El doctor Francisco Palomino de Ledesma y Aguilar, otro ilustre Higuereño:
Era el año 1620, siendo alcalde mayor y regidor perpetuo de la villa de "La Yguera", Luis de Aguilar y Ventosillo (Ahumada Lara, Ignacio,1995), cuando otro higuereño familiar suyo, precisamente hermano de su esposa, tan sólo unos años más tarde, llegaría a destacar por su buena gestión como prior de la Parroquia "Ntra. Sra. de la Expectación" en Cabra de Santo Cristo (Jaén). Este personaje fue: Francisco Palomino de Ledesma y Aguilar, nacido igualmente en "La Yguera", prior durante cuarenta años, los que transcurren entre 1636 y 1676.
Sobre este personaje, natural de la villa jiennense de Lahiguera y que por entonces era prior de la iglesia de Cabra del Santo Cristo, además del trabajo de Lázaro Gila Medina, puede verse también el de Ignacio Ahumada “De la vida doméstica en la villa de Lahiguera (Jaén): la carta de dote de doña Ana de Quesada y Aguilar (1620). Edición y estudio”, Homenaje a Luis Coronas, Jaén, Universidad, 2001, pp. 569-582. El documento al que aquí se alude fue redactado, en ausencia de escribano, por el referido prior, hermano por parte de madre de doña Ana de Quesada y Aguilar. Se constata que siendo hijos Francisco Palomino de Ledesma y Ana de Quesada de la misma madre, tenían diferente padre, manteniendo ambos el apellido Aguilar de la madre.
La Iglesia Parroquial es el Santuario del Santo Cristo de Burgos, centro de peregrinación al que acuden personas de diferentes poblaciones, recordando una tradición que se remonta al siglo XVII. Fue construida entre los siglos XVI y XVIII y constituye un claro ejemplo del primer barroco andaluz, por lo que fue declarada Monumento Nacional en 1979.
Gracias a su buen hacer esta villa venera la Sagrada pintura del Santo Cristo de Burgos (Gila Medina, Lázaro, 1982). Su manera de actuar y determinación propiciaron que una pintura de paso por el pueblo, generara una devoción popular mas allá de los limites locales, provinciales y regionales y “La Cabrilla”, Cabra, llamada desde entonces Cabra de Santo Cristo fuera centro de peregrinación y devoción popular, y ello provocaría en esta localidad un período de prosperidad y engrandecimiento. De forma que nuestro paisano fue considerado y recordado durante muchos años como un gran benefactor de la población.
Posiblemente este personaje fuera de la misma rama familiar de Fray Blas Palomino, fundador en 1609 de la ciudad de Baler en Filipinas, como ya hemos divulgado en este blog. Se puede inferir que el apellido Palomino, originalmente de Andujar, tuviera en Higuera una rama, a la cual pertenecerían ambos personajes.
Su importancia como personaje decisivo y de feliz memoria en el engrandecimiento y desarrollo de esta población, se debe en que al año de haberse hecho cargo de la parroquia del pueblo, bajo la advocación de Nuestra Señora de la Expectación, se produce un hecho accidental y fortuito, con “milagro” incluido que genera una devoción religiosa y popular a una pintura muy milagrosa, que representa un Cristo crucificado: “El Santo Cristo de Burgos”, imagen que disfrutaba de fama y el reconocimiento popular de haber realizado milagros en aquellos tiempos de la baja Edad Media. La población de España está empobrecida por guerras, epidemias de peste y pobreza; es una España, que aborda muchos gastos en la colonización americana, y en las guerras de religión en Europa, y el pueblo sencillo sufre esos periodos de escasez luchando por sobrevivir a tantas desgracias y sólo encuentran en la religión, en su Cristo y Vírgenes, la solución y esperanza a tantos males.
La Cabrilla era una pequeña aldea situada al sureste del antiguo Santo Reino de Jaén, en el límite entre Jaén y Granada. Su amplio término municipal conforma el punto de unión entre la Subbética, representada en este lugar por el Macizo de Mágina, y el borde norte de la cuenca sedimentaria que constituye la depresión de Guadix-Baza.
Históricamente nos interesa destacar sólo su pronta reconquista por Fernando III, en 1245, creándose un enclave o avanzadilla cristiana metida de lleno en el Reino Nazarí de Granada, aunque jurídicamente, por concesión real, pertenecía al Concejo de Úbeda. Durante la baja Edad Media fue objeto de innumerables razias o incursiones entre cristianos y musulmanes, de ahí su total despoblamiento y su poca importancia como núcleo de población.
Una vez conquistada Granada, en 1492, llega la paz a estos territorios, si bien tendrá que pasar algún tiempo hasta que Carlos V, instó en varias ocasiones al Concejo de Úbeda su repoblación, llevada a cabo en 1545, con 50 vecinos o cabezas de familia, que recibirán cien cuerdas de labor, las llamadas suertes, al ser adjudicadas por sorteo y un solar para levantar su casa, erigiéndose paralelamente la parroquia, bajo la advocación de Ntra. Sra. de la Expectación.
En 1561, ante las muchas posibilidades agroganaderas que ofrece la dehesa de La Cabrilla, llegarán otros cien vecinos más, aunque sin dejar de depender de Úbeda. Ahora en vez de 100 cuerdas, se les asignará 50, y en última instancia 42, pues se dejará un resto para personas humildes, amén del solar para edificar. Desde el punto de vista eclesiástico, la parroquia dependerá del Arciprestazgo de Úbeda, mientras que desde el civil muy a finales de siglo, en 1592 a aquel inicial ayuntamiento cabrileño se le ceden varias competencias administrativas para facilitar la vida de estos primeros vecinos, cuya distancia de la metrópoli, de 8 leguas según los documentos, limitaba bastante su normal desarrollo.
Surgen ahora sus primeras calles, amplias y rectas, a pesar de estar asentado el pueblo en la ladera de un gran cerro. Su trazado urbano, como corresponde a su momento histórico, es un claro ejemplo del modelo en damero o retícula, propio del Renacimiento. Es decir, manzanas o cuadras rectangulares con calles anchas y derechas, que se cortan en ángulo recto, dejando libre un amplio espacio para la plaza mayor, donde se levantarían los principales edificios ciudadanos: la iglesia parroquial, la primera iglesia, bajo la advocación de Ntra. Sra. de la Expectación.
En líneas generales la vida de esta pequeña aldea transcurre con total normalidad, hasta 1637, en que un suceso imprevisto: la llegada de una copia en pintura, óleo sobre lienzo, del Santo Cristo de Burgos o de San Agustín va a darle a La Cabrilla una gran popularidad y una amplia proyección religiosa especialmente en Andalucía Oriental.
Fue un hecho accidental, como anticipamos, el que hizo que, en la víspera del veinte de enero de 1637, llegara a esta pequeña aldea de pastores una copia en pintura del Cristo de Burgos. El relato de los hechos, que sacarían a este lugar del anonimato para convertirlo en un afamado y concurrido santuario de peregrinaciones, debido a su carácter tan extraordinario, fue recogido por varios medios y personalidades, más o menos coincidentes en su narración. No obstante, ahora seguiremos al carmelita descalzo, Fray Antonio de Jesús María, quien en su biografía del Cardenal Moscoso y Sandoval, obispo de Jaén cuando ocurrieron los hechos, le dedica un largo capítulo, siguiendo, como el mismo afirma, el escrito, que, de su puño y letra, le había facilitado el noble burgalés D. Jerónimo de Sanvítores y de la Portilla, legítimo propietario del lienzo.
El texto del carmelita empieza en 1633, cuando D. Jerónimo, caballero santiaguista, estando en Madrid, como procurador a Cortes por su ciudad natal, Burgos, donde era alcalde mayor y perpetuo, con el tiempo alcanzaría altos cargos palatinos, sufrió una grave enfermedad, siendo, incluso, desahuciado por los médicos. Como buen burgalés, llevaba consigo un pequeño retrato del Santo Cristo del Convento de San Agustín. A Él se encomendó, ofreciéndole en gratitud visitar su capilla, lo que cumplió al recuperar la salud. Es ahora, cuando, deseando tener una copia más grande y hermosa, pide, sin éxito, a los religiosos agustinos licencia para poder hacerla. La imagen estaba oculta por unos velos que sólo se descubrían los viernes, momento que aprovechaban los devotos para visitarlo, por lo que sería muy molesto que al mismo tiempo un pintor estuviese allí trabajando.
Vuelto a Madrid, ya que formaba parte del Consejo de Hacienda y Millones, consiguió el permiso del Provincial de la Orden, Padre Fray Diego de Rivadeneira, gracias, en parte, a la intervención de su hermano, el Padre Fray Alonso de Sanvítores, monje benedictino y a la sazón General de la Orden. Aunque sus muchas ocupaciones cortesanas hicieron que pasaran dos años sin materializar su anhelado deseo. Hará falta otro importante suceso para que D. Jerónimo, de nuevo, vuelva a pedir la protección del Cristo de Burgos. Se trata de su nombramiento como corregidor de México, capital del Virreinato de la Nueva España. Mas, sintiéndose ya sin fuerzas para tal aventura, suplica al rey Felipe IV se lo permute por otro encargo, acudiendo al Cristo de Burgos para que fuera su valedor ante el Monarca. El rey accede, nombrándolo corregidor de Guadix, Baza y Almería. Estamos ya en 1636, siendo ahora cuando D. Jerónimo, estando en Burgos para preparar su traslado, logra hacer realidad su pretensión. El artista elegido será Jacinto Anguiano Ibarra, un artista de mediana calidad, discípulo de Mateo Cerezo, el Viejo, quien, tras pasar, el 20 de septiembre, cuatro horas en la capilla del Santo Cristo, elaboraría un boceto que, a continuación, terminaría en su estudio. Existe otra copia suya en la iglesia del Monasterio burgalés de las Huelgas. Así pues, el Cristo de Cabrilla tendría faldellín blanco, con una cenefa de encaje con delicadas puntillas, similar a unas enagüillas, de ahí que también, popularmente, se le haya conocido como “Santo Cristo de las Enagüillas”; la calavera en la parte inferior, sobre ella un huevo de avestruz y no tres como siempre se dice. La confusión procede de que los clavos de los pies llevan las cabezas tan grandes que parezcan ser también huevos, y todo ello sobre un pequeño montículo —el Calvario o Gólgota—. A partir de aquí, las variantes crecen al hacerse muchas copias...no a partir del original, sino de grabados, descripciones orales de devotos, de otras reproducciones, etc.
D. Jerónimo envía sus pertenencias a Guadix, su nuevo destino, llegando la comitiva a esta localidad, como hemos anticipado el 19 de enero. No obstante, y aparece recogido en éste y en otros textos más o menos coetáneos, antes de llegar a La Cabrilla ya ocurrieron algunos hechos especiales. Así al atravesar la caravana el río Jandulilla, que por la fecha venía bastante crecido, todas las cajas se mojaron, excepto la que transportaba enrollado el lienzo del Cristo, y una legua antes de llegar al pueblo el mulo que traía la caja cayó rendido al suelo. Se alojan en un mesón, donde el arriero cuenta lo que le había sucedido en el viaje, despertando la curiosidad de los huéspedes, que consiguen que se abra la caja para ver tan “milagroso Señor”. María Rienda, mujer de Juan de Soto Salas, vecinos ambos de La Cabrilla, quien sufría una manquedad el brazo derecho(…no lo podía articular), por su intercesión obtiene la curación. Los vecinos emocionados y agradecidos se llevan al Cuadro a la iglesia parroquial, colocándolo provisionalmente en la capilla mayor y levantándose posteriormente una ermita en cada uno de estos lugares señalados para conmemorar tan extraordinarios sucesos.
Ante esta situación, D. Jerónimo, como legítimo propietario del cuadro y con el apoyo de la ciudad de Guadix, pide al Nuncio su devolución, aunque ya recibía multitudinario culto en su iglesia parroquial. Sin embargo, aquí entra en juego la feliz y eficaz intervención de dos grandes personajes: por un lado el obispo de Jaén, cardenal Baltasar de Moscoso y Sandoval, y por otro el prior de la villa, el doctor Palomino de Ledesma y Aguilar (conocido como “el maestro Ledesma”, según él gustaba firmar), especialmente éste, pues guiado por motivaciones religiosas —a partir de aquí será un gran devoto del Cristo de Burgos— y quizás también pensando en los posibles beneficios de tipo económico, que la permanencia en su priorato de tan nombrado Cristo le pudieran reportar, negocia hábil y sutilmente entre unos y otros. El resultado de su gestión es que, el 14 de septiembre de tal año, D. Jerónimo de Sanvítores, dona a la iglesia de Cabra el lienzo. Previamente el obispo de Jaén, el Cardenal Sandoval, le había cedido a cambio una serie de privilegios, como el patronato de la capilla mayor de su iglesia, donde colocaría su escudo de armas, un relato con el milagroso suceso, construir una cripta para su enterramiento y que de todas las cofradías que se fundaran tendría prelación la de Guadix, debiendo ser recibida a la entrada de la localidad.
Estos sucesos tendrán una gran repercusión geográfica, en la España del siglo XVII, agotada económicamente, diezmada su población por las epidemias de peste, las crisis de subsistencia, con las consiguientes hambrunas, y por las guerras, etc. Ante tal situación de la población el clima religioso alcanza altas cotas de exaltación, especialmente en el pueblo sencillo, que, abatido ante tanta calamidad al ser el más afectado por estas adversidades, vea en la religión, en general, y en algunas entrañables y veneradas imágenes de santos, de Cristo, y el Cristo de Burgos fue un caso singular, los más eficaces remedios a tantos males y desgracias.
Por eso Cabra se convertirá en un concurrido centro de peregrinación, ante la extraordinaria rapidez con que se difunde el suceso, poniendo para tal fin el doctor Palomino todos los medios a su alcance. Así consigue del cardenal Moscoso y Sandoval que la Parroquia sea también declarada Santuario del Santo Cristo de Burgos y él ser nombrado rector y capellán mayor del mismo. Igualmente consigue del Concejo Municipal, con unas atribuciones muy limitadas dependerá del de Úbeda hasta 1659, cuando Felipe IV vende su jurisdicción a José de Sanvítores, hijo de Jerónimo y primer vizconde de esta villa, que se adopte el nombre actual del pueblo de Cabra de Santo Cristo. Pero sobre todo pone todo su afán en estructurar y organizar, una vez obtenidas las debidas licencias, el sistema de síndicos demandantes por casi todos los pueblos de Andalucía Oriental, a fin de canalizar, sin posibilidades de pérdida, los muchos donativos en especie, dinero, mandas testamentarias, etc., ofrecidos al Cristo de Burgos.
En consecuencia, ello sería una importante fuente de ingresos tanto para el santuario como para él, su rector y administrador, con los que iba a realizar múltiples obras de engrandecimiento de su fábrica, a fin de que el edificio resultara acorde con la alta misión espiritual que había adquirido. Incluso, no lo olvidemos, paralelamente la parroquia y su prior iban a convertirse en unos solventes prestamistas de su época, en el sentido más positivo del término.
En la parte norte de la Plaza, entre el Ayuntamiento y el templo parroquial, aún estaba en pié hasta la década de los años 50, la casa que fuera del Prior D. Francisco Palomino de Ledesma y Aguilar, casa que se levantara en la primera mitad del siglo XVII y que fue demolida durante los años 50. La casa lucía un elegante alzado, mezclaba elementos de construcción tradicional y noble, la puerta en el centro, de grandes dimensiones, estaba porticada con piedra. Sobre la puerta, un gran balcón con baranda de forja; completaban el alzado cuatro ventanas con una sencilla reja de forja, dos por planta, en perfecta simetría.
La casa del prior D. Francisco Palomino de Ledesma y Aguilar, aparece situada en el centro, entre el Ayuntamiento y El Templo parroquial
Así el mismo cardenal Moscoso y Sandoval, consciente de las muchas posibilidades económicas de la parroquia, obligaba al doctor Palomino a ayudar a otras, como fue el caso de los 300 ducados que se dan a la de Mancha Real para acabar de hacer la portada de los pies.
Desde esta perspectiva la casa que aparece junto al perfil de la torre es la del Prior D. Francisco Palomino de Ledesma y Aguilar
En cuanto a las ofrendas, muchos ejemplos podríamos aducir, mas sólo señalaremos algunos de los más ilustrativos. Así, en primer lugar, aunque las obras de la iglesia parroquial se iniciaron en 1587, su ritmo constructivo era muy lento porque los donativos de los lugareños, por su extrema pobreza y escaso número de vecinos, eran muy exiguos. Así, a lo largo de 1626, sólo se recibieron 28 reales para tal fin, mientras que del 21 de junio al 19 de septiembre de 1642, a los cinco años de llegar el Cristo de Burgos [1637] y en tan sólo tres meses, se recaudó la importante cantidad de 11.229 reales y 28 maravedíes, evidentemente aportados por los peregrinos que visitaban este santuario. Otros, en cambio, hacían su ofrenda de gratitud al Cristo de Cabrilla con algún objeto material, más o menos precioso, siendo en este sentido muy ilustrativo el inventario realizado por el visitador del obispado, D. Juan Pérez de Valenzuela, en 1646, donde figuran lámparas de plata, vasos sagrados, ornamentos litúrgicos, pinturas, etc. “...que muchas per / sonas devotas han dado...”. La lista supera el centenar de piezas, donadas, especialmente, por vecinos o lugares de las diócesis del antiguo Reino de Granada.
Con estos sentidos presentes, que aumentarán con el tiempo, al compás que se incrementa y difunde la fama y devoción al Cristo de Cabrilla y los inventarios conservados son un claro testimonio, multitud de peregrinos a título personal, o pueblos en su conjunto le materializan su reconocimiento por algún favor recibido, contribuyendo, en definitiva al engrandecimiento de su templo, aunque hoy ya no queda nada.
Sería, fundamentalmente, en la segunda mitad del siglo XVII cuando se multiplicarían, especialmente a partir de la gran peste que asoló Andalucía durante el verano de 1649, y que se repetiría justo a los treinta años, en 1679, siendo el Cristo de Cabrilla el referente obligado para sanos y enfermos, los unos solicitándole no verse afectados y los otros buscando recuperar la salud, que les librara de una muerte casi segura. Mas el verdadero cenit llegaría muy a comienzos del siglo XVIII, a raíz de un suceso extraordinario acaecido en la tarde del 27 de abril de 1698, en que, sacado en procesión para pedir la lluvia, ante la prolongada sequía el lienzo del Santo Cristo experimentó un copioso y extraño sudor, que arrancándole desde la cabeza le llegaba, a través de tres hilos, hasta los pies. Limpiado con unos corporales, se dio cuenta al obispo de Jaén, D. Antonio de Brizuela y Salamanca. Éste formó una comisión de expertos teólogos, físicos, pintores, etc., que lo examinaron, mas no hallaron razón natural alguna a tal suceso, por lo que el prelado, en ese mismo año lo declaró por sobrenatural y milagroso, ordenando que dichos corporales se guardasen en el convento de Santa Catalina de Baeza —aquí estuvieron en un relicario del coro bajo hasta 1936, si bien un pequeño fragmento de los mismos se veneró en esta parroquia en otro relicario hasta ese mismo año—.
Finalmente, autorizó que se pintara un cuadro que recordara tan importante hecho sobrenatural y que se levantara en este lugar, la era de Antón Marín, donde comenzó tan singular portento, una ermita las dos últimas cosas aún se conservan y han sido restauradas recientemente La religiosidad al Santo Cristo se extendió por las provincias de Almería (Serón, Beneji ) y Málaga (Alfarnatejo) donde llego a considerarse la advocación la patrona de estos pueblos.
También por el antiguo Reino de Jaén, al que siempre perteneció esta localidad, la devoción al Cristo de Cabrilla tuvo una gran difusión. Está probado que hubo cofradía en Jaén, capital, donde paralelamente también se veneró con la otra advocación de Cristo de San Agustín, en Albánchez de Úbeda, Mancha Real, Andújar con sede en el antiguo convento de las Capuchinas, Torres, Jimena, etc. Especial significación tuvo la devoción en Úbeda, no en balde, Cabrilla, hasta 1659 dependerá de su Concejo, agrupando la cofradía a los criadores de ganado porcino y recibiendo culto en diversas iglesias. Igualmente, muy entrañable tuvo que ser la cofradía de la vecina y hermana localidad de Huelma, que donó toda la piedra necesaria para la gran fachada principal de la parroquia-santuario.
Sin embargo, donde la devoción al Cristo de Burgos o de Cabrilla arraigó y se difundió con gran fuerza e ímpetu fue en el antiguo Reino de Granada, merced a la creación de las poderosas cofradías de los Ganaderos del Reino de Granada, establecida en la Basílica de las Angustias —la primera capilla de la izquierda es la del Cristo de Cabrilla o de los Pastores—, y la de los Vaqueros de Sierra Nevada, con sede en la Parroquia de Mecina Bombaron, celebrando grandes solemnidades y difundiendo la devoción por todas las Alpujarras. Tal sería el caso de Lújar, ya en la Baja Alpujarra, donde también lo tienen por patrón. Si bien en Granada, también tuvo mucha fuerza y arraigo la otra advocación de Santo Cristo de San Agustín, nombrado en 1679 “Sagrado Protector de la Ciudad”.
Otra prueba más del gran arraigo popular que gozó el Santo Cristo de Burgoso de Cabrilla, la tenemos en los protocolos notariales granadinos, pues aparece en numerosas mandas testamentarias, en las dotes matrimoniales y especialmente en los inventarios post mortem. La lista es muy extensa. Como simple botón de muestra diremos que, en el primer caso citado, en 1686, Francisco Salido Herrera en una de sus mandas testamentarias deja 30 ducados para que se le haga un velo.
Por lo que atañe al segundo caso propuesto —dotes matrimoniales —en la de Josefa Vida, que iba a casar con el pintor Salvador Rubio de Rueda, figura una laminica de un Santo Cristo de Cabrilla con marco acharolado. Y, por último en los inventarios post mortem, los testimonios se multiplican. Mas por su singularidad diremos que al morir el pintor real Pedro Bocanegra, dejó un Santo Cristo de Cabrilla, valorado por el arquitecto y pintor Teodoro Ardemans en 40 reales. Incluso, esta devoción, tan popular, también llegó a las más altas instancias granadinas, como lo prueba el sermón en su honor, pronunciado, el 17 de junio de 1668, por el capellán real D. Sancho de Guzmán Portocarrero en la iglesia del Convento de la Victoria, con motivo de la fiesta que le organizó la Real Chancillería. Incluso, el dramaturgo del círculo de Calderón, Agustín Moreto le dedicó una obra, valorando su fama como taumaturgo, recientemente publicada por el Prof. Aurelio Valladares Reguero.
La primera hermandad en fundarse, según se deduce del acta notarial de donación del Santo Cristo, sería la de Guadix, si bien, no creemos que colmara las expectativas que se le habían ofrecido en dicho documento. Así, por ejemplo, por el testimonio del citado carmelita Fray Antonio de Jesús María de 1680, de las tres grandes solemnidades que se le dedicaba al Cristo de Burgos al año, la del veinte de enero la hacía la hermandad local de la Esclavitud, la del catorce de septiembre, cedida por ese documento en 1637a Guadix, era de los Ganaderos del Reino de Granada y Sierra Morena, y la última, el día de San Miguel, cuando concurrían todas las hermandades, corría a cargo de los Vaqueros de Sierra Nevada. El hecho de que D. Jerónimo marchara pronto a Madrid [circa 1640], hizo que la hermandad accitana no alcanzara el rango que se le había previsto. No obstante, sí sabemos que honraba con diversos cultos a la copia del Santo Cristo existente en la catedral. No es ésta la única copia, pues en la Iglesia de la Virgen de Gracia, en el barrio de las Cuevas, hay otro cuadro, más pequeño, en su origen de devoción particular y está necesitado de una rápida restauración.
También Baza tuvo dos cofradías: una con sede en el desaparecido convento de Nuestra Señora de los Ángeles, de franciscanas clarisas, y la otra en la Parroquia de Santiago, en la Iglesia Mayor existe una copia muy deteriorada, de mediados del Seiscientos. La cofradía local, popularmente la Esclavitud, no fue de las primeras, siendo sus fundadores 72 vecinos, —número simbólico pues nos recuerda aquellos otros tantos discípulos del Evangelio. Sus constituciones y estatutos fueron aprobados en 1669 por el obispo Rodríguez de Valderas. Gozó de muchos privilegios eclesiásticos, especialmente indulgencias y otros beneficios espirituales, siendo de destacar el breve pontificio del Papa Clemente XII, de 1734, concediendo indulgencia plenaria a todos sus cofrades y devotos que visitasen su santuario el día de San Miguel, tras cumplir diversos requisitos.
Precisamente este era el día grande, cuando concurrían todas las cofradías, que, en 1790, según el Dr. De la Moneda, eran en torno al centenar. Fue en tal fecha cuando se estableció el orden que cada una de ellas debería de seguir en la procesión, pues se había creado cierta confusión, fijándose la prelación en función de la mayor antigüedad. Igualmente sería este mismo prior quien agrupó en cinco partidos a los pueblos donde había un síndico-demandante encargado de recoger los donativos al Cristo de Cabrilla, buscando una mayor seguridad y eficacia.
Un hecho importante es que también existe aquí un libro donde se recogen aquellos milagros más sobresalientes debidos a la intervención del Cristo de Cabrilla. Su cronología abarca casi un siglo, pues comienza con el ya señalado extraño sudor que experimentó el Lienzo en abril de 1698, fechándose el último en septiembre de 1790. El esquema narrativo, en casi todos los casos inscritos, es el mismo. El párroco de la localidad, que hacía de notario, acompañado de otras personas, redactaba el suceso extraordinario que el mismo protagonista le iba relatando, quien, para dar mayor veracidad a lo expuesto, venía acompañado de varios testigos del suceso, firmando todos al final de la respectiva acta. Casi todos llevan fecha de 29 de septiembre, pues al ser el día grande en su honor, el beneficiario aprovechaba la ocasión para acudir a esta localidad, pregonar por el pueblo el favor recibido, cumplir la promesa hecha en su día, misas, cohetes, donativos en dinero, etc, y dejar en la parroquia un cuadro alusivo al favor recibido.
No obstante, en algunos casos, en total son 17 relatos, el favor o la gracia se recibía en esta localidad, normalmente durante la procesión que se celebraba en las primeras horas de la tarde, dándose el caso curioso de que algunos peregrinos eran autorizados por el clero a hacer el recorrido procesional subido a las mismas andas, sin duda con el fin de conseguir con mayor garantía de éxito su ansiado deseo , así le sucedió al bastetano Pedro Antonio Moreno, quien, tras declarar que era totalmente ciego, el día de San Miguel de 1790, en la misma procesión recobró la vista—. Evidentemente, y sin ánimo de ser reiterativos, estos hechos especiales aumentarían aún más la devoción al Cristo de Burgos o de Cabrilla.
Aunque no está nada claro, sería a lo largo de la primera mitad del siglo XIX, donde se sucedieron una serie de circunstancias históricas nada propicias para este tipo de peregrinaciones y devociones. No obstante, el primer desencanto vino, en el citado año 1791, cuando el Dr. De la Moneda puso orden en el desfile procesional, señalándole a cada una su puesto en la misma, en función de su antigüedad, quedando algunas descontentas.
Muy negativamente le afectaría la Invasión Francesa y la consiguiente Guerra de la Independencia. Una vez restablecida la paz, el Trienio Liberal entre 1820 y 1823, con su fuerte carga anticlerical tampoco le sería muy propicio. La desamortización de Mendizábal, de 1835, dejó sin culto a muchos conventos, donde tenían su sede canónica algunas hermandades. En definitiva, la realidad es que al tomar posesión de la parroquia, en 1860, el prior D. Juan José Pugnaire Jiménez, afirmaba que ya no venía ninguna cofradía. Si bien debido a su celo e interés retornaron de nuevo las de Torres, Albánchez, Jimena y Guadix.
Albánchez y Guadix lo siguieron haciendo hasta la proclamación de la II República, mientras que Torres y Jimena, salvo el paréntesis de la guerra civil, hasta bastante después, por lo cual su memoria y recuerdo, tan querido y entrañable, aún sigue presente en el alma y en el corazón de muchos cabrileños. El pueblo de Torres lo hizo hasta mediados de los años cincuenta, concretamente hasta el óbito de don Joaquín Fernández, su gran impulsor por gran devoción al Cristo de Cabrilla.
Hoy continúa la devoción al Santo Cristo de Burgos o de Cabrilla, cada 15 de agosto se celebra esta procesión: La del 15 de agosto de 2010, está recogida en el siguiente video:
Entrada del Cristo de Burgos en su Santuario de Cabra del Santo Cristo:
Sin entrar en consideraciones religiosas y de la religiosidad popular de aquellos años, he tenido a bien dar a conocer la importancia de este paisano nuestro, en la vida y gentes de este pueblo giennense y de toda Andalucía Oriental, donde fue reconocido permanentemente como bienhechor.
Bibliografía:
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GILA MEDINA, L. Aproximación histórico-artística a la Villa de Cabra,1992. Revista de estudios sobre Sierra Mágina
Pedro Galán Galán.
Lahiguera a 3 de Diciembre de 2011.
23 comentarios:
Otro excelente aporte de Pedro. Gracias por tu incansable labor de investigación, de investigación bien hecha. Seguro que la saga de los "Palomino", o de los higuereños ilustres, no acaba aquí, y encuentras otro personaje para deleitarnos con su historia. Lo espero con impaciencia.
Ha pasado mas tiempo del que deseaba para comentar la actuación decisiva del "maestro Ledesma" en el desarrollo y apogeo de Cabra de Santo Cristo, personaje muy reconocido en todo ese pueblo, que cambió decisivamente su dimensión como pueblo y motivó la amplia repercusión del Cristo de la Cabrilla en toda Andalucía Occidental. La clave de este cambio fue el que refleja el siguiente texto "aquí entra en juego la feliz y eficaz intervención de dos grandes personajes: por un lado el obispo de Jaén, cardenal Baltasar de Moscoso y Sandoval, y por otro el prior de la villa, el doctor Palomino de Ledesma y Aguilar (conocido como “el maestro Ledesma”, según él gustaba firmar), especialmente éste, pues guiado por motivaciones religiosas —a partir de aquí será un gran devoto del Cristo de Burgos— y quizás también pensando en los posibles beneficios de tipo económico, que la permanencia en su priorato de tan nombrado Cristo le pudieran reportar, negocia hábil y sutilmente entre unos y otros. El resultado de su gestión es que, el 14 de septiembre de tal año, D. Jerónimo de Sanvítores, dona a la iglesia de Cabra el lienzo."
Sobre todo este tema unas frases muy apropiadas para hacernos pensar: Aunque a veces los hombres realizan grandes acciones, estas no sólo son a menudo consecuencia de un propósito grandioso, sino consecuencia en gran parte del azar; la dicha y la desdicha de los hombres depende tanto de su condición natural como de su suerte, aunque el interés que ilumina a unos ciega a otros y el amor propio es más ingenioso que el más ingenioso de los hombres.
De todas formas deberíamos valorar mucho más lo nuestro, en Cabra de Santo Cristo, Francisco Palomino de Ledesma y Aguilar, el prior "higuereño" es un personaje muy recordado a pesar del paso de los siglos.
Es una gran alegría comprobar el número de entradas que se registran en el blog, al que lee le cambia la vida, la gente lee en Internet los artículos quizá con mas frecuencia de lo que puedan tener de movimiento los libros de la biblioteca municipal en muchos pueblos, pero después de la lectura hay que reflexionar y construir una opinión propia, no consiste en leer mucho solamente, como no consiste en comer mucho sino en digerir bien lo que se come, si no se digiere bien y se come mucho se provoca la diarrea y mucha diarrea mental se observa ahora. Hasta otro día ...
El mercader de Burgos, Pedro Ruiz a su regreso de un viaje a Flandes, encuentra flotando en alta mar un arcón con una imagen de Cristo en su interior.
Al comenzar su viaje prometió a los Agustinos traerles un regalo a cambio de sus oraciones. Encontró en la talla el obsequio perfecto para los Religiosos. El mercader hizo entrega del tesoro que venía escondido en aquella arca a la Comunidad de Agustinos y dicen que en aquel preciso momento las campanas empezaron a sonar solas. Los religiosos colocaron la imagen en el altar mayor, y desde entonces comenzó a llevarse las atenciones y hacer tales milagros que el Obispo y Cabildo, viendo la pobreza de aquella pequeña capilla de Agustinos, decidieron trasladarlo a la Catedral.
En la Reunión del Capítulo general de la Orden de San Agustín, celebrado en Mantua en 1473. Los Procuradores de Castilla informan así acerca de la Imagen del Crucificado.
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Este hecho, como vemos documentado, aumentó la fama de milagrosa de la Imagen…
Ramón Bermúdez Rodríguez.
Rehago la cita anterior que ha quedado omitida. Debió haber quedado así:
En la Reunión del Capítulo general de la Orden de San Agustín, celebrado en Mantua en 1473. Los Procuradores de Castilla informan así acerca de la Imagen del Crucificado.
“Ni el mercader, ni los frailes estaban dispuestos a perder la imagen, por lo que se procedió a someterlo a un arbitrio muy extendido por entonces, que consistía en poner sobre una acémila, la caja con la Sagrada Imagen, y vendándole los ojos, desde un lugar determinado, sería de aquel donde parase. Así se hizo, sentenciando a favor del humilde convento, hasta el que vino dirigida desde el Mar.
Persiste la Iglesia y la Ciudad en su idea de que semejante joya no debía permanecer en ese lugar, y se realiza el traslado a la Catedral.
Es noche cerrada en la Castilla Vieja, en el convento de San Agustín, la comunidad de frailes se prepara para los maitines de media noche, de repente un gran estruendo saca a los Agustinos de sus rezos. La puerta de la Iglesia se abre y el Crucifijo vuelve a colocarse en su altar”.
Este hecho, como vemos documentado, aumentó la fama de milagrosa de la Imagen…
Pido excusas por el error.¡Gracias!
Ramón Bermúdez Rodríguez.
En la Edad Media, se daba por segura la autoría de la Imagen del Santísimo Cristo de San Agustín a Nicodemus. Esto se fundaba en un documento de Jacobo de Vorágine, difundido en el siglo XIII, según el cual, se daba cuenta de un milagro que había tenido lugar en Beirut, al ser profanada la imagen, que fue abofeteada, coronada de espinas y flagelada. Al repetir una lanzada, de la llaga de su costado brotaron sangre y agua. Hubo muchísimas curaciones milagrosas y muchas conversiones.
La imagen profanada era propiedad de un Cristiano, quien declaró que era obra de Nicodemus, el cual se la dio a Gamaliel, éste a Zaqueo, Zaqueo a Jacob, Jacob A Simón, estando en Jerusalén, hasta el tiempo de Herodes Agripa, de allí fue trasladada a Beirut. Allí estuvo hasta que Saladino conquistó la ciudad en 1187, los cristianos, para evitar nuevas profanaciones, la metieron en una urna de cristal, y ésta en una caja de madera, siendo arrojada al mar.
La leyenda dice que es obra de José de Arimatea, y que es una reproducción exacta de cómo era Jesús.
Afirma también que respira, suda sangre, y le crecen el pelo y las uñas.
No se sabe de qué material está hecho, se piensa que es madera recubierta de piel de búfalo. La cabeza se mueve hacia ambos lados y los brazos caen por su propio peso cuando son desclavados.
“El cabello, la barba y las uñas no están pegados, sino como nacidos”.
Cuentan que la Reina Isabel de Castilla, cayó desmayada al ver caer el brazo.
Los cinco huevos de avestruz que tiene a sus pies, fueron traídos de África por un comerciante.
La talla se encuentra en la primera capilla de la derecha al entrar en la Catedral de Burgos.
Jesús Martín Hernández.
La ciudad de Burgos, es un hito relevante en el Camino de Santiago, como muestran los numerosos cruceiros que marcan su paso por la ciudad. Entre los peregrinos que dirigían sus pasos a Compostela, son los franceses a los que más hay que atribuir la leyenda, según la cual el Cristo sudaba, al menos los viernes.
En 1726 un peregrino francés llamado Manier escribe:
“Se le ve sudar”.
“ La capilla es oscura y el crucifijo está cubierto por tres cortinas bordadas y adornadas de piedras y pedrería , y cuando se descorren, suenan muchas campanas”
El fenómeno del sudor se hace constar en guías como el Itinerario de Senlis, donde en un francés arcaico, se lee: “ En la Iglesia de San Agustín, fuera de la ciudad de Burgos, está la imagen de la Santa Cruz, que hace muchos milagros. Tiene delante 48 lámparas de plata y muchas otras riquezas. Sólo se enseña los viernes después de la celebración de la misa. Y se dice que el fenómeno de la sudoración se produce ese día, todas las semanas. También se dice que se le hace barba cada ocho días”.
Desde finales del siglo XV, los Reyes que visitaban Burgos, se alojaban en la Casa del Cordón, pero Felipe II durante su estancia en la ciudad del 6 al 30 de Septiembre de 1592, quiso fijar su residencia junto al Cristo en sencillas habitaciones que había mandado preparar en el convento de San Agustín.
Sebastián Mejías Santidrián.
El Santo Cristo de Burgos está vinculado con la piedad del pueblo burgalés desde principios del siglo catorce, momento en que llegó a esta ciudad procedente de Flandes. La imagen transmite tanta devoción, que se trasciende a sí misma y cumple de forma eminente su función de hacer visible lo invisible. La imagen es de madera, con articulaciones que permiten la movilidad de la cabeza, brazos y piernas. “Es una imagen profundamente religiosa, transida de humanidad doliente y, al mismo tiempo, evocadora del señorío de Dios hecho hombre, que murió porque quiso” (Nicolás López Martínez).
La imagen fue donada a los Agustinos de Burgos por el mercader Pedro Ruiz de Minguiján y pronto adquirió fama de Cristo milagroso, de modo que la capilla en que fue colocado se convirtió en uno de los más célebres santuarios del mundo.
El Cristo de Burgos ha sido durante siglos meta de peregrinación, de tal manera que los que lo veneraban en su camino hacia Santiago de Compostela eran minoría en comparación con los que venían ex profeso a agradecerle sus beneficios o a pedirle sus favores. Albarellos ha escrito, con documentación precisa, que “desde lejanas tierras venían a postrarse a los pies del Crucifijo innumerables peregrinos; cuantos personajes venían a Burgos: santos, príncipes, guerreros, próceres, acudían a hacer oración, pidiendo al Santo Cristo protección en sus empresas, salud en sus enfermedades, consuelo en sus tribulaciones”.
La devoción al Santísimo Cristo de Burgos pervive en los cristianos de nuestro tiempo, especialmente en los burgaleses y en los que hacen estación en los albergues de nuestra ciudad en su Camino a Santiago de Compostela. Es difícil, por no decir imposible, visitar la Capilla del Santo Cristo y no encontrar alguna persona que esté rezando ante los pies de la devota imagen.
Fernando Luis Sancho Toro.
La talla del Santo Cristo de Burgos, del siglo XVI, descansa en la actualidad en una de las principales capillas de la Catedral, pero su historia está llena de viajes, leyendas y milagros. Una tradición asegura que fue venerado por los primeros cristianos en Jerusalén o en Siria, pero temerosos de que cayera en manos de infieles lo arrojaron al mar y un mercader burgalés lo halló y lo trajo a Burgos.
Más de 200 réplicas, bien sean copias, cuadros o esculturas, están repartidas por todo el mundo, según puso ayer de manifiesto la académica correspondiente de la Institución Fernán González y catedrática de Lenguas Extranjeras de la Universidad de Messina (Italia), María Luisa Tobar, durante una conferencia.
Chile, Perú, México, Filipinas o Sicilia son algunos de los países en los que se venera al Santo Cristo de Burgos, además de en numerosos lugares de España como Andalucía, País Vasco o Cantabria. «Es un culto muy difundido, especialmente en el norte de España porque la leyenda dice que llegó por mar a Santander. Hay muchísimas imágenes, muchas de las cuales las hizo Cerezo El Viejo, que era el padre de Cerezo El Joven. Los marineros también le tienen mucha devoción y los comerciantes burgaleses llevaron esa devoción a Amberes. Cuando bajó el comercio buscaron otras zonas y trasladaron el culto a América Latina», apuntó la académica.
Los soldados, los agustinos y los peregrinos también contribuirían a su divulgación. Precisamente, la imagen estaba en el convento de San Agustín y fue traslada a la Catedral en 1860. La imagen de la Catedral está realizada en madera y curtida con piel de animal, a la que se le ha añadido pelo postizo.
Encarnación Gila Parejo.
En España la imagen de Cristo de Burgos es venerada en muchos sitios, y de la misma forma, el patrimonio cultural religioso es enorme. Pero de todas las imágenes de Cristo, la del Santísimo Cristo de Burgos es quizá una de las que más fascinación despiertan.
Es que hay particularidades que lo hacen especial, y genera algo misterioso que atrae a las multitudes hacia la Catedral de Burgos donde se encuentra.
Esta imagen data del siglo XIV, y se caracteriza por su realismo. Está articulada, tiene cabellera y barbas humanas, y está cubierta de piel de vacuno que simula la piel humana. Es más, hay un mito que dice que realmente está forrado en piel humana.
Llegó hasta aquí por vía marítima, al ser hallado por un mercader castellano flotando sobre las aguas cuando regresaba de Flandes.
Los mercaderes burgaleses fundaron capillas bajo su advocación en Brujas y Amberes, y los agustinos extendieron su devoción por toda España e Hispanoamérica. Numerosos viajeros, historiadores y escritores han descrito este Cristo y han reflejado la enorme devoción y emoción que suscitaba.
Se dice además que el cofre donde se lo halló contenía también una inscripción que aseguraba que era obra de Nicodemo, el judío que tomó parte en el entierro del hijo de Dios. Es decir: que la escultura había sido hecha con el cuerpo original de Jesús como modelo, lo que explicaría el tremendo realismo.
Sobre Isabel la Católica hay dos versiones de un mito: que se desmayó al comprobar que si se quita un clavo su brazo cae con naturalidad, o bien que el desvanecimiento se lo produjo la impresión de ver brotar sangre al rebanar uno de los dedos del pie de la escultura.
Lo cierto es que esta figura despierta enorme curiosidad, y además le atribuyen características de milagrosa, así que no dejes de visitarla si estás de paso por Burgos.
Andrés Ramírez Sánchez.
Al Santo Cristo de Burgos se le atribuyen numerosos milagros, entre ellos curaciones, lo que aumentó su devoción. También ha formado parte de la Literatura, una obra de teatro de Agustín Moreto o una poesía de Rafael Alberto son algunas de ellas. «También hay una literatura de autores extranjeros. El Cristo de Burgos da para mucho», añadió Tobar. La profesora María Luisa Tobar es burgalesa y comenzó a investigar su figura cuando se topó en Silicia con un cuadro del Cristo. «Me pareció curioso y me puse a investigar. En Burgos se conocen las historias más locales, pero pocos saben que es una imagen tan extendida. En Andalucía hay hermandades de ganaderos y aceituneros que llevan su nombre y también algunos barcos. Además, se les han dado otros nombres como el de la sangre o el de San Agustín», apuntó.
Verónica Zapata Muñoz.
Reproducciones pictóricas del sagrado lienzo del Cristo de Burgos, se encuentran en numerosas parroquias y lugares de nuestra Comunidad Autónoma Andaluza. Así a la ya mencionada de la Catedral de Guadix hay que añadir, por su interés, la de la colegiata de Baza, en muy lamentable estado de conservación, que procede de la iglesia del monasterio de los Jerónimos de esa ciudad, convento que tuvo su máximo florecimiento en el siglo XVII, debido a su vinculación con el mayorazgo de los Enríquez y que desapareció con la desamortización de Mendizábal.
También existe otro interesante cuadro, muy bien conservado, en el palacio de la curia de Granada y en esta misma ciudad y hasta no hace mucho tiempo existía otro en la iglesia de los Escolapios, el de la parroquia de Lújar. Hasta existe una hornacina callejera dedicada al Santo Cristo de Burgos en la calle Veracruz de Jaén y, rebasando incluso el ámbito geográfico, cuadros con el sagrado retrato aparecen en lugares tan dispares como la parroquia de San Mateo en Lucena (Córdoba) o en la sacristía de la Catedral de Ciudad Real.
José Joaquín Valverde Gómez.
El arraigo popular de la devoción al Santo Cristo de Burgos fue muy grande en los siglos XVII al XIX, llegando incluso hasta las primeras décadas del actual. Tal devoción significó para Andalucía Oriental, salvando todas las distancias ambientales y cronológicas necesarias, lo que el Rocío significa en la actualidad para Andalucía Occidental. En este sentido nada más explícito y elocuente que el texto del biógrafo del cardenal Moscoso y Sandoval, el padre fray Antonio de Jesús María, que se expresaba en estos términos:
"Este Santuario es uno de los más famosos de España y consuelo de toda Andalucía. Celébrase la memoria de la Santa Imagen con tres fiestas al año: la primera, día de San Sebastián. Hace la villa la segunda el día de la Natividad de Nuestra Señora, a costa de los Ganaderos de Granada y Sierra Morena. Concurren a ella con sus estandartes, traen música i hacen mui lucida i numerosa compañía de soldados. La tercera, día de la dedicación de San Miguel, XXIX de Septiembre, por cuenta de los Vaqueros de Sierra Nevada, que corren toros i hacen varias invenciones de fuego, mostrándose tan devotos que a todos edifican".
Manuela Moyano Garzón.
El centro andaluz que polariza e irradia con singular fuerza la devoción al Cristo de Burgos es la localidad jiennense de Cabra del Santo Cristo. Merece la pena que nos detengamos un poco a fin de explicar por qué y cómo se dio este fenómeno. Sucedió que D. Jerónimo Sanvitores de la Portilla, caballero de a Orden de Santiago y alcalde mayor de Burgos, fue nombrado por Felipe IV corregidor de Guadix, ciudad a la que se trasladó a fines de enero de 1637. Unos arrieros se encargaron de llevar desde Burgos las pertenencias del nuevo corregidor. Entre ellas iba una pintura del Santo Cristo, que D. Jerónimo había conseguido en 1635. Pues bien, inesperadamente, aquel cuadro, el más antiguo retrato conocido del Cristo de Burgos, se quedará en Cabra, -o Cabrilla, como entonces se decía-.
Dichos arrieros hicieron un alto en Cabra el día 20 de enero de 1637 y se acogieron al mesón de María Rienda, esposa de Juan de Soto Salas, que estaba manca del brazo izquierdo. Al enterarse de que sus huéspedes llevaban, enrollado y guardado en una caja de madera, el retrato del Cristo de Burgos, María mostró tan vehementes deseos de verlo que no tuvieron más remedio que abrir la caja. Contemplar el cuadro y quedar curada fue todo uno. Se armó el consiguiente revuelo; los vecinos de Cabra llevaron el milagroso lienzo a la iglesia y se negaron en redondo a que lo sacaran de la villa. D. Jerónimo tuvo que irse a Guadix sin él....
Otros hechos, considerados también milagrosos, corrían de boca en boca. Ya antes del episodio del sudor, habían nacido numerosas cofradías cuyo titular era el Santo Cristo de Burgos venerado en Cabra; lo cual fue decisivo para que se multiplicaran las copias de la milagrosa imagen. Se inició también el flujo de peregrinos, de suerte que Cabra, que se denominó en adelante Cabra del Santo Cristo, salió de su insignificancia para ser villa conocida por doquier.
La primera de estas cofradías, después de la ya mencionada de Sevilla, se fundó en Guadix, con algunos privilegios, otorgados sin duda en atención a D. Jerónimo, el corregidor. Le siguió, antes de 1648, la de Serón del Río Almanzora. En 1669 se constituyó en Cabra, con 72 hermanos, a imitación de los 72 discípulos designados por Jesús (cf. Lc 10,1-12).
“ La Hermandad de los humildes e indignos esclavos del Santo Cristo de Burgos para que nos ayude en la perseverancia final, a fin que no se malogre por nuestros pecados el valor de su preciosísima sangre".
Rosa Belmonte Fajardo.
La historia del Santo Cristo de Burgos de Cabra se inicia cuando el noble caballero burgalés Jerónimo de Sanvítores y de la Portilla es nombrado por Felipe IV corregidor de Guadix. En el equipaje que Sanvítores envía camino de su nuevo destino, figura un lienzo que reproduce la imagen del Santo Cristo de Burgos. Al llegar a Cabrilla (nombre con el que se conocía a Cabra en la época) el 20 de enero de 1637 la caravana se aloja en el mesón de María Rienda Soto y esta mujer obtiene la curación, por intercesión del retrato, de una manquedad que sufría en su mano izquierda.
Jerónimo de Sanvítores cede a Cabra el sagrado retrato, pero luego apoyado por la ciudad de Guadix y como legítimo propietario del cuadro, exige su devolución. El pueblo de Cabrilla, que lo había colocado en su iglesia parroquial, se niega. Gracias a la intervención del obispo de Jaén, cardenal Baltasar de Moscoso y Sandoval, y al prior de la villa, el Dr. Francisco Palomino de Ledesma y Aguilar se llega al acuerdo de que Sanvítores ceda al pueblo de Cabra el sagrado lienzo a cambio del patronato de la Capilla Mayor de su iglesia, donde Sanvítores podría poner sus escudos de armas, un relato con el milagroso suceso, construir una cripta para su enterramiento y sacar otra copia del retrato para Guadix que se venera actualmente con gran devoción en una capilla de su catedral y a la cofradía que se fundara en ésta ciudad se le daba la primacía sobre todas las demás, debiendo ser recibida por el clero parroquial de esta villa, con cruz alzada, en la ermita de la Virgen del Rosario, en el camino de Guadix.
Torcuato Fernández Rodríguez.
Una pequeña puntualización sobre la Parroquia de Nuestra Sra. De la Expectación y Santuario del Cristo de Burgos:
Paralelamente a la fundación de la villa de la Cabrilla, en 1545, por el Emperador Carlos I con cincuenta vecinos de Úbeda, de la que va a depender hasta bien avanzado el siglo XVII, se crea el priorato, bajo la advocación de Nuestra Señora de la Expectación.
Tras ocupar un primer templo provisional, a finales de esta centuria se comenzarán las obras de una nueva iglesia, que habría de ser la definitiva. Constituida por una nave de poniente con tres capillas laterales y amplio crucero con amplias capillas-hornacinas, todo ello inscrito en un rectángulo, tendríamos una típica planta de cajón o iglesia contrarreformista.
No obstante, por la limitación de los recursos económicos, las obras, iniciadas, al contrario de lo normal, por los pies, avanzaron muy lentamente hasta 1637. En tal año se produce un hecho que cambiaría totalmente el futuro de este pequeño lugar.
Se trata de llegada de una copia en lienzo de la muy venerada imagen del Santo Cristo de Burgos, que se veneraba entonces en el Convento de San Agustín, de la capital castellana. Tras sanar a María Rienda, de la manquedad que sufría en el brazo izquierdo, Cabra –popularmente Cabrilla- se iba a convertir en uno de los santuarios más concurridos de Andalucía.
Mario Céspedes Castillo.
Continuación:
Ello va a generar una cantidad ingente de donativos, que, bien administrados, por el obispo de Jaén, Cardenal Moscoso y Sandoval, y especialmente por el prior, el Dr. Palomino de Ledesma, harán posible avanzar rápidamente las obras, completándose todo el brazo de poniente, la gran fachada, con su airosa portada, la puerta lateral o del Sol, el monumental coro –a los pies y en alto- y los primeros cuerpos de la torre, dándose cita aquí los principales arquitectos del momento, tales como Juan de Aranda y Salazar –portada principal- o Eufrasio López de Rojas –coro y Puerta del Sol-.
La devoción al Cristo de Burgos –o de Cabrilla- se va extendiendo a toda España, en especial a raíz del sudor que experimentó el Sagrado Lienzo en 1698, al ser confirmado como sobrenatural por la autoridad eclesiástica.
Durante la primera mitad del Siglo XVIII se completará la planta de la iglesia con la construcción de la cabecera –casi el cincuenta por ciento del edificio-. Mientras que para finales de siglo se hacía el cuerpo de campanas de la airosa torre, de elegante perfil neoclásico. También en esta misma centuria se completa su amueblamiento, destacando especialmente sus varios retablos, de entre los que sobresale el mayor –o del Cristo de Burgos- pieza maestra del Barroco Triunfal Andaluz, trazado por el granadino Blas Antonio Moreno. Pinturas, esculturas, rejas, piezas de orfebrería –cálices, custodias, copones-, lámparas votivas dignificaban y realzaban – según los varios inventarios conservados- esta singular parroquia-santuario. Si bien, las circunstancias adversas de estas últimas centurias –Invasión Francesa, Guerra Civil y la incuria de algunos sacerdotes- han reducido a su rico patrimonio a su más mínima expresión.
Mario Céspedes Castillo.
Son tres las fiestas anuales relacionadas con el Santo Cristo de Burgos, patrón de Cabra del Santo Cristo:
DÍA DE SAN SEBASTIÁN: Primer día del año, de los cuatro que los Cabrileños sacan en procesión a su Cristo, se conmemora la llegada a la villa del lienzo del Cristo de Burgos, ya que fue un 19 de Enero de 1637, día de San Sebastián, cuando llegó un arriero que se alojó en la posada de la calle La Palma. Allí anunció a los presentes que, entre otros enseres, transportaba hasta Guadix y en una caja un lienzo con la pintura del Santo Cristo de Burgos. Tras insistentes ruegos de las gentes, abrió la caja y, al instante, María Rienda, mujer de Juan de Soto y dueña de la posada, curó del brazo izquierdo en el que sufría una manquedad. En aquel preciso momento pasaba por el lugar la procesión de San Sebastián y, al enterarse los fieles devotos de lo acaecido, tomaron el lienzo y lo depositan con grandes muestras de veneración en el altar mayor de la iglesia.
FIESTAS PATRONALES: Se celebran entre los días 14 al 18 de Agosto desde principio de la década de los setenta, ya que hasta entonces, se celebraban en San Miguel, a finales del mes de Septiembre, pero debido al importante retroceso en número de habitantes sufrido por la población, se decidió cambiar a ésta fecha, que sin duda, es el mes vacacional por excelencia, con el fin de que los emigrantes puedan visitar el pueblo en sus días grandes.
El día 15 de Agosto se celebra una fiesta religiosa a devoción de los hermanos de la cofradía de La Esclavitud, que es la primera que se fundó tras la llegada del sagrado lienzo, por la tarde se inicia la procesión por un largo itinerario, portando los Cabrileños la imagen del Cristo en su trono de plata. Es el día 17 de Agosto, cuando la cofradía de Los Nativos Ausentes (fundada en los años setenta por los emigrantes) protagoniza los actos religiosos. Durante estos días, y desde hace ya bastantes años, nos suele acompañar una representación del municipio y del clero de la hermana ciudad de Burgos.
Durante estos días de júbilo, se organizan actividades culturales, deportivas, festejos taurinos y animadas verbenas. Señalar que el día 14, el desfile de gigantes y cabezudos, abre oficialmente las fiestas patronales y entre ellos, un interesante personaje, "el pinchauvas", que va provisto de careta y harapientas confeccionadas con trozos de telas diversas; lleva una especie de látigo que sostiene al final una pelota con la que amenaza y hostiga, prioritariamente a la chiquillería. Esta curiosa figura del folklore jaenés, tiene similitudes con parecidos personajes de otros pueblos como Arquillos, aunque también nos recuerda al "cascamorras" de Guadix por su arlequinada y harapienta vestimenta.
LA FIESTA CATORCE: Día de la Exaltación de la Santa Cruz, se conmemora la entrevista que tuvo lugar el 14 de Septiembre de 1637, entre el obispo de Jaén, cardenal Baltasar de Moscoso y Sandoval y Jerónimo de Sanvítores, donde se dio por zanjado el pleito por la propiedad del lienzo del Santo Cristo, entre éste último y los habitantes de Cabra, entregándosele al propietario una copia del lienzo original y concediéndole, entre otros privilegios, el señorío de la villa de Cabrilla. Por la mañana se celebra una misa en el Nicho de la Legua y por la tarde sale el sagrado lienzo en procesión.
José Rodríguez Tercedor.
El 375 aniversario de la llegada a Cabra del lienzo del Cristo de Burgos, demuestra una vez más que es este el verdadero nexo de unión entre todos los cabrileños. Junto a todos los cabrileños hemos de contar con los cofrades de Jimena, de Guadix, o de Alfarnatejo, y los habitantes de esas localidades cuyos representantes civiles y eclesiásticos se congregaron en nuestra parroquia-santuario durante la tarde del 20 de enero de este 2013, con el emotivo acto de nombramiento de Alcalde Mayor Honorario de nuestro Patrón.
El obispo de la diócesis, don Ramón del Hoyo, ofició la Eucaristía que estuvo concelebrada, además de por el párroco de Cabra, por buena parte de los párrocos que han pasado por esta parroquia durante los últimos años y de otros sacerdotes, hijos de este pueblo. Desde Burgos vino el canónigo, don Alejandro Millán, y desde Serón, aquel pueblo que en 1638 nos regaló "la cruz", vino su Alcalde, quien junto a los primeros ediles de Alfarnatejo y Jimena quiso acompañar al Alcalde de Cabra y a toda su Corporación en el acto que dio oficialidad a su unánime acuerdo de 25 de julio de 2012. Un brillante acto a cuya finalización se procesionó el trono del Santo Cristo, ya con el bastón de mando, pero dentro del templo, pues la persistente lluvia impidió su salida. Es de justicia mencionar, para dejar constancia, que fue nuestro paisano y Cronista Oficial, don Lázaro Gila Medina, quien pidió por escrito, en febrero del año pasado al Ayuntamiento de nuestro pueblo, que iniciase los trámites para tal proclamación que ahora ha culminado felizmente al haberse acogido su propuesta con gran entusiasmo.
José Justicia.
Cuesta imaginar cómo serían esas peregrinaciones por aquellos ásperos caminos que llegaban hasta la localidad de la Cabrilla. Las inclemencias meteorológicas, la inseguridad, o la falta de infraestructuras no eran obstáculo para que año tras año multitud de peregrinos, bien, agrupados en torno a las más de cien cofradías que existieron, bien, por iniciativa propia, acudieran en busca de este recóndito "refugio espiritual". Un hito situado en uno de esos históricos caminos nos recuerda que fue allí donde cayó rendida la caballería que transportaba el lienzo del Cristo de Burgos. Una humilde construcción levantada a mediados del XVII, que en 1899, cuando se cambió el trazado de la carretera y el prior Pugnaire decidió levantar junto a ésta el nuevo Nicho de la Legua, quedó abandonada y a merced de los rigores climatológicos, de modo que últimamente presentaba un preocupante estado. No obstante y pese a su ruina era habitual encontrar velas encendidas ante una vieja estampa del Santo Cristo. No sabemos los temporales que aún podría haber aguantado pero ha sido gracias a la iniciativa de la Hermandad de la Esclavitud que este viejo humilladero que durante siglos significó un alto en el camino para tantos peregrinos, hoy no sólo se mantiene en pie, sino que ha recuperado su original aspecto y, a tenor de su restauración creemos que durante algunos siglos más continuará cumpliendo su cometido, testimonio de tiempos pasados, el de recordar que en ese justo lugar, distante una legua de Cabrilla ocurrió el suceso más determinante de su historia.
En el viejo nicho de la Legua aún se puede leer, en una placa de piedra situada en su paramento Norte: "A Cabra una legua", luego además de ese valor sentimental este detalle hace de este "humilladero-leguario" un caso singular, un hito en el camino probablemente único para la caminería española.
Los hijos del pueblo siempre recuerdan fechas como esta allá donde estén, aunque hoy se hace necesario reseñar la iniciativa llevada a cabo en Granada, la capital de la vecina provincia donde reside una importante colonia de cabrileños y donde antaño tenía su sede una de las cofradías más importantes de cuantas asistían a Cabrilla.
José Justicia.
Sobre el personaje de Francisco Palomino de Ledesma y Aguilar, natural de Lahiguera, que por aquel entonces era prior de la iglesia de Cabra del Santo Cristo, además del trabajo anteriormente citado de L. Gila Medina, puede verse también el de Ignacio Ahumada “De la vida doméstica en la villa de Lahiguera (Jaén): la carta de dote de doña Ana de Quesada y Aguilar (1620). Edición y estudio”, Homenaje a Luis Coronas, Jaén, Universidad, 2001, pp. 569-582. El documento al que aquí se alude fue redactado, en ausencia de escribano, por el referido prior, hermano por parte de madre de doña Ana de Quesada y Aguilar.
J. L. Trujillo Manzano.
El historiador jiennense Martín de Jimena Jurado, en su Catálogo de los obispos de las iglesias catedrales de Jaén y Anales eclesiásticos de este obispado (Madrid, Domingo García y Morrás, 1654; edición facsímil: Granada, Universidad, 1991), nos ofrece una escueta noticia sobre la llegada de la sagrada imagen a la villa de Cabra (p. 547).
Mucho más explícita resulta la ya mencionada biografía del cardenal Moscoso y Sandoval redactada por Fr. Antonio de Jesús María, quien dedica a este asunto todo el capítulo 4º del libro IV, bajo el título de “Primer milagro del Santo Christo de Cabra” (edic. cit., párrafos 708-729). Dicho capítulo sería reproducido más tarde con el título de Venida milagrosa del retrato del Smo. Cristo de Burgos a la villa de Cabra de Santo Cristo en el año de 1637, como se refiere en la historia del Eminentísimo Señor Cardenal D. Baltasar de Moscoso y Sandoval Obispo de Jaén (Baeza, Agustín de Doblas, s.a., 26 pp., 15 x 10 cm.), opúsculo que debió de imprimirse en la década final del siglo XVIII o primeros años del XIX, periodo en el que desarrolló su actividad la referida imprenta baezana.
También es importante el testimonio aportado por Sancho de Guzmán Portocarrero en su Sermón predicado en la Fiesta del Santo Christo de Cabrilla a el Real Acuerdo de esta Chancilleria de Granada, en el Convento de N. Señora de la Vitoria este año de 1668. tercero dia de Pasqua de Espiritu Santo. A instancia del Señor D. Ivlian de Cañas Ramirez y Silva, Oydor en esta Real Chancilleria, de el Consejo de su Magestad. Y a luzidas expensas de Estevan Garcia Berber, Procurador de ella, Familiar del Santo Oficio. Por el Doctor... Cauallero del Abito de S. Iuan y Capellan de Honor de su Magestad en su Real Capilla de Granada. Dedicale al Señor D. Geronimo de Sanvitores, Cavallero del Orden de Santiago, del Consejo de su Magestad, en el Real de Hazienda, y señor de la villa de Cabrilla (Granada, Imprenta Real de Francisco Sánchez, 1668) [i].
Cordialmente, Luis García.
Muy interesante resulta la tarea de recopilación llevada a cabo por el que fuera párroco de la villa, Juan José Pugnaire, en su Historia y milagros del Santo Cristo de Burgos que se venera en la Iglesia Parroquial de Cabra del Santo Cristo, Provincia y Obispado de Jaén (Jaén, Imprenta de la Viuda de Guindos, 1896). También merece una mención especial el trabajo manuscrito que dejó inédito a su muerte el cabrileño Fernando Gámez Vera, que sirvió de punto de partida a su paisano José Caro Perales para el estudio “Cabra de Santo Cristo. Apuntes para su historia”, publicado en la revista Don Lope de Sosa, 1923, pp. 53-59, 86-91 y 115-120; lo mismo que el “Un instrumento público que interesa a la villa de Cabra del Santo Cristo”, aparecido en Paisaje, nº 44, 1948, pp. 1220-1223.
En la época actual el que más dedicación ha prestado al tema es Lázaro Gila Medina, quien, además de una abundante bibliografía, ha consultado numerosos documentos referentes al Santo Cristo. De esta labor dan fe las siguientes publicaciones: Cabra del Santo Cristo. Su Arte e Historia (Granada, Gráficas del Sur, 1978); La época áurea de la historia de Cabra del Santo Cristo: la del doctor don Francisco Palomino de Ledesma (1631-76) (Ayuntamiento de Cabra del Santo Cristo, 1982); “Catálogo e inventario de los fondos documentales del archivo de la parroquia santuario de Cabra del Santo Cristo” (Boletín del Instituto de Estudios Giennenses, nº 118, 1984, pp. 45-57), El santuario de Cabra del Santo Cristo (Granada, Caja General de Ahorros, 1985) y Cabra del Santo Cristo (Jaén). Arte, Historia y el Cristo de Burgos (Maracena -Granada-, Arte impresores, 2002).
Paula Gómez.
Tiempo después descubrí que el Doctor Francisco Palomino de Ledesma y Aguilar fue Prior de San Miguel de Baeza.
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