LA DUPLICIDAD DE COMPETENCIAS
ENTRE JESUITAS Y FRANCISCANOS EN EL EVANGELIZACIÓN DE LAS MOLUCAS, Y LA GUERRA
SUCIA DE PORTUGUESES, ESPAÑOLES Y
HOLANDESES.
Este artículo tiene
como objetivo arrojar luz sobre un aspecto del paso y estancia de nuestro Beato
Fray Blas Palomino por Moluco o islas Molucas, asunto todavía desconocido para
muchos higuereños, por lo que consideramos necesario recopilar datos
históricos, en gran parte inexplorados, que nos acerquen a este personaje
paisano nuestro para lograr sacar, a través del estudio de los documentos, un
marco preliminar de las condiciones propias de esos territorios en esa época, partiendo
de las fortificaciones que los españoles construyeron, durante los años 1521 a 1663. Fray Blas Palomino encontró su martirio en una pequeña isla del norte de Sulawessi o isla de Mateo (que no podemos concretar por las numerosas pequeñas islas de estos archipiélagos), una de las Celebes, muy cerca de las islas Molucas, con la isla de Tidore como bastión de las fuerzas españolas, y base de la evangelización de las islas del entorno en sus diferentes archipiélagos, en las legendarias islas de las
Especias. La predicación de los
misioneros españoles era la parte final de los intereses comerciales de las
especias, tan solicitadas en todo el occidente europeo, que llevaron en parte a la corona española a las
conquista de estas islas. Los misioneros llevaban la parte más humana de la conquista de las nuevas tierras.
Página del capítulo LXVIII del libro de Francisco de Bilches, donde se recoge la vida y obra del Beato higuereño Fray Blas Palomino. |
Convento de San Buenaventura de los Frailes Franciscanos de Baeza, al que Fray Blas Palomino solía ir con frecuencia en el inicio de su vocación misionera. |
También habría que
considerar por su importancia histórica la disputa por estas tierras entre los
reinos de Portugal y España, y por otra parte dedicar en otro artículo el marco
geográfico de estas islas, y otras circunstancias que dificultaron el
mantenimiento de estas tierras bajo el mandato español, y las dificultades para
su evangelización.
La duplicidad de competencias
de parte de los jesuitas y los religiosos franciscanos, ocasionaron una gran
rivalidad entre ambas órdenes religiosas, produciéndose una verdadera lucha de
competencias sobre el derecho de evangelización de esta tierra, al que tampoco estaba ajeno el trasfondo de la confrontación hispano-portuguesa sobre la
legitimidad de la soberanía sobre estos territorios. Los jesuitas llegaron con
los portugueses, primeros europeos en llegar a estas islas y así los jesuitas basaban
su primacía, en disfrutar de mayores competencias, en función de haber sido los
primeros en llegar con los portugueses, frente a los franciscanos, que
vinculaban su derecho de forma paralela al inicio de la soberanía española
sobre las Molucas. Por otra parte en la estructura religiosa de las Molucas,
todos los religiosos de este ámbito, y por consiguiente del norte de Sulawesi,
tuvieron como máximo responsable al obispo de Malaca, y no al de Filipinas, que
era el núcleo del poder español en todo el oriente, produciéndose una
divergencia entre el poder civil y religioso. En una solución algo
contradictoria, en las Molucas la administración civil dependía de Manila,
mientras que la religiosa dependía de Malaca, situación que incluso se
prolongaría más allá de la ruptura ibérica, durando hasta el año 1654.
Mapa de los Dominios Coloniales de Portugal en India e Insulindia en 1498-1580 en color verdoso. En naranja las posesiones españolas en Filipinas e islas de Ternate, Tidore y Halmahera entre otras. |
La soberanía española
sobre las islas Molucas entre los años 1606
y 1662, dio lugar a un episodio poco conocido en la historia española en
comparación con las conquistas americanas; esta es la razón para abordar la
presencia de soldados españoles en el norte de la actual isla de Sulawesi (llamada
por los españoles isla de Mateo). La conquista de las Molucas en 1606 inició un
período de frecuentes relaciones entre los españoles de las Molucas y las
tribus de la cercana isla de Sulawesi. Durante varias décadas se firmaron
alianzas y se estableció una pequeña colonia española en el norte de la isla de
Sulawesi. Aunque la lejanía del territorio, y la escasez de recursos
imposibilitaron la consolidación de una colonia española de forma estable, y la
posterior colonización holandesa de este territorio. No obstante, lejos de ser
un episodio aislado, esta presencia española tuvo una continuidad temporal que
hizo que durante casi siete décadas, soldados y religiosos españoles viajaran y
residieran en este territorio tan alejado del centro de poder de Manila (1).
Los holandeses
llegaron a Asia en 1596 con el objetivo de apoderarse del comercio portugués de
las especias. En primer lugar se
apoderaron de Ternate, el más fuerte enclave del sultanato. Pronto los holandeses fueron los líderes de
una coalición islámica contra los portugueses y españoles, que tenían las bases
en las Filipinas. Después de cincuenta años, este conflicto se extendió hasta
el norte y el sur de Sulawesi o Malaca. En 1617 los españoles fundaron una
fortaleza y un centro comercial en Manado, que apoyó a sus guarniciones en las
Molucas. Los esfuerzos para convertir a la población en Minahasa al catolicismo
se encontró con mucha oposición, y en 1643 los líderes locales llamaron en su
ayuda a los holandeses. Desde el 1657 fueron líderes en el Norte y Sulawesi
(Manado) y Maluco. Manado se convirtió en su base permanente de sus operaciones
comerciales y militares.
Fruto del clavo que movió grandes intereses comerciales desde oriente a occidente. |
Cosecha de capullos de clavo secándose al sol en los bordes de la carretera en estos tiempos. |
Mapa de las islas Molucas o Maluco. estas islas en su parte norte del archipiélago y el norte de Sulawessi fueron el difícil y arriesgado campo de misión de Fray Blas Palomino. |
Con respecto a las
Molucas, la soberanía lusa empezaba a correr grave peligro. La lejanía de sus
enclaves de Goa y Malaca, las hacía incapaces de resistir con garantía a las
amenazas del sultán de Ternate y de los holandeses, que desde inicios del XVII
empezaron a establecerse en estos territorios. Esta llegada holandesa a las Molucas
desencadenó una importante campaña militar desde Manila, que fue la expedición
de Pedro de Acuña de 1606. Su éxito provocará que las Molucas pasasen a estar
tuteladas desde Manila y la nueva frontera meridional del dominio español
asiático quedó establecida mucho más al sur de Mindanao. Los fuertes del Maluco
(Molucas) albergarán una presencia continuada de fuerzas españolas
durante los próximos 56 años. El inicio del gobierno español sobre el Maluco
tendrá su lógica influencia en los territorios circundantes, especialmente en
la gran isla de las islas Célebes, la llamada isla de Mateo por las fuentes
españolas y actual isla indonesia de Sulawesi. Un gran territorio al este de
Ternate, accesible a solo unos días de navegación, que de ser un territorio al
que nunca se le había prestado mucha atención, visitándose de forma ocasional
cuando los vientos forzaban a hacer escalas involuntarias a las naves de la
ruta Molucas-Mindanao, pasará a convertirse en una zona de interés estratégico.
Insulindia en Atlas Muller. |
Mapa de Indonesia hoy. en la parte del centro hacia la derecha podemos apreciar las islas Celebes, donde permaneció Fray Blas Palomino durante varios años como misionero franciscano. |
La presencia de Fray
Blas Palomino en las islas Célebes principios del XVII en el norte de la isla
de Sulawesi nos invita realizar un bosquejo de cómo era este territorio en este
momento histórico. El norte de la isla
de Sulawesi o isla de Mateo era un territorio habitado por diferentes pueblos,
que a pesar de sus vínculos culturales comunes estaban lejos de presentar
grandes estructuras de organización política, a diferencia de lo que ocurría en
el sur con el sultanato de Macasar, la entidad política más importante de la isla
de Sulawesi, y centro de una importante red comercial asiática extendida por el
continente. Pese a ello, la soberanía de Macasar no llegaba al resto de la
isla, sin ni siquiera ejercer una gran influencia sobre unos reinos del norte
que incluso tenían unas vinculaciones más estrechas con el sur del archipiélago
filipino que con el resto de su propia isla (2).
Este hecho lo
comprobamos en el campo de la lingüística. Los lenguajes de los dos grupos más
importantes del norte de Sulawesi, Minahasa y Bolang-Mongodow, son los únicos
que pertenecen al grupo de lenguas filipinas.
Norte de la isla de Sulawessi, con numerosas islas pequeñas desde las posiciones del este, norte y oeste. No podemos precisar si la última evangelización se hizo en la isla de Lembeh (situada a la derecha), o lo fue en alguna de las islas del norte. En este mapa se puede comprobar el elevado número de volcanes que hay en la isla, como ocurre en toda esta región de parte del Cinturón de Fuego del Pacífico. |
El norte de Sulawesi
distaba de ser un territorio unificado bajo un poder central. Aunque este
territorio estaba conformado por numerosas tribus independientes, las fuentes
españoles siempre hacen mención a tres reinos principales. Esto no quiere decir
que estos reinos fuesen capaces de controlar todo el norte de la isla; su mayor
mención en las fuentes se debe a ser los reinos de mejor acceso desde la costa.
El primer reino y el más nombrado en las fuentes españolas es el de Manado, en
torno al territorio situado en la actual ciudad del mismo nombre.
Isla de Sulawesi, llamada por los españoles isla de Mateo. En la parte norte de la isla está situada la ciudad de Manado, foco primero de la evangelización de Fray Blas Palomino. |
Isla de Sulawessi en el centro de la imagen tomada desde satélite. |
Al asentarse cerca de
un puerto natural fue el primer reino con el que contactaron las expediciones
españolas procedentes de Ternate. La soberanía del rey de Manado se desplegaría
sobre un pequeña zona en torno a las actuales poblaciones costeras de Manado y
Amurang.
Poblaciónes costeras de Manado, Amurang en el oeste, y Tondano en el este al lado de La Laguna. Las poblaciones de hoy de Kotabunan, Belang, Rumbai y Bitung son las enclavadas en la llamada "Contracosta" de la Isla de Sulawessi en el norte de la isla.
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Portada del Libro de Francisco de Bilches : Santos y santuarios del obispado de Jaén y Baeza, 1653. |
Llegaron cerca de
tierra, y vieron ser gente desnuda, algo blancos, cabellos largos como mujeres,
que es por la mayor parte el uso de aquella tierra. Hablaronles por un
intérprete, y después de muchas demandas, y respuestas, les pidieron viniesen
al navío un par de ellos, y que les regalarían, y ellos vinieron en ello con
que se quedasen otros dos de los nuestros en tierra de ellos. Hízose así, y
traídos al navío les dieron de comer, y de beber muy bien, y el Padre fray Blas
les dio muchas cosas de bujerías, que traía de Macasar, y ellos apetecían.”
En la página 221
continúa así el relato:
“Dijeron que eran
de unos pueblos que había allí cerca, que estaban cerca del Reino de Manados,
donde habíamos estado primero, y que abría de traviesa de allí a Manados, por
tierra cosa de catorce leguas no mas. Con ello se fueron, y los echaron a
tierra, y volvieron a coger los nuestros. Quedo de concierto, que otro día
habían de volver, y traer refresco. A todo esto en nuestra galeota no sabíamos
nada, y otro día de mañana al amanecer, se embarco el Padre fray Blas, y con
alguna gente vino, a nuestra galeota a darnos parte, y comunicar lo que les
había pasado el día de antes, y en particular me dijo , que era aquella muy
buena ocasión para volver a entrar en Manados, que pensaba, si hallaba ocasión,
quedarse allí, y de allí atravesar a Manados, a ver si podía reducir a aquella
gente, que los traía atravesados el corazón, por ser gente afable, y de buenos
naturales para Cristianos, y muchos de ellos lo querían ser, y quedaron muy
pesarosos de que se fuesen los padres. Con ello hablamos al Capitán de nuestra
galeota, para que continuase, que fuese nuestra barca también en compañía de la
suya, con algunos soldados y vino en ello.
Fuimos, entramos cada uno en su barco, y primero fuimos a la galeota del Padre fray Blas a pedir licencia al Capitán para ir donde habían hablado el día antes aquella gente, y él la dio, aunque con harta dificultad, temiéndose nos sucediese alguna desgracia, porque era hombre muy cursado en aquella tierra, y conocía toda aquella gente ser Moros, y muy traidores. Mas por las persuasiones del Padre fray Blas dio licencia, advirtiendo del orden que se había de tener y enviando gente de guarda. Llegados que fuimos al puerto, nos salieron a recibir algunos de aquellos Indios, y el Padre fray Blas los llamo, y dijo le sacasen del barco, como lo hicieron, en hombros. Fue saliendo las demás gente, que sólo quedaron cuatro hombres en cada barco. El bendito Padre los comenzó a abrazar, y se sentó a la sombra de un árbol con algunos de ellos, y el intérprete, que era portugués, a tratar lo que llevaba pensado.” (12).
Páginas 22o y 221 del Libro de Francisco de Bilches en las que relata el encuentro con los nativos de la pequeña isla y su martírio. |
Fuera de la zona costera donde está ubicado Manado, el interior estaba habitado por diferentes poblaciones o tribus independientes que no aceptaban la supremacía del cacique de Manado, a quien consideraban más bien como un igual, era el territorio llamado “contracosta”. El enfrentamiento entre las tribus era continuo, pudiéndose hablar de un estado de guerra crónico y de gran violencia: “Son en ella crueles, pues matan a todos los rendidos sin concederles vida, ni prisión” (3).
Es este mapa se puede ver la ubicación de la Laguna de Tondano o La Laguna y dos pequeños archipiélagos uno al sur de Tondano y otro más arriba con la isla de Lembeh, ambos en la zona de "La Contracosta" con zonas selváticas y tribus más reaccias a cualquier contacto con los misioneros. |
Mapamundi publicado en 1625 por Jodocus Hondius, grabador y cartógrafo flamenco, 1563-1612. |
El pueblo de Tondano
situado en torno al actual lago del mismo nombre, y que con el paso de los años
acabó siendo la población que mayor fidelidad a los nuestros, pues se mostró favorable
a la presencia del bando hispano en la disputa por el territorio, manteniendo
la alianza con los españoles, aun cuando los holandeses ya se habían aliado y
establecido en Manado en el sur. Hasta seis pueblos encontramos mencionados en
las fuentes españolas. Cada uno con su correspondencia en la población actual y
todos localizados en el interior del norte de Sulawesi: Cale (Kali), Cacascasen
(Kakaskasen), Tomun (Tomohon), Sarranson (Sarongson), Tonbani (Tanawangko) y
Las Quemas (Kema).
Islas Celebes, a la izquierda el estrecho de Macassar y a la derecha el Mar de las Molucas. Mares de difícil navegación debido a los tifones, y vientos monzónicos. |
Al sur de Manado, las
fuentes también mencionan dos reinos más. Por una parte, Cauripa (Kaidipán),
que era el reino al que se llegaba remontando un río desde Manado, al que se
llegaba siguiendo la costa, que sería su frontera meridional, disponiendo
también de puerto. Por otra parte, Bool (Bulan o Bohol), a tres días al sur de
Cauripa, que era el más lejano de los tres, pero el único poseedor de salitre y
capaz de fabricar su propia pólvora (5).
Según avanzaba el
siglo XVII se fue aumentando su hegemonía en la zona, conformando lo que en el
futuro se denominaría Bolaang Mongodow (6), Bolaang sería el nombre local para
este reino de Bool, mientras que Mongodow correspondería a Mogondo, en el
interior.
El grueso de las
visitas y de la influencia española se desarrollará en la zona más
septentrional y más accesible desde las islas Molucas, la perteneciente a la
región de Manado-Minahasa, siendo Manado el destino inicial y la puerta de
entrada de las embarcaciones españolas. Desde su poblado, que albergaba una guarnición
española, se iniciaron las penetraciones al interior del territorio. Entre el
último punto de abastecimiento español en Zamboanga (punta occidental de la
isla de Mindanao) y la isla de Ternate se desplegaba un cinturón de islas que eran
conocidas por los navegantes españoles, ya que eran camino de paso de la importante
ruta desde Manila a las Molucas. Las escalas en estas islas, voluntarias o no, según
los tizones y temporales, fueron creando una serie de contactos que se fueron
intensificando de forma progresiva a lo largo del siglo XVII.
En este mapa antiguo se puede apreciar en el color azulado que representa la isla de Sulawessi como en su parte norte en Manado se encontraba el paso de las rutas de navegación para todas las otras islas del archipielago de Las Molucas. |
A continuación vamos a mencionar algunas de las
islas que albergaron presencia española o tuvieron un papel activo en los conflictos
militares entre los poderes de la zona.
Son de destacar las islas situadas al norte de Sulawessi, por el importante
papel que tuvieron algunas de estas islas para los españoles, que circulaban
con frecuencia por esas rutas, en busca de conquistas y provisiones destacamos
las islas de reino de Siao; unas islas que llegaron a tener presencia española
o tuvieron un papel activo en los conflictos militares que se mantuvieron entre
los poderes fácticos de la zona, a saber portugueses, españoles y holandeses.
El reino de Siao fue
el aliado por excelencia de los españoles en las islas Molucas, con este reino
mantuvimos una alianza firme y duradera, que se remontaba al gobierno de Gómez
Pérez Dasmariñas en el año 1593, pues cuando el sultán de Ternate ocupó la
fortaleza de la isla vecina de Sangir (en el mapa Sangihe), el rey de Siao (Don Gerónimo), cristiano
convertido por los jesuitas desde el Maluco, navegó hasta Manila buscando la
ayuda española (7).
La embajada del rey de Siao (Don Gerónimo) obtiene
resultados de su visita a Manila, firmándose un acuerdo de colaboración mutua, un
acuerdo importante, que pasaría también a sus sucesores. Por dicha alianza el
rey de Siao aceptaba la llegada de misioneros y daba licencia para construir
una fortaleza que albergase a los soldados españoles residentes en la isla. Después
el asesinato de Gómez Pérez Dasmariñas a manos de mercenarios chinos al
comienzo de una expedición al Maluco o Molucas, impidió la materialización de tan
ventajoso acuerdo alcanzado. No obstante, su hijo y sucesor, Luis Pérez Dasmariñas,
enviaría después un pequeño grupo de soldados, creándose con ello el vínculo
que posibilitaría a los españoles tener una base de apoyo entre las islas Molucas
y la de Mindanao en Filipinas (8).
Islas situadas al norte de Sulawessi donde estaba situado el reino de Siao o Siau. |
La firme alianza del
reino de Siao con Manila provocaría también después que Siao fuese víctima de los
ataques de los holandeses (los máximos enemigos de España), porque ellos eran
conocedores de la importancia estratégica de Siao como escala fundamental en la
ruta del socorro del Maluco, nombre con el que eran conocidas entonces las islas Molucas, y por estas razones acometerían acciones de gran
virulencia contra los habitantes del reino de Siao, como la que se produjo en
el año 1615, cuatro años antes de la llegada de Fray Blas Palomino a Filipinas,
cuando los holandeses deportaron a gran parte de sus habitantes a las plantaciones
holandesas de las islas Banda (hoy Palau Ay). En 1615 se calcula la deportación
en más de quinientas personas, incluyendo mujeres, que en su mayor parte acabaron
siendo esclavizadas o asesinadas (9). Este hecho nos ayudará a entender la
firmeza de la alianza del reino de Siao con España, así como su gran recelo y
enemistad hacia los holandeses; por otra parte se deduce el clima de
inseguridad que sufría toda esta zona de islas, tan solo unos años antes de la
llegada de Fray Blas Palomino y sus compañeros franciscanos a estas tierras.
Isla de Siao tomada por satélite. |
Islas de Siao, Tagulandang (Tagolanda) antes Meaos, enemigos de los españoles, y Biaro, al norte de Sulawessi y cercanas a Manado. A estas islas las llaman islas de Meaos. |
La isla de Siao
(Pulau Siau) mantuvo el mérito de ser el último territorio abandonado por los
españoles, perdurando la alianza con el reino de España hasta años después, con
el epílogo de quince años de posterior permanencia, marcándose en el año de 1677 la fecha de salida de los
últimos españoles del territorio al sur de Filipinas con la evacuación del
fuerte de Santa Rosa, ante la presión militar del sultán de Ternate y sus aliados
holandeses, años en los que ya se había consumado la evacuación de las Molucas
(10).
Otras islas de la
ruta eran las islas Meaos, que eran islas vasallas de reino de Ternate, acérrimo enemigo
de la isla de Tidore, con lo que en parte se explica la enemistad con los españoles. Meaos (con Palau Biaro en el mapa) son el conjunto de islas al norte de Sulawesi y las
más cercanas a Manado. Si Siao fue el aliado por excelencia de los españoles,
en este conjunto de islas encontramos al gran enemigo formadas por la isla de
Tagolanda o Taolán (Pulau Thulandang), lugar de martirio de franciscanos
españoles como Antonio de Santa Ana, estando de misión en Manado, en 1610 fue
apresado en el río Cauripa para ser llevado a Tagolanda, donde fue martirizado,
tan sólo unos años antes del martirio de Fray Blas Palomino (11).
El arraigado sentimiento
musulmán de estas islas de Meaos, y su alianza con los holandeses
imposibilitaron que los españoles estableciera fuertes en estas islas.
Islas de Sangir o Sangihe, situadas al norte del archipielago de Meaos. |
Otro archipiélago de la zona son las islas Sangir,
éstas son el conjunto de islas situadas más al norte de las islas de Meaos que
albergaron diferentes reinos, siendo Calonga y Tabuca los dos más importantes,
ambos en la isla principal del archipiélago (Sangir Besar, Pulao Sangihe). Su
protagonismo se desarrollará en la década de los años 1640 por la exitosa
campaña de evangelización franciscana, veinte años después de la muerte de fray
Blas Palomino. Estos dos reinos eran aliados de España, y su posición cercana
al norte de Sulawesi permitió a españoles con problemas en Manado valerse de
ellas para lograr el regreso a Molucas. La evacuación española de las Molucas
de 1662 conllevó el abandono del presidio de Tabuca, una pequeña fuerza de una
decena de soldados destinados a proteger a los nativos cristianos de los
ataques de los vecinos musulmanes (13).
Islas de Siau, Sangihe, Talaud y Kawio. |
Muy importantes desde
nuestro punto de vista en el estudio que realizamos fueron los reinos de Ternate
o Terranate y Tidore, dos reinos secularmente enemigos cuyas tiranteces y
ataques fueron mantenidos por los sucesivos y respectivos sultanes de ambos
sultanatos a través de decenios de su historia. El reino de la isla de Ternate
era la puerta de salida para las expediciones a Sulawesi. Este sultanato de
Ternate del territorio de las islas Molucas quedó bajo soberanía portuguesa en
virtud del Tratado de Zaragoza de 1529. Por el Tratado de Zaragoza de 1529, nuestro
emperador Carlos I cede los derechos sobre las Molucas al rey de Portugal Juan
III, fijándose la cesión como una compraventa por la cantidad de 350.000
ducados. Cantidad que en caso de devolver esa cantidad por parte española haría
que los derechos sobre estos territorios volviera de nuevo a ser españoles.
Esta posibilidad no se llevó nunca a efecto (14).
Islas de Ternate y Tidore, claves de las relaciones entre portugueses y españoles y sus respectivos nativos. |
A partir de la unión
de España y Portugal de 1580, y con la fundación nueve años atrás de la ciudad
de Manila, las viejas aspiraciones españolas al control de las islas de las
especias volvieron a parecer factibles. La influencia española se iba
incrementado de formar progresiva, pues desde Manila se organizaban
expediciones, que pese a ser de ayuda sobre estos territorios, comenzaron a ser
vistas con recelo por las autoridades portuguesas. En el año 1582 se manda la
expedición de Juan Ronquillo que fracasa en la toma de Ternate. En el de 1584,
se envía otra expedición al mando de Juan Morón para ayudar al capitán portugués
de Tidore en la reconquista de Ternate, pero también termina en fracaso. La
siguiente, de Gómez Pérez Dasmariñas en 1593 (que ya citamos antes), aunque más
ambiciosa, fracasó antes de llegar a su destino por el asesinato del gobernador
a manos de mercenarios chinos al poco de salir Manila (15).
La isla de Ternate, al igual que la de Tidore son de origen volcánico como muchas de las islas del país actual de Indonesia. |
Mayores volcanes de Indonesia que han tenido erupciones desde 1.900 años antes de Cristo. Al norte de la isla de Sulawessi podemos ver la referencia de ocho volcanes con estas características de actividad volcánica. |
A inicios de la nueva centuria, en 1602, los portugueses de Molucas viven sus momentos de mayor debilidad. La ayuda holandesa al sultán de Ternate era una amenaza real a su soberanía, por lo que el capitán de Tidore, el portugués Rui González de Siqueira, se ve obligado a pedir la ayuda española. La respuesta no se hace esperar y en 1603 se arma una expedición comandada por Juan Juárez de Gallinato en alianza con el portugués Hurtado de Mendoza que sale desde Goa. Pese a estar muy cerca de la victoria, la falta de entendimiento entre las dos naciones ibéricas no logró culminar el asedio sobre Ternate (el recelo luso era evidente sabiendo que la victoria significaría sustituir Goa por Manila como referencia de mando para las Molucas). Tras esta serie de fracasos continuados, y toda vez debido a que los holandeses ya se habían establecido en las Molucas, hace que, por estas circunstancias de su presencia, en el año 1606 se ponga en marcha la campaña que iba a dar inicio a la presencia española en este territorio: la gran expedición del Gobernador general de Filipinas Pedro de Acuña, la mayor empresa militar reunida hasta el momento, con más de 3.000 expedicionarios (mitad españoles y mitad nativos filipinos). En este caso las autoridades españolas deciden prescindir de la colaboración portuguesa, y con ello se consigue la toma completa de Tidore y gran parte de Ternate. Las Molucas pasan a ser gobernadas por España con una fuerza militar estable de 600 soldados, 500 en Ternate al mando del nuevo gobernador del Maluco Juan de Esquivel, más 100 en Tidore al mando del capitán Alarcón (16).
Vista de la isla de Ternate con el volcán Gamalama, segun grabado de Bellin de 1750. |
La victoria española
comandada por Acuña logra detener momentáneamente el empuje holandés y conlleva
sustituir la soberanía portuguesa por la española, aunque no se consigue
expulsar a los holandeses, fuertemente asentados en estas islas. En Ternate
tenían tres fuertes: el principal Fort Orange (Fuerte Malayo, 1607), Fort
Willemstad (Fuerte Tacome, 1609) y Fort Hollandia (Fuerte San Juan de Toluco,
conquistado a los españoles en 1612).
Islas de Ternate y Tidore según un mapa de la época. |
En Tidore también
permanecerían los holandeses casi una década (entre 1613 y 1622). En 1608 ya
dispusieron de 3 fuertes en Makian (la isla que más clavo proporcionaba); en
1609 capturaron el fuerte español de Bacham y establecieron otro en Motir.
Los españoles
controlarían el sur de Ternate con su capital en Ciudad del Rosario, la isla de
Tidore (con varios fuertes, siendo Tohula o Santiago de los Caballeros el
principal) y otros en la isla de Gilolo (fuerte Sabugo en la actual isla de
Halmahera) y Morotai (San Juan de Tolo), éstas eran las islas más grandes de la
zona pero las menos pobladas y con pocas especias, por lo que acabarían siendo
abandonadas por los españoles para concentrarse en Ternate y Tidore (17).
Isla de Tidore, cuyos sultanes mantuvieron una alianza permanente con los españoles. |
Comenzó con este
abandono una verdadera guerra de posiciones, con los holandeses separados tan
sólo a muy pocos kilómetros de nuestras posiciones, y en la que los holandeses
parecieron tener mayor empuje, gracias al periódico envió de embarcaciones
desde sus puertos del mar del Norte, que a través del cabo de Buena Esperanza
llegaban directamente a Asia. A principios del siglo XVII, las islas de la
especias ya habían empezado a ser visitadas por barcos holandeses. La primera
presencia es del año 1595 con la llegada de Cornelius de Houtman a Java. Previo
a su viaje Cornelius de Houtman fue enviado a Lisboa para recabar información
de la ruta portuguesa de acceso a las especias (18).
Astilleros en Amsterdam en 1750 de la Compañía Holandesa de las Indias Orientales (VOC). |
La pujanza económica
de la nueva nación holandesa posibilitó el envío regular de flotas con el
objetivo del control de las especias. Con ellas consiguen expulsar a los
portuguesas en las Molucas del Sur (Banda y Ambon) y hacer frente a los
españoles en las Molucas del Norte, fundando en 1607 el fuerte Orange (fuerte
Malayo en las fuentes españolas), que será su posición principal cerca de
Talangame, el mejor puerto de Ternate, y a 10 kilómetros al norte de Ciudad del
Rosario o Nuestra Señora del Rosario en Ternate, el enclave español más
importante en las Molucas (actual Kastela), residencia del sultán (Gamalama),
destino final del socorro procedente de Manila y puerta de salida a los
territorios cercanos, sobre todo al oeste, donde se encontraba la cercana gran
isla de Mateo (hoy Sulawesi), cuyos pueblos tenían unos fuertes vínculos
históricos con la isla de Ternate.
La llegada europea a las
Molucas se hace sobre unas sociedades con ciertos niveles de desarrollo y
jerarquía. En virtud de las redes comerciales asiáticas y la existencia de
productos de gran demanda, Ternate era el sultanato más poderoso de la zona.
Viendo la geografía del archipiélago no era la isla más grande, pero sí era la
que gozaba del vasallaje de los territorios cercanos. Ya Leonardo de Argensola
en su Conquista de las Molucas, enumera todos los territorios tributarios del
rey de Ternate, al que denomina Emperador del Archipiélago (19), entre los que
se incluyen los reinos septentrionales de la isla de Mateo, llegando su
influencia incluso hasta la isla filipina de Mindanao. El sultán de Ternate
envió soldados para ayudar a los locales en sus luchas contra los españoles de
la expedición de Esteban Rodríguez de Figueroa de 1596 (20).
Isla de Ternate en el archipiélago de Las Molucas. Detalle del lago Ngade con las islas Maitara y Tidore al fondo. Fotografía del Yakarta Post. |
Islas de Ternate, Maitara y Tidore. |
Los españoles son
conocedores de esta realidad y, poco después de la conquista de las Molucas,
acometen la primera expedición a Sulawesi; el 10 de octubre de 1606 se dirige a
la isla de Mateo una expedición al mando de Cristóbal Suárez (22). Los reinos
de Sulawesi, como tributarios del sultán de Ternate, ven la llegada de los
españoles como una oportunidad para mejorar su posición frente a los vecinos y
no tardan en pedir armas, pólvora y balas. Si el sultán de Ternate se somete y
jura obediencia a España, a los ojos de los reinos del norte de Sulawesi
aparece un nuevo poder en escena, el español, con el que poder negociar, aunque
esto sólo se producía realmente siempre y cuando beneficiase a sus intereses,
era parte de la norma de poder y supervivencia.
Detalle de las Islas Molucas en un catálogo anónimo del año 1711. |
No debemos de olvidar
y conviene tenerlo siempre en cuanta que las islas Molucas, a pesar de su fama
como islas de la especiería, no tenían recursos suficientes para alimentar a
toda la nueva población española, que progresivamente iba llegando para cubrir
los diferentes fuertes dispersos por las islas del Maluco. Esta carestía de
abastecimientos fuerza a tener que buscar recursos fuera de ellas, y la gran
isla de las Célebes apareció como una solución para resolver el déficit
alimenticio del Maluco. El norte de Sulawesi no era territorio productor de
especias, pero tenía una gran tradición en el cultivo del arroz. Para los
españoles el acceso al arroz de Sulawesi suponía tener cubierta gran parte de
las necesidades alimenticias. Sin embargo su acceso no era fácil, pues el arroz
no se producía en la costera Manado, sino que los campos de arroz se
encontraban en territorio de los pueblos del interior y, antes que para comer y
comerciar, se cultivaban para fines religiosos, siendo su finalidad primera la
de servir de ofrenda a sus dioses (23).
Cultivo de arroz en terrazas en Indonesia. |
Diferentes tipos de arroz. |
Diversas fases de la obtención del corazón del tronco de la palma para la obtención del sagú, una harina amarilla con la que elaboran pan. |
Con buenas
provisiones de arroz y sagú se cubrirían las necesidades básicas de
alimentación para los residentes en Molucas. El arroz había que traerlo de
Manila, Minahasa o Macasar, y el sagú, aunque presente en las Molucas, no
siempre tenía fácil acceso con las fuerzas holandesas situadas a escasos
kilómetros de las posiciones españolas. Las primeras expediciones tras la toma
de Ternate, obedecen más a la búsqueda de alimentos que a los deseos de
conquista (27).
En una relación de
1610 que el gobernador de las Molucas Cristóbal de Azcueta envía a don Juan de
Silva, tenemos el informe de este viaje, que nos confirma que su objetivo
principal era la búsqueda de alimentos. El champán o embarcación, consigue
volver a Ternate tres meses y medio después con provisiones de sagú para
alimentar un mes a toda la población del Rosario, que entre españoles,
portugueses, mestizos y nativos-mardicas se contabilizaba en unas 1.300
personas. Además del sagú, el viaje también proporcionó una buena provisión de
carne y gallinas. (28). El sagú es una especie de palmera de hojas grandes, con
frutos ovoides, cuyo tronco tiene forma de tubérculo, del cual se extrae un
almidón o fécula en forma de harina, o bolitas de fécula, que se usan para
cocinar, acompañar o espesar alimentos, especialmente sopas, purés, o púdines. Originalmente
se conoce como sagú la fécula producida de la médula de la palmera Metroxylon
sagu. Para la extracción del sagú se tala un tronco de
la palma, se extraen las fibras del corazón, se filtran y los bloques obtenidos se decantan en una suspensión, después de lo cual se pueden amasar y cocinar o someter antes a la molienda o
procesos de perlado.
Vista del volcán de la isla de Tidore desde la vecina isla de Ternate en el año 1800. |
Por tanto, los
primeros viajes hechos desde Ternate obedecen a la búsqueda de soluciones a
unos problemas de logística causados por la llegada de una población española
hasta ahora nunca vista en estas islas. El socorro que se enviaba desde Manila
tardaba mucho en llegar y era insuficiente en sus efectivos. Gracias a los
viajes a Sulawesi se podían solucionar temporalmente las carencias del socorro
del Maluco (29). Desde el punto de vista comercial, con respecto a Manado,
también se llegaron a plantearse políticas relacionadas con el comercio del
clavo. Se pensó en el establecimiento de una factoría española para intermediar
en el envío de clavo a la India (30). Pero estos viajes en busca de
abastecimientos fueron más bien un hecho aislado, no existiendo una estrategia
comercial con continuidad a largo plazo, pues al mandar clavo a la India, se
compraban abastecimientos para la vuelta lo que se convirtió en un recurso
extraordinario para obtener lo que de abastecimientos faltase en Molucas, que
eran muchos debido a que como ya dijimos, la carestía crónica de este
territorio era insuficiente, y la ayuda que se recibía de Manila al respecto
era poca. El gobernador Fajardo de Tenza en carta al rey dice que el clavo que
escapaba al control de los holandeses y que se recolectaba directamente en
Molucas no era suficiente para el gran comercio, y el poco que había se
utilizaba para proveerse de arroz. Lo dice el gobernador Cristóbal Azcueta a
don Juan de Silva. “con el envío de este champán se ha aliviado algo aunque
poco pero espero en Dios que con otro viaje que haga nos sustentemos hasta que
V. S. nos socorre” (31).
Mapa antiguo del sudeste de Asia por Jansson. |
También se sugirieron
otras posibles soluciones a este tema como la compra de esclavos en Malaca para
las galeras del Maluco, ya que allí se adquirían a mejor precio (32). La toma
de las Molucas no conllevó un gran cambio en el comercio de las especias. De la
parte ibérica se mantuvo la gestión portuguesa a través de Malaca e India y no
de Filipinas, pues aunque la conquista de Acuña hizo que dentro del gobierno
español se viese legítimo conducir el clavo a través de Filipinas, Felipe III
no lo aprobó (33).
El único producto de valor de las Molucas, el clavo, era
gestionado por los comerciantes portugueses de las islas Molucas y no debía ser
mucho, puesto que los holandeses, en sus intentos de hacerse con el monopolio,
controlaban las zonas de mayor producción de las islas. Su control pasaría por
la derrota y expulsión de los holandeses de las Molucas, como así lo expresa el
gobernador del Maluco Pedro de Heredia al inicio de su misión en 1622 (34), y
lo vuelve a señalar el gobernador de Filipinas Niño de Távora, que en carta al
monarca de 1628 dice que hacerse con el comercio de clavo que tienen los
holandeses ayudaría a sufragar los gastos de las Molucas. Ante la dificultad de
expulsar a las fuerzas holandesas y el poco clavo que se obtiene en Tidore,
propone al menos la toma de la isla de Makián para poder obtener réditos del
comercio de su clavo. Para tal objetivo pide un socorro extraordinario de quinientos
hombres (trescientos de Manila y doscientos de Nueva España) (35).
Rey Felipe III de España. |
Barcos de la Compañía Holandesa de las Indias Orientales, pintura de Rammakens. |
Pero este objetivo
nunca se logró, más bien fue todo lo contrario, siendo la VOC, una compañía
comercial que corresponde en holandés a Verenigde Oostindische Compagnie (Unión
de Compañías de las Indias Orientales), compañía de capital mixto, surgida en
1602 con el objetivo de controlar el comercio con Asia que cada vez arrinconó
más al español en estos territorios (36). La falta de productos de alto valor
en el norte de Sulawesi no motivaría un gran interés del territorio a nivel
comercial: su interés económico más directo vendría sobre todo por los productos
de primera necesidad que faltaban en Molucas, principalmente el arroz.
Como casi siempre
suele ocurrir, las órdenes religiosas fueron las entidades que más claramente
tuvieron marcados sus objetivos en estos nuevos territorios. Con la finalidad
del logro de conversiones enviaron a varios de sus miembros en cuanto se
presentaba la ocasión por las expediciones comerciales o militares.
A lo largo del siglo
XVI, y asociados a la presencia portuguesa en el norte de la isla, se produjo
la primera evangelización de estas islas de oriente, evangelización que
fue protagonizada por los jesuitas. Pero
en los años finales de este siglo XVI y en el siglo XVII, el relevo del poder
portugués por el español, también llevó unida a la presencia española en estas
islas, la presencia religiosa de una nueva orden religiosa se estableció en las
islas Molucas y llegó a adquirir un gran protagonismo con la llegada de los franciscanos.
Los miembros de la seráfica orden de San Francisco fueron los visitantes
asiduos del norte de Sulawesi con el siempre difícil objetivo del logro de las conversiones
de sus pobladores, en un terreno tan adverso por las características de la
población salvaje que habitaba los interiores de la isla.
Puntualizaremos que
unidos a los problemas que esta evangelización presentaba, se unió la dicotomía
entre las competencias de parte de los jesuitas
y los religiosos franciscanos, lo que ocasionará una gran rivalidad entre ambas
órdenes religiosas, produciéndose una verdadera lucha de competencias sobre el derecho
de evangelización de esta tierra, al que no estaba ajeno el trasfondo de la
confrontación hispano-portuguesa sobre la legitimidad de la soberanía sobre
estos territorios. Los jesuitas llegaron con los portugueses, primeros europeos
en llegar a estas islas. Los jesuitas se basaban en disfrutar de mayores
competencias en función de haber sido los primeros en llegar con los
portugueses, frente a los franciscanos, que vinculaban su derecho de forma
paralela al inicio de la soberanía española sobre las Molucas. En la estructura
religiosa de las Molucas, todos los religiosos de este ámbito, y por
consiguiente del norte de Sulawesi, tuvieron como máximo responsable al obispo
de Malaca, y no al de Filipinas, núcleo del poder español en oriente,
produciéndose una divergencia entre el poder civil y religiosos. En una
solución algo contradictoria, en las Molucas la administración civil dependía
de Manila, mientras que la religiosa dependía de Malaca, situación que incluso
se prolongaría más allá de la ruptura ibérica, durando hasta el año 1654 (37).
Mapa antiguo del norte del archipiélado de Las Molucas: Ternate, Halmahera, Tidore, Makian, Bacan. |
Mapa de 1830 de Lamarche de las Indias Orientales: Islas de la Sonda, Molucas, Filipinas, Carolinas y Marianas. |
En 1611 el gobernador
del Maluco Cristóbal de Azcueta favorece a la orden de San Francisco
otorgándole el derecho de prédica y limosnas sobre los territorios de Sulawesi,
lo que conllevaba la facultad y licencia para “que pudiese tomar y fabricar
casas y conventos de su orden en dicha isla” (38).
El conocimiento de
nuevas posibilidades de conversión hizo que la apuesta franciscana por la
evangelización de Sulawesi fuera muy fuerte y arriesgada. Así, ya la primera
misión franciscana de 1610 se saldó con los martirios de Antonio de Santa Ana y
Sebastián de San José, a manos de locales de Tagolanda. A la salida de Cauripa,
bajo excusa de solicitar un salvoconducto para las fuerzas españolas, los
nativos de Tagolanda asetean a Sebastián de San José provocándole la muerte,
para luego apresar a Antonio de San José
(39). A esta misión le siguió otra tan sólo un año después en 1611, la
de Juan del Caño y Cristóbal Gómez (el
celo evangelizador estaba bastante crecido), y hubo una tercera en el año
siguiente de 1612, a cargo de Pascual Torrellas y Benito Díaz. Su intensa
actividad misionera les llevó a fundar iglesias en las poblaciones más
importantes del norte de Sulawesi, no sólo en la localidad principal de Manado,
sino que también, adentrándose en el interior que presentaba dificultades
extremas por la fiereza de sus habitantes, así se erigieron iglesias en las
localidades de Banta y Cale por parte de nuestro beato Fray Blas Palomino y de Fray Diego de Rojas en el año 1619 (40).
Mapa antiguo del sudeste asiático. |
La pujanza
franciscana y el fruto de sus evangelizaciones, también motivó la presencia de
jesuitas en el norte de Sulawesi. En el año 1617 está documentada la estancia
en Manado de los jesuitas Scalamonti y Cosme Pinto, que tuvieron que ser
relevados por enfermedad por Pero Gómez, quien permaneció en Manado hasta el
año 1619. Aunque los religiosos están presentes desde los primeros años del
siglo XVII, su éxito más destacable se dará en la década de 1640, gracias al
gran número de conversiones logradas en los reinos de las islas de Sanguir
(Calonga y Tabuca), con el envío de una comitiva evangelizadora franciscana,
cuyo resultado evangelizador también llegó a las poblaciones del norte de Sulawesi,
según se relata en la Relación de lo sucedido en Manados desde el año 1639 a
causa de los agravios que hacían los españoles y por haber dado herida a uno de
los principales levantaron más de diez mil indios, Manila, 4 de agosto de 1645
(41). La labor franciscana en estos territorios siempre se apoyó en el poder
político español, participando en todas las expediciones que allí se dirigían.
Como hemos comprobado por las referencias del Archivo Franciscano Ibero
Oriental (AFIO), los testimonios de sus miembros han sido de gran importancia
para estudiar la presencia española en este territorio. Al convivir los
religiosos franciscanos con los soldados españoles destinados en el norte de
Sulawesi, los religiosos serían testigos de primer orden de todo lo allí
acontecido.
Estrecho de Macassar en el mar de las Celebes camino de Manado. |
Las primeras visitas
que desde Ternate se hicieron a Manado en busca de recursos proporcionaron a
los españoles un conocimiento directo de la zona. Frente a las pequeñas islas
del Maluco, el norte de Sulawesi era un amplio territorio que debió despertar
su curiosidad (42). Conociendo el tiempo de navegación, y las fuerzas de las
poblaciones locales, los dirigentes españoles del Maluco debieron plantearse la
posibilidad de establecer alianzas con los jefes locales, para conseguir
aquello de lo que se carecía en las Molucas, e incluso si las fuerzas lo
permitiesen, lograr el objetivo más ambicioso del control directo de la zona y
la gestión propia de sus recursos. El primero en plantearlo fue Jerónimo de
Silva, entre los años 1611 y 1617 gobernador del Maluco, que en 1614 en carta
al gobernador de Filipinas, su primo Juan de Silva, propone por primera vez la
conquista de Manado con estas palabras: “Yo deseo en extremo la buena llegada
de V. S. para que ocupemos esta isla que tiene según dicen más de nueve ó diez
mil indios: quieren muy mal a los holandeses” (43).
A través de la línea
marítima entre Ternate y Manado habían recibido propuestas de alianzas y de
mutua colaboración de los caciques locales, e incluso una proposición para
establecer un fuerte en Manado. El gobernador era así consciente de que se
estaba abriendo una nueva oportunidad histórica de expansión por estas islas,
pero que para llevarla a término resulta indispensable el envío de refuerzos
desde la metrópoli, ya que el hacerlo solamente con los efectivos allí
presentes, supondría descuidar las demás posiciones en las islas Molucas frente
a unos ocupantes holandeses, que estaban muy bien asentados a tan sólo unos
pocos kilómetros de ellos. Los holandeses, aunque también frecuentaban la costa
norte de Sulawesi, la ausencia de especias hizo que tuviesen poco interés por
establecerse, era escasa la producción de clavo en esta parte de la isla de
Sulawesi. Años antes en 1615, una expedición holandesa en Manado procedente del
archipiélago de Siao rechazó el ofrecimiento de dejar soldados en Manado, por
no poner en peligro una posible alianza con el sultanato de Ternate (44).
Mapa de Malasia de 1855 por Dufour (Paris). En el sur de la península de Malaca podemos localizar el estrecho de Singapur en el que la gran flota española del gobernador Juan de Silva naufragó en 1616. |
Por parte española,
la idea de la conquista de Manado surge en un contexto favorable. La victoria
en la batalla de Playa Honda en 1610, donde se destruyó la escuadra holandesa
que bloqueaba el comercio de Manila, creó un clima de optimismo general que
culminó con la creación de una gran flota con la que se pensaba expulsar a los
holandeses de Asia. En 1616 el enérgico gobernador Juan de Silva formó una gran
escuadra de 42 barcos, 2.000 españoles y 3.000 nativos, con la que navegó hacia
Malaca al encuentro de la escuadra holandesa, que dificultaba el comercio luso
entre Malaca y Macao. El objetivo era dar un fuerte golpe al poder marítimo de
la VOC (Verenigde Oostindische Compagnie, o Unión de Compañías de las Indias
Orientales) en Asia, para luego culminarlo dirigiéndose contra sus posiciones
en Molucas. El naufragio frente al estrecho de Singapur hizo fracasar el plan y
detuvo una posible expansión al sur de Filipinas. La gran armada nunca arribó a
Molucas y el propio Jerónimo de Silva, que esperaba impaciente su llegada para
visitar personalmente al rey de Manado, vio malograrse su tan ansiada
aspiración (45).
Si el fracaso de la
armada frente al estrecho de Singapur desbarató cualquier intento de conquista,
sí que al menos se envió una expedición con la intención de mantener acuerdos comerciales
con los caciques locales. Sus propuestas de alianza, aunque de forma modesta,
reciben respuesta con el envío en 1616 de seis soldados, seis manilas y dos
franciscanos, los frailes Gregorio de San Esteban y Pedro de los Cobos. El
envío, que fue para atender la petición del rey de Bohol, acabó mal con cinco
españoles asesinados en Cauripa. En el camino de Cauripa a la isla de Bohol se
tomó una caracoa pequeña en la que iban cinco españoles y seis indios manilas
de servicio, más un mestizo sangley, que resultó ser un traidor, el cual había
estado anteriormente en Bohol con los portugueses conociendo a una mujer de
Bohol, cuyo marido que se encontraba en Cauripa quiso venganza habiendo lucha por
esta causa (46). El soldado superviviente, junto a los dos religiosos, los frailes Gregorio de San Esteban y Pedro de los Cobos, que se
salvaron del ataque al ir en otra embarcación, volvieron a la isla del sultanato
de Ternate al cabo de un año ante el poco fruto de su evangelización (47). Pero
el fracaso no desanima a los españoles, y el sucesor de Jerónimo de Silva,
Lucas de Vergara y Gaviria, que llega en 1617, continúa con la política de su
antecesor, siendo partidario de establecer alianzas con estos jefes locales;
para lo cual envía otra expedición a Manado, algo más numerosa que la anterior,
y lo hace además con ánimo de permanencia con diez soldados al frente del “entretenido”
Francisco Meléndez, que llegó a Molucas con posición de entretenido (con sueldo
pero sin cargo) en el socorro de fecha 28 de diciembre del año 1616 (48), con los
jesuitas: Scalamonti y Cosme Pinto (49),
y los franciscanos (Diego de Rojas y Juan Lego). Sus testimonios relatan
que la situación vivida fue de gran tensión, debido a la lucha establecida entre
la capital Manado y los olifares del interior. Pese a ello, y las grandes
dificultades encontradas se estableció una guarnición española estable en el
poblado de Manado. Según testimonio del jesuita Scalamonti, se les asignó un
lugar en el poblado para la construcción de una iglesia, así como de un
alojamiento para la expedición española. Dos años después los dos jesuitas
tuvieron que volverse por enfermedad a Ternate, pero los soldados y los frailes
franciscanos permanecieron en esos lugares (50).
“Partimos de la
ciudad de Manila en los navíos de socorro que envió el gobernador de Filipinas,
Don Alonso Fajardo, el año de diez y nueve al Maluco, y llegados que fuimos allá,
se determinó que nos repartiésemos. Que el dicho Padre fray Blas Palomino
fuese, con otro sacerdote, y un Religioso lego enfermo, a predicar al Reino de
Manados, que es en la misma isla de Macasar, al principio de la tierra; y el
Comisario, y yo con otro religioso lego, fuésemos a Macasar, y para tener mejor
ocasión de entrar, llevamos una embajada y presente, del Gobernador de
Filipinas, para el Rey de Macasar. Salimos de Maluco en un navío del Rey, y
llegamos a Manados, donde estuvimos cuatro, o cinco días, y dejamos allí a
nuestros padres, después de haber hablado al Rey, y a los principales de la
tierra, todos los cuales dieron su consentimiento para que se quedasen a
predicarles, y enseñasen el camino del cielo, y nosotros pasamos a Macasar.” (51).
En marzo de 1619, una
embajada del sultanato de Ternate para el reino amigo de Macasar hace escala en
Manado. Tres de los seis franciscanos que van en ella se quedan en Manado.
Entre estos tres últimos va el franciscano higuereño Blas Palomino, que nos
informa del fuerte-fortaleza creado dos años atrás. Su testimonio es vital para
saber de primera mano la situación de la fuerza española. El capitán Francisco
Meléndez, junto a un grupo de religiosos, soldados y pampangos, residen en el
pueblo de Manado. En su crónica relata la llegada a Cale y su viaje por los
diferentes pueblos del interior: Cacascasen (hoy llamada Kakaskasen), Tomun (hoy
Tomohon), Sarranson (hoy Sarongson), Tonbani (hoy Tanawangko), La Laguna (hoy Tondano)
y Las Quemas (hoy Kema). Junto a dos soldados los frailes franciscanos residieron
en Tondano, pero acabaron volviendo otra vez a Manado, donde fijarían
finalmente su residencia. Para el religioso Blas Palomino el gran problema era
la escasez de soldados. La pequeña fuerza española que residió en Manado era
una pequeña guarnición establecida en su puerto, pero a su alrededor había
multitud de tribus locales, cada una con su propio caudillo, en continuos
enfrentamientos internos, y con escasez de grandes líderes, hasta el punto de
que cuando surgía algunos con más poder, eran revocados fácilmente por los
propios miembros de su tribu, porque “si no les parecen bien lo que ellos hacen
no les obedecen y así hay tantas cabezas como hombres libres y con ello otra
dificultad, que no quiere hacer ni determinar nada un pueblo sin todos los
demás” (52).
Blas Palomino, vista
la situación de total anarquía lo tenía claro, era necesario traer una fuerza
mayor a Manado, para poder imponer un control político en la zona o no había
nada que hacer en relación con la conversión, y control del territorio. La
guarnición de Manado era muy escasa y su poco número no imponía respeto entre
los locales, “es menester sujetarlos y ponerles debajo de leyes y gobierno (…)
que aquí si no hay más fuerza en Manados que ellos teman que no dejarán estar
en su tierra religiosos” (53).
Desmotivado Fray Blas
Palomino por el poco fruto conseguido en la evangelización (su predicación
cristiana tampoco era aceptada en muchos pueblos del interior por miedo al
enojo de sus dioses) se plantea volverse a Ternate, y aunque el capitán
Francisco Meléndez le da la razón, le invita a quedarse debido a que la
guarnición española va a permanecer aguardando acontecimientos, confiando en
que las cosas cambien y a la espera de noticias de Ternate.
CAPÍTULO LXVIII. Página 219 del libro de Francisco de Bilches: Santos y santuarios del obispado de Jaén y Baeza, año 1653. El texto que reproducimos se inicia en las seis últimas líneas de esta página. |
“Viendo, pues, los
dichos Padres, que ya aquello no tenía remedio, y que estaban allí perdidos,
entraron en consulta de lo que harían, y determinaron que los dos se volviesen
a Manila a dar parte al provincial de lo que pasaba, y el Padre fray Blas fuese
a Macasar a hacer lo propio al Comisario, y acertándose a hallar allí dos
navíos, y una galeota de Portugueses, que iba a Macasar, se embarcaron los
dichos Padres,y prosiguieron su viaje.
Parte I. Página 220 del Libro de Francisco de Bilches: Santos y santuarios del obispado de Jaén y Baeza, año 1653. |
En esta sazón estaba el Padre fray Blas
muy enfermo, y casi desahuciado de la vida, y por esta causa pidió, que antes
que se embarcase le diesen los Sacramentos, por lo que Dios fuese servido de
hacer con su vida. Hiciéronlo así, y luego se embarco, y fue su viaje, y en el
fue Dios servido que mejoro, y fue ya bueno cuando llego al Reino de Macasar,
donde nos halló con el mismo desconsuelo, que el llevaba de ver no hallamos la
tierra tan bien dispuesta como pensamos, para sembrar en ella las palabras del
santo Evangelio, por que aun fuimos bien recibidos del Rey, y acepto la
embajada, y concedió la paz, y amistad con los Españoles, y otras cosas que se
le pedían. En lo que fue dejar predicar en su tierra, ni hacer Cristianos, no
quiso venir, antes publicó un bando en su tierra, de pena de vida a cualquiera
que se hiciese Cristiano. Y por mas que le predicamos, y diligencias que
hicimos, no fue posible lo contrario. Y habiendo estado allí algunos meses, y
experimentando que no se hacía fruto ninguno, ni había esperanza de que se
haría adelante, determinó nuestro Comisario de que nos fuéramos el Padre fray
Blas, y yo a Maluco, y que desde allí fuese yo a Manila a llevar la respuesta
de la embajada al Gobernador, y dar parte al Provincial de lo que pasaba, Y que
el Padre fray Blas se quedase allí en Maluco, para ser Presidente de un
Convento nuevo, que había tomado en la Isla de Tidore, que es en el mismo
Maluco, junto a la Isla de Terrenate. Con ellos nos embarcamos en dos galeotas
Portuguesas, que iban a Maluco, y cada uno en la suya comenzamos a navegar, y
hacer nuestro viaje, el cual fue tan trabajoso de tormentas, y peligros de
enemigos, y vientos contrarios, que nunca tal se ha visto; porque en viaje
donde se acostumbra tardar, cuando mucho, veinte días, estuvimos mas de sesenta
y tantos, y por cuatro veces encontramos con enemigos, y peleamos con ellos.
Finalmente
llegando a la contracosta de Manados, tuvimos tan recio viento contrario por la
proa, por mas de diez días, que saliendo por dos, o tres veces a atravesar el
golfo que hay de allí al Maluco, que son cosa de cincuenta leguas, volvimos a
arribar donde habíamos salido, y viéndonos ya necesitados de agua y
bastimentos, nos llegamos a una Isla pequeña, que está pegada a la misma Isla
de Macasar, cosa de tres o cuatro leguas antes de llegar a los volcanes, que
llaman de Manados. Y habiendo tomado agua, y en dos días no haber visto gente.
Otro día de mañana vieron de la galeota, donde iba el Padre fray Blas, unas banderillas
blancas puestas en unos palos en la playa. Desde nuestra galeota no las vimos,
ni la gente que después vieron de la otra, porque habíamos surgido mas de media
legua desviados. El Padre fray Blas pidió
al Capitán fuesen con la chalupa a ver que gente era, y si traían algún
refresco, lo cual se hizo yendo algunos marineros, y soldados, y en su compañía
el dicho Padre fray Blas.
Llegaron cerca de
tierra, y vieron ser gente desnuda, algo blancos, cabellos largos como mujeres,
que es por la mayor parte el uso de aquella tierra. Hablaronles por un
intérprete, y después de muchas demandas, y respuestas, les pidieron viniesen
al navío un par de ellos, y que les regalarían, y ellos vinieron en ello con
que se quedasen otros dos de los nuestros en tierra de ellos. Hízose así, y
traídos al navío les dieron de comer, y de beber muy bien, y el Padre fray Blas
les dio muchas cosas de bujerías, que traía de Macasar, y ellos apetecían.”
Página 221 del Libro de Francisco de Bilches: Santos y santuarios del obispado de Jaén y Baeza, año 1653. |
En la página 221
continúa así el relato:
“Dijeron que eran
de unos pueblos que había allí cerca, que estaban cerca del Reino de Manados,
donde habíamos estado primero, y que abría de traviesa de allí a Manados, por
tierra cosa de catorce leguas no mas. Con ello se fueron, y los echaron a
tierra, y volvieron a coger los nuestros. Quedo de concierto, que otro día
habían de volver, y traer refresco. A todo esto en nuestra galeota no sabíamos
nada, y otro día de mañana al amanecer, se embarco el Padre fray Blas, y con
alguna gente vino, a nuestra galeota a darnos parte, y comunicar lo que les
había pasado el día de antes, y en particular me dijo , que era aquella muy
buena ocasión para volver a entrar en Manados, que pensaba, si hallaba ocasión,
quedarse allí, y de allí atravesar a Manados, a ver si podía reducir a aquella
gente, que los traía atravesados el corazón, por ser gente afable, y de buenos
naturales para Cristianos, y muchos de ellos lo querían ser, y quedaron muy
pesarosos de que se fuesen los padres. Con ello hablamos al Capitán de nuestra
galeota, para que continuase, que fuese nuestra barca también en compañía de la
suya, con algunos soldados y vino en ello.
Fuimos, entramos
cada uno en su barco, y primero fuimos a la galeota del Padre fray Blas a pedir
licencia al Capitán para ir donde habían hablado el día antes aquella gente, y
él la dio, aunque con harta dificultad, temiéndose nos sucediese alguna
desgracia, porque era hombre muy cursado en aquella tierra, y conocía toda
aquella gente ser Moros, y muy traidores. Mas por las persuasiones del Padre
fray Blas dio licencia, advirtiendo del orden que se había de tener y enviando gente de guarda. Llegados
que fuimos al puerto, nos salieron a recibir algunos de aquellos Indios, y el
Padre fray Blas los llamo, y dijo le sacasen del barco, como lo hicieron, en
hombros. Fue saliendo las demás gente, que sólo quedaron cuatro hombres en cada
barco. El bendito Padre los comenzó a abrazar, y se sentó a la sombra de un
árbol con algunos de ellos, y el intérprete, que era portugués, a tratar lo que
llevaba pensado.
En este tiempo yo
me puse a hablar con los demás, que por allí estaban divididos, y apartados en
corrillos, y pregúnteles si traían algún refresco, me dijeron que si, y que lo
tenían allí dentro en el Monte, que no lo podían traer a cuestas, que
entrásemos por ello, de que yo no lo colegí bien, y entrando mas adentro vi,
detrás de unos árboles muchas lanzas, y adargas juntas, y amontonadas como
escondidas. Y haciendo como que no había visto nada, me volví a salir
disimuladamente, y llegue al Padre fray Blas, y le dije lo que había visto, y
lo que decía aquella gente del refresco, y respondió que no, que era muy buena
gente, y que si traían algo, y con ello se volvió a hablar con ellos, y yo me
desvié cosa de doce o catorce pasos, y mirando hacia los barcos vi a los que en
ellos estaban tomar a prisa los
arcabuces, y decir a voces, traición, traición, y volviendo a mirar
atrás, vi ya atravesado por una lanza al bendito Padre fray Blas, y con otra al
interprete. Y si dos o tres soldados que se hallaron cerca no disparaban sus arcabuces,
y echaron mano a las espadas, con que ellos temieron, y huyeron, nos alancearan
a todos.”
CAPÍTULO LXVIII. Página 222 del Libro de Francisco de Bilches: Santos y santuarios del obispado de Jaén y Baeza, año 1653. |
La relación de los
hechos de la muerte de Fray Blas Palomino en la Página 222.
“Retiramos luego
al Padre fray Blas, que murió en mis manos dentro de un cuarto de hora, y el
otro cuerpo no pudimos retirar, temiendo no nos cercasen las embarcaciones.
Llevamos al Padre fray Blas a su galeota, y yo estuve con él toda aquella
noche, y por la mañana vino la gente de otra galeota, y le llevamos a enterrar
todos juntos a una isleta pequeña, que estaba allí junto, lo cual se hizo con
la mayor solemnidad que se pudo, porque yo llevaba sobrepelliz, y estola, y sus
velas todos los Portugueses. Dejamos marcada la sepultura, para en otra ocasión
volver por su cuerpo, como se hizo dentro de seis meses, y se llevo a Maluco,
donde está colocado en una caja en la iglesia de nuestro Convento de san
Antonio, como de santo Mártir, y así lo escribe la Provincia en una patente que
dio el Padre Custodio fray Marcos de Lisboa para el Capítulo General,
poniéndole y nombrándole entre el número de los Mártires que había habido en
aquella santa Provincia, y con mucha
razón, pues demás de haber ido de España dedicado para la conversión, fue allá
escogido para enviar a predicar el santo Evangelio a las tierras de Moros, y
Gentiles arriba dichas. Y en esta demanda murió alanceado por los Moros de
aquella tierra, in odium fidei, como consta de la experiencia grande que se
tiene de los que los han comunicado, que quieren beber la sangre de cualquier
cristiano todos los de aquella tierra. Y además de esto, que como arriba he
dicho, su intento principal de salir aquella ocasión, fue con el deseo de
convertirlos, y ver si podía quedar allí para pasar al Reino de Manados, donde
primero había estado, todo con el fin de ganar aquellas almas, como él me
comunicó antes. Además de esto, el día antes tuvo tan grandes impulsos, y
deseos de decir Misa, que me pidió muy encarecidamente la dijésemos, porque
traíamos todo recado. Y pareciéndome, que la mar andaba muy alterada, y que era
cosa peligrosa, como a la verdad lo era, no me pareció venir en ello. Mas el
bendito religioso hizo tanta instancia,
cosa que jamás había hecho en todo el viaje, que le dije, la dijese muy en hora
buena, que yo le tendría el Cáliz, y ayudaría. El se confeso luego, y preparó
muy devotamente, y la dijo, aunque con harta dificultad, por la inquietud
grande del mar. Que parece sentía ya en su alma algunas premisas de muerte, y
buena suerte , que el Señor le tenía guardada, la cual aunque no cabe debajo de
merecimiento, supo granjearla, y si decirse puede merecerla, con su santa vida,
harto mejor que no yo. Pues por mis pecados estando, en la misma ocasión, no
tuve tal ventura y porque todo esto es
así verdad, coram deo, lo firme en este Convento de nuestro Padre san
Francisco de Madrid a dos de julio de mil y seiscientos y veinte y siete, Fray
Pedro de la Concepción.” (54).
A 23 junio 1619, pese
a las dificultades Blas Palomino se queda en Manado aunque los otros dos
religiosos junto con el capitán Meléndez regresan a Ternate. La estancia de nuestro
querido fray Blas Palomino acabará mal, martirizado en fecha 10 de marzo de
1620 (55).
El asentamiento
español en Molucas gozaba de cierta estabilidad a través de la tradicional
alianza con el sultán de Tidore y el atento control sobre el sultán de Ternate.
El mantenimiento de las alianzas sobre las élites sociales de la zona
garantizaba la soberanía sobre todos sus súbditos. Por contra, en Minahasa la
situación era diferente debido a la ausencia de un gran poder central y la
existencia de numerosos pequeños caciques en continuo estado de guerra que dificultaron
el control español sobre este territorio llamado Minahasa. Esta inestabilidad
política fue el gran problema de los españoles. El conseguir el poder sobre
Manado no aseguraba el control sobre todo el territorio de Minahasa. Había que
ir sometiendo a todos los pueblos del interior y para ello hacía falta un número
de efectivos imposible de obtener, ya que si se sacaban de las fuerzas de
Molucas se corría el riesgo de que los holandeses tomasen las posiciones que
los españoles tenían ocupadas.
Los refuerzos que venían de Manila a través de
Nueva España, eran insuficientes, siendo ya un éxito el que sirviesen para llegar
a reponer las pérdidas de personal por la alta mortalidad de las fuerzas
españolas del Maluco. Las autoridades fueron conscientes de las dificultades
que presentaban los asentamientos en estas islas de las Molucas, por la escasa
dotación de soldados disponibles, y asumen que todo intento de control de la
zona pasaría necesariamente por el envío directo de refuerzos militares de la
metrópoli. Así lo expone ante el monarca el franciscano Cristóbal Gómez, que en
1615 llega a Madrid procedente de Sulawesi con el objetivo de pedir ayuda al
monarca para frenar la expansión holandesa en las Molucas. Cristóbal Gómez (o Cristóbal
Ruiz en otras fuentes), fraile franciscano cuya presencia ya se documenta en el
año 1611 en Sulawesi, a donde viajó nada más conocer el martirio de sus
hermanos de orden: Antonio de Santa Ana y Sebastián de San José. Estuvo en
Bohol en labor misionera con el objetivo de continuar la tarea que sus hermanos
martirizados no pudieron realizar. Su estancia no fue muy larga ya que por
enfermedad tuvieron que regresar a Ternate en 1613.
Pero no la petición del franciscano Cristóbal
Gómez ante el rey Felipe II no obtuvo éxito, eran muchas las necesidades que la
corona tenía que cubrir con sus soldados en Europa, y así la ayuda inicial que
se había propuesto, compuesta de seis galeones y mil quinientos soldados, al
mando del futuro gobernador de Filipinas Alonso Fajardo, acabaría dirigiéndose
a Alemania, en ese mismo año de 1615, para sofocar las revueltas producidas contra
el emperador Fernando II (56).
Mapa de las islas Filipinas, Célebes y Molucas en un mapa antiguo. |
Rey Felipe II de España, en cuyos dominios no se ponía el sol. Abajo dominios españoles en tiempos del rey Felipe II |
Cuatro años después,
en diciembre de 1619, se decide el envío de una escuadra para Molucas, que
desgraciadamente fracasa al poco de zarpar desde España a causa de las
tormentas producidas el 3 de enero de 1620, pues un naufragio frente a las
costas de Cádiz acabó con la flota. La expedición perdida, al mando de Lorenzo
de Zuazola, tenía previsto seguir la ruta hacia las Molucas por el cabo de
Buena Esperanza en el sur de África, estando compuesta de 1.792 hombres (entre
ellos 1.000 soldados y 732 marineros), la mayoría de los cuales murieron en el
naufragio, entre ellos el propio fraile franciscano, Cristóbal Gómez (57).
Otra vez los
refuerzos necesarios para acometer políticas más ambiciosas en Molucas siguen
sin llegar. Por segunda ocasión un naufragio desbarata la llegada de unos
refuerzos que permitiesen contrarrestar el poder holandés e impulsar el posible
dominio sobre Sulawesi. Los naufragios de Juan de Silva en Singapur de 1616, y
de Lorenzo de Zuazola de 1620 frente a las costas de Cádiz, hicieron que en
Manado no hubiera más que una pequeña guarnición de unas decenas de soldados a
la espera de acontecimientos que no se producían, y por tanto con poca posibilidad de acción,
con lo que más bien quedaba todo como una declaración de buenas intenciones,
representando de forma simbólica las aspiraciones españolas de alianza y
amistad con los pueblos de Minahasa. En diciembre de 1621, el nuevo gobernador
de Filipinas, Fajardo de Tenza, proyectó un novedoso enfoque estratégico sobre
la zona, cuál era la creación de otra base logística en la Isla de Mateo (58).
Foto de la NASA en la que aparece en amarillo la isla de Sulawesi. |
Se trataría de ocupar
una isleta en la punta nordeste de Sulawesi para dar soporte a una nueva ruta a
Ternate. Este enfoque incluiría también el proyecto de construcción de un
fuerte para además poder controlar el paso de naves enemigas, obtener los necesarios
víveres de carne y arroz, y servir de soporte al socorro en ambas direcciones
del trayecto en la navegación por esta ruta. Fajardo de Tenza se refiere al
estrecho formado por la actual isla de Pulua Lembeh y la ciudad de Bintung,
situado en la costa oriental, la zona opuesta al acceso tradicional que se
hacía por Manado, llamado por los españoles el estrecho de Santa Margarita,
situado cerca de la actual población de Kema. El nuevo gobernador de Filipinas,
Fajardo de Tenza quiere impulsar la política en el Maluco, y en este año de
1621 el socorro llega con destacados refuerzos de ciento veinte nuevos soldados,
que se incorporaron a las fuerzas estables de Ternate y Tidore (59).
También se tiene en
cuenta la petición por parte local de más soldados, tras haber sido retirados
los que estaban en Manado por el maestre de campo Luis de Bracamonte. El fuerte
de Manado se había desalojado temporalmente, pero el gobernador comunicó haber
dado orden de volver a enviar soldados y franciscanos, mandando al capitán
Francisco Meléndez, por su buena relación con los locales de esta zona, al
haber vivido varios años entre ellos. Se detalla el objetivo de esta misión:
obtener no solo el permiso de los locales, sino también lograr su ayuda para la
construcción del nuevo fuerte y tener elegido el sitio para cuando el
gobernador pueda enviar gente. Un año después, en 1622, el gobernador de
Filipinas Fajardo de Tenza vuelve a incidir en la necesidad de este proyecto y
repite que había ordenado levantar ese fuerte-almacén, pero que
desgraciadamente no se había realizado porque la galera destinada con tal fin
se había perdido en combate ante los enemigos holandeses. No obstante, asegura
que lo volverá a intentar con un nuevo envío (60).
Foto por satélite de la NASA en 2006 del territorio de Indonesia. |
Y así lo hace
mediante nueva carta fechada en agosto de 1623, dando orden directa a Pedro de
Heredia, gobernador del Maluco entre los años 1623 y 1636, de no cejar en
construir ese fuerte en la costa oriental (61). Pero Pedro de Heredia, gobernador del Maluco entre 1623 y 1636, que llega a Ternate con una
fuerza considerable de una flota de cinco navíos, dos galeras y tres pequeñas
fragatas, para poder llevar a cabo el
proyecto de la base en las Célebes, no tiene los mismos plantaeamientos (62). Pedro
de Heredia no parece tener el mismo interés de sus antecesores en extender la
influencia española más allá de las Molucas. Heredia entendió que tenía que
hacer frente de forma prioritaria a las rebeliones locales impulsadas por el
sultán de Ternate, por lo que decide que sólo puede aplicar una política
defensiva ante los holandeses. Así que bajo la excusa de no ver correspondidas
sus peticiones de ayuda, pues cuando él pide que traigan de la India portuguesa
por lo menos de doscientos a trescientos hombres y comprueba que tan sólo le habían
llegado sesenta y uno, como soldados de refuerzo del contingente de soldados
pedido, y también añade la excusa en el sentido de que se le habían prometido
ocho galeras y que únicamente había podido disponer de dos. (63), con lo que nunca
se llegaría a acometer el fuerte en el estrecho de Santa Margarita porque el
militar designado para la misión, el capitán Meléndez, fue enviado en 1624,
junto a seis soldados más y el franciscano Diego de Rojas, a la isla de Siao
para ayudar en el enfrentamiento que su rey tenía con la isla vecina de Sangil
Basar (64).
Archipielago de las islas Sangihe o Sangir. |
El sustituto de
Fajardo de Tenza, el gobernador Niño de Távora, comunica a Felipe IV que el
fuerte para controlar el estrecho de Santa Margarita no se ha construido. Pedro de Heredia no lo ha
llevado a término por no considerarlo prioritario, aunque quiere compensarlo
reforzando la presencia española en el otro lado de la isla, para lo que pide
al gobernador cincuenta hombres para ocupar el antiguo fuerte de Manado,
sufragando su coste a través de la posibilidad de adquirir arroz (65). Encontramos
la respuesta de Felipe IV en un documento de 1627 en el que propio rey le da
permiso para retomar el fuerte de Manado, prometiendo el envío de ayuda y armas
(66).
Aunque el fuerte del
estrecho de Margarita nunca se llevó a cabo, se mantuvo la relación con Manado y
el vínculo, o alianza política tradicional. Los tiempos estaban cambiando al
norte de Filipinas, porque en el año de 1626, el establecimiento holandés en la
isla de Formosa provocó el traslado del escenario de los acontecimientos en
esta parte del mundo, se abría un nuevo frente más al norte que hizo que las islas
Molucas fuesen perdiendo importancia estratégica y con ello se disminuyeron las
oportunidades de refuerzos en esta área.
Rey Felipe IV de España. Pintura de Piter Paul Rubens. Museo Hermitage. |
Desde la corte
española tampoco se apostó fuertemente por las Filipinas. Aunque Felipe IV
decidió en 1624 la puesta en marcha de una gran flota de tres mil personas
entre soldados y marineros para salir de España en el verano de 1625 con
destino al Pacífico, este proyecto se paralizó y finalmente se decidió enviarla
la flota a Flandes, prefiriendo luchar con los holandeses en su propio país que
en las lejanas tierras filipinas (67). En la década de los años de 1630 nuestra
alianza siguió firme con Manado, como así lo prueba el envío en 1636 del hijo
del rey de Manado (junto a un hijo del rey de Siao) al colegio jesuita de
Manila para ser educado y tutelado por las autoridades españolas. También en
1637 el rey de Manado solicitó ayuda militar al nuevo gobernador del Maluco,
Pedro de Mendiola, para sofocar una rebelión interna en su territorio (68). En
ese momento la fuerza de las Molucas constaba de quinientos setenta soldados
españoles y una fuerza auxiliar de doscientos indios pampangos (69). El número
de efectivos de los soldados allí destinados apenas aumentó en casi cuarenta
años trascurridos después de la conquista del Gobernador General de Filipinas
D. Pedro de Acuña. Los refuerzos que se enviaban siempre eran insuficientes,
digamos que apenas servían para cubrir las bajas que se producían en estas
islas de soldados. Además, en el año 1637 se produjo una gran campaña militar
en Mindanao (contra el sultán Corralat), que naturalmente propicia mayor
desguarnecimiento de la tropa (70), a la que seguirá otra campaña militar al
año siguiente en 1638 contra Sulú; en esta campaña comandada personalmente por
el gobernador Hurtado de Mendoza, se movilizaron unos seiscientos españoles y tres
mil nativos reclutados entre las diferentes provincias filipinas.
Ambas operaciones
supusieron un gran desgaste de fuerzas y recursos por la necesidad del envío de
soldados y del establecimiento de fuertes en ambas zonas. Pese a todo, la
presencia de soldados en Manado se mantiene, pues aunque escasa e intermitente,
siempre debió haber una guarnición que testimoniara la alianza entre Manado y
España. Si esta guarnición no estaba, por lo menos, se mantenía una
comunicación regular entre Ternate y Manado, que hiciera mantener y perpetuar la
alianza. Un documento fechado en 1639 nos informa de una carta del sargento
mayor de las fuerzas del Maluco, Francisco Fernández, fechada en Manado y
remitida al gobernador del Maluco, Pedro de Mendiola, en la que los nativos locales
volvían a pedir religiosos y a ofrecer vasallaje al rey de España (71). En la
década de entre los años 1640 a 1650, la guarnición española que seguía en
Manado se enfrentó al alzamiento de los locales el 10 de agosto de 1644, fue la
rebelión local más violenta que se había producido hasta ese momento en la
historia de las relaciones con la corona española (72).
Frailes de la Orden Franciscana. |
Unos años antes
habían llegado a Sulawesi procedentes de las islas Sangir dos franciscanos,
fueron el fraile Lorenzo Garralda y el padre Juan Iranzo, que en cumplimiento
de su misión evangélica denunciaron el maltrato dado por los soldados españoles
a los nativos. El desencadenante de la gran rebelión fue el maltrato dado por
algunos soldados a la población local. El padre Iranzo relata cómo un soldado
español hirió al jefe del pueblo de Tomun (ahora Tomohon), que relato dice así:
“El año de 1644 continuando los soldados sus ordinarios agravios y vejaciones,
uno de ellos dio una herida al mayor principal del pueblo de Tomún donde yo
asistía” (73). Este agravio provocó la rebelión de sus parientes. Durante la
noche, los hijos del herido convocaron a las otras tribus para degollar a todos
los españoles. El levantamiento tuvo el resultado de diecinueve españoles
muertos y veintidós presos (74). Entre las víctimas se encontraba el hermano fraile
Lorenzo Garralda, quien, advertido de la rebelión y aun teniendo tiempo para
huir, decidió quedarse para acabar siendo alanceado, decapitado y puesto en
medio de la plaza de Cale, donde los locales hicieron danzas en torno a su
cadáver (75).
Islas Sangihe o Sangir donde dos franciscanos, el fraile Lorenzo Garralda y el padre Juan Iranzo denunciaron el trato dado a los nativos. |
Los pocos españoles
supervivientes de esta rebelión, provocada por el maltrato de los españoles
sobre los nativos, consiguieron refugiarse en la playa, donde construyeron con
las maderas del convento una pequeña fuerza de resistencia y allí estuvieron
resistiendo durante ocho meses hasta que intentaron escapar en una embarcación
pequeña con la que pretendían alcanzar Ternate. Era esta huida un viaje del
todo irrealizable para las escasas condiciones de seguridad que proporcionaba
la citada embarcación, en el que con toda probabilidad hubieran muerto
ahogados, si no hubiese sido por la ayuda recibida de Buntuán, el rey de
Calonga, quien los rescató en las aguas del norte de Sulawesi. Los españoles
sobrevivientes fueron acogidos por los reyes de Tabuca y Calonga, para más
tarde en una embarcación fletada por el rey Buntuán hacerlos llegar a la isla
del sultanato de Ternate.
Final de la Guerra de los 30 años con las firma de la Paz de Westfalia. Abajo celebración de la firma del Tratado de Paz y Estracto del acuerdo del tratado de Westfalia en 1648. |
La rebelión local y
el Tratado de Westfalia parecen que pusieron fin a la presencia española en
Manado y con ello se pudo facilitar la llegada de los holandeses a la zona,
pero esta llegada de los holandeses, no se produce de forma total, ni inmediata;
pues pese a la experiencia de la rebelión, los españoles siguieron permaneciendo
en el norte de Sulawesi y el relevo holandés no se produjo tan rápidamente, ni
con tanta facilidad como cabría esperar después del hueco facilitado por la
menor presencia de los españoles. El acuerdo de Westfalia estipulaba que los
españoles no podrían extender sus dominios en Molucas, lo que conllevó que el
gobierno español no invirtiese en estas islas, ni se produjesen por nuestra parte más gastos en la zona desde
la fecha del referido acuerdo en adelante (76). Pese a esto, muchos de los
españoles allí presentes se resistieron a que la influencia hispana sobre los
pueblos locales empezase a declinar y se rompieran las alianzas conseguidas
años atrás. En documentos se puede comprobar cómo Manado siguió siendo destino
de expediciones militares y estancias españolas presente en la isla (77).
Isla de Ternate, foto actual. |
En 1652 desde Ternate
se manda una expedición de castigo de rebeldes al mando del capitán Bartolomé
de Cosar, y su estancia se prolonga al menos por un año (78). Dos años después,
el 16 de julio 1654, se firma un nuevo acuerdo de paz con Manado, como quedó
documentado en una carta del gobernador Manrique de Lara en la que dice que hay
paces firmadas con los reyes de Macasar, Tidore, Calonga y Manado (79).
También volvemos a
tener testimonios de la presencia española en Manado en el año 1656, cuando las
fuentes franciscanas registran otra expedición al mando del sargento mayor Juan
de Ytamarren (en la que irá el franciscano fray Pedro de San Buenaventura) (80).
Sin embargo, y a
pesar de la influencia española, los holandeses empiezan a ambicionar el
control directo de este territorio, y ya en el año de 1657 establecen su primer
asentamiento en Manado. Lo hicieron aprovechando una petición local de ayuda, e
inician la construcción de su primer fuerte en la zona, desde donde intentarían
romper la alianza que los locales aún mantenían con España (81).
Cora o barca de navegación de Indonesia. |
Manado, recelosa del
poder de Siao, el aliado por antonomasia de los españoles en la zona, buscaba
en los holandeses un apoyo que contrarrestase el fuerte vínculo existente entre
Siao y España. Cuatro años después, en 1660, la influencia y la presión
holandesa ya se hace notar y Manado rompe su alianza con España. El gobernador
Manrique de Lara informa al monarca de que, ayudados por el holandés, se habían
rebelado contra los soldados españoles que allí seguían manteniendo la
posesión, el dominio, señorío y potestad del monarca hispano (82). Si bien es
cierto que los holandeses consiguen que en 1660 Manado rompa con España,
algunas tribus del interior todavía se alinean junto a los españoles (83).
Se trata de los habitantes de La Laguna o Tondano (84). La Laguna
correspondería a una gran población en torno al actual lago Tondano. Su nombre
Ton-dano significaría pueblo del agua, su rival la tribu Tonsea (Ton-sea,
correspondería al pueblo de la catarata), a unos 30 kilómetros de Manado, la
mayor población de Minahasa y la que mayor afinidad tuvo siempre con los
españoles.
Los motivos de esta complicidad los podemos encontrar en diferentes
razones, la principal de las cuales sería su posición de tributarios de la
etnia de Tonsea (85), etnia situada más al norte y que fue responsable de la
rebelión antiespañola del año 1644, pues así su alianza con los españoles
reforzaría su posición frente a los antiguos señores. El gobernador holandés de
las Molucas, Roberto Padtbrugge, remarca que son los únicos habitantes del
norte de Sulawesi que muestran orgullo de ser monógamos y que llevan el pelo
corto cortado en redondo a la altura de las orejas, lo que también puede ser un
indicio de su buena adaptación a las costumbres españolas (86). Ellos serían los
últimos en aceptar el dominio holandés en la zona, protagonizando una gran
rebelión en el año 1663, que impidió a los holandeses conseguir el arroz que
necesitaban y que no en vano fue el principal motivo del interés de los holandeses
por el norte de Sulawesi (87).
Nativos del nordeste de Sulawessi. |
Nativos de la isla de Almahera. Foto de fecha desconocida. |
Los holandeses señalaron
como el gran instigador de esta rebelión al jesuita Francisco de Miedes. El
padre Francisco de Miedes había llegado a Molucas en 1655, alternando su
estancia entre los reinos de Ternate y Siao, quien tras la evacuación española
de las Molucas fue capaz de reclutar cincuenta seguidores en Ternate (88), para
vía Siao llegar a Sulawesi. El jesuita estaría en el año 1663 en Tondano
ofreciendo ayuda para luchar contra los holandeses, proporcionando pólvora y
alentando la posibilidad de establecer de nuevo un fuerte cerca de la zona de
Las Quemas (Kema), donde ya se había establecido una iglesia en décadas
anteriores (que era la zona más oriental del norte de Sulawesi y más lejana a
Manado). El mando holandés en Manado advierte de la necesidad de aliarse con el
pueblo de Las Quemas para evitar que éstos puedan volver a llegar a un acuerdo
con los españoles (89).
Grabado del ataque de Koxinga pirata chino de la isla de Formosa al Fort Zeelandia en el año 1669. |
Repruducción de la rendición holandesa a Koxinga en 1669. |
Koxinga o Zheng Chenggong. |
Estatua ecuestre de Koxinga. |
Los holandeses, al
encontrarse el camino despejado, eliminaron todos los árboles productores de
clavo de las diferentes islas, para que no pudieran hacer competencia a las
suyas, y aprovecharon los materiales de los presidios españoles abandonados
para reforzar sus propias construcciones. La evacuación de Ternate supuso la
sentencia final sobre Sulawesi. La salida española de las Molucas despejó el
camino a los holandeses para tomar el control directo sobre el norte de
Sulawesi. En 1666 construyeron en Manado su fuerte definitivo en piedra (Fort
Amsterdam), que sustituyó al anterior, convirtiéndose en el centro del poder
holandés en la zona. Tras la evacuación de las Molucas, el último reducto
español se concentró en el tradicional aliado Siao, donde desde 1671 residía
una pequeña fuerza de soldados españoles. Fueron enviados más soldados, como
símbolo de continuidad de la alianza con los locales, que no querían renunciar
a su cristianismo, pues junto a los soldados permanecían tres miembros de la
compañía de Jesús, que como posibilidad de mantener un fuerte de defensa
militar “Residen allí sin presidio, ni fortificación de piedra ni artillería,
ni tienen otras armas que las ordinarias de arcabuces y mosquetes”. (92).
Isleños de las islas Siao. Foto de fecha desconocida. |
El reducto de Siao
fue un problema para los holandeses. Sin legitimidad para ocuparlo, ya que según
lo dispuesto en el Tratado de Münster era lugar de soberanía española, su
cercanía a Manado les hacía temer que los pocos españoles instigasen a sus
antiguos aliados del norte de Minahasa. De hecho, en julio de 1673, hay
documentada una visita del mando mayor de la fuerza de Siao, el capitán Andrés
Serrano, junto al jesuita Francisco de Miedes, al Fort Amsterdam de Manado.
Acuden para entrevistarse con el gobernador de las Molucas, Cornelis Frank
(1672-74), firmando un acuerdo por el que ambas partes no volverían a
levantarse en armas (93).
Finalmente, los
holandeses lograrán que Ternate declare la guerra a Siao. En 1677 una
expedición holandesa bajo la supervisión del gobernador de Molucas, Robert
Padtbrugge, acompaña al rey de Ternate a la conquista de Siao (94). Haciendo
antes escala en su aliado Manado para sumar efectivos a la operación. Así se
consigue acabar con el último reducto español en la zona, expulsando a los
españoles del fuerte Santa Rosa, el último puesto español de las Célebes (95).
Ésta fue una
operación llevada a cabo por fuerzas de Ternate, sin que oficialmente la VOC (Verenigde
Oostindische Compagnie, o Unión de Compañías de las Indias Orientales) llegará
a participar militarmente, o eso al menos se pretendía hacer ver para no
incumplir el Tratado de Münster. Así lo
muestra el testimonio de unos de los jesuitas que allí se encontraban,
el padre Manuel Español, que residía junto a sus compañeros, Carlos Sarcoti
(procedente de Flandes) y Jerónimo de Cebreros (el padre Miedes había recibido
la orden de regresar a Filipinas, muriendo en Iloílo en 1674). La fuerza
estaría compuesta de veinticinco soldados, de ellos trece españoles y doce
pampangos, al mando de Andrés Serrano (96).
Bajo la coartada de
una cuestión de legitimidad matrimonial (97), los holandeses encontraron la
excusa para justificar el ataque del sultán de Ternate a Siao, expulsando a la
última fuerza española setenta y un años después de la llegada de la expedición
del Gobernador Genral de Filipinas D. Pedro de Acuña. La VOC (Verenigde
Oostindische Compagnie, o Unión de Compañías de las Indias Orientales) procedió
rápidamente a cortar los árboles claveros de la isla para salvaguardar su
monopolio del clavo.
Habitantes de las islas Sangir con atuendos tradicionales, circa de 1905. |
A la salida española
del norte del Sulawesi, le sucedió la llegada de los holandeses que, a
diferencia de los españoles, iniciaron un fuerte proceso de colonización, que
con el tiempo hizo que el territorio de Manado fuera conocido dentro de
Indonesia por su fuerte grado de aculturación neerlandesa. La evacuación
española de las Molucas supuso el golpe definitivo de la presencia en Sulawesi.
Sin rival europeo, a los holandeses les fue relativamente cómodo controlar todo
el norte de Sulawesi, incluyendo las islas más septentrionales. Desde su fuerte
en Manado lograron imponer sus condiciones a los diferentes pueblos de la
región, bien por acuerdo o haciendo uso de su fuerza militar. La anterior
presencia española, aunque no fuera muy numerosa, sirvió de contrapeso a las
aspiraciones holandesas, pues los pueblos locales tuvieron un posible aliado en
el caso de España con el que poder oponerse a Holanda. Desalojados los fuertes
de Molucas, Holanda pasó a ser el único árbitro y señor de todo este
territorio.
En esta imagen de Google se puede comprobar la proximidad del norte de Sulawessi de la isla de Ternate. |
A modo de conclusión
podemos decir que el comienzo de la ocupación española de Sulawessi fue
consecuencia directa de su cercanía a la isla y sultanato de Ternate. La
soberanía española en el Maluco a partir de la expedición del Gobernador
General de Filipinas D. Pedro de Acuña de 1606 propició que un territorio al
que se le había prestado poco interés pasase a adquirir cierta importancia
estratégica desde una triple perspectiva: económica (como fuente de suministros
que remediase la carestía crónica de los fuertes de Ternate y Tidore), política
(como área de potenciales aliados) y religiosa (como tierra de evangelización
católica). Si bien al inicio desde las altas instancias no hubo una línea
política de establecimiento en este territorio, las informaciones que iban
llegando desde el Maluco hicieron que desde España se llegasen a plantear
estrategias de control, como así reflejan las órdenes que Felipe IV envió para
la construcción de un fuerte en la costa oriental, que recordemos finalmente no
se llevó a cabo por decisión personal del gobernador del Maluco, Pedro de
Heredia. La lejanía de este territorio impidió la puesta en marcha de un
proceso de colonización. Los posibles recursos que se debían enviar desde Nueva
España vía Manila, apenas cubrían las necesidades de los fuertes de las
Molucas, con lo que difícilmente quedaban efectos para enviarlos a otras plazas
más lejanas. Hubo un interés real en la zona y a ello obedece el hecho de
mantener durante varias décadas una guarnición española en Manado, aunque con
un número insuficiente de efectivos para acometer planes más ambiciosos de
conquista. La falta de medios hizo que el fuerte en Manado tuviera más carácter
diplomático que de puesto de control. Pero, aunque la presencia española en
Sulawesi no fue continua, tal como sí ocurrió en las islas de Ternate y Tidore,
la comunicación con el norte de Sulawesi siempre existió y la navegación de
pequeñas embarcaciones con Manado, Siao y las islas Sangir nunca se
interrumpió, siendo posible el intercambio de noticias, mercancías y personas
entre ambos lados del mar de Molucas. Si bien la presencia española apenas ha
dejado un legado de nuestra cultura o su influencia en el territorio.
Granada 2 de febrero de 2019.
Pedro Galán Galán.
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Referencias
de citas:
(1)
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(2)
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(3)
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Filipinas, Madrid, Joseph Fernández Buendía, 1663, página 110.
(4)
Relación de Fr. Blas Palomino sobre Manados, Manados, 23 de junio de 1619,
Archivo Franciscano Ibero-Oriental, Madrid. (AFIO), caja 21, Filipinas: Varios,
legajo 11, folio 4.)
(5)
Juan de la Concepción: Historia General de las Filipinas, 14 volúmenes, Manila,
Ed. A. de la Rosa y Balagtas, 1788-92. Volumen 1, página 126.
(6)
Colín, Francisco: Labor Evangélica, Ministerios Apostólicos de los Obreros de
la Compañía de Jesús, Fundación y progreso de su provincia en las Islas
Filipinas, Madrid, Joseph Fernández Buendía, 1663, página 109.
(7)
Juan de la Concepción, 1788, volumen 1, página 321 y Juan de la Concepción,
1788, volumen 2, página 197.
(8)
Colín, Francisco: Labor Evangélica, Ministerios Apostólicos de los Obreros de
la Compañía de Jesús, Fundación y progreso de su provincia en las Islas
Filipinas, Madrid, Joseph Fernández Buendía, 1663, página 330.
(9)
Gregorio de San Esteban: Memoria y Relación e historia verdadera de lo sucedido
en las Islas Molucas 1609-1619, Archivo Franciscano Ibero-Oriental, Madrid.
(AFIO), caja 21, legajo 12, folio 72.
(10)
Carta de Francisco Montemayor sobre reyes de Ternate, Siam, Tabucán, Manila, 12
de junio de 1678, Archivo General de Indias, Sevilla (AGI), Filipinas, 23,
Relación 17, Número 55, folio 3.
(11)
San Antonio, Juan Francisco: Franciscanos descalzos en Castilla la vieja:
Crónica de la Santa Provincia de San Pablo, Salamanca, Santa Cruz, 1728, página
376.
(12)
De Bilches, Francisco: Santos y santuarios del obispado de Jaén y Baeza, año
1653. Capítulo LXVIII, página 221.
(13)
Archivo General de Indias, Filipinas, 23, Relación 17, Número 55, folio 3.
(14)
Spate, Oskar H.: El lago español, España, Casa Asia, 2006, página 147.
(15)
Campo López, Antonio C.: La presencia española en el norte de Sulawesi durante el siglo XVII. Estudio del
asentamiento español en el norte de
Sulawesi ante la oposición local y la amenaza holandesa (1606-1662). Revista de
Indias, 2017, vol. LXXVII, núm. 269, Página 58.
(16)
Morga, Antonio de: Sucesos de las islas Filipinas, México, 1609. Página 246.
(17)
Ramerini, Marco: La storia della presenza Spagnola nelle Isole Molucche: Le
fortezze spagnole nella ísola di Tidore 1521-1663, Roma, Saggistica, 2008.
(18)
Laarhoven, Ruurdje y Pino Wittermans, Elizabeth: From Blockade to Trade: Early
Dutch Relations with Manila, 1600-1750, Philippine Studies, XXXIII/4. Manila,
1985, páginas 485 a 504.
(19)
Leonardo de Argensola, Bartolomé: Conquista de las Islas Malucas al rey Felipe
III, Madrid, Alonso Martín, 1609, páginas 81 y 82.
(20)
Leonardo de Argensola, Bartolomé: Conquista de las Islas Malucas al rey Felipe
III, Madrid, Alonso Martín, 1609, página 222.
(21)
Santos Hernández, Ángel: Cristianismo en crecimiento, tomo III, Madrid, Eapsa,
1977, páginas 531 a 535.
(22)
Leonardo de Argensola, Bartolomé: Conquista de las Islas Malucas al rey Felipe
III, Madrid, Alonso Martín, 1609, página 383.
(23)
Archivo Franciscano Ibero Oriental: Crónica, Segunda parte de la santa
Provincia de San Gregorio de Filipinas que contiene cuatro estados: el primero
de la Orden, el segundo seglar, el tercero de la Iglesia de Japón y el cuarto
de las fuerzas de Terrenate en Maluco desde el año 1624 por fray Antonio de la
Llave, cronista de la misma Provincia. Madrid. (AFIO), caja 21, legajo 11,
folio 2.
(24)
Sancho Rayón, José León: Documentos inéditos para la historia de España, tomo
LII, Madrid, Imprenta de la Viuda de Calero, 1868, página 223.
(25)
Sancho Rayón, José León: Documentos inéditos para la historia de España, tomo
LII, Madrid, Imprenta de la Viuda de Calero, 1868, página 183.
(26)
Fernández Navarrete, Domingo: Tratados históricos, políticos, éthicos y
religiosos de la monarquía de China, Madrid, Imprenta Real, página 326.
(27)
Archivo Franciscano Ibero Oriental: Crónica, Segunda parte de la santa
Provincia de San Gregorio de Filipinas que contiene cuatro estados: el primero
de la Orden, el segundo seglar, el tercero de la Iglesia de Japón y el cuarto
de las fuerzas de Terrenate en Maluco desde el año 1624 por fray Antonio de la
Llave, cronista de la misma Provincia. Madrid. AFIO, caja 21, legajo 12, folio
34.
(28)
Carta del virrey Luis de Velasco, el joven, México, 4 de abril de 1610, Archivo
General de Indias, México, Relación 28, Número 2, folio 59.
(29)
Carta del virrey Luis de Velasco, el joven, México, 4 de abril de 1610, Archivo
General de Indias, México, Relación 28, Número 2, folio 59.
(30)
Campo López, Antonio C.: La presencia española en el norte de Sulawesi durante el siglo XVII. Estudio del
asentamiento español en el norte de
Sulawesi ante la oposición local y la amenaza holandesa (1606-1662). Revista de
Indias, 2017, vol. LXXVII, núm. 269, Página 62.
(31)
Carta de Alonso Fajardo de Tenza sobre asuntos de gobierno, Manila, 31 de julio
de 1621, Archivo General de Indias, Filipinas, 7, Relación 5, Número 64, folio
10.
(32)
Rodríguez Rodríguez, Isacio: Historia de la Provincia Agustiniana del Santo
nombre de Jesús de Filipinas, vols. XVII-XVIII, Valladolid, Estudios
Agustinianos, 1984-1986. Volumen 18, página 260.
(33)
Centenero de Arce, Domingo y Terrasa Lozano, Antonio: El sudeste asiático en
las políticas de la Monarquía Católica. Conflictos luso-castellanos entre
1580-1621, Anais de História de Além-Mar, IX. Lisboa, 2008, página 248.
(34)
Carta de Pedro de Heredia a Alonso Maldonado sobre Terrenate, México, 15 de
febrero de 1622, Archivo General de Indias, Filipinas, Relación 39, Número 5,
folio 1.
(35)
Carta de Niño de Távora sobre la expedición a Isla Hermosa, Manila, 4 de agosto
de 1628, Archivo General de Indias, Filipinas, Relación 30, Número 12, folio 16.
(36)
Sánchez Pons, Jean-Noel: Clavados con el clavo. Debates españoles sobre el
comercio de las especias asiáticas en los siglos XVI y XVII, Salvador Bernabéu
Albert y Carlos Martínez Shaw (coordinadores), Un océano de seda y plata: el
universo económico del Galeón de Manila, Sevilla, Consejo Superior de
Investigaciones Científicas, 2013, páginas 107 a 132.
(37)
Sánchez Pons, Jean-Noel: Misión y Dimisión, Las Molucas en el siglo XVII entre
jesuitas portugueses y españoles, Alexandre Coello de la Rosa, Javier Burrieza
y Doris Moreno (editores), Jesuitas e Imperios de Ultramar (siglos XVI-XIX),
Madrid, Sílex, 2012, páginas 81 a 101.
(38) Adjudicación de la isla de Mateo y de
Sanguilbasar y de todos sus naturales que allí habitan o vinieren aquí para que
sean nuestras doctrinas, Ciudad del Rosario, 19 de marzo de 1610, Archivo
Franciscano Ibero Oriental: Crónica, Segunda parte de la santa Provincia de San
Gregorio de Filipinas que contiene cuatro estados: el primero de la Orden, el
segundo seglar, el tercero de la Iglesia de Japón y el cuarto de las fuerzas de
Terrenate en Maluco desde el año 1624 por fray Antonio de la Llave, cronista de
la misma Provincia. Madrid. AFIO, caja 21, legajo 3.
(39)
Archivo Franciscano Ibero Oriental: Crónica, Segunda parte de la santa
Provincia de San Gregorio de Filipinas que contiene cuatro estados: el primero
de la Orden, el segundo seglar, el tercero de la Iglesia de Japón y el cuarto
de las fuerzas de Terrenate en Maluco desde el año 1624 por fray Antonio de la
Llave, cronista de la misma Provincia. Madrid. AFIO, caja 21, legajo 12, folio
41.
(40)
Campo López, Antonio C.: La presencia española en el norte de Sulawesi durante el siglo XVII. Estudio del
asentamiento español en el norte de
Sulawesi ante la oposición local y la amenaza holandesa (1606-1662). Revista de
Indias, 2017, vol. LXXVII, núm. 269, Página 64.
(41)
Archivo Franciscano Ibero Oriental: Crónica, Segunda parte de la santa
Provincia de San Gregorio de Filipinas que contiene cuatro estados: el primero
de la Orden, el segundo seglar, el tercero de la Iglesia de Japón y el cuarto
de las fuerzas de Terrenate en Maluco desde el año 1624 por fray Antonio de la
Llave, cronista de la misma Provincia. Madrid. AFIO, caja 21, legajo 20.
(44)
Henley, David: Conflict, Justice, and the Stranger-King Indigenous Roots of
Colonial Rule in Indonesia and Elsewhere, Modern Asian Studies, 38/1.
Cambridge, 2004, página 90.
(45)
Fernández Duro, Cesáreo: Historia de la Armada Española desde la Unión de los
Reinos de Castilla y de Aragón, volumen 3, Madrid, Editorial: Sucesores de
Rivadeneyra, 1895, página 393.
(46)
Archivo Franciscano Ibero Oriental: Crónica, Segunda parte de la santa
Provincia de San Gregorio de Filipinas que contiene cuatro estados: el primero
de la Orden, el segundo seglar, el tercero de la Iglesia de Japón y el cuarto
de las fuerzas de Terrenate en Maluco desde el año 1624 por fray Antonio de la
Llave, cronista de la misma Provincia. Madrid. AFIO, caja 21, legajo 12, folio
48.
(47)
Sancho Rayón, José León: Documentos inéditos para la historia de España, tomo
LII, Madrid, Imprenta de la Viuda de Calero, 1868, página 364.
(48)
Archivo Franciscano Ibero Oriental: Crónica, Segunda parte de la santa
Provincia de San Gregorio de Filipinas que contiene cuatro estados: el primero
de la Orden, el segundo seglar, el tercero de la Iglesia de Japón y el cuarto
de las fuerzas de Terrenate en Maluco desde el año 1624 por fray Antonio de la
Llave, cronista de la misma Provincia. Madrid. AFIO, caja 21, legajo 12, folio
89.
(49)
Aernsbergen, Anthonius van: De Katholieke kerk en hare Missie in de Minahasa,
BKI, 81. S-Gravenhage, 1925, página 18.
(50)
Aernsbergen, Anthonius van: De Katholieke kerk en hare Missie in de Minahasa,
BKI, 81 (S-Gravenhage, 1925, página 19.
(51)
(De Bilches, Francisco: Santos y santuarios del obispado de Jaén y Baeza, año
1653, capítulo LXVIII, página 219.
(52)
Archivo Franciscano Ibero Oriental: Crónica, Segunda parte de la santa
Provincia de San Gregorio de Filipinas que contiene cuatro estados: el primero
de la Orden, el segundo seglar, el tercero de la Iglesia de Japón y el cuarto
de las fuerzas de Terrenate en Maluco desde el año 1624 por fray Antonio de la
Llave, cronista de la misma Provincia. Madrid. AFIO, caja 21, legajo 11, folio
1.
(53)
Archivo Franciscano Ibero Oriental: Crónica, Segunda parte de la santa
Provincia de San Gregorio de Filipinas que contiene cuatro estados: el primero
de la Orden, el segundo seglar, el tercero de la Iglesia de Japón y el cuarto
de las fuerzas de Terrenate en Maluco desde el año 1624 por fray Antonio de la
Llave, cronista de la misma Provincia. Madrid. AFIO, caja 21, legajo 11, folio
3.
(54)
De Bilches, Francisco: Santos y santuarios del obispado de Jaén y Baeza, año
1653, capítulo LXVIII, páginas: 219, 220, 221, 222, y 223.
(55)
Martínez, Domingo: Compendio Histórico de la Apostólica Provincia de San
Gregorio de Philipinas de Religiosos Menores Descalzos de San Francisco,
Madrid, Viuda de Manuel Fernández, 1756, página 176.
(56)
Colín, Francisco: Labor Evangélica, Ministerios Apostólicos de los Obreros de
la Compañía de Jesús, Fundación y progreso de su provincia en las Islas
Filipinas, Madrid, Joseph Fernández Buendía, 1663, página 159.
(57)
Gil, Juan: Mitos y utopías del Descubrimiento, volumen 2. Madrid, Alianza,
1992, páginas 190 a 193.
(58)
Archivo General de Indias, Filipinas, 7, Relación 5, Número 65, folio 14.
(59)
Archivo General de Indias, Filipinas, 7, Relación 5, Número 65, folio 10.
(60)
Archivo General de Indias, Filipinas 7, Relación 5, Número 67, folio 7.
(61)
Rodríguez Rodríguez, Isacio: Historia de la Provincia Agustiniana del Santo
nombre de Jesús de Filipinas, vols. XVII-XVIII, Valladolid, Estudios
Agustinianos, 1984-1986. Volumen 17, página 30.
(62)
Sloos, Dirk A.: De Nederlanders in de Philippijnse wateren voor 1626,
Amsterdam, De Wit, 1898, página 90.
(63)
Carta de Niño de Távora con noticias de Terrenate de Herrera, Manila, 20 de
julio de 1620, Archivo General de Indias, Filipinas, 20, Relación 19, Número
122, folio 2.
(64)
Pérez, Lorenzo: Historia de las misiones de los Franciscanos en las islas
Malucas y Célebes, Archivum Franciscanum Historicum, VII. Roma, 1914, página
627.
(65)
Archivo General de Indias, Filipinas, 20, Relación 20, Número 140, folio 1.
(66)
Respuesta a Niño de Távora sobre asuntos de gobierno, Madrid, 3 de septiembre
de 1627, Archivo General de Indias, Filipinas 329, Legajo 3, Folios: 136R a
140R.
(67)
Gil, Juan: Mitos y utopías del Descubrimiento, volumen 2, Madrid, Alianza
Editorial, 1992. Volumen 2, página 209.
(68)
Blair, Emma Helen y Robertson, James Alexander: The Philippine Islands:
1636-1637, volumen 27, página 313.
(69)
Fernández Duro, Cesáreo, Historia de la Armada Española desde la Unión de los
Reinos de Castilla y de Aragón, Madrid, Sucesores de Rivadeneyra, 1895. Volumen
4, páginas 420 y 421. (Tomado del Memorial del Procurador D. Juan Grau y
Monfalcón.)
(70)
Sucesos de Filipinas contra Mindanao, 1637, Archivo Histórico Nacional, Madrid
(AHN), Diversos-Colecciones, legajo 26, Número 70.)
(71)
Archivo Franciscano Ibero Oriental: Crónica, Segunda parte de la santa
Provincia de San Gregorio de Filipinas que contiene cuatro estados: el primero
de la Orden, el segundo seglar, el tercero de la Iglesia de Japón y el cuarto
de las fuerzas de Terrenate en Maluco desde el año 1624 por fray Antonio de la
Llave, cronista de la misma Provincia. Madrid. AFIO, caja 21, legajo 20, folio
1.
(72)
Huerta, Félix: Estado Geográfico, Topográfico, Estadístico, Histórico-Religioso
de La Santa y Apostólica Provincia de S. Gregorio Magno, Manila, 1855, página
684.
(73)
Archivo Franciscano Ibero Oriental: Crónica, Segunda parte de la santa
Provincia de San Gregorio de Filipinas que contiene cuatro estados: el primero
de la Orden, el segundo seglar, el tercero de la Iglesia de Japón y el cuarto
de las fuerzas de Terrenate en Maluco desde el año 1624 por fray Antonio de la
Llave, cronista de la misma Provincia. Madrid. AFIO, caja 21, legajo 20, folio
5.
(74)
Juan de la Concepción: Historia General de las Filipinas, 14 volúmenes, Manila,
Ed. A. de la Rosa y Balagtas, 1788, volumen 6, página 178.
(75)
Archivo Franciscano Ibero Oriental: Crónica, Segunda parte de la santa
Provincia de San Gregorio de Filipinas que contiene cuatro estados: el primero
de la Orden, el segundo seglar, el tercero de la Iglesia de Japón y el cuarto
de las fuerzas de Terrenate en Maluco desde el año 1624 por fray Antonio de la
Llave, cronista de la misma Provincia. Madrid. AFIO, caja 21, legajo 20, folios
6 y 7.
(76)
Martínez Shaw, Carlos: El imperio colonial español y la República Holandesa
tras la Paz de Münster, Pedralbes: Revista d`història moderna, 19. Barcelona,
1999, páginas 117 a 130.
(77)
Godée-Molsbergen, Evehardus Cornelis: Geschiedenis van de Minahasa tot 1829,
Weltevreden, Landsdrukkerij, 1928, páginas 10 a 15.
(78)
Peticiones y recaudos para los religiosos de Terrenate en que se hace constar
cómo la provincia de Manados ha sido desde el principio administrada por los
franciscanos, Ternate, 12 de mayo de 1657. Archivo Franciscano Ibero Oriental:
Crónica, Segunda parte de la santa Provincia de San Gregorio de Filipinas que
contiene cuatro estados: el primero de la Orden, el segundo seglar, el tercero
de la Iglesia de Japón y el cuarto de las fuerzas de Terrenate en Maluco desde
el año 1624 por fray Antonio de la Llave, cronista de la misma Provincia.
Madrid. AFIO, caja 21, legajo 26, folio 2.
(79)
Prieto Lucena, Ana M.: Filipinas durante el gobierno de Manrique de Lara,
1653-1663, Sevilla, Escuela de Estudios Hispanoamericanos, 1984, página 101.
(80)
Carta del Padre Trujillo al Provincial Alonso de San Francisco, Ternate, 15 de
junio de 1655, Archivo Franciscano Ibero Oriental: Crónica, Segunda parte de la
santa Provincia de San Gregorio de Filipinas que contiene cuatro estados: el
primero de la Orden, el segundo seglar, el tercero de la Iglesia de Japón y el
cuarto de las fuerzas de Terrenate en Maluco desde el año 1624 por fray Antonio
de la Llave, cronista de la misma Provincia. Madrid. AFIO, caja 21, legajo 25,
folio 1.
(81)
Dam, Pieter van: Beschrijvinge van de Oostindische Compagnie, 1639-1701, Deel
2.1., S-Gravenhage, Stapel, 1931. Página 76.
(82)
Carta de Manrique de Lara sobre asuntos de guerra, Manila, 20 de junio de 1671,
Archivo General de Indias, Filipinas, 9, Relación 2, Número 34, folio 33.
(83)
Henley, David: A Superabundance of centers: Ternate and the Contest for North
Sulawesi, Cakalele, 4. Manoa, 1993, páginas 39 a 60.
(84)
Padtbrugge, Robert: Beschrijving der zeden en gewoonten van de bewoners der
Minahassa, BKI, 13. S-Gravenhage, 1866, página 307.
(85)
Wigboldus, Jouke S.: A History of the Minahasa c. 1615-1680, Archipel, 34.
París, 1987, página 76.
(86)
Padtbrugge, Robert: Beschrijving der zeden en gewoonten van de bewoners der
Minahassa, BKI, 13. S-Gravenhage, 1866, página 320.
(87)
Wigboldus, Jouke S.: A History of the Minahasa c. 1615-1680, Archipel, 34.
París, 1987, página 69.
(88)
Chijs, Jacobus Anne van der: Dagh-Register gehouden int Casteel Batavia vant
passerende daer ter plaetse als over geheel Nederlandts-India, Anno 1664,
s’Hage, Batavia Landsdrukkerij, 1893, página 290.
(89)
Aernsbergen, Anthonius van: De Katholieke kerk en hare Missie in de Minahasa,
BKI, 81. S-Gravenhage, 1925, página 26.
(90)
Prieto Lucena, Ana M.: Filipinas durante el gobierno de Manrique de Lara,
1653-1663, Sevilla, Escuela de Estudios Hispanoamericanos, 1984, página 134.
(91)
Colín, Francisco: Labor Evangélica, Ministerios Apostólicos de los Obreros de
la Compañía de Jesús, Fundación y progreso de su provincia en las Islas
Filipinas, Madrid, Joseph Fernández Buendía, 1663, página 811.
(92)
Archivo General de Indias, Filipinas, 23, Relación 17, Número 55, folio 3.
(93)
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(94)
Robidé van der Aa, P. J. B. C.: De Vermeestering van Siauw door de Oost-Indische
Compagnie, BKI, 14. S-Gravenhage, 1867, página 100.
(95)
Juan de la Concepción: Historia General de las Filipinas, 14 volúmenes, Manila,
Ed. A. de la Rosa y Balagtas, 1788, volumen 7, página 260.
(96)
Padtbrugge, Robert: Het Journaal van Padtbrugges Reis naar Noord-Celebes en de
Noordereilanden, BKI, 14. S-Gravenhage, 1867, página 193.
(97) Herrera Revierigo,
José Miguel: Manila y la Gobernación de Filipinas en el Mundo Interconectado de
la segunda mitad del siglo XVII, Universidad Jaume I, 2014, páginas 539 a 544.
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