PROLOGO

Se pretende que sea éste un espacio dedicado a entretener y deleitar (... a través de la fotografía fundamentalmente) ... a dar a conocer (...o traer al recuerdo) ciertos monumentos o espacios situados en el término o cercanías de Lahiguera. ...a llamar la atención por el estado de abandono y deterioro de muchos de ellos, ...y si llegara el caso, a remover la conciencia de todos los que somos "herederos" de tales monumentos y espacios, y que con nuestra aportación ayudásemos a la conservación de los mismos.

lunes, 2 de marzo de 2015

JUAN ORTIZ GARRIDO, CAMINO DEL EXILIO EN FRANCIA Y LA SUCESION DE ACONTECIMIENTOS QUE LE LLEVARON AL CAMPO DE CONCENTRACIÓN DE MAUTHAUSEN, TRAS CAER PRISIONERO EN LA FRANCIA QUE FIRMÓ EL 22 DE JUNIO DE 1940 EL ARMISTICIO CON LOS ALEMANES NAZIS.

EL LARGO RECORRIDO DESDE LA DUREZA DEL EXILIO FRANCÉS PARA JUAN ORTIZ GARRIDO Y MILES DE EXILIADOS ESPAÑOLES, HASTA EL INTERNAMIENTO EN EL CAMPO DE CONCENTRACIÓN DE MAUTHAUSEN.

La búsqueda de documentación en su momento, en una biblioteca publica de Granada sobre los recluidos españoles en el Campo de Concentración de Mauthausen, y el hallazgo de algunos datos relativos a Juan Ortíz Garrido, me hacen retomar este tema, de por si duro si se desea hacer un relato fiel y bastante inhumano, cruel, e insensible, y que implica también muestras o visiones poco agradables de sufrimiento y penalidades humanas; pero será necesario que se acompañen las múltiples y diferentes  imágenes recopiladas de los diferentes archivos oficiales y particulares, sobre la dureza de la guerra, la vida en el exilio y los campos de Mauthausen, para que como congéneres comprendamos hasta donde puede llegar la crueldad humana, y para recordar a nuestros hijos de la sociedad del bienestar, lo que sufrieron estos compatriotas nuestros, y hacerles ver que aún hoy ocurre mucho de esto en  Nigeria, Kenia, Siria, Irak o Afganistán; por lo que es necesario contribuir a construir un mundo mejor.
Juan Ortíz Garrido, exiliado en Francia tras la Guerra Civil española, que  después por la evolución de la Segunda Guerra Mundial fue internado en el campo de Mauthausen por los alemanes.

Este tema ya fue abordado por Manuel Jiménez Barragán con bastante acierto, con entradas en este blog en dos ocasiones anteriores. En ambos casos aporté mediante abundantes comentarios, parte de lo que ya había preparado para un artículo de los que periódicamente publico en este mismo espacio de encuentro de muchos higuereños.
En fecha 27 de abril de 2013 se publicó una primera entrada:  
http://lahiguerajaen.blogspot.com.es/2013/04/un-higuereno-en-mauthausen.html.
Después se publicó una segunda parte en fecha 17 de julio de 2014:

En todas las guerras se cometen actos contrarios al “derecho de gentes” y la guerra civil española no fue una excepción. Este asunto, que todavía hoy levanta polémicas, ha merecido numerosos análisis históricos cuyas conclusiones coinciden en las cuestiones de fondo.  La cuantificación de las víctimas sigue siendo hoy cuestión de debate entre los historiadores.
Es innegable que en ambas zonas, tanto en la republicana como en la zona controlada por los sublevados, la represión en forma de paseos, sacas,… fue una práctica generalizada. Sin embargo, sus causas, alcance y significado difieren notablemente de un bando a otro. Debe quedar claro, desde el principio, que el intento de explicar estas diferencias no debe ser confundido con el de la justificación en un sentido o en otro.
Preparados para la lucha.
Tras la sublevación militar, la zona republicana, a excepción de Vascongadas, se sumergió en un caos revolucionario y por todas partes surgieron nuevos organismos que detentaron el poder real durante los primeros meses de la guerra. Los primeros asesinatos en esta zona se produjeron en Barcelona y Madrid, donde la masa incontrolable se adueño de las calles. En ambas ciudades las fuerzas de seguridad leales a la República intentaron evitar las matanzas, pero fueron desbordadas por la multitud armada. Especialmente brutal fue la represión en la Ciudad Condal donde la CNT y la FAI tomaron parte muy activa. La propia Generalitat se diluyó en el caos y el presidente Companys se vio obligado a la necesidad de pactar con los dirigentes anarcosindicalistas para poder conservar el poder, al menos sobre el papel.

En momentos difíciles los empobrecidos y los niños son los que más sufren.

El paseo alcanzó a políticos de la derecha, caciques, terratenientes, empresarios, burgueses y, especialmente, a los sacerdotes pues cerca de 7.000 religiosos fueron asesinados. Pero tal vez, las prácticas más aterradoras fueron las llamadas sacas de las cárceles, que culminaron con lo sucedido en Madrid durante el mes de Noviembre de 1936. Ante el temor de la caída de Madrid, se decide trasladar a Valencia a los miles de detenidos que permanecían encerrados en las cárceles madrileñas. Pero este traslado se convierte en una orden de ejecución. La primera saca se produce el 7 de noviembre: el convoy se desvía a Paracuellos de Jarama donde se consuman las matanzas; tal y como indican las actas. La Junta de Defensa de Madrid tiene conocimiento oficial de estos hechos el día 11 y determina delegar en el consejero de Orden Público, cargo que ostentaba Santiago Carrillo, la misión de garantizar la seguridad de los detenidos. Sin embargo, los fusilamientos siguieron produciéndose hasta el nombramiento del anarquista Melchor Rodríguez  en fecha 4 de diciembre, como delegado especial de prisiones. Aunque este acontecimiento resulta todavía hoy históricamente confuso, no cabe duda de la responsabilidad en él de los aparatos policiales, cuyos dirigentes, mayoritariamente comunistas, estaban muy influenciados por asesores soviéticos. (Moliné Escalona, M. Zaragoza, 2001)

(1 de 6) GUERRA CIVIL ESPAÑOLA - EXILIO :https://www.youtube.com/watch?v=v82LQyrKfqg

(2 de 6) GUERRA CIVIL ESPAÑOLA - EXILIO:https://www.youtube.com/watch?v=671OK5-oycs

(3 de 6) GUERRA CIVIL ESPAÑOLA - EXILIO:https://www.youtube.com/watch?v=eci-YKc39hA

(4 de 6) GUERRA CIVIL ESPAÑOLA - EXILIO: https://www.youtube.com/watch?v=C6W-r4v_9bE

Numerosos republicanos y dirigentes obreros y sindicales, condenaron este terror indiscriminado desde el primer momento, y sólo la desintegración del propio Estado impidió a las autoridades tomar medidas más efectivas. Entre otros muchos, cabe destacar las actitudes de Melchor Rodríguez, Julián Zugazagoitia, Joan Peiró y Lluis Companys cuyas intervenciones salvaron de la muerte a numerosas personas. Pero a medida que el gobierno retomaba el control, la represión indiscriminada fue desapareciendo y se hizo todo lo posible para proteger a las víctimas. El 90 % de los asesinatos cometidos en Cataluña se produjeron entre julio y diciembre de 1936, antes de las intervenciones ahora citadas.

Movilización de milicianos.
Los niños juegan a la guerra de sus mayores.

Aunque estos esfuerzos por recomponer el Estado de Derecho fueron tempranos, no fue sino hasta la primavera de 1937 cuando realmente cristalizaron. Ya en agosto de 1936 se intentan detener las matanzas con la creación del primer “Tribunal Especial” (los conocidos como tribunales populares); en octubre del mismo año nacen los “Jurados de Urgencia”, los de “Guardia” y los de “Seguridad”. En Valencia no fue posible disolver el “Comité de Salud Pública” y detener los abusos que cometían los integrantes de la Columna de Hierro hasta finales de 1936. Hemos mencionado la decidida actuación de Melchor Rodríguez, delegado especial de prisiones, para evitar las sacas.
Artilleros descansan en el frente.
Con la llegada de Negrín al gobierno en mayo de 1937, el estado se afianza definitivamente y con ello se asegura un relativo orden y paz en la retaguardia y se consigue garantizar los derechos de defensa. Pero el avance de los fascistas propicia una creciente militarización de la justicia y del aparato policial. Cuando el gobierno central se traslada a Cataluña en noviembre de 1937, el auge de sabotajes por parte de los quintacolumnistas es de tal magnitud, que la policía “política” del SIM o Servicio de Investigación Militar, (cuyos centros de detención, conocidos con el nombre de "chekas", han pasado a la historia como sinónimo de terror), controlada por los comunistas, obtiene nuevas competencias para luchar contra dichas acciones y la represión se extendió no sólo contra los fascistas sino también contra la propia disidencia interna. Los aparatos policiales fueron alcanzando una gran autonomía y llegaron a constituir casi un Estado dentro del mismo Estado. Sirva de muestra el proceso contra el POUM o Partido Obrero de Unificación Marxista y la “desaparición” de su presidente, Andreu Nin. (Moliné Escalona, M. Zaragoza, 2001)
Padre huye con su hijo herido.
Los niños en la guerra.
Las familias huyen de las zonas de guerra.
 La cara de desolación de esta madre mientras amamanta nos habla de los horrores de la guerra.
A pesar de estos excesos, la reconstrucción del Estado permitió que, desde mediados de 1937, la mayoría de los detenidos pasaran a disposición judicial, con todas las garantías procesales y que para el cumplimiento de las sentencias de muerte se requiriese el visto bueno del Consejo de Ministros. Sólo hacia el final de la guerra, en una situación de desbandada y descontrol total, se volvieron a producir algunos asesinatos.
A diferencia de lo sucedido en la zona republicana, la represión formó parte, desde el primer momento, de la estrategia diseñada por los sublevados para alcanzar el poder, y se centraría fundamentalmente en cargos políticos republicanos, militares leales a la República, intelectuales, dirigentes políticos, sindicales y líderes obreros y de las casas del pueblo de las localidades, que ocupaban o dominaban desde un primer momento de la sublevación.
Muestra de ello es la instrucción reservada nº 1, firmada en Madrid el 25 de mayo de 1936, dirigida a los futuros jefes del pronunciamiento decía: “Se tendrá en cuenta que la acción ha de ser en extremo violenta para reducir lo antes posible al enemigo, que es fuerte y bien organizado. Desde luego serán encarcelados todos los directivos de los partidos políticos, sociedades o sindicatos no adictos al Movimiento, aplicándoles castigos ejemplares a dichos individuos para estrangular los movimientos de rebeldía o huelgas”. Una vez iniciada la revuelta en Pamplona, Mola insiste: es necesario propagar una atmósfera de terror (…). (Moliné Escalona, M. Zaragoza, 2001)

Dos camilleros llevan un compañero muerto.
En las zonas proclives a la rebelión y rápidamente dominadas por los sublevados, se instauró un régimen de terror indiscriminado para evitar que el enemigo pudiera organizar la resistencia. Buena prueba de ello fue lo sucedido en Navarra, Mallorca, Soria, La Rioja… sólo en esta última se produjeron más de 2.000 asesinatos. En estas zonas, la Falange asume, con el beneplácito militar, la responsabilidad de llevar a la práctica las consignas fascistas.
Mientras, Queipo de Llano y Franco organizan la limpieza de la retaguardia según avanzan sus fuerzas. Se producen sacas con el consentimiento del mando militar, y hubo fusilamientos en las cunetas, en las tapias de los cementerios y en el extrarradio de los centros urbanos. Se llegó incluso a la quema de cadáveres para evitar el peligro de epidemias. Esta práctica de las sacas, también fue común en el bando republicano, para con los considerados enemigos políticos por sus principios religiosos o políticos.
En el Frente de Fraga 1938.
En pleno ataque.

Conforme la sublevación derivaba en una guerra y las zonas ocupadas se constituían en un nuevo Estado, la represión fue institucionalizándose. La depuración política y la censura alcanzaron todos los niveles y se extendieron a todas las actividades, tanto públicas como privadas. Se pretendió enmascarar esta situación con la emisión de diversos decretos y disposiciones legales, que culminaron con la publicación el 9 de febrero de 1939 de la ley de “Responsabilidades Políticas”. Ley, que ya en su artículo primero violaba uno de los principio irrenunciables del Derecho al sancionar “retroactivamente”: «Se declara la responsabilidad política de las personas, tanto jurídicas como físicas, que desde el 1 de octubre de 1934 y antes de julio de 1936 contribuyeron a crear o agravar la subversión …» (Moliné Escalona, M. Zaragoza, 2001)
Cerro Muriano en el Frente de Córdoba.
Soldados en la trinchera.
Amparados en estas disposiciones, los consejos de guerra dictaron, en ausencia de cualquier garantía procesal, numerosas sentencias de muerte tomando el relevo a los falangistas y los fusilamientos por rebelión militar se sucederían a lo largo de toda la guerra. Esto no impidió que continuaran los paseos hasta mucho después de acabar la guerra, si bien a una escala muchísimo menor que durante los primeros meses del conflicto. El máximo apogeo se alcanzó con el nombramiento en octubre de 1937 de Severiano Martínez Anido como jefe de Seguridad Interior para la retaguardia. Para completar el cuadro, los sublevados extendieron la represión al frente, principalmente con el bombardeo de la aviación sobre objetivos civiles, como Guernica o Granollers. Fue tal la dimensión alcanzada por el terror que desde las propias filas franquistas fue considerada la situación como intolerable. (Moliné Escalona, M. Zaragoza, 2001)
Rendición de soldados.
Una vez finalizada la guerra, el proceso de “normalización” continuó desarrollándose. A partir de las denuncias efectuadas por cualquier vecino o de las pesquisas realizadas por los servicios de investigación de la Falange, la Guardia Civil o la propia Falange procedían a la detención del sospechoso. Las delaciones eran consideradas como un deber patriótico.

Famosa foto de Capa que representa a un soldado herido de muerte.

En el frente de Tardienta.
 
El detenido, si sobrevivía al interrogatorio, comenzaba un rosario de instrucciones sumariales para finalizar delante de un consejo de guerra, normalmente masivo, donde el defensor, un militar, poco o nada podía hacer salvo pedir clemencia. Si le declaraban culpable y era condenado a muerte, el reo era trasladado a la cárcel donde, de madrugada, se efectuaban las sacas. Igual suerte corrieron muchos de los que, confiados por la propaganda nacionalista, volvieron de Francia tras la finalización de la guerra. Militares leales a la República y dirigentes de los partidos políticos y sindicales fueron los principales objetivos durante la posguerra.

Republicanos asturianos huyen en barco de pesca.

La propaganda rezaba así: «si no has manchado tus manos con delitos comunes ven. Franco te ofrece la paz, trabajo, pan y justicia. Si nos has cometido crímenes, no tienes que temer. La España Nacional es justa y generosa. La España nacional ampara al prisionero que no ha cometido crímenes»

Bombardeo en la carretera de Barcelona se acabó el viaje con los caballos muertos.
En definitiva…, la represión se consolida, bajo cobertura legal, como instrumento político para asegurar y defender el nuevo Estado, siendo las propias autoridades las que inician y extienden el terror por toda España como medio para alcanzar sus objetivos políticos.

El final de la guerra y la huida a la frontera francesa.

Como Juan Ortiz Garrido fueron miles de ciudadanos españoles los que durante la Guerra Civil Española de 1936 a 1939 y la inmediata posguerra, se vieron forzados a abandonar su tierra natal, su país, y desplazarse a otros países por motivos ideológicos y de conciencia, o por temor a las represalias por parte del bando vencedor y del régimen político instaurado en España; pensando permanecer en el extranjero hasta que la evolución de las circunstancias internas del país, les permitiera regresar paulatinamente, si bien fueron muchos los que finalmente se integraron en la sociedad francesa que les dio refugio, contribuyendo en algunos destacados casos a su desarrollo.
 
Juan Ortíz Garrido con su familia años después.
 
Ese fue el caso de nuestro paisano Juan Ortíz Garrido, tal como lo podemos ver, ya en edad madura, rodeado de su familia. Juan ocupa la parte central inferior de la foto, a su izquierda tiene a su esposa Isabel Cubillas Pérez, una mujer entrañable que conocimos en el año 1992 en los alrededores de París. También conocimos a su hija Victoria Ortiz Cubillas, casada con un aparejador o arquitecto francés de apellido Maurel. Victoria lleva en sus brazos quizá a su hija Aline Maurel Ortiz, posiblemente la mayor de sus dos hijas. Detrás de Juan Ortiz Garrido está su hijo Juan Antonio Ortiz Cubillas con bigote, a su derecha su esposa francesa Silvie y a su izquierda su tío Manuel Cubillas Pérez, hermano de Isabel (Esta foto fue enviada con amabilidad por Esther Navarro. Había sido entregada a su tía Juana Ortiz, hermana de Juan Ortiz, y a su muerte la entregó a su hermana Rafaela Ortiz. Esther Navarro sobrina de Juan Ortiz nos añade en el comentario del correo enviado que se contaba en la familia que Juan Ortiz Garrido “quedó a pocas personas detrás de los que en fila iban a entrar en los hornos del campo de concentración”. Suponemos que más que a los hornos crematorios, a los que pasaban los cadáveres, estaría entre los que iban a entrar en alguna tanda de los que iban a ser gaseados en las cámaras o salas preparadas al efecto por los nazis alemanes.

Juan Ortiz Garrido nacido en Higuera de Arjona (hoy Lahiguera) en fecha 13 de enero del año 1904, vivió de casado en el número 12 de la calle San Sebastián de Lahiguera; después de su participación en la guerra Civil en 1936-1939, y dadas las noticias que le enviaba su joven esposa Isabel Cubillas acerca de la represión del bando vencedor, decidió cruzar en huida a Francia y después de estar en campo de deportado, tras la entrada de Francia en la segunda Guerra Mundial, sufrió la persecución y prisión alemana cuando estos invadieron progresivamente Francia.
Juan Ortiz Garrido, nuestro paisano en Mauthausen fue deportado el día 7 de Abril de 1941 al Campo de Mauthausen, procedente de la prisión o stalags XVII-A (Kaisersteinbruch) donde tuvo el número de matrícula en el Campo con la cifra 4819, constando según la documentación consultada que no siguió un posterior itinerario a otros subcampos o Kommandos del de el mismo Mauthausen, tal como ocurrió con otros muchos de los deportados originariamente a este Campo, que después fueron enviados a otros, sobre todo a Gusen; tampoco consta que Juan Ortiz Garrido tuviese otro número de matrícula como consta tuvieron otros deportados a Mauthausen que después fueron trasladados a Kommandos o subcampos como el de Gusen, KLM, Dachau, Hartheim, Steyr, Allach, Hersbruck, etc.
Según los datos, con que consta en el registro del Campo Central de Mauthausen (Konzentrationslagers Mauthausen o KLM), de entre los que en el mismo registro podían aparecer como L de Liberado; F de Fallecido; D de Desaparecido; E de Evadido, o “De Situación desconocida”, nuestro paisano Juan Ortiz Garrido aparece con la L de Liberado el día 5 de Mayo del año 1945 en el mismo Campo Central de Mauthausen. 

Esta otra foto enviada es quizá la original, en ella se aprecian mejor los fotografiados de la parte inferior. Dijo Esther que las fotos habían estado hechas con móvil por lo que rogaba disculpas. En cualquier caso quedamos muy agradecidos.
 
Según mis recuerdos de conversaciones oídas a la familia de mi esposa, Juan Ortiz, como un gran sector social de obreros del campo, era de ideas izquierdistas. No es de extrañar,… el republicanismo jiennense destaco desde sus comienzos por ser uno de los más activos y movilizados de todo el país. En el año de 1871 la provincia de Jaén contaba ya con 63 comités locales republicanos, solo era superada en número de afiliados por la provincia de Alicante. El republicanismo de izquierdas tuvo sus momentos álgidos en las primeras décadas del siglo XX, décadas que supusieron el intento más serio de unión entre las distintas facciones republicanas que formaron Unión Republicana en 1903.
El republicanismo jugó un papel importante en los medios rurales, con la creación de Centros Obreros, que tuvieron gran repercusión, tanto desde el punto de vista de la socialización política, es decir, del aprendizaje e interiorización relacionadas con la toma de conciencia de su condición de ciudadanos, y en cierto modo, en la medida de sus posibilidades, en la oportunidad de defender sus derechos laborales en el duro trabajo del campo, para reclamar sus derechos y expresar un nuevo espíritu de ciudadanos con el que antes no contaban; sobre todo por la participación en la toma de decisiones en un entorno fundamentalmente agrícola.
Desconozco si Juan Ortiz tuvo alguna filiación política determinada, quizá fuese simpatizante políticamente de Unión Republicana o de Ezquerra Republicana, como lo fue un amplio sector de obreros del campo de aquellos años. Siempre escuché que no se había significado políticamente en el pueblo; pero que Isabel, su mujer, le sugirió por carta que no volviese a Higuera al finalizar la Guerra Civil porque muchos partidarios de la “República eran apresados, juzgados y metidos en la cárcel”. Esta debió ser la razón por la tomó el camino del exilio a Francia.
Comienza el exilio para muchos soldados republicanos al finalizar la guerra civil.
Dos soldados entran en puesto fronterizo de Le Perthus, acaban de llegar a Francia.
Anarquistas cruzan por las montañas del Pirineo.

Cuando estuvo en Francia de regreso de Mauthausen, pensaron que la forma de agruparse la familia, sería que Isabel, con sus hijos Juan Antonio y Victoria, se marchasen para encontrarse con su marido y padre respectivamente, con la esperanza que esa nueva tierra los acogiera a los cuatro. Isabel vendió la casa que tenia en la calle San Sebastian, 12 y todas sus pertenencias y con el dinero acumulado de las ventas llegaron en un viaje sin fin a la frontera franco española.
Al llegar a la frontera francesa se les presento el problema del salvoconducto y sin dinero tuvieron que volver a Higuera como pudieron. Imagino la travesía de ida y vuelta que Isabel sufrió con sus hijos. Cuando volvió a Higuera estuvo trabajando en la casa panadería de Alfonsete y su hijo Juan Antonio, que aunque preadolescente era cuidador y compañero de juegos de mi cuñado Manuel.
Desconocemos el año de la marcha definitiva de Isabel a Francia con sus hijos, suponemos que seria posterior a la vuelta del internamiento de Juan Ortiz en Mauthausen, porque, ¿qué iba a hacer Isabel con sus hijos en Francia, si Juan había sido enviado al campo de concentración?
Las familias dejan sus casas y sus pueblos y se lanzan a carreteras y caminos en busca del exilio.

















Durante los primeros meses de la guerra, y particularmente en el periodo de agosto a diciembre de 1936, se produjeron los primeros desplazamientos de refugiados y exiliados principalmente hacia Francia, desplazamientos  que tenían todavía cierto carácter provisional, y agrupaba a un colectivo de personas provenientes de las regiones fronterizas de Aragón, Cataluña y el País Vasco. Estos desplazamientos estaban marcados por los episodios de violencia sistemática en contra de la población civil, tanto como resultado de la represión por motivos ideológicos, por parte de las fuerzas sublevadas, como por los partidarios de la revolución social y el avance de las operaciones militares. En el caso de los huidos de Aragón y Cataluña, la mayoría de los huidos lo eran por su condición de proximidad al bando nacionalista sublevado y la persecución de los seguidores de la CNT y la FAI; en el caso de los huidos del País Vasco lo hacían como partidarios del Gobierno republicano establecido y huían del avance del frente de Irún; en otros casos eran simplemente grupos de personas "neutras políticamente" que se veían amenazadas por el clima de hostilidad y violencia que se vivía en ese periodo de nuestra historia. (Bartolomé Bennassar, 2004).

Familias jóvenes huyen con hijos pequeños.
Mujeres y niños camino el exilio francés.



La salida de los republicanos de España y su marcha al exilio no se produjo en un único momento y de una sola vez. Los flujos de población se fueron realizando prácticamente desde los primeros meses de la guerra, y su detonante no fue otro que la violencia sufrida por la población civil en la represión, ejercida por los nacionales progresivamente en las zonas conquistadas. Podemos señalar cuatro oleadas de emigración, de volumen desigual y en diferentes momentos:
1. Verano de 1936: Con la toma del País Vasco, apenas un mes después del estallido de la contienda, marcharon a Francia entre 15.000 y 20.000 personas. Este movimiento migratorio fue provisional, de hecho los paisanos civiles vascos que salieron después de la toma de Irún, regresaron en su mayoría un mes después; los militares acabarían reincorporándose al Ejército republicano.
2. Junio de 1937: A partir del mes de mayo de 1937, el mayor centro de la guerra es el frente Norte, y su desplome ocasionaría otro gran importante movimiento de población. Se calcula que serían unos 135.000 los españoles camino del exilio.
3. Primavera 1938: Con la ocupación del Alto Aragón por los nacionales se producirá un tercer flujo de alrededor de 25.000 personas, y así a finales de 1938 el número de refugiados españoles puede estimarse en más de 40.000, entre los que se encontraban muchos niños.
4. El gran éxodo de 1939: La cuarta oleada de refugiados fue la más importante y comienza con la retirada que se va a producir después de la caída de Cataluña a finales de enero de 1939. Buscan refugio en Francia no sólo los soldados derrotados del ejército regular sino también los civiles amenazados por la venganza de los vencedores. Barcelona cae el día 26 de enero y comienza el éxodo de miles de personas; pero la frontera francesa se encuentra cerrada y no se abrirá hasta el día 28 y sólo para las mujeres y los niños y, tres días después para los heridos. El 5 de febrero finalmente se autoriza la entrada de las tropas republicanas, cruzando la frontera el presidente de la República, Azaña, y los presidentes de la Generalitat y Euskadi, Companys y Aguirre. La última evacuación de la guerra se producirá en el mes de marzo, tras la ocupación franquista de la zona central, y se realizará desde la costa levantina por vía marítima.
Multitud de niños acompañan a sus padres en 1938.



















La marcha por la nieve de una familia.
















Refugiados por el paso de Prat de Monlló.
Camino de la frontera.

Esta emigración constituyó por otro lado un serio impacto en nuestra demografía, un impacto tanto más sensible por cuanto desde un punto de vista laboral, se compone fundamentalmente de personas jóvenes, y porque desde un punto de vista cultural, engloba en su seno una apreciable proporción de personas de los niveles más elevados en cultura. En fin, tanto por las especiales circunstancias de masificación en las que se produce, como por los extraordinarios acontecimientos internacionales, que a los pocos meses de haberse producido inciden directamente sobre ella, esta emigración representa, para buena parte de sus componentes, una expatriación especialmente penosa y duradera.
Aquella guerra iniciada en 1936 tuvo su final con la derrota republicana en abril de 1939, consecuencia de la misma, y a medida que las tropas franquistas iban tomando Cataluña, el 15 de enero tras la caída de Tarragona, se inicia un exilio masivo, cuya desgarradora marcha se desarrolló en las carreteras catalanas que conducían a Francia. Aquella huida desesperada estaba formada por mujeres, ancianos, niños, soldados y discapacitados que “huían empujados por el miedo físico o psicológico de los últimos momentos de una guerra perdida”. (1).

Comienzan a llegar soldados a Francia.
Recepción de un grupo de llegados a Boulou.
La mayoría de esos exiliados que traspasaron la frontera con Francia eran gentes provenientes de las provincias catalanas, aunque también es cierto que ese éxodo se había nutrido con anterioridad de personas de las más diversas procedencias peninsulares. Este hecho se debió a que Cataluña fue alimentándose de aquellos refugiados procedentes de las zonas ocupadas por los ejércitos franquistas. Según las cifras aportadas por el historiador J. Rubio, geográficamente el cuadro regional que conformó el exilio masivo de 1939 en Francia, se distribuía así de las siguientes regiones: Cataluña con un 36.5 por ciento, Aragón con un 18.0 por ciento, Levante: 14.1 por ciento, Andalucía: 10.5 por ciento, Castilla la Nueva: 7.6 por ciento, Norte de España (País Vasco, Santander y Oviedo) con un 8.1 por ciento. (9)










Cruzaron la frontera y ven sus esperanzas rotas al ver lo que les espera.
La mayoría de las personas que iniciaron el éxodo eran gente corriente, solda­dos y población civil con una trayectoria de vida sencilla, pero fuertemente marcada por los eventos bélicos y tensiones políticas de la época. La mayoría de los españoles que atravesaron los Pirineos en 1939, y que acabaron instalándose allí, eran también fundamentalmente proletarios, y conocedores de la problemática sindical de aquel momento; aunque también había un considerable núcleo de personas con profesiones liberales. El conjunto estaba compuesto por personas de todas las regiones de España... Desde el punto de vista sociológico ese exilio significó un profundo desarraigo del cuerpo nacional español. 











 
 
 
 
 
 
 

A medida que se desarrollaba el conflicto, el carácter provisional del exilio fue volviéndose más permanente y masivo en el caso de los desplazados próximos al bando republicano, al punto…, que los episodios de huida en desbandada continuarían produciéndose, por lo que se emprendieron acciones desde el gobierno republicano, para ordenar de manera planificada algunas de las evacuaciones, particularmente las de los menores. La Oficina Central de Evacuación y Asistencia al Refugiado fue constituida en octubre de 1936, en vísperas de la batalla de Madrid, en previsión de realizar operaciones masivas de evacuación hacia la costa mediterránea; mientras que en noviembre fue creada en París el "Comité d'accueil aux enfants d'Espagne" por parte de la CGT.
Las primeras evacuaciones de niños se produjeron desde Madrid y Valencia, con el envío de 100 menores hacia la URSS en febrero de 1937, y desde el País Vasco, donde se evacuaron a 450 personas hacia la isla francesa de Oleron, en la colonia "Casa Dichosa". Más adelante, cerca de 300 de ellos fueron llevados a París y los restantes, albergados en Oostduinkerke, en Bélgica. (Alted Vigil 2002, 126).

Españoles exiliados en la frontera francesa.
Al finales de 1938, se estima que en suelo francés permanecían 40.000 emigrados, aunque se consideraba que mantenían una situación de desplazamiento provisional. (Bartolomé Bennassar (2004), pp. 362-363), (Denis Peschanski,  2001).

Mujeres y niños refugiados llegados a Le Perthus, 12 de febrero de 1939.
Refugiados en la frontera francesa.
Gendarme francés ofrece víveres en la calle de Perthus a los niños, 28 de enero de 1939.
Llegada al paso de Le Perthus de exiliados españoles.
 

En la mayoría de los casos los campos de acogida eran unos terrenos cercados con alambradas en arenales próximos a las playas del sudeste francés y estaban permanentemente vigilados como puede comprobarse a la derecha de la foto.
Construcción del campo de acogida de Gurs en el Rosellón.
Comienzan a construirse los barracones para los refugiados.

Refugiado duerme al raso en el "Campo de acogida" de Saint Cyprien.
El primer “centro especial” para acoger refugiados se instala en Rieucros (Lozère), cerca de Mende, por decreto de 21 de enero de 1939. Posteriormente, entre marzo y abril de 1939 se crearon seis centros en las periferias de los Pirineos Orientales para el internamiento de milicianos: en Bram (Aude) reservado a los ancianos; Agde (Hérault) y Riversaltes (Pirineos-Orientales) destinado a los catalanes; Sepfonds (Tarn-et-Garonne) y Le Vernet (Ariège) para los obreros y Gurs (Basses Pyrénées). Estos dos últimos centros fueron los campos franceses más importantes y funcionaron hasta 1944, encerrando y exterminando a judíos, españoles, rumanos, gitanos y otros europeos indeseados para los nazis y para una parte importante de los franceses. A estos centros de internamiento se le sumaron otros como Argèles-sur-Mer, Saint-Cyprien (sumando ambos más de 180.000 internados), Prats-de-Molló y otros más pequeños como Noé y Barcarès (cerca de 150.000 refugiados). 

Las carreteras quedan colapsadas de vehiculos en la marcha al exilio.
 
Refugiados de Port Vendres.

La Guardia Móvil recoge las armas a los exiliados españoles.
Registros en el campo de Prat de Monlló.
Localización de los "Campos de Acogida" franceses.
Llegada al campo de Argelés sur Mer y Le Barcares.

El campo de Argelés sur Mer en la arena de la playa y aseo y desparasitación de los exiliados en el agua del mar. Abajo un día de baño en la playa de Argelés sur Mer.




Vigilancia permanente en los "Campos de Acogida" a cargo gendarmes franceses y de guardias árabes africanos a caballo de las colonias francesas en África.
 
Nada más pasar a Francia, los españoles eran agrupados en campos de selección. Se producían entonces las separaciones familiares. La mayoría de las mujeres y niños eran conducidos en camiones o trenes hacia distintos pueblos del interior de Francia donde eran alojados en improvisados refugios. Una parte acabaron en los campos de la arena. Muchas personas, desesperadas por las condiciones en las que se encontraban, claudicaron ante las presiones que ejercía el gobierno francés para que retornaran a España. Junto a este deseo de fomentar el retorno a España, el gobierno francés trató de alentar la reemigración a terceros países. En los primeros momentos del éxodo, los republicanos españoles resultaban unos elementos gravosos y molestos. Más tarde se vería su utilidad, sobre todo en el caso de los hombres como mano de obra joven.

 Diálogo familiar a través de la alambrada en Argelés sur Mer.
Esposa habla con su marido en el campo de Argelés sur Mer.
El 14 de abril de 1938 llega al poder en Francia el nuevo Gobierno de Daladier. Se adoptaron una serie de disposiciones legislativas y reglamentarias con objeto de controlar, vigilar y reprimir a los extranjeros, marcadas por la xenofobia imperante, y de las repetidas llegadas de refugiados. Entre otras cosas, estas normas, en razón de “la preocupación por la seguridad nacional, por la economía general del país y por la conservación del orden público”, se distingue entre el extranjero de buena fe y el considerado “indigno de permanecer en nuestro suelo”. Para un eficaz control, el ministro de Interior podía poner en arresto domiciliario a cualquier extranjero, siendo potestad de los prefectos de la policía prorrogar o negar la validez del visado para los extranjeros. Este último sólo era otorgado para un departamento preciso, a excepción de los departamentos fronterizos.


Recien llegados al campo empiezan a organizarse.

Primeros días en el campo de Argelés sur Mer antes de construir sus chozas.
Reencuentro con la familia en el Campo de Argelés sur Mer. Abajo partiendo en el Campo de Argelés sur Mer los trozos de carne que van a servir de alimento a los refugiados.
Al no disponer de albergues comienzan a hacer chozas con las cañas de entorno y todo lo que encuentran.
Exiliados en Argelés sur Mer vigilados constantemente por la guardia francesa y guardias a caballo de las posesiones africanas de Francia.

Los refugiados pudieron resistir las pésimas condiciones a las que fueron sometidos en Francia desde el principio: campos de concentración, compañías de trabajadores extranjeros,...etc. De la misma manera que luego se adaptaron al país de acogida y se transformaron en excelentes técnicos, metalúrgicos y en elementos vitales para la reconstrucción del país (Francia) al finalizar la guerra mundial.

El gobierno francés, aprovechándose de las precarias condiciones en que se encontraban los republicanos españoles, y sus deseos por obtener algo de libertad, además de amenazarles con endurecer aún más sus condiciones, propuso la salida a los campos de trabajo por la comida y 0,50 francos mientras durase la preparación de la guerra, utilizando para ello a miles de refugiados. De esa manera cubrían las vacantes en las fábricas, pues la guerra estaba muy cerca y necesitaban mano de obra barata hasta el fin de la derrota servida en bandeja a los alemanes. El negocio para el gobierno francés era redondo…
(5 de 6) GUERRA CIVIL ESPAÑOLA - EXILIO 
 
(6 de 6) GUERRA CIVIL ESPAÑOLA - EXILIO:
Entre aquella población civil suponemos que la gran mayoría no tenían responsabilidades políticas ni militares, por lo tanto no pueden ser consideradas como represaliados que buscaban necesariamente el exilio;  entonces, podemos preguntarnos: ¿por qué huían? Según la escritora Teresa Pàmies “la gran masa de la población civil seguían un impulso colectivo, pensando algunos que en Francia encontrarían al marido, al hijo, al padre, al hermano; y que pasada la borrasca retornarían juntos a empezar de nuevo la vida en familia, aunque faltasen algunos, muertos en las trincheras, en los bombardeos o, sencillamente, desaparecidos en la vorágine de la guerra”.  (2).
Grupo de refugiados llega a Mauresque, 30 de enero de 1939.
Huida por los caminos y montañas.
Las familias salían de su casa con todo lo que podían llevarse.

Nuevas llegadas a los campos  de refugiados por todos los caminos posibles.
Como ya hemos referido, la mayor avalancha de exilados se produjo con ocasión de la pérdida de Barcelona por la República (febrero de 1939). En esos momentos más de medio millón de personas huyeron a Francia. Sobre todo en los primeros momentos, y una gran parte de ellos fue internada en los campos, que el gobierno francés de Daladier habilitó para el caso. Las condiciones en tales campos fueron deplorables, como en el caso del Campo de concentración de Gurs. En esos primeros meses se produjo el regreso a la España (ya enteramente dominada por los nacionales franquistas) de alrededor de la mitad de quienes se refugiaron inicialmente en Francia.

Pase que se entregaba en el Campo de Gurs, para controlar la movilidad a algunos refugiados con coche.
Campo de Concentración de Gurs, uno de los que tenía peores condiciones para albergar a los refugiados.
Refugiados españoles en el Campo de Gurs, próximos a la costa atlántica francesa cerca de Pau.
La huida masiva de aquella masa humana conllevó una serie de elementos añadidos a los de por sí desgarradores, aparte de lo que suponía dejar su mundo anterior, sus casas y su tierra, para lanzarse a un mundo oscuro y desconocido, tan sólo lleno de esperanza. El continuo bombardeo de la población en retirada, las inclemencias del tiempo agudizado por un frío invierno, el abandono de sus enseres personales por el camino y lo que aquello significaba para muchas personas, que dejaban tirados, en la cuneta de su camino, los recuerdos de toda una vida.
Comienza una nueva vida en los campos de concentración, que en muchos casos terminara cuando se inscriban en los Campos de Trabajadores Extranjeros tan sólo unos meses más tarde.

El cruce por las fronteras se hizo a través de Latour de Carol, Bourg Madame, Prats de Molló, Le Perthus, Cerbère. Estos puestos fronterizos del departamento de los Pirineos Orientales, se vieron colapsados por aquel alud de refugiados que intentaban traspasar la frontera. En principio se trató de mujeres, niños y ancianos, pero al poco tiempo a aquella población civil se le unieron los combatientes, que huían del avance nacionalista. El día 22 de enero, ante el derrumbe definitivo del frente del Ebro, el gobierno republicano ordenaba la evacuación de Barcelona, iniciándose una retirada masiva de población civil y fuerzas militares en dirección hacia la frontera francesa.  
Enlaces que se pueden consultar en internet:
Españoles en la tormenta (I): 1939 - 1945. "El exilio ordinario":
https://canal.uned.es/mmobj/index/id/10588
Españoles en la tormenta (II). 1940 - 1945. "Los campos de la muerte"
https://canal.uned.es/mmobj/index/id/10596
Españoles en la tormenta (III). 1939 - 1945. "Resistencia en Francia. El maquis".
https://canal.uned.es/mmobj/index/id/10653
Españoles en la tormenta (IV). 1939 - 1945. "Resistencia en Francia. Guerrilla urbana".
https://canal.uned.es/mmobj/index/id/10604
Españoles en la tormenta (V). 1940 - 1945. "Oradour: pueblo mártir".
https://canal.uned.es/mmobj/index/id/10762


Espagne 1939 La Retirada (5): 


Exilios I. Refugiados españoles en el mediodía de Francia:
 
Documental de la UNED: Exilio:https://www.youtube.com/watch?v=JwZCgSHFDEc

Cabe destacarse que los pasos fronterizos no siempre estuvieron abiertos. El 28 de enero, dos días después de la ocupación de Barcelona por las tropas nacionalistas, el ministro republicano de Estado, Julio Álvarez del Vayo, conseguiría del gobierno francés la apertura de la frontera francesa para acoger a miles de refugiados civiles españoles. El 5 de febrero, después de dejar pasar solamente a población civil, las autoridades francesas aceptarían también la entrada en su territorio a los combatientes, a cambio de su desarme e internamiento en campos de concentración. (12).  En poco más de unas tres semanas, el último día del cruce masivo fue el 10 de febrero, entraron unas 465.000 personas en el departamento de Pirineos Orientales costero y agrícola.
Refugiados españoles dirigiéndose desde Boulou a Argelés sus Mer.

Civiles y militares llegan el 29 de enero de 1939 a Francia.





El éxodo de finales de enero y principios de febrero de 1939, condujo al Departamento francés de Pirineos Orientales a un contingente de población, que se sitúa en torno a las 465.000 personas. Su procedencia geográfica era muy diversa con un predominio de catalanes y aragoneses, también se daba una diferenciación social, profesional y en cuanto a la adscripción política. Era todo un colectivo el que se veía obligado a exiliarse, pues, junto a los restos de un ejército en derrota, a los dirigentes políticos, a los cuadros de la administración republicana; iban mujeres, niños, ancianos y enfermos…
En los últimos días de enero y primeros de febrero de 1939, la evacuación de los heridos fue accidentadísima, a causa de los continuos cierres de los pasos fronterizos (Puigcerdà, Camprodon, La Junquera y Port-Bou). Otras causas eran las dificultades para hacer entrar en razón a la población civil que invadía las carreteras, y conseguir que dejasen libre la parte izquierda de la calzada. Las autoridades francesas decían no poder admitir más que 2.500 ó 3.000 heridos. Y a condición de que cada herido estuviese en posesión de su ficha médica. Los franceses no habían previsto otro alojamiento para nuestros heridos que el de tres buques hospital, anclados en Port-Vendres, al sur de Perpiñán. En los que acomodaron, en condiciones pésimas, a algo más de mil heridos y donde, según el testimonio del doctor Julio del Águila, el material sanitario disponible era similar a la de un simple dispensario municipal...

Instalados en el campo de refugiados comienza la vida más normalizada para los niños y para los mayores.
Salvo unos centenares de heridos evacuados hacia los hospitales civiles de Perpiñán, Narbonne, Carcassonne y Beziers, los restantes heridos, varios miles, fueron internados en los campos de concentración de los Pirineos Orientales: Argelès-sur-Mer, Saint-Cyprien y Barcarés. Respecto las condiciones de vida en los citados campos son elocuentes los informes del general médico francés Peloquin y del doctor Joaquín d'Harcourt, Jefe de la Sanidad de Guerra del Ejército republicano español. Señalaron que la disentería y la neumonía causaban verdaderos estragos entre ellos, sobre todo en los internados con menores defensas como los heridos de guerra, así como la fiebre tifoidea, la tuberculosis y en algunos casos la lepra. La tercera parte de los internados sufría tiña y sarna, siendo muy frecuente la ulceración de la piel y la inflamación de la garganta, debido a las violentas tempestades de arena que el viento originaba. El doctor d'Harcourt agregaba que los trastornos mentales y neuróticos constituían un problema mucho más grave que el resto de las enfermedades. Algo más tarde, este médico declararía a la escritora Isabel de Palencia que «a varios centenares de médicos españoles se nos prohibió terminantemente atender a nuestros heridos y enfermos».
Esta decisión de no dejar actuar a los médicos españoles fue una de las decisiones más arbitrarias e inhumanas, que los franceses tomaron contra los españoles, tanto más cuanto las quejas sobre la carencia y la incompetencia de los médicos del país era unánime, en lo referido a los médicos militares como civiles. El doctor d'Harcourt y el enviado del periódico inglés The Times (en el n.° del 24 de febrero de 1939), aseguraban que muchos soldados republicanos heridos habían sufrido amputaciones innecesarias, porque los médicos franceses no sabían poner escayolas e ignoraban también los nuevos métodos para prevenir las infecciones de las heridas, descubiertos durante la guerra civil española por el doctor Josep Trueta. Federica Montseny, en su libro “Pasión y muerte de los españoles en Francia”, da detalles de una epidemia de tifus declarada en el campo de concentración de Bram, a mediados de 1940: «El jefe médico, el doctor Leboeuf, ordenó una vacunación general que, cuando los internados habían contraído ya la enfermedad, la agravaba sin remedio, lo cual produjo en pocos días medio centenar de muertes».
 
Por estas y otras razones, los médicos y enfermeras de la Central Sanitaria Internacional, que desempeñaban el servicio de tres puestos de socorro, serían destituidos. La negligencia llegó a tales extremos que en la enfermería del campo de concentración de Gurs, donde estaban internados la mayor parte de los Internacionales, nuestros soldados aviadores y un centenar de heridos, no había, a mediados de marzo de 1939, ni un simple termómetro. De otro campo, el de Vernet de Ariège, el escritor inglés, Arthur Koestler, en su libro “La hez de la Tierra”, remata su testimonio con estas palabras: «En cuanto a comodidad e higiene, Le Vernet tenía un nivel digno de la Edad de Piedra... inferior incluso al de los campos hitlerianos.

Había una cuarta parte de enfermos que no tenía platos ni cucharas, ni tenedores, ni jabón... La mitad de los prisioneros dormían, sin mantas, a diez  grados centígrados bajo cero. Para completar el cuadro tenemos el testimonio de un sacerdote, Jesús Arnal, que ha escrito: «De Francia, quiero hacer constar, no recibimos nada, absolutamente nada, ni siquiera agua, pues la tomada en las estaciones era como si la estuviésemos robando, tal como comprobamos cuando acompañábamos a los heridos transportados hacia el interior del país. En cambio, ellos sí que se aprovecharon de todo lo nuestro, y con bastante prisa. Las magníficas ambulancias Dodge, algunas donadas por los actores y actrices de Hollywood, de las que estaba dotado el ejército gubernamental, llegaron a Bourg-Madame y al día siguiente vimos circular varias con matrícula francesa y, para más detalles, algunas conducidas por monjas».

Encienden una hoguera en el campo de Bram.
Llegada de suministro al campo.
Durante algún tiempo muchos españoles se preguntaban: si las autoridades francesas no habrían sido sorprendidas, realmente, por la rapidez de los acontecimientos y por la arrolladora avalancha de fugitivos, que se desparramó en poco más de cuatro semanas por el Pirineo Oriental. La respuesta, clara y contundente, fue dada en mayo de 1940, cuando se comprobó que en el curso de una retirada mucho más vertiginosa y desordenada que la de los exiliados españoles; cuando en la huida de sus países, se adentraron en territorio francés más de tres millones de refugiados: la mayoría belgas, franceses del norte y holandeses, en un par de semanas, las que pasaron entre 10 al 25 de mayo y, a pesar de la precipitación, ni uno solo de ellos fue a parar a un campo de concentración. Entonces, si que se requisaron hoteles, balnearios, castillos, mansiones deshabitadas... es decir: se hizo lo indecible para acogerlos decentemente a los refugiados, y se consiguió. El cinismo desplegado por los gobernantes franceses, para justificar lo injustificable, llegó a extremos inauditos. Así, en marzo de 1939, en la Asamblea Nacional de Diputados de París, el ministro del interior, Albert Sarrault, un radical socialista, explicaba su pasividad con estas palabras: «Los franceses no podían empezar a construir albergues para los refugiados, mientras los republicanos siguieron luchando; habría sido un insulto a su valentía. Si los preparativos hubiesen llegado a conocerse se habrían levantado multitud de protestas. Se me habría acusado de predecir el colapso del frente catalán y de contribuir a él con mi predicción; se me abría acusado de atraer a Francia un éxodo que, hasta el último minuto, he tratado de prevenir.» Sin embargo, La Dépêche de Toulouse, en su número del 5 de febrero de 1939, había publicado una fotografía de la agencia de noticias France Presse, que presentaba a soldados franceses de unidades montañeras cavando trincheras cerca de Osseja (en la región de la Cerdaña), para tratar de interceptar la supuesta temida invasión de las tropas españolas y en las que se llegaron a instalar máquinas automáticas para repeler a los españoles. Nos preguntamos al respecto: ¿si con estas medidas no se contribuía a aumentar la desmoralización de los republicanos españoles? ¡Qué jeta la del ministro socialista radical francés.
Los primeros refugiados que cruzaron la frontera se encontraron con que no se había previsto ninguna medida por las autoridades francesas para su acogimiento; lo único que se hizo fue la vigilancia constante por las fuerzas de orden público formadas por soldados coloniales marroquíes y senegaleses, los mismos que ahora vienen en las terribles pateras. Además la mayor parte de los recién llegados, lo hacían en unas condiciones deplorables, aquejados de diversas enfermedades como la disentería, sarampión, difteria y tos ferina, así como numerosos heridos tanto militares como civiles. Por consiguiente hubo que improvisar, los grupos más débiles, mujeres, niños y ancianos se distribuyen por distintos departamentos franceses alejados de la frontera, a excepción de la región parisina que fue preservada, mientras que los heridos más graves eran evacuados a diversos hospitales. Los hombres fueron agrupados en zonas descampadas, rodeadas por alambradas y qué, pomposamente, fueron llamados por los franceses “campos de acogida”, mientras que por los recién llegados comenzaron a llamarse “campos de concentración” por las condiciones deplorables en que quedaron alojados.
 
La dureza de estas condiciones se refleja en todos los testimonios de los protagonistas, de los que a modo simplemente ilustrativo citaré alguno de ellos:
Lluís Montgut cuenta como el grupo del que formaba parte fue llevado a un terreno baldío situado cerca de Prats-de Molló, donde tuvieron que dormir al raso en una cuneta cubierta de ramas.
Antoine Miró, fue conducido fuertemente escoltado a un prado cercado, que los gendarmes cerraron con una cadena a su alrededor a la que colocaron un candado, siendo además vigilados por un cordón de soldados senegaleses, fusil en mano. Y todo ello con 10 centímetros de nieve, sin un lugar donde guarecerse y nada para comer o beber.
Mariano Constante cuenta la marcha forzada entre la estación de Caussade y el campo de Septfonds, bajo la vigilancia de un regimiento de senegaleses: “Armados con fusil y con un corta-cuellos o machete, nos empujaban sin miramientos, dirigidos por jóvenes oficiales franceses.

Otros enlaces interesantes que pueden consultarse en internet:
El exilio republicano español (I). 1939-1945. Refugiados españoles en el mediodía de Francia:
El exilio republicano español (II). 1945 – 1977:
 https://canal.uned.es/mmobj/index/id/7586

La actitud de las autoridades francesas hacia los refugiados españoles irá cambiando a medida que éstos pasaron de ser, en los primeros momentos una carga difícil de mantener, a ser un potencial de mano de obra barata y una reserva para su ejército. A partir de abril de 1939, se dictan varias medidas conducentes a retener en el país la población masculina comprendida entre veinte y cuarenta y ocho años, y quedará así constituida en mano de obra permanente al servicio de Francia, al tiempo que se organizan los campos en Compañías de Trabajo: las más duras, las destinadas a fortificar las fronteras, llevarán un régimen militar; otras se dedicarán a trabajos públicos, industrias de guerra y agricultura, ya en el horizonte de la Segunda Guerra Mundial.
El tiempo transcurrido en los distintos campos de acogida franceses, desde febrero hasta setiembre de 1939, fue de una lamentable miseria, donde sólo los que lograron salir por distintos conductos, escaparon al hambre, los piojos, la sarna y demás consecuencias de aquella situación inhumana. Pero, los acontecimientos se iban a precipitar de forma acelerada, ya que los planes del estado mayor alemán, ensayados previamente en la guerra incivil española, pasaban por atacar a los países limítrofes primero, para desafiar al mundo entero después, con todo el cinismo bárbaro que caracterizaba a los nazis alemanes. Desde hacía ya tiempo, los potentados alemanes habían designado a Hitler como el Führer de todos sus compatriotas, con el apoyo y la colaboración incondicional de las industrias de guerra, SS, SA y todo el estado mayor del nacional-socialismo del país germano, para preparar el cataclismo mundial, demostrando que ellos eran los más fuertes para aplastar las democracias.
En cuanto a la prensa, siguió la misma división de opiniones mantenida durante el tiempo de guerra. Los periódicos de izquierda, como Le Populaire, L’Humanité o Ce Soir, partidarios de la República española, pedían que se acogiera dignamente a “los luchadores de la libertad” y hablaban de la “España mártir camino del exilio”, haciéndose eco de la llamada lanzada por diversas personalidades como François Mauriac, Henri Bergson, Jacques Maritain, Paul Valery y otros, pidiendo ayuda para la atroz miseria de la población española, obligada a retroceder hacia las fronteras. Por su parte, los periódicos conservadores y de la derecha tradicional, Le Petit Parisién, Le Matin, L’Epoque o Le Jour, criticaban a los republicanos hablando de “la invasión de los refugiados”, los “restos del ejército rojo” o “las ruinas humanas.

Refugiados atados a un poste en el "Campo de Acogida" francés, llamado por los españoles "Campo de Concentración".
Una vez cruzada la frontera eran seleccionados en un campo de selección: triage, luego eran ubicados en campos improvisados conocidos como centres d’accueil. El primer campo abierto en Francia fue Argelés sur Mer siendo inaugurado el 1 de febrero de 1939. Debido a la entrada masiva de refugiados entre los días 5 y 9 de febrero se abriría, el 8 del mismo mes, el campo de Saint-Cyprien: ambos destinados a la mayoría de los exiliados que pasaron por los puestos fronterizos de Le Perthus y Cérbere.
Campo de acogida de Saint Cyprien.
Refugiados del campo de Saint Cyprien en la puerta de su barracón.
Para los que entraron por otros puestos fronterizos se abrieron los campos de Vallespir y de la Cerdaña: Arles-sur-Tech y Prats de Molló. (13) Otros campos provisionales fueron el de Camp de la Guingueta d’Hix, La Tour-de-Carol, Mont-Louis situados a lo largo de la Alta Cerdeña. En la zona de Vallespir estaban Els Banys d’Arles, Arles-sur- Tech, Prats de Molló y el Voló.
Refugiados en la Latour de Carol.
Exiliados hablando desde detrás de sus alambradas.
Grupo de conocidos comiendo en un campo.
El hambre, la separación de las familias tras el cruce de la frontera por las autoridades francesas, así como un futuro incierto tras el paso de la misma, fueron los elementos que impregnaron la experiencia del exiliado, marcando un antes y un después en las vidas de muchos de ellos. 
Los exiliados fueron constantemente vigilados por la policía francesa y por tropas coloniales (moros y senegaleses). Pronto, nuevos factores sobrevendrían a los refugiados en los campos de concentración tales como la mala alimentación, promiscuidad sexual y hacinamiento, falta de higiene, contaminación del agua debido al propio detritus de los exiliados en las playas. Factores que provocaron avitaminosis, sarna, disentería y, a su vez, la muerte a muchos de ellos por cólera y inanición. La disentería entre las pestilentes letrinas también vigiladas por gendarmes y spahis a caballo o bien la necesidad de deshacerse de los ácaros, siendo normal ver a los refugiados rascarse la sarna y los piojos que implacablemente  devoraban a los internados. En todos los testimonios es también impactante la delgadez y precariedad física de los refugiados hambrientos, debido a la escasez alimenticia de la zona republicana frente a la obesidad proporcional de sus "anfitriones" franceses.

Campo de Bacares.
Le Perthus- Le Bacares: Vista parcial del Campo de Concentración Chauvin número 23.
El ya referido hacinamiento en los campos de Argelés y Saint-Cypriem llevó al gobierno francés a crear otro en la playa de Barcarés, en el mismo departamento de Pirineos Orientales, con el objetivo de descongestionar los otros dos. Poco a poco se fueron construyendo nuevos campos en otros departamentos con el nombre de Adge (Hérault), destinado especialmente para exiliados catalanes, y el de Bram (Aude) para los exiliados de más edad. Sucesivamente se fueron creando nuevos campos tales como el de Gurs (Béarn) destinado a aviadores vascos y miembros de las Brigadas Internacionales; o el de Judes (Septfonds) reservado a obreros especialistas cualificados. Otro, cerca del pueblo de Couiza, destinado a mujeres y niños. 

Interesante enlace El exilio de los niños:
https://canal.uned.es/mmobj/index/id/12346

Llegan nuevos exiliados donde no faltan los niños.
Asimismo, se crearon campos disciplinarios para albergar a los que se consideraba como especialmente peligrosos. De este modo, se utilizo la antigua fortaleza templaria de Collioure para acoger a varios centenares de españoles, entre oficiales y soldados del ejército republicano, y miembros de las Brigadas Internacionales. Igualmente, se utilizo el antiguo campo de prisioneros de Vernet-d'Ariège en donde fueron a parar la mayoría de los anarquistas de la Columna  Durruti. Otro campo de castigo y represión, destinado exclusivamente para mujeres, fue el de Rieucros. Tanto el campo de Vernet como el de Rieucros continuaron siendo utilizados durante la Segunda Guerra Mundial  internándose en él: hombres y mujeres de distintas nacionalidades con cierta significancia político-militar; activistas antifascistas del centro de Europa; comunistas franceses y mujeres anarquistas. (14)
Refugiados del campo de Prat de Monlló.
Ante esta dramática situación voceada por la propia prensa francesa e internacional, dándole protagonismo especialmente durante los meses inmediatos a la Segunda Guerra Mundial, dio lugar a que los organismos de ayuda internacionales reorientaran la ayuda a socorrer a los exiliados. Ese auxilio fue gestionado por el Comité Internacional de Coordination et d’Information pour l’Aide à l’Espagne Républicaine (CICIAER), organismo creado por el gobierno de la República el 13 de agosto de 1936, ubicado en París, con el fin de asegurar la coordinación de los esfuerzos a favor de la España republicana a escala internacional. (3).
Pocas semanas antes del fin de la guerra española, el "informe Valière" realizado a petición del Gobierno francés estimaba a 9 de marzo de 1939 la presencia de unos 440.000 refugiados en Francia, de los cuales 170.000 eran mujeres, niños y ancianos, 220.000 soldados y milicianos, 40.000 inválidos y 10.000 heridos. (VV.AA. Exilio, Pág. 24, Ed. Fundación P. Iglesias, 2002)
Recien llegados a la frontera en espera de su ubicación en los "Campos de Acogida"
 
Internados en el "Campo de Acogida" de Le Perthus, 16 de febrero de 1939.
La hora de servir la comida en el campo de refugiados.
La emigración hacia Francia se aceleró de manera importante durante el transcurso de la Batalla del Ebro y los meses posteriores, en un movimiento de "retirada". El éxodo de ciudadanos provenientes de Cataluña fue masivo después de la caída de Barcelona el 26 de enero de 1939. El gobierno de Daladier decidió abrir la frontera franco-española el 27 de enero y los refugiados huyeron a través de los Pirineos por la Junquera, Le Perthus, Cerbère y Bourg-Madame. En marzo de 1939 el número de refugiados españoles en Francia se estima en 440.000 personas en un informe oficial. (Informe Valière al gobierno francés, 9 de marzo de 1939).
Los historiadores han estimado en 465.000 exiliados, de los que 170.000 serían civiles.
Exiliados haciendo cola en el Campo de Bram.
En la misma Francia, son los departamentos del sudoeste, próximos a España, los que acogieron al mayor número de refugiados, con una fuerte inmigración española en las ciudades de Burdeos y Toulouse, donde ya residían anteriormente españoles. Los otros departamentos de la costa atlántica, en mayor medida el del Loira, también acogieron refugiados, así como Macizo Central, Bocas del Ródano y la región parisina. La acogida de los viajeros fue diferente en un lugar u otro: unos son bien recibidos y objeto de acciones de solidaridad, mientras que otros son vistos con desconfianza y hasta hostilidad en una Francia en crisis, con visos de xenofobia. Según Bartolomé Bennassar, las oleadas de exiliados son muy bien recibidas después de 1939. ( Bartolomé Bennassar (2004)
Estos campos fueron evolucionando con el tiempo. Delante de la mascarada humana. (Bartolomé Bennassar (2004) de la retirada, las autoridades francesas, desbordadas, reagruparon a los refugiados en centros de "control" o de "clasificación" en la frontera, (Denis Peschanski,  2001) más tarde en campos de concentración (término oficial de la época) o de "internamiento"(Denis Peschanski, 2001) situados en principio en el departamento de Pirineos Orientales, en las localidades de Saint-Chipien, Argelès-sur-Mer, Le Barcarès en la playas. Estos campos de internamiento especializados que reagrupaban especialmente a Vascos, antiguos Brigadas internacionales (Gurs), Catalanes (Agde, campo de Rivesaltes), ancianos (Bram), y a la división Durruti en (Le Vernet) son creados tierra adentro en febrero de 1939.( Contribution de Lilian Pouységur, in. Monique-Lise Cohen (dir.) (1994), p.28) y (Denis Peschanski, tesis, 2001) en los departamentos vecinos del Rosellón, para paliar el crecimiento de las estructuras del litoral y las condiciones sanitarias deterioradas. (Contribución de Jean-Claude Fau, en. Monique-Lise Cohen (dir.) (1994).
Unas 465.000 personas cruzaron la frontera con Francia en aquel desgarrador invierno; un éxodo el cual previamente había pasado de Madrid a Valencia, después a Barcelona, Girona, Figueres y, finalmente, a la frontera con el país vecino. No solamente llegaron con la desesperación que suponía el vivir con una perenne incógnita: “¿qué nos va a suceder ahora?”, sino que además se encontraron con una Francia inmersa en una fuerte crisis económica desde 1930, y una derecha reaccionaria dominada por fascistas y xenófobos. El diputado radical Edouard Daladier, a la sazón de Primer Ministro, fomentó una política de enfrentamiento con los comunistas utilizando, a su vez, un cierto consenso con los elementos xenófobos presentes en la sociedad, y la opinión pública francesas desde comienzos de los años 30. Todo ello fue en parte producto de la llegada de distintas oleadas de refugiados políticos a su país, especialmente españoles e italianos, y también por una emigración económica española caracterizada por un alto grado de analfabetismo y escasa cualificación profesional. Estos factores provocaron en gran parte de la sociedad francesa una cierta repulsión hacia aquel exiliado que cruzaba la frontera en el crudo invierno de 1939. Si bien las mujeres y los niños eran vistos como víctimas inocentes de la guerra, los ex combatientes sin embargo fueron acusados de utilizar a estas mujeres y niños para protegerse tildándoseles, entre otros epítetos despectivos, como êtres repoussants, malpropres, fuyards, déserteurs et des indésirables. (“seres repulsivos, sucios, fugitivos, desertores e indeseables”) (4). Hay que comentar la diferencia de trato de los gendarmes y soldados franceses ante los refugiados y los soldados franquistas. En el primer caso, en ocasiones, cada soldado es cacheado por dos funcionarios franceses de rostro grave y severo. Al contrario, las tropas franquistas son recibidas con la sonrisa en los labios, el protocolo militar de rigor no se rompe ni aun cuando un general requeté hace un saludo fascista, mientras que los soldados a ambos lados de la frontera confraternizan con sonrisas y tabaco.
Aunque muchos españoles republicanos habían salido de España a Francia durante la guerra que deberíamos llamar incivil, la mayoría lo hizo cuando terminó, calculándose en cerca de medio millón de refugiados los que cruzaron la frontera para cobijarse en Francia, donde fueron presentados por los medios de comunicación como rojos e indeseables, apareciendo en muchos sectores de la opinión pública francesa como un peligro, por lo que fueron recibidos como exiliados malditos y custodiados en los llamados campos de acogida, de una forma tan vergonzosa como inhumana hacia aquellos hombres y mujeres, cuyo único delito había sido su lucha encarnizada por sus ideales “ ¿ Por qué no enviarlos a Rusia ? La gente es muy amable… Francia puede encargarse de organizar, los EE.UU. del dinero, Gran Bretaña de los barcos, Rusia de la hospitalidad y Ginebra de los discursos”, escribía de forma irónica el periódico parisino LE MATIN, en uno de sus desgraciados comentarios.
Una gran parte de los primeros refugiados, hasta 440.000 en Francia según un informe oficial de marzo de 1939, tuvieron que afrontar inicialmente duras condiciones de vida, que se agravaron como resultado del estallido de la Segunda Guerra Mundial y aunque muchos de ellos lograron regresar en la década de 1940, el exilio republicano "permanente" quedó constituido por unas 220 000 personas, de las cuales muchas eran excombatientes, políticos o funcionarios comprometidos directamente con la causa republicana; pero entre ellos había también miles de paisanos civiles, junto con un número significativo de niños, intelectuales, personalidades de la cultura y artistas, científicos y docentes, y personas de profesiones cualificadas, lo que supuso un condicionante más en el proceso de reconstrucción del país, a consecuencia del conflicto.
Las condiciones que van a tener los exiliados en los campos franceses ira evolucionando; en los primeros tiempos, sufrieron unas situaciones deplorables, agrupados en simples líneas de playa rodeadas por alambradas y custodiadas por los senegaleses, se encontraron rodeados de miseria, fatigas, carencias alimentarias y condiciones higiénicas precarias.
Foto de Centelles de refugiados en el Campo de Bram.

Letrinas del "Campo de Acogida" de Bram.
En el río del Campo de concentración de Bram.
Internado en el campo de Bram.
Posteriormente, estas condiciones mejorarán al ser trasladados a los nuevos campos construidos, que al menos tienen los servicios mínimos indispensables. La actitud de las autoridades francesas hacia los refugiados españoles irá cambiando a medida que éstos pasan de ser en los primeros momentos una carga difícil de mantener a ser un potencial de mano de obra barata y una reserva para el ejército.
La entrada de Francia en la guerra, el 3 de septiembre de 1939, empeorará definitivamente, la situación de los refugiados españoles en este país, al disponerse que fueran internados en los campos todos los españoles que permanecieran fuera de ellos.
Entre 1939 y 1940, muchos republicanos piden enrolarse en los batallones de extranjeros del ejército francés, a pesar de la desconfianza de los oficiales hacia estos «rojos» procedentes de España. A finales de 1942 son numerosos los que se unieron a la resistencia, el maquis y las fuerzas francesas libres. Los exiliados republicanos esperaban que después de la caída del nazismo, la liberación de Francia contribuyera a la reconquista de su España. (Pierre Milza (sld), Denis Peschanski (1994) « Les Espagnols dans la Résistance» pág.619).
Enfrentamientos ideológicos derivados de la guerra civil española se reproducen en los campos entre los prisioneros y son explotados por las autoridades francesas, que utilizan por ejemplo las tensiones entre anarquistas y comunistas para controlar a estos últimos, como en el caso de Vernet d'Ariège (Denis Peschanski, La France des camps: l'internement, 1938-1946, Gallimard, 2002.) que se convertirá en un campo disciplinario para prisioneros políticos bajo el régimen de Vichy.
El régimen de Vichy incorpora además a los republicanos a el esfuerzo de guerra sesgadamente, en las Compagnies de Travailleurs Étrangers (CTE) y más tarde en los Groupements de Travailleurs Étranger (GTE) (1940). Entre 1942 y 1943, 26.000 españoles trabajadores de los GTE u otros son enviados, encuadrados en el STO, a las canteras de la Organisation Todt en la fachada atlántica.(Pierre Milza (sld), Denis Peschanski (1994) p.596)
Los historiadores de los campos del sudoeste observaron un endurecimiento de la política de internamiento bajo el régimen de Vichy y una «lógica de exclusión». (Contribution de Lilian Pouységur, en Monique-Lise Cohen (dir.) (1994), pp. 26-27.)
Para Lilian Pouységur, el episodio de los campos actuó como «un catalizador de la identidad republicana española». (Contribution de Lilian Pouységur, en Monique-Lise Cohen (dir.) (1994), pág.28). Tuvo un fuerte impacto en el imaginario republicano, dejando el recuerdo de un país poco abierto a la lucha contra las fuerzas fascistas.
Tras la derrota republicana, la cooperación internacional se orientó a mejorar las condiciones de vida de los refugiados en los campos de concentración del territorio francés continental y el Norte de África, así como el propósito posterior de trasladarlos a América.
Los principales países de destino fueron: Francia, México y Argentina, pero también fueron amparados grupos importantes en otros países europeos y americanos como Chile, Cuba, República Dominicana la Unión Soviética, Estados Unidos y el Reino Unido.

Gráfico de la distribución de exiliados españoles republicanos por América, África y Europa.
El exilio republicano en Francia conlleva una derivación del mismo, el cual se dirigió hacia el Norte de África. El éxodo masivo hacia esta parte del continente africano comienza con la huida de la flota republicana desde Cartagena en 5 de marzo de 1939. El destino de este éxodo fue Orán y su región: la Argelia occidental limítrofe con Marruecos. Al igual que en la Francia metropolitana, caracterizó este exilio “una emigración fundamentalmente popular. Incluía algunos lideres políticos y sindicales, por lo general de segunda fila, pero pocos intelectuales y muy excepcionalmente personalidades señeras del mundo de las letras, las artes y las ciencias”. (15)
El Stanbrook lleva 2.600 pasajeros exiliados a Orán.
Las cifras que recoge el historiador Juan B. Vilar son las siguientes: 8.000 asilados en Argelia, a los que se suman 4.000 en Túnez y 1.000 aproximadamente en Marruecos. Las mujeres y los niños eran conducidos a centros de albergue; mientras que la gran masa de excombatientes y los varones en edad militar, fueron internados en campos de trabajo, de los que destacamos los argelinos de Morand y Suzzoni, el oranés de Rélizane. Se crearon también campos de castigo como el de Merijda y Djelfa. Emblema de este exilio al Norte de África lo simboliza el carguero inglés Stanbrook. El 28 de marzo de 1939 el buque zarpó del puerto de Alicante rumbo a Orán llevando consigo, una carga al límite de sus posibilidades, 2.638 pasajeros sin distinciones ideológicas, gracias al factor humanitario de su capitán: el galés Archibald Dickson. (16).


Bajando del Winniperg los 2.200 españoles.
Exiliados del Winniperg llegan a Chile.

El Sinaia lleva 1599 exiliados a México.
Llegada a Veracruz (México) del buque Mexique con 2067 exiliados españoles.
Aquella reemigración a América viene a menudo asociada a los nombres de los “buques de la esperanza”: aquellos barcos utilizados para transportar a un gran número de refugiados españoles hacia tierras hermanas, en el período convulso de 1939 a 1940. Nombres como Flandre (312 exiliados), Sinaia (1.599), Ipanema (900) o Mexique (2.067) para el caso de México, Winnipeg (2.200) para Chile, Massilia en Argentina o el Stanbrook para Orán, significaron no solamente un pasaje a la esperanza sino un vivo recuerdo que marcó el inicio de una vida nueva en un lugar lejano. (6)
Preparados para embarcar.
Embarcando rumbo a América.
El Vapor Massilia llega a Argentina.
Referente al nivel socio profesional, de acuerdo con lo que nos indica la historiadora Alicia Alted, se ha tendido a establecer una diferenciación entre el exilio europeo, especialmente Francia como el país que acogió el grueso mayor de exiliados, y el americano con México a la cabeza. La gran mayoría de los refugiados que permanecieron en Francia pertenecían a los sectores preferentemente agrícolas e industriales: transporte, metalurgia, mecánica, electricidad y construcción. Los departamentos meridionales fueron los que albergaron a exiliados “con un nivel socio profesional más modesto y una gran proporción de militancia anarquista y socialista”, siendo los que constituyeron aquellas unidades de combatientes que, junto a los servicios auxiliares, cruzaron la frontera en enero y febrero de 1939. (10)  
Sin embargo, como también señala el historiador Juan B Vilar, el caso de América fue una “emigración altamente selectiva. Sin prejuicio de la considerable presencia en la misma de emigrados de a pie, que con frecuencia suelen ser olvidados, los cuadros del exilio español en su conjunto se transvasó a América, a la América hispana fundamentalmente, de forma muy mayoritaria”. (11) Así caracterizó aquel exilio americano un gran número de refugiados vinculados a las profesiones liberales, intelectuales y políticas.
Políticamente hablando, el exilio republicano viene dibujado por las diferentes ideologías políticas: comunistas, socialistas, anarquistas y republicanos. Ideologías que en tantas ocasiones conllevaron a disensiones y disputas entre los propios refugiados en el exilio, ya sea por parte del gobierno republicano como la sociedad de base. Unas divergencias que tenían sus raíces desde antes de la guerra de España y que entonces se vieron agudizadas por la propia experiencia del exilio.
Entre los exiliados españoles, la bibliografía omite a menudo a los que desembarcaron en el norte de África. Fueron cerca de 10.000. Anne Charaudeau explica detalladamente la forma en que estos desterrados son tratados después de su llegada. (Anne Charaudeau (1991) Primero detenidos en los campos, a causa de su potencial peligrosidad, los exiliados se vuelven rápidamente una mano de obra indispensable en tiempo de guerra. En Argelia, los exiliados vueltos a capturar son usados en las canteras del Transsaharien desde 1939. En este aspecto, el trabajo forzado de los refugiados no es una invención de la Francia de Vichy, sino que la generaliza. Peter Gaida, doctor en historia por la universidad de Bremen, explica las condiciones de vida de los forzados del Transsahariano después de 1940: "Dans les camps du « Transsaharien», les travailleurs forcés sont exposés à un régime brutal, et de nombreux travailleurs succombent à la faim, aux maladies et à la torture, pour être libérés en mai 1943, après le débarquement des Alliés en Afrique du Nord."Así queda traducido: “En los campos del Transsahariano, los trabajadores forzados son expuestos a un régimen brutal y numerosos trabajadores sucumben al hambre, las enfermedades y la tortura, para ser liberados en mayo de 1943, después del desembarco de los Aliados en el norte de África.” (Peter Gaida, tesis, 2008.)
Exiliados republicanos vueltos a capturar en Argelia pasan a construir el recorrido de las vías del Transsahariano en campos de trabajos forzados después de 1940.

Fotos de republicanos españoles presos en el construcción del Transsahariano para la Francia de Vichy, pertenecientes al Campo Hadjerat M' Guil en Argelia.


El exilio de los republicanos españoles constituyó para el gobierno francés un problema económico y político, mostrándose rápidamente interesado en fomentar su repatriación a España o la re-emigración a terceros países, tales como México, Chile y República Dominicana, las tres únicas repúblicas americanas que aceptaron oficialmente a los republicanos españoles. Esta ultima opción estaba supeditada a una serie de criterios de selección para admitirlos y a la condición de que los organismos oficiales de ayuda les costearan el viaje y contribuyeran económicamente a su instalación al país receptor. De este modo, el coste fue sufragado por el SERE (Servicio de Emigración -o Evacuación- de los Republicanos Españoles) y la JARE (Junta de Auxilio a los Republicanos Españoles), organismos creados por el gobierno republicano en el exilio y cuyos fondos financieros y económicos principales fueron hechos por miembros del Gobierno de la República en Francia en los años de la guerra. Ambos organismos contaron con la ayuda desinteresada de centenares de comités internacionales quienes colaboraron a que se llevara a cabo las evacuaciones. Por citar un ejemplo, uno de los países que más ayuda prestó a la causa republicana fue Argentina cuya sociedad, en posición antagónica a la conducta del propio gobierno filo-conservador y reacio a aceptar a los refugiados republicanos, se movilizó en clave antifascista volcando todo su apoyo a la causa republicana, primero, y al exiliado después. (5).
Las repatriaciones a España se fomentaron especialmente entre abril y diciembre de 1939. Tal y como nos indica el historiador J. B. Vilar, fueron unos 268.000 los que retornaron divididos entre excombatientes y población civil no implicados en causas políticas. Así, el 31 de diciembre del mismo año el número de exiliados que todavía permanecía en territorio francés rondaba las 182.000 unidades. El mismo historiador nos argumenta que los flujos de retornos aumentarían durante la Segunda Guerra Mundial, de tal forma que a finales de 1944 el total de exiliados rondaba en torno a las 162.000 unidades. (7)
Ante el eminente estallido de la Segunda Guerra Mundial, el gobierno francés bajo decreto obligó a los extranjeros sin nacionalidad y del sexo masculino (entre los 20 y 48 años y beneficiarios del derecho de asilo) a prestar servicios para las autoridades militares francesas. Encontrándose en esta categoría los republicanos españoles, a quienes se les ofrecieron cuatro opciones: ser contratados a título individual por patronos agrícolas o industriales, supliéndose así de esta manera la escasez de obreros correspondiente a la temporada de recogida de cosecha; apuntarse a una Compañía de Trabajadores Extranjeros (CTE) que estaban destinados especialmente a la fortificación de las líneas de defensa francesa, línea Maginot y la frontera italiana, así como en la instalación de la Pipe-Line; La Legión Extranjera que les suponía prestar servicios por la duración de 5 años; y los Regimientos en Marcha de Voluntarios Extranjeros (RMVE), que les conllevaba a ofrecer los servicios mientras la guerra durara “pour la durée de la guerre”. (17)
Al estallar la Segunda Guerra Mundial y cuando la colonia exiliada republicana española sobrepasaba apenas los 300.000 individuos, en pocas semanas más de cien mil de entre ellos participaban en la guerra en Francia. Unos 8.000 en la Legión Extranjera; 27.000 en los Regimientos de Marcha; unos 55.000 en las Compañías de Trabajo Militarizadas (Fortificadores); y unos 15.000 en la industria de guerra. Los alistamientos obedecían a los más diversos motivos. En general lo hacían para salir de los campos de concentración. Y no faltaron amenazas o coacciones de todo tipo...
En resumen los republicanos españoles acababan de salir de una guerra y se encontraban inmersos en otra, con apenas cinco meses de paz entre una y otra. Sin posibilidad alguna, en la inmensa mayoría de los casos, de convivir con la población francesa, la cual, a causa de la intensa propaganda de la prensa europea contra la causa de la República Española, los consideraba como «rojos peligrosos». Salvo, naturalmente, en los medios sindicales obreros de los ferroviarios, los empleados de Correos, Teléfonos y Telégrafos, y el cuerpo de la Enseñanza. O los militantes del Socorro Popular francés. De todos ellos los exiliados republicanos recibirían incansables demostraciones de solidaridad.
La Segunda Guerra Mundial va a tener un fuerte impacto sobre los exiliados españoles, que permanecían en los campos de refugiados franceses; la integración en los campos de trabajo y el enrolamiento en el ejército van a provocar importantes desplazamientos. Esta situación acentuará la reemigración hacia otros países, ya iniciada meses antes debido a las pésimas condiciones en los campos y, en alguna medida, promovida por los propios franceses ante el gran número de refugiados.
La guerra mundial en ciernes provocó una reorientación temática en la prensa nacional francesa e internacional, de este modo muy pronto los refugiados republicanos españoles dejaron de ser noticia. (8)
A partir de entonces la suerte de los exiliados corrió a la par que la de tantos otros refugiados políticos, o perseguidos raciales, tales como los judíos quienes fueron acosados por los regímenes nazi-fascistas.
Tanto la CTE, la RMVE, así como la Legión Extranjera habrían de suponer una solución para los refugiados socialistas, anarquistas y comunistas decididos a no regresar a España temiendo las persecuciones falangistas. Aún así, muchos de los casos de incorporación se llevaron a cabo ante la amenaza del retorno a la España franquista. Muchos de los que se negaron a su incorporación  fueron internados en campos disciplinarios de Collioure o Le Vernet, en donde recibirían un trato  de prisioneros que no tanto de exiliados políticos. De hecho, solamente podían permanecer en el país las familias de aquellas personas que tuvieran un empleo, de quienes estuvieran incorporados en las CTE, RMVE o en la Legión, y de aquellos republicanos cuyo regreso significara un peligro para sus vidas. Ante esta tesitura muchos exiliados varones se vieron en cierta manera forzados a aceptar aquellas ofertas.
Cabe destacarse que la intensidad de los alistamientos fue directamente proporcional al grado de politización de los refugiados, de tal manera que los extremistas políticos se negaron a aceptar las “ofertas forzadas” del gobierno francés. Por citar un ejemplo, muy pocos españoles se apuntaron a la Legión, menos de 1.000, debido a que los republicanos lo asociaban con el Tercio de Extranjeros Españoles o Legión Franquista; a diferencia de los RMVE a los que se apuntaron unos 6.000. Para los republicanos españoles “ésta era la única forma de incorporación posible en el ejército francés. La formación de unidades regulares de españoles integradas en el ejército no podía ser posible, debido a que el Gobierno f   rancés quería evitar cualquier situación que le ocasionara problemas con el Gobierno de Franco”. (18).
Al ser derrotados los ejércitos aliados, en junio de 1940, y verse ocupada Francia por las tropas enemigas, empezó la andadura bélica más variopinta de los republicanos españoles del exilio. Los legionarios, a los que se añadirían cientos de soldados de los disueltos Regimientos de Marcha, lucharían en Noruega, Camerún, Chad, Libia, Eritrea, Cercano Oriente, Túnez, Italia, Francia y Alemania.
Tras la ocupación de París por los alemanes, el 14 de junio de 1940, empezaba una nueva odisea para aquellos exiliados sorprendidos en los campos de concentración por un gobierno colaboracionista del mariscal Philippe Pétain. Asimismo, muchos otros fueron hechos prisioneros por los alemanes cuando fueron sorprendidos colaborando con la Resistencia francesa, trabajando en las Compañías de Trabajadores o en los Batallones de Marcha, siendo trasladados en los campos de exterminio. Mauthausen fue uno de ellos y el que mayor numero de exiliados albergó, unos 7.000 aproximadamente, 5.000 morirían allí. 
Del paso de Juan Ortiz Garrido desde el Stalags XVII-A en Kaisersteinbruch al Campo de Concentración de Mauthausen trataremos en una segunda entrega.
 
Granada 28 de Febrero de 2015.
Día de Andalucía.
Pedro Galán Galán.
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Alted, A.: La voz de los vencidos… op. cit., pp. 49-50. (10)
Alted, A.: La voz de los vencidos… op. cit., pp. 75-76. (14)
Alted, A.: La voz de los vencidos… op. cit., p. 85 (18)
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Vilar, Juan B.; “El exilio español de 1939 en el Norte de África”, en ¡Ay de los vencidos! El exilio y los países de acogida, Ed. Eneida, Madrid, pp. 71-72. (7)
Vilar, Juan B.; “El exilio español de 1939 en el Norte de África”… op. cit., p. 74 (15)
Vilar, Juan B.; “El exilio español de 1939 en el Norte de África”… op. cit. y, del mismo autor, “La última gran emigración política española. Relación nominal de los militantes republicanos evacuados de Alicante en el buque inglés Stanbrook con destino a Orán en 28 de marzo de 1939”, en Anales de Historia Contemporánea, Universidad de Murcia, Num. 2, 1983: (16).

Agradecimiento especial a: La Biblioteca del “Pavelló de la República” de la Universitat de Barcelona (UB) y al archivo on-line: IONEROBINSON.ORG.

205 comentarios:

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Alberto Padilla dijo...

El 28 de Marzo de 1939 Madrid se rinde, El coronel Prada comunica a Casado que en la Ciudad Universitaria de Madrid, los soldados han hecho la paz. Las tropas de Franco entran en Madrid, sin disparar un tiro; y un guardia del ejército nacional releva a un guardia del ejército popular a las puertas del Palacio de Oriente. Mientras tanto, los oficiales de Casado desfilan brazo en alto y los balcones de Madrid de llenan de colgaduras rojo y gualda; las calles se van abarrotando de multitudes enloquecidas aclamando al general Franco.

José Manuel Torres dijo...

La estrategia de Franco consistió en engañar a Casado haciéndole ver que una rendición inmediata no provocaría represalias entre los mandos militares que no hubieran cometido delitos de sangre. Lo que había detrás es fácil de identificar: Franco deseaba evitar cualquier evacuación de dirigentes políticos, militares y sindicales. Para ello necesitaba que alguien hundiera, desde dentro, las pequeñas posibilidades de resistencia. Así podría liquidar fácilmente la flor y nata republicana.

Agustín Reyes dijo...

Casado se tragó el anzuelo. Engatusó a sus compañeros haciéndoles ver que no tendrían que temer demasiado de la victoria franquista y buscó aliados para su golpe en unidades próximas a Madrid. Las encontró en el Cuerpo de Ejército de Cipriano Mera, probado líder anarquista y políticamente analfabeto. Aprovechó el sordo rencor contra los comunistas y manipuló a la Agrupación Socialista Madrileña.
Saludos

Oscar Barrios dijo...

Franco terminó la guerra en beauté, gracias a una operación político-estratégica que le permitió copar a una inmensa cantidad de dirigentes republicanos. También a la masa combatiente. Todos formaban parte de aquella anti-España cuya eliminación física, política y psíquica había constituido el alfa y el omega de la rebelión de 1936. Casado se escapó a Inglaterra tras una serie de proclamas preconizando la resistencia numantina si no se recibían condiciones satisfactorias de paz. No las obtuvo.

CUENTALO dijo...

Que gran trabajo, de gran utilidad para mi que estoy intentando reconstruir el periplo de mi padre a lo largo de esos años. El fue de los que por salir del campo de "acogida", se alisto en la legión extranjera y gracias a unos escritos suyos que he encontrado y al expediente militar he podido ir avanzando en esta historia dramática e increíble tanto de el como de miles de españoles. Repito gracias, porque veo que las cosas que el escribía son muy ciertas y que coinciden con estudios como los suyos sigo trabajando a ver que hago con todo lo que estoy recopilando cuando lo termine. un saludo Juan Vera. (mi padre era de Almeria se llamaba Antonio Vera, estuvo en el campo Pau, Gurs y llego a teniente en la legión extranjera, tiene la cruz de guerra, y participo en la liberación de París)

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