PROLOGO

Se pretende que sea éste un espacio dedicado a entretener y deleitar (... a través de la fotografía fundamentalmente) ... a dar a conocer (...o traer al recuerdo) ciertos monumentos o espacios situados en el término o cercanías de Lahiguera. ...a llamar la atención por el estado de abandono y deterioro de muchos de ellos, ...y si llegara el caso, a remover la conciencia de todos los que somos "herederos" de tales monumentos y espacios, y que con nuestra aportación ayudásemos a la conservación de los mismos.

sábado, 1 de febrero de 2020

EL AÑO DE LA REVOLUCIÓN DE SEPTIEMBRE DE 1868 EN LAS ACTAS DEL AYUNTAMIENTO DE HIGUERA DE ARJONA.



LA REVOLUCIÓN DE SEPTIEMBRE LLAMADA “LA GLORIOSA” Y EL EXILIO DE ISABEL II A FRANCIA.

El reinado de Isabel II había entrado en una crisis profunda a partir de la crisis económica de 1866, debido a la descomposición del Partido Unionista, y la ruptura interna entre progresistas.

El verano de 1868 había transcurrido como si nada especial ocurriese. Y de repente, tras el levantamiento de la Armada en Cádiz en septiembre de 1868, España se puso en efervescencia, los campesinos se lanzaron a ocupar tierras, los políticos de todos los signos se enervaron y pareció despertar el monstruo de la violencia. Evidentemente, no podemos pensar en que nada había ocurrido antes, aunque la censura y la violencia del Gobierno no lo publicasen.

En septiembre de 1868 se inició en España una coyuntura histórica nueva en la que era posible que se produjeran cosas difíciles de imaginar tan solo muy poco antes; pues podía ser que hubiera monarquía o república en cualquier momento entre 1868 y 1873; hubo república en 1873; se podía ser no católico; algunos pensaban iniciar el “cantonalismo”, una especie de república federal en la que cada ciudad de unos pocos miles de habitantes, aunque unida a su región de influencia, sería soberana con posibilidades de declararse independiente, lo cual supondría cientos de cantones; algunos pensaban iniciar experiencias socialistas.

Realmente las tendencias mayoritarias no eran revolucionarias sino conservadoras, creían en la monarquía con Estado unitario, o como mucho en la república unitaria. Dominaban el Parlamento, pero las Cortes toleraban inactivas todo tipo de experimentos. Se había sacralizado la libertad hasta el límite de lo absurdo.

En el “Sexenio Revolucionario” se intentaron muchos modelos de revolución simultáneos y contrapuestos, los considerados revolucionarios de izquierdas llamarán a este periodo “Sexenio Democrático”, porque les parecía la culminación de sus deseos tomados como utopías, pero me parece que este término contiene una carga de partidismo que no responde a la realidad.
Portada del Cuadernillo de Actas del año 1868.
En el Cuadernillo de actas de este año y anotado a lápiz aparece en el folio que sirve de portada:

         Nº 26                                                      1868

Manuscrito a tinta a modo de Portada aparece el texto:

Higuera Cerca de Arjona. Año de 1868

Libro Capitular correspondien-

te á el espresado Año.

Nota: Aparece en la parte superior de los folios impares de los 6 folios el llamado Sello de Oficio. Otro sello diferente al ya descrito  de los varios anteriores. Este Sello de Oficio de color negro, presenta forma rectangular con base en el lado de menor dimensión. En él aparece como figura central una dama sentada de perfil hacia la izquierda sosteniendo una torre de castillo de vigilancia en sus manos; sobre su asiento aparece sobreimpreso el perfil dela Reina Isabel Segunda. A la izquierda el texto 40 Cs DE Eo, en la parte derecha AÑO DE 1868 y en la base SELLO 8º.
En este año de 1868 sólo se celebran ocho reuniones del ayuntamiento en la villa de Higuera de Arjona.

Las reuniones tienen lugar en las siguientes fechas:

1ª Reunión ordinaria en fecha 1 de enero de 1868, presidida por D. Manuel Mercado como Alcalde accidental, tiene por objeto dar posesión y recibir el juramento preceptivo a los nuevos cargos que han de formar parte del cabildo local, formado por los siguientes señores suplentes que pasarían a formar parte del nuevo ayuntamiento durante el cuatrienio de entre los años 1868 a 1871: D. Domingo S. Fuentes, D. Felipe Martínez Cortes y D. Luis Ruano Vargas. El resto de los concejales repetían en el cargo, éste grupo estaba formado por D. Manuel Mercado,  D. Juan Ramón Barragán y  D. Manuel Clemente Pérez.
Acta primera del año 1868 y al final de página encabezamiento del acta segunda.
ACTA DE LA PRIMERA SESIÓN ORDINARIA  DEL AYUNTAMIENTO DE LA HIGUERA DE ARJONA DE FECHA PRIMERO DE ENERO DE 1868.
“Acta…y En la Villa de la Higuera de Arjona á primero de Enero de mil ochocientos sesenta y ocho y siendo las doce de mencionado día se reunió el Aytº de ella en su sala Capitular bajo la presidencia del Sr. Alcalde accidental del mismo D. Manuel Mercado con el objeto de dar posesión y recibirles el juramento debido al Juez de Paz y Suplentes nuevamente nombrados por la Superioridad del Territorio que lo han sido D. Domingo S. Fuentes, D. Felipe Martínez Cortes y D. Luis Ruano Vargas quienes hallándose presentes excepto el último Sor en virtud á encontrarse enfermo en la Villa de Arjona dicho Sor presidente y por delegación del Sor. Juez de primera Instancia les recibió juramento con arreglo á derecho prometiendo á la vez cumplir fiel y lealmente sus respectivos cargos en el presente cuatrienio de mil ochocientos sesenta y ocho á mil ochocientos setenta y uno con lo que se dio por concluido el acto mandado se remita certificado de este acta al espresado Sor Juez y firman los SS. Concejales y demás concurrentes de que yo el Srio. Certifico =
Aparecen las firmas de los siguientes señores:
Manuel Mercado.  Juan Ramón Barragán.  Domingo S. Fuentes.  Felipe Martínez.  Manuel Clemente Pérez.  

Francisco Cardeña y Arcediano.
La 2ª reunión ordinaria tiene lugar en fecha 15 de febrero, e igualmente estuvo presidida por D. Manuel Mercado como Alcalde accidental. En este caso la reunión era motivada por el descubierto en que se encontraba el actual rematador de Consumos hasta el día D. Bonoso de Lara, cuyo descubierto ascendía a más de once mil reales para con el Tesoro y municipio siendo este responsable de ello en virtud a no haberse otorgado la correspondiente Escritura de fianza por los motivos y condescendencias que la corporación no ignoraba, a pesar de los requerimientos que en diferentes ocasiones se le habían hecho por la misma Escritura de fianza. En su consecuencia y teniendo presente lo relacionado anteriormente, el Ayuntamiento acordó por unanimidad: Que sin pérdida de tiempo y en evitación de perjuicios que pudiesen ocurrir, Se hizo cargo a D. Manuel Mercado como presidente de la corporación, para que por medio de su autoridad invite a D. Bonoso de Lara, referido rematador de los ramos de Consumos de esta Villa para que ingresase las cantidades que adeuda por indicados conceptos, como también el que preste la fianza necesaria en bienes de cualquiera clase hasta su total solvencia por el tiempo de su empeño y de no verificarlo se procederá al embargo de cuanto posea en el día, de cuya medida vería con sentimiento este Ayuntamiento graduando los principios y buenas moralidades que al citado rematador adornan, quedando por lo mismo en esta convicción el que no dará lugar a ellas en beneficio de todos, y en el cumplimiento de tan sagradas obligaciones aunque no sea más que por las atenciones que se le han tenido por todos los conceptos citados.

Los firmantes de esta segunda acta son los siguientes señores: Manuel Mercado.  Juan Ramón Barragán.  Dice: Señal X del Regidor Francisco Fernández (cuando el regidor no sabía firmar hacía una cruz y se validaba su presencia).   Manuel Clemente Pérez.   Felipe Martínez Medina.  José Calero Martínez.
En la página de la izquierda continuación del acta segunda que sigue en la página de la derecha. A continuación inicio del acta tercera de fecha diecisiete de marzo.
ACTA DE LA SEGUNDA SESIÓN ORDINARIA  DEL AYUNTAMIENTO DE LA HIGUERA DE ARJONA DE FECHA 15 DE FEBRERO DE 1868.

“Acuerdo…y En la Villa de la Higuera de Arjona á quince de Febrero de mil ochocientos sesenta y ocho reunidos los SS. que componen el Aytº Constitucional de la misma en el local acostumbrado por el Sor Presidente accidental D. Manuel Mercado se manifestó el descubierto en que se encuentra el actual rematador de Consumos hasta el día D. Bonoso de Lara que ascenderá á más de once mil reales para con el Tesoro y municipio siendo este responsable á ello en virtud á no haberse otorgado la correspondiente Escritura de fianza por los motivos y condescendencias que la corporación no ignora. Sin embargo de los requerimientos que en diferentes veces se le han hecho por la misma. En su consecuencia y teniendo presente lo relacionado anteriormente por unanimidad el Aytº acordó: Que sin pérdida de tiempo y en evitación de perjuicios que pudiesen ocurrir, hace cargo á dicho Sor Presidente, para que por medio de su autoridad invite al espresado rematador de los ramos de Consumos de esta Villa D. Bonoso de Lara á fin de que ingréselas cantidades que adeuda por indicados conceptos, como también el que preste la fianza necesaria en bienes de cualquiera clase hasta su total solvencia por el tiempo de su empeño y de no verificarlo se procederá al embargo de cuanto posea en el día, de cuya medida vería con sentimiento este Aytº graduando los principios y buenas moralidades que al citado rematador adornan, quedando por lo mismo en esta convicción el que no dará lugar á ellas en beneficio de todos, y en el cumplimiento de tan sagradas obligaciones aunque no sea más que por las atenciones que se le han tenido por todos conceptos. Así lo acordaron y firman los referidos SS. de que yo el Secretario Certifico =

Aparecen las firmas de los siguientes señores:

Manuel Mercado.  Juan Ramón Barragán.  Dice: Señal X del Regidor Francisco Fernández.   Manuel Clemente Pérez.   Felipe Martínez Medina.  José Calero Martínez

P. A. D. A. C. Francisco Cardeña y Arcediano. Srio.

La 3ª reunión tiene lugar en fecha 17 de marzo, y estuvo presidida por D. Ildefonso Fuentes Alcalde de la villa, que tomando la palabra manifestó que el embargo hecho al rematador de Consumos D. Bonoso de Lara no alcanzaba los bienes suficientes para responder al adeudo que como rematador de Consumos tenía contraído con la Hacienda y el Municipio. En su consecuencia la Corporación acordó por unanimidad fuese ampliado el embargo de cuantos bienes muebles e inmuebles que se le conocen y le pertenecen lo cual se efectuará a seguida para evitar mayores perjuicios.

Los firmantes de esta acta fueron: Ildefonso Fuentes.  Manuel Mercado.  Juan Ramón Barragán.  Felipe Martínez Medina.  José Calero.  Manuel Clemente Pérez.
En la página de la izquierda parte final del acta tercera y a mediado de dicho página el comienzo del acta cuarta que continúa en la página de la derecha.
ACTA DE LA TERCERA SESIÓN ORDINARIA  DEL AYUNTAMIENTO DE LA HIGUERA DE ARJONA DE FECHA 17 DE MARZO DE 1868.

“Acuerdo…y En la Villa de la Higuera de Arjona á diez y siete de Marzo de mil ochocientos sesenta y ocho reunidos los SS. que componen el Aytº de la misma bajo la presidencia de D. Ildefonso Fuentes Alcalde de la misma por dicho Sor se manifestó que el embargo hecho al rematador de Consumos D. Bonoso de Lara no son bienes suficientes para responder al adeudo que tiene contraído con la Hacienda y el Municipio. En su consecuencia la Corporación acordó por unanimidad fuese ampliado el embargo de cuantos bienes muebles e inmuebles que se le conocen y le pertenecen lo cual se efectuará a seguida para evitar mayores perjuicios: Así lo acordaron referidos SS. que firman y señalan de que yo el Srio. Certifico =

Aparecen las firmas de los siguientes señores:

Ildefonso Fuentes.  Manuel Mercado.  Juan Ramón Barragán.  Felipe Martínez Medina.  José Calero.  Manuel Clemente Pérez.  

P. A. D. A. C. Francisco Cardeña y Arcediano. Srio.


La 4ª reunión del ayuntamiento de la villa tuvo lugar en fecha 6 de junio. A esta reunión asistieron los siguientes señores: D. Juan Ramón Barragán, D. José Calero, D. Felipe Martínez Medina y D. Manuel Mercado Cano como Teniente alcalde, todos bajo la Presidencia de su Alcalde D. Ildefonso Fuentes. En esta reunión se manifestó la necesidad que había de ver el modo de terminar el asunto  de Consumo, en virtud a que el rematador D. Bonoso de Lara no había cumplido hasta el día sus compromisos prometidos continuamente, llegando al extremo de tener un descubierto de más de diez y seis mil reales y por ello una ejecución contra la Corporación con las dietas de veinte reales diarios y a fin de evitar mayores perjuicios lo ponía en su conocimiento para determinación que convengan. En su consecuencia la municipalidad acordó: que desde luego cesase de vender dicho rematador poniendo los Ramos en la Administración, hasta fin del corriente mes que concluye el año económico, dejando precio que tiene en el día al por mayor que no corresponde al en que quedó rematado y no haber persona alguna que se encargue de dicha especie y de este modo no faltará surtido que tan necesario le es al vecindario de la villa.
ACTA DE LA CUARTA SESIÓN ORDINARIA DEL AYUNTAMIENTO DE LA HIGUERA DE ARJONA DE FECHA 6 DE JUNIO DE 1868.

“Acuerdos…y En la Villa de la Higuera de Arjona á seis de Junio de mil ochocientos sesenta y ocho reunido los SS. Concejales de este Ayuntamiento D. Juan Ramón Barragán, D. José Calero, D. Felipe Martínez Medina y D. Manuel Mercado Cano Teniente bajo la Presidencia de su Alcalde D. Ildefonso Fuentes por dicho Sor se manifestó la necesidad que había de ver el modo de terminar el asunto  de Consumo en virtud a que el rematador D. Bonoso de Lara no ha cumplido hasta el día sus compromisos prometidos continuamente llegando al estremo de tener un descubierto de más de diez y seis mil reales y por ello una ejecución contra la Corporación con las dietas de veinte reales diarios y a fin de evitar mayores perjuicios lo ponía en su conocimiento para determinación que conbengan. En su consecuencia la municipalidad acordó: que desde luego cesase de vender dicho rematador poniendo los Ramos en la Administración hasta fin del corriente mes que concluye el año económico dejando precio que tiene en el día al por mayor que no corresponde al en que quedó rematado y no haber persona alguna que se encargue de dicha especie y de este modo no faltará surtido que tan necesario le es á este vecindario.

No aparecen firmas. 

En esta misma fecha del 6 de junio tiene lugar la 5ª reunión del concejo municipal. Para solucionar el tema de Consumos se reúnen en sesión ordinaria los regidores componentes del ayuntamiento constitucional de la villa, junto a un número igual de los mayores contribuyentes de la villa. Quedaron reunidos D. Domingo S. de Fuentes, D. Manuel Cubillas, D. Felipe Martínez, D. Francisco Barragán, D. Manuel Giménez, D. Antonio Sánchez, D. Bartolomé Catalán y D. Francisco Martínez quienes representan las clases de Cosecheros fabricantes e industriales de la población con objeto de tratar el modo de cubrir el concierto de los Ramos del Consumo de esta Villa para el año económico de 1868 a 1869. En su consecuencia la referida Municipalidad y mayores Contribuyentes acordaron por unanimidad que concurriendo en este pueblo circunstancias particulares para adoptar el Repartimiento vecinal de los mil doscientos ochenta escudos quinientas milésimas pertenecientes al Tesoro contratados con la Hacienda y demás recargos por la Ley sobre mencionados Ramos de Consumos que ascendían a quinientos setenta y seis escudos veinte y cinco milésimas para gastos provinciales y otra cantidad igual para municipales o sea el cuarenta y cinco por ciento sobre la cuota del Tesoro, teniendo presente que en la Villa no existían Cosecheros tratantes ni fabricantes que se hicieran cargo de las cuotas referidas, como a la vez el mal resultado del arriendo en pública Subasta que ha dado anteriormente, y convencidos de que por la escasez y mal año que se ha presentado, no habría persona que prometiese siquiera la mitad de citadas sumas aunque los géneros se clasificaran por un valor excesivo; de aquí la necesidad de que dicha medida arreglada al artículo 191 de la Ley vigente con copia certificada de este acuerdo sea elevado al Señor Administrador de Hacienda Pública de la Provincia para su Superior aprobación.

No aparecen firmas.
En la página de la izquierda el acta quinta que continúa en la página de la derecha. En la parte final de la página derecha comienza el acta sexta, que es una sesión extraordinaria con esa misma fecha del 6 de junio de 1868..
ACTA DE LA QUINTA SESIÓN ORDINARIA DEL AYUNTAMIENTO DE LA HIGUERA DE ARJONA DE FECHA 6 DE JUNIO DE 1868.

“Acuerdo…y En la Villa de la Higuera de Arjona á seis de Junio de mil ochocientos sesenta y ocho reunidos los SS. que componen el Aytº Constitucional de la misma asociado a un número igual de mayores Contribuyentes que lo fueron D. Domingo S. de Fuentes, D. Manuel Cubillas, D. Felipe Martínez, D. Francisco Barragán, D. Manuel Giménez, D. Antonio Sánchez, D. Bartolomé Catalán y D. Francisco Martínez quienes representan las clases de Cosecheros fabricantes é industriales de esta población con objeto de tratar el modo de cubrir el concierto de los Ramos del Consumo de esta Villa para el año económico de 1868 á 1869. En su consecuencia la referida Municipalidad y mayores Contribuyentes acordaron por unanimidad que concurriendo en este pueblo circunstancias particulares para doptar el Repartimiento vecinal de los mil doscientos ochenta escudos quinientas milésimas pertenecientes al Tesoro contratados con la Hacienda y demás recargos por la Ley sobre mencionados Ramos de Consumos cuales son quinientos setenta y seis escudos veinte y cinco milésimas para gastos provinciales y otra cantidad igual para municipales ó sea el cuarenta y cinco por ciento sobre la cuota del Tesoro teniendo presente como esta Villa no existen Cosecheros tratantes ni fabricantes que se hagan cargo de las cuotas referidas como á la vez el mal resultado del arriendo en pública Subasta que ha dado anteriormente y con vencidos de que por la escasez y mal año que se ha presentado no habría persona que prometiese siquiera la mitad de citadas sumas aunque los géneros se clasificaran por un valor escesivo de aquí la necesidad de que dicha medida arreglada á el artículo 191 de la Ley vigente con copia certificada de este acuerdo sea elevado al Sor Administrador de Hacienda Pública de la Provincia para su Superior aprobación. Así lo acordaron y firman referidos SS. de que Certifico =

No aparecen firmas.

La 6ª reunión fue una sesión extraordinaria y tuvo lugar en fecha 3 de octubre de 1868, fecha en que la Revolución de Septiembre o La Gloriosa había tenido lugar, y como consecuencia de ello la Reina Isabel II y la familia Real había marchado a Francia, instalándose el frente del Gobierno los Generales Serrano. Prim y Topete.

En esta acta aparecían ciertos aires revolucionarios entre los regidores componentes del ayuntamiento, acordes con los nuevos tiempos de la política nacional. Se dice textualmente: “… reunidos los Señores que han de convenir la Junta Gobernadora  o revolucionaria se hizo presente por D. Felipe Martínez Marín Presidente de la misma, nombrado en voz pública por los vecinos de esta población con motivo al pronunciamiento nuevamente ocurrido, debía procederse al cumplimiento de cuanto se ordena en el boletín oficial Extraordinario de 30 de Septiembre último y primero del actual el cual fue leído. Acto seguido por dicho Señor en alta voz y enterados todos los concurrentes de cuanto en los mismos  se previene, se acordó cumplimentar su contenido, debiendo procederse al nombramiento de dicha Junta revolucionaria en virtud a quedar disuelto el Ayuntamiento a fin de que esta Junta revolucionaria desempeñe las atribuciones propias a la Corporación Municipal. Seguidamente se dio principio á el nombramiento de ella y recayó en los sujetos siguientes: D. Felipe Martínez Marín, Presidente, D. Felipe Martínez Medina Vicepresidente, Vocales D. José Barragán, D. José Calero Martínez, D. Bartolomé Catalán, D. Hipólito Martínez, D. Francisco Barragán y D. Juan Pérez Serrano, acordando se dé cuenta a vuelta de correo  la Junta revolucionaria de la Provincia.

Aparecen las firmas de los siguientes señores:

Felipe Martínez Marín.  Felipe Martínez Medina.  José Calero Martínez. José Barragán.  Domingo S. Fuentes.  Bartolomé Catalán.  Juan Ramón Barragán.  Juan Pérez Serrano.  Francisco Barragán.  Francisco Martínez.  Hipólito Martínez.  Emilio Martínez. 

ACTA DE LA SESIÓN EXTRAORDINARIA DEL AYUNTAMIENTO DE LA HIGUERA DE ARJONA DE FECHA 6 DE JUNIO DE 1868. Es la sexta reunión de la Corporación de este año 1868.

“Sesión extraordinaria… y En la Villa de la Higuera de Arjona á tres de Octubre de mil ochocientos Sesenta y ocho reunidos los SS. que han de convenir la Junta Gobernadora  ó revolucionaria se hizo presente por D. Felipe Martínez Marín Presidente de la misma nombrado en voz pública por los vecinos de esta población con motivo al pronunciamiento nuevamente ocurrido debía procederse á el cumplimiento de cuanto se ordena en el boletín oficial Estraordinario de 30 de Septiembre último y primero del actual el cual fue leído. Acto seguido por dicho Sor. en alta voz y enterados todos los concurrentes de cuanto en los mismos  se previene se acordó cumplimentar su contenido, debiendo procederse al nombramiento de dicha Junta revolucionaria en virtud á quedar disuelto el Ayuntº á fin de que esta desempeñe las atribuciones propias a la Corporación Municipal. Seguidamente se dio principio á el nombramiento de ella y recayó en los sujetos siguientes: D. Felipe Martínez Marín, Presidente, D. Felipe Martínez Medina Vicepresidente, Vocales D. José Barragán, D. José Calero Martínez, D. B  Bartolomé Catalán, D. Hipólito Martínez, D. Francisco Barragán y D. Juan Pérez Serrano, acordando se dé cuenta á vuelta de correo á la Junta revolucionaria de la Provincia. Todo así fue dispuesto por dichos SS. que firman de que Certifico =

Aparecen las firmas de los siguientes señores:

Felipe Martínez Marín.  Felipe Martínez Medina.   José Calero Martínez. José Barragán.  Domingo S. Fuentes.  Bartolomé Catalán.  Juan Ramón Barragán.  Juan Pérez Serrano.  Francisco Barragán.  Francisco Martínez.  Hipólito Martínez.  Emilio Martínez.  

La siguiente acta vuelve a ser una reunión ordinaria con fecha 20 de octubre. En este caso fue la sexta reunión ordinaria y la 7ª reunión del cabildo del año 1868, contando la anterior como extraordinaria a consecuencia de la Proclamación de la Junta Revolucionaria local. En ella previa citación de los señores que componían la Junta de Gobierno o Revolucionaria de la misma bajo orden de su presidente el señor D. Felipe Martínez Marín por cuyo señor se declaró abierta la sesión, poniéndose de manifiesto el Boletín Oficial número cuarenta y cuatro del dieciséis del octubre y dada lectura a la circular que en el mismo se inscribe de S, E. El Ministro de la Gobernación, y enterados que fueron dichos señores de su contenido y con el fin de cumplimentarla en Todas sus partes y teniendo presente cuanto se dispone en las reglas primera y segunda de mencionada Circular acordaron unánimes proceder a el nombramiento de los concejales que han de componer el Ayuntamiento de este pueblo. Acto seguido se dio principio al nombramiento referido y resultaron electos para dichos cargos los sujetos siguientes, para el Cargo de Alcalde primero D. Felipe Martínez Marín, para el de Teniente a D. Juan Pérez Serrano, para Regidor D. José Calero Martínez, D. Bartolomé Catalán, D. Felipe Martínez Medina, D. Francisco Barragán, D. José Barragán y D. Francisco Fernández, a continuación se procedió al nombramiento de Regidor Síndico de entre los expresados concejales resultando elegido por unanimidad para dicho cargo Don José Calero Martínez.

Quedando así terminada esta diligencia sin oposición alguna, dándose  cuenta de quedar constituido este Ayuntamiento o Corporación Municipal en sustitución del que actuaba en dieciocho de Setiembre último a la Junta superior de la provincia para los efectos que corresponda.

Aparecen las firmas de los siguientes señores:

Felipe Martínez.  Felipe Martínez Medina.  Juan Pérez Serrano.  José Calero Martínez.  Francisco Barragán.  José Barragán.  Bartolomé Catalán.  Dice: La X de Francisco Fernández. 

Hipólito Martínez. Secretario del Ayuntamiento.
En la página de la izquierda la parte fianal de la sesión extraordinaria de fecha 6 de junio de 1868. En la página de la derecha inicio del acta de la sesión ordinaria de fecha veinte de octubre de 1868.

ACTA DE LA SEXTA SESIÓN ORDINARIA DEL AYUNTAMIENTO DE LA HIGUERA DE ARJONA DE FECHA 20 DE OCTUBRE DE 1868.

“Acuerdo…En la Villa de la Higuera cerca de Arjona á veinte de Octubre de mil ochocientos sesenta y ocho reunidos previa citación los señores que componen la Junta de Gobierno ó Revolucionaria de la misma bajo orden de su presidente el señor D. Felipe Martínez Marín por cullo señor se declaró abierta la sesión poniéndose de manifiesto el Boletín Oficial número cuarenta y cuatro del dieciséis del actual y dada lectura á la circular que en el mismo se inscribe de S, E. El Ministro de la Gobernación y enterados que fueron dichos señores de su contenido y con el fin de cumplimentarla en Todas sus partes y teniendo presente cuanto se dispone en las reglas primera y segunda de mencionada Circular acordaron unánimes proceder á el nombramiento de los concejales que an de componer el Alluntamiento de este pueblo. Acto seguido se dio principio al nombramiento referido y resultaron electos para dichos cargos los sujetos siguientes, para el Cargo de Alcalde primero D. Felipe Martínez Marín, para el de Teniente á D. Juan Pérez Serrano, para Regidor D. José Calero Martínez, D. Bartolomé Catalán, D. Felipe Martínez Medina, D. Francisco Barragán, D. José Barragán y D. Francisco Fernández, a continuación se procedió á el nombramiento de Regidor Síndico de entre los espresados concejales resultando elegido por unanimidad para dicho cargo Don José Calero Martínez.

Quedando así terminada esta diligencia sin oposición alguna dándose  cuenta de quedar constituido este Alluntamiento ó Corporación Municipal en sustitución del que actuaba en dieciocho de Setiembre último a la Junta superior de la probincia para los efectos que corresponda. Todo así fue dispuesto por espresados señores que firman (Certifica está tachado) a Continuación.

Aparecen las firmas de los siguientes señores:

Felipe Martínez.  Felipe Martínez Medina.   Juan Pérez Serrano.  José Calero Martínez.  Francisco Barragán.  José Barragán.  Bartolomé Catalán.  Dice: La X de Francisco Fernández. 

Hipólito Martínez. Srio. Yuntº.


La última reunión ordinaria de este año de la Revolución de La Gloriosa tuvo lugar en fecha 25 de octubre de 1868. Era la 8ª reunión, y de nuevo vuelve a salir el tema de los consumos municipales. En ella bajo la presidencia del señor Alcalde D. Felipe Martínez por cuyo señor se dio cuenta de una circular del señor Administrador principal de Hacienda pública con fecha veintiuno  del mismo mes previniendo que se ha debido ingresar en la tesorería de la  provincia, el primer trimestre de consumo del corriente año económico en cumplimiento a lo prevenido en la instrucción vigente, y por virtud de estar así mandado por el Gobierno Provisional que hoy rige la nación, acordando se dé cuenta al mismo o a la Administración en su caso de la imposibilidad que había en el pago de los atrasos de estos ramos de consumo del año último pasado por el arrendatario de ellos D. Bonoso de Lara que con motivo a la escasez que en general nos rodea por la falta del año en la cosecha de cereales no había podido satisfacer su importe. Y con el fin de evitar retrasos del ya citado primer trimestre se proceda al nombramiento de cobrador,  y efectuado resultó electo el señor concejal D. Felipe Martínez Medina para que en el instante previo anuncio al público distribuya entre estos vecinos las cedulas de aviso para que en los días primero al cinco de Noviembre próximo quede realizado dicho cobro quedando obligado a ingresarlo en la Tesorería de Provincia bajo su responsabilidad y riesgo y solo por la garantía del Tanto por ciento que cobranza y conducción en el repartimiento figura.

Obligándose además para mayor seguridad de la Municipalidad a responder del importe del Todo del Trimestre que recaudó, con todos los bienes que en la actualidad posee y en lo sucesivo pudiera tener.

Aparecen las firmas de los siguientes señores:

Felipe Martínez. Bartolomé Catalán.  Dice: La X de Francisco Fernández.  Francisco Barragán. Hipólito Martínez Srio (tachado) Dice: Siguen las firmas. José Barragán. Felipe Martínez Medina. José Calero Martínez. Juan Pérez Serrano. 

Hipólito Martínez. Secretario.
En la página de la izquierda parte final de la sesión de 20 de octubre. A continuaciónel acta última del año 1868, celebrada en fecha 25 de octubre.

ACTA DE LA SÉPTIMA SESIÓN ORDINARIA DEL AYUNTAMIENTO DE LA HIGUERA DE ARJONA DE FECHA 25 DE OCTUBRE DE 1868. Esta sesión es la octava del año 1868, siendo la última de dicho año.
“En la Villa de la Higuera de Arjona á veinticinco de Octubre de mil ochocientos sesenta y ocho reunidos los señores que componen el Aytº constitucional de la misma con mi asistencia y bajo la presidencia del señor Alcalde D. Felipe Martínez por cuyo señor se dio cuenta de una circular del señor Administrador principal de Hacienda pública con fecha beintiuno  del mismo mes prebiniendo que á debido ingresar en la tesorería de provincia el primer trimestre de consumo del corriente año económico en cumplimiento á lo prebenido en la instrucción vigente y por virtud de estar así mandado por el govierno probisional que hoy rige la nación acordando se dé cuenta al mismo ó ala Administración en su caso de la imposibilidad que había en el pago de los atrasos de estos ramos de consumo del año último pasado por el arrendatario deellos D. Bonoso de Lara que con motivo a la escasez que en general nos rodea por la falta del año en la cosecha de cereales no había podido satisfacer su importe. Y con el fin de evitar retrasos del lla citado primer trimestre se proceda al nombramiento de cobrador y efectuado resultó electo el señor concejal D. Felipe Martínez Medina para que en el instante previo anuncio al público distribulla entre estos vecinos las cedulas de aviso para que en los días primero al cinco de Noviembre próximo quede realizado dicho cobro quedando obligado á ingresarlo en la Tesorería de Provincia bajo su responsavilidad y riesgo y solo por la garantía del Tanto por ciento que cobranza y condución en el repartimiento figura.

Obligándose además para mayor seguridad de la Municipalidad á responder del importe del Todo del Trimestre que recaudó con todos los vienes que en la actualidad posee y en lo sucesibo pudiera tener.

Así lo acordaron ordenaron y firman de lo cual certifico.
Aparecen las firmas de los siguientes señores:
Felipe Martínez.  Bartolomé Catalán.  Dice: La X de Francisco Fernández.  Francisco Barragán. Hipólito Martínez Srio (tachado) Dice: Siguen las firmas.

José Barragán.  Felipe Martínez Medina.   José Calero Martínez.  Juan Pérez Serrano.  . 

Hipólito Martínez. Srio.
Nota a tener en cuenta en la trascripción de todas las actas.
En todos los casos la trascripción es literal, si bien se ha procedido a interpretar en algunos casos los textos confusos o ilegibles, a no utilizar las mismas abreviaturas de palabras en orden a dar claridad al texto redactado y la imposibilidad de transcribir fielmente en la abreviatura la colocación de algunas grafías manuscritas, a  acentuar las palabras que en muchos casos no figuraban acentuadas. Si se ha respetado siempre la ortografía original, las uniones indebidas de palabras y la redacción del texto en general.
A nivel de la situación política del país en este año de 1868 decir que a la crisis financiera de 1866 se sumó una grave crisis de subsistencias en 1867 y 1868 motivada por las malas cosechas de esos años, en un momento en que el país se encontró totalmente falto de reservas de las que poder echar mano, debido a que las exportaciones a Cuba, Francia e Inglaterra las habían vaciado prácticamente. La primera subida del precio del trigo se produjo en septiembre de 1866 debido a la escasez de trigo causada por las exportaciones realizadas, para reducir el déficit de la balanza comercial, después de dos años de excelentes cosechas. El problema se agravó con la mala cosecha de 1867. El precio del trigo subió durante el año agrícola de 1867-1868 un 37% respecto del año anterior, y un 64% en relación con 1865-1866. Para intentar paliar la crisis el último gobierno de Narváez aprobó un decreto en marzo de 1868, por el que se ponía fin a la tradicional política proteccionista y se dejaba totalmente libre del pago de aranceles la importación de trigos y de harinas, aunque la medida se tomó no porque se hubiera asumido la teoría del liberalismo económico, sino como repuesta al descontento popular y a las revueltas sociales de 1868.
Los afectados por la crisis de subsistencias no fueron los hombres de negocios o los políticos, como en la crisis financiera, sino las clases populares debido a la escasez y carestía de productos básicos como el pan. Se desataron motines populares en varias ciudades, como en Sevilla, donde el trigo llegó a multiplicar por seis su precio, o en Granada, al grito de “pan a ocho” (reales). La crisis de subsistencias se vio agravada por el crecimiento del paro provocado por la crisis económica desencadenada, por la crisis financiera, que afectó sobre todo a dos de los sectores que más trabajo proporcionaban, las obras públicas, incluidos los ferrocarriles, y la construcción. Así pues, como han señalado los historiadores de la economía en esos años confluyeron dos tipos de crisis, una moderna de tipo capitalista que generaba desempleo y otra tradicional, de subsistencias, que provocaba carestía y escasez. La coincidencia de ambas creaba unas condiciones sociales explosivas, que daban argumentos a los sectores populares para incorporarse a la lucha contra el régimen isabelino.
D. Ramón María Narváez Campos.
El 23 de abril de 1868, moría el presidente del Gobierno D. Ramón María Narváez Campos, duque de Valencia, el hombre que había tutelado a los Gobiernos desde 1844, y sostenía a Isabel II desde 1863. Por otra parte O’Donnell, el hombre que contenía a los unionistas para no colaborar en el destronamiento de Isabel II, había muerto en noviembre de 1867. Con esta amalgama de contrariedades la revolución parecía inminente.
Los funerales de Ramón María Narváez fueron pomposos, pero llenos de preocupaciones por parte de todos los sectores políticos y ciudadanos del país. La realidad era que no había un sustituto político capaz de asegurar el poder frente a los revolucionarios. González Bravo, el sustituto de Narváez, sólo representaba el ala derecha del sector de los moderados.
En este año desde abril de 1868 quedó al frente del Gobierno de la nación el político andaluz Luís González Bravo. Luis González Bravo nació en Cádiz en 1811. Fue periodista de “El Guirigay” en 1837-1838 y escribía con el pseudónimo de Ibrahim Clarete. En 1841 se hizo diputado y evolucionó rápidamente desde el progresismo al moderantismo y al conservadurismo de derechas. Por supuesto estuvo en 1843 contra Espartero. Encabezó la acusación contra Olózaga de violentar a la reina para disolver Cortes y, como resultado, González Bravo fue presidente del Gobierno en 1843. Volvió a la política en 1864 para ser ministro de Gobernación e imponer mano dura en tiempos de Narváez. Fue responsable de los sucesos de la Noche de San Daniel en 1865. Siguió siendo ministro de Gobernación en 1866 porque en esos tiempos Narváez era partidario de la represión más dura. Al morir Narváez en abril de 1868, volvió a ser Presidente del Gobierno y se empeñó en utilizar la fuerza y la represión hasta ser sobrepasado por la revolución de septiembre de 1868. Cayó con Isabel II. Al final de su vida se adhirió al carlismo, y murió en Biarritz en 1871.

D. Luís González Bravo y López de Arjona.
Luis González Bravo representaba en 1868 la continuación de la línea dura de Narváez, pero con bases diferentes. González Bravo era un civil, católico, moderado muy conservador, y no tenía las simpatías que pudiera tener Narváez entre el ejército. Pero era un hombre íntegro y enérgico, inteligente y con experiencia política. Era difícil a estas alturas del reinado de Isabel II recordar que González Bravo había sido progresista antes de 1843. González Bravo decidió una especie de dictadura, como la que se estaba configurando desde 1867.
Para su apoyo personal, González Bravo ascendió al cargo de Capitanes Generales al general José Gutiérrez de la Concha marqués de La Habana y al general Manuel Pavía y Lacy marqués de Novaliches, saltándose el escalafón militar a fin de poner hombres de su confianza personal en la cúpula militar. Algunos generales, perjudicados por ser pospuestos en los ascensos, se enfadaron y se pusieron en contacto con el grupo de Prim, al que sabían que era enemigo de González Bravo. A los golpistas de Ostende sólo les quedaba la duda sobre la postura de los unionistas. La condición que ponían los unionistas para unirse al golpe proyectado en Ostende era sustituir a Isabel II por su hermana María Luisa, esposa del duque de Montpensier. Se les contestó que el asunto de sustituir a la Reina quedaba abierto a varias soluciones y no se vinculaba a la que ellos proponían. Los unionistas se asociaron a un rico propietario llamado José Paúl Angulo, e intentaron liderar el golpe, enviando a este hombre a Londres para proponer Ceuta como inicio del levantamiento, pero Prim lo rechazó porque contaba con Topete para iniciarlo en Cádiz.
Isabel II y su Estado Mayor.
El Gobierno González Bravo estuvo formado por los siguientes ministros:
Presidente de Gobierno, Luis González Bravo.
Ministro de Estado, Joaquín Roncali Ceruti marqués de Roncali.
Ministro de Gracia y Justicia, Joaquín Roncali Ceruti marqués de Roncali, y desde el 15 de junio de 1868 ocupó el cargo Carlos María Coronado.
Ministro de la Guerra, Rafael Mayalde Villarroya.
Ministro de Marina, Martín Belda y Mencía del Barrio.
Ministro de Fomento, Severo Catalina del Amo y desde el 2 de agosto de 1868 ocupó el cargo Manuel Orovio Echagüe, ministro interino. Desde el 3 de septiembrele sucedió Severo Catalina del Amo.
Ministro de Hacienda, Manuel Orovio Echagüe marqués de Orovio.
Ministro de Gobernación Luis González Bravo.
Ministro de Ultramar, Carlos Marfori Callejas y desde el 15 de junio de 1868 ocupó el cargo Luis González Bravo, ministro interino y desde el  19 de junio de 1868 le sucedió Tomás Rodríguez Rubí.
D. Carlos Marfori Callejas, pintado por Manuel Ojeda.
Este consejo de ministros fue el penúltimo Gobierno de Isabel II, antes de dar paso al de José Gutiérrez de la Concha marqués de la Habana, que cerró el reinado de Isabel II en septiembre de 1868.
El primer signo evidente del sesgo del nuevo Gobierno de D. Luis González Bravo fue que en 19 de mayo de 1868, González Bravo cerró las Cortes. Iba a continuar la “dictadura de hecho” que había iniciado Narváez.
Los generales unionistas se sintieron acosados y se fueron a ver a Prim. Prim se sintió halagado por estas adhesiones, y sobre todo porque podía prescindir de los demócratas, si contaba con el apoyo de los generales unionistas. En cuanto a la decisión sobre el nuevo monarca que debía reinar en España, se acordó que las Cortes lo decidieran después del golpe de Estado que debía acabar con Isabel II.
Isabel II se había equivocado en permanecer en su terquedad de no contar con los progresistas para gobernar. Es cierto que la oposición atacaba al Gobierno con todo lo que tenía, con métodos legales e ilegales, con acciones morales e inmorales, pero Isabel II debería haber superado ese problema y acercarse a los progresistas, de modo que de esa forma evitase el auge del populismo en las calles. Los progresistas se lo habían puesto muy difícil con sus modos radicales y populistas, pero el camino era hablar con ellos y no enfrentarse a ellos por sistema y no concederles nada de lo que reivindicaban.
D. Severo Catalina del Amo, 1873.
Otro signo de cerrazón del Gobierno, de sesgo católico integrista, se produjo el 2 de junio de 1868, cuando se publicó la Ley Severo Catalina dejando en manos de los párrocos la enseñanza elemental en los pueblos menores de 500 habitantes, y autorizándolos a intervenir e inspeccionar la enseñanza de la religión en otros niveles. Con estas medidas se volvía a la tradicional escuela parroquial, una situación que de hecho se producía desde hacía siglos en España en algunos pueblos, pues el párroco solía enseñar, junto con la catequesis de los niños, a leer y a escribir. Esta situación no es integrismo en sí misma, pero la intención de la Ley Catalina era unir la Iglesia a los intereses del Estado, que sí es integrismo. Algunas escuelas parroquiales de cierta importancia fueron las del Ave María, del padre Manjón, en Granada, en los años 1880. De nuevo se repetía que las leyes de la enseñanza salían en periodo de plena crisis política, cuando se iba a cambiar de Gobierno, y en esta coyuntura política no servirían para nada.
Padre Andrés Manjón bajando del Sacromonte en burro por EL Paseo de los Tristes, por la parroquia de San Pedro y retrato con el fondo de las torres de la Alhambra.
Como ya dijimos en su momento en el anterior artículo, Ruiz Zorrilla redactó las proclamas que habían de publicarse en todos los periódicos de Europa el 15 de agosto de 1867, las cuales iban firmadas por Prim. Prim hablaba en ese manifiesto a los españoles de opresión del Gobierno, de inmoralidad de los gobernantes y de necesidad de un cambio radical que debía ser revolucionario, pues no había otro camino posible. Debía haber Cortes Constituyentes por sufragio universal, las cuales debían destruir todo lo existente e instaurar en España la libertad, el derecho y la justicia. No hubo lugar para la difusión de este manifiesto.
En este momento, la guarnición de Valencia se ofreció a cooperar y fue aceptada como sede del inicio del levantamiento. Prim cambió los planes de forma apresurada y difícil de explicar, constituyendo un lado oscuro de los acontecimientos, pues en fecha 16 de agosto de 1867 Prim llegó a Valencia para iniciar una sublevación, pero los militares comprometidos en ello se echaron atrás. El Gobierno de Narváez lo consideró un triunfo, casi lo máximo a que podía aspirar, dada la situación. El Gobierno de Narváez se sintió orgulloso de haber salvado la Constitución, la monarquía y el catolicismo. Con estos conceptos, definía perfectamente sus prioridades, contrarias a las de los revolucionarios. Cuando se abrieron las Cortes, éstas felicitaron al Gobierno por haber salvado a España de una guerra civil, usando un lenguaje grandilocuente y a todas luces falso. La explicación al fracaso de Valencia es que Prim había retrasado el inicio de la sublevación y luego se quedó en un barco esperando el inicio de un alzamiento, que no se produjo sin él. Cataluña inició la sublevación el 16 de agosto en plena descoordinación, y la ausencia de Prim hizo que muchos desertasen. Prim llegó a Cataluña el 22 de agosto, cuando el movimiento ya había fracasado, y desde allí se marchó a Ginebra.
Los progresistas se reunieron en París presididos por Salustiano Olózaga e interpretaron que Prim había sido la causa del fracaso de agosto, no tanto por falta de valor, sino por falta de previsión y organización, cambios de planes, falta de decisión de desembarcar en Valencia…etc.
El 23 de septiembre de 1867, los generales unionistas Domingo Dulce Garay marqués de Castellflorite y Cipriano del Mazo Gherardi propusieron unirse al movimiento progresista de Ostende. Fernández de Córdova, Francisco Serrano y Domingo Dulce se reunieron a fines de 1867 y constataron que, en contra de Isabel II, había algunos moderados, algunos nobles, muchos soldados y oficiales, muchos unionistas y todos los progresistas y demócratas. Fernández de Córdoba dijo que él no se alzaría contra la Reina. Serrano y Dulce dijeron que si Isabel era destituida lucharían por la infanta Luisa Fernanda como nueva Reina. Serrano aparecía como nuevo líder unionista, y estaba en el Pacto de Ostende, pero sin el apoyo de la mayoría de los unionistas.
General D. Domingo Dulce Garay.
Domingo Dulce fue a París a ver a Salustiano Olózaga, y Cipriano del Mazo a ver a Prim a Ginebra. Una vez secundada por los militares unionistas, la revolución era imparable. El inconveniente para ello era la negativa de O’Donnell a participar. O’Donnell había dicho que nunca iría contra Narváez ni contra la Reina, pero también le dijo a Antonio Cánovas que no defendería nunca a Isabel II, la cual le había agraviado, y que apoyaría a su hijo Alfonso de Borbón si llegaba el caso. Ello dejaba abierta la puerta para que los unionistas aceptaran el golpe y se aliaran con progresistas y demócratas. También en estas fechas, tenemos noticias de los socialistas en España que desde el 2 al 7 de septiembre de 1867 se reunieron en el Segundo Congreso de la I Internacional en Lausana y se dio lectura a dos cartas de españoles, una de Madrid y otra de Barcelona. Por ello, tenemos noticias de que el socialismo estaba implantado en España. Pero todavía no protagonizaban nada en política.
D. Manuel Cantero San Vicente.
El 9 de abril de 1868, Manuel Cantero, el hombre de Juan Prim en Madrid, convocó al general Francisco Serrano, al general Domingo Dulce, y a José de Olózaga para proponerles participar en un pronunciamiento próximo. Se trataba de comprometer a los unionistas en el proyecto.
En junio de 1868 se sumó un nuevo desastre a la crisis económica del paro, quiebra del ferrocarril y de la construcción naval, además de crisis en las bolsas: no hubo cosecha y era el segundo año que ello ocurría. Los precios del trigo subieron y el hambre se generalizó. González Bravo se puso muy nervioso y tomó medidas de urgencia apresuradas para salvar las cuentas del Estado, y no para paliar el hambre: bajó los sueldos de los funcionarios y puso impuestos especiales. Al mal ambiente económico y malas cosechas de 1867 y 1868, se sumaba una dura presión de Hacienda y ello acarrearía un ambiente prerrevolucionario. González Bravo estaba despertando a la fiera. Para todos era evidente la proximidad de un golpe de Estado. Lo sabía el Gobierno, la Reina y los partidos políticos.
González Bravo infiltró un agente en casa de Prim en Londres, un criado italiano, que le pasaba a González Bravo toda la información sobre los conspiradores. Posteriormente Prim le descubrió y le captó como agente doble.
General D. Francisco Serrano Domínguez, duque de la Torre.
González Bravo se puso aún más nervioso de lo que ya estaba, y en fecha 6 de junio detuvo a los generales que creía unionistas: Francisco Serrano Domínguez duque de la Torre, Domingo Dulce Garay, Juan de la Zabala de la Puente marqués de Sierra Bullones, Francisco Serrano Bedoya, Antonio Caballero y Fernández de Roda, Fernando Fernández de Córdova. Fue un error político muy grave pues significaba el enfrentamiento del Gobierno González Bravo con el ejército español. De hecho, Francisco Serrano Domínguez, Domingo Dulce, Francisco Serrano Bedoya y Antonio Caballero Fernández de Roda se pusieron en contacto con los hombres de Ostende y firmaron el documento “España con honra”.

Los generales Serrano Domínguez, Dulce, Zabala, Serrano Bedoya y Caballero de Roda fueron confinados a Canarias, Zavala a Lugo, Fernández de Córdoba a Soria y Rafael Echagüe Bermingham a Baleares. González Bravo se quedó solo, porque el ejército pedía a los generales presos que se sublevasen. De éstos generales, Córdova no se alzó contra la Reina ni contra González Bravo, pero se pasaría a Francia para no oponerse a sus compañeros. Casi todo el resto de generales se comprometió con el Pacto de Ostende.

El 3 de julio se supo en el periódico “La Nueva Iberia”, en el artículo “La Última Palabra”, que los unionistas apoyaban el Pacto de Ostende. El peligro era máximo para el Gobierno de González Bravo.

El Pacto de Ostende fue el acuerdo firmado el 16 de agosto de 1866 en la ciudad belga de Ostende por el Partido Progresista y el Partido Demócrata, por iniciativa del general progresista Juan Prim, para derribar la monarquía de Isabel II. Este pacto, al que a principios del año 1868 se sumó la Unión Liberal, fue el origen de la revolución de “la Gloriosa”, que en septiembre de este año 1868 depuso a Isabel II. El Pacto de Ostende entre progresistas y demócratas, que recibe su nombre por el de la ciudad de Bélgica donde se firmó el 16 de agosto de 1866, constaba de dos puntos:

1º Destruir lo existente en las altas esferas del poder.
El nombramiento de una Asamblea Constituyente bajo la dirección de un Gobierno Provisional, la cual decidiría la suerte del país, cuya soberanía era la ley que representase, siendo elegida por sufragio universal directo.
Antes del alzamiento de septiembre ya en algunas ciudades españolas los demócratas ya habían organizado clandestinamente a sus seguidores en algunas de las ciudades españolas más importantes.
D. Adelardo López de Ayala enlace de los conspiradores andaluces.

Serrano, en su viaje hacia Canarias, pasó por Cádiz, donde se entrevistó con los generales de Unión Liberal: Adelardo López de Ayala, enlace de los conspiradores andaluces, y con Juan Bautista Topete, el jefe militar del pronunciamiento en Andalucía. No quería que la revolución se les escapase a los unionistas. Serrano pidió a Topete que encabezase el pronunciamiento a fin de que la dirección del mismo no cayese en manos de los progresistas, y mucho menos en las de los demócratas y republicanos. El 13 de julio Serrano salió para Canarias. Topete se puso entonces en contacto con los progresistas de Madrid, con Olózaga en París, con Prim en Londres y se ofreció como líder de la revolución.
González Bravo, el 7 de julio de 1868, acusó a Antonio María de Orleans duque de Montpensier de querer el trono de España, una declaración que era precipitada y perjudicaba más a González Bravo que a Montpensier. Montpensier y Luisa Fernanda quedaban expulsados de España.
Antonio María de Orleans, 1824-1890, duque de Montpensier, era hijo de Luis Felipe de Orleans, rey de Francia, y esposo de Luisa Fernanda de Borbón, hija de Fernando VII y hermana por tanto de Isabel II. Montpensier fue expulsado de España sin que la orden llevase justificación alguna, lo cual era ilegal. Seguramente, González Bravo sabía que los generales unionistas habían ofrecido el trono a Luisa Fernanda, y también que Montpensier se había puesto en contacto con los revolucionarios de Ostende, y había les había pagado algunos gastos, pero eran rumores que no podía probar. Los duques de Montpensier salieron para Portugal y fijaron su residencia en Oporto. El 3 de agosto protestaron a Isabel II por el trato recibido.
Los Duques de Montpensier: Luís Antonio de Orleans y la Infanta Luisa Fernanda de Borbón, hermana de Isabel II.
González Bravo se estaba equivocando políticamente. Acusaba como conspiradores revolucionarios a sus generales, cuando eran simplemente unionistas, es decir, de lo menos revolucionario que se podía ser entonces. Y acusaba de conspiración a Luisa Fernanda, un miembro de la familia real, lo que le ponían en contra a muchos moderados. En este tema, González Bravo no estaba tan desencaminado, pues Antonio de Orleans y su mujer Luisa Fernanda de Borbón vivían en el Palacio de San Telmo en Sevilla y tenían la idea de coronarse reyes, por lo que habían financiado a los revolucionarios de 1868.
Los revolucionarios proyectaron el pronunciamiento para el 9 de agosto, pero surgieron algunas discusiones y la fecha se retrasó, la causa era que los unionistas querían a Montpensier como rey, pero éste era hijo de Luis Felipe de Orleans (rey de Francia en 1830-1848) y no le gustaba a Napoleón III, esposo de la granadina Eugenia de Montijo. Para obtener el apoyo de Francia al golpe, se decidió hacer un pronunciamiento sin candidato, y que éste fuera el que eligieran unas Cortes Constituyentes.
Napoleón III y Eugenia de Montijo.
Los únicos apoyos que le quedaban al Gobierno de Isabel II eran los nobles latifundistas y la Iglesia católica, esta última muy contenta porque el Gobierno perseguía a los protestantes y se seguían en palacio en líneas generales las consignas dadas en su tiempo por el Padre Claret y por Sor Patrocinio, la monja de las llagas (aunque el Padre Claret se había marchado de Palacio 10 años antes por disconformidad con un Gobierno “poco papista”).
Padre Claret, confesor de la reina Isabel II.
Sor Patrocinio, la monja de la llagas.

En plena crisis financiera de 1866 a 1868, los inversores o especuladores en el ferrocarril y los fabricantes de paños pidieron subvenciones al Gobierno para salir de una crisis, en la que se habían metido ellos mismos pidiendo proteccionismo y especulando al máximo, en vez de buscar mercados exteriores y precios competitivos. González Bravo se negó a entregar esos fondos y, tras el alboroto consiguiente en las Cortes, decidió cerrarlas. González Bravo perdió a los inversores, a los comerciantes y a los diputados.
La Reina fue a San Sebastián el 9 de agosto de 1868 a veranear. Era el día inicialmente proyectado para el golpe de Estado, pero ya se había pospuesto. La fragata Zaragoza protegía la costa. La Reina fue a visitar la fragata y creyó ver que los soldados estaban con ella y no con la revolución. Poco sospechaba que ese barco iniciaría la revolución un mes más tarde en Cádiz.
Imagen de la fragata blindada Zaragoza.
Sin embargo, tenemos razones para pensar que la proximidad de la revolución era un hecho patente a todos los españoles; era una estrategia, por ejemplo, que Cánovas, monárquico conservador, pero descontento con Isabel II, se retirase a Simancas a investigar sobre los Austrias y se hizo así con una excusa para no apoyar a la Reina ni a los sublevados. No apoyaba a los unionistas, sus colegas de partido, porque creía que habían traicionado a Isabel II sumándose a la revolución. No apoyaba a los revolucionarios porque pensaba que la revolución la dirigirían los demócratas.
El 23 de agosto tuvo lugar la reunión final de los conspiradores, en la que se estableció que el 12 de septiembre Prim embarcaría para Gibraltar, al tiempo que un barco iría a Canarias a por los confinados allí, para actuar todos el 16 de septiembre, la nueva fecha designada para el golpe. En esa reunión, los unionistas, con el almirante Juan Bautista Topete a la cabeza, pidieron que se entronizase a los Montpensier (concretamente a Luisa Fernanda de Borbón) y Prim contestó que, si bien él era monárquico, respetaría la decisión de una asamblea constituyente. Eso salvó la reunión, pero la verdad era que Prim tenía el veto expreso de Napoleón III para imponer a los Montpensier. Pi y Margall en ese mismo evento pidió la república.
Montpensier había entregado dinero para el golpe, para financiar los barcos que debían ir a Londres y a Canarias. Cuando se supo esto, muchos cargos políticos del Gobierno de González Bravo dimitieron y hasta González Bravo presentó su dimisión, que no le fue aceptada.
El 9 de septiembre volvió la Reina a San Sebastián y desde allí fue a Lequeitio (Vizcaya) “a veranear”. Pero el golpe no iba a empezar en el norte, sino en Cádiz, al sur de España.
El general Juan Bautista Topete contrató los barcos que debían ir a Londres y a Canarias, para llevar a los líderes revolucionarios a la Península Ibérica.
El 12 de septiembre, como estaba previsto, Manuel Ruiz Zorrilla, Práxedes Mateo Sagasta y Juan Prim se embarcaron en Londres en el vapor Delta con destino a Gibraltar. Llegaron el 16 de septiembre. En Gibraltar, pasaron al Adelia y llegaron a Cádiz en esa misma fecha, pero ya de noche. Financiaba y coordinaba el transporte un empresario gaditano de Unión Liberal, productor y comerciante de vinos hacia Londres, llamado José Paúl Angulo.
D. José Paúl Angulo.

José Paúl Angulo, 1842-1892, pertenecía a una familia de vinateros gaditanos exportadores a Londres, y estaba bien relacionado en Londres. Colaboró con Prim en 1868, pero se disgustó seriamente cuando supo que Prim deseaba restaurar la monarquía en España, por lo que inició una sublevación andaluza contra Prim, y más tarde proyectó el asesinato de éste, que tuvo lugar el 30 de diciembre de 1870. Tras ello, se exilió a Francia y más tarde vivió en varios países americanos.


El 14 de septiembre zarpó el barco de Francisco Serrano Domínguez y los demás generales confinados de Canarias, el San Buenaventura, por lo que llegarían un poco tarde a Cádiz, el 19 de septiembre, dos días después de lo proyectado y un día después de iniciado el golpe.
El almirante D. Juan Bautista Topete.

El almirante Juan Bautista Topete coordinaba el movimiento en Cádiz precisamente en la fragata Zaragoza que había visitado la Reina pocos días antes, en agosto, en San Sebastián, y donde se reunieron Topete, Prim, Sagasta, Ruiz Zorrilla y Paúl Angulo. Prim prefería unas Cortes constituyentes.  No era un pronunciamiento al uso, pues no se invocaba el nombre de la Reina para cambiar de Gobierno, sino se hacía un llamamiento a la nación para cambiar de sistema político y expulsar a la Reina.


El 18 de septiembre llegó Prim a Cádiz, ya de noche, y ambos, Topete y Prim, fueron contra Cádiz, pero el Gobernador de la ciudad se sumó al golpe. Topete había hecho triunfar la revolución de septiembre. La explicación de la postura de Topete parece estar en que era un hombre de Montpensier. Tuvo el ministerio de Marina en 1868 pero dimitió al ser elegido Amadeo para ser rey de España, pues él defendía la candidatura de Montpensier.


El 17 de septiembre de 1868 se supo en Cádiz que Prim estaba en un barco y que se esperaba a Serrano que llegaría desde Canarias, y la gente se exaltó en la calle. Entonces se decidió no esperar a Serrano y empezar el golpe.

General D. Juan Prim y Prats.

Prim, que era bastante cobarde o prudente, según el punto de vista, y ya había perdido otras oportunidades de pronunciamiento por no bajar del barco a ponerse al frente de las masas hasta que veía que ya la calle estaba alborotada, el 16 de septiembre por la noche tuvo miedo por no ver concentrada la escuadra cuando, en teoría, deberían estar en plena sublevación. Incluso pensó en echarse atrás una vez más. Por fin encontró a Juan Bautista Topete en el Zaragoza y se convenció de que la sublevación estaba organizada ya por Topete, y Prim se tranquilizó. Topete puso condiciones para la sublevación: reinaría Luisa Fernanda, y el jefe del pronunciamiento sería Serrano. Prim aceptó, pero dijo que era prematuro anunciar quién debía ser la nueva Reina, porque ello comprometía a la propia candidata, lo cual fue entendido por Topete y consintió en mantenerlo en secreto.

El 17 de septiembre se produjo el Primer Manifiesto de Topete en el que decía que España era regida por una dictadura en la que no se respetaba la Constitución, no eran limpias las elecciones y no había simpatía entre el monarca y los españoles. Era necesario ir a una “monarquía constitucional”.

Celebración de la Gloriosa en Cádiz. Murallas de San Carlos.
El 18 de septiembre la escuadra se concentró en el puerto de Cádiz y se inició el motín a las 13:10 horas. En ese momento, 21 cañonazos anunciaron el destronamiento de Isabel II. Cinco minutos más tarde ya lo sabía la Reina en Lequeitio. (La reina sufría desde niña psoriaris, una enfermedad en la piel. Sus médicos le recomendaron los “baños de ola” o la talasoterapia.  Así, la Familia Real pasó numerosas temporadas tomando baños en el Cantábrico. Santander, San Sebastián y otras localidades costeras de Vizcaya fueron el destino favorito para pasar el verano desde 1861. Cuando la Revolución Septembrina o Gloriosa estalló en 1868 Isabel II estaba veraneando en Lekeitio, desde donde hubo de partir al exilio francés).
Los barcos hicieron unos disparos y esperaron a que los cuarteles militares y los civiles de tierra se pronunciaran. Los civiles sólo salieron a la calle el 19 de septiembre, tal vez porque había tormenta en la tarde del 18, pero a las seis de la mañana del 19 de septiembre estaba la gente en la calle, y entonces desembarcaron Prim y Topete. También en Sevilla hubo una multitudinaria manifestación por la república y contra los privilegios de la Iglesia católica.
El mismo 18, al saber lo acontecido en Cádiz, Luis González Bravo dimitió en San Sebastián dando paso al Gobierno de José Gutiérrez de la Concha el 19 de septiembre. De la Concha marchó a Madrid el 20.
General D. José Gutiérrez de la Concha. Cuadro de Rafael Díaz de Benjumea, Museo del Prado.
En la tarde del día 19, llegó a Cádiz Francisco Serrano Domínguez y los generales golpistas confinados en Canarias. Francisco Serrano Domínguez, Juan Prim y Juan Bautista Topete se reunieron y elaboraron un manifiesto conocido como “España con Honra” (conocido erróneamente como segundo manifiesto de Topete), que redactó Adelardo López de Ayala y firmaron Francisco Serrano Domínguez, Juan Prim y Prats, Domingo Dulce Garay (Domingo Dulce Garay 1808-1869, natural de Salés (La Rioja), ingresó en caballería en 1823 y combatió en la guerra carlista de 1833-1840 y participó en la revolución de 1854 contra Sartorius).
Francisco Serrano Bedoya, Ramón Nouvilas Rafols, Rafael Primo de Rivera Sobremonte, Antonio Caballero Fernández de Roda y Juan Bautista Topete habían decidido que no habría candidato ninguno a la Jefatura del Estado, sino el que proclamasen las Cortes Constituyentes y que se exigiría sufragio universal para que esas Cortes fueran realmente representativas. El documento hablaba de la necesidad de una legalidad que respetase los derechos de todos los españoles, de que el Rey no fuese enemigo de la Constitución, y pedía la regeneración social y política, y el sufragio universal.
Habría un tercer documento o llamamiento a la revolución, hecho por Topete el 27 de septiembre de 1868, Segundo Manifiesto de Topete en la realidad, y tercero en la relación de los grandes documentos conocidos de septiembre de 1868, en el que acusaba a los encargados de dirigir España de haber ido contra la Constitución y haber gobernado España mediante Decretos despóticos. Todos los Manifiestos, el de 17 de septiembre, el de 19 de septiembre y el de 27 de septiembre, hablaban de la necesidad de una Constitución nueva que superara la de 1845.
REVOLUCION GLORIOSA 1868-1870.
Del 18 al 22 de septiembre de 1868 se produjeron varias sublevaciones como la de Santander, El Ferrol, Béjar, La Coruña, Zaragoza, Cartagena, Santoña, Alicante y Alcoy. La sublevación era ya imparable. La sublevación de Barcelona arrastró a toda Cataluña y a Valencia.
El 20 de septiembre Topete se hizo cargo del mando en Cádiz, Serrano marchó a Sevilla, y Prim emprendió una gira en barco que le llevó a Jerez, Málaga, Almería, Cartagena, Valencia (2 de octubre) y Barcelona (3 de octubre). El melindroso de Prim permanecía en el barco hasta que se sublevaba la ciudad a la que se dirigía, y bajaba luego a hacer una arenga. Tenía muchas razones para hacerlo así, pues los sublevados no eran unionistas ni progresistas, sino demócratas republicanos de los que no sabía que podía esperar.
Horrorosa escena de un combate en las barricadas de Jerez en marzo de 1868, de Valeriano Becquer, publicada en la revista españolaEl Museo Universal.
En Cádiz se produjeron los primeros levantamientos de 1868 contra Isabel II. Ya en 10 de agosto de 1868, José Paúl Angulo, un partidario de Prim comerciante y demócrata, llevó a Cádiz un centenar de hombres reclutados en Jerez, Puerto de Santa María y San Fernando, pero el levantamiento era demasiado precoz y fracasó al no encontrar resonancia en otras ciudades de España. Pero el fracaso no fue total, pues más de un centenar de demócratas quedaron escondidos dentro de Cádiz y a la espera de acontecimientos. El 17 de septiembre, Juan Bautista Topete embarcó a su tropa con el fin de librarse de la vigilancia a que le tenía sometido el Gobernador Joaquín de Bouligny, que era progubernamental. El 18 de septiembre, Bouligny estaba convencido de la proximidad de un golpe, asumió plenos poderes y declaró estado de guerra.
Generales: Prim, Serrano y Topete.
Daba por hecho el pronunciamiento de la marinería de Juan Bautista Topete. En efecto, a primeras horas de la tarde, Topete disparó los 21 cañonazos que eran la contraseña del inicio del levantamiento. Inmediatamente, los civiles escondidos en Cádiz se dirigieron a los puntos previamente convenidos a fin de ocuparlos. En San Fernando, el general unionista Rafael Primo de Rivera se pronunció tras oír los cañonazos. El 19 de septiembre, a las 02:00 horas, en mitad de la noche, se pronunció en Cádiz el Regimiento Cantabria, a las órdenes del coronel progresista José Merelo. Éste fue apoyado por los civiles demócratas Rafael Guillén, Carlos Haurie y el capitán retirado Manuel Sánchez Silva. Acudieron más tarde al cuartel los demócratas Paúl Angulo, Fermín Salvoechea y Gumersindo de la Rosa, y tomaron el Gobierno Civil (Aduana), liberaron a los presos políticos y constituyeron Junta en el Ayuntamiento. En esa Junta estaban representados progresistas y demócratas. Joaquín de Bouligny no quiso atacar a la masa de gente sublevada, porque eso significaría una carnicería, y se refugió en el castillo de Santa Catalina. Desde allí negoció su rendición ante Juan Bautista Topete, una vez que supo que estaba en franca minoría frente a los rebeldes. El 19 de septiembre, Prim nombró una Junta Revolucionaria de Cádiz que tenía la novedad de incluir a los unionistas, manteniendo a todos los componentes de la Junta anterior. Topete fue designado Presidente de esa Junta Revolucionaria. El mismo 19 de septiembre, por la noche, llegaron desde Canarias los generales confinados, los unionistas Serrano Domínguez, Serrano Bedoya, Antonio Caballero Fernández, y se incorporaron a la rebelión.
Revolución de 1868 “La gloriosa”.
En Madrid, los demócratas no contaban con el apoyo de militares importantes y tenían pocas opciones de ganar el levantamiento. Su táctica fue sacar la gente a la calle e intentar conseguir armas. Fracasaron. La represión gubernamental acabó con los líderes demócratas de Madrid, que hubieron de huir e intentar formar nuevos grupos rebeldes. Los demócratas de Madrid estaban organizados en “El Centro Democrático de Madrid”. El Centro Democrático de Madrid era el órgano coordinador de diversos grupos populares demócratas, encargado de guardar una disciplina de partido. Las diez Juntas de Distrito demócratas, que se habían coordinado antes por la Junta Central de Madrid, pasaron a ser coordinadas por el Centro Democrático de Madrid. Estos grupos actuaban como organizaciones clandestinas cuyo líder tomaba como nombre supuesto el de la organización, y sólo los líderes se reunían y se conocían entre sí en ese Centro Democrático. Su pensamiento era radical, pero no republicano, y tenían orden de decir que serían las Cortes quienes deberían decidir el futuro político de España, monárquico o republicano. Se sabían pocos, y siempre buscaron el apoyo de los progresistas para poder tener alguna oportunidad de triunfo de la revolución. Se lema era: “Democracia, abajo los Borbones, mueran los tiranos y viva la soberanía del pueblo”. Una vez fracasados en Madrid, los demócratas trabajaron mucho en provincias, y de ahí que el movimiento provincial apareciera como predominantemente demócrata. No sabemos quién dirigía Centro Democrático de Madrid, porque su líder, José María Orense, estaba exiliado. En general, el levantamiento de Madrid de 19 de septiembre fue un fracaso, y hubo que esperar a un nuevo levantamiento el 29 de septiembre.
D. José Fronsky, el general revolucionario de Bejar.
En Béjar (Salamanca), la rebelión la protagonizaron los civiles. Para ello se coordinaron progresistas y demócratas. Aprovecharon un momento de salida del destacamento de guarnición en la ciudad, dejando sólo 6 soldados de retén, para atacar el cuartel y apoderarse del alcalde y de los fondos públicos. Entonces constituyeron Junta Revolucionaria Demócrata, reclutaron a vecinos ofreciendo un sueldo, se hicieron con 300 fusiles, fabricaron dos cañones y se situaron en barricadas y casas particulares. El 22 de septiembre llegó desde Salamanca el brigadier Francisco Nanetti con 1.500 soldados e intentó tomar la ciudad. Tuvo que luchar casa por casa. El asalto le estaba costando muchas bajas, unas 200, y abandonó el ataque, habiendo causado 15 muertos a los junteros, y provocado otras 26 víctimas civiles. Se esperaba el ataque definitivo de las tropas de Salamanca, cuando Nanetti supo de la derrota isabelina de Alcolea de 28 de septiembre, y no repitió el ataque. La Junta Revolucionaria de Béjar había triunfado.
En Alcoy (Alicante) hubo división entre demócratas y progresistas y el levantamiento fracasó, los dirigentes de ambos partidos huyeron, y formaron partidas de guerrilleros en el campo.
La revolución de 1868 en Alicante.
El Alicante unos grupos de civiles fueron a la Plaza de la Constitución el 21 de septiembre, y el Gobernador Militar, brigadier Aparicio, envió contra ellos a la Guardia Civil. Los protagonistas fueron los demócratas.
Salvador Juan Damato Phillips, agente de Prim.
En Santander, un agente de Prim llamado Salvador Damato, militar confinado, trató de levantar la fortificación militar de Santoña. Muchos militares se comprometieron a sumarse al pronunciamiento si éste se producía en Madrid, pero no lo iniciarían ellos. El levantamiento lo protagonizó en 20 de septiembre el periodista demócrata Prudencio Sañudo en Santander, al frente de un grupo de civiles. Sañudo, como demócrata, se negaba a ceder el poder a los militares si triunfaba. Convocó a sus compañeros en la Plaza de la Constitución. Los progresistas le advirtieron que era insensato adelantarse al pronunciamiento de los militares de Santoña, pero como ni Damato ni Olarán, los jefes progresistas, estaban en Santander, no hubo negociación con los demócratas, y éstos se levantaron solos. Los Gobernadores, Militar y Civil, enviaron contra los sublevados a la Guardia Civil. Hubo disparos, pero ninguna baja. Los guardias civiles tomaron 40 prisioneros y sofocaron el levantamiento. Entonces se sublevaron los militares de Santoña y el Gobernador llamó a los dirigentes progresistas y demócratas a negociar. Acudieron Antonio Félix García por los demócratas y José María Olarán por los progresistas. Llegaron a un acuerdo el 21 de septiembre: no se atacarían entre sí, y ambos bandos, monárquico y “revolucionario”, tratarían de guardar el orden público, cada uno entre los suyos. El día 21 se reunieron en casa de Fernando Calderón de la Barca, un abogado progresista, el unionista Pedro de Cárcoba y los progresistas Pedro de Cárcoba, Joaquín Sánchez Andrade y Antonio García Solar. Formaron Junta los cinco, y dieron entrada en ella a dos demócratas, Prudencio Sañudo y Antonio Félix García. Los junteros fueron al Ayuntamiento y encontraron allí al brigadier Francisco Javier Chacón, el cual se había pronunciado por la revolución. Le incorporaron también a la Junta. Y llegada la noche, decidieron incorporar también a Marcos Oria Ruiz, un abogado progresista. En la tarde de ese mismo día 21 de septiembre, llegó desde Santoña la goleta Caridad comunicando que en Santoña había habido pronunciamiento de los militares y exigiendo la sumisión de la Junta de Santander a la autoridad militar pronunciada. En pocas horas, llegaron a la ciudad de Santander 500 soldados y hubo acuerdo. El 24 de septiembre se tuvo noticia en Santander de que el general Eusebio Calonge Fenollet, Capitán General de Valladolid, se acercaba a la ciudad con 3.000 soldados isabelinos. La reacción de los sublevados fue poner barricadas e instalar posiciones defensivas en los tejados. Entonces se produjo la unión de civiles y militares sublevados, cediendo todos los mandos a los militares, concretamente al coronel Villegas. El ataque a la ciudad fue muy duro: Calonge tuvo 450 bajas, y los sublevados 24 muertos (8 militares y 16 civiles) y 20 heridos. Calonge tomó la ciudad y los líderes revolucionarios huyeron a Santoña por mar. Calonge tuvo entonces que salir hacia Valladolid, donde había también problemas, y no persiguió a los huidos a Santoña. El 30 de septiembre se supo que la revolución había triunfado en Madrid y las fuerzas de retén, que Calonge había dejado en la ciudad de Santander, huyeron.
LA REVOLUCIÓN DE 1868


En Granada, los protagonistas del alzamiento fueron agrupaciones demócratas.
En Córdoba, el coordinador del alzamiento fue Francisco Leiva Muñoz, médico republicano exaltado, que ejercía como periodista ocasional, el cual coordinaba al alcalde unionista Juan Ramón de Hoces conde de Hornachuelos, al comerciante Rafael María Garrindo, presidente del Comité Progresista, y al Decano de la Facultad de Derecho Ángel de Torres, presidente del Partido Demócrata. También estaban complicados Ignacio Chacón López, coronel de lanceros que aportaba el apoyo de los militares, y Rafael Bastida Herrera conde de Robledo de Cardeña, el cual fue distinguido con la alcaldía provisional cuando triunfó la revolución y el conde de Hornachuelos se dedicó a otros menesteres. Las fuerzas isabelinas estaban representadas por el Gobernador militar Juan Nepomuceno Servent, y por el Gobernador civil Bernardo Lozano. El inicio del levantamiento fue complicado porque el demócrata Ángel de Torres quería que empezaran los militares, mientras Francisco Leiva decía que debían empezar los civiles. Leiva no esperó a ningún acuerdo, se puso a asaltar las armerías de la ciudad y se hizo con algunas armas, momento en que se le unieron en la calle algunos vecinos. El Gobernador Juan Nepomuceno Servent convocó a los líderes unionista (conde de Hornachuelos), progresista (Garrindo) y demócrata (Torres) y les intimó a que evitaran entre todos el derramamiento de sangre. En ese momento se sublevó el Regimiento Villaviciosa con Ignacio Chacón López a la cabeza, y el levantamiento quedó decidido por los hechos mismos. Entonces llegó desde Madrid el isabelino coronel Mayens y exigió la rendición de los sublevados. Para darles tiempo a decidir y evitar derramamientos de sangre, se retiró a Carpio. Era el 20 de septiembre de 1868. En ese mismo día, Hornachuelos y Torres salieron a toda prisa de Córdoba para pedir soldados. En ese día ya estaba Francisco Serrano en Sevilla. Mientras tanto, el resto de la Junta de Córdoba intentó reclutar un ejército y ofreció 8 reales diarios a los que se alistaran. Se alistaron 4.000 ese mismo día. Se rectificó y se les comunicó que no se les pagaría nada, y se retiraron 3.200 “voluntarios”. Tampoco servía de nada tener tantos voluntarios porque no tenían armas. Cuando el isabelino Manuel Pavía Lacy marqués de Novaliches se acercaba a Córdoba, los 800 voluntarios huyeron en desbandada. El Regimiento Villaviciosa y su jefe Ignacio Chacón se retiraron hacia Sevilla en tren. Los isabelinos ocuparon Córdoba, disolvieron la milicia ciudadana y organizaron una Junta de Paz con moderados, carlistas y progresistas isabelinos. Participaron en esa Junta algunos guardias civiles y algunos eclesiásticos. El Regimiento Villaviciosa se encontró con Caballero de Rodas y con Hornachuelos, al mando de una fuerza militar que iba a Córdoba. Antonio Caballero de Rodas ordenó a los que huían que siguieran hasta Sevilla. Él se dirigió a Córdoba y reorganizó la rebelión, exigiendo la sumisión de los civiles a la autoridad militar. Rafael Pérez del Álamo, líder campesino de Loja de ideas anarquistas, se acercó a Córdoba con un batallón de voluntarios, y Francisco Leiva Muñoz reclutó otro batallón en Córdoba. Llegó Francisco Serrano Domínguez desde Sevilla, camino de Madrid, y acompañado por Rafael Izquierdo Gutiérrez y por Antonio del Rey Caballero, fueron sobre el Puente de Alcolea y vencieron a Manuel Pavía Lacy marqués de Novaliches, el 28 de septiembre de 1868, lo que significó el final del reinado de Isabel II.

En Barcelona había en septiembre de 1868 una huelga de obreros del sector textil, pues la crisis económica se hacía notar.

Alegoría revolucionaria de "La Gloriosa".

En resumen, los protagonistas iniciales de las rebeliones eran los demócratas, a veces acompañados de progresistas. Pero nunca podían hacerse cargo de la situación por sí mismos, pues eran muy pocos, no estaban convenientemente armados y no podían hacer frente al ejército. El proceso conducía siempre a pactar con los militares sublevados, y éstos exigían el control de la situación, con lo que los demócratas perdían la iniciativa. En cuanto a las guerrillas surgidas, los guerrilleros eran mayoritariamente republicanos y demócratas, un 80%, pues la guerrilla se nutría de voluntarios, no de vecinos forzados a ello.

Los voluntarios de la libertad contribuyeron a mantener el orden en los primeros días de la revolución. Se habían distribuido armas entre la población en muchas ciudades y fueron los voluntarios de la libertad los encargados de recogerlas de aquellas personas que no dependían de las Juntas. Sirva como ejemplo que en Madrid se distribuyeron unas 40.000 personas y fueron armadas en el cuartel de San Gil de la capital de España.
Hubo ciudades donde el ejército se negó a repartir armas, al considerar que ellos se bastaban para mantener el orden en la ciudad. El general Izquierdo en Sevilla se negó a dar armas a la población y arengó a sus tropas, para que mantuvieran el orden en la ciudad.
Los voluntarios de la libertad no eran el brazo armado de la burguesía revolucionaria, eran como una fuerza armada popular, con un predominio de jornaleros seguidos de menestrales, que nacen fundamentalmente con la finalidad de defender los postulados de la revolución y dentro de ellos el respeto a la propiedad, que con el tiempo se convertirá en un poderoso enemigo para el Gobierno Provisional caracterizado por su moderación.
Con el fin de regularizarlas se publicó mediante Decreto del Ministerio de la Gobernación del 18 de noviembre del año 1868 lo que les otorga la legalidad y regulación.  Su organización era de tipo militar formado por pelotones, compañías y batallones.  Sus jefes eran elegidos por sufragio, pero siempre estaban bajo el mando de los alcaldes constitucionales.  La creación de estos batallones sólo era posible en las capitales de provincia y en ciudades de más de 10.000 habitantes y siempre tenían que tener más de 300 voluntarios. Para entender mejor lo que significaban los voluntarios de la libertad en los inicios de la Gloriosa, hemos de saber que, por ejemplo, el tres de octubre del año 1868 hubo un desfile en Madrid frente al Congreso de los Diputados con unos diez mil voluntarios de la libertad.
Desfile militar ante el Congreso de los Diputados con motivo del triunfo de "La Gloriosa". Museo del Romanticismo de Madrid.
El 18 de septiembre de 1868, Luis González Bravo había dimitido, y se daba comienzo al Gobierno de Gutiérrez de la Concha. González Bravo en 1868 le alejó de Madrid como sospechoso. Tras el triunfo de 1868 fue enviado a Cuba donde su rigidez moral no encajó ni con españolistas ni con rebeldes. En septiembre de 1868, se simultaneaban en España una revolución militar, un golpe de Estado militar típico, y un movimiento revolucionario demócrata, constituido en las Juntas Locales y Provinciales de septiembre de 1868 (1).
Las Juntas Locales y Provinciales no eran parte de la sublevación militar preparada por los generales golpistas, pero surgieron en 1868 como en todas las revueltas progresistas españolas del siglo XIX. Se trataba de gentes, en su mayoría del Partido Demócrata, que reivindicaban la supresión de las quintas y desaparición de los impuestos indirectos, lo cual era inasumible por la burguesía que apoyaba a los generales sublevados, pues su meta era eximir de impuestos a los compradores y cargárselos a los vendedores. En teoría apoyaban a los sublevados, pero sus objetivos eran distintos. Estas juntas eran republicanas, mientras Prim, el líder del movimiento de 1868, era monárquico.
La demostración de la duplicidad de movimientos revolucionarios se hizo patente en el caso de Prim, dándose el caso de que Prim fue aclamado en Barcelona el día de la sublevación contra Isabel II, pero esas mismas masas, el 3 de octubre, le pedían que se arrancase del ros de su vestimenta la corona real, que llevaba cosida como insignia.
El golpe lo iniciaron los militares en Cádiz. Pero inmediatamente surgieron las Juntas revolucionarias democráticas integradas por civiles. Los primeros querían una monarquía constitucional. Los segundos querían una república popular. Ambos intentaron tomar el mando de los acontecimientos, pero los civiles no tenían suficiente organización, armas y presupuesto para mantener la resistencia a los ejércitos gubernamentales de Isabel II. Y los segundos no tenían capacidad de vencer a las fuerzas gubernamentales, si no era con el apoyo de las Juntas de civiles. Ambos se necesitaban.
Una vez que había triunfado la sublevación, ambos reclamaron el poder. Lo ganaron provisionalmente los militares monárquicos. Intentaron su suerte los republicanos en 1872-1873, aunque eran una minoría de apenas el 20% de los diputados. Y tras el fracaso republicano, un nuevo golpe situó en 1874 a la clase conservadora en el poder, a la clase política continuista con el sistema monárquico, si bien en la persona de Alfonso XII.
De todas formas, los historiadores valoran en general muy positivamente la revolución de 1868 como el final de un “paripé” político liberal, que no hacía las reformas liberales porque no creía en ellas, y aunque tomaba las formas constitucionales y decía acatar una Constitución, nunca la cumplía. Se acababa un régimen pretendidamente liberal que continuamente hacía promesas como si esas reformas fueran a empezar en cualquier momento.
Desarme de los voluntarios de la libertad en Zaragoza.
Los grupos progresistas se situaron en septiembre de 1868 en colaboración tanto con los militares como con las Juntas populares demócratas, ninguno de los cuales era propiamente de los suyos. Lo único que buscaban era el derrocamiento de Isabel II. La idea que defendieron, y en gran parte lograron, era que no hubiera derramamientos de sangre inútilmente. Los juntistas también buscaron evitar el derramamiento de sangre. Pero no hubo un plan de Gobierno progresista, no hubo unas bases populares preparadas para el momento, no hubo unos líderes progresistas suficientemente fuertes. Si hubo un líder, ése fue Prim, pero cuando fue asesinado, se acabó todo el plan. El periodo del Sexenio fue un periodo de bandazos en los que no se sabía a dónde se encaminaba el sistema político. Y el único que se preocupó por configurar un sistema coherente, Cánovas, se llevó el gato al agua.
En cuanto a los gobernantes isabelinos que eran desplazados del poder, no sentían la obligación moral de evitar el derramamiento de sangre, pero los militares que les apoyaban, a menudo estuvieron más dispuestos a pactar y evitarlo, que al enfrentamiento armado. Y de esta manera, y afortunadamente para los españoles, la revolución de 1868 no fue todo lo sangrienta como era tradición en España.
Y había un tercer elemento importante, además de militares y demócratas, aunque no protagonista, eran las partidas de guerrilleros que estaba previsto que debían aparecer en el campo, los cuales no iban a obtener ningún rendimiento político, pero debían hostigar a los ejércitos isabelinos a fin de que fuera posible el triunfo de la revolución. Su misión era levantar los pueblos, tomar el pueblo, requisar bienes y alimentos útiles para la guerra, confiscar animales y cosechas, imponer contribuciones de guerra para sostener a los sublevados. No era poco el papel de estos grupos rurales.
El prototipo de levantamiento fue una discusión entre militares y civiles por quién debía protagonizar el primer paso del levantamiento, la cuestión a resolver era si primero debían pronunciarse los militares y al día siguiente sumarse la Juntas populares civiles, o si primero debían sublevarse las Juntas y posteriormente sumarse los militares. El problema era que el conjunto de sublevados, militares y civiles, debería hacer frente al ejército gubernamental isabelino, y nadie quería significarse sin tener la seguridad de que otro le iba a apoyar, ninguno creía en la posibilidad de victoria por sí solo. Y ninguno creía en las ideas y sistema político del otro.
D. Juan Prim i Prats, pintado por Madrazo.
Las órdenes de Prim eran coordinar levantamientos de civiles y de militares, y ceder el poder a los militares una vez consolidado el levantamiento. Pero los demócratas no estaban de acuerdo en ceder el poder una vez conseguido, sino pensaban que el ejército se debía poner a su servicio.
Así el último Gobierno de Isabel II fue el Gobierno de José Gutiérrez de la Concha, marqués de la Habana, desde el 19 de septiembre 1868 hasta el 30 de septiembre 1868.
Este último gobierno de Isabel II estuvo formado con los siguientes personajes:
En el cargo de Presidente, D. José Gutiérrez de la Concha, marqués de La Habana.
Ministro de Estado, Joaquín Roncali Ceruti, marqués de Roncali, aunque en fecha 20 de septiembre quedó vacante indefinidamente.
Ministro de Gracia y Justicia, D. Carlos María Coronado hasta la fecha 20 de septiembre 1868, en el que el subsecretario Vicente Gomis actuó como gestor.
Ministro de Hacienda, D. Manuel Orovio Echagüe, marqués de Orovio hasta el 20 de septiembre 1868, y continuó D. José Magaz Jaime en el cargo como interino.
Ministro de la Guerra, D. José Gutiérrez de la Concha marqués de La Habana.
Ministro de Marina, D. José Gutiérrez de la Concha Marqués de La Habana, que lo fue hasta el 21 de septiembre 1868, continuando D. Antonio Estrada y González Guiral.
Ministro de la Gobernación, D. Luis González Bravo hasta el 20 septiembre de 1868, que le sucedió D. Cayetano Bonafós.
Ministro de Fomento, D. Severo Catalina del Amo hasta el 20 septiembre de 1868, que continuó D. Juan Cavero.
Ministro de Ultramar, D. Tomás Rodríguez Rubí hasta el 20 de septiembre de 1868, que continuó D. José Nacarino Bravo.
El 19 de septiembre, Luis González Bravo abandonó la Presidencia en manos de un militar para dedicarse con más intensidad a su Ministerio de Gobernación, es decir, al orden público.
Podemos observar que el 20 de septiembre, había en Madrid un Gobierno de continuidad respecto al del día anterior. José Gutiérrez de la Concha se había reservado el mando del ejército, y González Bravo el de las fuerzas de orden público que ya tenía anteriormente. Continuaban los Ministros de Estado, Hacienda, Fomento, Ultramar y el ya citado de Gobernación. Cambiaban la Presidencia para un militar, Guerra y Justicia.
La situación era insostenible e incluso se barajaba la posibilidad de que Isabel II abdicase en su hijo Alfonso, pero se desistió de ello, porque esa decisión abocaba a una Regencia, en la cual Isabel II reclamaría ser la Regente. También se pensó en la necesidad de que la Reina estuviese en Madrid en esos momentos difíciles, pero esa determinación parecía peligrosa y se mantuvo a la Reina en San Sebastián, a un paso de Francia.
El 21 de septiembre se redactó un proyecto de disolución de las Cortes, como siempre había hecho Narváez en casos de inseguridad, a fin de que el Gobierno “impusiese el orden público” sin restricciones. El proyecto nunca llegó a ponerse en vigencia, pero indica el sentido autoritario del nuevo Gobierno de España.
José Gutiérrez de la Concha organizó militarmente el territorio español para hacer frente a los pronunciados encargando a su hermano Manuel Gutiérrez de la Concha marqués de Duero, controlar las regiones de Castilla la Nueva y Valencia, a Juan Pezuela y Ceballos conde de Cheste  las de Cataluña y Aragón, a Eusebio Calonge Fenollet las de Castilla la Vieja, Galicia y Asturias, y a Manuel Pavía Lacy marqués de Novaliches las de Andalucía. Manuel Pavía y Lacy, marqués de Novaliches pasó Despeñaperros el 21 de septiembre dirigiéndose desde Madrid a Cádiz para defender el trono de Isabel II.
Los sublevados en Andalucía decidieron que el unionista Francisco Serrano Domínguez avanzara sobre Córdoba, al encuentro del marqués de Novaliches, mientras los progresistas Prim y Sagasta organizaban la retaguardia en Andalucía Occidental.
Capitan General del Ejercito D. Manuel Pavía y Lacy, marqués de Novaliches.
El general Francisco Serrano Domínguez duque de la Torre, encontró a Manuel Pavía y Lacy marqués de Novaliches a 12 kilómetros de Córdoba, en Puente de Alcolea, y trabaron batalla el 28 de septiembre de 1868 en la que hubo un millar de muertos. El número de muertos no fue importante, aunque Pavía fue herido. Lo fundamental fue que parte de las tropas de Pavía se pasaron a las de los revolucionarios al grito de “todos somos unos” y con ello, la situación parecía perdida para la Reina. Los militares llegaron al acuerdo de esperar a que decidiera el futuro de España “la voluntad nacional”.
Málaga, Granada, Almería, Sevilla, Valencia (José Peris Valero), Alicante, Murcia, Cartagena, Zaragoza, Valladolid, Burgos, Santoña, Santander, Asturias y La Coruña, se pronunciaron contra Isabel II. El grito de las masas decía “¡abajo lo existente!”.
Prim se embarcó en Cádiz y su misión era tocar los puertos del Mediterráneo y levantar las ciudades que pudiera. Fue aclamado en Cartagena donde el pronunciamiento obtenía su primer éxito importante.
La Puerta del Sol en la mañana del 29 de septiembre de 1868 por Ubrrabieta.
Madrid se levantó el 29 de septiembre contra el Gobierno de Isabel II, es decir contra José Gutiérrez de la Concha, 11 días después del inicio del golpe y un día después de la derrota de Manuel Pavía Lacy en Alcolea.
Ese mismo día, 29 de septiembre, se acabó la fase violenta o militar de la revolución. No hubo más intervención militar. Los días 29 y 30 de septiembre, los militares se adhirieron masivamente al levantamiento en las ciudades en las que no había habido sublevación, o como alternativa huían cuando habían hecho un planteamiento desafiante y habían propuesto condiciones a los sublevados, los cuales ya no aceptaban ninguna condición. En las Juntas que iban surgiendo, de ninguna manera se aceptaba a las autoridades civiles y militares que no se habían sublevado a partir del 18 de septiembre.
No obstante y a pesar de conocer que ya no había violencia, los civiles sublevados en Madrid levantaron barricadas e incluso hubo disparos en la calle contra un enemigo ya inexistente. También se organizaron manifestaciones contra los gobernantes huidos, y hubo desmanes como ya era costumbre en España en estas situaciones. Y se divulgaban coplillas para animar a la gente a salir a la calle. Los demócratas estaban repitiendo la parafernalia, la puesta en escena de levantamientos anteriores españoles, sin que ello tuviera sentido pues no había nadie contra el que rebelarse ni contra el que luchar. Aquello no tenía más sentido que la propaganda para intentar que algunos ciudadanos poco informados, o tibios en su caso, se sumaran a los grupos demócratas.
Manifestación en la Puerta del Sol de Madrid y entrada de los generales de "La Gloriosa", tras la batalla de Alcolea en 1868.
Los revolucionarios decían que se habían rebelado contra una dinastía que se creía a sí misma de derecho divino, contra una Reina de conducta moral insoportable y de ideas supersticiosas, que trataba a los españoles como a siervos y les privaba de sus derechos como ciudadanos.
A lo largo del día 29 poco a poco se iba haciendo patente la gratuidad de todo lo proyectado por los revolucionarios madrileños, la falsedad de que fuera necesario un levantamiento armado, el paripé que estaban montando los demócratas. Y pronto fue evidente que sólo buscaban formar grupos políticos adictos a los demócratas que reclamasen el poder. Aquello se convirtió en una fiesta anárquica, sin limitaciones, sin plan de actuación pues no había ministros, gobernador, alcalde, alguaciles o serenos a los que atacar. Se aprovechó para que cada uno hiciese lo que le viniera en gana en un desorden total. Los dirigentes no obtuvieron ningún provecho de ello. Más bien quedaron en evidencia, pues todos sospechaban que eran los demócratas los organizadores de ese follón. En varias ciudades de España, los demócratas hablaban a la gente de la redención definitiva, de la felicidad al alcance de todos, de una situación de justicia tras décadas de injusticia, de “república universal” que nadie sabía lo que era, ni lo sabemos nosotros.
Los militares, entendieron el mensaje demócrata, de que los demócratas podían sacar multitudes a la calle cuando quisieran, y decidieron que la revolución no se les iba a escapar de las manos por obra de multitudes populistas.
D. José Ramón de Hoces y González de Canales, Duque de Hornachuelos.

En Córdoba estaba ya formada de antemano una Junta Revolucionaria, que lideraba otro nombre importante de la época: el por entonces Conde de Hornachuelos, y luego Duque, José Ramón de Hoces y González de Canales, militar en la reserva y persona con gran capacidad de mando. La conexión con el alzamiento de Cádiz corría a cargo del oficial Juan Bellido, mientras que el liderazgo militar se le entregó a Ignacio Chacón, que era el coronel de los Lanzeros de Villaviciosa. La Junta activó los mecanismos en los que había trabajado durante meses y el día 20 de septiembre, tras varios enfrentamientos callejeros, Córdoba también cayó del lado de los partidarios del pronunciamiento. Hubo muertos pero no una gran inestabilidad.

El conflicto no había acabado sin embargo en Córdoba, pues pronto corrió la noticia de que el ejército isabelino, liderado por Manuel Pavía y Lacy, marqués de Novaliches, se dirigía hacia el Sur para intentar revertir la situación. Para contrarrestarlo, se puso en marcha también la fuerza militar que habían logrado reunir los conjurados y que estuvo al cargo del por entonces líder de la Unión Liberal, el general Francisco Serrano, Duque de la Torre. Las dos fuerzas se encontraron finalmente en el puente de Alcolea, estratégico paso sobre el Guadalquivir donde ya se había librado otra batalla entre franceses y españoles en 1808. Novaliches lanzó aquel 28 de septiembre un ataque frontal, pero al ver que no avanzaban decidió ponerse en vanguardia para motivar a sus soldados. Un proyectil de artillería le desfiguró el rostro y le dejó herido grave. El Estado Mayor de Novaliches abandonó junto al herido la posición y ese fue el detonante que provocó el repliegue y el desmoronamiento de las fuerzas isabelinas. En la Batalla de Alcolea participaron unos 18.000 hombres y la ciudadanía cordobesa mostró su solidaridad con los heridos.
Batalla de Puente de Alcolea. Autor anónimo.
Las noticias del desastre del Ejército real corrieron como la pólvora por España y pronto comenzaron a escribirse versos satíricos sobre el marqués desfigurado. El eco de la derrota llegó por supuesto a la Reina, que estaba de vacaciones en San Sebastián. Isabel II, tras tener también noticia de que el poder en Madrid caía del lado de los promotores del pronunciamiento, decidió entonces exiliarse a Francia poniendo así fin a un errático reinado que había comenzado en 1833.
El Gobierno Isabelino había contado hasta el 28 de septiembre con la victoria fácil de Manuel Pavía Lacy sobre Francisco Serrano Domínguez. La derrota de Alcolea les sorprendió. La decisión inmediata fue ceder el poder con el cese del Gobierno Gutiérrez de la Concha y no provocar en primer lugar una matanza en Madrid, y tal vez el inicio posterior de una guerra civil en España. Se ordenó ceder el poder a los revolucionarios. El proceso de cesión fue rápido, apenas duró 48 horas.
Conocida en Madrid la derrota de Alcolea, en 29 de septiembre se nombró provisionalmente Capitán General de Madrid, a fin de mantener el orden público, a Antonio Ros de Olano, marqués de Gual-el-Jelú y conde de la Almina. Éste traspasó el poder al unionista Joaquín Jovellar Soler como Gobernador Militar de Madrid, y al progresista Pascual Madoz Ibáñez como Gobernador Civil de Madrid.
El general José Gutiérrez de la Concha, Presidente del Gobierno, dimitió el 30 de septiembre. Del desmantelamiento del Gobierno se hizo provisionalmente cargo el general Manuel Gutiérrez de la Concha, a fin de traspasar los poderes. Ese mismo día 30 de septiembre, Manuel Gutiérrez de la Concha cedió el poder a la Junta Revolucionaria Provisional de Pascual Madoz Ibáñez. Paralelamente a la Junta Revolucionaria de Madoz, hubo en Madrid otra Junta, la de Amable Escalante, un hombre progresista monárquico de Prim. Había sido apresado en Cádiz la víspera del levantamiento como sospechoso de estar entre los organizadores del golpe y llevado preso a Madrid. Allí formó Junta sin saber que ya había otra, la de Pascual Madoz. No hubo problemas.
Componentes del Gobierno Provisional de 1868.
Ambas Juntas, se unieron el 3 de octubre en una sola, la Junta Revolucionaria de Madrid, de Joaquín Aguirre que era una tercera junta resultante de las dos anteriores. En 3 de octubre, la presidencia de la Junta Revolucionaria Provisional pasó a Joaquín Aguirre de la Peña. Joaquín Aguirre de la Peña era un catedrático de Derecho de Madrid, que había asesorado a los progresistas en 1854 y había colaborado en los Gobiernos del Bienio Progresista. La Junta no hizo ningún decreto de derrocamiento o de abolición de la monarquía.
La Junta Revolucionaria Provisional de Madrid se hizo cargo de La Gaceta, y por ese medio comunicó a las demás Juntas de España el triunfo de la revolución en cuanto se había conseguido la soberanía de la Nación, la destitución de Isabel II y se había declarado la incapacidad de todos los Borbones para sustituir a Isabel II. Juan Lorenzana, actuando como Ministro de Estado, comunicó a todos los embajadores de España en el extranjero que el Trono estaba desierto, que Isabel II de Borbón ya no era soberana de España y que, con ello, había perdido el derecho a gozar de la veneración de su pueblo, y había dejado de ser irresponsable.
Cuando el Capitán General de Cataluña, Juan Manuel González de la Pezuela Ceballos, un hombre de confianza de Isabel II, afirmó que el orden social era más importante que la monarquía y que ello le impedía atacar a los rebeldes andaluces, la Reina, que veraneaba en San Sebastián, decidió pasar a Francia. Si no contaba con Andalucía, había perdido Madrid, y no le apoyaba Barcelona, no tenía sentido continuar. Ahí acabó su reinado y comenzó el exilio de la Reina.
Hotel de Londres, donde solía veranear la familia real en San Sebastián.
La Reina había permanecido en San Sebastián desde 9 de septiembre. Pasó a Hendaya (Francia). Desde Hendaya, la Reina hizo un Manifiesto en el que se proclamaba Reina legítima de España. El empresario José Salamanca intentó que la Reina abdicase en su hijo Alfonso, entonces de 11 años de edad, para poder negociar con los pronunciados, pero Carlos Marfori Calleja, el favorito de la Reina en aquellos días, se opuso a la abdicación.
El 30 de septiembre de 1868, Isabel II abandonó España, con lo cual se da por cesado al Gobierno de José Gutiérrez de la Concha, una vez que no estaba la Reina. Por su parte, Gutiérrez de la Concha había dimitido ese mismo día.
La Reina cumplía 38 años el 10 de octubre. Lo hacía en el exilio. En Biarritz estaban Napoleón III y Eugenia de Montijo que recibieron a Isabel. Carlos Marfori quiso organizar la comitiva de Isabel en su viaje a Francia, cosa que no permitió el ejército francés, que decidió que eso les competía a ellos. Napoleón III y su esposa Eugenia de Montijo ofrecieron a Isabel II un castillo en Pau, y allí se quedó la Reina unos días esperando que las cosas volvieran a como estaban y fuera reclamada por España para volver al trono, pero las cosas no sucedieron como ella esperaba. 
Castillo de Pau, que fue el primer alojamiento de la familia real exiliada.
Tras su primer destierro en Pau, Isabel II, su esposo y el príncipe de Asturias, futuro Alfonso XII, decidieron instalarse en París en un palacio comprado a un príncipe ruso, Alexander Basilewski. El castillo de Pau estaba en malas condiciones de habitabilidad. Por eso el 6 de noviembre de 1868 se trasladó a París y fue a vivir a las Tullerías, pabellón Rohan, calle Rivoli. Después, Isabel compraría el palacio Basilewski (que más tarde sería Hotel Mayestic y la calle se llamaría calle Kleber).
Pabellón Rohan en la calle Rivoli en las Tullerías.
Palacio Basilewski, que más tarde sería el Hotel Mayestic.
La reina Isabel II exiliada en París.
Las causas de la crisis del 68 y del triunfo de los enemigos de Isabel II fueron: En primer lugar la crisis económica previa, que había empezado hacia 1864 con la escasez de algodón y dificultades para muchas empresas textiles. La crisis significó la paralización de la construcción del ferrocarril tras la bancarrota del Estado de 1866. Sobrevinieron dos años de malas cosechas, el 1866 y 1867, que no eran tan infrecuentes en España y se producían cada nueve u once años con cierta regularidad.
Como ya vimos a comienzos de 1866 se había producido el desastre financiero europeo tras la quiebra de algunas compañías ferroviarias, que ya no podrían pagar su deuda bancaria. Se suspendieron las obras en construcción y los proyectos nuevos en preparación. Quebraron las constructoras. Quebraron a continuación las siderúrgicas, que vieron cancelados los pedidos y tampoco podían cumplir con los bancos. Y luego quebraron las empresas mineras del mineral de hierro. Y los bancos no resistieron más y tuvieron que cerrar, pues no podían recuperar los créditos concedidos. Y mientras tanto, miles de obreros eran despedidos cada semana.
En España, el primer síntoma de la crisis lo dio la Bolsa de Barcelona, la cual se hundió en mayo de 1866. Esa Bolsa arrastró a la Madrid. Al poco, muchas entidades financieras y compañías ferroviarias quebraron. Y los éxitos de 1865, cuando se habían tendido 929 kilómetros de vías, se tornaron en fracasos, pues sólo se tendieron 40 kilómetros en 1866. Y en 1867, se tendieron 100 kilómetros. Y en 1868, 65 kilómetros. Por mucho que se intentase aguantar, el cierre de todas las empresas era obligado.
Y a la crisis financiera se sumó la crisis agraria por mala cosecha, la cual se suele producir en España cada 10 u 11 años, y se produjo en 1867 y 1868. El precio del pan, en verano de 1868 era muy alto y el conjunto de los alimentos aprovechó para elevar precios. Cientos de miles de obreros estaban siendo despedidos y no podían hacer frente a esos precios altos. Miles de trabajadores del campo y de mineros emigraron a la ciudad intentando encontrar algún tipo de trabajo. Y en ese momento, González Bravo bajó los salarios de los funcionarios del Estado, para que las cuentas cuadrasen y el Estado pudiera disminuir su deuda.
En segundo lugar, debemos considerar el problema social creado por el modo de gobernar de Narváez desde 1856, caracterizado por el signo de la represión. El control sobre las ganancias de los empresarios está fuera de lugar en esta época histórica, pues es algo que se plantearía en Europa a fin de siglo. La falta de verdaderos partidos políticos que canalizasen las reivindicaciones populares, daba fuerza a las agrupaciones violentas, anarquistas o simplemente populistas. El descrédito de la familia real, que no era un ejemplo moral precisamente, ni en su vida familiar ni tampoco en sus negocios especulativos ventajistas, no daba posibilidades de cooperación entre los dirigentes políticos españoles. Este descrédito había conducido al retraimiento sistemático de los progresistas. A todo ello se unía cierto descontento militar por motivo de los ascensos fáciles en infantería a costa de las otras armas del ejército, descontento que se incrementó tras la represión de la Noche de San Daniel, 10 de abril de 1865, y la del Cuartel de San Gil en 22 de junio de 1866. Por último, los profesores universitarios progresistas fueron expedientados en 1867. Y ambos factores, el retraimiento y el descontento militar, se verán interrelacionados con la muerte de O’Donnell en 1867 y la de Narváez en 1868.
El Pacto de Ostende de agosto de 1866, en principio inofensivo, pues estaba gestionado por las minorías de izquierda, demasiado inoperantes, se fue convirtiendo en un factor revolucionario a medida que más y más personas se adherían a él, y llegó a ser la ocasión de relevo en el poder en cuanto se sumaron los unionistas en 1867.
El triunfo final de los revolucionarios vino propiciado por la decisión de Topete de unirse a los revolucionarios (aunque seguramente con ánimo de introducir a Montpensier), dando la oportunidad para que los generales golpistas regresasen a la península, por la formación de las Juntas Locales y Juntas Provinciales, (que  desde 1810 eran tradicionales) y por la decisión de Isabel II de marcharse de España sin presentar batalla, que sus razones tenía para no hacerlo.
La situación en la que quedaron los partidos políticos tras la revolución de 1868, fue que el Partido Moderado dejó de existir. Algunos líderes se fueron al exilio con Isabel II. Otros se pasaron al carlismo.
Granada 1 de febrero de 2020.
Pedro Galán Galán.
Bibliografía:
 Archivo Municipal de Lahiguera. Cuadernillo de actas del año 1868.
De la Fuente Monge, Gregorio. Las Revoluciones de 1868. Élites y poder en la España Liberal. Marcial Pons Historia Estudios. 2000.
Encinas Gómez, Emilio: Gobierno González Bravo, 1868.
Encinas Gómez, Emilio: Historia de España, Gobierno Gutiérrez de la Concha, 1868.
Pérez Garzón, J. S: Milicia Nacional y Revolución burguesa, el prototipo 1808-1874. Prólogo de Manuel Espadas Burgos. CSIC, Madrid 1978.
Sexenio Revolucionario. Humanidades cchs.csic.es
 


  

No hay comentarios: