La
búsqueda de documentación en su momento, en una biblioteca publica de Granada
sobre los recluidos españoles en el Campo de Concentración de Mauthausen, y el
hallazgo de algunos datos relativos a Juan Ortíz Garrido, me hacen retomar este
tema, de por si duro si se desea hacer un relato fiel y bastante inhumano,
cruel, e insensible, y que implica también muestras o visiones poco agradables de
sufrimiento y penalidades humanas; pero será necesario que se acompañen las múltiples
y diferentes imágenes recopiladas de los
diferentes archivos oficiales y particulares, sobre la dureza de la guerra, la vida en el exilio y los
campos de Mauthausen, para que como congéneres comprendamos hasta donde puede
llegar la crueldad humana, y para recordar a nuestros hijos de la sociedad del
bienestar, lo que sufrieron estos compatriotas nuestros, y hacerles ver que aún
hoy ocurre mucho de esto en Nigeria, Kenia, Siria, Irak o Afganistán; por lo que es
necesario contribuir a construir un mundo mejor.
Juan Ortíz Garrido, exiliado en Francia tras la Guerra Civil española, que después por la evolución de la Segunda Guerra Mundial fue internado en el campo de Mauthausen por los alemanes. |
Este tema ya fue abordado por Manuel Jiménez
Barragán con bastante acierto, con entradas en este blog en dos ocasiones
anteriores. En ambos casos aporté mediante abundantes comentarios, parte de lo
que ya había preparado para un artículo de los que periódicamente publico en
este mismo espacio de encuentro de muchos higuereños.
En fecha 27 de abril de 2013 se publicó una
primera entrada:
http://lahiguerajaen.blogspot.com.es/2013/04/un-higuereno-en-mauthausen.html.
http://lahiguerajaen.blogspot.com.es/2013/04/un-higuereno-en-mauthausen.html.
Después
se publicó una segunda parte en fecha 17 de julio de 2014:
En
todas las guerras se cometen actos contrarios al “derecho de gentes” y la
guerra civil española no fue una excepción. Este asunto, que todavía hoy
levanta polémicas, ha merecido numerosos análisis históricos cuyas conclusiones
coinciden en las cuestiones de fondo. La
cuantificación de las víctimas sigue siendo hoy cuestión de debate entre los
historiadores.
Es
innegable que en ambas zonas, tanto en la republicana como en la zona
controlada por los sublevados, la represión en forma de paseos, sacas,… fue una
práctica generalizada. Sin embargo, sus causas, alcance y significado difieren
notablemente de un bando a otro. Debe quedar claro, desde el principio, que el
intento de explicar estas diferencias no debe ser confundido con el de la
justificación en un sentido o en otro.
Preparados para la lucha.
|
Tras
la sublevación militar, la zona republicana, a excepción de Vascongadas, se sumergió en un caos revolucionario y por todas partes surgieron
nuevos organismos que detentaron el poder real durante los primeros meses de la
guerra. Los primeros asesinatos en esta zona se produjeron en Barcelona y
Madrid, donde la masa incontrolable se adueño de las calles. En ambas ciudades
las fuerzas de seguridad leales a la República intentaron evitar las matanzas,
pero fueron desbordadas por la multitud armada. Especialmente brutal fue la
represión en la Ciudad Condal donde la CNT y la FAI tomaron parte muy activa.
La propia Generalitat se diluyó en el caos y el presidente Companys se vio
obligado a la necesidad de pactar con los dirigentes anarcosindicalistas para
poder conservar el poder, al menos sobre el papel.
El
paseo alcanzó a políticos de la derecha, caciques, terratenientes, empresarios,
burgueses y, especialmente, a los sacerdotes pues cerca de 7.000 religiosos
fueron asesinados. Pero tal vez, las prácticas más aterradoras fueron las
llamadas sacas de las cárceles, que culminaron con lo sucedido en Madrid
durante el mes de Noviembre de 1936. Ante el temor de la caída de Madrid, se
decide trasladar a Valencia a los miles de detenidos que permanecían encerrados
en las cárceles madrileñas. Pero este traslado se convierte en una orden de
ejecución. La primera saca se produce el 7 de noviembre: el convoy se desvía a
Paracuellos de Jarama donde se consuman las matanzas; tal y como indican las
actas. La Junta de Defensa de Madrid tiene conocimiento oficial de estos hechos
el día 11 y determina delegar en el consejero de Orden Público, cargo que
ostentaba Santiago Carrillo, la misión de garantizar la seguridad de los
detenidos. Sin embargo, los fusilamientos siguieron produciéndose hasta el
nombramiento del anarquista Melchor Rodríguez
en fecha 4 de diciembre, como delegado especial de prisiones. Aunque
este acontecimiento resulta todavía hoy históricamente confuso, no cabe duda de
la responsabilidad en él de los aparatos policiales, cuyos dirigentes,
mayoritariamente comunistas, estaban muy influenciados por asesores soviéticos.
(Moliné Escalona, M. Zaragoza, 2001)
(1 de 6) GUERRA CIVIL
ESPAÑOLA - EXILIO :https://www.youtube.com/watch?v=v82LQyrKfqg
(2 de 6) GUERRA CIVIL
ESPAÑOLA - EXILIO:https://www.youtube.com/watch?v=671OK5-oycs
(3 de 6) GUERRA CIVIL
ESPAÑOLA - EXILIO:https://www.youtube.com/watch?v=eci-YKc39hA
Numerosos
republicanos y dirigentes obreros y sindicales, condenaron este terror
indiscriminado desde el primer momento, y sólo la desintegración del propio
Estado impidió a las autoridades tomar medidas más efectivas. Entre otros muchos,
cabe destacar las actitudes de Melchor Rodríguez, Julián Zugazagoitia, Joan
Peiró y Lluis Companys cuyas intervenciones salvaron de la muerte a numerosas
personas. Pero a medida que el gobierno retomaba el control, la represión
indiscriminada fue desapareciendo y se hizo todo lo posible para proteger a las
víctimas. El 90 % de los asesinatos cometidos en Cataluña se produjeron entre
julio y diciembre de 1936, antes de las intervenciones ahora citadas.
Movilización de milicianos. |
Los niños juegan a la guerra de sus mayores. |
Aunque estos esfuerzos por recomponer el Estado de Derecho fueron tempranos, no fue sino hasta la primavera de 1937 cuando realmente cristalizaron. Ya en agosto de 1936 se intentan detener las matanzas con la creación del primer “Tribunal Especial” (los conocidos como tribunales populares); en octubre del mismo año nacen los “Jurados de Urgencia”, los de “Guardia” y los de “Seguridad”. En Valencia no fue posible disolver el “Comité de Salud Pública” y detener los abusos que cometían los integrantes de la Columna de Hierro hasta finales de 1936. Hemos mencionado la decidida actuación de Melchor Rodríguez, delegado especial de prisiones, para evitar las sacas.
Artilleros descansan en el frente. |
Con
la llegada de Negrín al gobierno en mayo de 1937, el estado se afianza
definitivamente y con ello se asegura un relativo orden y paz en la retaguardia
y se consigue garantizar los derechos de defensa. Pero el avance de los
fascistas propicia una creciente militarización de la justicia y del aparato
policial. Cuando el gobierno central se traslada a Cataluña en noviembre de
1937, el auge de sabotajes por parte de los quintacolumnistas es de tal magnitud,
que la policía “política” del SIM o Servicio de Investigación Militar, (cuyos
centros de detención, conocidos con el nombre de "chekas", han pasado a la
historia como sinónimo de terror), controlada por los comunistas, obtiene
nuevas competencias para luchar contra dichas acciones y la represión se
extendió no sólo contra los fascistas sino también contra la propia disidencia
interna. Los aparatos policiales fueron alcanzando una gran autonomía y llegaron
a constituir casi un Estado dentro del mismo Estado. Sirva de muestra el
proceso contra el POUM o Partido Obrero de Unificación Marxista y la
“desaparición” de su presidente, Andreu Nin. (Moliné Escalona, M. Zaragoza,
2001)
La cara de desolación de esta madre mientras amamanta nos habla de los horrores de la guerra. |
A
diferencia de lo sucedido en la zona republicana, la represión formó parte,
desde el primer momento, de la estrategia diseñada por los sublevados para
alcanzar el poder, y se centraría fundamentalmente en cargos políticos
republicanos, militares leales a la República, intelectuales, dirigentes
políticos, sindicales y líderes obreros y de las casas del pueblo de las
localidades, que ocupaban o dominaban desde un primer momento de la sublevación.
Muestra
de ello es la instrucción reservada nº 1, firmada en Madrid el 25 de mayo de
1936, dirigida a los futuros jefes del pronunciamiento decía: “Se tendrá en
cuenta que la acción ha de ser en extremo violenta para reducir lo antes
posible al enemigo, que es fuerte y bien organizado. Desde luego serán
encarcelados todos los directivos de los partidos políticos, sociedades o
sindicatos no adictos al Movimiento, aplicándoles castigos ejemplares a dichos
individuos para estrangular los movimientos de rebeldía o huelgas”. Una vez
iniciada la revuelta en Pamplona, Mola insiste: es necesario propagar una
atmósfera de terror (…). (Moliné Escalona, M. Zaragoza, 2001)
Dos camilleros llevan un compañero muerto. |
En
las zonas proclives a la rebelión y rápidamente dominadas por los sublevados,
se instauró un régimen de terror indiscriminado para evitar que el enemigo
pudiera organizar la resistencia. Buena prueba de ello fue lo sucedido en
Navarra, Mallorca, Soria, La Rioja… sólo en esta última se produjeron más de 2.000
asesinatos. En estas zonas, la Falange asume, con el beneplácito militar, la
responsabilidad de llevar a la práctica las consignas fascistas.
Mientras,
Queipo de Llano y Franco organizan la limpieza de la retaguardia según avanzan
sus fuerzas. Se producen sacas con el consentimiento del mando militar, y hubo
fusilamientos en las cunetas, en las tapias de los cementerios y en el
extrarradio de los centros urbanos. Se llegó incluso a la quema de cadáveres
para evitar el peligro de epidemias. Esta práctica de las sacas, también fue
común en el bando republicano, para con los considerados enemigos políticos por
sus principios religiosos o políticos.
En pleno ataque. |
Conforme la sublevación derivaba en una guerra y las zonas ocupadas se constituían en un nuevo Estado, la represión fue institucionalizándose. La depuración política y la censura alcanzaron todos los niveles y se extendieron a todas las actividades, tanto públicas como privadas. Se pretendió enmascarar esta situación con la emisión de diversos decretos y disposiciones legales, que culminaron con la publicación el 9 de febrero de 1939 de la ley de “Responsabilidades Políticas”. Ley, que ya en su artículo primero violaba uno de los principio irrenunciables del Derecho al sancionar “retroactivamente”: «Se declara la responsabilidad política de las personas, tanto jurídicas como físicas, que desde el 1 de octubre de 1934 y antes de julio de 1936 contribuyeron a crear o agravar la subversión …» (Moliné Escalona, M. Zaragoza, 2001)
Cerro Muriano en el Frente de Córdoba. |
Soldados en la trinchera. |
Una
vez finalizada la guerra, el proceso de “normalización” continuó
desarrollándose. A partir de las denuncias efectuadas por cualquier vecino o de
las pesquisas realizadas por los servicios de investigación de la Falange, la
Guardia Civil o la propia Falange procedían a la detención del sospechoso. Las
delaciones eran consideradas como un deber patriótico.
Famosa foto de Capa que representa a un soldado herido de muerte. |
En el frente de Tardienta. |
El detenido, si sobrevivía al interrogatorio,
comenzaba un rosario de instrucciones sumariales para finalizar delante de un
consejo de guerra, normalmente masivo, donde el defensor, un militar, poco o
nada podía hacer salvo pedir clemencia. Si le declaraban culpable y era
condenado a muerte, el reo era trasladado a la cárcel donde, de madrugada, se
efectuaban las sacas. Igual suerte corrieron muchos de los que, confiados por
la propaganda nacionalista, volvieron de Francia tras la finalización de la
guerra. Militares leales a la República y dirigentes de los partidos políticos
y sindicales fueron los principales objetivos durante la posguerra.
Republicanos asturianos huyen en barco de pesca. |
La
propaganda rezaba así: «si no has manchado tus manos con delitos comunes ven.
Franco te ofrece la paz, trabajo, pan y justicia. Si nos has cometido crímenes,
no tienes que temer. La España Nacional es justa y generosa. La España nacional
ampara al prisionero que no ha cometido crímenes»
Bombardeo en la carretera de Barcelona se acabó el viaje con los caballos muertos. |
Como
Juan Ortiz Garrido fueron miles de ciudadanos españoles los que durante la
Guerra Civil Española de 1936 a 1939 y la inmediata posguerra, se vieron
forzados a abandonar su tierra natal, su país, y desplazarse a otros países por
motivos ideológicos y de conciencia, o por temor a las represalias por parte
del bando vencedor y del régimen político instaurado en España; pensando
permanecer en el extranjero hasta que la evolución de las circunstancias
internas del país, les permitiera regresar paulatinamente, si bien fueron
muchos los que finalmente se integraron en la sociedad francesa que les dio
refugio, contribuyendo en algunos destacados casos a su desarrollo.
Ese
fue el caso de nuestro paisano Juan Ortíz Garrido, tal como lo podemos ver, ya
en edad madura, rodeado de su familia. Juan ocupa la parte central inferior de
la foto, a su izquierda tiene a su esposa Isabel Cubillas Pérez, una mujer
entrañable que conocimos en el año 1992 en los alrededores de París. También
conocimos a su hija Victoria Ortiz Cubillas, casada con un aparejador o
arquitecto francés de apellido Maurel. Victoria lleva en sus brazos quizá a su
hija Aline Maurel Ortiz, posiblemente la mayor de sus dos hijas. Detrás de Juan
Ortiz Garrido está su hijo Juan Antonio Ortiz Cubillas con bigote, a su derecha
su esposa francesa Silvie y a su izquierda su tío Manuel Cubillas Pérez, hermano
de Isabel (Esta foto fue enviada con amabilidad por Esther Navarro. Había sido
entregada a su tía Juana Ortiz, hermana de Juan Ortiz, y a su muerte la entregó
a su hermana Rafaela Ortiz. Esther Navarro sobrina de Juan Ortiz nos añade en
el comentario del correo enviado que se contaba en la familia que Juan Ortiz
Garrido “quedó a pocas personas detrás de los que en fila iban a entrar en los
hornos del campo de concentración”. Suponemos que más que a los hornos
crematorios, a los que pasaban los cadáveres, estaría entre los que iban a
entrar en alguna tanda de los que iban a ser gaseados en las cámaras o salas
preparadas al efecto por los nazis alemanes.
Juan
Ortiz Garrido nacido en Higuera de Arjona (hoy Lahiguera) en fecha 13 de enero
del año 1904, vivió de casado en el número 12 de la calle San Sebastián de
Lahiguera; después de su participación en la guerra Civil en 1936-1939, y dadas
las noticias que le enviaba su joven esposa Isabel Cubillas acerca de la
represión del bando vencedor, decidió cruzar en huida a Francia y después de
estar en campo de deportado, tras la entrada de Francia en la segunda Guerra
Mundial, sufrió la persecución y prisión alemana cuando estos invadieron
progresivamente Francia.
Juan
Ortiz Garrido, nuestro paisano en Mauthausen fue deportado el día 7 de Abril de
1941 al Campo de Mauthausen, procedente de la prisión o stalags XVII-A
(Kaisersteinbruch) donde tuvo el número de matrícula en el Campo con la cifra
4819, constando según la documentación consultada que no siguió un posterior
itinerario a otros subcampos o Kommandos del de el mismo Mauthausen, tal como
ocurrió con otros muchos de los deportados originariamente a este Campo, que
después fueron enviados a otros, sobre todo a Gusen; tampoco consta que Juan
Ortiz Garrido tuviese otro número de matrícula como consta tuvieron otros
deportados a Mauthausen que después fueron trasladados a Kommandos o subcampos
como el de Gusen, KLM, Dachau, Hartheim, Steyr, Allach, Hersbruck, etc.
Según
los datos, con que consta en el registro del Campo Central de Mauthausen (Konzentrationslagers
Mauthausen o KLM), de entre los que en el mismo registro podían aparecer como L
de Liberado; F de Fallecido; D de Desaparecido; E de Evadido, o “De Situación
desconocida”, nuestro paisano Juan Ortiz Garrido aparece con la L de Liberado
el día 5 de Mayo del año 1945 en el mismo Campo Central de Mauthausen.
Esta otra foto
enviada es quizá la original, en ella se aprecian mejor los fotografiados de la
parte inferior. Dijo Esther que las fotos habían estado hechas con móvil por lo
que rogaba disculpas. En cualquier caso quedamos muy agradecidos.
Según
mis recuerdos de conversaciones oídas a la familia de mi esposa, Juan Ortiz,
como un gran sector social de obreros del campo, era de ideas izquierdistas. No
es de extrañar,… el republicanismo jiennense destaco desde sus comienzos por
ser uno de los más activos y movilizados de todo el país. En el año de 1871 la
provincia de Jaén contaba ya con 63 comités locales republicanos, solo era
superada en número de afiliados por la provincia de Alicante. El republicanismo
de izquierdas tuvo sus momentos álgidos en las primeras décadas del siglo XX,
décadas que supusieron el intento más serio de unión entre las distintas
facciones republicanas que formaron Unión Republicana en 1903.
El republicanismo jugó un papel importante en los medios rurales, con la
creación de Centros Obreros, que tuvieron gran repercusión, tanto desde el
punto de vista de la socialización política, es decir, del aprendizaje e
interiorización relacionadas con la toma de conciencia de su condición de
ciudadanos, y en cierto modo, en la medida de sus posibilidades, en la
oportunidad de defender sus derechos laborales en el duro trabajo del campo,
para reclamar sus derechos y expresar un nuevo espíritu de ciudadanos con el
que antes no contaban; sobre todo por la participación en la toma de decisiones
en un entorno fundamentalmente agrícola.
Desconozco si Juan Ortiz tuvo alguna filiación política determinada, quizá
fuese simpatizante políticamente de Unión Republicana o de Ezquerra
Republicana, como lo fue un amplio sector de obreros del campo de aquellos
años. Siempre escuché que no se había significado políticamente en el pueblo;
pero que Isabel, su mujer, le sugirió por carta que no volviese a Higuera al
finalizar la Guerra Civil porque muchos partidarios de la “República eran
apresados, juzgados y metidos en la cárcel”. Esta debió ser la razón por la
tomó el camino del exilio a Francia.
Comienza el exilio para muchos soldados republicanos al finalizar la guerra civil. |
Dos soldados entran en puesto fronterizo de Le Perthus, acaban de llegar a Francia. |
Anarquistas cruzan por las montañas del Pirineo. |
Cuando
estuvo en Francia de regreso de Mauthausen, pensaron que la forma de agruparse
la familia, sería que Isabel, con sus hijos Juan Antonio y Victoria, se
marchasen para encontrarse con su marido y padre respectivamente, con la
esperanza que esa nueva tierra los acogiera a los cuatro. Isabel vendió la casa
que tenia en la calle San Sebastian, 12 y todas sus pertenencias y con el
dinero acumulado de las ventas llegaron en un viaje sin fin a la frontera
franco española.
Al llegar a la frontera francesa se les presento el problema del salvoconducto
y sin dinero tuvieron que volver a Higuera como pudieron. Imagino la travesía
de ida y vuelta que Isabel sufrió con sus hijos. Cuando volvió a Higuera estuvo
trabajando en la casa panadería de Alfonsete y su hijo Juan Antonio, que aunque
preadolescente era cuidador y compañero de juegos de mi cuñado Manuel.
Desconocemos el año de la marcha definitiva de Isabel a Francia con sus hijos,
suponemos que seria posterior a la vuelta del internamiento de Juan Ortiz en
Mauthausen, porque, ¿qué iba a hacer Isabel con sus hijos en Francia, si Juan
había sido enviado al campo de concentración?
Las familias dejan sus casas y sus pueblos y se lanzan a carreteras y caminos en busca del exilio. |
Durante
los primeros meses de la guerra, y particularmente en el periodo de agosto a
diciembre de 1936, se produjeron los primeros desplazamientos de refugiados y
exiliados principalmente hacia Francia, desplazamientos que tenían todavía cierto carácter provisional,
y agrupaba a un colectivo de personas provenientes de las regiones fronterizas
de Aragón, Cataluña y el País Vasco. Estos desplazamientos estaban marcados por
los episodios de violencia sistemática en contra de la población civil, tanto
como resultado de la represión por motivos ideológicos, por parte de las
fuerzas sublevadas, como por los partidarios de la revolución social y el
avance de las operaciones militares. En el caso de los huidos de Aragón y
Cataluña, la mayoría de los huidos lo eran por su condición de proximidad al
bando nacionalista sublevado y la persecución de los seguidores de la CNT y la
FAI; en el caso de los huidos del País Vasco lo hacían como partidarios del
Gobierno republicano establecido y huían del avance del frente de Irún; en
otros casos eran simplemente grupos de personas "neutras
políticamente" que se veían amenazadas por el clima de hostilidad y
violencia que se vivía en ese periodo de nuestra historia.
(Bartolomé Bennassar, 2004).
La
salida de los republicanos de España y su marcha al exilio no se produjo en un
único momento y de una sola vez. Los flujos de población se fueron realizando
prácticamente desde los primeros meses de la guerra, y su detonante no fue otro
que la violencia sufrida por la población civil en la represión, ejercida por
los nacionales progresivamente en las zonas conquistadas. Podemos señalar
cuatro oleadas de emigración, de volumen desigual y en diferentes momentos:
1. Verano de 1936: Con la toma del País Vasco, apenas un mes después del estallido
de la contienda, marcharon a Francia entre 15.000 y 20.000 personas. Este
movimiento migratorio fue provisional, de hecho los paisanos civiles vascos que
salieron después de la toma de Irún, regresaron en su mayoría un mes después;
los militares acabarían reincorporándose al Ejército republicano.
2. Junio de 1937: A partir del mes de mayo de 1937, el mayor centro de la
guerra es el frente Norte, y su desplome ocasionaría otro gran importante
movimiento de población. Se calcula que serían unos 135.000 los españoles
camino del exilio.
3. Primavera 1938: Con la ocupación del Alto Aragón por los nacionales se
producirá un tercer flujo de alrededor de 25.000 personas, y así a finales de
1938 el número de refugiados españoles puede estimarse en más de 40.000, entre
los que se encontraban muchos niños.
4. El gran éxodo de 1939: La cuarta oleada de refugiados fue la más importante
y comienza con la retirada que se va a producir después de la caída de Cataluña
a finales de enero de 1939. Buscan refugio en Francia no sólo los soldados
derrotados del ejército regular sino también los civiles amenazados por la
venganza de los vencedores. Barcelona cae el día 26 de enero y comienza el
éxodo de miles de personas; pero la frontera francesa se encuentra cerrada y no
se abrirá hasta el día 28 y sólo para las mujeres y los niños y, tres días
después para los heridos. El 5 de febrero finalmente se autoriza la entrada de
las tropas republicanas, cruzando la frontera el presidente de la República,
Azaña, y los presidentes de la Generalitat y Euskadi, Companys y Aguirre. La
última evacuación de la guerra se producirá en el mes de marzo, tras la
ocupación franquista de la zona central, y se realizará desde la costa
levantina por vía marítima.
La marcha por la nieve de una familia. |
Refugiados por el paso de Prat de Monlló. |
Camino de la frontera. |
Esta emigración constituyó por otro lado un serio impacto en nuestra demografía, un impacto tanto más sensible por cuanto desde un punto de vista laboral, se compone fundamentalmente de personas jóvenes, y porque desde un punto de vista cultural, engloba en su seno una apreciable proporción de personas de los niveles más elevados en cultura. En fin, tanto por las especiales circunstancias de masificación en las que se produce, como por los extraordinarios acontecimientos internacionales, que a los pocos meses de haberse producido inciden directamente sobre ella, esta emigración representa, para buena parte de sus componentes, una expatriación especialmente penosa y duradera.
Aquella
guerra iniciada en 1936 tuvo su final con la derrota republicana en abril de
1939, consecuencia de la misma, y a medida que las tropas franquistas iban
tomando Cataluña, el 15 de enero tras la caída de Tarragona, se inicia un
exilio masivo, cuya desgarradora marcha se desarrolló en las carreteras
catalanas que conducían a Francia. Aquella huida desesperada estaba formada por
mujeres, ancianos, niños, soldados y discapacitados que “huían empujados por el
miedo físico o psicológico de los últimos momentos de una guerra perdida”. (1).
Comienzan a llegar soldados a Francia.
|
Cruzaron la frontera y ven sus esperanzas rotas al ver lo que les espera.
La
mayoría de las personas que iniciaron el éxodo eran gente corriente, soldados
y población civil con una trayectoria de vida sencilla, pero fuertemente
marcada por los eventos bélicos y tensiones políticas de la época. La mayoría
de los españoles que atravesaron los Pirineos en 1939, y que acabaron
instalándose allí, eran también fundamentalmente proletarios, y conocedores de
la problemática sindical de aquel momento; aunque también había un considerable
núcleo de personas con profesiones liberales. El
conjunto estaba compuesto por personas de todas las regiones de España... Desde
el punto de vista sociológico ese exilio significó un profundo desarraigo del
cuerpo nacional español.
|
A medida que se desarrollaba el conflicto, el carácter provisional del exilio fue volviéndose más permanente y masivo en el caso de los desplazados próximos al bando republicano, al punto…, que los episodios de huida en desbandada continuarían produciéndose, por lo que se emprendieron acciones desde el gobierno republicano, para ordenar de manera planificada algunas de las evacuaciones, particularmente las de los menores. La Oficina Central de Evacuación y Asistencia al Refugiado fue constituida en octubre de 1936, en vísperas de la batalla de Madrid, en previsión de realizar operaciones masivas de evacuación hacia la costa mediterránea; mientras que en noviembre fue creada en París el "Comité d'accueil aux enfants d'Espagne" por parte de la CGT.
Las primeras evacuaciones de niños se produjeron desde Madrid y Valencia, con el envío de 100 menores hacia la URSS en febrero de 1937, y desde el País Vasco, donde se evacuaron a 450 personas hacia la isla francesa de Oleron, en la colonia "Casa Dichosa". Más adelante, cerca de 300 de ellos fueron llevados a París y los restantes, albergados en Oostduinkerke, en Bélgica. (Alted Vigil 2002, 126).
Españoles exiliados en la frontera francesa. |
Al
finales de 1938, se estima que en suelo francés permanecían 40.000 emigrados,
aunque se consideraba que mantenían una situación de desplazamiento
provisional. (Bartolomé Bennassar (2004), pp. 362-363), (Denis Peschanski,
2001).
Mujeres y niños refugiados llegados a Le Perthus, 12 de febrero de 1939. |
Refugiados en la frontera francesa. |
Gendarme francés ofrece víveres en la calle de Perthus a los niños, 28 de enero de 1939. |
En la mayoría de los casos los campos de acogida eran unos terrenos cercados con alambradas en arenales próximos a las playas del sudeste francés y estaban permanentemente vigilados como puede comprobarse a la derecha de la foto. |
Construcción del campo de acogida de Gurs en el Rosellón.
|
Refugiado duerme al raso en el "Campo de acogida" de Saint Cyprien. |
Las carreteras quedan colapsadas de vehiculos en la marcha al exilio. |
Refugiados de Port Vendres. |
La Guardia Móvil recoge las armas a los exiliados españoles. |
Registros en el campo de Prat de Monlló. |
Localización de los "Campos de Acogida" franceses. |
Llegada al campo de Argelés sur Mer y Le Barcares. |
El campo de Argelés sur Mer en la arena de la playa y aseo y desparasitación de los exiliados en el agua del mar. Abajo un día de baño en la playa de Argelés sur Mer.
|
Vigilancia permanente en los "Campos de Acogida" a cargo gendarmes franceses y de guardias árabes africanos a caballo de las colonias francesas en África.
|
Diálogo familiar a través de la alambrada en Argelés sur Mer.
Esposa habla con su marido en el campo de Argelés sur Mer. |
Al no disponer de albergues comienzan a hacer chozas con las cañas de entorno y todo lo que encuentran.
|
Exiliados en Argelés sur Mer vigilados constantemente por la guardia francesa y guardias a caballo de las posesiones africanas de Francia. |
Los refugiados pudieron resistir las pésimas condiciones a las que fueron sometidos en Francia desde el principio: campos de concentración, compañías de trabajadores extranjeros,...etc. De la misma manera que luego se adaptaron al país de acogida y se transformaron en excelentes técnicos, metalúrgicos y en elementos vitales para la reconstrucción del país (Francia) al finalizar la guerra mundial.
El gobierno francés, aprovechándose de las precarias condiciones en que se encontraban los republicanos españoles, y sus deseos por obtener algo de libertad, además de amenazarles con endurecer aún más sus condiciones, propuso la salida a los campos de trabajo por la comida y 0,50 francos mientras durase la preparación de la guerra, utilizando para ello a miles de refugiados. De esa manera cubrían las vacantes en las fábricas, pues la guerra estaba muy cerca y necesitaban mano de obra barata hasta el fin de la derrota servida en bandeja a los alemanes. El negocio para el gobierno francés era redondo…
(5 de 6) GUERRA CIVIL
ESPAÑOLA - EXILIO
(6 de 6) GUERRA CIVIL
ESPAÑOLA - EXILIO:
Entre
aquella población civil suponemos que la gran mayoría no tenían responsabilidades
políticas ni militares, por lo tanto no pueden ser consideradas como
represaliados que buscaban necesariamente el exilio; entonces, podemos preguntarnos: ¿por qué
huían? Según la escritora Teresa Pàmies “la gran masa de la población civil seguían
un impulso colectivo, pensando algunos que en Francia encontrarían al marido,
al hijo, al padre, al hermano; y que pasada la borrasca retornarían juntos a
empezar de nuevo la vida en familia, aunque faltasen algunos, muertos en las
trincheras, en los bombardeos o, sencillamente, desaparecidos en la vorágine de
la guerra”. (2).
Grupo de refugiados llega a Mauresque, 30 de enero de 1939. |
Huida por los caminos y montañas. |
Las familias salían de su casa con todo lo que podían llevarse. |
Nuevas llegadas a los campos de refugiados por todos los caminos posibles. |
Como
ya hemos referido, la mayor avalancha de exilados se produjo con ocasión de la
pérdida de Barcelona por la República (febrero de 1939). En esos momentos más
de medio millón de personas huyeron a Francia. Sobre todo en los primeros
momentos, y una gran parte de ellos fue internada en los campos, que el
gobierno francés de Daladier habilitó para el caso. Las condiciones en tales
campos fueron deplorables, como en el caso del Campo de concentración de Gurs.
En esos primeros meses se produjo el regreso a la España (ya enteramente
dominada por los nacionales franquistas) de alrededor de la mitad de quienes se
refugiaron inicialmente en Francia.
Campo de Concentración de Gurs, uno de los que tenía peores condiciones para albergar a los refugiados. |
Refugiados españoles en el Campo de Gurs, próximos a la costa atlántica francesa cerca de Pau.
|
Comienza una nueva vida en los campos de concentración, que en muchos casos terminara cuando se inscriban en los Campos de Trabajadores Extranjeros tan sólo unos meses más tarde. |
El
cruce por las fronteras se hizo a través de Latour de Carol, Bourg Madame,
Prats de Molló, Le Perthus, Cerbère. Estos puestos fronterizos del departamento
de los Pirineos Orientales, se vieron colapsados por aquel alud de refugiados
que intentaban traspasar la frontera. En principio se trató de mujeres, niños y
ancianos, pero al poco tiempo a aquella población civil se le unieron los
combatientes, que huían del avance nacionalista. El día 22 de enero, ante el
derrumbe definitivo del frente del Ebro, el gobierno republicano ordenaba la
evacuación de Barcelona, iniciándose una retirada masiva de población civil y
fuerzas militares en dirección hacia la frontera francesa.
Enlaces que se pueden consultar en internet:
La dureza de estas condiciones se refleja en todos los testimonios de los
protagonistas, de los que a modo simplemente ilustrativo citaré alguno de
ellos:
Posteriormente, estas condiciones mejorarán al ser trasladados a los nuevos
campos construidos, que al menos tienen los servicios mínimos indispensables.
La actitud de las autoridades francesas hacia los refugiados españoles irá
cambiando a medida que éstos pasan de ser en los primeros momentos una carga
difícil de mantener a ser un potencial de mano de obra barata y una reserva
para el ejército.
El
exilio republicano en Francia conlleva una derivación del mismo, el cual se
dirigió hacia el Norte de África. El éxodo masivo hacia esta parte del
continente africano comienza con la huida de la flota republicana desde
Cartagena en 5 de marzo de 1939. El destino de este éxodo fue Orán y su región:
la Argelia occidental limítrofe con Marruecos. Al igual que en la Francia
metropolitana, caracterizó este exilio “una emigración fundamentalmente
popular. Incluía algunos lideres políticos y sindicales, por lo general de
segunda fila, pero pocos intelectuales y muy excepcionalmente personalidades
señeras del mundo de las letras, las artes y las ciencias”. (15)
Referente
al nivel socio profesional, de acuerdo con lo que nos indica la historiadora
Alicia Alted, se ha tendido a establecer una diferenciación entre el exilio
europeo, especialmente Francia como el país que acogió el grueso mayor de
exiliados, y el americano con México a la cabeza. La gran mayoría de los
refugiados que permanecieron en Francia pertenecían a los sectores preferentemente
agrícolas e industriales: transporte, metalurgia, mecánica, electricidad y
construcción. Los departamentos meridionales fueron los que albergaron a
exiliados “con un nivel socio profesional más modesto y una gran proporción de
militancia anarquista y socialista”, siendo los que constituyeron aquellas
unidades de combatientes que, junto a los servicios auxiliares, cruzaron la
frontera en enero y febrero de 1939. (10)
Españoles
en la tormenta (I): 1939 - 1945. "El exilio ordinario":
https://canal.uned.es/mmobj/index/id/10588
Españoles en la tormenta (II). 1940 - 1945. "Los campos de la muerte"
Españoles en la tormenta (II). 1940 - 1945. "Los campos de la muerte"
https://canal.uned.es/mmobj/index/id/10596
Españoles
en la tormenta (III). 1939 - 1945. "Resistencia en Francia. El
maquis".
https://canal.uned.es/mmobj/index/id/10653
Españoles
en la tormenta (IV). 1939 - 1945. "Resistencia en Francia. Guerrilla
urbana".
https://canal.uned.es/mmobj/index/id/10604
Españoles
en la tormenta (V). 1940 - 1945. "Oradour: pueblo mártir".
https://canal.uned.es/mmobj/index/id/10762
Camino del exilio:https://www.youtube.com/watch?v=V6HbevnZlIY
Espagne 1939 La Retirada (5):
El exilio republicano:https://www.youtube.com/watch?v=t3D5rkPw0oQ
Exilios I. Refugiados
españoles en el mediodía de Francia:
Documental de la UNED: Exilio:https://www.youtube.com/watch?v=JwZCgSHFDEc
Cabe
destacarse que los pasos fronterizos no siempre estuvieron abiertos. El 28 de
enero, dos días después de la ocupación de Barcelona por las tropas
nacionalistas, el ministro republicano de Estado, Julio Álvarez del Vayo,
conseguiría del gobierno francés la apertura de la frontera francesa para
acoger a miles de refugiados civiles españoles. El 5 de febrero, después de
dejar pasar solamente a población civil, las autoridades francesas aceptarían
también la entrada en su territorio a los combatientes, a cambio de su desarme
e internamiento en campos de concentración. (12). En poco más de unas tres semanas, el último día del
cruce masivo fue el 10 de febrero, entraron unas 465.000 personas en el
departamento de Pirineos Orientales costero y agrícola.
El
éxodo de finales de enero y principios de febrero de 1939, condujo al
Departamento francés de Pirineos Orientales a un contingente de población, que
se sitúa en torno a las 465.000 personas. Su procedencia geográfica era muy
diversa con un predominio de catalanes y aragoneses, también se daba una
diferenciación social, profesional y en cuanto a la adscripción política. Era
todo un colectivo el que se veía obligado a exiliarse, pues, junto a los restos
de un ejército en derrota, a los dirigentes políticos, a los cuadros de la
administración republicana; iban mujeres, niños, ancianos y enfermos…
En
los últimos días de enero y primeros de febrero de 1939, la evacuación de los
heridos fue accidentadísima, a causa de los continuos cierres de los pasos
fronterizos (Puigcerdà, Camprodon, La Junquera y Port-Bou). Otras causas eran
las dificultades para hacer entrar en razón a la población civil que invadía
las carreteras, y conseguir que dejasen libre la parte izquierda de la calzada.
Las autoridades francesas decían no poder admitir más que 2.500 ó 3.000
heridos. Y a condición de que cada herido estuviese en posesión de su ficha
médica. Los franceses no habían previsto otro alojamiento para nuestros heridos
que el de tres buques hospital, anclados en Port-Vendres, al sur de Perpiñán.
En los que acomodaron, en condiciones pésimas, a algo más de mil heridos y
donde, según el testimonio del doctor Julio del Águila, el material sanitario
disponible era similar a la de un simple dispensario municipal...
Instalados en el campo de refugiados comienza la vida más normalizada para los niños y para los mayores. |
Salvo
unos centenares de heridos evacuados hacia los hospitales civiles de Perpiñán,
Narbonne, Carcassonne y Beziers, los restantes heridos, varios miles, fueron
internados en los campos de concentración de los Pirineos Orientales:
Argelès-sur-Mer, Saint-Cyprien y Barcarés. Respecto las condiciones de vida en
los citados campos son elocuentes los informes del general médico francés
Peloquin y del doctor Joaquín d'Harcourt, Jefe de la Sanidad de Guerra del
Ejército republicano español. Señalaron que la disentería y la neumonía
causaban verdaderos estragos entre ellos, sobre todo en los internados con
menores defensas como los heridos de guerra, así como la fiebre tifoidea, la
tuberculosis y en algunos casos la lepra. La tercera parte de los internados
sufría tiña y sarna, siendo muy frecuente la ulceración de la piel y la
inflamación de la garganta, debido a las violentas tempestades de arena que el
viento originaba. El doctor d'Harcourt agregaba que los trastornos mentales y
neuróticos constituían un problema mucho más grave que el resto de las
enfermedades. Algo más tarde, este médico declararía a la escritora Isabel de
Palencia que «a varios centenares de médicos españoles se nos prohibió
terminantemente atender a nuestros heridos y enfermos».
Esta
decisión de no dejar actuar a los médicos españoles fue una de las decisiones más
arbitrarias e inhumanas, que los franceses tomaron contra los españoles, tanto
más cuanto las quejas sobre la carencia y la incompetencia de los médicos del
país era unánime, en lo referido a los médicos militares como civiles. El
doctor d'Harcourt y el enviado del periódico inglés The Times (en el n.° del 24
de febrero de 1939), aseguraban que muchos soldados republicanos heridos habían
sufrido amputaciones innecesarias, porque los médicos franceses no sabían poner
escayolas e ignoraban también los nuevos métodos para prevenir las infecciones
de las heridas, descubiertos durante la guerra civil española por el doctor
Josep Trueta. Federica Montseny, en su libro “Pasión y muerte de los españoles
en Francia”, da detalles de una epidemia de tifus declarada en el campo de
concentración de Bram, a mediados de 1940: «El jefe médico, el doctor Leboeuf,
ordenó una vacunación general que, cuando los internados habían contraído ya la
enfermedad, la agravaba sin remedio, lo cual produjo en pocos días medio
centenar de muertes».
Por
estas y otras razones, los médicos y enfermeras de la Central Sanitaria
Internacional, que desempeñaban el servicio de tres puestos de socorro, serían
destituidos. La negligencia llegó a tales extremos que en la enfermería del
campo de concentración de Gurs, donde estaban internados la mayor parte de los
Internacionales, nuestros soldados aviadores y un centenar de heridos, no
había, a mediados de marzo de 1939, ni un simple termómetro. De otro campo, el
de Vernet de Ariège, el escritor inglés, Arthur Koestler, en su libro “La hez
de la Tierra”, remata su testimonio con estas palabras: «En cuanto a comodidad
e higiene, Le Vernet tenía un nivel digno de la Edad de Piedra... inferior incluso
al de los campos hitlerianos.
Había
una cuarta parte de enfermos que no tenía platos ni cucharas, ni tenedores, ni
jabón... La mitad de los prisioneros dormían, sin mantas, a diez grados
centígrados bajo cero. Para completar el cuadro tenemos el testimonio de un
sacerdote, Jesús Arnal, que ha escrito: «De Francia, quiero hacer constar, no
recibimos nada, absolutamente nada, ni siquiera agua, pues la tomada en las
estaciones era como si la estuviésemos robando, tal como comprobamos cuando
acompañábamos a los heridos transportados hacia el interior del país. En
cambio, ellos sí que se aprovecharon de todo lo nuestro, y con bastante prisa.
Las magníficas ambulancias Dodge, algunas donadas por los actores y actrices de
Hollywood, de las que estaba dotado el ejército gubernamental, llegaron a
Bourg-Madame y al día siguiente vimos circular varias con matrícula francesa y,
para más detalles, algunas conducidas por monjas».
Encienden una hoguera en el campo de Bram. |
Llegada de suministro al campo. |
Durante algún tiempo muchos españoles se preguntaban:
si las autoridades francesas no habrían sido sorprendidas, realmente, por la
rapidez de los acontecimientos y por la arrolladora avalancha de fugitivos, que
se desparramó en poco más de cuatro semanas por el Pirineo Oriental. La
respuesta, clara y contundente, fue dada en mayo de 1940, cuando se comprobó
que en el curso de una retirada mucho más vertiginosa y desordenada que la de
los exiliados españoles; cuando en la huida de sus países, se adentraron en
territorio francés más de tres millones de refugiados: la mayoría belgas,
franceses del norte y holandeses, en un par de semanas, las que pasaron entre 10
al 25 de mayo y, a pesar de la precipitación, ni uno solo de ellos fue a parar
a un campo de concentración. Entonces, si que se requisaron hoteles,
balnearios, castillos, mansiones deshabitadas... es decir: se hizo lo indecible
para acogerlos decentemente a los refugiados, y se consiguió. El
cinismo desplegado por los gobernantes franceses, para justificar lo
injustificable, llegó a extremos inauditos. Así, en marzo de 1939, en la Asamblea
Nacional de Diputados de París, el ministro del interior, Albert Sarrault, un
radical socialista, explicaba su pasividad con estas palabras: «Los franceses
no podían empezar a construir albergues para los refugiados, mientras los
republicanos siguieron luchando; habría sido un insulto a su valentía. Si los
preparativos hubiesen llegado a conocerse se habrían levantado multitud de
protestas. Se me habría acusado de predecir el colapso del frente catalán y de
contribuir a él con mi predicción; se me abría acusado de atraer a Francia un
éxodo que, hasta el último minuto, he tratado de prevenir.» Sin embargo, La
Dépêche de Toulouse, en su número del 5 de febrero de 1939, había publicado una
fotografía de la agencia de noticias France Presse, que presentaba a soldados
franceses de unidades montañeras cavando trincheras cerca de Osseja (en la región
de la Cerdaña), para tratar de interceptar la supuesta temida invasión de las
tropas españolas y en las que se llegaron a instalar máquinas automáticas para
repeler a los españoles. Nos preguntamos al respecto: ¿si con estas medidas no
se contribuía a aumentar la desmoralización de los republicanos españoles? ¡Qué
jeta la del ministro socialista radical francés.
Los
primeros refugiados que cruzaron la frontera se encontraron con que no se había
previsto ninguna medida por las autoridades francesas para su acogimiento; lo
único que se hizo fue la vigilancia constante por las fuerzas de orden público
formadas por soldados coloniales marroquíes y senegaleses, los mismos que ahora
vienen en las terribles pateras. Además la mayor parte de los recién llegados,
lo hacían en unas condiciones deplorables, aquejados de diversas enfermedades
como la disentería, sarampión, difteria y tos ferina, así como numerosos
heridos tanto militares como civiles. Por consiguiente hubo que improvisar, los
grupos más débiles, mujeres, niños y ancianos se distribuyen por distintos
departamentos franceses alejados de la frontera, a excepción de la región
parisina que fue preservada, mientras que los heridos más graves eran evacuados
a diversos hospitales. Los hombres fueron agrupados en zonas descampadas,
rodeadas por alambradas y qué, pomposamente, fueron llamados por los franceses
“campos de acogida”, mientras que por los recién llegados comenzaron a llamarse
“campos de concentración” por las condiciones deplorables en que quedaron
alojados.
Lluís Montgut cuenta como el grupo del que formaba parte fue llevado a un
terreno baldío situado cerca de Prats-de Molló, donde tuvieron que dormir al
raso en una cuneta cubierta de ramas.
Antoine Miró, fue conducido fuertemente escoltado a un prado cercado, que los
gendarmes cerraron con una cadena a su alrededor a la que colocaron un candado,
siendo además vigilados por un cordón de soldados senegaleses, fusil en mano. Y
todo ello con 10 centímetros de nieve, sin un lugar donde guarecerse y nada
para comer o beber.
Mariano Constante cuenta la marcha forzada entre la estación de Caussade y el
campo de Septfonds, bajo la vigilancia de un regimiento de senegaleses:
“Armados con fusil y con un corta-cuellos o machete, nos empujaban sin
miramientos, dirigidos por jóvenes oficiales franceses.
Otros enlaces interesantes que pueden consultarse en internet:
El exilio
republicano español (I). 1939-1945. Refugiados españoles en el mediodía de
Francia:
El exilio
republicano español (II). 1945 – 1977:
https://canal.uned.es/mmobj/index/id/7586
https://canal.uned.es/mmobj/index/id/7586
La
actitud de las autoridades francesas hacia los refugiados españoles irá
cambiando a medida que éstos pasaron de ser, en los primeros momentos una carga
difícil de mantener, a ser un potencial de mano de obra barata y una reserva
para su ejército. A partir de abril de 1939, se dictan varias medidas
conducentes a retener en el país la población masculina comprendida entre
veinte y cuarenta y ocho años, y quedará así constituida en mano de obra
permanente al servicio de Francia, al tiempo que se organizan los campos en
Compañías de Trabajo: las más duras, las destinadas a fortificar las fronteras,
llevarán un régimen militar; otras se dedicarán a trabajos públicos, industrias
de guerra y agricultura, ya en el horizonte de la Segunda Guerra Mundial.
El
tiempo transcurrido en los distintos campos de acogida franceses, desde febrero
hasta setiembre de 1939, fue de una lamentable miseria, donde sólo los que
lograron salir por distintos conductos, escaparon al hambre, los piojos, la
sarna y demás consecuencias de aquella situación inhumana. Pero, los
acontecimientos se iban a precipitar de forma acelerada, ya que los planes del
estado mayor alemán, ensayados previamente en la guerra incivil española,
pasaban por atacar a los países limítrofes primero, para desafiar al mundo
entero después, con todo el cinismo bárbaro que caracterizaba a los nazis
alemanes. Desde hacía ya tiempo, los potentados alemanes habían designado a
Hitler como el Führer de todos sus compatriotas, con el apoyo y la colaboración
incondicional de las industrias de guerra, SS, SA y todo el estado mayor del
nacional-socialismo del país germano, para preparar el cataclismo mundial,
demostrando que ellos eran los más fuertes para aplastar las democracias.
En cuanto a la prensa, siguió la misma división
de opiniones mantenida durante el tiempo de guerra. Los periódicos de
izquierda, como Le Populaire, L’Humanité o Ce Soir, partidarios de la República
española, pedían que se acogiera dignamente a “los luchadores de la libertad” y
hablaban de la “España mártir camino del exilio”, haciéndose eco de la llamada
lanzada por diversas personalidades como François Mauriac, Henri Bergson,
Jacques Maritain, Paul Valery y otros, pidiendo ayuda para la atroz miseria de
la población española, obligada a retroceder hacia las fronteras. Por su parte,
los periódicos conservadores y de la derecha tradicional, Le Petit Parisién, Le
Matin, L’Epoque o Le Jour, criticaban a los republicanos hablando de “la
invasión de los refugiados”, los “restos del ejército rojo” o “las ruinas
humanas.
Refugiados atados a un poste en el "Campo de Acogida" francés, llamado por los españoles "Campo de Concentración". |
Una
vez cruzada la frontera eran seleccionados en un campo de selección: triage,
luego eran ubicados en campos improvisados conocidos como centres d’accueil. El
primer campo abierto en Francia fue Argelés sur Mer siendo inaugurado el 1 de
febrero de 1939. Debido a la entrada masiva de refugiados entre los días 5 y 9
de febrero se abriría, el 8 del mismo mes, el campo de Saint-Cyprien: ambos
destinados a la mayoría de los exiliados que pasaron por los puestos
fronterizos de Le Perthus y Cérbere.
Campo de acogida de Saint Cyprien. |
Refugiados del campo de Saint Cyprien en la puerta de su barracón. |
Para
los que entraron por otros puestos fronterizos se abrieron los campos de
Vallespir y de la Cerdaña: Arles-sur-Tech y Prats de Molló. (13) Otros campos
provisionales fueron el de Camp de la Guingueta d’Hix, La Tour-de-Carol,
Mont-Louis situados a lo largo de la Alta Cerdeña. En la zona de Vallespir
estaban Els Banys d’Arles, Arles-sur- Tech, Prats de Molló y el Voló.
Refugiados en la Latour de Carol. |
El
hambre, la separación de las familias tras el cruce de la frontera por las
autoridades francesas, así como un futuro incierto tras el paso de la misma,
fueron los elementos que impregnaron la experiencia del exiliado, marcando un
antes y un después en las vidas de muchos de ellos.
Los
exiliados fueron constantemente vigilados por la policía francesa y por tropas
coloniales (moros y senegaleses). Pronto, nuevos factores sobrevendrían a los
refugiados en los campos de concentración tales como la mala alimentación,
promiscuidad sexual y hacinamiento, falta de higiene, contaminación del agua
debido al propio detritus de los exiliados en las playas. Factores que
provocaron avitaminosis, sarna, disentería y, a su vez, la muerte a muchos de
ellos por cólera y inanición. La disentería
entre las pestilentes letrinas también vigiladas por gendarmes y spahis a caballo o bien la necesidad de deshacerse de los
ácaros, siendo normal ver a los refugiados rascarse la sarna y los piojos que
implacablemente devoraban a los
internados.
En todos los testimonios es también impactante la delgadez y precariedad física
de los refugiados hambrientos, debido a la escasez alimenticia de la zona
republicana frente a la obesidad proporcional de sus "anfitriones" franceses.
Campo de Bacares. |
El
ya referido hacinamiento en los campos de Argelés y Saint-Cypriem llevó al
gobierno francés a crear otro en la playa de Barcarés, en el mismo departamento
de Pirineos Orientales, con el objetivo de descongestionar los otros dos. Poco
a poco se fueron construyendo nuevos campos en otros departamentos con el
nombre de Adge (Hérault), destinado especialmente para exiliados catalanes, y
el de Bram (Aude) para los exiliados de más edad. Sucesivamente se fueron
creando nuevos campos tales como el de Gurs (Béarn) destinado a aviadores
vascos y miembros de las Brigadas Internacionales; o el de Judes (Septfonds)
reservado a obreros especialistas cualificados. Otro, cerca del pueblo de
Couiza, destinado a mujeres y niños.
Interesante enlace El exilio
de los niños:
https://canal.uned.es/mmobj/index/id/12346Llegan nuevos exiliados donde no faltan los niños. |
Asimismo,
se crearon campos disciplinarios para albergar a los que se consideraba como especialmente
peligrosos. De este modo, se utilizo la antigua fortaleza templaria de
Collioure para acoger a varios centenares de españoles, entre oficiales y
soldados del ejército republicano, y miembros de las Brigadas Internacionales.
Igualmente, se utilizo el antiguo campo de prisioneros de Vernet-d'Ariège en
donde fueron a parar la mayoría de los anarquistas de la Columna Durruti.
Otro campo de castigo y represión, destinado exclusivamente para mujeres, fue el
de Rieucros. Tanto el campo de Vernet como el de Rieucros continuaron siendo
utilizados durante la Segunda Guerra Mundial internándose en él: hombres
y mujeres de distintas nacionalidades con cierta significancia político-militar;
activistas antifascistas del centro de Europa; comunistas franceses y mujeres
anarquistas. (14)
Refugiados del campo de Prat de Monlló. |
Ante
esta dramática situación voceada por la propia prensa francesa e internacional,
dándole protagonismo especialmente durante los meses inmediatos a la Segunda
Guerra Mundial, dio lugar a que los organismos de ayuda internacionales
reorientaran la ayuda a socorrer a los exiliados. Ese auxilio fue gestionado
por el Comité Internacional de Coordination et d’Information pour l’Aide à
l’Espagne Républicaine (CICIAER), organismo creado por el gobierno de la
República el 13 de agosto de 1936, ubicado en París, con el fin de asegurar la
coordinación de los esfuerzos a favor de la España republicana a escala
internacional. (3).
Pocas
semanas antes del fin de la guerra española, el "informe Valière"
realizado a petición del Gobierno francés estimaba a 9 de marzo de 1939 la
presencia de unos 440.000 refugiados en Francia, de los cuales 170.000 eran
mujeres, niños y ancianos, 220.000 soldados y milicianos, 40.000 inválidos y
10.000 heridos. (VV.AA. Exilio, Pág. 24, Ed. Fundación P. Iglesias, 2002)
Recien llegados a la frontera en espera de su ubicación en los "Campos de Acogida" |
Internados en el "Campo de Acogida" de Le Perthus, 16 de febrero de 1939.
|
La
emigración hacia Francia se aceleró de manera importante durante el transcurso
de la Batalla del Ebro y los meses posteriores, en un movimiento de
"retirada". El éxodo de ciudadanos provenientes de Cataluña fue
masivo después de la caída de Barcelona el 26 de enero de 1939. El gobierno de
Daladier decidió abrir la frontera franco-española el 27 de enero y los
refugiados huyeron a través de los Pirineos por la Junquera, Le Perthus,
Cerbère y Bourg-Madame. En marzo de 1939 el número de refugiados españoles en
Francia se estima en 440.000 personas en un informe oficial. (Informe Valière
al gobierno francés, 9 de marzo de 1939).
Los
historiadores han estimado en 465.000 exiliados, de los que 170.000 serían civiles.
Exiliados haciendo cola en el Campo de Bram. |
En
la misma Francia, son los departamentos del sudoeste, próximos a España, los
que acogieron al mayor número de refugiados, con una fuerte inmigración
española en las ciudades de Burdeos y Toulouse, donde ya residían anteriormente
españoles. Los otros departamentos de la costa atlántica, en mayor medida el
del Loira, también acogieron refugiados, así como Macizo Central, Bocas del
Ródano y la región parisina. La acogida de los viajeros fue diferente en un
lugar u otro: unos son bien recibidos y objeto de acciones de solidaridad,
mientras que otros son vistos con desconfianza y hasta hostilidad en una
Francia en crisis, con visos de xenofobia. Según Bartolomé Bennassar, las
oleadas de exiliados son muy bien recibidas después de 1939. ( Bartolomé Bennassar (2004)
Estos
campos fueron evolucionando con el tiempo. Delante de la mascarada humana. (Bartolomé
Bennassar (2004) de la retirada, las autoridades francesas,
desbordadas, reagruparon a los refugiados en centros de "control" o
de "clasificación" en la frontera, (Denis Peschanski, 2001) más
tarde en campos de concentración (término oficial de la época) o de
"internamiento"(Denis Peschanski, 2001) situados en principio en
el departamento de Pirineos Orientales, en las localidades de Saint-Chipien,
Argelès-sur-Mer, Le Barcarès en la playas. Estos campos de internamiento
especializados que reagrupaban especialmente a Vascos, antiguos Brigadas
internacionales (Gurs), Catalanes (Agde, campo de Rivesaltes), ancianos (Bram),
y a la división Durruti en (Le Vernet) son creados tierra adentro en febrero de
1939.( Contribution de Lilian Pouységur, in. Monique-Lise Cohen
(dir.) (1994), p.28) y (Denis Peschanski, tesis, 2001) en
los departamentos vecinos del Rosellón, para paliar el crecimiento de las
estructuras del litoral y las condiciones sanitarias deterioradas. (Contribución de Jean-Claude Fau, en. Monique-Lise Cohen
(dir.) (1994).
Unas
465.000 personas cruzaron la frontera con Francia en aquel desgarrador
invierno; un éxodo el cual previamente había pasado de Madrid a Valencia,
después a Barcelona, Girona, Figueres y, finalmente, a la frontera con el país
vecino. No solamente llegaron con la desesperación que suponía el vivir con una
perenne incógnita: “¿qué nos va a suceder ahora?”, sino que además se
encontraron con una Francia inmersa en una fuerte crisis económica desde 1930,
y una derecha reaccionaria dominada por fascistas y xenófobos. El diputado
radical Edouard Daladier, a la sazón de Primer Ministro, fomentó una política
de enfrentamiento con los comunistas utilizando, a su vez, un cierto consenso
con los elementos xenófobos presentes en la sociedad, y la opinión pública
francesas desde comienzos de los años 30. Todo ello fue en parte producto de la
llegada de distintas oleadas de refugiados políticos a su país, especialmente
españoles e italianos, y también por una emigración económica española
caracterizada por un alto grado de analfabetismo y escasa cualificación profesional.
Estos factores provocaron en gran parte de la sociedad francesa una cierta
repulsión hacia aquel exiliado que cruzaba la frontera en el crudo invierno de
1939. Si bien las mujeres y los niños eran vistos como víctimas inocentes de la
guerra, los ex combatientes sin embargo fueron acusados de utilizar a estas
mujeres y niños para protegerse tildándoseles, entre otros epítetos
despectivos, como êtres repoussants, malpropres, fuyards, déserteurs et des
indésirables. (“seres repulsivos, sucios,
fugitivos, desertores e indeseables”) (4).
Hay que comentar la diferencia de trato de los gendarmes y soldados franceses
ante los refugiados y los soldados franquistas. En el primer caso, en
ocasiones, cada soldado es cacheado por dos funcionarios franceses de rostro
grave y severo. Al contrario, las tropas franquistas son recibidas con la
sonrisa en los labios, el protocolo militar de rigor no se rompe ni aun cuando un
general requeté hace un saludo fascista, mientras que los soldados a ambos
lados de la frontera confraternizan con sonrisas y tabaco.
Aunque
muchos españoles republicanos habían salido de España a Francia durante la
guerra que deberíamos llamar incivil, la mayoría lo hizo cuando terminó,
calculándose en cerca de medio millón de refugiados los que cruzaron la
frontera para cobijarse en Francia, donde fueron presentados por los medios de
comunicación como rojos e indeseables, apareciendo en muchos sectores de la
opinión pública francesa como un peligro, por lo que fueron recibidos como
exiliados malditos y custodiados en los llamados campos de acogida, de una
forma tan vergonzosa como inhumana hacia aquellos hombres y mujeres, cuyo único
delito había sido su lucha encarnizada por sus ideales “ ¿ Por qué no enviarlos
a Rusia ? La gente es muy amable… Francia puede encargarse de organizar, los
EE.UU. del dinero, Gran Bretaña de los barcos, Rusia de la hospitalidad y
Ginebra de los discursos”, escribía de forma irónica el periódico parisino LE
MATIN, en uno de sus desgraciados comentarios.
Una
gran parte de los primeros refugiados, hasta 440.000 en Francia según un
informe oficial de marzo de 1939, tuvieron que afrontar inicialmente duras
condiciones de vida, que se agravaron como resultado del estallido de la
Segunda Guerra Mundial y aunque muchos de ellos lograron regresar en la década
de 1940, el exilio republicano "permanente" quedó constituido por
unas 220 000 personas, de las cuales muchas eran excombatientes, políticos
o funcionarios comprometidos directamente con la causa republicana; pero entre
ellos había también miles de paisanos civiles, junto con un número
significativo de niños, intelectuales, personalidades de la cultura y artistas,
científicos y docentes, y personas de profesiones cualificadas, lo que supuso
un condicionante más en el proceso de reconstrucción del país, a consecuencia
del conflicto.
Las
condiciones que van a tener los exiliados en los campos franceses ira
evolucionando; en los primeros tiempos, sufrieron unas situaciones deplorables,
agrupados en simples líneas de playa rodeadas por alambradas y custodiadas por
los senegaleses, se encontraron rodeados de miseria, fatigas, carencias
alimentarias y condiciones higiénicas precarias.
Foto de Centelles de refugiados en el Campo de Bram. |
Letrinas del "Campo de Acogida" de Bram. |
En el río del Campo de concentración de Bram. |
Internado en el campo de Bram. |
La
entrada de Francia en la guerra, el 3 de septiembre de 1939, empeorará
definitivamente, la situación de los refugiados españoles en este país, al
disponerse que fueran internados en los campos todos los españoles que permanecieran
fuera de ellos.
Entre
1939 y 1940, muchos republicanos piden enrolarse en los batallones de
extranjeros del ejército francés, a pesar de la desconfianza de los oficiales
hacia estos «rojos» procedentes de España. A finales de 1942 son numerosos los
que se unieron a la resistencia, el maquis y las fuerzas francesas libres. Los
exiliados republicanos esperaban que después de la caída del nazismo, la
liberación de Francia contribuyera a la reconquista de su España. (Pierre Milza (sld),
Denis Peschanski (1994) « Les Espagnols dans la Résistance» pág.619).
Enfrentamientos
ideológicos derivados de la guerra civil española se reproducen en los campos
entre los prisioneros y son explotados por las autoridades francesas, que
utilizan por ejemplo las tensiones entre anarquistas y comunistas para
controlar a estos últimos, como en el caso de Vernet d'Ariège (Denis Peschanski, La
France des camps: l'internement, 1938-1946, Gallimard, 2002.) que se
convertirá en un campo disciplinario para prisioneros políticos bajo el régimen
de Vichy.
El
régimen de Vichy incorpora además a los republicanos a el esfuerzo de guerra
sesgadamente, en las Compagnies de Travailleurs Étrangers (CTE) y más tarde en
los Groupements de Travailleurs Étranger (GTE) (1940). Entre 1942 y 1943,
26.000 españoles trabajadores de los GTE u otros son enviados, encuadrados en
el STO, a las canteras de la Organisation Todt en la fachada atlántica.(Pierre
Milza (sld), Denis Peschanski (1994) p.596)
Los
historiadores de los campos del sudoeste observaron un endurecimiento de la
política de internamiento bajo el régimen de Vichy y una «lógica de exclusión».
(Contribution de Lilian Pouységur, en Monique-Lise Cohen (dir.) (1994), pp. 26-27.)
Para
Lilian Pouységur, el episodio de los campos actuó como «un catalizador de la
identidad republicana española». (Contribution de Lilian Pouységur, en Monique-Lise Cohen
(dir.) (1994), pág.28). Tuvo un fuerte
impacto en el imaginario republicano, dejando el recuerdo de un país poco
abierto a la lucha contra las fuerzas fascistas.
Tras
la derrota republicana, la cooperación internacional se orientó a mejorar las
condiciones de vida de los refugiados en los campos de concentración del
territorio francés continental y el Norte de África, así como el propósito
posterior de trasladarlos a América.
Los
principales países de destino fueron: Francia, México y Argentina, pero también
fueron amparados grupos importantes en otros países europeos y americanos como
Chile, Cuba, República Dominicana la Unión Soviética, Estados Unidos y el Reino
Unido.
Gráfico de la distribución de exiliados españoles republicanos por América, África y Europa. |
Las
cifras que recoge el historiador Juan B. Vilar son las siguientes: 8.000
asilados en Argelia, a los que se suman 4.000 en Túnez y 1.000 aproximadamente
en Marruecos. Las mujeres y los niños eran conducidos a centros de albergue;
mientras que la gran masa de excombatientes y los varones en edad militar,
fueron internados en campos de trabajo, de los que destacamos los argelinos de
Morand y Suzzoni, el oranés de Rélizane. Se crearon también campos de castigo
como el de Merijda y Djelfa. Emblema de este exilio al Norte de África lo
simboliza el carguero inglés Stanbrook. El 28 de marzo de 1939 el buque zarpó
del puerto de Alicante rumbo a Orán llevando consigo, una carga al límite de
sus posibilidades, 2.638 pasajeros sin distinciones ideológicas, gracias al
factor humanitario de su capitán: el galés Archibald Dickson. (16).
Bajando del Winniperg los 2.200 españoles. |
Exiliados del Winniperg llegan a Chile. |
El Sinaia lleva 1599 exiliados a México.
|
Aquella
reemigración a América viene a menudo asociada a los nombres de los “buques de
la esperanza”: aquellos barcos utilizados para transportar a un gran número de
refugiados españoles hacia tierras hermanas, en el período convulso de 1939 a
1940. Nombres como Flandre (312 exiliados), Sinaia (1.599), Ipanema (900) o
Mexique (2.067) para el caso de México, Winnipeg (2.200) para Chile, Massilia
en Argentina o el Stanbrook para Orán, significaron no solamente un pasaje a la
esperanza sino un vivo recuerdo que marcó el inicio de una vida nueva en un
lugar lejano. (6)
Preparados para embarcar.
|
El Vapor Massilia llega a Argentina. |
Sin
embargo, como también señala el historiador Juan B Vilar, el caso de América
fue una “emigración altamente selectiva. Sin prejuicio de la considerable
presencia en la misma de emigrados de a pie, que con frecuencia suelen ser
olvidados, los cuadros del exilio español en su conjunto se transvasó a
América, a la América hispana fundamentalmente, de forma muy mayoritaria”. (11)
Así caracterizó aquel exilio americano un gran número de refugiados vinculados
a las profesiones liberales, intelectuales y políticas.
Políticamente
hablando, el exilio republicano viene dibujado por las diferentes ideologías
políticas: comunistas, socialistas, anarquistas y republicanos. Ideologías que
en tantas ocasiones conllevaron a disensiones y disputas entre los propios
refugiados en el exilio, ya sea por parte del gobierno republicano como la
sociedad de base. Unas divergencias que tenían sus raíces desde antes de la
guerra de España y que entonces se vieron agudizadas por la propia experiencia
del exilio.
Entre
los exiliados españoles, la bibliografía omite a menudo a los que desembarcaron
en el norte de África. Fueron cerca de 10.000. Anne Charaudeau explica
detalladamente la forma en que estos desterrados son tratados después de su
llegada. (Anne Charaudeau (1991) Primero detenidos en los campos, a causa de su
potencial peligrosidad, los exiliados se vuelven rápidamente una mano de obra
indispensable en tiempo de guerra. En Argelia, los exiliados vueltos a capturar
son usados en las canteras del Transsaharien desde 1939. En este aspecto, el
trabajo forzado de los refugiados no es una invención de la Francia de Vichy,
sino que la generaliza. Peter Gaida, doctor en historia por la universidad de
Bremen, explica las condiciones de vida de los forzados del Transsahariano
después de 1940: "Dans les camps du « Transsaharien», les
travailleurs forcés sont exposés à un régime brutal, et de nombreux
travailleurs succombent à la faim, aux maladies et à la torture, pour être
libérés en mai 1943, après le débarquement des Alliés en Afrique du Nord."Así
queda traducido: “En los campos del Transsahariano, los trabajadores forzados
son expuestos a un régimen brutal y numerosos trabajadores sucumben al hambre,
las enfermedades y la tortura, para ser liberados en mayo de 1943, después del
desembarco de los Aliados en el norte de África.” (Peter Gaida, tesis,
2008.)
Exiliados republicanos vueltos a capturar en Argelia pasan a construir el recorrido de las vías del Transsahariano en campos de trabajos forzados después de 1940. |
Fotos de republicanos españoles presos en el construcción del Transsahariano para la Francia de Vichy, pertenecientes al Campo Hadjerat M' Guil en Argelia. |
El
exilio de los republicanos españoles constituyó para el gobierno francés un
problema económico y político, mostrándose rápidamente interesado en fomentar
su repatriación a España o la re-emigración a terceros países, tales como
México, Chile y República Dominicana, las tres únicas repúblicas americanas que
aceptaron oficialmente a los republicanos españoles. Esta ultima opción estaba
supeditada a una serie de criterios de selección para admitirlos y a la
condición de que los organismos oficiales de ayuda les costearan el viaje y
contribuyeran económicamente a su instalación al país receptor. De este modo,
el coste fue sufragado por el SERE (Servicio de Emigración -o Evacuación- de
los Republicanos Españoles) y la JARE (Junta de Auxilio a los Republicanos
Españoles), organismos creados por el gobierno republicano en el exilio y cuyos
fondos financieros y económicos principales fueron hechos por miembros del
Gobierno de la República en Francia en los años de la guerra. Ambos organismos
contaron con la ayuda desinteresada de centenares de comités internacionales
quienes colaboraron a que se llevara a cabo las evacuaciones. Por citar un
ejemplo, uno de los países que más ayuda prestó a la causa republicana fue
Argentina cuya sociedad, en posición antagónica a la conducta del propio
gobierno filo-conservador y reacio a aceptar a los refugiados republicanos, se
movilizó en clave antifascista volcando todo su apoyo a la causa republicana,
primero, y al exiliado después. (5).
Las
repatriaciones a España se fomentaron especialmente entre abril y diciembre de
1939. Tal y como nos indica el historiador J. B. Vilar, fueron unos 268.000 los
que retornaron divididos entre excombatientes y población civil no implicados
en causas políticas. Así, el 31 de diciembre del mismo año el número de
exiliados que todavía permanecía en territorio francés rondaba las 182.000
unidades. El mismo historiador nos argumenta que los flujos de retornos aumentarían
durante la Segunda Guerra Mundial, de tal forma que a finales de 1944 el total
de exiliados rondaba en torno a las 162.000 unidades. (7)
Ante
el eminente estallido de la Segunda Guerra Mundial, el gobierno francés bajo
decreto obligó a los extranjeros sin nacionalidad y del sexo masculino (entre
los 20 y 48 años y beneficiarios del derecho de asilo) a prestar servicios para
las autoridades militares francesas. Encontrándose en esta categoría los
republicanos españoles, a quienes se les ofrecieron cuatro opciones: ser
contratados a título individual por patronos agrícolas o industriales, supliéndose
así de esta manera la escasez de obreros correspondiente a la temporada de
recogida de cosecha; apuntarse a una Compañía de Trabajadores Extranjeros (CTE)
que estaban destinados especialmente a la fortificación de las líneas de
defensa francesa, línea Maginot y la frontera italiana, así como en la
instalación de la Pipe-Line; La Legión Extranjera que les suponía prestar
servicios por la duración de 5 años; y los Regimientos en Marcha de Voluntarios
Extranjeros (RMVE), que les conllevaba a ofrecer los servicios mientras la
guerra durara “pour la durée de la guerre”. (17)
Al
estallar la Segunda Guerra Mundial y cuando la colonia exiliada republicana
española sobrepasaba apenas los 300.000 individuos, en pocas semanas más de
cien mil de entre ellos participaban en la guerra en Francia. Unos 8.000 en la
Legión Extranjera; 27.000 en los Regimientos de Marcha; unos 55.000 en las
Compañías de Trabajo Militarizadas (Fortificadores); y unos 15.000 en la
industria de guerra. Los alistamientos obedecían a los más diversos motivos. En
general lo hacían para salir de los campos de concentración. Y no faltaron
amenazas o coacciones de todo tipo...
En resumen los republicanos españoles acababan de
salir de una guerra y se encontraban inmersos en otra, con apenas cinco meses
de paz entre una y otra. Sin posibilidad alguna, en la inmensa mayoría de los
casos, de convivir con la población francesa, la cual, a causa de la intensa
propaganda de la prensa europea contra la causa de la República Española, los
consideraba como «rojos peligrosos». Salvo, naturalmente, en los medios
sindicales obreros de los ferroviarios, los empleados de Correos, Teléfonos y
Telégrafos, y el cuerpo de la Enseñanza. O los militantes del Socorro Popular
francés. De todos ellos los exiliados republicanos recibirían incansables
demostraciones de solidaridad.
La
Segunda Guerra Mundial va a tener un fuerte impacto sobre los exiliados españoles,
que permanecían en los campos de refugiados franceses; la integración en los
campos de trabajo y el enrolamiento en el ejército van a provocar importantes
desplazamientos. Esta situación acentuará la reemigración hacia otros países,
ya iniciada meses antes debido a las pésimas condiciones en los campos y, en
alguna medida, promovida por los propios franceses ante el gran número de
refugiados.
La
guerra mundial en ciernes provocó una reorientación temática en la prensa
nacional francesa e internacional, de este modo muy pronto los refugiados
republicanos españoles dejaron de ser noticia. (8)
A
partir de entonces la suerte de los exiliados corrió a la par que la de tantos
otros refugiados políticos, o perseguidos raciales, tales como los judíos
quienes fueron acosados por los regímenes nazi-fascistas.
Tanto
la CTE, la RMVE, así como la Legión Extranjera habrían de suponer una solución
para los refugiados socialistas, anarquistas y comunistas decididos a no
regresar a España temiendo las persecuciones falangistas. Aún así, muchos de
los casos de incorporación se llevaron a cabo ante la amenaza del retorno a la
España franquista. Muchos de los que se negaron a su incorporación fueron
internados en campos disciplinarios de Collioure o Le Vernet, en donde recibirían
un trato de prisioneros que no tanto de exiliados políticos. De hecho,
solamente podían permanecer en el país las familias de aquellas personas que
tuvieran un empleo, de quienes estuvieran incorporados en las CTE, RMVE o en la
Legión, y de aquellos republicanos cuyo regreso significara un peligro para sus
vidas. Ante esta tesitura muchos exiliados varones se vieron en cierta manera
forzados a aceptar aquellas ofertas.
Cabe
destacarse que la intensidad de los alistamientos fue directamente proporcional
al grado de politización de los refugiados, de tal manera que los extremistas
políticos se negaron a aceptar las “ofertas forzadas” del gobierno francés. Por
citar un ejemplo, muy pocos españoles se apuntaron a la Legión, menos de 1.000,
debido a que los republicanos lo asociaban con el Tercio de Extranjeros Españoles
o Legión Franquista; a diferencia de los RMVE a los que se apuntaron unos
6.000. Para los republicanos españoles “ésta era la única forma de
incorporación posible en el ejército francés. La formación de unidades
regulares de españoles integradas en el ejército no podía ser posible, debido a
que el Gobierno f rancés quería evitar cualquier situación que le ocasionara
problemas con el Gobierno de Franco”. (18).
Al
ser derrotados los ejércitos aliados, en junio de 1940, y verse ocupada Francia
por las tropas enemigas, empezó la andadura bélica más variopinta de los
republicanos españoles del exilio. Los legionarios, a los que se añadirían
cientos de soldados de los disueltos Regimientos de Marcha, lucharían en
Noruega, Camerún, Chad, Libia, Eritrea, Cercano Oriente, Túnez, Italia, Francia
y Alemania.
Tras
la ocupación de París por los alemanes, el 14 de junio de 1940, empezaba una
nueva odisea para aquellos exiliados sorprendidos en los campos de concentración
por un gobierno colaboracionista del mariscal Philippe Pétain. Asimismo, muchos
otros fueron hechos prisioneros por los alemanes cuando fueron sorprendidos
colaborando con la
Resistencia francesa, trabajando en las Compañías de
Trabajadores o en los Batallones de Marcha, siendo trasladados en los campos de
exterminio. Mauthausen fue uno de ellos y el que mayor numero de exiliados
albergó, unos 7.000 aproximadamente, 5.000 morirían allí.
Del
paso de Juan Ortiz Garrido desde el Stalags XVII-A en Kaisersteinbruch al Campo
de Concentración de Mauthausen trataremos en una segunda entrega.
Granada 28 de Febrero de 2015.
Día de Andalucía.
Pedro Galán Galán.
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Vilar, Juan
B.; “El exilio español de 1939 en el Norte de África”, en ¡Ay de los
vencidos! El exilio y los países de acogida, Ed. Eneida, Madrid, pp. 71-72. (7)
Vilar, Juan B.; “El exilio
español de 1939 en el Norte de África”… op. cit., p. 74 (15)
Vilar, Juan B.; “El exilio
español de 1939 en el Norte de África”… op. cit. y, del mismo autor, “La última
gran emigración política española. Relación nominal de los militantes
republicanos evacuados de Alicante en el buque inglés Stanbrook con destino a
Orán en 28 de marzo de 1939”, en Anales de Historia Contemporánea, Universidad
de Murcia, Num. 2, 1983: (16).
Agradecimiento especial a: La
Biblioteca del “Pavelló de la República” de la Universitat de Barcelona (UB) y al
archivo on-line: IONEROBINSON.ORG.
205 comentarios:
«El más antiguo ‹Más antiguo 201 – 205 de 205El 28 de Marzo de 1939 Madrid se rinde, El coronel Prada comunica a Casado que en la Ciudad Universitaria de Madrid, los soldados han hecho la paz. Las tropas de Franco entran en Madrid, sin disparar un tiro; y un guardia del ejército nacional releva a un guardia del ejército popular a las puertas del Palacio de Oriente. Mientras tanto, los oficiales de Casado desfilan brazo en alto y los balcones de Madrid de llenan de colgaduras rojo y gualda; las calles se van abarrotando de multitudes enloquecidas aclamando al general Franco.
La estrategia de Franco consistió en engañar a Casado haciéndole ver que una rendición inmediata no provocaría represalias entre los mandos militares que no hubieran cometido delitos de sangre. Lo que había detrás es fácil de identificar: Franco deseaba evitar cualquier evacuación de dirigentes políticos, militares y sindicales. Para ello necesitaba que alguien hundiera, desde dentro, las pequeñas posibilidades de resistencia. Así podría liquidar fácilmente la flor y nata republicana.
Casado se tragó el anzuelo. Engatusó a sus compañeros haciéndoles ver que no tendrían que temer demasiado de la victoria franquista y buscó aliados para su golpe en unidades próximas a Madrid. Las encontró en el Cuerpo de Ejército de Cipriano Mera, probado líder anarquista y políticamente analfabeto. Aprovechó el sordo rencor contra los comunistas y manipuló a la Agrupación Socialista Madrileña.
Saludos
Franco terminó la guerra en beauté, gracias a una operación político-estratégica que le permitió copar a una inmensa cantidad de dirigentes republicanos. También a la masa combatiente. Todos formaban parte de aquella anti-España cuya eliminación física, política y psíquica había constituido el alfa y el omega de la rebelión de 1936. Casado se escapó a Inglaterra tras una serie de proclamas preconizando la resistencia numantina si no se recibían condiciones satisfactorias de paz. No las obtuvo.
Que gran trabajo, de gran utilidad para mi que estoy intentando reconstruir el periplo de mi padre a lo largo de esos años. El fue de los que por salir del campo de "acogida", se alisto en la legión extranjera y gracias a unos escritos suyos que he encontrado y al expediente militar he podido ir avanzando en esta historia dramática e increíble tanto de el como de miles de españoles. Repito gracias, porque veo que las cosas que el escribía son muy ciertas y que coinciden con estudios como los suyos sigo trabajando a ver que hago con todo lo que estoy recopilando cuando lo termine. un saludo Juan Vera. (mi padre era de Almeria se llamaba Antonio Vera, estuvo en el campo Pau, Gurs y llego a teniente en la legión extranjera, tiene la cruz de guerra, y participo en la liberación de París)
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