PROLOGO

Se pretende que sea éste un espacio dedicado a entretener y deleitar (... a través de la fotografía fundamentalmente) ... a dar a conocer (...o traer al recuerdo) ciertos monumentos o espacios situados en el término o cercanías de Lahiguera. ...a llamar la atención por el estado de abandono y deterioro de muchos de ellos, ...y si llegara el caso, a remover la conciencia de todos los que somos "herederos" de tales monumentos y espacios, y que con nuestra aportación ayudásemos a la conservación de los mismos.

sábado, 16 de enero de 2021

LOS NOMBRES DE MUJER Y HOMBRE MÁS FRECUENTES EN LA PROVINCIA DE JAÉN Y EN ANDALUCÍA. EVOLUCIÓN DE LOS NOMBRES EN LA HISTORIA

 EN EL CASO DE LAHIGUERA AL NO SUPERARSE EL 5% EN PERSONAS QUE LLEVAN UN NOMBRE, LA ESTADÍSTICA NO LO CONTEMPLA, COMO OCURRE EN LA MAYORÍA DE MUNICIPIOS PROVINCIALES, SALVO LAS CABECERAS DE COMARCA.

Desde que el hombre y la mujer existen, existen los nombres. Tener nombre es la necesidad y el deseo de ser identificado como persona y de ser designado dentro de su comunidad. Preguntar el nombre es quizá la primera palabra que cruzamos con un desconocido cuando comenzamos a conversar en alguna circunstancia de nuestra vida. También lo repetimos cuando al responder a una llamada telefónica no reconocemos la voz del interlocutor, enseguida se cruza el ¿dime quién eres?. El nombre es nuestra primera seña de identidad como persona, aquello que nos identifica y nos da entidad. El apellido es algo relativamente nuevo, y en algunas culturas no existía casi hasta la contemporaneidad, pero el nombre está ahí desde la prehistoria, aunque poco sepamos de él.

El nombre forma parte de nosotros y de nuestra personalidad, hasta el punto de que hace un par de años, un juez australiano rechazó la petición a unos padres de cambiar el nombre de su hija recién adoptada en Corea, por considerar que su nombre formaba parte inseparable de la pequeña criatura.

El nombre de cada persona solía escogerse para transmitir ciertas características o poderes incluidos en el significado de ese nombre que se otorgaba al nuevo nacido, cada nombre tenía un significado especial que, con el uso y la evolución del lenguaje, se ha ido perdiendo a lo largo de la historia, por ello hoy muchas personas no conocen el origen y significado de su nombre.

En la antigüedad cada individuo tenía un nombre propio que no transmitía a sus hijos; así conocimos nombres como Saúl, Moises, David, Salomón, Daniel, Ciro, Nabucodonosor, Ptolomeo, etc. Pero la densidad de población creciente de los pueblos y la conveniencia de mostrar en el nombre, de algún modo, la familia a que esa persona pertenecía, hizo abandonar ese sistema algo inorgánico o desorganizado e individualista.

En Roma, el nombre estaba integrado por varios elementos. 1) el prenomen designación individual de la persona; 2) el nomen o nomen gentilitium o designación propia de la gens o familia; 3) el cognomen, comenzado a usar al final de la República, era una designación de una rama de la primitiva gens. Así, el general romano Publio Cornelio Escipión, llevaba una denominación integrada por el prenomen o nombre individual (Publio), por el nomen (Cornelio) que correspondía a la gens o familia de los  Cornelio y por el cognomen (Escipión) que pertenecía a la rama de los Escipiones de aquella gens o familia. Por su éxito contra los cartagineses, sus compatriotas lo apodaron admirativamente “el Africano”, y pasó a llamarse Publio Cornelio Escipión “Africanus”. Este era un agnomen, que por la nombradía del que lo llevaba y el deseo de sus descendientes de manifestar su vinculación al personaje famoso, se hizo hereditario en la familia del gran general romano.

Con la caída del Imperio Romano desapareció ese preciso sistema de denominación de las personas que tenía la ventaja de manifestar de entrada la familia a la que ellas pertenecían.

Los apellidos no aparecieron de un modo espontáneo, sino a lo largo de un proceso evolutivo. Desde la Edad Media los apellidos identifican a las familias y en muchos casos tienen asociados un escudo o blasón, dando muchos de ellos un significado al apellido.

Nuestros apellidos identifican nuestra familia, los hemos heredado de nuestros padres, quienes a su vez los heredaron de nuestros abuelos y así sucesivamente hasta perdernos en la historia de nuestras raíces. Cada persona suele tener dos apellidos provenientes de la familia de su padre y de su madre, por lo menos en los países de habla hispana y portuguesa, aunque en el caso de estos últimos se suele invertir el orden (apellido materno, apellido paterno). En otras culturas suele usarse sólo uno de los dos apellidos, y en regiones como Islandia o la Isla de Java no es costumbre usar ningún apellido.

Durante la Edad Media se volvió al primitivo sistema del nombre unipersonal, primero tomado de los usados por los germanos y luego bajo la influencia de la Iglesia, en este caso tomado de los santos. Hacia el siglo VIII para facilitar la individualización, y evitar la repetición de los mismos nombres u homonimia, que daba lugar a confusión de las personas, nació paulatinamente la costumbre de agregar al nombre de pila un sobrenombre que aludía a la profesión del individuo, a un defecto suyo, a una característica del lugar, tales como Juan Herrero, Pablo Calvo, Pedro del Río, Francisco de Asís, o bien el nombre del padre, así: Domingo hijo de Martín, Diego hijo de Gonzalo. Después la locución “hijo de” fue sustituida por la terminación “ez”, proliferando los apellidos Martínez, González, Rodríguez, Pérez, Fernández, etc., que se hicieron hereditarios en la respectiva familia. Los nobles también usaron a modo de apellido la denominación de la tierra perteneciente a su señorío, así: Carlos de Castilla y Aragón.

De esta forma se originaron la mayoría de los apellidos de nuestra época, y nuestra cultura, que junto a los nombres completan hoy la denominación de las personas.

No hace demasiados años, en cuanto a la asignación de nombres de los neonatos, parte del destino de los niños que se bautizaban estaba estrechamente ligado al calendario, era la tradición y costumbre de poner el santo del día del nacimiento en muchas regiones de España. Si una niña era alumbrada el Día de la Merced la llamarían casi seguro Mercedes y, en caso de ser bautizada, que era lo más habitual, le seguiría el nombre de su madrina, y a veces el de la iglesia donde recibió el sacramento; en otras regiones era habitual poner los nombres de los abuelos, empezando por los paternos y si se tenían más seguían poniendo nombres a sus hijos completando con los nombres de los abuelos maternos. Después se comenzaron a poner los nombres de los padres del recién nacido en muchos de los casos.

Mapa de España con los nombres más frecuentes entre los nacidos en 2019 por Comunidades Autónomas. Fuente INE.

El Instituto de Estadística y Cartografía de Andalucía elabora desde 1996 la Estadística de Nombres de los Recién Nacidos Andaluces, y ofrece información anual sobre los nombres que los andaluces eligen para sus hijos recién nacidos. Dicha actividad se realiza en base a las estadísticas de nacimientos que forman parte del Movimiento Natural de la Población (MNP), con la posibilidad de poder realizarse consultas interactivas.

La pareja de nombres María y Manuel fue de nuevo la más frecuente entre los recién nacidos andaluces en 2019 por cuarto año consecutivo.  El nombre de los progenitores sigue estando presente en la elección del nombre del nacido, siendo de forma más destacada en el caso de los niños. El 5,2% de las niñas nacidas en 2019 heredaron el nombre de su madre, mientras que en los niños, respecto a su padre, el porcentaje se elevó hasta el 15,5%. María fue el nombre de niña más frecuente en todas las provincias andaluzas, mientras que en el caso de los niños el liderato provincial se lo repartieron Manuel y Alejandro (Consultado en fecha para Andalucía, 10 de julio de 2020).

María y Manuel fueron los nombres más utilizados por las madres y los padres residentes en Andalucía en el año 2019. María con 1.141 niñas (un 3,4% del total) repite esa primera posición que ocupa desde 2009 mientras que Manuel con 1.106 niños (un 3,1% del total) lidera la clasificación de los niños por cuarto año consecutivo. Como curiosidad en el total nacional, la pareja de nombres más usada fue Lucía y Hugo. María fue el cuarto nombre más utilizado en España para las niñas y Manuel el noveno para los niños.

Atendiendo a los nombres de niñas recién nacidas, los cuatro más frecuentes volvieron a ser (y en este orden) María, Lucía, Carmen y Martina (suponen el 10,1% del total de niñas). Las dos primeras repiten la posición del año anterior y Carmen y Martina intercambian las posiciones que tuvieron en 2018.

Respecto a los nombres de niño, los primeros cuatro puestos fueron ocupados por Manuel, Hugo, Alejandro y Pablo (10,3% del total de niños), los mismos que en el año anterior y en el mismo orden.

Los 50 Nombres de mujer más frecuentes en el año 2018 en la Provincia de Jaén. Estadística del Padrón Continuo a fecha 01/01/2019.

23 - JAÉN                

NOMBRE                                          FRECUENCIA                                            Por 1.000

MARIA                                                      11.910                                                            37,2

MARIA CARMEN                                  10.463                                                            32,7

FRANCISCA                                              7.781                                                            24,3

CARMEN                                                   7.775                                                             24,3

MARIA DOLORES                                  7.408                                                             23,1

ANTONIA                                                  7.288                                                             22,8

ANA                                                             6.619                                                             20,7

JUANA                                                        6.612                                                             20,6

JOSEFA                                                       6.578                                                            20,5

DOLORES                                                   6.570                                                            20,5

ISABEL                                                        6.541                                                             20,4

MANUELA                                                 5.436                                                              17,0

ANA MARIA                                               5.181                                                              16,2

ENCARNACION                                       3.685                                                              11,5

LUCIA                                                         3.434                                                              10,7

ROCIO                                                        3.374                                                              10,5

MARIA JOSE                                            3.335                                                              10,4

LAURA                                                       3.187                                                              10,0

MARIA ISABEL                                       2.863                                                                8,9

MARIA ANGELES                                   2.761                                                                8,6

CRISTINA                                                 2.743                                                                8,6

MARIA PILAR                                         2.725                                                                 8,5

MERCEDES                                              2.627                                                                8,2

ELENA                                                       2.571                                                                 8,0

MARTA                                                      2.481                                                                 7,7

MARIA TERESA                                      2.414                                                                 7,5

MARIA JOSEFA                                       2.346                                                                7,3

ROSARIO                                                  2.330                                                                 7,3

INMACULADA                                        2.322                                                                 7,3

CATALINA                                                2.277                                                                  7,1

ROSA MARIA                                           2.101                                                                 6,6

ANA BELEN                                             2.083                                                                6,5

MARIA MAR                                             1.955                                                                 6,1

PILAR                                                        1.933                                                                 6,0

PAULA                                                       1.903                                                                 5,9

MARIA LUISA                                        1.867                                                                  5,8

IRENE                                                      1.862                                                                  5,8

LUISA                                                       1.861                                                                   5,8

TERESA                                                   1.752                                                                   5,5

ALBA                                                        1.678                                                                   5,2

MARIA JESUS                                       1.677                                                                    5,2

CONCEPCION                                       1.672                                                                    5,2

MARIA ANTONIA                                1.635                                                                    5,1

ROSA                                                        1.612                                                                   5,0

RAQUEL                                                  1.581                                                                   4,9

ANGELES                                                1.571                                                                   4,9

ANGELA                                                  1.541                                                                   4,8

JULIA                                                       1.455                                                                   4,5

SARA                                                        1.445                                                                   4,5

NATALIA                                                1.413                                                                   4,4

Teniendo en cuenta los 100 nombres de niña más frecuentes en Andalucía en 2019, Laia fue el que más posiciones incrementó, pasando de la posición 151 a la 99. Entre los niños, el nombre que más aumentó fue Liam, que subió del puesto 95 al 64.

En sentido contrario, los nombres que más descendieron fueron María Carmen entre las niñas, que ha perdido 18 posiciones y en el caso de los niños, Julio y José Luis que han descendido también 18 puestos.

Vista panorámica de la ciudad de Jaén.

Desagregando los nacimientos por provincias, María fue el nombre de niña más frecuente en todas las provincias andaluzas. Respecto a los niños, Manuel fue el más frecuente de las provincias de Cádiz, Córdoba, Huelva, Jaén y Sevilla; y Alejandro en las restantes (Málaga, Granada y Almería).

Los 50 Nombres de hombre más frecuentes en el año 2018 en la Provincia de Jaén. Estadística del Padrón Continuo a fecha 01/01/2019.                             

23 - JAÉN                 

NOMBRE                                       FRECUENCIA                                               Por 1.000

ANTONIO                                      18.231                                                                        58,2

MANUEL                                       15.542                                                                        49,6

FRANCISCO                                 14.838                                                                        47,4

JOSE                                              12.610                                                                         40,2

JUAN                                             11.044                                                                         35,2

PEDRO                                           6.698                                                                          21,4

MIGUEL                                         5.336                                                                          17,0

RAFAEL                                         5.064                                                                          16,2

FRANCISCO JAVIER                  5.007                                                                         16,0

JESUS                                            4.860                                                                           15,5

DAVID                                            4.449                                                                          14,2

MIGUEL ANGEL                         4.068                                                                          13,0

LUIS                                                4.046                                                                         12,9

JOSE ANTONIO                           3.690                                                                         11,8

JUAN ANTONIO                          3.639                                                                          11,6

JAVIER                                           3.560                                                                          11,4

ALEJANDRO                                 3.421                                                                         10,9

DANIEL                                          3.289                                                                         10,5

ANGEL                                            3.193                                                                          10,2

JOSE LUIS                                     3.142                                                                          10,0

JOSE MANUEL                            3.138                                                                          10,0

JUAN JOSE                                    3.131                                                                          10,0

ANDRES                                          3.116                                                                           9,9

SERGIO                                           3.079                                                                          9,8

JOSE MARIA                                 2.928                                                                           9,3

DIEGO                                             2.883                                                                          9,2

FERNANDO                                   2.832                                                                          9,0

PABLO                                             2.680                                                                          8,6

ALVARO                                          2.668                                                                          8,5

JUAN MANUEL                             2.579                                                                          8,2

CARLOS                                           2.515                                                                          8,0

FRANCISCO JOSE                        2.458                                                                          7,8

RAMON                                           2.446                                                                          7,8

JUAN CARLOS                              2.406                                                                           7,7

ALFONSO                                       2.280                                                                           7,3

ALBERTO                                       2.228                                                                            7,1

RAUL                                               2.043                                                                           6,5

ADRIAN                                           1.951                                                                           6,2

CRISTOBAL                                    1.769                                                                           5,6

SEBASTIAN                                    1.743                                                                           5,6

JUAN FRANCISCO                      1.725                                                                            5,5

ANTONIO JESUS                          1.672                                                                           5,3

JOAQUIN                                        1.591                                                                            5,1

RUBEN                                            1.587                                                                            5,1

ANTONIO JOSE                            1.524                                                                           4,9

TOMAS                                            1.520                                                                           4,9

ENRIQUE                                       1.428                                                                           4,6

IVAN                                                1.425                                                                            4,5

MANUEL JESUS                          1.399                                                                            4,5

MARIO                                           1.397                                                                            4,5 

Atendiendo al nombre de las madres y los padres, el 10,5% de los recién nacidos heredaron el nombre de alguno de sus progenitores. En este sentido, se observa como el 5,2% de las niñas nacidas en 2019 heredaron el nombre de su madre, porcentaje que en el caso de los niños se elevó hasta alcanzar el 15,5%. Córdoba es la provincia donde ocurre esta circunstancia con mayor frecuencia, registrándose valores por encima de la media andaluza (el 20,7% de los niños y el 6,9% de las niñas). En el extremo contrario se sitúa Málaga, provincia en la que el 11,6% de los niños y el 3,5% de las niñas heredaron el nombre de sus progenitores.

Entre los 100 nombres más frecuentes de niñas, destaca que el 44,8% de las que se llaman Cristina tienen el mismo nombre que sus madres. En el caso de los niños es José María el nombre que más hereda del padre, con el 68,7% de los recién nacidos con este nombre.

Ampliando al conjunto total de nombres, siempre que su frecuencia sea superior a 5, destaca que en el 80% de las niñas llamadas Yolanda y en el 90% de los niños llamados Jonatan, su madre y padre respectivamente se llamaban exactamente igual.

Respecto a la consulta del nombre más frecuente entre los nacimientos de cada municipio de Andalucía, siempre que su frecuencia sea superior a 5, los porcentajes más altos se presentaron en Gerena (Sevilla), donde María fue el nombre de niña más frecuente (un 12,2% de los nacimientos de ese municipio), y Villa del Río (Córdoba) donde Álvaro fue el nombre de niño más frecuente en relación al total de niños nacidos en dicho municipio (un 15,6%).

Estos son los nombres más frecuentes en las principales poblaciones de Jaén. En el resto de las poblaciones giennenses no se contabiliza estadísticamente cuando el porcentaje es inferior al 5%.

Los nombres más frecuentes de Jaén

NIÑAS

Nombre     Frecuencia                Porcentaje

MARIA                      14                       3,61%

CARMEN                  14                       3,61%

NIÑOS

Nombre     Frecuencia              Porcentaje

MARIO                      16                      3,72%

MANUEL                  16                      3,72%

Los nombres más frecuentes de Andújar

NIÑAS

Nombre     Frecuencia               Porcentaje

LOLA                            7             4,37%

NIÑOS

Nombre     Frecuencia               Porcentaje

MANUEL                   10              6,02%

Los nombres más frecuentes de Alcalá la Real

NIÑAS

Nombre     Frecuencia               Porcentaje

MARTINA                    6            7,59%

NIÑOS

Nombre     Frecuencia              Porcentaje

MARTIN                      5            6,25%

Los nombres más frecuentes de Baeza

NIÑAS

Nombre     Frecuencia              Porcentaje

No se ofrecen datos para frecuencias menores a 5%

NIÑOS

Nombre     Frecuencia                Porcentaje

MANUEL                     5             8,47%

Los nombres más frecuentes de Bailén

NIÑAS

Nombre     Frecuencia                 Porcentaje

No se ofrecen datos para frecuencias menores a 5%

NIÑOS

Nombre     Frecuencia                Porcentaje

MANUEL                 8         12,90%

Los nombres más frecuentes de Carolina (La)

NIÑAS

Nombre     Frecuencia               Porcentaje

MARIA                        5                      9,61%

NIÑOS

Nombre     Frecuencia              Porcentaje

No se ofrecen datos para frecuencias menores a 5%

Los nombres más frecuentes de Lahiguera

NIÑAS

Nombre     Frecuencia                Porcentaje

No se ofrecen datos para frecuencias menores a 5%

NIÑOS

Nombre     Frecuencia               Porcentaje

No se ofrecen datos para frecuencias menores a 5%

Los nombres más frecuentes de Linares

NIÑAS

Nombre     Frecuencia              Porcentaje

MARIA                        8                     3,82%

NIÑOS

Nombre     Frecuencia             Porcentaje

DANIEL                      9              4,05%

Los nombres más frecuentes de Martos

NIÑAS

Nombre     Frecuencia               Porcentaje

MARIA                         5              5,95%

NIÑOS

Nombre     Frecuencia               Porcentaje

LUCAS                         7              6,60%

Los nombres más frecuentes de Torredelcampo

NIÑAS

Nombre     Frecuencia                Porcentaje

VALERIA                     5              10,41%

NIÑOS

Nombre     Frecuencia               Porcentaje

No se ofrecen datos para frecuencias menores a 5%

Los nombres más frecuentes de Úbeda

NIÑAS

Nombre     Frecuencia                  Porcentaje

SOFIA                           8                 7,84%

NIÑOS

Nombre     Frecuencia                  Porcentaje

MARIO                         6                 5,71%

HUGO                          6                 5,71%

Ejemplo de la Frecuencia de un nombre y de los nombres que lo contienen. Nombres andaluces que contienen el nombre de Pedro, solo o compuesto, en 2019 para el total de Andalucía.

Para niñas no se ha encontrado ningún nombre que contenga esa cadena o su frecuencia es menor a 5%.

Para niños

Posición        Nombre                                                                Frecuencia

43                    PEDRO                                                                                       175

288                  PEDRO ANTONIO                                                                      9

307                  JUAN PEDRO                                                                              8

317                   PEDRO JOSE                                                                               8

351                   PEDRO JESUS                                                                             7

383                  PEDRO MANUEL                                                                       6

Evolución de la frecuencia del nombre PEDRO desde el año 1996

1996                                                                                                             310

1997                                                                                                             318

1998                                                                                                             332

1999                                                                                                             318

2000                                                                                                            354

2001                                                                                                             362

2002                                                                                                             353

2003                                                                                                             365

2004                                                                                                             372      

2005                                                                                                             373

2006                                                                                                             369      

2007                                                                                                              313

2008                                                                                                              378

2009                                                                                                              353      

2010                                                                                                               333

2011                                                                                                                349

2012                                                                                                               305

2013                                                                                                               283       

2014                                                                                                               298       

2015                                                                                                               278

2016                                                                                                               251

2017                                                                                                                209

2018                                                                                                               193

2019                                                                                                               175

Otros nombres que contienen PEDRO

JOSE PEDRO

JUAN PEDRO

PEDRO ANGEL

PEDRO ANTONIO

PEDRO DAVID

PEDRO LUIS

PEDRO MANUEL

PEDRO MARIA

PEDRO MIGUEL

PEDRO PABLO

PEDRO FRANCISCO

PEDRO JAVIER

PEDRO JESUS

PEDRO JOSE

PEDRO JUAN

Interior de la Catedral de Jaén, joya del renacimiento español.

Hoy en día, cuando la religión parece que ha dejado de ser una obligación social, muchos padres esperan a que sus hijos crezcan para decidir si quieren ser bautizados, con lo que el nombre se ha desvinculado del calendario y de los antecesores familiares y se ha ligado a la moda.

Recuerdo la sorpresa que encontré al cumplimentar los datos personales de un alumno, previos a la aplicación de un test, cuando el alumno me dijo que se llamaba: Kevin Costner López, a lo que sorprendido tuve que consultarlo en la secretaria del centro, no tanto por el nombre del alumno, sino porque el alumno había tomado también como parte del nombre compuesto el apellido o nombre artístico del famoso actor. El niño me explicó que su padre y su madre le habían puesto ese nombre porque tal actor les gustaba mucho.

También recuerdo que unos miembros de la familia, cuando estaban próximos a la paternidad, dedicaban sus buenos ratos tras la cena a buscar nombres de la Grecia clásica o de Egipto para aplicárselo a la niña o el niño venidero. Así lo expresaban ellos mismos cuando estando en familia alguno de ellos decía que se iban a su casa porque tenían que seguir buscando los nombres. En otros terminan poniendo los nombres de los dos abuelos en un nombre compuesto si prevén que no van a incrementar la familia después, y cada uno de los padres nombran al hijo por el nombre de su ascendiente, como si de una doble personalidad se tratase, al usar el nombre compuesto, como dos nombres simples usados a conveniencia del padre o de la madre. 

Dormitorio de los niños de una familia numerosa años 1960. Foto de Bill Brandt.

Hoy son bastantes los padres en ciernes que suelen hacer listas kilométricas con posibles nombres para su futuro hijo y, sin proponérselo, a cada apelativo le otorgan una personalidad e incluso un rostro. Creamos una imagen de los nombres por los sentimientos de simpatía o lo contrario a otras personas, que hemos conocido y nos han caído bien o mal; y cuando esos referentes no se encuentran del gusto de ambos se buscan nombres de filósofos y personajes históricos bastante significativos, y los más idealistas buscan nombres de conceptos que significan algo profundo para su mundo más o menos ideal, y entonces aparecen nombres como Libertad, Luna, etc.).

Hay muchas parejas que a la hora de elegir nombres para sus hijos se fijan en personajes memorables de la historia, ya sean escritores, pintores, científicos, pensadores, etc. A los que se considera genios y, de alguna manera, se piensa que, llamando a su hijo como ellos, puede asumir alguna de las cualidades de sus ídolos de referencia en su recién nacido. Los padres quieren que sus hijos triunfen en un futuro y por ello deciden ponerles el nombre de su personaje memorable favorito. Tal vez esta idea os pueda parecer una simpleza, pero, ¿no ocurre lo mismo cuando un padre le pone su mismo nombre a un hijo?, ¿No se espera de ese niño que siga los pasos de su progenitor?

María y Manuel fueron los nombres más frecuentes en el año 2019 en Andalucía.

Por una parte, es lógico que encontremos una gran mayoría de intelectuales y personajes históricos apodados de esta manera, ya que ambos nombres son bastante comunes, tanto en solitario como compuestos (Eva María, María Jesús, Juan José, Juan Pedro, etc.); desde hace alguno años se perdió la moda de los nombres compuestos y en la actualidad los padres prefieren poner a sus hijos un solo nombre procurando que también sea corto y suene bien a sus oídos, con lo que buscan y buscan para que no sea un nombre muy común y tenga todas las características antes enunciadas, porque sería harina de otro costal asegurar que nombrando a su retoño con el nombre de Juan, aunque sea el patrón del pueblo, su hijo vaya a acabar siendo ingeniero, diplomático o acabase descubriendo una vacuna contra el cáncer o el corona virus que tanto nos atemoriza por ahora.

La buena dotación de inteligencia es el deseo de todos los padres, porque por sí mismo se garantiza el éxito personal y profesional en la vida del así dotado. Cada cual tiene su desarrollo de inteligencia, una inteligencia que se puede desarrollar con la estimulación en cada uno de esos periodos. Recuerdo cuando se presentaban en el centro escolar padres, que pedían se le aplicase a su hijo un test de inteligencia para comprobar que su hijo era un superdotado, en muchos de los casos eran superestimulados por parte de esos padres, que querían las mejores expectativas para sus hijos. A este respecto y utilizando programas de desarrollo adecuados se comprueba con facilidad que se obtienen mejores rendimientos. Para corroborar tales afirmaciones referiremos lo que se ha llamado “la suerte del primogénito”, pues según un estudio realizado por el equipo de Petter Kristensen la Universidad de Oslo, los niños que nacen primero tienen un coeficiente intelectual superior a sus hermanos menores. Basándose en registros militares de 240.000 reclutas noruegos, los investigadores observaron que los mayores tenían una ventaja de 2,3 puntos de Coeficiente Intelectual respecto a sus hermanos más cercanos en edad y que esta diferencia aumentaba en relación al tercer y el cuarto hijo. Todos sabemos que el primer nieto que llega a la familia, se desarrolla más y mejor por ser estimulado por cada uno de los familiares, que concentran en el primogénito todos los mejores momentos, cariños y alegrías de la familia. Recuerdo con pesar los comentarios de que los bebes estaban muchos de sus primeros meses, en la cuna de un dormitorio casi a oscuras y quitados del mundanal ruido, tan solo hace unas decenas de años, cuando nuestros progenitores eran pequeños.

Edificio de la Universidad de Oslo. 

Los hijos mayores, al no tener que compartir la atención de sus padres en los primeros meses de vida, y la de los demás familiares próximos, son mucho más estimulados en el lenguaje y motricidad general y específica y desarrollan más la inteligencia, según el estudio. Después mantenían su atención procurando no quedase afectado por los celos infantiles “el rey destronado”, aunque muchos mantienen la corona casi toda la vida, con el respeto tradicional al hermano mayor que se convierte en segundo padre. Amigos míos así lo han confirmado con relación a su hermano mayor, que era el que partía el bacalao con relación a una actividad específica en la agricultura. Después la mayoría de los segundones o posteriores han triunfado en su trabajo plenamente y son referentes en su actividad y muy demandados.

Mientras, algunos investigadores argumentan que esta mayor inteligencia ya se forja en el útero materno, el equipo de Kristensen señala razones sociales, de estatus dentro de la familia y sus recursos (muestras de afecto, tiempo de dedicación a cada uno, conocimientos) que son focalizados totalmente en ese primer hijo, mientras que sus siguientes hermanos deberán compartirlos entre todos, en una unidad familiar donde ambos padres suelen trabajar y pueden dedicar poco tiempo a sus hijos, muchas veces atendidos en guarderías y por los abuelos para cubrir así las necesidades primarias de los pequeños.

Esta investigación indica que más que poner a sus hijos el nombre de Alberto por Albert Einstein, u otro genio universal, el verdadero venero para alcanzar superar la inteligencia del hijo son otros recursos de los antes enumerados como: el afecto, tiempo de dedicación a cada uno, conocimientos y experiencias que se le puedan aportar como padres, etc.

El hogar es la fuente de crecimiento y desarrollo de los hijos. Foto de Bill Brandt titulada El Hogar.

En España, las disposiciones legales sobre los nombres se recogen en el capítulo I “Inscripción de nacimiento”, sección 2.a “Contenido de la inscripción de nacimiento”, artículos 49 al 57 del Registro Civil actualizado en 2011. En el artículo 51, se regula la elección de los nombres como sigue:

Artículo 51. Principio de libre elección del nombre propio.

El nombre propio será elegido libremente y sólo quedará sujeto a las siguientes limitaciones, que se interpretarán restrictivamente:

1. No podrán consignarse más de dos nombres simples o uno compuesto.

2. No podrán imponerse nombres que sean contrarios a la dignidad de la persona ni los que hagan confusa la identificación.

3. No podrá imponerse al nacido nombre que ostente uno de sus hermanos con idénticos apellidos, a no ser que hubiera fallecido. (Agencia Estatal, Gobierno de España, 2011). (1).

Solo se conservan tres restricciones del artículo 54 del Registro Civil de 1957, en vigencia hasta hace poco: la prohibición de nombres formados por más de dos elementos simples o uno compuesto, que atenten contra la dignidad de su portador o dificulten la identificación del mismo, o que sean idénticos a los de hermanos vivos con los mismos apellidos. Se anulan el resto de prohibiciones, como la utilización de diminutivos y variantes familiares o coloquiales, los nombres que no permitan una clara diferenciación de género y la traducción de los nombres de hermanos a otros idiomas (Ministerio de Justicia (ed.), Ley del Registro Civil de 8 de junio de 1957). Asimismo, se incorpora por primera vez en el artículo 50 el “Derecho al nombre”, que dicta: “Toda persona tiene derecho a un nombre desde su nacimiento”. El pasaje de la modificación legislativa de 1977 (actualizada en 1999) que estipula la “sustitución del nombre por un equivalente en uno de los idiomas del Estado español” se incorporó al artículo 50 sin alteraciones: “A petición del interesado o de su representante legal, el encargado del Registro sustituirá el nombre propio de aquél por su equivalente en cualquiera de las lenguas españolas” (Agencia Estatal, Gobierno de España 2011). 

Foto  de una escena familiar en la que el encuentro con los pequeños de la familia son los momentos más felices del día y fuente de estimulación y aprendizaje para los pequeños. Foto de Bill Brandt.

En la España posterior a Franco, además de los populares nombres tradicionales, se introdujeron los préstamos de nombres del mundo de habla inglesa (Christopher, Deborah, Jennifer, Jéssica) así como de los idiomas eslavos (Ígor, Iván) que tienen cabida en el conjunto de nombres existentes (2).

Mientras que el repertorio de nombres españoles sigue creciendo continuamente, a finales del siglo XX y principios del XXI los grandes grupos poblacionales utilizaban un número reducido de nombres, así se expresa en el corpus de nombres de recién nacidos de Madrid entre 1996 y 2006 de García Gallarín 2010 (3), donde el 75 % de los 304.565 recién nacidos llevan únicamente 328 nombres de un total de 38.750 tipos de nombres distintos. Algunos de los nombres populares en la primera mitad del siglo XX también fueron elegidos con frecuencia en Madrid entre 1996 y 2006, son: Carmen, Enrique, Cecilia, Clara, Félix, Héctor, Ignacio, Lara, Laura, Ramiro, Raúl, Rubén, Rebeca, Sara, Sandra, Silvia, etc. Otros anteriormente favoritos, como Juana, Concepción, Dolores, Francisca, Gustavo, Inmaculada, Loyola, Rafaela, Socorro y Úrsula, por el contrario, han disminuido definitivamente desde finales del siglo XX (4).

El conjunto de los nombres de los recién nacidos en las regiones autónomas multilingües se diferencia claramente en el caso del País Vasco: Markel, Iker, Jon, Ibai, Aimar, Ander, Oier, Julen, Unai, y Mikel para los hombres, y Ane, June, Nahia, Irati, Uxue, Laia, Noa, Haizea, Nora, y Lucía para las mujeres.

En Cataluña, los 10 nombres masculinos más frecuentes actualmente presentan una marca regional algo más fuerte que los nombres femeninos: Marc, Àlex, Pol, Èric, Martí, Jan, Biel, Hugo, Pau, y Arnau para los hombres y Martina, Júlia, Laia, Maria, Paula, Lucía, Carla, Emma, Noa, y Aina para las mujeres.

La situación en Galicia con nombres como Martín, Mateo, Hugo, Pablo, Daniel, Nicolás, Manuel, Diego, Adrián, Leo y Noa, Daniela, Sara, Martina, Lucía, Sofía, Paula, Alba, Carla, María) apenas se aleja de los 10 nombres más frecuentes del conjunto de las regiones monolingües.

Llama la atención la difusión de nombres propios individuales con un marcado carácter de origen regional, por ejemplo, Aitor, Iker y Ainhoa, de origen vasco, o Yaiza, de origen canario, en otras regiones de España (5).

Algunos nombres propios, que hace solo unas décadas se habrían percibido como préstamos de otras zonas lingüísticas, pasan a principios del siglo XXI a ser de los más frecuentes en Madrid, como: Brian, Cristian o Christian, Érik, Iván, Jennifer o Yénifer, Jessica, Kevin, Sheila y Vanesa o Vanessa. (6).

Ya ha pasado el tiempo en el que no poner nombre de algún santo, o el nombre de un antepasado suyo, casi siempre de los padres de los padres o abuelos, era considerado cuanto menos escandaloso o una incitación y promoción de amenazas de terribles con castigos divinos y mundanos, razón por la que se les quiere poner el nombre de animales, como Lobo, o los lleva a poner el nombre de Kevin Kostner o Pepe Bowie.

TOP 5 de nombres más frecuentes entre las andaluzas


https://www.youtube.com/watch?v=nVbSc0_WEQM&feature=emb_logo

A modo de ejemplo sobre la variedad de nombres en Méjico, un tanto liberales, algunos tan liberales que marcaban a la persona así nominada, debemos precisar que, a nivel regional, en múltiples estados mexicanos, en los últimos años se ha ido restringiendo la regulación liberal de los nombres propios. En el estado federal de Sonora, la Ley de Registro Civil de 2013 (artículo 46), prohíbe los nombres peyorativos, discriminatorios, indecorosos, difamatorios y sin significado; los nombres que contengan símbolos o abreviaturas, y llevar más de dos nombres. 

Mapa de ubicación de Hermosillo en el estado federal de Sonora en Méjico.

El padrón municipal de Hermosillo, la capital del estado federal de Sonora, incluso instauró una lista de nombres prohibidos que contiene, entre otros, los siguientes: Aceituno, Anivdelarev, Batman, Burger King, Caralampio, Cheyenne, Christmas Day, Circuncisión, Email, Escroto, Facebook, Fulanito, Harry Potter, Hermione, Indio, James Bond, Lady Di, Robocop, Rolling Stone, Sol de Sonora, Twitter, Virgen. Sin embargo, a consecuencia de las protestas de la población, el Congreso de Sonora anuló la nueva ley el 16 de mayo de 2014. Restricciones similares, aunque sin mencionar ejemplos concretos, se implantaron en los estados federales de Querétaro (2013) y Michoacán (2010).

Escroto, Aceituno, Caralimpio, Circuncisión, etc. entre otros , eran los nombres que se ponían a algunos niños mejicanos , según el padrón  municipal de Hermosillo, estado federal de Sonora. Foto de Paul Strand, titulada Mujer con niño en Toluca, año 1933.

Como ahora los matrimonios son bastante inestables, parece de mutuo consenso entre las parejas el acuerdo de no poner el nombre de los abuelos, que hasta hace pocos años se realizaba comenzando a la antigua usanza y tradición por los paternos y siguiendo con los maternos, como si no se quisiera marcar con las referencias de los nombres de familiares de uno u otro y se comenzara con una nueva generación partiendo de un nombre diferente, sin ataduras familiares que recordar. En la era de la libertad de imposición de los nombres (7), por regla general los padres toman la decisión de qué nombre llevará su hijo recién nacido.

Así surgieron los nombres de moda como Vanesa, Jennifer o Yénifer, Ivan, Brian, Cristian o Christian, Érik, Iván, Jessica, Kevin, Sheila y Vanesa o Vanessa …etc. que cada año marcan una serie de nombres elegidos como si de moda del vestir se tratase. De esta forma cada año hay nuevos nombres de moda, y el año pasado, por ejemplo, los nombres más populares fueron Sofía y Santiago, y este año la tendencia de moda apunta hacia las Lucías, Marías, los Pablos y los Mateos.

En el inicio de la asignación de los nombres, la idea era que además de significar a un individuo de la comunidad o tribu, debía contener las cualidades reales o imaginarias que los demás miembros de la aldea entendían que poseía. Normalmente los nombres elegidos así para los nacidos eran elogiosos hacia la persona. Es de destacar que, en una época determinada de la historia, se creía que cuanto significaba el nombre, le acontecía o acontecería a la persona que lo portaba a lo largo de su vida.

De ahí que cuando había un cambio en la condición de una persona, ésta cambiaba de nombre con objeto de que le ocurriese lo que su nuevo nombre indicaba, era como que la persona tuviese que cambiar de nombre porque nuevo era su designio en el destino. De hecho, al producirse el cambio se fijaban en el origen y significado de los mismos, dado que estas dos cosas (origen y significado) expresarían todo un sentido, una nueva filosofía de la vida, un presagio del sentido nuevo a su vida.

Los antiguos afirmaban que el nombre marcaba una dirección, un destino. Tenían un aforismo: Nomen, omen”, es decir “un nombre, un presagio”. Recuerdo aquí a los papas, reyes, religiosos, artistas, etc., que cambiaban su nombre cuando ocurría un cambio significativo en su vida.

Los nombres se heredaban en la familia y variaban de unas zonas a otras de un país, llegando a que en un momento histórico se hacía de manera distinta la asignación de los nombres de unos tiempos a otros.

En la última mitad del siglo XI, y ante el aumento habido de la población, empezó a hacerse necesaria una segunda denominación, agregada al nombre del bautismo. En el siglo XVI aparece la primera regulación oficial de los apellidos. La causa de esta regulación fue la división del mundo cristiano ocasionada por la reforma protestante. La Iglesia Católica deseaba identificar mediante el nombre y apellido a los que profesaban el catolicismo diferenciándolos de otras religiones o reformas del cristianismo. Desde el siglo XVIII, se estableció en España el uso del primer apellido por parte del padre y el segundo por el primero de la madre respectivamente. Pero sólo con la implantación del Registro Civil en el año 1870 y de la penalización legal por la utilización de un apellido no registrado, se excluyeron totalmente las excepciones del sistema de doble nombre (8).

¿De dónde viene tu apellido? (Parte 1) - CuriosaMente 116


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Cuando las regiones geográficas eran invadidas por otras culturas, las culturas que se imponías variaban las costumbres existentes previamente con la imposición de nuevos nombres.

La mayoría de los nombres y apellidos hispánicos actuales evocan una historia milenaria en nuestro país. Para distinguir entre los estratos etimológicos de los nombres personales y poder comprender la formación del sistema onímico o de los nombres en nuestra lengua, es imprescindible un análisis de las distintas etapas cronológicas de desarrollo desde los tiempos prerromanos.

 Comentaré algo de lo sucedido en civilizaciones que han influido en nuestros nombres.

Los primeros vestigios escritos de las lenguas que se hablaron en la península ibérica datan de los siglos VII al V a. C. Estos corresponden a inscripciones sobre placas de piedra, plomo y cerámica que, entre otras cosas, contienen numerosos nombres personales. Entre los grupos étnicos más antiguos que poblaron la península ibérica se encuentran las tribus tartesias asentadas en el suroeste (aproximadamente entre los siglos XI y VI a. C.), cuyo idioma probablemente no era indoeuropeo. No existe prácticamente información sobre el idioma tartesio y su antroponimia (9).

A partir de principios del siglo I a. C., se asentaron en el noroeste y en la meseta meridional tribus indoeuropeas. Al grupo lingüístico indoeuropeo pertenece el idioma de los lusitanos, poco documentando y, por ello, menos conocido (10). Considerablemente mejor investigados han sido, en cambio, los idiomas y nombres personales íberos y, en particular, los celtíberos (11).

La civilización ibérica se extendió desde el centro de Andalucía hasta el sur de Francia y alcanzó su esplendor entre el 450 y el 200 a. C. Las tribus celtíberas, de cultura iberizada, pero idioma celta, se registran por primera vez a partir de la romanización. El proceso de la romanización de los territorios celtíberos se llevó a cabo durante el siglo I a. C. (12).

Los vestigios más tempranos de la colonización fenicia en el sur se remontan a los siglos IX–VIII (13). La llegada de los colonizadores griegos data del siglo VI. Mientras que algunas grandes colonias púnicas y griegas han conservado sus nombres originales hasta el día hoy: Gadir (Cádiz), Abdera (Adra), Malaca (Málaga), Emporion (Empúries), Rhoda (Roses) (14), el repertorio de nombres personales de la península ibérica cuenta, en su mayor parte, con una ausencia de elementos fenicios. A falta de estudios pertinentes, resulta difícil estimar la influencia directa de los griegos sobre el conjunto de nombres personales de la península.

Jesús de Nazaret.
En el Mediterráneo oriental se inició la costumbre de añadir al nombre, el lugar de origen o nacimiento: Jesús de Nazareth, José de Arimatea, etc.

También se utilizaba el nombre del padre precedido de una partícula:

- En los judíos, se anteponía “bar” así Barrabás venía de Bar – Rabás, “hijo de Rabás”.

-En los árabes se añadía “ibn” o “ben”, con el significado de “hijo de”, así surgía: Alí  Ben Mustafá o Mahamed Ibn Idris.

Al comienzo de la colonización romana de la península desde la segunda guerra púnica (218–204), el territorio de habla celta abarcaba una parte del valle del Ebro, la meseta, Gallaecia, una zona al sur de Gallaecia (15) y la región centro-norte. El área lingüística íbera abarcaba la costa este. La romanización de la península ibérica duró casi dos siglos. La región cantábrica no fue conquistada definitivamente hasta el año 25 a. C. (16).

Una parte de la región medieval de habla vasca, la que corresponde a las provincias actuales de Guipúzcoa y Vizcaya, así como la zona al norte de la actual Pamplona, no llegaron nunca a romanizarse por completo. En el territorio que corresponde a las actuales provincias de Álava y Navarra, así como en Aquitania, también se han  documentado abundantes inscripciones de nombres personales latinos, lo cual demuestra un alto grado de romanización (17). La cuestión de la presencia vasca en la península ibérica todavía no queda clara (18). De todos modos, debe considerarse el aquitano como el único idioma conocido manifiestamente relacionado con el vasco (19). Los nombres femeninos Amunna, Annaia, Anderazo y los nombres masculinos Eita, Ionti y Ochoa, encontrados en testimonios medievales, son probablemente de origen vasco.

Los nombres personales de los pueblos prerromanos representan, en gran parte, la singularidad del repertorio global de nombres y apellidos hispánicos que se conserva parcialmente hasta hoy. Entre los típicos nombres personales prerromanos están: en los territorios tartésicos: Antullus, Attenius, Broccus, Sisiren, Siseia, Sisanna (20); en los territorios lusitanos: Albicus, Albonius, Amoenus, Aturus, Dutia, Maelo, Tancinus (21); en los territorios celtíberos: Atta, Caburus, Elaesus, Medugenus, Rectugenus, Toutius (22). 

La fórmula de los nombres celtíberos consiste en un nombre individual y un apellido formado con un sufijo en genitivo plural o en genitivo singular (23).

Los íberos añadían al nombre individual el nombre pospuesto del padre en su forma original (24).

Probablemente de la época prerromana procede el sufijo patronímico “iz”, tradicional desde la Alta Edad Media (“ez” en español actual), que, sin embargo, no se ha documentado en las inscripciones (25).

¿De dónde viene tu apellido? (Parte 2)- CuriosaMente 121


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En Roma nacieron los apellidos hereditarios. Utilizaban un sistema de tres nombres: Prenomen, Nomen, y Cognomen. Como hemos visto, en el caso de Publio Cornelio Escipión El Africano, se indicaba que se llamaba Publio, pertenecía a la familia Escipión, de la gens Cornelia y se había destacado en las campañas guerreras en África. Con la caída del Imperio Romano desaparecieron los tres nombres.

Los romanos trajeron consigo, además de su idioma, sus nombres personales y su sistema onímico a la península ibérica. (Los términos “onimia” y “antroponimia” se refieren al conjunto de los nombres personales existentes, mientras que onomástica y “antroponomástica” corresponden a la ciencia que estudia los nombres propios o personales).  La Onomástica, además del estudio etimológico de los nombres, ahora relacionado con las influencias y los préstamos culturales entre distintos pueblos, etnias y culturas a lo largo del tiempo y del espacio, nos indica también la pervivencia de tradiciones, y todo ello le proporciona una apariencia de intemporalidad, pero el historiador, al detectar la aparición de modas a favor de un nombre u otro, los cambios de paradigmas en las sociedades, la variación de la influencia de la religión.

Onomástica y mentalidades en el siglo XVI por virtud de sus propios cambios, como se puede ver en la onomástica femenina del siglo XVI cuando, por causa de la Contrarreforma, aumentó considerablemente el número de niñas que fueron bautizadas con el nombre de María, a la vez que se introducían nombres inexistentes en la Edad media, como señala Américo Castro (26), con los de Ascensión, Asunción, Concepción, Dolores, Angustias, Soledad, Visitación, Candelaria, Presentación, Socorro, la dispersión de distintos nombres según los movimientos migratorios, y otros muchos agentes que actúan sobre la mentalidad de las gentes, factores todos ellos que, al estudiarlos, nos demuestran cómo la asignación de un nombre a una persona no es consecuencia de un procedimiento aleatorio (27). 

Virgen de la Candelaria (Tenerife).

Una cuestión previa, muy importante, para el que estudie la onomástica de un grupo humano determinado como vía de conocimiento de su mentalidad, es que ha de tener en cuenta que estos nombres sobre los que trabaja no han sido elegidos por sus propios portadores, sino, generalmente, por sus padres, abuelos o padrinos, es decir, estos nombres tenemos que reconocerlos como la expresión de una mentalidad generacionalmente anterior, que como valor medio aproximado podemos anticipar en 30 años con relación a las que estudiamos. Podríamos decir que estamos queriendo hacer hablar a quienes no se expresan.

Por otra parte, la decisión de los padres sobre el nombre que asignarán a sus hijos no es aleatoria, como hemos dicho, pues siempre habrá algún razonamiento que justifique esa decisión, y al estudiar la intencionalidad con que se asignan los nombres a las personas, lo debemos hacer interpretando tal hecho como un hábito.

Tras las investigaciones actuales, el patrimonio de nombres personales latinos de las provincias de Hispania presenta pocas particularidades en comparación con otras provincias romanas; por ejemplo, la concentración de nombres personales de denominaciones de parentesco (Avitus, Fraternus, Maternus, Paternus) en las regiones de habla celta de Hispania y Galia (28). 

Como en otras partes del imperio romano, en la Hispania de finales de la República y principios de la época imperial se extendió el sistema “tria nomina” de acuerdo con el modelo: praenomen + nomen gentile + cognomen; por ejemplo, Lucius Aemilius Paullus. Los siguientes nombres corresponden a praenomina (nombres individuales de los romanos y, al mismo tiempo, el estrato más antiguo del repertorio antroponímico latino) originales que se han documentado con frecuencia hasta la Edad Media: Aulus, Lucius, Sergius, Servius, Titus, Tullius. Los gentilicios (en latín, “nomina gentilia” o “nomina gentilicia”) corresponden a la denominación de la gens, en sentido amplio, el apellido de los romanos, que en el sistema onímico “tria nomina” ocupaba el segundo lugar y, por regla general, se formaba con el sufijo “ius”. Entre los gentilicios que se utilizaron hasta la Edad Media en Hispania se encuentran: Aemilius, Aurelius, Fabius, Flavius, Lucretius, Marius, Octavius, Sidonius, Terentius y Valerius. Los cognomina eran sobrenombres de los romanos que en el sistema onímico “tria nomina” ocupaban el tercer lugar. Los cognomina individuales originales podían convertirse en cognomina familiares hereditarios, como el cognomen individual Scipio, que se convirtió en cognomen familiar de una rama de la gens Cornelia. Los siguientes nombres personales hispánicos tienen su origen en cognomina: Abundius, Aeternus, Amantius, Asinarius, Avitus, Beatus, Constantius, Crescens, Dulcidius, Emeritus, Ferrocinctus, Florentius, Fortis, Fortunius, Gaudentius, Maximus, Mauricius, Principius, Rufinus, Sanctus, Severus, Urbanus, Valentius y Vitalis. 

Antigua sinagoga judía en Toledo, hoy  templo de Santa María la Blanca.

Los primeros judíos que llegaron a la península ibérica conformaban una parte de la antigua diáspora que se dispersó por todas las provincias del imperio romano (29).

Existen testimonios fiables de la presencia judía a partir de los siglos III–IV d. C. (30). No obstante, la mayoría de nombres personales de origen hebreo llegaron a la península ibérica gracias a la difusión de la religión cristiana. Desde el comienzo de la conquista árabe en el año 711 y hasta el siglo IX, los judíos vivieron exclusivamente bajo la dominación musulmana y no en los territorios cristianos (31). Entre los testimonios más tempranos de la presencia judía en el norte cristiano de la península ibérica pueden citarse las siguientes atestaciones: Abzecri iudeo año 977 (en Sahagún), Vitas hebreo año 1008 (en León), Citiello iudeo año 1017 (en San Millán de la Cogolla), Nomenbonu ebreo año 1038 (en León), Copiosa ebrea año 1040 (en León), Fiduciale ebreo año 1044 (en León), etc. (32). Además de los nombres personales de origen hebreo como Abraham, Ava, Choen, Iacobus, Isaac, Iuda, Moise o Mosse, Nathan, etc., los judíos hispánicos trajeron nombres de etimología latino-románica: Benevenisti, Bonushomo, Bonavita, Copiosa, Crescentius, Felicitas, Fiducialis, Nomenbonus, Perfectus, Vitas, Vivas, Donadeus, Maior, Maurus, Salvator, etc. Evidentemente, los judíos no solían llevar nombres personales de origen germánico (33). Existen indicios de “traducciones” del hebreo entre algunos nombres judíos de etimología latino-románica difundidos: el nombre Benevenisti, por ejemplo, podría corresponder al saludo hebreo shalom y el nombre Perfectus igualmente al lexema y nombre personal Shalom con connotaciones de “paz” y “perfección” (34). Ya en la Baja Edad Media, a los judíos y musulmanes se les prohibió explícitamente el uso de los nombres cristianos, como fue el caso de las Cortes de Valladolid de 1315 (35).

Como resultado de la emigración masiva, en el año 409 los pueblos de los vándalos, los suevos y los alanos cruzaron los Pirineos. En el año 456, los visigodos, bajo el mandato de Teodorico II, invadieron la península ibérica (36). 

Rey godo Teodoríco II.

Los pueblos germánicos trajeron consigo a Hispania un nuevo estrato de nombres personales. A partir de los siglos V–VI, comenzaron a transmitirse (al principio en menor número y, posteriormente, casa vez más) los nombres personales germánicos, principalmente los de origen visigodo; véanse las inscripciones: Atanagildi año 558, VViliulfus año 562, Gunthoerta año 618, Teodemirus año .662. A partir del siglo VIII, los nombres personales visigodos aparecen “en cantidad, variedad y originalidad sorprendentes” (37); y en los siglos XII–XIII, la moda de los nombres de origen germánico alcanza todo su esplendor. Ciertos nombres actuales de origen visigodo como Alfonso, Álvaro, Elvira, Fernando, Gonzalo, Ramiro y Rodrigo, considerados típicamente hispánicos, ya eran populares en la Hispania de la Alta Edad Media. Asimismo, de esta época proceden las composiciones híbridas romano-germanas Cresce-mirus, Dulce-mirus, Aure-sindus, Flore-sindus, Hispano-sindus, etc. (38).

Como consecuencia de la conquista árabe, a partir del año 711 el imperio visigodo se derrumbó. Otras transformaciones políticas, como el estallido de la Reconquista tras la batalla de Covadonga en el año 722 y la creación de la Marca Hispánica tras la conquista de Barcelona bajo el reinado de Carlomagno en el año 801 (39), determinaron la futura situación lingüística de la península ibérica. Desde finales del siglo IX y principios del X, en el noroeste se difunden los nombres personales de procedencia árabe que traen los inmigrantes mozárabes del sur morisco: por ejemplo, Abozuleiman año 912, Abdellaziz año 914, Mutarraf año 916, Abolfeta año 919. Probablemente, la emigración de los mozárabes estuvo motivada por los conflictos violentos que tuvieron lugar en Al-Andalus entre los siglos IX y X (40). Junto con numerosos nombres personales de origen árabe (Abderrahaman, Aiub, Habib, Mahomat, Melic, Omar, Salit, Valit, Zalama), aparece en los documentos la partícula de filiación iben (del árabe ibn, hijo), véase: Coraisci eben Bonellus año 918, Maurellus iben Dauid año 919. La influencia árabe directa sobre el repertorio de nombres personales hispánicos fue limitada, únicamente el apellido moderno Benegas se compone originariamente de iben y el nombre personal Egas, de etimología visigoda.

María y Manuel son los nombres de recién nacidos más frecuentes en Andalucía en el año 2019. Foto de Hanna Hill.

En el noreste, a partir del siglo IX los nombres personales procedentes de Francia Occidental se van sumando a los visigodos (41): Leudegarda año 886, Geradoardo año 888, Rodoardus año 920, Arlabaldus año 924. En los siglos XI y XII, el ascenso de la Orden Cisterciense y la afluencia de peregrinos en el Camino de Santiago debido al “descubrimiento” del sepulcro del apóstol Santiago durante el dominio de Alfonso II de Asturias (789–842) motivó el refuerzo de la presencia galorromana en la península ibérica (42), como demuestran las formas onímicas galorromanas Gil, Aegidius establecidas en el noroeste de la península ibérica en el siglo XII, así como los siguientes nombres personales galorromanos, la mayoría de etimología germana, en la documentación de Navarra y Castilla: Arnaldus, Berengarius, Frotardus, Gaston, Geraldus, Lambertus, Raimundus y Richardus.

Una característica particular del repertorio de nombres personales de la Alta Edad Media fue la creación de numerosos nombres a partir del léxico cotidiano, que, por consiguiente, poseían correspondencias léxicas exactas, como por ejemplo los nombres femeninos Orobellido “oro bonito”, Domna Bona “mujer o señora buena, noble”, Dulce “dulce, amada”, Graciosa “graciosa, encantadora”, Maior “hermana mayor” y los nombres masculinos Falcon “halcón”, Ferro “hierro”, Padre, etc.

Con la aparición de los apellidos hereditarios a partir del siglo XII, comenzó a producirse la separación entre nombre y apellido que corresponde, en sentido amplio, a la percepción moderna de estos conceptos. Los apellidos muestran la pertenencia a una determinada familia, siendo muchos de ellos derivados del nombre del antepasado que encabezó el linaje, como vemos en Rodríguez de Rodrigo, González de Gonzalo, Díaz de Diego, Sánchez de Sancho, y en tantos otros, la asignación del nombre es libre, y la adopción por los padres del nominativo con que van a llamar a cada uno de sus hijos obedece a planteamientos más complejos, como el de mantener el suyo propio, o el de los abuelos; es decir, a esta pauta podemos considerarla como tradicional o de pervivencia de ramas dentro de cada familia; otra pauta estaba radicada en las devociones religiosas, como las debidas al santo patrón, o patrona, de la localidad, como Pilar en Zaragoza, que será un nombre permanente entre las mujeres a lo largo de los siglos, lo que igualmente ocurre con Rafael entre los varones de Córdoba, y así otros muchos ejemplos son posibles; también dentro de la motivación religiosa estaba la influencia que ejercían las congregaciones del clero regular desde sus conventos en las distintas localidades, y muestra de ello es que en Lahiguera, donde había dos conventos de la congregación de Santa Clara; uno en el lugar de “Santa Clara” y otro en la zona de agua abundante del “Chorrillo”, que quizá dio lugar a la asignación de la Patrona, por lo que también  abundaba el nombre Clara; también estaban las asignaciones de aquellos que al ser bautizados recibían como nombre el del santo del día, al que consideraban como protector del bautizado, costumbre que en Andalucía, Extremadura y Castilla la Nueva, (hoy Castilla La Mancha) está poco extendida, al contrario de lo que se conoce sucedía en Castilla la Vieja y León, porque en las tres primera citadas el procedimiento de asignación de un nominativo obedecía a una cierta causalidad, mientras que en esas otras regiones respondía a un sentido providencialista de la vida y se estimaba que ese santo del día era el protector designado por la providencia divina para los que nacieran en el día de su festividad; también, dentro de este ámbito de influencia de lo religioso, se producía la asignación del nombre tomando el del santo patrono del oficio del progenitor. La influencia religiosa, tan determinante en este siglo XVI, incidirá en el bautismo con la adopción del nombre de un santo al que se tiene una persona devoción, y que, por encima de esta, respondía además al deseo de ver realizadas en una persona ciertas representaciones ideales de una determinada forma de vida que muestra también sus propias variaciones, y así, en España, se reflejará en la onomástica la fuerte corriente contrarreformista, o del catolicismo barroco, lo que se empezará a manifestar a partir del Concilio de Trento, es decir, en las décadas finales de la centuria, momentos en que también se introducen nuevas fiestas en la calendario católico, como la de la Virgen del Rosario, en 1571, por la victoria cristiana en la batalla de Lepanto.

Panorámica de La Fuente del Maestre (Badajoz).

Antonio Carretero, en un estudio sobre los nombres de pila de los varones bautizados en La Fuente del Maestre, entre los años 1554 y 1719, al analizar la influencia familiar en la nominación, ha determinado por décadas la coincidencia del nombre del padre con el del hijo, encontrando que el valor más bajo se produjo entre los años 1550-1560, con el 23%, y el más alto entre 1610-1620 con el 32,4%; como vemos en esta localidad tiende al crecimiento. También distingue el comportamiento de los vecinos oriundos de la villa con respecto a los llegados forasteros, y nos dice que, entre los primeros, la influencia paterna es débil sobre los dos primeros hijos, mientras que entre los forasteros es mayor, y que el tercer hijo era el preferido para recibir el nombre del progenitor (43).  

Otra fuente de nombres es la que producía la influencia política, es decir, cuando los vasallos adoptaban para sus hijos el nombre de su señor jurisdiccional, en tierras de carácter señorial; lo que también se había producido en los bautismos de niños moriscos a los que se asignaba el nombre del propietario para el que trabajaban sus padres; también es posible que se produjera una influencia en todo el reino con los nombres de los miembros de la familia real, aunque con una incidencia mínima, como vemos con la los nombres de Felipe o Carlos, los primeros monarcas de la dinastía de los Austrias en España; y, por supuesto, también habría modas en el uso de nombres que se extenderían más o menos lentamente por todo el reino sin que hubiese una explicación inmediata al hecho de adoptar esos nuevos nombres. En este aspecto de las modas, ya en el año 1535 se quejaba Juan de Valdés de que la lengua castellana había tomado muchos vocablos de la arábiga, a pesar de que “para muchas cosas de las que nombramos con vocablos arábigos tenemos vocablos latinos, pero el uso nos ha hecho tener por mejores los arábigos que los latinos”, (44), sin que hubiera una causa que justificara esta predilección por lo que el humanista castellano hacía esta consideración de la adopción de lo ajeno frente a lo que era lo propio.

Juan de Valdés.

Durante el siglo XVI estaba muy vivo el problema de la asimilación religiosa de los moriscos por lo que, al bautizarse, solían adquirir nombres muy relacionados con la religiosidad popular y las devociones de cada lugar, por ello no es sorprendente que los nombres de María e Isabel fueran más utilizados por los moriscos que por los cristianos viejos, para parecerse lo más posible a la población dominante; posiblemente el de María por la corriente religiosa contrarreformista, pero en el de Isabel, además de la tradicional tendencia, es posible fuese incrementada por la memoria, ya legendaria en esos tiempos, de la reina Isabel; con lo que los moriscos conjugarían tanto influencias religiosas como políticas en su lógico afán de supervivencia dentro del reino castellano.

Entre los varones era Juan el nombre más empleado, igual que entre los cristianos, pero el nombre Bernabé, como ya hemos dicho, no fue asignado a ningún niño hijo de cristianos viejos y, sin embargo, lo llevaban el 5,1% de los niños moriscos; también el nombre Álvaro, que entre los cristianos supone el 0,7 entre los moriscos es el 1,3%; por el contrario, Pedro, que en los cristianos nomina al 8% de los niños, entre los moriscos solamente lo hace sobre el 1,7%, y con Francisco estos porcentajes son, respectivamente, 14,5% y 3,8%.

Había nombres que eran utilizados casi exclusivamente por algunas minoría o grupos determinados, como sucedía en Mérida durante la segunda mitad del siglo XVI con el nombre de Bernabé, muy utilizado, pero casi únicamente por los moriscos. Sin embargo, los conversos generalmente utilizaban un nombre, e incluso apellidos, distintos de los de sus antecesores para evitar la relación con la anterior religión de la familia.

Las migraciones interiores también llevaban consigo la transferencia de nombres entre localidades o territorios diferentes, y así tenemos, por ejemplo, con nombres como Vicente y Antonio, unos nombres de clara procedencia portuguesa.

Por todo ello, la asignación del nombre como identificativo de una persona, no es una mera cuestión lingüística, o la expresión de un sistema simbólico, sino un hecho social bastante complejo que, en gran medida, respondía a una mentalidad, por lo que los nombres han estado siempre en evolución, como ya en esa centuria señalaba Juan de Valdés; de ahí que estudiar la onomástica de una población sea una manera de acercarse al conocimiento de algunos elementos característicos de su mentalidad colectiva y a su evolución en el tiempo y en el espacio, manifestada por los cambios de uso de unos nombres frente a otros, por ello es prudente y realista ir avanzando con pasos cortos y en ámbitos muy determinados, como es el estudio de la onomástica de unos grupos humanos a lo largo del tiempo, tratando de aproximarnos a las causas que han inducido cambios o diferencias en unos respecto a otros, buscando conocer por qué emergen nuevos nombres y también por que otros desaparecen.

Desde el siglo XI (en el área lingüística vasca y, anteriormente, en el centro norte), debido a la aparición ya de “nombres de moda” sumamente frecuentes y a la creciente influencia de los nombres cristianos, entre ellos los nombres bíblicos y santos, el conjunto de nombres existentes comenzó a reducirse. Poco a poco, nombres como Pedro, Domingo, Juan, María, Martín, Miguel o Pascual, que en parte ya se habían difundido excepcionalmente durante los siglos anteriores (como Pedro), llegaron a desempeñar un papel dominante, al igual que en el resto de Europa occidental (45).

Tres  imágenes del Concilio de Trento (1545-1563) de gran repercusión en la onomástica cristiana por ordenar  bautizar con nombres de santos y la inscripción  de los bautizados en libros de registro.

La omnipresente influencia de la iglesia católica se reflejó, especialmente tras el Concilio de Trento (1545–1563), mediante la limitación del conjunto de nombres a los nombres del santoral. En el Concilio de Trento se determinó que a los niños se le pusiese nombres de santos y que en todas las parroquias se registraran los bautismos, matrimonios o defunciones. Se venía haciendo con anterioridad, pero sin la regularidad con que se hizo a partir de entonces. Entre otras influencias que afectaron a la formación de nuevos “nombres de moda” cristianos pueden mencionarse “las reformas de los monasterios procedentes de Francia, la peregrinación a Santiago, la gradual Reconquista con el asentamiento masivo de “extranjeros” (en Sevilla, Jerez, Murcia, Valencia, etc.)” (46).

Por contra, los antiguos nombres tradicionales como García, Pelayo, Muño, Bermudo, Gonzalo, Nuño, etc., perdieron popularidad (47).

Entre los nombres de mujeres, esta evolución fue menos acusada; pues además del popular nombre cristiano por excelencia, María, se han podido mantener los tradicionales como Elvira, Ximena, Sancha, Urraca, etc. (48).

Para tener una referencia de partida, vamos a tomar los resultados de un estudio sobre registros nominales de la segunda mitad del siglo XV, realizado por Mª del Carmen Aguilera sobre documentos del Archivo Provincial Histórico de Córdoba, en el cual vemos que el nombre femenino más asignado es María (14,3%), seguido de Catalina (13,4%), Isabel (10,8%) y Leonor (10,1%); a continuación, aparecen Marina, Juana, Beatriz, Inés, Teresa, Elvira, Costanza, Lucía, Ana, Antonia, Mencía, Mayor, Urraca, Luisa, Cristina, Bartolomeba, Aldonza, Sancha, Bernardina, Victoria, Florinda, Elena, Águeda, Clarencia, Angelina y Francisca; en total, estos treinta nombres los llevaban el 86,1% de las mujeres cordobesas. En cuanto a los varones, Juan era el nombre más usado (23,2%), seguido de Pedro (13,8%), Alfonso (12,4%), Antonio (8,3%), Fernando (6%), Diego (5,7%) y después seguían Gonzalo, Martín, Bartolomé, Rodrigo, Luis, Francisco, Miguel, Andrés y Lope; estos quince nombres los tenían asignado el 91,3% de los hombres.

Archivo histórico provincial de Córdoba.

A la vista de esta referencia, si recordamos los nombres de los Reyes Católicos y los de sus hijos: Isabel, Juan, Juana, María y Catalina, comprobamos que están entre los más utilizados, lo que nos indica, en este caso, que a pesar de ser estos Reyes las figuras estelares de su tiempo, no era la sociedad la que recogía sus nombres, sino ellos los que asumían la misma mentalidad que caracterizaba a la sociedad castellana en la predilección de unos nombres respecto de otros. Es decir, no parece que hubiera influencia política en la nominación de los castellanos (49).

A partir de finales del siglo XV, el idioma y los nombres españoles se transmitieron al Nuevo Mundo. Mediante un análisis de los nombres de 40.000 colonos españoles en América en el siglo XVI, Boyd-Bowman (50), llega a la conclusión de que una clara mayoría de las personas estudiadas llevaba alguno de los pocos nombres populares con origen en el Nuevo Testamento (Juan, Pedro, Francisco, Antonio, Baltasar, Gaspar, Melchior), es decir, que en comparación con los siglos XII–XIII, la situación apenas había cambiado. Durante los primeros siglos de la colonización, las fuentes escritas oficiales no permiten identificar ninguna diferencia entre los nombres hispanoeuropeos y los hispanoamericanos. Los conquistadores españoles y los primeros “criollos”, es decir, los americanos con ascendencia española, llevaban lógicamente nombres españoles típicos. Así, entre los nombres de pila más frecuentes en los registros parroquiales de la catedral de México se encuentran entre 1540 y 1660: Juan, Diego, Francisco, Pedro, Antonio, Alonso y Luis, así como María, Juana, Isabel, Ana, Catalina y Beatriz (51). 

La conquista de América supuso la cristianización de gran parte del continente  y la adopción de nombres españoles.

La población indígena y, posteriormente, también los “mestizos”, los esclavos africanos y los “mulatos” se mencionan en las fuentes predominantemente por los nombres cristianos obtenidos tras el bautismo. Conforme a uno de los principales objetivos de la expansión española en el Nuevo Mundo (la cristianización de la población nativa), la conversión al cristianismo se acompañó de la adopción de un nuevo nombre cristiano, por lo general un nombre de santo (52); un ejemplo fue la princesa azteca Tecuichpotzin, quien tras el Bautismo se denominó Isabel Moctezuma (53).

De forma paralela al planteamiento de la conversión forzada de los musulmanes al cristianismo en el transcurso de la Reconquista, se aplicaron las prácticas onímicas de aniquilación de nombres “paganos” indígenas (54).

A partir del siglo XVII, los nombres de pila múltiples adquirieron mayor importancia, de los cuales uno de los elementos era un nombre muy frecuente, por ejemplo: Juan Francisco, Juan Gerónimo, Juan Manuel, María Casilda, Ana María, María Clara, María Gregoria y María Madalena, sacados del registro de bautizos de la parroquia madrileña de San Sebastián (1600–1630) (55).

Los nombres del Antiguo Testamento, como por ejemplo Abraham e Isaac, que en la Edad Media llevaban tanto judíos como cristianos (56), y que con la aparición de nombres de moda cristianos muy frecuentes poco a poco se convirtieron en un rasgo distintivo de las designaciones judías, han desaparecido totalmente del repertorio de nombres españoles (57). 

Los jesuítas en la evangelización de América.

El incremento de las advocaciones marianas, es decir, “el título advocativo de las representaciones de María en forma de imagen o en forma de representación plástica” (58), data del siglo XVII. La mayoría de las advocaciones se refieren bien a una festividad o un lugar de aparición de la Virgen, o bien al lugar donde se encontró la representación (59). Ya en el siglo XVI, la Orden de las Carmelitas implantó la advocación geográfica Carmen; le siguieron la Orden de los Franciscanos (Ángeles, Inmaculada Concepción), de los Agustinos (Consolación), de la Merced (Mercedes) y de los Dominicos (Rosario) (60). Como consecuencia de las contrarreformas, los nombres marianos alcanzaron una amplia difusión en los siglos XVII, XVIII y XIX. En la segunda mitad del siglo XIX, aumentó la formación de nombres advocativos dobles y múltiples (61).

Mientras que dichas advocaciones impulsadas por las órdenes abarcaban todo el territorio español, existía un conjunto de imágenes milagrosas regionales y locales, como Pilar para Aragón (especialmente Zaragoza), Camino para León, Candelaria para las Islas Canarias, Guadalupe para Extremadura, etc. (62).

Los nuevos avances en la península ibérica llegaron a las colonias de ultramar con retraso, como constata Boyd-Bowman (63), ya que las advocaciones marianas aparecen en Nueva España en 1675 y llegan a su esplendor a principios de la primera mitad del siglo XIX. En México, junto a la apreciada María de Guadalupe (la aparición de la madre de Dios en Ciudad de México data de 1531), se extendieron las siguientes advocaciones: Dolores, Soledad, Concepción, Luz y Carmen (64).

Virgen de Guadalupe (México).










La tendencia de poner a los recién nacidos los nombres de varios santos y, de este modo, obtener su favor, se popularizó en México progresivamente a partir de 1700; véanse: Joseph María de Jesús, María Guadalupe Josefa de Jesús, José María Ponciano Bruno Juan Nepomuceno Luis Gonzaga y María de la Concepción Manuela Josepha Joachina Ana Rafaela Ramona Cleofás Demetria Francisca de Paula Luisa Gonzaga de la Santísima Trinidad (65).

Las obras literarias de los Siglos de Oro aportan indicios esporádicos de los nombres contemporáneos no oficiales, por ejemplo, Cervantes menciona los siguientes seudónimos o apelativos de actores y amantes que también se documentan en fuentes históricas: Amarilis, Filis, Silvia, Diana, Galatea, Fílida (66).

El uso de diminutivos en la literatura apunta a una gran difusión de las variantes de los nombres con sufijos en la vida diaria: Alonsillo, Catalinilla, Juanilla, Marica, Ynesica, Ysabelica, Tristanico, Gonzalvico, Ginesillo, Minguillo, Periquillo, Tomasillo, Sanchica (67). En el siglo XIX, además de los nombres santos y las advocaciones marianas tradicionales y muy frecuentes, surgió la moda de los nombres de pila literarios procedentes de óperas italianas y francesas: Adolfo, Augusto, Adalgisa, Adelaida, Emma, Leticia, Violeta (68) y; Alicia, Amalia, Matilde, Alfredo, Amadeo, Arturo, Armando, Eduardo, Gustavo (69). Los nombres germánicos como Álvaro y Rodrigo, muy extendidos en la Edad Media y en desuso entre los siglos XVI y XVII, recobran importancia en la época del romanticismo (70).

En Hispanoamérica, las designaciones de pila destacan por la formación de hipocorísticos característicos (Lola, Charo, Pancho), acrónimos, compuestos y anglicismos (71). En el año 1800, a más del 90 % de las niñas recién nacidas en Ciudad de México se les puso el nombre de María (72). A partir de 1890, Boyd-Bowman (73) registra una alta frecuencia de nombres masculinos germánicos en Ciudad de México: Adolfo, Alberto, Alfredo, Carlos, Eduardo, Enrique, Fernando, Ricardo, Roberto. 

Migrantes italianos hacia Argentina.

En Argentina, la inmigración masiva procedente de Europa, sobre todo de Italia, deja su rastro en el repertorio antroponímico a partir de la segunda mitad del siglo XIX (74), se identifican una serie de nombres de pila italianos o piamonteses en los descendientes de los inmigrantes italianos en la provincia de Santa Fe, entre ellos: Primo, Bautista o Baptista, Juan Bautista y Margarita.

Granada 16 de enero de 2021.

Pedro Galán Galán.

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(2) (García Gallarín, Consuelo (2007b): “Tradición e innovación antroponímicas (Madrid, 1996–2006)”. In: García Gallarín, Consuelo (Hg.) (2007c): Los nombres del Madrid multicultural, Madrid, Parthenon, capítulo 3.4, s. p., páginas 99 a 134).

(3) (García Gallarín, Consuelo (2010): “Rutas de la antroponimia hispánica”. In: Maíz, Carmen (Hg.): Nombre propio e identidad cultural, Madrid: Sílex, capítulo III.1, s. p. páginas 57 a 99)

(4) (García Gallarín, Consuelo (2010): “Rutas de la antroponimia hispánica”. In: Maíz, Carmen (Hg.): Nombre propio e identidad cultural, Madrid: Sílex, capítulo III.2, s. p. páginas 57 a 99).

(5) (García Gallarín, Consuelo (2010): “Rutas de la antroponimia hispánica”. In: Maíz, Carmen (Hg.): Nombre propio e identidad cultural, Madrid: Sílex, capítulo III.3, s. p. páginas 57 a 99).

(6) (García Gallarín, Consuelo (2010): “Rutas de la antroponimia hispánica”. In: Maíz, Carmen (Hg.): Nombre propio e identidad cultural, Madrid: Sílex, capítulo III.3.1, s. p. páginas 57 a 99).

(7) (Nübling, Damaris; Fahlbusch, Fabian; Heuser, Rita (2012): Namen. Eine Einführung in die Onomastik, Tübingen: Narr. Páginas 115 y 116).    

(8) (Brendler, Andrea; Kouznetsova, Lidia (2007): “Das spanische Personennamensysteme”. In: Brendler, Andrea; Brendler, Silvio (Hgg.): Europäische Personennamensysteme. Ein Handbuch von Abasisch bis Zentralladinisch, Hamburg: Baar Verlag, página 734).

(9) (Untermann, Jürgen (Hrg.) (1997): Monumenta linguarum Hispanicarum, Bd. 4: Die tartessischen, keltiberischen und lusitanischen Inschri en, Wiesbaden: Reichert, páginas 156 a 158).

(10) (Untermann, Jürgen (Hrg.) (1997): Monumenta linguarum Hispanicarum, Bd. 4: Die tartessischen, keltiberischen und lusitanischen Inschri en, Wiesbaden: Reichert, página 726).

(11) (Untermann, Jürgen (Hrg.) (1990): Monumenta linguarum Hispanicarum, Bd. 3: Die iberischen Inschri en aus Spanien. 1. Literaturverzeichnis, Einleitung, Indices, Wiesbaden: Reichert. Páginas 195 a 206 y Untermann 1997: 420 a 434).

(12) (Untermann, Jürgen (Hrg.) (1997): Monumenta linguarum Hispanicarum, Bd. 4: Die tartessischen, keltiberischen und lusitanischen Inschri en, Wiesbaden: Reichert, páginas 362 a 373).

(13) (Untermann, Jürgen (Hrg.) (1990): Monumenta linguarum Hispanicarum, Bd. 3: Die iberischen Inschri en aus Spanien. 1. Literaturverzeichnis, Einleitung, Indices, Wiesbaden: Reichert. Página 112, nota 3).

(14) (Correa Rodríguez, José Antonio (2004): “La Hispania prerromana”. In: Cano, Rafael (Hg.): Historia de la lengua española, Barcelona: Ariel, página 37)

(15) (Tuñon de Lara, Manuel; Tarradell, Miquel; Mangas, Julio (3 1985): Historia de España, Bd. 1: Introducción. Primeras culturas e hispania romana, Barcelona: Labor. Página 91)

(16) (Tuñon de Lara, Manuel; Tarradell, Miquel; Mangas, Julio (3 1985): Historia de España, Bd. 1: Introducción. Primeras culturas e hispania romana, Barcelona: Labor.Páginas 171 y 172).

(17) (Echenique Elizondo, María Teresa (1984): Historia lingüística vasco-románica. Intento de aproximación, Donostia: Caja de ahorros provincial de Guipúzcoa. Página 58).

(18) (Trask, Robert L. (1997): e History of Basque, London / New York: Rouledge. Páginas 35 a 40).

(19) (Trask, Robert L. (1997): e History of Basque, London / New York: Rouledge.Páginas 398 a 403).

(20) (Untermann, Jürgen (Hrg.) (1997): Monumenta linguarum Hispanicarum, Bd. 4: Die tartessischen, keltiberischen und lusitanischen Inschri en, Wiesbaden: Reichert, página 156)

(21) (Untermann, Jürgen (Hrg.) (1997): Monumenta linguarum Hispanicarum, Bd. 4: Die tartessischen, keltiberischen und lusitanischen Inschri en, Wiesbaden: Reichert, página 726, A.10)

(22) (Untermann, Jürgen (Hrg.) (1997): Monumenta linguarum Hispanicarum, Bd. 4: Die tartessischen, keltiberischen und lusitanischen Inschri en, Wiesbaden: Reichert, páginas  420 a 433); en los territorios íberos: Adimels, Beles, Burdo, Enneges, Ordennas, Sanibelser, Sergeton, Turinnus.

(23) (Untermann, Jürgen (Hrg.) (1997): Monumenta linguarum Hispanicarum, Bd. 4: Die tartessischen, keltiberischen und lusitanischen Inschri en, Wiesbaden: Reichert, página 420).

(24) (Untermann, Jürgen (Hrg.) (1990): Monumenta linguarum Hispanicarum, Bd. 3: Die iberischen Inschri en aus Spanien. 1. Literaturverzeichnis, Einleitung, Indices, Wiesbaden: Reichert. Página 197).

(25)(Becker, Lidia (2009a): Hispano-romanisches Namenbuch. Untersuchung der Personennamen vorrömischer, griechischer und lateinisch-romanischer Etymologie auf der Iberischen Halbinsel im Mittelalter (6. –12. Jh.), Tübingen: Niemeyer. Páginas 94 a 97).

(26) (Castro, A.: España en su historia. Barcelona, 1996, página 631)

(27) (Ballesteros Díez. José Antonio: Onomástica y mentalidades en el siglo XVI. UNED, Mérida. Espacio, Tiempo y Forma. 2004. Serie IV, Historia Moderna, t. 17, página 28).

(28) (Kajanto, Iiro (1965): e Latin Cognomina, Helsinki. Páginas 18 a 80).

(29) (Baer, Yitzhak (1961): A History of the Jews in Christian Spain, 2 Bde., Philadelphia /Jerusalem: e Jewish Publication Society. Vol. 1, página 16).

(30) (Rother, Bernd (2001): “Die Iberische Halbinsel“. In: Kotowski, Elke-Vera; Schoeps, Julius H.; Wallenborn, Hiltrud (Hgg.): Handbuch zur Geschichte der Juden in Europa, Bd. 1: Länder und Regionen, Darmstadt: Primus Verlag, página 325).

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(32) (Becker, Lidia (2009a): Hispano-romanisches Namenbuch. Untersuchung der Personennamen vorrömischer, griechischer und lateinisch-romanischer Etymologie auf der Iberischen Halbinsel im Mittelalter (6. –12. Jh.), Tübingen: Niemeyer. Páginas 51 y 52).

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(41) (Kremer, Dieter (1969–1972): Die germanischen Personennamen in Katalonien. Namensammlung und Etymologisches, Barcelona: Institut d’Estudis Catalans. Página 19).

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(45) (Kremer, Dieter (1992): “Spanisch: Anthroponomastik”. In: Holtus, Günter; Metzeltin, Michae; Schmitt, Christian (Hgg.): Lexikon der Romanistischen Linguistik, Bd. 6.1: Aragonesisch; Navarresisch, Spanisch, Asturianisch; Leonesisch, Tübingen: Niemeyer, páginas 463 y 464, traducción de L. B.).

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(47) (Kremer, Dieter (1992): “Spanisch: Anthroponomastik”. In: Holtus, Günter; Metzeltin, Michae; Schmitt, Christian (Hgg.): Lexikon der Romanistischen Linguistik, Bd. 6.1: Aragonesisch; Navarresisch, Spanisch, Asturianisch; Leonesisch, Tübingen: Niemeyer, página 463, traducción de L. B.).

(48) (Kremer, Dieter (1992): “Spanisch: Anthroponomastik”. In: Holtus, Günter; Metzeltin, Michae; Schmitt, Christian (Hgg.): Lexikon der Romanistischen Linguistik, Bd. 6.1: Aragonesisch; Navarresisch, Spanisch, Asturianisch; Leonesisch, Tübingen: Niemeyer, página 464, traducción de L. B.).

(49) (Aguilera Castro, M.ª C.: “Los nombres de los cordobeses en la segunda mitad del siglo XV”. Actas del VI Curso de cultura medieval, sobre la vida cotidiana en la España Medieval, Aguilar de Campoo. Palencia, 1994).

(50) (Boyd-Bowman, Peter (1970): “Los nombres de pila en México desde 1540 hasta 1950”. In: Nueva Revista de Filología Hispánica 19.1, página 12).

(51) (Boyd-Bowman, Peter (1970): “Los nombres de pila en México desde 1540 hasta 1950”. In: Nueva Revista de Filología Hispánica 19.1, página 16).

(52) (García Gallarín, Consuelo (2014): Diccionario histórico de nombres de América y España. Estudio preliminar, Madrid: Sílex, página 29).

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(55) (García Gallarín, Consuelo (2009): “Variación y cambio antroponímicos: los nombres de persona en el período clásico”. In: García Gallarín, Consuelo; Cid Abasolo, Karlos (Hgg.): Los nombres de persona en la sociedad y en la literatura de tres culturas, Madrid: Sílex, página 77).

(56) (Becker, Lidia (2009a): Hispano-romanisches Namenbuch. Untersuchung der Personennamen vorrömischer, griechischer und lateinisch-romanischer Etymologie auf der Iberischen Halbinsel im Mittelalter (6. –12. Jh.), Tübingen: Niemeyer. Página 62).

(57) (García Gallarín, Consuelo (2009): “Variación y cambio antroponímicos: los nombres de persona en el período clásico”. In: García Gallarín, Consuelo; Cid Abasolo, Karlos (Hgg.): Los nombres de persona en la sociedad y en la literatura de tres culturas, Madrid: Sílex, páginas 87 a 89).

(58) (Hafner, Ute (2004): Namengebung und Namenverhalten im Spanien der 70er Jahre, Tübingen: Niemeyer. Página 21, traducción de L. B.)

(59) (Hafner, Ute (2004): Namengebung und Namenverhalten im Spanien der 70er Jahre, Tübingen: Niemeyer. Página 21).

(60) (Hafner, Ute (2004): Namengebung und Namenverhalten im Spanien der 70er Jahre, Tübingen: Niemeyer. Página 23).

(61) (Hafner, Ute (2004): Namengebung und Namenverhalten im Spanien der 70er Jahre, Tübingen: Niemeyer).

(62) (Hafner, Ute (2004): Namengebung und Namenverhalten im Spanien der 70er Jahre, Tübingen: Niemeyer. Páginas 27 y 28).

(63) (Boyd-Bowman, Peter (1970): “Los nombres de pila en México desde 1540 hasta 1950”. In: Nueva Revista de Filología Hispánica 19.1, página 20).

(64) (Boyd-Bowman, Peter (1970): “Los nombres de pila en México desde 1540 hasta 1950”. In: Nueva Revista de Filología Hispánica 19.1, página 20).

(65) (Boyd-Bowman, Peter (1970): “Los nombres de pila en México desde 1540 hasta 1950”. In: Nueva Revista de Filología Hispánica 19.1, página 24).

(66) García Gallarín, Consuelo (2009): “Variación y cambio antroponímicos: los nombres de persona en el período clásico”. In: García Gallarín, Consuelo; Cid Abasolo, Karlos (Hgg.): Los nombres de persona en la sociedad y en la literatura de tres culturas, Madrid: Sílex, páginas 103 y 104).

(67) García Gallarín, Consuelo (2009): “Variación y cambio antroponímicos: los nombres de persona en el período clásico”. In: García Gallarín, Consuelo; Cid Abasolo, Karlos (Hgg.): Los nombres de persona en la sociedad y en la literatura de tres culturas, Madrid: Sílex, página 81).

(68) (García Gallarín, Consuelo (2010): “Rutas de la antroponimia hispánica”. In: Maíz, Carmen (Hg.): Nombre propio e identidad cultural, Madrid: Sílex, páginas 57 a 99).

(69) (García Gallarín, Consuelo. 2014. Diccionario histórico de nombres de América y España. Madrid: Silex, página 35).

(70) (García Gallarín, Consuelo. 2014. Diccionario histórico de nombres de América y España. Madrid: Silex, página 34).

(71) (García Gallarín, Consuelo. 2014. Diccionario histórico de nombres de América y España. Madrid: Silex, página 35).

(72) (Boyd-Bowman, Peter (1970): “Los nombres de pila en México desde 1540 hasta 1950”. In: Nueva Revista de Filología Hispánica 19.1, página 28).

(73) (Boyd-Bowman, Peter (1970): “Los nombres de pila en México desde 1540 hasta 1950”. In: Nueva Revista de Filología Hispánica 19.1, página 27).

(74) (Rossebastiano, Alda; Tonda, Alfredo J. (2012): “L’onomastica degli emigrati, tra conservazione e innovazione “. In: Rossebastiano, Alda (Hg.): Identità e voci dell’emigrazione italiana nell’America Latina, Roma: Società Editrice Romana. Páginas 4 y 5) y Cacia, Daniela (2012): “Piemontesi in Argentina: indagine onomastica sul Primer censo general de la provincia de Santa Fe (1887)”. In: Rossebastiano, Alda (Hg.): Identità e voci dell’emigrazione italiana nell’America Latina, Roma: Società Editrice Romana, páginas 26 y 27).

2 comentarios:

Bere dijo...

Muchas gracias!!! Independientemente de que ando buscando nombres para niños americanos, esta lista me sirve muchisimo!

PEDRO GALÁN GALÁN dijo...

Bere, me alegra que te haya gustado el artículo. Conozco la variedad de nombres surgidos con el paso de los años en América, nombres que también han adoptado muchos hispanos europeos, por su variedad y belleza. Me hubiese gustado que dieses el nombre del lugar desde donde has hecho el comentario.
Cordiales saludos.