PROLOGO

Se pretende que sea éste un espacio dedicado a entretener y deleitar (... a través de la fotografía fundamentalmente) ... a dar a conocer (...o traer al recuerdo) ciertos monumentos o espacios situados en el término o cercanías de Lahiguera. ...a llamar la atención por el estado de abandono y deterioro de muchos de ellos, ...y si llegara el caso, a remover la conciencia de todos los que somos "herederos" de tales monumentos y espacios, y que con nuestra aportación ayudásemos a la conservación de los mismos.

lunes, 3 de octubre de 2011

FRAY BLAS PALOMINO



Siglo XVI: Fray Blas Palomino:

       Una vez más me encuentro sorprendido por el desconocimiento de este nuevo personaje de quien tratará esta nueva publicación; y supongo que no seré el único que pueda pensar o decir esto mismo. Ha sido de nuevo Manuel Jiménez Barragán, quien ha aportado este estudio en la historia para dar a conocer tan ilustre personaje con raíces en nuestro pueblo: Se trata de Fray Blas Palomino. Creo que no puedo decir nada más ... ni nada mejor que lo que ya ha expresado Manuel, así que paso a plasmar su documento:

FRAY BLAS PALOMINO


Con este texto pretendemos que se conozca un poco más a un personaje nacido en nuestro pueblo, Blas Palomino, con seguridad lo mejor que nuestra tierra ha dado.
El escrito es una transcripción del libro que se cita, se ha cambiado el castellano de la época pero conservando algunas palabras y giros. También se han modificado los signos de puntuación y se ha recortado el texto, era muy extenso. Todo para que aparezca más ameno.
La época histórica pertenece a los reinados de Felipe II y Felipe III. España es la primera potencia del mundo, al que ha conquistado y pretende evangelizar.  




       


 Rey Felipe II.                        




Viaje marcado de rojo de Blas Palomino.










     Monedas de 1 cuarto (muy abundantes en nuestros “ruedos”).






SANTOS Y SANTUARIOS DEL OBISPADO DE JAÉN Y BAEZA
 Por Francisco de Bilches. 1654
CAPITULO LXVII
El venerable Padre fray Blas Palomino natural de la Higuera de Andújar.

En el año mil quinientos setenta nació en la villa de la Higuera (llamada de Andújar por su vecindad) el venerable padre fray Blas Palomino, verdadero imitador del gran patriarca  san Francisco. Sus padres, Francisco Ruiz Palomino y doña María Verdejo, descendientes fueron de aquellos soldados valerosos del santo rey don Fernando. Conquistadores y pobladores de estas tierras, bastante recomendación de su nobleza. Desde la mantilla dio señales Blas de la extrema pobreza y humildad que había de seguir en el discurso de su vida. Aún no era de un año, cuando  cogía las migajas, y sobras de la gente de su casa, y las comía, o entretenía con ellas el tiempo, sin pedir, cuanto más llorar por el pecho, y golosinas que suelen los de aquella edad.



A los cuatro años fue con sus padres a novenas a nuestra Señora de la Cabeza, santuario de los más celebres de España. Y puesto que gastaba el niño casi todo el día en oración, se levantaba en el silencio de la noche, y hurtándose (a escondidas) de sus padres, velaba ante el Altar de la Virgen, suplicándole afectuosamente le alcanzase gracia de su Hijo para acertarle a seguir. Estaba advertido (enseñado) de su madre y sentó en él esta devoción.
En la escuela era muy querido por su apacible condición, y trataba con los otros niños, no de travesuras, o juegos, sino de las cosas que oía en los sermones (…)

Comenzó a estudiar la Gramática en Baeza, y a los pocos meses demostró ingenio (…)

Volvió a casa de sus padres para administrar la hacienda. Dejó el estudio, mas no la virtud que aprendió en escuelas, oír misa al reír del alba, confesar, y comulgar frecuentemente, rezar todos los días el rosario y otras devociones.

Aplicose a la labor del campo sin mostrar dificultad. Tenía puesto su gusto en darlo a sus padres y obedecerles en todo lo que le ordenasen. En el campo era el primero que echaba mano al arado y azadón, y el ultimo que los dejaba, no tanto por aumentar la hacienda, cuanto por ensayarse para los  trabajos de mayor monta, que ya deseaba padecer por la gloria del Señor. Apenas había criado, por robusto que fuese, que mantuviese tela con él  (ningún criado trabajaba tanto). (…) Fuera del trabajo ordinario, que como se ha dicho, era de sol a sol, gastaba buena parte de la noche, aunque viniese cansado, delante de un crucifijo que para este fin tenía en su aposento (…) No paró aquí, porque la caridad que ardía en las entrañas de Blas Palomino le incitaba a remediar en todo, o en parte, las necesidades de los prójimos (…) Vio a uno en tiempo de frío, muy desnudo, y no teniendo a mano con qué poderle remediar, se quitó su vestido costoso y se lo dio al pobre, y por camino escusado (camino escondido ya que no tenía ropa) volvió a su casa y vistió el ordinario con que solía ir al campo. Y desde aquel día no admitió vestido lujoso. Tanta fue su caridad, tan grande su modestia. (…)

Pasados tres años volvió a Baeza a proseguir sus estudios (…) en todo el tiempo no supo más de dos calles, de su casa a Escuelas, y de estas al Colegio de la Compañía de Jesús (…) Aquí supo de los empleos de los religiosos en los reinos del Japón (…)

En el convento de San Francisco de Montilla vistió el hábito religioso, fue ejemplo de novicios (…) El aspecto y trato de fray Blas Palomino, predicaba y exhortaba a devoción. Fue dotado de una alegría religiosa, y tanta afabilidad, que se entraba en los corazones de la gente y se hacía señor de ellos. (…)

Partió de Baeza camino de Sevilla donde se había de embarcar para Filipinas. Pasó por su patria, despidiose de sus hermanos, y deudos, y de toda aquella villa. Llegado a Sevilla quiso agradecer a su patria (cuando dice patria se refiere a nuestro pueblo, Lahiguera) la voluntad que en esta, y  otras ocasiones le mostró. Escribió una carta común (para todos los higuereños), aunque en sobre escrito fue para un hermano suyo:



A mi hermano Pedro Palomino, que Dios guarde, en la Higuera de Andújar. Pax Chirsti. No he escrito en todos estos días, hasta saber cierto nuestro viaje, ya parece que será presto, pues están las naves aprestadas, que saldrá la flota muy presto y así nos partimos esta noche para Cádiz (…)  tengo mucha necesidad de socorro de nuestro Señor, para satisfacer algo de lo mucho que debo, y así pido con mucho encarecimiento que me encomiende a nuestro Señor todos los días (…) Pero porque soy pecador y no merezco padecer por amor de Dios, si no es grandes tormentos por mis pecados, pidiendo a todos mis hermanos perdón de todo aquello que le haya ofendido, y faltado a su consuelo o provecho espiritual, les beso los pies, pidiéndoles humildemente que me perdonen (…) A todos mis hermanos, sobrinos y parientes, y a todo este lugar, del cual yo tendré cuidado de encomendarlo a Dios: queden muy enhorabuena, que yo voy con deseo de no volver a España. De Sevilla, y de mayo treinta de mil y seiscientos y ocho años. (…)




CAPITULO LXVIII

Los grandes  y admirables empleos, y trabajos padecidos por amor de Dios, del venerable Padre fray Blas Palomino, en el nuevo mundo por espacio de doce años, y su preciosa muerte (…)

Dicho padre era ya sacerdote cuando pasó, y a mi parecer de edad de cuarenta años poco más o menos. Y que llegados que fuimos a dicha provincia de Filipinas, el dicho padre aprendió la lengua de los naturales, que llaman Tagala, y en ella administró por muchos años los Santos Sacramentos a aquellos nuevos cristianos, con grandísimo ejemplo de todos, y mucho fruto que hacía en las almas (…)





Y mirando hacia los barcos vi a los que en ellos estaban tomar apriesa los arcabuces y decir a voces: traición, traición. Y volviendo a mirar atrás vi ya, atravesado con un lanza, al bendito padre fray Blas; que murió en mis manos dentro de un cuarto de hora (…)

El cuerpo se llevo a Maluco, donde está colocado en una caja en la iglesia de nuestro convento de San Antonio, como de santo Mártir (…) poniéndole y nombrándole entre el número de los mártires que había habido en aquella santa provincia (…) fue su glorioso triunfo a diez de marzo del año mil seiscientos veinte.





 ====================================================
 ====================================================



Esta es la historia de un hombre bueno, de los nuestros y al que tenemos olvidado. Para terminar permitidme escribir y mandar una carta a Blas Palomino, quizá la lea.





Querido y admirado fray Blas, consiente, como higuereño, que conteste a aquella carta que tú nos escribiste allá por el año 1608. Han pasado cuatrocientos tres años y parece que el cielo no oyó tus peticiones para con nuestro pueblo, seguimos casi igual, o peor, que cuando tú te marchaste.

La iglesia, que tú, mi buen fraile, casi estrenaste, tiene una torre nueva. De la ermita de Santa Clara nada queda, y el manantial de agua buena que a sus pies corría está seco. Ya nadie oye misa al reír del alba, algunos al llorar la tarde. Y nadie, como tú, da su traje para quedarse desnudo.

No creas que el pueblo haya crecido considerablemente, parece que no podemos caber muchos y, cuando ese número llega, la gente tiene que emigrar, como en tus tiempos, lejos.

Lo que más te asombraría, si lo vieras, es el campo solo, sin gente, sin pájaros, sin flores. Lejos de aquel bullicio de bueyes, mulos y caballos, cantos  de arado… que tú  viviste. Te asustaría ver como el agua ha roto la tierra desnuda; unas enormes, cada vez más profundas zanjas que no parece que sean sino sepulturas, se están adueñando del paisaje.

Tenemos dos iglesias. ¿Querrás creer que ninguna tiene ni una hornacina que te cobije? ¿Qué no haya un mes de marzo que un sacerdote te recuerde? ¿Querrás creer que no hay una calle que lleve tu nombre? Yo sé que por tu humildad así lo quieres, pero… por nosotros, por ser mejores.

Al mirar la carta te habrá intrigado el mapa, Baler, en la provincia de Aurora, bonito nombre para una provincia. Te cuento, porque esto pasó siglos después de tu muerte.


 
 
En 1899 acaba el imperio español. Todo se simboliza en la resistencia de un grupo de españoles, cincuenta y dos, en la iglesia de Baler, sólo sobrevivieron treinta y tres. Los ejércitos  filipino y de Estados Unidos acosaron la iglesia.

A este grupo de valientes se les llamó “Los últimos de Filipinas”. Quizá más recordados por una película (no te explicaré lo que es una película, no te lo ibas a creer) que hicieron años después, que por la Historia. Sobre todo por una canción muy hermosa: “Yo te diré”.

Ya, mi venerable hermano, y espero que no te hayas sonrojado porque a mí me llena de orgullo, sabrás por qué te cuento toda esta historia. Baler la fundaste tú.  Orgullosos nos debemos sentir todos de que lo último que se pierde de un imperio donde “no se ponía el Sol”, lo había fundado uno de Lahiguera.

Y estoy seguro que la heroicidad, tenacidad, valentía, sacrificio… de aquel grupo de hombres se debe a ti, aquella tierra quedó impregnada de tus valores. El 30 de junio de 1899 el presidente de la República de Filipinas, Emilio Aguinaldo, había escrito: “Habiéndose hecho acreedoras a la admiración del mundo las fuerzas españolas que guarnecían el destacamento de Baler, por el valor, constancia y heroísmo... Vengo a disponer lo siguiente: Los individuos de que se componen las expresadas fuerzas, no serán considerados como prisioneros, sino por el contrario, como amigos”.

Fíjate, mi noble fraile, hasta el jefe del enemigo se ha contagiado de tu bondad.



Por lo mismo creo que esos valores tuyos también están latentes aquí, en Lahiguera, tu pueblo, esa es mi esperanza. Presto aflorarán, que hay priesa. 

Hasta Siempre, fray Blas.
Desde Lahiguera a dos de octubre de dos mil once.
Te beso los pies.

Manuel Jiménez Barragán.