PROLOGO

Se pretende que sea éste un espacio dedicado a entretener y deleitar (... a través de la fotografía fundamentalmente) ... a dar a conocer (...o traer al recuerdo) ciertos monumentos o espacios situados en el término o cercanías de Lahiguera. ...a llamar la atención por el estado de abandono y deterioro de muchos de ellos, ...y si llegara el caso, a remover la conciencia de todos los que somos "herederos" de tales monumentos y espacios, y que con nuestra aportación ayudásemos a la conservación de los mismos.

lunes, 25 de febrero de 2013

BUSCANDO ATALAYAS - I.

Buscando atalayas (parte I).

    Un buen día, navegando por internet en la búsqueda de información de Lahiguera (la Figuera, La higuereta, etc.), pude encontrar un documento, cuanto menos, curioso.  El libro al que me refiero es denominado “Memorial Histórico Español”, publicado por la Real Academia de la Historia.

    Me llamó la atención el párrafo donde se menciona las abundantes atalayas existentes en el término de nuestro pueblo, …“por todos los cerros”. Aún no tengo claro por qué zonas pudo el autor ver estas atalayas, aunque bien supongo pudiera ser por el Sur y Sur-Este de nuestro pueblo. Podemos leer lo que el autor nos menciona en la página 326 de este libro:


     Al leer estos párrafos del documento, me vino a la memoria un viejo torreón abandonado y “perdido” entre El Berrueco y El Peñón. Tiene perfecta comunicación visual con Lahiguera, Arjona, La torre de Mª Martín, La atalaya de Cazalilla, El Berrueco, Fuerte del Rey, El Peñón (cortijada nombrada expresamente por Juan Eslava en su libro “Los Castillos de Jaén”), y otras altitudes que supusieron enclaves perfectos para la defensa durante la reconquista de España a los musulmanes. Estos enclaves suponían la comunicación idónea para anticiparse y contrarrestar los ataques fortuitos.
Siempre pensé que el Cerro de Corbulillo pudiera ser otro enclave perfecto para estos menesteres. Pero, al menos en lo que a mí respecta, no he hallado resto alguno de construcción ni evidencias de cerámica de tal período de Reconquista, sino ante todo presencia ineludible de cerámica y restos de la Edad del Bronce.

También los Cerros de Valtodano pudieran ser otro lugar estratégico, pero en ellos tampoco se aprecian los restos de construcción de atalaya alguna. En tales elevaciones sí que podemos encontrar restos de presencia neolítica, Ibera y romana. Sí es evidente su cercanía con el lugar donde se encuentra dicho torreón.

    Ahora, al mismo tiempo que trato de “sacar a la luz” ciertas construcciones que fueron de gran importancia en su época, tratando de darlas a conocer (lo que queda de ellas), invito también a disfrutar de un paseo por nuestra campiña, que tanto contiene para podernos deleitar, aunque a veces pase desapercibida.

    Comenzaré con las vistas que nos ofrece el mencionado Cerro de Corbulillo, el que es vigía del puente que nuestros antecesores romanos construyeran para abordar el cauce del arroyo Salaillo (este puente ya se ha tratado en otros artículos de este Blog, por lo que no me extenderé más que en su justa mención).  Este arroyo proviene de Fuerte del Rey, discurriendo por La Cañada de Zafra. Es alimentado por varios afluentes, entre ellos, uno que pasa entre La Torre de Mª Martín y los cortijos de La Manga (término de Cazalilla).
Ascendiendo a Corbulillo:
En esta fotografía se muestra el camino de acceso a tal cerro cuyo nombre ya he mencionado (ruego no se “critique” al labrador de este olivar, porque, al menos para mí, esto que veo, es síntoma de vida: no veo que jaramago alguno se haya tragado tan sólo una planta de oliva; más bien las que hubiere secas o de poco buen ver, seguro no haya sido por esta situación).

A media distancia subiendo a la cúspide del mismo, nos podemos encontrar el cortijo que adquirió su nombre por el cerro que lo cobija: El Cortijo de Corbulillo.
Estos son parte de los restos del nombrado cortijo. Al fondo se pueden apreciar El Cerro de Valtodano, y por detrás del mismo, al margen izquierdo, el torreón o atalaya  que más tarde veremos en fotografías,  posiblemente una de las que divisara el autor del referido libro.

Por debajo de este cerro, al Sur-Este, nos encontramos el Cortijo de San José (de construcción más actual),  …


…y más al fondo, la cortijada de El Peñón.

En mi opinión, este enclave es uno de los más bonitos con los que cuenta nuestro término (…uno de mis favoritos). Sus vistas son inspiradoras. Paso a mostrar algunas otras imágenes tomadas desde este cerro:
Cortijo de San José, Cortijo de El Peñón y Fuerte del Rey al fondo.

Finca de “Las Mesas”, y a la derecha, la loma que nos lleva hasta Escañuela.

Cortijo de Cajeros.

Arroyo Salado y Cerro de Valtodano.

Cortijo de Santa Rita, con los Cerros de Villar Gordo (Oppidum ibérico) y El peñón de Martos al fondo.

Sierra Mágina con nieve en sus cumbres, y la elevación de La Torre de Mª Martín, a la izquierda de la fotografía.

En esta otra fotografía, al fondo, podemos observar el Cortijo de Miguel López (o Mingo López como lo nombran algunos mapas), muy turbio por su consonancia con los colores del terreno, así como el cortijo hallado en el Camino de los Pedernales, en cuya elevación aledaña podemos encontrar vestigios iberos y romanos.

Recordando de nuevo las palabras del autor del libro, trato de revivir lo que pudo presenciar, y desde este punto trato de situar cada una de esas atalayas que plasmó en sus memorias.

Tras la reposición de fuerzas…
Mesa improvisada en el Cerro de Corbulillo…lo mejor del “delicatesen”. No hay nada como un buen “Pan y aceite” acompañado de lo que se pille a mano, …y si es un buen jamón…mejor que mejor. Las patatas fritas, …de nuestra tierra…del “Santo Reino”. Bueno, pues simplemente tomamos un aperitivo para proseguir con la ruta.

Desde este lugar, decidimos (mi mujer, mi fiel acompañante,  y yo) dirigirnos a la Torre de Mª Martín, para lo cual tendremos que llegar hasta Fuerte del Rey, y desde aquí tomar el camino que nos llevará hasta la misma. Señalar que hay muchos itinerarios para elegir, pero dado el estado de los caminos por las recientes lluvias, ésta era la mejor alternativa.

Durante el trayecto por carretera hasta Fuerte del Rey, en coche, ya que no recomiendo otro medio, como la bicicleta, por su tráfico excesivo de vehículos a motor, nos encontramos con una pequeña laguna que se forma en las épocas de lluvias abundantes: Es llamada La laguna de Colmenero. Recuerdo hace tan sólo unos días (6/enero/2013) sobrevolándola con el paramotor: Es maravilloso esto de poder ver las cosas desde varios puntos de vista (http://vimeo.com/57914327 ). Esta laguna es otro recurso del arroyo Salaillo, ya que parte de esta laguna arroja su agua a este arroyo en la zona de la cortijada de La cañada de Zafra, cortijada que a la vez más recibe su denominación por esta Cañada Real con el mismo nombre.
Algunas fotografías de esta mini-laguna:




Apuntar , que el camino que nos llevará a La Torre de Mª Martín (“La Torre”, como es conocida por la gente del pueblo) se encuentra justo al pasar el cambio de rasante que hay a la altura del cementerio de Fte. Del Rey (yendo por la carretera Andújar-Jaén). Hay otro camino un poco más adelante, antes de llegar al surtidor de gasolina, que nos puede dar pie a confusión.

Entre tanto vamos desarrollando todo este itinerario, me viene al recuerdo otro pasaje  del libro “Viage de España”, en el que el autor nos detalla de la “delgadez” de estas tierras en cuanto a arboleda: “…optima tierra de pan llevar…”, dada la abundancia del cultivo de cereal.  Dejo aquí imagen de la parte del libro donde se mencionan estas palabras:



Entiendo, y no me cabe duda, de que por aquellos tiempos no existió este gran “rebaño” de olivos que hoy nos podemos encontrar, sino más bien un conjunto de tierras dedicadas al cereal en sus tiempos de cultivo . Es también curioso lo que relata el autor respecto a la población existente: parece ser, como bien dice, que “no sólo de pan vive el hombre”, puesto que si no, habría más muestras de población más numerosa.

Ya por el camino que nos lleva a la atalaya (torre) de  Mª Martín, nos encontramos con este paisaje entre las olivas. Menciono esto porque en la actualidad no es fácil encontrarlo debido a los abusos ejercidos con los productos herbicidas. Se trata de este colorido morado o lila que nos encontramos en las camadas de este olivar:



El atardecer nos acompaña, y  la noche casi se nos echa encima llegando a la escondida cortijada que recibe su nombre por la torre (atalaya) que la presidió. El sol casi no se atreve a alumbrar los últimos tejados que dan al Este, camuflados tras el cerro que no nos ha dejado verlos hasta que lo hemos crestado.


Por un camino entre los olivos, llegamos hasta lo más alto de este enclave. Los restos de esta Torre casi hay que adivinarlos, aunque si somos observadores podemos apreciar la base donde se sustentó la misma.

Aunque en la fotografía no se puede percibir, garantizo que estando “in situ” sí podemos ver perfectamente la base de esta construcción: Invito a visitar y comprobar.


Mientras visitábamos este lugar, el sol se estaba poniendo, y nos “invitó” a tomar una serie de fotografías que ahora muestro:





Es una gran satisfacción poder captar estos instantes en el mismo lugar donde, hace años, un vigía ejercía su labor de guarda en esta atalaya.

Enlace de la situación:  http://maps.google.es/?ll=37.915423,-3.88953&spn=0.001202,0.001725&t=h&z=19


    Ya cercana la noche, tomamos rumbo hacia Lahiguera por la cara Norte de la elevación. Desde aquí nos dirigimos a los cortijos de La Manga, salvando las dificultades de los caminos debido  a las recientes aguas caídas.  Antes de llegar a los mencionados cortijos, por el camino, nos encontramos con esta última imagen de la tarde:


Desde los cortijos de La Manga, continuamos por el Camino Real hasta el cortijo de La Golosilla, y desde éste, por el camino del Montejo, subimos hasta Lahiguera.

Hasta aquí este pequeño itinerario llevado a cabo el sábado 9 de febrero del 2013.

Por no alargar el documento y la visualización  del mismo, he decidido realizar más partes con este “tratado” de las atalayas. Al principio del artículo mencionaba un torreón abandonado el cual no he mostrado, de modo que en breve saldrá la segunda parte indicando la situación y mostrando las fotografías realizadas del mismo y su entorno.

Saludos a los apreciados lectores del Blog.

Juan José Mercado Gavilán.
Lahiguera a 23 de febrero del 2013.





3 comentarios:

Jomopa 51 dijo...

Juan José, fiel buscador de caminos y atalayas, amigo de la historia y amante de su tierra. Aún no nos conocemos en persona y ya creo saber describirte de esta forma. Fenomenal post en el que aunas el pasado y presente de tu tierra, como muestra para el futuro.

Manuel Jiménez Barragán dijo...

Estupendo el aporte. Son terrenos poco conocidos y muy interesantes por la carga de historia que tienen. Merecen una investigacion profunda y hacer una especie de "ruta de las batallas".
Las fotografías buenísimas, a mí la que más me ha gustado es la del primer plano, la del jamón; qué se le va a hacer.

PEDRO GALÁN GALÁN dijo...

Buena la intención de localizar las atalayas de nuestro término municipal, y envidiable el recorrido que realizas con el apoyo de las valiosas tomas desde las alturas. Digo envidiable porque realmente da gana de volar, cuando se disfruta de esas extraordinarias vistas, equiparables a las vistas de las aves. Volar, quizá haya sido el sueño más perseguido por el hombre. Me imagino que con tus vuelos se te reproducirá la sensación más autentica de vuelo del águila, acariciar las nubes con las manos, flotar sobre la tierra. “Sentirte como un pájaro.” Esa debe ser la forma de vuelo que más te acercará a la esencia de volar, notar el aire a tu alrededor, sus olores, y sus cambios de temperatura, hará que te sientas parte de la altura. El aprovechamiento de las corrientes ascendentes de aire o termales te permitirá mantenerse en vuelo bajo el impulso del aire durante largos periodos y realizar acrobacias a voluntad, vamos … algo así como mantenerse en el líquido amniótico del grandioso vientre materno de las corrientes termales. Esa manera de controlar el ala delta por medio de los cambios de posición a modo de péndulo jugando con el centro de gravedad. ¡Toda una envidia que no podré probar a cierta edad!; porque me imagino que el correr por la pendiente, hasta que el ala logra la sustentación necesaria para obtener también la velocidad necesaria, o el descuelgue en picado en otro caso; no es lo más recomendable a ciertas edades. ¡Qué pena!
Tomas como introducción y soporte del artículo, el libro de viaje con la publicación de las experiencias y observaciones realizadas por un viajero. Estos libros solieron ser muy comunes desde el siglo XVIII. El libro era la evocación de la travesía vista, vivida y posteriormente plasmada en algún tipo de escrito o narración. El afán de "ser testigos", de "estar ahí", de "experimentar en carne propia" el conocimiento de tierras lejanas, o recorrer las viejas con nuevos ojos, convirtieron al viajero del neoclasicismo en un devorador y transmisor de información y datos útiles.La experiencia se asoció con la verdad y el nuevo horizonte teórico buscó la objetividad fría y exacta, desechando la emoción y el sentimentalismo.
El viaje fue experimentación pura y no ocio o divertimento. La aventura fue, en su mayoría, de suceso y no de itinerario; por más que muchas veces se dijera lo contrario con el afán de aparecer como "los primeros" en llegar y recorrer un determinado lugar.
Surgió así la figura del viajero por excelencia, que pretendía ejercer sobre el entorno estudiado una acción aséptica y neutra. Su misión consistía sólo en observar, describir, traducir en palabras las características del entorno material que lo rodeaba en cada lugar.
Pretendía ser imparcial, sin ser consciente de que su mirada era parte de la voluntad occidental por retraducir y controlar el mundo. Normalmente, era un individuo culto y pacífico que debía soportar mil y un inconvenientes entre parajes extraños, mientras transitaba en pos del conocimiento. En otras ocasiones eran viajantes extranjeros los que escribían sobre un país nuevo que desde luego no era el suyo. Estos revisten un particular interés porque revelan puntos de vista diferentes y a veces enriquecedores para los habitantes del país visitado o inspeccionado. Muchos de ellos son fantasiosos, escritos a veces con interés puramente comercial o con una idea chauvinista, y no penetran en la verdadera idiosincrasia de un país del que ni siquiera conocen la lengua o la historia, o se han escrito sin documentación previa. Otros, por el contrario, hacen gala de un gran poder de observación y análisis y profundizan realmente en la identidad y problemática de un país.
Me hubiera gustado dedicases más atención al texto, ya se andará ese camino.
Cordiales saludos.