LA REVOLUCIÓN DE
SEPTIEMBRE LLAMADA “LA GLORIOSA” Y EL EXILIO DE ISABEL II A FRANCIA.
El reinado de Isabel
II había entrado en una crisis profunda a partir de la crisis económica de
1866, debido a la descomposición del Partido Unionista, y la ruptura interna
entre progresistas.
El verano de 1868
había transcurrido como si nada especial ocurriese. Y de repente, tras el
levantamiento de la Armada en Cádiz en septiembre de 1868, España se puso en
efervescencia, los campesinos se lanzaron a ocupar tierras, los políticos de
todos los signos se enervaron y pareció despertar el monstruo de la violencia.
Evidentemente, no podemos pensar en que nada había ocurrido antes, aunque la
censura y la violencia del Gobierno no lo publicasen.
En septiembre de
1868 se inició en España una coyuntura histórica nueva en la que era posible
que se produjeran cosas difíciles de imaginar tan solo muy poco antes; pues
podía ser que hubiera monarquía o república en cualquier momento entre 1868 y
1873; hubo república en 1873; se podía ser no católico; algunos pensaban
iniciar el “cantonalismo”, una especie de república federal en la que cada
ciudad de unos pocos miles de habitantes, aunque unida a su región de
influencia, sería soberana con posibilidades de declararse independiente, lo
cual supondría cientos de cantones; algunos pensaban iniciar experiencias
socialistas.
Realmente las
tendencias mayoritarias no eran revolucionarias sino conservadoras, creían en
la monarquía con Estado unitario, o como mucho en la república unitaria.
Dominaban el Parlamento, pero las Cortes toleraban inactivas todo tipo de
experimentos. Se había sacralizado la libertad hasta el límite de lo absurdo.
En el “Sexenio
Revolucionario” se intentaron muchos modelos de revolución simultáneos y
contrapuestos, los considerados revolucionarios de izquierdas llamarán a este
periodo “Sexenio Democrático”, porque les parecía la culminación de sus deseos
tomados como utopías, pero me parece que este término contiene una carga de
partidismo que no responde a la realidad.
Portada del Cuadernillo de Actas del año 1868. |
En el Cuadernillo de actas de este año y anotado
a lápiz aparece en el folio que sirve de portada:
Nº 26 1868
Manuscrito a tinta a
modo de Portada aparece el texto:
Higuera Cerca de
Arjona. Año de 1868
Libro Capitular
correspondien-
te á el
espresado Año.
Nota: Aparece en la
parte superior de los folios impares de los 6 folios el llamado Sello de
Oficio. Otro sello diferente al ya descrito
de los varios anteriores. Este Sello de Oficio de color negro, presenta
forma rectangular con base en el lado de menor dimensión. En él aparece como
figura central una dama sentada de perfil hacia la izquierda sosteniendo una
torre de castillo de vigilancia en sus manos; sobre su asiento aparece
sobreimpreso el perfil dela Reina Isabel Segunda. A la izquierda el texto 40 Cs
DE Eo, en la parte derecha AÑO DE 1868 y en la base SELLO 8º.
En este año de 1868
sólo se celebran ocho reuniones del ayuntamiento en la villa de Higuera de
Arjona.
Las reuniones tienen
lugar en las siguientes fechas:
1ª Reunión ordinaria
en fecha 1 de enero de 1868, presidida por D. Manuel Mercado como Alcalde
accidental, tiene por objeto dar posesión y recibir el juramento preceptivo a
los nuevos cargos que han de formar parte del cabildo local, formado por los
siguientes señores suplentes que pasarían a formar parte del nuevo ayuntamiento
durante el cuatrienio de entre los años 1868 a 1871: D. Domingo S. Fuentes, D.
Felipe Martínez Cortes y D. Luis Ruano Vargas. El resto de los concejales
repetían en el cargo, éste grupo estaba formado por D. Manuel Mercado, D. Juan Ramón Barragán y D. Manuel Clemente Pérez.
Acta primera del año 1868 y al final de página encabezamiento del acta segunda. |
ACTA DE LA PRIMERA SESIÓN
ORDINARIA DEL AYUNTAMIENTO DE LA HIGUERA DE ARJONA DE
FECHA PRIMERO DE ENERO DE 1868.
“Acta…y En la Villa de la Higuera de Arjona á
primero de Enero de mil ochocientos sesenta y ocho y siendo las doce de
mencionado día se reunió el Aytº de ella en su sala Capitular bajo la
presidencia del Sr. Alcalde accidental del mismo D. Manuel Mercado con el
objeto de dar posesión y recibirles el juramento debido al Juez de Paz y
Suplentes nuevamente nombrados por la Superioridad del Territorio que lo han sido D.
Domingo S. Fuentes, D. Felipe Martínez Cortes y D. Luis Ruano Vargas quienes
hallándose presentes excepto el último Sor en virtud á encontrarse enfermo en la Villa de Arjona dicho Sor
presidente y por delegación del Sor. Juez de primera Instancia les recibió
juramento con arreglo á derecho prometiendo á la vez cumplir fiel y lealmente
sus respectivos cargos en el presente cuatrienio de mil ochocientos sesenta y
ocho á mil ochocientos setenta y uno con lo que se dio por concluido el acto
mandado se remita certificado de este acta al espresado Sor Juez y firman los
SS. Concejales y demás concurrentes de que yo el Srio. Certifico =
Aparecen las firmas de los siguientes señores:
Manuel
Mercado. Juan Ramón Barragán. Domingo S. Fuentes. Felipe Martínez. Manuel Clemente Pérez.
Francisco
Cardeña y Arcediano.
La 2ª reunión
ordinaria tiene lugar en fecha 15 de febrero, e igualmente estuvo presidida por
D. Manuel Mercado como Alcalde accidental. En este caso la reunión era motivada
por el descubierto en que se encontraba el actual rematador de Consumos hasta
el día D. Bonoso de Lara, cuyo descubierto ascendía a más de once mil reales
para con el Tesoro y municipio siendo este responsable de ello en virtud a no
haberse otorgado la correspondiente Escritura de fianza por los motivos y
condescendencias que la corporación no ignoraba, a pesar de los requerimientos
que en diferentes ocasiones se le habían hecho por la misma Escritura de
fianza. En su consecuencia y teniendo presente lo relacionado anteriormente, el
Ayuntamiento acordó por unanimidad: Que sin pérdida de tiempo y en evitación de
perjuicios que pudiesen ocurrir, Se hizo cargo a D. Manuel Mercado como
presidente de la corporación, para que por medio de su autoridad invite a D.
Bonoso de Lara, referido rematador de los ramos de Consumos de esta Villa para
que ingresase las cantidades que adeuda por indicados conceptos, como también
el que preste la fianza necesaria en bienes de cualquiera clase hasta su total
solvencia por el tiempo de su empeño y de no verificarlo se procederá al
embargo de cuanto posea en el día, de cuya medida vería con sentimiento este
Ayuntamiento graduando los principios y buenas moralidades que al citado
rematador adornan, quedando por lo mismo en esta convicción el que no dará
lugar a ellas en beneficio de todos, y en el cumplimiento de tan sagradas
obligaciones aunque no sea más que por las atenciones que se le han tenido por
todos los conceptos citados.
Los firmantes de
esta segunda acta son los siguientes señores: Manuel Mercado. Juan Ramón Barragán. Dice: Señal X del Regidor Francisco Fernández
(cuando el regidor no sabía firmar hacía una cruz y se validaba su presencia). Manuel Clemente Pérez. Felipe Martínez Medina. José Calero Martínez.
En la página de la izquierda continuación del acta segunda que sigue en la página de la derecha. A continuación inicio del acta tercera de fecha diecisiete de marzo. |
ACTA DE LA SEGUNDA SESIÓN
ORDINARIA DEL AYUNTAMIENTO DE LA HIGUERA DE ARJONA DE
FECHA 15 DE FEBRERO DE 1868.
“Acuerdo…y En la Villa de la Higuera de Arjona á quince
de Febrero de mil ochocientos sesenta y ocho reunidos los SS. que componen el
Aytº Constitucional de la misma en el local acostumbrado por el Sor Presidente
accidental D. Manuel Mercado se manifestó el descubierto en que se encuentra el
actual rematador de Consumos hasta el día D. Bonoso de Lara que ascenderá á más
de once mil reales para con el Tesoro y municipio siendo este responsable á
ello en virtud á no haberse otorgado la correspondiente Escritura de fianza por
los motivos y condescendencias que la corporación no ignora. Sin embargo de los
requerimientos que en diferentes veces se le han hecho por la misma. En su
consecuencia y teniendo presente lo relacionado anteriormente por unanimidad el
Aytº acordó: Que sin pérdida de tiempo y en evitación de perjuicios que
pudiesen ocurrir, hace cargo á dicho Sor Presidente, para que por medio de su
autoridad invite al espresado rematador de los ramos de Consumos de esta Villa
D. Bonoso de Lara á fin de que ingréselas cantidades que adeuda por indicados
conceptos, como también el que preste la fianza necesaria en bienes de
cualquiera clase hasta su total solvencia por el tiempo de su empeño y de no
verificarlo se procederá al embargo de cuanto posea en el día, de cuya medida
vería con sentimiento este Aytº graduando los principios y buenas moralidades
que al citado rematador adornan, quedando por lo mismo en esta convicción el
que no dará lugar á ellas en beneficio de todos, y en el cumplimiento de tan
sagradas obligaciones aunque no sea más que por las atenciones que se le han
tenido por todos conceptos. Así lo acordaron y firman los referidos SS. de que
yo el Secretario Certifico =
Aparecen las firmas
de los siguientes señores:
Manuel
Mercado. Juan Ramón Barragán. Dice: Señal X del Regidor Francisco
Fernández. Manuel Clemente Pérez. Felipe Martínez Medina. José Calero Martínez
P. A. D. A. C.
Francisco Cardeña y Arcediano. Srio.
La 3ª reunión tiene
lugar en fecha 17 de marzo, y estuvo presidida por D. Ildefonso Fuentes Alcalde
de la villa, que tomando la palabra manifestó que el embargo hecho al rematador
de Consumos D. Bonoso de Lara no alcanzaba los bienes suficientes para responder
al adeudo que como rematador de Consumos tenía contraído con la Hacienda y el
Municipio. En su consecuencia la Corporación acordó por unanimidad fuese
ampliado el embargo de cuantos bienes muebles e inmuebles que se le conocen y
le pertenecen lo cual se efectuará a seguida para evitar mayores perjuicios.
Los firmantes de
esta acta fueron: Ildefonso Fuentes.
Manuel Mercado. Juan Ramón
Barragán. Felipe Martínez Medina. José Calero.
Manuel Clemente Pérez.
En la página de la izquierda parte final del acta tercera y a mediado de dicho página el comienzo del acta cuarta que continúa en la página de la derecha. |
ACTA DE LA TERCERA SESIÓN
ORDINARIA DEL AYUNTAMIENTO DE LA HIGUERA DE ARJONA DE
FECHA 17 DE MARZO DE 1868.
“Acuerdo…y En la Villa de la Higuera de Arjona á diez y
siete de Marzo de mil ochocientos sesenta y ocho reunidos los SS. que componen
el Aytº de la misma bajo la presidencia de D. Ildefonso Fuentes Alcalde de la
misma por dicho Sor se manifestó que el embargo hecho al rematador de Consumos
D. Bonoso de Lara no son bienes suficientes para responder al adeudo que tiene
contraído con la Hacienda
y el Municipio. En su consecuencia la Corporación acordó por unanimidad fuese ampliado
el embargo de cuantos bienes muebles e inmuebles que se le conocen y le
pertenecen lo cual se efectuará a seguida para evitar mayores perjuicios: Así
lo acordaron referidos SS. que firman y señalan de que yo el Srio. Certifico =
Aparecen las firmas de los siguientes señores:
Ildefonso
Fuentes. Manuel Mercado. Juan Ramón Barragán. Felipe Martínez Medina. José Calero.
Manuel Clemente Pérez.
P. A. D. A. C.
Francisco Cardeña y Arcediano. Srio.
La 4ª reunión del
ayuntamiento de la villa tuvo lugar en fecha 6 de junio. A esta reunión
asistieron los siguientes señores: D. Juan Ramón Barragán, D. José Calero, D.
Felipe Martínez Medina y D. Manuel Mercado Cano como Teniente alcalde, todos
bajo la Presidencia de su Alcalde D. Ildefonso Fuentes. En esta reunión se
manifestó la necesidad que había de ver el modo de terminar el asunto de Consumo, en virtud a que el rematador D.
Bonoso de Lara no había cumplido hasta el día sus compromisos prometidos continuamente,
llegando al extremo de tener un descubierto de más de diez y seis mil reales y
por ello una ejecución contra la Corporación con las dietas de veinte reales
diarios y a fin de evitar mayores perjuicios lo ponía en su conocimiento para
determinación que convengan. En su consecuencia la municipalidad acordó: que
desde luego cesase de vender dicho rematador poniendo los Ramos en la
Administración, hasta fin del corriente mes que concluye el año económico,
dejando precio que tiene en el día al por mayor que no corresponde al en que
quedó rematado y no haber persona alguna que se encargue de dicha especie y de
este modo no faltará surtido que tan necesario le es al vecindario de la villa.
ACTA DE LA CUARTA SESIÓN
ORDINARIA DEL AYUNTAMIENTO DE LA
HIGUERA DE ARJONA DE FECHA 6 DE JUNIO DE 1868.
“Acuerdos…y En la Villa de la Higuera de Arjona á seis
de Junio de mil ochocientos sesenta y ocho reunido los SS. Concejales de este Ayuntamiento
D. Juan Ramón Barragán, D. José Calero, D. Felipe Martínez Medina y D. Manuel
Mercado Cano Teniente bajo la
Presidencia de su Alcalde D. Ildefonso Fuentes por dicho Sor
se manifestó la necesidad que había de ver el modo de terminar el asunto de Consumo en virtud a que el rematador D.
Bonoso de Lara no ha cumplido hasta el día sus compromisos prometidos
continuamente llegando al estremo de tener un descubierto de más de diez y seis
mil reales y por ello una ejecución contra la Corporación con las
dietas de veinte reales diarios y a fin de evitar mayores perjuicios lo ponía
en su conocimiento para determinación que conbengan. En su consecuencia la
municipalidad acordó: que desde luego cesase de vender dicho rematador poniendo
los Ramos en la Administración
hasta fin del corriente mes que concluye el año económico dejando precio que
tiene en el día al por mayor que no corresponde al en que quedó rematado y no
haber persona alguna que se encargue de dicha especie y de este modo no faltará
surtido que tan necesario le es á este vecindario.
No aparecen firmas.
En esta misma fecha
del 6 de junio tiene lugar la 5ª reunión del concejo municipal. Para solucionar
el tema de Consumos se reúnen en sesión ordinaria los regidores componentes del
ayuntamiento constitucional de la villa, junto a un número igual de los mayores
contribuyentes de la villa. Quedaron reunidos D. Domingo S. de Fuentes, D.
Manuel Cubillas, D. Felipe Martínez, D. Francisco Barragán, D. Manuel Giménez,
D. Antonio Sánchez, D. Bartolomé Catalán y D. Francisco Martínez quienes
representan las clases de Cosecheros fabricantes e industriales de la población
con objeto de tratar el modo de cubrir el concierto de los Ramos del Consumo de
esta Villa para el año económico de 1868 a 1869. En su consecuencia la referida
Municipalidad y mayores Contribuyentes acordaron por unanimidad que
concurriendo en este pueblo circunstancias particulares para adoptar el Repartimiento
vecinal de los mil doscientos ochenta escudos quinientas milésimas
pertenecientes al Tesoro contratados con la Hacienda y demás recargos por la
Ley sobre mencionados Ramos de Consumos que ascendían a quinientos setenta y
seis escudos veinte y cinco milésimas para gastos provinciales y otra cantidad
igual para municipales o sea el cuarenta y cinco por ciento sobre la cuota del
Tesoro, teniendo presente que en la Villa no existían Cosecheros tratantes ni
fabricantes que se hicieran cargo de las cuotas referidas, como a la vez el mal
resultado del arriendo en pública Subasta que ha dado anteriormente, y
convencidos de que por la escasez y mal año que se ha presentado, no habría
persona que prometiese siquiera la mitad de citadas sumas aunque los géneros se
clasificaran por un valor excesivo; de aquí la necesidad de que dicha medida
arreglada al artículo 191 de la Ley vigente con copia certificada de este
acuerdo sea elevado al Señor Administrador de Hacienda Pública de la Provincia
para su Superior aprobación.
No aparecen firmas.
ACTA DE LA QUINTA SESIÓN
ORDINARIA DEL AYUNTAMIENTO DE LA
HIGUERA DE ARJONA DE FECHA 6 DE JUNIO DE 1868.
“Acuerdo…y En la Villa de la Higuera de Arjona á seis
de Junio de mil ochocientos sesenta y ocho reunidos los SS. que componen el
Aytº Constitucional de la misma asociado a un número igual de mayores
Contribuyentes que lo fueron D. Domingo S. de Fuentes, D. Manuel Cubillas, D.
Felipe Martínez, D. Francisco Barragán, D. Manuel Giménez, D. Antonio Sánchez,
D. Bartolomé Catalán y D. Francisco Martínez quienes representan las clases de
Cosecheros fabricantes é industriales de esta población con objeto de tratar el
modo de cubrir el concierto de los Ramos del Consumo de esta Villa para el año
económico de 1868 á 1869. En su consecuencia la referida Municipalidad y
mayores Contribuyentes acordaron por unanimidad que concurriendo en este pueblo
circunstancias particulares para doptar el Repartimiento vecinal de los mil
doscientos ochenta escudos quinientas milésimas pertenecientes al Tesoro
contratados con la Hacienda
y demás recargos por la Ley
sobre mencionados Ramos de Consumos cuales son quinientos setenta y seis
escudos veinte y cinco milésimas para gastos provinciales y otra cantidad igual
para municipales ó sea el cuarenta y cinco por ciento sobre la cuota del Tesoro
teniendo presente como esta Villa no existen Cosecheros tratantes ni
fabricantes que se hagan cargo de las cuotas referidas como á la vez el mal
resultado del arriendo en pública Subasta que ha dado anteriormente y con
vencidos de que por la escasez y mal año que se ha presentado no habría persona
que prometiese siquiera la mitad de citadas sumas aunque los géneros se
clasificaran por un valor escesivo de aquí la necesidad de que dicha medida
arreglada á el artículo 191 de la
Ley vigente con copia certificada de este acuerdo sea elevado
al Sor Administrador de Hacienda Pública de la Provincia para su
Superior aprobación. Así lo acordaron y firman referidos SS. de que Certifico =
No aparecen firmas.
La 6ª reunión fue
una sesión extraordinaria y tuvo lugar en fecha 3 de octubre de 1868, fecha en
que la Revolución de Septiembre o La Gloriosa había tenido lugar, y como
consecuencia de ello la Reina Isabel II y la familia Real había marchado a
Francia, instalándose el frente del Gobierno los Generales Serrano. Prim y
Topete.
En esta acta
aparecían ciertos aires revolucionarios entre los regidores componentes del
ayuntamiento, acordes con los nuevos tiempos de la política nacional. Se dice
textualmente: “… reunidos los Señores que han de convenir la Junta
Gobernadora o revolucionaria se hizo
presente por D. Felipe Martínez Marín Presidente de la misma, nombrado en voz
pública por los vecinos de esta población con motivo al pronunciamiento
nuevamente ocurrido, debía procederse al cumplimiento de cuanto se ordena en el
boletín oficial Extraordinario de 30 de Septiembre último y primero del actual
el cual fue leído. Acto seguido por dicho Señor en alta voz y enterados todos
los concurrentes de cuanto en los mismos
se previene, se acordó cumplimentar su contenido, debiendo procederse al
nombramiento de dicha Junta revolucionaria en virtud a quedar disuelto el
Ayuntamiento a fin de que esta Junta revolucionaria desempeñe las atribuciones
propias a la Corporación Municipal. Seguidamente se dio principio á el
nombramiento de ella y recayó en los sujetos siguientes: D. Felipe Martínez
Marín, Presidente, D. Felipe Martínez Medina Vicepresidente, Vocales D. José
Barragán, D. José Calero Martínez, D. Bartolomé Catalán, D. Hipólito Martínez,
D. Francisco Barragán y D. Juan Pérez Serrano, acordando se dé cuenta a vuelta
de correo la Junta revolucionaria de la
Provincia.
Aparecen las firmas
de los siguientes señores:
Felipe Martínez
Marín. Felipe Martínez Medina. José Calero Martínez. José Barragán. Domingo S. Fuentes. Bartolomé Catalán. Juan Ramón Barragán. Juan Pérez Serrano. Francisco Barragán. Francisco Martínez. Hipólito Martínez. Emilio Martínez.
ACTA DE LA SESIÓN EXTRAORDINARIA
DEL AYUNTAMIENTO DE LA
HIGUERA DE ARJONA DE FECHA 6 DE JUNIO DE 1868. Es la sexta
reunión de la Corporación
de este año 1868.
“Sesión
extraordinaria… y En la Villa
de la Higuera
de Arjona á tres de Octubre de mil ochocientos Sesenta y ocho reunidos los SS.
que han de convenir la
Junta Gobernadora ó
revolucionaria se hizo presente por D. Felipe Martínez Marín Presidente de la
misma nombrado en voz pública por los vecinos de esta población con motivo al
pronunciamiento nuevamente ocurrido debía procederse á el cumplimiento de
cuanto se ordena en el boletín oficial Estraordinario de 30 de Septiembre
último y primero del actual el cual fue leído. Acto seguido por dicho Sor. en
alta voz y enterados todos los concurrentes de cuanto en los mismos se previene se acordó cumplimentar su
contenido, debiendo procederse al nombramiento de dicha Junta revolucionaria en
virtud á quedar disuelto el Ayuntº á fin de que esta desempeñe las atribuciones
propias a la
Corporación Municipal. Seguidamente se dio principio á el
nombramiento de ella y recayó en los sujetos siguientes: D. Felipe Martínez
Marín, Presidente, D. Felipe Martínez Medina Vicepresidente, Vocales D. José
Barragán, D. José Calero Martínez, D. B Bartolomé
Catalán, D. Hipólito Martínez, D. Francisco Barragán y D. Juan Pérez Serrano,
acordando se dé cuenta á vuelta de correo á la Junta revolucionaria de la Provincia. Todo
así fue dispuesto por dichos SS. que firman de que Certifico =
Aparecen las firmas de
los siguientes señores:
Felipe Martínez
Marín. Felipe Martínez Medina. José Calero Martínez. José Barragán. Domingo S. Fuentes. Bartolomé Catalán. Juan Ramón Barragán. Juan Pérez Serrano. Francisco Barragán. Francisco Martínez. Hipólito Martínez. Emilio Martínez.
La siguiente acta
vuelve a ser una reunión ordinaria con fecha 20 de octubre. En este caso fue la
sexta reunión ordinaria y la 7ª reunión del cabildo del año 1868, contando la
anterior como extraordinaria a consecuencia de la Proclamación de la Junta
Revolucionaria local. En ella previa citación de los señores que componían la
Junta de Gobierno o Revolucionaria de la misma bajo orden de su presidente el
señor D. Felipe Martínez Marín por cuyo señor se declaró abierta la sesión,
poniéndose de manifiesto el Boletín Oficial número cuarenta y cuatro del
dieciséis del octubre y dada lectura a la circular que en el mismo se inscribe
de S, E. El Ministro de la Gobernación, y enterados que fueron dichos señores
de su contenido y con el fin de cumplimentarla en Todas sus partes y teniendo
presente cuanto se dispone en las reglas primera y segunda de mencionada
Circular acordaron unánimes proceder a el nombramiento de los concejales que
han de componer el Ayuntamiento de este pueblo. Acto seguido se dio principio
al nombramiento referido y resultaron electos para dichos cargos los sujetos
siguientes, para el Cargo de Alcalde primero D. Felipe Martínez Marín, para el
de Teniente a D. Juan Pérez Serrano, para Regidor D. José Calero Martínez, D.
Bartolomé Catalán, D. Felipe Martínez Medina, D. Francisco Barragán, D. José
Barragán y D. Francisco Fernández, a continuación se procedió al nombramiento
de Regidor Síndico de entre los expresados concejales resultando elegido por
unanimidad para dicho cargo Don José Calero Martínez.
Quedando así
terminada esta diligencia sin oposición alguna, dándose cuenta de quedar constituido este
Ayuntamiento o Corporación Municipal en sustitución del que actuaba en
dieciocho de Setiembre último a la Junta superior de la provincia para los
efectos que corresponda.
Aparecen las firmas
de los siguientes señores:
Felipe
Martínez. Felipe Martínez Medina. Juan Pérez Serrano. José Calero Martínez. Francisco Barragán. José Barragán. Bartolomé Catalán. Dice: La X de Francisco Fernández.
Hipólito Martínez.
Secretario del Ayuntamiento.
ACTA DE LA SEXTA SESIÓN
ORDINARIA DEL AYUNTAMIENTO DE LA
HIGUERA DE ARJONA DE FECHA 20 DE OCTUBRE DE 1868.
“Acuerdo…En la Villa de la Higuera cerca de Arjona á veinte de Octubre de mil
ochocientos sesenta y ocho reunidos previa citación los señores que componen la Junta de Gobierno ó
Revolucionaria de la misma bajo orden de su presidente el señor D. Felipe
Martínez Marín por cullo señor se declaró abierta la sesión poniéndose de
manifiesto el Boletín Oficial número cuarenta y cuatro del dieciséis del actual
y dada lectura á la circular que en el mismo se inscribe de S, E. El Ministro
de la Gobernación
y enterados que fueron dichos señores de su contenido y con el fin de
cumplimentarla en Todas sus partes y teniendo presente cuanto se dispone en las
reglas primera y segunda de mencionada Circular acordaron unánimes proceder á
el nombramiento de los concejales que an de componer el Alluntamiento de este
pueblo. Acto seguido se dio principio al nombramiento referido y resultaron
electos para dichos cargos los sujetos siguientes, para el Cargo de Alcalde
primero D. Felipe Martínez Marín, para el de Teniente á D. Juan Pérez Serrano,
para Regidor D. José Calero Martínez, D. Bartolomé Catalán, D. Felipe Martínez
Medina, D. Francisco Barragán, D. José Barragán y D. Francisco Fernández, a
continuación se procedió á el nombramiento de Regidor Síndico de entre los
espresados concejales resultando elegido por unanimidad para dicho cargo Don
José Calero Martínez.
Quedando así terminada esta diligencia sin oposición
alguna dándose cuenta de quedar
constituido este Alluntamiento ó Corporación Municipal en sustitución del que
actuaba en dieciocho de Setiembre último a la Junta superior de la probincia para los efectos
que corresponda. Todo así fue dispuesto por espresados señores que firman (Certifica está tachado) a Continuación.
Aparecen las firmas de los siguientes señores:
Felipe
Martínez. Felipe Martínez Medina. Juan Pérez Serrano. José Calero Martínez. Francisco Barragán. José Barragán. Bartolomé Catalán. Dice: La
X de Francisco Fernández.
Hipólito
Martínez. Srio. Yuntº.
La última reunión
ordinaria de este año de la Revolución de La Gloriosa tuvo lugar en fecha 25 de
octubre de 1868. Era la 8ª reunión, y de nuevo vuelve a salir el tema de los
consumos municipales. En ella bajo la presidencia del señor Alcalde D. Felipe
Martínez por cuyo señor se dio cuenta de una circular del señor Administrador
principal de Hacienda pública con fecha veintiuno del mismo mes previniendo que se ha debido
ingresar en la tesorería de la
provincia, el primer trimestre de consumo del corriente año económico en
cumplimiento a lo prevenido en la instrucción vigente, y por virtud de estar
así mandado por el Gobierno Provisional que hoy rige la nación, acordando se dé
cuenta al mismo o a la Administración en su caso de la imposibilidad que había
en el pago de los atrasos de estos ramos de consumo del año último pasado por
el arrendatario de ellos D. Bonoso de Lara que con motivo a la escasez que en
general nos rodea por la falta del año en la cosecha de cereales no había
podido satisfacer su importe. Y con el fin de evitar retrasos del ya citado
primer trimestre se proceda al nombramiento de cobrador, y efectuado resultó electo el señor concejal
D. Felipe Martínez Medina para que en el instante previo anuncio al público
distribuya entre estos vecinos las cedulas de aviso para que en los días
primero al cinco de Noviembre próximo quede realizado dicho cobro quedando
obligado a ingresarlo en la Tesorería de Provincia bajo su responsabilidad y
riesgo y solo por la garantía del Tanto por ciento que cobranza y conducción en
el repartimiento figura.
Obligándose además
para mayor seguridad de la Municipalidad a responder del importe del Todo del
Trimestre que recaudó, con todos los bienes que en la actualidad posee y en lo
sucesivo pudiera tener.
Aparecen las firmas
de los siguientes señores:
Felipe Martínez.
Bartolomé Catalán. Dice: La X de
Francisco Fernández. Francisco Barragán.
Hipólito Martínez Srio (tachado) Dice: Siguen las firmas. José Barragán. Felipe
Martínez Medina. José Calero Martínez. Juan Pérez Serrano.
Hipólito Martínez.
Secretario.
En la página de la izquierda parte final de la sesión de 20 de octubre. A continuaciónel acta última del año 1868, celebrada en fecha 25 de octubre. |
ACTA DE LA SÉPTIMA SESIÓN
ORDINARIA DEL AYUNTAMIENTO DE LA
HIGUERA DE ARJONA DE FECHA 25 DE OCTUBRE DE 1868. Esta sesión es la octava del año 1868, siendo la última de dicho año.
“En la Villa de la Higuera de Arjona á
veinticinco de Octubre de mil ochocientos sesenta y ocho reunidos los señores
que componen el Aytº constitucional de la misma con mi asistencia y bajo la
presidencia del señor Alcalde D. Felipe Martínez por cuyo señor se dio cuenta
de una circular del señor Administrador principal de Hacienda pública con fecha
beintiuno del mismo mes prebiniendo que
á debido ingresar en la tesorería de provincia el primer trimestre de consumo
del corriente año económico en cumplimiento á lo prebenido en la instrucción
vigente y por virtud de estar así mandado por el govierno probisional que hoy
rige la nación acordando se dé cuenta al mismo ó ala Administración en su caso
de la imposibilidad que había en el pago de los atrasos de estos ramos de
consumo del año último pasado por el arrendatario deellos D. Bonoso de Lara que
con motivo a la escasez que en general nos rodea por la falta del año en la
cosecha de cereales no había podido satisfacer su importe. Y con el fin de
evitar retrasos del lla citado primer trimestre se proceda al nombramiento de
cobrador y efectuado resultó electo el señor concejal D. Felipe Martínez Medina
para que en el instante previo anuncio al público distribulla entre estos
vecinos las cedulas de aviso para que en los días primero al cinco de Noviembre
próximo quede realizado dicho cobro quedando obligado á ingresarlo en la Tesorería de Provincia
bajo su responsavilidad y riesgo y solo por la garantía del Tanto por ciento
que cobranza y condución en el repartimiento figura.
Obligándose
además para mayor seguridad de la Municipalidad á responder del importe del Todo
del Trimestre que recaudó con todos los vienes que en la actualidad posee y en
lo sucesibo pudiera tener.
Así lo acordaron
ordenaron y firman de lo cual certifico.
Aparecen las firmas
de los siguientes señores:
Felipe Martínez. Bartolomé Catalán. Dice: La X de Francisco Fernández. Francisco Barragán. Hipólito Martínez Srio (tachado) Dice: Siguen las
firmas.
José
Barragán. Felipe Martínez Medina. José Calero Martínez. Juan Pérez Serrano. .
Hipólito
Martínez. Srio.
Nota a tener en cuenta en la trascripción de todas las actas.
En todos los casos la trascripción es literal, si bien se ha procedido a
interpretar en algunos casos los textos confusos o ilegibles, a no utilizar las
mismas abreviaturas de palabras en orden a dar claridad al texto redactado y la
imposibilidad de transcribir fielmente en la abreviatura la colocación de
algunas grafías manuscritas, a acentuar
las palabras que en muchos casos no figuraban acentuadas. Si se ha respetado
siempre la ortografía original, las uniones indebidas de palabras y la
redacción del texto en general.
A nivel de
la situación política del país en este año de 1868 decir que a la crisis
financiera de 1866 se sumó una grave crisis de subsistencias en 1867 y 1868
motivada por las malas cosechas de esos años, en un momento en que el país se
encontró totalmente falto de reservas de las que poder echar mano, debido a que
las exportaciones a Cuba, Francia e Inglaterra las habían vaciado prácticamente.
La primera subida del precio del trigo se produjo en septiembre de 1866 debido
a la escasez de trigo causada por las exportaciones realizadas, para reducir el
déficit de la
balanza comercial, después de dos años de excelentes cosechas. El problema se
agravó con la mala cosecha de 1867. El precio del trigo subió durante el año
agrícola de 1867-1868 un 37% respecto del año anterior, y un 64% en relación
con 1865-1866. Para intentar paliar la crisis el último gobierno de Narváez
aprobó un decreto en marzo de 1868, por el que se ponía fin a la tradicional
política proteccionista y se dejaba totalmente libre del pago de aranceles la
importación de trigos y de harinas, aunque la medida se tomó no porque se
hubiera asumido la teoría del liberalismo económico, sino como repuesta al
descontento popular y a las revueltas sociales de 1868.
Los
afectados por la crisis de subsistencias no fueron los hombres de negocios o
los políticos, como en la crisis financiera, sino las clases populares debido a
la escasez y carestía de productos básicos como el pan. Se desataron motines
populares en varias ciudades, como en Sevilla, donde el trigo llegó a
multiplicar por seis su precio, o en Granada, al grito de “pan a ocho”
(reales). La crisis de subsistencias se vio agravada por el crecimiento del
paro provocado por la crisis económica desencadenada, por la crisis financiera,
que afectó sobre todo a dos de los sectores que más trabajo proporcionaban, las
obras públicas, incluidos los ferrocarriles, y la construcción. Así pues, como
han señalado los historiadores de la economía en esos años confluyeron dos
tipos de crisis, una moderna de tipo capitalista que generaba desempleo y otra
tradicional, de subsistencias, que provocaba carestía y escasez. La
coincidencia de ambas creaba unas condiciones sociales explosivas, que daban
argumentos a los sectores populares para incorporarse a la lucha contra el
régimen isabelino.
D. Ramón María Narváez Campos. |
El 23 de
abril de 1868, moría el presidente del Gobierno D. Ramón María Narváez Campos,
duque de Valencia, el hombre que había tutelado a los Gobiernos desde 1844, y
sostenía a Isabel II desde 1863. Por otra parte O’Donnell, el hombre que
contenía a los unionistas para no colaborar en el destronamiento de Isabel II,
había muerto en noviembre de 1867. Con esta amalgama de contrariedades la
revolución parecía inminente.
Los funerales de Ramón María Narváez fueron pomposos, pero llenos de preocupaciones por parte de todos los sectores políticos y ciudadanos del país. La realidad era que no había un sustituto político capaz de asegurar el poder frente a los revolucionarios. González Bravo, el sustituto de Narváez, sólo representaba el ala derecha del sector de los moderados.
En este año desde abril de 1868 quedó al frente del Gobierno de la nación el político andaluz Luís González Bravo. Luis González Bravo nació en Cádiz en 1811. Fue periodista de “El Guirigay” en 1837-1838 y escribía con el pseudónimo de Ibrahim Clarete. En 1841 se hizo diputado y evolucionó rápidamente desde el progresismo al moderantismo y al conservadurismo de derechas. Por supuesto estuvo en 1843 contra Espartero. Encabezó la acusación contra Olózaga de violentar a la reina para disolver Cortes y, como resultado, González Bravo fue presidente del Gobierno en 1843. Volvió a la política en 1864 para ser ministro de Gobernación e imponer mano dura en tiempos de Narváez. Fue responsable de los sucesos de la Noche de San Daniel en 1865. Siguió siendo ministro de Gobernación en 1866 porque en esos tiempos Narváez era partidario de la represión más dura. Al morir Narváez en abril de 1868, volvió a ser Presidente del Gobierno y se empeñó en utilizar la fuerza y la represión hasta ser sobrepasado por la revolución de septiembre de 1868. Cayó con Isabel II. Al final de su vida se adhirió al carlismo, y murió en Biarritz en 1871.
Los funerales de Ramón María Narváez fueron pomposos, pero llenos de preocupaciones por parte de todos los sectores políticos y ciudadanos del país. La realidad era que no había un sustituto político capaz de asegurar el poder frente a los revolucionarios. González Bravo, el sustituto de Narváez, sólo representaba el ala derecha del sector de los moderados.
En este año desde abril de 1868 quedó al frente del Gobierno de la nación el político andaluz Luís González Bravo. Luis González Bravo nació en Cádiz en 1811. Fue periodista de “El Guirigay” en 1837-1838 y escribía con el pseudónimo de Ibrahim Clarete. En 1841 se hizo diputado y evolucionó rápidamente desde el progresismo al moderantismo y al conservadurismo de derechas. Por supuesto estuvo en 1843 contra Espartero. Encabezó la acusación contra Olózaga de violentar a la reina para disolver Cortes y, como resultado, González Bravo fue presidente del Gobierno en 1843. Volvió a la política en 1864 para ser ministro de Gobernación e imponer mano dura en tiempos de Narváez. Fue responsable de los sucesos de la Noche de San Daniel en 1865. Siguió siendo ministro de Gobernación en 1866 porque en esos tiempos Narváez era partidario de la represión más dura. Al morir Narváez en abril de 1868, volvió a ser Presidente del Gobierno y se empeñó en utilizar la fuerza y la represión hasta ser sobrepasado por la revolución de septiembre de 1868. Cayó con Isabel II. Al final de su vida se adhirió al carlismo, y murió en Biarritz en 1871.
Luis González Bravo
representaba en 1868 la continuación de la línea dura de Narváez, pero con
bases diferentes. González Bravo era un civil, católico, moderado muy
conservador, y no tenía las simpatías que pudiera tener Narváez entre el
ejército. Pero era un hombre íntegro y enérgico, inteligente y con experiencia
política. Era difícil a estas alturas del reinado de Isabel II recordar que
González Bravo había sido progresista antes de 1843. González Bravo decidió una
especie de dictadura, como la que se estaba configurando desde 1867.
Para su apoyo personal, González
Bravo ascendió al cargo de Capitanes Generales al general José Gutiérrez de la
Concha marqués de La Habana y al general Manuel Pavía y Lacy marqués de
Novaliches, saltándose el escalafón militar a fin de poner hombres de su
confianza personal en la cúpula militar. Algunos generales, perjudicados por
ser pospuestos en los ascensos, se enfadaron y se pusieron en contacto con el
grupo de Prim, al que sabían que era enemigo de González Bravo. A los golpistas
de Ostende sólo les quedaba la duda sobre la postura de los unionistas. La
condición que ponían los unionistas para unirse al golpe proyectado en Ostende
era sustituir a Isabel II por su hermana María Luisa, esposa del duque de
Montpensier. Se les contestó que el asunto de sustituir a la Reina quedaba
abierto a varias soluciones y no se vinculaba a la que ellos proponían. Los
unionistas se asociaron a un rico propietario llamado José Paúl Angulo, e
intentaron liderar el golpe, enviando a este hombre a Londres para proponer
Ceuta como inicio del levantamiento, pero Prim lo rechazó porque contaba con
Topete para iniciarlo en Cádiz.
El Gobierno González Bravo estuvo
formado por los siguientes ministros:
Presidente de Gobierno,
Luis González Bravo.
Ministro de Estado, Joaquín
Roncali Ceruti marqués de Roncali.
Ministro de Gracia y
Justicia, Joaquín Roncali Ceruti marqués de Roncali, y desde el 15 de junio de 1868
ocupó el cargo Carlos María Coronado.
Ministro de la Guerra,
Rafael Mayalde Villarroya.
Ministro de Marina, Martín
Belda y Mencía del Barrio.
Ministro de Fomento, Severo
Catalina del Amo y desde el 2 de agosto de 1868 ocupó el cargo Manuel Orovio
Echagüe, ministro interino. Desde el 3 de septiembrele sucedió Severo Catalina
del Amo.
Ministro de Hacienda,
Manuel Orovio Echagüe marqués de Orovio.
Ministro de Gobernación
Luis González Bravo.
Ministro de Ultramar, Carlos Marfori Callejas y desde el 15 de junio de 1868 ocupó el cargo Luis González Bravo, ministro interino y desde el 19 de junio de 1868 le sucedió Tomás Rodríguez Rubí.
Ministro de Ultramar, Carlos Marfori Callejas y desde el 15 de junio de 1868 ocupó el cargo Luis González Bravo, ministro interino y desde el 19 de junio de 1868 le sucedió Tomás Rodríguez Rubí.
D. Carlos Marfori Callejas, pintado por Manuel Ojeda. |
Este consejo de ministros
fue el penúltimo Gobierno de Isabel II, antes de dar paso al de José Gutiérrez
de la Concha marqués de la Habana, que cerró el reinado de Isabel II en
septiembre de 1868.
El primer signo evidente
del sesgo del nuevo Gobierno de D. Luis González Bravo fue que en 19 de mayo de
1868, González Bravo cerró las Cortes. Iba a continuar la “dictadura de hecho”
que había iniciado Narváez.
Los generales unionistas se
sintieron acosados y se fueron a ver a Prim. Prim se sintió halagado por estas
adhesiones, y sobre todo porque podía prescindir de los demócratas, si contaba
con el apoyo de los generales unionistas. En cuanto a la decisión sobre el
nuevo monarca que debía reinar en España, se acordó que las Cortes lo
decidieran después del golpe de Estado que debía acabar con Isabel II.
Isabel II se había
equivocado en permanecer en su terquedad de no contar con los progresistas para
gobernar. Es cierto que la oposición atacaba al Gobierno con todo lo que tenía,
con métodos legales e ilegales, con acciones morales e inmorales, pero Isabel
II debería haber superado ese problema y acercarse a los progresistas, de modo
que de esa forma evitase el auge del populismo en las calles. Los progresistas
se lo habían puesto muy difícil con sus modos radicales y populistas, pero el
camino era hablar con ellos y no enfrentarse a ellos por sistema y no
concederles nada de lo que reivindicaban.
D. Severo Catalina del Amo, 1873. |
Otro signo de cerrazón del
Gobierno, de sesgo católico integrista, se produjo el 2 de junio de 1868,
cuando se publicó la Ley Severo Catalina dejando en manos de los párrocos la
enseñanza elemental en los pueblos menores de 500 habitantes, y autorizándolos
a intervenir e inspeccionar la enseñanza de la religión en otros niveles. Con
estas medidas se volvía a la tradicional escuela parroquial, una situación que
de hecho se producía desde hacía siglos en España en algunos pueblos, pues el
párroco solía enseñar, junto con la catequesis de los niños, a leer y a
escribir. Esta situación no es integrismo en sí misma, pero la intención de la
Ley Catalina era unir la Iglesia a los intereses del Estado, que sí es
integrismo. Algunas escuelas parroquiales de cierta importancia fueron las del
Ave María, del padre Manjón, en Granada, en los años 1880. De nuevo se repetía
que las leyes de la enseñanza salían en periodo de plena crisis política,
cuando se iba a cambiar de Gobierno, y en esta coyuntura política no servirían
para nada.
Padre Andrés Manjón bajando del Sacromonte en burro por EL Paseo de los Tristes, por la parroquia de San Pedro y retrato con el fondo de las torres de la Alhambra. |
Como ya dijimos en su
momento en el anterior artículo, Ruiz Zorrilla redactó las proclamas que habían
de publicarse en todos los periódicos de Europa el 15 de agosto de 1867, las
cuales iban firmadas por Prim. Prim hablaba en ese manifiesto a los españoles
de opresión del Gobierno, de inmoralidad de los gobernantes y de necesidad de
un cambio radical que debía ser revolucionario, pues no había otro camino
posible. Debía haber Cortes Constituyentes por sufragio universal, las cuales
debían destruir todo lo existente e instaurar en España la libertad, el derecho
y la justicia. No hubo lugar para la difusión de este manifiesto.
En este momento, la
guarnición de Valencia se ofreció a cooperar y fue aceptada como sede del
inicio del levantamiento. Prim cambió los planes de forma apresurada y difícil
de explicar, constituyendo un lado oscuro de los acontecimientos, pues en fecha
16 de agosto de 1867 Prim llegó a Valencia para iniciar una sublevación, pero
los militares comprometidos en ello se echaron atrás. El Gobierno de Narváez lo
consideró un triunfo, casi lo máximo a que podía aspirar, dada la situación. El
Gobierno de Narváez se sintió orgulloso de haber salvado la Constitución, la
monarquía y el catolicismo. Con estos conceptos, definía perfectamente sus
prioridades, contrarias a las de los revolucionarios. Cuando se abrieron las
Cortes, éstas felicitaron al Gobierno por haber salvado a España de una guerra
civil, usando un lenguaje grandilocuente y a todas luces falso. La explicación al fracaso
de Valencia es que Prim había retrasado el inicio de la sublevación y luego se
quedó en un barco esperando el inicio de un alzamiento, que no se produjo sin
él. Cataluña inició la
sublevación el 16 de agosto en plena descoordinación, y la ausencia de Prim hizo
que muchos desertasen. Prim llegó a Cataluña el 22 de agosto, cuando el
movimiento ya había fracasado, y desde allí se marchó a Ginebra.
Los progresistas se reunieron en París presididos por Salustiano Olózaga e interpretaron que Prim había sido la causa del fracaso de agosto, no tanto por falta de valor, sino por falta de previsión y organización, cambios de planes, falta de decisión de desembarcar en Valencia…etc.
El 23 de septiembre de 1867, los generales unionistas Domingo Dulce Garay marqués de Castellflorite y Cipriano del Mazo Gherardi propusieron unirse al movimiento progresista de Ostende. Fernández de Córdova, Francisco Serrano y Domingo Dulce se reunieron a fines de 1867 y constataron que, en contra de Isabel II, había algunos moderados, algunos nobles, muchos soldados y oficiales, muchos unionistas y todos los progresistas y demócratas. Fernández de Córdoba dijo que él no se alzaría contra la Reina. Serrano y Dulce dijeron que si Isabel era destituida lucharían por la infanta Luisa Fernanda como nueva Reina. Serrano aparecía como nuevo líder unionista, y estaba en el Pacto de Ostende, pero sin el apoyo de la mayoría de los unionistas.
Los progresistas se reunieron en París presididos por Salustiano Olózaga e interpretaron que Prim había sido la causa del fracaso de agosto, no tanto por falta de valor, sino por falta de previsión y organización, cambios de planes, falta de decisión de desembarcar en Valencia…etc.
El 23 de septiembre de 1867, los generales unionistas Domingo Dulce Garay marqués de Castellflorite y Cipriano del Mazo Gherardi propusieron unirse al movimiento progresista de Ostende. Fernández de Córdova, Francisco Serrano y Domingo Dulce se reunieron a fines de 1867 y constataron que, en contra de Isabel II, había algunos moderados, algunos nobles, muchos soldados y oficiales, muchos unionistas y todos los progresistas y demócratas. Fernández de Córdoba dijo que él no se alzaría contra la Reina. Serrano y Dulce dijeron que si Isabel era destituida lucharían por la infanta Luisa Fernanda como nueva Reina. Serrano aparecía como nuevo líder unionista, y estaba en el Pacto de Ostende, pero sin el apoyo de la mayoría de los unionistas.
Domingo Dulce fue a París a
ver a Salustiano Olózaga, y Cipriano del Mazo a ver a Prim a Ginebra. Una vez
secundada por los militares unionistas, la revolución era imparable. El
inconveniente para ello era la negativa de O’Donnell a participar. O’Donnell
había dicho que nunca iría contra Narváez ni contra la Reina, pero también le dijo
a Antonio Cánovas que no defendería nunca a Isabel II, la cual le había
agraviado, y que apoyaría a su hijo Alfonso de Borbón si llegaba el caso. Ello
dejaba abierta la puerta para que los unionistas aceptaran el golpe y se
aliaran con progresistas y demócratas. También en estas fechas,
tenemos noticias de los socialistas en España que desde el 2 al 7 de septiembre
de 1867 se reunieron en el Segundo Congreso de la I Internacional en Lausana y
se dio lectura a dos cartas de españoles, una de Madrid y otra de Barcelona.
Por ello, tenemos noticias de que el socialismo estaba implantado en España.
Pero todavía no protagonizaban nada en política.
D. Manuel Cantero San Vicente. |
El 9 de abril de 1868,
Manuel Cantero, el hombre de Juan Prim en Madrid, convocó al general Francisco
Serrano, al general Domingo Dulce, y a José de Olózaga para proponerles
participar en un pronunciamiento próximo. Se trataba de comprometer a los
unionistas en el proyecto.
En junio de 1868 se sumó un
nuevo desastre a la crisis económica del paro, quiebra del ferrocarril y de la
construcción naval, además de crisis en las bolsas: no hubo cosecha y era el
segundo año que ello ocurría. Los precios del trigo subieron y el hambre se
generalizó. González Bravo se puso muy nervioso y tomó medidas de urgencia
apresuradas para salvar las cuentas del Estado, y no para paliar el hambre:
bajó los sueldos de los funcionarios y puso impuestos especiales. Al mal
ambiente económico y malas cosechas de 1867 y 1868, se sumaba una dura presión
de Hacienda y ello acarrearía un ambiente prerrevolucionario. González Bravo
estaba despertando a la fiera. Para todos era evidente la proximidad de un
golpe de Estado. Lo sabía el Gobierno, la Reina y los partidos políticos.
González Bravo infiltró un
agente en casa de Prim en Londres, un criado italiano, que le pasaba a González
Bravo toda la información sobre los conspiradores. Posteriormente Prim le
descubrió y le captó como agente doble.
González Bravo se puso aún
más nervioso de lo que ya estaba, y en fecha 6 de junio detuvo a los generales
que creía unionistas: Francisco Serrano Domínguez duque de la Torre, Domingo
Dulce Garay, Juan de la Zabala de la Puente marqués de Sierra Bullones,
Francisco Serrano Bedoya, Antonio Caballero y Fernández de Roda, Fernando
Fernández de Córdova. Fue un error político muy grave pues significaba el
enfrentamiento del Gobierno González Bravo con el ejército español. De hecho,
Francisco Serrano Domínguez, Domingo Dulce, Francisco Serrano Bedoya y Antonio
Caballero Fernández de Roda se pusieron en contacto con los hombres de Ostende
y firmaron el documento “España con honra”.
Los generales Serrano
Domínguez, Dulce, Zabala, Serrano Bedoya y Caballero de Roda fueron confinados
a Canarias, Zavala a Lugo, Fernández de Córdoba a Soria y Rafael Echagüe
Bermingham a Baleares. González Bravo se quedó solo, porque el ejército pedía a
los generales presos que se sublevasen. De éstos generales, Córdova no se alzó
contra la Reina ni contra González Bravo, pero se pasaría a Francia para no
oponerse a sus compañeros. Casi todo el resto de generales se comprometió con
el Pacto de Ostende.
El 3 de julio se supo en el
periódico “La Nueva Iberia”, en el artículo “La Última Palabra”, que los unionistas
apoyaban el Pacto de Ostende. El peligro era máximo para el Gobierno de
González Bravo.
El Pacto de Ostende fue el
acuerdo firmado el 16 de agosto de 1866 en la ciudad belga de Ostende por el
Partido Progresista y el Partido Demócrata, por iniciativa del general
progresista Juan Prim, para derribar la monarquía de Isabel II. Este pacto, al
que a principios del año 1868 se sumó la Unión Liberal, fue el origen de la
revolución de “la Gloriosa”, que en septiembre de este año 1868 depuso a Isabel
II. El Pacto de Ostende entre progresistas y demócratas, que
recibe su nombre por el de la ciudad de Bélgica donde se firmó el 16 de agosto
de 1866, constaba de dos puntos:
1º Destruir lo existente en
las altas esferas del poder.
2º El nombramiento de una Asamblea Constituyente
bajo la dirección de un Gobierno Provisional, la cual decidiría la suerte del
país, cuya soberanía era la ley que representase, siendo elegida por sufragio
universal directo.
Antes del alzamiento de septiembre ya en algunas ciudades españolas los
demócratas ya habían organizado clandestinamente a sus seguidores en algunas de
las ciudades españolas más importantes.D. Adelardo López de Ayala enlace de los conspiradores andaluces. |
Serrano, en su viaje hacia
Canarias, pasó por Cádiz, donde se entrevistó con los generales de Unión
Liberal: Adelardo López de Ayala, enlace de los conspiradores andaluces, y con
Juan Bautista Topete, el jefe militar del pronunciamiento en Andalucía. No
quería que la revolución se les escapase a los unionistas. Serrano pidió a
Topete que encabezase el pronunciamiento a fin de que la dirección del mismo no
cayese en manos de los progresistas, y mucho menos en las de los demócratas y
republicanos. El 13 de julio Serrano salió para Canarias. Topete se puso
entonces en contacto con los progresistas de Madrid, con Olózaga en París, con
Prim en Londres y se ofreció como líder de la revolución.
González Bravo, el 7 de
julio de 1868, acusó a Antonio María de Orleans duque de Montpensier de querer
el trono de España, una declaración que era precipitada y perjudicaba más a
González Bravo que a Montpensier. Montpensier y Luisa Fernanda quedaban
expulsados de España.
Antonio María de Orleans,
1824-1890, duque de Montpensier, era hijo de Luis Felipe de Orleans, rey de
Francia, y esposo de Luisa Fernanda de Borbón, hija de Fernando VII y hermana
por tanto de Isabel II. Montpensier fue expulsado de España sin que la orden
llevase justificación alguna, lo cual era ilegal. Seguramente, González Bravo
sabía que los generales unionistas habían ofrecido el trono a Luisa Fernanda, y
también que Montpensier se había puesto en contacto con los revolucionarios de
Ostende, y había les había pagado algunos gastos, pero eran rumores que no
podía probar. Los duques de Montpensier salieron para Portugal y fijaron su
residencia en Oporto. El 3 de agosto protestaron a Isabel II por el trato
recibido.
Los Duques de Montpensier: Luís Antonio de Orleans y la Infanta Luisa Fernanda de Borbón, hermana de Isabel II. |
González Bravo se estaba
equivocando políticamente. Acusaba como conspiradores revolucionarios a sus
generales, cuando eran simplemente unionistas, es decir, de lo menos
revolucionario que se podía ser entonces. Y acusaba de conspiración a Luisa
Fernanda, un miembro de la familia real, lo que le ponían en contra a muchos
moderados. En este tema, González Bravo no estaba tan desencaminado, pues Antonio
de Orleans y su mujer Luisa Fernanda de Borbón vivían en el Palacio de San
Telmo en Sevilla y tenían la idea de coronarse reyes, por lo que habían
financiado a los revolucionarios de 1868.
Los revolucionarios
proyectaron el pronunciamiento para el 9 de agosto, pero surgieron algunas
discusiones y la fecha se retrasó, la causa era que los unionistas querían a
Montpensier como rey, pero éste era hijo de Luis Felipe de Orleans (rey de
Francia en 1830-1848) y no le gustaba a Napoleón III, esposo de la granadina
Eugenia de Montijo. Para obtener el apoyo de Francia al golpe, se decidió hacer
un pronunciamiento sin candidato, y que éste fuera el que eligieran unas Cortes
Constituyentes.
Napoleón III y Eugenia de Montijo. |
Los únicos apoyos que le
quedaban al Gobierno de Isabel II eran los nobles latifundistas y la Iglesia
católica, esta última muy contenta porque el Gobierno perseguía a los
protestantes y se seguían en palacio en líneas generales las consignas dadas en
su tiempo por el Padre Claret y por Sor Patrocinio, la monja de las llagas
(aunque el Padre Claret se había marchado de Palacio 10 años antes por disconformidad
con un Gobierno “poco papista”).
En plena crisis financiera
de 1866 a 1868, los inversores o especuladores en el ferrocarril y los
fabricantes de paños pidieron subvenciones al Gobierno para salir de una crisis,
en la que se habían metido ellos mismos pidiendo proteccionismo y especulando
al máximo, en vez de buscar mercados exteriores y precios competitivos.
González Bravo se negó a entregar esos fondos y, tras el alboroto consiguiente
en las Cortes, decidió cerrarlas. González Bravo perdió a los inversores, a los
comerciantes y a los diputados.
La Reina fue a San
Sebastián el 9 de agosto de 1868 a veranear. Era el día inicialmente proyectado
para el golpe de Estado, pero ya se había pospuesto. La fragata Zaragoza
protegía la costa. La Reina fue a visitar la fragata y creyó ver que los
soldados estaban con ella y no con la revolución. Poco sospechaba que ese barco
iniciaría la revolución un mes más tarde en Cádiz.
Imagen de la fragata blindada Zaragoza. |
Sin embargo, tenemos
razones para pensar que la proximidad de la revolución era un hecho patente a
todos los españoles; era una estrategia, por ejemplo, que Cánovas, monárquico
conservador, pero descontento con Isabel II, se retirase a Simancas a
investigar sobre los Austrias y se hizo así con una excusa para no apoyar a la
Reina ni a los sublevados. No apoyaba a los unionistas, sus colegas de partido,
porque creía que habían traicionado a Isabel II sumándose a la revolución. No
apoyaba a los revolucionarios porque pensaba que la revolución la dirigirían
los demócratas.
El 23 de agosto tuvo lugar
la reunión final de los conspiradores, en la que se estableció que el 12 de
septiembre Prim embarcaría para Gibraltar, al tiempo que un barco iría a
Canarias a por los confinados allí, para actuar todos el 16 de septiembre, la
nueva fecha designada para el golpe. En esa reunión, los unionistas, con el
almirante Juan Bautista Topete a la cabeza, pidieron que se entronizase a los
Montpensier (concretamente a Luisa Fernanda de Borbón) y Prim contestó que, si
bien él era monárquico, respetaría la decisión de una asamblea constituyente.
Eso salvó la reunión, pero la verdad era que Prim tenía el veto expreso de
Napoleón III para imponer a los Montpensier. Pi y Margall en ese mismo evento
pidió la república.
Montpensier había entregado
dinero para el golpe, para financiar los barcos que debían ir a Londres y a
Canarias. Cuando se supo esto, muchos cargos políticos del Gobierno de González
Bravo dimitieron y hasta González Bravo presentó su dimisión, que no le fue aceptada.
El 9 de septiembre volvió
la Reina a San Sebastián y desde allí fue a Lequeitio (Vizcaya) “a veranear”.
Pero el golpe no iba a empezar en el norte, sino en Cádiz, al sur de España.
El general Juan Bautista
Topete contrató los barcos que debían ir a Londres y a Canarias, para llevar a
los líderes revolucionarios a la Península Ibérica.
El 12 de septiembre, como
estaba previsto, Manuel Ruiz Zorrilla, Práxedes Mateo Sagasta y Juan Prim se
embarcaron en Londres en el vapor Delta con destino a Gibraltar. Llegaron el 16
de septiembre. En Gibraltar, pasaron al Adelia y llegaron a Cádiz en esa misma
fecha, pero ya de noche. Financiaba y coordinaba el transporte un empresario
gaditano de Unión Liberal, productor y comerciante de vinos hacia Londres,
llamado José Paúl Angulo.
D. José Paúl Angulo. |
José Paúl Angulo,
1842-1892, pertenecía a una familia de vinateros gaditanos exportadores a
Londres, y estaba bien relacionado en Londres. Colaboró con Prim en 1868, pero
se disgustó seriamente cuando supo que Prim deseaba restaurar la monarquía en
España, por lo que inició una sublevación andaluza contra Prim, y más tarde
proyectó el asesinato de éste, que tuvo lugar el 30 de diciembre de 1870. Tras
ello, se exilió a Francia y más tarde vivió en varios países americanos.
El 14 de septiembre zarpó
el barco de Francisco Serrano Domínguez y los demás generales confinados de
Canarias, el San Buenaventura, por lo que llegarían un poco tarde a Cádiz, el
19 de septiembre, dos días después de lo proyectado y un día después de
iniciado el golpe.
El almirante D. Juan Bautista Topete. |
El almirante Juan Bautista
Topete coordinaba el movimiento en Cádiz precisamente en la fragata Zaragoza
que había visitado la Reina pocos días antes, en agosto, en San Sebastián, y
donde se reunieron Topete, Prim, Sagasta, Ruiz Zorrilla y Paúl Angulo. Prim
prefería unas Cortes constituyentes. No
era un pronunciamiento al uso, pues no se invocaba el nombre de la Reina para
cambiar de Gobierno, sino se hacía un llamamiento a la nación para cambiar de
sistema político y expulsar a la Reina.
El 18 de septiembre llegó
Prim a Cádiz, ya de noche, y ambos, Topete y Prim, fueron contra Cádiz, pero el
Gobernador de la ciudad se sumó al golpe. Topete había hecho triunfar la
revolución de septiembre. La explicación de la postura de Topete parece estar
en que era un hombre de Montpensier. Tuvo el ministerio de Marina en 1868 pero
dimitió al ser elegido Amadeo para ser rey de España, pues él defendía la
candidatura de Montpensier.
El 17 de septiembre de 1868
se supo en Cádiz que Prim estaba en un barco y que se esperaba a Serrano que
llegaría desde Canarias, y la gente se exaltó en la calle. Entonces se decidió
no esperar a Serrano y empezar el golpe.
Prim, que era bastante
cobarde o prudente, según el punto de vista, y ya había perdido otras
oportunidades de pronunciamiento por no bajar del barco a ponerse al frente de
las masas hasta que veía que ya la calle estaba alborotada, el 16 de septiembre
por la noche tuvo miedo por no ver concentrada la escuadra cuando, en teoría,
deberían estar en plena sublevación. Incluso pensó en echarse atrás una vez
más. Por fin encontró a Juan Bautista Topete en el Zaragoza y se convenció de
que la sublevación estaba organizada ya por Topete, y Prim se tranquilizó. Topete
puso condiciones para la sublevación: reinaría Luisa Fernanda, y el jefe del
pronunciamiento sería Serrano. Prim aceptó, pero dijo que era prematuro
anunciar quién debía ser la nueva Reina, porque ello comprometía a la propia
candidata, lo cual fue entendido por Topete y consintió en mantenerlo en
secreto.
El 17 de septiembre se
produjo el Primer Manifiesto de Topete en el que decía que España era regida
por una dictadura en la que no se respetaba la Constitución, no eran limpias
las elecciones y no había simpatía entre el monarca y los españoles. Era
necesario ir a una “monarquía constitucional”.
El 18 de septiembre la
escuadra se concentró en el puerto de Cádiz y se inició el motín a las 13:10
horas. En ese momento, 21 cañonazos anunciaron el destronamiento de Isabel II.
Cinco minutos más tarde ya lo sabía la Reina en Lequeitio. (La reina sufría
desde niña psoriaris, una enfermedad en la piel. Sus médicos le recomendaron
los “baños de ola” o la talasoterapia.
Así, la Familia Real pasó numerosas temporadas tomando baños en el
Cantábrico. Santander, San Sebastián y otras localidades costeras de Vizcaya
fueron el destino favorito para pasar el verano desde 1861. Cuando la
Revolución Septembrina o Gloriosa estalló en 1868 Isabel II estaba veraneando
en Lekeitio, desde donde hubo de partir al exilio francés).
Los barcos hicieron unos
disparos y esperaron a que los cuarteles militares y los civiles de tierra se
pronunciaran. Los civiles sólo salieron a la calle el 19 de septiembre, tal vez
porque había tormenta en la tarde del 18, pero a las seis de la mañana del 19
de septiembre estaba la gente en la calle, y entonces desembarcaron Prim y
Topete. También en Sevilla hubo una multitudinaria manifestación por la
república y contra los privilegios de la Iglesia católica.
El mismo 18, al saber lo
acontecido en Cádiz, Luis González Bravo dimitió en San Sebastián dando paso al
Gobierno de José Gutiérrez de la Concha el 19 de septiembre. De la Concha
marchó a Madrid el 20.
En la tarde del día 19,
llegó a Cádiz Francisco Serrano Domínguez y los generales golpistas confinados
en Canarias. Francisco Serrano Domínguez, Juan Prim y Juan Bautista Topete se
reunieron y elaboraron un manifiesto conocido como “España con Honra” (conocido
erróneamente como segundo manifiesto de Topete), que redactó Adelardo López de
Ayala y firmaron Francisco Serrano Domínguez, Juan Prim y Prats, Domingo Dulce
Garay (Domingo Dulce Garay 1808-1869, natural de Salés (La Rioja), ingresó en
caballería en 1823 y combatió en la guerra carlista de 1833-1840 y participó en
la revolución de 1854 contra Sartorius).
Francisco Serrano Bedoya,
Ramón Nouvilas Rafols, Rafael Primo de Rivera Sobremonte, Antonio Caballero
Fernández de Roda y Juan Bautista Topete habían decidido que no habría
candidato ninguno a la Jefatura del Estado, sino el que proclamasen las Cortes
Constituyentes y que se exigiría sufragio universal para que esas Cortes fueran
realmente representativas. El documento hablaba de la necesidad de una
legalidad que respetase los derechos de todos los españoles, de que el Rey no
fuese enemigo de la Constitución, y pedía la regeneración social y política, y
el sufragio universal.
Habría un tercer documento
o llamamiento a la revolución, hecho por Topete el 27 de septiembre de 1868,
Segundo Manifiesto de Topete en la realidad, y tercero en la relación de los
grandes documentos conocidos de septiembre de 1868, en el que acusaba a los
encargados de dirigir España de haber ido contra la Constitución y haber
gobernado España mediante Decretos despóticos. Todos los Manifiestos, el de 17
de septiembre, el de 19 de septiembre y el de 27 de septiembre, hablaban de la
necesidad de una Constitución nueva que superara la de 1845.
REVOLUCION GLORIOSA 1868-1870.
Del 18 al 22 de septiembre
de 1868 se produjeron varias sublevaciones como la de Santander, El Ferrol,
Béjar, La Coruña, Zaragoza, Cartagena, Santoña, Alicante y Alcoy. La
sublevación era ya imparable. La sublevación de Barcelona arrastró a toda
Cataluña y a Valencia.
El 20 de septiembre Topete
se hizo cargo del mando en Cádiz, Serrano marchó a Sevilla, y Prim emprendió
una gira en barco que le llevó a Jerez, Málaga, Almería, Cartagena, Valencia (2
de octubre) y Barcelona (3 de octubre). El melindroso de Prim permanecía en el
barco hasta que se sublevaba la ciudad a la que se dirigía, y bajaba luego a
hacer una arenga. Tenía muchas razones para hacerlo así, pues los sublevados no
eran unionistas ni progresistas, sino demócratas republicanos de los que no
sabía que podía esperar.
Horrorosa escena de un combate en las barricadas de Jerez en marzo de 1868, de Valeriano Becquer, publicada en la revista españolaEl Museo Universal. |
En Cádiz se produjeron los
primeros levantamientos de 1868 contra Isabel II. Ya en 10 de agosto de 1868,
José Paúl Angulo, un partidario de Prim comerciante y demócrata, llevó a Cádiz
un centenar de hombres reclutados en Jerez, Puerto de Santa María y San
Fernando, pero el levantamiento era demasiado precoz y fracasó al no encontrar
resonancia en otras ciudades de España. Pero el fracaso no fue total, pues más
de un centenar de demócratas quedaron escondidos dentro de Cádiz y a la espera
de acontecimientos. El 17 de septiembre, Juan Bautista Topete embarcó a su
tropa con el fin de librarse de la vigilancia a que le tenía sometido el
Gobernador Joaquín de Bouligny, que era progubernamental. El 18 de septiembre,
Bouligny estaba convencido de la proximidad de un golpe, asumió plenos poderes
y declaró estado de guerra.
Generales: Prim, Serrano y Topete. |
Daba por hecho el pronunciamiento de la marinería
de Juan Bautista Topete. En efecto, a primeras horas de la tarde, Topete
disparó los 21 cañonazos que eran la contraseña del inicio del levantamiento.
Inmediatamente, los civiles escondidos en Cádiz se dirigieron a los puntos
previamente convenidos a fin de ocuparlos. En San Fernando, el general
unionista Rafael Primo de Rivera se pronunció tras oír los cañonazos. El 19 de
septiembre, a las 02:00 horas, en mitad de la noche, se pronunció en Cádiz el
Regimiento Cantabria, a las órdenes del coronel progresista José Merelo. Éste
fue apoyado por los civiles demócratas Rafael Guillén, Carlos Haurie y el
capitán retirado Manuel Sánchez Silva. Acudieron más tarde al cuartel los
demócratas Paúl Angulo, Fermín Salvoechea y Gumersindo de la Rosa, y tomaron el
Gobierno Civil (Aduana), liberaron a los presos políticos y constituyeron Junta
en el Ayuntamiento. En esa Junta estaban representados progresistas y
demócratas. Joaquín de Bouligny no quiso atacar a la masa de gente sublevada,
porque eso significaría una carnicería, y se refugió en el castillo de Santa
Catalina. Desde allí negoció su rendición ante Juan Bautista Topete, una vez
que supo que estaba en franca minoría frente a los rebeldes. El 19 de
septiembre, Prim nombró una Junta Revolucionaria de Cádiz que tenía la novedad
de incluir a los unionistas, manteniendo a todos los componentes de la Junta
anterior. Topete fue designado Presidente de esa Junta Revolucionaria. El mismo
19 de septiembre, por la noche, llegaron desde Canarias los generales
confinados, los unionistas Serrano Domínguez, Serrano Bedoya, Antonio Caballero
Fernández, y se incorporaron a la rebelión.
Revolución de 1868 “La
gloriosa”.
En Madrid, los demócratas
no contaban con el apoyo de militares importantes y tenían pocas opciones de
ganar el levantamiento. Su táctica fue sacar la gente a la calle e intentar
conseguir armas. Fracasaron. La represión gubernamental acabó con los líderes
demócratas de Madrid, que hubieron de huir e intentar formar nuevos grupos
rebeldes. Los demócratas de Madrid estaban organizados en “El Centro
Democrático de Madrid”. El Centro Democrático de Madrid era el órgano coordinador
de diversos grupos populares demócratas, encargado de guardar una disciplina de
partido. Las diez Juntas de Distrito demócratas, que se habían coordinado antes
por la Junta Central de Madrid, pasaron a ser coordinadas por el Centro
Democrático de Madrid. Estos grupos actuaban como organizaciones clandestinas
cuyo líder tomaba como nombre supuesto el de la organización, y sólo los
líderes se reunían y se conocían entre sí en ese Centro Democrático. Su
pensamiento era radical, pero no republicano, y tenían orden de decir que
serían las Cortes quienes deberían decidir el futuro político de España,
monárquico o republicano. Se sabían pocos, y siempre buscaron el apoyo de los
progresistas para poder tener alguna oportunidad de triunfo de la revolución.
Se lema era: “Democracia, abajo los Borbones, mueran los tiranos y viva la
soberanía del pueblo”. Una vez fracasados en Madrid, los demócratas trabajaron
mucho en provincias, y de ahí que el movimiento provincial apareciera como
predominantemente demócrata. No sabemos quién dirigía Centro Democrático de
Madrid, porque su líder, José María Orense, estaba exiliado. En general, el
levantamiento de Madrid de 19 de septiembre fue un fracaso, y hubo que esperar
a un nuevo levantamiento el 29 de septiembre.
En Béjar (Salamanca), la
rebelión la protagonizaron los civiles. Para ello se coordinaron progresistas y
demócratas. Aprovecharon un momento de salida del destacamento de guarnición en
la ciudad, dejando sólo 6 soldados de retén, para atacar el cuartel y apoderarse
del alcalde y de los fondos públicos. Entonces constituyeron Junta
Revolucionaria Demócrata, reclutaron a vecinos ofreciendo un sueldo, se
hicieron con 300 fusiles, fabricaron dos cañones y se situaron en barricadas y
casas particulares. El 22 de septiembre llegó desde Salamanca el brigadier
Francisco Nanetti con 1.500 soldados e intentó tomar la ciudad. Tuvo que luchar
casa por casa. El asalto le estaba costando muchas bajas, unas 200, y abandonó
el ataque, habiendo causado 15 muertos a los junteros, y provocado otras 26
víctimas civiles. Se esperaba el ataque definitivo de las tropas de Salamanca,
cuando Nanetti supo de la derrota isabelina de Alcolea de 28 de septiembre, y
no repitió el ataque. La Junta Revolucionaria de Béjar había triunfado.
En Alcoy (Alicante) hubo
división entre demócratas y progresistas y el levantamiento fracasó, los
dirigentes de ambos partidos huyeron, y formaron partidas de guerrilleros en el
campo.
La revolución de 1868 en Alicante. |
El Alicante unos grupos de
civiles fueron a la Plaza de la Constitución el 21 de septiembre, y el
Gobernador Militar, brigadier Aparicio, envió contra ellos a la Guardia Civil.
Los protagonistas fueron los demócratas.
Salvador Juan Damato Phillips, agente de Prim. |
En Santander, un agente de
Prim llamado Salvador Damato, militar confinado, trató de levantar la
fortificación militar de Santoña. Muchos militares se comprometieron a sumarse
al pronunciamiento si éste se producía en Madrid, pero no lo iniciarían ellos.
El levantamiento lo protagonizó en 20 de septiembre el periodista demócrata
Prudencio Sañudo en Santander, al frente de un grupo de civiles. Sañudo, como
demócrata, se negaba a ceder el poder a los militares si triunfaba. Convocó a
sus compañeros en la Plaza de la Constitución. Los progresistas le advirtieron
que era insensato adelantarse al pronunciamiento de los militares de Santoña,
pero como ni Damato ni Olarán, los jefes progresistas, estaban en Santander, no
hubo negociación con los demócratas, y éstos se levantaron solos. Los
Gobernadores, Militar y Civil, enviaron contra los sublevados a la Guardia
Civil. Hubo disparos, pero ninguna baja. Los guardias civiles tomaron 40
prisioneros y sofocaron el levantamiento. Entonces se sublevaron los militares
de Santoña y el Gobernador llamó a los dirigentes progresistas y demócratas a
negociar. Acudieron Antonio Félix García por los demócratas y José María Olarán
por los progresistas. Llegaron a un acuerdo el 21 de septiembre: no se
atacarían entre sí, y ambos bandos, monárquico y “revolucionario”, tratarían de
guardar el orden público, cada uno entre los suyos. El día 21 se reunieron en
casa de Fernando Calderón de la Barca, un abogado progresista, el unionista
Pedro de Cárcoba y los progresistas Pedro de Cárcoba, Joaquín Sánchez Andrade y
Antonio García Solar. Formaron Junta los cinco, y dieron entrada en ella a dos
demócratas, Prudencio Sañudo y Antonio Félix García. Los junteros fueron al
Ayuntamiento y encontraron allí al brigadier Francisco Javier Chacón, el cual
se había pronunciado por la revolución. Le incorporaron también a la Junta. Y
llegada la noche, decidieron incorporar también a Marcos Oria Ruiz, un abogado
progresista. En la tarde de ese mismo día 21 de septiembre, llegó desde Santoña
la goleta Caridad comunicando que en Santoña había habido pronunciamiento de
los militares y exigiendo la sumisión de la Junta de Santander a la autoridad
militar pronunciada. En pocas horas, llegaron a la ciudad de Santander 500
soldados y hubo acuerdo. El 24 de septiembre se tuvo noticia en Santander de
que el general Eusebio Calonge Fenollet, Capitán General de Valladolid, se acercaba
a la ciudad con 3.000 soldados isabelinos. La reacción de los sublevados fue
poner barricadas e instalar posiciones defensivas en los tejados. Entonces se
produjo la unión de civiles y militares sublevados, cediendo todos los mandos a
los militares, concretamente al coronel Villegas. El ataque a la ciudad fue muy
duro: Calonge tuvo 450 bajas, y los sublevados 24 muertos (8 militares y 16
civiles) y 20 heridos. Calonge tomó la ciudad y los líderes revolucionarios
huyeron a Santoña por mar. Calonge tuvo entonces que salir hacia Valladolid,
donde había también problemas, y no persiguió a los huidos a Santoña. El 30 de
septiembre se supo que la revolución había triunfado en Madrid y las fuerzas de
retén, que Calonge había dejado en la ciudad de Santander, huyeron.
LA REVOLUCIÓN DE 1868
En Granada, los
protagonistas del alzamiento fueron agrupaciones demócratas.
En Córdoba, el coordinador
del alzamiento fue Francisco Leiva Muñoz, médico republicano exaltado, que
ejercía como periodista ocasional, el cual coordinaba al alcalde unionista Juan
Ramón de Hoces conde de Hornachuelos, al comerciante Rafael María Garrindo,
presidente del Comité Progresista, y al Decano de la Facultad de Derecho Ángel
de Torres, presidente del Partido Demócrata. También estaban complicados Ignacio
Chacón López, coronel de lanceros que aportaba el apoyo de los militares, y
Rafael Bastida Herrera conde de Robledo de Cardeña, el cual fue distinguido con
la alcaldía provisional cuando triunfó la revolución y el conde de Hornachuelos
se dedicó a otros menesteres. Las fuerzas isabelinas estaban representadas por
el Gobernador militar Juan Nepomuceno Servent, y por el Gobernador civil
Bernardo Lozano. El inicio del levantamiento fue complicado porque el demócrata
Ángel de Torres quería que empezaran los militares, mientras Francisco Leiva
decía que debían empezar los civiles. Leiva no esperó a ningún acuerdo, se puso
a asaltar las armerías de la ciudad y se hizo con algunas armas, momento en que
se le unieron en la calle algunos vecinos. El Gobernador Juan Nepomuceno
Servent convocó a los líderes unionista (conde de Hornachuelos), progresista
(Garrindo) y demócrata (Torres) y les intimó a que evitaran entre todos el
derramamiento de sangre. En ese momento se sublevó el Regimiento Villaviciosa
con Ignacio Chacón López a la cabeza, y el levantamiento quedó decidido por los
hechos mismos. Entonces llegó desde Madrid el isabelino coronel Mayens y exigió
la rendición de los sublevados. Para darles tiempo a decidir y evitar
derramamientos de sangre, se retiró a Carpio. Era el 20 de septiembre de 1868.
En ese mismo día, Hornachuelos y Torres salieron a toda prisa de Córdoba para
pedir soldados. En ese día ya estaba Francisco Serrano en Sevilla. Mientras
tanto, el resto de la Junta de Córdoba intentó reclutar un ejército y ofreció 8
reales diarios a los que se alistaran. Se alistaron 4.000 ese mismo día. Se
rectificó y se les comunicó que no se les pagaría nada, y se retiraron 3.200
“voluntarios”. Tampoco servía de nada tener tantos voluntarios porque no tenían
armas. Cuando el isabelino Manuel Pavía Lacy marqués de Novaliches se acercaba
a Córdoba, los 800 voluntarios huyeron en desbandada. El Regimiento
Villaviciosa y su jefe Ignacio Chacón se retiraron hacia Sevilla en tren. Los
isabelinos ocuparon Córdoba, disolvieron la milicia ciudadana y organizaron una
Junta de Paz con moderados, carlistas y progresistas isabelinos. Participaron
en esa Junta algunos guardias civiles y algunos eclesiásticos. El Regimiento
Villaviciosa se encontró con Caballero de Rodas y con Hornachuelos, al mando de
una fuerza militar que iba a Córdoba. Antonio Caballero de Rodas ordenó a los
que huían que siguieran hasta Sevilla. Él se dirigió a Córdoba y reorganizó la
rebelión, exigiendo la sumisión de los civiles a la autoridad militar. Rafael
Pérez del Álamo, líder campesino de Loja de ideas anarquistas, se acercó a
Córdoba con un batallón de voluntarios, y Francisco Leiva Muñoz reclutó otro
batallón en Córdoba. Llegó Francisco Serrano Domínguez desde Sevilla, camino de
Madrid, y acompañado por Rafael Izquierdo Gutiérrez y por Antonio del Rey
Caballero, fueron sobre el Puente de Alcolea y vencieron a Manuel Pavía Lacy
marqués de Novaliches, el 28 de septiembre de 1868, lo que significó el final
del reinado de Isabel II.
En Barcelona había en septiembre
de 1868 una huelga de obreros del sector textil, pues la crisis económica se
hacía notar.
En resumen, los
protagonistas iniciales de las rebeliones eran los demócratas, a veces
acompañados de progresistas. Pero nunca podían hacerse cargo de la situación
por sí mismos, pues eran muy pocos, no estaban convenientemente armados y no
podían hacer frente al ejército. El proceso conducía siempre a pactar con los
militares sublevados, y éstos exigían el control de la situación, con lo que
los demócratas perdían la iniciativa. En cuanto a las guerrillas surgidas, los
guerrilleros eran mayoritariamente republicanos y demócratas, un 80%, pues la
guerrilla se nutría de voluntarios, no de vecinos forzados a ello.
Los voluntarios de la
libertad contribuyeron a mantener el orden en los primeros días de la
revolución. Se habían distribuido armas entre la población en muchas ciudades y
fueron los voluntarios de la libertad los encargados de recogerlas de aquellas
personas que no dependían de las Juntas. Sirva como ejemplo que en Madrid se
distribuyeron unas 40.000 personas y fueron armadas en el cuartel de San Gil de
la capital de España.
Hubo ciudades donde el
ejército se negó a repartir armas, al considerar que ellos se bastaban para
mantener el orden en la ciudad. El general Izquierdo en Sevilla se negó a dar
armas a la población y arengó a sus tropas, para que mantuvieran el orden en la
ciudad.
Los voluntarios de la
libertad no eran el brazo armado de la burguesía revolucionaria, eran como una
fuerza armada popular, con un predominio de jornaleros seguidos de menestrales,
que nacen fundamentalmente con la finalidad de defender los postulados de la
revolución y dentro de ellos el respeto a la propiedad, que con el tiempo se
convertirá en un poderoso enemigo para el Gobierno Provisional caracterizado
por su moderación.
Con el fin de
regularizarlas se publicó mediante Decreto del Ministerio de la Gobernación del
18 de noviembre del año 1868 lo que les otorga la legalidad y regulación. Su organización era de tipo militar formado
por pelotones, compañías y batallones.
Sus jefes eran elegidos por sufragio, pero siempre estaban bajo el mando
de los alcaldes constitucionales. La
creación de estos batallones sólo era posible en las capitales de provincia y
en ciudades de más de 10.000 habitantes y siempre tenían que tener más de 300
voluntarios. Para entender mejor lo que significaban
los voluntarios de la libertad en los inicios de la Gloriosa, hemos de saber
que, por ejemplo, el tres de octubre del año 1868 hubo un desfile en Madrid
frente al Congreso de los Diputados con unos diez mil voluntarios de la
libertad.
Desfile militar ante el Congreso de los Diputados con motivo del triunfo de "La Gloriosa". Museo del Romanticismo de Madrid. |
El 18 de septiembre de 1868,
Luis González Bravo había dimitido, y se daba comienzo al Gobierno de Gutiérrez
de la Concha. González Bravo en 1868 le alejó de Madrid
como sospechoso. Tras el triunfo de 1868 fue enviado a Cuba donde su rigidez
moral no encajó ni con españolistas ni con rebeldes. En
septiembre de 1868, se simultaneaban en España una revolución militar, un golpe
de Estado militar típico, y un movimiento revolucionario demócrata, constituido
en las Juntas Locales y Provinciales de septiembre de 1868 (1).
Las Juntas Locales y
Provinciales no eran parte de la sublevación militar preparada por los
generales golpistas, pero surgieron en 1868 como en todas las revueltas
progresistas españolas del siglo XIX. Se trataba de gentes, en su mayoría del
Partido Demócrata, que reivindicaban la supresión de las quintas y desaparición
de los impuestos indirectos, lo cual era inasumible por la burguesía que apoyaba
a los generales sublevados, pues su meta era eximir de impuestos a los
compradores y cargárselos a los vendedores. En teoría apoyaban a los
sublevados, pero sus objetivos eran distintos. Estas juntas eran republicanas,
mientras Prim, el líder del movimiento de 1868, era monárquico.
La demostración de la
duplicidad de movimientos revolucionarios se hizo patente en el caso de Prim,
dándose el caso de que Prim fue aclamado en Barcelona el día de la sublevación
contra Isabel II, pero esas mismas masas, el 3 de octubre, le pedían que se
arrancase del ros de su vestimenta la corona real, que llevaba cosida como
insignia.
El golpe lo iniciaron los
militares en Cádiz. Pero inmediatamente surgieron las Juntas revolucionarias
democráticas integradas por civiles. Los primeros querían una monarquía
constitucional. Los segundos querían una república popular. Ambos intentaron
tomar el mando de los acontecimientos, pero los civiles no tenían suficiente
organización, armas y presupuesto para mantener la resistencia a los ejércitos
gubernamentales de Isabel II. Y los segundos no tenían capacidad de vencer a
las fuerzas gubernamentales, si no era con el apoyo de las Juntas de civiles.
Ambos se necesitaban.
Una vez que había triunfado
la sublevación, ambos reclamaron el poder. Lo ganaron provisionalmente los
militares monárquicos. Intentaron su suerte los republicanos en 1872-1873,
aunque eran una minoría de apenas el 20% de los diputados. Y tras el fracaso
republicano, un nuevo golpe situó en 1874 a la clase conservadora en el poder,
a la clase política continuista con el sistema monárquico, si bien en la
persona de Alfonso XII.
De todas formas, los
historiadores valoran en general muy positivamente la revolución de 1868 como
el final de un “paripé” político liberal, que no hacía las reformas liberales
porque no creía en ellas, y aunque tomaba las formas constitucionales y decía
acatar una Constitución, nunca la cumplía. Se acababa un régimen
pretendidamente liberal que continuamente hacía promesas como si esas reformas
fueran a empezar en cualquier momento.
Los grupos progresistas se
situaron en septiembre de 1868 en colaboración tanto con los militares como con
las Juntas populares demócratas, ninguno de los cuales era propiamente de los
suyos. Lo único que buscaban era el derrocamiento de Isabel II. La idea que
defendieron, y en gran parte lograron, era que no hubiera derramamientos de
sangre inútilmente. Los juntistas también buscaron evitar el derramamiento de
sangre. Pero no hubo un plan de Gobierno progresista, no hubo unas bases
populares preparadas para el momento, no hubo unos líderes progresistas
suficientemente fuertes. Si hubo un líder, ése fue Prim, pero cuando fue
asesinado, se acabó todo el plan. El periodo del Sexenio fue un periodo de
bandazos en los que no se sabía a dónde se encaminaba el sistema político. Y el
único que se preocupó por configurar un sistema coherente, Cánovas, se llevó el
gato al agua.Desarme de los voluntarios de la libertad en Zaragoza. |
En cuanto a los gobernantes
isabelinos que eran desplazados del poder, no sentían la obligación moral de evitar
el derramamiento de sangre, pero los militares que les apoyaban, a menudo
estuvieron más dispuestos a pactar y evitarlo, que al enfrentamiento armado. Y
de esta manera, y afortunadamente para los españoles, la revolución de 1868 no
fue todo lo sangrienta como era tradición en España.
Y había un tercer elemento
importante, además de militares y demócratas, aunque no protagonista, eran las partidas
de guerrilleros que estaba previsto que debían aparecer en el campo, los cuales
no iban a obtener ningún rendimiento político, pero debían hostigar a los
ejércitos isabelinos a fin de que fuera posible el triunfo de la revolución. Su
misión era levantar los pueblos, tomar el pueblo, requisar bienes y alimentos
útiles para la guerra, confiscar animales y cosechas, imponer contribuciones de
guerra para sostener a los sublevados. No era poco el papel de estos grupos
rurales.
El prototipo de
levantamiento fue una discusión entre militares y civiles por quién debía
protagonizar el primer paso del levantamiento, la cuestión a resolver era si
primero debían pronunciarse los militares y al día siguiente sumarse la Juntas
populares civiles, o si primero debían sublevarse las Juntas y posteriormente
sumarse los militares. El problema era que el conjunto de sublevados, militares
y civiles, debería hacer frente al ejército gubernamental isabelino, y nadie
quería significarse sin tener la seguridad de que otro le iba a apoyar, ninguno
creía en la posibilidad de victoria por sí solo. Y ninguno creía en las ideas y
sistema político del otro.
D. Juan Prim i Prats, pintado por Madrazo. |
Las órdenes de Prim eran
coordinar levantamientos de civiles y de militares, y ceder el poder a los
militares una vez consolidado el levantamiento. Pero los demócratas no estaban
de acuerdo en ceder el poder una vez conseguido, sino pensaban que el ejército
se debía poner a su servicio.
Así el último Gobierno de
Isabel II fue el Gobierno de José Gutiérrez de la Concha, marqués de la Habana,
desde el 19 de septiembre 1868 hasta el 30 de septiembre 1868.
Este último gobierno de
Isabel II estuvo formado con los siguientes personajes:
En el cargo de Presidente, D.
José Gutiérrez de la Concha, marqués de La Habana.
Ministro de Estado, Joaquín
Roncali Ceruti, marqués de Roncali, aunque en fecha 20 de septiembre quedó
vacante indefinidamente.
Ministro de Gracia y
Justicia, D. Carlos María Coronado hasta la fecha 20 de septiembre 1868, en el
que el subsecretario Vicente Gomis actuó como gestor.
Ministro de Hacienda, D. Manuel
Orovio Echagüe, marqués de Orovio hasta el 20 de septiembre 1868, y continuó D.
José Magaz Jaime en el cargo como interino.
Ministro de la Guerra, D. José
Gutiérrez de la Concha marqués de La Habana.
Ministro de Marina, D. José
Gutiérrez de la Concha Marqués de La Habana, que lo fue hasta el 21 de
septiembre 1868, continuando D. Antonio Estrada y González Guiral.
Ministro de la Gobernación,
D. Luis González Bravo hasta el 20 septiembre de 1868, que le sucedió D. Cayetano
Bonafós.
Ministro de Fomento, D. Severo
Catalina del Amo hasta el 20 septiembre de 1868, que continuó D. Juan Cavero.
Ministro de Ultramar, D. Tomás
Rodríguez Rubí hasta el 20 de septiembre de 1868, que continuó D. José Nacarino
Bravo.
El 19 de septiembre, Luis
González Bravo abandonó la Presidencia en manos de un militar para dedicarse
con más intensidad a su Ministerio de Gobernación, es decir, al orden público.
Podemos observar que el 20
de septiembre, había en Madrid un Gobierno de continuidad respecto al del día
anterior. José Gutiérrez de la Concha se había reservado el mando del ejército,
y González Bravo el de las fuerzas de orden público que ya tenía anteriormente.
Continuaban los Ministros de Estado, Hacienda, Fomento, Ultramar y el ya citado
de Gobernación. Cambiaban la Presidencia para un militar, Guerra y Justicia.
La situación era
insostenible e incluso se barajaba la posibilidad de que Isabel II abdicase en
su hijo Alfonso, pero se desistió de ello, porque esa decisión abocaba a una
Regencia, en la cual Isabel II reclamaría ser la Regente. También se pensó en
la necesidad de que la Reina estuviese en Madrid en esos momentos difíciles,
pero esa determinación parecía peligrosa y se mantuvo a la Reina en San
Sebastián, a un paso de Francia.
El 21 de septiembre se
redactó un proyecto de disolución de las Cortes, como siempre había hecho
Narváez en casos de inseguridad, a fin de que el Gobierno “impusiese el orden
público” sin restricciones. El proyecto nunca llegó a ponerse en vigencia, pero
indica el sentido autoritario del nuevo Gobierno de España.
José Gutiérrez de la Concha
organizó militarmente el territorio español para hacer frente a los
pronunciados encargando a su hermano Manuel Gutiérrez de la Concha marqués de
Duero, controlar las regiones de Castilla la Nueva y Valencia, a Juan Pezuela y
Ceballos conde de Cheste las de Cataluña
y Aragón, a Eusebio Calonge Fenollet las de Castilla la Vieja, Galicia y
Asturias, y a Manuel Pavía Lacy marqués de Novaliches las de Andalucía. Manuel
Pavía y Lacy, marqués de Novaliches pasó Despeñaperros el 21 de septiembre
dirigiéndose desde Madrid a Cádiz para defender el trono de Isabel II.
Los sublevados en Andalucía
decidieron que el unionista Francisco Serrano Domínguez avanzara sobre Córdoba,
al encuentro del marqués de Novaliches, mientras los progresistas Prim y
Sagasta organizaban la retaguardia en Andalucía Occidental.
El general Francisco
Serrano Domínguez duque de la Torre, encontró a Manuel Pavía y Lacy marqués de
Novaliches a 12 kilómetros de Córdoba, en Puente de Alcolea, y trabaron batalla
el 28 de septiembre de 1868 en la que hubo un millar de muertos. El número de
muertos no fue importante, aunque Pavía fue herido. Lo fundamental fue que
parte de las tropas de Pavía se pasaron a las de los revolucionarios al grito
de “todos somos unos” y con ello, la situación parecía perdida para la Reina. Los
militares llegaron al acuerdo de esperar a que decidiera el futuro de España
“la voluntad nacional”.
Málaga, Granada, Almería,
Sevilla, Valencia (José Peris Valero), Alicante, Murcia, Cartagena, Zaragoza,
Valladolid, Burgos, Santoña, Santander, Asturias y La Coruña, se pronunciaron
contra Isabel II. El grito de las masas decía “¡abajo lo existente!”.
Madrid se levantó el 29 de
septiembre contra el Gobierno de Isabel II, es decir contra José Gutiérrez de
la Concha, 11 días después del inicio del golpe y un día después de la derrota
de Manuel Pavía Lacy en Alcolea.
Ese mismo día, 29 de
septiembre, se acabó la fase violenta o militar de la revolución. No hubo más
intervención militar. Los días 29 y 30 de septiembre, los militares se
adhirieron masivamente al levantamiento en las ciudades en las que no había habido
sublevación, o como alternativa huían cuando habían hecho un planteamiento
desafiante y habían propuesto condiciones a los sublevados, los cuales ya no
aceptaban ninguna condición. En las Juntas que iban surgiendo, de ninguna
manera se aceptaba a las autoridades civiles y militares que no se habían
sublevado a partir del 18 de septiembre.
No obstante y a pesar de
conocer que ya no había violencia, los civiles sublevados en Madrid levantaron
barricadas e incluso hubo disparos en la calle contra un enemigo ya
inexistente. También se organizaron manifestaciones contra los gobernantes
huidos, y hubo desmanes como ya era costumbre en España en estas situaciones. Y
se divulgaban coplillas para animar a la gente a salir a la calle. Los
demócratas estaban repitiendo la parafernalia, la puesta en escena de
levantamientos anteriores españoles, sin que ello tuviera sentido pues no había
nadie contra el que rebelarse ni contra el que luchar. Aquello no tenía más
sentido que la propaganda para intentar que algunos ciudadanos poco informados,
o tibios en su caso, se sumaran a los grupos demócratas.
Manifestación en la Puerta del Sol de Madrid y entrada de los generales de "La Gloriosa", tras la batalla de Alcolea en 1868. |
Los revolucionarios decían
que se habían rebelado contra una dinastía que se creía a sí misma de derecho
divino, contra una Reina de conducta moral insoportable y de ideas
supersticiosas, que trataba a los españoles como a siervos y les privaba de sus
derechos como ciudadanos.
A lo largo del día 29 poco
a poco se iba haciendo patente la gratuidad de todo lo proyectado por los
revolucionarios madrileños, la falsedad de que fuera necesario un levantamiento
armado, el paripé que estaban montando los demócratas. Y pronto fue evidente
que sólo buscaban formar grupos políticos adictos a los demócratas que
reclamasen el poder. Aquello se convirtió en una fiesta anárquica, sin limitaciones,
sin plan de actuación pues no había ministros, gobernador, alcalde, alguaciles
o serenos a los que atacar. Se aprovechó para que cada uno hiciese lo que le
viniera en gana en un desorden total. Los dirigentes no obtuvieron ningún
provecho de ello. Más bien quedaron en evidencia, pues todos sospechaban que
eran los demócratas los organizadores de ese follón. En varias ciudades de
España, los demócratas hablaban a la gente de la redención definitiva, de la
felicidad al alcance de todos, de una situación de justicia tras décadas de
injusticia, de “república universal” que nadie sabía lo que era, ni lo sabemos
nosotros.
Los militares, entendieron
el mensaje demócrata, de que los demócratas podían sacar multitudes a la calle
cuando quisieran, y decidieron que la revolución no se les iba a escapar de las
manos por obra de multitudes populistas.
D. José Ramón de Hoces y González de Canales, Duque de Hornachuelos. |
En
Córdoba estaba ya formada de antemano una Junta Revolucionaria, que lideraba
otro nombre importante de la época: el por entonces Conde de Hornachuelos, y
luego Duque, José Ramón de Hoces y González de Canales, militar en la reserva y
persona con gran capacidad de mando. La conexión con el alzamiento de Cádiz
corría a cargo del oficial Juan Bellido, mientras que el liderazgo militar se
le entregó a Ignacio Chacón, que era el coronel de los Lanzeros de
Villaviciosa. La Junta activó los mecanismos en los que había trabajado durante
meses y el día 20 de septiembre, tras varios enfrentamientos callejeros,
Córdoba también cayó del lado de los partidarios del pronunciamiento. Hubo
muertos pero no una gran inestabilidad.
El
conflicto no había acabado sin embargo en Córdoba, pues pronto corrió la
noticia de que el ejército isabelino, liderado por Manuel Pavía y Lacy, marqués
de Novaliches, se dirigía hacia el Sur para intentar revertir la situación.
Para contrarrestarlo, se puso en marcha también la fuerza militar que habían
logrado reunir los conjurados y que estuvo al cargo del por entonces líder de
la Unión Liberal, el general Francisco Serrano, Duque de la Torre. Las dos
fuerzas se encontraron finalmente en el puente de Alcolea, estratégico paso
sobre el Guadalquivir donde ya se había librado otra batalla entre franceses y
españoles en 1808. Novaliches lanzó aquel 28 de septiembre un ataque frontal,
pero al ver que no avanzaban decidió ponerse en vanguardia para motivar a sus
soldados. Un proyectil de artillería le desfiguró el rostro y le dejó herido
grave. El Estado Mayor de Novaliches abandonó junto al herido la posición y ese
fue el detonante que provocó el repliegue y el desmoronamiento de las fuerzas
isabelinas. En la Batalla de Alcolea participaron unos 18.000 hombres y la
ciudadanía cordobesa mostró su solidaridad con los heridos.
Las
noticias del desastre del Ejército real corrieron como la pólvora por España y
pronto comenzaron a escribirse versos satíricos sobre el marqués desfigurado.
El eco de la derrota llegó por supuesto a la Reina, que estaba de vacaciones en
San Sebastián. Isabel II, tras tener también noticia de que el poder en Madrid
caía del lado de los promotores del pronunciamiento, decidió entonces exiliarse
a Francia poniendo así fin a un errático reinado que había comenzado en 1833.
El Gobierno Isabelino había
contado hasta el 28 de septiembre con la victoria fácil de Manuel Pavía Lacy
sobre Francisco Serrano Domínguez. La derrota de Alcolea les sorprendió. La
decisión inmediata fue ceder el poder con el cese del Gobierno Gutiérrez de la
Concha y no provocar en primer lugar una matanza en Madrid, y tal vez el inicio
posterior de una guerra civil en España. Se ordenó ceder el poder a los revolucionarios.
El proceso de cesión fue rápido, apenas duró 48 horas.
Conocida en Madrid la
derrota de Alcolea, en 29 de septiembre se nombró provisionalmente Capitán
General de Madrid, a fin de mantener el orden público, a Antonio Ros de Olano, marqués
de Gual-el-Jelú y conde de la Almina. Éste traspasó el poder al unionista
Joaquín Jovellar Soler como Gobernador Militar de Madrid, y al progresista
Pascual Madoz Ibáñez como Gobernador Civil de Madrid.
El general José Gutiérrez
de la Concha, Presidente del Gobierno, dimitió el 30 de septiembre. Del
desmantelamiento del Gobierno se hizo provisionalmente cargo el general Manuel
Gutiérrez de la Concha, a fin de traspasar los poderes. Ese mismo día 30 de
septiembre, Manuel Gutiérrez de la Concha cedió el poder a la Junta
Revolucionaria Provisional de Pascual Madoz Ibáñez. Paralelamente a la Junta
Revolucionaria de Madoz, hubo en Madrid otra Junta, la de Amable Escalante, un
hombre progresista monárquico de Prim. Había sido apresado en Cádiz la víspera
del levantamiento como sospechoso de estar entre los organizadores del golpe y
llevado preso a Madrid. Allí formó Junta sin saber que ya había otra, la de
Pascual Madoz. No hubo problemas.
Componentes del Gobierno Provisional de 1868. |
Ambas Juntas, se unieron el
3 de octubre en una sola, la Junta Revolucionaria de Madrid, de Joaquín Aguirre
que era una tercera junta resultante de las dos anteriores. En
3 de octubre, la presidencia de la Junta Revolucionaria Provisional pasó a
Joaquín Aguirre de la Peña. Joaquín Aguirre de la Peña era un catedrático de
Derecho de Madrid, que había asesorado a los progresistas en 1854 y había
colaborado en los Gobiernos del Bienio Progresista. La Junta no hizo ningún
decreto de derrocamiento o de abolición de la monarquía.
La Junta Revolucionaria
Provisional de Madrid se hizo cargo de La Gaceta, y por ese medio comunicó a
las demás Juntas de España el triunfo de la revolución en cuanto se había
conseguido la soberanía de la Nación, la destitución de Isabel II y se había
declarado la incapacidad de todos los Borbones para sustituir a Isabel II. Juan
Lorenzana, actuando como Ministro de Estado, comunicó a todos los embajadores
de España en el extranjero que el Trono estaba desierto, que Isabel II de
Borbón ya no era soberana de España y que, con ello, había perdido el derecho a
gozar de la veneración de su pueblo, y había dejado de ser irresponsable.
Cuando el Capitán General
de Cataluña, Juan Manuel González de la Pezuela Ceballos, un hombre de
confianza de Isabel II, afirmó que el orden social era más importante que la
monarquía y que ello le impedía atacar a los rebeldes andaluces, la Reina, que
veraneaba en San Sebastián, decidió pasar a Francia. Si no contaba con
Andalucía, había perdido Madrid, y no le apoyaba Barcelona, no tenía sentido
continuar. Ahí acabó su reinado y comenzó el exilio de la Reina.
Hotel de Londres, donde solía veranear la familia real en San Sebastián. |
La Reina había permanecido
en San Sebastián desde 9 de septiembre. Pasó a Hendaya (Francia). Desde
Hendaya, la Reina hizo un Manifiesto en el que se proclamaba Reina legítima de
España. El empresario José Salamanca intentó que la Reina abdicase en su hijo
Alfonso, entonces de 11 años de edad, para poder negociar con los pronunciados,
pero Carlos Marfori Calleja, el favorito de la Reina en aquellos días, se opuso
a la abdicación.
El 30 de septiembre de
1868, Isabel II abandonó España, con lo cual se da por cesado al Gobierno de
José Gutiérrez de la Concha, una vez que no estaba la Reina. Por su parte,
Gutiérrez de la Concha había dimitido ese mismo día.
La Reina cumplía 38 años el
10 de octubre. Lo hacía en el exilio. En Biarritz estaban Napoleón III y
Eugenia de Montijo que recibieron a Isabel. Carlos Marfori quiso organizar la
comitiva de Isabel en su viaje a Francia, cosa que no permitió el ejército
francés, que decidió que eso les competía a ellos. Napoleón III y su esposa
Eugenia de Montijo ofrecieron a Isabel II un castillo en Pau, y allí se quedó
la Reina unos días esperando que las cosas volvieran a como estaban y fuera
reclamada por España para volver al trono, pero las cosas no sucedieron como
ella esperaba.
Castillo de Pau, que fue el primer alojamiento de la familia real exiliada. |
Tras su primer destierro en Pau, Isabel II, su esposo y el
príncipe de Asturias, futuro Alfonso XII, decidieron instalarse en París en un
palacio comprado a un príncipe ruso, Alexander Basilewski. El castillo de Pau
estaba en malas condiciones de habitabilidad. Por eso el 6 de noviembre de 1868
se trasladó a París y fue a vivir a las Tullerías, pabellón Rohan, calle
Rivoli. Después, Isabel compraría el palacio Basilewski (que más tarde sería
Hotel Mayestic y la calle se llamaría calle Kleber).
Pabellón Rohan en la calle Rivoli en las Tullerías. |
La reina Isabel II exiliada en París. |
Como ya vimos a comienzos
de 1866 se había producido el desastre financiero europeo tras la quiebra de
algunas compañías ferroviarias, que ya no podrían pagar su deuda bancaria. Se
suspendieron las obras en construcción y los proyectos nuevos en preparación.
Quebraron las constructoras. Quebraron a continuación las siderúrgicas, que
vieron cancelados los pedidos y tampoco podían cumplir con los bancos. Y luego
quebraron las empresas mineras del mineral de hierro. Y los bancos no
resistieron más y tuvieron que cerrar, pues no podían recuperar los créditos
concedidos. Y mientras tanto, miles de obreros eran despedidos cada semana.
En España, el primer
síntoma de la crisis lo dio la Bolsa de Barcelona, la cual se hundió en mayo de
1866. Esa Bolsa arrastró a la Madrid. Al poco, muchas entidades financieras y
compañías ferroviarias quebraron. Y los éxitos de 1865, cuando se habían
tendido 929 kilómetros de vías, se tornaron en fracasos, pues sólo se tendieron
40 kilómetros en 1866. Y en 1867, se tendieron 100 kilómetros. Y en 1868, 65
kilómetros. Por mucho que se intentase aguantar, el cierre de todas las
empresas era obligado.
Y a la crisis financiera se
sumó la crisis agraria por mala cosecha, la cual se suele producir en España
cada 10 u 11 años, y se produjo en 1867 y 1868. El precio del pan, en verano de
1868 era muy alto y el conjunto de los alimentos aprovechó para elevar precios.
Cientos de miles de obreros estaban siendo despedidos y no podían hacer frente
a esos precios altos. Miles de trabajadores del campo y de mineros emigraron a
la ciudad intentando encontrar algún tipo de trabajo. Y en ese momento,
González Bravo bajó los salarios de los funcionarios del Estado, para que las
cuentas cuadrasen y el Estado pudiera disminuir su deuda.
En segundo lugar, debemos
considerar el problema social creado por el modo de gobernar de Narváez desde
1856, caracterizado por el signo de la represión. El control sobre las
ganancias de los empresarios está fuera de lugar en esta época histórica, pues
es algo que se plantearía en Europa a fin de siglo. La falta de verdaderos
partidos políticos que canalizasen las reivindicaciones populares, daba fuerza
a las agrupaciones violentas, anarquistas o simplemente populistas. El
descrédito de la familia real, que no era un ejemplo moral precisamente, ni en
su vida familiar ni tampoco en sus negocios especulativos ventajistas, no daba
posibilidades de cooperación entre los dirigentes políticos españoles. Este
descrédito había conducido al retraimiento sistemático de los progresistas. A
todo ello se unía cierto descontento militar por motivo de los ascensos fáciles
en infantería a costa de las otras armas del ejército, descontento que se
incrementó tras la represión de la Noche de San Daniel, 10 de abril de 1865, y
la del Cuartel de San Gil en 22 de junio de 1866. Por último, los profesores
universitarios progresistas fueron expedientados en 1867. Y ambos factores, el
retraimiento y el descontento militar, se verán interrelacionados con la muerte
de O’Donnell en 1867 y la de Narváez en 1868.
El Pacto de Ostende de
agosto de 1866, en principio inofensivo, pues estaba gestionado por las
minorías de izquierda, demasiado inoperantes, se fue convirtiendo en un factor
revolucionario a medida que más y más personas se adherían a él, y llegó a ser
la ocasión de relevo en el poder en cuanto se sumaron los unionistas en 1867.
El triunfo final de los
revolucionarios vino propiciado por la decisión de Topete de unirse a los
revolucionarios (aunque seguramente con ánimo de introducir a Montpensier),
dando la oportunidad para que los generales golpistas regresasen a la península,
por la formación de las Juntas Locales y Juntas Provinciales, (que desde 1810 eran tradicionales) y por la
decisión de Isabel II de marcharse de España sin presentar batalla, que sus
razones tenía para no hacerlo.
La situación en la que
quedaron los partidos políticos tras la revolución de 1868, fue que el Partido
Moderado dejó de existir. Algunos líderes se fueron al exilio con Isabel II.
Otros se pasaron al carlismo.
Granada 1 de febrero de
2020.
Pedro Galán Galán.
Bibliografía:
Archivo Municipal de Lahiguera. Cuadernillo de
actas del año 1868.
De la Fuente Monge,
Gregorio. Las Revoluciones de 1868. Élites y poder en la España Liberal.
Marcial Pons Historia Estudios. 2000.
Encinas Gómez, Emilio:
Gobierno González Bravo, 1868.
Encinas Gómez, Emilio:
Historia de España, Gobierno Gutiérrez de la Concha, 1868.
Pérez Garzón, J. S: Milicia
Nacional y Revolución burguesa, el prototipo 1808-1874. Prólogo de Manuel
Espadas Burgos. CSIC, Madrid 1978.
Sexenio Revolucionario.
Humanidades cchs.csic.es
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