PREGON DE LA SEMANA SANTA DE LAHIGUERA 2014:
Rvdo. Sr. Párroco
Sr. Presidente de la Agrupación de Cofradías
Sr Alcade
Sres. Concejales
Queridos paisanos y paisanas.
Doy la bienvenida a todos los presentes a este acto y antes que nada quiero decir que siento muy feliz por estar esta noche con todos vosotros. Se me ha pedido pregonar la semana Santa de 2014 y no he querido dejar pasar esta oportunidad que se me ofrece para poder dirigirme a mis paisanos.
Muchas vueltas me ha dado la cabeza sobre cómo enfocar este pregón. Sobre qué se debe decir y qué no se debe decir. Muchas vueltas sobre lo conveniente y sobre lo que no conviene. Sobre qué debe ser un pregón y qué no debe ser…Entiendo que cada persona es un mundo y que cada pregón debe ser diferente. Ni siquiera entiendo que existe un prototipo o un modelo de pregón preestablecido. Así como no hay dos caras iguales, no hay dos almas iguales y por tanto no debe haber dos discursos iguales.
No comienzo este discurso, pues con el ánimo de que sea acogido por todos los presentes. Habrá a quien guste y a quien no guste. No faltarán las frases como: está bien, pero le ha faltado emotividad. O aquéllas como, bien, pero un poquito cansino. Cada cual es cada quien y cada persona es un mundo.
Dicho esto comienzo este discurso con el ánimo elevado, espero en cualquier caso ser ameno, no faltar a la cortesía hacia los oyentes que exige este tipo de actos y teniendo presente aquella frase del inmortal Goethe que dice:
Quien habla mucho rato solo ante otros sin halagar a sus oyentes se vuelve antipático.
PRIMERA PARTE
Quien no recibe el reino de Dios como un niño, no entrará en él.
Mateo, 19, 13-15.
Quiero comenzar pues por tener presente a las cofradías que hicieron posible que siendo unos niños, pudiésemos recibir este primer contacto con estos misterios que hoy estamos tratando.
En mi primera memoria está la tarde de un Jueves Santo. A eso de las 7,00 salía esa procesión, San Juan Evangelista y la Virgen de los Dolores. Recuerdo bajar la calle abajo con mi hermano camino de la Iglesia, el viento suave y fresco de la primavera, la tarde apacible y el sol dando la luz suave de sus últimas horas.
Normalmente uno estrenaba ropa en semana santa y, claro, aquél era el día del estreno. Con motivo de aquélla procesión, uno le preguntaba a su madre por qué salen San Juan y la Virgen solos? Y nuestra madre respondía, porque Jesús se ha perdido, y ellos dos salen a buscarlo. Claro, ahí nos daba a entender que algún problema tenía este hombre y ellos lo buscaban preocupados, o al menos, así lo entendía yo. Recuerdo perfectamente aquéllas andas de cuatro brazos, y aquélla sencillez de las procesiones. Aquélla banda de tambores y cornetas, y el himno nacional a la salida y entrada de los pasos. El padre Martin detrás de la procesión, el incienso, los estandartes, etc.
¿Qué había de mágico en todo aquello, que con el paso de los años se ha vuelto un poco más insípido? ¿Será que nuestra alma se ha ido estropeando con el paso de los años?
Todo aquel drama que se presentaba a nuestros ojos se vivía intensamente. La mente no intervenía en su comprensión, todo se recibía directamente con el corazón. Pareciera que Adán aun no hubiera salido del paraíso, y el hombre, aún niño, era uno con la naturaleza. No existía esa dualidad entre esto y aquello, entre lo mío y lo tuyo. Semejantes debían ser aquellos lejanos tiempos de la Arcadia, cuando los ríos de agua pura manaban leche y miel. Aquella niñez, verdaderamente son un reflejo de aquellos tiempos paradisíacos, el estado del alma en plena comunión con el Cosmos y con lo Divino. Más tarde, el hombre comienza a hacer uso de su entendimiento, a distinguir entre lo bueno y lo malo y entonces toma el fruto prohibido del paraíso, el árbol aquél del Bien y del Mal, el de la famosa manzana que tantos quebraderos de cabeza ha acarreado a esta humanidad.
Volviendo al tema que nos ocupa, antes de la procesión asistíamos a los oficios del Jueves Santo, con el famoso lavatorio de los pies… y aquello me resultaba interesante. Aquel acto, en que el sacerdote, simbolizando a Jesús, se disponía a lavar los pies a los a los Apóstoles, traía un eco lejano, misterioso…Qué habrá en el simbolismo del agua, siempre presente en los misterios religiosos: las aguas del génesis, aquéllas sobre las que se cernía el espíritu divino y que daban origen a todo lo creado, las aguas bautismales, que nos lavan la mancha heredada, el misterio de la transmutación del agua en vino, precisamente en la celebración de unas bodas, las de Canaán…
El Viernes Santo era un poquito más intenso. Madrugábamos y nos íbamos a la iglesia de arriba a escuchar los pregones. Aquéllas voces parecían tan antiguas como los mismos muros de la vetusta iglesia. El olor a piedra, a velas, el incienso y el eco de las voces rancias formaban un cuadro indisoluble, como si aquella música fuese la misma voz de ese templo antiguo. En aquel ambiente se siente el peso de los siglos, y una voz secreta nos llama desde lo más hondo a remontarnos en los misterios más arcaicos.
Oh, señor omnipotente
el momento ya se acerca
En que habéis de borrar toda
la iniquidad de la tierra.
Así comienza este bello tríptico de la pasión . Los pregones, como todos sabemos son un repaso de la pasión desde la confortación del Angel hasta la sentencia a muerte de Pilatos.
Y así es preciso que mueras
Para borrar el pecado
De Adán y su descendencia.
Este primer pregón nos introduce plenamente en el misterio del Cristo y de su misión. El hombre áquel paradisíaco, vivía en perfecto equilibrio con su propio Ser y con lo Divino, gozaba de todas las delicias del universo, y el cosmos era un claro espejo donde podía contemplar todo el misterio de la Creación. La caída del estado angélico, trajo consigo la pérdida de sus valores espirituales y el hombre comenzó un peregrinaje en el que se fue alejando cada vez más de su Creador.
Nació el Pecado y el hombre vió manchada su alma. El hombre tuvo entendimiento, diferenció entre el bien y el mal, entre lo mío y lo tuyo. Más tarde Caín mató a Abel y la mente se tragó al corazón. El Cristo viene a ser pues el liberador del Alma, el Restaurador de nuestros valores espirituales.
Consumados los tres pregones, llegaba áquel momento emocionante de la salida del Cristo. Aquella imagen nos infundía cierto pavor, una mezcla extraña de miedo y respeto. ¿Qué hay de enigmático en todas las imágenes de un Cristo portando una cruz? ¿Qué tiene en su mirada este Quetzalcoatl hebraico? Decían que aquél hombre llevaba sobre sus hombros el peso del mundo. Para las almas inocentes, este hombre era un héroe extraño, semejante al Atlas griego que soportaba sobre su espalda el globo terráqueo, o lo que es lo mismo, todo el peso del mundo.
Reverentes caminábamos en silencio, cerquita del paso, con el alma unida a esa imagen. Sin preguntas en la mente, sin dudas, y también sin respuestas. Sin dogmas ni silogismos. Simplemente en silencio allí, en aquél justo instante.
Maravillosa su bajada por las calles angostas. El sol reluciente parecía un tanto triste y hasta los pájaros se contenían en su dulce canto.
No puedo dejar de mencionar cuando el paso llegaba a la calle Jaén. Entonces el Señor párroco hacía un pequeño descanso. Ese hombre llevaba levantado desde muy temprano y a eso de las 10 de la mañana aún no había probado bocado, y como no era nada decente pararse en la peña con los mismos hábitos, pues se colaba por la puerta trasera de mi casa con el objeto de tomarse un tentempié. Yo, que como ustedes comprenderán, iba acompañando al séquito, hacía tres cuartos de lo mismo, ya que al fin y al cabo, tenía derecho a entrar por esa puerta angosta senda que conducía al comedor de mi casa. Pero cuál no era mi sorpresa al llegar y ver en qué se había convertido la lúgubre mesa de todos los días. Más que una mesa de comedor en un Viernes Santo a mí me parecía un altar del día del Corpus. Qué mantelería, qué cubiertos. En qué lugar los tendría mi madre que yo no los veía en todo el año?. Y en medio dos platos rebosantes, uno de roscos de baño blanco y el otro de magdalenas de las grandes. Qué cosas, hasta las magdalenas aumentaban su tamaño para estas fiestas!
Imagínense la emoción cuando el Sr. Cura ataviado con todos sus hábitos, todo un sacerdote de la Orden del bíblico Melquisedec, se disponía a bendecir la mesa y rezar el consabido Padrenuestro. Yo esperaba reverente a escuchar el Líbranos del Mal Amén para tomar con la diestra un rosco de baño blanco y devorarlo en un santiamén.
El Sr. Párroco se tomaba discretamente un magdalena y su café, pues el Cristo ya venía asomando por la calle nueva y él debía incorporarse de nuevo en su puesto.
Como todos sabemos el Cristo continuaba su paso por la calle abajo, buscando el momento culminante del cerrillo, pero antes había que estar atentos al balcón de nuestro amigo Pedro, porque si ustedes veían la persiana a media asta y la cortina asomando movida por el viento, es fácil que se produjese el milagro y que en cualquier momento saltase a su balcón este saetero, y nos deleitase con una hermosa Saeta por seguiriyas.
Poco puedo decir sobre el momento estrella de nuestra Semana Santa que ustedes no sepan. El bullicio de la subasta, el a la una, a las dos y a las tres…y el ya sale!!!
Siempre la consabida pregunta: porqué corren a San Juan y a la Virgen. Porque simboliza cuando la Virgen encuentra a Jesús en el camino y sale a su encuentro…lógico.
¿Por qué en la expresión de los misterios de Semana Santa por parte del pueblo llano y sencillo existe esa tendencia a llevar los actos al límite? La carrera pasa de ser una representación de un momento de la pasión para convertirse en una expresión del valor y la fuerza masculina, donde el riesgo asume un papel muy importante. El hombre sencillo, consciente de la pasión del Cristo, y del estado límite de sus fuerzas en tales circunstancias, pretende ponerse en su mismo lugar, y llevar así sus fuerzas al límite, tal como Jesús las tuvo en su pasión. No es una Ley que los pasos leguen arriba sanos y salvos, ni es tampoco una ley fija el que en los procesos internos el inciado llegue triunfante a su meta.
Luego el paso continúa su marcha, ahora el Cristo va acompañado. Y, ¿por qué la Virgen va delante del Cristo? No tiene mucha lógica. En cierta ocasión le pregunté a un sacerdote por esta cuestión y me contestó: Pues verás, porque en este camino interior, la madre va abriéndole paso al Hijo. La primera parte del camino la recorremos con el auxilio de nuestra Madre Divina, pero la parte culminante la realiza el mismo Cristo en nosotros. Nadie va al Padre sino por mí, nadie llega al Padre sino a través del Cristo, y nadie llega a alcanzar los misterios del Cristo sin el auxilio de la Madre Divina. Ah! Vale.
Una vez encerrada esta procesión, la siguiente cofradía que hace su aparición es la del Santo Entierro. Como siempre acompañados por la Virgen de los Dolores y San Juan. El Cristo yace en su urna de cristal, esperando el momento para ser levantado de su sepulcro. Dicen las tradiciones que durante este proceso el Cristo descendió a los infiernos, y que con su muerte mató a la misma muerte. Perseo descendió al Hades para cortar la cabeza de la Medusa, Hércules para realizar sus 12 trabajos y Orfeo descendió al infierno para rescatar a su amor Eurídice…
La noche del viernes santo hacía su aparición aquélla de la Virgen de la Soledad. Augusta, toda de negro, semejante a la Hécate de los antiguos…
SEGUNDA PARTE
Si alguno quiere venir en pos de mí niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame.
Mateo 16. Marcos 8. Lucas 9
En esta frase del evangelio, están contenido los principios fundamentales del cristianismo. La expresión niégate a ti mismo, encierra la clave maestra por donde debe empezar el trabajo interior. El estudio consciente del mí mismo del Ego, nos lleva a la conclusión, de que en él está la causa de todos nuestros errores, sufrimientos, angustias…
Pero, ¿Qué se entiende por negarnos a nosotros mismos?, ¿En qué aspecto de nosotros mismos hemos de negarnos? ¿Qué se entiende por el mí mismo? Parece claro que el MÍ MISMO es aquello que constituye el YO, el EGO de la FILOSOFIA y de la PSICOLOGIA. Pero primero hay que conocer al mí mismo, a este YO o EGO.
En el templo de Apolo en el Monte Parnaso (2.500 años A.C.) en Grecia, se hallaba una inscripción que decía:
“Te advierto, quien quiera que fueres, ¡Oh; tú que deseas sondear los arcanos de la naturaleza, que si no hallas dentro de ti mismo aquello que buscas, tampoco podrás hallarlo fuera! Si tú ignoras las excelencias de tu propia casa, ¿Cómo pretendes encontrar otras excelencias? En ti se halla oculto el tesoro de los tesoros. ¡Conócete a ti mismo y conocerás al universo y a los dioses!”.
Así pues, para poder negarnos a nosotros mismos, primero tenemos que conocernos en profundidad, tanto en los niveles conscientes como en los subconscientes.
Alguien puede decir, yo me conozco a mí mismo. Conocernos a nosotros mismos no significa saber cómo nos llamamos, dónde vivimos, en qué trabajamos, cuántos años tenemos…Parece claro que este conocimiento al que nos estamos refiriendo es más bien de tipo PSICOLOGICO.
Y ustedes me dirán: y ¿Qué tiene que ver todo esto con la religión y la Semana Santa? Si yo les dijese que me definieran a alguien desde el punto de vista psicológico, pues me dirían: pues fulanito es un perezoso, o un iracundo, o un orgulloso, etc. Y yo pregunto, ¿no son estos, precisamente los 7 PECADOS CAPITALES? Así pues, parece claro que estos siete pecados capitales constituyen el MI MISMO, el SI MISMO, de que nos habla JESÚS y es precisamente en este aspecto donde debemos de NEGARNOS.
No obstante, alguien puede saber que es iracundo, perezoso, goloso, envidioso…y sin embargo no conocer en profundidad esa ira, esa pereza, cuáles son sus causas, porque aparecen cuando menos nos lo esperábamos…Y en la mayoría de los casos, tras un pronto de IRA, decimos o hacemos cosas de las cuales luego nos arrepentimos, pero sin embargo, pasados unos días, un mes…se repite una escena similar y volvemos a ser víctimas del mismo arrebato. Afortunadamente, casi siempre interviene LA MENTE, y entonces nos justificamos. La mente siempre se lava las manos, se justifica, es el PILATOS INTERIOR.
No obstante, dentro del hombre se halla una chispa de la llama divina, es lo que se denomina conciencia. La conciencia es la voz de Dios dentro de nosotros y es aquello que nos permite auto explorarnos, auto conocernos. Es una chispa del fuego de la divinidad.
Sin embargo, esta conciencia no se encuentra libre al 100 %. Dicen los científicos que tenemos un 3% de consciencia y el resto es inconsciencia o subconsciencia. Es claro que esta conciencia sumergida o subconsciente, se encuentra atrapada entre las diversas formas del Ego, del Yo.
Recordemos la obra La vida es Sueño de Calderón de la Barca. Segismundo, que es un príncipe, se encuentra encarcelado, privado de toda libertad, atrapado en una horrible prisión sin ver la luz del Sol. El simbolismo de esta obra es extraordinario. Segismundo representa al alma humana encerrada en la prisión del Yo, del Ego, privada de toda luz .Esta alma, que es soberana, está privada de todos sus derechos reales y se lamenta desde el fondo de nuestra propia prisión.
Recordemos también el mito de Ajuna, perteneciente al Bagavad Ghita indú. Este Arjuna era un príncipe al que sus PARIENTES le habían arrebatado el trono, entonces Arjuna con la ayuda de Krista y todo un ejército de fieles a él, decide enfrentarse a aquellos que le habían arrebatado el trono. Pero cuando Arjuna se ve en el campo de batalla, enfrente de sus enemigos exclama:
Al ver, oh Krisna a mis parientes, que ansiosos de combatir están aquí reunidos, se relajan mis miembros y mi rostro se marchita; temblor y horripilación en mi cuerpo se producen; mi Gandiva (arco) resbala de mi mano, mi piel se abrasa, no puedo tenerme en pie y mi entendimiento parece que anda errante.
Arjuna representa al alma humana, que ha sido desprovista de sus valores reales, de sus virtudes, de sus poderes. Los que le han arrebatado el trono son sus parientes.
En el cristianismo, a las diferentes formas del Ego se les denomina los 7 pecados capitales. Estos constituyen el
mí mismo de que nos habla Jesús. Negarnos a nosotros mismos equivale a erradicar de nuestra psiquis la Ira, la Pereza, la Lujuria, la Codicia, la Avaricia, el Orgullo y la Soberbia. Dicen las tradiciones que Jesús sacó del cuerpo de María Magdalena 7 demonios, los 7 pecados capitales.
El camino iniciático exige la muerte radical de estos 7 pecados capitales, conocidos en el antiguo Egipto como los 7 Demonios Rojos de Seth.
Juan el Bautista es llamado El Precursor, es el que prepara la labor suprema del Cristo. Juan nos habla de un cambio interior, de un hombre nuevo y de la muerte del hombre antiguo. Con su decapitación, nos está mostrando el camino de la muerte interior, sólo así se logra que en el interior surja el Hombre nuevo. Juan representa ese hombre nuevo. Por eso Jesús dice de él que de entre los nacidos de mujer, no hay otro más alto que Juan. Juan representa el Hombre perfecto dentro de nosotros. Jesús se llamaba a sí mismo el Hijo del Hombre, pues sólo de este tipo de hombre superior puede hacer el Cristo.
La muerte del ego, del hombre inferior tiene mucha simbología en distintas culturas. Recordemos el mito de Teseo y el Minotauro. En el centro justo de la catedral de Notredam de París, había representado un laberinto. Al mismo centro del laberinto se adentró Teseo para dar muerte al Minotauro, el cual tenía arrebatados los tesoros del reino. Así también, nuestro minotauro interior nos ha arrabatado nuestros tesoros, nuestros valores espirituales, y allí, al laberinto de nuestra propia psiquis, debemos adentrarnos para dar muerte a nuestro minotauro particular.
Recordemos también el mito de Perseo y la Medusa, la cual convertía en piedra a todo el que la miraba a los ojos. Así nuestra medusa interior nos tiene petrificados.
Tome su cruz.
La Cruz es el símbolo cristiano por antonomasia. Debemos distinguir entre la cruz como un elemento de tortura y muerte y la cruz como símbolo religioso Universal. Recordemos la cruz ansada egipcia, con su parte superior en forma circular semejante a la planta de nuestros templos góticos, con el ábside en forma de girola, símbolo de la vida universal. Recordemos la cruz maya de Palenque o la cruz dentro del círculo, símbolo del dios nórdico Odín.
Los misterios de la cruz están relacionados con el nacimiento segundo, aquél del cual habló Jesús a Nicodemo.
Sobre el simbolismo de la Semana Santa
Celebramos el nacimiento del Cristo justo en el Solsticio de Invierno, cuando el Sol se halla en su punto más débil y la Naturaleza toda se encuentra fría, sin luz, sin la fuerza del Sol que es la Fuente de Vida. Nace el Cristo, pues, en el frío del alma que se encuentra desprovista de las fuerzas divinas, entre las bestias del deseo y en el frío de la noche. Con la Primavera el Cristo llega a su madurez y se sacrifica para dar vida a todo lo creado, haciendo resurgir a toda la naturaleza y despertándola de su letargo. Dando vida a los seres que la pueblan y haciendo que las cosechas hagan germinar y madurar su fruto.
Cristo es el Fuego del Fuego. Cuando Moisés vio a Dios en el Sinaí, se le apareció en forma de un Fuego Inextinguible. Nuestro Dios es un Fuego devorador, decía San Pablo.
En la oscuridad del alma, entre el frío de lo superfluo y entre las bestias del deseo que todos llevamos en nuestro interior, deben nacer estas fuerzas Crísticas para darnos vida interior, luz interior. El Cristo debe nacer y hacerse fuerte dentro del alma. La misión de Jesús comienza con el milagro de las Bodas de Caná, con la transmutación del agua en vino, de las aguas mercuriales en el vino de la luz. Debe el Cristo expulsar a los mercaderes del Templo con el látigo de la voluntad. Esos mercaderes, que han profanado el templo y lo han convertido en una cueva de ladrones los llevamos en nuestro interior.
Hay una sucesión cronológica muy interesante desde el Carnaval, Cuaresma y la Semana Santa. El Carnaval representa al hombre mundano, el estado egoico, el desorden, la comedia, la tragedia…Si pensamos por un momento sobre nuestro estado interior, donde no hay orden ni concierto, vemos que se corresponde con ese espíritu del Carnaval. El paso del Carnaval a la Cuaresma, representa un cambio de estado interior. La Cuaresma representa el estado del hombre reflexivo, interiorizado, que se prepara para el advenimiento del Cristo. Es claro que para ingresar en la Cuaresma tenemos que pasar por el Miércoles de Ceniza, y eso nos habla de una muerte. El hombre antiguo, mundano debe morir, para dar paso al Hombre nuevo.
Lahiguera a 17 de abril del 2014.
...texto y fotografías proporcionados por Carmelo.