JUAN ORTIZ GARRIDO, NACIDO EN HIGUERA DE ARJONA (HOY
LAHIGUERA) EN FECHA 13 DE ENERO DE 1904, FUE DEPORTADO AL CAMPO DE MAUTHAUSEN,
PROCEDENTE DE LA PRISIÓN O
STALAGS XVII-A (KAISERSTEINBRUCH), CON NÚMERO DE MATRÍCULA 4819 EN ESTE CAMPO.
FUE LIBERADO EN FECHA 5 DE MAYO DE 1945.
Situémonos a primeros de junio de 1939, cuando la Confederación Nacional
de Ayuda a los Refugiados Españoles había pedido la supresión de los campos de
concentración, en los que estaban recluidos los exiliados españoles en condiciones
penosas, y se pedía que estos exiliados se reintegraran en la vida civil
francesa. Esta petición fue desoída. Por el contrario, el Gobierno francés para
aliviar los gastos que le ocasionaban los refugiados y aprovechar de paso su
potencialidad a favor de los intereses franceses, decidió utilizar, a los que
quedaron en territorio francés, como mano de obra para fines militares o
económicos, para lo que promulgaron leyes por las que crearon las Compañías de
Trabajadores Extranjeros (CTE).
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Soldados franceses en la Línea Maginot asisten a Misa de campaña.![]() | |
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La Línea Maginot, con su constructor y destructor. |
Maniobras de ataque y envolvimiento de la Línea Maginot. |
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Las "tripas" de la defensa francesa en la Línea Maginot. |
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Estructura externa de la Línea Maginot. |
También hicieron propaganda en los
campos para reclutar prisioneros voluntarios para la Legión. Los aproximadamente
10.000 prisioneros que eligieron ese camino fueron destinados al norte de
África. El 75 por ciento de ellos perdieron la vida meses después, en 1940, en
la batalla de Francia. Mayor aceptación tuvo entre los
refugiados españoles los Batallones de Marcha y las Compañías de Trabajo.
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Columna motorizada de La Wehrmacht avanza hasta París. |
La Legión, los Batallones de Marcha, las Compañías de
Trabajo, fueron las fórmulas sucesivas ideadas por las autoridades francesas
para encuadrar militarmente a la masa de refugiados españoles, especialmente a
los más jóvenes. Cuando comprobaron que los alistamientos a la Legión se hacían
con cuentagotas, decidieron la creación de los Batallones de Marcha dirigidos
por oficiales franceses. Tampoco tuvieron demasiado éxito, según el testimonio
de Pons Prades, E. (1973),
porque esos Batallones parecían una copia de la Legión franquista. Como último recurso
crearon las Compañías de Trabajadores Extranjeros (CTE) que incorporaron a
oficiales españoles como auxiliares de los mandos franceses. Estas CTE quedaban
a disposición de los generales jefes de las regiones militares y se les
encomendaron labores de defensa, construcción de fábricas de armamento y sobre
todo la construcción de fortificaciones en el Atlántico y en las fronteras con
Alemania e Italia.
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Mujer francesa con su hijo, que fue rasurada tras la liberación en 1944, represión debida a la relación amorosa personal de la madre con un alemán. La multitud la humilla en las calles de la ciudad de Chartres. |
Pons Prades, E. (1973) calcula que
de abril del 1939 a
marzo de 1940 los alistados, voluntarios o forzosos, en estas Compañías de
Trabajo fueron unos 75.000. Otros 35.000 se integraron en unidades del Ejército
francés, de los que unos 10.000, como queda dicho, se alistaron en la Legión Extranjera.
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En fecha 21 de junio de 1940 el General Alemán Keitel lee el preámbulo de las condiciones del armisticio entre Alemania y Francia.
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Firma del Armisticio por parte francesa y alemana. |
Fue el 14 de junio de 1.940, cuando las fuerzas hitlerianas
penetraban en París, extendiendo muy pronto su penetración por el resto del
país, quedando establecido el gobierno de Vichy, (esta ciudad está situada en
el corazón de la antigua “provincia de Bourbonnais”, lugar de origen de los
Borbones españoles), presidido por el mariscal Philippe Petain, que inauguraba
un régimen totalitario y colaboracionista con el invasor alemán, con base en el
armisticio firmado con la
Alemania nazi el 22 de junio de 1940, obteniendo cierta
simpatía y complicidad por parte de una parte de la población francesa, a
quienes, sin lugar a dudas, esta ocasión les fue propicia para expresar sus
sentimientos pro nazis, hasta el punto de crearse una situación donde las
personalidades francesas y organismos oficiales, habían dejado de tener
personalidad alguna al quedar bajo las ordenes del Führer, lo que trajo un
periodo de crueldad y de auténtico terror para el pueblo francés, pueblo del
cual ya formaban parte los republicanos españoles que, desde un principio, y
dejando a un lado todos los rencores y hostilidades recibidas por parte de las
democracias en general y Francia en particular, se habían incorporado como un
sólo hombre en la lucha por las libertades utópicas del mundo entero, que
consideraban eran sus propias libertades…para el futuro.
Iniciada la Segunda Guerra Mundial muchos de esos españoles
murieron combatiendo a los alemanes desde las filas del Ejército francés. Otros
combatieron en la
Resistencia. Los republicanos españoles estuvieron presentes,
con actuaciones a veces decisivas, en los episodios más significativos de la
guerra: en Narvirk (Noruega), en Dunkerque, en la batalla de Francia, en el
Desembarco de Normandía, en el Plateau de Glières, en la liberación de París,
en la liberación de Estrasburgo, en la liberación de Burdeos. Sus actuaciones
fueron también decisivas para liberar Foix y otras poblaciones del sur de
Francia. «No hay región francesa que no esté regada con sangre española en esos
años de lucha frente a las tropas hitlerianas», en palabras de uno de los guerrilleros
españoles supervivientes.
Mapa de la división de Francia tras el armisticio. En amarillo la zona ocupada por Alemania , en azul la zona libre de Francia. |
Un número importante de los republicanos españoles que se
exiliaron a Francia, tras la Guerra Civil española, fueron hechos prisioneros
por los alemanes y deportados a campos de concentración.
Cuando desde el verano de 1939, una gran parte de los
refugiados españoles fueron integrados en las Compañías de Trabajadores Extranjeros,
tomando la iniciativa que el Gobierno Francés le ofrecía para descongestionar
los campos de internamiento franceses, y poner al servicio de su ejército a los
antiguos combatientes de la República Española. La mayoría de sus integrantes
fueron destinados a las obras de fortificación en las líneas defensivas
francesas. Cuando Francia fue invadida por los alemanes, muchos de los
integrantes de estas Compañías de Trabajadores fueron hechos prisioneros en el
mismo frente y conducidos a los llamados Stalags o campos de prisioneros de
guerra. También fueron enviados a estos campos de prisioneros, aunque en menor
número, los españoles que formaban parte de los Batallones de Marcha o los que
se alistaron en la
Legión Extranjera francesa.
La rápida ocupación alemana de Francia en los meses de mayo
y junio de 1940 supuso la detención de 845 republicanos españoles trasladados
en condición de prisioneros de guerra al Stalag V-D, entre otros.
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Maquis españoles en La Tresorerie.
Los prisioneros de guerra, a diferencia de los deportados a
campos de concentración, disfrutaban de un estatus especial de acuerdo con lo
dispuesto en la Convención
de Ginebra. Los reclusos de estos campos de prisioneros o Stalag, podían
mantener correspondencia con sus familias, recibían visitas, y paquetes de la
Cruz Roja Internacional y disponer de una alimentación y condiciones de vida
aceptables. Aquí los prisioneros estaban custodiados por fuerzas del ejército
alemán y no por soldados de las SS. Aunque eran vigilados día y noche, había
numerosas oportunidades de fuga. En estos campos fueron internados la
mayoría de los españoles apresados por
las fuerzas alemanas en los primeros momentos de la ocupación de Francia. Sin
embargo, la policía secreta alemana, la Gestapo, pronto llevó a cabo la identificación de
los llamados Combatientes de la
España Roja, que pasarían a perder la condición de
prisioneros de guerra. A estos españoles se les respeto en principio la
condición de prisioneros de guerra firmados por Alemania, tal como los
convenios internacionales contemplaban, pero unos meses más tarde los
prisioneros españoles fueron deportados al campo de Mauthausen.
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Los refugiados españoles en Francia fueron los primeros en
sufrir las consecuencias del desastre de junio de 1940. Más de 13.000 españoles
fueron hechos prisioneros por los alemanes y el gobierno de Vichy no hizo
intento alguno de protegerlos según los acuerdos internacionales sobre
prisioneros de guerra. El 27 de septiembre
de 1940, René Belin, ministro de Trabajo y Producción Industrial de
Vichy, introdujo una ley por la cual todos los extranjeros varones de entre 19
y 54 años de edad, que fueran una carga para la economía francesa, y a los que
no les fuera posible devolver a sus países de origen, podrían ser reclutados
para los Groupes de Travailleurs Étrangers, si bien ellos no recibirían salario
alguno, sus familias tenían derecho a una ayuda según las tarifas fijadas por
el gobierno.
Unos 15.000 españoles reclutados por esta vía terminaron por trabajar para la Organización Todt en la construcción del Muro Atlántico. Otros grupos de españoles, estimados en unos 4.000, fueron enviados a las islas del canal de la Mancha, ocupadas por alemanes. Más de 30.000 refugiados españoles fueron deportados desde Francia a Alemania y de ellos unos 15.000 ingresaron en campos nazis; eran en su mayoría los que habían servido en las unidades de trabajadores extranjeros.
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Compañía 33 de Trabajadores Extranjeros formada por exiliados españoles. |
Unos 15.000 españoles reclutados por esta vía terminaron por trabajar para la Organización Todt en la construcción del Muro Atlántico. Otros grupos de españoles, estimados en unos 4.000, fueron enviados a las islas del canal de la Mancha, ocupadas por alemanes. Más de 30.000 refugiados españoles fueron deportados desde Francia a Alemania y de ellos unos 15.000 ingresaron en campos nazis; eran en su mayoría los que habían servido en las unidades de trabajadores extranjeros.
Aquella lucha tan desigual hizo que millares de nuestros
compatriotas republicanos cayeran prisioneros de los nazis, pasando de ser
prisioneros de guerra del ejército alemán a prisioneros políticos de la Gestapo, con el
consiguiente traslado a los campos de concentración o de exterminio, al
considerar “apátridas” a los republicanos españoles, a los cuales, siendo como
eran, prisioneros de guerra, no se les aplicó el estatuto correspondiente según
la Convención
de Ginebra, sino que fueron considerados” combatientes rojos españoles” a los
que había que aniquilar.
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Presos franceses en la Línea Maginot. |
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Prisioneros Franceses del Ejército Alemán. |
Los trabajadores españoles o los resistentes republicanos
detenidos en territorio francés, que no tenían el estatus de prisioneros de
guerra fueron deportados hacia diversos campos de concentración. Esparcidos en
numerosos campos (Geneviève Dreyfus-Armand (1999), p. 125); las mujeres
republicanas detenidas por actos de resistencia pasan también al campo de
concentración de Ravensbrück, y constituyen un grupo importante esencialmente
en el complejo de Mauthausen, en el cual son registrados más de 7.200
españoles: de 7.288, 4.676 encontraron la muerte. (Pierre Milza (sld), Denis
Peschanski (1994) « L'engagement militaire des Italiens et des Espagnols»,
cifra citada por Jean-Louis Crémieux-Brilhac.)
Tropas prisioneras del ejército alemán en 1940. |
En total, 12.000 republicanos
españoles. (Contribution de Jean-Claude Fau, en. Monique-Lise Cohen (dir.)
1994, pág.41) y (« Les Républicains espagnols déportés de France»,Triangle
bleu « Documentation et archives sur les Républicains déportés de
France », 2005) serán encaminados hacia los campos de concentración o
de trabajo entre el 6 de agosto de 1940, que marca la primera salida hacia Mauthausen,
y mayo de 1945. Casi 9.000
republicanos españoles acabaron en campos de concentración nazis.
En el año 1933 comenzó a construirse en las cercanías de
Munich, el primer campo de concentración nazi, fue el campo de Dachau, que
serviría de modelo para todos los demás. Después, no se tardaría en crear una
inmensa red de campos con sus dependencias, llamados Kommandos. En él se
formaron también los cuadros de mandos de la SS, que serían los comandantes de los otros
campos, en un régimen interno con marcada dureza y con un reglamento
disciplinario fuerte, que imponía el poderse permitir el internamiento de
personas al margen de la ley, sin la consideración de ninguna garantía
jurídica. Cualquier sospechoso podía ser internado indefinidamente en un campo,
invocando la (Schutzhaft) o prisión preventiva, de forma que incluso fueron
internados muchos condenados por simples delitos comunes. Como aparato
represivo fueron utilizados los campos contra todos los opositores al régimen
nazi, incluso en el seno mismo de la población alemana, después…fue utilizado
para las autoridades de todos los habitantes de los territorios, que el Tercer
Reich iba anexionándose progresivamente. En el marco amplio de las operaciones
de la Segunda Guerra
Mundial, con la captura de miles de soldados por los soldados alemanes, se
desbordó el número de presos capturados, no respetándose en muchos de los casos las condiciones previstas
por la Convención
de Ginebra para dichos soldados, y con estos antecedentes, se dio paso a gran escala a las políticas
genocidas del III Reich, eliminando físicamente a grandes masas de personas por
razón de su origen racial, con diversas modalidades de genocidio y represión.
Las primeras victimas de esta ilegalidad fueron los combatientes de la España
republicana.
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Esteban Pérez Pérez prisionero en Mauthausen. |
Mauthausen fue construido durante el mes de Agosto de 1938
por una avanzada de 300 prisioneros llegados desde Dachau (Alemania), en los
terrenos de una cantera en desuso situada en torno a la pequeña localidad de
Mauthausen en Austria, aproximadamente a 20 kilómetros de
Linz. Lo que diferenciaba Mauthausen de otros campos era que su
construcción estaba destinada a albergar a prisioneros asociales, reincidentes
sin perspectivas de enmienda, así como a la reclusión de intelectuales, gente
culta y miembros de las clases más altas de los países dominados por Alemania
durante la Segunda
Guerra Mundial. Por este motivo las condiciones de vida eran
totalmente brutales. Hasta principios de 1940, el grupo más numeroso de
internos se componía de socialistas alemanes, homosexuales y rumanos. A
principios de 1940 un gran número de polacos fue trasladado al complejo
Mauthausen-Gusen, sobre todo artistas, científicos y profesores.
Republicanos
españoles en los campos nazis
El grupo de subcampos de Mauthausen estaba dividido en 3
zonas:
Zona 1: Área del campo en sí.
Zona 2: Área para los trabajos esclavizados en las empresas
asentadas en la zona y que se abastecían de los prisioneros como mano de obra,
pagando un precio por cada prisionero operario que oscilaba entre 3 y 6 RM (reichsmark).
Zona 3: Creada en el año 1944 y destinada en principio para
recepcionar a los prisioneros recién llegados al campo.
Las edificaciones de piedra estaban destinadas a las
cocinas, duchas y servicios de limpieza así como unos calabozos y, desde 1941,
una cámara de gas. Cercano a esta cámara de gas se habilitó un crematorio
quedando un espacio entre ambas zonas que se usó como zona de fusilamiento.
Este video contiene una interesante película, donde se recogen los testimonios de varios supervivientes, entre ellos a Mariano Constante, que fué apresado por los alemanes, conducido al mismo Stalag y entró en el campo de Mauthausen en la misma fecha que Juan Ortiz Garrido siendo liberado igualmente en la misma fecha del 5 de mayo de 1945. Vale la pena verlo.
Mauthausen,
el deber de recordar https://www.youtube.com/watch?v=PkUuoCiU0LU
La mayoría de los españoles que entraron en los campos de
concentración nazis pasaron primero por un Stalag. El alto mando alemán tomó la
decisión de negar a los españoles la condición de prisioneros de guerra, aun
cuando hubieran sido capturados con uniforme militar francés. La convicción,
dominante en los círculos republicanos españoles durante los últimos sesenta y
cinco años, de que la decisión alemana fue el resultado de la petición de
Serrano Suñer a Hitler carece de todo soporte documental y la evidencia en la
que se sustenta es una ficción demostrable. La determinación se tomó sin duda
sobre la base cruel, pero legal, de que Alemania no estaba en guerra con
España, aquellos españoles no tenían pasaporte y su situación era por tanto la
de apátridas.
August Eigruber, el Gauleiter de Oberdonau, en Austria,
ofrece una pista sobre cómo se tomó aquella decisión, pues en una circular a
oficiales nazis de Ebensee el 27 de junio de 1941, Eigruber declaraba: “Cuando
el año pasado ocupamos Francia, herr Pétain nos entregó a seis mil rojos
españoles diciendo: “No los necesito y no los quiero”. Ofrecimos a esos seis
mil rojos al jefe de Estado fascista Franco, el caudillo español los rechazó
diciendo que nunca repatriaría a quienes habían combatido por una España
soviética. Entonces se los ofrecimos a Stalin, proponiéndole transportarlos.
Herr Stalin y su Comintern se negaron a aceptarlos. Así que los rojos españoles
terminaron sus días en Mauthausen”
Después de la llamada « Batalla de Francia » en mayo-junio
de 1940, que fue una terrible derrota para las tropas francesas, donde más de
1.800,000 soldados franceses fueron hechos prisioneros y entre ellos los
españoles. Los campos de prisioneros de
guerra en alguna región del Alemania o en otros países ocupados, fueron alojando a los apresados en territorio
alemán o en territorio de otros países
ocupados como fueron Austria o Polonia, estos se fueron distribuyendo en los
campos de prisión llamados “Stalags”, unos campos reservados a los suboficiales
y hombres de los ejércitos extranjeros, eran los llamados “Stammlager für
kriegsgefangene Mannschaften und Unteroffiziere”, que aparte alojaron al igual que a Juan Ortiz
Garrido a centenares de los españoles republicanos pertenecientes a los Campos
de trabajo de Extranjeros, que quedaron incorporados al ejército francés sobre
todo en la Línea Maginot. Otros de los campos de prisión
para los prisioneros de guerra, de acuerdo con los acuerdos de Ginebra, eran
los “Oflags”, estos campos estaban destinados a los oficiales de los ejércitos
vencidos, los llamados “Offizierslager für Krigsgefangene Offiziere”.
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Mapa de Austria donde se pueden localizar el Campo de concentración de Mauthausen con el cuadrado en amarillo 02 y el Campo de Gusen con cuadrado 01. |
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Mapa de parte norte de Austria donde se localiza con recuadro en rojo el campo de Mauthausen a 20 kilómetros de la ciudad de Linz. |
El primer contacto de los presos con su familia, al llegar
al Stalag, era una carta aviso de la captura, rellenada por cada prisionero
desde la llegada y registro en el campo, para anunciar el lugar de la
detención, si el prisionero cambiaba de campo, se avisaba o anunciaba a su familia por una carta especial, sin correspondencia,
precisándoles simplemente la nueva dirección, pero con la misma matrícula.
Todos los envíos eran libres de gastos de porte para los presos, eran los
gebührenfrei. En los millares de cartas entre los prisioneros en los campos de
detención alemanes y sus familiares, son particularmente conmovedoras las que
expresan sus cambios afectivos y estados de ánimo, donde describen la
precariedad de su situación en el campo. En los primeros tiempos, se encontraba
en todas las oficinas de correos de Francia las cartas de correspondencia que se
podían usar para comunicarse con los presos, que valían 5 céntimos de franco e
igualmente en los campos de prisioneros alemanes había cartas formularios, para
el uso de la comunicación de los prisioneros de los campos con su familia; pero
a partir de primero de enero de 1941, las cartas y postales destinadas a los KG
debían estar escritas en formularios especiales que eran enviadas por el mismo
prisionero; estos nuevos formularios eran
parecidos a los utilizados anteriormente, pero incluían una parte que se
podía separar para el uso de sus familias, eran las Rúckantwortbrief, o carta
respuesta y las Antworte-Poskarte, o carta respuesta. Estas cartas eran
mayoritariamente escritas a lápiz, la tinta había sido prohibida para evitar su
uso en la fabricación de los falsos tampones que podían utilizar los presos.
Dado que los alemanes hacían menciones sobre las cartas, tales como: besetztes
gebiet, territorio ocupado; geprüft: verificado, visto o testado por la
censura; gebúhrenfrei: sin gastos o con exención de porte, que procuraban no
fuesen imitados con la tinta por parte de los prisioneros.
Carta enviada por un prisionero andaluz a su familia desde un Stalag en Alemania. |
Los números de estos campos de prisioneros o “stalags”
correspondían a las regiones o a los distritos militares, los Wehrkreis, en los
cuales los apresados estaban repartidos, siempre seguidos de una letra, por
ejemplo: El Stalags XVII A, como es el caso en el que estaba nuestro paisano
Juan Ortiz Garrido, que se encontraba en Kaisersteinbruch bei Bruck Leitha en
Austria, en la región de Viena. Los prisioneros de los llamados “Oflag” estaban
dispensados de trabajo, salvo los voluntarios; mientras que los presos en los
Stalags estaban en su mayoría repartidos en grupos de trabajo, los
Arbeitskommando, y estaban asignados o destinados a las granjas agrícolas, las canteras, las
fábricas, las minas, etc.
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Españoles de un Stalag de prisioneros antes de ser enviados al campo de concentración. |
Curiosamente los prisioneros del Stalag XVIII eran los prisioneros
pertenecientes a los llamados “campos dormitorio” donde los prisioneros,
destinados a un comando de trabajo o Arbeitskommando, de nombre variable,
estaba constituido por algunas unidades en las granjas, en la cantidad de hasta
varias decenas, y en otros casos estaban los destinados en las canteras de
piedra. Había prisioneros que no regresaban por la tarde al campo de
prisioneros y permanecían en las granjas o no ser que no pudieran ser alojados
en las granjas. Los prisioneros que trabajaban como voluntarios o con contrato
temporal, eran alquilados por la
Wehrmarcht o ejército alemán a los empleadores dueños de las
granjas, minas, canteras de piedra, fábricas, etc., que recibían una dieta o
indemnización del Ejército por su mantenimiento. Los prisioneros recibían un
salario que representaba el 60% del que recibían los obreros alemanes, pero del
que se deducía un porcentaje para la alimentación, el alojamiento y el fondo
del campo de prisión. El tiempo de la
jornada laboral diaria podía llegar hasta las 11 o 12 horas de trabajo según
las estaciones del año, a pesar de ello, los prisioneros eran mejor tratados en
las granjas que en los otros puestos de trabajo ya citados.
Supongo que Juan Ortiz Garrido bien acostumbrado al duro trabajo del campo en aquel tiempo en la campiña de nuestro pueblo, sería apreciado y reconocido por su trabajo, lo cual le proporcionaría la mejor consideración de los dueños de la granja, con toda seguridad o de los empleadores de la mina, cantera o fábrica en el peor de los casos. A pesar de la dureza del trabajo en los “Stalags”, este tiempo del trabajo en los diferentes empleos, no sería tan duro como el que sobrevino a partir de la no consideración de los españoles como prisioneros de guerra, en el que anteriormente se habían respetado por parte de los alemanes los tratados internacionales de Ginebra, sobre el trato que debía darse a los prisioneros de guerra en todos los casos, con interventores y visitas a los campos por parte de los a ello encomendados.
Supongo que Juan Ortiz Garrido bien acostumbrado al duro trabajo del campo en aquel tiempo en la campiña de nuestro pueblo, sería apreciado y reconocido por su trabajo, lo cual le proporcionaría la mejor consideración de los dueños de la granja, con toda seguridad o de los empleadores de la mina, cantera o fábrica en el peor de los casos. A pesar de la dureza del trabajo en los “Stalags”, este tiempo del trabajo en los diferentes empleos, no sería tan duro como el que sobrevino a partir de la no consideración de los españoles como prisioneros de guerra, en el que anteriormente se habían respetado por parte de los alemanes los tratados internacionales de Ginebra, sobre el trato que debía darse a los prisioneros de guerra en todos los casos, con interventores y visitas a los campos por parte de los a ello encomendados.
Españoles
en Mauthausen
El 1º de enero de 1941, Reinhard Heydrich, jefe de la RSHA o Departamento Central
de seguridad del Estado, clasificó los campos de concentración en tres
categorías según su grado de severidad y el tipo de presos que albergarían:
Categoría I: Dachau, Sachsenhausen y Auschwitz I, para
presos menos peligrosos y considerados como recuperables. Estableciendo una
subcategoría para los presos de edad avanzada aptos para el trabajo, que
habrían de ser internados en Dachau.
Categoría II, intermedia: Buchenwald, Flossenbürg y Neuengamme.
Categoría III: Mauthausen y el denominado “alojamiento
Dusen”, para presos considerados irrecuperables y cuya liberación no se
contemplaba.
En el campo de concentración de Mauthausen creado en la
fecha fatídica del 8 de agosto de 1938 fallecieron aproximadamente 140.000
personas.
Cierto es que según se documenta Mauthausen y su subcampo de
Dusen, tenían unas condiciones peores en comparación con los campos de Dachau o
Buchenwald. En los casos de estos dos últimos campos citados, el personal de la
administración interna del campo estaba formado por presos políticos
generalmente; sin embargo en Mauthausen y hasta un periodo relativamente
tardío, el control de la vida interna del campo recayó en delincuentes comunes
y en los llamados asociales.
Como hemos dicho los alemanes
hicieron prisioneros a unos 13.000 combatientes españoles. Al establecerse en
agosto de 1940 el primer convenio sobre prisioneros entre Francia y Alemania,
el Gobierno francés no quiso reconocerlos como miembros de sus fuerzas regulares
por ser extranjeros. El Gobierno español, al que consultó el Gobierno alemán,
ya que no se encontraba en guerra con España, se desentendió de ellos. Los
alemanes, al negarse estos españoles a trabajar para ellos, en vez de
libertarlos o dejarlos donde estaban, les internaron en los «campos de la
muerte», en Dachau, Mauthausen, Buchenwald, Oranienburg, Auschwitz, terribles
campos en los que murieron la mayoría.
En su viaje a los campos de las SS, algunos españoles
pasaron por el campo de castigo de Neue Bremm, cerca de Saarbrücken, donde se
llevaba a los prisioneros solo para un mes; pero estaban sometidos a un régimen,
que doblegaba hasta el más recio: con ejercicios físicos hora tras hora y
vueltas alrededor de un estanque “en la postura de rana”, con las rodillas
dobladas y las manos detrás de la cabeza. A continuación el final era…
Mauthausen, ya que si bien a los españoles se les envió a otros campos de
concentración, probablemente nueve de cada diez españoles terminaron en
Mauthausen y en sus distintos Nebenlager, la tierra que en tiempo atrás se
llamó Austria. Solo en el caso de Mauthausen y en algunos de sus Nebenlager
pueden presentarse estadísticas precisas. En el monumento a los españoles
muertos de Mauthausen se da la cifra de 6.503.
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Familias Judías llegadas a la estación de Mauthausen. |
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Llegada de un grupo de españoles a la estación del pueblo de Mauthausen. |
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Españoles llegan en tren a la estación del pueblo de Mauthausen. |
Así llegamos al día 6 de agosto de 1.940, cuando los
primeros republicanos españoles de los más de ¡diez mil! deportados llegaban al
pueblo austriaco de Mauthausen, en las orillas del Danubio, donde los nazis
habían levantado uno de esos campos de exterminio, clasificado en la categoría
III, la peor, reservado para los presos particulares considerados como
irrecuperables, entre los que se encontraban los “rojos españoles”, de tal
manera que ninguno podía salir con vida de aquel infierno: “Si algún día,
alguno de nosotros llega a sobrevivir de este genocidio, que diga al mundo
entero lo que fueron los campos nazis…”, ese fue el mensaje que nos legaron los
miles de españoles antes de morir, después de haber sufrido los horrores y
brutalidades de la bestialidad histérica del nazismo hitleriano. El contingente
de españoles que llegó a Mauthausen el 6 de agosto de 1940, dice Juan Diego que
hicieron un viaje terrible, y algunos españoles murieron de asfixia y
deshidratación, ya que pasaron tres días sin comida y sin agua. Este primer
contingente de españoles llego a la estación de Mauthausen a las ocho de la
mañana, a la vista de todos los vecinos. En esta primera expedición no murió
ningún prisionero en la carretera, a pesar de que muchos españoles no pudieron
reponer las botas desgastadas en la marcha forzada de Francia a Alemania. Las
condiciones del penoso traslado a Mauthausen mejoraban sustancialmente cuando
se hacían en primavera u otoño, pues el calor en el verano y la nieve en
invierno aportaban sufrimientos y tormentos
diferentes y complementarios a los prisioneros.
Experiencia
y superviviente en los campos de concentración nazis
Cuando llegaron los primeros contingentes españoles a
Mauthausen el campo no era todavía una fortaleza. Estaba rodeado por alambre
electrificado. Era antes de que se completaran los escalones de la cantera, y
el camino de ascenso que tantas muertes produjo en junio de 1941. Las piedras
de dicha cantera eran subidas entonces en camión o con ayuda de una grúa.
Escobedo recuerda cuando llegó a la cantera y a sus 186 escalones, su grupo los
subió en filas de cinco, adelantando a otros españoles que acarreaban piedras y
que les dijeron que estaban allí desde hacía tres días.
Como la llegada de Juan Ortiz Garrido se produjo en fecha 7
de abril de 1941, es muy posible que participara activamente en la terminación
de los bloques de granito de la escalinata de los 186 escalones que comunicaba
la cantera con el resto del campo. Respecto a los españoles que llegaron el 7
de abril de 1941, entre los que se encontraba Juan Ortiz Garrido, recoge
Fabréquet, en “Republicains”, página 37, que de los 348 españoles que llegaron
a la estación de Mauthausen ese día, 48 de ellos “desaparecieron” en el
trayecto de poco más de tres kilómetros que había entre la estación y el campo
de concentración. También afirmaba “Es seguro que no escaparon”.
Entre los españoles de ese grupo estaba Mariano Constante que en su publicación Razola y Constante en la página 57 así lo ratifica.
Intro -
Mauthausen, una mirada española
No todos los prisioneros llegaron a la estación de
Mauthausen en el silencio de la noche. Los convoyes llegaban con frecuencia a la estación los
sábados, días de mayor ajetreo en la localidad, pero no se veía a nadie en las
calles, las cortinas de las casas no estaban echadas y los SS maltrataban a los
prisioneros a la vista de cualquiera que quisiera mirar por las ventanas. Leopoldine Drexler, habitante de Mauthausen y
entonces una muchacha, recuerda que no hacía falta verlos para reconocer las
caravanas de varios centenares de prisioneros sucios, vestidos con andrajos y
algunos descalzos: “Se los podía oler cuando pasaban”.
“Se los podía oler, pero también oír”, recuerda Eric
Neumúller, un vecino de Mauthausen que vivía en Ufer, en el camino que tomaba
el grupo. “Eran tantos que podía oírse
su marcha, aunque fueran descalzos, incluso en la nieve. Miré por la ventana,
pero con todo el cuidado para que no me descubrieran. En 1945, apenas unos
cuantos SS los custodiaban, pero todos los prisioneros tenían un aspecto muy
débil. Yo era aprendiz y tenía que levantarme a las cinco de la mañana. No vi
que dispararan a ninguno de los presos, pero cuando salí de casa todavía no
había llegado el camión y en el camino había tendidos varios cadáveres”. Pierre
Daix recuerda que, aunque era normal que un camión siguiera a la comitiva de
presos para recoger los cuerpos de los que caían abatidos a tiros o golpeados
hasta morir en las cunetas, el kommando asignado a esta tarea no llegaba la
misma noche que el tren, con lo que los cadáveres se quedaban allí tirados
hasta la mañana siguiente”; como era ese el único camino de la margen izquierda
del Danubio, todos los vecinos que lo recorrieran veían sus cuerpos. El camino normal no era la carretera principal
siguiendo el Danubio, sino una más corta y estrecha que iba por detrás del
pueblo, flanqueada a la derecha por bosques que teóricamente ofrecían la
oportunidad de escapar. No se sabe de ningún prisionero que huyera por la
carretera hacia Mauthausen (Vilanova, pág. 129-130).
Cuando los prisioneros llegaban a la luz del día, los SS
despejaban las calles, ordenaban echar las cortinas de las casas y detenían a
quienes descubrieran mirando, pero estas cautelas no se mostraron eficaces. Los
prisioneros, en su miedo y su sufrimiento, buscaban contacto visual en las
casas ante las que pasaban. Los niños del pueblo, y no solo los niños, espiaban
a hurtadillas desde el desván o a través de las ventanas. Algunos
supervivientes recuerdan que los aldeanos los miraban pasar detrás de las
cortinas. El comportamiento de los vecinos austriacos fue muy variado, Paul
Tillard refiere como cuando llegó a la estación con su grupo de prisioneros, la
gente del pueblo, con sus sombreros tiroleses mostró cierta compasión hacia
ellos. Pero no todo fue compasión, otros hablan de indiferencia de los vecinos
y otros recuerdan que a su paso por Mauthausen:” Los austriacos nos
escupieron”. En otro testimonio se dice que los niños le tiraban piedras al
grupo y les gritaron: ”Pronto estaréis en Totenberg subiendo por las chimeneas”.
Parece ser que la mayoría de los restantes grupos de
españoles llegados a Mauthausen llegaban por la noche o de madrugada, así
terminaba la larga pesadilla de un largo
viaje en un vagón de mercancías, sentados en el suelo, acuclillados, tumbados o
de pie, sin comida ni agua, tiritando a una temperatura de veinte bajo cero, si
era invierno. Tras la detención del tren se corrían los cerrojos exteriores de
las puertas, apareciendo entonces cerca de un centenar de los SS, con grandes
perros que ladraban. Los SS comenzaban a gritar “Kanaken, `raus”!, a la vez que
los obligaban a cargar a los enfermos y los muertos. Los golpeaban con las
culatas y las porras hasta hacer bajar a los rezagados, caían a la nieve que
llegaba a las rodillas y “nos metíamos en la boca sedientos”. Algunos no
llevaban calzado. Los prisioneros con sus escasas pertenencias a cuestas y a
base de golpes y mordiscos llegaron al andén de la estación. En filas de a
cinco los contaban una y otra vez, y partieron en marcha rápida, con una hilera
de SS a los lados y los perros detrás, por el camino que llevaba desde la estación
al pueblo. En caso de haber nieve, por el frío reinante y lo penoso del estado
de muchos prisioneros, se les ordenaba marchar cogidos del brazo, pero aun así
resbalaban en las piedras heladas. En el trayecto los perros ladraban y
mordisqueaban los tobillos de los dos de las filas exteriores. Llegados a un
parque triangular, el camino giraba bruscamente a la derecha. Cuando cruzaban
el pueblo de Mauthausen no podían subiese a las aceras o detenerse, había que
pasar el pueblo en silencio. En el centro de Mauthausen el camino se bifurcaba.
Había que ir a un ritmo rápido, “Dalli, dalli” (moveos, moveos) decían los SS y
la formación se hizo de dos en dos. Se refiere “Los SS ladraban con más fiereza
que los perros, golpeando a los que se rezagaban. Nos detuvimos de nuevo
mientras Alberto, el interprete decía: “Tenemos tres kilómetros por delante. El
que no resista morirá de un tiro. Quién intente escapar será comido vivo por
los perros”...“Seguíamos corriendo. Paco se tambaleo y soltó el fardo que
transportaba. Dos guardias cayeron sobre él, le sacaron de la formación y
empezaron a golpearle en la cuneta, a la vista de los prisioneros que venían
detrás, como si no fueran a parar hasta matarle. Estábamos aterrorizados. Dimos
un giro y vimos ante nosotros la silueta de una sólida fortaleza. Seguimos
subiendo, pasamos delante de una cruz y, luego, ante un puesto con una calavera
y unos huesos cruzados pintados de blanco sobre un fondo oscuro. Por fin
llegamos arriba de la cuesta y echamos un vistazo a la luz de la luna, a los
raíles y a los volquetes. Los SS nos ordenaron volver a formar en cinco filas.
Frente a nosotros se encontraba la entrada principal del campo, de estilo
mongol, con dos grandes portones de madera que se abrieron según nos
acercábamos. Pasamos ante las torres de granito altas… por debajo del arco.
Habíamos llegado a Mauthausen todos menos siete de nosotros, los que murieron
en los cuatro kilómetros que iban de la estación al campo”.
Continúa a si el relato: “Cuando pasamos la entrada vimos un
muro de granito a nuestra derecha con unos aros de hierro, los prisioneros que
no respondieran adecuadamente al interrogatorio, tendrían la primera
experiencia de Mauthausen, al ser encadenados durante 24 0 48 horas sin comida
ni agua. Enfrente estaba el espacio para formar, cubierto de hielo. Los faros
del perímetro alumbraban como si fuese de día. Los SS seguían aullando sus
órdenes, seguidas de nuevo del “Dalli, dalli”, y fuimos conducidos a una zona
entre los lavabos y los muros de la fortaleza, de cara a los primeros, y con los SS y sus perros
detrás de nosotros. Hombres con trajes de rayas
y las cabezas afeitadas nos contaron una y otra vez. Eran los kapos,
todos ellos con triángulos verdes o negros. A la orden de un oficial de las SS,
un kapo nos preguntó: “¿Hay algún judío?”. Un hombre dio un paso al frente. Los
kapos se abalanzaron sobre él y le golpearon con sus porras hasta tumbarlo,
mientras el SS sonreía. Entonces, otro interprete, un alemán que hablaba
español llamado Enriquito, se dirigió a nosotros: “¡Mariconas!, empezó.
Estábamos exhaustos, pero su primera palabra nos dejó con la boca abierta.
Aquel insulto mal dicho sonaba de lo más estúpido en labios de un hombre tan
afeminado en hablar y en los modales. A pesar de nuestros sufrimientos, o tal
vez por causa de ellos, nos entraron ganas de reír, y no nos contuvimos.
“Pequeños rojos españolitos, (siguió Enriquito, aun más encolerizado), acabáis
de entrar en Mauthausen. Habéis venido a trabajar y a obedecer. No podréis
protestar como soléis. No pediréis nada. Todo os está prohibido. Ahora me las
pagaréis todas juntas. Me tuvisteis preso en la cárcel de Montjuich durante dos
años, y ahora vais a pagar bien por ello, porque ninguno de vosotros, ¿lo oís
bien?, ninguno saldrá de aquí” Levanto el brazo y señalando con el índice la
chimenea del crematorio, dijo: “¿Veis ese humo? ¡Eso es lo que os espera!”. Enriquito,
también conocido por los españoles como “Manolita”, era el intérprete oficial
de alemán-español de Mauthausen. Pese a sus modales afeminados, tenía espíritu
nazi suficiente para haber sido elegido para una misión en España antes de que
diera comienzo la guerra civil. Su español atroz no le ayudo en la misma. Fue
detenido en Barcelona en 1937 y permaneció en prisión hasta que fue liberado por
los nacionales después de la caída de Barcelona. A su regreso a Alemania, sus
superiores consideraron que había fracasado en la misión y le enviaron a
Mauthausen, pero con un triángulo verde, no rosa, y lo que es más importante,
como kapo. Fue asignado al barracón 13.
José Escobedo, un anarquista de Teruel convertido en
socialista, que había sido hecho prisionero en Dunkerque, afirma que de los 169
hombres de su tren que llegaron a Mauthausen el 9 de agosto, viajaron durante
cuatro días sin agua ni comida y la sed llevó a algunos a enloquecer, con lo
que otros le quitaron la vida. José Escobedo, en Razola/Constante, págs. 38-39
indica que este grupo llegó a Mauthausen después de 57 horas en el tren y
fueron arrojados a los andenes desnudos.
Otros prisioneros llegaron a la estación de Mauthausen desnudos, al haber sido obligados
a desvestirse para así desalentarlos en el propósito de huir, pero al llegar
las ropas estaban guardadas dentro del tren. En la estación se les ordenó que
cogieran un hato de ropa y zapatos, los de cualquiera, les valiera o no el
calzado. Otros recibieron solo ropa interior y algunos nada.
Algunos prisioneros recuerdan haber sido desposeídos de
todas sus pertenencias desde fuera de la fortaleza de Mauthausen, para luego
atravesar desnudos las puertas principales hacia los aseos. Eran los kapos, no
SS los que se apropiaban de los relojes y anillos de los prisioneros.
Mariano Constante escribe que en su “compagnie de
travailleurs” eran 350 cuando fueron apresados en junio de 1940, y que los
archivos de la Gestapo
tan solo cuentan 300 los españoles llegados a Mauthausen. Por los textos de
Constante, se ha podido suponer que Juan Ortiz Garrido estuvo con él en la
Compañía de Trabajadores Extranjeros (CTE). Manolo Jiménez también da referencia
de ello en lo concerniente al tabaco que Juan Ortiz Garrido controlaba en
Mauthausen y que posiblemente fuera fuente de suministro de alimento para él y
para otros españoles. Parece que el lugar de intercambio de cigarrillos por
comida eran las letrinas del Campo de Mauthausen, lugar que los hacía pasar más
desapercibidos.
Para muchos de los presos la suerte aparecía sobre todo en
el momento en que los prisioneros, al salir de la cuarentena, recibían su
primer trabajo. Mientras que a la mayoría se los enviaba a la cantera, algunos
eran asignados a comandos suaves en comparación con las canteras. Miguel Malle
(“Empire”, página 115) recuerda su buena estrella cuando fue enviado
Baukommando, cuyas tareas incluían cortar árboles. Su compatriota en el kommando,
el albañil Santiago Raga, le enseñó el secreto de la supervivencia: "trabajar
solo cuando alguien observaba y el resto del tiempo simular que se estaba
trabajando", pero de poco valdría este consejo de Raga cuando los kapos del
kommando fueran verdes y estuvieran alerta sobre el comportamiento de los
trabajadores.
Aquel maldito lugar, situado muy cerca de donde había nacido
Hitler, no había sido elegido por casualidad, ya que a su lado se encontraba la
cantera Wienergraben (la
Marbacher-Bruch y Bettenberg), donde los presos tenían que
trabajar durante doce horas de ininterrumpido esfuerzo hasta la extenuación:
cantera o crematorio, esa era la cuestión. El propietario de la cantera era una
compañía DEST, acrónimo de Deutsche Erd und Steinwerke GMBH, dirigida por
Oswald Pohl, un oficial de alto rango de las SS, que pagaba una pequeña
cantidad de dinero por aquella mano de obra, tan barata, a los mandos del Campo
de Mauthausen - Gusen, que estos se guardaban para sí, por facilitarles a los
presos dos calderos de comida de “inocentes” nabos desvalijados por día y
algunos cigarrillos al mes, por el granito extraído, en principio usado para el
pavimento de las calles de Viena, y posteriormente para la reconstrucción de
las ciudades alemanas.

Oswald Pohl escribió a Hitler lo siguiente:”La guerra ha modificado con bastante claridad el objetivo del KZ. Nuestra misión es ahora reorientar sus funciones hacia el plano económico”. A los comandantes de los campos, Pohl les escribió: “El comandante del campo es la única persona responsable del empleo de la fuerza de trabajo. Este empleo debe ser total en el sentido profundo del término, con el fin de obtener la máxima productividad. No hay límites a las horas de trabajo. Los límites dependerán del tipo de labor y las horas serán fijadas por el comandante. Todos los factores tendentes a reducir el horario de trabajo deben limitarse al máximo. Las pausas para comer al mediodía han de reducirse al menor tiempo posible.”
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Visita del mando alemán al Campo de Mauthausen. |
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Himmler visita el Campo de Mauthausen y la cantera. Foto del Bundesarchiv. |
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Franz Ziereis y mandos de los SS en Mauthausen. Foto del Bundesarchiv. |
En el caso de Mauthausen y como consecuencia del programa de
industrialización de la WVHA,
se aceleró su programa de desarrollo con
la creación de una constelación de campos subsidiarios, conocidos como
Nebenlager. Estos campos se extendieron por toda Austria, excepto el Tirol, e
incluso por Alemania (Passau) y Eslovenia. Los campos subsidiarios se
vincularon con los principales grupos industriales y para conseguir que las
fábricas fuesen invulnerables a los bombardeos de los aliados, se obligaba a
los prisioneros a excavar centenares de túneles subterráneos.
Fábrica encubierta, entrada al tunel donde estaba la fábrica. |
El resultado fue
que la mayor parte de los prisioneros que llegaban a Mauthausen permanecían allí sólo un periodo de
cuarentena, lo que las SS denominaban educación básica. Después se les enviaba
a cualquiera de los Nebenlager: las canteras de Gusen y Ebensee, las minas de
Eisenerz, la refinería petrolífera de Moosbierbaum, la factoría agrícola de St.
Lambrecht, la escuela de la SS
en Klagenfurt, la construcción de diques en Grossraming o de un túnel hacia
Yugoslavia en Loibl-Pass; y sobre todo las fábricas de armas: la Hermann Göring Werke en Linz,
la fábrica de Messerschmitt en Gusen (la mayor de Austria) , la planta de
Siemens en Ebensee, la factoría Daimler en Steyr, la Florians en Peggau, las
fábricas de tanques Nibelungenwerke en St. Valentín y el centro experimental de
misiles de Schlier.
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El Comandante del Campo de Mauthausen explica a Himmler su funcionamiento durante la visita al campo. |
Estos proyectos de Pohl tuvieron sus detractores, eran los SS,
que en los campos consideraron, que la norma de Pohl interfería en los planes de exterminio programados, ya que
los SS eran compensados con complementos según el número de asesinados. Para
los miembros de la administración de las SS, que pensaban que era más
importante liquidar a los judíos y demás enemigos que luchar por la victoria (y
en 1945 predominaba esta facción), se llegó a considerar que para éstos el
programa de Pohl parecía una traición.
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Kaltenbrunner, Himmler y otros SS. visitan Mauthausen. |
Las directrices de Pohl suponían que el Reich dejaría ya de negar la máxima productividad de cada prisionero, con lo que anteriormente se justificaba que se pusiese fin prematuramente a su existencia; entonces se calculaba que el promedio de esperanza de vida del KL Häftling, en tablas cuidadosamente compiladas por las oficinas centrales era de nueve meses. El beneficio medio obtenido de nueve meses de trabajo en régimen de esclavitud se estimó en 1.631 reichsmark, aunque en ello se incluían el valor medio de las pertenencias confiscadas a cada prisionero, y en el debe el coste de alimentarle y vestirle. Debe decirse que en la mayoría de los casos los comandantes de campo, más bien acentuaban las duras directrices recibidas que las atenuaban, y en la mayoría de los campos la esperanza de vida era inferior a los nueve meses prescritos.
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A pesar de su juventud muchos fallecian a los pocos meses. |
Los oficiales de las SS y los kapos seguían asesinando
prisioneros, ya fuera golpeándolos hasta morir con sus palos, arrojándolos
desde los precipicios o quitándoles las gorras y lanzándolas contra la
alambrada, para luego forzar a los prisioneros a recuperarlas, de forma que
morían electrocutados o por disparos de los vigilantes.
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Para poner fin a esta deplorable violación de las normas, la Gestapo ideó una solución. La oficina de la Gestapo en cada uno de los campos, incluía un oficial responsable de investigar todos los casos de “muertes no naturales”, y de abrir procedimientos contra todo aquel imputado por su conducta reprobable, y de remitir un informe a los tribunales de las SS en Viena en el caso del campo de Mauthausen.
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Humillación y muerte de los presos en las alambradas. |
Para poner fin a esta deplorable violación de las normas, la Gestapo ideó una solución. La oficina de la Gestapo en cada uno de los campos, incluía un oficial responsable de investigar todos los casos de “muertes no naturales”, y de abrir procedimientos contra todo aquel imputado por su conducta reprobable, y de remitir un informe a los tribunales de las SS en Viena en el caso del campo de Mauthausen.
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Trabajadores en la Cantera del Campo de Mauthausen. |
Las ejecuciones mediante el disparo en la nuca se realizaban
en una pequeña celda adyacente a la cámara de gas y era denominada “estudio de
fotografía”. El prisionero era informado de que se pusiera en pie mirando a la
pared mientras se le tomaba la foto; y a través de un agujero en la pared
opuesta un SS disparaba. Otro método, posiblemente empleado en otro periodo,
consistía en hacer que el prisionero se apoyara en la pared contra una cinta
métrica como si fueran a medirlo. Cuando el bloque movible por encima de su
cabeza se bajaba hasta hacer contacto con ella, dicho contacto hacía que se
disparara automáticamente una bala en la nuca.
Como la cámara de gas se concibió con una forma exactamente
igual a una sala de duchas, en las que el gas entraba por las alcachofas, las
victimas recibían una toalla pequeña y un pedazo de jabón, de modo que la
operación era rápida y eficaz. En algunas ocasiones el aporte de gas era
insuficiente para matar a todas las personas de la gasificación y algunos eran
arrojados a los hornos todavía con vida. También pasaba con frecuencia que los
cuerpos en camino desde el Revier o Dispensario al crematorio gritaban desde la
carretilla que los transportaba porque aún estaban vivos. Tal fue el caso del
oficial de caballería Francés Jacques de Dionne, que estaba a punto de ser
arrojado al horno cuando recobró el conocimiento.
Incluso en los ahorcamientos los SS desarrollaron refinamientos,
en algunos lugares se colgaba a las victimas por la boca y no por la garganta
para prolongar su agonía. Antonio García recuerda que en los ahorcamientos que
presenció en Mauthausen la soga se colocaba justo detrás de las orejas, lo que
provocaba la dislocación del cuello. Así no se prolongaba la agonía pero se
producía un espasmo nervioso: el cuerpo continuaba retorciéndose durante dos o
tres minutos después de la muerte de la victima.
Podría decirse, con toda razón, que en cada campo o Lager, había
ya establecido un mecanismo de funcionamiento, que funcionaba de acuerdo con su
propia dinámica y lógica, de modo que a finales de 1942 se comprobó que la tasa
de mortalidad de los prisioneros no mostraba señales de reducirse. Por esta
razón se envió una carta al responsable
médico de cada Lager, con una copia para información de los comandantes
respectivos de cada campo, deplorando el hecho de que de los 156.000
prisioneros llevados hasta entonces a los campos, más de 70.000 hubieran muerto
ya, reseñando que a ese ritmo de muertes la población total de reclusos, jamás
alcanzaría el nivel deseado para los fines de la productividad de los presos.
Se recordaba a los médicos de cada campo que el mejor médico no era el que se
distinguía por su severidad, sino el que preservaba la capacidad de trabajo del
prisionero durante el mayor tiempo posible. En ocasiones se llegó a adoptar el
remedio desesperado de aumentar la cantidad de comida a los presos; pero la
medida no tuvo ningún efecto, ya que las raciones suplementarias solían caer
bajo la rapacidad en los bolsillos de las SS o de los Kapos del campo. La
escasez de la mano de obra dio a los marcados con triángulos en verde y otros
la oportunidad de servir en la
Wehrmacht o ejército alemán, permaneciendo los prisioneros en
los campos trabajando a un ritmo de construcción superior, pues los nazis
sabían que la última esperanza era fabricar armas superiores y esta carrera
contrarreloj suponía un aumento espectacular en la tasa de mortalidad.
A la entrada en Mauthausen, lo primero era el paso a través
de la Effektenkammer
de camino hacia la sala de desinfección y el barracón de cuarentena, tal como es
descrito por el superviviente Juan de Diego de la siguiente manera: “Los SS se
sentaban tras una larga fila de mesas, con prisioneros que trabajaban de
ayudantes. En la primera mesa, el prisionero que llegaba debía dejar sus
documentos de identidad; en la siguiente, su dinero; después, el anillo, el
reloj, las medallas y otros bienes de valor; luego el resto del contenido de
los bolsillos, incluidas cartas y fotografías; a continuación, lo que se tenía
en las bolsas y, finalmente, la ropa y los zapatos.
Entonces se llegaba al final de la fila, desnudo y despojado
de todo. Seguidamente se llegaba a la Scherraum.”
El mismo prisionero Juan de Diego recuerda la impresión que
le produjo que el Friseur (prisionero barbero) le agarrara el pene y le
afeitaba los testículos con un escarpelo que muy bien podía tener melladuras,
mientras los kapos verdes se mofaban de todo aquel que tuviera el pene pequeño
(De Diego, entrevista; Fabréguet, M. “Mauthausen” 1995, páginas 905-906).
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Foto del Bundesarchiv que representa la llegada de presos a Mauthausen, donde empiezan a despojarse de ropas y todas sus pertenencias. |
Los prisioneros despojados de todas sus pertenencias pasaban a las duchas. |
Luego venían las duchas, con los kapos y los SS, siempre cerca
prestos siempre a minarles la moral. El trato en las duchas, contaba otro
superviviente, iba encaminado a reducir a los prisioneros a la condición de
rebaño de ovejas asustadas. El agua tanto salía helada como escaldaba, y si un
prisionero intentaba separarse un poco los kapos le golpeaban en la cabeza con
las porras. Y si no lo hacía, de todos modos los SS le fustigaban con un látigo
de cola para reventarle las ampollas y desgarrarle la carne (Testimonio de Jack
H. Taylor). A los prisioneros no se les
entregaban navajas de afeitar, y no tenían derecho a afeitarse solos. Tenían
que afeitarse a diario, pero la tarea era muy
rápida. Los sábados y los domingos se les rasuraba todo el vello
corporal.
Luego, el prisionero recibía de los SS todo cuanto
necesitaba para el resto de su vida en la tierra. Primero el “drillich” rayado
con la gorra también rayada, el uniforme estándar de un prisionero del campo,
también unos calzoncillos, calzado de madera (zuecos), una escudilla y una
cuchara. El prisionero se ataba la escudilla a la cintura y escondía la
cuchara, tal vez dentro del zapato. En vez de calcetines recibía dos tiras de
tela de tamaño suficiente para que se envolvieran los pies con ellas, eran los
conocidos como “calcetines rusos”. No se le proporcionaban cinturones, y
tampoco eran corrientes las cuerdas, así que el prisionero debía hallar su
propia solución para sostenerse los pantalones; para ello tal vez encontrara un
trozo de alambre, pero debía tener cuidado para que los SS no sospecharan que
lo había robado de algún taller. Con la sucesión del verano y el invierno, los
prisioneros se quitaban o se ponían ropa más gruesa. Normalmente, no eran ellos
los que se lavaban la ropa. Todas las noches hacían un hatillo con sus prendas,
que eran entregadas a la lavandería (Wäscherei) y se las devolvían, no
necesariamente secas, al despertarse por la mañana. Conservar las ropas y los
utensilios para comer exigía una constante atención por parte de los
prisioneros, el robo era una epidemia en los campos y un prisionero, que se
presentase ante los SS sin alguno de los artículos que se le habían dado, se
arriesgaba a sufrir graves consecuencias.
Después de recibir sus materiales, el prisionero ingresaba
en el barracón de cuarentena, donde no había camastros, sólo jergones en el
suelo. Los jergones estaban llenos de virutas de madera que rara vez cambiaban,
por lo que terminaban convertidos en polvo. Las raciones de comida en el
barracón de cuarentena se reducían a la mitad, de acuerdo con tres principios: los
que no trabajaban tenían menos necesidad de comer; con ello ayudaban a infundir
la desesperanza; y esa reducción de la dieta servía para acelerar la muerte
entre los enfermos y moribundos. El periodo de cuarentena solía durar entre una
semana y diez días, pero en Mauthausen podía ser muy breve, hasta de sólo un
día. El propósito establecido en la dinámica de funcionamiento del campo era
que ningún médico acudiría a visitar al enfermo o débil, ni tampoco los SS. Hubo excepciones, como siempre, en estos comportamientos:
García Barrado en una entrevista, añadió el caso de un SS, Scharfürer o sargento;
que como había salvado la vida de algunos prisioneros, en el momento de la
liberación del campo, los prisioneros supervivientes le dieron ropas de los
reclusos para así poder protegerle ante la llegada de los aliados el 5 de mayo
de 1945.
El método de selección de los prisioneros jefes funcionaba
del mismo modo que el nacionalsocialismo, siempre de arriba abajo. El
Lagerführer o Comandante del Campo elegía personalmente al Lagerältester o
Prisionero superior, o prefecto, elegido por los SS y responsables de la
disciplina de todo el campo, y al Lagerschreiber o Prisionero con función de
administrativo para todo el Campo. Los diversos Lagerältester o Prisionero
superior de la Unidad
eran igualmente elegidos por el Comandante del Campo por la recomendación del que ostentaba el puesto de Prisionero
superior y el Prisionero Administrativo y un Blockschreiber o Prisionero
secretario, responsable ante el Blockältester, que se designaba igualmente por
recomendación del Blockältester respectivo. Por debajo de ese nivel el
Comandante del Campo delegaba la responsabilidad en los prisioneros jefes o
kapos. Los responsables de cada semiunidad del campo o Stubenältester eran nombrados por el Lagerältester o Prisionero superior, por
recomendación del Blockältester respectivo, mientras que el Blockältester y el
Stubenältester se encargaban de elegir al Stubendienst o Prisionero responsable
de la higiene ante el Blokfriseur o
Prisionero responsable de la higiene de la unidad respectiva, a menudo
basándose en su juventud y atractivo físico. La homosexualidad estaba a la
orden del día. Estos cargos eran la cadena de mando del campo de concentración
de Mauthausen.
Grupo de españoles en Mauthausen. |
Los Kapos eran responsables solo de las unidades de trabajo
del campo o comandos, y el término kapo no se aplicaba a los encargados de los
barracones. Para dormir, los kapos se distribuían por todo el campo de forma
irregular, de manera que en un barracón podría haber solo uno y en otro cinco.
Dormían en la sección privilegiada, la más cercana a la entrada, con el
Blockältester, el Blockschreiber y el Friseur. Ninguno de ellos tenía
habitación propia, pero sí un colchón de paja fresca en su camastro, e incluso
sábanas que se cambiaban cada dos semanas hasta el fin de la guerra. Era
importante que los tres jefes de barracón mantuvieran buenas relaciones con los
kapos de sus barracones. Nunca podían saber, de un día para otro, durante
cuánto tiempo conservarían sus puestos, y si lo perdían quedarían a merced
de los kapos. Los kapos eran a la vez
víctimas y verdugos, como víctimas no estaban exentos de las revistas en la Appellplatz, que
minaba su resistencia como la de los demás prisioneros del campo. Como
verdugos, reseñar que sus porras o “gummi” eran mangueras reforzadas con hierro
y de unos 80 centímetros
de longitud.
Dada su debilidad moral, y ante la tesitura de morir o
matar, se aprestaron a asesinar a los otros con la esperanza de salvarse;
algunos de estos esbirros eran asesinos ya antes, no en vano procedían de todas
las prisiones y penitenciarías de Austria que fueron vaciadas de sus
criminales. Se les señaló con un triángulo verde y se pueden considerar “los
miembros fundadores” tal como grotescamente se llamaban a sí mismos, estos fueron
los primeros kapos y gozaron de todos los privilegios que correspondían a los
miembros: alcohol, tabaco, libre acceso al Puff o prostíbulo del campo. En
Gusen, donde un prostíbulo abrió sus puertas en octubre o noviembre de 1942, el
objetivo principal de su apertura fue poner fin a la pederastia por la que algunos
kapos, principalmente verdes, estaban forzando a los jóvenes polacos y rusos
(Boüard “Gusen”, página 59). Respecto al uso frecuente del alcohol por parte de
los kapos, parece que se puede afirmar que los kapos, sin excepción, eran unos
borrachos. Si no tenían nada más que hacer, bebían alcohol en bruto mezclado
con mermelada.
También se arrogaron el derecho a robar impunemente las
raciones y la ropa de los presos. De ellos decía el jefe de la SS: “Estos cuarenta mil
delincuentes alemanes… forman – y les ruego que no se rían – mi “cuerpo de
suboficiales” para toda la sociedad…Y en el momento en que dejemos de estar
satisfechos con ellos, cesan como kapos y vuelven a dormir con el resto. En la
primera noche les darán una paliza de muerte, y ellos lo saben muy bien”.
Hasta marzo de 1945, todos los puestos de kapos principales,
con algunas notables excepciones, fueron ocupados por verdes, y a menudo por
los peores. Quizá uno de los más famosos por sus características físicas y su
maldad fuese Magnus Keller, el legendario King Kong, personaje de inmenso
tamaño, su andar parsimonioso y sus accesos de furia. Un mecánico de coches
rubicundo y con frecuencia borracho, que con su triángulo rojo fue ascendiendo,
desde su llegada a Mauthausen (27-9-1939), hasta ser Lagerältester 1 en 1941 y
por lo tanto encargado de elegir a los kapos subordinados. Keller era un hombre
que inspiraba terror y más de un preso murió estrangulado por sus propias
manos, un simple gesto de Keller valía para que un prisionero fuese asesinado o
padeciera algo peor que una muerte rápida. Fue el refinamiento de sus torturas
lo que acabó concediéndole los asombrosos
privilegios de que disfrutaba: no solo un dormitorio en el barracón 11,
y radio, criados y similares, sino libertad para ir al pueblo, pescar en el
lago y cazar en los bosques. Keller dejó Mauthausen a finales de 1943 para ir a
Ebensee. El codiciado puesto pasó a Josef Schöps como Lagerältester 1, otro
triángulo rojo, que estuvo en Mauthausen desde el 9 de mayo de 1939 al 19 de mayo
de 1945. Schöps era brutal por naturaleza y servil ante los SS, siempre
dispuesto a ahorcar a sus propios compañeros. Con Schöps estaba de
Lagerältester 2 el verde austriaco Franz Unek, un vienes que había ascendido
desde kapo del barracón 12, donde se alojaban los españoles y los franceses.
Suponemos por tanto que sería, por desgracia, conocido por Juan Ortiz Garrido
por haber sido kapo de su barracón. De Unek decir también que sus víctimas se
contaron por centenares.
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Fotos numeradas tomadas del archivo fotográfico de la SS. |
Prisionero fotografiado por los SS tras el maltrato.
|
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La líneas de alambradas y los campos sembrados de cadáveres |

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Multitud de cadáveres sembraban el Campo de concentración. |
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Hornos Crematorios del Campo de Mauthausen. |
Los prominenten eran todos los que trabajaban en las oficinas, los talleres, las cocinas, los almacenes, la sastrería y la zapatería, los criados de los SS y de los kapos principales, los ayudantes de los médicos, dentistas y farmacéuticos SS, los barberos, ordenanzas del barracón, pintores, deshollinadores, bomberos, mecánicos de los garajes, electricistas y fontaneros. Los prominenten al igual que los kapos procedían exclusivamente de los grupos verdes y negros, pero no era probable que estos individuos asociales formados por asesinos, ladrones y vagabundos desempeñaran esos puestos satisfactoriamente, por lo que a veces se les otorgaba al prisionero que destacaba por su trabajo otra insignia de otro color mas ventajoso por haberse ganado su favor con su trabajo, por mostrar habilidad para una profesión, lo que hacía que pasase a otro estatus de más respeto y lo dejaran en paz. A regaña dientes, la administración volvió los ojos hacia los triángulos rojos para ocupar puestos, donde primero se les daban a los alemanes y austriacos y después a los de otras nacionalidades que entendieran el alemán.
Desconocemos si Juan Ortiz Garrido pudo formar parte de este
grupo de prominentes,… pues aunque sin fundamento, a veces pienso que pudo
estar de cocinero o criado de algún SS o kapo, o simplemente sobrevivió por
suerte en medio de tanta dureza por la supervivencia. Es un extremo que hoy por
hoy queda en suspenso, tal vez algún familiar que lea estas páginas pueda
precisar este lado oscuro de su existencia.
Todos los kapos y los prominenten principales se distinguían
con brazaletes, y podían llevar chaqueta y pantalones, o seguir vistiendo su
“drillich”, pero sus condiciones de vida eran notablemente diferentes.
Tras la cuarentena los prisioneros accedían al barracón al
que había sido destinado. Cada barracón se dividía en dos secciones, el Stube A
a la izquierda de la entrada y el Stube B a la derecha. Entre los dos Stuben se
situaban las estancias reservadas a los privilegiados “prominenten”, y a los
lados se disponían los aseos del Stube respectivo. El alojamiento de los
demás consistía en camas pequeñas de
madera de tres y a veces cuatro alturas, con menos de medio metro entre cada
nivel. Los camastros de abajo se llenaban del polvo de los jergones de arriba, que les caía en los ojos y la boca
a quienes dormían en los de abajo. Los de encima se veían obligados a trepar
sobre los de debajo y, a la hora de despertarse, cuando los prisioneros se
desperezaban del sueño, los de arriba tenían más probabilidades de recibir los
golpes de los kapos que los de las alturas inferiores. Por otra parte, los que
dormían arriba tenían la ventaja de que sus camastros eran inspeccionados con
menos detenimiento que lo eran los de abajo; pero también sufrían el
inconveniente de que en el invierno, las grietas de la madera dejaban que
entrara la nieve fundida desde el tejado, y con ello la manta siempre estuviera
húmeda. Un prisionero moribundo que durmiera arriba podía muy bien ensuciar los
camastros inferiores; y en tales ocasiones, no era infrecuente que los demás le
golpearan la cabeza contra el poste de la cama hasta que sucumbía.
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Vista de uno de los bloques del campo de Mauthausen. |
Para los enfermos quedaba el Revier o dispensario y hospital
de prisioneros, con el peligro de que su personal decidiera, que el enfermo no
tenía capacidad de realizar sus trabajos, con lo que pasaba al programa de
eutanasia promulgado por Hitler en marzo de 1941, si el enfermo llevaba tres
meses enfermo o era incapaz de trabajar. El español Juan De Diego recuerda la
importancia de no caerse nunca al suelo después de un golpe.”Si caías, solía
ser el fin, te golpeaban todavía más, o te daban patadas y te dejaban
incapacitado”.
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Prisioneros de Mauthausen en el día de descanso. |
A los prisioneros se les solía dar el domingo como día de
descanso, con excepción de aquellos que estaban en el pelotón de castigo. Al
ser Mauthausen diferente, el prisionero solo tenía derecho a descanso un
domingo sí y otro no. Por otra parte, una vez tomada la decisión de reducir los
índices de mortalidad, los que trabajaban en la cantera de Mauthausen estaban
excusados de trabajar desde el sábado por la tarde hasta el lunes por la
mañana. El objetivo era únicamente prolongar la agonía y evitar que ningún prisionero muriera demasiado deprisa.
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Prisioneros del Campo de Mauthausen en día de aseo y rapado. Los Kapos temían epidemias de piojos y enfermedades de los presos por su propia seguridad. |
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Duchas del campo de concentración. |
Todo prisionero debía llevar en letras grandes a sus
espaldas la inscripción KG o sea prisionero de guerra o Kriegsgefangenen y
otros en letras pequeñas por delante en el costado izquierdo.
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Los judíos venían con el número marcado en el brazo. |
Al llegar a los campos de exterminio, a los españoles les
entregaban el triángulo azul de apátridas y la S de España (Spanien, en alemán). (El triángulo
rojo identificaba a los presos políticos; el verde, a los ladrones y
criminales; el marrón, a los gitanos y vagos; el rosa, a los homosexuales; el
negro, a los criminales asociales; el violeta, a sacerdotes y objetores; y el
amarillo con la estrella de David identificaba a los judíos).
El Holocausto. Crónica de un exterminio - HD
El horror
en los campos de concentración imágenes reales, fuertes
Y así, hasta constatar documentalmente 4.769 republicanos
españoles, muertos por los distintos métodos de exterminio empleados por los
nazis del Führer en el campo de concentración de Mauthausen-Gusen, que
incluían, no sólo el trabajo en las canteras, sino las Cámaras de gas; las
duchas heladas, donde los presos morían de hipotermia al permanecer durante
varias horas bajo una corriente de agua helada; los tiroteos masivos; los
experimentos médicos; los sangrados, donde los presos eran desangrados hasta la
muerte para enviar su sangre al Frente del Este; los ahorcamientos; el hambre,
donde los presos eran privados de comer hasta alcanzar la muerte; los fusilamientos
de las SS…Todos estos tratos a los prisioneros hizo que el número de muertes
mayor se produjera en los dos primeros años en los campos.
Duro trabajo diario en la Cantera de Mauthausen mientras el cuerpo resista. |

Piedras de más de 20 kilos que obligaban a subir a los prisioneros por las escaleras de 186 escalones. |
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Arriba la escalera con sus 186 escalones. En esta foto los prisioneros subiendo cada uno con su piedra de granito. Abajo los mandos suben por la escalera en una visita al campo de Mauthausen. |
Huir del campo de concentración de Mauthausen y de las manos de las SS era dificilísimo, un guardia que disparara a un prisionero que intentaba fugarse recibía una licencia especial de varios días. Si un prisionero escapaba, durante el periodo que permanecía en libertad los demás se exponían a una venganza abominable: se les obligaba a permanecer después del trabajo toda la noche en la Appellplatz, hiciera el tiempo que hiciera. A veces aquello duraba dos noches, e incluso tres. Los prisioneros de Mauthausen murieron por millares no solo por intentar fugarse sino por sufrir las consecuencias de quienes lo hicieron. Tan solo diez consiguieron escapar de Mauthausen, seis en 1941 y cuatro en 1942. Todos los fugados fueron perseguidos sin tregua. Los SS llamaban a la búsqueda hasenjagd, o caza de liebres, una muestra que delataba el placer por el deporte que ejercían. Los atrapados fueron azotados o ahorcados o, por lo general ambas cosas.
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El prófugo del campo fue "cazado" por los SS y es conducido al azotamiento y a la horca en la plaza central del campo. |
En cinco años en Mauthausen tan solo hubo dos ahorcamientos públicos. El primero de los dos ahorcamientos públicos de Mauthausen tuvo lugar una tarde de junio de 1941 con parafernalia de música, y la misma escena y parafernalia se repetiría en julio de 1942. A las ejecuciones se ordenaba la asistencia de toda la población de prisioneros, kapos y prominenten incluidos
Aunque Mauthausen no era un campo de exterminio en sí, las cifras
de muertos diarios eran enormes debido a las condiciones de trabajo brutales
sobre todo en la cantera de la muerte. El trabajo extenuante proseguía bajo la
lluvia y la nieve, el sol abrasador o frente a un viento gélido. El propósito
era el exterminio por el trabajo.
Documentales
Interesantes
Las condiciones de los prisioneros de por si duras,
empeoraron con el congestionamiento de prisioneros. Mauthausen estaba pensado
inicialmente para 3.000 reclusos y llegó a alojar 70.000. Ello significaba que
un barracón con capacidad para 200 personas podría alojar 1.600, en especial en
el caso de los barracones de cuarentena, sin que hubiera entonces dotaciones
adicionales de aseos o baños. Había incluso escasez de agua, y los SS actuaban
obsesionados por la higiene, aparejada con la humillación. El papel higiénico
era un lujo desconocido en las letrinas y los carritos usados para llevar el
pan, eran los mismos que se empleaban para los desperdicios.
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A veces se utilizaba un cubo grande donde hacer las necesidades y después se vaciaba en un pozo, donde en una ocasión lanzaron a algunos judíos. |
Muy de mañana a las 4.45, los silbidos de los kapos, el
golpe sordo de los palos, los gritos y los gemidos, y la campana de la puerta
principal del campo, provocaba el despertar y la movilización de los recluidos
en Mauthausen, en invierno se demoraba esa hora hasta media hora más o una hora.
A las 5:15 se pasaba revista, (la revista ordinaria en Mauthausen duraban media
hora, pero había sus excepciones, y a veces la revista de la tarde duraba
durante toda la noche e incluso el día y la noche siguientes, con el tributo de
500 muertos en una que duró cuarenta horas. En dos casos de larguísimas
revistas, se les negaba a los prisioneros la comida y el agua, y en la segunda
vez la temperatura llegó a ser de – 25 grados C.
Seguía una revista a las
6, la cena a las 7, cena que tenían que tomar de pie o en sus camastros, ni
acercarse a una estufa, esos privilegios quedaban para los kapos y los prominenten.
El único privilegio que realmente valoraba cualquier prisionero era comer más.
Los prominenten comían un poco más que los demás, pero no mucho, mientras que
los kapos se alimentaban bien.
El toque de queda para que los prisioneros regresaran a los
barracones variaba entre las 7:45 y las 8:45, y las luces se apagaban a las
ocho o las nueve, como vemos un cuarto de hora tras el toque de queda.
Se calcula que para la dureza del trabajo del campo se
precisaba una dieta mínima de unas 3.500 calorías y se suministraba una que
oscilaba entre 1.000 y 1.500, resultaba que en el mejor de los casos la ingesta
diaria representaba el 60% del gasto físico del trabajo diario, con lo que la
salud iba deteriorándose día a día. Hacia el final de la guerra la ingesta
diaria era de 500 calorías. El dolor del hambre, los retortijones y la obsesión
por comer alcanzaban su punto más duro, cuando a la hora de haber comido, porque
el estómago segregaba demasiados jugos gástricos para la poca comida que se les
daba; lo cual podía derivar en excesos extraños.
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Estado de desnutrición que presentaban los prisioneros. |
Paul Tillard describe la
proeza de un español que, un sábado por la tarde, consiguió acceder a la cocina
y delante de Tillard, se bebió 11 litros de sopa. Al día siguiente ingirió
otros 17, pero en la sopa había poco sustento. El hambre hacía a los presos
chupar el carbón o masticar el papel cubierto de brea que desgarraban de los
techos de los barracones, por la sensación de comer algo. Fabio Luppino, un
superviviente italiano relató cómo el hambre le llevó al punto de cuando veía a
un SS o un perro le atenazaba el deseo de comérselo, de masticar su cuerpo.
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La escasa dieta iba minando la salud de los prisioneros a pesar de su juventud. Varios de los jovenes de la foto tienen vendadas las piernas por los edemas. |
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La desnutrición era común en todo el campo. Algunos se arriesgaban a robar la comida de los perros de los SS, que era buena comparada con la sopa que recibian los prisioneros. |
La consecuencia de
esta sistemática malnutrición era el edema, con el edema las piernas se
hinchaban hasta el triple de lo normal y la inflamación le llegaba desde los
pies a los muslos. Era un trastorno físico que en último término llevaba a la
muerte y que avanzaba desde las piernas y se reflejaba en la cara, con los ojos
hundidos y fuera de las órbitas. Bajo la piel se formaban ampollas de agua, y
cuando la victima recibía patadas o golpes las ampollas se rompían y se
infectaban.
En Octubre de 1938, año de la apertura de Mauthausen, ya
contaba con unos 600 prisioneros detenidos por delitos variados pero las
deportaciones continuas fueron engrosando su población reclusa hasta alcanzar
las cifras contables. A finales de 1941 llegaron numerosos prisioneros de
guerra soviéticos. Era el primer grupo destinado a morir en las cámaras de gas,
a principios de 1942.
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Prisioneros de guerra sovieticos llegados a Mauthausen a finales de 1941. |
Antes, los prisioneros que ya estaban exhaustos habían sido transferidos al Castillo de Hartheim, donde las cámaras de gas llevaban funcionando desde 1940. En 1944 fue internado un numeroso grupo de judíos húngaros y holandeses. La mayor parte de ellos murieron como consecuencia de los trabajos forzados y las nefastas condiciones, o fueron arrojados por la cantera de Mauthausen (apodada como la Pared de Paracaídas por los guardias de la SS). Durante los meses finales de la guerra, aproximadamente 20.000 prisioneros de otros campos de concentración fueron llevados al complejo. También hubo grupos de republicanos españoles que fueron transferidos al campo y sus subcampos durante la Segunda Guerra Mundial.
Mauthausen fue a partir de 1942 la cabeza de una red de
campos donde también se utilizaba la mano de obra esclava, contando con un
campo central, con instalaciones para la práctica de la muerte en cámaras de
gas. Hasta 1942 Mauthausen había sido un campo de concentración donde se
practicaba el exterminio mediante el trabajo forzado, donde los presos se
mantenían con vida algunos meses hasta que la mala alimentación, el agotamiento
físico y las enfermedades acababan con ellos.
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Presos cavan sus propias tumbas. |
Los prisioneros españoles, en su mayoría eran generalmente
excombatientes republicanos huidos tras el fin de la Guerra Civil, y llegaron a
constituir en 1942 más de la mitad de la población reclusa total de Mauthausen:
Se estima que aproximadamente unos 7.685 españoles pasaron por este campo
sobreviviendo únicamente 2.421 de ellos.
Desde el año 1939 al 1944 el número de prisioneros que hubo
en Mauthausen fueron:
En el año 1939 un total de
2.772 prisioneros.
En el año 1940 un total de
8.200 prisioneros.
En el año 1941 un total de 15.900 prisioneros.
En el año 1942 un total de 14.000 prisioneros.
En el año 1943 un total de 25.607 prisioneros.
En el año 1944 un total de 73.392 prisioneros.
El número estimado de los prisioneros que pasaron por todos
los subcampos es de 335.000; la mayor parte de ellos fueron obligados a hacer
trabajos forzados en una cantera. Aproximadamente 140.000 fueron asesinados.
Las condiciones de vida eran sumamente sórdidas; todos fueron mal alimentados,
y las enfermedades sin una asistencia médica apropiada causaban estragos. Según
los registros, sólo en el campo de Mauthausen (Austria) estuvieron prisioneros
más de 7.000 españoles, de los cuales murieron más de 4.300.
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Ejecuciones de presos. |
Los inválidos republicanos españoles recibían la mitad de la
comida por no ser productivos y fue en ellos donde más se cebó la crueldad de
los nazis. Por la noche se sacaban unos 150 a la intemperie, desnudos en pleno invierno
y sin alimento, encargándose la naturaleza el resto, apareciendo la mitad de
ellos muertos. Las vejaciones y el sadismo llegaron a tal punto que muchos
prisioneros se suicidaban lanzándose contra las alambradas electrificadas, y
los nazis sacaban fotos para justificar sus crímenes hablando de intentos de
fuga (Tomado de Santiago Raga, superviviente de Mauthausen).
Un símbolo que representa hoy la masacre. |
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Muertos por arrojarse a las alambradas electrificadas. |
Carta de Mauthausen donde el mando comunica fallecimiento de Gonzalo Oriz Crespo natural de Estepa (Sevilla) |
La Cruz Roja a través de su Comité Internacional comunica a la familia del cordobés de Lucena: Manuel González León el fallecimiento del prisionero. |
La explicación, según Hernández, es que Mauthausen estaba
considerado un campo de categoría III o de exterminio, destinado a los presos
considerados "irrecuperables". Hernández explica que los españoles
destinados a los campos de concentración procedieron de tres grupos, el primero
de ellos formado por deportados que sirvieron en las filas del ejército francés
durante la Segunda
Guerra Mundial, capturados por los nazis en junio de 1940, y
enviados a los campos desde agosto de ese año hasta finales del siguiente.
Grupo de prisioneros españoles en Mauthausen. |
Dado que Juan Ortiz Garrido ingresa en el campo de
Mauthausen el 7 de abril de 1941, suponemos que fue uno de los del gran grupo
que fue capturado por los nazis en junio de 1940 y que después de permanecer en
la prisión o stalag XVII-A en Kaisersteinbruch desde ese momento hasta la fecha
del 7 de abril de 1941, en el que consta en los registros de KLM de Mauthausen,
como la fecha en que fue internado en este campo de Concentración de
Mauthausen.
Apenas dos años después de cruzar la frontera sería apresado
por los alemanes y enviado a la prisión o Stalag XVII-A en Kaisersteinbruch. Su
posterior deportación al campo de concentración de Mauthausen, como parte de un
grupo contingente de 200 españoles que ingresaron el 7 de abril de 1941 donde
probablemente estuviera enrolado en una Compañía de Trabajadores Extranjeros al
servicio del ejército francés. Entre este grupo de 200 republicanos españoles
se encuentra Mariano Constante Campo, combatiente republicano, militante de las
Juventudes Socialistas Unificadas, superviviente del campo de concentración de
Mauthausen y autor de varios libros en los que refleja sus vivencias en este
campo de concentración nazi.
El superviviente, José Jornet Navarro da el testimonio del
infame viaje y la llegada al campo del horror de Mauthausen:
“Los de la
Gestapo nos metieron en vagones de carga. Fueron tres días y
tres noches encerrados, sin agua ni comida, haciendo nuestras necesidades en un
rincón del vagón, que estaba precintado, con vómitos, diarreas y sin saber
adónde íbamos. Llegamos a la una y media de la madrugada del 13 de diciembre de
1940. Había esa noche una nevada espectacular. Conforme descendíamos de los vagones, nos
molían a palos, los perros nos mordían y así seguimos hasta la cima de un
monte. En el camino se quedaron tres o cuatro muertos. Si te esperabas a ayudar
a algún camarada, te pegaban con palos y los fusiles en la cabeza. Te la
rompían, porque el que caía al suelo ya no se levantaba. Lo remataban allí
mismo.” (ABC, 4/8/2001).
Otro grupo fue el de los españoles integrados en la
resistencia francesa, detenidos por la policía francesa y la Gestapo y conducidos a los
campos en 1942, 1943 y 1944, y por último el denominado "Convoy de los
927", conformado por civiles que se encontraban refugiados en el campo de
Les Alliers, junto a la ciudad francesa de Angulema, en el que también había
mujeres y niños. El transporte que llegó a Mauthausen, procedente de Angulema el 24 de agosto de
1940, formado no por prisioneros de guerra, sino por familias completas de
refugiados españoles donde había hombres, mujeres, niños y ancianos, estaba
formado por más de ochocientas personas, de los cuales cuatrocientas treinta
fueron internadas en el campo de Mauthausen, y el resto fueron entregadas a las
autoridades franquistas en la frontera de Irún.
Además se abrió un campo para mujeres en Mauthausen en
Septiembre de 1944, coincidiendo con la llegada de prisioneras desde Auschwitz
(Polonia).
Testimonio
de Jorge Pérez un superviviente del campo de concentración de Mauthausen
Eventualmente más mujeres y niños fueron internados en Mauthausen
procedentes de Ravensbruck, Bergen Belsen, Buchenwald (los 3 en Alemania) y
Gross Rosen (Polonia). Con ellos llegaron también algunas matronas. Se sabe de
al menos 20 que sirvieron en el campo Mauthausen, y 60 en todo el complejo.
Mauthausen fue el campo de concentración de los españoles,
un campo que comenzó a construirse en 1938 cuando Austria fue anexionada al III
Reich. La mano de obra de este campo fueron
los presos procedentes de Dachau al principio, pero con los años
Mauthausen fue tomando poco a poco el aspecto de fortaleza que mantiene a la
orilla del Danubio. Construido en bloques de granito en todo el recinto
procedentes de la cantera de Wienergraben y subidos a través de una escalera de
186 escalones hasta el campo por los propios presos, donde muchos andaluces
perdieron la vida.
Cuando los españoles llegaron a Mauthausen había internados presos polacos; pero había
además una cantidad importante de
delincuentes comunes y de presos políticos de nacionalidad alemana y austriaca.
Después llegó al campo de Mauthausen un contingente de prisioneros de guerra
soviéticos, aunque su presencia en esta primera época fue efímera pues se
procedió a su eliminación en el trascurso de unos pocos meses. Después fueron
internados a lo largo de la guerra otros presos de otras nacionalidades, procedentes
de los apresamientos de los países implicados en la guerra.
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Fotografía del interior del Campo de concentración de Mauthausen. |
Alambradas que coronaban los muros en todo el perímetro del campo de Mauthausen. |
Con los republicanos españoles no se aplicó el exterminio de
forma inmediata como ocurrió con los judíos, gitanos y buena parte de los rusos
en Mauthausen. Fueron primero explotados en el trabajo hasta la extenuación y
sólo cuando eran piltrafas humanas, inútiles para la producción, eran
trasladados a los crematorios de Gusen, Hartheim o Mauthausen para eliminarlos.
Los internados en Mauthausen morían habitualmente a causa
del trabajo extenuante, una alimentación escasa, que consistía por la mañana en
una taza de líquido oscuro, que no se sabía si era café o té (hablaban de agua
caliente), al mediodía un caldo o sopa donde podían frotar algún trozo de una
mondadura de patata, y para la cena un trozo de pan con sabor bastante
desagradable. La atención médica era muy insuficiente en un entorno
de hacinamiento de personas con escasa higiene y con enfermedades que iban
desarrollándose. A la muerte no sólo se llegaba por las circunstancias antes
expresadas, estaban también los habituales gaseos de los internos llevados a
cabo en Hartheim o en los llamados Sonderwagen, las inyecciones de gasolina vía
venosa hasta el corazón, la exposición de los presos más debilitados a los
chorros de agua helada, o los asesinatos o ejecuciones perpetrados por los
miembros de la SS
o por los Kapo del campo, a quienes se les retribuía también con el complemento
de los prisioneros que habían ejecutado, para esta macabra acción muchas veces
les decían a los presos que fuesen a traer piedras o les arrojaban las ropas
junto a las vallas alambradas y allí los tiroteaban como si fuesen buscando la
huída.
“Un compañero del
campo llegó a contabilizar treinta y cinco maneras de morir en Mauthausen.
Ninguna de ellas era tan horrible como la producida por el agotamiento
transportando piedras por la cantera y subiendo las 186 escaleras que
comunicaban la cantera con el campo arriba. Llegar al final sólo significaba
tener que comenzar nuevamente. (Massaguer, 1997).
Sin llegar a enumerar las treinta y cinco formas de morir en
Mauthausen, el preso Ernst Martín citaba las principales en un informe
presentado a las autoridades militares americanas en 1945:
Por disparo en el curso de un intento de fuga.
Suicidio por salto en el vacío.
Suicidio por ahogamiento.
Suicidio por electricidad.
Suicidio por ahorcamiento.
Declaración de que el prisionero murió por enfermedad aunque
en realidad fuera un asesinato.
Cámara de gas
Vehículo de gas.
Asesinato por inyección de gasolina.
Despedazado por los perros.
Duchas en invierno.
Forzados a permanecer en pie, encadenados en la pared.
Disparo en la nuca, etc. (Bermejo, B. 2002).
El campo de Mauthausen se calcula que fue el paso obligado
de unas 200.000 personas, de las que murieron aproximadamente la mitad.
Varios subcampos de Mauthausen incluían fábricas de armas y
municiones, canteras, minas y plantas de montaje del Messerschmitt Me 262 (el
primer avión de combate a reacción). Además, los internos fueron usados como
esclavos en granjas cercanas. Los que trabajaban en las canteras, lo hacían
durante 12 horas al día hasta quedar totalmente agotados. Después eran
transferidos a otros campos de concentración para ser exterminados, o bien eran
eliminados con una inyección letal en el propio campo, e incinerados en un
crematorio local.
A pesar de que diversas empresas, unas privadas y otras
pertenecientes a la SS,
se nutrían de mano de obra esclava, el destino más terrible para un prisionero
era ser destinado a las canteras. Los prisioneros destinados a esta zona
estaban divididos en dos grupos: El primero, llamado "Kommando
Wiener-Graben" estaba formado por prisioneros con conocimientos de
maquinaria de extracción y explosivos, y el segundo era el más penoso y mortal,
ya que obligados a trasladar enormes bloques de roca de unos 30 kilos de peso a
sus espaldas, debían de subir los famosos 186 escalones de una escalera, en la
que el caerse o ayudar a otros prisioneros estaba penado con el ser arrojados
por las paredes de la cantera y morir despeñados. Este sistema y el ver como
los prisioneros agotados rodaban por la escalera arrollados por las piedras
eran la diversión de los SS.
Otros trabajos menos penosos consistían en la clasificación
de pertenencias robadas a los prisioneros y su clasificación en la zona llamada
"Kanada", tareas administrativas o relativas a las profesiones de los
prisioneros como zapateros, sastres, enfermeros, etc. así como labores en
cualquiera de las numerosas fábricas, principalmente armamentísticas, que
abastecían al ejército nazi. Entre las empresas establecidas en Mauthausen
para aprovecharse de la esclavitud destacan Afa Werke, Bayern, Deutsches
Bergwerks, Deutsches erd und Steinwerk, Eisenwerke Oberdonau GMBH,
Flugmotorenwerke Ostmark, Forst und Gustverwaltung des Stiftes St. Lambrecht,
Gustlof Werke, Heinkel, Hofherr und Schrenz, Oberilzmuehle Elektrizitatswerk,
Otto Eberhard Patronenfabrik, Osterreichische Sauerwerks AG, Puch, Rax-Werke
GMBH, Stahlbau-Gesellschaft GMBH, Steinveredelungswerke AG, Steyer-Daimler Puch
AG Grazwerke I y Universale Hosch und Tiefbau AG.
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Prisioneros desgastados por el trabajo duro en las canteras, que serían declarados no aptos para el trabajo, lo cual le ocasionaba su exterminio. |
La muerte para los agotados, débiles y no aptos llegaba de
diferentes formas; principalmente eran transportados a Hartheim en donde su
director, el médico de la
SS. Eduard Krebsbach y apodado "el inyectador", disfrutaba
asesinando a prisioneros mediante inyecciones de gasolina o fenol por vía
intravenosa. En este sanatorio murieron 449 prisioneros de origen español.
Otro médico, Aribert Heim conocido como el Mengele de
Mauthausen, también hizo honor a su apodo. Sus enfermizas preferencias
consistían en escoger a prisioneros para inyectarles benceno y reloj en mano
cronometrar el tiempo en morir, así como realizar operaciones carentes de
sentido y sin anestesia para tomar nota de los efectos del dolor en las
víctimas. Una de sus aficiones era la de escoger prisioneros, decapitarlos y
tras hervir los cráneos para descarnarlos los colocaba a modo de colección.
Los médicos españoles José Pla y Pedro Bravo testificaron tras su liberación, como con una
jeringuilla cargada con 20
centímetros cúbicos de gasolina se le inyectaba esta
solución en el corazón, otras veces ante la escasez de gasolina se les inyectó
agua y cuando comprobaron que no daba los resultados esperados comenzaron a
inyectarles éter, que causaba la muerte en cuatro o cinco minutos. La
aplicación de inyecciones letales continuó hasta el final.
La cámara de gas de Mauthausen también funcionó como sistema
de eliminación de prisioneros; con capacidad para unas 120 personas a la vez se
utilizó principalmente para asesinar a los prisioneros recién llegados aunque
en ocasiones, coincidiendo con la visita de altos cargos nazis, se escogía a
una serie de prisioneros que serían gaseados como demostración mientras los
visitantes observaban la muerte de las víctimas por la mirilla de la cámara.
Objetos personales que llevaban los prisioneros al entrar en el campo. Ahora están en el Museo de Mauthausen. |
En general, los métodos de exterminio incluían: Trabajo como
esclavo en las canteras, cámara de gas, duchas heladas (aproximadamente 3.000
internos murieron de hipotermia debido que eran forzados a quedarse bajo una
corriente de agua helada durante varias horas), tiroteos masivos, ahorcamiento,
experimentos médicos, fusilamientos por los SS, hambre (sólo en el campo de
Mauthausen aproximadamente 2.000 prisioneros por semana eran privados de comer
hasta la muerte), sangrado (varios cientos de internos fueron desangrados hasta
la muerte y la sangre extraída fue enviada al frente del este) y cámaras de gas
móviles (un camión con un tubo de gases dirigido al interior, que iba y venía
entre Mauthausen y Gusen).
Por otro lado, las raciones de alimentos eran muy limitadas
y en el período 1940-1942 un interno pesaba 42 kilos de media. El tratamiento
médico era prácticamente inexistente debido a las normas alemanas.
Otra parte de las políticas genocidas nazis se desarrolló
fuera de los campos de concentración, en centros de exterminio situados más al
este de Europa, principalmente en Belzec, Sobibor y Treblinka, donde no había
población reclusa, dado que los que allí llegaban estaban destinados a
desaparecer sin dejar rastro alguno. Auschitz fue un campo de concentración
destinado a la explotación de la mano de obra necesaria para la industria
alemana, siendo un gran centro de exterminio donde se practicaba el asesinato a
gran escala.
Granada 25 de Abril de 2015.
Pedro Galán Galán.
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Vilar, Juan B.; “El exilio español de 1939 en el Norte de
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Vilar, Juan B.; “El exilio español de 1939 en el Norte de
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116 comentarios:
Pedro, me parece una recopilación de testimonios históricos extraordinarios. Lo he leido con mucho imterés y he aprendido y reflexionado.¡Gracias!
Un saludo.
La derrota francesa de junio de 1940 corresponde al inicio de una nueva etapa dolorosa del exilio español. Para los refugiados políticos, particularmente los militantes comunistas de la Guerra Civil Española, la ocupación de los dos tercios del país representa un peligro muy grande. La zona libre administrada por Vichy no constituye un lugar más tranquilizador, porque los dirigentes del Estado francés, que detestan a los inmigrados, plantean una legislación xenófoba cuya aplicación es controlada por los servicios de policía. Humillación, discriminación y represión: tal va a ser la vida de los extranjeros domiciliados en Francia durante casi cuatro años. Antes de que reciba los plenos poderes, el Mariscal Pétain expresa claramente su opinión enfrente de la población española en Francia. El 8 de julio de 1940, en el curso de una entrevista diplomática, califica a los refugiados españoles como « indeseables » y da su acuerdo de principio para un proyecto de emigración masivo.
Con la firma del armisticio y la desmovilización, los refugiados españoles vuelven a ser un « peso » económico para el régimen de Vichy: aunque más de un millón de franceses son detenidos en Alemania como prisioneros de guerra, la interrupción de los combates permite la vuelta de una parte de la mano de obra que fue requerida por el ejército durante la Guerra boba. Así, para Vichy, los millares de españoles que recobran su estatuto de internados civiles son considerados como una demasía en la economía francesa. En este contexto de gran hostilidad con respecto a los extranjeros, ciertos refugiados republicanos van a reunir en América Latina gracias al acuerdo franco-mexicano del 23 de agosto de 1940, firmado entre Pétain y el gobierno del Presidente Cárdenas.
En Francia, la situación de España suscito reacciones controvertidas en el seno de la clase política y en el seno de la opinión pública. En la Asamblea Nacional, las tensiones vivas oponen a la Unión de las Izquierdas a la derecha y al gobierno radical Daladier. En efecto, León Blum le critica a Edouard Daladier la participación del gobierno francés en el comité de no intervención que priva a los republicanos españoles de una ayuda decisiva frente a las tropas franquistas.
A pesar de las críticas de la izquierda, el gobierno guarda su línea política inicial basada en la repatriación de los civiles en España y la negativa de acoger a los militares sobre su territorio. En noviembre de 1937, el gobierno mantiene la prohibición de trabajar para los refugiados españoles con el fin de no competir con los trabajadores franceses, a menos que los exiliados obtengan una autorización del servicio de los trabajadores extranjeros.
Una de las figuras más sombrías del movimiento nazi fue Heinrich Himmler, mano derecha de Hitler y responsable de las temidas SS. El 27 de marzo de 1940 el Comandante en Jefe Himmler ordena la construcción de uno de los instrumentos de exterminio más tristemente famosos de la Historia: el campo de concentración de Auschwitz-Birkenau, que recibía a sus presos con el lema “Arbeit macht frei” (El trabajo os hará libres) inscrito en su puerta. Pero Auschwitz no fue el único campo de exterminio durante la guerra, ni el primero. Ya en 1933 y 1934 el Gobierno alemán mandaba construir los campos de concentración de Buchenwald y Dachau, donde encerraban a los opositores al régimen para hacer trabajos forzosos.
En un contexto de crisis económica en Francia, la llegada de los refugiados provoca una escisión en la opinión pública. De una parte, una franja de la población es compasiva, con familias que se movilizan para aliviar la miseria de los exiliados españoles (colecta de dinero, donaciones de ropas). Por otra parte, algunos reclaman la expulsión de los españoles por razones financieras, porque la acogida de los exiliados incluye cantidades de fuertes gastos para el estado francés, pero también influye la idea de desestimación del extranjero, traduciéndose en la generación de un clima distante y ambiente de xenofobia difundido en los periódicos de extrema derecha como l'Action Française o Gringoire.
Cuando Pétain recibe el voto de confianza de los parlamentarios franceses, entre 120.000 y 140.000 refugiados españoles viven en metrópoli o en África del Norte francesa. La situación de estos exiliados republicanos se degrada muy rápidamente ya que desde julio de 1940, 85.000 prestatarios militares (los antiguos miembros de las CTEs) recuperan su estatuto administrativo anterior a la guerra. Sólo los que disponen de medios suficientes de subsistencia, es decir la minoría de los refugiados que posee un contrato de trabajo, pueden escapar de los campos de internamiento. Por consiguiente, la gran mayoría de españoles son de nuevo internados civiles. Para evitar los sufrimientos de un nuevo encerramiento, los exiliados tienen dos posibilidades: la emigración hacia México o la integración en los GTEs (Grupos de Trabajadores Extranjeros) creados por la ley del 27 de septiembre de 1940.
Me gustaría referirme en mi comentario a la actitud de Franco durante la Segunda Guerra Mundial. Franco desde la primavera de 1939, se acerca a fuerzas del Eje. Sin embargo, la participación en un nuevo conflicto armado se precavía difícil para España arruinada por la Guerra Civil. Podemos decir que en el curso del segundo conflicto mundial, el grado de apoyo del caudillo enfrente de Alemania depende de éxitos militares del Reich. Durante la Guerra boba, Franco opta por una neutralidad en la expectativa: la movilización militar sobre una nueva frente incurre el riesgo de un armado levantamiento de los republicanos contra su régimen. Desde la invasión alemana en Francia hasta finales del año 1940, la neutralidad franquista se transforma en no beligerancia. Bajo la influencia del germanófilo Serrano Suñer (Ministro de los Asuntos Exteriores), Franco encuentra a Hitler el 23 de octubre de 1940 a Hendaya. Ambos jefes de Estado evocan " la Operación Félix ": a cambio de concesiones territoriales en África del Norte francesa, el General autorizaría el pasaje de la Wehrmacht sobre el territorio español en la óptica de un desembarco en Marruecos. Aunque las negociaciones son suspendidas, esta iniciativa traduce claramente la voluntad de una aproximación de la España franquista con Alemania.
En 1938, el gobierno francés refuerza sus medidas represivas vinculadas a la presencia de españoles en Francia. En efecto, la ley del 2 de mayo de 1938 les impone a los refugiados la posesión de un carnet de identidad controlado cada mes por los servicios de policía: los extranjeros que contravienen a la regla se arriesgan la prisión o la expulsión. En el mismo registro, la circular ministerial del 27 de julio de 1938 estipula que los españoles son autorizados a residir en Francia sólo de manera temporal y que les será prohibido trabajar, como lo indica la inscripción fijada sobre su carnet de identidad « estancia precaria que no implica ningún derecho de fijación o de establecimiento, exclusión del derecho a ejercer todo trabajo comercial o industrial ».
El estudio de las relaciones entre Franco y Pétain, poco estudiadas en los libros de historia, nos muestran dos militares de ideas conservadoras, aparentemente con una mentalidad parecida. Sus destinos se van a cruzar básicamente en dos periodos: Primero en Marruecos y después en Madrid cuando Pétain se convierte en el primer embajador de Francia en la España franquista. Los dos van a simpatizar con las potencias del Eje, pero sus caminos van a ser divergentes a lo largo de la Segunda Guerra Mundial.
Las Compañías de Trabajadores Extranjeros fueron las más elegidas, ya se comenzaron a formar dentro de los campos, estas compañías estaban estructuradas como un cuerpo militar, mandadas por oficiales franceses y se componían de 250 hombres cada una. En algún momento el reclutamiento pasó a ser forzoso, aunque en su mayoría eran voluntarios con edades entre 20 y 48 años. Las CTE llegaron a 55.000 hombres la mayoría españoles y polacos, en 1940 tras la ocupación pasaron a depender de los alemanes que llevaron a la mayoría a trabajar a Alemania, aunque con el tiempo muchos acabaron en los campos de concentración.
Me resulta bastante curioso el testimonio del Gauleiter del Alto Danubio Eigruber:
"Cuando el año pasado ocupamos Francia, Herr. Petain nos entregó a seis mil rojos españoles diciendo: “No los necesito y no los quiero”. Ofrecimos a esos seis mil rojos al jefe de Estado fascista Franco, el caudillo español. Los rechazó, diciendo que nunca repatriaría a quienes habían combatido por una España soviética. Entonces se los ofrecimos a Stalin, proponiéndoles transportarlos. Herr. Stalin y su Comintern se negaron a aceptarlos. Así que los rojos españoles terminaron sus días en Mauthausen”
Es entendible que Petain y Franco se quisieran desentender de tan "indeseables rojos", pero lo que llama la atención y muestra claramente que la política está por encima del valor de las personas, es la negativa de Stalin, el cual se lavó las manos con los republicanos que representaban la clase obrera que había luchado en España precisamente ayudados militarmente por los soviéticos. El pacto germano-soviético de 1939 valía más que la vida de unos miles de españoles, aunque hubiesen luchado en España por su misma causa.
Un saludo.
La legión extranjera francesa le recordaba a los refugiados republicanos españoles a los tercios de la legión española, y eso hizo que no fuera muy bien considerada, sin embargo unos mil españoles se alistaron en ella, firmando un contrato por cinco años. Sin duda fueron los españoles que a pesar de la dureza del cuerpo recibieron un trato mas digno. Todos ellos firmaron por 5 años. Aunque en la legión había también unidades de extranjeros (polacos, checos, noruegos) no hubo unidad española, ya que el gobierno francés reconoció los gobiernos en el exilio de dichos países ocupados por los nazis; pero no al gobierno español en el exilio. Además los franceses no querían "irritar" a Franco cuya neutralidad tanto les favorecía.
El armisticio del 22 de junio de 1940 es el nombre de un acuerdo de cese de hostilidades entre las autoridades del Tercer Reich alemán y los representantes del gobierno francés del mariscal Pétain, en el marco de la Segunda Guerra Mundial, que fue firmado en Rethondes en dicha fecha, en el llamado vagón del armisticio (el mismo en el que se había firmado el armisticio del 11 de noviembre de 1918 que puso fin a la Primera Guerra Mundial). Por la delegación alemana asistieron, Hitler, Göring, Erich Raeder, Rudolf Hess, Von Ribbentrop, Walther von Brauchitsch y Wilhelm Keitel. Paul-Otto Schmidt fue el traductor de Hitler. Por la delegación francesa estuvieron presentes Charles Huntziger, Léon Noel, Maurice Le Luc, Jean Marie Joseph Bergeret y Georges Parisot.
La Línea Maginot fue una línea de fortificación y defensa construida por Francia a lo largo de su frontera con Alemania e Italia, después del fin de la Primera Guerra Mundial. El término Línea Maginot se usa indistintamente para referirse al sistema completo de fortificaciones, o exclusivamente para referirse a las defensas contra Alemania, en cuyo caso las defensas contra Italia suelen llamarse Línea Alpina. Frente a ella se hallaba la línea fortificada alemana conocida como Línea Sigfrido. Este sistema de defensa debe su nombre a su promotor, el ministro de Defensa francés André Maginot, un veterano mutilado durante la Primera Guerra Mundial que inició el proyecto en 1922 y murió en 1932 sin ver terminada la obra. La parte esencial de los trabajos se finalizó en 1936, en momentos en que la amenaza hitleriana parecía darle toda la justificación a este proyecto: es la mayor línea de defensa militar construida en el mundo moderno, y de una gran complejidad tecnológica y militar. Su costo total fue de 5.000 millones de francos de la época (más de 5.000 millones de euros de 2010, actualizando la inflación). La línea Maginot comprende 108 fuertes principales a 15 km de distancia entre sí, multitud de pequeños fortines y más de 400 kms de galerías.
La Batalla de Francia, iniciada el 10 de mayo de 1940, había mostrado el abrumador poderío bélico de la Wehrmacht alemana, ante la cual los ejércitos franceses y británicos, anclados en tácticas y estrategias propias de la Primera Guerra Mundial, no habían podido oponer una resistencia eficaz. De hecho, París había sido tomada por los alemanes el 14 de junio, mientras el gobierno francés presidido por Paul Reynaud se establecía en Burdeos. Al divulgarse la noticia de la caída de la capital francesa, diversos líderes políticos franceses abogaron para pedir de inmediato un armisticio a Hitler y romper la alianza con Gran Bretaña. Aunque Paul Reynaud y muchos de sus ministros se oponían a esta idea, los partidarios del cese de hostilidades impusieron su decisión en el Consejo de Ministros y consiguieron forzar la renuncia de Reynaud (quien prefería cesar en el gobierno a pedir la paz a los alemanes), sustituyéndolo por el hasta entonces Ministro de Estado Philippe Pétain, veterano mariscal de la Primera Guerra Mundial.
El Muro Atlántico o Muralla del Atlántico fue una gran cadena de puntos de refuerzo ininterrumpida construida durante la II Guerra Mundial por la Alemania nazi que tenía como misión impedir una invasión del continente europeo desde Gran Bretaña por parte de los Aliados. La edificación de este gigantesco proyecto se confió en 1942 a la Organización Todt. Con un alto coste se dotó a la zona costera del canal de La Mancha bajo control alemán de todo tipo de búnkeres, blocaos, casamatas, trincheras, túneles y demás estructuras defensivas, que en total sumarían en torno a 15.000 edificios, requiriendo el uso de 11 millones de toneladas de hormigón y 1 millón de toneladas de acero.
En este período de recesión económica, Francia está totalmente dividida frente a este primer aflujo de población española entre el verano de 1936 y finales del año 1938. Con la caída de los frentes de Ebro y de Cataluña, un éxodo de una amplitud fenomenal se pone en marcha a partir de enero de 1939. Del otro lado de los Pirineos, las tropas franquistas persiguen su avance y diezman los efectivos de las tropas republicanas. La segunda ola de exiliados está a punto de atravesar la frontera: es el fenómeno de « la Retirada ». Con urgencia, el gobierno francés tiene que organizarse para recibir más de 400.000 españoles sobre su territorio.
Después de su entrada en el territorio francés en febrero de 1939, los milicianos republicanos y los miembros de las Brigadas Internacionales que se niegan a la repatriación o la incorporación en la Legión extranjera son dirigidos hacia los campos de internamiento del sur de Francia. Los milicianos republicanos y los miembros de las Brigadas Internacionales son sometidos a un régimen carcelario, los detenidos viven en una atmósfera represiva: censura postal, xenofobia y servicios corporales frecuentes. Las condiciones de vida son muy precarias: insalubridad, desnutrición y propagación de numerosas epidemias.
Tras el armisticio franco-alemán, el gobierno de Vichy sólo mantuvo militarizados a los españoles que se habían alistado en la Legión Étrangère por cinco años. Los demás recuperaron su estatus de refugiados. El gobierno de Vichy les ofreció tres opciones: ser repatriados, regularizar su situación trabajando en el campo o en la industria o ser trasladados como trabajadores forzosos a los campos del norte de África. La mayoría, naturalmente, optó por la segunda y muchos de los que permanecieron en Francia acabaron por incorporarse a la Resistencia. Meses después, las autoridades de Vichy recrearon las unidades de trabajadores extranjeros en las que los españoles constituyeron la gran mayoría: en agosto de 1943 eran españoles 31.000 de los 37.000 hombres encuadrados en estas unidades.
En línea con el comentario de Sergio Gámiz, me permito aclarar algo en ese aspecto:
Francisco Franco fue un militar africanista que ascendió rápidamente gracias a sus méritos de guerra en Marruecos. Pétain fue un militar conservador que hubiese tenido una carrera profesional nada destacada sino hubiese sido por la Primera Guerra Mundial, para los franceses es “el vencedor de Verdun”. Cuando el teniente coronel Millán Astray funda la legión española, en 1920, a imitación de la francesa, Franco será su lugarteniente y jefe de la primera bandera. En 1921 asume, interinamente, el mando de la legión debido a que Millán Astray ha sido herido. El 18 de junio de 1923 se convierte en jefe de la legión. Franco y Pétain se conocen el 28 de julio de 1925, en Ceuta, con motivo del encuentro entre el dictador español Miguel Primo de Rivera y el general Pétain, jefe de las operaciones militares francesas contra Abd el-Krim. Franco participa en el diseño de la operación militar conjunta hispano francesa en Alhucemas. Pétain es el responsable máximo de las fuerzas francesas en la lucha contra los rebeldes rifeños.
Saludos.
Los campos de internamiento en Francia fueron campos de concentración establecidos por las autoridades francesas para encerrar a cerca de 550.000 españoles que huyeron de la represión franquista hacia Francia tras la Guerra Civil Española. La mayoría se construyeron a toda prisa cerca de la frontera, en forma de barracones o de zonas vigiladas bajo la intemperie, y no disponían de agua potable ni de las mínimas condiciones higiénicas. A los prisioneros apenas se les daba comida, y nunca se les ofreció agua potable ni ropa de abrigo o para refugiarse del viento. Muchos murieron de desnutrición, enfermedades diversas, durante torturas o asesinados.
En el curso del invierno 1938-1939, la emigración hacia Francia se intensifica de manera espectacular después de la derrota de los Republicanos en la batalla de Ebro y sobre el frente de Cataluña. A la caída de Barcelona el 26 de enero de 1939, centenas de millares de refugiados afluyen con destino a la frontera para escapar de las represalias de las falangistas. Asistimos entonces al fenómeno de Retirada, durante el cual cerca de 470.000 civiles y militares atraviesan los cuellos pirenaicos, particularmente por le Perthus, Cerbère y Bourg-Madame. Frente a tal aflujo de población con destino a los Pirineos, el gobierno francés empieza negociaciones con Franco con el fin de establecer una zona neutra entre Andorra y Port-Bou, pero el general se niega, considerando a los fugitivos como prisioneros de guerra.
En el norte de África fue disuelto el 8º Regimiento de Trabajadores Extranjeros y sus compañías repartidas por el territorio. Las duras condiciones en las que tuvieron que desempeñar los trabajos forzados fueron agravadas por los malos tratos que recibieron de las autoridades pétainistas francesas.
Los españoles residentes en Francia también fueron empleados por las autoridades alemanas como mano de obra durante la ocupación. Entre 1942 y 1944, la Organización Todt reclutó a unos 26.000 (inicialmente de manera voluntaria y desde 1943 con carácter obligatorio) y otros 40.000 fueron deportados a Alemania.
Después del fracaso de establecer una zona neutra entre Andorra y Port-Bou, Francia abre su frontera durante la noche del 27 al 28 de enero 1939. Sin embargo, es una apertura parcial, ya que sólo los niños, las mujeres, los mayores y los heridos son autorizados a entrar en el territorio francés, mientras que los hombres capaces de integrar el ejército son rechazados.
Entre la Jonquera y le Perthus, millares de coches, de carretas y de caballos intentan abrirse un camino a través de una muchedumbre de exiliados extenuados por el esfuerzo, el frío y el hambre. En su éxodo, los refugiados transportan todo lo que pudieron salvar de sus hogares. Esta comitiva larga marcha silenciosamente sin ceder al pánico, a pesar de los bombardeos y los ametrallamientos de las aviaciones alemanas e italianas.
El nuevo gobierno, presidido por Pétain, pidió a Hitler un armisticio. El III Reich aceptó y estableció en su respuesta las condiciones oficiales de la ocupación alemana de Francia, que resultó dividida en dos grandes zonas, la zona ocupada, bajo control alemán, y la llamada zona libre, bajo la autoridad de la Francia de Vichy.
Además de las dos zonas antes citadas, se distingue el departamento del Norte que queda unido al Gobierno Militar alemán en Bélgica, una llamada «zona reservada» al este (Alsacia y Lorena), la llamada «zona prohibida» a lo largo de las costas del Canal de la Mancha y del Atlántico y una pequeña zona de ocupación italiana.
El avance aliado tras el desembarco de Normandía permitió desde junio de 1944 restablecer la soberanía francesa sobre su territorio nacional y poner fin al régimen colaboracionista del mariscal Pétain.
Saludos.
La suerte desfavorable para las armas republicanas supuso un grave problema para las autoridades francesas durante la Guerra Civil Española. Aunque la izquierda francesa veía el asunto de los refugiados españoles con simpatía, los conservadores se mostraban temerosos y contrarios a la entrada en el país de dichos refugiados. El Decreto Ley del 12 de noviembre de 1938 del gobierno francés presidido por Daladier, mencionaba a los "extranjeros indeseables" y proponía la expulsión de todos ellos. Con la caída de Cataluña en manos franquistas, hasta medio millón de personas se dirige a la frontera en busca de refugio. El primer "centro especial" para acoger a estos refugiados fue instalado por decreto el 21 de enero de 1939 en Rieucros (Lozère), cerca de Mende.
Los legionarios españoles fueron llevados a Argelia, el cuartel general estaba en Sidi-bel-Abes, los españoles fueron encuadrados en los regimientos 11º al 15º (se hizo así para dispersarlos y diluirlos entre los demás), la mayoría eran anarquistas miembros de la antigua división 26 "la libertaria y durrutiana" que fueron amenazados con la repatriación a España, y para evitarla se alistaron "voluntariamente"en la legión como última salida. Sin embargo la mayoría de los que se alistaron no lo hicieron en la legión sino en los RMVE (los Regimientos de Marcha de Voluntarios Extranjeros), estos firmaron por el tiempo que durara la guerra, eran unas tropas auxiliares, y fueron encuadrados en tres regimientos 21º, 22º y 23º, este ultimo formado únicamente por españoles. Aunque todos los regimientos tenían mando francés.
La delegación francesa para el acuerdo del armisticio estaba presidida por el general Charles Huntziger e incluyó a un civil, el embajador Léon Noël, habiendo recibido del general Maxime Weygand, nuevo ministro de Defensa, las instrucciones formales de rechazar tres posibles exigencias alemanas que serían completamente inaceptables: la ocupación total del territorio metropolitano, la entrega de la flota de guerra, y la instalación de soldados alemanes en territorio colonial francés.
Saludos.
Kety Ayuso
La Línea Maginot como conjunto de fortificaciones dotaba a Francia de las siguientes ventajas:
- Economizar tropas y compensar los huecos militares causados por la Primera Guerra Mundial.
- Frenar a tiempo un posible ataque desde Alemania y permitir la movilización del Ejército francés de zonas más alejadas.
- Proteger las cuencas industriales y las minas de las regiones de Alsacia y Lorena, que ya habían sido objeto de lucha entre Alemania y Francia en anteriores conflictos.
- Servir de base a un posible contraataque.
- Disuadir un ataque enemigo sorpresa y obligar a los alemanes a pasar por Bélgica, por Suiza o bien por el boquete de la región del Sarre. Sin embargo, hay que tener en cuenta que los alemanes ya pasaron por Bélgica como acceso a Francia durante la Primera Guerra Mundial. De este modo conseguirían como aliado al Reino Unido, por ser protector de Bélgica.
Un saludo.
Profundizando un poco en la relación personal de Franco con Petain me permito aportar que:
El 8 de septiembre de 1925 el coronel Franco interviene con la vanguardia en el desembarco en la playa de la “Cebadilla”, en la bahía de Alhucemas. El 6 de febrero de 1926 Pétain firma, en Madrid, el tratado militar hispano francés contra los rebeldes rifeños; en tales luchas se emplearon armas químicas contra los rifeños. Alfonso XIII concede, ese mismo año, en el Alcázar de Toledo, la Gran Cruz del Mérito Militar a Pétain. Franco está presente tanto en la firma del tratado como en la concesión de la condecoración. En 1930, Franco es el jefe de la Academia Militar de Zaragoza y, en ese centro, el 26 de junio, André Maginot, Ministro de Guerra Francés, impone a Franco, a propuesta de Pétain, la insignia de Comendador de la Legión de Honor, por su acción en el desembarco de Alhucemas. Maginot manifiesta : “votre organisation est parfaite. Entre toutes les écoles militaires de l’Europe la vôtre est sans aucun doute la plus moderne". Maginot invita a Franco a que visite la escuela de Saint Cyr lo que hace el 30 de noviembre de 1930.
Un saludo.
Las condiciones del armisticio se hallan motivadas por las preocupaciones en esa época de Adolf Hitler: evidentemente se buscaba evitar de forma permanente que Francia sea una gran potencia militar y económica, pero a corto plazo se trataba de impedir que la flota francesa de guerra se uniese al Reino Unido, único país que queda por vencer, ya que un acuerdo de paz con el Reino Unido queda por ahora lejos de la realidad para el III Reich.
Los primeros proyectos de la Línea Maginot vieron la luz poco después de acabar la Primera Guerra Mundial con la creación de Commission de Défense des Frontières (CDF) en 1922. Esta comisión, con el Mariscal Petain a la cabeza, estableció los primeros esbozos. Este organismo se disolvió en 1927 y fue suplido por la Commission d'organisation des régions fortifiées (CORF). Esta última será el verdadero artífice de la construcción de la Línea Maginot. Los trabajos empezaron en 1928, no en la frontera alemana, sino en la italiana, pues el fascismo italiano provocaba más inquietud que la República de Weimar alemana (Hitler aún no había alcanzado el poder). Se abrieron numerosas canteras a lo largo de 1929 en los Alpes y también en el Noreste francés.
Los primeros combates en los que participan españoles se producen en Noruega, allí combaten españoles encuadrados en los Regimientos de Marcha, aunque los que más destacaron fueron los españoles de la legión extranjera. Los aliados habían desplazado dos divisiones. Entre las unidades de la 1ª división ligera francesa (3.600) había 500 o 600 españoles encuadrados en la 13ª demibrigade de la legión, la 13ª DBLE. En el 11º batallón de marcha de ultramar también había unos 600 españoles. Destaco la 13ª DBLE, constituida en marzo de 1940 y formada por un regimiento con dos batallones y una sección motorizada.
El 5 de febrero de 1939, Daladier permite el paso de la masa de refugiados por la frontera que hasta entonces permanecía oficialmente cerrada, separándose a los hombres (identificados como combatientes) de las mujeres. Muy poco después, estos "estacionamientos temporales" se convirtieron en "reclusión administrativa" y en pocos meses se creaban diversos campos de internamiento. El 25 de febrero, con el fin de obtener la neutralidad española, se firmó el Acuerdo Bérard-Jordana por el que Francia reconocía al gobierno franquista e intercambiaba embajadores. En ese momento, el número de refugiados españoles en Francia se estima en 440.000, que suponían un gasto diario para las arcas francesas de 750.000 francos.
Los españoles encabezaron el ataque a Narvik el 12 de mayo, conquistando la cota 220. Fueron tres republicanos (dos murieron) los que silenciaron la ultima ametralladora.
Sin embargo la invasión de Francia acabo con la operación. Tras la rendición del ejército francés el 11º regimiento de marcha de ultramar fue disuelto y sus miembros pasaron a la Compañía de Trabajadores Extranjeros. Los legionarios fueron enviados a Brest (Inglaterra), donde se reunieron unos 1.600 españoles, allí recibieron a De Gaulle, que les ofreció unirse a la Francia libre, pero pocos lo hicieron, la mayoría regreso al cuartel de la legión en Argelia, y un numero muy pequeño se enrolo en el ejercito británico.
El 10 de mayo de 1940 los alemanes entran en Bélgica. Al poco tiempo cae la línea Maginot. Allí muchos españoles se encuentran trabajando en las Compañía de Trabajadores Extranjeros. Los españoles lucharon en la línea Maginot, en muchos casos cubriendo la retirada de los franceses, por ello hubo muchas bajas entre los españoles y al final la mayoría de ellos fueron hechos prisioneros por los alemanes.
En la defensa de la Línea Maginot destaco en 11º Regimiento Extranjero de infantería perteneciente a 2º ejército francés de Lorena, y formado por una amplia mayoría de españoles. Combatió durante tres semanas en el bosque de Inor rompiendo en cerco alemán en Saint Germain-sur-Meuse. También el 22º RMVE con muchos españoles en sus filas, y sufrió numerosas bajas.
Unos 20.000 españoles estaban en el norte de Francia y Bélgica en el momento de la invasión alemana, de ellos unos 8.000 pertenecientes a las Compañía de Trabajadores Extranjeros llegan a Dunkerque. Sin embargo el embarque se hace por compañías, y como los españoles no pertenecían a ninguna unidad militar no se les permite embarcar, entonces, ante esta realidad, por su cuenta construyen improvisadas balsas e intentan llegar a Inglaterra, de los 8.000 que lo intentaron solo consiguen 2.000. De estos 2.000 la mayoría fueron devueltos a Francia, otros encarcelados y unos pocos españoles más formaron parte del ejercito británico y mas tarde lucharían en Creta con el ejército británico.
Una vez firmado el armisticio entre Alemania y Francia, la mayoría de los españoles de las Compañías de Trabajadores Extranjeros y de los RMVE fueron desmilitarizados; los que permanecieron en la Francia de Vichy volvieron a los campos de concentración franceses y los que quedaron en zona alemana fueron capturados por los alemanes y los usaron en la organización Todt o los mandaron a los campos de concentración alemanes. Una minoría consiguió huir a las montañas o esconderse y formar unidades de resistencia.
En África había gran cantidad de trabajadores españoles de las antiguas CTE, ahora organizadas en las GTE, simplemente fue un cambio de nombre pues seguían funcionando igual. Pero también hubo combatientes españoles, y además en ambos bandos. Los centenares de españoles (300) de la 13ª DBLE que después de Narvik, se alistaron en las fuerzas de De Gaulle, y partieron el 30 de agosto de 1940 de Liverpool hacia Dakar junto con un millar de franceses libres, pero fueron rechazados por los vichistas (partidarios del gobierno francés de Vichy), pero se acabaron haciendo con el control de Camerún, Chad, y el Congo Frances. Allí empezó a destacar el general Leclerc que tendría a algo menos de mil españoles entre sus filas.
Había también españoles en las fuerzas de Vichy. Eran los legionarios que en abril de 1940 llegaron a Beirut y se integraron en el 61º regimiento de la legión extrajera, estos fueron llevados a Baalbeck donde se reunieron con más españoles, incluyendo los que llegaron de la 13ª DBLE y no aceptaron el llamamiento de De Gaulle. Estos grupos de españoles que fueron repartidos por distintos regimientos lucharon en Palestina, Siria y seguramente se dieron casos de españoles enfrentados a otros españoles.
Después de los combates de África y Oriente Próximo, la mayoría de los españoles se unió a la división Leclerc.
Los españoles de la columna Leclerc, de la Agrupación M y de la Fuerza L, que así se llamó sucesivamente lo que más tarde sería la II División Blindada, procedían de tres lugares concretos: de las filas de la XIII Semibrigada de la Legión Extranjera francesa, de los Corps Francs (comandos del Ejército francés) y de los campos de castigo de África del Norte, muy particularmente de los del desierto argelino. En la XIII Semibrigada, los españoles (casi el 50 por 100 de sus efectivos, que rondaban los dos mil hombres) desempeñaron un brillantísimo papel en la campaña de Noruega (abril-junio de 1940), en especial desatascando la ofensiva aliada, destinada a cortar la ruta del mineral de hierro sueco (vía férrea cuyo término era el puerto noruego de Narvik, con la ocupación de la cota 220 por parte de un grupo de legionarios españoles mandados por el gallego Gayoso.
El 28 de febrero de 1939 Francia y Gran Bretaña reconocen al gobierno de Franco. El 2 de marzo de 1939 Pétain es nombrado primer embajador de Francia en la España de Franco. El 20 de marzo presenta sus credenciales en Burgos, capital en ese momento de la España nacional. La guerra concluye el 1 de abril de 1939. Madrid pasa a ser la capital de la España nacionalista. El nombramiento de Pétain como embajador va a ser muy polémico en Francia. La derecha francesa la va a saludar y va a resaltar las relaciones personales existentes entre ambos, nacidas durante la década de 1920 en Marruecos. Sólo el coronel De Gaulle va a manifestar: ¡Un mariscal de Francia aceptar ese puesto! ¡El mariscal está atacado de demencia senil! La izquierda critica el nombramiento. León Blum señala en “Le Populaire” que: “Al más noble, al más humano de nuestros jefes militares no le corresponde estar con Franco”.
Hitler no deseaba irritar ni al aliado italiano ni al potencial aliado español. Hitler tuvo un encuentro con Benito Mussolini el 18 de junio en Múnich para convencerle de que aceptase las instrucciones de Weygand, que había previsto. El Duce quería ocupar Francia hasta el río Ródano, apoderarse de la flota de guerra francesa y anexionar a Italia las zonas de Niza, Córcega y los dos departamentos franceses que conforman la Saboya histórica (Alta Saboya y Saboya), pero el Führer se negó a tomar decisiones que empujasen a los franceses a oponer una resistencia a ultranza contra el Eje, previendo que los franceses se lanzarían a combatir desesperadamente si Mussolini intentaba ejecutar sus proyectos expansionistas.
Franco siempre creyó que el ejército era la “columna vertebral de la patria”. Como destaca el historiador Bartolomé Bennassar: “siempre tuvo más consideración por los políticos extranjeros que procedían del ejército (Pétain, Eisenhower, Nasser, de Gaulle...).”. Franco se muestra complacido con la designación de Pétain, pero no olvida la posición de Francia durante la Guerra Civil. Serrano Suñer, el cuñadísimo, señala: “Fue únicamente él, el que supo conquistar nuestra simpatía”. Franco pide a Pétain que se encargue de la repatriación a España, del oro del Banco de España que el gobierno de la república había depositado en Francia, así como de las pinturas del Museo del Prado que la República había enviado a Francia. El 24 de junio de1939 el Consejo de Ministros francés, a propuesta de Paul Reynaud, ministro de Finanzas, acuerda la devolución del oro. Pétain va a conseguir éxitos en su actividad como embajador y ello le va a dar de si mismo una visión de negociador eficaz.
Las fortalezas de la Línea Maginot fueron propuestas inicialmente por el Mariscal Joffre. Se le opusieron modernistas, tales como Paul Reynaud y Charles de Gaulle, que propusieron que se favoreciera la inversión en armamento y aeronaves. Joffre tenía apoyo de Henri Philippe Pétain, y había un gran número de informes y de comisiones organizadas por el gobierno. Fue André Maginot quien finalmente convenció al gobierno que invirtiera en el proyecto. Maginot era otro veterano de la Primera Guerra Mundial, que se convirtió en el ministro francés de los asuntos del veterano, y después en ministro de guerra (1928-1931).
Un conjunto de consideraciones complejas es lo que determinará las condiciones del acuerdo de Armisticio, un texto breve de veinticuatro artículos, que contiene, entre otras, las siguientes cláusulas:
- Los prisioneros de guerra franceses (más de millón y medio de hombres) siguen en cautividad hasta la firma de un acuerdo de paz.
- El sector norte de Francia, así como toda su costa atlántica, quedan bajo la ocupación militar alemana, constituyendo la llamada zona ocupada, que abarca aproximadamente el 60% del territorio. El resto constituye la llamada zona libre, es decir, la no ocupada por la Wehrmacht y situada bajo autoridad únicamente francesa, zona ubicada principalmente al sur del río Loira. Ambas zonas se hallaban separadas por la llamada línea de demarcación.
- Francia debe proveer el mantenimiento del ejército alemán de ocupación, sufragando sus gastos. El importe de dicho mantenimiento es fijado de forma casi discrecional por los alemanes, siendo, como media, de unos 400 millones de francos al día.
- En la zona libre, el ejército francés queda limitado a 10.000 hombres y dichas tropas quedan privadas de todo armamento pesado, así como de aviación de guerra.
- La soberanía francesa se ejerce sobre el conjunto del territorio, incluida la zona ocupada, Alsacia y Mosela, pero en la zona ocupada se estipula que Alemania ejerce los derechos de la potencia ocupante, lo que implica que la Administración francesa colabora con ella de una manera correcta.
- El imperio colonial francés queda igualmente bajo la autoridad exclusiva del Gobierno francés.
- Los buques de guerra franceses deben acudir a sus puertos de amarre de períodos de paz, aunque alguno de ellos, como el de Brest, se hallase en zona ocupada.
- Francia debe entregar a los refugiados políticos alemanes o austriacos refugiados en su territorio huyendo del nazismo.
La elección de Hitler de permitir a la vencida Francia la conservación de su imperio puede parecer a día de hoy sorprendente. Hitler, en una carta a Mussolini, justifica la decisión (así como la de mantener una zona no ocupada), por el temor de no empujar a Francia y a su aún potente flota naval a la continuación de la guerra desde sus colonias (lo que además ciertamente fue propuesto por varios políticos franceses) o que se entregasen a los británicos. La Kriegsmarine alemana no estaba en condiciones para la conquista del vasto imperio colonial francés de ultramar, y el envío de tropas de la Wehrmacht a territorios ultramarinos alejados no entraba en los cálculos de Hitler. De hecho, con la excepción del África Ecuatorial Francesa y de Nueva Caledonia, las colonias francesas no se unirán ni a Charles de Gaulle ni a los Aliados en los meses siguientes al armisticio.
La Línea Maginot fue construida en varias fases a partir de 1930 por el STG (Service Technique du Génie) y supervisadas por CORF (Commission d'organisation des régions fortifiées). La obra principal fue terminada en gran parte antes de 1939, con un costo de alrededor de 3 mil millones de francos franceses. La línea se alargó desde Suiza hasta Luxemburgo, aunque una extensión mucho más simple fue ampliada hasta el Canal después de 1934. La línea original de construcción no cubrió el área elegida por los alemanes para su primer ataque, que fue a través de las Ardenas en 1940, un plan conocido como el Fall Gelb. La ubicación de este ataque, probablemente debido a la línea de Maginot, fue a través de las montañas belgas de las Ardenas.
En mayo de 1940 Pétain abandona España llamado por Paul Reynaud. Diversos autores afirman que Franco desaconseja a Pétain que vaya a Francia, señalándole que va a sacrificarse por los que han perdido la guerra y que a los que la han perdido les corresponde asumir la derrota. “Ne donnez pas votre nom à ce que d’autres ont perdu ». Para franco corresponde a los que han perdido la guerra asumir la derrota. Algunos británicos piensan que pueden obtener unas condiciones de paz más ventajosas si negocian con Alemania antes de la derrota definitiva de Francia. Mussolini podría ser el intermediario y recibiría a cambio de su intervención Malta y Gibraltar. Mussolini podría negociar, más tarde, con Franco, el futuro de Gibraltar. Pétain, al formar su gobierno, el de junio de 1940, contacta con la embajada de España para que Franco intervenga ante Hitler. Como Franco, Pétain se convierte, en la práctica, en un dictador. Los españoles no querían que la guerra llegase hasta su frontera y Franco propuso a Hitler su mediación con Pétain. El 19 de junio 1940 Badouin envía al embajador de España la lista de los plenipotenciarios franceses que van a negociar el armisticio.
Ante la cota 220, defendida por varias máquinas automáticas alemanas, situada más allá del Círculo Ártico y apenas a 300 kilómetros del Polo Norte, ya se habían estrellado los ataques de tropas francesas (cazadores alpinos), británicas, polacas e incluso nativas, de la VI División de Alta Montaña noruega. De ahí les vino el apodo de noruegos a nuestros esforzados compatriotas que por aquellas tierras, cuya temperatura normal en la primavera de 1940 era de 30 grados bajo cero, constituirían, para asombro del mando interaliado, el grupo nacional que menos bajas tuvo por congelación. Este fue uno de los varios “do de pecho” que los españoles dieron en Noruega.
Los destacamentos españoles al llegar la noche ártica dejaban contados centinelas en las posiciones recién conquistadas, con turnos de guardia más cortos que los reglamentarios: una hora, y los demás se replegaban a echar un sueño bajo techado. ¿Y si los alemanes contraatacaban de noche y recuperaban las posiciones?, preguntó a Serapio Iniesta, uno de los veteranos de la XIII Semibrigada. “Entonces los centinelas se replegaban a su vez y avisaban a sus compañeros. Y antes de que amaneciese ya los habíamos desalojado de nuevo a bayonetazos. Así de sencillo”, respondía Iniesta.
Churchill, enfrentado al riesgo insoportable de ver a la flota francesa fondear en sus puertos de matrícula ahora ocupados por el enemigo, según las cláusulas del armisticio, envía el 3 de julio de 1940 una flota británica para que plantee a la flota francesa que se encuentra fondeada en la base de Mazalquivir que se una a la Armada Real Británica o que se dirija a las Antillas francesas. El almirante francés al mando rechaza el ultimátum, sin informar al Gobierno de Vichy de todas las posibilidades planteadas en el mismo, especialmente la relativa a dirigirse a las Antillas para quedar a resguardo de los alemanes. Como consecuencia de esta negativa tiene lugar un combate naval, la Batalla de Mers el-Kebir, en el transcurso de la cual son hundidos los principales buques franceses que se encuentran en la base.
En su historia de la Legión Extranjera francesa, Georges Blond confirma el excelente comportamiento de los españoles: “La irrupción de un fuerte contingente de ibéricos exiliados políticos no tenía precedentes en las filas legionarias. Disciplinados, resistentes, atacando el duro entrenamiento por los desiertos argelinos, los españoles, codo a codo, dando pruebas de una solidaridad excepcional, tuvieron que hacer comprender a ciertos oficiales franceses, demasiado apegados al reglamento “ancien régime”, que el tiempo de las bromas pesadas y de las burlas gratuitas (llamar, por ejemplo, ejército de las alpargatas a las unidades republicanas españolas) había pasado. Abundaban también los oficiales que desconfiaban de ellos, llamándoles comunistas, y proclamando que había sido un error el llevarlos con el cuerpo expedicionario francés a tierras noruegas. Sin embargo, los hechos probarían que esos rojos, o ex rojos españoles, sabían batirse como leones.”
Ante la invasión alemana de Bélgica y Holanda (10 de mayo de 1940) y la amenaza que pesaba sobre el territorio francés, el alto mando francés (al que los humoristas, y no se equivocaron, llamaron el submarino sin periscopio) decidió repatriar el cuerpo expedicionario francés de Noruega. La evacuación tuvo lugar en los primeros días de junio. Nada más pisar Inglaterra se enteraron de la entrada en París de las tropas alemanas (14 de junio) y la XIII Semibrigada fue enviada a Francia rápidamente al llamado reducto bretón, que no pasó de ser otra cruel ensoñación del mando francés. Llegaron justo a tiempo para observar la entrada en la península de Bretaña de las columnas motorizadas alemanas y verse obligados a regresar a Inglaterra a marchas forzadas.
El almirante François Darlan, que inicialmente había rechazado enviar a Brest a las unidades allí fondeadas en tiempo de paz y había ordenado a la totalidad de la flota francesa replegarse a las bases navales en el norte de África, modificó sus órdenes a raíz del ataque británico y ordena a la flota que fondee en el puerto metropolitano de Tolón (que quedaba en la zona libre) a fines del año 1940. Por otro lado el Reino de Italia, a pesar de reivindicar los territorios del antiguo condado de Niza y la Saboya (que no había logrado conquistar en combate) debe contentarse con la ciudad mediterránea de Menton, la única población importante tomada por tropas italianas en su breve campaña contra Francia. El resto de territorios reivindicados no serán ocupados por el Regio Esercito italiano sino posteriormente, el 11 de noviembre de 1942, durante la invasión de la zona antes no ocupada.
Cuando De Gaulle confió a Leclerc la problemática reconquista para la Francia Libre recién constituida en el exilio, de varias colonias africanas, el comandante de Caballería de Hauteclocque, nombre verdadero de Leclerc, tuvo que echar mano de los restos de la Infantería de Marina, de los cazadores alpinos y de la Legión Extranjera, concentrados en Trentham Park, a los que se unirían luego varios destacamentos de tiradores centroafricanos, unos 3.000 hombres en total, de los que la sexta parte eran españoles. Era la primera operación montada por el general De Gaulle para restablecer la soberanía y la autoridad de Francia en los territorios africanos de Camerún, Chad, Gabón y Níger, y organizar unas fuerzas armadas capaces de ocupar y gobernar dichas colonias.
Lo fantástico del caso es que, contra las previsiones de políticos y altos militares, doctos en la materia, Leclerc logró lo previsto y mucho más, y nunca olvidó que, desde el primer momento (octubre de 1940) y hasta la conquista del Nido de Águila de Hitler, en Berchtesgaden (mayo de 1945), siempre pudo contar con sus españoles... El ex comandante de los servicios Z del Ejército republicano, el leonés-asturiano Julián Villapadierna, contó un día en el exilio francés cómo estando destacado (durante la campaña de Francia, 1939-40) en el polígono de tiro del Ejército francés en Vierzon tuvo que organizar el adiestramiento de un nutrido grupo de alistados voluntarios en los Corps Francs, entre los que se encontraban una docena de compatriotas nuestros.
El general Charles de Gaulle reprochó al mariscal Philippe Pétain y, sobre todo, al general Maxime Weygand los principios mismos del armisticio porque prácticamente entregaba Francia atada de pies y manos al Tercer Reich. En su Llamamiento del 18 de junio de 1940, De Gaulle advertía a los franceses que «esta guerra no se limita al territorio de nuestro país, esta guerra es una guerra mundial», creyendo fundadamente que los Estados Unidos entrarán en la guerra y que unidos a los recursos de los imperios coloniales francés y británico lograrán el aplastamiento de la Alemania nazi.
La posterior discusión generada en Francia se refería a la posibilidad real de que el gobierno francés pudiese escapar a sus territorios coloniales de la Argelia francesa o al Protectorado Francés de Marruecos y desde allí continuar la guerra contra Alemania. Otros consideraban que, al ser totalmente dominada la metrópoli, el imperio colonial francés debía seguir la suerte de aquélla y acatar al nuevo gobierno basado en Vichy. Ciertamente algunos jefes militares franceses acuartelados en las colonias postulaban aún que "el imperio puede salvar a Francia", pero prontamente cambiaron de actitud y aceptaron el Armisticio bajo la autoridad de Philippe Pétain.
La línea Maginot no evitó la derrota de Francia al comienzo de la Segunda Guerra Mundial en 1940. Por el contrario, las divisiones alemanas la rodearon y atacaron en la región de Sedán, en su extremidad occidental, de forma que los ejércitos aliados fueron cortados en dos. El error estratégico francés se basaba en la experiencia de la guerra de trincheras, que había forjado un paradigma bélico de grandes frentes de batalla estáticos. La introducción de nuevos elementos en el escenario, como las unidades acorazadas o la aviación de guerra, así como el uso de nuevas tácticas, hicieron que la línea Maginot pasase a la historia como uno de los fracasos estratégicos más costosos e inútiles.
A partir del 30 de enero de 1939, el desorden cerca de la frontera francesa con España se reabsorbe, gracias a las medidas de regulación tomadas por las autoridades republicanas españolas. Aunque la organización del éxodo se mejora, todos los refugiados no pueden resistir a la dureza del periplo. Sufriendo de desnutrición, muchas personas mueren de frío y de cansancio, particularmente las mujeres y los niños. Sobre el plan militar, el ejército republicano se encuentra en la confusión más total. El 5 de febrero de 1939, el éxodo se intensifica cuando 100.000 soldados se retiran ocupándose de proteger a la población civil. El día siguiente, la casi totalidad de Cataluña es controlada por las tropas franquistas: para los Republicanos, la guerra parece definitivamente perdida. Frente a la gravedad de la situación, Francia autoriza la entrada de los militares vencidos sobre su territorio, lo que representa la llegada de cerca de 250.000 hombres.
El Gobierno francés, por negligencia, no preparó el exilio de los republicanos españoles. La frontera permaneció cerrada al ejército republicano perseguido por los franquistas. Bajo la presión de la opinión pública internacional, Daladier da la orden de paso el 5 de febrero de 1939. Alrededor de quinientas mil personas cruzaron la frontera: se internan doscientos setenta y cinco mil en campos improvisados, arreglados por los propios presos. El primero de estos campos es Argelès. Sobre la playa misma, se sitúa a los republicanos. El campo se rodea con espinos artificiales. Son guardados por tropas coloniales, marroquíes y senegalesas, y por guardias móviles. Sigue el establecimiento de otros dos campos en las proximidades: Saint- Cyprien y Barcarès. No hay campamento de barracas, de letrinas, de cocina, de enfermería ni incluso de electricidad. Por todas partes la disentería prevalece. Los enfermos y los heridos entorpecen muy rápidamente los hospitales del Mediodía francés.
Debido a la progresión irremediable de los partidarios de Franco, el gobierno republicano debió exiliarse. Así, el Presidente de la República Manuel Azaña, el jefe del Gobierno Juan Negrin y el Presidente del Parlamento Martínez Barrio se reúnen en Francia y organizan la transferencia del dinero y de obras artísticas españolas. En algunos días, 1. 480. 000. 000 de francos de oro del Banco de España son depositados en el Banco de Francia. El exilio político también concierne a los dirigentes de los gobiernos autónomos regionalistas, el Presidente de la Generalidad de Cataluña Lluis Companys y el Presidente del gobierno vasco José Antonio Aguirre prosiguen la lucha en Francia.
Los Corps Francs eran comandos de guerrilleros llamados a operar en la retaguardia enemiga, por lo regular en plan de acciones de sabotaje o de guerrilla. Villapadierna, por su condición de luchador revolucionario en Asturias, pues era maestro nacional en Cangas de Onís, y en virtud de los cursillos de especialización para los servicios Z seguidos en España durante la guerra, era un especialista consumado en la materia. En los años 1942-44 se tuvo la ocasión de comprobarlo en el triángulo guerrillero Aude-Ariege-Pirineos orientales.
En Argelès y Saint - Cyprien, se congregaron a ciento ochenta mil hombres y mujeres. Al campo de Barcarès llegan miles de almas. Estos campos se multiplican, los de Bram y Gurs, uno de los últimos arreglados dónde "residieron", como lo indica una placa puesta a la entrada, "23.000 combatientes españoles, 7.000 voluntarios de las Brigadas internacionales, 120 patriotas y resistentes franceses, 12.860 judíos inmigrados internados en mayo-junio del 1940, 6.500 judíos alemanes del país de Baden, 12.000 judíos detenidos sobre el suelo de Francia por Vichy". Estos primeros campos para los republicanos españoles van en efecto a servir para el Gobierno de Vichy, en el se encerrarán a los resistentes, a los judíos, a los gitanos...: en particular, Rivesaltes, Gurs.
Cada día, los "gendarmes" invitaban a los presos españoles a darse la vuelta a su país o a comprometerse en la Legión extranjera. Los más afortunados, ya que se padece hambre en los campos, sirven de mano de obra a los campesinos de la región. Vienen a continuación las compañías de trabajo obligatorio, después de junio 1940, Vichy los cede a los alemanes que necesitan trabajadores. Se desplaza una parte en Alemania, hacia campos de otra naturaleza, hacia el holocausto: Dachau, Buchenwald y Mauthausen, dónde seis mil de setecientos españoles fallecieron. A la declaración de la guerra, numerosos españoles, que tienen aún el gusto amargo de la derrota en España, se comprometen en los Regimientos de Marcha de los Voluntarios Extranjeros o la Legión extranjera.
La línea Maginot podría haber cumplido con eficacia alguno de sus objetivos, especialmente reducir el número de tropas para guarecer la frontera, de haber prolongado su construcción hasta la zona boscosa de las Ardenas, desde donde conectarse con el sistema de fortificaciones belga, en particular el Fuerte Eben-Emael, que en cualquier caso fue rápidamente conquistado por fuerzas aerotransportadas alemanas durante la batalla de Francia. Sin embargo, las Ardenas eran consideradas como de fácil defensa debido a lo accidentado del terreno: una zona de bosques atravesada, además, por el río Mosa. Y finalmente no fue reforzada, lo que propiciaría la penetración alemana en la ofensiva de 1940.
Al firmarse el armisticio, tras la humillante derrota de los ejércitos aliados, en Francia, en junio de 1940, los restos de estos Corps Francs fueron evacuados a las colonias francesas del norte de África. Al desembarcar los aliados allí, en noviembre de 1942, los Corps Francs fueron reorganizados y reincorporados al dispositivo militar de la Francia Libre. Aunque en sus comandos quedaron algunos españoles, como el capitán Miguel Buiza, ex almirante de la flota republicana española, lo cierto es que la inmensa mayoría de los españoles de los Corps Francs, seducidos por sus compatriotas de la Columna Leclerc, desertaron y se alistaron en las filas de la II División Blindada, en vías ya de organización. A tal decisión los españoles, muy chuscamente, la llamarían traslado voluntario. Algunos españoles de la Legión Extranjera, de la base principal argelina de Siddi-Bel-Abbés, también decidieron trasladarse a la unidad de Leclerc.
El 23 de octubre de 1940 Franco se entrevista con Hitler en Hendaya, en presencia de su ministro de asuntos exteriores Ramón Serrano Suñer, y de acuerdo con el plan elaborado por Serrano Suñer, presenta a Hitler una serie de reivindicaciones para extender el Imperio Colonial Español en el Norte de África a costa de Francia. Hitler va a afirmar que aunque ha vencido a Francia, cuenta con ella a la hora de diseñar el Nuevo Orden Europeo y que no va comprometerse a nada hasta entrevistarse con Pétain. Franco afirma que Pétain es un amigo y que no desea hacer nada que pueda perjudicar políticamente a Pétain. Darlan autoriza, en julio de 1941, organizar una legión para luchar contra los soviéticos a imitación de la España de Franco.
La seducción la ejercieron comandos volantes motorizados de veteranos de la campaña de África (octubre de 1940-mayo de 1943); entre ellos descolló el canario Campos, que llegó a obtener un jeep, tres camiones, vales militares para gasolina, comida y salvoconductos, del mando norteamericano en Argelia, con la promesa de reclutarle unos miles de españoles para formar con ellos una división de choque y ponerla al servicio de los aliados. Aquello pudo acabar muy mal, dijo Federico Moreno, porque al comprobar que los reclutados eran conducidos hacia Marruecos, donde se estaba organizando y pertrechando la II División Blindada, los norteamericanos hicieron varias reclamaciones al alto mando francés. Pero, al saber que se trataba de soldados de un jefe tan excéntrico como Leclerc, la cosa quedó en agua de borrajas. Aquello de tal para cual caía aquí como anillo al dedo. Uno de los más valiosos seducidos, procedente de los Corps Francs, sería el comandante Putz, un austriaco de las Brigadas Internacionales que moriría en combate, en otoño de 1944, en la marcha de la División Leclerc hacia Estrasburgo.
Los principales campos de internamiento en Francia fueron:
Campo de Gurs
El campo de internamiento más importante fue el de Gurs, construido junto a la ciudad del mismo nombre, en la región de Aquitania del departamento de los Pirineos Atlánticos, 84 kilómetros al este de la costa atlántica y 34 kilómetros al norte de la frontera española.
Campo de Argelès-sur-Mer
El Campo de Argelès-sur-Mer albergó a unos 100.000 refugiados. Estaba ubicado en una playa de la pequeña localidad de Argelès-sur-Mer, en el departamento de Pirineos Orientales, a 35 km de la frontera de Portbou.
Campos de Saint-Cyprien y Barcarès
Ante la avalancha de refugiados en el Campo de Argelès, se construyeron dos muy próximos: los de Saint-Cyprien y Le Barcarès, también en el departamento de Pirineos Orientales.
Campo de Septfonds
En la localidad de Septfonds, en el departamento de Tarn y Garona (Mediodía-Pirineos) se instaló un campo de internamiento, en cuyo cementerio reposan los restos de 81 españoles fallecidos allí.
Campo de Rivesaltes
El Campo de Rivesaltes fue instalado en terrenos de Rivesaltes y Salses-le-Château como centro de instrucción militar, y albergó desde 1939 a unos 15.000 españoles.
Campo de Vernet d'Ariège
Entre las comunas de Le Vernet y Saverdun se ubicó el Campo de internamiento de Vernet d'Ariège, donde estuvieron recluidos 15.000 refugiados y combatientes españoles. También fue utilizado por los nazis como antecampo para los judíos destinados a campos de exterminio.
Saludos para todos.
Otra importante consecuencia del armisticio franco alemán fue la reducción de la mano de obra disponible para la economía francesa, en virtud del cual cerca de un millón de soldados franceses apresados (en su gran mayoría soldados conscriptos o en edad del servicio militar), fueron mantenidos en cautiverio en Alemania hasta 1945, dedicados a trabajos forzados en la industria o en la agricultura.
El gobierno de Vichy no tenía ninguna simpatía por los refugiados españoles y había facilitado el trabajo de los representantes del gobierno de Franco, en Francia, en relación a los exiliados, pero no deseaba entregarlos al gobierno de Franco. Son los alemanes los que van a enviar a España a algunos destacados dirigentes del bando republicano. La Gestapo detiene y envía, el 29 de agosto de 1940, a España al que fuera presidente de la Generalidad de Cataluña Luís Companys que fue fusilado en el Castillo de Montjuic, en Barcelona, el 15 de octubre de 1940. Junto a Companys la Gestapo entrega al que fuera ministro socialista, Julian Zugazagoitia que fue fusilado junto al cementerio Este de Madrid. La Gestapo también entrega al cuñado del expresidente de la República Don Manuel Azaña, Cipriano Rivas Cherif que pasa seis años en el penal de El Dueso.
Otros recién acuñados leclercistas fueron los españoles liberados de los campos de castigo del desierto argelino, los auténticos campos de la muerte, a los que faltó tiempo para empuñar de nuevo las armas contra el nazifascismo europeo allí donde estuviese: Por eso, a estos y aquellos españoles les llamaron noruegos y africanos. Los Corps Francs, en los que combatían juntos franceses y españoles, se integrarían en la I División Blindada, mandada por el general De Lattre de Tassigny, que fue el embrión del cuerpo expedicionario francés de Italia, en el que luchaban los hombres de la XIII Semibrigada de la Legión Extranjera francesa, la de los noruegos, cuyos supervivientes procedían del África Ecuatorial francesa, donde dejaron a Leclerc tras haber conquistado Chad y parte de Camerún.
El exilio de los republicanos se extendió a través del mundo, particularmente sobre el continente americano (los Estados Unidos, América Latina), África del Norte (Magreb) y Europa (El Reino Unido y la URSS para los militantes comunistas). Sin embargo, el principal destino de los refugiados fue Francia, ya que cerca de 500.000 españoles fueron acogidos en condiciones deplorables. Si algunos se quedaron poco tiempo, otros se instalaron duraderamente y lucharon contra el ocupante nazi, integrando los movimientos franceses de resistencia o los movimientos españoles autónomos de resistencia. A través de su implicación contra el fascismo, un gran número de republicanos sacrificó su vida en nombre de un ideal libertario, víctimas de la represión alemana apoyada por el Estado francés colaborador.
Luego los españoles se incorporaron al cuerpo expedicionario británico en su colonia africana de Sierra Leona. De allí, dando un rodeo por el Cabo de Buena Esperanza, desembarcaron en Sudán, otra colonia británica del este de África, desde donde participaron en la reconquista de Eritrea, antes de subir a recuperar para la Francia Libre, Siria y Líbano, en el Cercano Oriente. Esto sucedía en junio de 1941. Después se reconstruyó otra vez la XIII Semibrigada, en Alejandría (Egipto), que luego fue encuadrada en el dispositivo del VIII Ejército británico, mandado por el general Montgomery, con el que combatirían hasta expulsar de África del Norte a los ejércitos alemanes e italianos, en mayo de 1943. Esto, tras protagonizar la heroica resistencia de la posición Bir-Hakeim mayo de 1942 y el encuentro con los españoles de Leclerc, que llegan del corazón de África, en enero de 1943, en la capital de Libia, Trípoli.
El 1 de septiembre de 1939, cinco meses solamente después de la Guerra de España, Hitler invadió Polonia. Francia e Inglaterra declaran entonces la guerra a Alemania. El 12 de mayo de 1940 las panzer divisiones cruzan Francia, y en 6 semanas los alemanes desfilan victoriosos sobre los Campos Elysées en París. Decía André Malraux: "Poco importan nuestros apellidos…" Aquí nos llamábamos Francia. Y cuando estábamos en España, nos llamábamos el Èbre, del nombre de nuestra última batalla."
Hubo otros españoles, estos más politizados y de edad más madura, que desembarcaron clandestinamente en las costas de Andalucía oriental, en particular en las de Almería, para restablecer el contacto con los grupos de resistencia antifranquistas, armados o no, que actuaban en España. Algunos de esos militantes, desde libertarios a catalanistas, traen el encargo de los aliados de sondear a sus respectivas huestes sobre sus posibilidades de respaldar militar y políticamente un desembarco aliado en Andalucía o en Cataluña.
El enfrentamiento entre los ingleses, con Churchill a su cabeza, que deseaban que el desembarco en las costas europeas del Mediterráneo se hiciese en los Balcanes, el bajo vientre de Europa, y los norteamericanos, que llegaron a pensar muy seriamente en hacerlo en tierras ibéricas, quizá fue una circunstancia determinante en la designación de Italia, primero Sicilia, como teatro de operaciones europeo contra las fuerzas del Eje, en espera de la apertura de lo que el otro grande, Stalin, consideraba como el verdadero segundo frente: el desembarco en Francia, primero (6 de junio de 1944) en las costas de Normandía y después (15 de agosto de 1944) en las de Provenza.
En la historia de las sucesivas unidades mandadas por el general Leclerc, los españoles republicanos destacan siempre por sus rasgos más peculiares: valientes, pero difíciles de mandar, no de manejar, puntualizará el propio Leclerc; disciplinados, pero revoltosos; amantes de la juerga, incluso en los momentos más críticos, ejemplo de solidaridad de grupo, desprendidos, soñadores, y a ratos increíblemente temerarios... Pero esto fue así porque Leclerc era un jefe fuera de serie, un militar anarquista en el más pleno sentido de la palabra. Así lo calificó el reusense Bamba en amena y divertida conversación junto con varios compatriotas nuestros ex Leclerc en la sede de los veteranos de la II División Blindada, en París. Ahora bien, ¿y no configuraron los españoles, de alguna manera, el modo de actuar de Leclerc? ¿Acaso no fueron ellos, ya desde las primeras escaramuzas, en pleno desierto, en el sur de Libia, quienes secundaron casi siempre sus travesuras?
Para convencerse de las características de los españoles de las unidades de Leclerc basta charlar con sus antiguos oficiales y jefes; es decir, los que convivían con ellos las veinticuatro horas del día. Uno, que conoció de cerca a todo tipo de militares franceses durante la campaña de Francia (1939-40), confiesa que los leclercistas parecían seres de otra galaxia. No ocurría así con la división de De Lattre de Tassingy en Italia, Francia o Alemania: aquello era un puro aburrimiento, contaba Millán Vicente, de la 13 SB; aquella unidad parecía una orden monacal...; con decirte que ni los legionarios, con la carrera que llevaban consiguieron “descongelarlos”, está dicho todo.
Saludos.
La primera travesura fue conseguir que la bandera bicolor francesa ondease en los más apartados rincones de las posesiones galas en África y que Charles de Gaulle apareciese por todos lados como el jefe supremo de la Francia Libre, aunque para ello Leclerc tuviera que lidiar, en encrespadas batallas dialécticas, con obispos, como el de Douala, y con generales, como Giraud, durante un tiempo el jefe militar más mimado por los norteamericanos en un intento de desbancar a De Gaulle. La campaña de seducción del canario Campos y otros españoles también contribuyó lo suyo a que Giraud no dispusiese de los efectivos con los que contaba para organizar, a la sombra de los norteamericanos, su propio ejército.
En el asalto y desbordamiento de la línea Mareth observamos hasta qué punto Leclerc confía, por enésima vez, en sus hombres para poner en marcha una operación que siguió a los repetidos fracasos de ingleses y neozelandeses ante la citada línea. Al diseñar Leclerc la operación contra la línea Mareth, el general neozelandés Freyberg no sale de su asombro al oír decir al francés que va a salir de exploración solo, en un jeep, con su chófer, en plena noche, porque mis hombres deben descansar, le recalca.
Un saludo.
Se minimizó la participación de los Republicanos Españoles en la II Guerra Mundial, se conoce poco y a menudo se deja de citar su participación en la II DB, la celebre división del General Leclerc, era la prueba evidente del compromiso de los Republicanos Españoles contra el fascismo hasta al final de la II Guerra Mundial, hasta al nido de águila de Hitler. Son los tanques del batallón "La Nueve" que llevan los nombres de: Guadalajara, Teruel y Guernica, conducidos por Españoles que serán los primeros en entrar en París liberada, a la cabeza de la Segunda División Blindada de Leclerc. Es el teniente Amado Granell, brazo derecho del capitán Dronne de la "nueve", que entra el primero en París. En París, la recepción es entusiasta, es la hora de gloria de los Republicanos Españoles. No saben aún que se abandonarán a su suerte y que los Aliados no les ayudarán a volver de nuevo a España.
Un saludo para todos.
Franco se entrevista, en Montpellier, con Pétain, el 13 de febrero de 1941, de regreso de su entrevista con Mussolini en Bordighera. La prensa de la época está llena de manifestaciones altisonantes de carácter anticomunista y antidemocrático. Ambos políticos trataron sobre los refugiados republicanos españoles que estaban instalados en la “Francia libre”. Pétain no tenía ningún interés en conservarlos. Enviarlos a campos de trabajo en Alemania era para el una solución cómoda. Pétain admira el franquismo, pero no aprueba la forma en que Franco ha llegado al poder. Pétain simpatiza con la actuación de Mustafa Kemal, en Turquía, Horthy en Hungría o Franco, pero se siente más cerca del dictador portugués Oliveira Salazar.
Un saludo.
Como Salazar y como Franco, el general Pétain era un decidido anticomunista. Pétain no desea crear un partido único como ocurrió con Falange, en España. Salazar tampoco lo hizo. Pétain fue un hombre profundamente relacionado con los personajes claves de las recientes dictaduras españolas. Colaboró con Franco y con Miguel Primo de Rivera en Marruecos. Franco militar, conservador, autoritario y formado en la guerra colonial de Marruecos, ve la España tradicional, católica y rural como la verdadera España; mentalidad que está próxima a la de Pétain el cual está impregnado de los valores conservadores, católicos, rurales y militares de la Francia profunda. Ambos están próximos a la figura del dictador portugués Antonio de Oliveira Salazar. Sus ideologías, aunque distintas, responden a unos mismos principios, conservadores, católicos, anticomunistas, antiliberales y enraizados en las tradiciones del mudo rural de sus respectivos países. Su ideología esta extendida en amplios sectores de los ejércitos coloniales de esta época.
Un saludo.
Hay que destacar los diferentes intereses coloniales. España quería extender su imperio colonial, a costa del imperio colonial francés, lo que chocaba con los intereses de Pétain. La España de Franco y la Francia de Pétain colaboraron con las potencias del Eje, pero Pétain estará cada vez más vinculado a las potencias fascistas, mientras que Franco se va a distanciar, sin cambiar sus principios fundamentales. Su régimen se va a prolongar durante los treinta años que van a seguir a la Segunda Guerra Mundial.
Cuando, hace casi setenta y cinco años, la Segunda Guerra Mundial dio comienzo, se habían cumplido cinco meses del final de la contienda civil española. Por lo tanto, a pesar de contar con un ejército entrenado y relativamente bien armado, España no estaba en condiciones de embarcarse en un nuevo conflicto. La reconstrucción del país era la primera prioridad para el nuevo régimen político. Ahora bien, desde los primeros momentos y más aún una vez que, a lo largo de 1940, Alemania conquistaba, como si de un castillo de naipes se tratara, cada uno de los países europeos que invadía, no faltaban las voces que sugerían a Francisco Franco que se uniera a la “guerra relámpago” de Adolf Hitler.
El cuñado de Franco, el ministro de Asuntos Exteriores, Ramón Serrano Súñer, era quien mejor representaba a los germanófilos, entre quienes se contaban también numerosos líderes falangistas. Aunque los falangistas no ocultaban sus distancias respecto del racismo que impregnaba la ideología nazi, sentían gran fascinación por la recuperación económica que Alemania había experimentado desde que Hitler ascendió al poder y por el feroz anticomunismo que sus dirigentes despertaban. De todos modos, los falangistas y el resto del régimen experimentaban mayor afinidad ideológica con la Italia fascista de Benito Mussolini que con los nazis.
La entrevista de Hendaya en octubre de 1940 entre Hitler y el general Franco iba encaminada a resolver el papel de España en la Segunda Guerra Mundial. Entonces Hitler se encontraba en su mejor momento, con media Europa bajo su poder. Finalizada la Segunda Guerra Mundial, la historiografía franquista ha expuesto aquel encuentro, como una hábil maniobra de Franco, en la que éste exageró sus pretensiones ante Hitler, con el fin de que el führer se viera obligado a rechazar la participación de nuestro país en la contienda.
Ni para Franco ni para Hitler la entrada de España en la guerra era una prioridad. Lo que España hiciera o dejase de hacer estoy seguro de que nunca le quitó el sueño a Hitler. En aquellos días, lo que verdaderamente le preocupaba era obtener la derrota definitiva de Reino Unido y ultimar los preparativos para la invasión de la Unión Soviética. Derrotada y controlada Francia, España apenas poseía valor estratégico para Hitler, si bien el concurso de nuestro país en la guerra le habría ayudado a controlar el Estrecho de Gibraltar.
Lo más probable es que Franco acudiese a la estación de Hendaya a negociar abiertamente la intervención de España en la guerra. El desacuerdo provino, seguramente, de las exigencias de Franco sobre Marruecos, entonces bajo la autoridad del gobierno francés de Vichy, firme aliado de Alemania. Meses después, en 1941, cuando Alemania invadió la Unión Soviética, volvieron a aflorar las presiones de los germanófilos. En esos instantes, España optó por una solución intermedia. Conservando su “no beligerancia”, que no “neutralidad”, envió casi 50.000 soldados al “frente ruso”, encuadrados dentro del ejército alemán y con uniforme de la “Wehrmacht”. Era la “División Azul”. En aquellos meses, obviamente, España vivió los momentos más tensos con los Aliados, entonces bajo la autoridad del gobierno francés de Vichy, firme aliado de Alemania.
Gracias al Diario de Burgos conocemos una increíble historia y descubrimos a una maravillosa persona. Se trata de la historia de Saturnino Navazo, un burgalés, nacido en Hinojar del Rey en 1914, el goleador burgalés de Mauthausen.
Jamás hubiese imaginado Siegfried Meir, aquel niño de 10 años que había visto morir a toda su familia en el campo de exterminio de Auschwitz, el gran matadero industrial del nazismo, que a su llegada a otro infierno llamado Mauthausen encontraría un ángel de la guarda. Era enero de 1945. Bachmayer, comandante del campo, le dijo que sería confinado en la barraca de los españoles. «Yo pensaba que era una especie de treta para engañarme o algo así y que me mandarían a la cámara de gas. El hecho es que me llevó a la barraca y me presentó a Navazo». Así es como recuerda Siegfried Meir en el libro Los últimos españoles de Mauthausen (Ediciones B) cómo conoció a su ángel de la guarda. Al hombre que lo protegería, que lo salvaría de una muerte segura y que garantizaría su existencia en adelante lejos de cualquier horror. Ese hombre se llamaba Saturnino Navazo y era burgalés, nacido en Hinojar del Rey en 1914. Un héroe. Uno de esos héroes anónimos que construyen con hilos invisibles, pero firmes, la historia.
Un saludo afectuoso.
La historia de Saturnino Navazo, el goleador burgalés de Mauthausen, o su paso por la epopeya, ha quedado ahora reflejada en ese libro, firmado por el periodista Carlos Hernández. Ha contado para ello con el mejor testimonio posible: el de ese niño, hoy un hombre octogenario que cuenta con esta emoción su primer contacto con Navazo: «Nos miramos y en la mirada de Navazo vi una de las cosas más maravillosas de mi vida...». Saturnino Navazo, futbolista de profesión que había sido estrella de Deportivo Nacional y que lo hubiera sido Real Betis si no se hubiese interpuesto la Guerra Civil, había acabado confinado en Mauthausen después de haber perdido la guerra con el bando republicano y haberse exiliado a Francia, donde fue hecho prisionero por los alemanes.
Convertido en prisionero de Mauthausen con el número 5.656, Saturnino Navazo logró alejarse de los 186 escalones de la cantera de Mauthausen en los que se dejaron la vida miles de españoles gracias a su talento con el balón. Además de seres humanos, los nazis también mataban el tiempo en actividades lúdicas. El fútbol era una de ellas. Organizaban partidillos con aquellos reclusos a los que aún no habían vencido el hambre, la explotación y las torturas. Y enseguida repararon en que aquel espigado hombretón era un artista con la pelota en los pies. En más de una ocasión, los desalmados alemanes aplaudían sus goles y malabares.
El talento del burgalés Saturnino Navazo le granjeó una posición de privilegio dentro del campo: fue nombrado jefe de un barracón de doscientos españoles y designado a ayudar en la cocina para que pudiera organizar partidos de fútbol. «Navazo se ocupaba de la barraca y de organizar los partidos de fútbol. También trabajaba pelando patatas y yo le ayudaba. Cuando podíamos, robábamos algunas de ellas y las repartíamos con los demás», cuanta Siegfried Meir en el libro. «Le acompañaba a los partidos, llevaba sus botas, le daba masajes y él se portaba como un padre conmigo. Por eso, meses más tarde, cuando llegó la liberación, le pedí que me llevara con él .Le pedí que fuera mi padre de verdad», apostilla Siegfried Meir.
Saturnino Navazo no sólo conservó la vida y ayudó a que sus compañeros de barracón preservaran la suya llevándoles alimentos de matute sustraídos en las cocinas de Mauthausen: cuando los norteamericanos liberaron el campo en mayo de 1945, el burgalés se hizo cargo del pequeño, como si fuese su padre. Y vivió con éste y con la familia que formó después de aquel horror en Francia hasta que Meir decidió independizarse, sin que eso significara alejarse: siguieron viéndose y pasando temporadas juntos hasta la muerte de Saturnino Navazo, acaecida en 1986. El pasado verano, en un gesto maravilloso, Hinojar del Rey le dedicó una plaza. Toda su familia estuvo presente en el acto.
Hasta ahora, se creía que las secuelas que pudieran quedar en una persona tras haber sido vejada en lugares tan cruelmente famosos como los campos de concentración nazis morían con la persona que las había sufrido. No obstante, un nuevo estudio realizado por la «Escuela de Medicina de Icahn en el Monte Sinaí» ha determinado que las experiencias traumáticas que vivieron miles de presos de los alemanes en la Segunda Guerra Mundial han dejado secuelas a nivel biológico en sus descendientes. Así lo afirma la revista Scientific American, la cual se ha hecho eco del estudio.
Concretamente, el equipo de expertos dirigidos por Rachel Yehuda (autora principal del estudio y experta en epigenética y en los efectos intergeneracionales del trauma) ha establecido que los descendientes de los supervivientes judíos de los campos de concentración sufren una alteración que hace que cuenten con un nivel más bajo de cortisol que el resto de sus compatriotas. Esta sustancia, que es sumamente escasa en los prisioneros que sobrevivieron al Holocausto (y que padecieron trastorno de estrés postraumático), es la que ayuda al cuerpo a volver a la normalidad después de algún tipo de trauma.
A día de hoy, se desconoce la causa biológica que produce la reducción de esta sustancia llamada cortisol, aunque los expertos sospechan que podría relacionarse con la aparición en los supervivientes de una enzima que descompone el cortisol. Ésta suele ser generada por el cuerpo como respuesta natural a una larga inanición, algo que encajaría perfectamente con las penurias sufridas por los presos judíos. Este hallazgo corrobora otros estudios que afirman que los efectos biológicos de las situaciones traumáticas quedan patentes durante toda la vida. Yehuda afirma que este efecto podría transmitirse a través del útero. Y es que, es en esta zona del cuerpo donde podemos encontrar en gran medida esta enzima (la cual se halla posteriormente en la placenta con el objetivo de proteger al feto). Esta curiosa evolución provoca, además que los descendientes de los supervivientes de los campos de concentración cuenten con diferentes tipos de hormonas de estrés, estén predispuestos a padecer diferentes trastornos como los que se relacionan con la ansiedad y sean más propensos a sufrir dolencias como estrés postraumático, obesidad, e hipertensión. El equipo ha logrado llegar a estas conclusiones a través del estudio de multitud de supervivientes de aquel trauma masivo y, por descontado, de sus descendientes. Con todo, la experta considera que todavía quedan muchas horas de investigación para poder esclarecer todos los interrogantes que hay alrededor de este tema.
En Mayo de 1940, la sociedad francesa sabía que estaba en guerra desde que, en septiembre del año anterior tras la invasión de Polonia por los ejércitos alemanes, su gobierno había declarado la guerra a Alemania. “La drôle de guerre” se había mantenido desde entonces sin que las tropas francesas hubiesen entrado en combate. Paralelamente, desde principios de 1939 cientos de miles de republicanos españoles exiliados, los perdedores de la lucha contra el franquismo golpista, se hallaban en los campos del sur, en centros de refugiados dispersos por todo el territorio galo o en otros destinos preparados por las autoridades francesas.
En la década de 1930 la Línea Maginot era considerada una maravilla militar, una red inexpugnable de fortificaciones subterráneas a lo largo de la frontera con Alemania, desde Bélgica hasta Suiza, diseñada para contener un ataque nazi y evitar los combates de trincheras como los de la Primera Guerra Mundial.
Hasta que en 1940 los alemanes simplemente bordearon el vasto complejo de fuertes, refugios, túneles y baterías, y la Línea Maginot pasó a ser sinónimo de un exceso de confianza capaz de generar desastres.
Durante la contienda mundial, Franco formuló la peculiar teoría de la “guerra de los tres frentes”, aunque, naturalmente, era más propia de un oportunista que de un estadista. En Europa Occidental, España se mantendría neutral, no apoyando ni a Reino Unido ni a Alemania. En Europa del Este respaldaría, sin remilgos, a la Unión Soviética y, en el Pacífico, se pondría del lado de Estados Unidos. Entretanto, soldados y oficiales alemanes cruzaban la frontera española con total impunidad, con sus vistosos uniformes. Por ejemplo, en Vizcaya, y en concreto en el balneario de Carranza, coincidiendo con el avance de los Aliados en Francia, un batallón de infantería alemán buscó refugio hasta su repatriación al finalizar la guerra.
A principios de 1943, tras la victoria soviética en la batalla de Stalingrado y los avances de los Aliados en el norte de África, todo hacía presagiar que Alemania no podía vencer. El Gobierno español ordenó el regreso de la derrotada División Azul, perdiendo la décima parte de sus efectivos y declaró la estricta neutralidad. El nuevo ministro de Asuntos Exteriores, el monárquico Francisco Gómez-Jordana, es el encargado de pilotar el giro de la política internacional española. Quería ofrecer al mundo la imagen de un régimen católico y anticomunista.
No faltaron, incluso, los acercamientos de España hacia los Aliados. En los últimos meses de la guerra, las matanzas perpetradas por los japoneses en las islas Filipinas, en las que murieron decenas de españoles, implicaron que España rompiese sus relaciones diplomáticas con el ya debilitado país nipón e, incluso, que sopesara declararle la guerra. No hacía cincuenta años que Filipinas había dejado de ser territorio español y en aquel alejado archipiélago aún vivían miles de españoles, varios cientos de ellos eran misioneros, que simpatizaban, desde luego, más con los norteamericanos que con los japoneses.
La declaración de guerra contra Japón sólo habría sido simbólica, ya que difícilmente España habría sido capaz de trasladar tropas hasta Extremo Oriente, ni los Aliados lo habrían permitido. Pocos años más tarde, Franco quiso también ponerse a disposición de Estados Unidos, durante la Guerra de Corea, simplemente para ganar su simpatía política y concluir su aislamiento internacional. Debe apuntarse un hecho no muy conocido y es que en 1944, en pleno retroceso de las tropas del III Reich, un grupo conformado por unos pocos miles de exiliados republicanos penetraron en el valle de Arán, buscando precipitar una intervención de los Aliados, para que éstos invadiesen España y lograsen deponer el régimen de Franco. Pero esta operación fracasó estrepitosamente en todos los sentidos y, enseguida, el ejército español controló la situación. Mientras tanto, vemos que la política exterior española, durante la Segunda Guerra Mundial pivotó más sobre el oportunismo político que sobre la convicción ideológica. Impresionado por los acontecimientos internacionales, el joven régimen de Franco maniobró, fundamentalmente, con el único afán de sobrevivir. Y lo consiguió.
Hay diferentes versiones sobre lo que se habló en Hendaya. Unos piensan que Hitler presionó a Franco para que entrara en el conflicto mundial por las ayudas prestadas durante la Guerra Civil, a lo que el Caudillo se negó argumentando que España no estaba en condiciones de soportar una nueva guerra. Otros creen que Franco quería entrar en el conflicto a cambio de territorios: Gibraltar, Marruecos francés... Pero para los alemanes, el Mediterráneo era el “espacio vital” italiano y además no querían la enemistad del régimen colaboracionista de Vichy (Francia, mariscal Petain).
Saludos.
Sinceramente no creo que Hitler presionara a Franco para entrar de lleno en la guerra, más bien pienso que solicitó un colaboracionismo no muy explícito pese al aporte de tropas, lo cual Franco aceptó de buen grado ya que no era una posición muy incómoda y le situaba al lado de la potencia más fuerte del momento. En cualquier caso teníamos en casa demasiados frentes abiertos como para que un posicionamiento más sólido no volviese a encender hogueras dentro de nuestro país.
Con esto se consiguió convertir a España en un crisol de espionaje y en una plaza estratégica (teníamos África a un tiro de piedra, Gibraltar y el estrecho) que finalmente se limitó a actuar de espectador impasible aunque con claros arranques pro-germanos.
Saludos y mis felicitaciones a Pedro Galán por la línea ascendente de sus publicaciones en el blog.
Una postura intermedia, opina que en el entorno de Franco había dos posiciones distintas:
1ª • La de los Falangistas, partidarios de entrar en guerra junto a los compañeros fascistas de Italia y Alemania y frente al enemigo común: la democracia liberal y el comunismo soviético.
2ª • La de los Militares y Católicos, amigos de la neutralidad.
Según esta versión, Franco, para quedar bien con los falangistas y no “dar calabazas” al Führer, pediría lo imposible: territorios y ayuda material para la guerra, incluyendo aviones y armamento, a lo que éste se negaría.
Antonio Sánchez.
Lo cierto es que nunca sabremos lo que realmente pasó, o mejor dicho, las auténticas motivaciones. El por aquel entonces Capitán de Navío Carrero Blanco redactó un informe sobre la posible entrada de España en la Guerra. Afirmaba que el país no estaba preparado y que los puertos del Cantábrico podrían ser objetos de bombardeos y las Canarias podrían caer fácilmente en manos británicas. Con esto quiero decir que Franco sabía perfectamente lo que la Guerra podía significar para España. Y Franco fue muchas cosas, pero de tonto no tenía un pelo. Y para Hitler la entrada de España tampoco tenía gran importancia. Sí, con España Gibraltar hubiese caído y la Guerra en el Mediterráneo hubiese sido más dura todavía para los ingleses, pero eso a costa de prácticamente entregar a los ingleses bases antisubmarinas en el Atlántico y tener que apostar tropas para evitar que los aliados abrieran un segundo frente con España. Eso por no hablar de que entregar el Marruecos Francés hubiese supuesto empañar las relaciones con Vichy y su todavía potente armada.
En definitiva, que nunca sabremos lo que realmente pasó, y si Franco sabía que lo que pedía era inasumible para Hitler o no.
Saludos.
Luis Beltrán.
Tras la participación de la División Azul y la Legión Azul en la campaña rusa, voluntarios españoles se alistan en las fuerzas armadas alemanas en el último período de la Segunda Guerra Mundial, a pesar de la prohibición del gobierno español. Una parte sustancial de ellos procedía de los españoles que aún permanecían en el Reich como trabajadores contratados en los años anteriores en virtud de un Acuerdo laboral entre Alemania y el gobierno español. Los motivos que les lleva a tomar las armas residen en unos sentimientos germanófilos derivados de causas políticas o de las circunstancias laborales en que se desenvuelven. Factores como la propaganda o la actuación de instituciones germanas serán, también, decisivos para que un obrero decida cambiar su destino.
Saludos para todos los comentaristas.
Felipe Espínola.
El hecho de que los voluntarios españoles careciesen de experiencia de combate llevó a que los mandos españoles fueran, en su mayoría, antiguos divisionarios y, por tanto, la condición del título de trabajador fuese menos evidente. Pero este origen sería muy común cuando, tras el corte de las comunicaciones con Francia en el verano de 1944, sólo se pudo recurrir como fuente de abastecimiento a las fábricas donde había varios miles de compatriotas españoles. Este fenómeno no era privativo de la parte española, otras nacionalidades que estaban ocupadas en la economía alemana también fueron objeto de atención por agentes reclutadores de su mismo origen para cubrir las bajas militares.
Saludos.
Pétain fue un general y político francés jefe de estado durante la invasión alemana de 1940 y, posteriormente, cabeza visible del régimen colaboracionista de la Francia de Vichy. Realizó sus estudios militares en la Academia de Saint Cyr, en la que se graduó en 1878 como oficial de Infantería. No destacó demasiado y se dedicó a dar clases en la École de Guerre. Se mostró favorable a las líneas defensivas. Ascendido a coronel en 1912. Poco después de estallar la Primera Guerra Mundial alcanzó el generalato. Al frente del II Ejército francés intervino en la victoria de Champaña, en septiembre de 1915, y al año siguiente en la defensa de Verdún. La forma en que dirigió las operaciones militares de esta larga batalla, que duró diez meses, le granjeó el respeto y la admiración de sus compatriotas. Tras la Gran Guerra no volvió a entrar en combate hasta 1925, cuando se le encargó acabar con los rifeños insurrectos de Marruecos, a los que sometió en apenas un año.
Saludos.
Pétain ocupó varios cargos como el de embajador de Francia en España en 1939 o el de ministro de guerra años antes. En los primeros años de la II Guerra Mundial fue el jefe de estado en funciones. Tras la inesperada derrota de los ejércitos galos en 1940 pasó a ser ministro de Estado y vicepresidente de la Francia no ocupada o Francia de Vichy. El desembarco de Normandía y la desaparición del régimen de Vichy supusieron su decadencia final siendo acusado de traidor y condenado a muerte, si bien se le conmutó la pena por cadena perpetua.
Un saludo.
Hola, interesante y buen trabajo. Soy Nieto de Francisco Ortiz que aparece en una de las fotos. Quiero puntualizar que una de las fotos donde pone "huida de la población francesa ante el avance alemán" es en realidad el acoso de población francesa a una mujer rasurada por haber "colaborado". Fuente: http://www.phenixphotos.fr/les-femmes-tondues-en-1944/
Un cordial saludo
Perpi, très reconnaissant pour votre commentaire. Votre point est très intéressant, je vais essayer de le corriger si le blogueur le permet. Je suis entré dans la page et j'ai lu le sujet de la répression des collaborateurs français avec les Allemands, dans le cas où il sortirait avec une femme avec son bébé dont le père était allemand, sa collaboration pour une relation personnelle avec un Allemand était la raison pour laquelle elle a été humiliée par la foule de la ville de Chartres après s'être rasée les cheveux en signe de collaborationniste. Ce sont des actes particulièrement humiliants qui se sont produits après la libération en 1944, avec environ 20 000 personnes. A savoir les motifs illicites pour lesquels beaucoup d'entre eux ont été accusés, dans de nombreux cas ils seraient des dénonciations de haines personnelles contre eux.
Je suis heureux qu'en tant que professeur de français dans l'enseignement secondaire à Alcorcón, j'ai attiré votre attention et la reconnaissance de mon travail. Je suis très reconnaissant.
Cordialement, Pedro.
El mariscal Pétain fue internado en el Fort du Portalet, en los Pirineos, del 15 de agosto al 16 de noviembre de 1945, y posteriormente fue transferido al Fort de la Citadelle, en la Isla de Yeu. Su esposa se trasladó también a la isla, y sería favorecida con el derecho de visitar diariamente a su marido. La salud del mariscal declinó considerablemente a comienzos del año 1951, perdiendo cada vez más la lucidez. Vincent Auriol, presidente de la república, viendo el fin cerca, autorizó el 8 de julio de 1951 su salida de prisión y su traslado a una residencia. Así, Pétain fue trasferido a una casa particular en Port-Joinville, en la misma isla de Yeu el 29 de junio de 1951, donde fallecería pocos días después, el 23 de julio de 1951. Sus restos fueron inhumados en el cementerio marino de la isla de Yeu.
Cordiales saludos.
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