Si analizamos los datos del
Censo Agrario de España del año 1962 y comparamos con los datos aportados por
el Censo Agrario de España del año 1982, comprobaremos la variabilidad en el
porcentaje de cada una de los diferentes tamaños de fincas habidos en el periodo
de esos 20 años entre los dos periodos intercensales, los datos totales
censados, el total de superficie y el número de parcelas existentes en el año
1982.
(Datos tomados del cuadro II.
EPE-27, de la página 77 de Machado Santiago, R.: (1987) a partir del “Censo
Agrario de España, 1962”. Serie B Cuadernos Provinciales (Jaén). Madrid, 1966,
y “Censo Agrario de España, 1982”, tomo IV (Jaén). Madrid, 1984. Instituto Nacional
de Estadística.) (Los porcentajes se han obtenido respecto del total censado.)
De este cuadro y su análisis se
pueden extraer algunas conclusiones importantes:
La primera de ellas es que si
comparamos las explotaciones existentes en 1982 en número de 10.525, con
relación a las explotaciones censadas veinte años más atrás de 1962 en número
de 9.222, apreciamos un aumento del 14,12% de las existentes en este intervalo
de tiempo. Lo mismo sucede con el crecimiento a nivel provincial, pero no por
municipios ya que Andújar, Arjonilla y Fuerte del Rey tienen en 1982 un número
de explotaciones algo inferior a las que poseían en 1962.
Olivos y aceites en Andalucía en el año 1952. De la Filmoteca Nacional.
Este incremento global
generalizado de la provincia del 14,12% en el periodo intercensal de 1962 y
1982, que ya fue percibido en el II Censo Agrario del año 1872, aun cuando en
los últimos diez años se produjo un ligero descenso. A nivel nacional
peninsular esta tónica de crecimiento de las explotaciones no se produjo en este
sentido, sino que destaca el rasgo cuantitativo de disminución del número de
explotaciones entre los años 1962 y 1972 como consecuencia del éxodo rural que
se produjo en el campo español en ese tiempo.
Concretamente la causa motivadora
de este descenso fue la existencia de una cierta reordenación habida en el
campo español una vez que emigraron los propietarios de explotaciones más
pequeñas, es decir, la emigración se produjo porque los pequeños productores no
pudieron subsistir con el producto que daban sus menguadas explotaciones. La
emigración supuso el abandono, la venta o la cesión de esas tierras que
cultivaban como propietarios, y que fueron tomadas por otros propietarios (Cabo
Alonso, 1981, páginas: 177 y 178.)
Foto del año 1960 que reproduce la llegada de un tren especial de emigrantes a Alemania, la nueva tierra de promisión para muchos higuereños y andaluces. |
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Las explotaciones agrarias quedaron en manos de agricultores de mediana edad, la juventud se había marchado en busca de un futuro más prometedor. |
Hemos comentado anteriormente
que en la provincia de Jaén ocurrió todo lo contrario, de tal modo que en 1982
no sólo se incrementó el número de explotaciones en relación a 1962, sino que
incluso aumentó la superficie que ocupaban sus explotaciones inicialmente, lo que
significa que se incrementaron en la ganancia de suelo agrícola.
La explicación a esta desigual
tendencia hay que buscarla en los aprovechamientos dominantes, fundamentalmente
en el olivar y en el regadío, ya que los emigrantes en este caso, que fue muy
frecuente por las abundantes adquisiciones realizadas, se produjo a lo largo de
las dos décadas de entre 1962 y 1982. Estos emigrantes tendieron a invertir sus
ahorros en la adquisición de unas
cuantas fanegas de olivar o bien de regadío en su municipio de origen, con
miras a una eventual vuelta al lugar de nacimiento de ellos y sus ancestros.
Estas decisiones las tomaron los emigrados a pesar de la baja productividad del
olivar en muchas ocasiones y de la constante elevación del precio de la tierra.
Sin embargo, su apego a la tierra que los vio nacer y la posibilidad de tener
segura una rentabilidad más o menos asegurada a través del trabajo, que habían
realizado antes de marcharse fuera, un trabajo que sabían realizar con
experiencia, y que se podía reanudar una vez que volvieran al cabo de más o
menos tiempo.
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Muchas personas mayores siguieron trabajando en el campo para mejorar una economía de subsistencia. |
Era mayor la disponibilidad
empresarial que se había establecido con el cultivo del olivar en toda la
Campiña, superando a la de la tierra calma, de tal manera que tanto el pequeño
como el mediano o el gran empresario, quedaron incorporados plenamente al
mercado, porque vieron en este cultivo del olivar una posibilidad clara de
poder maximizar sus beneficios. De modo que ante esta ola incesante de
implantación de nuevos cultivos del olivar, se produjo la gran expansión del
olivar, llegando a realizarse plantaciones muchas veces en tierras
relativamente desfavorables, por las dificultades de drenaje o por su alto
contenido salino, que desde luego antaño no se cultivaban, tal como ocurrió en
nuestro caso en ciertas fincas de las riberas del Salado de los Villares.
La puesta en riego también
afectó preferentemente a las terrazas del Guadalquivir, viendo actualmente
incrementadas y aseguradas de manera ostensible las producciones, a través de
cultivos hasta entonces poco corrientes pero rentables como el algodón.
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El cultivo del algodón en Jaén para la campaña 2017-2018 estima una producción de 14.079 toneladas, un 27% mas que en la campaña anterior. |
Estas son pues las causas
fundamentales del aumento en número de las explotaciones y de la superficie que
ocupan actualmente. De cualquier forma, tal como hemos comentado antes, este
incremento no se produjo en todos los municipios de nuestra zona, ni tuvieron
igual intensidad en cada uno de los que creció, ni afectó igualmente en cada
intervalo de tiempo según el tamaño de la explotación.
En los municipios de Andújar,
Arjonilla y Fuerte del Rey, fueron los únicos donde se produjo un decrecimiento
del número de explotaciones de forma paralela al de superficie cultivable,
salvo en Arjonilla que a pesar de decrecer en número de explotaciones
incrementó el espacio cultivado como había ocurrido con el resto de los municipios
de la zona.
En los casos de Andújar y
Arjonilla, la reducción fue consecuencia de la disminución de los empresarios
con menos de 5 hectáreas, aun cuando en contrapartida aumentó en las de los
otros intervalos de propietarios con mayores dimensiones de sus explotaciones,
con alguna excepción sin importancia. En Fuerte del Rey, por el contrario, la
concentración empresarial fue mayor en el grupo del pequeño empresariado,
reduciéndose el empresariado agrícola mediano y grande, que debió abandonar sus
tierras, ya que en este municipio en 1982 la superficie agraria útil era menor
que la existente en el año 1962.
En el resto de los municipios
estudiados el incremento fue manifiesto, si bien fue mayor en aquellos
municipios donde los propietarios con menos de 5 hectáreas suponían unos
porcentajes más elevados. En estos casos, lo exiguo de la propiedad a efectos
de subsistencia estaba agravado además con una dispersión de las parcelas
notable, que dificultaba su labranza y laboreo por los costos.
Debido al proceso ya comentado
y, sobre todo con un cierto trasvase de las medianas y grandes empresas a las
pequeñas, se produjo un aumento del número de estos empresarios agrícolas en el
resto de los municipios. De igual modo, la menor dispersión parcelaria y el
mayor peso específico de la mediana propiedad fueron los factores decisivos
para la viabilidad agroeconómica de estas explotaciones que, igualmente en
otros municipios, aumentaron también.
Foto aérea de Lahiguera en la que podemos apreciar las propiedades pequeñas y medianas que rodean la villa. Foto de J. J. Mercado. |
De forma generalizada en
algunos municipios como Lahiguera o Escañuela, el pequeño campesinado compra
tierra o amplia la que tiene, sobre todo en zonas de olivar, para aumentar sus
beneficios. Lo que nos va a dar una primera visión minifundista al considerar que
la proporción de explotaciones de hasta 10 hectáreas en el año 1982 es
ciertamente más elevada que la existente en el año 1962, y más que nada,
respecto a otro tipo de explotaciones. Del mismo modo se aprecia también un
incremento de las medianas explotaciones, fundamentalmente en los intervalos de
fincas de entre las de 20 y 50 hectáreas, y las de 50 a 100 hectáreas; pero
este caso se da sobre todo en municipios afectados por las infraestructuras de
regadío como Espeluy, Marmolejo, Mengíbar y Villanueva de la Reina, donde se
observó una transferencia de las grandes explotaciones hacia las explotaciones
intermedias e incluso hacia las pequeñas.
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Explotaciones agrícolas de regadío en Andújar, Mengíbar, Marmolejo, Espeluy y Villanueva de la Reina. |
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Pequeñas explotaciones de regadío de la zona regable del río Guadalquivir. |
Finca de Sierra Morena. |
En comparación con los datos
provinciales, lo más destacable es que las explotaciones de tamaño comprendido
entre 0 y 5 hectáreas, están más ampliamente representadas en el conjunto
provincial que en el área de estudio, produciéndose justamente lo contrario en
las de más de 5 hectáreas que tiene una significación mayor en el porcentaje a
nivel zonal que provincial.
A escala intermunicipal no se aprecian grandes
diferencias, pues el peso de las explotaciones con menos de 5 hectáreas, se
mantiene con unos porcentajes prácticamente invariables en casi todos los
municipios; mientras que en las explotaciones de rango intermedio, es decir, en
las de entre 10 a 100 hectáreas, se dio una disminución global, si bien en los
municipios de la Campiña Occidental, y sobre todo con regadío, se observa un
leve crecimiento. En las grandes explotaciones de más de 100 hectáreas se
aprecia un decrecimiento en número y, desde luego, tienen menor importancia
pese a aumentar cuantitativamente y superficialmente en Sierra Morena, donde
bastante más de la mitad de esta superficie es, no obstante, de titularidad
pública.
En cuanto a la parcelación de
las explotaciones, sabemos que es este un dato de extraordinario interés para
conocer la racionalidad interna de las explotaciones, las cuales dependen en
gran medida de que, se alcance o no, una
dimensión mínima de superficie. En nuestro caso, nos ha sido imposible hacer
una valoración detenida de este importante concepto, el no poder contar con la
proporción de parcelas y la superficie que ocupan en cada tamaño de
explotación, pues tan sólo el Censo Agrario de 1982 refleja estas cifras
referidas al total de las parcelas en cada municipio.
Cuadro II. EPE-27.
Cuadro II. EPE-27.
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Sin embargo, y a pesar de esa
considerable limitación, (con los datos expuestos en el Cuadro II. EPE-27 y la
bibliografía al respecto), se puede decir que la parcelación de las
explotaciones no reviste especial gravedad en la zona estudiada, ni en la
provincia de Jaén, sobre todo al compararla con algunas regiones en que el
problema es patente, por ejemplo en Castilla-León, e incluso es muy inferior a
la media nacional al comparar los datos de 1972, según Martín Mesa, A. (1983,
páginas 40 y 41).
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Distribución de la tierra según tamaño de las explotaciones agrarias entre 1.930 y 1.999. |
De cualquier modo, y aunque
existe una mejor situación comparativa, en 1982 tenemos para el conjunto de
municipios y provincia un alto grado de parcelación, lo que dificulta, y puede
llegar hasta a imposibilitar, el fácil empleo de maquinaria adecuada y la
puesta en regadío de fincas, fundamentalmente, si tenemos en cuenta, como ya vimos
antes al estudiar la estructura de la propiedad, que la mayor dispersión
parcelaria se da en las unidades pequeñas. Es por esto que Sanz Pastor (1977,
página 126) dice que desde un punto de vista económico que “cabría dictar
normas y ayudas a la concentración particular voluntaria, lo que haría que la
reducción de parcelas aumentase. Con la carga fiscal que supone cualquier
permuta de fincas y la falta de ayudas para estas situaciones que existen
actualmente, es difícil que se consiga una fuerte reducción del número de
parcelas por explotación”.
El proceso de concentración de
parcelas ya iniciado y el de las explotaciones uniparcelarias, a pesar de sus
inconvenientes, no cabe duda que debía ser potenciada.
Respecto a la tipología de las
explotaciones agrícolas, los datos disponibles sólo nos permiten hacer una
diferenciación en base al contenido numérico. Aquí nos sería muy provechoso
disponer de valores superficiales, de aprovechamiento según tamaño, factores
económicos, y espaciales, etc…; pero al
no contar con ellos porque las fuentes no los suministran, se puede esbozar una
tipología que está en cierta manera relacionada con lo anteriormente expuesto y
con la de la propiedad rústica.
Por todo ello, empíricamente, e
incluso teóricamente, tiene sentido seguir entre las explotaciones tres grupos
nítidamente diferentes, a saber:
1.- Explotaciones pequeñas, es
decir con menos de 10 hectáreas, cuya profusión está en función del gran número
de exiguos propietarios, si bien es cierto que el porcentaje de estas
explotaciones es inferior al de aquellos por la acumulación de propiedades
familiares inscritas a nombre de distintas personas, pero contribuyentes de una
misma explotación, o bien por el hecho de que la conjunción de dos propietarios
del mismo rango puede dar lugar a la aparición de una explotación de categoría
estadísticamente superior, pudiéndose dar el caso, además, de que la cesión de
pequeñas parcelas a terceros pasase a engrosar una explotación de mayor tamaño.
En razón de gran número de
explotaciones de esta clase, en todos los municipios como en la provincia,
existe un acusado minifundio.
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Hoy nuestro paisaje está configurado en exclusiva de grandes masas arboreas de olivar. |
2.- Explotaciones medianas, o
de rango intermedio cuya extensión oscila entre las 10 y 100 hectáreas, donde
se inscriben los que algunos han llamado “empresarios acomodados” (Drain, 1977,
página 23) o también “empresarios capitalistas” (Galeski, 1977, páginas 58 y
59), que serían aquellos que detentan superficies fundamentalmente de olivar
comprendidos entre las 50 y las 100 hectáreas y cierta participación activa en
el proceso productivo.
Este tipo de explotaciones en
todos los municipios suponen unos porcentajes superiores a los de propietarios
y, como lógicamente deben reunir una superficie también mayor, quiere decirse que, el incremento en el número de
explotaciones por agregación de tierras no poseídas por el titular de la
explotación, es una realidad evidente.
Aunque porcentualmente este
tipo de explotaciones se encuentra muy por debajo de las anteriores, (las
propiedades pequeñas), sin embargo cobran gran importancia por ser estas fincas
medianas el sostén económico de numerosos municipios, sobre todo los municipios
de la Campiña por la idoneidad superficial para un mejor aprovechamiento del
olivar y del cereal.
Explendidos olivares de nuestro término en los alrededores del Cortijo de Cajeros. Foto de J. J. Mercado. |
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Fincas de tamaño medio de olivos de un solo pie. |
3.-Las explotaciones grandes, o
con más de 100 hectáreas, corresponden a los “los verdaderos capitalistas”, los
terratenientes, con atributos de dominación y control social (Mata Olmo, 1981,
página 142) en la Campiña, no así en municipios con “latifundios serranos” (Andújar, Marmolejo, Villanueva de la Reina) por
cuanto, estas fincas grandes, como ya hemos dicho, en buena parte de ellos
pertenecen al Estado.
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Ganaderia brava en la Sierra de Andújar. |
Los porcentajes de propietarios
y explotaciones en este grupo son casi equivalentes, lo que nos ratifica en la
cierta disminución de las grandes explotaciones y propiedades.
El significado de estos grandes
empresarios hay que tenerlo en cuanto, no tanto por la superficie que ocupan en
relación al total en cada municipio, sino sobre todo en el aspecto de ser propiciadores
de rentas del trabajo, al cultivar, salvo excepciones, directamente la tierra y
comportarse como verdaderos empresarios capitalistas.
Granada 13 de noviembre
de 2017.
Pedro Galán Galán.
Bibliografía:
Cabo Alonso, A.: “Transformaciones recientes en la propiedad
y en los regímenes de tenencia de la tierra”. U. Alicante. Departamento de
Geografía, 1981, páginas: 177 y 178.)
Drain, M.: “Las campagnes de la province de Sevilla). Universite
de Lille, 1977, t. II, página 23)
Galeski, B.: “Sociología
del campesinado” Edit. Península. Madrid, 1977, páginas 58 y 59)
Machado Santiago, R.: “El paisaje agrario de la Campiña Baja
y del Valle de Andújar. (Estructura, Población, Delimitación y Definición).
Cámara de Comercio e Industria de Jaén. Jaén, 1987, páginas 75 a 86.
Martín Mesa, A.: “La crisis de la agricultura tradicional:
los cambios estructurales del sector agrario jiennense en el periodo
intercensal 1962-1972”. Cámara Oficial de Comercio e Industria. Jaén (1983), páginas 40 y 41 y 209
Mata Olmo, R.: “Notas sobre la situación actual dela gran
propiedad en la Campiña jiennense” Estudios Geográficos nº 163, C. S. I. C.
Madrid, 1981, página 142.
Sanz Pastor, F.: “Es urgente la reforma agraria”. Edit.
Magisterio Español, Madrid (1977), página 126.
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