PROLOGO

Se pretende que sea éste un espacio dedicado a entretener y deleitar (... a través de la fotografía fundamentalmente) ... a dar a conocer (...o traer al recuerdo) ciertos monumentos o espacios situados en el término o cercanías de Lahiguera. ...a llamar la atención por el estado de abandono y deterioro de muchos de ellos, ...y si llegara el caso, a remover la conciencia de todos los que somos "herederos" de tales monumentos y espacios, y que con nuestra aportación ayudásemos a la conservación de los mismos.

lunes, 13 de noviembre de 2017

CONCLUSIONES DEL ESTUDIO SOBRE LA DISTRIBUCIÓN DE LAS PROPIEDADES AGRÍCOLAS EN LAHIGUERA ENTRE 1962 Y 1982.


CRECIMIENTO NUMÉRICO DE LAS EXPLOTACIONES AGRICOLAS EN LA PROVINCIA DE JAÉN, EXCEPTO EN TRES MUNICIPIOS: ANDÚJAR, ARJONILLA Y FUERTE DEL REY.


Si analizamos los datos del Censo Agrario de España del año 1962 y comparamos con los datos aportados por el Censo Agrario de España del año 1982, comprobaremos la variabilidad en el porcentaje de cada una de los diferentes tamaños de fincas habidos en el periodo de esos 20 años entre los dos periodos intercensales, los datos totales censados, el total de superficie y el número de parcelas existentes en el año 1982.


(Datos tomados del cuadro II. EPE-27, de la página 77 de Machado Santiago, R.: (1987) a partir del “Censo Agrario de España, 1962”. Serie B Cuadernos Provinciales (Jaén). Madrid, 1966, y “Censo Agrario de España, 1982”, tomo IV (Jaén). Madrid, 1984. Instituto Nacional de Estadística.) (Los porcentajes se han obtenido respecto del total censado.)

De este cuadro y su análisis se pueden extraer algunas conclusiones importantes:

La primera de ellas es que si comparamos las explotaciones existentes en 1982 en número de 10.525, con relación a las explotaciones censadas veinte años más atrás de 1962 en número de 9.222, apreciamos un aumento del 14,12% de las existentes en este intervalo de tiempo. Lo mismo sucede con el crecimiento a nivel provincial, pero no por municipios ya que Andújar, Arjonilla y Fuerte del Rey tienen en 1982 un número de explotaciones algo inferior a las que poseían en 1962.


Olivos y aceites en Andalucía en el año 1952. De la Filmoteca Nacional.

Este incremento global generalizado de la provincia del 14,12% en el periodo intercensal de 1962 y 1982, que ya fue percibido en el II Censo Agrario del año 1872, aun cuando en los últimos diez años se produjo un ligero descenso. A nivel nacional peninsular esta tónica de crecimiento de las explotaciones no se produjo en este sentido, sino que destaca el rasgo cuantitativo de disminución del número de explotaciones entre los años 1962 y 1972 como consecuencia del éxodo rural que se produjo en el campo español en ese tiempo.
Foto del año 1960 que reproduce la llegada de un tren especial de emigrantes a Alemania, la nueva tierra de promisión para muchos higuereños y andaluces.
Concretamente la causa motivadora de este descenso fue la existencia de una cierta reordenación habida en el campo español una vez que emigraron los propietarios de explotaciones más pequeñas, es decir, la emigración se produjo porque los pequeños productores no pudieron subsistir con el producto que daban sus menguadas explotaciones. La emigración supuso el abandono, la venta o la cesión de esas tierras que cultivaban como propietarios, y que fueron tomadas por otros propietarios (Cabo Alonso, 1981, páginas: 177 y 178.)
Muchos de nuestros jóvenes paisanos terminaron emigrando a Cataluña, dejando los campos de olivos en manos de sus padres, por lo que perdimos parte de la natural renovación generacional del trabajo del campo.
Las explotaciones agrarias quedaron en manos de agricultores de mediana edad, la juventud se había marchado en busca de un futuro más prometedor.
Hemos comentado anteriormente que en la provincia de Jaén ocurrió todo lo contrario, de tal modo que en 1982 no sólo se incrementó el número de explotaciones en relación a 1962, sino que incluso aumentó la superficie que ocupaban sus explotaciones inicialmente, lo que significa que se incrementaron en la ganancia de suelo agrícola.
 
La explicación a esta desigual tendencia hay que buscarla en los aprovechamientos dominantes, fundamentalmente en el olivar y en el regadío, ya que los emigrantes en este caso, que fue muy frecuente por las abundantes adquisiciones realizadas, se produjo a lo largo de las dos décadas de entre 1962 y 1982. Estos emigrantes tendieron a invertir sus ahorros en la adquisición de  unas cuantas fanegas de olivar o bien de regadío en su municipio de origen, con miras a una eventual vuelta al lugar de nacimiento de ellos y sus ancestros. Estas decisiones las tomaron los emigrados a pesar de la baja productividad del olivar en muchas ocasiones y de la constante elevación del precio de la tierra. Sin embargo, su apego a la tierra que los vio nacer y la posibilidad de tener segura una rentabilidad más o menos asegurada a través del trabajo, que habían realizado antes de marcharse fuera, un trabajo que sabían realizar con experiencia, y que se podía reanudar una vez que volvieran al cabo de más o menos tiempo.
Muchas personas mayores siguieron trabajando en el campo para mejorar una economía de subsistencia.
Era mayor la disponibilidad empresarial que se había establecido con el cultivo del olivar en toda la Campiña, superando a la de la tierra calma, de tal manera que tanto el pequeño como el mediano o el gran empresario, quedaron incorporados plenamente al mercado, porque vieron en este cultivo del olivar una posibilidad clara de poder maximizar sus beneficios. De modo que ante esta ola incesante de implantación de nuevos cultivos del olivar, se produjo la gran expansión del olivar, llegando a realizarse plantaciones muchas veces en tierras relativamente desfavorables, por las dificultades de drenaje o por su alto contenido salino, que desde luego antaño no se cultivaban, tal como ocurrió en nuestro caso en ciertas fincas de las riberas del Salado de los Villares.


La puesta en riego también afectó preferentemente a las terrazas del Guadalquivir, viendo actualmente incrementadas y aseguradas de manera ostensible las producciones, a través de cultivos hasta entonces poco corrientes pero rentables como el algodón.
El cultivo del algodón en Jaén para la campaña 2017-2018 estima una producción de 14.079 toneladas, un 27% mas que en la campaña anterior.

Estas son pues las causas fundamentales del aumento en número de las explotaciones y de la superficie que ocupan actualmente. De cualquier forma, tal como hemos comentado antes, este incremento no se produjo en todos los municipios de nuestra zona, ni tuvieron igual intensidad en cada uno de los que creció, ni afectó igualmente en cada intervalo de tiempo según el tamaño de la explotación.
 
En los municipios de Andújar, Arjonilla y Fuerte del Rey, fueron los únicos donde se produjo un decrecimiento del número de explotaciones de forma paralela al de superficie cultivable, salvo en Arjonilla que a pesar de decrecer en número de explotaciones incrementó el espacio cultivado como había ocurrido con el resto de los municipios de la zona.

En los casos de Andújar y Arjonilla, la reducción fue consecuencia de la disminución de los empresarios con menos de 5 hectáreas, aun cuando en contrapartida aumentó en las de los otros intervalos de propietarios con mayores dimensiones de sus explotaciones, con alguna excepción sin importancia. En Fuerte del Rey, por el contrario, la concentración empresarial fue mayor en el grupo del pequeño empresariado, reduciéndose el empresariado agrícola mediano y grande, que debió abandonar sus tierras, ya que en este municipio en 1982 la superficie agraria útil era menor que la existente en el año 1962.

En el resto de los municipios estudiados el incremento fue manifiesto, si bien fue mayor en aquellos municipios donde los propietarios con menos de 5 hectáreas suponían unos porcentajes más elevados. En estos casos, lo exiguo de la propiedad a efectos de subsistencia estaba agravado además con una dispersión de las parcelas notable, que dificultaba su labranza y laboreo por los costos.

Debido al proceso ya comentado y, sobre todo con un cierto trasvase de las medianas y grandes empresas a las pequeñas, se produjo un aumento del número de estos empresarios agrícolas en el resto de los municipios. De igual modo, la menor dispersión parcelaria y el mayor peso específico de la mediana propiedad fueron los factores decisivos para la viabilidad agroeconómica de estas explotaciones que, igualmente en otros municipios, aumentaron también.
Foto aérea de Lahiguera en la que podemos apreciar las propiedades pequeñas y medianas que rodean la villa. Foto de J. J. Mercado.

De forma generalizada en algunos municipios como Lahiguera o Escañuela, el pequeño campesinado compra tierra o amplia la que tiene, sobre todo en zonas de olivar, para aumentar sus beneficios. Lo que nos va a dar una primera visión minifundista al considerar que la proporción de explotaciones de hasta 10 hectáreas en el año 1982 es ciertamente más elevada que la existente en el año 1962, y más que nada, respecto a otro tipo de explotaciones. Del mismo modo se aprecia también un incremento de las medianas explotaciones, fundamentalmente en los intervalos de fincas de entre las de 20 y 50 hectáreas, y las de 50 a 100 hectáreas; pero este caso se da sobre todo en municipios afectados por las infraestructuras de regadío como Espeluy, Marmolejo, Mengíbar y Villanueva de la Reina, donde se observó una transferencia de las grandes explotaciones hacia las explotaciones intermedias e incluso hacia las pequeñas.
Explotaciones agrícolas de regadío en Andújar, Mengíbar, Marmolejo, Espeluy y Villanueva de la Reina.
Pequeñas explotaciones de regadío de la zona regable del río Guadalquivir.
Como consecuencia de todo la dicho, podemos señalar que la característica más importante en la distribución cuantitativa de las explotaciones en esos municipios, es que la gran concentración de este tipo de explotaciones se da en los tamaños inferiores, sobre todo en las fincas de entre 0 y 5 hectáreas, mientras que el incremento en las fincas medianas se produce entre las fincas de una superficie de entre las 20 a las 50 hectáreas preferentemente, y el descenso de las explotaciones grandes, que se da la mayoría de los municipios, salvo en los municipios con extensiones considerables de partes serranas (fincas en Sierra Moerena) en sus términos, como es el caso de Andújar, Marmolejo, Villanueva de la Reina,  y por otra parte Espeluy y Fuerte del Rey.
Finca de Sierra Morena.
En comparación con los datos provinciales, lo más destacable es que las explotaciones de tamaño comprendido entre 0 y 5 hectáreas, están más ampliamente representadas en el conjunto provincial que en el área de estudio, produciéndose justamente lo contrario en las de más de 5 hectáreas que tiene una significación mayor en el porcentaje a nivel zonal que provincial.
A  escala intermunicipal no se aprecian grandes diferencias, pues el peso de las explotaciones con menos de 5 hectáreas, se mantiene con unos porcentajes prácticamente invariables en casi todos los municipios; mientras que en las explotaciones de rango intermedio, es decir, en las de entre 10 a 100 hectáreas, se dio una disminución global, si bien en los municipios de la Campiña Occidental, y sobre todo con regadío, se observa un leve crecimiento. En las grandes explotaciones de más de 100 hectáreas se aprecia un decrecimiento en número y, desde luego, tienen menor importancia pese a aumentar cuantitativamente y superficialmente en Sierra Morena, donde bastante más de la mitad de esta superficie es, no obstante, de titularidad pública.

En cuanto a la parcelación de las explotaciones, sabemos que es este un dato de extraordinario interés para conocer la racionalidad interna de las explotaciones, las cuales dependen en gran medida de que, se alcance o no, una dimensión mínima de superficie. En nuestro caso, nos ha sido imposible hacer una valoración detenida de este importante concepto, el no poder contar con la proporción de parcelas y la superficie que ocupan en cada tamaño de explotación, pues tan sólo el Censo Agrario de 1982 refleja estas cifras referidas al total de las parcelas en cada municipio.

Cuadro II. EPE-27.

Sin embargo, y a pesar de esa considerable limitación, (con los datos expuestos en el Cuadro II. EPE-27 y la bibliografía al respecto), se puede decir que la parcelación de las explotaciones no reviste especial gravedad en la zona estudiada, ni en la provincia de Jaén, sobre todo al compararla con algunas regiones en que el problema es patente, por ejemplo en Castilla-León, e incluso es muy inferior a la media nacional al comparar los datos de 1972, según Martín Mesa, A. (1983, páginas 40 y 41).
Distribución de la tierra según tamaño de las explotaciones agrarias entre 1.930 y 1.999.

De cualquier modo, y aunque existe una mejor situación comparativa, en 1982 tenemos para el conjunto de municipios y provincia un alto grado de parcelación, lo que dificulta, y puede llegar hasta a imposibilitar, el fácil empleo de maquinaria adecuada y la puesta en regadío de fincas, fundamentalmente, si tenemos en cuenta, como ya vimos antes al estudiar la estructura de la propiedad, que la mayor dispersión parcelaria se da en las unidades pequeñas. Es por esto que Sanz Pastor (1977, página 126) dice que desde un punto de vista económico que “cabría dictar normas y ayudas a la concentración particular voluntaria, lo que haría que la reducción de parcelas aumentase. Con la carga fiscal que supone cualquier permuta de fincas y la falta de ayudas para estas situaciones que existen actualmente, es difícil que se consiga una fuerte reducción del número de parcelas por explotación”.
El proceso de concentración de parcelas ya iniciado y el de las explotaciones uniparcelarias, a pesar de sus inconvenientes, no cabe duda que debía ser potenciada.


Respecto a la tipología de las explotaciones agrícolas, los datos disponibles sólo nos permiten hacer una diferenciación en base al contenido numérico. Aquí nos sería muy provechoso disponer de valores superficiales, de aprovechamiento según tamaño, factores económicos, y espaciales,  etc…; pero al no contar con ellos porque las fuentes no los suministran, se puede esbozar una tipología que está en cierta manera relacionada con lo anteriormente expuesto y con la de la propiedad rústica.


Por todo ello, empíricamente, e incluso teóricamente, tiene sentido seguir entre las explotaciones tres grupos nítidamente diferentes,  a saber:
Los cortijos en otros tiempos nucleo de la tierra calma hoy se encuentran rodeados de olivar.

1.- Explotaciones pequeñas, es decir con menos de 10 hectáreas, cuya profusión está en función del gran número de exiguos propietarios, si bien es cierto que el porcentaje de estas explotaciones es inferior al de aquellos por la acumulación de propiedades familiares inscritas a nombre de distintas personas, pero contribuyentes de una misma explotación, o bien por el hecho de que la conjunción de dos propietarios del mismo rango puede dar lugar a la aparición de una explotación de categoría estadísticamente superior, pudiéndose dar el caso, además, de que la cesión de pequeñas parcelas a terceros pasase a engrosar una explotación de mayor tamaño.
En razón de gran número de explotaciones de esta clase, en todos los municipios como en la provincia, existe un acusado minifundio.
Hoy son escasas las fincas en nuestros municipios dedicadas al cultivo de los cereales, donde el cultivo extensivo del olivar se generalizó desde las decadas de los años sesenta, setenta y ochenta del siglo XX.
Hoy nuestro paisaje está configurado en exclusiva de grandes masas arboreas de olivar.
2.- Explotaciones medianas, o de rango intermedio cuya extensión oscila entre las 10 y 100 hectáreas, donde se inscriben los que algunos han llamado “empresarios acomodados” (Drain, 1977, página 23) o también “empresarios capitalistas” (Galeski, 1977, páginas 58 y 59), que serían aquellos que detentan superficies fundamentalmente de olivar comprendidos entre las 50 y las 100 hectáreas y cierta participación activa en el proceso productivo.

Este tipo de explotaciones en todos los municipios suponen unos porcentajes superiores a los de propietarios y, como lógicamente deben reunir una superficie también mayor, quiere  decirse que, el incremento en el número de explotaciones por agregación de tierras no poseídas por el titular de la explotación, es una realidad evidente.

Aunque porcentualmente este tipo de explotaciones se encuentra muy por debajo de las anteriores, (las propiedades pequeñas), sin embargo cobran gran importancia por ser estas fincas medianas el sostén económico de numerosos municipios, sobre todo los municipios de la Campiña por la idoneidad superficial para un mejor aprovechamiento del olivar y del cereal.
Explendidos olivares de nuestro término en los alrededores del Cortijo de Cajeros. Foto de J. J. Mercado.
Fincas de tamaño medio de olivos de un solo pie.
3.-Las explotaciones grandes, o con más de 100 hectáreas, corresponden a los “los verdaderos capitalistas”, los terratenientes, con atributos de dominación y control social (Mata Olmo, 1981, página 142) en la Campiña, no así en municipios con “latifundios serranos” (Andújar, Marmolejo, Villanueva de la Reina) por cuanto, estas fincas grandes, como ya hemos dicho, en buena parte de ellos pertenecen al Estado.
Mapa de provincias donde se daban latifundios de más de 200 hectáreas en el año 1.930. En el podemos comprobar que Jaén junto con Málaga y Almería no figuran entre las provincias latifundistas de Andalucía.
Ganaderia brava en la Sierra de Andújar.

Grandes dehesas para el ganado lanar en Sierra Morena.

Los porcentajes de propietarios y explotaciones en este grupo son casi equivalentes, lo que nos ratifica en la cierta disminución de las grandes explotaciones y propiedades.

El significado de estos grandes empresarios hay que tenerlo en cuanto, no tanto por la superficie que ocupan en relación al total en cada municipio, sino sobre todo en el aspecto de ser propiciadores de rentas del trabajo, al cultivar, salvo excepciones, directamente la tierra y comportarse como verdaderos empresarios capitalistas.

Granada 13 de noviembre de 2017.

Pedro Galán Galán.

Bibliografía:

Cabo Alonso, A.: “Transformaciones recientes en la propiedad y en los regímenes de tenencia de la tierra”. U. Alicante. Departamento de Geografía, 1981, páginas: 177 y 178.)

Drain, M.: “Las campagnes de la province de Sevilla). Universite de Lille, 1977, t. II, página 23)

Galeski,  B.: “Sociología del campesinado” Edit. Península. Madrid, 1977, páginas 58 y 59)

Machado Santiago, R.: “El paisaje agrario de la Campiña Baja y del Valle de Andújar. (Estructura, Población, Delimitación y Definición). Cámara de Comercio e Industria de Jaén. Jaén, 1987, páginas 75 a 86.

Martín Mesa, A.: “La crisis de la agricultura tradicional: los cambios estructurales del sector agrario jiennense en el periodo intercensal 1962-1972”. Cámara Oficial de Comercio e Industria. Jaén  (1983), páginas 40 y 41 y 209

Mata Olmo, R.: “Notas sobre la situación actual dela gran propiedad en la Campiña jiennense” Estudios Geográficos nº 163, C. S. I. C. Madrid, 1981, página 142.

Sanz Pastor, F.: “Es urgente la reforma agraria”. Edit. Magisterio Español, Madrid (1977), página 126.
 

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