PROLOGO

Se pretende que sea éste un espacio dedicado a entretener y deleitar (... a través de la fotografía fundamentalmente) ... a dar a conocer (...o traer al recuerdo) ciertos monumentos o espacios situados en el término o cercanías de Lahiguera. ...a llamar la atención por el estado de abandono y deterioro de muchos de ellos, ...y si llegara el caso, a remover la conciencia de todos los que somos "herederos" de tales monumentos y espacios, y que con nuestra aportación ayudásemos a la conservación de los mismos.

jueves, 21 de febrero de 2019

LA CONFLICTIVA SITUACIÓN DE LAS ISLAS CÉLEBES Y MOLUCAS ANTES Y DESPUÉS DE LA LLEGADA DE FRAY BLAS PALOMINO A ESTAS ISLAS.



LA BÚSQUEDA DE LAS ESPECIAS DEL ORIENTE EN LOS SIGLOS XVI Y XVII Y EL CONFLICTO DE INTERESES ENTRE LOS EUROPEOS. 

En un artículo anterior hemos tratado de dar a conocer las múltiples y difíciles circunstancias, muy adversas, a las que tuvo que enfrentarse nuestro querido Fray Blas Palomino en su periodo de evangelización en las islas Célebes; fueron circunstancias adversas tanto por las características físicas de aquellos territorios, por las climatológicas, y las de la dependencia anterior de estas islas de los portugueses, (los primeros europeos en ellas), y la posterior conquista española, y con lo que por ello supusieron la distribución de competencias que tenían sobre esos territorios de evangelización los jesuitas, y desde la conquista española los religiosos franciscanos. Al final del mismo haremos referencias obligadas a los holandeses, que fueron desplazando a los portugueses, y mantuvieron frecuentes enfrentamientos con los españoles, para lo que trataremos tanto lo que en su inicio fueron sus primeros viajes a oriente, como a la gran importancia de la Compañía Neerlandesa de la Indias Orientales o VOC, que a los largo de estos siglos terminaron siendo protagonistas del comercio en todo sudeste asiático.

Para comprender mejor todo lo antedicho puede consultarse el siguiente enlace:


En este artículo anterior tratamos de clarificar las relaciones de los españoles con los reyes o sultanes de estas islas, y las relaciones de dependencia administrativa que tenían o habían tenido estas islas con respecto a los portugueses, españoles y holandeses. Ahora somos conscientes de que no abordaremos el tema con la debida profundidad, si no nos introducimos en la realidad temporal de estas islas y sobre todo la de las islas Molucas, que fueron clave en el comercio de las especias, y paso obligado para navegar por los diferentes trayectos marítimos por estas islas y sus marcadas rutas comerciales a todo lo largo de los siglos XVI y XVII, hasta que por las incursiones del pirata chino de la isla de Formosa, Kosinga o Zheng Chenggong, la corona española decidió abandonar las Molucas como medida a tomar para así dar prioridad a la defensa de las Filipinas, y así asegurarse un mayor refuerzo defensivo para con las Filipinas, mucho más valoradas para la corona española. Cuando España dejo estas islas, fueron ocupadas por los holandeses que habían fortalecido su presencia a través de la Compañía Neerlandesa de las Indias Orientales (Vereenigde Oostindische Compagnie, VOC).

Se dice en el libro de Francisco de Bilches:

Partimos de la ciudad de Manila en los navíos de socorro que envió el gobernador de Filipinas, Don Alonso Fajardo, el año de diez y nueve al Maluco, y llegados que fuimos allá, se determinó que nos repartiésemos. Que el dicho Padre fray Blas Palomino fuese, con otro sacerdote, y un Religioso lego enfermo, a predicar al Reino de Manados, que es en la misma isla de Macasar, al principio de la tierra; y el Comisario, y yo con otro religioso lego, fuésemos a Macasar, y para tener mejor ocasión de entrar, llevamos una embajada y presente, del Gobernador de Filipinas, para el Rey de Macasar. Salimos de Maluco en un navío del Rey, y llegamos a Manados, donde estuvimos cuatro, o cinco días, y dejamos allí a nuestros padres, después de haber hablado al Rey, y a los principales de la tierra, todos los cuales dieron su consentimiento para que se quedasen a predicarles, y enseñasen el camino del cielo, y nosotros pasamos a Macasar. (1)


Página 219 del Libro de Francisco de Bilches: Santos y santuarios del obispado de Jaén y Baeza, año 1653.
Se refiere en el libro de Francisco de Bilches que Fray Blas Palomino y algunos franciscanos más salieron de Filipinas en el año 1619 en dos navíos de socorro que envió El Rey Felipe II. Al sur de las Filipinas la isla de Tidore en las Molucas fue el lugar de total referencia para los españoles por la acogida del sultán con los españoles y la amistad mantenida con nuestros compatriotas. Los habitantes de Tidore acogieron a los españoles porque muy cerca tenían en la isla de Ternate; unos y otros, tidoreños y españoles, tenían unos enemigos permanentes en el sultán de Ternate y sus aliados portugueses.

La isla de Tidore fue residencia de los soldados y religiosos franciscanos españoles, por lo que es natural que desde esta isla se iniciara el recorrido de evangelización por las islas próximas, una de ellas era la isla de Macasar, situada a la izquierda u occidente de la isla de Tidore. Parece ser que el recorrido se proyectó por la parte norte de la isla de Macasar, llamada hoy Sulawessi, y que Fray Blas y otro sacerdote  y un religioso lego enfermo, fueron a predicar al reino de Manados situado en la parte norte de la isla de Macasar. En esta isla estuvieron cuatro días. El otro grupo de tres personas, formado por fray Pedro de  la Concepción (quien describe estos datos de la vida y obra de Fray Blas Palomino), el Comisario y otro religioso lego, pasaron a Macasar población que está situada en la parte sur de la isla, que en aquel tiempo llevaba el nombre de esta población. Según el recorrido que el texto describe, se supone que la salida se realizó desde Filipinas hasta Maluco, con base en la Isla de Tidore, que era aliada de los españoles, pasó por Manados al norte de la isla  y sus compañeros franciscanos pasaron al sur de la isla de Macasar.

Por la contemporaneidad histórica al tiempo que fray Blas Palomino vivía en estas tierras realizaremos una aproximación histórica a este tiempo. Disponemos para ello de un extraordinario documento de Campo López sobre la descripción de los fuertes de Ternate en aquel tiempo. (Campo López, Antonio: Los fuertes españoles de Santa Lucía y Calamata de la isla de Ternate)
Cornelis Matelief de Longe, almirante holandes que apoyó a los rebeldes ternateños y fundó el fuerte Malayo.

En el año 1606 una gran expedición militar al mando del Gobernador General de Filipinas Pedro de Acuña logró la conquista de Ternate. A pesar del éxito inicial por la toma de la capital y de la residencia del sultán, los españoles no pudieron lograr el control total de la isla. Un año después en 1607, una flota neerlandesa u holandesa, al mando del almirante holandés Cornelis Matelieff, llegó a Ternate para apoyar los grupos de ternateños rebeldes que se negaban a aceptar la soberanía de los españoles. Aunque no lograron expulsar a los españoles, consiguieron establecerse en la isla y fundar sobre el pueblo local de Malayo su fuerte principal, llamado Fort Orange que pasó a convertirse en la capital neerlandesa u holandesa de las Molucas.

Las disputas de los españoles y holandeses hicieron que la isla de Ternate quedase dividida en dos zonas claramente diferenciadas. Por una parte estaban los españoles, con su capital en el fuerte y ciudad de Nuestra Señora del Rosario (la actual Kastella, construido sobre el antiguo fuerte portugués de San Juan Bautista) y la fortaleza de San Pedro y San Pablo de Don Gil que controlaban la parte de la costa suroeste de la isla. Por la parte neerlandesa y ternateña lograron imponerse en el resto de Ternate, gracias a los fuertes Malayo, Toluco y Tacome, que les permitieron controlar el este y norte de la isla. El gran volcán Tammalamma, que dominaba la isla impedía históricamente la ocupación del centro de la isla de Ternate, siendo por tanto las zonas costares donde necesariamente se ubicaban las poblaciones locales de la isla y donde los europeos dispusieron ubicar sus fuertes.
El lugar de Calamata marcaba la frontera entre las dos zonas. Al este de la actual laguna de la isla, en el terreno costero enfrente a la isla intermedia de Maytara los españoles lograron establecer un fuerte a escasos metros de la zona enemiga neerlandesa. Desde este lugar español se divisaba el fuerte Malayo, quedaba enfrente del fuerte holandés de Calamata, tan solo a escasos metros, (de ahí su denominación en las fuentes históricas españolas que se considerase como frontera del enemigo). Su cercanía no era casual. El fuerte español se construyó en 1618 en respuesta a la fundación del fuerte holandés de Calamata (2), que a su vez fue la reacción holandesa a la construcción de una fortaleza española cerca de Tidore.

Los fuertes españoles y holandeses en las islas Molucas en el siglo XVII.

En 1618, aceptando la propuesta del Rey de Tidore para que los españoles se asentasen en el norte de la isla, los españoles iniciaron  la construcción del fuerte de San Lucas del Rumen. Una posición de gran importancia estratégica al guardar el mejor puerto natural de la isla y estar ubicado en el punto de la costa de Tidore más cercano a Ternate. Los holandeses viendo los movimientos de los españoles desde su fuerte-capital de Malayo, y viendo amenazada su posición, respondieron rápidamente con la construcción de fuerte en Calamata (3), en la zona de Ternate enfrente de la nueva posición española en la isla de Tidore, con el objeto de dificultar y vigilar las comunicaciones españolas entre ambas islas.

Los españoles no tardaron en reaccionar a la respuesta holandesa. El gobernador Lucas de Vergara Gaviria, viendo en peligro el fuerte de Don Gil, que estaba con poca guarnición ya que muchos de sus soldados se habían trasladado al fuerte de San Lucas del Rumen, se decidió a atacar el fuerte Calamata holandés. En una rápida decisión mandó que una galera transportase soldados desde Tidore para que conjuntamente con la guarnición de soldados de Don Gil en Ternate, se atacase la nueva posición enemiga. La tropa compuesta por unos ochenta soldados españoles, apoyados por cuarenta guerreros tidorenses y veinte márdicas o soldados de Ternate cristianizados por los españoles. Llegaron al amanecer, y viendo pocas garantías para acometer con éxito el asalto a fuerte enemigo por el insuficiente número de soldados y de municiones, decidieron acampar en la llanura situada en frente de la fortaleza holandesa, esperando en guardia la probable salida de la tropa enemiga. Sin embargo el ataque enemigo no llegó, y los españoles viendo que los holandeses no salían de su fortaleza, decidieron construir un fuerte provisional usando los árboles y la fajina del terreno sobre el que habían acampado; por lo que lo que iba a ser un ataque sobre el nuevo fuerte holandés, acabó siendo la creación de un nuevo fuerte español a escasa distancia del holandés.

El 13 de diciembre de 1618, día de Santa Lucía, se fundó el fuerte de Santa Lucía de Calamata, y dos semanas después, gracias a la llegada del sultán de Tidore con diez caracoas o embarcaciones locales, se inició la construcción del fuerte en cal y piedra, aprovechando parte de los materiales de uno de los baluartes de don Gil y completando el fuerte con un foso y estacas y una muralla exterior (4).

El franciscano Gregorio de San Esteban describe el fuerte de Santa Lucía de Calamata como un fuerte que albergaba una guarnición de treinta soldados (aunque tenía capacidad para sesenta soldados) al mando de un capitán. Quedaba así constituido el tercer fuerte español en la isla de Ternate, tras los dos existentes de Nuestra Señora del Rosario y Don Gil, aunque este nuevo era el más cercano a las posiciones enemigas. La proximidad de los españoles al enemigo era destacada por los propios soldados españoles. El capitán Gregorio López resaltaba que por estar situado a un tiro de mosquete de las fuerzas enemigas se hacía necesario hacer una guardia continua (5).
La prueba de la proximidad nos la aportaba el soldado Rodrigo de Mesa, que estando visitando el gobernador Lucas de Vergara el fuerte, recibió la orden de encabezar una salida de reconocimiento de las posiciones enemigas, lo cual le ocasionó recibir una bala en el muslo (6).
Un año después de su fundación en 1619 el fuerte español había quedado consolidado. El capitán Antonio Carreño Valdés, sargento mayor de las fuerzas de Ternate, que era la mayor autoridad militar en la isla después del gobernador de las Molucas, acudió al fuerte con gentes, municiones y pertrechos para reforzar la posición española (7).

La cercanía entre los dos fuertes Calamatas (el holandés y el español), con los enemigos tan sólo separados a escasos metros, hizo que ambos bandos vivieran en un estado de alerta continua. Era grande el riesgo de ser sorprendido y atacado por el otro bando fuera de alguno de los dos fuertes. Una simple salida por leña o a por agua podía acabar en un trágico final, al ser atacados por los enemigos emboscados en las inmediaciones, pudiendo terminar muerto o apresado. Por otra parte, desde  la propia posición española tampoco se desaprovechaban las ocasiones para atacar a los soldados holandeses. La llegada de refuerzos de soldados españoles se solía convertir en emboscadas o ataques sobre los vecinos holandeses. Estos hechos bélicos de los españoles se encuadraban en una estrategia de continuo desgaste, con el objetivo final de debilitar las fuerzas enemigas. Era la opción preferente a mantener, ya que por falta de medios en soldados y armas la toma, el asedio o el asalto del fuerte enemigo no se hacía viable; por lo tanto el recurso más utilizado por los soldados españoles era el de preparar emboscadas o ataques por sorpresa a los holandeses. En el año 1619 el capitán Antonio Carreño Valdés, viendo que los holandeses habían descuidado la guardia, atacó el fuerte holandés matando a cuarenta enemigos entre holandeses y ternateños, y perdiendo a seis de los ochenta soldados españoles que integraron el ataque (8).

En el año 1621, durante más de tres horas un grupo de soldados españoles al mando del capitán Rodrigo de Mendoza atacaron el fuerte Calamata holandés. En esta ocasión no lograron la toma del fuerte, pero provocaron un gran número de bajas enemigas con un balance de pérdidas holandesas de treinta bajas por once pérdidas españolas (9).

En el año 1623 se realizó un nuevo ataque español al mando del nuevo gobernador  Pedro de Heredia, desde posiciones emboscadas de los españoles en el exterior del fuerte holandés, logrando en esta ocasión la muerte de cinco enemigos holandeses (10). 
Islas de Ternate y Tidore del archipiélago de las Molucas. Autor Bellin.

Las bajes sufridas por los holandeses y la presión de los ataques españoles desde el cercano fuerte de Santa Lucía de Calamata, por la tensión mantenida debieron finalmente pesar demasiado entre los holandeses, por lo que el gobernador holandés de las Molucas tomó la decisión de ceder este terreno a los españoles, dando la orden de replegarse a sus soldados hasta el fuerte Malayo, en el cual tenían más facilitada la defensa. Esta decisión fue reconsiderada en el mismo año 1623 por el gobernador holandés Le Febre, en una carta dirigida al gobernador general holandés De Carpenter, en la que recalcaba la importancia de mantenerse en el fuerte holandés de Calamata, al ser conscientes de que si se abandonaba el fuerte sería rápidamente ocupado por los españoles, desde sus puestos de Santa Lucía de Calamata, (muy próximo) y desde el fuerte de Don Gil (11).

Poco después en fecha tres de enero del año 1624, continuaban las dudas de repliegue de las autoridades holandesas, pero la decisión de demoler y abandonar el fuerte de Calamata iba ganando terreno, aunque todavía no lo querían llevar a cabo (12).

Finalmente en el año 1625, los holandeses decidieron desmantelar temporalmente su fuerte en Calamata ante la firmeza mantenida por la fortaleza española de Santa Lucía de Calamata (13).

Este abandono fue aprovechado inmediatamente por los soldados españoles para ocuparlo, y ya mantenerlo en poder español hasta que en el año 1663 por el Tratado de Zaragoza, se produjo la evacuación española de las Molucas. En el año 1626 los holandeses habían abandonado su fuerte de Calamata y los españoles ocuparon sus posiciones, rebautizándolo ahora con el nombre de San Francisco de Calamata. Disponemos de soldados españoles que nos documentaron este hecho porque participaron en su toma y en las labores de reconstrucción. Fueron los españoles Juan de Heredia Ormastegui (14), Vicente Valenciano. (Habla el capitán Julián de Mesinas de los servicios de Vicente Valenciano que sirvió entre 1622 y 1634 en las Molucas: “Hallándose personalmente en la toma y fortificación del puesto de San Francisco de Calamata que antes fue de el holandés donde vi trabajar hasta que se puso en defensa dicho puesto”)(15) y el capitán Juan de Jara Quemada (16). 


A través del capitán Juan de Jara Quemada conocemos como el gobernador Pedro de Heredia, una vez que comprobó el abandono del puesto holandés, ordenó el desmantelamiento del fuerte español de Santa Lucía de Calamata para consolidar el renovado fuerte de San Francisco. Gracias a este testimonio, podemos documentar que San Francisco es el nombre con el que los españoles rebautizaron al fuerte Calamata holandés, mientras que Santa Lucía de Calamata, el fuerte originario español, fue desmantelado debido a la escasez de recursos de la zona y la dificultad para la obtención de materiales constructivos con los que consolidar y ampliar el nuevo fuerte a costa de los materiales del antiguo.

El renovado Fuerte de San Francisco pasó a constituir la nueva frontera española en Ternate y ser la posición más cercana a las fuerzas holandesas o neerlandesas. Según Fraassen esta posición hizo que los españoles controlaran toda la costa sur de la isla, mientras que la zona de la costa entre el fuerte Malayo holandés y entre el nuestro San Francisco de Calamata quedase en tierra de nadie (17).

Con el fuerte de San Francisco como puesto de vanguardia, el fuerte de Santa Lucía dejo de tener tanta importancia como la que había tenido antes. La falta de documentos posteriores al año 1625 con referencia al fuerte de Santa Lucía, sustituidos por las nuevas referencias al fuerte de San Francisco, nos hace pensar en la pérdida de importancia del Fuerte de Santa Lucía.
Desde el fuerte de San Francisco de Calamata los españoles siguieron su política de hostigamiento sobre los holandeses y ternateños que ocasionalmente osaban aventurarse en territorio más al sur de su fuerte principal, el fuerte Malayo.
En el año 1629 el sargento mayor Francisco González, capitán de San Francisco de Calamata, capitaneo una salida con treinta soldados españoles hacia el enemigo que se encontraba pescando. El contingente de enemigos era de más de cien ternateños, mardicas y sangleyes del fuerte de Malayo. Los españoles se emboscaron en un manglar situado cerca del fuerte de San Francisco de Calamata, y lanzaron un ataque, que se saldó con decenas de muertos y once enemigos presos (18).
Cuatro años más tarde en 1633, los españoles dieron un paso más atacando los exteriores del fuerte Malayo holandés. En esta ocasión el capitán Alonso Serrano, también cabo del fuerte de Calamata, había recibido la orden del gobernador Pedro de Heredia de atacar el fuerte Malayo con un grupo de noventa y seis soldados españoles, de ellos setenta eran procedentes del fuerte de Rosario, veinte del de Calamata y seis del de Don Gil (19).
Los españoles atacaron el fuerte holandés de Malayo, degollando a los puestos de guardia de las garitas y quemando el barrio situado a extramuros del fuerte (20).

En los inicios de la década de los años 1640 en el fuerte de San Francisco de Calamata se mantenía como una importante fuerza fronteriza de la soberanía española en Ternate. En este mismo año disponemos de las instrucciones dadas al recién nombrado cabo de la fuerza de San Francisco de Calamata, el capitán Ginés de Rojas y Narváez, en fecha 19 de febrero de 1640 por el gobernador de las Molucas Francisco Suarez de Figueroa en el fuerte de Rosario. Es este un documento que aporta información relevante sobre el estado y régimen de vida diaria del fuerte de San Francisco de Calamata (21).

Gracias a tan importante documentación sabemos que el estado de alerta en el fuerte era continuo, y que cualquier salida al exterior del mismo debía ser autorizada por el cabo de la fuerza. Una simple salida en busca de leña conllevaba que toda la guarnición del fuerte estuviese en guardia hasta el regreso de la misma, por lo que las salidas del fuerte debían ser poco frecuentes y realizarse a horas diferentes para así evitar que los enemigos tuviesen constancias de ellas y pudiesen organizar emboscadas contra ellos. En época de lluvias, la existencia de un arroyo cercano los proveía de agua a toda la guarnición de soldados; pero en la estación seca, el abastecimiento de agua se tenía que hacer yendo a la laguna del fuerte de Don Gil. Los soldados españoles trasladaban el agua en vasijas siempre escoltados por compañeros del fuerte. Para enviar mensajes urgentes, en el caso de aproximación de un contingente enemigo, se tenía convenido realizar el aviso de dos disparos de artillería, que daban el aviso y ponían en alerta a las fuerzas del fuerte de Nuestra Señora del Rosario, para su posible defensa.

A pesar de la cercanía del fuerte con la capital de Nuestra Señora del Rosario, y debido a la complicada orografía volcánica de la isla, con abundante vegetación y continuos barrancos, la comunicación y la provisión se realizaba por la costa a través de pequeñas embarcaciones.

En unas instrucciones de fecha 5 de mayo de 1641 dadas un año después al nuevo cabo Manuel Correa (22), se determina que las puertas del fuerte debían mantenerse siempre cerradas, estando prohibida su apertura hasta bien entrada la mañana, cuando una vez disipadas las nieblas matutinas, se podía ver con mayor claridad el terreno, que desde el fuerte de San Francisco se extendía hasta las posiciones enemigas holandesas, y descartar así la posibilidad de sufrir ataques de los soldados enemigos emboscados. Estas medidas de precaución continuaron años después con situaciones de alerta continuada y ciertos detalles de la vida diaria en el fuerte, como la existencia de cultivos en el exterior de las murallas para el avituallamiento de las tropas o la visita de comerciantes para vender o intercambiar sus mercancías con la soldadesca del fuerte, con el frecuente trueque de tabaco por ropa de los cuarenta soldados de la fortaleza.


La relación de los mandos de los fuertes de Santa Lucía y San Francisco de Calamata fueron los siguientes:
1618 Capitán Juan de Chaves (Santa Lucía)
1619 Capitán Juan García (Santa Lucía)
1619 Capitán Hernando Suarez (Santa Lucía)
1621 Capitán Rodrigo de Mendoza (Santa Lucía)
1623 Capitán Juan García (Santa Lucía)
1623 Juan de Jara Quemada (Santa Lucía)
1625 Juan de Jara Quemada (San Francisco)
1629 Sargento Mayor Francisco González (San Francisco)
1632 Capitán Alonso Serrano (San Francisco)
1634 Diego Maldonado Bonal (San Francisco)
1635 Alférez Alonso de Herrera (San Francisco)
1636 Cabo Simón Álvarez (San Francisco)
1640 Capitán Ginés de Rojas y Narváez (San Francisco)
1640 Juan Fernández Sevillano (San Francisco)
1641 Francisco del Castillo (San Francisco)
1641 Manuel Correa (San Francisco)
1646 Capitán José de Góngora (San Francisco)
1650 Capitán Francisco González (San Francisco)
1652 Cabo Alonso de Mirabal Sedeño (San Francisco)
1653 Capitán José de Góngora (San Francisco)  
(23).
Mapa de Lamarche de las islas Molucas, Filipinas , Carolinas , Marianas e islas de la Sonda.
En este artículo haremos un recorrido por el contexto histórico, económico y religioso de estas mismas tierras apoyándonos en los datos históricos disponibles.
Antes del siglo XIV, fueron mercaderes indios, árabes y chinos los que llegaron a las islas Molucas en busca de las especias con las que, casi exclusivamente, abastecían al mundo. Los árabes introdujeron el Islam en las Molucas desde la Isla de Java en el siglo XV. El nombre de Molucas proviene del árabe Jazirat al-Muluk (Isla de los reyes) una apelación dada por los primeros mercaderes árabes que los portugueses convirtieron en “Ilhas Malucas”, tal y como aparece en la cartografía del siglo XVII. En textos españoles de la época, el nombre aparece como “Malucos” o “Malucas” indistintamente (por ejemplo, en la carta en que el rey Felipe II pide a Urdaneta que organice una expedición, como después veremos).
Carabelas y carracas en el río Tajo. Autor desconocido, 1572.
Estas islas se hicieron famosas durante los siglos XV y XVI, cuando portugueses, españoles, ingleses y holandeses libraron batallas para controlarlas, debido a que de ellas se obtenían las tan preciadas especias que demandaba Europa. Era la única región del mundo conocido productora de nuez moscada y la única junto con Madagascar donde se recolectaba el clavo de olor.
En 1511, los portugueses llegaron a sus costas, y establecieron su primera fortaleza en la isla de Ternate,  y así comenzaron con el monopolio del envío a Europa de las especias. Fueron los portugueses los primeros occidentales que llegaron a Ternate y Tidore en las Molucas. El catolicismo apareció al siglo siguiente con las misiones portuguesas. La primera expedición de los portugueses a las Molucas, se realizó en el año 1512, bajo el mando de Antonio de Abreu, que llegó a Ambon y las Islas Banda en el año referido. Después de pasar por un viaje duro y bastantes dificultades, volvieron a Malaca. El portugués Francisco Serrao y su equipo expedicionario quedaron varados en la isla Lucopino (Nusa Penju), cerca de la isla de Ambon.  Pero al final llegaron a Ambon y luego a Ternate. En Ternate, el sultán de Ternate nombró a Francisco Serrao  su asesor personal, su consejero personal, con lo que Serrao y sus compañeros acompañantes fueron personajes de su corte real. Lo nombró como una figura prominente en el sultanato real. 
La primera expedición portuguesa a las Molucas, bajo el mando de Antonio de Abreu, llegó a Amboina y en las islas Banda en 1512.  Después de un viaje de aventura regresó a Malaca. Francisco Serrao y otros miembros de esta expedición naufragaron en un arrecife de la isla Lucopino (Nusa Penju) no lejos de la isla de Ambon, pero de alguna manera lograron llegar a Ambon y luego Ternate.
Antonio Abreu fue un marino portugués y oficial naval que al parecer había nacido en Madeira (las Azores). Participó al servicio de Alfonso de Albuquerque en la conquista de Ormuz en 1507 y de Malaca.
El 25 de julio de 1511, durante la conquista de Malaca, Antonio de Abreu dirigió el junco chino con el que remontaron el río Malaca durante la marea alta, permitiendo que el contingente portugués arribara a tierra y conquistara la ciudad en agosto. Gravemente herido en la cara, después de haber perdido algunos dientes y la lengua, rehusó la propuesta de Albuquerque de abandonar el mando.

En agradecimiento, en noviembre de ese año, después de enviar embajadores a Pegu y a Siam un mes antes de dejar Malaca, Albuquerque confió a Abreu el mando de una flota de tres buques que navegasen en busca de las “islas de las Especias”.
Itinerario de Antonio de Abreu  en el vieje a las Molucas.

Antonio de Abreu era el capitán de la nave principal, la Santa Catarina, el segundo comandante era Francisco Serrão, que era sobrino de Fernando Magallanes, en el barco Sabaia, y un tercer barco, una carabela, estaba bajo el mando de Simón Alfonso Bisagudo, teniendo como piloto a Francisco Rodrigues, un cartógrafo capaz que escribió acerca de esta expedición. Con una tripulación de 120 portugueses y 60 esclavos, fueron guiados por pilotos malayos contratados para guiarlos. Salieron de Malaca en noviembre de 1.511

La expedición estaba justificada porque las islas de Banda eran la única fuente mundial conocida de la nuez moscada y el clavo, especias usadas para fines tan variados como saborizantes, medicamentos y conservantes de alimentos, en la época muy apreciadas en los mercados europeos. Los portugueses trataron de dominar sus fuentes, evitando así el circuito tradicional del comercio dominado por los comerciantes árabes, que vendían a su vez a los venecianos a precios exorbitantes.

Pilotos malayos, contratados o a la fuerza, guiaron a los barcos de la expedición hacia el este, más allá de Java y lo largo de las islas menores de la Sonda, antes de guiarlos en dirección norte hacia las islas de Banda, pasando por la isla de Amboina (Ambón). Cuando el barco de Serrão encalló en Gresik, en Java, tomó a una princesa javanesa como esposa, que le acompañó el resto del viaje.

En 1.512 su barco se hundió, pero logró llegar a la isla de Luco-Pin (Hitu), al norte de Ambón. La expedición permaneció en las islas de Banda alrededor de un mes, comprando y embarcando en los barcos nuez moscada, macis y clavo, comercio del que Banda ya era un puesto comercial próspero. Serrão se compró un junco chino comprado a un distribuidor de la región, sustituyendo su barco perdido.
La carraca portuguesa Santa Caterina en Oriente.
Antonio de Abreu zarpó luego hacia Amboina (Ambón) mientras que su segundo comandante, Serrão, se adelantó hacia las Molucas.
Con una tripulación de nueve portugueses y nueve indonesios, el buque fue sacudido por una tormenta contra un arrecife de una pequeña isla. Su intento de reunirse con Abreu fue impedido por esa tormenta y desembarcó en la isla de Ternate.
Cuando los habitantes de la isla, conocidos saqueadores de naufragios, fueron conscientes del barco hundido de Serrão, se dirigieron al sitio. La tripulación de Serrão se encontraba desarmada y necesitaban ayuda, pero estaban en buen estado. Cuando los saqueadores se acercaron, atacaron a los portugueses y capturaron los dos barcos y sus tripulaciones. Sus salvadores involuntarios se vieron obligados a llevarlos a Ambón, donde desembarcaron en Hitu.
La armadura de Serrão, el mosquete y su experiencia náutica impresionaron a los poderosos jefes de Hitu que estaban en guerra contra Luhu, el principal asentamiento de la península de Hoamal, en la isla de Ceram, cerca de Hitu. Los portugueses también fueron bien recibidos en la región como compradores de alimentos y especias en un momento bajo del comercio de esta especia, causado por la interrupción temporal de las navegaciones javanesas y malayas a la región desde los conflicto de 1.511 en Malaca. Los visitantes fueron reclutados como aliados militares y sus posteriores exploraciones fueron vistas por los rivales vecinos de Tidore y Ternate, que enviaron a dos emisarios para inducir a los visitantes a ayudarles.
Aliándose de forma personal en la isla de Ternate, la potencia más fuerte en la región, Serrão pasó a servir como jefe de una banda de mercenarios portugueses al servicio del sultán Bayan Sirrullah, uno de los dos poderosos señores que controlaban el comercio de especias. Después de haber entablado una estrecha amistad, el sultán nombró a Serrão como asesor personal en todas las cuestiones, incluidas las militares (según un documento supuestamente portugués) y familiares. Después de haber sido bien recibido por el sultán, Francisco Serrão decidió permanecer allí, sin hacer ningún esfuerzo para retornar a Malaca.

Al parecer Serrão murió envenenado, según unas fuentes por el sultán de Tidore cuando fue a comprar especias allí, según otra versión fue envenenado por los comerciantes musulmanes casi al mismo tiempo que Magallanes moría en Mactán.

Abreu regresó a Malaca en diciembre de 1.512, desde donde partió en enero de 1.513 hacia la India con Fernando Pires de Andrade; luego navegó de regreso a Portugal. Murió en las islas Azores, antes de llegar a territorio continental de Portugal.

Los portugueses establecieron su primera fortaleza en la isla de Ternate, el fuerte San Juan y comenzaron con el monopolio del envío a Europa de las especias. 
Carabela y nao portuguesas.

Desde el año 1513, los portugueses enviaron una flota comercial anual a las islas de las Especias. Después de 1513, la flota portuguesa, dedicada esencialmente  al comercio, enviaba dos flotas a las islas de las Especias, Maluco o las Molucas.  La primera flota, bajo el mando del capitán Antonio de Miranda de Azevedo, realizó la construcción de dos “feitorias” pequeñas.  Una en la isla de Ternate y otra en la isla de Bacan.

En Febrero de 1522, el capitán portugués Antonio de Brito, al mando de una flota llega a las islas Banda, para fortalecer la amistad con el rey de estas islas. Para conmemorar este acontecimiento, se erigió una piedra “padrao” con las armas del rey de Portugal.  Antonio de Brito llegó a Ternate, en mayo de 1522, donde se construyó la fortaleza de Sao Joao Baptista de Ternate.  La primera piedra de la fortaleza fue colocada el junio de 1522. Los jesuitas comenzaron una escuela en Ternate, en sus primeros tiempos. El 25 de octubre de 1536, el gobernador Antonio Galvao Porugis llegó a Ternate. Él es el hombre que construyó la llamada “Ciudad de los portugueses” en Ternate, también construyeron escuelas, hospitales y un muro de piedra alrededor de la ciudad. El 15 de julio de 1575, los portugueses dejaron la fortaleza. Antonio Galvao es considerado  el “Apóstol de las Molucas”. En realidad, el dominio portugués en las islas siempre fue débil.  Esto fue debido a la lejanía de las islas y al pequeño número de los portugueses que llegaron y permanecieron allí, los europeos nunca fueron más que unos pocos miles.
Los portugueses durante el siglo XVII usaron Makassar, en las islas Célebes, como centro del comercio de la seda, el clavo de olor, los textiles, madera de sándalo y diamantes. En el año 1620 (año del martirio de Fray Blas Palomino), había regularmente más de quinientos comerciantes portugueses que frecuentaban el puerto de Makassar, y comerciaron en esta localidad con seguridad, por la facilidad que los sultanes, que hablaban portugués, le dieron en ayuda y confort; les daban esta ayuda para protegerse de la compañía Neerlandesa de Indias que se había establecido en la zona en 1599.
En 1.592, durante la guerra de Inglaterra con España, una flota inglesa capturó un gran galeón portugués frente a las Azores, el Madre de Dios (Madre de Deus) cargado con 900 toneladas de mercancías de la India y China, por un valor estimado de medio millón de libras, que despertó el interés en la región. Ese mismo año, Cornelis de Houtman fue enviado por comerciantes holandeses a Lisboa, para reunir tanta información como pudo sobre las islas de las Especias. En 1595, el comerciante y explorador Jan Huyghen van Linschoten, después de haber viajado mucho por el océano Índico al servicio de los portugueses, publicó un informe de viaje en Amsterdam, el “Reys-gheschrift vande navigatien der Portugaloysers in Orienten” (“Informe de un viaje a través de las navegaciones de los portugueses en el este“). El informe publicado incluía vastas instrucciones sobre cómo navegar barcos entre Portugal y las Indias Orientales y hacia Japón. Los intereses holandeses y británicos alimentados con esta nueva información llevaron a un movimiento de expansión comercial, y la fundación de las Compañías de las Indias Orientales, la inglesa en 1.600, y la holandesa (VOC) en 1.602.
En 1599 llegó a las Molucas la Compañía Neerlandesa de Indias (Vereenigde Oostindische Compagnie, VOC), comenzando a tomar posesión de tierras y poblados, con la fuerza que les daba el terror desplegado, arrasando a cuanto enemigo se le opusiera. Cada intento de rebelión era salvajemente reprimido. Tal era el terror de los habitantes que estaban dispuestos a matar ellos mismos a sus líderes para aplacar la ira del invasor. En 1655, los habitantes de Kelan capturaron y ofrecieron a los holandeses el Príncipe de Ternate para poder salvar su ciudad. La ciudad fue salvada, pero los habitantes sufrieron las consecuencias con la pérdida de su libertad.

En 1575, los indígenas islamizados de Ternate expulsaron a los portugueses de esta isla, pero en 1606 una expedición hispano-portuguesa (en ese momento, Portugal y España eran gobernados por el mismo rey Felipe II) capturó la fortaleza de Ternate, que estaba entonces en poder de los holandeses.

Esta fue la razón de las relaciones amistosas entre Makassar y Portugal, ambos se vieron fortalecidos por sus intentos comunes para detener el poder holandés en las Molucas y las islas Sonda.

Por parte de la Corona Española, en 1519 Fernando de Magallanes empieza la aventura de llegar a las Molucas, situadas más allá del límite del Tratado de Tordesillas de 1494, tratando de demostrar que estas islas pertenecían a Castilla y no a Portugal.

La expedición de Magallanes estaba compuesta de cinco naves artilladas y llevaba 237 hombres a bordo. Las embarcaciones eran: Trinidad, de 110 toneladas, nave almirante. San Antonio, de 120 toneladas, la de mayor porte. Concepción: 90 toneladas. Victoria: de 85, la única que volverá de esta experiencia. Y la Santiago de 75 toneladas.
Antonio de Pigafetta.

Dirá sobre esta fecha Antonio de Pigafetta, cronista de la armada: “Zarpamos del muelle de Sevilla, y haciendo fuego toda la artillería, sólo desplegamos la vela del palo mayor, y llegamos al término de un río llamado Betis, que ahora es denominado Guadalquivir. Por último llegamos a un castillo que pertenece al Duque de Medina Sidonia, llamado San Lúcar, donde hay un puerto, desde el cual se entra al océano”.
La empresa de Magallanes llevaba el propósito de descender por la América Meridional hasta encontrar el paso que permitiera cruzar al otro mar, alcanzar las Molucas en esa navegación reportando a la armada las enormes ganancias de la especiería, y regresar por el oeste a España.
Hernando de Magallanes armó su flota con una inversión que alcanzaba casi 9 millones de maravedíes. De este total 1.554.504 fueron destinados a pagar cuatro meses de sueldos anticipados a los 237 tripulantes. Pasado ese tiempo de navegación la Armada se haría cargo de las remuneraciones teniendo en cuenta las ganancias, si las hubiera.

Expedición de Fernando de Magallanes.

https://www.youtube.com/watch?v=m9fljctzU4U 

Magallanes trasportaba a la vez 1.679.769 maravedíes en mercaderías destinadas al comercio de trueque con los pueblos con los que se pensaba entrar en contacto en oriente, y conseguir de esta manera las preciadas especias.
Las provisiones sumaban 1.585.551 maravedíes, y comprendían en términos generales: biscochos, vinos, aceite, pescado seco, carne, queso, legumbres...
El día 1 de noviembre de 1521, Fernando de Magallanes navegaba por el Estrecho Austral que después llevaría su nombre, pero que él ese día denominó "Canal de Todos los Santos" por ser tal día de celebración religiosa.


En 1521, Magallanes cruzó el paso interoceánico que lleva su nombre, en el extremo sur de América y tomó camino hacia el noroeste. La expedición fue tocando tierra en varias de las islas de las hoy conocidas como Filipinas, enfrentándose en muchas de ellas con los indígenas. En uno de esos enfrentamientos murió Magallanes y su segundo, Juan Sebastián Elcano consiguió completar el viaje. El 8 de noviembre de 1521 los dos últimos barcos de la flota de Magallanes, la Victoria y la Trinidad, llevaron a los primeros españoles a las Molucas, en las Islas de las Especias. En aquella época había cuatro reinos importantes en las Molucas, todos ellos gobernados por musulmanes: Ternate, Tidore, Gilolo (o Jailolo) y Bachan (o Bacan).
Algunos expedicionarios españoles llegaron a la isla de Tidore, siendo Magallanes el primero en llegar, y se asentaron en Tidore, con gran preocupación de los portugueses. Como es bien sabido ya desde la expedición de Magallanes (1521), los españoles intentaron varias veces hacerse con el control de las islas de las Especias, a expensas de los portugueses, con quienes hubo muchas diferencias, a menudo amargas. La nave Victoria volvió a España desde las islas, en 1.522, después de dar la vuelta al mundo navegando siempre hacia el oeste, sin atravesar los territorios dominados por Portugal.
Los españoles hicieron alianzas con los reyes de Tidore y Jailolo, y las tropas españolas se encontraban en las islas durante los años 1527 y 1534 y entre 1544 y 1545. El hecho de no descubrir un camino de regreso a través del Pacífico, sin embargo, les impedía competir con el poderío naval portugués, que se movía por el sur de África. 
Fernando de Magallanes y Juan Sebastián Elcano.

Algún tiempo después Elcano regresó a las Molucas, acompañando a la expedición de García Jofre de Loaysa, el nuevo Capitán General y Gobernador de las Molucas. Los españoles crearon entonces un fuerte en la isla de Tidore.

El 24 de julio de 1.525 la flota partió de La Coruña al mando de García Jofré de Loaysa acompañado de un plantel de marinos de excepción como el propio Juan Sebastián Elcano, que iba voluntario. La expedición se componía de 6 naos (Santa María de la Victoria de 360 toneladas, Sancti Spiritus de 240, Anunciada de 204, San Gabriel de 156, Santa María del Parral de 96, San Lesmes de 96), y  un patache (Santiago de 60 toneladas)

La flota se detuvo en La Gomera, hizo aguada y continuó por la costa africana hasta el golfo de Guinea, donde viró hacia América aprovechando el alisio meridional. En costas brasileñas tomó rumbo sur hasta la Patagonia. Allí, cuando la expedición se disponía a cruzar el paso de Magallanes empezaron los problemas. Fuertes temporales dispersaron los barcos condenando a las tripulaciones a refugiarse en el estrecho durante meses. La flota se separó. La Anunciada decidió continuar el viaje por el cabo de Buena Esperanza y la nao San Gabriel regresó a España por la costa americana. Para rematar el panorama, la Sancti Espiritus, nao que comandaba Elcano, se hundió tras una tormenta. El resto volvieron a encontrarse para salir a mar abierto.

Frente a las costas de Chile un nuevo temporal de inusitada fiereza les sorprendió. La nao San Lesmes, que había bordeado el cabo de Hornos por error, se perdió en el océano y de sus tripulantes nunca más se supo. La Santa María del Parral cruzó el océano en solitario hasta arribar a las islas Célebes después de que la tripulación amotinada arrojase al capitán por la borda. La Santiago dio con la costa, se pegó a ella y alcanzó Nueva España, donde se encontraron con otro navío, la Florida, que iba en auxilio de lo que quedaba de la expedición principal, pero fue apresada por los portugueses su llegada a la zona.

Mucho antes de eso, la nao capitana, la Victoria, que había quedado aislada en mitad del Pacífico, tuvo que enfrentarse a una epidemia de escorbuto, que en sólo dos meses se llevó por delante al piloto, al contador y a los tres capitanes que se fueron sucediendo al mando: García de Loaysa, Juan Sebastián Elcano y Alonso de Salazar. Martín Iñiguez de Zarquizano quedó al mando por votación. Podía darse por vencido y buscar el camino de vuelta que ya conocía, o cumplir las órdenes que recibió en La Coruña y tomar las Molucas.
En agosto llegaron a Guam, donde se encontraron un marino español, descolgado de la expedición de Elcano, que les saludó desde la canoa de unos indígenas. De las Marianas pasaron a Filipinas y de allí directos a las islas de las Especias o Molucas. Los portugueses, que habían llegado antes, conspiraron con los indígenas para expulsar a los españoles de aquellas islas.
Los españoles crearon un fuerte con dos docenas de piezas de artillería en la isla de Tidore. Los portugueses mandados por Jorge de Meneses, desembarcaron en la isla y derrotaron a los españoles.
Cuando poco después, la nao española la Florida, que acudió en auxilio al mando de Álvaro de Saavedra, llegó y se encontró la isla en manos de los portugueses, también se rindió con su tripulación. Por último, en 1.533, el virrey portugués en Goa envió una flota a la isla de Geilolo, que, después de derrotar a las fuerzas del rey local (aliado de los españoles) y quemar su capital, aceptó la rendición de los españoles que quedaban. El último capitán español, Hernando de la Torre, capituló ante el portugués y depuso las armas. De los 450 hombres que habían salido de La Coruña, sólo regresaban 24, derrotados, en un navío portugués que les llevó hasta Lisboa.
El rey Juan III de Portugal en cuadro atribuido a Cristobal Lopes.
El emperador Carlos I de España y V de Alemania con su esposa Isabel de Portugal, hermana del rey Juan III de Portugal.
Poco después Juan III de Portugal y Carlos I de España, que eran monarcas y cuñados, llegaron al acuerdo de fijar el contrameridiano del Pacífico, por el tratado de Zaragoza, firmado el 1.529 entre España y Portugal, en él se atribuyeron las Molucas a Portugal y las Filipinas a España. El Rey de España abandonó todas las reclamaciones en las islas, al menos nominalmente, a cambio de 350.000 ducados.

España lo volvería a intentar, y reafirmándose en sus pretensiones, España envió el 1 de noviembre de 1.542, una fuerte expedición militar a la zona, formada por 370 hombres en 6 naves, que fue capturada por los portugueses en Tidore en 1.544, lo que permitió a Portugal a ser la potencia dominante en las Molucas durante el resto del siglo XVI.

A raíz del primer viaje de Cristóbal Colón, y el descubrimiento de una ruta por el oeste para llegar a lo que él llamó “Las Indias”, estuvo a punto de provocarse un serio conflicto entre los reinos de España y Portugal.

Al enterarse de la noticia del descubrimiento, el rey de Portugal, Juan II, de boca del propio Colón que recaló primero en Lisboa, alegó que lo descubierto estaba dentro de territorio portugués, según la delimitación establecida por Castilla en el Tratado de Alcáçovas-Toledo, en 1479. Frente a este dilema, y según la costumbre de la época, se recurrió al arbitraje del Papa Alejandro VI, a través de documentos llamados Bulas, para resolver este problema. La delimitación establecida por el papa Alejandro VI está en las cuatro bulas Alejandrinas de abril a septiembre de 1493. Se establece en ellas, como la línea de demarcación entre las zonas de expansión castellana y portuguesa, en el meridiano situado a 100 leguas al oeste de las islas de Azores y Cabo Verde. Todo lo situado al occidente sería para Castilla, al oriente para Portugal (con la excepción, claro está, de las islas Canarias y un derecho de navegación por la zona portuguesa para poder llegar a las que entonces se llamaban las Indias Occidentales). 
Edificio de Tordesillas donde se firmo el Tratado del mismo nombre el 7 de junio de 1494.
Pero hubo nuevas reclamaciones, por lo que se llegó a nuevos pactos acordados directamente por los representantes de los reyes de Castilla y Portugal y que se recogieron en el Tratado de Tordesillas (Valladolid), firmado el 7 de junio de 1494. Allí se establece como nueva línea de demarcación el meridiano situado a 370 leguas al oeste de las islas de Cabo Verde, que corresponde a 46º 37’ longitud oeste.
Retrato del Papa Alejandro VI pintado por Juan de Juanes.

En el proceso de las conflictivas relaciones hispano-portuguesas, tras el Tratado de Tordesillas, surgirían de nuevo tensiones a raíz del regreso de Elcano y las consecuencias del encuentro de ambas naciones en Extremo Oriente (en las Molucas), obligando a un replanteamiento de los acuerdos anteriores.

Contencioso que evidenció la incapacidad para establecer el trazado definitivo de la línea de Tordesillas tanto tiempo después, (y por tanto del correspondiente antimeridiano) que fue solucionado, finalmente, en el Tratado de Zaragoza de 1529, que mostró de nuevo la necesidad de llegar a acuerdos concretos sobre los puntos en litigio.
Texto del Tratado de Zaragoza.
Este acuerdo tuvo importantes repercusiones de toda índole, entre ellas permitió que las Molucas quedasen en manos portuguesas y las Filipinas fuesen posesión española, aunque la internacionalización de las rutas marítimas acabó con ese predominio de los dos reinos peninsulares.
Las lógicas y naturales imprecisiones geográficas determinadas por la “línea de demarcación” que fijaba en el tratado de Tordesillas (7 de abril de 1494) la pertenencia a España o a Portugal de las tierras descubiertas, e incorporadas a sus respectivos imperios por ambas naciones ibéricas, originó un prolongado litigio diplomático hispano-portugués un tanto polémico  y exacerbado, como resultado del viaje de Magallanes-Elcano de la primera vuelta al mundo. Tema capital de dicha discusión era el de la pertenencia de las “Islas de la Especiería”, Molucas para los españoles y Malucas para los portugueses o lusos.
El emperador Carlos I de España y V de Alemania, sin ceder un ápice en lo que consideraba como innegable derecho de España, tanto por su prudencia y sensatez como por particular estimación a su esposa Isabel, consideró a principios de 1529 que debía concertar esta cuestión con el país vecino, que mantenía tercamente la interpretación más favorable para sus intereses, en el sentido de que le pertenecía el mencionado archipiélago moluqueño. La disputa, tras dilatados tratos y negociaciones, quedó definitivamente solventada por el llamado tratado de Zaragoza suscrito el 22 de abril de 1529.

El Tratado de Zaragoza completa en 1529 el Tratado de Tordesillas con una línea de demarcación entre la expansión portuguesa y la castellana en Extremo Oriente. Fija esta línea de demarcación a 297'5 leguas al oeste de las Molucas, es decir, en el meridiano 145º oeste. Deja para Portugal las Molucas, tras el pago de 350.000 ducados (monedas de oro) a España y para Castilla las islas Filipinas, las Marianas (o de los Ladrones), las Carolinas y las Palaos (o Palau).
Delimitación exacta de las zonas de influencia  portuguesa y spañola en Ásia por el Tratado de Zaragoza en el año 1529.

El día 22 de abril de 1529, se firma el Tratado de Zaragoza, por el que Carlos I, rey de España, vende a la Corona de Portugal "todo derecho, acción, dominio, propiedad, posesión o casi posesión y de todo derecho a navegar, contratar y comerciar en el Maluco, las islas Molucas, por un valor de 350.000 ducados de oro, de 375 maravedises cada uno".

Favoreció mucho esta decisión el matrimonio, tres años antes, de Carlos I con la princesa Isabel de Portugal. Este Tratado delimitará exactamente las zonas de influencia portuguesa y española en Asia, ya que las islas Filipinas siguen en poder de España

Realmente, Carlos I firmó lo que sin duda fue un público instrumento de transacción y contrato de venta con pacto de retro vendando, en la fecha indicada, en Lérida, donde se hallaba en ruta hacia Italia para ser coronado “Emperador”, aunque el 15 de abril de 1529 había otorgado a sus delegados, Mercurino de Gattinara, fray García de Loaysa y al comendador calatraveño García de Padilla en la ciudad de Zaragoza (y de ahí el nombre del acto de este pacto) plenos poderes para que se convinieran en el tema con el embajador y plenipotenciario portugués Antonio de Acevedo Coutiño.

En realidad se trató de una verdadera venta condicionada de las citadas “Islas de la Especiería” a Portugal por 350.000 escudos de oro, de los que valían en Castilla 375 maravedís cada uno. En otras cláusulas del mismo se fijaban las respectivas nuevas obligaciones en las islas Molucas de ambos estados ibéricos, en una situación que hubo de concluir con la “unidad ibérica” alcanzada por Felipe II en 1581.
Tengamos en cuenta que el entonces floreciente comercio de las especias decayó pronto, y que el realismo político del emperador Carlos I no consideraba el tratado de Zaragoza como una claudicación ante las pretensiones portuguesas, sino como una transigencia, ante la necesidad de afrontar otros problemas de acuciante interés universal, para los que era necesario su interés preferente y el importante saldo económico que aquella renuncia temporal significaba, en la que no se había cerrado camino alguno para una posible reivindicación moluqueña posterior.
Durante el siglo XVI, los portugueses llegan a las Indias Orientales rodeando África y cruzando el Océano Índico y poco más tarde, Portugal funda el fuerte de Ternate, en las "Islas de la Especiería", las actuales Molucas, el principal productor de especias que fueron uno de los principales motivos de los viajes oceánicos modernos.
García Jofre de Loaysa fundador del fuerte de Tidore.
Salida de la flota de García Jofre de Loaysa del puerto de La Coruña el 24 de julio de 1525.
Expedición de García Jofre de Loaysa a las Molucas.
Después de que la expedición de Magallanes de 1519 llegara a las islas Molucas navegando hacia el oeste, el Emperador Carlos I decidió mandar una expedición para establecer sus derechos, comandada por García Jofre de Loaysa, que llegó a las Molucas, fundando el fuerte de Tidore. El conflicto con los portugueses ya establecidos en la isla fue inevitable, con el resultado de la derrota de las fuerzas españolas.
Es importante señalar que el establecimiento del antimeridiano de Tordesillas era imposible de precisar con exactitud con los medios de la época, y que de haberlo podido hacer, las Molucas, así como las Filipinas, hubieran correspondido a Portugal.
El período inicial de interés de los españoles en las Molucas, se caracterizó en la lucha contra los portugueses por el control de las islas, que comenzó con la llegada de la expedición de Magallanes en 1521 y terminó en 1545 con la rendición, a los portugueses, de los hombres de la armada de Villalobos, entre estas dos expediciones, los españoles enviaron otras flotas, incluyendo Loaisa (1527) y Saavedra (1528), así como la desgraciada aventura de la expedición de Grijalva (1538). La expedición de Villalobos fue preparada después del Tratado de Zaragoza, y por esta razón la expedición se dirigía a otras islas no especificadas como las conocidas “Islas de las Especias”, otras islas que aún no habían sido ocupadas por Portugal. El centro de toda esta actividad de los españoles se mantuvo a lo largo de este período, en la isla de Tidore (24).

Sin embargo, Portugal, que tenía posesiones cercanas a las Molucas, siguió insistiendo en que le pertenecían, según lo acordado en el Tratado de Tordesillas. Para reafirmar sus pretensiones, España envió una fuerte expedición militar a la zona en 1542. En 1606 España capturó la fortaleza portuguesa de Ternate.
Rey Felipe II.

Felipe II determinó que había que explorar la ruta desde México a las islas Molucas y encargó una expedición de dos naves a Luis de Velasco, segundo virrey de Nueva España, y al fraile agustino Andrés de Urdaneta, que era familiar de Miguel López de Legazpi, quien ya había viajado por esos mares. La carta en la que el Rey pide a Urdaneta que se sume a la expedición dice así:

El rey:

Devoto Padre Fray Andrés de Urdaneta, de la orden de Sant Agustín:

Yo he sido informado que vos siendo seglar fuisteis en el Armada de Loaysa y pasasteis al estrecho de Magallanes y a la Espacería, donde estuvisteis ocho años en nuestro servicio. Y porque ahora Nos hemos encargado a Don Luis de Velasco, nuestro Virrey de esa Nueva España, que envie dos navios al descubrimiento de las islas del Poniente, hacia los Malucos, y les ordene lo que han de hacer conforme a la instrucción que es le ha enviado; y porque según de mucha noticia que dizque teneis de las cosas de aquella tierra y entender, como entendeis bien, la navegación della y ser buen cosmógrafo, sería de gran efecto que vos fuesedes en dichos navios, así para toda la dicha navegación como para servicio de Dios Nuestro Señor y nuestro. Yo vos ruego y encargo que vais en dichos navios y hagais lo que por el dicho Virrey os fuere ordenado, que además del servicio que hareis a Nuestro Señor yo seré muy servido, y mandaré tener cuenta con ello para que recibais merced en lo que hubiere lugar.
De Valladolid a 24 de Septiembre de 1559 años.
Yo el Rey
Fraile agustino Andrés de Urdaneta que concibio el vieje de ida y vuelta a Oriente.
No quedaría bien explicada y comprendida la presencia de nuestro paisano Fray Blas Palomino en su destino evangelizador a Maluco, si no conocemos las rivalidades ancestrales de los sultanatos de la isla de Ternate o Terrenate y el sultanato vecino de Tidore. Sobre este delicado tema de las relaciones entre los dos sultanatos, girará parte de la función evangelizadora de los religiosos franciscanos, jesuitas y agustinos  a lo largo de las primeras decenas de años del siglo XVII.  
Tras un periodo anterior de rivalidad entre portugueses y españoles a lo largo del siglo XVI, durante la primera mitad del siglo XVII las islas Molucas fueron un frente de guerra de la confrontación hispano-holandesa (25).
Para ambas naciones era esencial mantener sus alianzas con los sultanatos locales: los holandeses con Ternate y los españoles con Tidore, dos islas próximas que había mantenido una rivalidad desde antiguo, antes de la llegada de  los portugueses a estas tierras. Rivales poderosos y ancestrales, los dos sultanes se habían repartido el dominio sobre el resto de islas del archipiélago. Cualquier cambio en este juego de pactos podía romper el equilibrio de fuerzas en las Molucas (26).
La isla de Tidore forma parte, junto a su isla gemela Ternate del archipiélago norte de la provincia de Molucas, compuesto por las islas siguientes: Halmahera, Morotai, Ternate y Tidore, y los archipiélagos menores de Bacan y de Sula. La capital de la totalidad de las islas de esta provincia hoy es Ambón, situada en la isla de Seram en las Molucas centrales.
Estas islas conocidas a través de la historia con el nombre de las Islas de las Especias, presentan una orografía accidentada con la presencia de abundantes volcanes, dos hay en las islas de Tidore y en Ternate, contando también con la presencia de lagunas.
Isla de Tidore en la actualidad.
La isla de Tidore es algo mayor que su vecina Ternate y ambas están dominadas en su superficie por volcanes. En el caso de Tidore el volcán alcanza los 1.757 metros de altura. Estas dos islas forman dos conos casi perfectos en su perfil, uno enfrente del otro, y tan solo separadas sus costas unos 3.500 metros de distancia, los existentes entre el embarcadero de Kuyumerah en Ternate y el de Run en Tidore. Estas islas están separadas por un estrecho brazo de mar bastante profundo en el que se asienta la isla más pequeña de Maitara (27).

La isla de Tidore tiene un perímetro de 45 kilómetros y su población en 1994 era de unos 35.000 habitantes, población que se concentra en la capital Soa Siu.

La historia de Tidore está  marcada por la rivalidad con Ternate. Esta rivalidad comenzó con la establecida entre los dos sultanes antes de la llegada de portugueses y españoles, después de la llegada de los europeos los españoles apoyaron a Tidore frente al Sultán de Ternate y los portugueses que eran sus aliados.  Más tarde los portugueses fueron expulsados de Ternate, después los portugueses y los españoles juntos en Tidore chocaron con los holandeses asentados en la isla rival de Ternate. Esta puede ser la tónica de la azarosa historia de estas dos islas a lo largo de  los siglos XVI y XVII.
Victoria de los holandeses contra los portugueses en Tidore, 1605 (ca. 1606-1610), grabado anónimo, Rijksmuseum, Ámsterdam.

En la isla de Tidore, hasta el año 1627, (tan sólo siete años después del martirio de Fray Blas Palomino) el sultán había sido Cachil Mole. Fiel aliado de los españoles que llegó incluso a participar en la conquista española de Ternate, y permitió que nuestros compatriotas construyeran varios fuertes en su isla. Destacaba entre todos ellos el fuerte Tohula, o Santiago de los Caballeros; inexpugnable fortaleza en lo alto de una colina con la que controlaban la principal población de la isla y la residencia del sultán. A su muerte de Cachil Mole, le sucedió su único hijo, Cachil Naro, que a diferencia de su padre se mostró receloso del tutelaje español establecido en su isla. En 1634, el gobernador de las Molucas, Pedro de Heredia, sospechando su acercamiento a los holandeses, decidió sustituir a Cachil Naro por su sobrino Borontalo. Sin embargo, la decisión en lugar de mejorar las perspectivas, empeoró la situación. El nuevo sultán de Tidore empezó a negociar con los habitantes de Ternate una rebelión conjunta para expulsar a los españoles de su isla y firmar una posterior alianza con la Compañía Neerlandesa de las Indias Orientales (Vereenigde Oostindische Compagnie, VOC). Los españoles, al enterarse de sus planes y saber que, en connivencia con el sultán de Ternate, había ordenado la muerte de su antecesor (Cachil Naro), pusieron en marcha un plan que acabase con cualquier posibilidad de rebelión, plan que no era otro que su asesinato.

No era éste un objetivo fácil. Viviendo en su propia corte y defendido por su guardia personal, el plan debía ser secreto y ejecutado por muy pocas personas, aún a riesgo de sus propias vidas. El nuevo gobernador, Pedro de Mendiola, encargó la misión al sargento mayor Francisco Fernández. Los catorce integrantes de la expedición salieron el 10 de agosto de 1639 del fuerte Nuestra Señora del Rosario de Ternate en una galera con destino a la vecina y enemiga isla de Tidore. El gobernador pidió que, mientras durase la misión, el santísimo sacramento quedase al descubierto en la Iglesia.

Fuerte Torre de la isla de Tidore.
Los integrantes de la galera, comandados por Francisco Fernández, desembarcaron en Tidore; eran  ocho soldados (todos voluntarios), sin armas de fuego, que llevaban solo sus espadas al cinto y se encaminaron a ver al sultán con la excusa de traerle un mensaje del gobernador. Antes habían acordado con Francisco de Zuniga, cabo de Santiago de los Caballeros, que en caso de necesitar ayuda, a la señal de un pañuelo blanco, debería bajar con una fuerza de treinta soldados en su auxilio. El plan era simple y directo: aprovechar la entrega de un regalo al sultán para asesinarlo. Cuando el sargento Fernández ordenase al alférez Bernabé de la Plaza que entregara unos polvos al sultán, aquel debía acercarse con el obsequio y asestarle la puñalada mortal. A continuación, los demás españoles debían acometer al resto de los allí presentes.
El sultán Borontalo acudió al encuentro acompañado por una guardia de treinta escoltas. No era casual; de igual modo que los españoles querían matarlo, su objetivo era asesinar al sargento mayor español Francisco Fernández, condición impuesta por los holandeses para firmar una alianza con él. El encuentro fue en una casa de recreo cerca de la residencia oficial del sultán. Tras los saludos iniciales, las dos comitivas se colocaron una frente a otra: Francisco Fernández y Borontalo, cara a cara, en dos sillas, con el resto de sus respectivos acompañantes a sus espaldas, sentados en el suelo en forma de media luna. Cuando el sargento Fernández pidió a Bernabé de la Plaza la entrega del obsequio, este no dudó; se aproximó al sultán y le atestó dos puñaladas en el pecho que le hicieron caer de la silla al suelo, donde el alférez siguió apuñalándolo hasta su muerte. La rápida actuación del resto de españoles provocó la huida de los locales. Por parte española hubo un muerto, y por parte de los guardias de Tidore, tres (uno de los escoltas fue muerto por el sargento mayor antes de que pudiera alcanzar con su kris, una clase de daga, la espalda de Bernabé de la Plaza.
La salida de los españoles se vio favorecida por el plan de Borontalo de matar al sargento mayor Fernández, ya que para no despertar sospechas entre los españoles había ordenado a sus vasallos que no saliesen de sus casas durante la visita. Mientras el alboroto empezaba a apoderarse de la capital Tidore, el cabo de Santiago de los Caballeros lanzó un cañonazo sobre ella a modo de advertencia. No hicieron falta más; la conmoción se apoderó de la mayoría de los habitantes de Tidore, y los siete españoles lograron embarcar en la galera que los llevó de vuelta a Ternate (28).
Tras el asesinato, Tidore sufrió una época de inestabilidad, casi una guerra civil con enfrentamientos entre los partidarios del hijo del sultán asesinado, el sultán Borontalo, y otros contrarios a su sucesión, que justificaban la muerte de su padre por haber intentado traicionar a los españoles.
El plan de los contrarios a Borontalo era restaurar a Cachil Zaide (hijo de Cachil Naro, el antecesor de Borontalo). Pese a vivir en el fuerte Malayo, bajo la tutela holandesa y del rey de Ternate, este aceptó la oferta española, toda vez que le presentaron el magnicidio como una venganza por la muerte de su padre. Escapándose del fuerte Malayo, el 15 de agosto de 1639, y con el apoyo español, logró ser el nuevo sultán de Tidore.
Islas Célebes con Gilolo, Tidore y Ternate entre otras.
A partir del año 1648 en que se firma la Paz de Westfalia España cedió el control de las Molucas, para concentrar su fuerza de acción en Filipinas y entonces la Compañía Holandesa V.O.C. ocupó la isla como también hizo con el resto del archipiélago moluqueño, estableciendo así el monopolio del comercio del clavo  y del resto de las especias.

Los restos del fuerte Tsjobbe no son otra cosa que una atalaya de reducidas dimensiones situada al norte del embarcadero de Rum. Podemos afirmar que estos restos son las ruinas del primer asentamiento construido por los hombres españoles de Espinosa, que mandaba la nao Trinidad, y que se vieron obligados a permanecer en Tidore cuando la expedición de Magallanes, desde entonces comandada por Elcano, prosiguió el viaje con la nao Victoria logrando la primera circunvalación de nuestro planeta. La nao Trinidad se vio obligada a permanecer en la isla de Tidore por la necesidad de reparación, al estar afectados los fondos y la quilla de la nave por la “broma”. La palabra broma en este caso está referida a la taraza o broma, que es la acción de unos moluscos de cuerpo alargado, que cavan galerías, con la ayuda de sus valvas, en las maderas sumergidas de los barcos, y causan perjuicios importantes en los barcos como ocurrió en este caso con la nao Trinidad. 
Nao Santísima Trinidad.

Elcano y Espinosa llegaron a las islas el 6 de noviembre de 1521 e inicialmente fondearon en Ternate, que estaba ocupada por varios comerciantes portugueses y algún destacamento pequeño de soldados, que daba cierta seguridad a los comerciantes del clavo. Parece ser que la acogida del Sultán de Ternate y de sus súbditos a los españoles debió ser bastante fría, por lo que Elcano decidió abandonar Ternate y dirigirse a la vecina isla de Tidore. Dos días después el día 8 de noviembre de 1521, y “tres horas antes de la puesta de sol”, según señala Pigafetta, las naves Victoria y Trinidad fondearon en Tidore, “cerca de la costa y a veinte brazas”. Allí dispararon salvas de saludo y esperaron la visita de los representantes tidoreños.  El día 9 de noviembre el sultán Al-Mansur fue recibido a bordo de nuestras naves.

El sultán Al-Mansur entendió que con la llegada de la expedición de Elcano tendrían un decidido apoyo frente a sus enemigos ancestrales de Ternate, y no dudó en proclamarse vasallo de Carlos V, Rey de España, y bautizar a Tidore con el nuevo nombre de “Castilla”, en honor del Emperador Carlos, su nuevo soberano.

Los hombres de las naves Victoria y Trinidad fueron agasajados por el Sultán y gratificados con numerosas fiestas, en una de las cuales quedaron impresionadas por una “procesión de cincuenta mujeres, todas adornadas de seda desde la cintura a los pies”, según describe el cronista Pigafetta. Dichas mujeres portaban cincuenta bandejas de manjares sobre sus cabezas y eran escoltadas por hombres que llevaban grandes jarras de vino y más tarde ejecutaron la danza del “cakalele” o danza guerrera. Cuando el banquete finalizó, “las mujeres capturaron jugando a algunos de los españoles y fue necesario entregar algunos regalos para que éstos volvieran a recobrar su libertad”. Imaginamos que con harto sentimiento por parte de los españoles afectados capturados.
Banquete de Ternate.

Cuando Juan Sebastián Elcano zarpó en su periplo de circundar la tierra, los cincuenta hombres de Espinosa que quedaron en la isla reparando la nave Trinidad, construyeron una pequeña factoría para el acopio y almacenaje de las especias y la protegieron con parte de las piezas artillería de la nave Trinidad. Sin poderlo afirmar con rotundidad, podemos asegurar que es posible que ese reducto defensivo sea el hoy conocido como el fuerte Tsjobbe, cuyos restos en ruinas dominan aún la rada de Rum, en un terreno que va descendiendo progresivamente hasta la playa.
Son muchos los indicios que nos permiten suponer que el fuerte Tsjobbe es el asentamiento inicial de los hombres de la expedición de Elcano, por su ubicación, pues resulta evidente que la citada factoría para la recolección de las especias de Tidore debería estar en un lugar de acceso fácil y próximo a la costa, con un embarcadero para que la carga de la mercancía quedase así facilitada.
También parece lógico que por su ubicación, la atalaya que protegía el almacén de mercancía tendría que estar ubicado en un lugar alto desde el cual dominar, solo a simple vista, los puntos geográficos de la isla ancestralmente rival, desde donde podrían ser atacados al llevar a cabo alguna expedición de castigo a sus enemigos desde la isla de Tidore, tanto de los vecinos hostiles de Tidore como de sus aliados los portugueses,  y que esos ataques pudiesen afectar por tanto a la integridad de los soldados como a la seguridad de la factoría comercial allí había quedado establecida.
En aquella época la ciudad y el núcleo de población de Ternate no se encontraban en el emplazamiento que tiene en la actualidad, pues estaban situados  en una zona del suroeste de la isla, en un lugar llamada Gammalamma, que hoy ocupa el fuerte de Nuestra Señora del Rosario, próximo a otro reducto en el poblado que hoy se llama Kastella, palabra derivada de la española castillo, con un indudable origen etimológico hispano- portugués.
Al mirar el plano de ambas islas gemelas se podrá comprobar  que cualquier acción de ataque desde la isla enemiga de Ternate  hacia el enclave de Rum podía ser fácilmente divisada y contar así con tiempo suficiente para recibir el preaviso del ataque desde el fuerte Tsjobbe (29).
En la propia historia de la isla de Tidore, no se cita ninguna construcción posterior a esta fecha en la zona del reducto defensivo español de Tsjobbe, por lo que es fácil deducir con cierta rotundidad que la atalaya de Tsjobbe debió ser el lugar que defendía el citado almacén. Es también fácil pensar que durante la estancia de Fray Blas Palomino en Tidore se albergara junto al resto de los misioneros franciscanos en este fuerte de Tsjobbe.
Es por lo tanto muy posible que la actual estructura de la atalaya fuese entonces más elemental y primaria, que lo que hoy permanece y podemos contemplar, aun así los restos existentes muestran todos los indicios para hacernos pensar que el primer asentamiento en la isla de Tidore fuese en Rum.
Documento sobre la Armada de Magallanes del Archivo General de Indias.

Los hombres de la nave Trinidad pasados unos días y concluida la reparación de la misma, zarparon con Espinosa al mando, para así tratar de llegar a América por la vía del Océano Pacífico, pero al no poder seguir la ruta supuesta por las corrientes marinas, tuvieron que regresar a la isla de Tidore, con el inconveniente de en el recorrido de vuelta encallaron con la nave Trinidad en las proximidades de la isla de Ternate, y se provocó el hundimiento de la nave por esta causa. Los supervivientes del naufragio fueron hechos prisioneros por los portugueses aliados de los ternateños con lo que terminaron adueñándose de la factoría española de Tidore y la posición privilegiada de la atalaya aludida. En este tiempo es lo más probable que se produjesen por parte de los portugueses obras de refuerzo y acondicionamiento del reducto defensivo, que antes fue español, con lo que llegaríamos a conocer la fisionomía definitiva del fuerte Tsjobbe.

Recordemos que las fortificaciones españolas, que existían en torno a la ciudad, corresponden a una etapa histórica posterior a la llegada de Elcano; unas fortificaciones que fueron construidas por los hombres de la expedición de don García Jofre de Loaysa, quien zarpó de la ciudad de La Coruña el 24 de agosto de 1525 con cuatrocientos cincuenta hombres y una escuadra naval compuesta por seis naos, al mando de la nao Santa María de la Victoria como nao capitana de las demás naos: Sancti Spiritus, Anunciada, San Gabriel, Santa María del Parral y San Lesmes, y un patache llamado Santiago. A bordo de esta escuadra viajaban dos marinos tan insignes como Elcano, que hacía su segundo viaje y el religioso Urdaneta que había atendido la petición del rey Felipe II.

La arriesgada empresa y los hechos que rodearon este viaje naval con grandes vientos y tormenta fueron diezmando progresivamente la flota española, con la pérdida de muchos hombres por enfermedades. El día 30 de julio de 1526 muere Loaysa, que fue sustituido por Juan Sebastián Elcano, y el día 7 de agosto de este mismo año fallece también el propio Elcano, cuando aún faltaban algunas semanas para llegar a las islas Marianas.
Corrientes oceánicas del Pacifico.

Se produjo al llegada a las islas Molucas en el mes de octubre, y de los cuatrocientos cincuenta que iniciaron el viaje, llegaron a las Molucas tan solo ciento cincuenta hombres de los que habían zarpado. Las islas estaban entonces ocupadas por los portugueses, y en Ternate, García Henríquez se consideró gobernador del archipiélago y exigió que se le rindieran honores. Los españoles se asentaron de nuevo en Tidore, donde el sultán Al-Manzur vuelve a acogerlos; mientras que portugueses y españoles discuten por los derechos de asentamiento en la isla, provocándose un clima de tensión creciente. A mediados de enero del año 1527, la nao Santa María de la Victoria es dañada en unos de los combates y Zarquizano, que estaba al mando de la expedición, dio la orden de incendiar la nave, que por su deterioro no era posible aparejar para que pudiese llegar a navegar de nuevo.

Mientras tanto, don Hernando de la Torre activó las defensas de la ciudad real de Marieku, en previsión de un posible ataque portugués, que como se suponía no tardó en llegar, pues al llegar el general portugués don Enrique Meneses, se puso fin a la tregua establecida con los españoles, y al frente de cien soldados portugueses y mil ternateños se asoló la ciudad de Marieku. Durante las operaciones de acoso a la ciudad fueron cercadas las fortificaciones españolas adyacentes a Marieku, hasta que se pactaron los términos de un acuerdo entre Meneses y La Torre, que había sucedido a Zarquizano a la muerte de éste.
Hoy de la ciudad de Marieku no quedan más que unas piedras, apenas perceptibles entre la maleza, sobre la falda de una colina escarpada.
Hernán Cortés.

En fecha 20 de junio de 1526, el emperador Carlos V envió una carta a Hernán Cortes, en la que le informaba de las sucesivas expediciones enviadas por la corona a “las nuestras islas de Maluco”. Señalaba el Emperador cómo la nao Trinidad (la de Espinosa) “quedó allá, porque hizo agua, con hasta cincuenta y siete hombres”, y cómo había enviado una nueva armada (la armada de Loaysa) con “seis naos”, en la que fue como capitán general “el comendador y caballero de la Orden de San Juan, Francisco García de Loaysa “a quien había ordenado “quedar en las dichas islas”, asentándose su trato en ellas y gobernándolas”.  Epilogo de la carta le ponía en conocimiento de la armada que al mando de Sebastián Caboto había partido ese mismo año con tres naos y una carabela para “también ir a dichas islas de Maluco”.

Hernán Cortés recibió noticias de la armada de Loaysa, en el sentido de que “uno de los buques, el patache Santiago, después de una azarosa travesía en la que se separó del resto de la armada, terminó remontando por el Pacífico hasta aparecer por Nueva España (México). Cortés, informado de las desgracias de la armada de Loaysa e informado por la carta del Emperador Carlos, en la que se le ordenaba socorrer a la expedición, decidió enviar socorro a los españoles “del Maluco”, por ello don Álvaro de Saavedra Cerón salió  con dos navíos y un bergantín camino de Maluco, pero el día 15 de diciembre de 1527 una tormenta hundió en el camino las naos Santiago y Espíritu Santo, quedando solamente disponible la nao Florida que pudo llegar a las Molucas, fondeando en Tidore el 27 de marzo de 1528 (30).

Mientras la armada de Saavedra se dirigía a Tidore, los españoles habían mantenido continuas escaramuzas con los portugueses y aliados ternateños, pero esto ocurrió antes de que Saavedra desembarcase. La Torre había pactado con anterioridad el fin de las hostilidades entre los contendientes y se había asentado en la isla. El fuerte Torre, seguramente nominado así por don Hernando de La Torre, y una vez habían sido asoladas las defensas de Marieku por parte portuguesa y ternateña, debió ser el lugar del nuevo asentamiento español, que parece que con posteriores mejoras en su construcción llegó a constituir con el tiempo la nueva ciudad de Soa Siu, sede del sultanato tidoreño, que se extendía en sus proximidades. En este tiempo estaba en vigor la unión peninsular de los reinados de España y Portugal por la herencia familiar de la corona española bajo el rey Felipe II.

Álvaro de Saavedra, una vez que había comprobado como quedaba asegurada la presencia de los españoles en la isla de Ternate, intentó hacer el “tornaviaje” y para ello navegó rumbo al nordeste, después cambió al este para recorrer doscientas cincuenta leguas, hasta llegar a las islas de Papua, donde permaneció algún tiempo, pero perdidos y sin saber que ruta tomar, fueron retrocediendo en el camino navegado hasta llegar de nuevo a la isla de Tidore.

Después otras expediciones españolas siguieron a la de Álvaro de Saavedra, como la del almirante Villalobos a Jailolo, la de don Francisco de Dueñas a Ternate en 1580, y la de don Juan de Marones en el año 1883; mientras que en la isla se fueron sucediendo sultanes sucesivamente.

Se supone que el palacio de Soa Siu fuese posiblemente de finales del siglo XVI cuando los españoles concentraban su presencia en Ternate.

De cualquier manera no debemos olvidar los combates que enfrentaron a españoles y holandeses en el escenario de la isla de Tidore durante la primera mitad el siglo XVII (tiempo en que nuestro paisano fray Blas Palomino  evangelizaba estas islas). En un grabado holandés de la época que representa el ataque  de la escuadra del almirante holandés Hoen a Tidore, en el año 1609, en el que el palacio en llamas que se representa, bien podía ser el palacio del sultán en Soa Siu.

Granada 21 de febrero de 2019.

Pedro Galán Galán.
 
Bibliografía:

Archivo Franciscano Ibero Oriental: Crónica, Segunda parte de la santa Provincia de San Gregorio de Filipinas que contiene cuatro estados: el primero de la Orden, el segundo seglar, el tercero de la Iglesia de Japón y el cuarto de las fuerzas de Terrenate en Maluco desde el año 1624 por fray Antonio de la Llave, cronista de la misma Provincia.

Archivo General de Indias, Filipinas, 2, Número 51. Consulta sobre asesinato del rey de Tidore.

De Bilches, Francisco: Santos y santuarios del obispado de Jaén y Baeza, año 1653.

Hinrichs, E.: Introducción a la historia de la Edad Moderna, páginas 123 a 138, Akal, Madrid, 2001.

Marco Romerini: Las fortalezas españolas en la isla de Tidore 1521-1663.

Pigafetta, A.: El primer viaje alrededor del mundo. Ediciones B, Barcelona, 2005.

Stampa Leopoldo: Las islas de Tidore y Ternate en el recuerdo histórico español. Revista  de Historia Naval. Instituto de Historia y Cultura Naval Armada Española, Año XII, Número 45, 1994, Servicio de publicaciones de la Armada. Madrid, páginas 21 a 39.

Tenenti, A.: La Edad Moderna. Siglos XVI-XVII, páginas 173 a 178, Critica, Barcelona, 2000.

Zweig, Stefan: Magallanes: el hombre y su gesta. Debate, Barcelona, 2005.

Referencias de citas:

(1) De Bilches, Francisco: Santos y santuarios del obispado de Jaén y Baeza, año 1653. Capítulo LXVIII, página 219.

(2) Van Fraassen, CH. F.: Ternate, de Molukken en de Indonesische Archipel: Van Soa-organisatie en vierdeling: Een studien van traditionele samenleving en cultur in Indonesie, DEEL I, 1987, página 355.

(3) Archivo Franciscano Ibero Oriental (AFIO), Legajo 21, 12-3, folio 101. Relación de Gregorio de Esteban

(4) De la Llave, A.: Crónica. Primera parte de la santa Provincia de San Gregorio de Filipinas, 1625, páginas 1089-1090.

(5) Archivo General de Indias, Filipinas, legajo 49, número 67. Confirmación de la encomienda de Baro.

(6) Archivo General de Indias, Filipinas, legajo 48, número 64. Confirmación de la encomienda de Ayumbon.

(7) Archivo General de Indias, Filipinas, legajo 49, número 31. Confirmación de la encomienda de Tulaque.

(8) De la Llave, A.: Crónica. Primera parte de la santa Provincia de San Gregorio de Filipinas, 1625, página 1227.

(9) Archivo General de Indias, Filipinas, legajo 47, número 65. Confirmación de la encomienda de Masbate.

(10) Archivo General de Indias, Filipinas, legajo 49, número 20. Confirmación de la encomienda de Payo.

(11) Tiele, P. A.y Heeres, J.E.: Bouwstoffen voor de geschiedenis der Nederlanders in den Maleischen archipel. S-Gravenhage, Nijhoff, 1895, volumen I, página 2.

(12) Tiele, P. A.y Heeres, J.E.: Bouwstoffen voor de geschiedenis der Nederlanders in den Maleischen archipel´. S-Gravenhage, Nijhoff, 1895, volumen I, paginas 357.

(13) Archivo General de Indias, Filipinas legajo 7, relación 6, número 83. Carta de Fernando de Silva sobre asuntos de gobierno.

(14) Archivo General de Indias, Filipinas, legajo 49, número 69. Confirmación de la encomienda de Antique.

(15) Archivo General de Indias, Filipinas, legajo 51, número 15. Confirmación de encomienda de Casiguran.

(16) Archivo General de Indias, Filipinas, legajo 50, número 4. Confirmación de encomienda de Sogod.

(17) Van Fraassen, CH. F.: Ternate, de Molukken en de Indonesische Archipel: Van Soa-organisatie en vierdeling: Een studien van traditionele samenleving en cultur in Indonesie, DEEL I, 1987, page 49.

(18) De la Llave, A.: Crónica. Segunda parte de la santa Provincia de San Gregorio de Filipinas que contiene cuatro estados: el primero de la orden, el segundo seglar, el tercero de la Iglesia de Japón y el cuarto de las fuerzas de Terrena en Maluco desde el año 1624, página 136.

(19)  Archivo General de Indias, Filipinas, legajo número 49, número 25. Confirmación de la encomienda de Santa Catalina.

(20) Archivo General de Indias, Filipinas, legajo número 49, número 25. Confirmación de la encomienda de Santa Catalina.

(21) Archivo General de Indias, Filipinas, legajo número 61. Confirmación de la encomienda de Viri.

(22) Archivo General de Indias, Filipinas, legajo número 43, número 18. Petición de Manuel Correa para que se le dé su encomienda.

(23) Campo López, Antonio: Los fuertes españoles de Santa Lucía y Calamata de la isla de Tidore.  

(24) Marco Romerini: Las fortalezas españolas en la isla de Tidore 1521-1663.

(25)  Desperta Ferro: “La conquista de las Molucas” Especiales XV: Los Tercios (V) Asia siglos. XVI-XVII.

(26) Campo López, Antonio C.: Misión en Tidore. Guerra sucia en las Molucas. Universidad Nacional de Educación a Distancia. Madrid, 2018.

(27) Stampa Leopoldo: Las islas de Tidore y Ternate en el recuerdo histórico español. Revista de Historia Naval. Instituto de Historia y Cultura Naval Armada Española, Año XII, Número 45, 1994, Servicio de publicaciones de la Armada. Madrid, páginas 21.

(28) Archivo General de Indias, Filipinas, 2, N. 51. Consulta sobre asesinato del rey de Tidore.

(29)  Stampa Leopoldo: Las islas de Tidore y Ternate en el recuerdo histórico español. Revista de Historia Naval. Instituto de Historia y Cultura Naval Armada Española, Año XII, Número 45, 1994, Servicio de publicaciones de la Armada. Madrid, páginas 25.

(30) Stampa Leopoldo: Las islas de Tidore y Ternate en el recuerdo histórico español. Revista de Historia Naval. Instituto de Historia y Cultura Naval Armada Española, Año XII, Número 45, 1994, Servicio de publicaciones de la Armada. Madrid, páginas 28.


 

7 comentarios:

ahmaddenny27 dijo...

Estoy muy interesado en los escritos históricos que existen en tu blog, especialmente en la historia de la fortaleza en Ternate y Tidore. Allí no he entendido sobre la fortaleza holandesa (Calamata), y la Fortaleza de España (Santa Lucía). En la escritura de nuestra historia local en Ternate, que la fortaleza de Kalamata (Calamata), y la fortaleza de Santa Lucía son dos nombres de la misma fortaleza, la ubicación se encuentra en la ciudad meridional de Ternate, precisamente en el pueblo de Red Wood.

En mi opinión, la mención de dos nombres de fortaleza puede estar en una periodo diferente. El nombre actual de la fortaleza es la fortaleza de Kalamata.

Gracias...

PEDRO GALÁN GALÁN dijo...

ahmaddenny27, estoy muy agradecido por el seguimiento de los escritos de las fortalezas de Ternate y Tidore, publicados con ocasión del estudio sobre la estancia misionera de Fray Blas Palomino en estas islas, un mártir de la religión católica y beato nacido en Lahiguera (Jaén), España. Le rogaría que si conoce la ubicación, ciudad e isla del templo cristiano en que está sepultado fray Blas Palomino me lo comunique en otro comentario. Es una parte inconclusa de nuestro estudio que precisaría conocer, y agradecería muchísimo.
En la lucha mantenida entre holandeses, portugueses y españoles por el dominio territorial y comercial, que se mantuvo en esas islas durante los siglos XV, XVI y XVII, por la riqueza que suponía la venta del clavo y otras especias, que estas islas producían en exclusiva, y los altos precios que alcanzaban estos productos, ante la demanda comercial que desde Europa se hacía de ellos. Como las fortalezas eran ocupadas alternativamente por unos u otros europeos, en función de los ataques marítimos y terrestres, era normal que las fortalezas fuesen denominadas con diversos nombres por holandeses y españoles o portugueses, y así es como entendemos la puntualización que en su comentario realiza muy acertadamente.
Reitero mi agradecimiento por su aclaratorio comentario, y lo saludo muy cordialmente desde España.
Es para mí un deseo soñado poder visitar estas islas de Ternate y Tidore y todo el bello país de Indonesia.
Cordiales saludos.

PEDRO GALÁN GALÁN dijo...

ahmaddenny27, I am very grateful for the follow-up to the writings of the forts of Ternate and Tidore, published on the occasion of the study on the missionary stay of Fray Blas Palomino in these islands, a martyr of the Catholic religion and blessed born in Lahiguera (Jaén) , Spain. I would ask that if you know the location, city and island of the Christian temple in which Fray Blas Palomino is buried, please let me know in another comment. It is an unfinished part of our study that I would need to know, and would greatly appreciate.
In the fight between the Dutch, the Portuguese and the Spanish for territorial and commercial dominance, which was maintained in those islands during the 15th, 16th and 17th centuries, for the wealth of the sale of cloves and other spices, which these islands produced in exclusive, and the high prices that these products reached, given the commercial demand that Europe made of them. As the fortresses were alternately occupied by one or the other Europeans, depending on the maritime and land attacks, it was normal for the fortresses to be named by various names by the Dutch and Spanish or Portuguese, and this is how we understand the point made in your comment very aptly.
I reiterate my thanks for your clarifying comment, and I greet you very cordially from Spain.
It is a dream of mine to visit these islands of Ternate and Tidore and the whole beautiful country of Indonesia.
Greetings.

PEDRO GALÁN GALÁN dijo...

Tidak ada tulisan di blog Anda.

ahmaddenny27 dijo...

La mención de "Tsjobbe "(el nombre de un fuerte español en Tidore), en el idioma que usamos en la zona del Norte de Maluku, especialmente en Tidore call con el nombre de la" Cobo", es un nombre de un pueblo en Tidore, que se toma del nombre del Castillo Tsjobbe.

https://kebudayaan.kemdikbud.go.id/bpcbmalut/benteng-cobo/

ahmaddenny27 dijo...

De los posts que leí arriba, el evento de muerte experimentado por el Pastor Fray Blas parece ocurrir en un lugar dentro del territorio de la ciudad de Manado, Provincia de Sulawesi del Norte. Más tarde sus restos fueron enterrados mientras que el tiempo que se tomará en el futuro y llevado a las Molucas. No se menciona claramente el cadáver del Sr. Pastor Fray Blas tomado, y enterrado en el área donde el en Maluku, ya sea en el reino o en Ternate ? Agradecer.

PEDRO GALÁN GALÁN dijo...

Las relaciones de los españoles con el sultán en la isla de Ternate fueron muy especiales, por ello la Fortaleza Cobo (Tjsobbe), que se encuentra en el borde de una colina empinada en la isla Tidore, en el norte de Maluku fue muy importante. Los españoles y la gente de Tidore construyeron Fort Cobo en 1637. Fort Cobo se utilizó para proteger el Palacio del Sultán Tidore en Soasio y los barcos que pasaban por el estrecho entre Tidore y Halmahera. Los españoles habían abandonado la Fortaleza de Cobo, pero regresaron en 1640.

En 1664 los españoles dejaron todos sus fuertes en las Molucas y se retiraron a Filipinas. La gente de Ternate ocupó tres fuertes españoles vacíos (Cobo, Tahula y Rum) en la isla y la reclamaron como suya. La Compañía Holandesa de las Indias Orientales exigió la demolición del fuerte. Después de negociaciones, las dos partes llegaron a un acuerdo en 1666. Los fuertes de Tahula y Cobo fueron entregados al sultán y los fuertes de Ron fueron demolidos. El sultán usó el fuerte de Cobo como cuartel para los europeos que eran sus guardaespaldas.

Después de 1700, el fuerte comenzó a ser abandonado. En 1928, los únicos restos visibles eran el granero de municiones, las puertas, parte del bastión frente al mar y los muros de varios edificios. En 2007, la mayoría de las colinas y fuertes fueron excavados para la construcción de carreteras costeras.
Cordiales saludos desde España.