PROLOGO

Se pretende que sea éste un espacio dedicado a entretener y deleitar (... a través de la fotografía fundamentalmente) ... a dar a conocer (...o traer al recuerdo) ciertos monumentos o espacios situados en el término o cercanías de Lahiguera. ...a llamar la atención por el estado de abandono y deterioro de muchos de ellos, ...y si llegara el caso, a remover la conciencia de todos los que somos "herederos" de tales monumentos y espacios, y que con nuestra aportación ayudásemos a la conservación de los mismos.

lunes, 25 de febrero de 2013

BUSCANDO ATALAYAS - I.

Buscando atalayas (parte I).

    Un buen día, navegando por internet en la búsqueda de información de Lahiguera (la Figuera, La higuereta, etc.), pude encontrar un documento, cuanto menos, curioso.  El libro al que me refiero es denominado “Memorial Histórico Español”, publicado por la Real Academia de la Historia.

    Me llamó la atención el párrafo donde se menciona las abundantes atalayas existentes en el término de nuestro pueblo, …“por todos los cerros”. Aún no tengo claro por qué zonas pudo el autor ver estas atalayas, aunque bien supongo pudiera ser por el Sur y Sur-Este de nuestro pueblo. Podemos leer lo que el autor nos menciona en la página 326 de este libro:


     Al leer estos párrafos del documento, me vino a la memoria un viejo torreón abandonado y “perdido” entre El Berrueco y El Peñón. Tiene perfecta comunicación visual con Lahiguera, Arjona, La torre de Mª Martín, La atalaya de Cazalilla, El Berrueco, Fuerte del Rey, El Peñón (cortijada nombrada expresamente por Juan Eslava en su libro “Los Castillos de Jaén”), y otras altitudes que supusieron enclaves perfectos para la defensa durante la reconquista de España a los musulmanes. Estos enclaves suponían la comunicación idónea para anticiparse y contrarrestar los ataques fortuitos.
Siempre pensé que el Cerro de Corbulillo pudiera ser otro enclave perfecto para estos menesteres. Pero, al menos en lo que a mí respecta, no he hallado resto alguno de construcción ni evidencias de cerámica de tal período de Reconquista, sino ante todo presencia ineludible de cerámica y restos de la Edad del Bronce.

También los Cerros de Valtodano pudieran ser otro lugar estratégico, pero en ellos tampoco se aprecian los restos de construcción de atalaya alguna. En tales elevaciones sí que podemos encontrar restos de presencia neolítica, Ibera y romana. Sí es evidente su cercanía con el lugar donde se encuentra dicho torreón.

    Ahora, al mismo tiempo que trato de “sacar a la luz” ciertas construcciones que fueron de gran importancia en su época, tratando de darlas a conocer (lo que queda de ellas), invito también a disfrutar de un paseo por nuestra campiña, que tanto contiene para podernos deleitar, aunque a veces pase desapercibida.

    Comenzaré con las vistas que nos ofrece el mencionado Cerro de Corbulillo, el que es vigía del puente que nuestros antecesores romanos construyeran para abordar el cauce del arroyo Salaillo (este puente ya se ha tratado en otros artículos de este Blog, por lo que no me extenderé más que en su justa mención).  Este arroyo proviene de Fuerte del Rey, discurriendo por La Cañada de Zafra. Es alimentado por varios afluentes, entre ellos, uno que pasa entre La Torre de Mª Martín y los cortijos de La Manga (término de Cazalilla).
Ascendiendo a Corbulillo:
En esta fotografía se muestra el camino de acceso a tal cerro cuyo nombre ya he mencionado (ruego no se “critique” al labrador de este olivar, porque, al menos para mí, esto que veo, es síntoma de vida: no veo que jaramago alguno se haya tragado tan sólo una planta de oliva; más bien las que hubiere secas o de poco buen ver, seguro no haya sido por esta situación).

A media distancia subiendo a la cúspide del mismo, nos podemos encontrar el cortijo que adquirió su nombre por el cerro que lo cobija: El Cortijo de Corbulillo.
Estos son parte de los restos del nombrado cortijo. Al fondo se pueden apreciar El Cerro de Valtodano, y por detrás del mismo, al margen izquierdo, el torreón o atalaya  que más tarde veremos en fotografías,  posiblemente una de las que divisara el autor del referido libro.

Por debajo de este cerro, al Sur-Este, nos encontramos el Cortijo de San José (de construcción más actual),  …


…y más al fondo, la cortijada de El Peñón.

En mi opinión, este enclave es uno de los más bonitos con los que cuenta nuestro término (…uno de mis favoritos). Sus vistas son inspiradoras. Paso a mostrar algunas otras imágenes tomadas desde este cerro:
Cortijo de San José, Cortijo de El Peñón y Fuerte del Rey al fondo.

Finca de “Las Mesas”, y a la derecha, la loma que nos lleva hasta Escañuela.

Cortijo de Cajeros.

Arroyo Salado y Cerro de Valtodano.

Cortijo de Santa Rita, con los Cerros de Villar Gordo (Oppidum ibérico) y El peñón de Martos al fondo.

Sierra Mágina con nieve en sus cumbres, y la elevación de La Torre de Mª Martín, a la izquierda de la fotografía.

En esta otra fotografía, al fondo, podemos observar el Cortijo de Miguel López (o Mingo López como lo nombran algunos mapas), muy turbio por su consonancia con los colores del terreno, así como el cortijo hallado en el Camino de los Pedernales, en cuya elevación aledaña podemos encontrar vestigios iberos y romanos.

Recordando de nuevo las palabras del autor del libro, trato de revivir lo que pudo presenciar, y desde este punto trato de situar cada una de esas atalayas que plasmó en sus memorias.

Tras la reposición de fuerzas…
Mesa improvisada en el Cerro de Corbulillo…lo mejor del “delicatesen”. No hay nada como un buen “Pan y aceite” acompañado de lo que se pille a mano, …y si es un buen jamón…mejor que mejor. Las patatas fritas, …de nuestra tierra…del “Santo Reino”. Bueno, pues simplemente tomamos un aperitivo para proseguir con la ruta.

Desde este lugar, decidimos (mi mujer, mi fiel acompañante,  y yo) dirigirnos a la Torre de Mª Martín, para lo cual tendremos que llegar hasta Fuerte del Rey, y desde aquí tomar el camino que nos llevará hasta la misma. Señalar que hay muchos itinerarios para elegir, pero dado el estado de los caminos por las recientes lluvias, ésta era la mejor alternativa.

Durante el trayecto por carretera hasta Fuerte del Rey, en coche, ya que no recomiendo otro medio, como la bicicleta, por su tráfico excesivo de vehículos a motor, nos encontramos con una pequeña laguna que se forma en las épocas de lluvias abundantes: Es llamada La laguna de Colmenero. Recuerdo hace tan sólo unos días (6/enero/2013) sobrevolándola con el paramotor: Es maravilloso esto de poder ver las cosas desde varios puntos de vista (http://vimeo.com/57914327 ). Esta laguna es otro recurso del arroyo Salaillo, ya que parte de esta laguna arroja su agua a este arroyo en la zona de la cortijada de La cañada de Zafra, cortijada que a la vez más recibe su denominación por esta Cañada Real con el mismo nombre.
Algunas fotografías de esta mini-laguna:




Apuntar , que el camino que nos llevará a La Torre de Mª Martín (“La Torre”, como es conocida por la gente del pueblo) se encuentra justo al pasar el cambio de rasante que hay a la altura del cementerio de Fte. Del Rey (yendo por la carretera Andújar-Jaén). Hay otro camino un poco más adelante, antes de llegar al surtidor de gasolina, que nos puede dar pie a confusión.

Entre tanto vamos desarrollando todo este itinerario, me viene al recuerdo otro pasaje  del libro “Viage de España”, en el que el autor nos detalla de la “delgadez” de estas tierras en cuanto a arboleda: “…optima tierra de pan llevar…”, dada la abundancia del cultivo de cereal.  Dejo aquí imagen de la parte del libro donde se mencionan estas palabras:



Entiendo, y no me cabe duda, de que por aquellos tiempos no existió este gran “rebaño” de olivos que hoy nos podemos encontrar, sino más bien un conjunto de tierras dedicadas al cereal en sus tiempos de cultivo . Es también curioso lo que relata el autor respecto a la población existente: parece ser, como bien dice, que “no sólo de pan vive el hombre”, puesto que si no, habría más muestras de población más numerosa.

Ya por el camino que nos lleva a la atalaya (torre) de  Mª Martín, nos encontramos con este paisaje entre las olivas. Menciono esto porque en la actualidad no es fácil encontrarlo debido a los abusos ejercidos con los productos herbicidas. Se trata de este colorido morado o lila que nos encontramos en las camadas de este olivar:



El atardecer nos acompaña, y  la noche casi se nos echa encima llegando a la escondida cortijada que recibe su nombre por la torre (atalaya) que la presidió. El sol casi no se atreve a alumbrar los últimos tejados que dan al Este, camuflados tras el cerro que no nos ha dejado verlos hasta que lo hemos crestado.


Por un camino entre los olivos, llegamos hasta lo más alto de este enclave. Los restos de esta Torre casi hay que adivinarlos, aunque si somos observadores podemos apreciar la base donde se sustentó la misma.

Aunque en la fotografía no se puede percibir, garantizo que estando “in situ” sí podemos ver perfectamente la base de esta construcción: Invito a visitar y comprobar.


Mientras visitábamos este lugar, el sol se estaba poniendo, y nos “invitó” a tomar una serie de fotografías que ahora muestro:





Es una gran satisfacción poder captar estos instantes en el mismo lugar donde, hace años, un vigía ejercía su labor de guarda en esta atalaya.

Enlace de la situación:  http://maps.google.es/?ll=37.915423,-3.88953&spn=0.001202,0.001725&t=h&z=19


    Ya cercana la noche, tomamos rumbo hacia Lahiguera por la cara Norte de la elevación. Desde aquí nos dirigimos a los cortijos de La Manga, salvando las dificultades de los caminos debido  a las recientes aguas caídas.  Antes de llegar a los mencionados cortijos, por el camino, nos encontramos con esta última imagen de la tarde:


Desde los cortijos de La Manga, continuamos por el Camino Real hasta el cortijo de La Golosilla, y desde éste, por el camino del Montejo, subimos hasta Lahiguera.

Hasta aquí este pequeño itinerario llevado a cabo el sábado 9 de febrero del 2013.

Por no alargar el documento y la visualización  del mismo, he decidido realizar más partes con este “tratado” de las atalayas. Al principio del artículo mencionaba un torreón abandonado el cual no he mostrado, de modo que en breve saldrá la segunda parte indicando la situación y mostrando las fotografías realizadas del mismo y su entorno.

Saludos a los apreciados lectores del Blog.

Juan José Mercado Gavilán.
Lahiguera a 23 de febrero del 2013.





jueves, 21 de febrero de 2013

NUESTRA GENTE: Perico Matildo.

Perico Matildo:



Vivió sus primeros años en Higuera de Arjona, trasladándose más tarde a Cataluña en busca de sustento. Años después volvió para su tierra y se instaló en Andújar. Era hijo de “Perico El Enamorado” y de “La Perejila”. Fue arriero, de complexión fuerte y ruda: Cuentan que en una ocasión, durante la celebración de la cabalgata de los Reyes Magos en Navidad, cogió “de un puñado” a la burra con su pastora incluida, y las bajó por los escalones de la plaza “a pulso”.

Era de “buen comer”. Le decía a la mujer: “mientras me voy comiendo esta sartenada de habas me vas haciendo otra”. Cuentan que sus muñecas eran como piernas de otro paisano cualquiera.

Compartió muchos momentos con Juan José Mercado G. (“El sifonero”, a quien le llamaba “Primo médico”), dado que los dos participaron juntos en uno de los eventos más atroces de nuestra historia actual: La Guerra Civil Española.  Durante esta estancia surgieron la mayoría de las anécdotas o sucesos que ahora expondré.

Cuando estuvieron en Algemesí (Valencia), Perico Matildo vio por primera vez en su vida el mar, y al verlo exclamó:  “¡Primo médico!, …¡bendito sea nuestro padre Adán!, …¡qué charco más grande!, pero te aseguro que si ahora mismo se volviera jarapos le hacía rebajar dos cuartas sus orillas”. Los jarapos son también llamados andrajos en otras localidades. Dijo esto Perico dada el hambre que “gastaba” en aquel momento, y como en casi todos los momentos de su vida.

Otra de sus hazañas (durante la Guerra),  dado su palique, fue colocar a su “Primo médico” de pinche con los altos mandos (dada su flaqueza y debilidad físicas), para que les hiciera los acarreos de agua (aludiendo que no podía picar trincheras ni hacer trabajos de fuerza). Parece ser que tenía gran capacidad de convicción con quien quiera que tratase. Claro, Perico no iba perdido, porque esto era aprovechado para indicarle a su primo que anduviera con los ojos bien abiertos para localizar huertas donde poder “recaudar” avituallamiento. Así, un buen día localizó un cerezo en una huerta, al que hicieron “una buena visita”. El Primo médico, más delicado, se subió al árbol a coger las cerezas más maduras. Perico, desde el suelo, dado su buen apetito, las despachaba a puñados, incluyendo hasta algunas hojas del frutal. Cuando ya llevaban un buen rato comiendo, su Primo le insinuó: “Cuando baje ya verás el montón de huesos que he juntado en el suelo”, …a lo que Perico replicó: “Pero Primo, …¿es que acaso esto tiene huesos?”. Su ansia por comer no lo había dejado percibirlos, …tragaba “como los pavos”.

Perico, siempre pensando en comer, otro día le dijo esta frase a Juan José: “Primo Juanjo, …me das un pan de a kilo, …y corres con una vara detrás mía, …y de aquí a Los grifos me he comido el pan y no me has dado ni un palo”. La distancia existente hasta Los grifos (lugar llamado así hasta la actualidad, donde se encuentra un manantial de agua) era de unos 500 mts. Hasta hace unos años existió allí uno de los lavaderos de ropa del pueblo; hoy, por desgracia, todo esto ha  desaparecido.

 

Las ocurrencias de Perico eran asombrosas: Pasando por delante de un escaparate ambos personajes en cuestión, pudieron ver dentro un libro de tremendas dimensiones. Juanjo, su “Primo médico”, siempre trataba de enseñar a Perico todo lo que él sabía, en este caso lo que Juanjo sabía por la lectura y los pocos estudios que había realizado como persona curiosa ante los libros (…recuerdo de pequeño que me nombraba ríos y afluentes de todas España, así como cordilleras de nuestra península y otra serie de cosas que ya me gustaría hoy en día supiéramos muchos. La lectura y la recitación de poesía era otra de sus “debilidades”) . Pues bien, parece ser que era un libro de Víctor Hugo. Juan José le habló del mencionado escritor y de ese libro, así como de otras de sus obras, con verdadero entusiasmo. 


(Víctor hugo, autor del mencionado libro.)

Tanto fue así que a Perico le pareció que a su primo le gustaría tenerlo (sin saber ni siquiera que ese libro se trataba de una muestra para la venta de más ejemplares en tamaño de libro de lectura), y sin pensárselo, a media noche, se presentó con el libro al hombro diciendo: “…¿dónde te pongo este libro primo?, …pero otra vez que tengas que trasladarlo vas a necesitar a un burro con unas pedreras…porque yo no pienso llevártelo”. No puedo asegurar cuánto pesaba el libro, pero cuando Perico se quejaba … no sería liviano. Unas “pedreras” era un artilugio realizado con unos tablones de madera y unos palos a sus lados. Este se acoplaba sobre una bestia para poder transportar las piedras. Aludió Perico a esto por el gran peso del libro.

Mi abuelo, Juan José, “el primo médico” de Perico, siempre contaba una anécdota que le resultaba muy graciosa, y que ocurría a diario cuando estaba haciendo cola para el rancho. Gritaba continuamente desde el final de la cola: “¡Rancheeeeero!... a medio cazo pa que haya rancho patóh”… pero cuando veía que él estaba llegando a la zona de la caldera del rancho, y que ya tenía claro que “la cosa” llegaba para él, volvía a gritar: “¡Rancheeero!...echa cazo entero aunque no me llegue”.


 Manuel Mercado Cubillas
Juan José Mercado Gavilán

Lahiguera a 21 de febrero del 2013.

sábado, 16 de febrero de 2013

NUESTRA GENTE: Don José y don Francisco.

Don José y don Francisco:



Eran los hermanos Martínez Catalán. Yo recuerdo a uno de ellos, muy alto, fuerte, de gesto serio y noble. Vivía en el Huertezuelo, donde hoy está el edificio de la residencia de ancianos. 



 (Fotografías: Manuel Mercado y Francisca Gavilán)

Cuentan que era como una locomotora por los caminos, tanto cundía su zancada. Algunos días decía a sus compañeros de trabajo –venían del río por la Cañada las Nieves-.

-Me voy, os dejo; me tengo que afeitar-. Se adelantaba y cuando la cuadrilla llegaba al puente del Arroyo las Cañas, él estaba en la terraza de la casa.
-¿Ya te has afeitado?- le preguntaban asombrados.
-Y he tenido que ir a por una cuchilla a la tienda de Miguel de la Monja- respondía.

Estos dos hermanos, José y Francisco, jugaban, de niños, a los maestros. Así que, para llamarse, se ponían un “don” delante de su nombre: don José y don Francisco.

-¡Buenas tardes, don Francisco!

-¡Usted las tenga, don José!

-¿Me acompaña al casino a tomar un café, don Francisco?

-¡Cómo no! Y muchas gracias, don José.

No hay que decir lo guasona que es la gente de Lahiguera y la gracia que tiene para poner apodos. Aquellos dos niños se quedaron para siempre con don José y don Francisco. Así eran conocidos y nombrados, ellos no se enfadaban.


Un día, en esos años malos cuando tanta hambre había, los dos hermanos, que ya hacía tiempo que habían dejado de ser niños, estaban cazando conejos para poder comer algo.
La guardia civil los vio y comenzó a perseguirlos, a ellos no les estaba permitido cazar. Llegando a un cortijo le preguntaron al casero quienes eran los cazadores. El buen hombre respondió que eran don José y don Francisco. Los guardias, pensando que con tanto don eran dos señoritos, dieron los buenos días al cortijero y se fueron sin siquiera acercarse a los cazadores.
Así es como don José y don Francisco se libraron, no de una multa porque no hubieran podido pagar un céntimo, pero sí de alguna bofetada; sobre todo de un buen susto.


Manuel Jiménez Barragán
Lahiguera a 16/02/2013.

miércoles, 6 de febrero de 2013

LA REPOBLACION EN LA FIGUERA.

La Repoblación en La Figuera. Las costumbres.

En 1225 Andújar pasa definitivamente a manos cristianas, Arjona en 1244. La Figuera, situada entre ambas, posiblemente sigue una suerte paralela a la de Andújar, ya sea por conquista o por cesión pacífica. En el intervalo de tiempo transcurrido entre 1225 y 1244 Alhamar, el rey de Arjona, saquea las poblaciones cercanas hasta que ya casi rendida la conquista Fernando III.


Normalmente, en la llamada Reconquista, se respeta a la población residente, la mudéjar; sin embargo en nuestra tierra, al tener una posición tan estratégica para la conquista del valle del Guadalquivir, se expulsa a toda la población, quedándose pueblos y ciudades vacíos. El principal problema que se les plantea a los reyes es la repoblación. Para ello se dictan normas favorables para atraer pobladores, principalmente consiste en la cesión de un lote de tierra, casa y a veces algún olivar o viñedo. Además se otorga una amnistía a todo repoblador con cuentas pendientes con la justicia (Título VII del Fuero de Andújar).

Fernando III se apodera de La Figuera, la hace pertenecer al concejo de Jaén. Recordamos que la huerta del Chorrillo, probablemente más fincas, las dona al convento de clarisas que funda en Jaén.

Su hijo, Alfonso X el Sabio, quita nuestro pueblo de la jurisdicción de Jaén y La Figuera pasa a pertenecer a Andújar, llamándose “Figuera de Anduxar”. Ocurre en 1254, privilegio de 20 de febrero.


“Do e otorgo al concejo de Andújar, por mucho serviçio que fizieron al muy noble, muy alto y mucho honrado el rey don Fernando, mío padre, e fizieron a mí e farán de aquí adelante, que ayan por aldeas la Fuente de la Figuera e Villanueua, las que tomé del concejo de Jaén quando dí por aldeas de Jaén, Arjona e a Porcuna”. (Diplomatario andaluz de Alfonso X, González Jiménez).

La Figuera quedó en manos de Andújar, a esta ciudad pertenecía, la repoblación se hace desde Andújar, pero muy lentamente; se calcula que en la misma Andújar no habia más de doscientos vecinos. Por tanto, al no quedar nadie de la antigua población, nuestros antecesores más remotos “de sangre”, no de tierra o historia, parten de esta fecha.

Llega población de toda clase social, se incorporan individuos con diversos oficios. Los más comunes: carpinteros, herradores, herreros, zapateros, abarqueros, pellejeros, sastres, tejedores, tundidores, taberneros, leñadores, molineros, horneros, carniceros, olleros; y un almotacén para vigilar y cobrar. Su origen es mayoritario de Castilla, un 60%. El 30% de León y la población restante de los diversos reinos peninsulares y territorios europeos.

La Figuera se fortifica, sabemos de la existencia de un lienzo de la muralla que perdura hasta el siglo XIX; estaba entre la Tercia y la iglesia. Se construye un templo, posiblemente lo que conocemos por la Tercia, a continuación, al norte, estaba el castillo. Cuando se hace la nueva iglesia, la “de arriba”, se colocan sillares con diversas labras en los muros  que son elementos de la primitiva iglesia de la Tercia (ver fotos de Juan José Mercado), con la intención de darle legitimidad, continuidad  y antigüedad. La entrada a la aldea era por el oeste, la puerta principal estaba en la parte de la muralla que daba a la “Calle Ancha”. Hasta allí se llegaba por los caminos de Arjona y Arjonilla.  Igualmente era la misma entrada para Andújar,  se dejaba el camino Real por el Charcón.


A continuación veremos las costumbres, las leyes,  por las que se regían nuestros primeros abuelos.  Para ello comentaremos algunos artículos del “Fuero de Andújar”, basado, como tantos otros, en el Fuero de Cuenca. Son leyes que abarcan e intenta dar respuesta a todo lo que pudiera originar conflictos. 
Algunas nos resultan ahora, cuanto menos, pintorescas; como esta.
Primero en castellano antiguo, después traducido. Será el único artículo puesto en este idioma medieval.

Título CCLXXXI. DEL QUE EN LA CARA PUSIERE LAS NALGAS
Todo aquél que a otro el fondón pusiere en la cara o fizyere pedos villanias en la cara, peche trezientos sueldos e yscca henemigo si prouárguelo pudieren, e sy non...


“Todo aquel que el culo a otro en la cara pusiese o hiciera pedos o villanías de esta clase, pague 300 sueldos y se declare enemigo si probarlo pudiera, y si no...”


Otras costumbres nos parecerán, y lo son, terribles. Veamos lo que se les hacía a los ladrones.
Título DVI
El Juez y los alcaldes investiguen todas las posadas si tienen sospecha de hurto, y al que le encuentren lo robado, quédese sin su parte y, además, trasquilado en cruces, córtensele las orejas.


Con los asesinos
Títulos CCXXVI.  Del que convidado matare.
Todo aquel que convide a su casa a comer y beber a uno y lo matare, entiérrenlo vivo debajo del muerto.



Son muchos los artículos dedicados al tema sexual, también tremendistas.
Título CCXXXVII
Aquel que forzara mujer casada, sea quemado. Y si la mujer se acostase de su agrado con el forzador, sean ambos quemados.


Título CCXXXX
Todo aquel que su mujer hallare con otro y lo matare, no pague multa ninguna.

Título CCXLVIII.
Todo aquel que mujer tuviera en otras tierras y otra mujer en Andújar, sea quemado.


Pero también te podías escapar.
Título CCXLVIIII
Si algún varón mujer tuviera en Andújar y barragana publica, ambos sean azotados.

Muy mal vista era la homosexualidad.
Título CCLXXVV
Todo aquel que en pecado sodomítico sea visto, sea quemado. Si Alguien dice a otro yo te lo hice todo el año, si se puede probar sean ambos quemados y si no sea quemado el que tal infamia dijo.



Para la que abortase.
Título CCL
Mujer que a sabiendas abortase, sea quemada.



Otra cosa a aclarar es la llamada prueba del hierro caliente. Al individuo se le aplicaba en las palmas de las manos hierros candentes, a continuación se las tapaban con cera y un paño de lino. A los tres días un juez destapaba las manos y si no había herida la persona era inocente. Es algo característico del sentido providencialista de la E. Media, por lo que se pensaba que Dios no dejaría desamparado, o sospechoso de culpa, al inocente.
Evidentemente,  puestas las manos al contacto con un hierro al rojo, seguro se quemaban. Pero, untadas las manos del verdugo, del juez, con dinero, se podía producir el “milagro”. También había hechiceras que fabricaban ungüentos para cualquier cosa. A estas mujeres, hechiceras, alcahuetas, también las quemaban.

Título CCLI
La mujer que dijera que de alguno es preñada y él no la creyera, aplíquesele hierro caliente, si se quemase, no sea creída; pero si sanada fuere, el padre reconocerá al hijo y lo criara como suyo.


En el artículo siguiente se pone de manifiesto la discriminación entre hombres y mujeres al aplicar penas distintas para un mismo hecho, no es el único donde se hace patente esta discriminación.
Título CCLII
Mujeres que hombres o bestias u otras cosas legare (legar es inutilizar sexualmente), sea quemada, si no se pudiese probar sálvese con hierro caliente. Si el legador varón fuere, sea esquilado en cruces, azotado y sacado de la villa.

Título CCXCV
Si la hija se casa en contra de los deseos de sus padres, sea desheredada y declarada enemiga de sus parientes.



 Muy repetitivo es al hacer un daño, por ejemplo quemar un pajar; la pena es una multa y una restauración del daño consistente en pagar el doble del valor de lo destruido.
Título DVXXVI
Mando que aquel que pajar ajeno encendiere, pague 400 sueldos y el daño doblado.



Lo que se pagaba por casarse.
Título CLXI
Todo aquel que con manceba de la villa se desposase, dé veinte maravedíes en arras. Si se casa con una viuda dé cinco maravedíes.


Este otro es enternecedor, lo veo bien.
Título CCVI  Del hijo que no tuviera piedad del padre pobre
Si el hijo rico no tuviera piedad del padre pobre, o de la madre. Préndanle con toda su riqueza y pónganlo bajo el dominio del padre. Y que vivan con toda la riqueza todos los días de su vida. Pero sin poder vender ni mal administrar, ni de hacer testamento. Después de la muerte de los padres todo volverá al hijo.


Esto ha sido una muestra de los artículos del Fuero de Andújar, en total son seiscientos setenta y cuatro. Se publica en 2006 con la colaboración de los ayuntamientos de Andújar,  Lahiguera, Marmolejo y Villanueva de la Reina. El original pertenece a la Fundación Lázaro Galdiano.



Manuel Jiménez Barragán.
Lahiguera a 6 de febrero del 2013.