Cuesta de los Caballos
A finales del siglo XIX se comienzan a construir viviendas en lo que hoy
conocemos como la «Cuesta de los Caballos». Desde donde termina lo más
pendiente de esta calle, precisamente frente a la casa de los Caballos, hasta
aproximadamente la mitad de la calle Cuesta Amargura. Es donde se realizan las
primeras construcciones, son hogares, la mayoría, de jornaleros, aunque también
de algún pequeño propietario. Al mismo tiempo la población se va asentando
frente a estas primeras casas, formando la calle. Parte de la vía constituía, y
aún sigue, la salida, los postigos, de las casas de la calle –recordando el Callejero
Decimonónico- Llana, hasta la calle de Mateico.
Cuesta de los Caballos |
La Cuesta de los Caballos
ha tenido varios nombres: tras la guerra, General Mola; actualmente Federico
García Lorca. Pero siempre, los higuereños, la han llamado Cuesta de los Caballos. Este
nombre se lo debemos a Juan José Barragán Pérez.
Juan José queda huérfano desde muy
niño. Su tío abuelo, apellidado también Barragán y conocido como el Cura, es
uno de los grandes hacendados del pueblo. Lo toma bajo su protección y se lo
lleva a La Nava, una propiedad que tenía en Sierra Morena. Allí vive una vida
bucólica apartada del mundanal ruido. Tanto es así que, cuando tiene unos doce
años y regresa a su pueblo, viniendo por la carretera de Villanueva, poco antes
de llegar a Santa Clara, sonaron las campanas de la iglesia y exclamó
asombrado: «¡Qué cencerros más grandes
tienen las vacas de este pueblo!».
Juan José Barragán Pérez |
A Juan José, ya joven
adolescente, le gustaba mucho jugar con los niños, y a los niños con él. Era
muy alto, los niños se subían a su espalda y él hacía como que trotaba diciendo:
«caballico, caballico, caballico». Se quedó con Caballo, dando origen a la saga
de Caballos y Caballillos. También dando nombre a la calle, ya que vivía en la
primera casa; subiendo, a la derecha, cuando termina lo más pendiente de la cuesta.
Estaba dotado de una
fuerza colosal. En una ocasión, en aquellos entretenimientos, demostraciones de
fuerza y destreza que hacían nuestros abuelos, levantó a la vez dos costales
llenos de trigo, y con los pies metidos en una media-fanega.
Este hombre tenía un extraordinario
parecido con el presidente norteamericano Eisenhower. Cuando en diciembre de 1952 Eisenhower visitó
España, a Juan José le mostraban los periódicos preguntándole qué hacía allí. Él, atónito,
juraba que alguien lo había pintado; que no había salido de Lahiguera.
Eisenhower y Franco |
Las últimas casas que se
construyen en esta calle son la que hay por encima de la iglesia, del templo
nuevo. Los dueños extraían tierra, para nivelar, agrandar el corral comiéndole
a la terrera, o para hacer cuevas. Estas faenas las realizaban los días de lluvia,
con objeto de que la tierra estuviese más blanda y, sobre todo, para deshacerse
de ella. La tiraban a la calle y, en la Cuesta de los Caballos, que estaba como
un camino de tierra sin ningún tipo de asfalto, con la fuerte pendiente toda la
tierra era arrastrada por el agua, al Arroyo las Cañas.
En esta calle ocurrió un
hecho muy recordado y muy referido, sobre todo cuando un higuereño se «echa
palante» ante una situación dificultosa. Ocurrió una Semana Santa.
Entonces los Pregones se
celebraban a la tres de la mañana. Al Cerrillo, para la Carrera, a veces, se
llegaba de noche. Cuando la procesión iba por la Cuesta de los Caballos siempre
era de noche.
Aquel año había llovido
muchísimo, la calle era un auténtico barrizal, un banqueo –como decimos
nosotros-. Por allí pasaba Nuestro Padre Jesús. Entre el público, hermano
cofrade, estaba Miguerei. Hombre pequeño, fuerte, bruto; los que lo recuerdan
hablan de su cariño a los santos de las procesiones y su pasión por el tabaco; siempre
estaba buscando sus apechusques para encender el cigarro.
Cardo yesquero |
«Tienes la cabeza como la
porra de un yesquero». Esta frase se decía mucho, todavía quedan algunos cardos
yesqueros, supervivientes de los herbicidas. Este cardo se utilizaba como
mecha, en ella saltaba la chispa del golpe de un pedernal con el chisquero.
La imagen, llevada en
andas, de Jesús, llega hasta la altura de la casa de los Caballos; queda lo más abrupto de
la cuesta. Los anderos se detienen, apenas se ve; dudan. Voces dicen que es mejor
volverse; por allí no se puede pasar, en el barro hondas pisadas de mulos están
llenas de agua.
Miguerei, la cara iluminada
por los chispazos del pedernal, grita: «¡POR AQUÍ PASA NUESTRO PADRE JESÚS AUNQUE
LE LLEGUE EL BARRO AL PESCUEZO!».
Y así fue, bajó la procesión por la Cuesta de los
Caballos, de barro sí que se llenaron los
anderos, hasta las partes más pudendas.
Agradeciendo la colaboración de Jerónimo Barragán Jiménez
Manuel Jiménez Barragán
5 comentarios:
Buenas noches a todos, buena noches Manuel. Otro día más en el que aprendemos algo "nuevo" de nuestro pueblo. Desconocía la causa por la que esta afamada cuesta de Lahiguera tomaba ese nombre; es cuirioso cómo los lugares toman ciertos calificativos, a veces imborrables. Algunas anécdotas de las que cuentas las había escuchado...otras no. En verdad, grandes personajes han habitado y pasado por nuestro pueblo. Gracias por escudriñar en lo más hondo de algunos recuerdos para poder ofrecérnoslos y que no queden en el olvido a la vuelta de unos pocos años. Saludos para todos: colaboradores y seguidores.
Juan José Mercado G.
No te haces una idea lo que alegran estas entradas a los que estamos lejos del pueblo...
Juan jose, perdona la calle de la cuesta de los caballos la que hoy es Federico Garcia Lorca no se llamaba General Mola si no General Moscardo el que defendió el alcázar de Toledo si no mal recuerdo. Muchas gracias por el articulo me a gustado mucho.
Para Carmelo.
Uno de los elementos en que me baso para hacer este artículo es el carné de identidad de Juan José Barragán. Está expedido el 26 de octubre de 1952. El domicilio es General Mola. Por lo menos en esa fecha así se llamaba la calle.
Gracias y saludos
Me gustó cuando Manolo Jiménez con asesoramiento de Jerónimo, su primo, tomo con tanto acierto el tema de la denominación en el origen de la Cuesta de los Caballos. A mí me duele que las autoridades municipales que presiden los ayuntamientos a lo largo de la historia de los pueblos, no comprendan que el nombre de las calles es un elemento central en la identidad de un pueblo o una ciudad y no comprenden que los nombres de las calles, no son elementos efímeros, pasajeros, sino al contrario, permanecen no sólo como letras pintadas en una cerámica, sino en la memoria de las personas durante toda una vida. Son referencias gráficas de ubicación al comienzo, en los primeros años, y más adelante terminan siendo la forma de identificar unos vecinos, un barrio y del recuerdo de la imagen y la actividad humana que se desarrolla en ese lugar.
En otros lugares cuidan esos rasgos particulares de su cultura, manteniendo los nombres antiguos de sus calles y estudiando las características especiales que contribuyeron a dar un determinado nombre a una calle. Es un error cambiar el nombre de las calles en función del signo político que regente el Ayuntamiento, poniendo nombre de personajes de la izquierda si gobierna una Corporación con mayoría de izquierdas o viceversa, aunque tantos los nombres de un signo político u otro no digan nada a la gentes de Lahiguera. ¿Quién de los vecinos de la calle Blas de Otero de Lahiguera puede decir algo sobre ese personaje de la poesía española? No sería mejor que esa calle hubiese mantenido su nombre más antiguo.
En muchos casos la gente sencilla rebautiza las calles con el nombre de “la tejoleta” o algo similar como “calle las piedras”, cuando el nombre impuesto no les dice nada. Cambiar los nombres de las calles tal como hasta ahora se viene haciendo es banalizar y si se quiere vulgarizar lo que se ha generado a través de decenas de años de historia, mejor de siglos, con nombres que en algún caso fue el del primer vecino de esa nueva calle en el pueblo.
La vía Apia en Roma conserva el nombre del tiempo de los romanos. La vía Flaminia, que recuerda que Roma fue derrotada por Aníbal, es una calle que viene de los caminos donde empezaba la antigua Roma".
Asimismo, hay calles que identifican todo un mundo ancestral en el tiempo a lo largo de los siglos. La hoy Avenida d Andalucía fue durante siglos la “Calle Mesones” en Lahiguera; era normal que en un cruce tan visitados por todos los caminantes o viajeros se pusiese ese nombre a una calle en la que los mesones serían frecuentes para albergar a los viajeros que se dirigían a Jaén, Andujar, Villanueva de la Reina o Arjona. Aun se conserva en los mayores el nombre del camino de Cazalilla o el de Arjonilla, y no somos capaces de mantener el nombre de las calles, por imposición de autoridades políticas que deciden cambiar los nombres de las calles siguiendo el dictamen que su superior del partido político le ha dictado, dándose el caso que los nombres se repiten de unos pueblos a otros en calles y parques o avenidas.
Los nombres de las calles de los pueblos son parte de los elementos de la identidad de esa localidad. En una conversación reciente con Florencio y Sebastián hablábamos de la buena acogida que tendría en el pueblo, elegir a una persona tan capacitada como la que diseño el cartel ganador de las Fiestas de San Juan de este año, para que con su experiencia y cualidades artísticas hiciese un rotulo con características de los grabados de 1898, año en que disponemos del callejero más antiguo del pueblo, y se colocasen junto a los nombres actuales los nombres antiguos de las calles de Lahiguera. No sería adecuado volver a recordar los nombres con que nuestros antepasados empezaron a llamar a sus calles o callejones.
Cordiales saludos para todos.
Publicar un comentario