PROLOGO

Se pretende que sea éste un espacio dedicado a entretener y deleitar (... a través de la fotografía fundamentalmente) ... a dar a conocer (...o traer al recuerdo) ciertos monumentos o espacios situados en el término o cercanías de Lahiguera. ...a llamar la atención por el estado de abandono y deterioro de muchos de ellos, ...y si llegara el caso, a remover la conciencia de todos los que somos "herederos" de tales monumentos y espacios, y que con nuestra aportación ayudásemos a la conservación de los mismos.

sábado, 27 de abril de 2013

UN HIGUEREÑO EN MAUTHAUSEN:

Un higuereño en el infierno de Mauthausen

Juan Ortiz Garrido nace en Lahiguera (Jaén), el día 13 de enero de 1904. Es uno de los muchos republicanos españoles que, tras finalizada la Guerra Civil, se exilia en Francia huyendo de las represalias del franquismo. Poco se imaginaba que las penalidades pasadas serían un juego de niños para lo que le esperaba.


Algunos republicanos son combatientes con el ejército francés en su lucha contra la Alemania nazi. Unos son capturados por los alemanes, otros entregados a estos por el gobierno traidor y colaboracionista de Vichy.


 No se sabe con exactitud cómo llegó Juan Ortiz a su primer destino: el campo de prisioneros de Stalag  XVII-A  situado en Kaisersteinbruch, Austria. (Stalag proviene de Stammlager, es el nombre con que se designaba el campo donde ubicaban a los militares sin graduación).
A Mauthausen suponemos que fue con una partida de españoles de la que formaba parte el escritor Mariano Constante Campo.


 Juan es deportado a Mauthausen el 7 de abril de 1941 y el número de su matrícula es 4819, en la misma fecha es trasladado Mariano Constante y su número de preso es el 4584, así que probablemente fuesen compañeros y se conocieran, ya que también fueron de los pocos que sobrevivieron.


 Juan Ortiz Garrido ingresa en Mauthausen, por este campo pasan 8000 españoles y sobreviven 817. De estos españoles Franco no quiere saber nada, por eso los republicanos llevaban un triángulo azul (significaba que no tenían patria) con una S de Spanier.
Mauthausen fue uno de los dos campos de toda Europa calificado de Grado III, para enemigos político incorregibles, utilizado principalmente para tareas de exterminio.


 Los métodos de exterminio incluían: (tomado de Wikipedia)
•    Celdas de castigo. Estancias de unos 7 m² en las que los prisioneros no recibían comida ni bebida y solían morir al cabo de unos 12 días.
•    Flagelación. Consistía en azotar al prisionero con 25 latigazos que él mismo debía contar en voz alta y en alemán; si se equivocaba, volvía a empezar el castigo.
•    Trabajo como esclavo en las canteras. Además debían acarrear piedras de unos 20 kg por una larga escalinata compuesta por 186 escalones ("Las Escaleras de la Muerte").
•    Caída de gran altura. Internos eran empujados adrede desde la parte alta de la cantera, denominada "pared del paracaidista".
•    Cámaras de gas.
•    Cámaras de gas móviles. Un camión con un tubo de gases dirigido al interior, que iba y venía entre Mauthausen y Gusen
•    Duchas heladas. Aproximadamente 3.000 internos murieron de hipotermia debido que eran forzados a quedarse bajo una corriente de agua helada durante varias horas
•    Tiroteos masivos.
•    Experimentos médicos.
•    Sangrado. Varios cientos de internos fueron desangrados hasta la muerte y la sangre extraída fue enviada al Frente del Este.
•    Ahorcamiento.
•    Hambre. Sólo en el campo de Mauthausen aproximadamente 2.000 prisioneros por semana eran privados de comer hasta la muerte
•    Fusilamientos por las SS.
Por otro lado, las raciones de alimentos eran muy limitadas y en el período 1940–1942 un interno pesaba 42 kilos de media. El tratamiento médico era prácticamente inexistente debido a las normas alemanas.


 Mauthausen era conocido con el nombre de “campo de los españoles”, lo construyen españoles, se afirma que cada piedra de Mauthausen corresponde a la vida de un español. Se trabajaba en una cantera de granito, los prisioneros tenían que pasar por una escalera de 186 peldaños que debían subir como mínimo diez veces al día cargados con grandes piedras en la espalda, mientras unos verdugos los zancadilleaban y golpeaban con palos. Cuando en el verano de 1940 fallece el primer español, los demás guardan un minuto de silencio ante el estupor de los guardianes, muchas veces repitieron este acto. Poco a poco se ganaron el respeto y la admiración de los demás deportados de otras nacionalidades, llegando a tener una operativa organización de mando para ayudar a los más necesitados. Los que más les chocaba a los demás presos no españoles era el ánimo y la fe en la victoria sobre el nazismo. Hasta el punto que cuando el Ejército norteamericano entra en Mauthausen, el 5 de mayo de 1945  una enorme pancarta, en español, saluda a los libertadores.





Todavía, cuando parece que estamos acostumbrados a contemplar tanta desgracia y miseria en el ser humano, de la que somos testigos, a veces con cobarde conformismo,  nos estremecen estas imágenes de escuálidos hombres desnudos o con “pijama a rayas”.
 Desde estas páginas la mayor admiración y reconocimiento para este hombre de nuestra tierra que circunstancias tan trágicas le tocó vivir y ante las cuales tuvo la fuerza moral y física suficiente para, seguro que pensando en su gente, en estampas añoradas de su pueblo, salir glorioso.  Ofreciéndonos en el triunfo de su supervivencia un ejemplo de valentía, lealtad, humanidad y sacrificio. Abierto queda este espacio por si sus familiares quieren completar con más datos su biografía.


Terminar recordando los versos del poeta, personificándolos en Juan Ortiz Garrido:

“Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera”.

Manuel Jiménez Barragán.
Lahiguera a 27/04/2013.




martes, 9 de abril de 2013

LOS AGUADORES EN HIGUERA DE ARJONA

LOS AGUADORES DE HIGUERA DE ARJONA. EL PROBLEMA DEL ABASTECIMIENTO DEL AGUA ANTES DE TENER SUMINISTRO DE AGUA POTABLE DESDE EL PANTANO DE QUIEBRAJANO.

Van estas líneas con idea de recuperar unas imágenes hoy pérdidas de los “aguaores de La Higuera”, unos personajes populares para todos porque tomaron el oficio de llevar agua a las casas para el consumo humano; esto ocurrió unos años antes de que el agua corriente procedente del Pantano de Quiebrajano llegase a nuestros hogares, a través de una red de suministro establecida en 1978.

Con la puesta en marcha del proyecto de construcción del Pantano de Quiebrajano, se iniciaron después otros proyectos en el pueblo como la construcción del deposito de la Atalaya (el sitio mas alto de los alrededores del pueblo) y la red de canalizaciones de aguas hasta el pueblo, y después, la apertura de zanjas para las canalizaciones por la red de calles de todo el pueblo, siendo alcalde  el maestro de escuela, D. José María Galán Galán.
Puesta de sol desde el muro de contención del Pantano de Quiebrajano

En las siguientes resoluciones números 6752 y 6753 del B.O.E. –Número 58 de 9 de marzo de 1978, se procede a realizar la ocupación forzosa de los terrenos por donde ha de trascurrir la canalización de agua potable desde Arjona a Higuera de Arjona.

Resolución 6752:
RESOLUCION de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir  por la que se declara la necesidad de ocupación de las fincas que se mencionan afectadas por las obras de conductores generales  y  depósitos a los pueblos del conjunto de Quiebrajano, CONDUCCIÓN Arjona-Higuera de Arjona, término municipal de Higuera de Arjona (Jaén).

Examinado el expediente de expropiación forzosa, número 301•J, que se tramita con motivo de las obras arriba expresadas,
Resultando que en el Boletín Oficial del Estado  de fecha 14 de octubre de 1977 en el Boletín Oficial de la provincia de fecha 15 de septiembre de 1977 y en el periódico Jaén de fecha 27 de agosto de 1971, así como en el tablón de anuncios del Ayuntamiento de Higuera de Arjona se publicó la relación de terrenos y propietarios afectados, para que pudieran presentarse reclamaciones contra la necesidad de la ocupación de los citados terrenos o aportar los oportunos datos para rectificar posibles errores en la relación.
Resultando que las respectivas informaciones transcurrieron sin oposición alguna; .Considerando que se han cumplido los trámites legales inherentes a este período del expediente
Visto el dictamen favorable de la Abogacía del Estado
Esta Dirección en uso de las facultades conferidas por el artículo 98 de la Ley de Expropiación Forzosa de 18 de diciembre de 1954 y en ejecución de lo dispuesto en los artículos 20 al 22 de la misma ha resuelto:
1. ° Declarar necesaria la ocupación de los terreno afectados cuya relación, ya publicada se eleva a definitiva.
2 º Publicar esta declaración en el Boletín Oficial del Estado y en el de la provincia, así como en un diario de la capital de la provincia, tablón de anuncios del Ayuntamiento de referencia y notificarla individualmente a los interesados haciéndoles saber que pueden recurrir contra ella ante el Ministerio de Obras Públicas, en el plazo de diez días a contar de la fecha de la última publicación oficial, o de la notificación en su cas y por conducto de esta Confederación.
Sevilla. 14 de febrero de 1978.-EI Ingeniero Director. M. Palancar.-
2.793-E.

Resolución 6753:

RESOLUCION de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir por la que se declara la necesidad de ocupación de las fincas que se  mencionan, afectadas por las obras de conducciones generales y depósitos a los pueblos del conjunto del Quiebrajano, conducción del depósito a  Higuera de Arjona término municipal de Higuera de Arjona (Jaén).

Examinado el expediente de expropiación forzosa número 302-J, que- 5& tramita con motivo de las obras arriba expresadas;
Resultando que en el “Boletín Oficial del Estado” de  fecha 4 de octubre de 1977, en el “Boletín Oficial” de la provincia de fecha 3 de septiembre de 1977, en el periódico Jaén” de fecha 27 de agosto de 1977, así como en el tablón de anuncios del Ayuntamiento de Higuera de Arjona, se publicó la relación de terrenos, propietarios afectados, para que .pudieran presentarse reclamaciones contra la necesidad de la ocupación de los citados terrenos o aportar los oportunos datos para rectificar posibles errores en la relación;
Resultando que las respectivas informaciones transcurrieron sin oposición alguna;
Considerando que se han cumplido los trámites legales inherentes a  este periodo del expediente;
Visto el dictamen favorable de la Abogacía del Estado,
Esta Dirección, en uso de las facultades conferidas por el artículo 98 de la Ley de Expropiación Forzosa, de 18 de diciembre de 1954, y en ejecución de lo dispuesto en los articulo. 20 al 22 de la misma, ha resuelto:
1. º Declarar necesaria la ocupación de los terrenos afectados, cuya relación, ya publicada, se eleva a definitiva.
2. º Publicar esta declaración en el “Boletín Oficial del Estado” y en el de la provincia, así como en un diario de la capital de la provincia, tablón de anuncios del Ayuntamiento de referencia y notificarla individualmente a los interesados, haciéndoles saber que pueden recurrir contra ella ante el Ministerio de Obras Públicas, en el plazo de diez días, a contar de la fecha de la última publicación oficial o de la notificación, en su caso, y por conducto de esta Confederación.
Sevilla, 14 de febrero de 1978.- EI Ingeniero Director, M. Palancar.-
2.791-E.

El Pantano de Quiebrajano está situado al sur de la provincia de Jaén, en la Sierra de Jaén. Comprende en su emplazamiento parte de tres municipios: Campillo de Arenas, Jaén, y Valdepeñas de Jaén. Recibe aguas de los ríos Valdearazo y Quiebrajano. Su capacidad es de 31,6 Hectómetros cúbicos Tiene una superficie de 125,5 Hectáreas. Esta situado a una altitud de 785 metros sobre el nivel del mar. Se terminó su construcción en 1976. La altura máxima que puede superar el agua en la presa es de 71,5 metros. Su perímetro es de 13,5 Kilómetros. La construcción de esta emblemática obra hidráulica para la provincia de Jaén finalizó en el año 1976, año en que comienza también su explotación para abastecimiento de aguas a la ciudad y algunos pueblos de las campiñas jiennenses y cordobesas. La conducción general hasta la capital mide 20 kms., y a partir de aquí, una extensa red de tuberías de más de 100 kms. distribuye el agua a los siguientes núcleos de población: Fuerte del Rey, Villardompardo, Escañuela, Arjona, Arjonilla, Lahiguera, Porcuna, Lopera, Higuera de Calatrava y Santiago de Calatrava (en Jaén), Valenzuela y Cañete de las Torres (en Córdoba). La población total a la que abastece es de más de 140.000 habitantes, desembalsándose para ello 14 hectómetros cúbicos al año (mientras que la media de la aportación media anual por lluvias y deshielo es de 21 hectómetros cúbicos, quedando un remanente de 7 hectómetros cúbicos de difícil aprovechamiento).
La presa es una obra de ingeniería del tipo de bóveda de doble curvatura, con un aliviadero de "labio fino". Tiene una altura sobre el cauce del río Quiebrajano, que comienza a pie de presa, de 71,5 metros, mientras que la longitud de la zona superior es de 212 metros

Emplazamiento del Embalse de Quiebrajano

 Vistas del embalse del Quiebrajano desde el pico de la Pandera (1872 m.). Fotos de Jesús Molina Gimeno.



Desde el inicio de este oficio en el pueblo con  “Juan, el del agua”, (que por ser el pionero se quedo con el apodo para él y su descendencia), a Manuel “el Tórico” debió trascurrir poco tiempo, ambos comenzaron a acercar agua potable de las fuentes de “Los Grifos” a cambio de “la voluntad”, este último recordado porque era quien suministraba el agua necesaria para la casa escuela de Don Ramón Delgado González, mi maestro y por tanto el agua necesaria para disolver la leche en polvo que junto con el queso amarillento,  que mandaban los americanos como ayuda para el desarrollo, para completar la deficiente nutrición de muchos escolares por aquellos años cincuenta y sesenta; a muchos de los escolares les proporcionaba el calcio necesario y también alguna que otra diarrea por su ingestión.

Era una labor habitual de algún responsable mayor de la clase, disolver la leche en un cubo nuevo de latón dándole vueltas hasta que se le eliminaran todos los grumos. Después cada uno tomábamos un vaso. El queso amarillento tipo suizo también se repartía en porciones para cada uno.

Foto antigua de la Fuente de los Grifos, se pueden apreciar sólo los grifos primeros, años después se hicieron otros más a la izquierda. A la derecha el pilar grande, los lavaderos de las “Pilas” y mas cerca el nuevo pilar que después se utilizo para llenar las cubas de los sulfatadores.

En los tiempos en que era actual esta foto había a la izquierda un espacio cuadrangular llamado “Los eucaliptos” con una fila de cuatro a cinco eucaliptos por cada lado, plantados con un marco amplio, árboles de grandes dimensiones en grosor de troncos y altura. Era el lugar en que el ganado permanecía acampado durante las calurosas siestas del verano, tras haber abrevado en el pilar de “Los Grifos” o en el “Pozo de los Pastores”. En ese espacio de sombra  se veían grandes manadas de ovejas en muchas ocasiones. Hoy ese espacio esta ocupado por el Parque Municipal que es el lugar donde se celebran las fiestas de San Juan y de Santa Clara y también se celebra semanalmente el mercadillo. Muy próximo  a este espacio estaba el Pozo de los Pastores que desapareció a principio de los años sesenta, y estaba aproximadamente entre la jardinera y el espacio donde comienza la acera de la derecha del parque de poco más arriba.
 Fuente actual de los Grifos de Lahiguera

Foto antigua de un “aguaor” con la mula.

 Años después, … comenzó a llevar el agua en una cuba cilíndrica, de latón algo aplastada, Sebastian Martínez Galán conocido en Higuera como “El niño pica”, que cargaba el agua del Pozuelo con una bomba y después puso un motor “Champion” en el año 71, y con un recorrido alternativo por días por unas u otras calles del pueblo, surtía las necesidades de aguas para beber y limpiezas al precio de 1 peseta por cántaro, …unos dos o tres años después y por motivo de herencia indirecta, pues su esposa era sobrina de Sebastian, comenzó con el reparto del agua “Rabito” o mejor Manuel Cortés Morales, con todas las demás características del negocio comenzado por Sebastian años atrás.

Creo recordar,  que hubo otra pareja de socios en el negocio del reparto del agua con la cuba, era Rafael Bareas Montoro “el Chico”, a quien yo conocía desde muy pequeño en la Casería de Buenavista, que compartía por días la utilización de la cuba de latón para el reparto del agua con Isidoro Bareas Montoro. Estos se servían el agua de “La Pozuela” (por el camino antiguo de Arjonilla), el “Charcón”, el “Chorrillo” y los “Morales”.

 Pozo de la Pozuela.

 Pozo de Los Morales.

 Pozo del Chorrillo.

 Pozo del Pozuelo.

Pozo del Charcón.

Por aquellos años también comenzó a vender el agua Salvador Carmona García, “el Chindo”, este aguaor también tomaba el agua del Pozuelo, lo que le ocasionó algún carpinte con Sebastian por lo que acabo poniendo otro motor, así que quedaron instalados en el Pozuelo dos motores, su compañero José Pérez Muñoz (apodado “la Tazona”) compartía por días establecidos entre ellos el reparto; pero este último tenía preferencia por el agua del “Charcón”, la “Pozuela”, el “Chorrillo”  o los “Morales” (ambas con lavadero público), en todos estos pozos había que sacar el agua con cubos para llenar la cuba, pero su agua tenía las preferencias de todo el barrio alto, mientras que en toda la parte baja las preferencias iban por “Pozo Nuevo”. El uso de Pozo Nuevo, quedó prácticamente para particulares, no se podía esperar a llenar la cuba en esa fuente, con veneros tan escasos.

 La fuente de “Pozo Nuevo”, otra muestra de nuestro habitual abandono. Se podía haber creado a su alrededor una zona de descanso con unos árboles y bancos.

En realidad todos los habitantes de la parte más alta del pueblo bebían agua de “La Pozuela”, del “Charcón”, del “Chorrillo” y los “Morales”. El agua de la “Pozuela” era especialmente buscada por todo el pueblo para poner los cocidos, los garbanzos se cocían mucho más tiernos con esta agua, y el plato del cocido era muy común en la dieta de aquellos años.

Parece que el stop de la carretera, es un stop a la conservación, ¡Que pena!
Si algún día sobran algunos árboles de las calles se podían plantar a  la derecha del muro, todo llegará… si llega.

Otros pozos eran sólo para abrevadero de animales por lo que disponían de un pilar más o menos grande donde se echaba el agua que se sacaba a pulso con los calderos. Estos pozos eran “el Pocillo” (hoy desaparecido), algo más abajo y en el margen derecho de la carretera de Arjona se encontraba “el Pozo de las Pistolas” (también desaparecido). Las fuentes de mayores dimensiones y las que en sus pilares servían de abrevadero al ganado eran “Los Grifos”,  “La Mina” y el pozo llamado “El Pocillo”.

Situación actual de la Fuente de la “Mina”. No es necesario comentar su estado.

En casi todos los alrededores de los pozos o fuentes los propietarios de tierra tenían sus huertos para el consumo de las hortalizas de la casa, y al mismo tiempo ejercían de guardas voluntarios de la buena salubridad de sus aguas.
Oficio desconocido este, quizá por su sencillez. El aguador realizaba un servicio al pueblo, durante los años en que no disponíamos de agua corriente para los múltiples usos domésticos. Su labor consistía básicamente en distribuir agua por las casas, lo cual no le resta importancia a su trabajo, porque cumplía una función muy práctica en el servicio al ciudadano, que no disponía de otros medios o animales para su consecución.

El reparto de agua es una actividad que hoy resulta innecesaria, pero hubo épocas en las que era absolutamente imprescindible para el desarrollo de los pueblos y las ciudades. Estos repartidores de tan preciado bien, tuvieron su máximo esplendor en fechas anteriores al siglo XX, así como un mayor desarrollo en el ámbito urbano que en el rural.

El aguador llena los cubos con la goma.

Al comienzo de la historia de cualquier asentamiento bastaba un pozo próximo con el que abastecer de agua a sus moradores. Con el transcurso del tiempo, estos asentamientos crecieron tanto que se hizo necesario excavar galerías con el fin de traer aguas del subsuelo y distribuirlas entre las distintas fuentes de las ciudades. Un buen ejemplo lo tenemos en la red de galerías que permanecen en Lahiguera debajo del cerro de la Atalaya y que atribuimos desde siempre a los romanos, aunque también otras opiniones se las atribuyen a los árabes, por eso de su búsqueda y buena utilización de las aguas. Parece que cuando se modifico el trazado de la carretera de Andujar, para quitar la curva del madroño, se extrajo gran cantidad de tierra de labor de la zona de la Huerta Caniles, y que una máquina excavadora se hundía por una de sus ruedas, porque había también galerías para el almacenamiento del agua; se supone que habrá unas galerías que recojan el agua filtrada del gran cerro, que hay desde la que hoy es la Piscina Municipal y toda la zona del Cementerio antiguo, hasta abajo en la zona de las Cuevas.

Hasta mediados del siglo XVIII, el abastecimiento de agua hasta los domicilios particulares corría a cargo de los propios vecinos o de sus servidores; sólo algunos palacios y conventos tenían fuentes propias o pozos en sus recintos.

Tipo de carretilla comenzada a utilizar para llevar dos cantaros desde la fuente, cuando no se querían llevar a ancas los cántaros o apoyados en la cadera.

Al crecer las necesidades de la población urbana, surgió el oficio de aguador cuya labor consistía en abastecer de agua a las viviendas, a cambio de un precio estipulado; resulta obvio decir que sólo algunos pocos, los más pudientes, disfrutarían de este servicio, los demás tendrían que aprovisionarse por su cuenta.

Burros aguadores repartiendo el agua en 1904


Si atendemos al ejemplo de una gran ciudad como Madrid, vemos cómo a finales del siglo XIX, siendo reina Isabel II, tuvo lugar la inauguración oficial de la llegada de las aguas a la villa. Se ejecutaron trabajos para derivar las aguas del río Lozoya (afluente del Jarama, que a su vez es afluente del Tajo) hasta el nuevo “Canal de Isabel II” y con ello, se fue desarrollando una compleja infraestructura para la canalización de toda la ciudad. Este hecho, que se repetiría con el transcurrir del tiempo en todos los núcleos urbanos de la península ibérica, a lo largo del siglo XIX y comienzos del siglo XX  en otros casos, llego a nuestro pueblo casi finales del siglo XX, a causa de no disponer de pantano de suministro hasta que se construyó Quiebrajano.

En la actualidad, no podría concebirse una vivienda sin agua corriente pero, hasta hace relativamente poco tiempo, este servicio era absolutamente inexistente y suponía casi un lujo. Nuestro pueblo no fue diferente en este sentido ya que, la ausencia de canalización hasta el último tercio del siglo XX, obligaba a sus vecinos a buscar el agua necesaria fuera de los domicilios. La obligación y el esfuerzo que suponían transportarla desde el exterior de la vivienda, influían en el empleo que de ella se hacía; siempre destinada a usos concretos de la casa y, utilizada sin derroches. Las aguas tenían un aprovechamiento que hoy deberíamos recordar, cuando un agua se tiraba había producido muchos servicios, y en muchos casos servían para dar limpieza a los retretes en un servicio mucho más que completo.

Para el consumo humano, la mayoría de la población se abastecía de pozos, fuentes naturales y manantiales.


Alfonso, hijo de “la Sampedro”, como popularmente se la nombraba, camino de llenar sus cantaros en el “Charcón” o en el “Chorrillo”.
Una imagen clásica en los años de mi infancia, era el trasiego de las mozas  y señoras jóvenes que iban con el cántaro a la “Fuente de los Grifos” para coger agua, siempre entre quiebros y cortejos con los muchachos del pueblo, que hacían coincidir las horas de la aguadora del cántaro a la cintura y el aguador enamorado, que terminaba llevándole también sobre el burro el cántaro de su “prometedora amiga”.

Un encuentro de jóvenes en el pozo, ella con su cántaro y el con su carga de agua.

Ésta era una forma de relacionarse, admitida y reconocida por todos, en una sociedad que apenas contaba con puntos de encuentro y donde eran escasos los momentos destinados al ocio. A propósito de esta costumbre, resulta anecdótico pero significativo, el hecho de que en aquella época se realizaran carreras de cántaros, era una forma de divertirse y hacer patente su pericia en un trabajo diario tan frecuente en sus vidas.

Este oficio existió en nuestro pueblo para distribuir y vender agua entre las familias más pudientes, pero especialmente a los que no disponían de animales para su transporte, ya que sólo unos pocos se podían permitir el lujo de pagar este servicio. Las casas grandes de labor y los pequeños propietarios agrícolas o los poseedores de un burro, se abastecían ellos mismos bien con el servicio que le daban los servidores empleados o “criados” o el propio trabajo de los últimos después de acabar con sus tareas agrícolas de cada temporada en el campo.

El burro, las aguaderas y los cantaros.

Únicamente se tienen noticias de que se dedicaron al reparto de agua en torno a los años cuarenta, cincuenta, sesenta y setenta del siglo pasado. El modo de trabajar de estos repartidores era muy simple y semejante, con toda seguridad, al que ofrecían otras zonas de los pueblos de alrededor.

 Recuerdo especialmente como al pasar por Fuerte del Rey camino de Jaén, en mis tiempos de estudiante, me llamaba la atención como los campesinos llevaban trapos liados a lo largo de toda la pierna hasta la rodilla, como si de un borceguí de piel se tratara, entonces comprobé el porque desde hacia tiempo los había oído nombrar a los de este pueblo vecino como “los de las patas lías”.

El aguador necesitaba un medio de transporte y, normalmente, se servía de un borriquillo al cual le colocaba una estructura o armazón conocido con el nombre de “las aguaeras”. Este utensilio utilizado en todas las casas que hacían la provisión de agua desde las fuentes de manera autónoma, era un armazón habitualmente de esparto o mimbre en algunos casos al principio, y después de hierro, con forma de V al revés, y se colocaba sobre el lomo del animal, sobre un aparejo o albarda (ambas necesarias para montar las caballerías); las “aguaeras” tenían unos cuatro o seis aros, con perímetro de tronco de cono invertido, unidos los dos o tres a cada lado servían para colocar los cántaros. Normalmente los bordes de hierro de los aros se forraban con cuerdas de esparto, cáñamo o tiras de lona para amortiguar el golpe del cántaro en el hueco de la aguadera, y este procedimiento se usaba también para el fondo del hueco de la aguadera con la goma de la planta de una zapatilla o cubierta de rueda, justo en la parte donde iba el culo del cántaro; aunque los cantaros eran duros y fuertes un golpe brusco y fuerte al dejarlo caer, podía hacer que te quedaras con las asas en la mano, ante cualquier movimiento del equino.

Antiquísimas “aguaeras” (aguaderas) hechas de esparto, donde se metían los cántaros de agua para el transporte a las casas.

Este sistema permitía colocar bien sujetos, dos o tres cántaros a cada lado del animal, manteniendo así el equilibrio para no derramar el líquido alimento, que a veces, cuando quedaba muy lleno saltaba ante cualquier movimiento brusco de la cabalgadura y mojaba al aguador…

Las famosas aguaderas, eran el soporte seguro para que los cantaros mantuvieran la estabilidad a un lado y otro de la albarda, así se mantenía la carga asegurada, a no ser que el burro se encontrara en el camino con alguna hembra viable para satisfacer su instinto, con lo que podía terminar la carga desajustada; con los rebuznos del macho, la cincha que ajustaba la albarda por la barriga del animal, se desajustaba con las inspiraciones y espiraciones del soplido del animal, el aparejo o la albarda se desnivelaba hacia la barriga y los cantaros camino del suelo, como alguna vez ocurrió a alguno. Era temible llevar al aguadero un burro con ganas de fiesta, el animal sólo perdía su fuerza del instinto con una buena vara que lo sacase del envite.

El cántaro era una vasija grande de barro de Bailén, angosta de boca, ancha por la barriga y estrecha por el pie y por lo común con  dos asas.

Los aguadores recogían el agua en las dos fuentes públicas de los Grifos  o de las otras fuentes y recorrían el pueblo, turnando su recorrido por un grupo de calles u otras repartiendo el agua por las casas, para satisfacer la demanda que le hacían sus clientas habituales.

Eran años en que los niños ya mayores con una borrica o una yegua, desde la edad en que podían mover los cantaros, dedicaban parte de su tiempo a suministrar el agua necesaria a las casas familiares, hasta llenar todos los cantaros, orzas y recipientes disponibles en las casas para usos cotidianos de lavados de ropas, aseos, limpiezas, etc. Una tarea que cada joven en su casa tenía que realizar todas las semanas.



Otro niño aguador.

Aunque en muchas de las casas del pueblo había pozos particulares, la salinidad de las aguas de los pozos, requería que las casas se abasteciesen de aguas de las fuentes públicas del pueblo. El hecho de que a unos metros de mi casa, en la casa de enfrente, la casa de mi abuelo tuviese un agua mas salobre que la de mi casa, me hizo siempre jugar con la imaginación a recrear como serían las capas freáticas de la tierra, quizá influido por las lecturas de Julio Verne.

Los pozos solían estar revocados con piedras o rasillas y cemento, sujetando la tierra de las paredes de todo el perímetro cilíndrico de los lados, para que no desmoronase la tierra con la humedad, se fuese cegando el pozo y se terminara hundiendo con el tiempo. El pozo de mi casa lo hizo Isidoro Liébana siendo yo muy niño, tenia como ayudante a Felipe, familiar suyo;  como andaba yo interesado en saber cuando llegaban al agua, y por lo visto preguntaba cada día, el maestro albañil que tenía buen humor termino orinándose en uno de los cubos que se subían para desenterrar el hueco, diciendo “ya hemos llegado al agua”. No se me olvida la broma, era chistoso y contaba también historias imaginadas, recuerdo como utilizaba mucho la expresión:”una mujer varonil” que aplicaba a cualquier relato con bastante facilidad.

Solían los pozos tener unas 15 varas de profundidad (la vara medía 83,59 cms.), era una medida de los antiguos del pueblo, antes permanecían este tipo de medidas y el metro no se usaba como medida usual por algunas personas. Para sacar el agua, se usaba una soga o cordel grueso, que se ataba en una de sus puntas un cubo, y a través de una rueda llamada carrucha, colgada de un enganche o clavo curvado, sujetado en un circulo de hierro también en el centro de los varales de hierro, fijados al brocal del pozo y cerrados arriba en redondo. La carrucha tenía una hendidura central por donde se deslizaba la mencionada soga de esparto o cordel grueso de cáñamo, que dando vueltas bajaba el cubo vacío y subía luego lleno de agua, después de unos movimientos de vaivén para que se llenase pronto. Los pozos se han mantenido en la mayoría de las casas, como una medida de emergencia de suministro, por si en verano se corta el agua potable durante días, bien por averías de rotura de las conducciones o por restricción en el suministro, al no reponerse los depósitos de la Atalaya con la demanda. Los pozos que todavía son usados para sacar agua, se han dotado ya desde los ultimo de los años 70 de un motor eléctrico, “una ranica”, sería por eso de la necesaria flotación; una bomba o motor que aspiraba el agua desde la superficie de agua del pozo, dejando aquello de sacar agua con la carrucha como una tarea de otros tiempos. Recuerdo que para abastecer la pila de agua para beber las vacas que tenía mi padre, mi hermano y yo nos turnábamos para sacar cubos de agua durante un buen rato, era una manera de descansar de los estudios.

Hay en muchas casas pozos de medianería, que están hechos debajo de alguna pared que separa las dos viviendas (he llegado a conocer pozos que tenían 4 cubos, es decir, para 4 vecinos). En varios con un tablón puesto en el centro para no ver nada de la otra casa, se respetaba así la intimidad del vecino, sacando cada cual el agua por su lado. Era la consecuencia de edificar a ambos lados de la casa que daba a dos calles y además tenían un pozo compartido con su vecino.

En las viviendas que no había pozo, se surtían del que tenía el vecino, y si no se abastecían de los pozos de algún familiar próximo o iban a las fuentes.

Las fuentes del pueblo eran para los de abajo “Los Grifos”, “La Mina”, “El Pozuelo” y “Pozo Nuevo”, este último con agua muy apreciada por todo el pueblo, al igual que para arriba era “La Pozuela”, ambas muy demandadas por todos y que las hacía encarecerse y apareciese mas escasa aún con tanta demanda; todos éramos conscientes de la pérdida de tiempo que suponía ir por agua a Pozo Nuevo por la escasez de sus veneros (que hacía que los aguadores con la burra pasásemos horas y horas esperando hasta altas horas de la noche, para poder cargar los cantaros). Algún vecino se llevaba su provisión de agua de Pozo Nuevo cuando viajaba fuera del pueblo, anécdota que aunque exagerada se daba en algunos casos por el bienestar que proporcionaba a su usuario y consumidor fiel.

El pozo del “Chorrillo”, con su cruz de los Calatravos pintada en blanco. Es posible que esta fuente diese el nombre al pueblo como “Fuente de la Higuera” dada su proximidad  al casco antiguo junto al Templo del S. XVI y la Tercia.

El “Pozo del Charcón”, y otros pozos como “el Chorrillo” “La Pozuela” o los “Morales” servían también como fuentes de suministro para toda la parte de arriba del pueblo, como hemos referido antes. Tanto unos pozos como otros estaban limpios y proporcionaban un sabor de agua natural, sin ningún tipo de desinfectante como ahora se aprecia en el agua de los depósitos y cañerías, aunque también se corría el riesgo de padecer infecciones veraniegas y diarreas.

“El Pocillo”, “la Mina”, “el Pozo las Pistolas”,  y “los Morales” con su lavadero y los tan referidos “Grifos”, disponían de pilares amplios, donde se echaba el agua con calderos o se derivaba el agua que salía de las fuentes y se almacenaba para dar de beber a mulos, caballos, vacas, y burros tan abundantes en aquellos años; estas pilas eran el gran acuario para las sanguijuelas y otras especies acuáticas de gusarapos. Recuerdo el atractivo que tenían para nosotros ver nadar las sanguijuelas de esos pilares donde bebían las bestias, y donde se producía el intercambio de huéspedes para las sanguijuelas, y como experimentábamos la salida de un abundante chorro de sangre animal, cuando presionábamos a la sanguijuela rellena de la sangre de un equino, que nadaba en el agua de la pila en espera de poder alojarse, con la sorbida de agua del animal que iba a beber agua, y con ello alimentarse en el cuerpo de un nuevo huésped. También era curioso comprobar la abundancia de crías de sanguijuela que había por aquellos años, tanto en el “Pilar” como en “la Mina”. Era habitual que la persona encargada de llevar las bestias  al “pilar” moviera las aguas al mismo tiempo que trataba de tranquilizarlas hablándoles, el movimiento era para despejar en lo posible la presencia de sanguijuelas en las tragantadas de agua que injerían los animales.


También existían en muchas casas del pueblo un pozo con agua menos salobre, la cual se usaba para hacer la colada, (después de haber tenido el agua mezclada con ceniza), fregar los suelos, regar las macetas, beber las caballerías, y otros servicios poco delicados, en otros casos el agua era bastante mala, por lo general, por ser muy salobre, quizá  sólo muy adecuada para echársela a las tinajas de aceitunas y cambiarla con frecuencia, pues en este caso mientras mas salada fuera resultaba mejor para que no se pusieran blandas.

También era muy habitual que hubiese en la casa unos bidones de chapa pintados para evitar el oxido, o depósitos de Uralita (el temido amianto de ahora) para recoger el agua de lluvia de tan buena calidad y aprovechada en las casas como si fuese algo mas que agua. El agua de lluvia es buena, recogida de la evaporación, pero se filtra hasta llegar a las capas freáticas y corrientes subterráneas, y  en su caminar por desniveles más bajos, y por terrenos cuya composición es salina se  convierte en no potable.

Para hacer la colada, se tenían tinajas grandes llenas de agua, que se les agregaba ceniza de la que sacaban los panaderos del horno, y cuando se pasaban algunos días, se ponía más suave el agua. También le ponían unas bolitas de sosa, para que el lavado resultara mejor. Este lavado de ropa, se hacía restregando también con jabón, (hecho en casa), en una pila y sobre la tablilla de madera o losa de piedra de la pila; un trabajo que resultaba a veces doloroso para  las manos, pues si se ponía demasiado sosa, los dedos se picaban y parece que dolían mucho. Si era en casas que se juntaba bastante ropa, las mujeres terminaban la jornada muy cansadas de tanto restregar. Había también personas que se dedicaban a lavar ropa de los demás bien en la casa de los dueños o en las pilas de los lavaderos que había en la “Fuente de los Grifos”. Era una imagen frecuente ver la ropa dejada tendida sobre arbustos para que el sol la “asoleara” y realizase su función desinfectante  y fungicida con sus rayos ultravioleta junto con el calor.
El aguador de Sevilla
Autor: Velázquez
Fecha: 1620 h.
Museo: Wellington Museum (Londres)
Características: 106 x 82 cm.
Material: Óleo sobre lienzo

Poco a poco, a partir de la construcción del alcantarillado y la llegada del agua a los domicilios, fue desapareciendo este oficio tan minoritario en el pueblo.

Ya hemos dicho que la mayoría de las familias se proveían ellas mismas de agua pero, queremos dejar constancia de la figura del aguador en Higuera de Arjona, como un recuerdo perdurable para muchos coetáneos, por aquellos años sesenta y setenta; hasta la instalación de la red de cañerías para el abastecimientos del agua potable desde el depósito de la Atalaya.

Sabemos que alrededor de los años setenta y cinco y setenta y seis se comenzó en Higuera  a realizar la instalación del alcantarillado, gracias a la gestión del alcalde José María Galán Galán, que pasó a la pequeña historia local por ser “el que llevó el agua a las casas”. Este hecho, que supondría un cambio fundamental en las costumbres de los ciudadanos fue llegando lentamente; pero, en definitivo, la instalación de agua potable en las casas y la red de alcantarillado fueron dos importantes mejoras a mediados del año 1978. Sin poder precisar el día la inauguración de la red de distribución de agua potable en Higuera de Arjona se realizó a finales del mes de Julio de 1978.

Allá por el año 75 y 76 se comenzó a realizar la canalización de tubos y tuberías, según el diseño de un ingeniero encargado por el ayuntamiento; para la distribución de la red de canalización de agua por todo el núcleo urbano de Higuera, después por “obras y servicios” del Ayuntamiento se comenzó a realizar el levantamiento de la calzada por el centro de la calle bajo la supervisión del maestro albañil del Ayuntamiento llamado ”el Laure”, (Laureano Zafra Barragán) que comandaba un grupo de empleados de “el paro agrícola, estos recibían su sueldo con el subsidio de paro, todo esto ocurría durante las primaveras y veranos de los años 1975 y 76 , para terminarse a finales de Julio de 1978, fecha en que fue inaugurada la red y todos los hogares del pueblo tuvieron por vez primera agua en los grifos de su casa. Recuerdo que por entonces actuaron como fontaneros encargados de las acometidas para cada casa, Sebastián Zafra Gavilán y Francisco Pérez Cano “el Paqui del Peñonero”. Fue una buena temporada de trabajo intenso para los fontaneros del pueblo.


Fueron  aquellos dos veranos del 75 y 76, unos veranos de calles abiertas para instalar los tubos de cemento y las acometidas a cada una de las casas. Primero se hacían las zanjas con una retroexcavadora por el centro de la calle para alojar las tuberías de fibrocemento (amianto y cemento). Hoy el amianto es considerado material cancerigeno. Después se ponía una base de arena, se colocaba el tubo de fibrocemento y después se cubría de nuevo con arena de modo que permitiera la dilatación de los tubos con el calor del verano y las contracciones del frío sin provocar la ruptura en ambos casos. El fontanero iba después y colocaba una abrazadera de hierro, que se enfoscaba al tubo con unos tornillos a través de unos collarines con tornillos, habiendo realizado previamente en el tubo de fibrocemento con una barrena de 13 o 15 cms un agujero que permitiera después el paso del agua a la nueva acometida de cada casa. Así quedaba enfoscada con unas piezas negras y se empalmaba con la tubería de polietileno hasta la puerta de la casa, desde donde después se unía a la tubería que iba al contador y a la general de cada domicilio.

Es obvio pensar que la actividad del aguador cayó en desuso y dejó de existir como tal; sin embargo, se le asemejan, en el fondo pero no en las formas,  a los repartidores de bebidas que también los hubo por aquellos años, y hoy día trabajan con transporte motorizado. Recordareis como hace años recorría Higuera, Salvador el gaseosero de Fuerte del Rey, que aprovisionaba de bebidas a aquella parte del pueblo, que quería que le sirvieran la bebida en su casa y no tenía la necesidad de ir a recoger y comprar cajas de cerveza  “El Alcazar”, gaseosas, agua de Marmolejo, etc.  a los almacenes de distribución que tenía Mateo o José “el Canillo”. Después su hijo José también repartía. Un trabajo que adineró al referido Salvador de Fuerte del Rey y que resulta inexplicable que no hubiera acometido antes cualquier otro joven del pueblo, bastante cortos en iniciativas que no fuesen el trabajo duro del campo.


Pedro Galán Galán.
Granada 25 de Julio de 2012.
En el Trigésimo Sexto Aniversario de la llegada del agua corriente a Higuera de Arjona.

Fuentes consultadas:
Confederación Hidrográfica del Guadalquivir.
Blog spot: “Jaén desde mi atalaya”, Jesús Molina Gimeno.
Boletín Oficial de Estado número 58 de fecha 9 de marzo de 1978.