PROLOGO

Se pretende que sea éste un espacio dedicado a entretener y deleitar (... a través de la fotografía fundamentalmente) ... a dar a conocer (...o traer al recuerdo) ciertos monumentos o espacios situados en el término o cercanías de Lahiguera. ...a llamar la atención por el estado de abandono y deterioro de muchos de ellos, ...y si llegara el caso, a remover la conciencia de todos los que somos "herederos" de tales monumentos y espacios, y que con nuestra aportación ayudásemos a la conservación de los mismos.

sábado, 16 de febrero de 2013

NUESTRA GENTE: Don José y don Francisco.

Don José y don Francisco:



Eran los hermanos Martínez Catalán. Yo recuerdo a uno de ellos, muy alto, fuerte, de gesto serio y noble. Vivía en el Huertezuelo, donde hoy está el edificio de la residencia de ancianos. 



 (Fotografías: Manuel Mercado y Francisca Gavilán)

Cuentan que era como una locomotora por los caminos, tanto cundía su zancada. Algunos días decía a sus compañeros de trabajo –venían del río por la Cañada las Nieves-.

-Me voy, os dejo; me tengo que afeitar-. Se adelantaba y cuando la cuadrilla llegaba al puente del Arroyo las Cañas, él estaba en la terraza de la casa.
-¿Ya te has afeitado?- le preguntaban asombrados.
-Y he tenido que ir a por una cuchilla a la tienda de Miguel de la Monja- respondía.

Estos dos hermanos, José y Francisco, jugaban, de niños, a los maestros. Así que, para llamarse, se ponían un “don” delante de su nombre: don José y don Francisco.

-¡Buenas tardes, don Francisco!

-¡Usted las tenga, don José!

-¿Me acompaña al casino a tomar un café, don Francisco?

-¡Cómo no! Y muchas gracias, don José.

No hay que decir lo guasona que es la gente de Lahiguera y la gracia que tiene para poner apodos. Aquellos dos niños se quedaron para siempre con don José y don Francisco. Así eran conocidos y nombrados, ellos no se enfadaban.


Un día, en esos años malos cuando tanta hambre había, los dos hermanos, que ya hacía tiempo que habían dejado de ser niños, estaban cazando conejos para poder comer algo.
La guardia civil los vio y comenzó a perseguirlos, a ellos no les estaba permitido cazar. Llegando a un cortijo le preguntaron al casero quienes eran los cazadores. El buen hombre respondió que eran don José y don Francisco. Los guardias, pensando que con tanto don eran dos señoritos, dieron los buenos días al cortijero y se fueron sin siquiera acercarse a los cazadores.
Así es como don José y don Francisco se libraron, no de una multa porque no hubieran podido pagar un céntimo, pero sí de alguna bofetada; sobre todo de un buen susto.


Manuel Jiménez Barragán
Lahiguera a 16/02/2013.

4 comentarios:

PEDRO GALÁN GALÁN dijo...

Manolo tu redacción amena y la forma de presentar el hecho de manera natural y estricta; pero sin afectación y gracejo sobreañadido, hacen que tus personajes se hagan acreedores de reconocida popularidad y, consigas con estas pinceladas de autor la aceptación general de los lectores de nuestro blogs. ¡Enhorabuena!

Siento que si te acostumbras a este tipo de referencias de personajes, los higuereños pierdan todo lo que puedes aportar en el campo de la investigación histórica de nuestro pueblo. Tú sabes bien el trabajo que conlleva el otro tipo de artículos y a veces la reducida resonancia que tiene en los lectores higuereños del blog; pero eso a ti no debe desviarte de tu camino y tomar de forma definitiva otros derroteros, que reconocerás resultan más gratificantes por la rapidez de su elaboración y el éxito asegurado en nuestra gente joven lectora del blog. Te aseguro que hay otro tipo de lectores que aprecian más tu labor habitual hasta ahora.
No obstante, si practicar ese “genero chico” te gusta ¡adelante!, que en mi persona tienes un seguidor incondicional.
Cordiales saludos, Pedro

Manuel Jiménez Barragán dijo...

Pedro, te agradezco tus palaras del primer párrafo. Aclaremos las del después del punto y aparte; veamos.
Creo, con toda seguridad, que en un blog dedicado a nuestro pueblo tiene cabida todo lo que a él haga referencia, desde la llegada de Julio, amante de Cleopatra y del rey Nicomedes, a la receta de los “cardillos esparragaos”, por ejemplo. Y, hasta te diría, sobra lo demás.
Por otra parte, yo me imaginaba que tú pensabas igual, me explico. Uno de los comentaristas habla de la intrahistoria unamuniana, te acordarás porque tú le contestas estando de acuerdo con él además aportas algo así como “las espumas de las olas y las profundidades marinas”, no recuerdo bien. Entonces, si no te parece bien que se hable de los hechos de la gente sencilla, explica qué es para ti la intrahistoria. Una de tus aportaciones es la de un personaje que viene para hacer el Catastro de la Ensenada. Este hombre es un mujeriego, es su único mérito, ni es de Lahiguera ni se lía, al parecer, con ninguna moza del pueblo. ¿Se puede hablar de este “playboy” y no de un higuereño campechano que se gana la vida con un borriquillo? La respuesta es…
No sé por qué dices lo de la repercusión y el éxito. La repercusión es la misma, mínima en ambos casos, escribas lo que escribas. Te puedo asegurar que no busco ni una cosa ni otra. Ya sabes que lo que siempre he querido es exponer y debatir.
Tampoco estoy de acuerdo con ese calificativo de “género chico”, hasta me ha dolido. Si son escritos referenciales de nuestras costumbres y de nuestra gente, pienso que es lo más grande que, por lo menos aquí, se puede poner.
Ya, para terminar, sólo asegurarte que se pueden aportar textos históricos y costumbristas, una cosa no quita la otra.
Un abrazo.

Luisa Mª Martinez dijo...

Antes de nada me identifico: Soy hija de DºFrancisco y segun me conto mi madre la historia fue algo diferente.Eran tres hemanos, DºFrancisco, DºJosé y DºFelipe Martínez Martínez. El "Don" fué ganado por mi tio Dº José que se apostó con otra gente que el que arrancara el "jamargo" enganchado con una cuerda al cuello, ganaba el "Don" para él y para su familia. Mi tio José decia "arrancaté jamargo que eres la perdición de mi garganta" y lo arrancó de un tirón, y desde entonces ganaron todos el "Don" incluida su madre Doña Isabel que así lo tiene puesto en su tumba.
En todo lo demás coincidimos..os damos las gracias de parte de la familia que nos a emocionado volver a recordar algo de nuestra historia..
Un saludo
Luisa Mª Martinez Garcia

Manuel Jiménez Barragán dijo...

Luisa María, te agradezco tu intervención y tu corrección. La historia la puse como me la contaron, sólo cambié el final. Por lo visto un guardia dijo: “bueno, entonces los veremos en el casino”. No lo escribí porque me pareció muy redondo, poco verosímil. También te digo que me gusta más el juego de los maestros, origen del “don”, que este verdadero; siempre las leyendas mejoran y embellecen el hecho que las origina.
Parece que te alegra que se haya publicado esta historia, no es la primera vez. Hace unos años la Delegación de Educación publicó un método de lectoescritura para personas mayores de las escuelas de adultos, aparecían tus antepasados con la anécdota de la guardia civil. Ya sabes, muchos de los alumnos de nuestra provincia aprendieron a leer y rieron con esta historia.
En una ocasión tuve el honor de ser el cicerone de un grupo de Lahiguera para, visitando los monumentos, hablar de la historia de Andújar. Tu madre iba en el grupo, recuerdo que al terminar hubo una fiestecilla y ella cogió dos piedras, creo que ya las llevaba en el bolso y, poniéndoselas en una mano, las hacía sonar de forma maravillosa, era toda una orquesta. Me imagino que a ti te enseñaría. Sería de agradecer que, si puedes, nos expliques cómo lo hacía; son cosas tradicionales que no se deben perder.
Saludos.