PROLOGO

Se pretende que sea éste un espacio dedicado a entretener y deleitar (... a través de la fotografía fundamentalmente) ... a dar a conocer (...o traer al recuerdo) ciertos monumentos o espacios situados en el término o cercanías de Lahiguera. ...a llamar la atención por el estado de abandono y deterioro de muchos de ellos, ...y si llegara el caso, a remover la conciencia de todos los que somos "herederos" de tales monumentos y espacios, y que con nuestra aportación ayudásemos a la conservación de los mismos.

lunes, 26 de septiembre de 2011

La casa de Miguel el zapatero.

Adyacente a La tercia: La casa del Zapatero.

 
    Pues bien…, ya dije en su momento que no sólo quería llamar la atención sobre nuestro patrimonio cultural, sino también, y entre otras cosas,  mencionar todo aquello que pudiera dar a conocer algo más de nuestro pueblo, incluidas las anécdotas o vivencias de cualquiera de nuestros paisanos, …o incluso no paisanos.
   En este caso se trata de la narración de algunas vivencias de Andrés Teruel, “el hijo del Crisanto” …como todos lo conocen. Este documento me lo hizo llegar a través de un comentario de Facebook. Tiene su raíz en la publicación del Blog de Lahiguera: “Callejero Decimonónico”, documento realizado y proporcionado por nuestro también paisano Manuel Jiménez Barragán. Nos cuenta, Andrés, sus recuerdos de la mencionada casa del zapatero, y arroja algo más de información sobre la misma y el señor que la habitaba, todo explicado según lo vivido por él. Me llama la atención, la percepción tan humana con la que un niño de aquellos tiempos ve aquello que sucedía, y cómo al cabo de los años, nos puede relatar todo ello con tanta precisión de detalles.
   También, ya de paso, nos proporciona otra información que era desconocida por mí, y supongo que por “los más jóvenes” de nuestro pueblo: es esa casa que existió entre El templo y La tercia, y donde hoy sólo existe un vano sin sentido alguno.



 Esta casa que podemos ver a la izquierda, justo detrás de Alfonso (el hijo de Sanpedro), 
es la mencionada en esta publicación.


Expongo textualmente lo que me envió Andrés Teruel:

    "Interesantísimo documento sobre la formación urbanística de Lahiguera en el pasado. Ya conocía este callejero, pero me costaba por su pequeño tamaño, entender la grafía, aunque al haber un par de calles o tres que conservaron el nombre, como la calle La Piedras, Nueva y Campanario, cuesta poco situarse y observar el crecimiento que ha experimentado el pueblo desde entonces. A parte de lo bien detallado y documentado que está todo, me ha llamado la atención la referencia que hace el autor, Manuel Jiménez, a la zapatería de Miguel, apodado "salmorejo" en la cual había una estrella de mar que despertaba en él ciertas fantasías infantiles sobre tesoros ocultos, entre lo que él suponía casas centenarias, posiblemente milenarias y que como demuestra este callejero y la documentación, no es así.
     No fue él la única persona que encontró en esa zapatería motivos para adentrarse en mundos de ilusión y fantasía, sino que, aunque por razones diferentes, servidor, vivió una experiencia semejante . La casa donde vivía (hoy desparecida) y la zapatería, estaban separadas por la Tercia cuyo uso por entonces, era almacenar leña para alimentar el horno de la panadería de José Ortega (maestro de música) que era el propietario. Yo no sé si ya existía esa estrella de mar colgada en una de las blancas paredes de la zapatería, pero sí esa mirada por encima de las gafas del bueno de Miguel, rodeado siempre de leznas, cerote, cáñamo, botas, zapatos y un tinajón en el cual mojaba el cuero. Sobre la mesa una horma negra de hierro, un martillo y una hoja de acero cuya utilidad era cortar el cuero, entre otros útiles del oficio. Ataviado siempre con un delantar oscuro, cosía, martilleaba, cortaba, abrillantaba y daba lustre a zapatos y botas. Pero no era la decoración, el olor a cuero mojado y a cerote, ni la habilidad de Miguel en el manejo de cualquiera de sus herramientas, lo que me atraía de esa zapatería, sino un aparato de radio que tenía permanentemente funcionando. Fue el primer aparato de radio que vi y oí y desde el primer momento, me vi atraído y alucinado por su funcionamiento. No comprendía como de aquella caja de madera podía salir música, palabras y todo lo demás con aquella claridad. Hubiera dado cualquier cosa, de las pocas que tenía, por tener un aparato de aquellos en mi casa, pero eran tan escasas las posibilidades de que ello sucediera, que durante mucho tiempo, no dejó de ser para mí un sueño inalcanzable; casi tanto, como la de encontrar un tesoro en el corral de mi casa. Así que acabé resignándome a a mi suerte y a conformarme con disfrutar de la posibilidad que me ofrecía acercarme a la ventana del bueno de Miguel, sentado al sol (cuando lo hacía) y escuchar aquella radio. Muchas veces me acercaba con sigilo para que no me viera y pensara que era un pesado; me agachaba al llegar a la ventana y me sentaba, pero Miguel sabía de mi obsesión e intuía cuando estaba presente y desde su bondad y generosidad infinita, aumentaba el volumen del aparato para que no tuviera dificultad en escuchar el aparato. Algunos años después, ya retirado, vino a Gerona en compañía de su mujer a visitar a una hermana de ésta que vivía muy cerca de nosotros. Nos visitó y entre muchas otras cosas, sacó a colación esta historia y me confesó, que cuando llegaba la hora que solía acercarme a escuchar aquella radio, se levantaba de su asiento y miraba si me encontraba debajo de la ventana para aumentar el volumen. Me dijo también que se había habituado tanto a mi silenciosa y discreta presencia, que cuando no estaba me echaba en falta. Nunca, o casi nunca, intercambiamos palabras. Mi timidez extrema y la enorme diferencia de edad que nos separaba, me impedía mantener cualquier tipo de conversación con él, pero entre ambos existía una conexión tan invisible pero tan real, como las ondas hertzianas que llegaba hasta aquel aparato de radio."

...hasta aquí este breve relato de Andrés.
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    Hoy en día, donde la tecnología tiene avances “casi” desmesurados, a lo mejor nos puede causar gracia lo que Andrés nos cuenta cuando menciona lo de aquella “caja” que produce sonidos con una claridad ejemplar,  y de donde también “sale” música (…la radio), pero la realidad es que hace unos “pocos de años”, aquello era un evento sin parangón: Nos debe ayudar a meditar en la rapidez con la que hoy se avanza tecnológicamente, y que en cierto modo deberíamos saber mensurar. Pienso en mi interior…”lo poquito que se necesitaba antes para ser feliz…y cuánto tenemos ahora para ser infelices”.
   No sé lo que les ocurrirá a los lectores de esta publicación, pero en lo que a mí respecta, la narración de Andrés me transporta a tiempos que, aunque no muy lejanos, quedaron olvidados en el presente: Evoca la melancolía de aquellas casas blancas o pintadas con azulete, algunas con “esconchones” que dejaban aflorar las piedras de mampostería o simples adobes (…barro pisado y mezclado con paja que servía de traba…), sus tejados de teja árabe, de aquellas calles empedradas, de aquellas puertas bajitas (… tratadas con aceite de linaza…) empotradas en gruesos muros que a su vez mantenían la casa sin altibajos en las temperaturas, sus suelos de ladrillo “viejo”, aquellas rejas de ventanas realizadas en forja y enmarcadas por madera, …de aquellas gentes que cada día luchaban por lo esencial para la vida…. Esas mismas gentes que por las tardes de verano frecuentaban las puertas de las casas para conversar y “tomar el fresco”: era el momento de repasar los chascos y chismes del día…lo que había ocurrido de bueno y de malo (…la tertulia). Era entonces cuando los niños/as jugaban a la multitud de juegos que existían y que se llevaban a cabo en grupos (el marro, el pilla pilla, el escondite, la pita, la comba, la cruceta, a las bolas o canicas…entonces realizadas de barro,  etc)…juegos en los que las personas se relacionaban estrechamente (…algo muy perdido hoy en día…por desgracia).  
         Quiero recordar también la existencia, hoy poco habitual, de los mulos y otras “bestias” que eran la mano derecha de buena parte de todas las familias. Eran el medio de trabajo, de transporte, etc. Y tenían cabida en alguna parte de la casa que era destinada para tales animales: las cuadras. Era por las tardes cuando los arrieros y agricultores se acercaban al pilar, o las distintas fuentes existentes en el pueblo, para darles de beber; por las calles rezumaba ese olor característico desprendido por tales animales a su paso por las mismas. Era un “taconeo” peculiar el que se podía escuchar cuando pasaban hasta llegar a su encierro. También recuerdo los rebaños de cabras y ovejas, que antaño estaban también en convivencia con las personas que habitaban el pueblo: no tenían por qué estar en las periferias del pueblo …por obligación, sino que se guardaban en los mismos corrales de las casas. Sin ningún reparo, expreso que la labor de pastor ofrece para mí una gran admiración: no hay día en el año que se pueda dejar de atender a esos animales, ya que no entienden de fiestas.


 Familia Lomas Gavilán en compañía de los animales (...año 1940).

 Yunta de mulos trillando en la era.

Pilares y lavadero de "Los grifos" (...año 1970 aprox.)




     Cuanto más escribo … más me surge en el recuerdo, y así, me viene a la cabeza aquellas mujeres (…nuestras madres, nuestras abuelas, etc) que cada día se acercaban a las “pilas” a lavar aquella ropa que, como hoy…aunque con menos abundancia, se tenía al uso. No existían esas “lavadoras” que en el presente tenemos cada uno en nuestra casa, y así pues…”mochila” a las espaldas, a la cadera o a la cabeza (…otras veces en cestas de mimbre), y en busca del lavadero más cercano (…una labor, entre otras, intachable). Que yo conociese, existían el de “Los grifos”, el de “Los morales” y el de “El chorrillo”…hoy desparecidos por completo.


Mujeres lavando en las pilas de "Los grifos".

Mujeres transportando las cestas con la ropa.



     Respecto al agua “potable” en aquellos tiempos…ni hablar. No existían esos grifos que hoy abrimos sin remordimiento alguno por el agua que muchas veces despilfarramos. Una vez más el abastecimiento se realizaba en esas fuentes que tanta importancia tuvieron a lo largo de la historia (…y que muchas de ellas hemos dejado olvidadas o destruidas), así como de los pozos artesanos que hubieran en las casas (…las que lo tuvieran). El medio de locomoción: esos animales de cuadra mencionados antes. El almacenamiento habitual: en los cántaros de barro.

Vemos cómo porteaban los cántaros con los mulos para el servicio de las casas.

    Aludiendo de nuevo al personaje del zapatero de Lahiguera (Higuera de Arjona), parece ser que también tenía “dotes de Mago”. Los niños cuentan (…en este caso me lo ha transmitido Manuel Jiménez) “que tenía la capacidad de atraer las puntas/clavos que utilizaba para su oficio”: “escondía” un imán en su mano (...cosa que aquellos niños no apreciaban con detalle), ¡…pasaba ésta por la cercanía de las puntas, y las mismas se le venían a ella!. ¡No veas…!...Los niños quedaban asombrados por este “brujo” que era capaz de atraer esos clavos sin más. No cabe duda de que era un personaje que tenía una gran capacidad de atracción, no sólo para las puntas, sino también para el interés de los niños que estuvieran en su presencia.


    No quiero alargarme más con esta publicación. Estas y otras meditaciones y recuerdos se me han pasado por la mente tras leer tal relato de Andrés, a la vez inspirado en lo narrado por Manuel Jiménez en la anterior publicación. Espero también, que estas palabras hayan transportado a todos los lectores de esta publicación a otros momentos de la historia de nuestro pueblo.

Fuente de las fotografías:  Basicamente del libro "Imágenes y comentarios de Lahiguera en el S.XX". 

martes, 20 de septiembre de 2011

Callejero Decimonónico.

Una vez más he de agradecer esta publicación a mi pariente y nuestro paisano Manuel Jiménez Barragán. En una ocasión lo califiqué con cierto adjetivo que él mismo, dada su humildad, me pidió que lo retirase. Hoy no dejo de opinar lo mismo de él, y sigo valorando la aportación que realiza para el conocimiento de las raices de nuestro pueblo. Expongo nuevamente este documento que me ha mandado para la continuación de este blog de Lahiguera, que además, está relatado de una forma muy personal, trayendo aquellos recuerdos de infancia tan arraigados en su sentir. Mis más sinceros agradecimientos.
Documento copiado del original:

Callejero Decimonónico. La Tercia y el Castillo.

Callejero Decimonónico

Recuerdo, de niño, cuando iba al zapatero que vivía en la casa contigua a la Tercia, Miguel (Salmorejo), que siempre miraba por encima de la montura de las gafas, me llenaba de alegría. En una pared, blanqueada hasta resplandecer, tenía, colgada, una estrella de mar. Yo, lleno de leyendas, creía que tras la pared, tras la estrella, había un tesoro. Aquellas casas eran las más antiguas de mi pueblo. ¡Con qué ganas hubiera rascado los muros blancos! En las pasadas navidades llegó a mis manos el plano de la fotografía. El rescoldo de los sueños infantiles se apagó de golpe, la casa del zapatero no era antigua, no había tesoros escondidos. Además de perder tantas riquezas otras ideas aparecieron.

El documento data de 1889, es un plano de nuestras antiguas calles, perfectamente realizado y de una exactitud asombrosa.

 
        (Ilustración original)


 
         (Ilustración retocada)


Como se ve, los nombres de las calles no corresponden a políticos ni grandes personajes: Calle de Mateíco, Ildefonso Fuentes, Pelayo, Cobo, o Modesto; que serían vecinos de las mismas, anónimos para nosotros. Sólo una calle todavía conserva su nombre, la calle Campanario. Y otras dos aún se nombran, aunque ya no se llaman así, como en siglos pasados; son la calle Las Piedras y la calle Nueva.



Al norte el pueblo no crece, apenas al oeste. La mayor expansión se da al noreste, si trazamos una línea desde el principio de la “Cuesta de los Caballos” hasta la cooperativa Sta Clara, al norte de la misma no hay nada edificado.



Y no ha debido variar mucho en los últimos siglos. En 1768 D. Juan Antonio de Estrada en su “Población General de España”, dice que Higuera de Andújar tiene doscientos vecinos (no confundir con habitantes, que aproximadamente rondarían los ochocientos). Una parroquia, dos ermitas y un hospital.



En 1826 D. Sebastián de Miñano en su Diccionario Geográfico Estadístico de España y Portugal dice que tiene 704 habitantes, una parroquia, dos ermitas, un hospital y un pósito.



En el Diccionario de Pascual Madoz publicado en 1850 se afirma que la población se compone de 170 casas y la del Ayuntamiento con local para cárcel, 170 vecinos, 685 almas.



Por tanto, desde mediados del siglo XVIII hasta mediados del XIX la población permanece estable con una ligera disminución, poco variaría el callejero. Pasamos a comentar el plano, comenzamos por el norte.



 
Lo primero que nos encontramos es el cementerio.

Se consideraban poblaciones saludables las que tenían su cementerio situado al norte. Se puso como norma obligatoria con el gobierno de los ilustrados. No es lo mismo que llegara, desde el cementerio, el aire frío del norte, que el aire caluroso del sur. Un poco más abajo (figura del cuadrado) aparece la fábrica de aceite.

La calle “Los Álamos” (Doctor Fleming). Es la más antigua, posiblemente en una época fue la más importante. En una de las casas hay un aljibe romano.

Continuando hacia abajo nos encontramos con la “Era del Castillo”, la Iglesia y la Tercia. Lo dejaremos para el apartado donde se habla de La Tercia. Sólo adelantar que la Tercia y el castillo son cosas distintas, y mucho en común tienen la iglesia y la Tercia.

Calle del Campillejo (Calle Ancha y del Aire) tal vez el nombre sea por el campo que había en todo lo que ahora es la calle Buena Vista. Como se aprecia, gran parte de la calle Ancha está sin edificar. Igualmente está sin edificación la zona que hay hasta la calle Pelayo.

Calle de Arjona (Blas de Otero) enlazaba con el Camino de Arjona y la calle de Pelayo. Perpendicular a esta calle la Campanario.

Calle de Pelayo (Blas de Otero), termina en un altozano. Es curioso que en poblaciones cercanas como Andújar hay numerosos nombres de altozanos, nosotros sólo tenemos éste, que da también nombre a otra calle, Calle del Altozano (Cuesta de la Amargura).

Callejón Cobo (¿?) abajo, casi continuación perpendicular a Las Piedras, una calle de “Salsipuedes”.

Calle las Piedras (Canalejas). Siempre ha sido una calle muy popular, el nombre le viene por la pavimentación que tenía de grandes losas.

Aquí, en esta calle, aparecen los primeros “silos” que se continúan hasta la parte más alta del pueblo. Los silos eran agujeros en la tierra, tenían distintas funciones, una para almacenar grano, otros eran basureros, y había otros que eran pozos defensivos. Un buen ejemplo lo tenemos en “Los Pozos” (tras el corralón de José el Canillo). Estos pozos tenían, a menudo, el fondo lleno de trozos de cerámica cortante o estacas clavadas con punta, para que el que allí cayera se hiciera el mayor daño. Quiero extenderme aquí para aclarar cosas que se podían quedar en el aire o mal interpretar.
Desde época prehistórica hay asentamientos en la parte del pueblo que estamos viendo. Es un espacio con una defensa natural formidable, con pocos medios, una muralla en la parte norte-oeste y pozos defensivos en el resto bastarían para repeler cualquier ataque. Creo que la importancia, desde el Neolítico, de este poblamiento es mayor que el de la Atalaya. Y esta supremacía se prolongaría en el tiempo. Pero la estructura urbana que estamos estudiando, el origen, es del siglo XIII, como después veremos, aunque se haya mencionado un aljibe romano, o se conozcan restos ibéricos. Hecha esta aclaración seguimos con nuestras calles.

Desde la iglesia hasta la calle Las Piedras aparece con una caligrafía ilegible ¿Calle de la Concordia? Parece un nombre muy actual para los tiempos a que nos estamos refiriendo. Como se ha señalado antes hay un gran espacio sin edificar, ¿era por la muralla?

Calle de Ildefonso Fuentes. (¿?) En una calle tan pequeña nos aparece nombre y apellido, debió ser un personaje de respeto (dinero, oficio).

Llegamos a la Calle Llana (Ramón y Cajal, o calle Real). No es tan llana, pero mirando de donde se viene... Lo más interesante es que aquí se traslada el Ayuntamiento (emplazamiento que hemos conocido). Al lado aparece el Callejón del Pósito. El pósito era un almacén de grano (no confundir con la Tercia) de propiedad municipal. Se utilizaba para proveer de semillas en épocas de escasez y hambruna, en especial para la siembra. Quien primero menciona el Pósito es Miñano en 1826. Probablemente existiera antes de esta fecha.



 
Es el nuevo espacio de poder. Por un lado el civil, representado por el Ayuntamiento, de otro la Ermita de Jesús (El Santo) representativa del poder eclesiástico. Uno llevó a la construcción del otro, posiblemente la Ermita de Jesús es anterior ya que en 1768 se menciona que la población tiene dos ermitas (una es la de Jesús, la otra la de Santa Clara en el camino de Villanueva).



Calle de Mateíco (Blas Infante) Perpendicular a la Llana, enlaza con el Camino de Andújar.



Paralela a Mateíco y al final de la Llana está el Callejón del Marqués del Puente (Jacinto Benavente) El marqués del Puente era un noble de Andújar, tenía su palacio en la Plaza de España de esta localidad, justo donde ahora está el Colegio Capitán Cortés. Este marqués tenía posesiones de tierras de labor en nuestro término, pero esto no era motivo para darle una calle, había otros nobles de Andújar con más propiedades. Si aquí tenía una casa solariega no queda ni rastro. De paso decir que los nobles con residencia en nuestro pueblo eran hijodalgos, algunos bastante pobretones. Ninguno con el poderío económico para construirse un palacio.



Casi una prolongación de la calle del Marqués esta el Paseo (Pío XII) que va a dar a la Calle Nueva (Calle de la Constitución).



Siguiendo por donde ahora es Manuel de Falla llegamos a la Calle del Huertezuelo. Aquí, contaban los antiguos, estaba el “albercón”, de los moros decían ellos. (Bajo el actual campo de fútbol).

Volvemos a la calle Llana para seguir su misma dirección, ahora la calle se llama Mesones (Avda. De Andalucía). Mesones donde abastecerse, comer y pasar la noche. Cerca los caminos de Villanueva, Andújar y Jaén. Viajantes y arrieros.

Sólo nos queda una calle, el Callejón de Modesto (Calle Jaén), que saliendo de la calle Mesones llega hasta la calle Nueva.


La Tercia y el Castillo.

Cuando la Orden de Calatrava toma posesión de estas tierras, lo primero que hace es construir un castillo y una iglesia. Así matan varios pájaros de un tiro. Estamos en el siglo XIII.

Las iglesias antiguas tienen la dirección Este-Oeste, por reminiscencias del culto al Sol, el altar orientado al este. Durante gran parte de la Edad Media las iglesias también hacían la función de cementerios. La Tercia presenta esta orientación, existen testimonios que en paredes que tiraron en la parte del oeste salieron restos humanos. La puerta del edificio es pequeña para puerta de un castillo, debería posibilitar la entrada de caballos y carruajes. El castillo estaba situado en la “Era del Castillo” (solar del Castillo), si nos fijamos en la ilustración (rodeado de rojo)




vemos como un muro continúa siguiendo la pared de La Tercia varios metros, ese muro era del castillo. Iglesia (Tercia) y castillo estaban alineados, porque era la misma construcción y de la misma época, construidos por los calatravos, monjes guerreros que tanta importancia daban a la cruz como a la espada.



Antes decía que mataban varios pájaros de un tiro. Por una parte, la orden, al construir los dos edificios, con el castillo asienta su poder político, no hay que olvidar que en diversos momentos les quisieron desposeer de estos bienes. Recuérdese que el mismo rey Enrique IV fracasa cuando el Condado de la Figuera se lo quiere dar a Pedro de Escavias. Con la iglesia ofrecen un espacio donde practicar el culto a los futuros repobladores. Y la misma escenificación de poderes (como vimos cuando se traslada el ayuntamiento a la calle Llana), el religioso y el político compartiendo espacio pero en las mismas manos calatravas.



Por tanto, la Tercia, en su inicio, era la iglesia antigua de nuestro pueblo. No hay que extrañarse que no quede ni una piedra del castillo, se utilizaban para las nuevas construcciones.



La Tercia es un edificio de fachada sólida, muros de mampostería con un vano de arco de medio punto de ladrillo. En el interior, en la parte norte, existían unas arcadas de bóvedas estrechas y arcos apuntados góticos que contrastaba la finura de su fábrica con la tosquedad del exterior. Todo derrumbado y al parecer no hay ninguna fotografía que dé testimonio de esta construcción. Desde su origen este edificio ha tenido diversas funciones además de iglesia o cementerio; una sería la de recaudación de cereal, de ahí el nombre que ha permanecido, la última fue de corral para engorde de cerdos. Probablemente pasó a manos privadas con la Desamortización de Mendizábal. El Ayuntamiento actual debería hacer un esfuerzo y adquirirlo, que es patrimonio de todos, lo único que hemos heredado de los calatravos, que tanto se llevaron.





Cuando surge la necesidad, en el siglo XV, de construir una nueva iglesia, se presenta el problema del lugar. Los edificios religiosos se consideraban que estaban construidos en un “lugar mágico” de ahí que unos se edificaban sobre los cimientos de los anteriores. La nueva iglesia debe construirse los más cerca de La Tercia, en el castillo no podía ser, todavía tenía su función. Ya, como es una época más tranquila, se hace fuera del pueblo, al otro lado de las murallas. La Higuera de Arjona estaba fortificada, si no rodeada de murallas, una parte sí. En 1831 en el Diccionario Geográfico Universal de la Sociedad de Literatos se dice que hay un pozo “extramuros” donde la población se abastece de agua. Y en el Diccionario de Madoz se escribe que la iglesia Sta María de Consolación se encuentra fuera del pueblo. La muralla estaba entre La Tercia y la nueva iglesia, en el momento de realizar el plano ya se ha construido en este espacio. No más abajo, donde se presume que continuaba la muralla.

Y sigo creyendo que en algún lugar, quizá en un silo, hay un tesoro escondido.





Lahiguera (19-9-2011)

Manuel Jiménez Barragán






martes, 13 de septiembre de 2011

Puestas del Sol


Otro gran evento de la naturaleza: La puesta del Sol...el Ocaso.

   Tras este paréntesis en las publicaciones del Blog, paso a mostrar algunas de las fotografías que he realizado de distintas puestas del sol, también en lugares y fechas variados.
   Es éste un evento que, aunque todos los días del año se produce, en cada uno de ellos lo hace con una distinción peculiar. Influyen los estados de la atmósfera, la luz que nos otorga cada época del año, y otra infinidad de factores que le dan encanto a este suceso.

   Esta fotografía fue realizada el 4 de junio del 2011. Estaba realizando un recorrido, en compañía de Manuel Cortés y mi padre, por los cortijos del cauce del salaillo, recopilando información que ya he expuesto en publicaciones anteriores. Culminamos nuestro recorrido en la Cortijada de "La Torre de María Martín". Fue allí donde pudimos observar este precioso atardecer y plasmarlo en la fotografía. Podemos apreciar nuestro pueblo, Lahiguera, a la derecha de la fotografía: Predomina su torre de la Iglesia de arriba.


   Estas otras fotografías, también fueron tomadas desde otro cortijo, cuyo nombre desconozco, cercano al anterior lugar mencionado (...a algunos metros menos de altura en la orografía). Esta tarde me desplacé en moto con el solo propósito de captar algunas imagenes de estas puestas de sol que tan bien se aprecian desde esa zona. La fecha, como indican las fotografías, fue el 26 de Julio del año 2011.







   No sólo podemos apreciar la belleza del caminar del Sol hacia el ocaso, sino también "el manto de olivos" que está al pie de las fotografías despidiendo a esa luz que mañana, al alba, volverá a aparecer.

    Estas otras fotografías están realizadas desde mi propia casa. Era una de esas tardes que invitan a tomar la cámara fotográfica y salir a captar ese momento que está teniendo lugar en el transcurso del tiempo. Una vez más está indicada la fecha en las fotografías expuestas.





   Esta otra fotografía la realicé en el retorno de Santisteban del Puerto a Lahiguera. Aún no había llegado a Arquillos cuando pude apreciar lo que estaba ocurriendo en el poniente por encima del pueblo de Vilches. Así que ...parada forzosa para, una vez más, captar ese instante. Fue el 21 de agosto del 2011:



   La siguiente fotografía la realicé durante un vuelo que tuvo lugar en las costas de Málaga, más concretamente en Benajarafe. Difiere totalmente del entorno de nuestro paisaje interior. Muestra el mar en lugar de los olivos, y no deja, sin duda alguna, de arrojar su entrañable encanto. El compañero de vuelo que se pude ver en el horizonte es Daniel, con quien compartí este inolvidable momento.



   Volviendo al interior de la península, y siguiendo con la fotografía desde el aire, podemos observar esta otra que realicé a otro compañero de vuelo (..."El Noni") en Alcaudete (Jaén). Podemos observar el mencionado pueblo al fondo de la fotografía.





   Muestro, y acabo, otra serie de fotografías realizadas desde casa tras una tormenta que acababa de tener su fin. Podemos observar también el arcoiris proporcionado por el efecto de la luz del Sol en las gotas de agua. Esto tuvo lugar el 1 de septiembre del 2011.




   Con estas imágenes concluyo esta publicación del Blog, esperando les haya deleitado. Un saludo.