SITUACIÓN DE UNA POBLACIÓN PERTENECIENTE A ANDÚJAR, UNA VILLA RECIEN RECUPERADA POR FERNANDO III EL SANTO.
Durante los primeros siglos
de dominación árabe en España, nuestras tierras tuvieron un apreciable y
regular nivel de población, hasta que tuvieron lugar los repetidos ataques
castellanos durante la etapa de desmoronamiento del poder almohade y el
surgimiento de las terceras taifas en al-Andalus; circunstancia histórica en
que Figueruela dejó de pertenecer al poder musulmán en el año 1225, y paso a
denominarse La Fuente
de la Figuera.
Muchas de las fortificaciones
y lugares habitados ya con anterioridad en época musulmana, sufrieron una
transformación importante o abandono en la etapa emiral, tal como ocurrió con
los asentamientos islámicos de Corbún, Los Pozos y Las Cuevas, debido a la
orden del emir y luego califa de Córdoba llamado Abd al-Rahman III, que tomó
esa decisión para prevenir futuras
sublevaciones, tras el papel preponderante que numerosas plazas jugaron en las
rebeliones muladíes contra el poder central a finales del siglo IX y comienzos
del siglo X en al-Andalus.
Antes de la llegada de los
árabes y musulmanes en el 711, la provincia de Jaén no existía como tal, ni en
la época visigoda inmediata ni en la anterior dominación romana; por tanto la
provincia de Jaén, la ciudad y su capitalidad de la Cora, nacen durante el
periodo islámico con la constitución del estado de al-Andalus, que establece
una organización geográfico-administrativa en la que se creó la Kura o Cora de Jaén (Yayyan).
Desde su constitución como Cora o provincia en el siglo VIII, el territorio
estaba integrado por un buen número de localidades de diversa entidad, con
algunas ciudades de importancia y comarcas ricas, fértiles y prosperas, con
abundantes mercados y actividad comercial. Un territorio muy bien defendido
mediante una serie de plazas
inexpugnables y poderosas fortalezas.
Vista aérea actual del Castillo de Jaén y Parador. |
Jaén como capital de la Cora era una ciudad de
mediana importancia, que contaba con diversos baños y mezquitas y acogía a
comunidades de judíos y cristianos en un ambiente de tolerancia y convivencia
pacíficas. Tuvo una vida cultural e intelectual de cierta relevancia con alto
conocimiento técnico, científico y literario.
En algunos casos la conquista
era con batalla, asalto y rendición por cerco; si bien con anterioridad había
habido en muchos casos constantemente entradas por parte de cada bando hacia el
territorio contrario, con saqueos y pillaje y toma de cautivos de los que se
pedía rescate; se incendiaban cosechas, se talaban árboles, y se destrozaban
casas, iglesias o mezquitas en medio de una vorágine casi permanente.
En caso de cesión pacífica,
por acuerdo de los reyes, de villas o aldeas, como fue en el caso de la entrega
de Andújar y sus aldeas de La
Higuera y Villanueva en 1225, o de rendición por cesión pacífica, se permitía la
salida de la población musulmana que lo desease, sin la destrucción sistemática
de todo lo que representaba el pasado, con lo que en muchos casos se
reutilizaron mezquitas, reconvertidas ahora en templos para los cristianos, se
aprovechaban las fortalezas, y sus viviendas, aprovechándose igualmente en
algunos casos la documentación del vencido para hacer los nuevos repartimientos
y delimitación de términos entre las diversas villas y aldeas, basándose en
muchos casos en las antiguas divisiones administrativas musulmanas.
Conoce tu Comarca, Lahiguera
Con los castellanos
desapareció, en toda la zona conquistada, la estructura del poblamiento
islámico, que hasta ese momento existía y que esencialmente se componía de numerosas alquerías o aldeas y
asentamientos dispersos no fortificados, que estarían organizados en torno a un
Hisn o castillo como elemento de articulación del territorio. Con Castilla esta
organización fue sustituida por una estructura señorial, fuertemente
jerarquizada y dirigida por estamentos militares establecidos en la zona, con
la obligación de defenderla a cambio de apoyo económico de la corona
castellana, y del botín, que se obtenía de las incursiones realizadas en el
territorio del enemigo musulmán de la frontera, más o menos próxima. En el lado
cristiano de la nueva frontera la población civil era muy escasa y la mayoría
de sus habitantes eran guerreros encastillados y agricultores que algunas veces
se tenían que proveer de alimentos de las recuas enviadas desde otros lugares
no tan próximos a la frontera. A las nuevas villas o aldeas conquistadas se les
concedía básicamente el estatuto de realengo o de señorío. Los señoríos como
entidad jurídica disfrutaban de más privilegios y derechos, mientras que las
tierras de realengo se otorgaban a los concejos en zonas no fronterizas y por
lo tanto no tan necesitadas de defensa. Esta fue la razón por la que La Fuente de la Figuera tras la conquista
de Jaén por Fernando III pasó a depender de Jaén como tierra de realengo.
La estructura militar
determinó el poblamiento y la organización de los asentamientos de cristianos
en la nueva zona reconquistada al Islam, que sufrió una despoblación muy
importante por la emigración a núcleos de población mayores y más seguros,
hasta el punto que muchas zonas quedaron deshabitadas o poco pobladas, mientras
que en otros lugares se concentraba la población en torno a los castillos
construidos para refugio y defensa en caso de ataques árabes de la zona
fronteriza.
https://www.youtube.com/watch?v=PDHbPRizg_E
La población cristiana se congregaba alrededor de la Torre fortaleza o castillo y
el templo cristiano. Por todo ello, y ante la imposibilidad de mantener en
muchos casos las tierras conquistadas en manos castellanas, se articuló la
entrega de las tierras conquistadas a las órdenes militares de Santiago y
Calatrava.
Islam y Resistencia
Cristiana:
La invasión árabe de la Península Ibérica
y el inicio de la
Reconquista:
Tras la ocupación musulmana y
la formación de al-Andalus, los nuevos gobernantes se mostraron muy dispuestos
a pactar con la aristocracia goda. Como parte del pacto, los nobles godos se
hacían muladíes (conversos al Islam) y así podían seguir gobernando sus tierras
y cobrando impuestos. En cuanto a la población cristiana (los mozárabes), los
gobernantes fueron tolerantes con sus tradiciones religiosas y se conformaron
con el cobro de tributos.
Los Primeros Reinos Cristianos:
Sin embargo, pronto se
crearían fuertes desigualdades dentro de la sociedad andalusí y surgirían
muchos motivos de descontento. Un motivo era el aumento de la presión fiscal
para mantener un ejército cada vez más numeroso; otro motivo era el reparto de
tierras, que beneficiaba a las tribus árabes o beréberes más cercanas al poder;
un tercer motivo era el aumento de la presión religiosa para forzar la
conversión; un cuarto motivo podía ser la ocupación de cargos por las élites
árabes en perjuicio de la nobleza goda muladí. Por estos u otros motivos, en el
siglo IX se produjeron movimientos de rebeldía contra los gobernantes de
al-Andalus, cuyos protagonistas principales fueron gentes cristianas de
Hispania o mozárabes. Por lo menos conocemos tres rebeliones. Por orden
cronológico son:
1- Una rebelión de los
habitantes de una ciudad contra la presión fiscal del emir, que tuvo mucho de
espontánea y desencadenó una fuerte ola de violencia y represión.
2- Una rebelión por motivos
religiosos, focalizada dentro de una ciudad y liderada por clérigos que
promovieron una forma “no violenta” de protesta.
3- Una rebelión dirigida por
muladíes que se extendió por un amplio territorio del estado andalusí y
desencadenó una guerra que se prolongó hasta el siglo X.
Cuadro resumen de la Evolución política de Al- Andalus. |
El 22 de septiembre del año
852 d.C., muere en Córdoba Abū l-Mutarraf `Abd ar-Rahmān ibn al-Hakam (Árabe:
أبو المطرف عبد الرحمن بن الحكم), más conocido como Abderramán II, hijo y
sucesor de Alhakén I, cuarto emir omeya de Córdoba, que reinó desde el 25 de mayo
de 822 hasta su muerte.
Tras la muerte de Abderramán
II, sería su primogénito, Muhammad, quien rezara la oración fúnebre en la tumba
del Alcázar de los Omeyas.
Ibn Idhari nos dejó este
retrato de él:
«...era alto, moreno, de ojos grandes y negros, la nariz aquilina, los
párpados morenos y larga barba; hacía mucho uso del henné [la henna] y del
ketem. Tuvo cuarenta y cinco hijos y cuarenta y dos hijas».
Fue el primer omeya que acuñó
moneda en Córdoba, grabó los dírhemes con su nombre e instituyó una ceca, a
cuyo cargo puso alamines. Desde la conquista hasta entonces los habitantes de
al-Andalus empleaban los dírhemes y dinares que traían de Oriente. Durante su
reinado aumentó la recaudación de impuestos, se incrementaron las exacciones
del jarach, se construyeron alcázares, ciudades y talleres; los reyes
cristianos y de otros lugares se le sometieron. (1) (Anónimo: Una descripción
anónima de al-Andalus. Madrid, CSIC, 1983 (Ed. y trad., con introducción, notas
e índices por Luís Molina), p. 149.).
Abd-al Rhaman III en Medina Azahara, año 930. |
Imagen actual de Medina Azahara. Fotografía de Sombradeparra. |
El arte emiral y califal en
al-Andalus:
Fue el primero que hizo
fastuosos edificios y cumplidos alcázares, utilizando avanzada maquinaria y
revolviendo todas las comarcas en busca de columnas, buscando todos los
instrumentos de al-Andalus y llevándolos a la residencia califal de Córdoba, de
manera que toda famosa fábrica allí fue construcción y diseño suyo (2) (Ibn
Hayyan de Córdoba. Almuqtabis II-1 (Crónica de los emires Alhakén I y
Abderramán II entre los años 796 y 847). Zaragoza, Instituto de Estudios
Islámicos y del Próximo Oriente, 2001 (Trad., notas e índices de Mahmud ali
Makki y Federico Corriente), p. 182.).
En los territorios de la
actual provincia de Jaén, a partir de la segunda decena del siglo XIII, se
inició con un gran avance de los reinos cristianos del Norte sobre
Despeñaperros en la Batalla
de las Navas de Tolosa en 1212, batalla que si bien no propició la conquista y
consolidación inmediata de estos territorios, si dio comienzo a una fase de
desmoronamiento del poder almohade en los decenios siguientes.
Batalla de Las Navas de Tolosa, año 1212.
La Batalla de las
Navas de Tolosa 1212:
https://www.youtube.com/watch?v=unPlvN_sQtw
|
Un imperio almohade que hasta
entonces había abarcado en un solo y extenso estado todo el norte de África y
al-Andalus. Imperio regentado por la etnia berebere del clan masmuda, que
sufrió su decisiva derrota en 1212 y se debilitó definitivamente tras la muerte
del califa Abu Yacub Yusuf en 1224, debido a que las luchas sucesorias que
siguieron a su fallecimiento provocaron la decadencia de la dinastía. Ello
provocó en al-Andalus el levantamiento de jefes locales que se fueron apoderando
de parcelas más o menos amplias del territorio, y que fragmentado se
denominaron “las terceras taifas”. A partir de este contexto histórico es
cuando Figueruela aldea de Anduxar pasa de nuevo a manos castellanas del rey
Fernando III.
El Reino de Castilla:
También al otro lado del
Estrecho de Gibraltar, la situación no fue mejor que lo era en la península, y
el estado almohade se iba desintegrando a medida que surgían nuevos poderes y estados. El estado almohade
se dividió en cuatro partes; tres estados en el norte de África y una en
al-Andalus. En al-Andalus los Nasries no
fueron muy poderosos y las dos taifas más importantes de este periodo fueron
las de Valencia con la familia de los Banu Mardanis y la de Murcia creada y
gobernada por los Banu Hud. En 1228 Ibn Hud consiguió imponerse sobre los demás
señores andalusíes y llegó a controlar casi la totalidad de al-Andalus.
El esplendor de al-Andalus:
El avance cristiano
importante cuantitativamente y cualitativamente fue paralelo al retroceso
territorial del periodo de gobierno de Ibn Hud, que aunque intenso, fue breve y
duró sólo un decenio (1228-1238) a mediados del cual sus reiterados fracasos
militares ante los ejércitos cristianos, que avanzaban arrolladores e
incontenibles, provocaron el malestar y alarma de su población. Los andalusíes
se sentían indefensos con un soberano que no les garantizaba la seguridad para
ellos, sus tierras y sus campos, y les exigía elevados impuestos para pagar las
treguas forzosas que se veían obligados a pactar, que con frecuencia el emir
murciano se veía obligado a firmar con los castellanos, además de que como
gobernante tampoco era demasiado brillante en su política. El clima de
descontento favorecía la aparición de nuevos dirigentes a quienes los
musulmanes, decepcionados del suyo, pudieran seguir y confiar sus esperanzas.
Este fue el proceso de las
terceras taifas en todo al-Andalus, que fue aprovechado por los reinos
cristianos, para realizar un avance enorme en la conquista de territorios que
culmina a mediados del siglo XIII. En menos de tres decenios, las tres cuartas
partes del territorio andalusí de la época almohade habían pasado a manos
cristianas. El proceso de avance cristiano parecía que iba a acabar con
al-Andalus, y que no se iba a detener hasta que quedara completada la
recuperación de toda la península, en la que ya sólo iba a quedar un rincón
sudoriental en el que se refugió el levantamiento de Ibn al-Ahmar, el rey de
Arjona, fundador de la dinastía nazarí. De forma que lo que en un principio no
tenía más posibilidades de supervivencia, que la que tenía el resto de los
pequeños señoríos locales, (establecidos tras la conquista castellana al otro
lado de la frontera), se mantenía a mediados del siglo XIII todavía como
independiente, y lo que parecía más sorprendente aun fue, que continuó como el
único y solitario bastión de al-Andalus, asegurando la permanencia del estado
islámico durante casi dos siglos y medio más. La habilidad y capacidad política
del arjonero Ibn al-Ahmar impidió la desintegración total, gracias a que supo
maniobrar en un siglo XIII, tan agitado y turbulento, hasta llegar a alumbrar
el nacimiento de la última gran dinastía islámica de la península.
La formación de la frontera
en la parte de la Campiña
baja de la provincia de Jaén fue el resultado necesario de las conquistas realizadas
por el rey Fernando III, el Santo, por parte de la corona castellana y el surgimiento, unos años más tarde, del
nacimiento y posterior consolidación del emirato nazarí, creado primero con
capitalidad en Arjona, después en Jaén y finalmente en Granada. Lo que a partir
de entonces queda como territorio de frontera, por lo que a La Higuera
respecta, tal como se puede comprobar en el mapa, con anterioridad había sido
un mismo territorio musulmán unido, que quedó dividido precisamente con esa
frontera, que antes de su división pertenecía a un solo territorio, a una sola
unidad como estado, que era al-Andalus.
El impulso que a la conquista
del territorio musulmán dio Fernando III fue intenso y sostenido, ya desde los
inicios de su reinado, como lo evidencian las incursiones de la primavera de
1224, cuando consiguió un pacto de amistad y, poco después el vasallaje de al-Bayyasi, señor de Baeza, y asoló la
villa de Quesada, o la incursión de 1225, que consolidaron las conquistas de
importantes plazas en el alto valle del Guadalquivir, como Andújar y Martos. Entre
1225 y 1228 pasan a poder cristiano Andujar (y sus aldeas La Fuente de la Figuera y Villanueva),
Baeza, Martos, Iznatoraf etc.
Cuadro que representa la Negociación de Fernando III "El Santo" con el rey de la taifa baezana Al- Bayyasi en el año 1224. |
En los comienzos del tercer
decenio del siglo XIII y a mediados del reinado del ya citado emir murciano Ibn
Hud (1228-1238), se produjo el levantamiento del baezano al-Bayyasi contra el
emir de los almohades, y firmó una alianza con Fernando III para combatirlos.
El vasallaje que hizo con Fernando por esta causa de la defensa almohade, le
hacen pagar ya en 1225 la cesión de importantes plazas al rey castellano como
fueron Andújar y sus aldeas (Higueruela y Villanueva), Martos, y Burgalimar o
Baños de la Encina.
Siendo esta entrega uno de los factores que aceleraron poco a
poco el retroceso y caída del Jaén
Islámico en poder castellano. Al Bayyasi controlaba casi toda la provincia o
Cora de Jaén excepto su capital. Ayudado por estas cesiones, el rey Fernando
emprendió, como uno de los primeros pasos en su decidido proceso de invasión,
la conquista y control de una parte del valle del Jandulilla, esencial vía de
comunicación para unir la parte alta del valle del Guadalquivir con las tierras
de Granada. Fernando conquistó Baeza en 1226 y Jodar y Garcíez en 1227.
Aseguradas las primeras
conquistas de la invasión castellana del siglo XIII por tierras de Jaén, se
procedió a una repoblación del reino en dos fases, una primera de carácter
militar y en lugares fortificados, y una segunda de tipo concejil dando cuerpo de
naturaleza a los concejos municipales. Esta segunda fase fue la más compleja
para su realización pues las tierras con frontera musulmana no eran deseadas
por la población que venía para el repoblamiento. La mayoría de la población
había de vivir de la agricultura, y ante la inseguridad de la frontera tenían
que compartir su trabajo en el campo con formar parte de las milicias
fronterizas todos los hombres útiles de la villa o aldea.
También se utilizaba para
alentar la repoblación cristiana el reparto de tierras. El mismo Fernando III,
recién conquistado Jaén:
“enbio por pobladores a todas partes, enviando
prometer grandes libertades a quantos y viniesen a poblar; et vinieron y muchas
gentes de toda la tierra, et mandoles partir la uilla et los heredamientos a
todos muy comunalmente”
(4) Primera Crónica General,
páginas 746-747.
Estas tierras de Figueruela fueron conquistadas en
1225, justo con el fin del primer cuarto del siglo XIII por Fernando III, de
forma pacífica a cambio de cesión de tropas, al rey de la Taifa de Baeza Abd Allah
al-Bayysi, llamado “El Baezano”; quedando las nuevas tierras cedidas englobadas
dentro de los territorios del realengo. Se decía de los territorios de realengo
a aquellos que dependían directamente del rey, es decir de aquellos que no eran
de señorío, ni de las Ordenes Militares. En las villas de realengo el
territorio y la población estaban sujetos a la autoridad directa del rey, en
ellas no tenían jurisdicción las ordenes militares. Se deduce que tras su
conquista La Fuente
de la Figuera
quedaría como territorio de realengo bajo jurisdicción directa del Rey Fernando
III, hasta que años después con la
Conquista de Jaén en 1246, junto a las demás “Fuentes”,
quedaría incorporada al Concejo de Jaén. En 1292 Alfonso X la concedía a
Andújar.
El topónimo «la Fuente de la Figuera» fue el primer
nombre conocido de La Higuera.
Por privilegio de Alfonso X el Sabio dado en Toledo el 20 de
febrero de 1292, se concedía La
Fuente de la
Figuera a la ciudad de Andújar, pasando a denominarse Higuera
de Andújar. Según refieren las Crónicas el día 20 de febrero de 1292 en la
ciudad de Toledo se otorgó un privilegio real por el cual se confería la aldea
de La Fuente
de la Figuera
(nuestro pueblo) a la ciudad de Andújar.
En el siglo XV pasó a ser aldea de Arjona dentro del señorío de la Orden de Calatrava, sin embargo, en el plano eclesiástico siguió perteneciendo a Andújar, como se recoge en el Sínodo de 1511.
En el siglo XV pasó a ser aldea de Arjona dentro del señorío de la Orden de Calatrava, sin embargo, en el plano eclesiástico siguió perteneciendo a Andújar, como se recoge en el Sínodo de 1511.
El día 20 de Febrero de 1254
Alfonso X sacó a la aldea de “La Fuente de la Figuera” de la jurisdicción del Concejo de Jaén y
se la otorgó al Concejo de Andújar como también le ocurrió a Villanueva. Desde
entonces ambas pasarían a llamarse “La Higuera de Andúxar” y
“Villanueva de Andúxar” respectivamente.
“...Do e
otorgó al concejo de Andújar por mucho
servicio que fizieron al muy noble, muy
alto y mucho honrado el rey don Fernando ,
mío padre , e fizieron a mí e faran
de aquí adelante , que ayan por aldeas la Fuente de la Figuera
e Villanueva , las que tomé al concejo de
Jaén quando di por aldeas de Jaén ,
Arjona e a Porcuna. Y mano que estas
aldeas sobredichas que las aya el concejo
de Andújar para siempre jamás , con sus
entradas e con sus salidas , con montes,
con fuentes , con ríos , con pastos e con sus
pertenencias , así como la deuen auer. E dógelas
en tal manera que las tengan bien
pobladas...”.
Por este privilegio de
Alfonso X “El Sabio”, dado en Toledo el 20 de febrero de 1254, la concedía a la
ciudad de Andúxar, pasando a denominarse La Higuera de Andúxar. Se deduce que una vez
conseguida la conquista de Jaén en 1246, Fernando, tras ser tierras de realengo
veintiún años, desde 1225 al 1246, incorporó las aldeas de La Fuente de la Figuera y Villanueva al
Concejo de Jaén, y su hijo Alfonso X, nueve años después, en la antedicha fecha
de 1254 las adjunto al Concejo de Andújar, sacándolas del Concejo de Jaén, momento
en que tomaron la denominación “de Anduxar”, como se ve a cambio de otras dos
aldeas mayores que tomó dicho Concejo con Arjona y Porcuna; este trueque se
realizó con la idea de compensar la inclusión de las aldeas de Arjona y Porcuna
en el Concejo de Jaén.
En el año 1369 el rey Enrique
II confirmaba todos sus privilegios a las villas de Jaén, Baeza, Úbeda y
Andújar, privilegios que abarcaban igualmente a sus aldeas de La Fuente de la Figuera y Villanueva de
Andújar.
Con la conquista de Andújar y
La Fuente de la Figuera, nuestro pueblo se
hace frontera con el emergente reino nazarí de Aryüna.
Arjona es tierra fronteriza y
Al-hamar obtiene éxitos en sus razzias al territorio cristiano, lo que le
proporciona fama y partidarios, siendo por ello nombrado alcaide de Arjona.
Casó con su prima Aixa, con quien tuvo cuatro hijos: Mohammad, Farach, Yusuf y
Fátima.
Sobre la asolación de Quesada
se registra:
“No convinieron con el rey moro todos los de su
nación, antes bien los de Quesada la juzgaron pusilanimidad… sin reparar que
habían de pagar esta pertinencia con la sangrienta pena de ser pasados a
cuchillo cuantos podían tomar armas, y hacer esclavos a todos los demás que
excedieron el numero de once mil , ejecutando San Fernando en corto tiempo con
la mudanza de circunstancias la misericordia con el de Baeza porque se rindió,
y la justicia con los de Quesada porque obstinadamente se resistieron…“
(5) Burriel, A. M.: Memorias
para la vida del santo rey Don Fernando III. Madrid Imprenta Viuda de don
Joaquín Ibarra (1800) capítulo XVII.
En 1232 un tío de Al-hamar es
destituido por Aben Hud de un cargo a los pocos días de haber sido nombrado.
Este hecho fue considerado como una injusticia y propició la rebelión contra
Aben-Hud. Esto hizo que Al-hamar ganara adeptos a la causa y le reconociera
como rey de Arjona. Porcuna y Jaén le aceptaron como rey. Aben-Hud pacta una
tregua con Fernando III para someter al rebelde, pero tras varios encuentros,
con resultados alternos, no lo consigue. Al-hamar continúa afianzándose cada
día más. Wadi As (Guadix), Basta (Baza) y Djayyán (Jaén) se adhieren a su
causa. Sus dominios se van ampliando. Ya es rey de la mitad de las actuales
provincias de Jaén y Granada. Continuamente le aceptan nuevos pueblos que
desean librarse del dominio de Aben-Hud.
Con todo lo descrito quedó el
terreno abonado y en las mejores condiciones para que surgiera un nuevo líder
Ibn al-Ahmar en una zona como la de
Arjona, que sufría los ataques e incursiones de los cristianos que envolvían su
territorio por la conquista progresiva de las villas y aldeas de todos sus
límites geográficos. Una zona fronteriza que sufría incursiones frecuentes y
era escenario de numerosos enfrentamientos entre ambos bandos. Una tierra donde
como las que perduraron en nuestro actual término municipal, se localizaba una
serie de fortalezas para la defensa de la frontera y protección del territorio
existente entre el término de la aldea de La Fuente de la Figuera y los correspondientes al reino musulmán
de Aryüna, tan próximo. La frontera establecida, con los hisn de uno y de otro
lado o fortalezas, servían a unos y otros para realizar algaradas en el
territorio enemigo, tal como también hacían los cristianos desde su tierra
recién repoblada.
Desde el husun de Aryüna,
lugar donde se había establecido la familia de los Banu al Ahmar, llamados
también Banu Nasr, surgió la dinastía Nazarí. El célebre y eminente historiador
nazarí Ibn al-Jatib, muerto en 1374, afirmó que esta familia:
“tenía por ocupación la guerra santa, el labrar la
tierra su medio de vida y la valentía la
cualidad que los había hecho célebres”. Así pues, de esta familia arjonera
procedía Muahammmad b. Yusuf, un agricultor y guerrero que en el momento de su
exaltación tenía treinta y siete años, que llegaría a ser el primer sultán
nazarí. Los propios autores árabes lo ensalzan como “un hombre sencillo y austero
que prefería la rudeza y la pobreza, la vida rustica, que era sobrio en el
comer, remendaba sus sandalias y vestía ropas ásperas”.
La primera frontera surgió
como consecuencia del avance castellano por un lado y, por otro, del territorio
de al-Andalus, que se vio empujado a un retroceso territorial ante el empuje
castellano y aragonés, que hacían peligrar la existencia del resto del estado
islámico hasta su desaparición y que sobrevivió con la creación en Aryüna de un
nuevo emirato, conocido después como Reino Nazarí de Granada.
Frontera y territorio del Reino de Jaén después de 1246. Tomado de Juan Eslava Galán. |
Una frontera que a lo largo
de los años sufrió bastantes fluctuaciones de límites en sus plazas y tierras,
llegando a ser una frontera ciertamente irregular. Podríamos hablar de una
protofrontera o primera frontera de las tierras tomadas en manos de Castilla,
con un carácter más o menos fronterizo, por la conquista iniciada por Fernando
III, a partir de la línea establecida desde la entrega en 1225 de
Andújar y sus aldeas (Figueruela y Villanueva), y Martos, hasta la
configuración y establecimiento de una frontera más estable, desde que nació en
Arjona el nuevo estado nazarí en 1232, jaenés de origen y granadino de
capitalidad desde 1246, año en que se entrega Jaén, aunque prolongó su
existencia hasta 1492.
Etapas de la Edad Media: Temprana Edad Media entre los iglos V al IX; Alta Edad Media entre los siglos IX al XIII, y Baja Edad Media entre los siglos XIII al XV. |
Tras este nuevo impulso de la
reconquista, la corona castellana puso en marcha un proceso de repartimientos y repoblación que
sufrió diversos avatares. La mayoría de la población andalusí abandonó las
tierra, lo que unido al fracaso inicial de la política castellana de
repoblación, determinó en muchos casos el retraimiento urbano de las ciudades,
villas y aldeas conquistadas y el
abandono de los campos.
En un primer momento, los
nuevos pobladores tendieron a ocupar las zonas urbanas y militares de las
villas, intentando mantener a la población musulmana autóctona en el campo;
pero los habitantes que siguieron en sus tierras inmediatamente después de la
conquista, por mucho que los textos legales y las capitulaciones le concedieran
tolerancia y derechos, fueron considerados población vencida presionada
directamente por el nuevo marco económico y social de tipo feudal y la señorialización de la mayoría de la zona fronteriza, que años
después provocó el estallido de la revuelta mudéjar de 1264. Tras esta
rebelión, la población musulmana desapareció casi por completo para emigrar al
reino de Granada o al Norte de África. El gran vacío humano que se generó en el
campo, se intentó rellenar con gentes traída de otras partes de Castilla, a las
que se ofreció importantes atractivos económicos, sociales y jurídicos; pero
las duras condiciones de vida de la frontera hizo fracasar la repoblación, en
líneas generales, durante el siglo XIII y XIV.
La sociedad estructurada en estamentos. |
A los musulmanes que
habitaban los lugares conquistados por los castellanos, se les daba en muchas
ocasiones la oportunidad de permanecer y vivir en sus villas y aldeas pagando
su diezmo, pues los nuevos dueños no tenían capacidad repobladora para sus
villas y aldeas, ni gente capacitada para mantener el sistema productivo
agrícola al nivel cuantitativo y cualitativo, que los andalusíes habían
alcanzado.
La nueva población
repobladora del espacio reconquistado se articuló en torno a una sociedad
feudal tradicional, con una economía agraria de tipo local, con cultivos de
cereal, vid y olivos. Los cereales más abundantes eran el trigo y la cebada,
que ocupaban las tierras de mejor calidad de nuestra campiña; dejando las
tierras de peor calidad y laderas para la siembra de otros cereales de menor
rendimiento como la avena o escanda. La vid y el olivo también se cultivaban en
las laderas. En la campiña, el paisaje estaba dominado por el cereal. El
cultivo se realizaba en hazas de tierra calma, parcelas de variada extensión de
entre 20 y 8 fanegas y en explotaciones más extensas como cortijos,
heredamientos y donadíos. Los donadíos por su extensión disponían de sus
propias dehesas boyales para el mantenimiento de los bueyes de arada, además de
pequeñas huertas, algunos prados e instalaciones precisas para la labranza. (6) Argente del Castillo
Ocaña, C.: La ganadería medieval andaluza. Siglos XIII-XVI (Reinos de Jaén y
Córdoba) (1991) Diputación Provincial de Jaén. Páginas 39 a 43.
Diferentes capas sociales: El grupo de Privilegiados y los no Privilegiados en las villas del campo y en la ciudad. |
También había barbechos y
superficies baldías entre las sementeras, a las que acudían los rebaños en
determinadas épocas del año. Las huertas solían encontrarse junto a las
poblaciones y aprovechaban las aguas que servían de abastecimiento a estas; es
de pensar que en La Fuente
de la Figuera
medieval la zona de Los Morales y el Pozo del Chorrillo, que contiene en su
brocal de piedra tallada la cruz de la orden de Calatrava, fuera en aquellos
tiempos la huerta que en pequeñas parcelas suministrara alimento a los
habitantes de la villa, tan cercana al núcleo de población. En estos lugares
los olivares estarían en una banda de terrenos colindantes a las huertas para
aprovechar las aguas sobrantes para el riego de las plantaciones de olivar,
sobre todo en las épocas en que el cultivo de la huerta no precisaba del agua
de los pozos o alcubillas. En la
periferia del núcleo de población de la villa de la Fuente de la Figuera se hallaban los
ejidos, que servían para el mantenimiento de los bueyes y bestias de arada de
los vecinos, que tenía una utilización comunal y, a veces solían estar en ellos
las eras para la trilla del cereal.
El olivo constituía el
segundo cinturón de cultivo y estaba situado cerca de nuestra villa, para
disponer mejor su vigilancia, puesto que era víctima fácil de las razzias de castigo
en la frontera, cuyo cultivo y cuidado
casi no compensaba debido al largo periodo de tiempo de crecimiento de este
árbol.
Sociedad piramidal y diferentes estamentos sociales de este periodo histórico. |
Aquella era una sociedad
piramidal que situó en la cumbre a la nobleza, junto con la alta jerarquía
eclesiástica representante de una iglesia aglutinadora de privilegios y
unificadora en lo cultural. En esta sociedad la nobleza ostentaba los
privilegios y disponían de numerosos bienes rústicos y urbanos. La baja
nobleza, constituida por los hidalgos era numerosa y con frecuencia no muy
pudiente, aunque estaban exentos de impuestos, formada por familias destacadas
que dominaban el cabildo municipal de nuestra villa. En su mayoría la nobleza
estaba integrada por hidalgos, exentos de impuestos, con derecho a ocupar
determinado número de oficios en los cabildos, a cambio de estar obligados a
acudir a la guerra con caballo.
Cuadro representativo de lo que fue la Baja Edad Media en Europa Occidental. |
El poder económico de los hidalgos variaba de
unos a otros, incluso algunos eran pobres. Entre los no privilegiados estaban
los caballeros de cuantía que eran labradores, artesanos o ganaderos con
suficientes bienes para mantener caballo y armas, era un grupo en alza y muchos
de ellos contribuían en época de conflicto bélico a mantener caballos y armas
propias. Los llamados “hombres buenos”, caracterizados porque su situación
económica les permitía pagar impuestos, constituían un grupo muy numeroso, eran
los llamados “pecheros” o peones porque acudían a pie a la guerra al no
disponer de caballo.
El núcleo de la población lo
constituían los pecheros u hombres buenos, que económicamente ocupaban
escalones inferiores a los caballeros de cuantía y eran los que iban a pie en
los alardes formados por agricultores, ganaderos, comerciantes… algunos de los
cuales también eran pobres. El último escalón de la población lo ocupaban los
esclavos, muy numerosos por ser zona de frontera y estar ligados en su mayoría
a cautiverio, siendo procedentes de poblaciones musulmanas, al punto que en las
ordenanzas medievales de Jaén quedaban incluidos en el capítulo de animales de
tiro y de carga, ocupando el último lugar. (7) Rodríguez Molina, J.: La vida en
la ciudad de Jaén en tiempos del Condestable Iranzo (1996) Jaén. Ayuntamiento.
Páginas 138-154.
El clero también tenía sus
diferencias sociales internas de acuerdo a los aspectos jerárquico y patrimonio
territorial y urbano, además de los ingresos periódicos que le proporcionaba el
diezmo eclesiástico. (8) (Rodríguez Molina, J.: La vida en la ciudad de Jaén…
Archivo Municipal de Jaén. Ordenanzas de Jaén. Página 137 a 152.
La población activa
compaginaba todos los trabajos con la milicia. Los ballesteros eran hombres de
campo, que llegado el mes de noviembre paralizaban sus actividades guerreras
para realizar la siembra.
Tras la conquista aumentó el
poder de la nobleza, ya históricamente y tradicionalmente levantisca por su
pugna con la monarquía y con los mismos nobles. Se incrementa el señorío
nobiliario en muchas de las villas recién conquistadas, teniendo los nobles sus
propias milicias. Las tierras de señorío otorgadas a los nobles ocupan la mayor
parte de la línea fronteriza del reino de Jaén, repartido en diferentes
señoríos y tierras de realengo.
La comarca de Cazorla
pertenecía al Arzobispado de Toledo, la de Martos a la Orden de Calatrava y la de
Segura de la Sierra
a la Orden de
Santiago y en el resto del reino de Jaén destacaban las ciudades de realengo de
Úbeda, Baeza, Andújar y Jaén, además de otras tierras de relengo y de señorío
nobiliario.
Las minorías marginadas eran
los moriscos y judíos y los escasos y recién llegados gitanos. Los gitanos,
desde el momento que pasan a formar parte de la vida de la población, comienzan
a estar marginados como minoría, por el
choque cultural que se produce. En la ciudad de Jaén los judíos y conversos
vivían juntos en el hoy barrio de San Andrés, y sufrían saqueos y linchamientos
como en otras poblaciones.
El territorio giennense
conquistado por Fernando III se quedó articulado civilmente en una serie de
entidades de población, algunas con jurisdicción propia con el título de ciudad
o villa, y otras como aldeas o lugares,
que dependieron administrativamente de las primeras (Esta es la razón por la
que La Higuera
y Villanueva pasaron a depender de Anduxar); unas bajo la jurisdicción propia
directa de la corona castellana y otras concedidas como señorío a nobles y
eclesiásticos.
La mayor parte de los
señoríos estaban incluidos en la zona fronteriza y en ellos se delegaba su
defensa, por lo que a nosotros respecta el señorío de Arjona y sus villas fue
donado a la Orden
de Calatrava, como lo fueron también Torres, Jimena y Sabiote. (Véase la
entrada en este blog: Juan II de Castilla y la concesión del Ducado de Arjona a
don Fadrique de Aragón… En la fecha 21 de marzo de 2014).
La población el reino de Jaén comenzó a conformase
tras las grandes conquistas del sigo XIII, que pusieron en manos cristianas el
Alto Valle del Guadalquivir, estableciéndose una frontera relativamente
estable. La administración local la ejercía el concejo de la villa o aldea, era
la reunión de los oficiales y regidores integrantes del mismo, dándose también
el caso de que en ocasiones se convocaba a la población de la villa para
reunirse en asamblea cuando se trataban asuntos de importancia y que se
realizaba en la iglesia tras la pertinente convocatoria de su campana, la
construcción de templos nuevos era necesaria.
El concejo de la villa
ordenaba las actividades más diversas de la población, desde las agrícolas y
comerciales hasta el abastecimiento del trigo y el control de los bienes
comunales y de propios del lugar. La labor judicial la ejercían los alcaldes
del concejo, mientras que regidores se encargaban de la administración del
lugar. Otros funcionarios eran el alguacil, el escribano, y los fieles
encargados de la inspección y control de las medidas utilizadas en las ventas
de productos, junto a otras funciones.
El corregidor era un funcionario nombrado por el rey cuando le interesaba a la
corona la intervención en la vida administrativa municipal y tenía por misión
controlar la gestión del concejo; después se estableció el concejo
abierto, con participación de los
vecinos que fue sustituido por los regidores, seleccionados preferentemente de
entre la nobleza local de cada villa o aldea. Sus funciones eran cada vez más
amplias con actividades judiciales en lo civil y en lo criminal, obras
públicas, sanidad, mercados, actividades políticas, militares, etc.
En tiempos de Alfonso XI se
instauró un sistema de regimiento vitalicio de las villas y ciudades que se
convirtió en hereditario y fue germen de la oligarquía urbana, que gestionó en
su beneficio con frecuencia los importantes bienes de propios de las poblaciones y las rentas de
las ciudades; lo cual trajo como consecuencia revueltas como la ocurrida en
Úbeda en el año 1331, rebelión dirigida por Núñez Arquero, un hombre del Común
de vecinos que fue erigido caudillo y expulsó a todos los caballeros, escuderos
y gente noble de la ciudad, apoderándose de la misma, lo que supuso un mal
ejemplo de alteración del orden social reinante, que el mismo rey Alfonso XI
atajó citando al caudillo de la rebelión a Mayorga, donde estaba, ordenando
posteriormente ahorcarle. (9) Argote de Molina, G.: Nobleza de Andalucía.
Sevilla, 1588. En Riquelme y Vargas, 1991. Jaén. Página 399.
A través de una extensa familia
de fueros se procedió desde el primer momento de la conquista a la
reorganización de los territorios conquistados. El Fuero de Cuenca (1189 o
1190) fue otorgado a las ciudades de Baeza, Andújar y Úbeda con una serie de
libertades para atraer a la población. El Fuero de Toledo fue dado a Arjona con
mayor control de la corona y Jodar recibió el de Lorca, parecido al de Toledo,
pero que delimitaba claramente los estratos sociales y favorecía el gobierno
municipal de la nobleza.
Un acto administrativo que
tuvo lugar en muchos de nuestros pueblos fue el de amojonamiento, un acto de
posesión de un territorio, que tenía un ritual,
y se expresaba físicamente en un amontonamiento de piedras, o en el
aprovechamiento de alguna señal durable y perdurable en el tiempo, para lo que
se elegía una señal de especial relieve natural del paisaje. Una de las
primeras referencias escritas en las que se expresa claramente el procedimiento
amojonador entre los términos de las villas, aparece en la crónica del
condestable Miguel Lucas de Iranzo, y está referida al año 1470, en que hubo
necesidad de deslindar los términos entre las ciudades de Jaén y Andújar y en
los lugares de Cazalilla, Villanueva de la Reina y La Figuera (La Higuera), entre los que había una disputa sobre la
delimitación de los términos. Para proceder a tal delimitación se reunió el
Condestable Miguel Lucas de Iranzo junto a las personas mayores que sabían
sobre el asunto, junto con caballeros, escuderos y labradores, tanto de unos
lugares como de los otros con el fin de establecer el amojonamiento de los
diferentes términos municipales. El ritual del amojonamiento encierra toda una
compleja lectura de la mentalidad de a época y se podría relatar así:
“En el primer mojón, que era un pozo “en medio del
arroyo del Salado”, el Condestable a caballo
echó una lanza, en un símbolo de fuerza que emanaba de su autoridad de juez en
este acto, pues era alcaide mayor de la ciudad de Jaén; luego mandó a un mozo
que se lanzase vestido al pozo y se sumergiese en el agua, el cual fue sacado
posteriormente del mismo en un acto de purificación y renacimiento que emana
del agua del pozo, simbolismo que le había dado la autoridad del Condestable.
Ello fue inicio para que el resto de los mozos se lanzaran agua unos a otros,
incorporando así el elemento del juego y la fiesta al evento.
El acto festivo del amojonamiento continuó en otros mojones, como el
situado entre los donadíos de Santa María
en Jaén y la orden de San Juan de Acre en Andújar. Allí los jóvenes que
acompañaban la comitiva jugaron con camaradería al juego “do las yeguas en el
prado” para a continuación pasar a una batalla campal a puñetazos hasta que la
intervención del Condestable puso paz, un acto también lleno de simbolismo
donde la autoridad del Condestable como juez
y pacificador puso fin a las rivalidades entre ambas ciudades. En otro
lugar, situado en la cumbre de un cerro junto a un camino que iba de Mengíbar a La Figuera de Andújar, como allí no había piedras, se hizo un
mojón grande de tierra. En el lugar los muchachos mataron un carnero a
cañaverazos y le cortaron la cabeza, que fue enterrada en el mojón. Se cumple
con este acto un nuevo simbolismo medieval del sacrificio y la comida de hermandad entre ambas ciudades,
que culmina posteriormente en otro mojón donde se corre un toro que es matado a
lanzadas y repartida la carne entre las personas pobres de los lugares cercanos
de Cazalilla y Villanueva.”
(10) Relación de los hechos
del muy magnífico e más virtuoso señor, el señor don Miguel Lucas, muy digno
condestable de Castilla. Ed. Juan Cuevas Mata, Juan del Arco Moya y José del
Arco Moya. Jaén: Ayuntamiento, Universidad. (2001) Páginas 347 a 353.
Paralela a la división
administrativa civil del territorio conquistado, se instauró la división
eclesiástica que tenía su núcleo principal en la diócesis de Baeza-Jaén. La
instauración de la diócesis de Baeza tras la conquista figuró entre las
primeras medidas organizativas adoptadas por Fernando III, otorgándole una
serie de rentas y bienes para su mantenimiento. Su primer obispo fue Fray
Domingo, pero años después tras la conquista de Jaén, la diócesis pasó a ser
denominada diócesis de Jaén con dos catedrales, una en cada ciudad. El
territorio quedó dividido para su administración en tres arcedianatos (Jaén,
Baeza y Úbeda) y siete arciprestazgos Jaén y Arjona para el primer arcedianato;
Baeza y Andújar para el segundo; y
Úbeda, Iznatoraf y Santisteban del Puerto para el tercero. La fuente de la Figuera perteneció por
tanto al arcedianato de Baeza y al arciprestazgo de Andújar.
(11) (Rodríguez Molina, J.: (1986) El obispado
de Baeza-Jaén. Organización y economía diocesanas. Diputación provincial de
Jaén. Página 19.
Los obispos no escaparon a la
lucha política interna del reino ni al frente bélico, solían ser obispos
guerreros, como Fray Domingo, Pedro Pascual o Gonzalo de Zúñiga. La segunda
institución eclesiástica en importancia era el cabildo de la Catedral, de donde se
seleccionaba a los principales consejeros y servidores para la administración
del Obispado. El resto de la red administrativa se completaba con las
parroquias y el clero, que gozaban de inmunidades y privilegios, como las
exenciones tributarias, aunque no exenta de tensiones.
Los obispos giennenses entre
los siglos XIII al XV fueron los siguientes:
Fray Domingo entre 1226 y
1248.
Pedro Martínez entre 1248 y
1249.
Pascual entre 1249 y 1275.
Martín Domínguez entre 1276 y
1283.
Juan Ibáñez entre 1283 y
1285.
Juan entre 1285 y 1286.
Juan entre 1287 y 1289.
Pedro Pascual entre 1296 y
1300.
García Pérez entre 1301 y
1316.
Gutiérrez Téllez entre 1317 y
1322.
Fernando Martínez de Agreda
entre 1322 y 1335.
Juan de Morales entre 1335 y
1357.
Juan 1357.
Alfonso Pecha entre 1359 y
1368.
Nicolás de Viedma entre 1368
y 1378 con su traslado a Cuenca.
Juan Rodríguez entre 1378 y
1381.
Nicolás de Viedma entre 1381
y 1383.
Rodrigo Fernández de Narváez
entre 1383 y 1422.
Gonzalo de Stúñiga o de
Zúñiga entre 1422 y 1456.
Alonso Vázquez de Acuña entre
1457 y 1474.
Iñigo Manrique entre 1476 y
1482.
Luís Osorio entre 1482 y
1496.
A partir del siglo XIV se
utilizaba también en la frontera el privilegio de los homicianos, un indulto
del delito contra la vida para los condenados que repoblasen la frontera en la
época del ya consolidado estado nazarí. Recibieron en el reino de Jaén este
privilegio las poblaciones que sufrían los problemas de una frontera casi
estable pero muy combatida, entre ellas: Alcaudete, Alcalá la Real, Castillo de Locubin,
Jodar, Quesada y probablemente La
Guardia.
Por ello como regla general y
con idea de atraer a la población a las zonas fronterizas se les eximía de impuestos y se les otorgaba
un fuero. Otros privilegios otorgados en las villas a repoblar eran la libre
disposición de sus heredades, exención de pechos, excepto de las reparaciones
de las murallas y torres del castillo en común, la libre posesión de pesos y
medidas en la casa de morada, apropiación de la quinta parte de los ganados
ajenos que entrasen en los términos de la villa, y la prohibición de que las
heredades de realengo pasasen a la
Iglesia. (12) Porras Arboledas, P. A.:
“La organización militar y social de la frontera giennense en la Edad Media (1984). En:
Actas del III Coloquio de Historia Medieval Andaluza: grupos no privilegiados.
Diputación Provincial de Jaén. Página 477.
En este mapa aparece Higuera por primera vez con este nombre. Es posible que fuese el efecto en ese tiempo de su independencia jurídico-administrativa de la jurisdicción de Andújar. |
Sin duda, el acontecimiento
histórico más importante del siglo XVI es el proceso de exención de La Higuera de la jurisdicción
de Andújar. Hasta el siglo XVII no consiguió su denominación como villa y con
ello su independencia jurídico-administrativa. A partir de ese momento y
ya durante toda la contemporaneidad, La Higuera, una vez que logró eximirse de la
dependencia jurídico-administrativa de Andújar, consiguió ser catalogada como
villa con jurisdicción independiente.
Mapa del Partido de Martos. En la parte superior aparece Higuera cerca de Arjona ó de Andújar formando parte de la llamada "Vara de Arjona". |
A pesar de entender
administrativamente cerrado el proceso de exención jurisdiccional de La Higuera, tanto en la villa
como en su término, con la resolución definitiva de 1791, la Orden de Calatrava no cesó
en su empeño de disputar la jurisdicción eclesiástica de la villa al obispo de
Jaén, y con ella la jurisdicción en Arjona y Arjonilla, las tres poblaciones
calatravas que constituían “La
Vara de Arjona”.
Granada 26
de 0ctubre de 2015.
Pedro Galán
Galán.
BIBLIOGRAFÍA:
Anónimo: Una descripción anónima
de al-Andalus. Madrid, CSIC, 1983 (Ed. y trad., con introducción, notas e
índices por Luís Molina), p. 149.).
Ibn Hayyan de Córdoba.
Almuqtabis II-1 (Crónica de los emires Alhakén I y Abderramán II entre los años
796 y 847). Zaragoza, Instituto de Estudios Islámicos y del Próximo Oriente,
2001 (Trad., notas e índices de Mahmud ali Makki y Federico Corriente), p.
182.).
Vidal, F.: (2010) Jaén en
época de los nazaríes (al- Andalus, siglo XIII- XVI. Editorial Zumaque, Alcalá la Real (Jaén).
Burriel, A. M.: Memorias para
la vida del santo rey Don Fernando III. Madrid Imprenta Viuda de don Joaquín
Ibarra (1800) capítulo XVII.
Argente del Castillo Ocaña,
C.: La ganadería medieval andaluza. Siglos XIII-XVI (Reinos de Jaén y Córdoba)
(1991) Diputación Provincial de Jaén. Páginas 39 a 43.
Rodríguez Molina, J.: La vida
en la ciudad de Jaén en tiempos del Condestable Iranzo (1996) Jaén.
Ayuntamiento. Páginas 138-154.
Rodríguez Molina, J.: La vida
en la ciudad de Jaén… Archivo Municipal de Jaén. Ordenanzas de Jaén. Página 137 a 152.
Argote de Molina, G.: Nobleza
de Andalucía. Sevilla, 1588. En Riquelme y Vargas, 1991. Jaén. Página 399.
Relación de los hechos del
muy magnífico e más virtuoso señor, el señor don Miguel Lucas, muy digno
condestable de Castilla. Ed. Juan Cuevas Mata, Juan del Arco Moya y José del
Arco Moya. Jaén: Ayuntamiento, Universidad. (2001) Páginas 347 a 353.
Rodríguez Molina, J.: (1986)
El obispado de Baeza-Jaén. Organización y economía diocesanas. Diputación
provincial de Jaén. Página 19.
Primera Crónica General de
España que mando componer Alfonso X el Sabio y se continuaba bajo Sancho IV en
1289. Ed. Ramón Menéndez Pidal. Estudio actualizador Diego Catalán. Madrid:
Gredos, 1977. 2 volúmenes, páginas 746-747.
Porras Arboledas, P. A.: “La
organización militar y social de la frontera giennense en la Edad Media (1984). En:
Actas del III Coloquio de Historia Medieval Andaluza: grupos no privilegiados.
Diputación Provincial de Jaén. Página 477.
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