No
puede quedar completo este último capítulo de las actas del ayuntamiento de
nuestra villa del año 1875, si no diésemos una breve visión del rey Alfonso XII, que fue rey
de España durante diez años, desde 1875 hasta 1885, año en que fallece por tuberculosis; un rey
que vivió desde 1857 a 1885.
Antes
de entrar en la vida del Rey Alfonso XII convendría hacer algunas observaciones
sobre la consanguinidad de sus padres, ambos borbones, la azarosa vida sexual de
la Reina Isabel II, y la supuesta paternidad del rey Alfonso XII.
El
reinado de Isabel II es casi más conocido por la algarabía de rumores sobre la
vida íntima de la Reina, (muchos de ellos fabulaciones con raíces machistas), que
por los acontecimiento políticos. Casada con su primo Francisco de Asís, un
hombre poco interesado en el género femenino según las murmuraciones de la
época, Isabel II mantuvo varios romances con cortesanos y generales de su
confianza. No es extraño, por tanto, que la paternidad de su hijo Alfonso XII
fuera motivo de muchos interrogantes y que pocos pensarán en el Rey consorte
como sospechoso de engendrar a un niño que se crió prácticamente en el exilio,
pero que regresó para restaurar con no poca dignidad el sistema monárquico e
iniciar la Restauración, uno de los periodos de mayor templanza política en la
historia de España, la obra que dejó Cánovas.
Rey Alfonso XII en el año 1875. Foto oficial, coloreada después por D. Rafael Navarrete. |
El
ascenso al trono de Isabel II estuvo marcado por el desafío iniciado por su tío
Carlos María Isidro de Borbón, en la guerra conocida como Primera Guerra
Carlista, que cuestionaba la legitimidad de que una mujer recibiera la Corona
por encima del hermano de Fernando VII. Se trataba de la herencia envenenada de
un hombre, Fernando VII, obligado a apoyarse al final de su vida en los
liberales a los que tanto había acosado. Rodeado de partidarios de esta
condición política, la Reina regente María Cristina de Borbón-Dos Sicilias,
madre de Isabel II, tuvo que andarse con pies de plomo a la hora de buscar a un
marido para su hija. Cuando Isabel II contaba 16 años, el Gobierno arregló un
matrimonio con el Infante don Francisco de Asís de Borbón, duque de Cádiz. Era
la opción que menos protestas podía causar a nivel político, salvo las de la
esposa protagonista.
Corría el año 1846 cuando la jovencísima reina Isabel II de Borbón y Borbón-Dos Sicilias, fue desposada con su primo hermano por partida doble Francisco de Asís de Borbón, duque de Cádiz. Los contrayentes fueron empujados a este matrimonio por una serie de intereses políticos y dinásticos. Isabel en particular, era muy reacia a casarse con su primo, por el que no sentía ninguna atracción. La joven se disgustó mucho, e incluso se le retiró el apetito, pero acabó cediendo a las presiones, su alta dignidad debía sacrificarse por el bien de España. Es preciso señalar que tan solo tenía dieciséis años, y ya llevaba tres ciñendo la corona. El matrimonio de reyes y reinas era un asunto espinoso, ya que las potencias internacionales estaban interesadas en guardar los equilibrios y que la balanza no beneficiase a un eje u otro. Se veía la mano de las potencias europeas en estos tejemanejes.
La
idea de aquel absurdo casamiento de Isabel II con Francisco de Asís de Borbón, la
dio el rey de Francia Luís Felipe de Orleans, que dio por sentado que Francisco de Asís, un
reconocido homosexual, sería incapaz de proporcionar un sucesor a la Corona
española. El monarca francés logró que se celebraran el mismo día el matrimonio
de Isabel II con Francisco de Asís y el de su hijo, el duque de Montpensier,
con la hermana pequeña de la reina española.
Isabel
II y Francisco de Asís eran primos hermanos por partida doble, puesto que el
padre de él, el infante Francisco de Paula, era hermano de Fernando VII,
mientras que su madre, Luisa Carlota de Borbón-Dos Sicilias, era hermana de la
regente María Cristina. Y pese a que eran familiares, la relación entre ambos
nunca fue buena, en parte por el carácter apagado de él y en parte porque su
sexualidad era cuanto menos ambigua.
Corría el año 1846 cuando la jovencísima reina Isabel II de Borbón y Borbón-Dos Sicilias, fue desposada con su primo hermano por partida doble Francisco de Asís de Borbón, duque de Cádiz. Los contrayentes fueron empujados a este matrimonio por una serie de intereses políticos y dinásticos. Isabel en particular, era muy reacia a casarse con su primo, por el que no sentía ninguna atracción. La joven se disgustó mucho, e incluso se le retiró el apetito, pero acabó cediendo a las presiones, su alta dignidad debía sacrificarse por el bien de España. Es preciso señalar que tan solo tenía dieciséis años, y ya llevaba tres ciñendo la corona. El matrimonio de reyes y reinas era un asunto espinoso, ya que las potencias internacionales estaban interesadas en guardar los equilibrios y que la balanza no beneficiase a un eje u otro. Se veía la mano de las potencias europeas en estos tejemanejes.
La elección de Francisco de
Asís como esposo de Isabel II se produjo tras desecharse otras candidaturas; el
esposo de la reina debía ostentar rango aristocrático pero no opciones de
heredar otro trono europeo.
La
denominada “cuestión de Palacio” demostró la debilidad española. La política
interna y externa de nuestro país estaba manejada a su albedrío por Francia,
Gran Bretaña y el Imperio austríaco.
Infanta Luisa Fernanda de Borbón y Borbón, y el duque de Montpensier, Antonio de Orleans y Borbón, hijo de Luís Felipe de Orleans último rey de Francia. |
El
rey de Francia Luís Felipe de Orleans estaba a favor de la boda de Isabel y Francisco, aportando a su
hijo pequeño Antonio de Orleans, duque de Montpensier, para casarlo con la
hermana de la reina, la infanta Luisa Fernanda de catorce años. Las dobles
bodas se celebraron el 10 de octubre en el Palacio Real de Madrid. Las dos
hermanas iban vestidas de blanco, Isabel cargada de brillantes, mientras que
Luisa Fernanda lucía joyas de la corona francesa. Los vestidos de novia de la
época romántica eran modelos a la última moda, similares a los que las damas
lucían en los bailes, con la única diferencia del velo y sin gran escote.
Francisco de Asís vestía el uniforme de
gala de capitán general y Antonio de Orleans uniforme de mariscal de Francia.
La costumbre de casarse de blanco la inauguró la reina Victoria de Inglaterra
en su boda con Alberto de Sajonia-Coburgo en 1840, desde entonces el blanco ha
quedado instaurado como el color por antonomasia del vestido de novia.
Palacio Real de La Granja de San Ildefonso. |
Los
recién casados Isabel y Francisco eligieron como destino de su luna de miel el
palacio de La Granja de San Ildefonso y para pasar la noche de bodas se dirigieron
al palacio de la Moncloa. Allí, Amparo
de Azagra, la camarista de la reina le retiró el pesado vestido de novia cubriéndola únicamente con
una camisa de dormir toda de encaje. Pieza que había sido bordada expresamente
para la ocasión por la reina Amalia de Francia. Una vez estuvo lista, Isabel
tuvo que esperar a su recién estrenado marido durante media hora, lo cual no
presagiaba nada bueno. Cuando Francisco, por fin, salió del vestidor, cuál no
sería la sorpresa de la reina para exclamar: “¡Pero Paco, si llevas más
puntillas que yo!”. El matrimonio fue consumado sin pena ni gloria y al día
siguiente partieron hacía el palacio de La Granja. Allí continuó el asombro de
la reina al ver el ajuar de su marido, que ocupaba varias arcas con ropa de
cama, ropa interior procedente de París y una gran colección de todo tipo de
prendas. La pareja no volvió a tener ningún encuentro durante el viaje de
novios. Unas semanas después Isabel tuvo su primera relación íntima con
Serrano, que se convirtió en su amante.
Afirma Isabel Burdiel, catedrática de Historia
Contemporánea de la Universidad de Valencia: “Casada a los dieciséis
años con su primo Francisco de Asís, a quien aborrecía, Isabel II tuvo en ese
marido a su más ferviente enemigo, el espía de todos sus actos, el deslegitimador
de sus derechos al trono”. Asegura Burdiel que “Isabel II no
fue una ninfómana; simplemente estuvo mal casada”, y añade: “Es cierto que tuvo
muchos amantes, pero eso era lo habitual entre la aristocracia y la realeza de
la época”.Luís Felipe de Orleans, último rey de Francia. |
Luís
Felipe pensó que su hijo acabaría destronando a Isabel II, cuyo marido sería
incapaz de aportar hijos legítimos a la Corona. La doble ceremonia nupcial tuvo
lugar en la capilla del Palacio Real el 10 de octubre de 1846. Cuatro meses
después de la boda, los problemas maritales de la pareja real eran tan
evidentes que el monarca francés pensó que su hijo iba a llegar al trono
español mucho antes de lo esperado.
Cuando
se le comunicó a la reina la buena nueva (en realidad mala para ella), parece que exclamó
horrorizada: “¡Con Paquito, no!”, aunque otras fuentes dicen que en realidad lo
que dijo fue “¡Con Paquita, no!”. Era vox populi las inclinaciones sexuales del
futuro consorte. Como conocía a su primo, no quería compartir su vida con él,
algo que la hizo muy desgraciada, y le hizo tomar multitud de amantes. Al fin y
al cabo era una Borbona.
Del matrimonio no deseado, se derivaron numerosas y
lógicas controversias y dificultades en la convivencia del matrimonio, pero
también graves problemas para la gobernabilidad de una inestable España, a los
que se añadieron los insoportables chantajes del novio. La familia del novio
presionó lo suyo para hacer efectivo el enlace en virtud de los intereses
familiares.
Isabel II y Francisco de Asís. |
Evidentemente,
en aquel tiempo se desconocían los inconvenientes de los matrimonios
consanguíneos, ya que Isabel y Francisco tenían los mismos apellidos, los
cuatro primeros eran Borbón, después Sajonia y Lorena para rematar con otros
dos Borbón, es decir, de los dieciséis primeros apellidos de ambos, doce
eran Borbón. La reina (solo hablamos de
ella ya que según cuenta la historia varios
de sus hijos no lo eran de su marido), fue madre en doce ocasiones,
aunque por desgracia solo cinco llegaron a la edad adulta, cuatro hijas y el
futuro Alfonso XII. Su único hijo varón
siguió la tradición familiar casándose con su prima hermana María de las
Mercedes de Orleans, esta vez sí fue una historia de amor. Isabel II, en el
exilio desde 1868, se opuso a la boda pero la voluntad de Alfonso, ya rey de
España desde 1875, prevaleció y consiguió contraer matrimonio con su amada.
Como en los cuentos de hadas, el rey se casó con la princesa, aunque
lamentablemente María de las Mercedes murió pocos meses después víctima del
tifus.
Reina Isabel II, rey consorte Francisco de Asís y el principe Alfonso. |
De
entre las confusas historias de amor que implicaron al Monarca consorte destaca la que
mantuvo con el aristócrata Antonio Ramos de Meneses que se alargó durante
décadas. Incluso cuando en 1868 Isabel II fue derrocada y exiliada a Francia,
Francisco de Asís siguió viviendo en compañía de Meneses en Épinay-sur-Seine
(Francia), separado de su esposa, hasta su muerte dos años antes que la Reina.
No en vano, frente a los defensores de que Francisco de Asís era homosexual, al
que se apodaba entre el pueblo como “Paquita” o “Paco Natillas”, se han alzado
distintas voces que, como el historiador Jesús Pabón, han intentado demostrar
que el Rey consorte era padre de varios hijos ilegítimos y que se le conocieron
diversas amantes feminas. Así, también es posible que el desinterés hacia Isabel II y
una extraña anomalía que obligaba al Rey a orinar sentado desataran unos
rumores que estaban inflados. Existen referencias biográficas suficientes para
diagnosticar hipospadia en Francisco de
Asís; es una malformación en la uretra que impide la salida de orina del
glande, haciéndolo desde el tronco del pene o incluso en la unión del escroto y
el pene. Una anomalía genital que no le convertía necesariamente en impotente o
estéril, pero si dificultaba mucho sus relaciones sexuales y la micción desde
una posición de pie.
Explicación de la Hipospadia. |
Por
su parte, Isabel II arrastra hasta nuestros días la fama de ser una ninfómana
que se valía de sus hombres de confianza para satisfacer sus exigencias sexuales.
Un mito desproporcionado y de rango machista, que se alimenta de la larga lista
de romances que habría protagonizado la Reina desde una iniciación muy temprana
en el mundo del sexo.
A pesar de su niñez difícil, Isabel era una chica vivaracha y despierta, poco dada a intelectualidades. Su carácter jovial, unido a su pasión por los placeres carnales, le hizo pasar por mujer de bandera y hasta ninfómana. Lo cierto es que se trajinó a grandes hombres de la corte y a otros que, sin ser influyentes, escondían considerables atributos masculinos. Fue el regente del Reino, general Francisco Serrano (1810-1885), a quien la reina llamaba "el General Bonito", quien primero la lanzó a los brazos de Eros, en un episodio un tanto desafortunado en que el militar consumaría la violación de la joven, abusando de su confianza, si bien Ricardo de la Cierva cree que quien primero desfloró a la reina fue su preceptor, el político progresista Salustiano Olózaga (1805-1873).
A pesar de su niñez difícil, Isabel era una chica vivaracha y despierta, poco dada a intelectualidades. Su carácter jovial, unido a su pasión por los placeres carnales, le hizo pasar por mujer de bandera y hasta ninfómana. Lo cierto es que se trajinó a grandes hombres de la corte y a otros que, sin ser influyentes, escondían considerables atributos masculinos. Fue el regente del Reino, general Francisco Serrano (1810-1885), a quien la reina llamaba "el General Bonito", quien primero la lanzó a los brazos de Eros, en un episodio un tanto desafortunado en que el militar consumaría la violación de la joven, abusando de su confianza, si bien Ricardo de la Cierva cree que quien primero desfloró a la reina fue su preceptor, el político progresista Salustiano Olózaga (1805-1873).
Así
las cosas podemos imaginarnos que en el matrimonio de conveniencia acordado
entre Isabel II y Francisco de Asís de
Borbón hubo más cuernos de lo acostumbrado. La noche de bodas fue un completo
desastre y así siguieron las vísperas sucesivas. La reina, con su habitual
desparpajo, aludiendo a la primera experiencia con Francisco en el tálamo
nupcial, llegó a decir: "¿Qué podía esperar yo de un hombre que en la
noche de bodas llevaba más encajes en la camisa que yo misma?"
Poco
después del enlace Francisco de Asís conocería a Antonio Ramos Meneses, un
guapo galán con quien mantendría una larga y discreta relación. Mientras, la
reina se entregaba a los hombres que poblaban la corte, sobre todo militares.
Amantes suyos fueron, además del mencionado general Serrano y de Olózaga, otros
muchos varones, en un largo listado que los historiadores suelen resaltar.
Algunos de ellos fueron músicos o intelectuales, como su maestro José Vicente Ventosa, expulsado de
la corte por razones de peso, ya que la infanta era menor de edad; su maestro
de canto, el mallorquín Francisco Frontela; los cantantes José Mirall y Tirso
Obregón, cuyas varoniles voces embelesaban a la reina; o el compositor Emilio
Arrieta, autor de la célebre zarzuela Marina.
Carlos Luís de Borbón, futuro Carlos VI, conde de Montemolin, primo de Isabel II y candidato al Trono de España. Este matrimonio hubiese anulado las tres guerras carlistas. |
Entre
la larga nómina de romances que se le atribuyen figuran personajes tan variados
como un dentista estadounidense llamado McKeon, su primo Carlos Luis de Borbón,
carlista convencido, que le doblaba la edad, o un turco-albanés a quien en
1870, cuando aún estaba con su amante oficial Marfori, se dirige en sus misivas
como “Jorge de mi alma” pidiéndole cosas como esta: “Quiero que tú reposes de
tus fatigas en mi pecho, que se abrasa de amor por ti”.
El escritor y político Miguel Tenorio de Castilla, amante "oficial" entre 1858 y 1865. |
Isabel
tuvo otros amoríos más duraderos, entre los que destacan: Manuel Lorenzo de
Acuña, Marqués de Bedmar; el escritor y
político Miguel Tenorio, amante “oficial” entre 1858 y 1865, nombrado
secretario privado de la reina en 1859,
y el capitán José María Ruiz de Arana, más conocido como “el Pollo Arana”,
a quien la reina ascendió a coronel y regaló el título de vizconde de Mamblás y
la Cruz Laureada de San Fernando. Años antes, entre 1848 y 1856, la reina tuvo
un amante de excepción: el capitán Enrique Puigmoltó y Majans, Conde de
Miranda. A Puigmoltó se le atribuye la paternidad del futuro rey Alfonso XII,
hasta el punto de que la misma reina llegó a decirle una vez: “Hijo mío, la
única sangre Borbón que corre por tus venas es la mía”.
Carlos Marfori Calleja, sobrino del general Narváez. |
Los
últimos amantes estables de Isabel le acompañaron en su exilio parisino. Salió
de España del brazo del sobrino del
general Narváez, Carlos Marfori y Calleja, gobernador de Madrid y Ministro de
Ultramar. Hasta 1880 convivió con ella en el palacio Basilewski de París y en
agradecimiento la reina le nombró marqués de Loja. En los seis años siguientes,
hasta 1886, le relevó en la cama el capitán de artillería José Ramiro de la
Puente, marqués de Alta Villa, y, por último, el húngaro Josef Haltmann, que se
metió en el corazón de Isabel, hasta la muerte de esta, el 9 de abril de 1904.
Por fin pudo la reina descansar con las piernas juntas, como diría un ocurrente
ingenio de la corte.
Los
incansables devaneos de Isabel II tuvieron como resultado doce embarazos (10
partos y 2 abortos). Sólo sobrevivieron cinco de los hijos nacidos, debido
probablemente a la forzada endogamia de los cónyuges, siendo así que los pocos
que salieron adelante vivos con toda probabilidad nacieron de relaciones
extramatrimoniales. Aunque inscritos como hijos legítimos de los reyes, era vox
populi que todos los supervivientes fueron
bastardos, si bien el rey consorte recibía su consiguiente millón de
reales cada vez que los presentaba como propios en la Corte.
La
vida personal de la reina en ese matrimonio desgraciado y la presión de la vida
palaciega, fue objeto de burla, fariseísmo y arma arrojadiza de los políticos
de la oposición, sobre todo los de corte republicana, que construyeron así la
leyenda sobre la Reina ninfómana que ridiculiza a la soberana y la distancia
más aún de su pueblo. No obstante, y debido a las circunstancias, la mujer tuvo
sus aventuras amorosas. Como para no tenerlas con el lebrel que le había tocado
en suerte y se había instalado en su lecho, en contra del parecer de ambos, eso
sí.
Durante su infeliz matrimonio, se produjeron constantes intrigas palaciegas, confabulaciones, complots y toda una serie de planes y artimañas para tratar de separar definitivamente a los Reyes, algo que no se consiguió a pesar de todo, más que cuando tuvieron que partir al exilio francés, empujados por la Revolución Gloriosa de 1868. Ambos establecieron sus residencias por separado, y seguro que ambos suspiraron de alivio por librarse el uno del otro y de la tremenda responsabilidad de gobernar un Estado tan ingobernable como España. Precisamente por las respectivas famas de Isabel II y Francisco de Asís, y por el distanciamiento entre ambos, que durante varios periodos vivieron en distintas residencias e incluso la Reina reclamó la anulación del matrimonio al Papa, sorprende enormemente la amplia descendencia que tuvo el matrimonio. “Clamaban los liberales. Que la reina no paría. ¡Y ha parido más muñecones. Que liberales había!”, esta canción corrió por Madrid a través de una copla difundida por los carlistas. Oficialmente, la pareja quedó embarazada en once ocasiones, aunque varios embarazos acabaron en abortos o los neonatos fallecieron al cabo de muy poco tiempo; un hecho que en principio fue achacado al alto coeficiente de consanguineidad entre ambos contrayentes. El único varón en llegar a la edad adulta fue Alfonso XII, que, como era de esperar, se especuló hijo de cualquier hombre del reino salvo del Rey consorte.
Desde
que fuera obligada a contraer matrimonio con su primo Francisco de Asís, dada
su afectación y su presunta homosexualidad, la reina no había tenido suerte ni
con su pareja ni con sus hijos, pues Luis de Borbón y Borbón (1849) nació
muerto, Fernando (1850) falleció poco después de ver la luz y, para colmo de
males, tras el nacimiento de María Isabel (1851), Isabel II fue acuchillada por
el clérigo arnedano Martín Merino, que le causó heridas de pronóstico
reservado.
Durante su infeliz matrimonio, se produjeron constantes intrigas palaciegas, confabulaciones, complots y toda una serie de planes y artimañas para tratar de separar definitivamente a los Reyes, algo que no se consiguió a pesar de todo, más que cuando tuvieron que partir al exilio francés, empujados por la Revolución Gloriosa de 1868. Ambos establecieron sus residencias por separado, y seguro que ambos suspiraron de alivio por librarse el uno del otro y de la tremenda responsabilidad de gobernar un Estado tan ingobernable como España. Precisamente por las respectivas famas de Isabel II y Francisco de Asís, y por el distanciamiento entre ambos, que durante varios periodos vivieron en distintas residencias e incluso la Reina reclamó la anulación del matrimonio al Papa, sorprende enormemente la amplia descendencia que tuvo el matrimonio. “Clamaban los liberales. Que la reina no paría. ¡Y ha parido más muñecones. Que liberales había!”, esta canción corrió por Madrid a través de una copla difundida por los carlistas. Oficialmente, la pareja quedó embarazada en once ocasiones, aunque varios embarazos acabaron en abortos o los neonatos fallecieron al cabo de muy poco tiempo; un hecho que en principio fue achacado al alto coeficiente de consanguineidad entre ambos contrayentes. El único varón en llegar a la edad adulta fue Alfonso XII, que, como era de esperar, se especuló hijo de cualquier hombre del reino salvo del Rey consorte.
Los reyes Isabel y Francisco con su familia. |
Tras
el regicidio frustrado y su posterior recuperación, la reina volvió a quedarse
embaraza, pero la infanta María Cristina (1854) falleció con tres días de vida
y Francisco de Asís Leopoldo (1856) murió el mismo día del nacimiento. No es
extraño, pues, que la Casa Real estallara de júbilo cuando llegó al mundo
Alfonso de Borbón (1857), un varón deseado y, además, aparentemente sano. De
hecho, años más tarde terminaría ciñendo la corona de España como Alfonso XII
(1874-1885).
Corrió
el rumor en la corte de que el auténtico padre del príncipe de Asturias no era
el consorte Francisco de Asís sino Enrique Puigmoltó, capitán de Ingenieros,
hecho que es aceptado por varios historiadores. Tal era así, que la
aristocracia y el pueblo en general se referían a Alfonso con el apodo del "Puigmoltejo".
Isabel
II había dado a luz anteriormente a otros cinco hijos, dos mujeres y tres
varones, sobreviviendo únicamente las dos féminas. Tal y como estaba la
situación del país, era preciso la llegada de un niño sano que pudiese evitar
volver a una guerra con los Carlistas. Tras el parto, todos estaban de júbilo
en el Palacio Real a excepción de una persona que no estuvo presente: Francisco
de Asís, el rey consorte, quien llevaba cerca de un año residiendo en el
Palacio del Pardo.
Capitán de ingenieros Enrique Puig Moltó Mayans, duque de Sevilla, amante de Isabel II y presunto padre de Alfonso XII. |
A
quien sí se le vio esos días por palacio fue a Enrique Puigmoltó y Mayans, un
aristocrático militar valenciano destinado en la guarnición de Madrid que se
había ganado los favores y simpatías de la reina tras defender la monarquía y
evitar una sublevación tras el abandono del General Baldomero Espartero.
Ese
acto le valió para ser distinguido con el título de Vizconde de Miranda, además
de otras importantes condecoraciones, y situarse en el círculo más íntimo de
Isabel II, muy amiga de ir coleccionando nuevos y apuestos amantes.
Descartado
Francisco de Asís como padre, quien en 1857 ya había aprendido a aceptar su
papel de absoluto títere en la Corte, las fechas y los rumores del periodo
apuntan a que el padre habría sido el capitán Enrique Puigmoltó, un militar
valenciano hijo del conde de Torrefiel. Una carta fechada en Madrid el 14 de
octubre de 1857, del monseñor Giovanni Simeoni, encargado interino de los
Negocios de la Santa Sede, revela una conversación que no deja lugar a dudas
sobre la paternidad de Puigmoltó: “...que el general Narváez había hablado
fuertemente con Isabel II de la obligación de acabar con el escandalo” (se
refiere al romance con el militar valenciano), que habiéndose sido en estos
últimos meses tan enérgicas las expresiones, que la misma Reina, llorando, le
repuso: “¿Es que deseas que aborte?”.
Su
romance con la Reina, que duró cerca de tres años, valió al militar toda clase
de condecoraciones y prebendas. Tras la concesión del título de vizconde de
Miranda, Puigmoltó recibió la medalla de la Gran Cruz de San Fernando de
primera clase. Forzado a alejarse de la Corte, donde todos le suponían padre de
Alfonso XII, razón por la que fue
conocido con el sobrenombre de “Puigmoltejo”.
El
asunto de los amoríos reales estaba en boca de toda la corte y no fueron pocos
los que, tras el nacimiento del futuro rey de España, iban comentando que este
era un “Puigmoltejo”. Incluso había quien veía con buenos ojos que la
ascendencia de Alfonso XII aportase nueva sangre a los Borbones, debido a que
eran muchos los miembros de esa familia que se habían casado entre sí. Hay que
recordar que Isabel II y su esposo Francisco de Asís eran primos carnales,
además por parte de padre y madre.
Alfonso
Francisco Fernando Pío Juan de María de la Concepción Gregorio Pelayo de Borbón
y Borbón Dos Sicilias, había nacido en 28 de noviembre de 1857 en el Palacio
Real de Madrid. Era hijo de alguno de los muchos amantes de su madre Isabel II,
y como hemos comentado, se decía que, en concreto, del capitán de ingenieros
Enrique Puig Moltó Mayans. Tenía varias hermanas mayores, pero fue designado Príncipe
de Asturias por ser varón.
El rey Alfonso XII. |
Sin
embargo, la relación de la reina con Puigmoltó, al que habían apodado como “el
favorito”, no era del agrado de Leopoldo O'Donnell, Presidente del Consejo de
Ministros, ni de las autoridades eclesiásticas de la época, así como del propio
confesor de Isabel II, quien se negó a visitar el Palacio Real y confesarla
hasta que no acabase su adultera relación.
Todo
parece indicar que las presiones recibidas lograron que la reina despachase a
su querido amante de vuelta hacía Valencia coincidiendo con los tres meses del
nacimiento del futuro rey y la vuelta a palacio de su esposo.
Actualmente
la mayoría de los historiadores coinciden en otorgar la paternidad de Alfonso
XII al ingeniero Enrique Puigmoltó y no al rey consorte Francisco de Asís. Este
joven irrumpió con fuerza en la Corte de los Milagros en 1856 cuando después de
una arriesgada maniobra frustró un ataque al Palacio Real por parte de las
tropas del general Espartero. La reina quedó prendada por tal acto de valor y
no dudó en recompensarlo generosamente con medallas y honores, y también de
manera menos lícita en la oscuridad de las habitaciones de palacio. Este cúmulo
de honores y caprichos hacia el nuevo favorito provocaron el descontento del
gobierno de Narváez, que dimitió en pleno debido al escándalo, y llenó los
mentideros de chuflas y cancioncillas sobre la reina y el fogoso garañón que le
alegraba las frías noches de invierno.
Cuando
Isabel II quedó embarazada la rumorología popular e internacional estaba en su
punto más alto, por lo que el confesor de la reina, el padre Claret, le sugirió
que alejara de la corte a su favorito. Parece que la recomendación hizo efecto
pues cuando nació Alfonso XII, Enrique Puigmoltó estaba ya lejos, en Londres,
trabajando en la Embajada española como agregado militar. Aunque todo el mundo
sabía de quien era este hijo ilegitimo, el rey consorte y el Papa Pío IX no
tuvieron reparos en apadrinar al bebe por el bien de España y sobre todo para
preservar la continuidad dinástica.
Tomás
del Corral, como ginecólogo de la reina, debió de tener mucho trabajo, y no
sólo por los once partos, de los que el riojano atendió ocho, y por los
numerosos abortos que la paciente sufrió. Y es que la vida amorosa de Isabel II
estuvo repleta de aventuras esporádicas y de amantes.
D. Tomás del Corral y Oña, ginecólogo de la reina Isabel II. |
El
riojano Tomás del Corral y Oña fue ginecólogo de la reina Isabel II, y se
cuenta que protagonizó en 1857 una peculiar anécdota. A punto de dar a luz al
futuro Alfonso XII, la reina preguntó al médico si la criatura sería varón o
hembra. “Varón”, contestó el doctor sin dudarlo, y así fue. Tras el parto, y
profundamente agradecida por el nacimiento de un varón, Isabel II lo nombró
marqués del Real Acierto, título que el galeno rechazó argumentando que todo había
sido una simple casualidad.
Sin
embargo, estaba la reina tan feliz con su primer hijo varón vivo que cambió el
Marquesado del Real Acierto por el de Leiva, dado que en esa villa riojana
había nacido el doctor. Pero se cruzó por medio la emperatriz de Francia, la
española Eugenia de Montijo, quien ostentaba el Señorío de Leiva. La esposa de
Napoleón III hizo llegar su indignación a la corte, acusando a Isabel II de
ofrecer a su “comadrón o partero” un título del que ella era única propietaria.
Finalmente, el ginecólogo recibió el título de marqués de San Gregorio, día en
que nació Alfonso XII. Alejado de la Corte el favorito de la Reina se refugió en su nativa
Valencia, comenzando allí una meteórica carrera política que le llevó de
diputado a brigadier. Nueve años antes de morir en 1900, recibió la Cruz de San
Hermenegildo por los servicios prestados a la Corona.El joven rey Alfonso XII. |
Tuvo,
oficialmente, doce hermanos, de los cuales cuatro murieron a los pocos días de
nacer. También la reina Isabel II tuvo varios abortos. La continua actividad
sexual de su madre, provocaba que casi siempre estuviese embarazada.
Su
padre oficial, Francisco de Asís de Borbón Dos Sicilias, era homosexual y
reconocía a los hijos de la Reina a cambio de una cantidad de dinero por cada
uno de ellos.
Alfonso
fue bautizado el 7 de diciembre de 1857, siendo sus padrinos su hermana mayor,
Isabel de Borbón y Borbón Dos Sicilias, y el Papa Pío IX representado por el
Nuncio Berili.
Fue
educado en su niñez por José Osorio de Silva, y por el arzobispo de Burgos
Fernando Puente Primo de Rivera, colocado en ese puesto por el Papa Pío IX.
El Príncipe Alfonso con su mentor José Osorio de Silva, marqués de Alcañices y duque de Sesto. |
José
Osorio de Silva, 1825-1909, marqués de Alcañices y duque de Sesto, conocido
también como Pepe Osorio y como Pepe Alcañices, o simplemente Alcañices, era un
personaje muy interesante que hablaba italiano porque su familia vivía en
Italia desde 1833, y también francés e inglés. Se había casado con Sofía
Troubetzkoy, una princesa rusa de padre desconocido. Pero Sofía, hija de un
gran noble ruso, recibió una enorme fortuna, la cual fue a parar a Alcañices.
En 1857, Pepe Osorio fue nombrado Alcalde de Madrid, gentilhombre de Cámara y
Mayordomo Mayor de Palacio, a cambio de su silencio sobre el asesinato de su hermano
en presencia de Francisco de Asís, el marido de Isabel II. Y se convirtió en
mentor del Príncipe Alfonso. En 1866, advirtió a Isabel II de la conspiración
republicana progresistas contra ella, pero no se le hizo caso. Tras la
revolución de septiembre de 1868, se fue a Deauville a una finca suya, y abrió
una cuenta de 500.000 francos a favor de Isabel II, la cual no fue suficiente
para sufragar los enormes gastos de la Reina, parte de los cuales los pagó
Sofía Troubetzkoy.
Pepe Alcañices llevó al Príncipe Alfonso al colegio
Stanislas de París y más tarde al Theresianum de Viena. En 1871 se convirtió en
el financiador del proyecto de Cánovas del Castillo y de la causa Alfonsina, la
cual triunfó en 1874, pero José Osorio y Sofía Troubetzkoy se arruinaron mientras
tanto, y tuvieron que vender su palacio de calle Alcalá de Madrid, sus fincas
de Ledesma (Salamanca), de Écija y de Alcalá de Guadaira. También tenía
negocios en los ferrocarriles de Puerto Rico y en el Monte de Piedad y Caja de
Ahorros de Madrid. El 25 de noviembre de 1885, murió Alfonso XII, y José Osorio
se hizo cargo de la Princesa de Asturias, María de las Mercedes de Borbón y
Habsburgo Lorena, 1882-1912, y de su hermana María Teresa (casada con el
Príncipe Fernando de Baviera), con las que veraneaba en Comillas (Cantabria).
Murió el 10 de diciembre de 1909.
Isabel II y en príncipe Alfonso. |
Alfonso, principe de Asturias. |
Colegio Stanislas de París. Vista a vuelo de pájaro. |
A
los 9 años de edad, Alfonso de Borbón tuvo que salir de España y fue educado en
París. Ingresó en el colegio Stanislas de París en calidad de mediopensionista,
teniendo como compañero de habitación a Eugenio Luis Juan José Bonaparte,
1856-1879, conocido como Lulú, hijo de Napoleón III y de la emperatriz
granadina Eugenia de Montijo.
En
29 de septiembre de 1869 la familia fue a Ginebra donde Alfonso asistió a la
Academia Pública.
En
1870 Napoleón se fue de Francia y se llevó a su hijo Lulú. Alfonso también se
marchó de Francia e ingresó en el Theresianum de Viena (Real e Imperial
Academia Teresiana), donde Fernando conoció a María Cristina, prima del
emperador Francisco José, que sería su mujer en 1879 en su segundo matrimonio.
Por
aquel entonces, la “real e imperial” academia del Theresianum, fundada en 1746
por la soberana María Teresa para la educación de la nobleza, gozaba de un gran
prestigio por toda la geografía continental debido a las excelencias de la
exquisita instrucción que ofrecía. Según las recomendaciones dadas a la
exiliada Isabel para su hijo, el local era “inmenso y bien decorado, sus clases
y gabinetes científicos, así como sus escuelas de equitación, gimnasia, esgrima
y natación nada dejan que desear, constituyendo en su conjunto uno de los
establecimientos de educación más completos y notables de Europa”. Esta
fundación se hallaba además en el corazón político del vasto imperio
austrohúngaro, refugio de coronas depuestas y centinela del “legitimismo
europeo”. Parecía ser el destino perfecto para la instrucción del heredero de
una dinastía destronada, un lugar donde Alfonso debía imbuirse del espíritu de
deber que todo soberano debía poseer.
Akademia Theresianum de Viena. |
Por
indicación de su madre, el joven infante, que contaba entonces 14 años, había llegado
en 1872 a Viena para estudiar en la reputada academia teresiana. Su formación
allí quedaría asimismo bien asegurada por los oficios sucesivos de sus dos
preceptores, el español Guillermo Morphy y el austriaco Johann Fetter.
Alojado
durante sus primeros días en un hotel de la central calle de la Kärntnerstrasse
(el ya desaparecido “Hotel zum Erzherzog Karl”), pudo admirar el brillo y
belleza de una ciudad que se hallaba regida con mano de hierro por la
autoritaria corte del emperador Francisco José. Los edificios recién levantados
en la avenida del Ring, abierta a expensas de la demolición en 1857 de las
antiguas murallas de la ciudad, debieron deslumbrarle por su elegancia y sobre
todo a merced del manifiesto que proyectaban acerca de la creciente pujanza
comercial y financiera austriaca, bonanza que se vería momentáneamente frenada
el 9 de mayo de 1873 a raíz del crack de la bolsa vienesa.
El príncipe Alfonso en Viena con su preceptores Guillermo Morphy y Johann Fetter. |
Principe de Asturias don Alfonso. |
Alfonso,
desde la lejanía de su lugar de residencia, no descuidó jamás el contacto con
su tierra natal. De ello da fe su visita al pabellón de España en la Exposición
Universal celebrada en Viena durante 1873 y con cuyo director, el archiduque
Rainer, llegaría a entablar una relación de amistad. El extenso parque del
Prater, lugar donde se había organizado la exposición, no era otro que el
escenario a donde los miembros de la aristocracia y la nobleza se dirigían para
practicar una costumbre tan adorada en aquella época como era el “ver y dejarse
ver”. El joven heredero no se mostró indiferente a esa costumbre, y asimismo,
imitando aquellos usos, gustaba de pasear en carroza por la frondosa arboleda
en compañía de sus instructores. Otros parques como el de Schönbrunn llamaron
la atención del infante, donde se divertía observando a las ardillas brincar de
un árbol a otro. A estos actos sociales, se sumaban también las ya mencionadas
visitas al teatro o a la ópera. A pesar del relativo anonimato del joven en
estos actos, los medios locales como el Wiener Tagblatt se habían hecho eco de
la presencia del príncipe, resaltando de su carácter la inteligencia de éste
(“sehr intelligent”).
Por lo que respecta a las funciones musicales, el heredero de Isabel II carecía, al igual que Francisco José, de sensibilidad hacia la música en general. No era raro oír al joven despotricar en sus círculos privados sobre la música de Wagner, la cual tachaba de “insoportable” ignorando el hecho de que era considerado un genio en toda Europa y sobre todo un “héroe” musical del creciente pangermanismo. Pese a ello, los estruendosos aplausos del público vienés no desviaban a Alfonso de la opinión de que su música constituía tan sólo un “ruido estrepitoso desde el principio hasta el final” y que atribuía a la creación de un “farsante”.
El joven príncipe Alfonso XII. |
Por lo que respecta a las funciones musicales, el heredero de Isabel II carecía, al igual que Francisco José, de sensibilidad hacia la música en general. No era raro oír al joven despotricar en sus círculos privados sobre la música de Wagner, la cual tachaba de “insoportable” ignorando el hecho de que era considerado un genio en toda Europa y sobre todo un “héroe” musical del creciente pangermanismo. Pese a ello, los estruendosos aplausos del público vienés no desviaban a Alfonso de la opinión de que su música constituía tan sólo un “ruido estrepitoso desde el principio hasta el final” y que atribuía a la creación de un “farsante”.
Pero
la vida extraescolar del joven en la ciudad no se rigió únicamente por eventos
sociales o culturales, sino que estuvo también jalonada por visitas a fábricas
del extrarradio, para conocer de cerca la realidad de la clase obrera, o por
algunos actos oficiales con miembros de la corte de los Habsburgo. En este
sentido, a pesar de mantener una relación cordial con los dirigentes del Estado
anfitrión, la relación del príncipe con la corte no pasó jamás de la mera
cortesía. Ello se debía a la política austriaca de denegar el apoyo a la
“restauración” borbónica en España.
El gobierno de Francisco José había preferido mostrar su simpatía a la causa de la rama rebelde borbónica de los carlistas, varios de cuyos miembros se hallaban residiendo en Austria desde hacía varias décadas. La razón tras este apoyo se fundamentaba en la afinidad ideológica de los Habsburgo con este movimiento tradicionalista y que se alejaba de los postulados más liberales de los Borbones. Por ello, no era de extrañar que esta coyuntura política generase no pocos desplantes de la casa imperial a la reina Isabel II con motivo de su visita en 1873 a su hijo en Viena.
Francisco José I, emperador de Austria y Hungría. |
El gobierno de Francisco José había preferido mostrar su simpatía a la causa de la rama rebelde borbónica de los carlistas, varios de cuyos miembros se hallaban residiendo en Austria desde hacía varias décadas. La razón tras este apoyo se fundamentaba en la afinidad ideológica de los Habsburgo con este movimiento tradicionalista y que se alejaba de los postulados más liberales de los Borbones. Por ello, no era de extrañar que esta coyuntura política generase no pocos desplantes de la casa imperial a la reina Isabel II con motivo de su visita en 1873 a su hijo en Viena.
A
pesar de todo, la estancia del heredero borbónico en la corte vienesa no fue
del todo baldía políticamente. Un hecho que marcaría la vida del futuro rey
tuvo lugar durante su primer año como estudiante en Viena, ya que tuvo ocasión
de conocer a la que sería su futura esposa y regente de España, María Cristina
de Habsburgo. El alemán, lengua que al parecer había llegado a dominar Alfonso
al final de dicha estancia, serviría como idioma de comunicación para la pareja
en sus primeros días como matrimonio. Ligado al recuerdo de esta resignada
esposa, perdura un lugar, cuyo vínculo resulta para muchos desconocido, fue el situado
en el mismo centro de Viena, los llamados apartamentos “españoles” del museo del Albertina. Restaurados recientemente, en parte con dinero del Estado español, que habían
sido cedidos por la corte imperial en 1895 a la casa real española, pasando a
constar por entonces como única residencia oficial de los Borbones fuera del
territorio peninsular.
Los
españoles monárquicos exigieron de Isabel que renunciara al trono y abdicase
sus derechos en su hijo Alfonso, lo que hizo el 25 de junio de 1870.
María de las Mercedes de Orleans y Borbón, prima de Alfonso XII, que sería su primera esposa. |
Después
Alfonso fue a Munich a aprender alemán, y allí conoció a su prima Mercedes,
hija de duque de Montpensier y Luisa Fernanda, que sería su mujer en 1878. El
duque de Montpensier aprovechó las horas bajas de Isabel y Alfonso para forzar
en 1872, en el Manifiesto de Cannes, ser nombrado Regente hasta que Alfonso
cumpliera 18 años. No le sirvió de nada, pues España era una República y no se
le aceptó.
El
2 de enero de 1874, Manuel Pavía acabó con la República Española y se planteó
qué tipo de Gobierno debía haber desde ese año en adelante. De momento,
gobernaba Serrano en una dictadura militar que duró todo el año 1874. Serrano
disolvió la Internacional, las Milicias Populares, los partidos republicanos,
las Cortes y las garantías constitucionales, restableció las quintas y decidió
acabar con la guerra carlista liberando Bilbao.
La
opinión mayoritaria era que se debía volver a la monarquía, pero había
demasiados problemas, y entre ellos, quizás el más significativo, era que la
mayoría de los monárquicos se oponían a Cánovas, jefe del partido alfonsino.
Los monárquicos preferían un Gobierno militar autoritario.
En
1874 se daba por acabada la estancia formativa de Alfonso en Viena, por lo que
el joven fue enviado a Inglaterra para proseguir sus estudios en la célebre
academia militar de Sandhurst.
Royal Military Academia Sandhurst (Camberley). |
Cánovas
quiso que Alfonso estudiara en Inglaterra para que conociese la nueva forma de
hacer política, aprender inglés y adquirir algunos conocimientos militares, a
pesar de que el asunto no le gustaba nada a Isabel II. Se convenció a Isabel II
diciéndole que Alfonso ya conocía la educación prusiana y necesitaba conocer la
educación inglesa para poder evaluar los asuntos europeos con cierta equidad.
Una vez decidido esto, podía ir a Woolwich, academia militar en la que
estudiaba el hijo de Napoleón III, pero ni Cánovas ni el Gobierno inglés
querían juntar a ambos príncipes, y decidieron enviarle a la otra academia
militar británica, a la Royal Military Academy Sandhurst, en el pueblecito de
Camberley. En junio de 1874 el asunto estaba decidido y, el 13 de agosto,
Alfonso pasó el canal para visitar turísticamente Londres. Volvió a Bélgica y a
Alemania para pasar septiembre, y en 19 de octubre de 1874 regresó a Sandhurst
para empezar el curso. En ese momento, tenía 16 años de edad, a punto de
cumplir 17. Se le asignó un cotagge a un kilómetro de la escuela, en el que vivía
él, el coronel Velasco, el conde Mirasol, Alcañices, Xifré, Ceferino, un
lacayo, una cocinera y una criada.
Rey Alfonso XII. |
El
28 de noviembre de 1874, Alfonso cumplía 17 años y Cánovas decidió que se
presentase a los españoles para adelantar la causa monárquica y borbónica, y
evitar repúblicas presidencialistas en manos de Serrano. Isabel no quería que
su hijo entrase tan joven en política, pero Cánovas se impuso. El texto fue
discutido por Cánovas e Isabel II, y Cánovas se lo envió a Alfonso a París y
desde allí a Londres, para que Alfonso lo reenviara como una carta a un
colectivo de monárquicos que le había felicitado por su cumpleaños. De paso, se
envió copia al Morning Post y al Times en inglés, a Liberté en francés, a los
periódicos vieneses Freie Presse y Neue Freie Presse en idioma alemán. En
España no lo publicaron los periódicos hasta el 27 de diciembre y lo hicieron
El Tiempo y La Época el mismo día, el día que Martínez Campos salía para
Sagunto a dar su golpe de Estado.
Cánovas
quería que la situación de Gobierno de Serrano se prolongase, aunque tuviese
tintes dictatoriales, para así dar tiempo a una formación seria de Alfonso.
Alfonso tenía razones para confiar en Cánovas, pues con las vivencias de la
expulsión de su madre del trono español, el fracaso de Napoleón III en Francia,
el gobierno de Bismarck en Alemania, y la explosión de la comuna de marzo de
1871, Alfonso XII podía entender, aunque era demasiado joven, que no se podía
gobernar defendiendo los intereses de la nobleza, ni apoyando revoluciones populares
espontáneas y absurdas.
General Arsenio Martínez Campos. |
Los
hechos decidieron por sí mismos otra cosa, ya que el 29 de diciembre, el
General Arsenio Martínez-Campos, que creía que el Gobierno iba a desterrarle,
se pronunció por Alfonso XII (Martínez Campos había salido de Madrid el 27 de
diciembre con dirección a Ávila, pero se había dirigido realmente a Sagunto a
encabezar el pronunciamiento del día 29 de diciembre). El 28, Martínez Campos
se unió a Jovellar, jefe del ejército del Centro y también a Fernando Primo de
Rivera, Capitán General de Madrid.
El
30 de diciembre se sumó a la causa de Martínez Campos el ejército del Norte, la
fuerza que estuviera luchando contra los carlistas, y Serrano, que estaba con
ellos, fue sorprendido por la rebelión militar y se sumó al pronunciamiento a
favor de Alfonso XII.
No
era partidario Cánovas de un golpe de Estado, no encajaba en sus principios
éticos, pero las cosas se precipitaron de ese modo y no se pudo hacer nada por
evitarlas.
El
30 de diciembre, Cánovas y Primo de Rivera enviaron un telegrama a Alfonso
comunicándole el pronunciamiento de Sagunto de Martínez Campos y la adhesión de
los ejércitos del Norte, de Madrid y del Centro.
Los
estudios de Alfonso en Sandhurst fueron cortos. Había llegado el 19 de octubre
de 1874 y tomó las vacaciones de navidad de 1874, fue a Londres, donde durmió
el día 24, y desde allí se fue a París el 30 de diciembre a estar con su madre.
Y no volvió a sus estudios.
El joven rey Alfonso XII. |
El
24 de diciembre, Alfonso estaba en Londres en un hotel preparando las
vacaciones. El 30 de diciembre se embarcó en Dover para pasar las vacaciones en
París con su madre y no sabía nada del pronunciamiento del 29 de diciembre.
Los
líderes monárquicos españoles salieron para París, y vieron a Alfonso el 1 de
enero de 1875.
El
Gobierno de Serrano pensó detener a Cánovas, cabeza del alfonsinismo, una vez
comprobado el golpe de Sagunto. Cánovas decidió quedarse en su casa de Madrid
esperando ser detenido. En efecto, fue detenido y llevado al Gobierno Civil en
donde estuvo unas horas, para salir de allí siendo Cánovas quien nombrara nuevo
Gobierno para España.
El
6 de enero de 1875 Alfonso salió hacia Marsella, embarcó en la fragata española
Navas de Tolosa que le esperaba y llegó a Barcelona el 9 de enero, a Valencia
después. El 14 de enero de 1875 era proclamado Rey en Madrid.
Alfonso
XII llegó en barco el 9 de enero a Barcelona. Aquel día, las calles de
Barcelona se llenaron de gentes que vitorearon al Rey. Dos días después,
Alfonso XII desembarcó en Valencia y de nuevo fue aclamado por la multitud.
Ofreció el bastón de mando a la Virgen de los Desamparados, y la multitud
católica se enfervorizó.
El 14 de enero de 1875, Alfonso XII entró en Madrid y fue recibido con salvas, aclamaciones, lloros de mujeres, arcos triunfales, flores arrojadas a los pies de su caballo, cartelones por las calles, sueltas de palomas a su paso. El marco del recibimiento estaba bien preparado y bien pagado.
Con sus 17 años flacos encaramado a un imponente corcel blanco, el rey adolescente apenas podía avanzar por la Castellana entre los vivas de la muchedumbre. Y Borbón al fin, saltándose el protocolo, provocó una anécdota que sería fabulosa si no fuera simplemente cierta: viendo Alfonso a unas mozas muy bullangueras, que se ganaban la vida en el mercado de la Plaza de la Cebada, cedió a su instinto político y se acercó caracoleando para agradecerles sus vítores. “¡Más gritábamos cuando echamos a la puta de tu madre!”, le explicó una moza enardecida. Por si no sabía el rey a qué atenerse.
Entrada de Alfonso XII en Madrid montando un imponente caballo blanco. |
El 14 de enero de 1875, Alfonso XII entró en Madrid y fue recibido con salvas, aclamaciones, lloros de mujeres, arcos triunfales, flores arrojadas a los pies de su caballo, cartelones por las calles, sueltas de palomas a su paso. El marco del recibimiento estaba bien preparado y bien pagado.
Con sus 17 años flacos encaramado a un imponente corcel blanco, el rey adolescente apenas podía avanzar por la Castellana entre los vivas de la muchedumbre. Y Borbón al fin, saltándose el protocolo, provocó una anécdota que sería fabulosa si no fuera simplemente cierta: viendo Alfonso a unas mozas muy bullangueras, que se ganaban la vida en el mercado de la Plaza de la Cebada, cedió a su instinto político y se acercó caracoleando para agradecerles sus vítores. “¡Más gritábamos cuando echamos a la puta de tu madre!”, le explicó una moza enardecida. Por si no sabía el rey a qué atenerse.
Puede
decirse que la coronación popular de Alfonso XII terminó ahí, tras lo cual
marchó inmediatamente a visitar al ejército que luchaba contra los carlistas,
mientras Cánovas preparaba la Constitución más longeva de nuestra Historia.
Rey Alfonso XII. |
El
nuevo Rey era joven, gallardo, simpático, sonriente, buen jinete, hablaba con
elocuencia natural, y era ocurrente y amable, sin orgullo ni pretensiones, lo
cual había sido preparado en los años inmediatos anteriores. Era patriota
español, católico y liberal, buen militar que disfrutaba entre los militares,
lo cual había sido también preparado con anterioridad. No era muy alto, pero
tenía la mirada dulce y sus facciones estaban proporcionadas y le daban buen
aspecto, lo cual se pudo deber a los nuevos genes introducidos en la Casa Real.
La gente quiso pensar que con el nuevo Rey se acabarían los días de
incertidumbre política y los enfrentamientos en la calle.
Lo
primero que se encomendó a Alfonso XII, a los pocos días de su llegada, fue
visitar al ejército del Norte para congraciarse con el ejército. En su visita
al norte, Cánovas le preparó una arenga y un programa de actuación, de modo que
fuese escuchado por los soldados y por los carlistas. El Rey viajó por tierras
vascas y los generales no dudaron en decir que el nuevo Rey era valiente,
aunque en algunas ocasiones temieran por su vida y por su propia suerte como
responsables de la persona del Rey. Cánovas pensaba presentar el Rey como “El
Pacificador”. Hizo que la prensa divulgara este apelativo, que tuvo muy poco
éxito.
Biografía
de Alfonso XII.
https://www.youtube.com/watch?v=C3gEiIOhH0U
Y en su día, en Semana Santa se le mandó asistir a la visita a los sagrarios de Jueves Santo, y a la procesión del Corpus sesenta días después, para congraciarse con los sacerdotes y obispos católicos. A un lado del Rey iba Cánovas, y al otro, el Cardenal Primado de España. También se le ordenó asistir a las misas ordinarias de cada domingo.
Y en su día, en Semana Santa se le mandó asistir a la visita a los sagrarios de Jueves Santo, y a la procesión del Corpus sesenta días después, para congraciarse con los sacerdotes y obispos católicos. A un lado del Rey iba Cánovas, y al otro, el Cardenal Primado de España. También se le ordenó asistir a las misas ordinarias de cada domingo.
Por
cuanto respectaba a las relaciones con el ejército, los generales eran
personajes a los que se les seguiría reconociendo su papel de prohombres
representantes de los grandes intereses de la nación española, pero ahora
prefiriendo que los gobiernos de civiles fueran la norma y no la excepción.
Para asegurar el sometimiento de los generales, el Rey fue convertido en jefe
del ejército y defensor de los intereses militares. Resultó que Alfonso XII, y
su hijo Alfonso XIII años más tarde, tal vez porque estaba de moda Bismarck y el
militarismo alemán, tenían mucho gusto por vestir los uniformes militares, se
aprendieron las ordenanzas militares y actuaban como verdaderos militares. Los
generales estaban contentos con un hombre que prometía acabar la guerra, e
imponer el orden público.
Rey Alfonso XII. |
Los
grandes caciques, para los que la alternancia de partidos suponía disfrutar del
poder alternativamente, pero de forma segura, no estuvieron tan satisfechos.
Pero pronto entendieron que todo permanecería igual, guardando las formas
oportunas. Lo uno compensaba lo otro.
Escapó de milagro, como algún tiempo
después a un atentado anarquista, pero su salud se la guardaba. Tuvo en 1876 un
vómito de sangre que, si bien no trascendió fuera de su círculo íntimo,
delataba una tuberculosis sorprendentemente inadvertida en la infancia,
escondida en la adolescencia y que lo emplazaba fatalmente antes de cumplir los
20 años.
El
primer objetivo de Alfonso XII fue acabar con la guerra carlista. El 18 de
enero el joven rey salió de Madrid y se dirigió a Peralta (Navarra), donde pasó
revista al ejército con el que pensaba aplastar a los carlistas. Llevaba
sesenta batallones con noventa cañones. La caballería la componían tres mil
jinetes. En frente de tan impresionante ejército, los carlistas opusieron diez
batallones navarros, cinco alaveses, cuatro castellanos, un riojano, un aragonés,
el de Guías del Rey y siete baterías, con un total de cuarenta y dos cañones, y
dos regimientos de caballería. Ambos ejércitos chocaron en las proximidades de
Lácar, pueblo ocupado por los alfonsinos situado en las cercanías de Estella.
El propio Carlos VII asumió personalmente el mando del ejército. La victoria fue
para los carlistas. Al visitar la primera línea de las tropas en la batalla de Lácar
estuvo a punto de ser hecho prisionero. Una división alfonsina quedó destruida y los carlistas se
hicieron con numerosas piezas de artillería y una gran cantidad de fusiles y
munición de todo tipo. Alfonso XII estuvo a punto de ser cogido prisionero y hubo
de huir del combate a uña de caballo, regresando a Madrid no sin muchas
dificultades. Una famosa canción carlista conmemora la victoria de Lácar.
Esta es su letra:
“En
Lácar, chiquillo, /
te
he visto en un tris. /
Si
don Carlos te da con la bota /
como
una pelota te planta en París”.
El
gobierno de Cánovas se limitó a considerar la derrota como un mero “incidente”.
En
22 de enero de 1875, Alfonso XII fue al frente del norte e hizo una alocución
en Peralta (Navarra), en el límite de la ribera de la Navarra media, cerca del
frente de guerra. Era una provocación y una campaña para desmotivar a los seguidores
carlistas. El nuevo rey se declaraba católico, el gran arma dialéctica
esgrimida por los tradicionalistas, pero constitucional, e invitaba a los
habitantes de las cuatro provincias sublevadas a deponer las armas. Insinuaba
que, si lo hacían, se respetarían los fueros.
El desastre o la sorpresa de Lácar donde estuvo a punto de ser capturado el joven rey Alfonso XII. |
La
batalla de Lácar o sorpresa de Lácar fue una batalla que tuvo lugar durante la
tercera guerra carlista. Teniendo los liberales tomado el pueblo de Lácar y
otras localidades vecinas en el valle de Yerri (Navarra) la tarde del 3 de
febrero de 1875 los carlistas asaltaron el pueblo por sorpresa, capitaneados
por el propio pretendiente Don Carlos.
Se
generó un desastre total en el ejército liberal, en el que se contaron más de
1.000 bajas. Alfonso XII, muy joven todavía, tuvo que abandonar rápidamente el
lugar de la contienda, donde se hallaba en esas fechas, pues estuvo a punto de
ser capturado por las tropas carlistas.
En
febrero de 1875, los ejércitos liberales avanzaron hasta el curso bajo del
Arga, y fijaron la línea de combate muy cerca de Pamplona. Los carlistas
abandonaron entonces el sitio de Pamplona en el que estaban desde agosto de
1874. Era una derrota carlista.
En
marzo de 1875, Cánovas obtuvo de Cabrera que éste reconociese públicamente a
Alfonso XII. Era una nueva derrota del carlismo.
Ramón Cabrera el carlista que renunció a la lucha. |
Y
ya durante todo el año 1875, el ejército de Cánovas estuvo avanzando,
lentamente, pero siempre hacia adelante; así el 6 de julio capituló Cantavieja
(Teruel), un pueblo en las montañas de El Maestrazgo que los carlistas habían
convertido en escuela de cadetes y taller de reparación de armas. El 18 de
julio se rindió El Collado de Chelva en Valencia. Eran pequeñas pérdidas, pero
constantes, y los carlistas decidieron que debían unir todas sus fuerzas para
poder contraatacar. Decidieron que los carlistas catalanes y navarros debían
acudir juntos a Huesca, y unirse a los aragoneses. Pero la caída del Maestrazgo
en pleno, hizo inútil esta iniciativa carlista, pues las fuerzas carlistas
quedaban separadas en dos zonas, la catalana y la vasca.
Los
generales Arsenio Martínez Campos, y Joaquín Jovellar Jover, decidieron
eliminar primero el núcleo más débil, Cataluña. El 19 de marzo tomaron Olot
(Gerona) en el Pirineo oriental, y el 26 de agosto Seo de Urgell, en el Pirineo
de Lérida, lo cual cortaba los accesos a Francia en los que se basaba la
guerrilla catalana. Los carlistas desaparecieron de Cataluña.
Carlos VII, aspirante carlista al trono de España |
Quedaba
el país vasconavarro. En esa zona, Carlos VII tenía 33.860 soldados de
infantería, 1.808 caballos y 79 cañones. Alfonso XII les atacaba con 78.782
hombres, 2.651 caballos y 92 cañones a los que incorporó fuerzas llegadas desde
Cataluña y El Maestrazgo.
El rey Alfonso XII con las tropas durante su visita a las posiciones militares de la tercera guerra carlista. |
El
7 de julio de 1875 se produjo la primera derrota importante de los carlistas en
los Montes de Zumelzu, 9 kilómetros al sudoeste de Vitoria, y los carlistas
abandonaron Álava. Aguantaron hasta fines de 1875, pero en franco retroceso.
El
27 de julio de 1875 tuvo lugar la realización de unos de los principales
objetivos de los conservadores durante la Restauración, era el decreto
Salaverría que eliminaba el arancel Figuerola de 1869, que preveía
desmantelamiento progresivo del proteccionismo para 1881. El 17 de julio de
1877 se dictaría un nuevo arancel más proteccionista, y el 17 de julio de 1879
sería confirmado por ley. El 24 de diciembre de 1890 se iría a un
proteccionismo mucho más fuerte todavía.
Para
completar la reconciliación con los españoles, se le invitó a ingresar en la
masonería, tema absolutamente odiado por los católicos, y Alfonso XII se negó,
lo cual fue un gesto que se publicó abundantemente, llegó a Roma y a las
diócesis españolas, y gustó mucho al clero español. Sobre la masonería había una
serie de mitos y leyendas absurdas, como que era anticatólica, anticristiana, y
se aprovecharon estas leyendas y creencias populares para dar más atractivo al
nuevo Rey, que “se negaba a actuar contra los católicos”.
Sobre
los liberales, se le enseñó al Rey que debía abandonar las ideas de su abuela y
de su madre de que el Rey podía repartir regalos y prebendas entre sus
allegados, ni tampoco excluir permanentemente a los liberales, como se había
hecho en el pasado.
Se le enseñó que no debía repartir dinero por donde pasaba,
para que el pueblo le aclamara. Se le enseñó que esa imagen era la de un Rey
antiguo. Se le dijo que, en el nuevo sistema liberal, el Rey debía declararse
al margen de las discusiones políticas, debía soportar las crisis políticas sin
intervenir en ellas, debía dejar actuar a unos y otros partidos políticos
mientras éstos no rompieran las reglas del juego, es decir, mientras no
acudiesen a la violencia o violasen las verdades-madres.
Alfonso
XII de España, "El Pacificador", el rey que vivió una trágica
historia de amor.
Y
en este campo, Alfonso, que no sabía demasiado del tema, fue dócil, incluso
cuando Cánovas le negaba caprichos por no considerarlos convenientes para
mantener la imagen y la seguridad personal del Rey.
Alfonso
XII, el nuevo Rey de España, tenía ojos castaños claros, era expresivo de
rostro, bajito y de escasa corpulencia y escaso perímetro torácico. Tenía
elocuencia natural y apariencia bondadosa. Era ocurrente y amable en el trato.
Su salud era más bien frágil.
La
situación política familiar de los Borbón resultó muy complicada. Antonio de
Montpensier y María Luisa de Borbón eran los padres de María de las Mercedes.
María Luisa, madre de María de las Mercedes, era hermana de Isabel II. Isabel
II no se relacionaba con Antonio de Montpensier, desde que éste había
financiado en 1868 a los golpistas que la echaron del trono.
Antonio
de Montpensier e Isabel de Borbón regresaron a España en 1876, cada uno por su
lado, Isabel para vivir junto a su hijo, el Rey Alfonso XII, y Antonio para
vivir junto a su hija, María de las Mercedes de Orleans y Borbón.
Alfonso
XII le comunicó a su madre que estaba en relaciones amorosas con María de las
Mercedes y que Isabel II debía verse con Antonio de Orleans, el padre de la
novia, para las formalidades de rigor en la época. Isabel II se enfureció y se
negó a verse con su primo y enemigo político, que era además el que había
matado a su cuñado Enrique de Borbón Dos Sicilias. Pero el asunto no tenía
solución, porque los niños, no paraban en sus relaciones sexuales, que
realizaban con furor.
Maria de las Mercedes, prima y prometida del rey Alfonso XII. |
En
febrero de 1875, Cánovas estaba contento de cómo le respondía el jovencito
Alfonso XII, de cómo se estaban evitando las camarillas palaciegas y habían
desaparecido los favoritismos y la pléyade de aduladores de alrededor del Rey.
El
único problema que quedaba pendiente era que Alfonso era adicto al sexo y se
escapaba de palacio por las noches, con grave riesgo de su persona, por lo que
se decidió casarle cuanto antes intentando con ello evitar un posible
escándalo.
En
23 de enero de 1878, Alfonso XII, de 21 años, se casó con María Mercedes de Orleans
y Borbón, de 18 años, hija de Antonio de Orleans duque de Montpensier y de
María Luisa de Borbón, antiguos candidatos al trono español en 1870 y ahora
residentes en Sevilla. María de las Mercedes era nieta de Luis Felipe de
Orleans de Francia. Era prima de su marido, Alfonso, pues era hija de su tía
María Luisa Fernanda de Borbón, hermana de Isabel II.
Entraremos
en algunos detalles de la boda del rey Alfonso XII con doña María de las
Mercedes de Orleáns, aunque sólo sea para satisfacer a muchas de las lectoras
de estos artículos, que seguro encontraran en éste sus motivos de satisfacción
personal.
Foto oficial del enlace del rey Alfonso XII y María de las Mercedes. |
El
retrato nupcial de Alfonso XII y María de las Mercedes se conserva en el
Palacio de Riofrío de Segovia. El vestido fue costeado por Alfonso XII y costó
treinta y dos mil quinientas cuarenta y seis pesetas de las de entonces.
EL
23 de enero de 1878 a las doce de la mañana contraía matrimonio el rey Alfonso
XII con doña María de las Mercedes de Orleáns y Borbón en la real Basílica de
Atocha. Fue la boda más romántica del siglo, el bello colofón de una apasionada
historia de amor. Los jóvenes se conocieron cuando ella era un bebé y él apenas
llegaba a los dos años de edad. María de las Mercedes nació y fue bautizada en
El Palacio Real debido al deseo de Isabel II de apadrinarla. A su bautizo
precisamente asistió el que se convertiría en su esposo, Alfonso. Sin embargo,
fue en su época de estudiante en Viena cuando monarca español quedó prendado de
María de las Mercedes. “Cuando la vi, me di cuenta de que la quería desde antes
de haberla conocido. Desde el primer instante comprendí el porqué de mi
existencia” comentó el joven monarca a un compañero de estudios.
María
de las Mercedes de Orleans, Reina de España, la reina amada. El gran amor del
rey Alfonso XII.
Dicen
que fue en el transcurso de una reunión familiar cuando contra todo
pronóstico surgió el flechazo entre los primos carnales, Alfonso y Mercedes.
Cuentan también que la reina Isabel II montó en cólera al conocer que su amado
Alfonso quería casarse con la hija de su hermana y del Duque de Montpensier,
que tanto había instigado para destronarla. Sin embargo nada frenó al joven
monarca español en su empeño. Ni la oposición de su madre, la reina Isabel II,
que no quería que una hija del Duque de Montpensier, llegara a ser Reina de
España, y que decía: “No tengo nada contra la infanta, pero con Montpensier no
transigiré nunca”, ni la oposición del Gobierno, que buscaba una princesa
europea, consiguieron disuadir a Alfonso XII.
El
asunto se debatió en las Cortes hasta que uno de los ministros salió en defensa
de los enamorados diciendo: “La infanta doña Mercedes está fuera de toda
discusión: los ángeles no se discuten”. Se cumple entonces la profecía de una
gitana que leyó la mano de la adolescente Mercedes unos meses antes de que los
primos se encontraran y se anuncia el enlace. La noticia de un matrimonio por
amor tan inusual en aquella época en las cortes europeas encandiló a los
españoles. La joven que por aquel entonces tenía sólo diecisiete años además de
ser princesa, era española y guapa. Quizás por ello el pueblo de Madrid
cariñosamente la apodó “Carita de cielo”.
María de las Mercedes de Orleans y Borbón, llamada por el pueblo madrileño "Carita de cielo" |
Fue
un enlace de grandes festejos, no en vano la pareja se casaba por amor y su
historia, llena de romanticismo, enterneció a los españoles que gustaban de oír
las historias de palacio.
“Quieren
hoy con más delirio/
a
su Rey los españoles/
pues
por amor va a casarse/
como
se casan los pobres”
Así
rezaba una coplilla de la época. El triste final de María de las Mercedes, que
murió a los dieciocho años de edad, hizo más todavía que aquella real y
verídica historia de amor permaneciera en el corazón de la calle.
La
mayoría de las Diputaciones Provinciales decretaron alguna construcción para la
provincia con motivo del enlace real: carreteras, hospitales, iglesias,
escuelas... Madrid, por su parte, se vistió de gala y durante semanas se
realizaron diversas obras para que la capital luciera en todo su esplendor. Del
mismo modo se concedieron algunos indultos con motivo del enlace real. El mismo
día, y para que el pan no faltara en ninguna familia, por pobre que fuera, éste
se incluyó como limosna en el programa de actos públicos.
El
mismo día de la boda se organizaron toda una serie de festejos: a las dos de la
tarde se celebró un desfile de las tropas de la guarnición en la plaza de
Oriente; a las ocho de la noche, hubo funciones de convite organizado por el
Ayuntamiento en los teatros Español, Zarzuela, Apolo, Comedia, Novedades,
Alhambra, Variedades, Martín e Infantil; se encendieron cientos de lámparas
para iluminar la capital... Un corresponsal francés, impresionado con la belleza
de las luces, calculó en “diez mil francos” el gasto que podían generar.
Alfonso XII y María de las Mercedes. |
En
la Puerta del Sol, las dos farolas centrales eran de luz eléctrica y según
algunos diarios daban un esplendor como el de la luna llena en las noches de
verano. La fuente de Neptuno, en su base, aparecía rodeada de mecheros de gas
encerrados en globos de cristales de colores. El tridente estaba también
dibujado con luces de gas. La fuente de Cibeles, por su parte, también estaba
rodeada de un círculo de globos de cristales de colores y largos mecheros
surtidores brotaban del fondo del agua.
La carroza real por las calles de Madrid. |
El
ajuar de la novia fue enteramente confeccionado en España, y no podía ser de
otra forma al tratarse de una futura Reina de España. El vestido fue costeado
por Alfonso XII y costó la cantidad de treinta y dos mil quinientas cuarenta y
seis pesetas. Los zapatos que le acompañaron fueron planos para que no
pareciera más alta que el Rey. Por lo demás, la novia portaba ricas joyas;
destacaban por su hermosura, las perlas y los diamantes.
Alfonso
XII dirigió a la Comisión del Congreso de los Diputados un discurso con motivo
de su enlace, en el que entre otras cosas decía: “Señores diputados, el enlace
que voy a contraer, inspirado al propio tiempo que por los más puros afectos
del corazón por el conocimiento de las altas prendas que adornan a la que ha de
compartir conmigo el Trono de San Fernando y de la Católica Isabel, del mismo
modo que motiva vuestros entusiastas plácemes, alcanza sin duda los del país, a
quien legítimamente representáis, y merece la unánime felicitación de las
potencias amigas...”.
El
día de la boda, con Madrid totalmente engalanado, el Rey salió del Palacio Real
a las diez y media con toda la comitiva, tomando la calle Mayor, la Puerta del
Sol, la carrera de San Jerónimo, el paseo del Botánico y paseo de Atocha hasta
la Basílica de Atocha. El cortejo de la novia salió del Palacio de Aranjuez y
llegó en tren a la estación de Atocha desde donde se trasladó a la basílica. La
desposada había salido a las nueve de la mañana de Aranjuez y su tren había
parado en los principales pueblos de la Comunidad de Madrid, en ese entonces:
Ciempozuelos, Pinto, Getafe... para que los vecinos de estas localidades
pudieran ver a la novia. La contrayente tardó en llegar a Madrid una hora y
siete minutos.
Boda de Alfonso XII y María de las Mercedes. |
La
ceremonia tuvo lugar en la Real Basílica de Atocha, iluminada para la ocasión
con más de mil cirios y fue oficiada por el cardenal Benavides. Don Francisco
de Borbón, padre del monarca, ejerció como padrino y la madrina fue la infanta
Isabel, aunque en principio iba a ser doña Cristina, abuela del Rey, pero tuvo
que ser sustituida en el último momento, debido a una indisposición.
Ya
casados, Alfonso XII y doña María de las Mercedes regresaron al Palacio Real
después de hacer un espléndido recorrido por el paseo de Atocha, el Botánico,
el paseo del Prado, la calle de Alcalá, la Puerta del Sol, la calle Mayor y el
Arco de la Armería. La lujosa carroza en la que iban los novios llevaba en el
techo la corona real y estaba tirada por ocho caballos españoles.
Cortejo real en la boda de Alfonso XII y María de las Mercedes. |
Al
enlace real acudieron las infantas doña María del Pilar, doña María de la Paz y
doña María Eulalia; los infantes duques de Montpensier con sus hijos, la
infanta doña Cristina, viuda del infante don Sebastián; los embajadores
acreditados y enviados extraordinarios, el Cuerpo Diplomático acreditado en
Madrid, ministros y altos dignatarios de la Corte, capitanes generales del
Ejército, caballeros del Toisón...
Regalos de los contrayentes. |
El
Rey regaló a la novia la corona real, los pendientes y el collar de perlas.
María Mercedes obsequió al Rey con la espada de honor que vemos a la izquierda
de esta imagen. La diadema que aparece abajo fue un regalo de la princesa de
Asturias a la Reina
Muchos
de los regalos de boda que el pueblo quiso hacer a los novios se reunieron en
las oficinas del periódico “La Correspondencia”. Hubo presentes de todo tipo,
desde un aparato ortopédico hasta libros sobre estudios topográficos.
Para
cubrir el lecho de los Reyes en su noche nupcial se utilizó una joya de la
tapicería española: se trataba de un tapiz bordado en oro que fue confeccionado
en la Real Fábrica de Tapices de Madrid, levantada en el reinado de Carlos III
expresamente restaurada con motivo del enlace de Alfonso XII.
María
de las Mercedes murió al año siguiente en 27 de junio de 1879. Unos dicen que
murió en un aborto, y otros, que murió de fiebres malignas.
Se
disfrazó el motivo de su fallecimiento, un contagioso tifus, tras la apariencia
de un embarazo para evitar comentarios.
El funeral de María de las Mercedes. |
El
destino y el error médico, por qué no admitirlo, convirtieron el reinado de
María de las Mercedes de Orléans y Borbón en el más breve de tan solo 154 días
exactamente. Cinco meses de felicidad pero, ante todo, de angustia, desde que a
finales de marzo de 1878 la salud de la reina empezó a resentirse.
Enamorada
hasta el tuétano de su esposo y primo el rey Alfonso XII, con quien contrajo
matrimonio el 23 de enero de aquel mismo año en la madrileña basílica de
Atocha, la reina Mercedes se apagaría sin remedio como una vela.
Al
principio se pensó que su palidez y los mareos y vómitos que la confinaron en
sus aposentos privados eran consecuencia del embarazo. Poco después, el doctor
Tomás Corral y Oña, marqués de San Gregorio y médico de cabecera del rey,
intentó detener en vano la amenaza de aborto. El trance ocasionó un serio
disgusto al monarca, preocupado también por verse privado del sucesor que tanto
anhelaba.
Más
de un siglo después, el doctor Enrique Junceda valoraba así el triste
acontecimiento: “La etiología de este aborto es difícil de precisar, pues se
presentó al regreso de un largo paseo a caballo, hecho que pudo haber sido
puramente casual o bien desencadenante del mismo; o pudo ser también la
interrupción gravídica derivada de la infección latente que poco tiempo después
había de llevarla al sepulcro”.
Sea
como fuere, el padre de la malograda parturienta, Antonio de Orleáns, duque de
Montpensier, recomendó cautela a su regio yerno en una carta enviada desde
Bolonia, el 2 de abril: “Venga ahora el sermón: después de este malparto, toda
precaución ha de ser poca; hay que quemar las sillas de señora, los coches de
jacas, los ‘‘breaks’’ duros, y al menos, indicar chaise-longue y descanso
absoluto; perdona eso a un viejo abuelo que tiene también mucho empeño en serlo
también por tu lado”.
D. Tomás del Corral y Oña, ginecólogo de la reina Isabel II y médico de la Casa Real que atendió a la reina María de las Mercedes.. |
Restablecida
en apariencia en el mes de abril, la reina Mercedes acusó de nuevo un paulatino
cansancio desde finales de mayo. Nuevamente, los médicos sospecharon que podía
tratarse de otro embarazo, dadas sus persistentes náuseas y vómitos.
De
hecho, el marqués de San Gregorio firmó en la “Gaceta” el primer parte
facultativo el 18 de junio: “Viene aquejada desde fines del mes anterior de las
molestias que anuncian algunas veces el principio del embarazo. En estos
últimos se ha observado en S. M. una fiebre poco intensa de forma intermitente
y tipo irregular, que ha desaparecido en virtud de los medios apropiados; pero
persiste la predisposición al vómito y la inapetencia, con el malestar y
debilidad consiguientes”.
Una
semana después, el mismo periódico reproducía otro parte oficial anunciando que
la vida de la reina corría grave peligro tras producirse una hemorragia.
Al
día siguiente, 26 de junio de 1878, sobrevino el fallecimiento del cual daba
noticia así el marqués de Gregorio, en la “Gaceta”: “Cumplo el dolorosísimo
deber de poner en conocimiento de V. E. que S. M. la Reina nuestra Señora doña
María de las Mercedes Orleáns y Borbón ha fallecido a las doce y cuarto del día
de hoy a consecuencia de una fiebre gástrica nerviosa, acompañada de grandes
hemorragias intestinales”.
Pero
María de las Mercedes pudo haber conservado la vida si no hubiese sido por el
error de los médicos. Una vez más, los doctores no acertaron con el tratamiento
de la grave enfermedad, disfrazada ante el pueblo para evitar comentarios, dado
que en realidad se trataba de un tifus, como tal, contagioso. El falso
diagnóstico fue, recordemos: “fiebre gástrica-nerviosa”.
La
suerte de María de las Mercedes pudo haber cambiado si la reina hubiera sido
tratada exclusivamente por el padre de Jacinto Benavente, el primer pediatra
que hubo en España. Su hijo, el ilustre Premio Nobel de Literatura, al menos
estaba convencido de ello: “Yo estoy seguro, decía don Jacinto, de que si mi
padre se hubiera encargado de la asistencia de la Reina, pero él solo, sin
intromisiones de otros médicos, la reina Mercedes no hubiera muerto en plena
juventud. Mi madre, que sentía plena simpatía por la pobre reina, cuya muerte
fue muy sentida en toda España, se lamentaba muchas veces de que no se hubiera
llamado a mi padre, y no ciertamente por presumir de señora de médico palatino,
sino porque siempre creyó que los médicos no habían entendido la enfermedad”. Y
no sólo no la entendieron, sino que la falsearon a los ojos del pueblo entero
para evitar el escándalo.
Tribute
to Queen Maria de las Mercedes of Spain
La famosa cantante de ópera Elena Sanz Martínez de Arrizola, amante del rey Alfonso XII con la que tuvo dos hijos varones. |
Alfonso
XII era un fanático del sexo, igual que su madre, y al perder a su esposa con
la que copulaba a todas horas, buscó sustitutas por Madrid. José Osorio de
Silva le buscó compañía, para evitar los inconvenientes públicos de la lujuria
del Rey, y al fin Alfonso se quedó con una cantante famosa llamada Elena Sanz
Martínez de Arrizola, 1849-1898, con la que tuvo dos hijos, Alfonso Sanz,
1879-1970, y Fernando Sanz, 1880-1922. Por su parte, Elena tenía ya un hijo
antes de esta relación, y se llamaba Jorge. Durante su posterior matrimonio con
María Cristina de Habsburgo, el Rey Alfonso XII estuvo siempre con Elena Sanz,
por lo que María Cristina no podía ser feliz, pues conocía la situación. María
Cristina desempeñaba un papel, el de dar un hijo legítimo al Rey, pero nada
más. Elena Sanz disfrutaba de una pensión estatal de 60.000 pesetas anuales,
menos de los que ella ganaba en el escenario, pero muy cuantiosa de todos
modos. En 1885, tras morir Alfonso XII, se le retiró la pensión a Elena, y
entonces contrató como abogado a Nicolás Salmerón, el cual presentó las cartas
que el Rey había escrito a Elena, las cuales demostraban que Alfonso y Fernando
eran hijos del Rey.
Se la indemnizó con 750.000 pesetas, una cantidad
importante, equivalente a 220 años de sueldo de un obrero. En 1903, Elena y sus
hijos estaban arruinados, en parte porque un banquero había invertido mal, y en
parte porque gastaban en París sin límites. Demandaron al banquero, Prudencio
Ibáñez Vega, y obtuvieron una indemnización de 300.000 francos, pero el
banquero pagó con acciones que no valían nada, y sólo obtuvieron 72.000 francos
limpios. En 1906, reclamaron el apellido Borbón, lo cual equivalía a ser
reconocidos Infantes de España y cobrar la pensión correspondiente. Entonces
perdieron el caso, pero el abogado argumentó que, en España, los hijos
bastardos no tenían derecho alguno sobre la Familia Real, lo cual era una
afirmación compleja, pues Alfonso XII era hijo bastardo, ya que su padre no era
el marido de la Reina Isabel II. Alfonso Sanz emigró a México. Fernando Sanz se
hizo mecánico en París y vivió honradamente de su trabajo.
Elena Sanz con sus hijos Alfonso y Fernando. |
Inmediatamente
después de la muerte de María de las Mercedes, Alfonso XII se casó de nuevo, el
29 de noviembre de 1879, con María Cristina de Habsburgo Lorena, (1858-1929),
hija de los Archiduques de Austria prima del Emperador Francisco José de
Austria, y con ella tendría tres hijos: María de las Mercedes (1880-1904),
María Teresa (1882-1912) y Alfonso de Borbón (1886-1941).
Cuando
María Cristina nació, en Julio de 1858, nada hubiera hecho presagiar que, en
algún momento, llegaría a ocupar el trono de España. Era prima segunda del
emperador Francisco José y pasó su infancia entre Bohemia y la corte de Viena
llevando una vida discreta, en el segundo plano de una corte que era sin duda
una de las más glamurosas de la Europa del momento. A mí me da la sensación de
que María Cristina, “Christa”, como la llamaba su familia, intentó siempre
compensar su relativa falta de atractivo físico (no era fea, pero la verdad es
que tampoco destacaba, como su madre, por lo contrario) con una esmerada
educación. Tocaba varios instrumentos musicales con no mal oído, hablaba varios
idiomas y poseía vastos conocimientos de historia y de literatura.
Cuenta
la historia que María Cristina se encontró por primera vez con su futuro
marido, Alfonso XII, cuando este era apenas un chavalín que pasaba el exilio en
Viena, estudiando en el Theresianum. Cuentan también que la sensible austriaca
se enamoró perdidamente de aquel joven bajito, simpático, de ojos
aterciopelados, que debía de gozar de un desparpajo, una ligereza y una
desenvoltura que a ella le fueron negadas siempre. Tras la restauración,
Alfonso volvió a España y se casó con una prima suya, tan guapa como él y con
la que parecía estar destinado a formar una pareja longeva y feliz, María de
las Mercedes de Orleans-Montpensier.
Este
matrimonio deshizo las esperanzas de “Christa” la cual se hizo abadesa (sin
ordenar) de las canonesas de Praga.
La joven María Cristina de Habsburgo Lorena, conocida familiarmente por "Christa". |
Pero
el destino volvió a mezclar las cartas: María de las Mercedes murió a los seis
meses de casada y el joven Alfonso XII quedó sumido en el desconsuelo. Urgía
sin embargo buscarle otra esposa, porque la monarquía recién restaurada en su
persona estaba en una situación delicada.
La
“Reina Niña” había muerto prematuramente sin dejar ningún heredero a la Corona
y a pesar de que el rey estaba sumido en un profundo dolor, era urgente que
contrajera de nuevo matrimonio para dar un heredero al trono. En esta ocasión,
el monarca tuvo que dejar de lado todo el romanticismo que había impregnado su
primera historia de amor y buscar a la candidata ideal. María Cristina de
Habsburgo Lorena no fue muy apreciada por el pueblo al principio, pero ella
pudo demostrar con el tiempo que sería una magnífica Reina para España.
Cánovas
del Castillo, uno de los genios políticos de la España del siglo XIX, se puso a
buscar por Europa damas nobles casaderas y se topó con María Christina de Habsburgo-Lorena.
Al rey, en el estado en el que se encontraba, le hubiera dado igual ocho que
ochenta, así que se concertó un encuentro en Arcachon, en el sur de Francia.
“Christa”
apareció junto con su madre y cuentan que puso sobre el piano, que había en la
habitación en donde se celebró la entrevista, una foto de la difunta María de
las Mercedes. Este detalle de exquisita sensibilidad terminó de inclinar la
opinión del rey.
Fue
el Emperador de Austria quien negoció la boda con María Cristina de Habsburgo,
porque la familia de María Cristina se había empobrecido y la habían ingresado
en el “Capítulo de las Damas Nobles Canonesas”, una institución creada para
proteger hasta a veinte Damas de la nobleza austríaca caídas en desgracia. El
Emperador daba así salida a una de ellas. Como María Cristina de Habsburgo
Lorena era católica, le parecía perfecta para el trono de España. Pero el
destino de la chica era bien triste, y se limitaba a parir un heredero del Rey
de España.
https://www.youtube.com/watch?v=AmWqrWbE5pM
María
Cristina de Habsburgo-Lorena: la reina virtuosa
El
destino, sin embargo, parece ensañarse siempre con las personas buenas como
María Cristina de Habsburgo. El hombre del que ella reverenciaba y del cual
estuvo enamorada hasta más allá de la muerte, jamás la quiso. Después de
aquella entrevista primera, que tuvo por testigos a la madre de la novia y a
Alcañices, mano derecha del rey, cuentan que este último empezó a ensalzar las
cualidades de la austriaca. Pasados unos minutos, el rey le paró y dijo: “No te
esfuerces, Alcañices, que no es guapa. Ahora, la que está “bomba” es mi
suegra”. En estos términos se desarrollaron siempre sus relaciones.
La
novia fue puesta inmediatamente en manos de su futura suegra, la reina madre
Isabel II, la cual empezó a adiestrarla para su nuevo papel. La reina castiza
estaba encantada con la austriaca, una nuera discreta, tímida y que se dejaba
llevar, pero es muy probable que María Cristina practicara la mejor virtud que
tuvo siempre: ver, oír y callar.
Perteneciente
a la estirpe de los Habsburgo, doña María Cristina contaba entre sus
antepasados a Reyes y Emperadores. Sus padres eran tíos del emperador austríaco
Francisco José I. Cuando Alfonso XII visitó por primera vez a María Cristina,
ésta colocó sobre la tapa de un piano el retrato de María de las Mercedes,
hecho que le valió la aprobación del monarca, todavía tremendamente afectado
por la muerte de su primera esposa.
Boda de Alfonso XII con María Cristina de Habsburgo Lorena en la basílica de Atocha. |
La
boda con María Cristina se celebró en la basílica de Atocha, un frío y soleado
día invernal y el banquete se celebró en un Palacio de Oriente lujosamente
alhajado. Por cierto, este salón, que es el que se usa actualmente, se inauguró
en aquella ocasión. En el antiguo comedor de gala había estado expuesto el
cadáver de María de las Mercedes, y Alfonso XII no quiso que fuera utilizado
nunca más. “Christa” tenía 21 años cuando se casó.
El
Rey hizo espléndidos regalos a María Cristina, entre ellos las joyas realizadas
en los talleres del señor Marzo. Todas ellas estaban hechas de oro fino y
brillantes delicadamente trabajados. El valor total de los regalos ascendía a
cinco millones de pesetas de las de entonces. No obstante, el pueblo estaba
todavía altamente conmocionado con la muerte de la joven Reina María de las
Mercedes, y María Cristina no lo tuvo nada fácil para ganarse el favor de los
españoles. De hecho, cuando la comitiva real volvía al palacio, los que
pudieron verla destacaron en ella una actitud algo arrogante. Pronto, sin
embargo, fue bautizada con el sobrenombre de “Doña Virtudes”, por su esmerada
educación y cualidades personales.
María
Cristina de Habsburgo - Lorena, "Doña Virtudes", la reina extranjera.
La
dote que dio la novia, trescientas cincuenta mil pesetas, le fue proporcionada
por Francisco José I, ya que la madre de la futura Reina de España apenas
contaba con recursos económicos. El ajuar de María Cristina, que fue
confeccionado en París, fue un regalo de su futuro marido, Alfonso XII.
El
mismo día de la boda, el 29 de noviembre de 1879, a las ocho de la mañana se
reunieron en la plaza de la Armería las bandas de música de todos los cuerpos
que componían la guarnición de Madrid. Después de ejecutar una diana,
recorrieron la calle Mayor, la Puerta del Sol y la calle de Alcalá. En Madrid,
se prohibió circular en carruaje por determinadas calles durante el día del
enlace y las jornadas posteriores, y se decretó que las personas que marcharan
por lugares céntricos deberían hacerlo a pie.
La
novia lucía un magnífico traje de raso blanco con cola cuadrada y bordado de
plata, hecho en Madrid. El manto, también de raso, llevaba bordadas flores de
lis con hilo de oro además de dos hileras de encaje entre las cuales aparecían
rosas blancas y flores de azahar. En Barcelona, por su parte, se confeccionaron
las cuatro elegantes mantillas de blonda que formaban parte del trousseau
regio.
Asistieron
a la boda, la reina Madre Isabel II, la archiduquesa Isabel, las infantas doña
María de la Paz, doña María Eulalia y doña Cristina; los embajadores y Cuerpo
Diplomático acreditados en Madrid, los Ministros del Gobierno, así como los
Capitanes Generales del Ejército.
La comitiva real hace su regreso al Palacio de Oriente. |
A
las dos y media de la tarde, concluida ya la ceremonia religiosa, la comitiva
real emprendió el regreso al palacio de Oriente por los paseos Botánico y del
Prado, la calle de Alcalá, la Puerta del Sol, la calle Mayor, la calle Bailén y
la plaza de la Armería. La pareja correspondía a los saludos de las personas
que acudieron a la capital española para ver a los jóvenes esposos. Hasta
trescientas cincuenta mil personas siguieron el recorrido de la carroza real.
La
iglesia donde se celebró el enlace matrimonial fue la Real Basílica de Atocha,
y la hora, las doce y media de la mañana. Presidió la ceremonia el cardenal
Benavides, patriarca de las Indias. Fueron padrinos de la pareja el archiduque
Raniero, en nombre del Emperador de Austria, y la archiduquesa María.
Se
proclamaron, como en la anterior boda del Rey, varios días de fiesta en las que
hubo representaciones teatrales y, cómo no, los populares festejos taurinos de
la época. María Cristina, a pesar de que no le gustaba la fiesta popular, tuvo
que asistir a todos ellos para no caer en desgracia al pueblo. Al día siguiente
del enlace, toda la Familia Real acudió a la representación que tuvo lugar en
el teatro de la Opera para presenciar “Los hugonotes”.
La reina María Cristina y Alfonso XII con su primera hija María de las Mercedes de Borbón,en recuerdo de la reina fallecida. |
En
1880, nació María de las Mercedes de Borbón y, como primera hija de
Alfonso XII, fue proclamada Princesa de Asturias en 1881.
A
pesar de que nuestra “Christa” hizo todo lo posible porque no fuera así, en
aquella pareja el amor fluyó casi siempre solamente en una sola dirección.
Alfonso XII nunca quiso a su mujer y, de hecho se entregó a aventuras amorosas
de todo género.
Al
principio, el pueblo de Madrid, presa de lo que podríamos llamar “el síndrome
Rebeca” (la muerta, María de las Mercedes era, a priori, mucho más salada que
la austriaca) no le tuvo mucha simpatía a María Cristina pero luego, conforme
las infidelidades del rey se fueron haciendo públicas, la gente se compadeció
de aquella pobre mujer e, incluso, muchos años después de que muriese, la copla
le consagró un monumento. Reina y Señora se llama y, en ripios inmortales,
canta el dolor de María Cristina:
“
de pie tras los ventanales/
a
veces llega la aurora/
sufriendo
celos mortales/
igual
que una reina mora”.
Rey Alfonso XII visitando el Hospital de los Coléricos de Aranjuez. Cuadro de José Bermudo Mateos, 1887. |
El rey Alfonso XII, a quien vemos en esta pintura visitando el Hospital de Coléricos de Aranjuez, falleció a causa de una tuberculosis en el Palacio de El Pardo a los 27 años de edad. Fue conocido como “El Pacificador” por sus esfuerzos en terminar con la III Guerra Carlista, consolidar las instituciones y la monarquía. Su esposa, la reina María Cristina, ocupará la Regencia hasta la mayoría de edad de su hijo Alfonso XIII.
Como
ya comentamos anteriormente, Alfonso XII, tuvo dos hijos fuera del matrimonio
con la contralto Elena Sanz (con la cual, por cierto, María Cristina ajustaría
cuentas en su viudez, porque una cosa es ser sufrida y otra no tener una
memoria de elefante para los agravios).
Alfonso
entró en contacto con la cantante Elena Sanz y Martínez de Arrízala a raíz de
la llegada a Viena de la famosa soprano italiana Adelina Patti, a cuya compañía
de ópera pertenecía entonces “la Sanz”. De creer a los testimonios de la época,
parece ser que fue ella la que tomó la iniciativa de verse con el heredero,
pues le pidió por escrito concertar una cita privada. Desde aquel primer
momento, el tutor de Alfonso, el barón Morphy, se percató de la honda impresión
que la cantante había causado en su pupilo. Un encuentro que, a juicio de su
preceptor, había distraído mucho a Alfonso de sus obligaciones estudiantiles.
Fue en Viena donde el joven príncipe Alfonso entabló las primeras relaciones,
en el más amplio sentido de la palabra, con la cantante Elena Sanz, que acabó
siendo su amante y, en palabras de la propia Isabel II, “mi nuera ante los ojos
de Dios.”
Uno
de estos hijos, lo que son las cosas, llamado Fernando Sanz y Martínez de
Arrízala, los apellidos de soltera de su madre, fue un destacado ciclista de la
“Belle Epoque” y participó en los juegos olímpicos de 1900 representando a
Francia y ganó una medalla de plata.
A
pesar de todo, durante estos años Alfonso XII cumplió con su nueva esposa por
lo menos dos veces, dándole (para pesar del llamado “partido dinástico”) dos
hijas. A la primera, María Cristina le puso María de las Mercedes y a la
segunda, María Teresa.
Rey Alfonso XII y la reina María Cristina de Habsburgo. |
Hacia
1884, el Rey Alfonso empieza a utilizar pañuelos rojos y toda la corte, servil
como era entonces, le imita, considerándolo una divertida excentricidad real.
Sin embargo, solo unas pocas personas, entre ellas su esposa Cristina, conocen
la razón: Alfonso de Borbón ha enfermado de tuberculosis, un mal prácticamente
incurable en aquella época, y camuflaba con los pañuelos las hemorragias
pulmonares que son la marca inconfundible de la enfermedad.
Por
razones políticas, la enfermedad del rey se llevó en el más absoluto secreto,
hasta que el estado del monarca se agravó tanto que fue necesario que se recluyese
en el Palacio de Aranjuez. Cánovas insiste en que tanto María Cristina como la
Reina Madre, Isabel II (la cual, entretanto, ha sido autorizada a pasar algunos
días en Madrid de vez en cuando), hagan vida normal en lo posible, que se las
vea en el Teatro Real y otras ocasiones de gala. María Cristina se encarga de las
tareas oficiales en representación de Alfonso. En la fase final de la
enfermedad, Cánovas hace correr por Madrid la especie de que el Rey tiene un
catarro muy fuerte del que debe recuperarse lejos del ajetreo de la capital.
Reyes Alfonso XII y María Cristina. |
“Christa”,
la fuerte austriaca, ensayando el papel de reina constitucional que más tarde
bordaría, deja en un segundo plano su obvio sufrimiento personal y trata de
aparentar normalidad, escapándose algunos días por semana, en secreto, a ver al
rey a Aranjuez.
En
una de estas visitas, María Cristina le anuncia que está embarazada por tercera
vez. Alfonso XII no llegará a conocer a la criatura: el Rey muere el 25 de
Noviembre de 1885, una semana antes de cumplir los veintisiete años. Fallece,
por cierto, en absoluta soledad ya que ni su madre ni María Cristina son
autorizadas a estar con él en el último momento. Por esta razón se revelan como
apócrifas aquellas palabras que, según algunos, Alfonso dirigió a su esposa en
su lecho de muerte. Aquello de “Cristinita, guarda el coño y de Cánovas a
Sagasta y de Sagasta a Cánovas”.
Muerte del rey Alfonso XII a los 28 años de edad por tuberculosis. |
Alfonso
XII murió el 25 de noviembre de 1885 a los 28 años de edad por tuberculosis,
seis meses antes del nacimiento de Alfonso XIII, su tercer hijo. Alfonso, como
varón, hizo decaer los derechos de su hermana María de las Mercedes y fue
proclamado Rey.
Años después la reina regente Maria Cristina con sus tres hijos. |
Las
actas del Ayuntamiento de la villa de Higuera de Arjona correspondientes al
tercer trimestre del año 1875 son las siguientes:
ACTA
DE LA VIGÉSIMA SESIÓN ORDINARIA DEL AYUNTAMIENTO DE LA HIGUERA DE ARJONA DE
FECHA 1 DE JULIO DE 1875.
“Acuerdo…y
En la Villa de
la Higuera de Arjona a primero de Julio de mil ochocientos setenta y cinco, se
reunió el Ayuntamiento en sesión bajo la presidencia del Sr. Alcalde D. Domingo
S. Fuentes, por cuyo señor se declaró abierta la sesión y leída el acta
anterior quedó aprobada:
Por
el Sr. Presidente se hizo presente á la corporación municipal lo conveniente
que sería nombrar una comisión para que inspeccionen la recaudación al
Recaudador D. Antonio Mercado y los que haya recaudado por la Administración de
Consumos y cualquier otro cargo que egerza del municipio y se acordó por
unanimidad nombrar al teniente Alcalde D. Juan Pérez Serrano, al Regidor D.
Francisco Agudo Cubillas y el
Depositario D. Ildefonso de Fuentes, á fin de que se vea el estado de los
fondos y en su vista ingresos en la diputación provincial u Administración
Económica por cuenta e su adeudo.
Al
mismo tiempo se acordó que la Secretaría del Ayuntamiento se traslade á la casa
de D. º Casta Mercado donde servirá
de sala capitular una habitación llamada despacho, cuya habitación será hasta
San Pedro del año mil ochocientos setenta y seis.
Con
lo cual se lebantó la sesión firmando cada uno como acostumbra y de todo ello
como Secretario Certifico =
Al
final del texto aparecen las firmas de los señores siguientes:
Domingo
S. Fuentes. Juan Pérez Serrano. Dice:
Es X de Francisco Agudo. Dice:
Es X de Manuel Giménez.
Hipólito
Martínez. Secretario.
ACTA
DE LA SÉPTIMA SESIÓN EXTRAORDINARIA DEL AYUNTAMIENTO DE LA HIGUERA DE ARJONA DE
FECHA 5 DE JULIO DE 1875. Es la vigésimo séptima reunión de este año de 1875,
se habían celebrado veinte reuniones ordinarias, y con ésta siete reuniones
extraordinarias.
“Acuerdo…
y En la Villa
de la Higuera de Arjona á cinco de Julio de mil ochocientos setenta y cinco, se
reunió el Ayuntamiento en sesión estraordinaria, con asistencia de los vocales asociados cuyos nombres de los
concurrentes se expresan al margen bajo la presidencia el Sr. Alcalde D.
Domingo S. Fuentes por cuyo señor se declaró abierta la sesión pública y se
hizo presente á los Señores concurrentes la comunicación del Sr. Gefe Económico
de esta provincia respectiba al 30 de Junio último sobre el encabezamiento de
Consumos que ha hecho la
Administración por dicho concepto, sal y cereales, en vista de haberse retrasado la
comisión nombrada al efecto en pasar á la capital á hacer el concierto, el cual
es para el año económico de 1875 ´76 por
la suma de seis mil doscientos treinta y dos pesetas.
Fondos
por consumos 3201 pesetas = por Sal 800 = y por cereales 2221.
En
tal estado y deseosos los señores presentes de vuscar medios con que cubrir
dicha cuota y otros gastos, se acordó por unanimidad arrendar en pública
subasta á la esclusiba el aceite, vinagre, Degüello de los cerdos para el
consumo ordinario de cada vecino y el impuesto indirecto de un cuarto á cada
pan de dos libras que se consuma dentro del término Jurisdiccional de esta
Villa, y que se verifique dicha subasta en dos remates que tendrá lugar el
primero el día once del corriente y la segunda y última a los ocho días de verificada la primera. Al mismo tiempo se
acordó se forme el espediente y pliego de condiciones por la Junta de presupuestos para
que los licitadores sepan los derechos y obligaciones que tienen que cumplir
como los deberes que tiene el público y en la forma que se han de rematar los
artículos espresados y condiciones de los mismos. Todo fue acordado y aprobado
firmando cada uno como acostumbran y de todo ello como Secretario Certifico =
Al
final del texto aparecen las firmas de los señores siguientes:
Domingo
S. Fuentes. Juan José Mercado. Juan Pérez Serrano. Dice:
Es X de Francisco Agudo. Dice: Es X de Manuel Giménez.
Hipólito
Martínez. Secretario.
ACTA
DE LA VIGÉSIMO PRIMERA SESIÓN ORDINARIA DEL AYUNTAMIENTO DE LA HIGUERA DE
ARJONA DE FECHA 6 DE JULIO DE 1875.
“Acuerdo…y
En la Villa de
la Higuera de Arjona á seis de Julio de mil ochocientos setenta y cinco, se
reunió el Ayuntamiento en sesión bajo la
presidencia del Sr. Alcalde D. Domingo
S. Fuentes por cuyo señor se declaró abierta la sesión y se hizo presente á la
corporación la necesidad que había de regirse para los gastos é ingresos por el
presupuesto del año económico anterior ínterin se forma y aprueba el del
egercicio corriente por el año económico de mil ochocientos setenta y cinco á
setenta y seis. El Ayuntamiento en su vista acordó por unanimidad aprobar como
de legítimo abono todos los pagos y
cobros que ordene el Sr. Alcalde. Al mismo tiempo se acordó librar la suma de
treinta y cinco pesetas para gastos de comisión de quintos por el nombramiento
que tiene hecho. Con o cual se lebantó la sesión y firma cada uno como
acostumbra de que yo el Secretario certifico =
Al
final del texto aparecen las firmas de los señores siguientes:
Domingo
S. Fuentes. Juan José Mercado. Juan Pérez Serrano. Dice:
Es X de Manuel Giménez. Dice: Es X de Francisco Agudo.
Hipólito
Martínez. Secretario.
ACTA
DE LA OCTAVA SESIÓN EXTRAORDINARIA DEL AYUNTAMIENTO DE LA HIGUERA DE ARJONA DE
FECHA 13 DE JULIO DE 1875. Es la vigésimo novena reunión del año 1875, y la
octava reunión extraordinaria.
”Acuerdo…y
En la Villa de
la Higuera de Arjona á trece de Julio de
mil ochocientos setenta y cinco, se reunió el Ayuntamiento en sesión
estraordinaria bajo la residencia del Sr. Alcalde por cuyo señor se declaró
abierta la sesión extraordinaria: Diose cuenta á la corporación municipal de
una solicitud suscrita por María Elena Cubillas y Blas Moreno en fecha diez de
Julio corriente, interesando se eliminen del padrón de vecinos por tratar mudar
de domicilio. El Ayuntamiento en su vista acordó su eliminación por creerla
procedente.
Acto
seguido se acordó bajar la tercera parte á la renta del impuesto indirecto
sobre el pan y vendedores ambulantes de comestibles puesto que en las cuatro mil pesetas que está
anunciada no se ha presentado licitador y anunciarla por tres mil pesetas.
Así
mismo se acordó por unanimidad autorizar al Sr. Alcalde para que transfiera
créditos de su artículo y capítulo á otro del presupuesto.
Con
lo cual se lebantó la sesión y firma cada uno como acostumbran y de todo ello
como Secretario certifico =
Al
final del texto aparecen las firmas de los señores siguientes:
Domingo
S. Fuentes. Juan José Mercado. Juan Pérez Serrano. Dice:
Es X de Francisco Agudo. Dice: Es X de Manuel Giménez.
ACTA
DE LA VIGÉSIMO SEGUNDA SESIÓN ORDINARIA DEL AYUNTAMIENTO DE LA HIGUERA DE
ARJONA DE FECHA 17 DE JULIO DE 1875.
“Acuerdo…y
En la Villa de
la Higuera de Arjona á diez y siete de Julio de mil ochocientos setenta y
cinco, se reunió el Ayuntamiento en sesión ordinaria bajo la presidencia del
Sr. Alcalde por cuyo señor se declaró abierta la sesión y se hizo presente á la
corporación la necesidad que hay de cobrar el Cuatro por ciento de arbitrios
que se hecho cargo el banco de España y para ello se hace necesario autorizar á
Don Antonio Gilabert para que cobre dicho cuatro y comparezca por lo que se
adeuda por consumos en la
Administración económica de esta provincia y que al efecto se
le pase atenta comunicación al agente como apoderado el municipio.
Con
lo cual se lebantó la sesión y de todo ello como Secretario certifico =
Al
final del texto aparecen las firmas de los señores siguientes:
Domingo
S. Fuentes. Juan José Mercado. Juan Pérez Serrano. Dice:
Es X de Francisco Agudo. Dice: Es X de Manuel Giménez.
ACTA
DE LA VIGÉSIMO TERCERA SESIÓN ORDINARIA DEL AYUNTAMIENTO DE LA HIGUERA DE
ARJONA DE FECHA 31 DE JULIO DE 1875.
“Acta
…y En la Villa
de la Higuera de Arjona á treinta y uno de Julio de mil ochocientos setenta y
cinco se reunió l Ayuntamiento en sesión ordinaria bajo la presidenta del Sr.
Alcalde por cuyo señor se declaró abierta la sesión y dijo: que es
indispensable cumplir con el artículo 62 de la ley municipal vigente y al
efecto opinaba se nombren las secciones que han de formarse y publicarse dentro
de dicho mes y el Ayuntamiento acordó se forme de propietarios la primera como
mayores contribuyentes = medianos ídem de labradores y ganaderos la segunda =
Tercera sección profesiones é industriales = cuarta sección braceros y colonos.
Y acordado así por unanimidad se lebantó la sesión de todo lo que yo el
Secretario certifico =
Al
final del texto aparecen las firmas de los señores siguientes:
Domingo
S. Fuentes. Juan José Mercado. Juan Pérez Serrano. Dice:
Es X de Francisco Agudo. Dice: Es X de Manuel Giménez.
Hipólito
Martínez. Secretario.
ACTA
DE LA VIGÉSIMO CUARTA SESIÓN ORDINARIA DEL AYUNTAMIENTO DE LA HIGUERA DE ARJONA
DE FECHA 7 DE AGOSTO DE 1875.
“Acta…
y En la Villa
de la Higuera de Arjona á siete de Agosto de mil ochocientos setenta y cinco,
se reunió el Ayuntamiento en sesión, bajo la presidencia del Sr. Alcalde, por
cuyo señor se declaró abierta la sesión
y se hizo presente á la corporación y diose cuenta del ingreso que ha
verificado su Depositario el Administrador
del Impuesto indirecto del pan durante el mes de Julio último, cuyo
cargo lo ha desempeñado D. Manuel
Clemente Pérez según acuerdo de la corporación fecha quince de Junio anterior.
En tal estado y vista la cuenta de lo recaudado durante dicho mes que importa
cuatrocientos sesenta y ocho pesetas de cargo y la data por lo consignado para
administración del impuesto importa treinta y cocho pesetas, benticinco
céntimos. Cuya cuenta ha sido examinada por el Ayuntamiento y la aprueba por
unanimidad, acordando se una al libro de
actas para su confrontación.
Al
mismo tiempo se acordó anunciar la bacante de médico cirujano para el año
económico corriente dotada con el sueldo anual de mil quinientas pesetas
pagaderas por trimestres vencidos, con más las iguales que pueda hacer entre
los vecinos no pobres que tiene el término municipal, á cuyo fin se mandará
insertar en el Boletín oficial de la provincia un ejemplar para su debida
publicidad.
Igualmente
se acordó rectificar el acuerdo de Primero de Julio del corriente año en su
última particular relatibo á la casa capitular que hay en la casa habitación de
Dª Casta Mercado y dejar sin efecto el
del Ayuntamiento anterior que había destinado en casa de Dª Angustias Martínez.
Del
mismo modo se acordó por unanimidad de nombrar dos auxiliares temporeros para
que auxilien en los recargados trabajos de la Secretaría de Ayuntamiento á fin
de que se llebasen con regularidad la Administración municipal puesto que carecen del
personal necesario y que al efecto se de aviso á D. José Castro vecino de Torredongimeno
y á D. Antonio Barranco que lo es de Escañuela, y en caso que dichos señores no
les fuese posible el personarse se nombren á otros que sean aptos para lo
espuesto anteriormente, interesando que se presenten en esta al desempeño de
sus funciones para mediados del próximo Setiembre ó á lo sumo para el beinte de
dicho mes. Con lo cual se lebantó la sesión aprobado que fue todo por
unanimidad firmando cada uno como acostumbra de que yo el Secretario certifico
=
Al
final del texto aparecen las firmas de los señores siguientes:
Juan
Pérez Serrano. Dice:
Es X de Francisco Agudo. Dice:
Es X de Manuel Giménez.
Hipólito
Martínez. Secretario.
A
continuación viene adjunta la lista de recaudaciones del Recaudador D. Manuel
Clemente Pérez, que dice así:
Lista
que presenta al Ayuntamiento el Recaudador del Impuesto indirecto del pan D.
Manuel Clemente Pérez de las cantidades recaudadas diariamente en el mes de
Julio del año 1875 á 1876 =
Nota.
A partir de la anotación correspondiente al día 7 no se puede apreciar la
anotación del valor en céntimos, el borde derecho del impreso de haya
deteriorado y queda incompleto.
Día Pesetas
Céntimos
1º
16. 25.
2 13. 25.
3 20. 25.
4 18. 75.
5 16. 25.
6 18.
75.
7 13.
8 16.
9 16.
10 15.
11 17.
12 13.
13 18.
14 16.
15 15.
16 16.
17 17.
18 16.
19 13.
20 14.
21 13.
22 15.
23 13.
24 18.
25 “5.
26 12.
27 16.
28 15.
29 “8.
30 11.
31 11.
Total recaudado:
468.
Higuera cerca de Arjona 1º de Agosto de
1875 =
Manuel Clemente
Pérez.
Cargo
Son
puestas cuatrocientas sesenta y ocho pesetas que tenía acordado en el mes de
Julio -----------------------------------468.
Data
Por
lo consignado como administrador del pan
durante el mes referido á razón de una peseta beinte y cinco céntimos treinta y
ocho pesetas setenta y cinco céntimos -----------------------38, 75.
Existencia
para el fondo municipal cuatrocientas beinte y nuebe pesetas beinte y cinco
céntimos -----------------------------429,25.
Higuera de Arjona fecha ut
supra.
Manuel Clemente Pérez.
ACTA
DE LA VIGÉSIMO QUINTA SESIÓN ORDINARIA DEL AYUNTAMIENTO DE LA HIGUERA DE ARJONA
DE FECHA 15 DE AGOSTO DE 1875.
“Acuerdo…y
En la Villa de
la Higuera de Arjona á quince de Agosto de mil ochocientos setenta y cinco, se
reunió el Ayuntamiento en sesión bajo la presidencia del Sr. Alcalde por cuyo señor se declaro abierta la sesión y
se ordenó al Secretario diese lectura al Decreto de treinta y uno de Julio
último y Reglamento é instrucción de diez de Nobiembre de mil ochocientos
sesenta para la ejecución del Real Decreto de 31 de Octubre del mismo año á que
se refiere el artículo once del que
antecede y enterada la corporación del artículo sesto de dicha instrucción se
acordó por unanimidad el nombramiento de la Junta municipal del censo y recayó el
nombramiento para el padrón quincenal que establece el artículo 17 de la ley de
20 de Agosto de 1870, en las
personas siguientes: 1º. El Alcalde, presidente2º.Todos los demás concejales
que constituyen el Ayuntamiento en la actualidad.3º. El Cura Párroco.4º. El
Juez municipal 5º. El profesor de instrucción primaria. 6º. El Secretario de
Ayuntamiento, cuya Junta quedará instalada en este mismo días la cual estando
presente aceptó el cargo para las operaciones de repartir y recoger las cedulas
de inscripción.
Todo
fue acordado y aprobado por unanimidad y se presentó al propio tiempo por la
comisión el presupuesto ó proyecto del mismo y examinado que fue por artículos
y capítulos se aprobó por unanimidad.
También
se acordó componer los caminos vecinales y que se autorice al Sr. Alcalde para
que ordene los pagos necesarios del capítulo y artículo correspondiente.
Con
lo cual se lebantó la sesión y de todo ello como Secretario , certifico =
Al
final del texto aparecen las firmas de los señores siguientes:
Juan
Pérez Serrano. Dice:
Es X de Manuel Giménez. Dice: Es X de Francisco Agudo.
Después
aparece escrito sin firma de los demás titulares de la Junta municipal pero no
aparece firma. El
Juez Municipal. El Párroco. El Profesor de Instrucción primaria.
Hipólito
Martínez. Secretario.
ACTA
DE LA VIGÉSIMO SEXTA SESIÓN ORDINARIA DEL AYUNTAMIENTO DE LA HIGUERA DE ARJONA
DE FECHA 13 DE SEPTIEMBRE DE 1875.
“Acta…
y En la Villa
de la Higuera de Arjona á trece de Setiembre de mil ochocientos setenta y
cinco, se reunió el Ayuntamiento en sesión bajo la presidencia del Sr. Alcalde
D. Juan Pérez Serrano, por cuyo señor se declaró abierta la sesión y se hizo
presente á la corporación la necesidad que había de examinar las listas de
todos los contribuyentes á quienes se les ha de bonificar en el segundo
trimestre del actual año económico por la delegación del Banco de España por lo
repartido de más por el premio de cobranza del 4 por cien de arbitrio municipal
ascendente á dos mil trescientas sesenta y dos pesetas diez céntimos en el Repartimiento
de la contribución Territorial, según lo prebenido por el Sr. Gefe Económico en
31 de Agosto pasado al aprobar dicho reparto.
En
tal estado y enterado el Ayuntamiento de la lista y visto se había anunciado al
público por término de tres días sin que se presenten reclamación alguna, se
acordó aprobarla por unanimidad y se saque copia certificada para su remisión á
la Administración Económica de esta provincia.
Con
lo que quedó aprobado por unanimidad se lebantó la sesión y de todo ello como
Secretario certifico =
Al
final del texto aparecen las firmas de los señores siguientes:
Domingo
S. Fuentes. Juan J. Mercado. Juan Pérez Serrano. Dice:
Es X de Manuel Giménez. Dice: Es X de Francisco Agudo.
Hipólito
Martínez. Secretario.
En la página de la izquierda parte final del acta vigésimo quinta de fecha 15 de agosto de 1875. En la página de la derecha el inicio del acta vigésimo sexta de fecha 13 de septiembre de 1875. |
ACTA
DE LA VIGÉSIMO SÉPTIMA SESIÓN ORDINARIA DEL AYUNTAMIENTO DE LA HIGUERA DE
ARJONA DE FECHA 21 DE SEPTIEMBRE DE 1875.
“Acta…
y En la Villa
de la Higuera de Arjona á veintiuno de Setiembre de mil ochocientos setenta y cinco; reunidos
previa citación los Señores que componen el Ayuntamiento y Junta pericial,
cuyos nombres de los concurrentes se expresan al margen, vajo la Presidencia
del Sor. Teniente Alcalde D. Juan Pérez Serrano por cuyo Señor se declaró
habierta la sesión y se ordenó al Secretario diese lectura á la circular número
715 de la Administración Económica de esta Provincia fecha 16 de Setiembre
corriente, y enterados de la Real Disposición fecha tres de dicho mes quedaron
en cumplirla bien y fielmente con respecto á loas reglas 4ª, 5ª, 6ª y 8ª en
cuanto les atañe sus prescripciones clara y terminante por ser el servicio de
que se trata de los más importantes por los resultados que ha de obtener el
Tesoro. Así mismo se acordó sacar copia certificada de esta acta y remitirla á la Administración en
el término de tercero día con atenta comunicación.
Con
lo cual se lebantó la sesión de que como Secretario certifico.
En
el margen izquierdo del texto del acta aparece la relación de asistentes a la
sesión municipal:
El
Teniente Alcalde
Juan
Pérez Serrano.
El
Síndico.
Juan
José Mercado.
Regidores.
Sebastián
Pérez Mercado.
Es
X de Regidor Manuel Giménez.
Es
X de Francisco Agudo.
José
Barragán.
José
Calero Martínez.
Es
X de Pedro Galán Jordan.
Al
final del texto aparecen las firmas de los señores siguientes:
Domingo
S. Fuentes. Juan J. Mercado. Juan Pérez Serrano. Dice:
Es X de Manuel Giménez. Dice: Es X de Francisco Agudo.
Hipólito
Martínez. Secretario.
ACTA
DE LA VIGÉSIMO OCTAVA SESIÓN ORDINARIA DEL AYUNTAMIENTO DE LA HIGUERA DE ARJONA
DE FECHA 25 DE SEPTIEMBRE DE 1875.
“Acuerdo…y
En la Villa de
la Higuera de Arjona á beinte y cinco de Setiembre de mil ochocientos setenta y
cinco; Reunidos prebia citación los señores que componen el Ayuntamiento, cuyos
nombres de los concurrentes se expresan al margen bajo la presidencia del Sr.
Alcalde D. Domingo S. Fuentes, por cuyo señor se declaró abierta la sesión
ordinaria, y se hizo presente á la corporación que teniendo que ausentarse de
esta localidad por una semana á ebacuar asuntos de familia, esperaba que la
corporación municipal le dispensara dicha ausencia y que ínterin regresaba; se
encargara el teniente Alcalde D. Juan Pérez Serrano. Oído por la corporación lo
espuesto por el Sr. Alcalde manifestaron que siendo justa la petición concedía
ocho días de licencia y que transcurrido este plazo si se necesitase alguno más
se le amplíe puesto que les consta tener que ausentarse con suma urgencia.
Así
mismo se dio cuenta á la corporación que los auxiliares temporeros de que se
hace suscrito en el acuerdo de siete de Agosto último han dado principio á los
trabajos el día beinte de este mes, y lo hace presente á fin de que sirba de
regla para la cantidad que se les abone por cuenta de su artículo y capítulo.
Con
lo cual y aprobado que fue por unanimidad se lebantó la sesión de que certifico
=
Al
final del texto aparecen las firmas de los señores siguientes:
Juan Pérez Serrano. Dice: Es X de Manuel Giménez. Dice: Es
X de Francisco Agudo.
Hipólito
Martínez. Secretario.
ACTA
DE LA NOVENA SESIÓN EXTRAORDINARIA DEL AYUNTAMIENTO DE LA HIGUERA DE ARJONA DE
FECHA 30 DE SEPTIEMBRE DE 1875. Es la trigésimo séptima reunión del año 1875.
Con esta reunión se celebraron hasta la fecha veintiocho reuniones ordinarias y
nueve sesiones extraordinarias.
“En
la Villa de la
Higuera cerca de Arjona á treinta de
Setiembre del año de mil ochocientos setenta y cinco, se reunieron en
las Salas Capitulares, en sesión extraordinaria, previa la oportuna
convocatoria los Sres. del Ayuntamiento que al margen se consignan y bajo la
presidencia del Sr. Teniente de Alcalde D. Juan Pérez Serrano en la actualidad
en ejercicio por disfrutar licencia el propietario.
Por
el indicado presidente se hizo presente á la Corporación que D. Antonio Mercado
dimitía espontáneamente del cargo de Recaudador de arbitrios y demás ingresos
municipales, fundado en el mal estado de su salud. El Ayuntamiento en vista de
ser atendibles las causas que al efecto espone el D. Antonio Mercado, acordó
relevarle de dicho cargo, ordenando que á seguida se lleve á cabo con el mismo
una minuciosa liquidación con presencia de los libros talonarios y demás documentos
que obren en su poder de los cuales así como del metálico esistente en la
recaudación hará la competente entrega previo el oportuno recibo que al efecto
ha de facilitársele.
En
este acto se dio cuenta por el Secretario de una instancia que D. Francisco
Fuentes Mercado de estos vecinos dirige al Ayuntamiento en solicitud del
antedicho cargo de recaudador de arbitrios y la corporación considerando que el
Solicitante reúne las condiciones de me(n)talidad y aptitud para dicho destino.
acordó designarle para tal cargo con la previa condición de que sea de cuenta
del Fuentes la condición del dinero que haya que ingresar en las Dependencias
de la Capital; que solo ha e percibir como premio de cobranza el cuatro por
ciento de lo que recaude por el concepto de arbitrios municipales y
provinciales, siendo desde hoy de cargo del Depositario de propios admitir los
pagos de todos los rematantes de las rentas de consumos y demás ingresos del
presupuesto: Que sea obligación de D. Francisco Fuentes, recaudar en su casa
habitación también las cuotas de los
contribuyentes apremiados, llevando con separación su libro en el que ira
anotando con claridad el importe de las costas, que el Ayuntamiento dará la
inversión que juzguen más oportuna: Que inmediatamente se le haga entrega de
las listas de descubiertos y recibos talonarios procediéndose á la continuación
de la cobranza, no siendo nunca cargo del Fuentes practicar las diligencias de
embargos ni expedientes de ejecución puesto que este cometido será de cuenta del comisionado ejecutor que por necesidad ha
de nombrarse; que para garantía del importe de esta recaudación se constituye
fiadora su esposa Ana Mercado Gabilan la que con sus bienes responde de
cualquier desfalco que resultará de dichos fondos al practicar el arqueo
mensual que imprescindiblemente ha de sujetarse el mismo.
En este estado se dio por terminada la
sesión firmando los concurrentes á ella con el repetido D. Francisco Fuentes
Mercado y la Ana Mercado conmigo el Secretario de que certifico =
Al
final del texto aparecen las firmas de los señores siguientes:
Juan Pérez Serrano. Juan J. Mercado. Dice: Es X de Manuel Giménez. José Ramos.
Sebastián Pérez. Dice:
Es X de Francisco Agudo. Ana
Mercado. Francisco Fuentes.
Hipólito
Martínez. Secretario.
Acta de la novena sesión extraordinaria del ayuntamiento de fecha 30 de septiembre de 1875. |
En ambas páginas continuación del acta de la novena sesión extraordinaria del ayuntamiento de fecha 30 de septiembre de 1875. |
Nota a
tener en cuenta en la trascripción de todas las actas:
En todos
los casos la trascripción es literal, si bien se ha procedido a interpretar en
algunos casos los textos confusos o ilegibles, a no utilizar las mismas
abreviaturas de palabras en orden a dar claridad al texto redactado y la
imposibilidad de transcribir fielmente en la abreviatura la colocación de
algunas grafías manuscritas, a acentuar las palabras que en muchos casos no
figuraban acentuadas. Si se ha respetado siempre la ortografía original, las
uniones indebidas de palabras y la redacción del texto en general.
Granada 14
de octubre de 2020.
Pedro
Galán Galán.
Bibliografía:
Cuadernillo
de actas del año 1875 de Lahiguera.
Archivo municipal de Lahiguera.
Encinas
Gómez, Emilio:
http://www.historiadeespananivelmedio.es/19-23-01-alfonso-xii/
Atienza,
Juan G.: Isabel II: la reina caprichosa. Madrid, La Esfera de los Libros, 2005.
Comellas,
José Luis: Isabel II. Una reina y su reinado. Barcelona, Ariel, 1999.
Clemente,
Josep Carles: El pecado original de la Familia Real Española. Barcelona,
Styria, 2007.
Fisas, Carlos:
Historia de las Reinas de España. Vol. 2: La Casa de Borbón. Barcelona,
Planeta, 1990.
Zavala, José
María: Bastardos y borbones. Barcelona, Plaza & Janés, 2011.
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