CÁNDIDA ZAFRA BARRAGÁN, PREGONERA DE LAS FIESTAS DE SAN JUAN 2018.
Sr. Alcalde, Miembros de la
Corporación Municipal, Familia, Amigos, Vecinos, buenas noches.
En primer lugar quiero
agradecer al Sr. Alcalde y a la comisión de festejos que hayan pensado en mí
para que fuera la primera mujer del pueblo en dar el pregón de las FIESTAS DE
SAN JUAN DE LAHIGUERA.
Al principio me asusté, no me
lo esperaba y era muchísima responsabilidad, pero a la vez un gran orgullo.
Tanto Floren como mi familia me animaron, así que aquí estoy.
No sé los motivos que les
llevaron a pensar en mí, pero sí os digo que si uno de ellos fue elegir a una persona que quisiera mucho, mucho…pero
mucho a su pueblo, Lahiguera, acertaron plenamente.
Gracias a mis padres (para mí,
los más buenos del mundo) que me inculcaron este cariño al pueblo y me dejaron,
sé que desde el cielo hicieron un guiño
para que en el sorteo de la
herencia me tocara la casa, una herencia económicamente ruinosa, pero
emocionalmente grandiosa porque me permite poder venir con mucha frecuencia
aquí, donde he sido y soy MUY FELIZ, y como lo son también mi marido, mis hijos
y mis nietos.
Gracias también a mi marido y a
mis hijos que han considerado el pueblo como suyo, de hecho, muchos los conocen a ellos más que a mí, más de una
vez al cruzarnos con algunos paisanos en vez de decirnos simplemente adiós nos
han dicho “adiós Vicente” y yo pensaba “hala Cándida, lo conocen a él más que a
ti ”
No quiero dejar pasar, en este
momento, el dar las gracias a todos los que al saber que la casa pasaba a ser
mía se alegraban y me demostraban su cariño, y muy especialmente a Mari
Ahumada, que es mis ojos, mis pies y mis manos con mi casa y a Adeli y a su
marido (Kiko) que, como si hubiera sido suya, me la pusieron a punto.
¡GRACIAS A TODOS!
Vuelvo al momento en que me
llamó el alcalde a proponerme ser pregonera, me dice: “te llamo para
proponerte, sin compromiso, si quieres, tú te lo piensas, lo consultas…” yo
pensé algo de la casa, que saque el contador del agua a la fachada o algo por
el estilo, pero cuando me dijo que propuesta era, le dije por Dios después de
los que me han precedido: Ignacio, Manuel, Pedro, Rafa, Sebastián, etc. todos
estudiosos del pueblo ¿qué digo? y me
dice: “Tú habla de tus vivencias, que la
historia ya la conocemos”.
Desde ese día no he dejado de
darle vueltas y pensar en lo vivido y todo parece, no del siglo pasado, que lo
es, sino de hace siglos.
Empecé muy pequeñita a ir a la
escuela con Doña Pilar, la hija de Paco Pérez, que luego se metió a monja, tuve
varias maestras más, de la que más me acuerdo es de Doña Pepita.
La escuela era unitaria, todas
las edades, en los bajos del ayuntamiento, hoy casa de Juanito de perrene.
Recuerdos de la escuela,
muchos:
• Esos bancos con los tinteros (raro era el día que no se
derramaba alguno, con sus correspondientes manchurrones)
• Los braseros en latas de tomate con un asa muy grande (para
no quemarnos) hecha de alambre que llevábamos cada uno y que a veces íbamos a
la fábrica de aceite a por alpechín para hacer la brasa.
• ¿Y la leche que bebíamos?. Hecha en una cubeta de zinc con
la leche en polvo y agua que nos traía a
diario el Niño Pica del pozo nuevo en una cuba a la puerta del colegio. ¡No
tenía gorullos la leche!
• La bajada del colegio, en el buen tiempo, la hacía por el
lejío y lo mismo nos parábamos a coger espigas o allozas que nos quedábamos
jugando en un coche de mulas que tenía el “grillo” en su era.
• También recuerdo el turrulate que me comía de la tienda que
había al lado de la escuela, de Pepe motoroto, ¡qué rico estaba!
Cuando empecé a estudiar el
bachiller me lo preparé en la academia que formaron D. Antonio, D. Isidro y D.
José María. ¡Qué buenos años y qué buena base cogí!
De estos años también recuerdo
cómo iba a por la leche al Nano, me ordeñaba las cabras directamente en la
lechera, allí en la cuadra, en medio de todas las cabras y yo, si podía, cogía
bellotas y algarrobas y me las comía, ¡qué ricas! y no es que tuviera hambre,
yo comía poco y además en mi casa, gracias a Dios nunca ha faltado comida, pero
eso de quitárselo a las cabras me gustaba.
Trillar en la era, revolcarnos
en el trigo y en la paja, ¡qué picores después!, irnos a la plaza o en la calle
a jugar a la comba, a la pelota, a la cruceta, a la pita, al aro… y un poco
mayor, por carnaval, a lanzarnos los botijos y los cántaros viejos hasta que se
nos caía y se rompía.
¿Y cuándo me mandaba mi madre a
los soportales de la plaza para hacer cola y esperar que viniera a las 12 el
carnicero a vender las asaduras?
También recuerdo, aunque
vagamente, cuando estuvieron aquí los misioneros y prepararon una ¿procesión? representando
toda la biblia, por lo visto fue grandiosa, participamos todos los niños y los
jóvenes, a mí me tocó hacer de Eva, los mayores seguro que lo recuerdan.
Para viajar a Jaén o Andújar,
alquilábamos asientos en los coches del Chache, Antoñillo o Cristino, sólo
viajábamos para ir al médico, a la modista y alguna que otra vez de compras.
En fin, ¡tantos recuerdos!
A los trece años me fui a Jaén,
¡qué sacrificio de mis padres para que pudiéramos estudiar mi hermana y yo!, mi
madre con nosotras en Jaén y mi padre en Lahiguera trabajando. Cuando llovía,
como no podía ir al campo, se iba a Jaén con nosotras, y nosotras, en cuanto
teníamos vacaciones por fiestas o fiestecillas, a Lahiguera.
Como os podéis imaginar estaba
deseando que llegara Navidad, Semana Santa y sobre todo el verano.
Por Navidad nos lo montábamos
muy bien, lo primero que hacíamos (en el puente de la Inmaculada) era buscar
una casa que estuviera vacía para montar
nuestro club, allí estábamos casi todo el día. Por la mañana: limpiar y
preparar. Después de comer nos juntábamos a jugar (juegos de mesa) y por la
noche a bailar. Claro que siempre tenía que estar con nosotros alguna madre o
persona mayor que nos vigilara (le
teníamos preparada la mesa camilla con su brasero). ¿Qué pensaran los jóvenes
de esto? Recuerdo que la mujer del cabo Pacheco, la Sra. Lola, siempre que se
lo pedíamos se venía con nosotros.
¡Qué poco necesitábamos para
pasárnoslo bien!
En Semana Santa los primeros
días era, sobretodo preparar, y hacer el Monumento (idearlo, buscar y pedir
flores, macetas y montarlo) y, a partir del jueves, ir a los oficios, a las
procesiones y estar juntos los amigos. Éramos felices. El viernes y el domingo,
visita obligada a casa de mis abuelos, allí estaban la Virgen y San Juan, que
orgullo poder estar tan cerca de ellos, me consideraba una privilegiada.
El verano, a veces con los
exámenes finales, llegábamos justo a San Juan, después a esperar Santa Clara y
todas las noches a la plaza, a pasear.
A los 19 años me puse novia
¡con un forastero! la de comentarios al
principio, que si es mucho mayor que
ella (ahora parece menor que yo). Me preguntaban: “¿niña ha hecho ya la mili?”
Y yo le decía que sí…claro se había ido voluntario con 16 años, pero eso no se
lo decía y ellas: “ves, ves ya lo decía
yo que era mayor” ¡No me lleva ni dos
años!
Esta época la recuerdo como si
fuera la prehistoria. Para hablarnos por teléfono tenía que subir a la
centralita y de nuestra conversación, no sólo se enteraba Julianillo o quien en
esos momentos estuviera allí, sino las de la centralita de Villanueva, que eran
un poco cotillas. Y él, para dormir (no estaba bien visto que durmiera en mi
casa) se iba, parece que lo estoy viendo, con una botella de agua, una linterna
y un tebeo, a una casa vacía de los grupos escolares que me dejaban y yo se la
tenía limpica y de muebles sólo con una o dos camas, a veces la compartía con
Rafa (novio de mi prima Tere).
¡Ahora iba a hacer esto
alguien!
Mi primer destino como maestra
fue aquí, en Lahiguera, tenía 20 años y toda la ilusión del mundo. Mi clase era
5º, niños de 11 años, un grupo estupendo. Tengo muchas anécdotas. Una que nunca
podré olvidar es que vi, por primera vez en mi vida, una revista llena de fotos
pornográficas, muy pequeñas, pero muchísimas; la llevó un crío al cole, se
la quitó
a su padre que la había traído de Alemania, ¡qué sofocón! Otro día se me
ocurrió irme con ellos de excursión a Villanueva en bici, ¡para que a alguno le
hubiera pasado algo!
A las niñas de cursos
superiores les daba E.F. y para las
fiestas de San Juan las preparé y salimos desfilando de majorette.
¡Qué vistosas y qué bonicas!
El día de mi boda los invitados
de fuera alucinaban: el paseo desde mi casa hasta la iglesia en fila, la gente
haciendo pasillo para vernos (sobre todo a los forasteros), el “Titi” abriendo
paso con su varilla y muchíííísimo calor, ¡era un 3 de agosto!
Lógicamente para mí fue muy
emocionante, hubo dos curas: el padre Martín, párroco en eso momentos del
pueblo que dirigió el coro (amigas y alumnas) y D. Antonio Román, anterior
párroco que vino desde Quesada expresamente a casarme.
De monaguillos tuve a dos
alumnos, hoy dos personas muy importantes en el pueblo: el alcalde y el cronista
oficial, Floren y Seba.
A partir de ese momento mi
domicilio ha sido en Jaén, pero he venido siempre que he podido y de hecho para
mi marido y mis hijos este es “el pueblo”, algo suyo. Así lo han demostrado en
su forma de actuar y ayudando, desde sus trabajos, en todo lo que han podido a
los del pueblo, por el simple hecho de ser de Lahiguera. Ellos también podrían
contar infinidad de anécdotas y vivencias de aquí.
A mis nietos les encanta venir
al pueblo, cómo será que los más pequeños no me piden que le ponga en la tele
Bob Esponja o Peppa Pig, me piden que le ponga las procesiones, sobre todo la
carrera, les gustan mucho y saben desde que empieza a verla en cuál de
ellas se tuerce pareciendo que se cae, en cual se le cae la corona, en
cual salen ellos, claro ¡se pasan las horas viéndolas!
Para mi familia Lahiguera es su
pueblo.
Y al pueblo tengo que agradecer
que haya podido dar una educación y unas vivencias a los míos que en Jaén,
aunque sea una ciudad pequeña, no se pueden dar.
Transcribo algunos de sus
recuerdos que ellos me han pasado:
- A mi padre (papa para ellos) sentado en el escalón mientras
jugaban en la calle y al más pequeño en el tacatá (que ataba con una cuerda a
la ventana con la distancia justa para no salirse de la acera) así los vigilaba
pero les daba libertad.
- Llenar del pozo infinitas garrafas para regar las olivas.
- Jugar al fútbol con una simple naranja.
- Sentarse en la puerta las noches de verano.
- Coger la bici sin miedo a que te pille un coche.
- Hacer las migas en la lumbre y sobre todo darle la vuelta
(“papa avísanos cuando le des la treta”)
- Llegar sin avisar y saber que nunca iba a faltar huevos,
patatas y un conejo para comer.
- Dormir con 40 mantas y a pesar de ello la cama siempre
estaba fría.
- Barrer y fregar tu trozo de calle.
VALORES COMO:
- Saludar cuando te cruzas con alguien por la calle aunque no
lo conozcas.
- Confianza en las personas (se iban de paseo al pozo nuevo
con el primer vecino que pasara por lo
puerta y se lo pidiera)
- Por Los Santos, limpiar las tumbas de tus antepasados y
comer gachas en vez de celebrar halloween.
- El respeto a los mayores, a la religión y tradiciones, sean
cuales sean sus ideales políticos.
- Ser amigo de los niños simplemente por ser de la misma
calle.
GRACIAS al pueblo en nombre de
mis hijos.
PERSONAJES
Le llamo personajes a las personas que de
una forma o de otra han quedado grabadas en mi memoria:
El “Titi “persona honrada y servicial que hasta a su propia
yunta la multaba (y tenía que pagarla él)
El “Nono” ¡cómo se olía cuando veníamos! Se plantaba enfrente
de mi puerta hasta que veía a Vicente, sabía que siempre le daba un puro y
algunas perrillas. ¡Qué de abrazos le daba!
Juan Ramón, el legionario, ¡qué de veces le hacían tirarse al
suelo a la voz de “a la tierra mi legionario”!
“Jeromico” que cuando se fue a Cataluña con su familia y se
encontraba a alguien del pueblo allí, le decía “no te digo adiós que llevo
prisa”
Al “colín” y al “cojo” que cuando yo era niña iban con sus
carritos recorriendo las calles vendiendo chuches y helados.
“El Niño Pica” con su cuba vendiendo agua
“Carrete” con su mula pastooooora recogiendo la basura
Sagrario también vendiendo chuches con su cesta de mimbre.
“El Niño las medias”,
nos servía la mesa en el casino y cuando íbamos le pedíamos, por oírlo,
servilletas y nos contestaba con una gracia: “limpiaros con las bragas”.
“El Mancheguito” con esa risa tan especial que tenía.
Y personas ilustres que han hecho mucho por su
pueblo. De ellas sólo nombraré a Sebastián Fuentes, por su generosidad y porque
le tenía un cariño especial.
Por último, no puedo dejar de nombrar a
Ildefonso. Una persona que, como quien no quiere la cosa, siempre estaba
dispuesto para lo que se le necesitara, para lo serio y para las juergas. Mi
padre me contaba una anécdota de él, que por muchas veces que la contara
siempre se partía de risa, decía que llegó al pueblo un viajante y se bajó del
coche (de los pocos que se veían) para preguntar algo, ¿a quién le preguntó?
¡al Nono! Evidentemente no supo darle razón y se fue a otro que había por allí,
que no recuerdo quien era, pero por el estilo, Ildefonso que estaba en la
puerta de su tienda viéndolo no se le ocurrió otra cosa que entrar, ponerse un
mandil lleno de sangre, alborotarse el pelo, coger un cuchillo grande y salir, cuando
lo vio el pobre hombre se metió en su coche y salió pitando. No creo que
volviera por el pueblo
Seguiría horas y horas…
Cuando me ofrecieron ser pregonera de las fiestas me comentaron
que habían pensado que este año fuera una mujer.
Creo que la mujer es una
persona igual que el hombre y, por tanto, tienen que ocupar el puesto que le
corresponda por su valía, igual que el hombre, ni más ni menos.
He ocupado y ocupo, puestos
importantes y de responsabilidad. No por ser mujer, sino porque los que me
proponían y me elegían creían que tenía la valía para ocuparlos.
Es cierto que las mujeres hemos
estado infravaloradas y vetadas mucho tiempo.
Recuerdo que con 20 años me
presenté a unas elecciones que hubo para directivo en la cámara agraria, aquí,
en Lahiguera y evidentemente no me eligieron y me dijeron: “niña, sabemos que
tú vales para eso pero es que eres mujer”.
No me importó. Seguí luchando
en la vida por conseguir lo que he creído que era justo y bueno para hombres o
para mujeres.
Igual que no me importó los
comentarios cuando estrené, por San Juan, un traje pantalón, fui la primera (o
de las primeras) que se puso un pantalón para vestir.
También mi madre fue de nazareno, cuando sólo iban
hombres, en la procesión del silencio, un año que salió el Señor de la Capilla
(salía el Señor cada 4 años) y estuvo toda la procesión sin hablar una palabra,
para no delatarse y con zapatos de hombre y guantes.
Ahora, gracias a Dios, todo es
distinto. Hay mujeres en la banda de
música, en el Ayuntamiento (como concejal, secretaria, funcionaria o
administrativa), en las dos cooperativas,
Úrsula directora del colegio y
muchas más que desempeñan trabajos tradicionalmente de hombres. Todas ellas
están por mérito propio. ¡Cómo me alegro!
Igual que me alegro del cambio que ha dado el pueblo, tantas casas
bonitas y tan bien acondicionadas, tantas piscinas particulares, tantos coches
(y mujeres conduciéndolos).
Y la gestión municipal
fenomenal. Calles arregladas, espacios deportivos, parques, pabellones, plazas,
actividades formativas y lúdicas para niños y para mayores.
¡ ENHORABUENA !
Ahora me toca hablar de San
Juan.
Como personaje bíblico todos lo
conocéis, no voy a repetir lo que ya sabéis.
He intentado averiguar por qué
es San Juan, junto a Santa Clara y San Sebastián, patrón del pueblo.
Las órdenes de Calatrava y de
San Juan Bautista, después de años de pugna entre ellas, tal vez por debatirse
los mismos territorios, llegaron a un pacto y acuerdo para ayudarse entre
ellas.
La de Calatrava era más
guerrera. La de San Juan se dedicaba a la asistencia de los más menesterosos
que iban formando parte de la reconquista. Ambas estaban en la submeseta y
lugares de Alto Guadalquivir: Alcázar de San Juan, Villarta de San Juan, San
Juan de Calatrava, Navas de San Juan…
Muchas parroquias adquirían
como titularidad el nombre bajo la advocación de la Virgen, sobre todo de la Natividad
y Consolación y muchas otras en la diócesis de Jaén, la de San Juan Bautista…
En otras, las fiestas patronales pasan a ser de San Juan, como es el caso de
nuestra localidad. Primero como una fiesta religiosa en el mismo día del santo,
para después, ya en el siglo XIX, convertirse en verbena de tres días de
celebración. Como ha sido durante todo el siglo XX y hasta ahora.
Para ingresar en la Orden de
San Juan el aspirante era “investigado” por dos caballeros informantes que
hacían las averiguaciones pertinentes sobre la nobleza, cristiandad y limpieza
de los antepasados del aspirante.
El día de la investidura el
aspirante (con una vestidura larga y suelta) realizaba una serie de actos
religiosos y de promesas ante el delegado del Gran Maestre. Éste le explicaba
sus obligaciones en defensa del cristianismo y al servicio de los señores
pobres.
Después de este acto tan
peculiar celebraban fiesta, siempre el mismo día de San Juan Bautista o en
torno al solsticio de verano.
La fiesta de San Juan se
celebra en muchísimos lugares, teniendo como protagonista el fuego o el agua y
en algunos los dos, sobre todo en pueblos con playa.
Sigamos manteniendo nuestra
tradición y no imitemos a otros, que nuestra fiesta y verbena es bien bonita.
Mis recuerdos de San Juan:
El ajetreo los días anteriores
montando los “cacharricos”, el zapatero instalándose por unos días en la casa
de Juana (cerca de mi casa), los turroneros, preparando la tómbola,
montando la pista del baile, etc.
Y luego ya los tres días
grandes. Por la mañana participar o ver los juegos y competiciones. Por la tarde,
ya arregladita (siempre se estrenaba los vestidos de verano por San Juan) a la
verbena. Y el día 24 a la procesión.
Era casi obligado hacernos una
foto ya fuese junto al caballo de cartón o en familia. Una foto al año (así
podíamos ver como crecíamos). Las cunicas, los coches locos, el turrón, un
ratito en la tómbola vendiendo papeletas, tomarnos algo en la pira, el casino,
el colín o el pateo y al baile. Qué baile más especial, ese cerco de personas,
alrededor de la valla, que se llevaban su silla, casi todas mujeres. Era su
distracción, ¿cuántos trajes nos cortarían?
También recuerdo participar en
el juego de las cintas, en mi calle, ya estaba novia. Se hacía montados en bici
o en coche, sacando más de medio cuerpo fuera por la ventanilla. No era mala en
el juego, más de un premio gané.
Las corridas de toros, montados
en las galeras y en los remolques.
El toro echando fuego por los
cuernos. Y “cañones” subido en una silla con una escoba intentando que las
chispas no le quemaran la lona de su puesto.
También fue por San Juan cuando
me “pidieron”. Vinieron (como era lógico) la familia de mi novio; padres,
hermanos y sobrinos. Uno de ellos se rompió el labio en los coches de choque, aún
lo recuerda.
Más de un año me he traído a
amigas a pasar las fiestas, siempre he estado orgullosa de mi pueblo, en fin...
¡TANTOS RECUERDOS¡
Por supuesto, ya casada, si yo
por el trabajo no podía estar nada más que el fin de semana, mandaba a mis
hijos con mis padres para que disfrutaran de todas las actividades programadas.
Recuerdan las carreras de
sacos, las cucañas, el montarse en las cunicas, el carrusel, y alguna romperse
los dientes en los coches de choque.
No quiero terminar sin tener un
recuerdo muy especial a todos los que les gustaría estar estos días aquí con
nosotros, HIGUEREÑOS POR EL MUNDO y que, por distintos motivos (trabajo,
distancia, etc.) no pueden hacerlo.
Algunos sí han podido este año,
como Agustina. Les deseo que disfruten de sus familias y de las fiestas.
También a los que nos dejaron
definitivamente (especialmente los jóvenes como mi primo Pedro y otros muchos)
que desde el cielo nos estarán acompañando.
Y por supuesto me acuerdo especialmente de
mis padres, hoy estarán orgullosos y contentos al ver el honor que me habéis
hecho y el cariño que me habéis
demostrado.
Siempre he procurado, como
hija, como esposa, como madre, como abuela, como amiga, como compañera de
trabajo, con mis familiares, en los
distintos puestos en los que he desarrollado mi profesión, en mi vida
cotidiana, ... hacerlo todo lo mejor
que podía y sabía.
Así he preparado este pregón,
además de con todo el cariño del mundo.
Gracias, de corazón, a los que
hoy me estáis acompañando.
Para finalizar quiero recordar
un mensaje del Papa Francisco que leí no hace mucho y que decía más o menos:
“Santos no sólo son los que están en los altares. Santos son todas aquellas
personas que hacen en cada momento lo que tienen que hacer y sin hacer daño a
los demás”.
Yo os digo: ¡¡¡seamos santos,
disfrutemos, divirtámonos mucho y seamos felices!!! Es lo que ahora toca.
COMIENZAN LOS DÍAS DE FERIA DE
2018 EN HONOR A LA FIESTA DE SAN JUAN BAUTISTA.
¡VIVA LAHIGUERA!
¡VIVA SAN JUAN!