PROLOGO

Se pretende que sea éste un espacio dedicado a entretener y deleitar (... a través de la fotografía fundamentalmente) ... a dar a conocer (...o traer al recuerdo) ciertos monumentos o espacios situados en el término o cercanías de Lahiguera. ...a llamar la atención por el estado de abandono y deterioro de muchos de ellos, ...y si llegara el caso, a remover la conciencia de todos los que somos "herederos" de tales monumentos y espacios, y que con nuestra aportación ayudásemos a la conservación de los mismos.

lunes, 2 de octubre de 2023

LA CESTA DE LA COMPRA CADA VEZ MÁS CARA. EL PRECIO DE LOS ALIMENTOS SUBE MÁS EN ESPAÑA QUE EN LA UNIÓN EUROPEA.

¿POR QUÉ SUBE CONTINUAMENTE EL COSTE DE LOS ALIMENTOS?, AUNQUE LOS PEQUEÑOS Y MEDIANOS PRODUCTORES, SIGUEN RECIBIENDO MUCHAS VECES PRECIOS DE SALDO POR SUS PRODUCTOS.

En diciembre de 2021, los precios de los alimentos y bebidas ya subían un 4,5% en España, frente a un 3,2% en Europa, 1,3 puntos más. Ese diferencial alcanzó su máximo en junio del año pasado, cuando los alimentos se encarecieron un 11,8% en nuestro país frente a una subida del 8,9% en la UE y, desde entonces, ha ido reduciéndose aunque las subidas de precio en España han seguido por encima de las comunitarias.

En enero de este año, el incremento en España superaba en 0,5 puntos el de la UE y se trataba de la novena subida más fuerte de todos los países de la UE. Lituania, Estonia y Letonia lideraban los incrementos, con subidas del precio de los alimentos del 28%, 24% y 23,9%, respectivamente, debido a su mayor exposición de las importaciones de alimentos y fertilizantes desde Rusia, Ucrania y Bielorrusia.

Mercadillo de productos agrícolas. El puesto de fruta del Mercadillo sigue siendo el principal gancho del Mercadillo por el ahorro considerable del precio de la fruta.

Además de registrar encarecimientos más acusados, los alimentos en España representan una cuota del consumo total más elevada que en otros países, de ahí que su impacto en la inflación sea más intenso. En concreto, los alimentos suponen un 25,1% del consumo en nuestro país, frente al 20,9% de media en el área del euro. En los países bálticos el peso es aún mayor: del 33,8% en Letonia, 27,3% en Lituania y del 28,9% en Eslovaquia. Entre las grandes economías del área del euro, el peso de los alimentos en la cesta de consumo en 2022 alcanzaba el 23,1% en Italia, el 21% en Francia y el 17,1% en Alemania, todo ellos por debajo del peso en España.

La nueva subida de los carburantes, tanto gas, como gasolina y gasoil, vuelven a elevar considerablemente la tarifa eléctrica, algo que perjudica a todos los sectores productivos y especialmente a los más marginados.

El acusado repunte de los precios de los alimentos supone una fuente de preocupación por dos motivos principales. En primer lugar, el encarecimiento de los alimentos, que forman parte del denominado consumo de primera necesidad, puede implicar un riesgo para el acceso a una alimentación saludable y también obligar a reducir el gasto en otro tipo de bienes o servicios, especialmente en el caso de las familias con menores niveles de renta, para las que el gasto en alimentos representa una parte más importante en sus ingresos y en su cesta de consumo.

En segundo lugar, el gasto en alimentos se realiza con una frecuencia mayor que otro tipo de gastos, por lo que la evolución de sus precios influye con especial intensidad en la formación de expectativas de inflación de los consumidores, apunta el Banco de España, aspecto fundamental desde una perspectiva de política monetaria.

Por tipo de alimento, se han observado diferencias sustanciales con otros países: el pan y los cereales subieron en España un 19,3% en el último trimestre de 2022, frente al 16,9% de la UE; la leche, el queso y los huevos se encarecieron un 24,9%, frente al 23,6% de media en la UE; las legumbres y hortalizas subieron un 17,3% frente al 16,9%; y las frutas, un 9,3%, frente al 7,4%.

Hubo alimentos que subieron lo mismo, como los aceites y grasas (31,2% en ambas), mientras que otros registraron una subida inferior en nuestro país, como la carne (12,3% frente a 15%) y el pescado (11,2% frente a 12,2%).

Que esto se veía venir es de cajón. Los agricultores y ganaderos, han sufrido aumentos de coste importantes desde el mismo inicio de la guerra de Ucrania, que hoy son en promedio, de un 55% más,  con una subida para ellos de un 55% más, ¡cómo no van a subir los precios!, en particular los pequeños y medianos productores, siguen recibiendo muchas veces precios de saldo por sus productos. Un problema que viene lastrando al sector desde hace ya varios años y que ningún gobierno ha mejorado. Basta con ver las cifras de abandono de la última década para darse cuenta de la gravedad de la situación.

Precios bajos de la sandía en Almería, los agricultores no reciben ni la mitad de lo que les cuesta producir la sandía, mientras entran sandías de Marruecos.
Alrededor de 100.000 kilos de hortalizas, especialmente pepino, fueron destruidos en el acto simbólico organizado por Asaja, COAG, UPA, Coexphal y Ecohal en una explotación ganadera de El Ejido.

Por otra parte, las ventas a precios constantes en las grandes superficies crecieron un 6,1% en julio respecto al mismo mes del año anterior, según lo publicado por IECA a primero de septiembre de este año 2023.

Según la información proporcionada por el Índice de Ventas en Grandes Superficies de Andalucía (IVGSA), que mensualmente elabora el Instituto de Estadística y Cartografía de Andalucía, en el mes de julio de 2023, el volumen de ventas en las grandes superficies, descontando el efecto de la inflación y considerando la serie corregida de efectos estacionales y de calendario, registró un incremento del 6,1% respecto al mismo mes del año anterior. Diferenciando por grupos, las ventas de productos de alimentación disminuyeron un 1,2%, y las del resto de productos crecieron un 17,3%.

Las ventas en grandes superficies de Andalucía crecieron en el mes de julio de este año 2023 un 6,1% con respecto al mismo mes del año 2022.

En comparación con el mes anterior, las ventas totales aumentaron un 0,6%.

Tasas de variación interanual de las series deflactadas, corregidas de efectos estacionales y de calendario. Julio 2023

Evolución de las tasas de variación interanual del Índice General deflactado.


En la serie original, las ventas totales en las grandes superficies andaluzas aumentaron un 8,4% respecto al mes de julio del año anterior. Desglosando por tipo de productos, las ventas de alimentación aumentaron un 9,5% y las del resto de productos un 8,1%.

Considerando solo los establecimientos no especializados, el volumen de ventas en las grandes superficies en julio de 2023, descontando el efecto de la inflación y considerando la serie corregida de efectos estacionales y de calendario, creció un 6,9% respecto de julio del año anterior. Diferenciando por grupos, las ventas de productos de alimentación disminuyeron 0,7% y las del resto de productos aumentaron un 12%.

En comparación con el mes de anterior, las ventas aumentaron un 1,4%.

Tasas de variación interanual de las series deflactadas, corregidas de efectos estacionales y de calendario en establecimientos no especializados. Julio 2023.

Evolución de las tasas de variación interanual de los índices deflactados, corregidos de efectos estacionales y de calendario, en establecimientos no especializados.


En estos establecimientos no especializados, la serie original experimentó un incremento del 7,2% respecto al mes de julio de 2022. Por productos, las ventas de alimentación crecieron un 9,3% y las del resto de productos aumentaron un 5,9%.

Las colas del hambre siguen formadas por cientos de ciudadanos que acuden a las parroquias, a los Bancos de Alimentos y a Cáritas con sus carrillos de la compra vacíos, esperando rellenarlos con los productos básicos para las subsistencia de la familia.

La subida constante de los precios hace crecer las colas del hambre

Se ha dado un aumento progresivo de gente que se acerca a por raciones diarias, en tanto que ya “no llegan a final de mes”. España es el cuarto país de la Unión en habitantes en una situación más vulnerable (27,8%).

Una treintena de familias hacen cola para acceder al centro de distribución de alimentos de Trinitat (Nou Barris) Barcelona, gestionado por Cáritas.

Por todo ello crece la ya popular asistencia al Mercadillo de cada localidad, por la posibilidad de realizar compras de alimentos más baratos para la alimentación de la familia.

Mi Cámara y yo: "Al Mercadillo"


https://www.youtube.com/watch?v=qVUJQv69jTg

Un total de 95,4 millones de personas en la Unión Europea (UE), el 21,7 % de la población, se encontraba en 2021 en riesgo de pobreza o exclusión social. El dato, que pilla a Europa sumida en una crisis por la escalada de los precios energéticos, de la inflación en general y por las consecuencias económicas de la guerra de Ucrania, así lo ha publicado la oficina de estadística comunitaria. Eurostat constata además que España es el cuarto país de la Unión con un mayor porcentaje de habitantes en una situación más vulnerable, con un 27,8% en 2021, por encima del 27% anotado en 2020.

La oficina comunitaria explica en su nota que se consideran personas en riesgo de pobreza o exclusión social aquellas que viven en hogares que experimentan al menos una de estas tres situaciones: riesgo de pobreza, graves privaciones materiales y sociales o viviendas con muy baja intensidad de trabajo. 

Mercadillo de España: ¿ Cuanto cuesta fruta y verdura?


https://www.youtube.com/watch?v=fd5INqAp7-Y

MERCADILLO de MAJADAHONDA


https://www.youtube.com/watch?v=IIWBXw60OQI

La cifra de 95,4 millones en todo el club comunitario el año pasado supone un leve incremento con respecto a los 94,8 millones en 2020 (21,6% de la población). Entre los 95,4 millones de personas en riesgo de pobreza o exclusión social, 5,9 millones (1,3% de toda la población) vivían en hogares que sufrían los tres factores al mismo tiempo.

Puesto de fruta en un mercadillo.

Mercadillo de frutas y verduras en la plaza de los Fueros de Estella


 https://www.youtube.com/watch?v=2JvooQgFqfA

Según Eurostat, en 2021 había 73,7 millones de ciudadanos en la Unión en riesgo de pobreza, mientras que 27 millones experimentaban graves privaciones materiales y sociales y 29,3 millones se encontraban en hogares con una intensidad de trabajo muy baja. Por Estados miembros, los mayores porcentajes de población en riesgo de pobreza o exclusión social se registraron en Rumanía (34,4%), Bulgaria (31,7%), Grecia (28,3%) y España (27,8%). Los menores porcentajes se detectaron en Chequia (10,7%), Eslovenia (13,2%) y Finlandia (14,2%).

Los datos son relativos a un año en el que Europa estaba recuperándose de las consecuencias de la pandemia, pero todavía no había tenido que hacer frente a la peor parte de la crisis energética (los precios de la energía en verano) ni a los de la invasión de Ucrania por parte de Rusia. La Unión Europea encara un futuro a corto plazo incierto, presionada por una inflación que no da tregua a los ciudadanos. En la Unión Europea a Veintisiete países la vida se ha encarecido un 9,8% en agosto en relación al mismo mes de hace un año. En el caso de la zona euro, la subida del coste de la vida ha sido del 9,1%.

A mediados de agosto, la Encuesta de Condiciones de Vida publicada por el Instituto Nacional de Estadística (INE) confirmaba que más de 2,7 millones de niños, niñas y adolescentes viven en España en hogares con bajos ingresos. Son familias donde los adultos apenas han conseguido trabajar en el último año, que sufren carencias materiales y sociales como no poder alimentarse adecuadamente o no poder irse de vacaciones al menos una semana. Es el tercer año consecutivo en que esta estadística empeora.

Recopilación de alimentos donados al Banco de Alimentos.  

Voluntarios del Banco de Alimentos trabajan en la recogida y clasificación de los alimentos donados por el público en las campañas de recogida.

Los bancos de alimentos y las oenegés de varias ciudades españolas alertan de que la demanda de alimentos por parte de personas necesitadas está creciendo de nuevo, una vez superada la pandemia, después de que los precios se hayan disparado casi un 14% en el último año, y que en el caso del aceite, los huevos, la leche y el pollo alcancen o superen el 20%. La situación, además, se está agravando debido a que, en algunos casos, también se está produciendo un descenso del número de donaciones de alimentos con respecto a los primeros meses del año.

Esta situación se ratifica con los datos de Eurostat, según su informe un total de 95,4 millones de personas en la Unión Europea (UE), el 21,7 % de la población, se encontraba en 2021 en riesgo de pobreza o exclusión social. El dato, que pilla a Europa sumida en una crisis por la escalada de los precios energéticos, de la inflación en general y por las consecuencias económicas de la guerra de Ucrania. Eurostat constata además que España es el cuarto país de la Unión con un mayor porcentaje de habitantes en una situación más vulnerable, con un 27,8% en 2021, por encima del 27% anotado en 2020.

El peso de la alimentación en la cesta de consumo es superior en España que en la media comunitaria.

La inflación interanual bajó al 3,3% en marzo, desde el 6% de febrero, por el “efecto Ucrania”, es decir, la comparación con el primer mes del año pasado en el que ya se notó el impacto de la invasión de Rusia en los precios a nivel internacional, en España, el IPC subió un 9,8%. A pesar de ese descenso estadístico, los precios subieron en el mes un 0,4% y, aunque el Instituto Nacional de Estadística (INE) no ha desglosado por tipos de bienes y servicios, el dato de inflación subyacente, que se situó en el 7,5%, refleja que los alimentos elaborados continuaron con su senda alcista.

Varias personas hacen la compra en un supermercado.

En febrero, los alimentos se vendieron en España unos 16,6% más caros que en el mismo mes de 2022, lo que supone el principal motivo de preocupación para las familias, que asumen mes a mes una pérdida de poder adquisitivo. Además, la bajada del IVA aprobada en enero y que sirvió para aliviar los precios la primera semana del año, ya se ha visto sobrepasada y los precios vuelven a situarse en niveles de 2022.

Aunque España presenta una de las tasas de inflación más bajas de la Unión Europea, no ocurre lo mismo con los alimentos, que han subido de precio más en nuestro país que en la media de la UE, según ha detectado el Banco de España.

Según su informe “Evolución reciente de los precios de consumo de los alimentos en el área del euro y en España”, publicado a finales de marzo de este año 2023, los alimentos subían a ritmos muy semejantes antes de que irrumpiera la pandemia: un 1,8% en España y un 2,1% en la UE. Ese diferencial a favor de España se mantuvo constante durante 2020 y 2021, aunque empezó a desequilibrarse en los últimos meses de ese año y la brecha se agravó en 2022.

Cosecha de limones pudriéndose en el suelo. Al no poderlos vender, el agricultor los acaba tirando al suelo para que el arbolado se reponga y pueda volver a brotar con normalidad, y no se resienta la próxima producción.

A mediados de marzo de este año 2023, la inflación se aceleró al 6% y el precio de los alimentos sorprendió al dispararse un 16,7%. En comparación con enero, los precios subieron un 0,9% en un sólo mes.

La inflación se aceleró de nuevo en febrero hasta situarse en el 6% interanual, con lo que los hogares tuvieron que afrontar una cesta de consumo un 6% más cara que hace un año, frente al 5,9% de enero, siendo los alimentos de nuevo el principal motivo de preocupación, ya que su precio fue un 16,7% más alto que en el mismo mes del año  2022.

Así lo confirmó el Instituto Nacional de Estadística (INE) al publicar los datos definitivos de febrero. A cierre de mes, había adelantado que el índice general de inflación se situaría en el 6,1% y la subyacente en el 7,7%, ambas quedaron finalmente una décima por debajo. Esta última, que no tiene en cuenta el precio de los alimentos frescos y los productos energéticos, finalmente cerró febrero con un repunte interanual del 7,6%, la tasa más alta desde diciembre de 1986 y sitúa su diferencia con el IPC general en más de un punto y medio.

Aunque se observa una aceleración de la inflación en tasa interanual el mes de febrero de este año, llama especialmente la atención la evolución de los precios en términos mensuales, ya que en sólo 31 días se incrementaron un 0,9%, el mayor aumento de la tasa mensual del IPC en un mes de febrero en 45 años (desde 1978). En términos mensuales las mayores subidas de precio se produjeron en los paquetes turísticos nacionales, que costaron un 13% más que en enero; en la electricidad, que subió un 12,6%; los alimentos para bebé, que se encarecieron un 11,4% en un sólo mes; las legumbres y hortalizas frescas, que se dispararon un 11,2%; y el precio de hoteles y otros alojamientos, que subió un 9,8%.

La berenjena y el calabacín han sido los productos peor parados de este inicio de campaña, donde todos los productos han caído.

Hay que tener en cuenta, además, que dado que el INE cambió su metodología para calcular el Índice de Precios al Consumo (IPC) en enero, incluyendo por ejemplo por primera vez la evolución de los precios del mercado libre de electricidad y también cambiando la ponderación de los bienes y servicios que consumimos respecto al total de nuestros gastos, ahora resulta más pertinente que nunca estudiar los precios en evolución mensual, ya que los precios registrados este año frente a los de los mismos meses del año pasado no son del todo comparables.

Aun así, sin duda lo más preocupante de la cesta de consumo que mide el INE es la evolución del precio de los alimentos, que se disparó un 16,7% en febrero, frente al repunte del 15,5% del mes anterior.

Es preocupante por muchas razones: primero, porque la demanda de este producto es muy inelástica, es decir, por más que suba su precio no podemos dejar de comprar alimentos porque son un bien de primera necesidad, de ahí que es muy difícil que su precio pueda corregirse por el funcionamiento de la oferta y la demanda; segundo, porque desde enero está en vigor la bajada del IVA para un grupo amplio de alimentos y la subida de los precios demuestra que no ha servido para ofrecer un ahorro para las familias y sólo se ha traducido en menor recaudación para el Estado, y tercero, porque los hogares con rentas más bajas dedican una cuota superior de su consumo total a la compra de alimentos, de ahí que a ese grupo la inflación le afecte mucho más.

El Ministerio de Economía ha admitido en una valoración preliminar que se está produciendo este incrementado de precios: "Aumentan los precios de la alimentación, sobre todo, en los frescos. Legumbres y hortalizas, y también frutas frescas, han experimentado una reducción puntual de la oferta como consecuencia de unas condiciones climáticas desfavorables, en España y en otros países comunitarios, que ha provocado un incremento de precios por el aumento de la demanda internacional. Su nivel de aumento es similar al de Francia, e inferior al de Alemania, en febrero".

De los 200 tipos de productos que consumimos cada mes, y de los que el INE va siguiendo los precios, los alimentos copan los mayores incrementos de precios y, además, mes a mes estas subidas son cada vez más pronunciadas.

El producto que más se encareció en febrero fue el azúcar (+52,6%), seguido de la mantequilla (+39,1%), las salsas y condimentos (+33,8%), el aceite de oliva (+33,5%), la leche entera (+33,2%) y la desnatada (+33,1%), los huevos, que suben también por la propia escasez de producto (+28,3%), las harinas y otros cereales (+26,2%) y las legumbres y hortalizas (+23,6%).

Los alimentos que se han beneficiado desde enero de una rebaja del IVA, siguen subiendo con fuerza. De hecho, en febrero todos se encarecieron respecto a enero. Es el caso del pan, que subió un 0,8% en un sólo mes; los cereales (+2,7%), la leche entera (+1,8%) y desnatada (+1,7%), el queso (+0,5%), los huevos (+0,7%), las frutas frescas (+5,4%), las legumbres y hortalizas frescas (+11,2%) y las patatas (+2,3). Todos estos alimentos experimentaron una bajada del IVA del 4% al 0%, mientras que el aceite de oliva y la pasta bajaron del 10% al 5%, su precio sin embargo subió un 2,7% y 0,5%, respectivamente.

Si en enero un 32,5% de los productos que consumimos tenía ya una inflación de doble dígito, ahora registran subidas del 10% o superiores un 33,5% del total, con lo que en febrero aumentó el número de productos con elevada inflación.

La inflación en la cesta de la compra hace crecer las llamadas “colas del hambre” de aquellas personas que acuden a centros de caridad para recoger los alimentos básicos de la dieta humana.

Crecen las colas del hambre en Madrid y en España, y disminuyen las donaciones de alimentos.

En Madrid, el Banco de Alimentos empezó a notar, antes del verano, un descenso en las donaciones, que ha terminado traduciéndose en un 40% menos que en los meses previos al comienzo de la guerra en Ucrania, ha dicho a la agencia Efe una portavoz de la entidad. El número de comidas diarias también aumentó antes del comienzo de la época estival, según los últimos registros que maneja el Banco de Alimentos, pasando de 186.000 a 187.000 por día en la Comunidad de Madrid.

Las entidades que colaboran con el Banco de Alimentos madrileño también han comunicado el aumento progresivo de gente que se acerca a por raciones diarias, en tanto que ya “no llegan a final de mes”. El incremento de los precios también afecta a la compra en origen que realizan este tipo de organizaciones, en tanto que ahora deben gastar más dinero para realizar el mismo acopio de alimentos.

Desde el Ayuntamiento de Madrid han trasladado a Efe que, tras el pico en la demanda de alimentación durante la pandemia a través de la “Tarjeta Familias”, una prestación económica municipal para la cobertura de necesidades básicas de alimentación, aseo e higiene de sus beneficiarios, las necesidades se “estabilizaron” con posterioridad. Así, la cifra de 2.000 tramitaciones nuevas al mes durante la pandemia ha ido descendiendo progresivamente hasta situarse en torno a 1.000 mensuales.

Comedor de la Parroquia de Santa Anna de Barcelona.

Las colas del hambre crecen en la Parroquia de Santa Anna de Barcelona.
Colas ante un comedor social en Barcelona.

En Barcelona también han aumentado las colas en los 17 comedores sociales de la ciudad, que el año pasado repartieron 536.000 comidas a 13.158 personas vulnerables o sin hogar y este verano, en algún caso, han llegado a no dar abasto a pesar de incrementar el número de voluntarios. Un ejemplo es el del Hospital de Campaña de la parroquia de Santa Anna, que ha pasado de repartir cerca de 7.000 comidas tanto en julio como agosto del año pasado a casi 10.000 en los mismos meses de este año.

Aspecto del comedor social, Reina de la Paz, en el barrio del Raval en Barcelona.

Con la pandemia normalizada y sin restricciones, la previsión era que el número de usuarios del servicio se reduciría a unos niveles similares a los de 2019, pero ha aumentado por las consecuencias sociales y económicas de la crisis de la covid-19 y de la guerra en Ucrania, según sus responsables. El pronóstico de las entidades sociales de Barcelona, se cumplió, era que 2022 cerraría con más comidas servidas en comedores sociales que en el 2021 porque aumentaron las personas sin hogar que duermen en las calles y porque el aumento de los precios en los mercados está llevando a más familias al comedor social.

En Murcia crecen las colas del hambre y los robos por necesidad.

En el caso de Murcia, el encarecimiento de la cesta de la compra y los productos básicos de alimentación ha modificado el perfil de quien acude por primera vez en busca de ayuda al comedor social que tiene en el centro de la ciudad la Fundación Jesús Abandonado, según ha dicho a EFE su gerente, Daniel López. Según López, cada vez son más las unidades familiares, y no personas sin hogar, las que se dirigen a esta organización para pedir comida.

En este caso, también en julio y agosto ha aumentado el número de usuarios del comedor social a la vez que se han reducido las donaciones de productos y los donativos económicos, aunque la fundación confía en que esa tendencia, común de las vacaciones estivales, no se perpetúe por la escalada de precios y la crisis económica.

En Sevilla crecen en un 20 por ciento los usuarios de comedores sociales.
 
Por lo que respecta a Andalucía, en Córdoba, el Banco de Alimentos, que distribuye unos 350.000 kilogramos al mes de productos básicos a entidades sociales que trabajan en toda la ciudad, maneja unas previsiones complicadas para los próximos meses. La inflación está provocando un aumento significativo de la demanda y, por ello, la entidad ha acumulado alimentos en julio y agosto con la estimación de que el otoño y el invierno se puedan afrontar dando las mejores garantías posibles a las personas más vulnerables.

Los comedores sociales de Cádiz han visto incrementar el número de usuarios que reclaman ayuda en los últimos meses.

Algo parecido ocurre en Granada, donde el Banco de Alimentos se enfrenta actualmente a un aumento de la demanda que ya casi alcanza las cifras registradas en la pandemia de coronavirus, y, por contra, a un descenso de las donaciones, tanto de productos como económicas, y a que "el dinero recibido permitía antes llenar una cesta con diez productos y ahora, solo con seis", ha explicado a EFE un portavoz de las instalaciones. Si el año pasado fueron 39.680 personas las atendidas, actualmente son unos 45.000 los solicitantes de ayuda, situación que afrontan con el problema añadido del aumento del coste de mantenimiento de las instalaciones por la subida de la luz y el gas.

También hay algunas pocas cosas que han bajado, aunque pocas cosas. Según los datos publicados por el INE, la mayor rebaja la encontramos en el transporte combinado de pasajeros, que ha bajado de precio un 48,1% respecto al mismo mes del año anterior, por las rebajas en los abonos de transporte público aprobadas por el Gobierno. De hecho, el Ministerio de Economía ha querido sacar pecho de ello: “Las medidas adoptadas para reducir la inflación siguen teniendo recorrido, como se pone de manifiesto en la reducción de los precios del transporte público”, ha presumido, a pesar del fracaso de la bajada del IVA de la alimentación.

La electricidad es también más barata que en febrero de 2022, un 33%, aunque en este dato no sólo influye la moderación de los precios sino también la inclusión del precio del mercado libre. Los equipos de telefonía móvil también han seguido bajando (-5,2%), en línea con la tendencia emprendida el año pasado, y también los servicios de telefonía (-4,8%). Encontramos también más baratos los juegos y aficiones (-4%), los ordenadores personales (-3%), la gasolina (-3%) y las gafas graduadas y lentes de contacto (-0,9%), que se reemplazaron masivamente durante la pandemia provocando ahora una moderación de las ventas.

Granada 2 de octubre de 2023.

Pedro Galán Galán.


5 comentarios:

jesus.nuevodoncel dijo...

Magistral artículo, como todos los de Pedro. Está basado en datos oficiales, claro, pero lo que no dicen esos datos es lo que ha empeorado la alimentación de los españoles: cuanta gente se ha pasado del aceite de oliva al de girasol, cuanto ha aumentado el consumo de grasas animales en lugar de carnes magras y proteína animal, cuanto ha disminuido la calidad de las frutas y verduras... y así. La salud de todos se resentirá, y la de las clases populares en particular.
Si alguna instancia oficial se atreve a hacer ese estudio y a publicarlo, seguro que Pedro nos lo hará saber con la prontitud y claridad que le caracterizan.
Gracias otra vez.

PEDRO GALÁN GALÁN dijo...

Amigo Jesús, me gustan tanto tus comentarios porque simplemente con unas líneas pones el dedo sobre la llaga del más delicado asunto.
Durante las últimas dos décadas se han sucedido distintas iniciativas en el ámbito de la estadística oficial en relación con la medición de la calidad de vida, una materia que ha venido ganando importancia en los últimos años en el mundo académico. La idea fundamental es que la medición del progreso de las sociedades y del bienestar no puede basarse solo en indicadores puramente económicos como es el Producto Interior Bruto (PIB).
Entre las iniciativas para la medición del progreso social basadas en un paradigma distinto del PIB, probablemente la primera que concitara atención mundial fue el Índice de desarrollo humano (IDH) de Naciones Unidas, cuyo primer informe vio la luz en 1990.
Lo elabora el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), organismo responsable en materia de desarrollo. El IDH se creó para enfatizar la importancia de centrar el análisis en las personas a la hora de evaluar el desarrollo de un país, no sólo en el crecimiento económico.
A lo largo de los últimos quince años han proliferado iniciativas en el ámbito académico promoviendo una medición del progreso social basada en el análisis de las condiciones de vida de la población y de la sostenibilidad económica, social y ambiental. Se pueden encontrar abundantes ejemplos de índices denominados de progreso social, calidad de vida o incluso sobre el planeta feliz. Pero probablemente el trabajo que ha suscitado mayor atención y que tuvo más impacto no solo en el mundo académico, sino también en la estadística oficial es el conocido como informe Stiglitz-Sen-Fitoussi (informe SSF).
Este documento respondía a un encargo del gobierno francés y contenía unas recomendaciones muy concretas en materia de mejora de la medición del progreso de las sociedades. El informe no concluye con la elaboración de un índice sintético que sustituya o complemente al PIB sino que establece una serie de recomendaciones, dirigidas sobre todo a la estadística oficial, sobre cómo abordar esa tarea.
La iniciativa del gobierno francés se produce en paralelo a otras tanto de la comisión europea (proyecto “GDP and beyond”) como de la OCDE (con su iniciativa “Better Life”) que van en la misma dirección. En efecto, un mes antes de que en septiembre de 2009 se publicara el informe SSF, la Comisión Europea publicó una comunicación con el título "El PIB y más allá - Evaluación del progreso en un mundo cambiante" [COM (2009) 433]. El objetivo de esta comunicación era promover la obtención de mejores indicadores que complementaran al PIB para reflejar mejor el progreso social y ambiental.
En 2009 el sistema estadístico europeo se hace eco de estas distintas iniciativas y hace suyas las recomendaciones del informe SSF. Se crea entonces un Sponsorship Group, copresidido por Eurostat y el instituto de estadística de Francia (INSEE) con el fin de desarrollar y detallar esas recomendaciones en forma de propuestas efectivas para el sistema estadístico europeo. Se crean tres grupos de trabajo con estos cometidos:
- Medición Multidimensional de la calidad de vida
- Perspectiva de los hogares y los aspectos distributivos del ingreso, el consumo y la riqueza
- Sostenibilidad ambiental.
Concluidos los trabajos de estos tres grupos, en 2011, el Comité del Sistema Estadístico Europeo (CSEE) aprobó un informe, “sobre la medición del progreso, bienestar y desarrollo sostenible”.
El informe resume 50 acciones específicas que deberían ser acometidas por el Sistema Estadístico Europeo (SEE), para poner en práctica algunas de las recomendaciones anteriores.

PEDRO GALÁN GALÁN dijo...

Las recomendaciones, tanto del informe SSF como del Sponsorship Group (SG), se organizan en torno a tres pilares: la medición multidimensional de la calidad de vida, la introducción de la perspectiva de los hogares en los indicadores económicos y la medición de la sostenibilidad ambiental. De esas tres componentes, la mayor parte de las recomendaciones se centran en la medición de la calidad de vida. Los informes SSF y SG establecen un nuevo paradigma en la medición de la calidad de vida que es necesario explicar en cierto detalle. La calidad de vida o el bienestar se deben medir acudiendo a indicadores que deberían seguir varios principios:
- Medir resultados: se trata de evitar el uso indicadores típicos de informes sociales usados hasta ahora basados en recursos o en insumos, tales como “número de camas de hospital por cada 1000 habitantes” o “gasto por alumno” para medir sanidad o educación respectivamente. Estos indicadores dan una idea sobre el esfuerzo de las administraciones públicas en una determinada función pero no de sus resultados en las personas. El enfoque de medición multidimensional de calidad de vida, ahora propugnado, intenta evitar este tipo de indicadores y basarse en la medida de lo posible solo en indicadores de resultados (de impacto en la población) tales como, por ejemplo en el ámbito de la salud, si una persona ha podido acudir al médico cuando lo necesitaba.
- Datos individuales. Los indicadores deberían basarse en datos tomados de observaciones individuales. Por ejemplo, es preferible a la hora de medir la seguridad, conocer la percepción que las personas tienen sobre la inseguridad, o los sucesos en los que han podido ser víctimas, que datos agregados tales como una tasa de homicidios por 100.000 habitantes, típica de un enfoque clásico de indicadores sociales.
- Medir desigualdades en lugar de valores medios. En línea con lo anterior otra recomendación transversal de estos informes es que los indicadores principales elegidos no deberían ser valores medios sino estadísticos de distribución. Un caso típico es la tasa de riesgo de pobreza, que es un indicador de desigualdad dado que mide porcentaje de población por debajo de un determinado umbral de ingresos. Este indicador sería preferible, a la hora de describir el bienestar material a un indicador como el ingreso medio.
No siempre es posible disponer de estos indicadores dado que en muchas ocasiones las fuentes estadísticas actuales no los proporcionan y se tendrá que acudir por tanto a indicadores clásicos agregados.
Por otro lado el informe del Sponsorship Group sitúa los elementos fundamentales de la medición multidimensional de la calidad de vida agrupando los indicadores en nueve dimensiones. Esta es siempre una decisión arbitraria, de hecho un ejercicio similar como el ya citado proyecto Better Life index de la OCDE, considera 11 dimensiones, pero esencialmente se contemplan los mismos elementos agrupados de distinta forma.
Así, las nueve dimensiones que describen la calidad de vida son las condiciones materiales de vida, la salud, el trabajo, la educación, las relaciones sociales, la inseguridad, la gobernanza y participación social, el entorno y el bienestar subjetivo.

PEDRO GALÁN GALÁN dijo...

El Instituto Nacional de Estadística (INE) publicó el 11 de noviembre de 2021 la estadística experimental del Indicador Multidimensional de Calidad de Vida (IMCV) para el periodo 2008-2020. Se trata de un indicador compuesto de medición de calidad de vida, sometido al escrutinio de los usuarios con el fin de mejorar su metodología. El ICMV está compuesto de nueve dimensiones que agrupan un total de 55 indicadores, que provienen de muy diversas fuentes, muchas de las cuales no ofrecen datos anuales. Por ello se actualizan anualmente únicamente seis dimensiones (34 indicadores).
Según los datos del IMCV, la calidad de vida en España descendió en 2020, tras haber crecido ininterrumpidamente desde el año 2014. En concreto, el índice se situó en 101,71 puntos, frente a los 102,06 del año 2019.
La calidad de vida en España mejoró en 2021 tras el descenso de 2020. En concreto, el Indicador Multidimensional de Calidad de Vida (IMCV) se situó en 101,83 puntos, frente a los 101,66 del año anterior, con un crecimiento de 17 décimas. La Comunidad Foral de Navarra, La Rioja y Aragón presentaron los niveles más elevados de calidad de vida en el año 2021, al igual que la pasada edición.
En el lado contrario, los registros más bajos se dieron en Andalucía, Canarias y Región de Murcia.
Si analizamos las nueve dimensiones por separado, País Vasco destaca en las dimensiones Condiciones materiales de vida y Educación, Islas Baleares en Gobernanza y derechos básicos y Experiencia general de la vida y Aragón en Trabajo.
Por su parte, Comunidad de Madrid destaca en Salud, Principado de Asturias en Seguridad física y personal, Cantabria en Ocio y relaciones sociales y Comunidad Foral de Navarra en Entorno y medioambiente.
Esta mejora estuvo impulsada por las dimensiones de Educación y, en menor medida, de Entorno y medioambiente, mientras que las de Salud, Seguridad física y personal, Trabajo y Condiciones materiales de vida empeoraron su puntuación.
Los descensos más acusados se dieron en las dimensiones de Salud, Entorno y medioambiente y Condiciones materiales de vida, sobre todo debido a la disminución de la esperanza de vida por la pandemia de COVID-19, así como al empeoramiento de indicadores subjetivos (como la población que sufre problemas por ruidos exteriores a la vivienda) o el incremento en el número de hogares en carencia material severa.
Por el contrario, en 2020 mejoraron los indicadores de las dimensiones de Trabajo, Educación y Seguridad. No se actualizan en 2020 las dimensiones de Ocio y relaciones sociales, Gobernanza y derechos básicos y Experiencia general de la vida, dado que se construyen a partir de indicadores que no se obtienen todos los años. Se tiene previsto obtener los distintos indicadores que permitan actualizar en encuestas de 2022 y 2023.
Por comunidades autónomas, y tomando conjuntamente las nueve dimensiones del modelo de calidad de vida, Comunidad Foral de Navarra, La Rioja y Aragón presentaron los niveles más elevados de calidad de vida en el año 2020.
En el lado contrario, los registros más bajos se dieron en Andalucía, Canarias y Región de Murcia.
Si se analizan las nueve dimensiones por separado, País Vasco destaca en tres de ellas (Condiciones materiales de vida, Trabajo y Educación), Comunidad Foral de Navarra en Salud y Entorno y medioambiente, Cantabria en Ocio y relaciones sociales y Seguridad física y personal e Illes Balears en Gobernanza y derechos básicos y Experiencia general de la vida.

PEDRO GALÁN GALÁN dijo...

Además de los datos del IMCV que se ofrecen en forma de tablas, el INE publicó en la fecha citada dos infografías que complementan la información. El IMCV se construye a partir de los Indicadores de calidad del INE, que ofrecen una visión panorámica (multidimensional) de la calidad de vida en España, mediante la elección de un conjunto amplio pero limitado de indicadores (actualmente 55) que cubren las distintas dimensiones. Esta medición de la calidad de vida debe permite establecer comparaciones territoriales y entre grupos poblacionales y en particular, en la medida en la que se desarrolle el proyecto similar en el ámbito europeo, con los demás estados miembros de la UE.
La calidad de vida se desglosa en nueve dimensiones:
1. Condiciones materiales de vida
2. Trabajo
3. Salud
4. Educación
5. Ocio y relaciones sociales
6. Seguridad física y personal
7. Gobernanza y derechos básicos
8. Entorno y medio ambiente
9. Experiencia general de la vida
Para cada una de ella se eligen una serie de indicadores, fundamentalmente obtenidos de encuestas dirigidas a la población tales como la Encuesta de Condiciones de Vida o la Encuesta de Población Activa, que se consideran representativos de la calidad de vida en esa dimensión.
El IMCV es un indicador compuesto de medición de calidad de vida que se presenta con carácter experimental, sometido al escrutinio de los usuarios con el objetivo de mejorar su metodología y culminar, deseablemente, en un indicador multidimensional de calidad de vida estable dentro de la producción oficial del INE.
Se construye a partir de los indicadores de calidad del INE, que ofrecen una visión panorámica (multidimensional) de la calidad de vida en España, mediante la elección de un conjunto amplio pero limitado de indicadores (actualmente 60) que cubren nueve dimensiones usadas para describir la calidad de vida.
En la primera, se facilita la comparación del IMCV entre comunidades y ciudades autónomas, lo que permite observar la evolución temporal de las distintas componentes del indicador.
Las nueve dimensiones contempladas son: condiciones materiales de vida, trabajo, educación, salud, ocio y relaciones sociales, seguridad, gobernanza y derechos básicos, entorno y medio ambiente y experiencia general de la vida. En conjunto, en el cálculo el IMCV intervienen 55 indicadores, de los que 34 se actualizan cada año.
Cordiales saludos.