EL TRABAJO DE LA CONSTRUCCIÓN DEL
ANTIGUO RETABLO DE LA HIGUERA,
FUE ENCARGADO EN JAÉN POR EL VISITADOR DEL OBISPADO, DOCTOR MARTÍN PÉREZ DE
AYALA EN 1542.
Como
desde 1538 a
1543 ocupó el obispado jiennense don Francisco de Mendoza, hijo al parecer de
don Iñigo López de Mendoza y doña Francisca Pacheco, primeros Marqueses de
Mondéjar. Se supone que sin duda durante su obispado se terminaría de construir
nuestro templo calatravo. Aunque se encargaría de todo lo concerniente a la
construcción de la fábrica el visitador del Obispado Doctor Martín Pérez de
Ayala, dado que según refiere Ximena Jurado:”este Obispo residió muy poco tiempo en fu Obifpado, porque el
Emperador Carlos V lo tuvo ocupado en fu servicio”.
Don Francisco de Mendoza falleció en 1543 en la ciudad de Spira. (1) Martín de Ximena Jurado, (1654): Catálogo de Los Obispos de la Diócesis de Jaén Baeza y Annales Eclesiásticos della. Madrid. Imprenta Domingo García, 1564. Página 467.
Don Francisco de Mendoza falleció en 1543 en la ciudad de Spira. (1) Martín de Ximena Jurado, (1654): Catálogo de Los Obispos de la Diócesis de Jaén Baeza y Annales Eclesiásticos della. Madrid. Imprenta Domingo García, 1564. Página 467.
Mapa del Reino de Jaén del Siglo XVI, durante el mandato del obispo de Jaén Francisco Sarmiento de Mendoza 1580-1595. |
Es muy posible que el templo de La Higuera cerca de Arjona se
terminase por esos años auspiciado por líneas de pensamiento con base en la
austeridad, y tras un periodo más o menos largo de construcción del templo
parroquial o fábrica, se realizara en 1542 la contratación a Juan de Reolid
para el retablo del templo, con la condición de su terminación en año y medio. Formalizado
el contrato en fecha 11 de mayo de 1542 debería estar terminado a finales de
1544.
Mapa del Reino de Jaén de 1588. Elaborado por Gaspar Salcedo de Aguirre Prior de Arjonilla año 1594. Abajo publicación del mismo autor del año 1594. |
En la cita que reproduzco a continuación, disponemos
de un documento importante para tratar de imaginar como sería el retablo
destruido en la Guerra Civil en 1936, en el referido texto se menciona a Miguel
Sánchez con Juan de Reolid, artífices del retablo original del que durante siglos fue templo
parroquial de Higuera de Arjona, allá por el año 1542. Habiendo descubierto el documento, (2) (Domínguez Cubero, J. “De la
tradición al Clasicismo Pretridentino en la Escultura Giennense,
Jaén, 1995, Pág. 159), compruebo que
disponemos de documentación suficiente para abordar la estructura del retablo
desaparecido y ello da lugar a abordar otros aspectos relacionados con los
autores del retablo.
El texto de referencia es el siguiente:
“En cuanto a su tierra, que llevó el grueso de la
producción, en 1540 cobró de la iglesia de San Ildefonso la hechura de una
imagen de la Virgen
que hizo para un retablo, tal vez labrado por Pedro Machuca, que fue colocado
en el sitio de la Virgen
de la Capilla. Después
alternó trabajando para la catedral y para iglesias en
las localidades de Higuera de Arjona, Santisteban, Pegalajar, Úbeda y
quizá también Baeza y Torredonjimeno.
Para Higuera de Arjona se obligo de
mancomún con el pintor Miguel Sánchez, con el que fue varias veces pareja, en
hacer un retablo de pintura y talla para la iglesia parroquial de Santa María
de la Consolación (A.H.P.J., Escrib.,
Juan de Herrera, leg. 297, fol. 280v. Jaén, 1542, mayo, 11. Domínguez: La
rejería…, Pág. 82), que por entonces se acabaría de
hacer. Es sencilla, tipo cajón, cubierta con armadura mudéjar y coro a
los pies. El trabajo fue encargado en Jaén por el
visitador del Obispado, doctor Martín Pérez de Ayala, y formalizada la
escritura el 11 de mayo de 1542 en la casa donde residía el famoso
rejero Maestro Bartolomé de Salamanca que salió, junto a otros, fiador.
El precio sería a tasación de maestros puestos por
las partes comprometidas, pero por los adelantos que se hicieron, hasta cien
ducados, y el plazo de año y medio que se dio para la confección, se vislumbra
un trabajo de importancia. Ignoramos su aspecto por estar perdido y no aparecer
en el contrato las condiciones que describían el formato, pero se habla de unos
pilares que se habían de pintar de blanco bruñido adornados de grutescos,
tableros con historias pintadas al óleo y una imagen de la Virgen con el niño en
brazos, en bulto, y metida en un tabernáculo dorado, que estaría centrando el
conjunto, como corresponde a la titular.
A la misma localidad, en 1555, Reolid
hizo una Santa Clara, (A.H.P.J., Escrib. Sánchez Cachiprieto, leg.336, fol. 493v. Jaén,
1555, jul. 15), patrona de la localidad, que le
encargó su cofradía para venerarla en la ermita de su nombre. Hoy sólo
se conserva el lugar hecho casa de labor. Era la
imagen de cinco cuartos de alta, y obligaba el contrato a entregarlas dorada y
estofada en el tiempo que corría desde la formalización del encargo, 15 de
julio, hasta el día venidero de la
Santa, a mediados de Septiembre”.
Refiere Manuel Jiménez Barragán en su publicación en
este blog, que el convento de Santa Clara lo funda Fernando III, recién
conquistada esta tierra. Él era el protector; y para su sustento les otorga a
las monjas del convento muchos territorios. Podría ser que, desde este primer
momento, una de las posesiones dadas por el rey fuese el Chorrillo con una
noria; la tierra más fértil de todo nuestro término. (Jiménez Barragán, M.: “Nuestro
pueblo hace 300 años”, en la fecha de 20 de marzo de 2012.).
La imagen de Santa Clara encargada a Juan de Reolid
debió ser para la Ermita
de Santa Clara, situada en la carretera de Villanueva, en el lugar donde hoy
esta la casa de Quica la de “Manecillas”, frente a la salida de la bocamina
romana de Santa Clara. Es de destacar, que en ese tiempo del año 1555 ya había
una cofradía que se encargaba del culto de nuestra patrona, y posiblemente en
Septiembre, fecha en que se celebraban las fiestas de Santa Clara, se
realizaría una romería a mediados de mes cuando los calores del verano ya
habían menguado. El encargo de la talla de Santa Clara dorada y estofada se
realizó el 15 de Julio para entregarla a mediados de septiembre del año 1556.
El visitador del Obispado de Jaén Don Martín Pérez de
Ayala que encargó el trabajo de la
construcción de retablo de La
Higuera a Juan de Reolid y Miguel Sánchez, fue traído por el
Obispo Don Francisco de Mendoza cuando llegó al obispado de Jaén y nombrado
visitador y confesor suyo. Era un fraile de la Orden de Santiago muy docto como muestran sus
escritos aunque también tenía fama de varón muy santo. (3) (Ximena Jurado, M.:
Catálogo de obispos de las iglesias catedrales de la Diócesis de Jaén y Baeza y Annales Eclesiásticos della.
Madrid. Imprenta Domingo García, 1564. Página 467.)
Don Martín Pérez de Ayala había nacido en Segura de la Sierra el 11 de noviembre
de 1504, fue un eclesiástico y teólogo español especializado en Gramática y
Humanidades, que participó en el Concilio de Trento. Estudió en la Universidad de Alcalá
y tomo los hábitos en Uclés, pasando luego por Salamanca, Toledo, Granada y
otros lugares, estudiando teología, artes, gramática y obteniendo el doctorado.
Participó en las sesiones del Concilio de Trento para tratar el problema
protestante teniendo un importante papel en las mismas y obteniendo un gran
reconocimiento personal. Como persona muy formada fue elegido visitador de las
obras de Obispado de Jaén y por ello en 1542 contrató con Juan Reolid la
construcción del retablo del templo recientemente terminado de Santa María de la Consolación de La Higuera.
LAHIGUERA, EN IMÁGENES
Fue tanto el prestigio y reconocimiento de Don Martín
Pérez de Ayala que durante el concilio fue nombrado obispo de Guadix el 16 de
mayo de 1548 a
la edad de 43.5 años, cargo que ocupó hasta el 17 de julio de 1560, en que fue
nombrado obispo de Segovia. Su estancia en esta diócesis castellana fue
polémica por los enfrentamientos que tuvo con el cabildo catedralicio, hasta el
punto de ordenar la encarcelación en el castillo de Turégano y en la cárcel de
Fuentepelayo al escribano y al notario de la catedral. Finalmente, en fecha 6
de septiembre de 1564 fue elegido arzobispo de Valencia, donde permaneció hasta
su fallecimiento en 5 de agosto de 1566, en cuya catedral reposan sus restos.
Los restos de Don Martín Pérez de Ayala reposan en la Capilla de la Santísima Trinidad de la Catedral de Valencia, una capilla de estilo gótico, siglo XV. Siendo sus arquitectos Francesc Baldomar y Pere Compte.
Catedral de Valencia. Vista aérea. |
Los restos de Don Martín Pérez de Ayala reposan en la Capilla de la Santísima Trinidad de la Catedral de Valencia, una capilla de estilo gótico, siglo XV. Siendo sus arquitectos Francesc Baldomar y Pere Compte.
Cuadro central de la Capilla de la Santísima Trinidad de la Catedral de Valencia. En esta capilla está enterrado Martín Pérez de Ayala. |
En una visita a la Capilla de la Santísima Trinidad,
podemos ver en el centro de la
Capilla el cuadro de la Santísima Trinidad,
un óleo de Luís Antonio Planes (1745-1821). En el Ático del retablo: San Joaquín
y la Virgen María,
de Luís Antonio Planes. En la
Predela del retablo: Anunciación, San José y Santa Ana, de Luís
Antonio Planes.
Altar Mayor de la Catedral de Valencia. |
En el lado izquierdo de la Capilla de la Santísima Trinidad
se encuentra el Sepulcro del cardenal arzobispo Mariano Barrio muerto en 1876 y
que participó en el Concilio Vaticano I.
Sepultura del Arzobispo Mariano Berrio en la Capilla de la Santísima Trinidad de la Catedral de Valencia. |
Conocida la
importancia de los contratadores del retablo,
indagamos en la búsqueda de datos que nos aproximen a la calidad artística de
Juan de Reolid y Miguel Sánchez, los realizadores:
Juan de Reolid nace en Jaén hacia 1.506, en el seno
de una familia de un relativo nivel de bienestar, que le permitió dedicarse
desde bastante joven al aprendizaje del oficio de escultor entallador. El
oficio de entallador, con el que se viene citando a Reolid, es el mismo de
imaginero o escultor, es decir, el de una persona especializada en realizar
imágenes en madera, piedra u otro tipo de materiales, así como de labrar
elementos decorativos que después se aplicarán como ornamento a las obras
arquitectónicas en forma de relieves. Según los datos aportados por el profesor
José Domínguez Cubero en «De la tradición al clasicismo pretridentino en la
escultura giennense», Juan de Reolíd debió tener una etapa de formación a la
que se adjuntan diferentes estancias en Sevilla y Granada, focos culturales y
artísticos de verdadera importancia en la Andalucía del siglo XVI. Hacia 1.530 vuelve a
Jaén para establecerse definitivamente como maestro entallador, abriendo un
taller que llegó a ser el más importante de su época en esta zona. En tales
manos es de suponer que el retablo tan artísticamente realizado por él y por el
pintor Antonio Sánchez, fuera una autentica obra de arte, tal como escuchamos
siempre decir a nuestros padres.
Juan de Reolid a lo largo de su trayectoria
profesional realizó tanto obras en piedra como en madera, sobre todo para los
diferentes templos parroquiales de la provincia que, terminados de construir
por esa época, pasaban por el proceso de su decoración a base de retablos y
otro tipo de obras artísticas.
Se trataba de uno de los hombres con mayor peso en la
actividad artística de la provincia, que disfruto de un cierto nivel artístico
durante el siglo XVI, convertida desde entonces en uno de los principales focos
del arte renacentista español.
Como buen discípulo de los artistas renacentistas,
sus saberes comprendían no sólo una rama del arte. Era persona letrada y culta,
con conocimientos no sólo de escultura sino también de dibujo, física,
ingeniería, arquitectura, etc.
Domínguez Cubero nos habla de su muerte en 1.571 «en
extrañas circunstancias, asesinado por el ventero de Barranco Hondo, Antonio
Hernández, con la colaboración de Pedro Hernández de Portales».
En
el año 1542 visitó el Obispo de Jaén Don Francisco de Mendoza la Iglesia parroquial de
Villanueva de Andujar como consta en el libro de visitas de esa Iglesia,
suponemos que hubiera sido posible que dada la proximidad con la Higuera de Andujar, esta
vista se hubiera realizado también en esas fechas a nuestra villa, y así poder
comprobar el estado de la construcción de nuestro templo medieval en esos
momentos cruciales de la construcción del retablo. El 25 de Noviembre del año
1543, fue visitada la Iglesia Parroquial
de Villanueva de Andujar en nombre del Obispo Don Francisco de Mendoza, y a
principio del año siguiente en 1544, cuando todavía era Prior en Jaén el
Licenciado Pedro de Mérida, porque en fecha 8 de Enero de 1544 confirmó los
Estatutos de la
Universidad de Priores y Beneficiarios de la Ciudad de Andujar. No
debería haberse sabido la muerte del Obispo Francisco de Mendoza pero cuando se
tuvo noticia de ello, gobernó el Cabildo de la Santa Iglesia de Jaén, y fue
Provisor de esta sede vacante Don Ruy López de Gamarra, Deán y Canónigo de la Santa Iglesia de Jaén. (4)
(Ximena Jurado, M.: Catálogo de Obispos de las iglesias catedrales de Jaén y
Baeza y Annales Eclesiásticos della. Madrid. Imprenta Domingo García, 1564.
Paginas 469-470).
Posteriormente dice Ximena Jurado:” Aunque el Principe por tres Cedulas avía mandado al Governador deste
Obispado, que obfervafe lo dispuesto por el Indulto Apostólico fobre la
provifion de los Prioratos, con todo ello por fu parte replicó. Y a doce de
Março de 1549, en Iaen Don Gabriel de Guevara Maeftrefcuela, y Canonigo de la Santa Iglesia defta Ciudad,
Governador , y Previsor en todo el Obifpado por el Cardenal Don Pedro Pacheco,
hizo Colación al Licenciado Benito de los Ríos , Clérigo de la Diócesis de Córdoba, del
Priorato de la Higuera
cerca de Andujar, que avia vacado por fimple refignación que del avia hecho el
Obispo de Guadix, y le despachó el Titulo fiendo Testigos los Reverendos
Señores Chriftobal de Arguellada , y Juan Pérez de Godoy Canónigos de Iaen, y
Miguel de Aguilar. Y aviendofe formado pleito fobre la guarda del Indulto, lo
remitió el Principe a la
Chancillería de Granada, donde por Autos de Vifta, y Revifta
de 14 y de 22 de Março del Año siguiente de 1550, defde el qual tiempo fe ha
observado inviolablemente. Despachó la
Bula defte Indulto Paulo III al principio de fu Pontificado,
y fe executorio al fin del. Fue la muerte de Paulo III a diez de Noviembre del
Año 1549 y a 8 de Febrero de 1650 , fue electo Pontífice el Cardenal Iuan María
del Monte, el cual se coronó a 22 del mifmo mes, llamandofele Julio III.
Hallose en fu elección nuestro Cardenal
y Obispo de Iaen Don Pedro Pacheco.” (5) (Ximena Jurado, M.: Catálogo de obispos de las
iglesias catedrales de la
Diócesis de Jaén y
Baeza y Annales Eclesiásticos della. Madrid. Imprenta Domingo García, 1564.
Página 473.)
Parece ser por este escrito que el Licenciado Benito
de los Ríos Prior de La
Higuera de Anduxar, había recibido un beneficio eclesiástico
otorgado por el Obispo de Guadix, no sabemos si del territorio o parte de
vecindario que pertenecía a la parroquia, o una colación de bienes de una
herencia, que se hizo de los bienes que un heredero forzoso recibió
gratuitamente del causante en vida de este, para que fuesen contados estos
bienes en la computación de legítimas y mejoras. Quizá la cosa sea más
sencilla, y lo que recibió el Prior Benito de los Ríos fue el permiso de la
autoridad del Obispo de Guadix de dejar vacante la parroquia de nuestro villa
por algún tiempo, por razón desconocida, aunque posiblemente fuese que se
entregaba a otra persona el mando de la parroquia en circunstancias no
aclaradas; siendo tal una atribución legal del Obispo y Cardenal de Jaén Don
Pedro Pacheco, para lo cual se acude a la Audiencia de Granada a fin de restablecer la
legalidad, en el vistas judicial números 14 y 22 de Marzo de 1550.
Posteriormente
los visitadores del Obispado encargados de realizar la visita a la fortaleza de
la villa de La Higuera
de Arjona fueron Benito Pérez y Cristóbal López en el año de 1559, para
comprobar las obras realizadas tanto en el plano eclesiástico como civil, según
lo recogido en el Archivo Histórico Nacional. Archivo Histórico de Toledo en el
Legajo 1.606 del año 1559 en el Folio 13. (6).
En esta fotografía se observa en el centro la Torre y el Templo Calatravo situado en el borde del perímetro de la población. |
En el archivo
histórico provincial de Jaén (A.H.P.J. de manos del Escribiente Juan de
Herrera, legajo 297, folio 280v. Jaén, 1542, mayo, 11. (7) El profesor José
Domínguez Cubero en: La rejería arquitectónica de Andujar (Jaén) en el siglo
XVI. Jaén. Instituto de Estudios giennenses, 1983, Pág. 82), supone que
por entonces se acabaría de hacer el referido templo calatravo de La Higuera.
De
pocos obispos giennenses del siglo XVI se conservan tan escasas noticias como
de Don Francisco de Mendoza, la información de Ximena Jurado es fragmentaria.
Esta escasez de datos tiene, sin duda, su explicación. El de Mendoza fue un
pontificado corto, que no llegó a cinco años completos, de los cuales él no
residió personalmente en la diócesis de Jaén más de cuatro. No llegó a realizar
visita pastoral completa a todo el obispado, y parte de este cometido lo
realizaron visitadores enviados por el prelado jiennense. Finalmente, su
vinculación con la Corte de Carlos V fue determinante tanto para su promoción
episcopal como para que postergara sus obligaciones pastorales, a causa de las
misiones que recibió de Carlos V, en el desempeño de una de las cuales falleció
en Spira, a finales de 1543.
Don
Francisco de Mendoza procedía de una familia con linaje, de la rama de la casa
de Mendoza, de esa nobleza nueva que acrecentó su poder político y status
social y económico en el siglo XV. Su padre fue D. Iñigo López de Mendoza, II
conde de Tendilla y I Marqués de Mondejar, que se distinguió en las guerras de
Granada, en recompensa de lo cual fue nombrado por los Reyes Católicos Alcalde
y Capitán general de la Alhambra.
En
la historia cultural de la España de finales del siglo XV y principios del XVI,
Don Iñigo desempeño un papel capital, ya que fue embajador de los Reyes
Católicos ante la Santa Sede, y su estancia en Italia le permitió
impregnarse de los valores de la nueva
cultura renacentista que allí se abría paso. Esta fuerte connotación cultural
fue una nota característica de los Mendoza, mecenas del primer renacimiento en
España. Don Iñigo de Mendoza, padre de Francisco Mendoza obispo de Jaén, casó
con Doña María Lasso de la Vega y Mendoza, su prima hermana, que aportó al
matrimonio parte de la villa de Mondéjar,
que acabaría de comprar a los Reyes Católicos durante su embajada italiana.
Fallecida la esposa en 1477 sin descendencia, casó don Iñigo en segundas
nupcias con Francisca Pacheco, hija de Juan Pacheco,
marqués de Villena.
De
este segundo matrimonio nacieron nueve hijos, entre ellos Diego, poeta,
prosista y embajador de Carlos V en Roma como su padre, hombre culto y
humanista, autor de la Historia de la Guerra de la Alpujarra; María Pacheco fue
la segunda que contrajo matrimonio con D. Juan de Padilla, uno de los más
conocidos Comuneros de Castilla; Francisco fue el tercer hijo, que fue Obispo
de Jaén y cardenal in pectore; después su hijo Bernardino (capitán general de
las galeras de España, Antonio de Mendoza y Pacheco, primer virrey de México y segundo virrey del Perú; Luís Hurtado de Mendoza y Pacheco,
futuro tercer conde de Tendilla, amigo y consejero de Carlos I; y María de Mendoza, nacida antes de 1489, casada en 1503, con el conde de
Monteagudo.
Por
los datos paralelos que su padre refleja en algunas de sus cartas se puede
fijar el nacimiento de Francisco de Mendoza en el año 1494 (En carta al
Secretario Almazán dice: “Don Françisco, mi
hijo legítimo es de catorze años menos dos meses y medio” estando la carta escrita a finales de
noviembre- principios de diciembre de 1508).
Los
primeros pasos en el ámbito eclesiástico los dio Don Francisco de Mendoza de la
mano del primer arzobispo de Granada, fray Hernando de Talavera. Este prelado
granadino creó un colegio en su casa bajo el patrocinio de San Cecilio, en el
que los niños de los caballeros principales de la ciudad, entre otros alumnos,
aprendían a leer y escribir, y recibían enseñanza de gramática, canto, casos de
conciencia y cánones, es decir, un seminario pretridentino del que
posteriormente saldrían varios obispos, entre los que se contó Francisco de
Mendoza. Dirigido a la carrera eclesiástica, a Don Francisco de Mendoza no le
faltaba más que conseguir beneficios eclesiásticos que le permitieran
sustentarse económicamente. Su padre Iñigo se preocupó de solicitárselos con
machacona insistencia a mismo Fernando el Católico bien directamente o a través
de terceros. En 1508, Don Iñigo logró que le concedieran a su hijo Francisco 200
ducados de renta de beneficios y al año siguiente D. Francisco se encontraba en
la Corte, de paso para Salamanca donde pensaba estudiar Artes y Teología. En la
Academia salmantina debió permanecer hasta 1513, fecha en que su vida dio un
giro determinante, pues en mayo de 1513 se encontraba en Valladolid para besar
la mano del rey e intentar introducirse en la Corte. El Cardenal Cisneros
aconsejó a su padre que enviase a su hijo a estudiar en la universidad que él
había fundado en Alcalá, en cuyo plan de estudios el puesto central era ocupado
por la ciencia teológica, con lo que a parte de los cuatro años que estudio en
Salamanca, pasó a estudiar en la Universidad de Alcalá de Henares. Sobre este
punto escribía en 1513 Don Iñigo a Cisneros: “Lo
de inclinarse Don Françisco a estudiar Teología, pues vuestra señoría dize que
es lo mejor, así debe ser. Y porque sé çierto que para estudiar artes es buen
estudio, y mejor que Salamanca, Alcalá, quiero que vaya allí”. No se sabe a ciencia cierta el nivel
cultural que adquirió D. Francisco en estos años de formación, pero es de
suponer que tanto por el refinado ambiente familiar que respiró como por la
calidad de los centros universitarios que frecuentó, debió de poseer una
cultura nada desdeñable.
En
el año 1538, año de su promoción episcopal a Jaén, son pocos los datos
conservados que puedan ilustrar como se desarrolló la vida de Francisco de
Mendoza, pero es indudable que entró al servicio de Carlos V, porque en el
momento de su nombramiento como obispo de Jaén ostentaba el cargo de capellán
del Emperador, lo que le obligaría a seguir a la infatigable corte del
Emperador Carlos en sus continuos viajes por Europa y el norte de África. El la
historia de la diplomacia carolina es notable la intervención como mediador de
D. Francisco de Mendoza, junto a Cobos y Granvela, en las negociaciones que se
entablaron con los franceses en Salses, en 1537, con el fin de conseguir la paz
que pusiera fin a la tercera guerra entre Francia y España en tiempos del
Emperador. Pasados varios años Carlos V volvería a requerir los servicios
diplomáticos de Francisco de Mendoza.
El
14 de junio de 1538, encontrándose en Génova y previa presentación de Carlos V,
Pablo III lo nombraba a Francisco de Mendoza obispo de Jaén, a la vez que
reconocía que la Iglesia de Jaén es de Patronato Real, y que hasta entonces era
administrada por el cardenal diácono de Sta. María in Vía Lata, que había
renunciado libremente a ella. Comenzó así un corto episcopado de apenas cinco años,
que estuvo muy mediatizado por el servicio que el nuevo prelado continuó
prestando a la Corona. Aunque eso no fue óbice para que Mendoza estuviese
ausente en las Cortes que Carlos V celebró en Toledo el mismo año de 1538,
Cortes a las que, en aquella ocasión, habían sido invitados todos los obispos
de los reinos de Castilla.
Según
las actas capitulares, el viernes 11 de julio de 1539, el nuevo obispo de Jaén
hizo su entrada solemne en la iglesia mayor del obispado:
“El Illmo. Señor don
Francisco de Mendoza obispo de Jahen entró por su reverendísima persona en esta
santa iglesia de Jahen y en ella fue recibido solemnemente por los sñores deán
e cabildo Della con la solemne proçesión con fuel cabildo e personas de la
dicha santa iglesia suelen e acostumbran recibir los señores obispos e prelados
que nuevamente entran en la dicha santa iglesia por prelados…”
Después
de varios años de ausencia del prelado en la diócesis, 10 en concreto, apenas
llegado al obispado, Don Francisco de Mendoza empezó a practicar de nuevo la
visita pastoral en el territorio diocesano, empezando por la misma catedral,
que visitó el 4 de agosto de 1539, y continuando por las parroquias de la
ciudad y las restantes de la diócesis. “En
la muy noble honrrada y antigua ciudad de Jahen a quatro días del mes de agosto
año del nacimiento de nuestro salvador Jesu Christo de mill e quinientos y
treinta y nueve años el muy ilustre y reverendísimo señor don Francisco de
Mendoza obispo de Jahendel consejo de su Majestad visitó por su persona la
iglesia catedral desta dicha ciudad de Jahen. Primeramente visitó el Sanctíssimo
Sacramento de la Eucaristía el qual hallo en el sagrario en lugar deçente y
honesto en una custodia de plata y los sanctos chrisma y olio en vasos de
palta. Visitó asimismo el vulto sancto de nuestro señor Jesu Christo y vio las
aras y la pila del bautismo hizo su señoría
el officio de los defunctos con su procesión solempne psalmos y
oraciones acostumbradas. Ansi mismo celebró el sacramento de la confirmación a
todas las personas que por confirmar estavan. Visitó ansi los mismos ornamentos
y joyas de la dicha iglesia y el clero y pueblo Della y mando que fuesse tomada
cuenta de los bienes y ornamentos y joyas de dicha iglesia y que todos fuesen
puestos por memorial e inventario la qual fue luego tomada por el Licenciado
Pedro de Mérida provisor de su señoría y en presencia de mi, el notario infrascripto.
” (4) AHDJ, Capitular,
Legajo 447 (Libro de visitaciones de la catedral, 1539).
Como
ya hemos dicho anteriormente para llevar a cabo la vista pastoral, D, Francisco
de Mendoza se valió de la ayuda de un clérigo excepcional, que con el tiempo
fue obispo de Guadix y Segovia, y arzobispo de Valencia, y que estaba llamado a
desempeñar un importante papel en el Concilio de Trento: Don Martín Pérez de
Ayala (1503 o 1504-1566). En su Autobiografía, escrita poco antes de su
fallecimiento, con estilo literario ágil y desenvuelto Pérez de Ayala describe
todos los avatares de su dilatada y rica existencia, desde su nacimiento en
Segura de la Sierra hacia 1503-1504, hasta el momento en que culmina la
redacción del que él llama: “Discurso de mi vida”, tan solo unos pocos días antes de
morir. En el hace referencias, como no, a su estancia en Jaén y las
dificultades con las que tuvo que enfrentarse a causa de su oficio de
visitador. Dice así:
” A la sazón fue electo obispo de Jaén Don Francisco de Mendoza, hermano del marqués de Mondejar Don Luís de Mendoza, el cual se vino allí a Granada entretanto que venían sus bulas; como yo tuviese gana, con la codicia de saber, de ir a París o a Lovaina …hice asiento con el dicho Don Francisco de Mendoza para confesor y lector suyo casi con el partido que allí tenía y de comer a mí y a dos criados y una mula; fuime con él y lo de la lección tratábalo como lo suelen tratar los generosos en España, por cumplimiento; leíase el compendio de la teología, una lección cada semana; la confesión duraba, y después mandó que atendiese en visitar el obispado unos meses que él se ausentó, lo cual fue causa de algunos disgustos y muchos desasosiegos que me dieron allí ciertos clérigos distraídos y testimonios que me levantaron de tal manera que alguno de ellos de su propio motu se desdijo de ello un Viernes Santo públicamente. En todo esto se gastaron dos años, al fin de los cuales vino el obispo Francisco de Mendoza. Yo le dije que yo no le quería servir en aquel oficio, y así, habiendo el Papa Paulo III Convocado el Concilio de Trento a la sazón, fue el obispo uno de los señalados que allí fueron, y rogóme fuese con él.”
” A la sazón fue electo obispo de Jaén Don Francisco de Mendoza, hermano del marqués de Mondejar Don Luís de Mendoza, el cual se vino allí a Granada entretanto que venían sus bulas; como yo tuviese gana, con la codicia de saber, de ir a París o a Lovaina …hice asiento con el dicho Don Francisco de Mendoza para confesor y lector suyo casi con el partido que allí tenía y de comer a mí y a dos criados y una mula; fuime con él y lo de la lección tratábalo como lo suelen tratar los generosos en España, por cumplimiento; leíase el compendio de la teología, una lección cada semana; la confesión duraba, y después mandó que atendiese en visitar el obispado unos meses que él se ausentó, lo cual fue causa de algunos disgustos y muchos desasosiegos que me dieron allí ciertos clérigos distraídos y testimonios que me levantaron de tal manera que alguno de ellos de su propio motu se desdijo de ello un Viernes Santo públicamente. En todo esto se gastaron dos años, al fin de los cuales vino el obispo Francisco de Mendoza. Yo le dije que yo no le quería servir en aquel oficio, y así, habiendo el Papa Paulo III Convocado el Concilio de Trento a la sazón, fue el obispo uno de los señalados que allí fueron, y rogóme fuese con él.”
Si
nos atenemos al anterior testimonio, después de tomar posesión Don Francisco de
Mendoza de su obispado, se ausentó del obispado durante dos años. Como está
datada su presencia en la diócesis en 1541, cuando realizó la visita pastoral a
la parroquia de Santa Cruz de Baeza, se supone que se ausentaría desde
principios de 1540 a finales de 1541. Ello concuerda con la afirmación de que
Don Francisco de Mendoza, como vicario general de los ejércitos del Emperador
Carlos V, acompañó a éste en la jornada de Argel, y volvió a su diócesis a
finales de 1541. Por lo que respecta a Pérez de Ayala, ya referimos la visita a
Villanueva de Anduxar al principio, e igualmente hay constancia documental de
la visita que realizó a la parroquia de Sta. María de Alcaudete en 1542, en la
que no se limitó a revisar el estado de las cuentas parroquiales, sino que dio
toda una serie de mandatos que afectaban a la vida pastoral, relacionadas con
los sacramentos y la enseñanza de la doctrina cristiana.
Antes
de abandonar definitivamente la diócesis de Jaén Don Francisco de Mendoza
marchó a Alemania acompañando a Carlos V y fue propuesto al Emperador como virrey
de Cataluña, cargo en el que sustituiría al marqués de Lombay, el futuro San
Francisco de Borja. Los que lo recomendaron para tal puesto fueron nada menos
que el Duque de Alba y el influyente secretario Francisco de los Cobos
(ubetense). Pero el Emperador tenía para él otros planes, y ese mismo año de
1543, Don Francisco de Mendoza partió con el séquito imperial con dirección a
Alemania, pasando antes por los Países Bajos.
En
estos meses debió de producirse el nombramiento del obispo de Jaén como embajador
imperial ante el concilio de Trento; pero esta nueva misión que le encomendaba
Carlos V, no pudo llevarla a cabo Don Francisco de Mendoza, a causa de su
fallecimiento. A finales de 1543 se remontan los últimos datos que se conservan
de Don Francisco de Mendoza. En esas fechas murió en Spira (Alemania)
acompañando a Carlos V que iba a celebrar allí una Dieta. Entre los elogios a
su persona destaca, el elogio a tan rendido servidor, el que le dedicó Carlos
V, en una carta escrita al futuro Felipe II desde Metz, el 6 de julio de 1544:
“Del fallecimiento del obispo de Jaén nos desplugo por cierto mucho, por ser tan buen prelado y servidor nuestro.”
(5) (Martínez Rojas, J. F.: Anotaciones al episcopologio giennense de los siglos XV y XVI. Instituto de Estudios Giennenses Nº 177/2001. Jaén. Páginas 341-355.
“Del fallecimiento del obispo de Jaén nos desplugo por cierto mucho, por ser tan buen prelado y servidor nuestro.”
(5) (Martínez Rojas, J. F.: Anotaciones al episcopologio giennense de los siglos XV y XVI. Instituto de Estudios Giennenses Nº 177/2001. Jaén. Páginas 341-355.
Don Francisco de Mendoza fue nombrado cardenal in
pectore el 2 de junio de 1542, pero murió sin haber obtenido el capelo, en
Spira en 1543.
La construcción del templo de La Higuera y la
contratación con Juan de Reolid del retablo del Templo de Ntra. Señora de la
Consolación coincidió en el tiempo con la cuarta guerra de Carlos I contra
Francia (1542-1544), que se vio mediatizada debido a la reanudación del
conflicto con los protestantes en Alemania, y concluyó con la Paz de Crépy,
debida al agotamiento de los dos monarcas en las contiendas ya mantenidas;
mediante esta paz España perdió territorios del sur de Francia, como Verdún,
etc... Y próximos a Flandes; una vez más Francia renunciaba a Italia y Países
Bajos, entrando Milán en la política matrimonial mediante un previsible enlace
hispano-francés. Tras la negativa de los protestantes a reconocer el Concilio
de Trento, el emperador comenzó la guerra en el mes de Junio de 1546, con un
ejército armado por el pontífice, al mando de Octavio Farnese, otro de los austriacos
por Fernando de Austria y de los soldados de los países bajos al mando del
Conde de Buren.
Este es el estado actual del retablo del templo de
Nuestro Padre Jesús, situado en la parte más alta de la villa de Lahiguera,
espacio que fue el origen de nuestro pueblo al menos desde la conquista de La
Fuente de la Figuera por Fernando III el Santo en el año 1225. Si bien se
supone que un espacio tan estratégico por su altura pudo estar habitado con
anterioridad en otros momentos de la historia.
Este retablo parece que fue diseñado y realizado por
el famoso escultor Jacinto Higueras después de la guerra, en el lugar que
ocupaba el antiguo retablo de Juan de Reolid realizado a partir del año 1542.
Suponemos que la supuesta primitiva iglesia mozárabe
estaría construida en el solar que actualmente limita con La Tercia donde
estaba el Castillo fortaleza, al oeste de la misma, en el espacio que hoy
existe entre la Tercia y el actual templo de Nuestro Padre Jesús, construido en
la Baja Edad Media. No podemos afirmar, hoy por hoy, que lo que nosotros
llamamos La Tercia no fuese la primitiva iglesia lindando con el Castillo en su
momento, que después habría sido utilizado como depósito de los impuestos reales
y obispales.
En los tiempos bajo medievales los lugares de culto
tenían cierto carácter mágico, de ahí que se superpusieran unos edificios en
los espacios que habían ocupado otros anteriormente, es la consecuencia de que
lo que hoy consideramos como un sin sentido, en el hecho habitual de que sobre
los cimientos de una edificación anterior se empezasen a construir un nuevo
edificio que lo suplantase.
Al respecto Manuel Jiménez Barragán hace ciertas
precisiones, llevado de la reflexión personal, porque carecemos de fuentes
documentales. Su texto recogido en el artículo “El callejero Decimonónico” dice
textualmente:
“Las iglesias antiguas tienen la dirección
Este-Oeste, por reminiscencias del culto al Sol, con el altar orientado al
este. Durante gran parte de la Edad Media las iglesias también hacían la
función de cementerios. La Tercia presenta esta orientación, existen
testimonios que en paredes que tiraron en la parte del oeste salieron restos
humanos. La puerta del edificio es pequeña para puerta de un castillo, debería
posibilitar la entrada de caballos y carruajes. El castillo estaba situado en
la “Era del Castillo” (solar del Castillo), si nos fijamos en la ilustración
(rodeado de rojo).
Continúa Manuel: “Vemos como un muro continúa
siguiendo la pared de La Tercia varios metros, ese muro era del castillo.
Iglesia (Tercia) y castillo estaban alineados, porque era la misma construcción
y de la misma época, construidos ambos por los calatravos, monjes guerreros que
tanta importancia daban a la cruz como a la espada. La orden, al construir los
dos edificios, con el castillo asienta su poder político, no hay que olvidar
que en diversos momentos les quisieron desposeer de estos bienes. Recuérdese
que el mismo rey Enrique IV fracasa cuando el Condado de la Figuera se lo
quiere dar a Pedro de Escavias. Con la iglesia ofrecen un espacio donde
practicar el culto a los futuros repobladores. Y la misma escenificación de poderes
(como vimos cuando se traslada el ayuntamiento a la calle Llana), el religioso
y el político compartiendo espacio pero en las mismas manos calatravas.
Por tanto, la Tercia, en su inicio, era la iglesia
antigua de nuestro pueblo. No hay que extrañarse que no quede ni una piedra del
castillo, se utilizaban para las nuevas construcciones.
Foto de la Tercia que pudo ser en su origen iglesia, y después fue almacen de los impuestos de calatravos e iglesia. de hay su nombre de Tercia o Tercera Parte. |
La Tercia es un edificio de fachada sólida, muros de
mampostería con un vano de arco de medio punto de ladrillo. En el interior, en
la parte norte, existían unas arcadas de bóvedas estrechas y arcos apuntados
góticos que contrastaba la finura de su fábrica con la tosquedad del exterior.
Todo derrumbado y al parecer no hay ninguna fotografía que dé testimonio de
esta construcción.
Desde su origen este edificio ha tenido diversas
funciones además de iglesia o cementerio; una sería la de recaudación de
cereal, de ahí el nombre que ha permanecido, la última fue de corral para
engorde de cerdos. Probablemente pasó a manos privadas con la Desamortización
de Mendizábal. El Ayuntamiento actual debería hacer un esfuerzo y adquirirlo,
que es patrimonio de todos, lo único que hemos heredado de los calatravos, que
tanto se llevaron."
Este cuadro representa la Sociedad Estamental de estos años. Veánse claramente los sectores favorecidos o privilegiados y los más perjudicados o no privilegiados. |
"Cuando surge la necesidad, en el siglo XV, de
construir una nueva iglesia, se presenta el problema del lugar. Los edificios
religiosos se consideraban que estaban construidos en un “lugar mágico” de ahí
que unos se edificaban sobre los cimientos de los anteriores. La nueva iglesia
debe construirse los más cerca de La Tercia, en el castillo no podía ser, todavía
tenía su función. Ya, como es una época más tranquila, se hace fuera del
pueblo, al otro lado de las murallas. La Higuera de Arjona estaba fortificada,
si no rodeada de murallas, una parte sí. En 1831 en el Diccionario Geográfico
Universal de la Sociedad de Literatos se dice que hay un pozo “extramuros”
donde la población se abastece de agua. Y en el Diccionario de Madoz se escribe
que la iglesia Sta María de Consolación se encuentra fuera del pueblo. La
muralla estaba entre La Tercia y la nueva iglesia, en el momento de realizar el
plano ya se ha construido en este espacio. No más abajo, donde se presume que
continuaba la muralla.” (Tomado del articulo de Manuel Jiménez Barragán en este
blog titulado: “El Callejero decimonónico”. Publicado en fecha 20 de septiembre
de 2011).
Puede que los sillares labrados que han aparecido en
las últimas obras de arreglo del tejado del templo, y de adecentamiento de la
parte posterior del exterior del altar mayor del templo, que aparecen ahora con
buen criterio encajados en el muro exterior, fuesen piezas de la antigua y
primitiva iglesia mozárabe, que se colocaron como firme del suelo de la nueva iglesia. Es de suponer que estos
restos encontrados y otros que sin duda pueden aparecer en el lugar, serían las
piezas mantenidas y quizá las más importantes de otra construcción antigua, tal
vez muestra de la primitiva iglesia mozárabe de tiempos de la invasión árabe
del siglo VIII y siguientes. Restos que dan algún que otro siglo de antigüedad
a este entorno, de forma que se puede considerar, que albergará en sus
yacimientos ciertos restos relevantes, y sin duda auténticos de lo que sería la más importante muestra de
continuidad, en ese entorno, del asentamiento permanente en el bajo medioevo
origen de nuestro actual poblamiento. Pendientes de su concreción, suponemos
que este templo fuese construido sobre los restos de un pequeño templo mozárabe
que lindaba con el edificio de la Tercia (suposición que por ahora no estamos
en condiciones de esclarecer).
El templo calatravo de La Higuera, fábrica de gran
modestia, es un templo de los llamados
de cajón o de nave única, de planta rectangular y cabecera plana, con doble
longitud de varas que anchura; este género de templos constituye el arquetipo o
modelo más popular y sencillo de los ejecutados en la provincia a partir de la
segunda mitad del siglo XVI.
Estas iglesias con gran sencillez constructiva,
forzada por una imperiosa austeridad económica, presentan también una cubierta
de armadura de madera atirantada, de clara influencia mudéjar (El profesor
Martínez Cubero, me comento que posiblemente construido por un artesano de
Andujar) y un coro prolongado a todo lo ancho y
a los pies de la nave, en forma de tribuna.
En esta foto podemos apreciar la cubierta de armadura de madera atirantada de clara influencia mudéjar. Foto de J. J. Mercado. |
En esta foto y siguientes se aprecia el par y nudillo tan característico de los cerramientos mudéjares. Fotos de María Ahumada. |
Construido dentro de una sobriedad de recursos, y
dentro de una modestia material impuesta por los dictámenes constructivos de la
Orden de Calatrava, que podíamos considerar como absolutamente rigurosa en sus
modelos constructivos. Con una techumbre de madera que encontró una solución
económica y funcional para la nueva fábrica, donde la edificación está
formulada con materiales combinados de mampostería y ladrillo, que después
serian enlucidos. Este tipo de fábricas medievales pobres y sencillas fueron
construidas para ser revocadas finalmente con enlucido como terminación, y el
posterior encalado. El conocimiento de este tipo de terminaciones de las
fábricas de este periodo histórico, fue la razón por la que un sector de la
población actual de nuestra villa, consideró que debían mantenerse el enlucido
de sus paredes y no descubrir su obra; finalmente ha quedado al descubierto
como si de una construcción completa de sillería en piedra se tratase en toda
la construcción del templo. Se ha querido dar la nobleza de la sillería en
piedra a una construcción de mampostería en una parte. Aunque con el
descubrimiento de la sillería en piedra en el interior de la pared de la puerta
de entrada, se ha ganado mucho para el templo… así, al fin y al cabo, parece
que ha ganado en antigüedad y ahora aparece a ojos de todos los higuereños más
grandiosa que nunca.
Con un exterior que responde igualmente a la
austeridad económica y estilística, a excepción de su portada de piedra en la
única puerta de acceso al templo, de la que hace unos años se sacrificó el
escalón para facilitar la entrada y salida de la cofradía de Nuestro Padre
Jesús Nazareno, y una ventana de reducidas dimensiones enmarcada en piedra,
encima de la puerta de entrada, que se mantiene original desde su construcción.
Templo que a lo largo de la primera mitad del siglo XX pudimos contemplar con
una espadaña de ladrillo, que albergaba hueco para una campana en el marco de
parte de su estructura, hasta que desapareció por la fragilidad de su
construcción en la segunda mitad del siglo XX.
La sencillez y por tanto la economía de la
construcción se convierte en estos templos construidos por la Orden de
Calatrava, en el prototipo de templo más adecuado para cubrir las necesidades
parroquiales de una feligresía escasa, en una población no muy numerosa, como
la que componía la nueva parroquia de La Fuente de la Figuera a comienzos del
siglo XIV.
Imagen del Cristo de la Capilla, que ocupa el centro del Altar Mayor del Templo Medieval. En la foto se puede apreciar en detalle el retablo de Jacinto Higueras. Foto de María Ahumada |
En Jaén el modelo de templo de nave única, o cajón,
aparece tanto en la arquitectura diocesana como en los templos dependientes de
las encomiendas de Calatrava, con Martos como cabecera del Maestrazgo de
Calatrava en la alta Andalucía. Esta estructura
de templos, por lo austero de su formulación como templo, y la perfecta
armonización del espacio, hace de esta tipología de templos un modelo ideal para
el desarrollo de los postulados litúrgicos y pastorales que surgieron tras la
Contrarreforma. Pese a su sencillez y modestia constructiva, comparables a la
del templo de Arjonilla, Jamilena, o los templos de San Pedro y San Benito de
Jaén, nuestro templo era suficiente para una feligresía, que se levantó
siguiendo los dictados jerarquizantes y constructivos propios en el uso de la
Orden de Calatrava. El relativo número de hogares de esta feligresía,
seguramente influyó en el dilatado proceso de construcción del templo, dado que
el contingente escaso de población no podría soportar una carga económica de
envergadura.
A la derecha del Altar Mayor del Templo Calatravo se encuentra la capilla dedicada al culto de Nuestro Padre Jesús. Foto de J. J. Mercado. |
En este templo y a cada lado del altar, hay dos
capillas, que fueron ampliadas a finales del siglo pasado para albergar las
imágenes de las hermandades de Nuestro padre Jesús Nazareno y las Vírgenes de
la Soledad y de los Dolores.
Capilla situada a la izquierda del Altar Mayor dedicada al culto de la Virgen de la Soledad y Virgen de los Dolores. Foto de J. J. Mercado |
Este templo construido con una espadaña, presenta un
exterior bastante simple en el que se marcan los arcos de medio punto, que
sirven de contrafuertes en la construcción, con la puerta de acceso realizada
en piedra del tipo arenisca propia de su término. En la segunda mitad del siglo
pasado se construyó una torre en el fondo izquierdo, con acceso desde la
esquina frente a la escalera del coro. Esta torre fue construida a expensar de
los benefactores: Sebastián Fuentes Martínez y su esposa María Antonia Galán
Pérez, siendo maestro de obras Isidoro Liébana. Ellos fueron igualmente los
benefactores de La Residencia de
ancianos “San Antonio” de Lahiguera.
Este templo, único en nuestro pueblo en esta época,
situado en la parte más alta de la población, y situada hoy también casi al
borde del extrarradio, como lo fue desde su creación. Este fue en su tiempo el
centro del núcleo de población que se generó tras la cesión de Al-Bayyasi a
Fernando III en 1225. El conjunto de las construcciones anejas al templo como
el Castillo y la Tercia y la amplitud de la calle Ancha, que tanto recuerda con
sus dimensiones a las plazas medievales, donde como en los zocos mozárabes se
comerciaban los excedentes de la producción familiar agrícola y ganadera de sus habitantes.
Posteriormente cuando a lo largo del siglo XVIII y
XIX nuestro pueblo fue creciendo hacia la zona más llana, paso obligado de
caminos y la consiguiente creación de mesones y albergues para los viajeros, se
construyó la Ermita del Santo, frente al antiguo Posito, las primeras escuelas,
y el propio Ayuntamiento en la llamada entonces calle Llana.
Es de suponer que ubicado el centro de la población alrededor del Castillo, El Templo y la Tercia, los caminos utilizados por moradores y foráneos fuesen el camino del Charcón, y Cuatro Caminos, puesto que los nombres que permanecen a través de los siglos, fueron utilizados por nuestros antecesores de acuerdo con la realidad cotidiana de uso de su tiempo.
Es de suponer que ubicado el centro de la población alrededor del Castillo, El Templo y la Tercia, los caminos utilizados por moradores y foráneos fuesen el camino del Charcón, y Cuatro Caminos, puesto que los nombres que permanecen a través de los siglos, fueron utilizados por nuestros antecesores de acuerdo con la realidad cotidiana de uso de su tiempo.
Templo situado en la parte baja de la villa de Lahiguera que fue construido a partir del 24 de junio de 1944. Abajo puerta de entrada principal. Foto de J.J. Mercado |
Foto aérea de La Plaza y de los "Portalillos" al fondo de la misma. En esta parte y la Antigua Casa de Enriquillo y El Casino, se habló en su momento de construir la nueva Iglesia al principio de los años cuarenta del siglo pasado. |
Foto de la colocación de la primera piedra del nuevo Templo comenzado a construir desde el 24 de junio del año 1944. Don Rafael Muñoz "Padre Antonio" preside la bendición rodeado de fieles. |
El proceso por el cual La Figuera pasó a ser aldea de
Arjona dentro del señorío de la orden de Calatrava ya está documentado en el
artículo: EL REY JUAN II DE CASTILLA. CONCESIÓN
DEL DUCADO DE ARJONA A DON FADRIQUE DE ARAGÓN, LA VENTA A DON ALVARO DE LUNA,
CONDESTABLE DE CASTILLA, POR 20.000 FLORINES. Publicado en fecha 21 de marzo de
2014 en este blog.
Por un lado, todo el término de Arjona pasa en 1434 a
manos de la orden de Calatrava, y la orden de Calatrava forma el partido de
Arjona incluyendo La Figuera, que pasa a denominarse Higuera cerca de Arjona,
no obstante, hablando de organización eclesiástica, La Figuera como feligresía seguía
perteneciendo a Andújar, como se recoge en el sínodo de 1511, lo que habla de
importantes complicaciones jurisdiccionales entre lo civil y lo religioso.
Nuestro pueblo pasó a manos del Reino de Castilla,
tras el Pacto del Castillo de Baños de la Encina, entre el rey castellano Fernando
III y Al-Bayyasi, el rey de la Taifa de Baeza. En 1225, Al-Bayyasi entrega a
Fernando III el Santo las villas de Andújar y sus torres (entre ellas
Figueruela con su torre y cortijo, y Villanueva) y Martos. En 1292 se otorgó
privilegio real para la entrega de la aldea de “La Fuente de la Figuera” a mano
de la jurisdicción de Andújar, llamándose entonces “Higuera de Anduxar”
concesión que duró hasta el siglo XVII, a excepción de la breve adjudicación
del rey Juan II como parte incluida en el Ducado de Arjona al Duque de
Luna Don Fadrique de Aragón, y su posterior venta a don Álvaro de Luna,
Condestable de Castilla y su permuta final a la Orden de Calatrava. Entonces
pasó a ser aldea de Arjona, dentro del Señorío de Calatrava, en la denominada
“Vara de Arjona” fue llamada “La Higuera cerca de Arjona”.
La carta de donación del rey Juan II a favor de
Fadrique de Aragón, conde de Luna, de la ciudad de Arjona, lugares de
Alharilla, la Higuera y Recena, y los bienes que habían pertenecido al Conde
Ruy López Dávalos en Menjíbar y tres cuartas partes de Jimena. El documento que
lo atestigua es una carta fechada el 24 de Agosto de 1430 en Segovia. Archivo
de los Duques de Alba, Jodar, Caja 19, nº 4. El texto de la carta dice así:
“Don Iohan por la gracia de Dios , Rey de Castilla , de Leon , de Toledo , de Galizia , de Sevilla , de Cordova , de Murcia , de Iahen , del Algarbe , de Algezira e Señor de Vizcaya e de Molina .
Considerando el grand
debdo que con vos don Fadrique de Aragon ,
conde de Luna , mi primo , comigo avedes , e
los muchos e buenos e leales servicios
que me vos avedes fecho e de
cada dia fazedes , e queriendo acrecentar vuestra casa
, e por vos fazer bien e merced fago
vos gracia e donación por juro de
heredat para siempre jamas de la mi villa
de Arjona con su castillo e fortaleza
e toda su tierra e terminos e
distritos e aldeas , e con todas sus
pertenencias , e otrosy vos fago gracia e
donacion por juro de heredat para siempre
jamas del mi lugar de Alfarilla que es
entre la dicha Arjona e la villa
de Porcuna , e del lugar que dizen La
Figuera que esta pegado a la dicha
villa de Arjona , con su torre e cortijo ,
e Recena con su castillo e dehesas , e
los bienes , que Ruy Lopez Davalos mi
Condestable que fue de Castilla avia en
Mengibar, segund quel Condestable lo tenia e
las tres cuartas partes de la villa
de Ximena con su castillo e fortaleza
e de la mentad del lugar de Ybros,
quedando a salvo a Men Rodriguez de
Benavides su derecho de la ypoteca
que diz que tiene a la mentad del
dicho lugar por razon de su casamiento . E
fago vos merced de la dicha villa de
Arjona e de la dicha villa de
Ximena e de otros lugares suso dichos e
en la manera que susodicha es , con sus
castillos e fortalezas e con sus tierras
e terminos e distritos e con los
vasallos e vecinos e moradores dellas
e de cada una dellas e quales
pertenecen e pertenecer devan en cualquier
manera, e con los pechos e derechos e
penas e calopnias pertenecientes al señorio
de las dichas villas e logares e
de cada una dellas , e con las martiniegas
e yantares e escribanías e portadgos e
con todos sus montes e prados e pastos
e dehesas e rios e con todas las
otras pertenencias de cualquier natura que
sean o ser puedan , e con la justicia
civil e criminal alta e baxa e mero e
misto imperio , e con los regimientos dellas ,
quedando ende todavía para mi e para
los reyes que después de mi fueren , la
mayoria de la justicia , e otrosy alcabalas
e monedas e tercias e pedidos quando
las otras villas de mis regnos me las
uvieren de pagar, e otrosy mineras de Oro
e plata e otrosy metales cualesquier, e las
otras cosas que pertenescen al señorio real
que no se pueden apartar del . De las
quales dichas villas e logares con
sus tierras e pertenencias en la manera que
dicha es , vos yo fago merced de mi
cierta sabiduria ansy como de cosa mia
libre e propia e por mi poseyda, syn
enbargo e contradicción de persona alguna de cualquier
estado o condicion que sean . E quiero es
mi merced que sean para vos e
para vuestros herederos e para quien vos
quisieredes e por bien tuvieredes e las
podades vender e enpeñar e dar e enajenar en
vuestra vida o al tiempo de vuestro
finamiento e fazer dellas mayoradgo o division,
con las condiciones que vos quisieredes , e
fagades dellas e en ellas e de
cada parte dellas como de cosa vuestra
propia tanto que lo no fagades con la
iglesia ni monasterio ni con ome de
orden ni de religión syn mi licencia
e especial mandado ni con persona que
sea de fuera de mis regnos . E por la
presente vos do e entrego la tenencia e
posesyon e propiedat e señorio de las
villas e logares e sus tierras con todos
los derechos a ellas pertenecientes e los
otros sobre dichos de que vos fago
merced , e con sus castillos e fortalezas . E
mando a los concejos, alcalldes , alguaziles regidores
, cavalleros e escuderos e omes buenos
vecinos e moradores de las dichas villas
e logares e sus tierras e de cada
uno dellos en la manera que dicha es
, que vos reciban e ayan por señor como
dicho es , e vos recudan e fagan recudir
con todas las cosas susodichas , so pena
quel que lo contrario fiziere ni me
mas sobre ello requiriese , que por ese
mismo fecho pierdan todos sus bienes
e sean confiscados para mi , de los quales
vos yo fago merced para que los
entredes e tomedes por vuestra propia
avtoridat e mandado a los alcaydes e otras
qualesquier personas de qualquier estado o
condicion que tienen los dichos castillos e
fortalezas de las dichas villas e logares
e de cada uno dellos , que vos los
den e entreguen a vos e a vuestro
cierto mandato e vos apodero en lo
alto e baxo dellas con todos sus
pretechos e bastimentos . Ca yo por
la presente ellos faziendolo e cumpliendolo
asy les suelto e quito una e dos
e trez vezes a ellos e a cada
uno dellos qualquier pleito e omenaje que
por los dichos castillos e fortalezas
tienen fechos ansy a mi como a
otra cualquier persona o personas e les
do por livres e quitos dellos para
siempre jamas . E no fagan ende al
por alguna manera , so pena de la mi
merced e de las penas en que caen
aquellos que tienen castillos e fortalezas por
su ley e señor natural e gelos no dan
ni entrega cada que ge los demanden .
E sobre esto mando a los
dichos condes , ricos omes , Maestres de las
Ordenes , Priores , Comendadores e Subcomendadores e a
los de mi Consejo e oydores de
la mi Audiencia e alcalldes e
notarios e otras justicias de la mi
Casa e Corte e Chancelleria e a
todos los otros mis subditos e naturales
de cualquier estado o condicion, preeminentes o
dignidat que sean, e a cada uno
dellos ge lo guarden e cumplan
e fagan guardar e cumplir en todo e por
todo, segund que en esta mi carta se
contiene , e que no vayan ni pasen
ni consientan yr ni pasar contra ello ni
contra parte dello agora ni en ningún
tiempo, e no fagan ende al por alguna manera , so
pena de la mi merced e de dos
mill doblas de oro castellanas e cada
uno por quien fincare de los asy faze
r e cunplir, para la mi Camara .
Sobre lo qual , mando al mi chanciller e notarios e a los otros que estan en la tabla de los mis sellos que vos den e libren e pasen e sellen mis carta o cartas e privillejo o previllejos , las mas firmes e bastantes que menester uvieredes , con cualquier clausulas derogatorias . E los unos e los otros no fagan ende al por alguna so la dicha pena . Dada en Segovia veynte e quatro dias de Agosto , año del nascimiento del nuestro señor Ihesu Christo de mil e cuatrocientos e treynta años . Yo el Rey . Yo el doctor Fernando Diaz de Toledo oydor e refrendario del rey e su secretario la fiz escribir por su mandato . Registrada… “
Sobre lo qual , mando al mi chanciller e notarios e a los otros que estan en la tabla de los mis sellos que vos den e libren e pasen e sellen mis carta o cartas e privillejo o previllejos , las mas firmes e bastantes que menester uvieredes , con cualquier clausulas derogatorias . E los unos e los otros no fagan ende al por alguna so la dicha pena . Dada en Segovia veynte e quatro dias de Agosto , año del nascimiento del nuestro señor Ihesu Christo de mil e cuatrocientos e treynta años . Yo el Rey . Yo el doctor Fernando Diaz de Toledo oydor e refrendario del rey e su secretario la fiz escribir por su mandato . Registrada… “
Deduce
Ahumada Lara, I., (1995, 26) (6) que aquella fugaz concesión de Andújar (1432)
a la Orden de Calatrava pudiera ser en origen de que La Fuente de la Figuera
apareciese vinculada a los calatravos desde, al menos el día 3 de junio de
1434, puesto que en ese día el rey Juan II firmó un privilegio para que “ se pueda facer troque e cambio de la Figuera al cabo
Andújar por el lugar de la Alharilla, que es cerca de Porcuna” (Archivo Histórico Nacional, 1434). “La Figuera”
aparece en este privilegio como perteneciente a la Orden de Calatrava y la
Alharilla es propiedad de Rodrigo de Guzmán, a quien Juan II se refiere como “mi doncel e vasallo”.
Imagen de una Batalla Medieval. |
Con
el hecho relatado más arriba en la cita de Ahumada; tal vez Juan II quiso
enmendar algún desafuero a la ciudad de Andújar. Entramos así en un punto
oscuro de la historia que no sabemos si tiene relación con el relato sobre don
Fadrique de Aragón Duque de Arjona. Interesa precisar que el referido trueque
no se llevó a efecto, pues el 19 de julio de 1434, Don Álvaro de Luna produce
el cambio de las villas de Maqueda, San Silvestre y El Colmenar por Arjona,
Arjonilla, La Figuera, Recena, que tras Don Fadrique de Aragón, aparece como
poseedor del señorío-ducado de Arjona desde que lo perdiera Don Fadrique de
Aragón conde de Luna y Duque de Arjona.
Descubierta
la conspiración de Don Fadrique para apoderarse de la ciudad de Sevilla, el Conde
de Luna y Duque de Arjona fue apresado y ejecutados sus auxiliares, muriendo
años después, en 1438 en misteriosas circunstancias en el castillo de
Brazuelas, probablemente por orden de Álvaro de Luna. Destruido el conde de
Luna y Duque de Arjona (don Fadrique), el condestable don Álvaro de Luna pierde
el interés que tenía por Arjona y la Figuera, tal como se pone de manifiesto de
forma evidente al buscar un comprador para estas propiedades.
Cayendo la elección en la Orden de Calatrava, cuyo Maestre era uno de los principales
colaboradores del mismo Condestable de Castilla don Álvaro de Luna. Se
realizaron unas rápidas negociaciones de venta, unas negociaciones que
culminaron el 19 de julio de 1434 con la permuta de Arjona, La Higuera,
Arjonilla, Recena y tres cuartas partes de Jimena, y 30.000 maravedíes de juro
en la renta del Almojarifazgo y escribanías de Ciudad Real, a cambio de
Maqueda, San Silvestre y El Colmenar, que constituían un formidable bastión
defensivo, en torno a Escalona. Así pues desde esta fecha del 19 de julio de
1434 pertenecimos a la Orden de Calatrava.
Arjona
no se mantuvo mucho tiempo en el señorío de Fadrique de Aragón. Es sobradamente
conocido cómo en 1432 Fadrique procedió a liquidar sus posesiones castellanas,
atraído por la invitación de los embajadores del rey de Túnez, que le brindaron
ayuda para conquistar el reino de Sicilia. Estaba pues necesitado de dinero
para sufragar los gastos de tan importante empresa, y por ello vendió Villalón
al conde de Benavente en 20.000 florines y por 40.000 maravedíes de juro la
villa de Arjona y aldeas referidas en el documento carta al Condestable de
Castilla D. Álvaro de Luna en 20.000 florines, seguramente ambas ventas en las
mismas fechas, conservando no obstante Cuellar. De esta manera Arjona y con ella La
Figuera volvían a cambiar de dueño y señor en breve espacio de tiempo. Pasaban
así a manos del poderoso Álvaro de Luna, Condestable de Castilla, conde de San
Esteban, Administrador perpetuo de la Orden de Santiago, y todopoderoso árbitro
de la política castellana. Se desconocen los motivos que indujeran a Álvaro
Condestable de Castilla a comprar Arjona y La Figuera,… pudiera ser que
los motivos fueran en mayor grado los motivos políticos que los propiamente
señoriales y económicos, motivos que siempre primaban para Don Álvaro de Luna,
tan pragmático. Con esta venta es posible que la política castellana
introdujese un elemento desestabilizador en la retaguardia de los infantes de
Aragón, enemigos de Castilla, y por otra se eliminase un personaje tan turbulento
como Fadrique, que, quizá en algún momento pudiera erigirse en un enemigo
incomodo de don Álvaro de Luna.
En
fecha 19 de julio del año 1434 Don Álvaro de Luna, Condestable de Castilla,
permuta Arjona, La Higuera, Arjonilla, Recena y tres cuartas partes de Jimena y
30.000 maravedíes de juro en la renta del Almorjarifazgo y escribanías de
Ciudad Real, todo esto a cambio de Maqueda, San Silvestre y Colmenar, con lo
que La Higuera pasa a la Orden de Calatrava como hemos referido.
Una
vez formado y organizado el señorío de la Orden de Calatrava, resultaba vital
su repoblación para la propia defensa del territorio, con lo que se garantizaba
por un lado control del territorio, y por otro, su explotación económica,
generando las rentas necesarias para el funcionamiento de esta institución
feudal. Para pode llevar a cabo esta labor, era imprescindible ofrecer una
mínima organización territorial y una relativa seguridad a la población que
allí se trasladase. Para cubrir este objetivo la Orden de Calatrava, siguiendo
una costumbre, ya ejecutada en el Campo de Calatrava, estructura el territorio
en encomiendas. Una encomienda era una circunscripción asignada a un miembro de
la institución para que la administrase económica y jurídicamente, a la vez que
la defendía. Cada una de ellas solía comprender un territorio relativamente
extenso que incluía diversos núcleos de población (villas, aldeas e incluso
lugares con un fuerte carácter rural), siendo el de mayor tamaño el que daba
nombre a la encomienda, y en el cual residía el comendador.
Aceptamos
la idea de que el Obispado de Jaén fue uno de los principales de España durante
los siglos XIV al XVI en cuanto al saneamiento de su economía. Si a los
ingresos por el diezmo aportado por cada una de las parroquias de la Diócesis,
una provincia con fuertes ingresos de las cosechas de cereales en toda su
campiña alta y baja, y le sumamos las rentas de las propiedades de cada una de
las mesas eclesiásticas, podemos comprobar que la mitra jiennense ocupa durante
los citados siglos XIV al XVI el noveno lugar entre las treinta y cuatro
diócesis castellano-leonesas (7) A.A.V.V. Rodríguez Molina, J. (1982) Historia
de Jaén. Jaén en el siglo XVI: Época de esplendor. Excma. Diputación Provincial
de Jaén.
Si a
estos factores añadimos la enorme vitalidad mostrada a lo largo de todo el
siglo XVI por estas tierras provinciales y sus gentes, con un crecimiento
vegetativo de la población que hace pasar en Andújar de un número de vecinos
pecheros u hogares de 1.609 en el censo de 1528-1536 a un número de vecinos de
2.900 en 1561, o en Marmolejo de 153 vecinos en 1528-1536 a 449 en 1561. (8) Tomado
del Archivo General de Simancas. ”Contadurías Generales” Legajo 768 para
1528-1536 y para la de 1561 de “Contadurías Generales” Legajo 2304.
Este
crecimiento de población puede considerarse un dato determinante y
significativo, que podemos apreciar en todas las poblaciones de nuestra
provincia en toda la centuria, que discurre entre 1500 y 1599, y que
comparativamente podemos calificar de prodigioso, ya que superaba en mucho el
crecimiento producido en otras latitudes de Castilla. El índice de crecimiento
medio de la población castellana, debió oscilar, entre las primeras y últimas
décadas del siglo XVI, en torno al 47,5%; mientras que los índices de crecimiento de las ciudades jiennenses y sus términos
fluctúan durante ese mismo periodo con un crecimiento bastante superior, que
oscilaba entre Andújar y sus villas del 93,9% (La Higuera pudo casi duplicar su
población); Alcalá la Real con un 96,5%; Baeza y su alfoz con un 71,8% y Úbeda
con un crecimiento vegetativo de un 74,1%. En la provincia de Jaén de un total
de ochenta y cinco ciudades, villas y lugares se produce un crecimiento
vegetativo de la población generalizado. De ellas podemos reseñarlas más
significativas:
Jaén
4.253 en 1535 y 5.959 en 1561.
Torredelcampo 438 en 1535 y 597 en 1561.
Baeza
2.709 en 1535 y 5.172 en 1561.
Andújar
1.609 en 1535 y 2.900 en 1561. (La Higuera estaba incluida como población en
Andujar)
Úbeda
2.605 en 1535 y 4.672 en 1561.
Porcuna
924 en 1535 y 1.231 en 1561.
Martos
1.240 en 1535 y 1.993 en 1561.
Torredonjimeno
816 en 1535 y 1.092 en 1561.
Higuera
de Calatrava 101 en 1535 y 162 en 1561.
Alcaudete
527 en 1535 y 883 en 1561.
Bedmar
227 en 1535 y 483 en 1561.
El mercado medieval de las villas y los cambios de mercancias en las ciudades. |
La prosperidad económica que se da en nuestra provincia en el siglo XVI, se muestra como incuestionable y esta conlleva un aumento considerable de la población a lo largo del siglo. En los 26 años que transcurren entre 1535 y 1561 se constata un progresivo crecimiento vegetativo causa y efecto a la vez de la situación económica. El aumento de población y las directrices emanadas del Concilio de Trento hacen necesario e ineludible, por parte de las autoridades eclesiales, la necesidad de dotar a esta feligresía en crecimiento de nuevas fábricas parroquiales en poblaciones donde las anteriores, si existían, quedaron reducidas para la población; por lo que se vio la necesidad de ampliar y mejorar las ya existentes, o crearlas en lugares donde existiese otra pequeña o ermita, así como hacer ubicaciones de otras donde la nueva realidad demográfica lo hiciera necesario o aconsejable.
En
el partido de Martos, como ocurría en los demás territorios dependientes de Las
Ordenes Militares, se daba una total autonomía con respecto al Obispo de la
Diócesis, según se había acordado entre los maestres y los diferentes mitrados
de la Diócesis a través de los años.
La Sociedad estamental desde los siglos XI al XV |
La
Figuera fue villa perteneciente a la Orden de Calatrava desde el 19 de julio
del año 1434, cuando el Ducado de Arjona paso a manos del Maestre de Calatrava
por la compra del Ducado, por lo que se dio por una parte la circunstancia de
la pertenencia desde 1434 a la orden de Calatrava, con lo que la Orden tenía
autonomía para obrar en todos los aspectos como le interesara a la Orden, y por
otra parte en todo lo relacionado con los aspectos de organización parroquial
dependía del arciprestazgo de Andújar hasta
1511.
Martos
había sido conquistado por Fernando III en 1225, el mismo año que Al- Bayyasi
entregaba Andújar, La Figuera y Villanueva al mismo rey Fernando, pero en el
año 1236, Fernando cedió Martos a los caballeros de Calatrava, en virtud de la donación otorgada por el monarca en la
ciudad de Toledo a favor del Gran Maestre de la Orden, don Gonzalo Yáñez e
Novoa.
La
función y cometido principal de las encomiendas de la Orden de Calatrava
consistía en garantizar la defensa y colonización del territorio reconquistado,
para lo cual se dotó de una organización militar. De manera simultánea desde un
principio, la Orden procedió a la instalación de una estructura mínima
organizativa de la Iglesia en cada una de sus encomiendas, con el fin de
atender sus necesidades de servicio de culto cristiano y sus funciones
evangelizadoras. Tarea que fue asumida conjuntamente por las autoridades
diocesanas de Jaén y por la Orden de Calatrava, en función de sus
responsabilidades derivadas del carácter de señorío jurisdiccional a la vez que
eclesiástico. Por tal motivo la Orden de Calatrava gozaba de jurisdicción
propia dentro del ámbito de la diócesis de Jaén “y en su condición de
cisterciense estaba exenta de jurisdicción eclesiástica ordinaria” (9)
Rodríguez-Picavea Matilla, E.: “Génesis y evolución del señorío calatravo”,
página 166.
Por
vía de concordia, ambas instituciones establecieron el marco reglamentario de
la estructura eclesiástica en cada una de las encomiendas, organizada sobre
iglesias, cuya edificación, provisión y mantenimiento recaía en la Orden de
Calatrava, si bien, en contrapartida, los comendadores de la Orden nombraban
los capellanes que las servían al disponer del derecho de presentación ante el
obispo diocesano, del arcediano o el vicario de Jaén. A pesar de este derecho
la diócesis jiennense trató de retener un mayor control eclesiástico por vía
ordinaria en las parroquias, al exigir a los capellanes la obediencia al
obispo, la asistencia a los concilios diocesanos y el cumplimiento de las
sentencias canónicas.
Otra
forma de intervención del obispo diocesano
o del arcediano en todo el ámbito de las encomiendas calatravas, se
producía a través de las visitas pastorales anuales a cada parroquia, visitas
que eran sufragadas por los freires de la Orden de Calatrava.
El
Obispado y la Orden, además de deslindar las obligaciones y el funcionamiento
eclesiástico, acordaron también por la vía de la concordia el marco fiscal del
reparto y distribución de los derechos eclesiásticos, llamados “obispales”, que les
correspondían a cada una de las dos partes. La iglesia de Jaén buscó asegurar,
a través de las Concordias de 1245 y 1252, su participación en las rentas y
recursos de las distintas encomiendas de la Orden de Calatrava, cuyos ingresos
fiscales se recaudaban a través de las iglesias existentes en cada encomienda
de Calatrava, en concepto de diezmos, primicias, donativos, minucias, décimas
personales, pie del altar, diezmo de los moros, diezmos de los criados y de
acostados de la orden, calonas o multas, calonas de sacrilegios, procuración,
“catedrático”, diezmo de corderos, de quintos, etc. y de las mandas
testamentarias que se distribuían entre ambas partes; siendo en su mayoría un
tercio para el Obispo y Cabildo de Jaén
y dos tercios para el Maestre y convento de Calatrava en los diezmos de
pan, vino, de criados y de acostados de la orden, las calonas y mandas
testamentarias; mientras que en el resto la totalidad de lo recaudado era para
la Orden de Calatrava.
Por
esta razón la Tercia de Lahiguera estuvo dentro del complejo que albergaba el
nuevo templo edificado igualmente por la Orden de Calatrava.
En
1245, tuvo lugar esa primera transacción sobre la distribución de las rentas
eclesiásticas entre las dos instituciones que, según Rodríguez-Picavea, E,
contó con la aprobación del Papa Inocencio IV, quien la “confirmó en 1248, a
petición de los Calatravos” (10) Rodríguez- Picavea Matilla, E.: “Génesis y
evolución del señorío calatravo…, páginas 167 y 168.
Con
el paso del tiempo, estos acuerdos de la concordia fueron modificándose y renovándose, dando así lugar al
establecimiento de otras nuevas concordias, como las de 1252 y la de 1256. Más
adelante hubo otras como la del 7 de enero de 1286, que confirmaba lo acordado
en 1256, y la del 19 de septiembre de 1334, y otras posteriores en 1382, en 1407, etc. (11) Rodríguez Molina, J.: “Las
Órdenes militares de Calatrava y Santiago en el alto Guadalquivir (siglos
XIII-XV). Cuadernos de Estudios Medievales, II-III, 1974-1975, páginas 70 a 72.
Martín
de Ximena Jurado, (12) en su: Catálogo de Los Obispos de la Diócesis de Jaén y
Baeza y Annales Eclesiásticos Della. Madrid. Imprenta Domingo García, 1654),
recoge que por concordia en 1244 entre la Orden de Calatrava y el Obispo de
Baeza Fray Domingo, se le concede al obispado el derecho de percibir gran parte
de los diezmos, así como el derecho de visitar y ejercer los autos pontificales
en todo su distrito. Hasta la toma de Jaén por el rey Fernando la sede de la
diócesis de los territorios reconquistados fue Baeza.
Otra
concordia posterior doce años después en 1256 entre la Orden de Calatrava y el
Obispo de Jaén, don Pascual, delimitaría el reparto de Diezmos y Primicias,
quedando acordado que un tercio sería para el Obispado y dos tercios para el
Maestre y La Orden. En Martos en fecha 6 de mayo de 1256, estando reunidos don
Pascual, Obispo de Jaén, y Pedro Ibáñez, maestre de la Orden de Calatrava,
acordaron hacer “tal avenencia et tal composición” para reglamentar las obligaciones y el
reparto de estos derechos y rentas eclesiásticas, que grabaron la producción
agraria de las encomiendas calatravas.
Este
Derecho que permaneció prolongado en su uso hasta el año 1382, año en que el
Obispo don Nicolás de Biedma vende y traspasa este derecho del tercio decimal a
los maestres de Calatrava. Por fin en el año 1591, una última concordia, ahora
referida al gobierno, jurisdicción eclesiástica y provisión de Beneficios,
establece que la Orden de Calatrava con sede en Martos tuviese su vicario
propio en el partido: “y el Obispo también
pudieffe tener otro Vicario en él, a los quales perteneciefe el conocimiento de
las caufas, en la forma que se exprefa en la mifma Concordia”. (13) Martín Ximena Jurado. Catálogo de
Los Obispos de la Diócesis de Jaén y Baeza y Annales Eclesiásticos della.
Madrid. Imprenta Domingo García, 1654, página 201.
En
1594 era vicario general de esta provincia y de la Orden de Calatrava Fray
Pedro Camacho.
En
el marco de colaboración y participación fiscal de las dos instituciones
eclesiásticas: Obispado y Orden de Calatrava, debió sin duda estar influido por
el aplastante peso de la Orden de Calatrava en las tierras diocesanas de Jaén y
en otras más inciertas e inseguras de
Córdoba, tal como se recogía en el preámbulo de la concordia de 1256. Otra
muestra de la hegemonía de la Orden de Calatrava en el Reino de Jaén era la participación en
los ingresos, probablemente justificados por los cuantiosos gastos que
acarreaban las tareas militares de la defensa de la frontera del obispado y
Reino de Jaén con el Reino Nazarí de Granada. Pues aunque la Orden vio
reforzada su capacidad financiera y, al mismo tiempo, respaldaba la extracción
de la producción campesina, no deja de ser menos cierto que el propio obispado
y cabildo jiennenses salían también muy beneficiados, puesto que así se aseguraban
la percepción de ingresos, que hubiesen sido de otro modo difíciles de
percibir, ya que al no controlar la circunscripción territorial y fiscal de
Calatrava hubiesen tenido difícil el poder acceder a ellos. Este marco de
conveniencia mutuo era tal que algún historiador llegó a hablar de
“confederación de ayuda mutua” entre la Iglesia de Jaén y la Orden de
Calatrava: “el uno al otro, con todas sus fuerzas, contra
todas las personas del mundo, apartándose el mal y allegándose el bien, siendo
amigos de amigos y enemigos de enemigos”. (14) Salazar y Castro, L.: Manifestación de los
agravios que ha padecido la esclarecida Orden de Calatrava en los pleytos que
sobre la jurisdicción eclesiástica del partido de Martos la ha puesto el obispo
de Jaén. Madrid (1706) folios 22 y siguientes.
Todas
las concordias alcanzadas entre los obispos de Jaén y los maestres de la Orden
de Calatrava, y singularmente la “compusición“ de 1256, tuvieron una finalidad
tributaria y muestran a las claras la coincidente capacidad de acuerdo que
alcanzaron para así percibir, repartir y distribuir entre ellos los diezmos
eclesiásticos y otras rentas, que se aprecia en un claro afán recaudatorio, por
no decir voracidad recaudatoria con los campesinos de sus villas, por parte de
ambas instituciones, que parece estuvieron dispuestas a no dejar de gravar las
tareas que realizaban los campesinos, labradores y ganaderos del término
municipal del castillo de Lahiguera y todo lo que suponía la producción
correspondiente de la producción agrícola, ganadera y apícola, como ocurría en
las demás villas y lugares de la Orden de Calatrava. Con la única excepción de
la salvedad fiscal contemplada para con el grupo privilegiado de los propios
caballeros y freires calatravos que no pagarían diezmos de sus tierras y de sus
ganados.
A
través de lo manifestado por escrito en las célebres concordias, podemos
analizar cuál era la situación del pueblo llano, tal como quedaba organizada la
sociedad de este tiempo y cuáles fueron sus recursos económicos y materiales.
Una sociedad con una estructura feudal, que establecía la sociedad dividida
tanto funcional como ideológicamente en
tres estados: Oratores (Iglesia), bellatores (nobleza) y laboratores (campesinos). De modo que los dos
primeros grupos eran los privilegiados y encargados de dirigir, defender y
cuidar espiritualmente del tercer sector empobrecido de la sociedad, cuya
misión en el mundo no era otra que la de trabajar para sostener y alimentar a los
dos primeros.
El
respaldo económico y militar a sus tareas fronterizas lo proporcionaron desde
el siglo XIII numerosas poblaciones asentadas en torno a Martos, en la fértil
campiña jiennense, de las que destacaron Porcuna, Jamilena, Torredonjimeno, la
Higuera y Lopera.
En
la encomienda de Calatrava, la minoría dirigente era la encargada de proteger
el territorio y la aldea y posterior villa de La Higuera, una minoría formada
por caballeros, freires (hermanos de la Orden) y comendadores, eran quienes al
mismo tiempo resultaban ser los grandes beneficiarios de la posesión de tierras
y de los rendimientos que se obtenían de ellas, a través de arrendamientos que
hicieron a familias de colonos y repobladores que se fueron asentando en el
territorio. Pero estos no sólo eran sus beneficios, pues gracias a las
concordias alcanzadas en diferentes momentos entre el Maestre de Calatrava y el
Obispado de Jaén, tal como hemos visto anteriormente, también participaron en
las rentas de los frutos con una fiscalidad muy privilegiada para ellos, que
entre ambas instituciones se repartían en base a los acuerdos de derechos y
rentas extraídos de la producción agrícola y ganadera, soportada siempre por la
masa de campesinos y ganaderos y sus familias, que vivían en esa encomienda. Un
sector de la sociedad mixta formada por cristianos y mudéjares (diezmos de
moros que moraren en los sobredichos lugares) sobre los que recaía esta
realidad económica como productores agrícolas o ganaderos.
Así por una parte la Orden y la Iglesia
percibían la totalidad de los ingresos producidos por los diezmos (aceite,
quintos, ganado, “de los moros” (referidos a los mozárabes que permanecieron en
el territorio) y por otra parte de las primicias como: pie de altar, obras pías
o de devoción de aquellos que en vida hacían donativos u “obligatores mortuorum”; además de recibir los dos
tercios de los diezmos de pan (trigo, cebada y centeno), del vino, de los
criados y allegados que tuvieran, de las multas (calonas) y de las mandas
testamentarias de las herencias. Por la otra parte, la oligarquía religioso
militar de la Orden de Calatrava formada por caballeros, freires y comendadores
recibía un trato fiscal especial en la fiscalidad eclesiástica, hecha a la
carta para esta minoría dirigente que les eximía de pagar diezmos de sus
respectivas haciendas, campos y ganados. Ellos eran los auténticos ganadores :
“Otrossi, de sus
lauores, de sus tierras, de sus quintos, de sus huertas, de sus viñas et de las
lauores que fizieren por sus despensas et de sus ganados tan bien destos
sobredichos logares commo delos otros que en adelante que los freyres non den
diezmo ninguno al obispo nij al cabildo de Jahén”.
La
economía del territorio, basada fundamentalmente en la producción agrícola y en
una ganadería de carácter extensivo, a juzgar por los distintos conceptos de tratamiento fiscal, tenía como pilar
esencial una agricultura de secano y extensiva, basada en la labranza de
tierras dedicadas al cultivo de cereales, viñas y olivos (diezmos de pan, vino y aceite) junto a la producción de las huertas con verduras y hortalizas (pie de altar).
Desconocemos ciertos aspectos relacionados con la forma de propiedad de la
tierra, si hubo repartos de tierra entre las familias campesinas de la villa de
Lahiguera o si estas familias trabajaban
el campo sólo a cambio de pagar la renta por su cesión temporal.
También
la Orden de Calatrava fue importante “señor
de ganados”, cuyas cabañas
aprovechaban los pastos y rastrojos de las campiñas cerealistas, así como los
pastos de piedemonte de las sierras. La
riqueza del ganado era doble, por una parte se recibía el “diezmo del ganado”
y el “diezmo de los corderos” que se criaban cada año y por otra parte se
recaudaban también los de los restantes productos como lana, queso y leche, que
junto con los colmenares existentes constituían fiscalmente el diezmo de las “minucias”.
La
peculiar situación jurídica y eclesiástica que se generó tuvo su origen en los
silos XII y XIII, ante la necesidad que había de fijar la población procedente
de Castilla en los nuevos territorios reconquistados, que venían a repoblar las
tierras fronterizas con el Reino Nazarí de Granada, para con los cuales había
que establecer y mantener unos servicios religiosos estables para esta nueva
población. Se daba una cierta incapacidad de la Corona Castellana y de la
propia Iglesia para conseguir los objetivos de atención en todos los órdenes,
entre ellos el de la atención a su seguridad y la propia atención religiosa de
estos feligreses, por lo que se establecieron unas situaciones de prerrogativas
y concesiones a las Ordenes de Caballería que cristalizaron en normativas
eclesiásticas diferenciadas.
La Higuera frontera durante 21 años (1225-1246) en la etapa del Reino Nazarí con capitalidad en Arjona y después en Jaén hasta 1246. Mapa elaborado por Antonia Paniza Cabrera. |
La
frontera del territorio cedido por Al-Bayyasi, a Fernando III en 1225, con
Andújar, la Fuente de la Figuera y Villanueva de Andújar, supuso con el reino
nazarí una amplia franja de terrenos despoblados y expuestos a las incursiones
y asaltos de los que vivían a uno y otro lado de la frontera establecida hasta
la conquista de Arjona por Fernando III el Santo. Para mantener una plaza
fuerte, castillo o villa fortificada, como era el caso de La Fuente de la
Figuera se precisaba pobladores venidos del Norte de Castilla, que como mano de
obra colonizara y se asentara en estas tierras y al mismo tiempo las
defendiera. Condición que se exigía a las familias que llegaban a repoblar
nuestras tierras, de entre las que habían llegado a Andújar desde Castilla, y
que a cambio se beneficiaban de los repartos de tierra, que en principio les
permitía contar con las bases mínimas imprescindibles para iniciar una nueva
ida en este nuevo escenario de vida, no exento de agitación y peligro. La
escasez de pobladores y las dificultades del asentamiento de la población,
hacia a veces fracasar la colonización de las nuevas tierras conquistadas, con
lo que se ponía en peligro la continuidad del dominio castellano sobre aquellos
extensos nuevos territorios conquistados. Por todo ello a parte de los repartos
de tierras se concedían privilegios
fiscales a los nuevos colonos para fijarlos a su tierra. De modo que los hombres soldado, los nuevos
pobladores, iban a trabajar los campos con su lanza o espada para realizar las
tareas agrícolas o para guardar los ganados. A ellos igualmente se les
movilizaba para alguna expedición militar en caso de defensa de la frontera.
Los enfrentamientos en la frontera eran frecuentes, el dominio de las tierras de la frontera fue muy irregular. |
En
el año 1310 Fernando IV llegó a conceder el privilegio de asilo: “a aquellos “golifantes” (golfos), ladrones, homicidas, malhechores, mujeres casadas que huían del
marido, y a los que morasen año e día, quier sea vecino, quier no, que le sea
perdonada la nuestra justicia” (15) Serra Ruiz, R.: El derecho de asilo en los castillos fronterizos
de la reconquista. Murcia. (1965). Este derecho de asilo era una concesión
excepcional que se establecía para algunas poblaciones y plazas fuertes de la
frontera, como fórmula de reforzamiento para la defensa del castillo y de la
villa fortificada.
A
partir de 1350, la frontera se estabiliza y se institucionalizan ciertos cargos
por uno y otro lado que van prorrogando los periodos de treguas, con los “jueces de moros y cristianos”, los fieles de rastro, los alfaqueques, etc., que a
lo largo de 142 años en que subsiste la frontera, tan sólo muy de tarde en
tarde, aparecían los ejércitos de una u otra parte para razziar, talar y asolar
el territorio del reino contrario. Fue el tiempo en el que a lo largo de casi
siglo y medio se consolida la frontera de los romances fronterizos, con
muestras en la literatura de la época, que ofrece una imagen romántica de la
frontera quizá más que otra cosa engañosa, que en su agridulce relato
enmascaraba una realidad tosca y dura de la vida de las poblaciones de frontera.
A veces por capitulaciones, entre los reyes de uno y otro lado, se fijaban
lugares elegidos para el intercambio y comercio entre cristianos, musulmanes y
judíos de ambos reinos.
La
vida de la frontera provocó entre sus pobladores una continua inclinación a
conseguir “una relativa inmunidad física y psicológica con respecto a cualquier
interferencia no deseada que pudiera venir del exterior de la frontera” (16) (Rojas
Gabriel, M.: La frontera entre los reinos de Sevilla y Granada. Página 2769.
Era,
en un tiempo de agresión y violencia, donde se buscaba la defensa, ese reducto
donde poder salvar la vida, los bienes, el ganado…etc. porque el cautiverio,
los asaltos, la guerra en suma por un periodo de tiempo tan largo como de 250
años, en los que se mantenía una frontera inquietante, amenazadora y con
permanente inseguridad, peligro y temor.
La
organización territorial de la Orden de Calatrava en el Alto Guadalquivir
estaba articulada en torno a varias encomiendas que a partir de la segunda
mitad del siglo XVI estaban agrupadas en dos grandes partidos: El partido de
Arjona y el de Martos. En el partido de Arjona quedaron integrados la propia
Arjona, Arjonilla, Higuera de Arjona, Porcuna y Lopera. Al partido de Martos le
correspondía la propia Martos, Torredonjimeno, Santiago e Higuera de Martos. De
esta organización quedó segregada Arjona años después, en fecha 14 de junio de
1577, que pasó a constituirse en arciprestazgo de la Diócesis de Jaén, mientras
que La Figuera siguió perteneciendo al arciprestazgo de Andújar, por lo que el
partido de Martos quedó constituido desde entonces por la reagrupación de las
villas y lugares que en principio la constituían y las que pertenecieron al partido de Arjona,
ahora desgajado en arciprestazgo, a saber: Martos, Torredonjimeno, Viboras,
Jamilena, Santiago de Calatrava, Higuera de Calatrava, Porcuna, Lopera, Torre
Benzalá, Torre de Fuencubierta, Torre de Alcázar y las Pradillas. (17) Cumplida
relación de lugares, posesiones, bienes, y rentas pertenecientes a las distintas
encomiendas del partido o provincia de Martos, se pueden encontrar en el
documento custodiado en el British Museum de Londres en la Addenda 28.340
(228), titulado “El Licenciado Pedro de Albos (sic) Enríquez a su magestad,
sobre la comisión que llevó a Martos la mesa maestral de Calatrava (Martos, 14
de junio de 1577”. Aunque también pueden estudiarse las diversas relaciones de
rentas decimales existentes en el Archivo Histórico Nacional, en la Sección de
órdenes Militares (Martos).
En
el siglo XVI se inicia un despegue económico y demográfico, en todos los
pueblos del partido de Martos, que junto con las ideas surgidas en Trento,
hacen propicia la construcción y renovación de numerosas fábricas en todo el
Santo Reino.
La
realidad fue que la Orden de Calatrava, siguiendo en gran medida los modelos
diocesanos de organización de las feligresías en las poblaciones, impuso una
jerarquización eclesiástica subdividida en vicarías o distritos que englobaban
las diversas parroquias de los pueblos a ella pertenecientes, en el que estaba
también las ermitas y demás lugares de culto. A partir del Concilio de Trento
la constitución de nuevas parroquias en los territorios sujetos directamente a
la jurisdicción del Obispo tenía que contar de modo inexcusable para su fundación,
contando igualmente con la licencia y provisión preceptiva del prelado de la
Diócesis. Era la culminación de todo un proceso de centralización
administrativa y funcional de las obras parroquiales, un proceso iniciado unas
décadas atrás por varios prelados que encontraron en el “derecho de visita” el
instrumento adecuado para el establecimiento de criterios edificatorios
jerarquizados, estables y unificadores.
En
el capítulo VII del Libro III de las Constituciones Sinodales se expresa
literalmente lo siguiente:
“Las obras de las iglesias no se encarguen a oficial que no sea del arte, y el que las tomare no pueda pedir lesión. Porque puede acontecer que por no conocerlos maestros de las obras, encarguemos algunas a persona que no es del arte, y las tome con ánimo de hacerlas por mano de otros, no siendo esta nuestra voluntad, mandamos a los mayordomos y Priores de las Iglesias, que antes de dar la obra al oficial, ó consentirle que trabaje en ella, le pidan el mandamiento de encargo que tiene, y si no fuere maestro en arte délla, no se la consientan hacer, y nos den quenta déllo, para que lo remediemos; y para evitar el fraude de los oficiales, declaramos que el que tomare obra a tasación, ó á destajo por un tanto, no pueda decir que fue engañado en el precio, ni en ninguna condición que para la obra se pusiese, y en esto se guarde la ley Real inviolablemente, ni se pague lo que valiere mas de lo concertado; y que si fuere oficial del arte, no las pueda traspasar á otro , ni el Prior, ni el mayordomo se lo consientan”.
“Las obras de las iglesias no se encarguen a oficial que no sea del arte, y el que las tomare no pueda pedir lesión. Porque puede acontecer que por no conocerlos maestros de las obras, encarguemos algunas a persona que no es del arte, y las tome con ánimo de hacerlas por mano de otros, no siendo esta nuestra voluntad, mandamos a los mayordomos y Priores de las Iglesias, que antes de dar la obra al oficial, ó consentirle que trabaje en ella, le pidan el mandamiento de encargo que tiene, y si no fuere maestro en arte délla, no se la consientan hacer, y nos den quenta déllo, para que lo remediemos; y para evitar el fraude de los oficiales, declaramos que el que tomare obra a tasación, ó á destajo por un tanto, no pueda decir que fue engañado en el precio, ni en ninguna condición que para la obra se pusiese, y en esto se guarde la ley Real inviolablemente, ni se pague lo que valiere mas de lo concertado; y que si fuere oficial del arte, no las pueda traspasar á otro , ni el Prior, ni el mayordomo se lo consientan”.
(18) Constituciones Sinodales. Jaén. 1.624. Libro III. Capítulo VI.
Con
estas medidas descritas en las Constituciones Sinodales se pretendía evitar y
erradicar la impostura, el intrusismo profesional entre los maestros de las
obras, evitando la existencia de licitadores o promotores de obras cuyos fines
consistían en subarrendar después las obras a terceros; también se deseaba
evitar los reformados económicos y las mismas liquidaciones sobredimensionadas en precios;
también se evitaba el traspaso de obras entre maestros.
En
un sistema de organización y control de las fábricas tan severo, el cargo de
Visitador y Veedor General de Obras para las iglesias del Obispado era de una
importancia extraordinaria, por su papel ejecutivo. Las funciones del visitador no ofrecen hasta bien entrada la segunda
mitad del siglo XVI un perfil que
podamos definir con nitidez, Su misión natural inspectora se ha venido
desarrollando, a lo largo de la centuria, por maestros canteros, y no nos han
de faltar ejemplos donde el arquitecto se compromete a “entender” en una obra, obligándose a
visitarla una o dos veces al año, confundiéndose este ejercicio, en
consecuencia, con el de la misma maestría de la fábrica en construcción.
Este
cargo fue instituido por Sarmiento de Mendoza en 1592, recayendo el
nombramiento en la persona del escultor Sebastián de Solís, de hecho ya se
venía desempeñando este cargo varias décadas anteriores por los maestros
mayores del Obispado y también lo fue por los maestros catedralicios. Eran
personas diestras y capacitadas que realizaban la función de supervisión al
gozar de la confianza de los prelados.
Con
la puesta en vigor de los nuevos postulados contra reformistas, la figura del
visitador llegó a adquirir un
insospechado valor, habida cuenta de que su misión entonces, no sólo iba a
consistir simplemente en velar, por la calidad constructiva de las fábricas
diocesanas, sino que, ante todo, debía atenerse a la observancia de una nueva
arquitectura reglada, evitando proyectos autónomos espontáneos, que rompieran
los principios de uniformidad en las
construcciones a realizar, cuyos principios se exigían y controlaban. Por ello las
visitas concluían siempre con la emisión de un informe con la aprobación o
desaprobación sobre lo proyectado o realizado.
Tal
como referimos la mitra jiennense fue rica, por lo que fue codiciosamente
anhelada; siendo considerada por la Corona como objeto de gratificación y
prebenda, a personajes destinados a desempeñar funciones políticas y
administrativas de los más altos vuelos en el diseño de la superestructura del
Estado, aunque a decir verdad el desempeño de las funciones de Estado hizo que
en algunos casos los obispo jiennenses estuvieran fuera de sus sedes
episcopales mucha parte del tiempo.
En
los setenta y cinco años que transcurren entre 1520 y 1595 se suceden en la
diócesis de Jaén un total de nueve
prelados, sin contar en ellos unos diez años, durante los cuales permaneció
intermitentemente la sede obispal sin confirmar prelado o permaneció vacante
tal sede.
El
primero de los nueve prelados referidos fue don Esteban Gabriel Merino, un
verdadero hombre de Estado, intelectual erasmista y hábil diplomático,
patrocinador del Plateresco o primer estilo ornamentado en arquitectura. Merino
ostentaba simultáneamente el cargo de Obispo de Jaén, con los títulos de
Cardenal Nuncio de su Santidad en España, Patriarca de las Indias, así como las
rentas del Arzobispado de Bari y el Obispado de León. Con tantos cargos y
fallecido en Roma en 1535, es de suponer que la estancia en su sede de Jaén
fuesen de una brevedad extrema.
Tres
años después, en 1538, le sucedió en el obispado jiennense don Francisco de
Mendoza, hijo al parecer de don Iñigo López de Mendoza y doña Francisca
Pacheco, primeros Marqueses de Mondéjar. Según refiere Ximena Jurado:” residió muy poco tiempo en fu Obifpado, porque el Emperador Carlos V lo
tuvo ocupado en fu servicio
",ya que fue consejero del emperador
Carlos V. En ocasiones es mencionado como
cardenal, aunque no consta que lo fuera. Falleció en 1543 en la ciudad de
Espira. (19) Martín de Ximena Jurado, (1654): Catálogo de Los Obispos de la
Diócesis de Jaén y Baeza y Annales Eclesiásticos della. Madrid. Imprenta
Domingo García, 1654. Página 467.
Este es el Obispo de la Diócesis de Jaén referido al principio del
artículo, y que posiblemente durante su mandato se terminase el templo
calatravo de Lahiguera.
Dos
años después de la muerte de Francisco de Mendoza, en el año 1545, fue nombrado
prelado de la Diócesis de Jaén, don Pedro Pacheco, hijo de don Alonso Téllez
Girón, señor de la Puebla de Montalbán, que había sido camarero del Papa
Adriano VI, Obispo de Mondoñedo y de Ciudad Rodrigo, y más tarde de Pamplona,
de el dice Ximena Jurado; “aunque por
asistir en Roma a los negocios del Reyno
no vino a su Obifpado”. En
1555 fue trasladado al Obispado de Sigüenza y murió en Roma en 1560. (20)
Martín de Ximena Jurado, (1654): Catálogo de Los Obispos de la Diócesis de Jaén
y Baeza y Annales Eclesiásticos della. Madrid. Imprenta Domingo García, 165.
Página 471.
Eran
esos años en los que el espíritu del Concilio de Trento comienza a calar con
fuerza en la organización de la Iglesia, perfilándose una nueva figura del
Obispo como “pastor” de su grey y responsable del funcionamiento de su
diócesis. El ejemplo del nuevo modelo de prelado contrarreformista lo representa don Diego Tavera, que en los
cinco años que estuvo al frente del obispado, según palabras de Ximena Jurado:”…Exerció fu Oficio Paftoral…con gran cuidado y vigilancia, vifitando
por fu persona las iglesias defte
Obifpado” (21) Martín de Ximena Jurado, (1654): Catálogo de
Los Obispos de la Diócesis de Jaén y Baeza y Annales Eclesiásticos della.
Madrid. Imprenta Domingo García, 1654. Página 477.
El
quinto de los obispos de este periodo fue don Fray Francisco de Benavides, que
no llegó a tomar posesión de su sede, pues su elección no alcanzó efecto por
falta de tiempo, al no contar con la autorización del Papa.
Don
Diego de Cobos y Molina, natural de Úbeda, fue elegido obispo de Jaén en 1560.
Era hermano de Juan Vázquez de Molina, secretario del Emperador Carlos I y de
su hijo Felipe II, miembro del Consejo de su Majestad. Pertenecía a uno de los
linajes más antiguos de la ciudad de Úbeda. Cobos y Molina ejerció como prelado
su cometido pastoral como un auténtico prelado contrarreformista. Fue el
fundador del Hospital de Santiago de Úbeda, obra de Andrés de Vandelvira, su
incondicional arquitecto y de toda su influyente familia. En estos cinco años
de su episcopado realizo el oficio de visitador el Doctor Pedro Díaz de la
Cueva. Murió en Toledo en 1565. Dice Ximena Jurado: “…Luego
que llegó a efte Obispado visitó por fu persona las Ciudades, villas y lugares
del, reformando las coftumbres, defterrando vicios, y acudiendo en todo al
gobierno de fu Diocefi… (22)
Martín de Ximena Jurado, (1654): Catálogo de Los Obispos de la Diócesis de Jaén
y Baeza y Annales Eclesiásticos della. Madrid. Imprenta Domingo García, 1654.
Página 479.
Don
Francisco Delgado, fue su sucesor, un hombre de gran prestigio intelectual por
su condición de catedrático de Teología
en la Cátedra de Santo Tomás en Salamanca. Delgado, que había ocupado con
anterioridad la sede episcopal de Lugo, fue un impulsor notable de las obras
eclesiásticas en el Obispado y, de un modo especial, de las catedrales de Jaén
y Baeza. A lo largo de su diez años de
mandato, década en la que coincide con el Maestro de Alcaraz, Andrés de
Vandelvira, realiza las obras más hermosas y depuradas de su producción
artística, pero en palabras de Ximena Jurado. ”
el gusto por el fasto y la decoración del prelado debieron inclinarlo enseguida
por Francisco Castillo y su toque italianizante.” El Obispo Delgado asistió a las últimas sesiones del
Concilio de Trento hasta 1566 y falleció en 1576 (23) Galera Andréu, P.:
Arquitectura y Arquitectos en Jaén a finales del siglo XVI. (1982) Instituto de
Estudios Giennenses. Jaén. Página 16.
Fallecido
don Francisco Delgado en 1576 es promovido a la sede don Diego Deza en 1577;
aunque “sus enfermedades, vejez, poco
tiempo que vivió defpues de fu Elección, no le dieron lugar para venir a efte
Obispado”.
Durante los tres años de
gobierno sus previsores fueron el Doctor Sánchez, Arcediano de Coria, y el
Licenciado Miguel González de Prida. También ejerció este oficio , junto con el
de Deán de la Catedral , don Bernardo de Rojas y Sandoval , que fue después
Obispo de Jaén entre los años 1596 y 1600 (24) Martín de Ximena Jurado, (1654):
Catálogo de Los Obispos de la Diócesis de Jaén y Baeza y Annales Eclesiásticos
della. Madrid. Imprenta Domingo García, 1654. Página 489.
En
el año 1580 fue nombrado como nuevo prelado don Francisco Sarmiento de Mendoza,
que había sido catedrático en Salamanca y Oidor de Valladolid. De la orden
carmelita fue promovido para la diócesis de Astorga, pasando a ocupar después
la sede de Jaén. Sarmiento de Mendoza era un hombre inquieto, culto y de gran
rectitud, que emprendió su acción pastoral en todos los campos que había
dinamizado la Contrarreforma, realizando una inmensa labor de creador de
conventos en muchas ciudades de nuestra provincia: Baeza, Jaén, Sabiote, Mancha
Real, Úbeda, Andújar, y Alcaudete. Hombre de un profundo sentido de austeridad
que durante sus catorce años de gobierno definen su credo estético en todas sus
manifestaciones creativas de las construcciones. De modo que este sentir
austero encuentra en la arquitectura a su más firme valedor en las obras
realizadas por la Diócesis, como lo fue la Catedral de Baeza. Para Sarmiento de
Mendoza en el extremo opuesto a la Iglesia Mayor Catedral, templo matriz e
inevitable referente estético y orgánico para todas las restantes iglesias
parroquiales de la Diócesis, se situaban las fábricas de las restantes
parroquias modestas del ámbito rural en la Diócesis, pensadas de reducidas
dimensiones, con unas construcciones decorosas pero pobres, que aparte del
problema de financiamiento dificultoso por parte de la población, le hubieran
parecido al prelado adalid de la austeridad como un gasto superfluo,
innecesario o impertinente que no precisaba de mayor gasto. (25) Galera Andréu,
P.: Arquitectura y Arquitectos en Jaén a finales del siglo XVI. (1982)
Instituto de Estudios Giennenses. Jaén. Página 18.
El
uso de la techumbre de madera, como se da en el tempo de La Higuera, es el
mismo utilizado en las iglesias del partido de Calatrava, que presentaba entre
otras ventajas prácticas por la reducción de costes, el de una ejecución
rápida, frente a la suntuosidad y firmeza de las cubiertas de templos
abovedados. Así el templo parroquial de Higuera de Arjona quedó determinado por
los imperativos de sobriedad económica en la construcción sin despreciar
tampoco que para su ejecución tuvieron las inevitables influencias
tradicionales del mudéjar con artesonados de par y nudillos en toda la región
andaluza.
Tal como hemos reseñado en otro momento pensamos
que el solar sobre el que se asienta el actual templo medieval junto al
castillo y la Tercia, objeto de este artículo, pudiese estar ocupado por otro
de reducidas dimensiones, una ermita de concepción medieval y reducidas
dimensiones que tal vez ejerciera sus funciones parroquiales hasta la
construcción del nuevo templo, ermita que por su estado de destrucción y ruina
diese lugar en su solar al actual templo. En el campo de las suposiciones cabe
que la construcción del nuevo templo se realizase a lo largo de los años del
siglo XVI dependiendo de las dotaciones que hiciese la población de la villa y
las limosnas, a lo largo de decenas de años dado que era habitual que las obras
de las construcciones de las fábricas (templos) en poblaciones como la nuestra
se realizase en los tres o cuatro meses de verano en años consecutivos
dependiendo de los ingresos por donativos del vecindario.
Desconocemos
la fecha del inicio y terminación de obras así como las fases de su proceso
constructivo que trascurrieron hasta su conclusión, no tenemos datos.
Un
templo de tiempos mozárabes, o inmediatos a la Reconquista en 1225, quizá sobre
restos de algún lugar sagrado anterior; pero todo este planteamiento no deja de
ser una especulación a falta de excavaciones que confirmen o desmientan tales
supuestos. En ese perímetro está enterrada la historia de La Higuera desde la
Baja Edad Media.
En
las encomiendas el poder civil era hegemónico sobre el poder religioso o eclesiástico. En la cumbre del poder estaba
situado siempre el Maestre de la Orden, aunque a partir de 1523 el rey ejerció
como titular de todos los maestrazgos y administrador general de las Órdenes, y
máxima autoridad espiritual y temporal.
Los
Comendadores o al menos parte de ellos, bajo la presidencia del rey,
constituían el Capítulo General de la Orden, que era el supremo órgano
colegiado, cuyo poder burocrático y administrativo eran instrumentado por el
Consejo de Ordenes, que era el órgano encargado de designar gobernadores y
justicias mayores, jueces de residencia, alcaldes mayores y vicarios, recayendo
en los vicarios gran parte de las competencias eclesiásticas como el control de
los párrocos y clérigos de las poblaciones perteneciente a las encomiendas. El
sistema organizativo derivado de las relaciones de poder y gobierno que emanaba
de la Corona y del Consejo de Órdenes creó una red permanente y una máquina
burocrática que sirvió para la penetración de influencias, directrices
doctrinales y requerimientos estéticos (26) Gutiérrez-Cortines Corral, C.:
Arquitectura , economía e iglesia en el siglo XVI .(1987) Xarait . Madrid.
Página 59.
Esta
real autonomía de funcionamiento de las encomiendas se expresó igualmente en el
encargo de las obras que eran necesarias realizar, ya que estas obras, sobre
todo en sus procesos de construcción, eran elegidas al margen de la
jurisdicción de la Diócesis, pero lo
eran al margen de las instituciones que provenían de la Orden de Calatrava.
La
estructura constitucional y administrativa de la Orden y la las relaciones
comerciales y económicas dieron lugar a la superposición de varios flujos de
información; por lo que no resulta fácil poder determinar la procedencia de las
corrientes estilísticas en las construcciones. El mayor abundamiento del poder
civil, el papel preponderante que los municipios mantenían en estos
territorios, se establecían primero como representantes de la Orden de
Calatrava y segundo como patronos de las
iglesias, un fenómeno que redundó en un sometimiento mayor del poder ejecutivo
clerical al control y administración de los laicos, con el consiguiente
alejamiento del pueblo del sentimiento religioso.
La fuerte jerarquización del sistema organizativo y un
ordenamiento ejecutivo absolutamente rígido, imponen en los territorios de la
Orden de Calatrava unos criterios de homologación, que llevan a una relativa
homogenización en todos los aspectos reglados de la vida municipal, lo que
a la vez y quizá de modo indirecto, en
lo que respecta a las construcciones de las fábricas de las feligresías, se
concretasen en modelos constructivos semejantes y en las características
globales de las practicas constructivas de estos edificios; donde la
oportunidad de una empresa constructora o edificadora, el pertinente permiso
para la construcción del templo, la dignidad y el decoro de los espacios
dedicados al culto divino, la conservación de las fábricas, la viabilidad
económica de los proyectos constructivos dependiendo de las aportaciones del
pueblo, o la imposición de criterios restrictivos buscando una mayor austeridad en la construcción. Para
ir alcanzando cada uno de los objetivos anteriores, recaía la responsabilidad
de la construcción de la fábrica en cada villa o lugar en un cargo que era el
visitador, un verdadero mediador entre el poder central de la Orden y los concejos municipales, que eran los
verdaderos promotores financieros de las iglesias, sin que se tuviera en cuenta
el seguimiento deseado por el concejo
sobre unas supuestas directrices estéticas del edificio a construir. En el Archivo Histórico Nacional se pueden encontrar
abundantes visitas a las encomiendas de Jaén. Estas visitas realizadas por el
visitador tenían por objeto inspeccionar no sólo el estado de conservación de
las obras civiles y religiosas, así como los correspondientes libros de
fábrica, sino también la buena marcha de los proyectos o cualquier otro aspecto
relacionado con las actividades comunitarias o eclesiales, como las cofradías,
ermitas, cabildos, positos, fincas urbanas, aceñas, retas y tesorería de la
población visitada. (27) A. H. N. Archivo Histórico de Toledo. Órdenes
Militares. Legajos: 1.606; 6.106; 1.106.
Las visitas eran realizadas en pareja por dos visitadores, que tras
ser previamente seleccionados por el Capítulo General de la Orden de Calatrava,
efectuaban sus desplazamientos a las diversas poblaciones del partido de
Martos. Las visitas eran programadas siempre en los meses de verano, quizá por
ser periodo de mejores recursos económicos después de la recolección de cereales.
Llegados los visitadores a la población a visitar eran acompañados por las
autoridades que componían el Concejo municipal, y en algunos casos y según
necesidad por la característica de lo revisable por alarifes o albañiles
seleccionados de entre los de la zona o región para que les facilitasen su
asesoramiento.
Está
documentada la presencia de Maese Martín y Diego de Bailén durante la visita a
la fortaleza de Arjona en el año 1559. (28) Archivo Histórico Nacional. Archivo
Histórico de Toledo. Órdenes Militares. Legajo 6.106 en el año 1559.
Los encargados de realizar la visita la fortaleza de la villa de La
Higuera de Arjona fueron Benito Pérez y Cristóbal López en ese mismo año de
1559, según lo recogido en el Archivo Histórico Nacional. Archivo Histórico de
Toledo en el Legajo 1.606 del año 1559 en el Folio 13. (29) Archivo Histórico
Nacional. Archivo Histórico de Toledo en el Legajo 1.606 del año 1559 en el
Folio 13.
Los
mandatos o “relaciones” como conclusión de las visitas eran de especial
importancia, en cuanto suponían dar el beneplácito para la realización de
ciertas construcciones arquitectónicas, promociones de nuevas empresas
constructivas, desautorizaciones para realizar un proyecto promovido por el
Concejo Municipal, o la realización de nuevos encargos para el pueblo. Su poder
era determinante para la implantación de criterios arquitectónicos homologados
en la construcción, para el control de gastos de las fábricas cuya edificación
estaba en curso, y para la selección de los maestros de obras para la
construcción de la fábrica (templo). De esta forma tanto las nuevas fábricas
edificadas de nueva planta en estas décadas, para las parroquias donde no
existieran, o las modificaciones o remodelaciones de las construidas con
anterioridad en las diferentes poblaciones de las encomiendas de Jaén,
presentan la típica techumbre de madera atirantada con clara reminiscencia
mudéjar. Estas techumbres, como la que adorna el techo del templo del Señor de
la Capilla de Lahiguera, eran el signo de la aplicación por economía de este
modo de cerramiento mudéjar copiado de Toledo y del Norte de Castilla.
La
techumbres de las fabricas eran así a pesar de que contábamos en la provincia
con maestros canteros como Juan de Reolid, y los Castillo, de acreditada fama
en el contexto cultural de nuestra provincia de Jaén, como maestros de cantería
muy capacitados y acostumbrados a
trabajar la cantería, para los cuales no ofrecía secretos el abovedamiento de
los templos en todas sus modalidades de crucería, cañón, baída, rebajada, tal
como lo dejaron ejecutados para la posterioridad en construcciones religiosas
de prestigio en poblaciones mayores como Jaén, Martos, Andújar, Úbeda, o Baeza
y en otras poblaciones menores como Torredelcampo, Alcaudete, y Bedmar.
Aunque
para ajustarnos a la verdad, tampoco en otras poblaciones mayores, los mandatos
o “relaciones” tampoco hicieron excepciones, ni para con los principales
templos del partido de Martos, como es el caso de la iglesia mayor parroquial de Santa María en la villa de Martos.
Los
criterios de austeridad empleados por los calatravos afectaron en los templos
construidos por ellos tanto al uso frecuente de la mampostería y ladrillo para
un posterior enlucido con lo que respecta a los materiales de construcción,
como a las prácticamente inexistente tratamiento de los espacios externos de
las iglesias y las portadas de los templos reducidos a su mínima expresión en
cuanto al adorno de la piedra. En todos los casos de las construcciones se
tenía en cuenta un marcado grado de jerarquización gradual de las
construcciones en función de su categoría como villa o lugar para la preponderancia constructiva de su templo.
Por ello poblaciones con número de vecinos próximo y parecidos recursos tuvieron
templos parecidos, donde el abaratamiento de costes, la mesura en el gasto y la
administración bien ponderada de los recursos económicos, eran contundentes en
el espíritu y en la práctica de los visitadores y los mandatos de sus visitas,
dejando al margen las veleidades ambiciosas que tuviera el Concejo municipal y
las improvisaciones en la construcción de las fábricas. Desconocemos si los
veedores de las visitas estaban también presentes e intervenían en la selección
de los maestros mayores de obras.
Para
la realización de la construcción de la fábrica (templo) en La Higuera, como en
la mayoría de las obras realizadas bajo la supervisión de la Orden de
Calatrava, se procedía a una subasta rematándose en moneda pública al mejor
postor, tras haber sido pregonados los pliegos de condiciones en las distintas
villas del partido de Martos, incluyendo la capital del Reino, según la
documentación existente.
En
otros casos, aunque fueron los menos, las obras fueron edificadas por el
sistema de maestría, donde los trabajos realizados son tasados y abonados
periódicamente con las rentas del municipio en cuestión. Así ocurrió en el caso
de la construcción del templo de San Pedro de Torredonjimeno, Santa María de la
Villa en Martos y, posiblemente, la otra parroquia marteña de Santa Marta.
Sin
embargo, lamentablemente no ocurrió así en la elaboración de plantas y en las
condiciones, que fueron encomendadas a arquitectos de reconocida solvencia
profesional, al igual que en la adjudicación directa por el método de maestría,
teniendo que ser aceptadas previamente éstas condiciones por el Concejo
municipal, para ser trasladadas después al Consejo General de la Orden de
Calatrava para su aprobación final. En estos supuestos de la redacción de
plantas y adjudicación de maestros generales de obras, era incuestionable la
voluntad manifestada y mantenida por los visitadores como decisoria para la selección de los
arquitectos. Era necesaria la obtención de confianza previa del Capítulo de la
Orden y del Consejo de la misma hacia los arquitectos, que significaba en suma
una prueba definitiva de reconocimiento y aceptación de su habilidad
contrastada por los visitadores. El ingreso de un maestro mayor de obras en el
circuito de tanto las relaciones institucionales como las económicas que representaban las
Ordenes Militares tuvo que comportar de hecho una vinculación con los círculos
cortesanos y su restringida área de influencias en todo lo concerniente a los
encargos arquitectónicos a realizar.
Por
lo cual no debe extrañarnos el reconocimiento profesional, y la buena fortuna
que representaba como acreditación para un selecto y reducido grupo de
maestros, como tampoco nos extrañaría la enorme capacidad de acomodación y
adaptación de los maestros a los criterios de una clientela tradicional, que
imponía sus fórmulas reglamentadas, sus patrones de contratación preconcebidos,
con absoluta y sumisa aceptación de sus postulados por parte de los artistas de
este siglo XVI.
De
todo este desajuste quedo perjudicada la feligresía de La Figuera, donde las
tiranteces en el plano eclesial entre la poderosa Orden de Calatrava con sede
en Martos y la Diócesis de Jaén, serían a costa de una pésima posibilidad de
gestión y financiación, al darse una autonomía de Calatrava frente a las
autoridades diocesanas.
Granada 17 de Octubre de 2015.
Pedro Galán Galán
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Cumplida
relación de lugares, posesiones, bienes, y rentas pertenecientes a las
distintas encomiendas del partido o provincia de Martos, se pueden encontrar en
el documento custodiado en el British Museum de Londres en la Addenda 28.340 (228),
titulado “El Licenciado Pedro de Albos (sic) Enríquez a su magestad, sobre la
comisión que llevó a Martos la mesa maestral de Calatrava (Martos, 14 de junio
de 1577”. Aunque también pueden estudiarse las diversas relaciones de rentas
decimales existentes en el Archivo Histórico Nacional, en la Sección de órdenes
Militares (Martos).
7 comentarios:
Querido Pedro, acabo de leer el artículo sobre la Iglesia de Lahiguera, construcción de la Orden de Calatrava, vuelves a presentar un trabajo como corresponde a quien lo realiza. Te animo a que no dejes de seguir aportando al patrimonio local de Lahiguera tu colaboración, haces justicia con la historia de la querida localidad que nos vio nacer
Un abrazo
Sebastián Berdonces.
hola PEDRO ESTOY PROBANDO
¡Impresionante entrada! Mi más sincera enhorabuena.
En cuanto al antiguo altar. Mi abuelo Carlos recuerda bastante bien como era. Por lo que comenta, coincide con que había una Virgen de la Consolación en el centro, a ambos lados de ésta, dos hornacinas en las que había dos imágenes, que por sus vestiduras debían ser obispos, ya que iban ataviados con mitras, pero no recuerda a quienes representaban. En lo alto del altar, aproximadamente a la altura entre donde se encuentra el cuadro de la Virgen actual y el Señor de la Capilla, se encontraba el llamado Cristo de las Aguas, que según él recuerda se le pedía para que lloviese, y se llamaba así porque el fondo que tenía su hornacina estaba pintado con nubes, de tono grisáceo tal vez , recordando a cuando va a llover, de ahí pudo haber tomado esa advocación. Debajo de la imagen de la Virgen de Consolación, había una especie de saliente o "pollete", similar al que hay ahora, donde en ocasiones ponían al Santo Entierro. En cuanto a la tonalidad, recuerda que era muy dorado, tanto así, que lo que más llamaba la atención al entrar era que brillaba mucho.
Mi bisabuela Francisca, aunque ya fallecida, pero pudo ilustrarme también acerca del templo. Recordaba a un Cristo atado a la columna, colocado donde se encuentra la Virgen de los Dolores. Un gran cuadro de las ánimas benditas en la pared frente a la Capilla. Por supuesto, al Señor de la Capilla, más pequeño que el actual, en el interior de la misma. Y a San Juan (no muy agraciado, o "muy feo" como me decía) en una de las dos hornacinas de ésta Capilla. Coincidió con mi abuelo en lo de que colocaban al Santo Entierro en el altar, con la caja a veces quiero recordar.
Espero haber aportado un granito más. Esperemos que algún día consigamos saber como era todo realmente.
Pedro, ante todo, mi enhorabuena por tu trabajo.
No obtante, quiero hacer unas puntualizaciones. Siempre nos enriquecemos con opiniones distintas, con las diversas formas de enfocar un mismo tema.
No creo que la iglesia se asentara sobre los cimientos de otra más antigua, ni mucho menos. Ya ponían cuidado en no construir un templo fuera del recinto amurallado, estamos en tierras fronterizas y en épocas de disturbios.
Yo creo que en las tierra donde ahora se asienta nuestro pueblo hubo durante la dominación musulmana, o al menos durante gran parte de ella, una comunidad mozárabe; eso explicaría los pocos restos árabes encontrados. Sería un grupo poco numeroso de mozárabes que se les permitía vivir en paz a cambio de pagar impuestos. Estos mozárabes sí que debieron tener su iglesia. Ya sabes que siempre he pensado que esa iglesia era la Tercia actual, y el castillo debió ser un torreón con un corral que sería lo que en el callejero Decimonónico se veía como “era del castillo”.
A finales del xv, ya con Granada conquistada y sin peligro, es cuando se traslada el templo al lugar actual. Esas piedras labradas a las que haces referencia pertenecían a la iglesia antigua, mozárabe y si me apuras romana. Así se quería dignificar y perpetuar el antiguo templo. Además de esas piedras tienes la pila bautismal y, sobre todo, la columna que sostiene el coro, si te has fijado no pega ni con cola; para que ejerciera su función de sostén la tuvieron que elevar a un pedestal, bastante feo. Pero esa función de autentificación y continuación del mismo culto en el mismo templo sí que se la daba. La columna tiene toda la pinta de ser romana; por eso, anteriormente, te decía lo de la iglesia romana.
Igualmente pienso que la iglesia no estaba entre el templo nuevo y la Tercia, justo por ese lugar pasaba la muralla, en el Diccionario de Madoz se dice que es un templo extramuros.
Muchas veces he pensado que el lugar de la Tercia no es el apropiado para la iglesia, pero… con un torreón defensivo al lado sí que es factible, ya conoces por otras entradas todo esto.
También opino que la antigua ermita de Santa Clara estaba situada junto a la bocamina, no abajo al lado de la casa de la hija de Sebastián “Manacilla”. Es el lugar lógico, por estar cerca del agua, que podían vender, y por tener un acceso más fácil y libre de arroyos.
Por otra parte tengo que decir que las tierras del Chorrillo son otorgadas por Fernando III al convento de Santa Clara de Jaén, nada que ver con la ermita de Santa Clara de Lahiguera. Recuerdo, en mi época de estudiante, hicimos un trabajo de investigación del convento de Santa Clara de Jaén. La hermana tornera nos contaba que lo fundó Fernando III, extramuros, pero entraron los moros y violaron y mataron a las hermanas; entonces lo trasladaron al interior de las murallas.
Ya sabes del gran aprecio que te tengo. Para nuestro pueblo es un honor tener a gente tan valiosa como tú haciéndonos conocer nuestro pasado. Creo que el aprecio es mutuo, aunque a veces, y creo que es esencial y necesario, podemos y debemos discrepar.
¡¡Genial!!
Es un trabajo que realmente vale la pena. Te felicito. Me ha encantado y lo he guardado, pues tiene un montón de datos que son valiosísimos; en algún momento te pediré permiso para utilizar algunos.
Un fuerte abrazo
MELITON
esplendido tu trabajo Pedro como todo lo que publicas y sobre todo lo bien documentado seguiré leyendo tus artículos pero por favor un poquito mas cortos
Mi reconocimiento por el tiempo dedicado a este artículo para escudriñar en la historia de nuestro pueblo, en este caso con referencia a nuestro “templo antiguo”. Muy al margen de lo que Pedro nos trae a la luz sobre el mismo (que no es poco meritorio), me viene al recuerdo mi estancia, en el mencionado, hace unos pocos días…durante la celebración de tan estupendo concierto que tuvo lugar en el mismo. Ante mis ojos no pudo pasar desapercibido el abandono en el que se encuentra uno de los edificios más emblemáticos de nuestro humilde pueblo.
Mientras escuchaba aquella maravillosa música que un estupendo conjunto musical nos ofrecía (“El parnaso español”), no paraba de mirar cada uno de sus rincones, preguntándome el porqué de tal lamentable estado. En fechas actuales atravesamos malos momentos económicos (…), pero no creo sean peores que los que tuvieron lugar siglos atrás…en los años de su fundación…o en otros posteriores; incluso quiero tener conocimiento de que algunos voluntarios de nuestro pueblo, recientemente, trataron de adecentar su interior (…alguna denuncia, me contaban, paró su labor). Al día de hoy, podemos apreciar cómo parte del ladrillo viejo que estaba tras el eslucido se ha puesto a la vista, pero lleno de cavidades y rozas…supuestamente para la instalación del alumbrado; las rajas que han tenido lugar por los movimientos del terreno son evidentes…los desconchones, goteras y otros defectos se muestran sin pudor.
Ante todo esto…me preguntaba…¿cuándo llegará el día en el que nuestro pueblo se preocupe por su patrimonio cultural?.
Saludos cordiales.
Juan José Mercado Gavilán.
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