excavan refugios improvisados entre los olivos, en la tierra floja, se ocultan entre las gruesas raíces a flor de tierra y detrás de los troncos; resisten durante horas, sin ceder ni titubear.” (6)

Brigadista inglés en una trinchera improvisada entre raices y troncos de olivos.

Tropas marroquíes en combate entre olivares.

Durante todo el día los nacionalistas cómodamente, desde sus posiciones, tuvieron a los internacionales bajo fuego cruzado de ametralladoras, artillería y morteros. Los voluntarios buscaban los pequeños relieves del terreno para refugiarse de los proyectiles y poder continuar disparando. Avanzaban, retrocedían, volvían al ataque, se arrastraban sobre el dorso pelado de las colinas hasta cerca de las trincheras nacionalistas. En los repetidos ataques y contraataques las compañías se desorganizaron, se dispersaron, se mezclaron unas con otras, perdiendo enlace con sus respectivos comandantes. Los voluntarios supervivientes se encontraron al final del día sin municiones, sin fuerzas por haber corrido tanto, por no haber comido durante todo el día.

Los nacionales ven reducidos también sus efectivos durante esta batalla y ante la difícil situación Queipo de Llano envía desde Villa del Río dos Batallones, dos Escuadrones y una Batería, al mando del teniente coronel Eduardo Alvárez Rementería, que debía trabar combate con el flanco derecho de los internacionales situados en la zona norte de Lopera y al Este de la carretera de Villa del Río-Lopera. La fuerza y valentía de los internacionales hizo que Redondo, cuando ya estaba a cuatro kilómetros de Porcuna, con el factor sorpresa a su favor, hubo de paralizar la operación y volver en auxilio de Lopera.

Lo relata Bernabé Copado Agenjo (nacionalista) que estuvo presente en los hechos: “A media mañana, comenzó como era de temer, el ataque enemigo con escarnecimiento de fiera salvaje. A la comandancia llegaban constantemente avisos pidiendo refuerzos: ¿Y de dónde sacarlos? Diciendo: que no podemos más; que se cuelan por tal parte; que avanzan por tal otra; que la avalancha de aquel cerro es imponente: y los fusiles de nuestros soldados nacionales puestos ya al rojo, y las ametralladoras funcionando sin descanso, y los mulos haciendo continuos viajes para aprovisionar las avanzadillas de municiones, y las calles todas del pueblo barridas por las balas de fusil y ametralladora enemigo. El empuje con que cargó el Requeté a la bayoneta fue tal que las líneas extranjeras quedaron desalojadas, dejando en el campo atravesados por el hierro de las bayonetas del requeté, numerosos cadáveres... El cañón siguió tronando hasta entrada la noche; pero los fusiles y las ametralladoras enemigas enmudecieron y nosotros respiramos. Nuestra artillería estuvo disparando acero, y momentos hubo que el enemigo estuvo a cincuenta metros de nuestras piezas, y en los que los oficiales tuvieron que sacar las pistolas, y con ellas defenderse ellos y defender la batería” (7).

Ante la muerte del torero Algabeño, el general Redondo habló aquella noche a Radio Sevilla de la siguiente forma: Nido de ametralladoras junto al Puente del Arroyo Salado “Esta noche no estoy para hablar, porque tengo un gran disgusto. Mi gran amigo, José García “El Algabeño”, que prestaba servicio en mi cuartel general, se empeñó en llevar personalmente una orden que yo le di al extremo en que se hallaba operando la caballería, y ha sido herido por una bala. Tanto al caer, como al ingresar en el Hospital, sus palabras fueron: ¡Viva España!”. El Algabeño fue ingresado en el Hospital de la Cruz Roja de Córdoba donde falleció pocas horas después.

Cerro del Calvario.

El teniente Coronel Redondo, que había salido dirección Porcuna, hubo de volver, una vez iniciada la marcha, para poder reforzar la guarnición de Lopera, debido al fuerte contraataque que se había planteado en este sector, sobre todo dirección Lopera-Bujalance.

Ante tan comprometida situación, Queipo de Llano, seguidamente organiza en Villa del Río, una nueva columna compuesta de dos batallones, dos escuadrones de caballería y una batería, al mando del Teniente Coronel Eduardo Álvarez de Rementería, la que habría de entablar combate con el flanco derecho de los Internacionales que atacaban Lopera por la carretera de Andújar. A esta columna se unió el día 30 a las cuatro de la tarde el 1º Tabor de Regulares de Ceuta que, al mando del Comandante Oliver, fue trasladado a esta zona en tren desde Antequera.

Es en el amanecer del día 29 de Diciembre de 1936, cuando se endurecen los ataques de las tropas republicanas, con infantería, blindados y alguna artillería, manteniendo en difícil situación a los efectivos nacionalistas de Lopera, que se vieron un poco aliviados cuando la columna de Álvarez Rementería atacó el flanco derecho de los Internacionales, y sin que aquella pudiera avanzar dada la fuerte presión de estas fuerzas,  fue cuando, ante tan crítica situación, con el inminente peligro de la perdida de Lopera, se dio la orden de traer al 1º Tabor de Regulares de Ceuta (Comandante Oliver).  Su llegada y entrada en combate hizo disminuir la presión sobre la población atacada.

Los más duros combates tuvieron lugar en el Cerro de San Cristóbal, situado al Norte de Lopera, cerca de la carretera de Andújar. El Cerro de San Cristóbal había sido ocupado anteriormente por el escuadrón de Ceuta, y parte del Requeté que le reforzó cuando se recrudecieron los combates. Otro grupo de Requetés se refugió en el Grupo Escolar, junto a la Casa del médico del pueblo, que había desaparecido días antes. Tanto en una como en otra posición fueron castigados continuamente por la artillería republicana, causando buen número de bajas.

Tras el castigo artillero; ya nuevamente en el Cerro de San Cristóbal, en el sector del Requeté se inició un nuevo, brutal y desenfrenado ataque por el camino de Andújar, que puso en comprometida situación a los Requetés. Simultaneando con este, se produjo otro desde Porcuna a través y por medio de los olivares, presionando en el Sector que defendían los Regulares de Ceuta. Al oscurecer, la columna Internacional, que probablemente tenía unos efectivos de tres mil hombres aproximadamente, inició un golpe que se estimaba decisivo, amparado por las ametralladoras, estratégicamente emplazadas. Este ataque se inició por el 13º y 12º Batallón de la XIV Brigada Internacional, al mando este último del oficial de la reserva francés, el capitán Delasalle, y que les toco cubrir el avance de las demás fuerzas republicanas con fuego de fusiles ametralladores. Los Requetés aguantaron al máximo, hasta conseguir que el enemigo se le acercara lo suficiente para que, haciendo fuego de fusilería y ametralladora tan intenso, se hiciera retroceder a los republicanos, habiendo dejado en el campo numerosas bajas. Los siguientes ataques fueron menos intensos, fue entonces cuando Redondo pensó en la necesidad de descongestionar de tropas republicanas la zona de Andújar, de dónde provenía el mayor peligro.

Policía montada con el comandante Erquicia al mando.

Esquadrón de caballería nacional abrevando en el pilar.

La caballería desplegó por el Cerro de San Cristóbal en una maniobra envolvente, compuesta aquella por la Policía Montada de Sevilla, y los escuadrones de Melilla y Ceuta, que fueron a situarse en las proximidades de Marmolejo. Se entabló un combate desde estas posiciones, pretendiendo el enemigo correrse por el flanco izquierdo para a su vez envolver a estas tropas, sin que lo lograsen. Llegado este momento se desplegó el Requeté a pecho descubierto hasta conseguir la toma de otra loma más avanzada. Esta maniobra y su resultado consiguió que el enemigo desistiese de los ataques, ante lo difícil que encontraban la reconquista de Lopera.

Se cumplió pues la orden dada por el Comandante del Tercio Virgen de los Reyes, García de Paredes: “Mientras quede un requeté, no entraran en Lopera”.

Ante el evidente fracaso de esta contraofensiva se exigieron responsabilidades muy directas, concretamente al capitán Delasalle, el que fue apresado en el mismo campo de batalla y sometido a juicio en Arjonilla el día 2 de Enero de 1.937, acusado de “traición en el campo de batalla”, siendo condenado a la pena capital.

Por parte nacionalista se le ocasionaron numerosas e importantes bajas, como las del teniente Joaquín Bilbao, y los alféreces: Fernando Valdés, Manuel Suárez y Antonio Sáenz de Tejera, varios requetés boinas rojas, y otros efectivos de tropa. Es de destacar la baja del torero y caballista de tronío José García “El Algabeño”, que desempeñando labores de enlace con el Cuartel General de Queipo de Llano fue herido mortalmente, fue nombrado a título póstumo Teniente Honorario de Caballería, e imponiéndosele la Medalla Militar Individual.

Ralph Fox, escritor inglés muerto en el frente de Lopera, desempeñando las funciones de comisario adjunto de la XIV Brigada internacional.

Las tropas republicanas también sufrieron cuantiosas bajas, siendo de destacar la del escritor inglés Ralph Fox, que desempeñaba las funciones de comisario adjunto de la XIV Brigada Internacional, cuyo cadáver desapareció en los olivares entre Villa del Río y Lopera. Así mismo el también súbdito inglés John Cornford, profesor de Oxford, que perteneciente al 13 Batallón fue abatido en el Cerro de San Cristóbal. El propio mando republicano Martínez Monje, desde su Cuartel General declaraba que la XIV Brigada había sufrido un 30 por ciento de bajas. La “XIV Brigada Internacional”, de reciente formación, y compuesta por ingleses y franceses estaban repartidos en 3 compañías. Contaban con 3000 efectivos y escasa artillería y aviación.

John Cornford, profesor de la Universidad de Oxford. Abatido en el Cerro de San Cristóbal.

El jefe del 12 Batallón de la XIV Brigada Internacional, que fue el peor parado y al que pertenecía la compañía británica, capitán Delessalle, que como hemos referido antes, fue arrestado el día 30 de diciembre de 1936 por sus propios compañeros, y unos días después fue juzgado en Arjonilla por un Tribunal Militar, que le acusó de alta traición y murió fusilado en un intento por parte de los republicanos de justificar las enormes pérdidas humanas registradas en esta batalla.

El día 30 las fuerzas republicanas reciben un importante refuerzo. Al mando del Diputado Martínez Cartón llega la XVI Brigada Mixta (que después se destacaría en los últimos ataques al Santuario de la Virgen de la Cabeza), que toma posiciones entre Torredonjimeno y Arjona, protegiendo de esta forma el acceso a Jaén.

Llegamos al día 30, penúltimo día del año 1.936, y tras ser relevado en Lopera por las tropas de Álvarez de Rementería la columna del Teniente Coronel Redondo prosigue su maniobra de ataque a Porcuna.

Aquí encuentra una resistencia aún más grande. Este pueblo enclavado en lo alto de una meseta ofrece una posición fácil a la defensa, y áspera para el ataque y asalto.

El mando republicano tenía distribuido en este frente las siguientes fuerzas, desde el Guadalquivir hasta Porcuna: Las Brigadas Internacional XIV, y Brigada Mixta Galán, entre Villa del Río y Lopera; y frente a Porcuna se distribuyeron varias unidades de infantería, caballería y 3 piezas de artillería. Según el testimonio del historiador Schneider, las tropas republicanas que defendieron Porcuna se componían: “375 milicianos de Porcuna, Regimiento núm. 3 de ametralladoras de Alicante; Batallón de Dinamiteros de Jaén; Batallón de Milicianos “Los Invencibles” de Jaén; Columna Garcés; Regimiento Tarifa núm. 11; Batallón de Voluntarios de Córdoba núm. 9; Milicias reunidas de los pueblos de Porcuna, Valenzuela, Santiago, Higuera y Lopera; Sección motorizada de Jaén; Quinto y Sexto Ligero de artillería; y Parque Móvil: En total unos 3.000 hombres, todos ellos al mando del Teniente Coronel Casted Sena”.

La Orden General de operaciones, que desde el día 26 de Diciembre de 1936, se había firmado para la ocupación de Porcuna, fue interrumpida en su ejecución, por el violento ataque a Lopera los días 28 y 29, que ya hemos descrito.

En ésta Orden General de operaciones, como ya se expuso anteriormente, se desarrollaba el esfuerzo unificado de las tres columnas convergentes. La principal misión correspondía a la Columna Redondo que comprendía todo el Requeté de Andalucía, y que debería seguir por la carretera de Lopera a Porcuna, y al llegar a la población debía efectuar un movimiento envolvente por el Nordeste hasta conseguir la carretera de Arjona, y cortar esta vía. En su flanco izquierdo operaría la caballería tratando de cortar igualmente la carretera de Arjona por lugar más alejado, así como la de Torredonjimeno.

Las dos restantes columnas servían de apoyo a la del Teniente Coronel Redondo: Una desde Cañete de las Torres, constituida por el Batallón de Cádiz, seguiría la carretera de Porcuna, hasta conseguir ocupar las alturas existentes al oeste del Arroyo Salado, y regresar a su origen, una vez tomada Porcuna, por la columna Redondo.

Desde Valenzuela atacaría la Columna Gómez Cobián, haciendo un amago de envolvimiento hacia el Sudeste, llegar al arroyo Salado y cortar la carretera que la une con Higuera de Calatrava. Tomada Porcuna, debería regresar a sus posiciones en Valenzuela.

Esta era la orden general de operaciones y que, si bien no se pudo llevar a cabo, en toda su extensión, y en el momento oportuno, como decíamos, por el retraso que supuso los continuos ataques a Lopera, y al Cerro San Cristóbal, se efectuó de tal forma que se consiguió el pretendido objetivo: La ocupación de Porcuna.

El ataque por la columna Redondo se inicia el día 31 de Diciembre de 1936, en vanguardia el capitán Zuleta con cien requetés del Tercio de la Merced, y el resto sigue de protección de la artillería; esta última columna consigue a las cuatro de la tarde, con la sección de caballería de Regulares, cortar, tras gran resistencia republicana, la carretera de Arjona, como a unos 2 kilómetros de Porcuna.

La acción de la caballería fue decisiva para esta operación. A las 4 de la tarde del día 31, el comandante Sánchez Ocaña que mandaba los escuadrones de caballería de Policía Montada y Regulares de Ceuta realizó una brillante maniobra de envolvimiento, consiguiendo alcanzar la carretera de Arjona, facilitando la entrada de los requetés, por el único lugar por donde era más accesible el pueblo. Fueron atacados estos escuadrones por camiones blindados pero el empeño de los moros, atacando con bombas de mano hicieron ceder la resistencia que se les oponía.

Castillo de Lopera, año 1938, que muestra los daños de la artillería.
Torre del Castillo de Porcuna.
Modelo de Junker utilizado en el bombardeo del Castillo de Porcuna, donde se había concentrado la resistencia republicana de la población.

El día 1, primero del nuevo año 1.937, desde primera hora se destacó la cooperación de la aviación compuesta de escuadrilla de Brequet y de Junkers, (en total unos 17 aviones), que durante muchas horas y en sucesivas oleadas, bombardearon el castillo de Porcuna, donde se había concentrado la resistencia republicana, así como el resto de la población en el que se observaba movimiento de tropas. Estos bombardeos, así como el avance de las columnas, estaban protegidos por las escuadrillas de cazas de los capitanes Joaquín García Morato y Modesto Aguilera.

La aviación republicana careció de eficacia, y no desempeñó esfuerzo alguno en proteger a sus tropas de infantería, pues en estos últimos días de campaña, más que estar por su labor de protección, se dedicó a castigar la retaguardia nacionalista bombardeando las localidades de Baena, Villa del Río, Bujalance, y Estación de Córdoba, etc.

En estos últimos días se había reforzado la guarnición del pueblo con la llegada de efectivos de la 20 Brigada Mixta mandados por el Capitán López Mejías.

Tras dos días de intensos combates y reiterados bombardeos de la aviación, a las seis de la tarde del día 1 de Enero de 1.937, la vanguardia de la Columna Redondo enfiló por las calles de Porcuna, y a las voces de “Cara el Sol” y el redoble de las campanas anunciaron la ocupación de esta importante localidad.

Las tropas republicanas se defendieron en sus puestos hasta el último momento, en que temiendo ser rodeadas se lanzaron a la huida por las únicas carreteras que le quedaban expeditas, las carreteras de Torredonjimeno y Valenzuela que a unos kilómetros de Porcuna tuerce hacia Higuera y Santiago de Calatrava.

Cuesta Monereo y Olmedo Delgado en su libro. “El General Queipo de Llano” dicen: “Tres días duró la expugnación del formidable reducto que sólo una entrada ofrecía a las tropas liberadoras. Rodeada la plaza por una línea de alturas, sobre el foso del río Salado en forma de anfiteatro, únicamente era expugnable por la depresión situada al Este sobre el camino de Arjona. Para alcanzarla, hubo de realizar Redondo un amplio movimiento envolvente, marchando por olivares y tierras blandas de labor. La mecánica no pudo ser su aliada, y de ahí la aparente lentitud del avance, dificultado, además, por la oposición roja, que se daba cuenta del valor de lo que defendía. Pero todas las dificultades y resistencias, fueron quebrantadas, y a la postre vencidas, contribuyendo también al logro de la victoria la gallarda intervención desde el aire de las valerosas alas del Ejercito del Sur” (8). 

Foto de soldados en Porcuna durante la Guerra Civil.

Las bajas del enemigo y el botín capturado fueron considerables; y en días sucesivos fueron enterrados muchos cadáveres encontrados en el campo, entre los olivos.

El día 2 de Enero de 1937, entran en contacto la columna Redondo y la que habíamos dejado en la carretera de Valenzuela, tras la toma de esta localidad, al mando del Comandante Gómez Cobián, dedicándose esta, muy especialmente, a cortar la carretera de Torredonjimeno.

Ocupado el último objetivo y posicionado el frente en el sector de defensa Lopera-Porcuna, este se asentará en varias cotas importantes para la defensa (Vértice Calvario-Cerro San Cristóbal-Cabramocha, Cerros de La Atalaya y Albalate, etc.) que les valieron a los nacionalistas para defender lo conquistado de los esporádicos y algunos violentos ataques que se sucederían en fechas posteriores. Aquí se estabilizó el frente pasivo hasta el final de la Guerra, si bien durante todo el tiempo transcurrido sufrieron diversos ataques de relativa importancia.

Terminaba con esta operación la campaña prevista y que valió a los Tercios de requetés de la Merced, Virgen de los Reyes, del Rocío, San Rafael, y a una fracción del Isabel La Católica, la Medalla Militar Colectiva.

Requetés de Redondo de la Batalla de Lopera.
 
En el lado republicano si bien no se consiguió avanzar y recuperar pueblos de la provincia de Córdoba, al menos consiguieron detener el avance nacionalista, el retraso en la operación sobre Porcuna (prevista para el día 29 de Diciembre de 1936 no se llevó a cabo hasta el 1 de Enero de 1937), evitando que se apoderaran de Andújar, protegiendo así el paso de Despeñaperros y Castilla, y el resto de la provincia de Jaén.

Finalizada la campaña, con el éxito obtenido, se exigieron responsabilidades por parte republicana al Coronel Hernández Saravia que fue destituido del mando del Sector de Córdoba y sustituido por el Coronel Villalba Rubio, continuando como Jefe de Estado Mayor el Teniente Coronel Leopoldo Menéndez.

El éxito de las operaciones iniciadas por Queipo de Llano, el día 13 de Diciembre de 1936, fue evidente. En sólo 19 días de campaña se ocuparon 12 pueblos, algunos de considerable valor estratégico, como Bujalance, Montoro, Lopera y Porcuna. Se conquistaron grandes zonas de riqueza olivarera tanto de la zona de Córdoba, como de Jaén, con una cosecha de aceituna a punto de recolectar.

Y desde el punto de vista táctico si bien se alargó considerablemente el frente, buena parte de este se apoyaba en el Guadalquivir; y se restablecieron y facilitaron las comunicaciones con Granada y el tráfico ferroviario entre Córdoba y Montoro-Villa del Río.

En fin, se consiguió el principal objetivo alejar el frente lo más posible de Córdoba, suprimiendo el entrante del Sudeste de la Capital, estableciendo un frente en línea Lopera-Porcuna, acercándose al Santuario de la Virgen de la Cabeza que sería su objetivo posterior y que si no se llevó a cabo fue por razones que escapan a esta crónica.

El siguiente objetivo del Cuartel General de Queipo de Llano, y que sí se consiguió, sería la importante toma de Málaga.

En el mes de agosto de 1937 se produjo otro intento republicano de reconquistar Lopera, ya que los brigadistas entraron de madrugada y sorprendieron a los nacionales, llegando incluso a ocupar medio pueblo. La acción ofensiva de la izquierda fracasaría por la mañana, ya que los nacionales volvieron a hacerse dueños de la situación. Lopera permanecería, con ligeros variantes, y hasta el final de la guerra en el bando nacional o franquista.

El 26 de enero de 1939, al romper el alba, las tropas del General Yagüe entraban en Barcelona.

Durante los meses iniciales de 1939 la guerra civil estaba entrando en su recta final. La victoria en estos momentos estaba decidida. Tras esta situación, algunos republicanos vieron que la mejor solución en estos momentos era huir, sobre todo una vez que se produce la caída de Cataluña. Por su parte, otros se mantuvieron hasta la finalización de la contienda en la zona republicana y aquellos que permanecieron hasta el final se vieron envueltos en una situación bastante desfavorable (9). 

La situación en estos momentos en Jaén capital era tan crítica, que fue necesario contar con más hombres con el objetivo de fortalecer la zona republicana, que a duras penas aguantaban en el frente hasta los últimos momentos. Además, el ayuntamiento de Jaén, tras hacer una valoración de la situación, impuso a funcionarios municipales para ayudar en la zona del frente poniendo incluso a mujeres en la zona de la retaguardia. Una vez que reciben la noticia de que había caído la ciudad de Barcelona, la situación generó un gran desconcierto. El día 26 de enero de 1939, esta ciudad era ocupada por las tropas nacionalistas levantadas, por lo que el responsable republicano encargado del Ejército de Andalucía llevó a cabo una movilización para todos aquellos que se hallaban en la zona de la retaguardia.

José Campos Peraba, alcalde socialista de Jaén.
Durante estos momentos el alcalde de Jaén, José Campos, dejó la ciudad sin suministro público por la falta de funcionarios municipales. Unos meses después se abrió la frontera de Francia, y el presidente de la Segunda República Manuel Azaña abandonaba España para dirigirse hacia este país junto con José Giral.

Un mes más tarde los socialistas, contemplando la situación tan crítica intentaron realizar un pacto, pero los comunistas no iban a rendirse. Lo se intentaba era precipitar el final de la guerra, avanzando de este modo las tropas golpistas hacia la provincia de Jaén.

La ocupación el 29 de marzo de 1939, por parte de las tropas nacionalistas, de las localidades de Andújar, Marmolejo, Bailén, La Carolina, Linares, Arjona, Martos y Jaén, supuso el final de la guerra civil y la victoria del ejército rebelde o franquista en la provincia de Jaén y en el resto de España.

Desde la órbita social, podemos decir que por un lado en principio estaban en el bando nacionalista las clases económicamente más fuertes como sería el caso de terratenientes, financieros o industriales que no querían una lucha armada, pero sí parte de sus élites de poder que veían peligrar sus intereses económicos. En este sentido, en los aparatos del Estado existían núcleos de funcionarios que no aceptaban la República: policía, ejército, magistrados y diplomáticos. Por último, también buscaron el apoyo de las clases medias y de la pequeña burguesía agraria además de un sector del campesinado. En el caso de los republicanos sus defensores eran obreros, clases medias urbanas, así como los jornaleros agrícolas (10). 

Cuando comienza el conflicto, la población española del momento es de casi 25 millones de habitantes, de los cuáles 60% quedó en zona republicana mientras que el 40% restante permanecía en la zona sublevada (11).

En la foto unos niños desentierran la fuente de Las Cibeles de Madrid.

Con el final de la guerra civil en abril de 1939, y debido a la tenaz resistencia republicana en la mayor parte de la provincia de Jaén y la dura represión republicana a los presos de derechas, numerosos represaliados políticos frentepopulistas cayeron presos en las mismas cárceles jienenses que antes habían ocupado los nacionales, y los cementerios, nuevamente, pasaron a llenarse de represaliados políticos.

Granada 20 de agosto de 2022.

Pedro Galán Galán.

Bibliografía:

(1) Vidal Manzanares, César: Las Brigadas Internacionales. Editorial Espasa-Calpe. (1998)

(2) Copado Agenjo, Bernabé: Con la columna Redondo. Combates y conquistas, Crónica de Guerra (Sevilla: Imprenta Gavidia, 1937).

 (3) Moreno Gómez, Francisco: La guerra civil en Córdoba, 1936-1939. Editorial Alpuerto, Madrid, 1986.

 (4) Diario “La Libertad” de fecha 2 de marzo de 1937.

(5) Moreno Gómez, Francisco: La guerra civil en Córdoba, 1936-1939. Editorial Alpuerto, 1986.

(6) Longo, Luigi: Las brigadas internacionales en España. Editorial: Era. 1969.

(7) Copado Agenjo, Bernabé: Con la columna Redondo. Combates y conquistas, Crónica de Guerra. Sevilla. Imprenta Gavidia, 1937.

(8) Cuesta Monereo, José; Olmedo Delgado, Antonio: General Queipo de Llano (Aventura y audacia). Barcelona, 1957. Editorial AHR (La Epopeya y sus Héroes).

(9) Sánchez, L.M.: Jaén en el exilio republicano: el final de la guerra y el drama de los transterrados. (2011). Jaén: UGT Andalucía.

(10) Pérez, M.T.: Historia de España del siglo XX, Barcelona, (1996). Crítica.

(11) Fuentes, E. Economía y Economistas españoles en la guerra civil. (2008). Galaxia Gutenberg.

Páginas webs consultadas:

http://www.requetes.com/cordoba.html

https://www.facebook.com/GCESPCOLOR/photos/a.703070289864402/1743310422507045

https://lugardemarmolejo.wixsite.com/marmolejo/la-guerra-civil-en-la-frontera-repu

https://www.lopera.es/ayuntamiento-de-lopera/ciudad/conoce-la-ciudad/una-batalla-epica/

Pantoja, V. A., & Pantoja, V. J. L.: La XIV Brigada Internacional en Andalucía: La tragedia de Villa del Río y la Batalla de Lopera. Diputación Provincial de Jaén. (2006).

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