PROLOGO

Se pretende que sea éste un espacio dedicado a entretener y deleitar (... a través de la fotografía fundamentalmente) ... a dar a conocer (...o traer al recuerdo) ciertos monumentos o espacios situados en el término o cercanías de Lahiguera. ...a llamar la atención por el estado de abandono y deterioro de muchos de ellos, ...y si llegara el caso, a remover la conciencia de todos los que somos "herederos" de tales monumentos y espacios, y que con nuestra aportación ayudásemos a la conservación de los mismos.

jueves, 8 de noviembre de 2018

LAS ELECCIONES MUNICIPALES DEL 12 DE ABRIL DE 1931 EN LAHIGUERA.


DE LOS ONCE CONCEJALES DE NUESTRO CONSISTORIO, DIEZ FUERON DE LA CONJUNCIÓN REPUBLICANO-SOCIALISTA Y UNO DEL PARTIDO MONÁRQUICO.
Las elecciones se convocaron por un decreto que apareció en la Gaceta de Madrid del 16 de marzo de 1931, en este decreto se fijaba la fecha del 12 de abril para la realización de la consulta popular. La convocatoria de elecciones remitía a la Ley Electoral de 1907, con lo que se trataba de esquivar los inconvenientes que se hubieran derivado de la aplicación del Estatuto Municipal aprobado en la época de la Dictadura del Primo de Rivera.

Se podría afirmar que la monarquía dictó su sentencia de muerte el día en que Alfonso XIII apoyó el golpe de Estado que dirigió el general Primo de Rivera, el 13 de septiembre de 1923, saltándose el orden constitucional. Tras la caída del dictador, Alfonso XIII pretendió con los gobiernos del general Berenguer y del almirante Aznar un retorno a la situación anterior al golpe de Primo de Rivera. 

En este contexto hay que situar la convocatoria a elecciones municipales y no generales. Después de 7 años apoyando la dictadura de Primo de Rivera (1923-1930), la monarquía de Alfonso XIII se hallaba muy debilitada. Para recuperar su prestigio, Alfonso XIII intentó volver a la situación anterior a la dictadura, un sistema político regido por dos grandes partidos de notables que se turnaban el poder obviando cualquier legitimidad verdaderamente democrática. Pero ni la situación ni la población eran los mismos que en 1923 (es lo que Ortega y Gasset denominó “el error Berenguer”), por lo que se vio obligado a convocar algunas elecciones que calmasen la inquietud política de la población. Aconsejado por su fiel asesor el conde de Romanones, Alfonso XIII optó por convocar unas elecciones municipales, en teoría, las que menos podían afectar a la estabilidad del sistema. Sin embargo, los partidos republicanos, coordinados desde hacía meses en el Pacto de San Sebastián y apoyados por influyentes intelectuales, plantearon las elecciones claramente como un plebiscito: en todos sus mítines (y hubo muchos) dejaron claro a los votantes que los sufragios de estas elecciones mostrarían las preferencias del pueblo sobre el sistema de gobierno: monarquía o república. Es verdad que no fueron elecciones a Cortes constituyentes (porque así lo quiso el rey para evitar problemas), pero sí que todos los participantes en estas elecciones (tanto monárquicos como republicanos) tuvieron claro que eran mucho más que unas municipales, que suponían un verdadero referéndum sobre el sistema político demandado por el pueblo.
Familia andaluza. Foto de Francisco Ontañón. Museo Nacional Reina Sofía. Madrid.

No fue casual que convocaran elecciones municipales y no generales. Aunque Alfonso XIII y Berenguer pretendían convocar elecciones a Cortes. La negativa a participar en las mismas de los líderes liberales, conde de Romanones y marqués de Alhucemas, provocó, primero la dimisión del general Berenguer y su sustitución por el almirante Aznar, y el que, finalmente, el rey accediera a que la convocatoria se circunscribiera al ámbito municipal. En términos generales una convocatoria a elecciones municipales suponía una ventaja para la Monarquía, ya que estas condicionaban menos que unas generales, y, por otro lado, eran más fácilmente manipulables. Fue un craso error pensar así.
Álvaro de Figueroa y Torres, Conde de Romanones.
Manuel García Prieto, Marqués de Alhucemas.





Dámaso Berenguer y Fuste, Conde de Xauen y El Almirante Juan Bautista Aznar, último presidente de gobierno del rey Alfonso XIII.

Ante la inminencia de las elecciones, la conjunción republicano-socialista inició una actividad frenética, organizando mítines por toda la geografía española. Asimismo muchos republicanos abogaban por un frente único, así lo pedía el mítico alcalde de Jaca, Pío Díaz Pradas: “[…]en estos momentos decisivos […], formar el Frente Único, oponer toda la resistencia posible para conseguir la victoria, no hablar de Partidos, de Sectores de acción moderada, federales, radicales, etc. […] a semejanza de lo que en Jaca hicieron republicanos y socialistas, una unión de espíritus y de fuerzas de todos los sectores antimonárquicos, un solo punto de mira: Cambiar la monarquía por la República como única solución para España” (1).
Pío Díaz Pradas, Alcalde de Jaca.


La llamada de Pío Díaz fue escuchada en las filas antimonárquicas. En muchas circunscripciones republicanos y socialistas marcharon de la mano hacia la consulta electoral. En Cataluña, Acció Republicana y Acció Catalana se fusionaron para dar lugar al Partit Catalanist Republicá (sector moderado del republicanismo catalán); mientras, Estat Catalá, Partit Republicá de Catalunya y diversas agrupaciones catalanistas formaban Ezquerra Republicana de Catalunya, con Lluís Companys a la cabeza. 
En el País Vasco los nacionalistas defendían posturas republicanas: “En un mitin celebrado en el Frontón Euskalduna de Bilbao, dijeron que eran republicanos vascos con la enseña de la cruz de Cristo” (2).

Aun cuando los monárquicos no estaban tan unidos, en estos momentos, como los republicanos, también intentaron ir de forma conjunta a los comicios. Juan Dávila creó un centro de Reacción Ciudadana, en cuyos mítines participó asiduamente José Mª Gil Robles. En Cataluña, Cambó y su Lliga Regionalista estaban tan convencidos de su victoria que fue en solitario, y contaba con la abstención de los anarquistas. Algo similar ocurrió en Euskadi, donde el PNV se presentó sin formar parte de ninguna coalición.
A pesar del convencimiento que tenían los monárquicos de que su triunfo sería arrollador; muestra de ello es lo que se leía en El Debate el día 11 vísperas de las elecciones: “Estamos convencidos de que la jornada de mañana domingo será brillante para los monárquicos. Ha penetrado en la mente de todos, la importancia de estas elecciones. No se trata solamente de elegir nuevas administraciones municipales, sino de ganar una batalla por el orden y la paz social, que en los actuales momentos aparecen vinculados a la Monarquía…”.
Extraordinaria foto de vecinos de El Toboso retratados por Paul M. Pietzsch corresponsal de The Thimes en enero de 1958. Es repesentativa de la España rural.
No le dolieron prendas al Gobierno para intentar amañar las elecciones y así garantizar el triunfo de las candidaturas monárquicas. Uno de los ardides empleados fue anular la Ley de 22 de agosto de 1896 por la que se impedía elegir, en poblaciones mayores de 100.000 habitantes a los concejales de los mismos, hasta cuatro años después de haber cesado en su cargo, esta suspensión favorecía claramente a los candidatos monárquicos. El motivo de esta suspensión no fue otro que el saber que el voto urbano, único que, incluso antes de 1923, era considerado como el único voto honrado, no les sería favorable, ya que no podía ser envenenado con las prácticas caciquiles (3).
Para las elecciones se aplicó la Ley electoral de 1907. En la que se establecía en el artículo 29, “que se proclamarían automáticamente los candidatos que se presentaran en aquella circunscripción donde el número de concejales a elegir fuera el mismo que el de los candidatos que aspiraran a una concejalía. En la única capital que se eligieron por el artículo 29 fue en Melilla, con el siguiente resultado: 3 republicanos, 1 socialista, 1 indefinido. Por este sistema se nombró al 20,25% de los concejales en estas elecciones.
Una treta empleada fue comenzar a difundir el bulo que hablaba de supuestas sublevaciones y revueltas comunistas, pintando un sombrío panorama en el caso de que triunfaran los republicanos. También fueron muy significativas las instrucciones que desde París envió José Quiñones de León a los gobernadores civiles para que estuvieran preparados para reprimir supuestas revoluciones.
Campo de trigo. Foto de Francesc Catalá Roca.
En Andalucía, al igual  que en el resto de España, esta elección adquirió pronto un cierto carácter plebiscitario, una opción de si o no, acerca de la vigencia del régimen monárquico, en el que las fuerzas antidinásticas se organizaron, de acuerdo con las instrucciones emanadas del mismo comité revolucionario en candidaturas  de una conjunción republicano-socialista. En ellas participaban además del PSOE, organizaciones republicanas escasamente organizadas, dado que el viejo republicanismo nunca había sido una fuerza política excesivamente boyante, y apenas les había dado tiempo para que se organizara el nuevo republicanismo (4).
A pesar de lo anteriormente dicho la conjunción republicana-socialista pudo confeccionar sus candidaturas con mayor rapidez y concordia en acuerdos para la constitución de listas, mucho más que lo que por parte de los adversarios políticos lo hicieron la Coalición de fuerzas monárquicas. También la conjunción republicana-socialista manifestó un mayor grado de cohesión, y lo que resultó más importante supieron evitar la multiplicidad de candidatos en sus listas, que sin duda hubiera redundado en la dispersión del voto de los electores.
La conjunción republicano-socialista centró su campaña electoral en mítines en los grandes núcleos urbanos, en donde contaban con obstaculizar con mayor eficacia el manejo de los caciques, y pusieron en pie unas candidaturas en las que por lo general los republicanos aventajaban a los socialistas en las capitales de provincia. Así en Huelva se presentaron 15 candidatos republicanos por 8 socialistas; en Córdoba se presentaron 20 republicanos por 7 socialistas; en Granada 14 republicanos por 10 socialistas; en Málaga 28 republicanos por 4 socialistas; y en Sevilla 24 republicanos por 8 socialistas. Desconocemos los datos de Almería. A los datos de las elecciones del 12 de abril en Jaén y provincia dedicaremos a continuación parte de nuestro escrito. La única excepción la constituyó Cádiz, donde los socialistas superaron a los candidatos republicanos en sus listas en la proporción de 15 socialistas por 14 republicanos, a pesar del ser el único caso, la diferencia era mínima.
Mesa electoral de las Elecciones Municipales de 1931.
La confección de las listas de las candidaturas electorales en nuestra provincia tuvo menos complejidad en la provincia de Jaén que las habidas en otras provincias andaluzas. La formidable organización que mostró y hubo en la Conjunción Republicano-Socialista en nuestra provincia, obligó a la Coalición de Monárquicos a no entretenerse en entablar y mantener disputas internas, que perjudicarían las opciones políticas de los partidos en la campaña electoral, por lo que se tendió a un claro reparto de las influencias en los diferentes distritos electorales de la provincia; así quedo Yanguas Messía y La Unión Monárquica Nacional copando el distrito electoral de Linares; los liberales para Jaén Capital y los seguidores del General Saro en la ciudad de Úbeda y pueblos de los alrededores.
No faltaron incidentes  en la campaña electoral giennense, con acusaciones de profanación de imágenes por parte de la izquierda, que menudearon en la prensa monárquica, como el caso de los incidentes en Santisteban del Puerto, y las acusaciones a la Conjunción republicano-socialista en los feudos electorales del Marqués de Foronda, por las poblaciones de Cazorla y Villanueva del Arzobispo, que ocasionó varios detenidos y numerosos incidentes, al considerar el Marqués de Foronda la intervención política en su distrito como una “intromisión” del periodista Antonio de la Villa, redactor del periódico “El Liberal” de Madrid, del radical-socialista José Escudero , y del catedrático y abogado socialista Joaquín Noguera en los pueblos del distrito, como una “intromisión” de estos políticos en su distrito.
También en la izquierda menudearon las quejas sobre actuaciones caciquiles de muchos alcaldes durante la campaña electoral en Úbeda, Bailén…etc. o de la práctica imposición de una candidatura “caciquil” como la de La Puerta de Segura. La Conjunción parece que encontró dificultades para legalizar sus candidaturas en algunos pueblos, lo que explicaba que fueran protestadas las elecciones en 4 de los 13 pueblos en los que se aplicó el artículo 29 de la Ley Electoral de 1907, en virtud del cual en las poblaciones que sólo se presentaba una candidatura se nombraban automáticamente a los concejales de la lista presentada. En el pueblo de Cambil se produjo la peculiar situación del predominio del Partido Conservador que obligó a una coalición electoral de todas las demás fuerzas políticas monárquicas concurrentes, incluidos liberales y yanguistas (de Yanguas Messía), mientras que por el otro lado concurrió la Conjunción republicano-socialista.
Enfermo accidentado que fue trasladado en cama hasta la mesa electoral para poder ejercer su derecho al sufragio.
La tendencia a la dispersión en la listas electorales de las candidaturas monárquicas era mucho más acusada, especialmente en Almería y Granada en dónde se presentaron, respectivamente 43 y 54 candidatos, para los 24 y 30 puestos de concejales a ocupar, tal como correspondía a cada una de la mayoría de elegibles en cada una de las dos capitales, con lo cual la dispersión de los votantes estaba asegurada al repartirse  los votos entre los candidatos por parte de los electores. La dispersión era también muy acusada en Sevilla donde se presentó una lista de 52 candidatos para cubrir 32 puestos, algo parecido a lo ocurrido en Córdoba con 43 aspirantes para 27 puestos. La única capital andaluza en la que coincidió el número de candidatos monárquicos, y el de concejales que saldrían elegidos por la mayoría fue Jaén, nuestra capital, que presentó 27 candidatos para los 27 concejales que podía conseguir, con lo cual no se daba la posibilidad de dispersión del voto electoral entre los electores de nuestra capital.  Esta dispersión se atenuaba algo en las ciudades de Cádiz, Huelva y Málaga, en donde se elegían respectivamente 29 (Cádiz), 21 (Huelva) y 32 concejales en Málaga por la mayoría, a los que presentaron 38 (Cádiz), 27 (Huelva) y 38 candidatos en Málaga (5).
Javier Tusell, historiador del que proceden los anteriores datos, hizo también un somero análisis socio-profesional de los diferentes candidatos monárquicos, en el que se revelaba el predominio de propietarios industriales y comerciantes en las listas electorales de la coalición monárquica; y por el contrario un predominio de profesionales de la enseñanza y médicos, entre los presentados como candidatos aspirantes a concejales antidinásticos o republicanos-socialistas.
Este autor consideró que la campaña de los monárquicos a nivel nacional como “escasa y plural”, en clara alusión a las deficiencias que presentó la organización de las fuerzas dinásticas o monárquicas en la campaña electoral, que junto a la dispersión en los contenidos expuestos en la campaña, no consiguieron compensar ni variar las tendencias que el electorado sentía respecto a la desmovilización de su electores. La tibieza de la campaña monárquica ocasionó de paso una postura de radicalización de las derechas monárquicas, que lanzaron la voz de alerta sobre los peligros y consecuencias que entrañaba esta consulta electoral, y exigieron a sus responsables una propaganda más eficaz y más intensa. La campaña electoral de la derecha monárquica sólo fue muy intensa en los periódicos y publicaciones de papel impresos, con frecuencia conllevaba una crítica del sistema de la Restauración, que no hizo nada más que redundar en perjuicio de la supervivencia del régimen monárquico, y además vino a demostrar que había necesidad de realizar una reforma constitucional, que era aceptada en otros sectores sociales próximos a la derecha y que no coincidían necesariamente con los planteamientos de la izquierda revolucionaria.
Coche con propaganda electoral recorriendo las calles de Bilbao.
La conjunción de las candidaturas de republicanos-socialistas, por el contrario de los monárquicos, abordaron la campaña electoral con una unidad de objetivos muy acusada, entre los que destacaba el argumento, persistente como la lluvia en temporal, de que las elecciones que había en ciernes eran una oportunidad única para manifestar el rechazo a la “vieja política”, que se identificaba con la institución monárquica. De ahí que los políticos republicanos marginasen deliberadamente los temas propiamente municipales, los asuntos que debían mejorar en cada localidad, para insistir en que las elecciones habrían de ser un plebiscito sobre la pervivencia o no de la monarquía en España. Esta fue esencialmente la línea argumental  de una campaña electoral, que estuvo centrada en mítines en las capitales de provincia y en los núcleos de población importantes de las mismas, en los que estos tuvieron una importancia capital por la afluencia a los mítines electorales y el caldeamiento ideológico que producían estas congregaciones de una muchedumbre con la única vía de la cultura oral que escuchaban ensimismados y enardecidos; nada de comprar y leer algún periódico o impreso electoral. Lo planificado como campaña de izquierdas fue todo lo contrario de lo realizado por los políticos de la coalición monárquica, que se mantuvieron en un tono sensiblemente moderado, haciendo hincapié en la propaganda escrita en publicaciones y periódicos, que tan sólo leían limitados sectores sociales, pues España en estos tiempos brillaba por el analfabetismo reinante en la mayoría de la población, con lo que ciertos sectores sociales de la derecha, de condición humilde y poco instruidos quedaron desasistidos.
Los resultados electorales en Higuera de Arjona en las Elecciones Municipales del 12 de abril de 1931, con 3.122 habitantes, fue de 11 Concejales elegidos, de los que 10 eran de la Conjunción de Republicanos y Socialistas y 1 de la Coalición Monárquica. Se presentaron dos candidaturas de partidos, aunque de momento desconocemos el origen de cada uno de ellos por su pertenencia a partido en la conjunción o coalición, y los nombres de los mismos.
Mientras tanto la vida de los vecinos de nuestra villa continuaba elrededor del trabajo en el campo y en la comercialización de sus productos.
Los niños y la borrica. Foto de Leonardo Cantero Bilbao, España, 1907. Museo Nacional Reina Sofía. Madrid.
En Jaén con 39.787 habitantes se eligieron 32 concejales de los que 22 fueron del Bloque Republicano-Socialista, de ellos 11 socialistas y 11 republicanos. Del Bloque de los Monárquicos se eligieron 10 concejales, de los que 7 eran liberales, 1 de UMN, 1 centrista y 1 católico independiente. Conjunción obtuvo 3.700 votos y los Monárquicos de la Coalición 1.917 votos.
En Andújar con una población de 21.094 habitantes fueron elegidos 22 concejales, siendo 9 de los republicanos-socialistas y 11 de los monárquicos. De los 9 republicanos fueron elegidos 5 republicanos y 4 socialistas. De los monárquicos fueron elegidos 6 liberales, 4 de UMN y 1 conservador.
En Arjona con 10.365 habitantes fueron elegidos 17 concejales de los que 11 fueron de entre la conjunción republicano-socialista, y 6 de la coalición monárquica, sin conocer más detalles de su filiación.
En Arjonilla con 6.008 habitantes se eligieron 14 concejales siendo 5 republicanos y 7 monárquicos. De entre los republicanos fueron elegidos 5 socialistas y 2 independientes, y entre los monárquicos 2 eran de UMN y 5 indeterminados.
En Marmolejo con 7.001 habitantes fueron elegidos 14 concejales de los que 10 eran de Conjunción Republicana-Socialista y 4 de la Coalición Monárquica. Los de Conjunción recibieron 777 votos, y los de Coalición 509 votos.
En Villanueva de la Reina con 4.529 habitantes fueron elegidos 12 concejales siendo 0 el número de republicanos y 12 de la coalición monárquica, de los que 2 eran centristas, 10 de UMN, Acción Social y liberales. Los primeros formando candidatura propia y los demás agrupados en otra coalición. Cabe la posibilidad de que se presentase una sola candidatura, la de Coalición monárquica,  y fuesen elegidos por el artículo 29 de La Ley Electoral de 1907.
En Fuerte del Rey con una población de 2.202 habitantes se eligieron 10 concejales, cero del grupo republicano y 10 de la coalición monárquica compitieron dos candidaturas de la coalición monárquica, probablemente las dos monárquicas que obtuvieron 104 y 140 votos. Cabe la posibilidad de que se presentase una sola candidatura y fuesen elegidos por el artículo 29 de La Ley Electoral de 1907.
Padre con sus hijos en la bodega. Foto de Gabriel Cualladó.
En Cazalilla con 1.777 habitantes se eligieron 9 concejales monárquicos por cero republicanos. Cabe la posibilidad de que se presentase una sola candidatura y fuesen elegidos por el artículo 29 de La Ley Electoral de 1907.
En Espeluy con 890 habitantes se eligieron 8 concejales de la Coalición Monárquica  y cero de la Conjunción Republicano-Socialista. Cabe la posibilidad de que se presentase una sola candidatura y fuesen elegidos por el artículo 29 de La Ley Electoral de 1907.
En Escañuela con una población de 1.770 habitantes se eligieron 9 concejales, de los que 7 fueron republicanos y 2 monárquicos. La conjunción republicana-socialista obtuvo 256 votos y los monárquicos obtuvieron 102.
Para comprobar la incidencia de los dos bloques de Conjunción republicano- socialista y de Coalición Monárquica en el resto de la provincia relacionamos a continuación los resultados electorales en los demás municipios de la provincia en estas elecciones del 12 de abril de 1931.
En Albanchez de Úbeda con 2.370 habitantes se eligieron 10 concejales de la Coalición Monárquica. Aunque se registró una baja participación electoral quedaron elegidos 3 concejales liberales, 3 conservadores, 3 centristas y 1 de UMN. Cabe la posibilidad de que se presentase una sola candidatura y fuesen elegidos por el artículo 29 de La Ley Electoral de 1907.
En Alcalá la Real con 21.359 habitantes fueron elegidos 22 concejales de los que 14 fueron republicanos y 8 monárquicos.
En Alcaudete con 15.668 habitantes fueron elegidos 20 concejales, de los que 14 fueron de Conjunción  y 6 de los Monárquicos. Conjunción obtuvo 1.136 votos y los Monárquicos 750 votos, aunque son datos parciales pues se recogen datos de 3 de los 4 distritos municipales.
En Aldeaquemada con 1.494 habitantes  se eligieron 9 concejales, sin conocer detalles sobre su pertenencia a un bloque u otro de los contendientes.
En Arquillos con 2.519 habitantes se eligieron 10 concejales perteneciendo 7 a los republicanos y 3 a los monárquicos.
En Baeza con 16.239 habitantes se eligieron 21 concejales, siendo 11 de la Conjunción republicana-socialista y 10 de la Coalición Monárquica. Dándose en esta localidad un predominio casi total de los elegidos de entre los socialistas los concejales elegidos de la Conjunción.
En Bailén con 9.554 habitantes se eligieron 17 concejales, siendo 11 de la Conjunción republicano-socialista y 6 de la Coalición Monárquica. Los elegidos de Conjunción 7 del DLR, 1 socialista y 3 radicales, y los Monárquicos fueron todos elegidos de entre los candidatos de los sindicatos agrarios.
En Baños de la Encina con 6.920 habitantes se eligieron 13 concejales, todos ellos de la Coalición de Monárquicos. De ellos 5 concejales fueron independientes, 5 de UMN y 3 de Acción Social. Cabe la posibilidad de que se presentase una sola candidatura y fuesen elegidos por el artículo 29 de La Ley Electoral de 1907.
En Beas de Segura con 13.043 habitantes se eligieron 18 concejales de los 2 pertenecían al partido socialista y 16 fueron de la Coalición Monárquica con el siguiente reparto: 5 de UMN, 5 liberales, 5 conservadores y un reformista. Artículo 29.
En Bedmar con 4.507 habitantes se eligieron 12 concejales: 2 de republicanos y 10 monárquicos.
El vendedor de botijos. Fotografía de Francesc Catalá Roca, 1952.
En Begíjar con 4.235 habitantes se eligieron 12 concejales con 6 de la Conjunción republicano-socialista en los que todos pertenecían al partido socialista y 6 a la Coalición Monárquica.
En Bélmez de la Moraleda con 2.191 habitantes se eligieron 10 concejales sin tener datos sobre su filiación política.
En Benatae con 1.306 habitantes se eligieron 9 concejales, siendo elegidos por el artículo 29 al ser la candidatura Coalición Monárquica la única que se presentó en la localidad.
En Cabra de Santo Cristo con 6.605 habitantes se eligieron 13 concejales de la Candidatura única de Coalición Monárquica en virtud del artículo 29.
En Cambil con 6.340 habitantes se eligieron 14 concejales de ellos 2 se supone de la conjunción republicano-socialista, porque aparecen reseñados  como “obreros” , por lo que suponemos que pertenecían al partido socialista, y 12 de la Coalición Monárquica con la siguiente distribución 10 conservadores, 1 de UMN y 1 liberal.
En Campillo de Arenas con 3.504 habitantes se eligieron 11 concejales con gran triunfo monárquico.
En Canena con 1955 habitantes se eligieron 10 concejales 7 de la Conjunción republicano-socialista y 3 de la Coalición Monárquica. A Conjunción se le otorgaron 211 votos y a la Coalición Monárquica 160 votos.
En Carboneros con 1.373 habitantes se eligieron 9 concejales, 6 del bloque de los Republicanos y 3 del bloque de los Monárquicos. La Conjunción recibió 135 votos y los Monárquicos 92 votos.
En Cárchel con 948 habitantes se eligieron 8 concejales, que por ser de candidatura única de la Coalición Monárquica quedaron elegidos automáticamente por el artículo 29 de la Ley Electoral de 1907.
Desfile infantil. Foto del periodista Martín Santos Yubero. Archivo Regional de la Comunidad de Madrid.
En Carchelejo con 2.704 habitantes se eligieron 11 concejales, de los que 3 fueron del bloque Republicano y 8 del bloque Monárquico. Los 3 concejales republicanos eran del partido socialista.
En La Carolina con 16.285 habitantes se eligieron 22 concejales, de los que 19 eran del Bloque Republicano y 3 del Bloque Monárquico. La Conjunción Republicana con 2.268 votos obtuvo una mayoría clara de concejales del partido socialista.
En Castellar de Santisteban con 6.318 habitantes se eligieron 14 concejales, de los que 13 fueron de La Conjunción republicano-socialista y 1 de la Coalición Monárquica.
En Castillo de Locubín con 7.923 habitantes se eligieron 16 concejales, de los que los 16 fueron de la Coalición Monárquica, con 11 concejales conservadores y 5 liberales, por 0 republicanos.
En Cazorla con 11.205 habitantes de eligieron 18 concejales, de los que 10 eran del Bloque Republicano-Socialista y 8 del Bloque Monárquico.
En Chiclana de Segura con 3.562 habitantes se eligieron 11 concejales de los que 6 fueron republicanos y 5 monárquicos.
En Chilluevar con 2.585 habitntes se eligieron 10 concejales todos de la Coalición Monárquica, de ellos 7 procedían del grupo “forondista” (Cazorla) y 3 eran del partido constitucional. En esta localidad se registró una baja participación electoral.
En Frailes con 3.116 habitantes se eligieron 11 concejales de los que 2 eran de la Conjunción Republicano- Socialista, y 9 de la Coalición Monárquica.
En Fuensanta de Martos con 6.171 habitantes se eligieron 13 concejales, de los que 10 eran del Bloque Republicano y 3 del Bloque Monárquico. Los de Conjunción recibieron 800 votos y los de la Coalición Monárquica 311 votos.
En Garcíez con 798 habitantes, se eligieron 7 concejales y por no presentarse candidatura antidinástica o de la Conjunción Republicano-Socialista, quedaron elegidos por el artículo 29 los candidatos de la Coalición Monárquica.
En Génave con 1982 habitantes se eligieron 10 concejales, desconocemos de qué filiación política era cada uno de los elegidos.
En La Guardia de Jaén con 2.976 habitantes se eligieron 11 concejales, de ellos 3 fueron de Conjunción con 207 votos y 8 de la Coalición de Monárquicos con 390 votos entre las dos candidaturas monárquicas presentadas.
En Guarromán con 3.637 habitntes se eligieron 12 concejales de los que 8 fueron republicanos y 4 monárquicos.
Niño con pan en Turégano. Foto de Gabriel Cualladó. Museo Nacional Reina Sofía . Madrid.
En Higuera de Calatrava con 1.773 habitantes se eligieron 9 concejales  con un claro triunfo de la Conjunción Republicano-Socialista.
En Hinojares con 1.051 habitantes se eligieron 9 concejales del Bloque Coalición Monárquica, suponemos fue candidatura única.
En Hornos con 2.193 habitantes  se eligieron 10 concejales de la Coalición Monárquica de los que fueron elegidos 6 de UMN, 3 conservadores, y 1 monárquico indeterminado. Posiblemente en esta localidad no hubo candidatura antidinástica o republicana.
En Huelma con 6.692 habitantes se eligieron 14 concejales de los que 3 pertenecían al Bloque Republicano-Socialista y 11 al Bloque de Coalición Monárquica.
En Huesa con 3.059 habitantes se eligieron 11 concejales todos del Bloque Monárquico, que fueron nombrados automáticamente por el artículo 29 al ser candidatura única.
En Ibros con 4.375 habitantes se eligieron 12 concejales, todos del Bloque Monárquico y del partido UMN por el artículo 29 por ser candidatura única.
En La Iruela con 4.363 habitantes  se eligieron 12 concejales. Que pertenecían al Bloque Monárquico por ser candidatura única y quedar nombrados por el artículo 29.
En Iznatoraf con 5.042 habitantes se eligieron 13 concejales de los que 4 eran republicano-socialistas y 9 monárquicos. Los monárquicos pertenecían 5 al partido centrista y 4 concejales a los liberales.
En Jabalquinto con 3.530 habitantes se eligieron 11 concejales, todos del Bloque Monárquico por el artículo 29 al ser candidatura única.
En Jamilena con 3.282 habitantes se eligieron 11 concejales y fueron elegidos del Bloque de partidos monárquicos que presentaron dos candidaturas. Probablemente no hubo candidatura republicana.
En Jimena con 3.859 habitantes se eligieron 11 concejales, de ellos 1 republicano que era socialista  y 10 de la Coalición de Monárquicos.
En Jódar con 10.815 habitantes se eligieron 18 concejales de los que 9 pertenecieron al Bloque Republicano-Socialista y 9 al Bloque Monárquico.
En Linares con 42.170 habitantes se eligieron 32 concejales, de los que 22 fueron de la Conjunción republicano-socialista, 12 socialistas y 10 republicanos. Del Bloque de Monárquicos la Coalición consiguió 10 concejales de los que 8 eran de UMN y 2 monárquicos independientes. También compitió una tercera lista monárquica que no tuvo éxito. De los votos emitidos 4.000 fueron la Conjunción Republicano-Socialista, y 1.125 para los Monárquicos.
Los juegos de los niños. Foto de Oriol Maspons. Museo Nacional Reina Sofía. Madrid.
En Lopera con 6.933 habitantes se eligieron 14 concejales, de ellos 10 eran de Conjunción Republicana-Socialista y 4 eran de Coalición Monárquica.
En Lupión con 1.106 habitantes eligieron 9 concejales, de los que 4 eran de Conjunción Republicano-Socialista y 5 de Coalición Monárquica.
En Mancha Real con 9.255 habitantes se eligieron 17 concejales de los que 13 eran de Conjunción y 4 de Coalición Monárquica. En este caso no hay coincidencia en las fuentes. Los Monárquicos fueron elegidos 1 del sindicato agrario y 3 monárquicos indeterminados.
En Martos con 23.815 habitantes se eligieron 24 concejales de ellos 16 de Conjunción Republicana-Socialista y 8 de Coalición Monárquica. Con 3.597 votos otorgados a los primeros, y 582 votos a los segundos.
En Mengíbar con 5.325 habitantes se eligieron 13 concejales con triunfo monárquico.
En Montizón con 2.263 habitantes se eligieron 10 concejales con triunfo monárquico.
En Navas de San Juan con 7.301 habitantes fueron elegidos 14 concejales, elegidos de la única candidatura presentada de Conjunción Republicana-Socialista, siendo elegidos 7 del partido socialista, 6 de DLR y 1 de PPRS. No hubo candidatura monárquica y los concejales fueron designados por el artículo 29 de la Ley Electoral de 1907.
En Noalejo con 3.624 habitantes fueron elegidos 11 concejales de Coalición Monárquica, presentados en dos candidaturas que totalizaron los 11 concejales con un total de 499 votos, registrándose una baja participación electoral.
En Orcera con 3.365 habitantes se eligieron 11 concejales saliendo elegidos probablemente de entre las dos listas monárquicas que presentó la Coalición Monárquica.
En Peal de Becerro con 6.243 habitantes se eligieron 14 concejales de Coalición Monárquica.
En Pegalajar con 6.209 habitantes se eligieron 14 concejales con triunfo monárquico.
En Pontones con 3.034 habitantes se eligieron 11 concejales, 4 de Conjunción Republicana-Socialista y 7 de Coalición Monárquica.
En Porcuna con 13.754 habitantes se eligieron 19 concejales, siendo 14 de Conjunción Republicana-Socialista y 5 de Coalición Monárquica.
En Pozo Alcón con 5. 831 habitantes se eligieron 13 concejales pertenecientes a Coalición Monárquica.
En La Puerta de Segura con 6.674 habitantes se eligieron 13 concejales de Coalición Monárquica.
En Quesada con 10.119 habitantes se eligieron 17 concejales de Coalición Monárquica, donde posiblemente no compitió ninguna candidatura antidinástica.
En Rus con 4.377 habitantes se eligieron 12 concejales, repartidos entre 8 de Conjunción Republicana-Socialista y 4 de Coalición Monárquica.
En Sabiote con 6.599 habitantes se eligieron 14 concejales, de los cuales 6 fueron socialistas de la Conjunción y 8 fueron del grupo de los monárquicos centristas.
En Santa Elena con 2.153 habitantes se eligieron 10 concejales, 5 de Conjunción y 5 de Coalición. Los concejales de Conjunción Republicana- Socialista fueron elegidos del partido DLR. Los 5 Monárquicos elegidos fueron de UMN por el artículo 29. En uno de los dos distritos concurren unos y el restante los otros, un reparto que probablemente fuese pactado.
Vendedor de pájaros trinadores. Foto de Francesc Catalá Roca.
En Santiago de Calatrava con 3.105 habitantes se eligieron 11 concejales, 4 de Conjunción y 7 de Coalición.
En Santiago de la Espada con 8.331 habitantes se eligieron 16 concejales, de los que 2 fueron de Conjunción y 14 de Coalición.
En Santisteban del Puerto con 8.428 habitantes se eligieron 16 concejales de los que 10 fueron de Conjunción y 6 de Coalición Monárquica elegidos todos del grupo de liberales.
En Santo Tomé con 3.411 habitantes se eligieron 11 concejales, 3 de Conjunción Republicano-Socialista y 8 de Coalición Monárquica.
En Segura de la Sierra con 3.634 habitantes se eligieron 11 concejales con triunfo monárquico.
En Siles con 4.494 habitantes se eligieron 12 concejales de Coalición Monárquica.
En Solera con 1.187 habitantes  se eligieron 9 concejales monárquicos, pues parece ser que compitieron dos candidaturas probablemente monárquicas.
En Sorihuela de Guadalimar con 3.588 habitantes se eligieron 11 concejales, 5 de Conjunción y 6 de Coalición Monárquica.
En Torreblascopedro con 2.451 habitantes se eligieron 10 concejales, 2 de Conjunción y 8 de Coalición.
En Torredonjimeno con 17.430 habitantes se eligieron 21 concejales, de ellos 8 eran de Conjunción y 13 de Coalición. Todos los concejales de Coalición Monárquica fueron del grupo UMN.
En Torreperogil con 8.636 habitantes fueron elegidos 15 concejales de Coalición Monárquica, siendo 8 del grupo liberal y 7 del grupo de conservadores, No se presentó candidatura por parte de los antidinásticos.
En Torrequebradilla con 536 habitantes se eligieron 6 concejales monárquicos por el artículo 29.
Una calle de El Toboso hacia el año 1932. Foto de Otto Wunderlich. Instituto del Patrimonio Cultural de España, MECD.
En Torres con 4.922 habitantes se eligieron 12 concejales, 8 por Conjunción Republicano-Socialista, de los cuales todos eran del grupo socialista, y 4 de Coalición Monárquica.
En Torres de Albanchez con 2.218 habitantes se eligieron 10 concejales de la Coalición Monárquica.
En Úbeda con 27.657 habitantes se eligieron 25 concejales, 17 de ellos de Conjunción Republicana-Socialista y 8 de Coalición Monárquica. De los concejales republicanos ubetenses 12 eran socialistas y 5 republicanos. Los monárquicos eran todos centristas del grupo del General Saro.
En Valdepeñas de Jaén con 7.760 habitantes se eligieron 16 concejales de los cuales 12 eran de Conjunción y 4 de Coalición.
En Vilches con 5.838 habitantes se eligieron 12 concejales de Conjunción Republicano-Socialista. Suponemos sería la única candidatura presentada.
En Villacarrillo con 14.111 habitantes se eligieron 20 concejales de los que 12 fueron de Conjunción Republicana –Socialista y 8 de Coalición Monárquica. En Conjunción de los elegidos 8 eran socialistas y 4 eran republicanos.
En Villanueva del Arzobispo con 13.426 habitantes se eligieron 19 concejales, de ellos 6 de Conjunción Republicana-Socialista  y 13 de Coalición Monárquica.
En Villardompardo con 2.738 habitantes se eligieron 10 concejales, todos de Coalición Monárquica.
En Los Villares con 4.779 habitantes se eligieron 12 concejales de los que 4 eran republicanos y 8 monárquicos.
En Villargordo con 3.854 habitantes se eligieron 11 concejales todos de Coalición Monárquica.
En Villarrodrigo con 1.987 habitantes se eligieron 10 concejales con triunfo monárquico.
A modo de resultados globales de estas elecciones municipales del 12 de abril de 1931, podemos concluir diciendo que el total de concejales elegidos en la provincia de Jaén fue de 1.326 concejales. De los cuales 756 concejales fueron elegidos de las listas de la Coalición Monárquica y 505 fueron elegidos de las listas de Conjunción Republicano-Socialista, que hubo en las listas 7 independientes, y 56 de indeterminados y que de concejales comunistas sólo salieron elegidos 2.
En 72 de los 88 municipios de la provincia donde concurrieron las dos fuerzas: (Conjunción y Coalición) 588 concejales fueron de Coalición y 440 de Conjunción, que en 11 localidades resultaron elegidos los concejales por el artículo 29 de la Ley Electoral de 1907, saliendo elegidos por este procedimiento 105 concejales de Coalición Monárquica y 26 por Conjunción Republicano-Socialista, y que en un total de 83 pueblo sobre el total de 99 municipios provinciales quedaron elegidos 692 para Coalición Monárquica y 466 para Conjunción Republicana-Socialista.
En la estimación de porcentaje de votos que obtuvo cada una de los grupos políticos que formaban la Coalición Monárquica, nos encontramos que UMN consiguió el 37% de los votos, los conservadores el 21 %, los liberales el 17%, los centristas el 14%, los Agrarios el 3% y Católicos y otros el 8%.
En la Conjunción Republicana-Socialista el partido con mayor número de votantes fue PSOE con un 52% de votos, DLR (Derecha Liberal Republicana) un 36%, y Republicanos de izquierda un 12%.
Hambre. Foto de Alberto Schonmer. Museo Nacional Reina Sofía. Madrid.
El nivel de competencia electoral entre los partidos contendientes en los 99 municipios giennenses indica que en 13 municipios se presentó candidatura única, por lo que fueron elegidos los concejales automáticamente de la candidatura presentada en virtud del artículo 29 de la Ley Electoral de 1907, que en 26 municipios solamente se presentó la candidatura de Coalición Monárquica, que ambos bloques compitieron en 56 de las 99 localidades existentes, y que 4 se presentaron candidaturas como indeterminados.
Hubo municipios donde triunfaron candidaturas únicas el 12 de abril de 1931 por el artículo 29, y no fueron protestados los resultados electorales. Los municipios y partidos fueron:
Beas de Segura; 5 de PSOE, 1 de PCR (Partido Republicano Conservador de Maura), 1 Agrarios, 1 AR (Acción Republicana), y 1 radical socialista republicano independiente. En total cuentan 9 y debían ser 10
Benatae: 6 de PCR (Partido Republicano Conservador de Maura), 1 de AP (Acción Popular), 2 de PRR (Radicales de Lerroux). En total 9.
Cabra de Santo Cristo: 4 de PSOE, 5 del PCR (Partido Republicano Conservador de Maura), y 4 del PRR (Radicales de Lerroux). En total 13.
Cárchel: 3 del PCR (Partido Republicano Conservador de Maura), 2 Agrarios, 3 del PRR (Radicales de Lerroux). En total 8.
Huesa: 5 del PSOE, y 6 Agrarios. En total 11.
Navas de San Juan: 12 del PSOE, y 2 Agrarios. En Total 14.
Santa Elena: 6 del PSOE, y 4 de PRP (Partido Republicano Progresista), En total 10.
Torreblascopedro: 3 del PSOE  y 6 de AR (Acción Republicana de Azaña). En total 9 y debían figurar 10.
Torrequebradilla: 4 del PSOE, 2 del PCR (Partido Republicano Conservador de Maura). Total 6.
Total de concejales elegidos por estos partidos citados: 39 del PSOE con 6.680 votos, 17 del PCR (Partido Republicano Conservador de Maura) con 2.065 votos, 4 del PRP (Partido Republicano Progresista) con 207 votos, 11 Agrarios con 882 votos, 7 de AR (Acción Republicana de Azaña) con 680 votos, 1 de AP (Acción Popular) con 340 votos, y 9 de PRR (Radicales de Lerroux). (Puede haber un error de anotación porque figuran 15 cuando en realidad suman 9, con 2.376 votos, 1 el del PRRS, radical-socialista y 1 independiente. En total suman 91 concejales elegidos en virtud de la aplicación del artículo 29 de la Ley Electoral de 1907. (Fuentes tomadas del periódico “Democracia” y “La Mañana” de Jaén.)
La primera fase de las elecciones municipales, que tuvo lugar el 5 de abril fue la presentación oficial de las candidaturas. Y salieron proclamados una serie de candidatos atendiendo a lo recogido en el artículo 29 de la Ley electoral de 1907. Según este artículo, en todos los distritos en los que se hubieran presentado igual o menor número de candidatos que puestos a asignar, esos candidatos resultaban elegidos automáticamente, sin necesidad de que hubiera votación. Era este un mecanismo típico del caciquismo, que aseguraba la elección del concejal convenido por los notables del pueblo de uno u otro signo; en las zonas rurales, la presión de los caciques aseguraba que nadie osase presentarse siquiera como candidato. Esto explica que, por este método, los monárquicos (opción defendida por prácticamente todos los caciques rurales) cosecharan una cantidad tan grande de concejales en relación con los republicanos.
Foto de Francesc Catalá Roca tomada en las Ramblas.
Los resultados de estas elecciones del 12 de abril de 1931 fueron impugnados  por lo que se volvieron a repetir las elecciones municipales en fecha 31 de mayo de 1931. En esta nueva convocatoria electoral participaron 44 municipios en el que estaban incluidos 3 municipios en los que fueron proclamados los concejales por el artículo 29: Jimena, Ibros, y Jabalquinto, más el caso especial de Beas de Segura, y además 40 municipios en donde vencieron los monárquicos en la convocatoria electoral de 12 de abril. La relación de municipios apareció publicada en el Boletín Oficial de la Provincia, y los resultados que a continuación exponemos procedían en su mayoría de los periódicos “El Pueblo Católico”, “El Socialista” y en menor medida de otros periódicos de ámbito nacional.
Los resultados de la repetición de las elecciones municipales en fecha 31 de mayo de 1931 en los municipios que fueron protestados los resultados de las elecciones municipales del 12 de abril de 1931, es la siguiente:
Albanchez de Úbeda, 10 concejales sin especificar si fueron del PSOE, Republicanos, Conjunción o Monárquicos. En elecciones del 12 de abril: 10 monárquicos.
Bedmar, 12 concejales de Conjunción. En elecciones del 12 de abril: 2 republicanos y 10 monárquicos.
Cambil, 14 concejales: 10 del PSOE, y 4 Republicanos. En elecciones del 12 de abril: 2 republicanos y 12 monárquicos.
Campillo de Arenas, 11 concejales sin especificar partidos. En elecciones del 12 de abril: 11 concejales con triunfo monárquico.
Carchelejo, 11 concejales: 8 de PSOE y 3 Republicanos. En elecciones del 12 de abril: 3 republicanos y 8 monárquicos.
Castillo de Locubín; 16 concejales: 4 de PSOE, y 12 Republicanos. En elecciones del 12 de abril: 16 concejales monárquicos, 11 conservadores y 5 liberales.
Cazalilla, 9 concejales: 3 de PSOE, 3 Republicanos, y 3 de Conjunción. En elecciones del 12 de abril: 9 concejales monárquicos.
Chilluevar, 10 concejales. Triunfo socialista. En elecciones del 12 de abril: 10 concejales monárquicos: 7 forondistas, 3 constitucionales.
Espeluy, 8 concejales: 4 de PSOE, y 4 de Conjunción. En elecciones del 12 de abril: 8 concejales monárquicos: 7 de coalición monárquica, 1 liberal.
Frailes, 11 concejales de Republicanos. En elecciones del 12 de abril: 2 republicanos y 9 monárquicos.
Fuerte del Rey, 10 concejales sin especificar partidos. En elecciones del 12 de abril: 10 concejales monárquicos en dos candidaturas.
La Guardia de Jaén, 11 concejales del PSOE. En elecciones del 12 de abril: 3 republicanos, y 8 monárquicos.
Hinojares, 9 concejales sin especificar partidos. En elecciones del 12 de abril: 9 concejales monárquicos.
Niñas bailando. Foto de Alberto Schonmer. Museo Nacional Reina Sofía.
Huelma, 14 concejales: 8 de PSOE, 2 Republicanos, y 4 Monárquicos. En elecciones del 12 de abril: 3 republicanos y 11 monárquicos.
Ibros, 12 concejales de PSOE. En elecciones del 12 de abril: 12 concejales monárquicos por el artículo 29.
Iznatoraf, 13 concejales: 6 PSOE, y 7 Republicanos. En elecciones del 12 de abril: 4 republicanos y 9 monárquicos.
Jabalquinto, 11 concejales: 9 PSOE, y 2 Republicanos. En elecciones del 12 de abril: 11 concejales monárquicos por el artículo 29.
Jimena, 11 concejales: 9 de PSOE, y 2 de Republicanos. En elecciones del 12 de abril: 1 concejal republicano y 10 monárquicos, por el artículo 29.
Lupión, 9 concejales: 3 de PSOE, y 6 Republicanos. En elecciones del 12 de abril: 4 republicanos y 5 monárquicos.
Mengíbar, 13 concejales: 9 de PSOE, y 4 de Republicanos. En elecciones del 12 de abril: 13 concejales. Triunfo monárquico.
Montizón, 10 concejales sin especificar partidos. En elecciones del 12 de abril: 10 concejales. Triunfo monárquico.
Noalejo, 11 concejales: 4 de PSOE, y 7 de Republicanos. En elecciones del 12 de abril: 11 concejales monárquicos en dos candidaturas.
Orcera, 11 concejales: 3 de PSOE, y 8 de Republicanos. En elecciones del 12 de abril: 11 concejales monárquicos. Probablemente compitieron dos candidaturas monárquicas.
Peal de Becerro, 14 concejales de Conjunción. En elecciones En elecciones del 12 de abril del 12 de abril: 14 concejales monárquicos.
Pegalajar, 14 concejales: 10 de PSOE, y 4 de Republicanos. En elecciones del 12 de abril: 14 concejales. Triunfo monárquico.
Pontones, 11 concejales. Triunfo socialista. En elecciones del 12 de abril: 4 concejales republicanos y 7 monárquicos.
Pozo Alcón, 13 concejales sin especificar partidos. En elecciones del 12 de abril: 13 concejales monárquicos.
La Puerta de Segura, 13 concejales: 5 de PSOE, y 8 Republicanos. En elecciones del 12 de abril: 13 concejales monárquicos.
Quesada. 17 concejales sin especificar partidos. En elecciones del 12 de abril: 17 concejales monárquicos. No compitió ninguna candidatura antidinástica probablemente.
Sabiote, 14 concejales: 10 de PSOE y 4 de Republicanos. En elecciones del 12 de abril: 6 concejales republicanos y 8 monárquicos.
Santiago de Calatrava, 11 concejales: 7 de PSOE y 4 de Republicanos. En elecciones del 12 de abril: 4 republicanos y 7 monárquicos.
Foto de Martín Santos Yubero que representa la indigencia de la época.
Santiago de la Espada, 16 concejales sin especificar partidos. En elecciones del 12 de abril: 2 republicanos y 14 monárquicos.
Santo Tomé, 11 concejales sin especificar partidos. En elecciones del 12 de abril: 3 republicanos y 8 monárquicos.
Segura de la Sierra, 11 concejales sin especificar partidos. En elecciones del 12 de abril: 11 concejales monárquicos.
Siles, 12 concejales de Conjunción. En elecciones del 12 de abril: 12 concejales monárquicos.
Torredonjimeno, 21 concejales: 11 de PSOE y 10 Republicanos. En elecciones del 12 de abril: 8 republicanos y 13 monárquicos.
Torreperogil, 15 concejales del PSOE. En elecciones del 12 de abril: 15 concejales monárquicos.
Torres de Albanchez, 10 concejales sin especificar partidos. En elecciones del 12 de abril: 10 concejales monárquicos.
Villanueva de la Reina, 12 concejales: 5 de PSOE y 7 Republicanos. En elecciones del 12 de abril: 12 concejales monárquicos: 2 centristas, 10 de UMN, Acción Social y liberales.
Villanueva del Arzobispo, 19 concejales de Conjunción. En elecciones del 12 de abril: 6 republicanos y 13 monárquicos.
Villardompardo, 10 concejales. Triunfo socialista. En elecciones del 12 de abril: 10 concejales monárquicos.
Villargordo, 11 concejales: 6 de PSOE y 5 de Republicanos. En elecciones del 12 de abril: 11 concejales monárquicos.
Villarrodrigo, 10 concejales sin especificar partidos. En elecciones del 12 de abril: 10 concejales. Triunfo monárquico.
Beas de Segura, 8 concejales: 3 de PSOE y 5 de Republicanos. En elecciones del 12 de abril: 2 republicanos y 16 monárquicos.
El aro. Foto de Alberto Schonmer, 1953. Museo Nacional Reina Sofía. Madrid.
En esta repetición de elecciones se eligieron 530 concejales, de los que se eligieron 175 del PSOE, 111 de DLR, 71 de Conjunción, 169 de filiación política desconocida y 4 monárquicos. Estos datos están tomados por Javier Tusell de periódicos de la época: “El Pueblo Católico”, “El Socialista”, “ABC”, “El Debate”, “Ahora, y “El Liberal y del Boletín Oficial de la provincia de Jaén.
Para comprender lo expuesto hasta ahora hay que tener en cuenta que los años de la Segunda República Española estuvieron marcados por la crisis y conflictividad. Fueron años de complejidad económica y política en este periodo de nuestra historia no demasiado lejano, que viene muy bien sopesar y así recordar, para salvar los baches de otros ciclos políticos venideros, la historia no se repite, pero si se repite la mentalidad de los políticos que gobiernan los países por lo que a veces se vuelve a caer en la misma fosa.
La intensa y continua conflictividad de esta época republicana radicaba en la estructura socioeconómica, pero se manifestaría durante este periodo de tiempo con mayor frecuencia, en el nivel de lo que podríamos llamar los aparatos ideológicos de los partidos en ciernes; por una parte la identificación derivada de los conceptos de la religión católica y el orden social, que la Iglesia defendía en todos sus documentos y actos, y el fuerte sentimiento anticlerical, que venía refrendado y alimentado por una larga experiencia de colaboración entre la Iglesia y el Estado, vinieron a situar en un primer plano el conflicto religioso, que en bastantes situaciones se antepuso a las propias cuestiones políticas o económicas, de mucha mayor trascendencia para la vida de los ciudadanos que las propiamente religiosas, algo que no resulta nuevo hoy.
Los intereses de la derecha, como clase dominante lograron trasladar con frecuencia la enorme conflictividad social existente en el terreno de la ideología política, y a ello contribuyó enormemente la actitud de unas izquierdas republicanas poco decididas a llevar a cabo las transformaciones políticas y económicas que la sociedad exigía.
El factor religioso llegó indebidamente a desempeñar un importante papel en las campañas electorales realizadas por los partidos políticos durante la Segunda República. El binomio clericalismo-anticlericalismo adquirió primacía en los enfrentamientos, y constituyó uno de los ejes primordiales de la política republicana; algunos de los antiguos rencores permanecen en este sector ideológico y es enarbolado periódicamente coincidiendo con pre-elecciones o periodos de distracción ideológica de ciertos sectores de la izquierda.
Las actitudes, mantenidas por los diversos grupos políticos en la campaña electoral de las elecciones municipales, tuvieron consecuencias en la evolución del problema religioso durante el régimen republicano, asunto que tuvo gran trascendencia en los años posteriores, con la consecuencia de tantos religiosos muertos por su fe o por su opción de vida religiosa.
De todos es conocido hoy el carácter marcadamente anticlerical de las fuerzas políticas republicanas, y la importancia que desde el lado monárquico se concedía a la cuestión religiosa en estas elecciones, que tan poderosamente cambiaron la trayectoria política de nuestro país.
Las elecciones del 12 de abril de 1931. Los resultados de las elecciones municipales en España provocan el exilio del Rey Alfonso XIII y la proclamación de la II República.
Hay historiadores que atribuyen parte de los fracasos de la candidatura monárquica, al planteamiento que mantuvieron  estos en la campaña electoral relacionado con el problema religioso, aunque también puede decirse que este planteamiento era el fruto de una serie de diferencias políticas, que se mantenían en el seno de este partido y la carencia de organización y falta de una propaganda adecuada, que pesaron como una enorme losa sobre el electorado, que ya no esperaba soluciones políticas de los dos partidos turnantes en el gobierno, de decenios anteriores (conservador y liberal) . Los sectores sociales que apoyaban al régimen monárquico tradicionalmente y quizá habían depositado su confianza en la inmovilidad de lo establecido, no le permitieron elaborar una nueva política de atracción de masas, que hubiese sido similar a la que si fue practicada por los republicanos. Los monárquicos, por las causas antes referidas, comenzaron la campaña electoral más tarde que lo hicieron los republicanos, debido a la falta de acuerdo y la tardanza que tuvieron en elaborar las candidaturas, y celebrar escasos mítines y actos electorales, aunque contaron con el apoyo firme de la prensa escrita, que era monárquica en su mayoría y que sin duda fue un baluarte seguro de apoyo a la Coalición (6).
La Coalición de constitucionalistas, al considerar estas elecciones municipales con un contenido puramente administrativo para los ayuntamientos, pues eran elecciones municipales, no hizo especial énfasis en la defensa de la Monarquía, ni de los valores religiosos; algo que no ocurría con el resto de los grupos monárquicos, y mucho menos con la prensa católica, para quienes la defensa de la Religión y la Patria iban firmemente unidas frente al “peligro revolucionario”. Estos postulados religiosos fueron la principal justificación para votar a la Coalición Monárquica; no en vano desde los primeros días de abril e incluso antes de que se formara la candidatura dinástica, la prensa venía recordando a sus lectores los hitos más importantes del anticlericalismo español, siendo también frecuentes las menciones al creciente sentimiento anticlerical de los últimos años de la Dictadura de Primo de Rivera, traído de manos de los republicanos (7).
Semana Santa en Andalucía. Foto de Francisco Ontañón. Museo Nacional Reina Sofía. Madrid.
Durante el desarrollo de las procesiones de Semana Santa  se produjeron algunos incidentes en algunas ciudades, dándose el caso que ante la petición de subvenciones a las autoridades municipales se respondió denegando la autorización de la salida de imágenes a la calle y su celebración dentro de los templos para evitar desórdenes, pues hubo grupos de personas que expresaron su oposición pública a la subvenciones, que venían concediéndose en los ayuntamientos a las Agrupaciones de Cofradías para sufragar la salida a la calle de las imágenes en procesión. La prensa aireaba el peligro que corrían estas celebraciones religiosas, si en las elecciones próximas se llegase a producir una votación adversa a los monárquicos y en favor de los republicanos. Un alegato en defensa del orden y la religión compatible únicamente con un triunfo electoral de parte de los monárquicos que se vendría a tierra o abajo con una votación adversa a ellos (8).
En este mismo sentido se manifestaban algunas agrupaciones religiosas como la “Acción Católica”, pues durante varios días aparecieron en la prensa algunos llamamientos pidiendo el voto para aquellos candidatos, que fuesen garantía del “bien de la Religión y de la Patria”, pues las conexiones políticas entre la Asociación Católica de Propagandistas y los monárquicos eran evidentes, puesto que la citada asociación había colaborado en la constitución de las Uniones Patrióticas locales (9).
Las agrupaciones religiosas seguían las normas pontificias que sobre la acción político religiosa en España en su artículo 11, que decía así: “En las elecciones, todos los buenos católicos están obligados a apoyar no sólo a sus propios candidatos, cuando las circunstancias permitan presentarlos; sino también, cuando esto no sea oportuno, a todos los demás  que ofrezcan garantías para el bien de la Religión y de la Patria, a fin de que salgan elegidos el mayor número posible de personas”.
Otra característica de la propaganda católica era que no se reducía solamente a la identificación entre los sentimientos religiosos y la Monarquía, sino que al condenar la abstención electoral, hacía coincidir el deber religioso con el deber electoral. Era amplio el apoyo popular que los antidinásticos venían consiguiendo en los actos públicos de campaña, con el mayor esfuerzo propagandístico de toda su historia electoral; un apoyo que le hacía suponer que rebasarían a los monárquicos en los resultados electorales (10).
Foto de Francisco Ontañón. Celebración de la procesión en Andalucía. Museo Nacional Reina Sofía. Madrid.
En esta coyuntura electoral del supuesto tirón de las candidaturas republicanas la abstención electoral fue considerada como perjudicial para las candidaturas monárquicas, aprestándose algunos Gobernadores Civiles a dictar una serie de sanciones para aquellos electores que no votasen. Frente a la disciplina de voto de la izquierda, la derecha siempre se caracterizó por una dejación de sus deberes electorales, aunque fuesen conscientes de que había cuestiones importantes en juego, algo que tampoco resulta hoy novedoso.
El artículo de la Ley electoral a que en sus escritos hacían éstos referencia eran; Artículo 84, que decía: “El elector que sin causa legítima dejase de emitir su voto en cualquier elección efectuada en su distrito, será castigado:
1º.- Con la publicación de su nombre como censura por haber dejado incumplido su deber civil, y para que aquella se tenga en cuenta como nota desfavorable en la carrera administrativa del elector castigado, si tuviese esa carrera, y
2º.-Con un recargo de un 2% de la contribución que pagare al Estado, en tanto no vuelva a tomar parte en otra elección. Si el elector percibiere sueldo o haberes del estado, provincia o municipio, perderá durante el tiempo que corra, hasta nueva elección, un 1% de ellos, transfiriéndose esta porción a los establecimientos de beneficencia que existan en su término municipal y distribuyéndose por igual  entre ellos. Los representantes o gestores de dichos establecimientos deberán exigir dicha participación (11).
Por lo dicho en las Normas Pontificias en su artículo 11 y por lo articulado en la anterior Ley Electoral, la abstención fue considerada como perjudicial a la candidatura monárquica en estas elecciones, al coincidir el deber religioso y civil; por ello los Propagandistas católicos conciliaron ambos deberes. Y por esta razón de identificación del deber electoral con el religioso fue la causa para que los propagandistas católicos decidieran esta actitud como la más correcta ante los comicios.
La candidatura antirrevolucionaria suponía, por encima de todo, una garantía para la salvaguardia del orden y la libertad, a la que los católicos estaban seriamente comprometidos, por ello había que votar íntegramente la candidatura antirrevolucionaria fueran quienes fueran los que la formaran, sin entrar en consideraciones de si eran o no amigos o conocidos y ser más o menos simpáticos. No se trataba de personas en sí, sino de la consecución de un ideal común; de demostrar que los revolucionarios constituían una pequeña minoría, que pretendían, con la agitación de la calle y la violencia, imponerse  a la gran mayoría del país que representaría la opción de derechas o monárquica. No se trataba siquiera de salvar a la Monarquía, sino a España amenazada su vida por trastornos, que todo lo subvierten y lo destruyen, cuando el país precisaba de orden y libertad para resolver los problemas que se presentaban como fundamentales.
Viuda con sus hijos en situación de indigencia.
La Coalición Monárquica elaboró un manifiesto, como un deber de todos ante el peligro revolucionario, que fue ampliamente difundido  y publicado aquellos días de campaña electoral en los diarios principales de la prensa confesional.
Mientras que la actitud moderada, en que se colocaron las izquierdas durante la campaña electoral, dificultaba la credibilidad de los propósitos revolucionarios a los que aludía la derecha monárquica en su propaganda. Los defensores de la Monarquía se esforzaban en convencer al electorado de que la proclamación de la República sólo interesaba a una pequeña parte de los coaligados de izquierdas, mientras que la gran mayoría de ellos pretendían la subversión del orden social y moral existente. Con este propósito se intentaba asignar a cada grupo político su papel en las alianzas electorales.
En el referido manifiesto y bajo el epígrafe de “Lo que significa la coalición revolucionaria se explicaban los propósitos perturbadores de los republicanos y sus intentos de destruir la patria unida, la tradición y el orden social y civil: “Hay una coalición revolucionaria que admite y busca el concurso de todos los elementos destructores del régimen histórico y social de España. Su forma es la República que sólo interesa al grupo más débil y exiguo de los coaligados, al que, sin reparar en medios ni en consecuencias, quiere de cualquier modo y a cualquier costa derribar la Monarquía y encaramarse al poder sobre las ruina de la nación. A los demás elementos revolucionarios o es la forma de gobierno lo que más le interesa; ni el socialismo que busca la revolución social por métodos cautelosos para apoderarse del Estado sin resistencia; ni al comunismo que aspira a la aplicación íntegra y mediata y violenta del mismo ideal por la dictadura del proletariado; ni al separatismo, que aspira a deshacer la patria española secular, a romper la unidad de la nación sin cantones cabileños. Si ayudan todos estos a los republicanos es porque creen que al suprimir la Monarquía destruyen el baluarte a que se sostienen la patria unida, la tradición, el régimen social y civil, reproduciendo los periodos más trágicos de nuestra historia. Pero la República de la coalición no será conservadora, ni socialista siquiera. En la sedición de Jaca, en las algaradas rurales que surgieron con ella, en los motines universitarios y en las huelgas del sindicalismo anarquista, se ha visto lo que desataría esta revolución, y si debemos rechazarla sólo por los monárquicos” (12).
Gigantes y cabezudos en 1931. Fotografía tomada de El Heraldo de Aragón.

En este mismo Manifiesto y bajo el epígrafe “El desorden más dañino que la  revolución” se decía: “Impotente para la revolución, la minoría revolucionaria actúa deliberadamente  sobre el supuesto de la indiferencia, pasividad o cobardía de la masa general del país para imponerle su dictadura. Cree que lucha sólo con el poder público y los agentes de poder y que esta única resistencia tendrá que relajarse y ceder cuando el desorden endémico y estéril consiga el hastío y la angustia del país. En algunos de los recientes procesos de conspiración figuran cartas, una interesantísima del Sr. Lerroux, que comprueban esta táctica del saboteo nacional. Mantener  a toda costa y por todos los procedimientos el estado de alarma y de inquietud es la consigna de los conspiradores, motines, huelgas, conflictos de cualquier género, manifestaciones, propaganda de coacción y difamación, rumores y augurios enervantes, gritos en las calles, en las reuniones, en los espectáculos: todo sirve luego, todo se utiliza (…) El triunfo electoral de los revolucionarios tendría inmediatamente una explotación hiperbólica en la propaganda de los agitadores y repercutiría en el orden público ensoberbeciendo la temeridad y el espíritu de violencia de los adictos. Las capitales dominadas recibirían trato insufrible, de continua turbulencia. Los ayuntamientos revolucionarios multiplicarían los conflictos y las comodidades de la vida local y su acción se haría sentir en los presupuestos y servicios municipales con daño del público en general y del contribuyente en particular”.
Los monárquicos, después de explicar el significado de la “coalición revolucionaria”, advertían a los electores del peligro que suponía la indiferencia, pasividad, o “cobardía general de la masa del país” ante la acción revolucionaria. Como consecuencia de todo ello, decían que había que votar en las elecciones municipales y había que aportar votos a la candidatura antirrevolucionaria “porque esta vez, se decía, el celo ardoroso y extraordinario del enemigo exige más contribución”.
La tranquilidad y el orden eran importantes garantías que los monárquicos ofrecían frente al espectro de la revolución. Pero la defensa de la religión como uno de los principios fundamentales de la sociedad se convirtió en uno de los argumentos más repetidos de la Coalición monárquica. También se identificaba a la religión, no sólo con el orden moral y social, sino con la propia institución monárquica, aunque esto ya venía siendo habitual desde los comienzos del Estado de la Restauración.
La Coalición Monárquica esgrimía igualmente la obligación de los católicos de votar contra los revolucionarios porque en su opinión “el programa mínimo de la coalición revolucionaria, se decía, es la libertad de los cultos”. "La persecución del catolicismo y su clero, la extirpación de la fe religiosa es la tarea preferente y tenaz del sectarismo rojo que predomina en los movimientos revolucionarios. Recordad los atentados a los templos y las procesiones y la inmediata derivación anticlerical de todos los motines republicanos. Recordad la Semana Trágica de Barcelona. Las instrucciones de Su Santidad, las del Primado y Obispos de España sobre la Acción Católica, distan explícitamente vuestro deber de colaborar contra la revolución".
El Manifiesto de la Coalición Monárquica concluía con el siguiente llamamiento a los electores:“Patriotas, católicos, liberales, propietarios, capitalistas, productores, trabajadores, rentistas, empleados; todos debéis votar la candidatura única antirrevolucionaria”.
Las niñas con sus muñecas. Foto de Francesc Catalá Roca.
El planteamiento de la propaganda dinástica o monárquica se redujo a dos líneas de actuación fundamentales: una que insistió preferentemente en la gestión municipal y administrativa de los ayuntamientos, que hasta cierto punto trivializó la contienda de la consulta en los municipios, y otra, que fue mucho más agresiva y con un contenido fuertemente derechista, que se sirvió de la ideología y de la religión para intentar frenar lo que se presagiaba con el avance republicano. Este distanciamiento de sectores en el campo monárquico fue lo contrario de lo que iba a ocurrir entre las fuerzas de la izquierda, donde republicanos y socialistas mantuvieron una estrecha unión en defensa del programa electoral, a pesar de que sus diferencias eran considerablemente mayores de las existentes entre los dos sectores monárquicos (13).
A lo dicho hay que añadir que la propaganda del lado republicano–socialista fue muy eficaz, porque prestó especial atención al contacto directo con los electores en ciudades y poblaciones medianas (14).
Dice Javier Tusell: “Opínese lo que se opine acerca del futuro desenlace de nuestra segunda experiencia republicana, no cabe sino calificar de tácticamente acertada a la propaganda electoral republicana que precedió al 12 de abril. La República consiguió autoidentificarse, ante el elector imparcial, con la idea de una nueva política que excluyera el personalismo, el favoritismo, la carencia de una verdadera participación de las masas populares en la vida pública. Los monárquicos, con su inconsciencia, colaboraron a esta identificación haciendo una propaganda débil o careciendo simplemente de ella en algunos casos. En cambio, la propaganda republicana fue insistente y acudió a los medios más aptos para conseguir el apoyo de unas masas que accedían entonces por primera vez a la vida pública" (15).
Los republicanos y socialistas no hicieron mención a la permanente cuestión religiosa en su campaña electoral, salvo para manifestar la necesaria separación Iglesia–Estado. El problema religioso quedó de esta manera relegado en la propaganda republicana; mientras que los monárquicos, en cambio, hicieron de la defensa de la religión uno de los argumentos más utilizados durante la campaña electoral. Una identificación de la Religión con la Monarquía y con el orden, que traería graves consecuencias para la Iglesia tras la proclamación del régimen republicano.
Exaltación del campesino marxista. Foto de Martín Santos Yubero.
Las elecciones se realizaron con una participación ligeramente superior al 67% de los electores convocados a las urnas, lo que desmiente la idea de que la monarquía se hundió por el abstencionismo suicida de los monárquicos. En Andalucía la abstención afectó de manera significativa a algunas provincias como Almería con una abstención del 49%, a Cádiz con un 45%, a Málaga con un 43% y a Sevilla con una abstención del 42%, sin que resultase fácil explicar la causa de este comportamiento abstencionista, en unas elecciones en que el país se jugaba un cambio significativo, quizá una masa de electores permaneció sin salir de casa en un clima político tan tenso asustados por los vientos de los mítines. Nuestra provincia de Jaén fue la que tuvo menor abstencionismo  de entre las ocho, con un porcentaje de abstención de un 24%, muy cerca se quedó Córdoba con un porcentaje de un 25%. Estas dos últimas provincias tuvieron un índice de abstención cercano a la media nacional de abstención en estas elecciones.
Estas elecciones afectaron en toda España a un total de 50.668 puestos de concejales, que representaban el 62,50% del total de los puestos de concejales existentes en el país, y que no habían sido cubiertos de acuerdo con lo indicado en el artículo 29 de la Ley Electoral, o por otras dificultades técnicas. Los puestos que salieron a elección en Andalucía representaron, sin embargo, una proporción superior, lo que en principio parece un indicio de mayor grado de movilización  política de los electores andaluces.
Es de todos sabido que estas elecciones que dan paso a la II República, tuvieron un predominio abrumador de la Coalición monárquica, con predominio de concejales elegidos en poblaciones de número de habitante inferiores a 10.000 habitantes y que los contendientes de la Conjunción Republicano-Socialista ganaron en capitales de provincia y poblaciones mayores de 10.000 habitantes, donde realmente habían centrado su campaña electoral.
En la provincia de Jaén, sin embargo, el panorama fue distinto, la Conjunción muestra una gran penetración en pequeñas localidades rurales  y triunfa también no sólo en las capitales de comarca, sino también en numerosas poblaciones con menos de 3.000 habitantes, de las 99 que componían la provincia. En estas elecciones se produjo un nivel de competitividad electoral muy alto, y tan sólo fueron 13 de los 99 municipios en los que no hubo lucha electoral local, al presentarse la candidatura única de un partido de los que formaban parte de la contienda electoral. En la mayoría de los ayuntamientos giennenses compiten republicanos contra monárquicos, y los republicanos consiguieron el triunfo en más de un tercio de los municipios, incluidos todos los importantes de la provincia, excepto Torredonjimeno, Villanueva del Arzobispo y Beas de Segura. Los republicanos-socialistas triunfan en 14 de los 18 municipios con más de 10.000 habitantes que había en nuestra provincia con más de 10.000 habitantes según el censo de población de 1930 (16).
Calle de La Chanca, Almería, 1930. Foto de Carlos Pérez Siquier. Museo Nacional Reina Sofía. Madrid.
El factor decisivo del éxito electoral de los republicanos en nuestra provincia fue el pase a las filas republicanas de los seguidores de Niceto Alcalá Zamora, que era en las postrimerías de la Restauración la figura más influyente del Partido Liberal en la provincia, con un arraigo muy caciquil en el distrito electoral de La Carolina, pero también una enorme influencia y penetración en las filas socialistas en toda la provincia, que llegó a ser decisiva.
Las fuerzas políticas que participaron en Jaén en los comicios de estas elecciones municipales fueron los siguientes partidos políticos agrupados en dos bloques: Coalición Monárquica y Bloque Republicano-Socialista.
A.- El Bloque de Coalición Monárquica estuvo formado por los siguientes partidos:
1.- El Bloque Monárquico, que tras la caída del Primo de Rivera, entre enero de 1930 y abril de 1931, se reacomodaron con otro grupos monárquicos. Este grupo de monárquicos estaba formado en la provincia giennense por hasta seis fuerzas políticas, más algún otro grupo de presión, como los “Amigos de Jaén”, de signo conservador-regeneracionista, que ante la organización de su principal opositor, el PSOE, acudieron a las urnas normalmente unidos, pero que tras el 14 de abril se disolvieron en pocas semanas.
2.- La Unión Monárquica Nacional (UMN), que como fuerza política heredera de la Unión Patriótica o partido de Primo de Rivera, representaba el ala más conservadora de la Coalición. Este partido tenía en la provincia una notable organización que encabezaba el exministro linarense José Yanguas Messía y entre sus dirigentes figuraban sobre todo grandes propietarios agrícolas como Rafael Pérez de Vargas, Conde de la Quintería, y José Moreno de Torres, Conde de Santa María de Babío. Este partido tuvo su principal incidencia en Linares y en Andújar y en general en los pueblos del norte de la provincia, correspondiéndose estas localidades en buena medida con aquellos que mostraban mejor organización en el partido socialista. Las dificultades con que se presentó en las elecciones municipales de abril fue que a la hora de la confección de las listas electorales, en muchos pueblos, las fuerzas monárquicas tradicionales se negaron a la coalición con las fuerzas políticas de la Dictadura de Primo de Rivera, aunque en la mayoría de estas localidades acabarían concurriendo juntas. La Unión Monárquica Nacional contaba con la adhesión del “Diario Regional” de Linares, su gran defensor provincial, y en Andújar ocurría lo mismo con el semanario “El Guadalquivir”, que también le dio su apoyo al partido. Los conservadores por su parte, sin órgano de comunicación propio desde 1926, lanzaron en 1930 el periódico “El Defensor de Jaén”.
La Unión Monárquica Nacional  fue la primera fuerza monárquica en grande poblaciones como Linares y Torredonjimeno. Así como lo fue en Baños de la Encina, Villanueva de la Reina, Ibros, Santa Elena…
Tendero con su hijo en la tienda de pueblo.
3.- El Partido Liberal Conservador, heredero ideológicamente del partido Conservador, que carecía de un líder auténtico en la provincia desde la muerte en 1926 de José Prado Palacio, siendo en ese año de 1931 su cabeza en la zona de Cazorla el Marqués de la Foronda, que dominaba este distrito electoral. Era este un partido que había apoyado la dictadura mucho más claramente que en otras provincias y esto le hizo perder fuerza, aunque mantuvo su influencia en el distrito electoral de Cazorla y en otras poblaciones como Castillo de Locubín y Cambil.
4.- El Partido Liberal, era un partido que tras el paso de parte de su ala izquierda al partido Socialista con Niceto Alcalá Zamora, se vio privado de muchos de sus políticos más efectivos. Un partido que lideraba en la provincia Joaquín Ruiz Jiménez, residente en Madrid, (que fue alcalde de la ciudad de Madrid cuando se proclama la Republica), y el abogado local Virgilio Anguita Sánchez. Este partido relanzo como órgano del partido  “La Voz Liberal” y tuvo la ventaja de contar entre sus filas en abril con el gobernador civil romanonista Badía. Siendo  por ello el principal grupo monárquico de la capital provincial  y en buen número de localidades.
5.- Centristas, o Centro Constitucional nació como fuerza política pocas semanas antes de las elecciones, y no tuvo mucha incidencia en el resto de la provincia excepto en algunas localidades de la comarca de la Loma ubetense. Este partido tenía entre sus promotores nacionales a Francisco Cambó y a Antonio Maura, y consiguió en la provincia las simpatías del General Leopoldo Saro, por lo que fue la fuerza política mayoritaria en Úbeda y en la vecina población de Sabiote. En realidad este partido no fue nunca un partido organizado, aunque contara con el apoyo del diario ubetense “La Provincia” en los días de las elecciones.
6.- Los Constituyentes o Bloque Constitucional estaba formado por disidentes conservadores y liberales, cansados de la vieja política, que representaban el ala izquierda de la fuerzas monárquicas, que en Jaén este sector político tuvo muy escasa importancia, minado su espacio político por el en aquellos tiempos pujante republicanismo del conservador Niceto Alcalá Zamora. Esta agrupación presentó algunas candidaturas a pesar de su escasa implantación en localidades como Chilluevar, donde el Partido Conservador hegemónico se fraccionó en dos grupos, el ortodoxo o “forondista” y el renovador o “constituyente”.
A estas seis fuerzas políticas hay que añadir las católicas-agrarias, que los sindicatos católicos-agrarios habían fundado en diversos pueblos de la provincia en los años de crisis de la Restauración. En algunos de ellos los sindicatos aún existentes presentaron sus candidaturas, aunque en ningún caso de forma aislada, sino en coalición con otras formaciones monárquicas. La prensa local informó de la elección de concejales “agrarios” o de “acción social” o, más raramente “católicos” en algunas contadas localidades, todos pertenecientes en grosso modo a la misma corriente católico-agraria.
En estas elecciones estuvieron ausentes las fuerzas tradicionalistas, aunque el integrismo tenía un órgano cualificado en el diario giennense “El Pueblo Católico”, sus efectivos fueron escasos en esos momentos y se mantuvieron al margen de la lucha electoral, al igual que ocurrió a los carlistas y demás fuerzas de la extrema derecha, pese a que a lo largo del año anterior en 1930 habían dado muestras de reactivación política.
B.- El bloque Republicano- Socialista.
Este bloque estaba constituido por las dos fuerzas republicanas clásicas, el Partido Republicano Demócrata Federal y el Partido Republicano Radical, que tenían escasa presencia en la provincia en víspera de las elecciones del 12 de abril de 1931. El primero, llamado federalista estaba bajo la dirección del abogado y propietario agrícola Eduardo Fernández Pozo y tenía sus núcleos en la ciudad de Jaén, Martos y Torredonjimeno; los radicales apenas tenían incidencia en Bailén y alguna otra localidad.
Recadero en el Metro. Foto de Francesc Catalá Roca.
Tampoco las nuevas fuerzas políticas republicanas, Acción Republicana  y Partido Republicano Radical-Socialista tenían fuerte implantación en la provincia de Jaén antes del 12 de abril del 31, y para ser sinceros tampoco la tendrían después.
Las dos únicas grandes fuerzas de este bloque serían la Derecha Liberal Republicana y el PSOE.
El Partido Liberal Demócrata tenía como líder a Niceto Alcalá Zamora, que ya en los últimos años de la Restauración se había convertido en la facción principal del liberalismo giennense, ya que contaba con cinco diputados provinciales, y en las últimas elecciones municipales, que se habían celebrado en el año 1922, había conseguido buen número de concejales en un amplio y heterogéneo número de localidades provinciales como: Santiago de Calatrava, Arquillos, Alcaudete, Torreperogil, Villacarrillo, Siles…etc. Cuando Alcalá Zamora se pasó al republicanismo donó a ésta coalición una importante red de políticos locales influyentes. Su control del distrito electoral de la Carolina, muy influido también por los socialistas, explica el rotundo triunfo de la conjunción Republicano-Socialista incluso en poblaciones tan pequeñas como Carboneros.
La presencia socialista en la provincia fue en 1931 bastante relevante, pues a lo largo del año 1930 se rehicieron numerosos comités locales socialistas, y se crearon otro buen número de ellos con lo que su presencia en numerosas localidades se hizo más patente. En vísperas de las elecciones que dieron paso a la II República, los socialistas estaban fuertemente implantados en unos 75 municipios giennenses de los 99 existentes, y en diciembre de 1930, con ocasión del Congreso Provincial de Campesinos, eran cerca de 20.000 los miembros de las sociedades obreras agrarias socialistas representados en el mismo. Tan sólo en algunos pueblos de la Sierra de Cazorla y Segura y poblaciones del sureste provincial quedaban pendientes de tener la organización socialista del comité local.
Los socialistas contaron también en la provincia desde el año 1930 con un diario “Democracia”, que fue cronológicamente el segundo diario socialista en España, después del “El Socialista”, que aún perdura a nivel nacional, y de varios otros semanarios locales como “La Ola Roja“ en La Carolina o “Justicia” en la ciudad de Linares. Los seguidores de Niceto Alcalá Zamora no llegaron en esta coyuntura política a contar con ningún periódico afín de forma estable.
Julio A. Roca votando en las elecciones de 1931.
La Campaña electoral de estas elecciones de 1931 tuvo por primera vez en unas elecciones municipales el desencadenamiento de una intensa campaña electoral. Las anteriores elecciones municipales celebradas en 1922 hubo proclamación automática de candidatos, dado que por el artículo 29 de la Ley Electoral de 1907 en vigor, en aquellas poblaciones en que se presentaba una sola candidatura, se producía el nombramiento o proclamación automática de los candidatos presentados. Siendo en 1922 proclamados candidatos automáticos en 34 pueblos giennenses de los 99 existentes; pero en estas elecciones de 1931 ese número de concejales nombrados automáticamente se redujo considerablemente. Al aumentar sensiblemente las localidades en las que concurrieron a las elecciones los dos bloques, republicano y socialista.
La intensidad de la campaña electoral, en este caso, fue debida a la trascendencia que todos intuyeron derivada de los resultados electorales de la convocatoria electoral. En semanas anteriores al 31 de abril de 1931 todos los grupos políticos contendientes procuraron disponer de medios informativos afines en publicaciones periódicas o semanarios, incluso surgen los clásicos periódicos coyunturales  para las elecciones como “La Unión” y “El Elector” en Úbeda.
Pero la gran novedad de estas elecciones fue el espectáculo de los mítines electorales, que proliferaron en la mayoría de las grandes localidades organizados por la izquierda, y la proliferación incluso entre los partidos de la derecha. El recurso al mitin, que hasta ese momento había sido muy poco utilizado en las elecciones municipales, fue la nota dominante y hasta usual en esta campaña electoral no sólo en las ciudades y grandes cabeceras de comarcas sino en poblaciones medianas y pequeñas. La prensa monárquica destacaba en vísperas del 12 de abril de 1931, la asistencia masiva de 4.000 personas a un mitin monárquico en Villanueva del Arzobispo, donde intervino el candidato local a la alcaldía, el maestro Juan Pedro Muñoz.
Intervinieron en Jaén en un mitin bastante concurrido políticos como Virgilio Anguita, José Yanguas Messía y el Ministro Monte Jovellar, que aunque no tenía una vinculación especial con la provincia de Jaén, fue incluido en la terna del mitin para así reforzar a los políticos locales algo habitual en la vida política de lo partidos.
La destacada figura del Socialismo Fernando de los Ríos intervino en dos mítines políticos en las dos grandes poblaciones provinciales de Linares y Jaén, donde también hablara Niceto Alcalá Zamora.
Fernando de los Ríos en un mitín electoral.
Niceto Alcalá Zamora en la campaña electoral.

Manuel Azaña dando un mitín en la Plaza de Toros de Las Ventas en Madrid.
En Almería la elección cubrió el 72,07 de las concejalías existentes, y las cifras se mantuvieron por encima de la media nacional en Cádiz (84,34%), Córdoba (87,56%), Huelva (83,15%), Jaén (89,21%), Málaga (67,78%) y Sevilla (79,81%). Tan sólo Granada, con un 57,97% de concejalías para las que hubo elección, se mantuvo por debajo de la media nacional, lo que parece sugerir una cierta persistencia de prácticas caciquiles generadoras  de la desmovilización ante la participación en las elecciones.
Estos índices de participación se mantuvieron, aunque ligeramente atenuados, cuando tenemos en cuenta la proporción de electores a los que se dio la oportunidad de ejercitar su capacidad de voto, al no verse afectados por el artículo 29 de la Ley Electoral. Los electores que fueron convocados a votar en toda España representaron un 79,74% del censo electoral de 1930, pero esa cifra fue rebasada en seis de las ocho provincias andaluzas, lo que sin lugar a dudas  confirma el alto grado de movilización política que antes hemos expresado para estas elecciones.
En Cádiz fue convocado a votar el 91,06% del censo electoral provincial e igualmente se dieron proporciones altas en Córdoba con un 92,86%, en Huelva con un 88,99%, en Jaén con un 92,68%, y Sevilla con un 89,40%. 
Málaga arrojó una cifra escasamente superior a la media nacional del 79,74% con un 80,85% y Almería dio una cifra de 78,65%, también muy cercana en porcentaje a la participación nacional, pero en este caso por debajo de la media. Tan sólo Granada, con un porcentaje del 68,60% del censo electoral convocado a votar, se quedó sensiblemente por debajo del punto de referencia de la media nacional del 79,74%, y este dato parece confirmar de que fue la única provincia andaluza en la que la vieja maquinaria política pareció mantenerse con más fuerza o vigencia, para así evitar los azares de una nueva consulta electoral por medio de la aplicación del artículo 29 de la citada ley electoral vigente. Este dato parece confirmar nuestra hipótesis, aunque no estamos seguros de que sea la prueba decisiva para poder hablar del debilitamiento de un caciquismo, que seguía actuando muy eficazmente en política en las consultas electorales, que se traducía en los altos porcentajes  de abstención que hemos comprobado.

Los resultados globales de esta consulta electoral, tomados del Anuario Estadístico de España de 1931, a pesar de las reservas  de muchos investigadores, ponen de manifiesto las características básicas de la victoria republicano-socialista, la filiación política de los elegidos y la incidencia que la aplicación del artículo 29 tuvo en los comicios en nuestra tierra. En estos cómputos globales la victoria monárquica no fue tan acusada como a veces se ha pretendido decir, con el fin de subrayar que la II Republica hubiese venido tras una elección, en la que, a fin de cuentas habían triunfado los monárquicos; pero eso no fue cierto si contemplamos los resultados electorales a nivel nacional, en los que los monárquicos solamente se impusieron por un estrecho margen de un 50,83% de concejales elegidos frene a un 48,39% de los republicanos-socialistas de la conjunción antimonárquica; unos datos que tampoco lo fueron en Andalucía, donde los 5.735 concejales que estaban recogidos en los apartados de “monárquicos” , aparecían “otros” y “sin datos” que en total representaban el 61,81% de los concejales electos, frente a los 38,18% que suponían los 3.543 concejales antidinásticos elegidos. Por otra parte la victoria monárquica estaba distorsionada por la aplicación del artículo 29, que amplió muy sensiblemente la ventaja de los monárquicos en todas las provincias españolas. Hay que subrayar el hecho de que, salvo en Granada, los socialistas se beneficiaron mínimamente de la aplicación del artículo 29 de la ley electoral, como era propio que ocurriera con un partido que permanentemente había sido crítico de las prácticas caciquiles, como eje de su campaña electoral.

En cuanto a las candidaturas de conjunción republicano-socialista, las cifras globales de resultados ponen de manifiesto un relativo equilibrio entre concejales republicanos (2.217) y los concejales socialistas que salieron elegidos (1317), y aún se hace más acusado el equilibrio si se prescinde de los concejales proclamados por medio del referido artículo 29 de la ley electoral. Cuando relacionamos estas cifras con la acusada desproporción existente entre los elegidos en las capitales de provincia con 138 republicanos por 56 socialistas, cabe sospechar que los socialistas pudieron hacer valer su peso de una mejor organización en las áreas rurales, mientras que, por el contrario, se agudiza la idea de que la victoria de los antidinásticos en las capitales de provincia  fue, muy especialmente una victoria de los republicanos; por lo que en este sentido, el análisis de los resultados, bien pudo llevar al Rey Alfonso XIII y a otros muchos a convencerse de la inevitabilidad  de la caída de la Monarquía.

Realmente, el factor decisivo de estas elecciones fue la victoria de la conjunción republicano-socialista en la gran mayoría de las capitales de provincia y, de las andaluzas, en la que sólo Cádiz constituyó a excepción a la regla general, ciertamente extraña por su rotundidad. Javier Tusell ha aceptado como muy posible la idea de fraude electoral, que fue el nervio de las protestas de los republicanos gaditanos en los días inmediatos a las elecciones.
Gráfico de concejales salidos de las elecciones municipales de abril de 1931.

En definitiva, el conjunto de rectificaciones de diferentes autores, realizadas sobre los datos del Anuario Estadístico de 1931, nos permite estimar en 194 el número de concejales antidinásticos elegidos en Andalucía, de los que 138 pertenecían a partidos republicanos, mientras que los 56 restantes eran socialistas. Frente a ellos los 134 concejales monárquicos elegidos, con 38 de ellos elegidos en la provincia de Cádiz, ponían de manifiesto la magnitud de la victoria antidinástica. Según los datos que proporciona Tusell, los monárquicos sólo triunfaron, aparte de Cádiz, en dos distritos electorales de las restantes provincias andaluzas. El primero de Sevilla, y otro de Almería, de marcado carácter rural, y en el que ni siquiera se presentaron candidatos de la conjunción republicano-socialista.

Respecto a la relación entre el voto republicano y el monárquico en las capitales andaluzas, realizado por Javier Tusell nos permite comprobar que hubo 1,8 votos republicanos  por cada voto monárquico como cifra de la media de las capitales andaluzas, una cifra que coincide con la granadina y que fue superada por Córdoba con un 3,5 de media, Huelva con un 2,4, Jaén con un 1,9, Málaga con un 3.4 y Sevilla con un 1,9. Sólo Almería con un 1,1 parece sugerirnos un cierto equilibrio, mientras que el posible fraude gaditano con un 4,2 a favor de los monárquicos, sirvió para paliar lo que en el resto de las capitales andaluzas fue una clamorosa victoria antidinástica.

Las estadísticas que proporcionó Tusell permiten afirmar que la tendencia pro-republicana que mostraron en los resultados electorales las capitales andaluzas, tuvo su continuación en los núcleos urbanos de más de diez mil habitantes de la región, en donde casi la mitad de ellos dieron la victoria a las fuerzas antidinásticas, lo que muestra el éxito de la campaña electoral en capitales y poblaciones mayores de la región. En poblaciones por debajo de los diez mil habitantes los triunfos de los candidatos monárquicos fueron los más frecuentes. Dándose también la circunstancia de que en general los antimonárquicos  obtuvieron sus mejores resultados electorales en los pueblos de la orilla izquierda del valle del Guadalquivir, mientras que el triunfo monárquico fue más acusado en Andalucía Oriental.

Los resultados de las Elecciones del abril de 1931 en Andalucía fueron:

Almería:

Monárquicos: En la capital, proclamados por elección 15, ninguno por la aplicación del artículo 29 de la Ley Electoral de 1907. En la provincia 300 proclamados por elección y 123 por el artículo 29. Total elegidos 438 concejales.

Socialistas: En la capital 3 proclamados por elección, ninguno por la aplicación del artículo 29 de la Ley Electoral de 1907. En la provincia 61 proclamados por elección y ninguno por la aplicación del artículo 29 de la Ley Electoral de 1907. Total elegidos 64 concejales.

Republicanos: En la capital, proclamados por elección 17, ninguno por la aplicación del artículo 29 de la Ley Electoral de 1907. En la provincia 206 proclamados por elección y 76 por el artículo 29. Total elegidos 299 concejales.

Otros partidos: En la capital ninguno elegido por el artículo 29 y ninguno elegido por elección. En la provincia 14 elegidos por el artículo 29, y 32 por elección. Total 46 concejales.

Sin datos sobre su procedencia política: en el capital, ninguno por el artículo 29 ni por elección. En la provincia 76 por aplicación del artículo 29 de la Ley de 1907 y 147 por elección. Total 223 concejales.
Comunistas: No fue elegido ningún concejal ni en la capital ni en la provincia por aplicación del artículo 29 de la Ley Electoral de 1907, ni por elección.
El total de concejales elegidos en Almería fue de 35 en la capital, elegidos por elección y en la provincia 289 por aplicación del artículo 29 de la Ley Electoral de 1907, y 746 concejales elegidos por esta elección. Total de concejales elegidos 1.070.
Nochevieja en la Puerta del Sol. Detalle de la fiesta nada más comenzar el año en Madrid, 1 de enero de 1913. Foto de Julio Duque. Archivo de ABC.

Cádiz:
Monárquicos: En la capital, proclamados por elección 37, ninguno por la aplicación del artículo 29 de la Ley Electoral de 1907. En la provincia 277 proclamados por elección y 67 por el artículo 29. Total elegidos 381 concejales.
Socialistas: En la capital 1 proclamado por elección, ninguno por la aplicación del artículo 29 de la Ley Electoral de 1907. En la provincia 44 proclamados por elección y ninguno por la aplicación del artículo 29 de la Ley Electoral de 1907. Total elegidos 45 concejales.
Republicanos: En la capital, proclamados por elección 2, ninguno por la aplicación del artículo 29 de la Ley Electoral de 1907. En la provincia 118 proclamados por elección y 6 por el artículo 29. Total elegidos 126 concejales.
Otros partidos: En la capital ninguno elegido por el artículo 29 y ninguno elegido por elección. En la provincia 11 elegidos por el artículo 29, y 52 por elección. Total 63 concejales.
Sin datos sobre su procedencia política: en el capital, ninguno por el artículo 29 ni por elección. En la provincia 22 por aplicación del artículo 29 de la Ley de 1907 y 80 por elección. Total 102 concejales.
Comunistas: No fue elegido ningún concejal ni en la capital ni en la provincia por aplicación del artículo 29 de la Ley Electoral de 1907, ni por elección.
El total de concejales elegidos en Cádiz fue de 40 en la capital, elegidos por elección, y en la provincia 106 por aplicación del artículo 29 de la Ley Electoral de 1907 y 571 concejales elegidos por esta elección. Total de concejales elegidos 717.
Córdoba:
Monárquicos: En la capital, proclamados por elección 17, ninguno por la aplicación del artículo 29 de la Ley Electoral de 1907. En la provincia 363 proclamados por elección y 80 por el artículo 29. Total elegidos 460 concejales.
Socialistas: En la capital 7 proclamados por elección, ninguno por la aplicación del artículo 29 de la Ley Electoral de 1907. En la provincia 206 proclamados por elección y 1 por la aplicación del artículo 29 de la Ley Electoral de 1907. Total elegidos 214 concejales.
Republicanos: En la capital, proclamados por elección 20, ninguno por la aplicación del artículo 29 de la Ley Electoral de 1907. 
En la provincia 289 proclamados por elección y 20 por el artículo 29. Total 309 concejales elegidos.
Otros partidos: En la capital ninguno elegido por el artículo 29 y ninguno elegido por elección. En la provincia 20 elegidos por el artículo 29, y 40 por elección. Total 60 concejales.
Sin datos sobre su procedencia política: en el capital, ninguno por el artículo 29 ni por elección. En la provincia 14 por aplicación del artículo 29 de la Ley de 1907, y 47 por elección. Total 61 concejales.
Comunistas: No fue elegido ningún concejal en la capital por aplicación del artículo 29 de la Ley Electoral de 1907, ni por elección. En la provincia fueron elegidos 6 concejales.
El total de concejales elegidos en Córdoba fue de 44 en la capital, elegidos por elección, y en la provincia 135 por aplicación del artículo 29 de la Ley Electoral de 1907 y 951 concejales elegidos por esta elección. Total de concejales elegidos 1.130.
Jóvenes en la calle con instrumental para villancicos celebrando la Nochevieja. Detalle de la fiesta juvenil en el 1 de enero de 1913. Foto de Julio Duque. Archivo de ABC.
Granada:
Monárquicos: En la capital, proclamados por elección 10, ninguno por la aplicación del artículo 29 de la Ley Electoral de 1907. En la provincia 354 proclamados por elección y 295 por el artículo 29. Total elegidos 659 concejales.
Socialistas: En la capital 14 proclamados por elección, ninguno por la aplicación del artículo 29 de la Ley Electoral de 1907. En la provincia 239 proclamados por elección y 51 por la aplicación del artículo 29 de la Ley Electoral de 1907. Total elegidos 304 concejales.
Republicanos: En la capital, proclamados por elección 21, ninguno por la aplicación del artículo 29 de la Ley Electoral de 1907. En la provincia 233 proclamados por elección y 192 por el artículo 29. Total 446 concejales elegidos.
Otros partidos: En la capital ninguno elegido por el artículo 29 y ninguno elegido por elección. En la provincia 65 elegidos por el artículo 29, y 111 por elección. Total 176 concejales.
Sin datos sobre su procedencia política: en el capital, ninguno por el artículo 29 ni por elección. En la provincia 209 por aplicación del artículo 29 de la Ley de 1907 y 183 por elección. Total 392 concejales.
Comunistas: No fue elegido ningún concejal en la capital por aplicación del artículo 29 de la Ley Electoral de 1907, ni por elección. En la provincia tampoco fueron elegidos concejales.
El total de concejales elegidos en Granada fue de 45 en la capital, elegidos por elección, y en la provincia 812 por aplicación del artículo 29 de la Ley Electoral de 1907, y 1.120 concejales elegidos por esta elección. Total de concejales elegidos 1.977.

Huelva:

Monárquicos: En la capital, proclamados por elección 10, ninguno por la aplicación del artículo 29 de la Ley Electoral de 1907. En la provincia 287 proclamados por elección y 55 por el artículo 29. Total elegidos 352 concejales.

Socialistas: En la capital 8 proclamados por elección, ninguno por la aplicación del artículo 29 de la Ley Electoral de 1907. En la provincia 182 proclamados por elección y ninguno por la aplicación del artículo 29 de la Ley Electoral de 1907. Total elegidos 190 concejales.

Republicanos: En la capital, proclamados por elección 15, ninguno por la aplicación del artículo 29 de la Ley Electoral de 1907. En la provincia 123 proclamados por elección y 66 por el artículo 29. Total 204 concejales elegidos.

Otros partidos: En la capital ninguno elegido por el artículo 29 y ninguno elegido por elección. En la provincia 22 elegidos por el artículo 29, y 114 por elección. Total 136 concejales.

Sin datos sobre su procedencia política: en la capital, ninguno por el artículo 29 ni por elección. En la provincia ninguno por aplicación del artículo 29 de la Ley de 1907 y ninguno por elección. Total ningún concejal.

Comunistas: No fue elegido ningún concejal en la capital por aplicación del artículo 29 de la Ley Electoral de 1907, ni por elección. En la provincia tampoco fueron elegidos concejales.

El total de concejales elegidos en Huelva fue de 33 en la capital, elegidos por elección, y en la provincia 143 por aplicación del artículo 29 de la Ley Electoral de 1907, y 706 concejales elegidos por esta elección. Total de concejales elegidos 882.
Extraordinaria fotografía de Francesc Catalá Roca que recoge la limpieza en la ciudad.

Jaén:

Monárquicos: En la capital, proclamados por elección 10, ninguno por la aplicación del artículo 29 de la Ley Electoral de 1907. En la provincia 422 proclamados por elección y 38 por el artículo 29. Total elegidos 470 concejales.
Socialistas: En la capital 11 proclamados por elección, ninguno por la aplicación del artículo 29 de la Ley Electoral de 1907. En la provincia 293 proclamados por elección y 12 por la aplicación del artículo 29 de la Ley Electoral de 1907. Total elegidos 316 concejales.
Republicanos: En la capital, proclamados por elección 11, ninguno por la aplicación del artículo 29 de la Ley Electoral de 1907. En la provincia 291 proclamados por elección y 37 por el artículo 29. Total 339 concejales elegidos.
Otros partidos: En la capital ninguno elegido por el artículo 29 y ninguno elegido por elección. En la provincia 25 elegidos por el artículo 29, y 65 por elección. Total 136 concejales.
Sin datos sobre su procedencia política: en el capital, ninguno por el artículo 29, y ninguno por elección. En la provincia 31 por aplicación del artículo 29 de la Ley de 1907 y 112 por elección. Total 143 concejales.
Comunistas: No fue elegido ningún concejal en la capital por aplicación del artículo 29 de la Ley Electoral de 1907, ni por elección. En la provincia tampoco fueron elegidos concejales.
El total de concejales elegidos en Jaén fue de 32 en la capital, elegidos por elección, y en la provincia 143 por aplicación del artículo 29 de la Ley Electoral de 1907, y 1.183 concejales elegidos por esta elección. Total de concejales elegidos 1.358.
Málaga:
Monárquicos: En la capital, proclamados por elección 17, ninguno por la aplicación del artículo 29 de la Ley Electoral de 1907. En la provincia 372 proclamados por elección y 298 por el artículo 29. Total elegidos 687 concejales.
Socialistas: En la capital 11 proclamados por elección, ninguno por la aplicación del artículo 29 de la Ley Electoral de 1907. En la provincia 86 proclamados por elección y 7 por la aplicación del artículo 29 de la Ley Electoral de 1907. Total elegidos 97 concejales.
Republicanos: En la capital, proclamados por elección 28, ninguno por la aplicación del artículo 29 de la Ley Electoral de 1907. En la provincia 212 proclamados por elección y 31 por el artículo 29. Total 271 concejales elegidos.
Otros partidos: En la capital ninguno elegido por el artículo 29 y ninguno elegido por elección. En la provincia 29 elegidos por el artículo 29, y 46 por elección. Total 75 concejales.
Sin datos sobre su procedencia política: en el capital, ninguno por el artículo 29, y ninguno por elección. En la provincia 18 por aplicación del artículo 29 de la Ley de 1907, y 89 por elección. Total 107 concejales.
Comunistas: No fue elegido ningún concejal en la capital por aplicación del artículo 29 de la Ley Electoral de 1907, y fue elegido 1 por elección. En la provincia  fue elegido 1 concejal por elección. Totales 2 concejales elegidos.
El total de concejales elegidos en Málaga fue de 50 en la capital, elegidos por elección, y en la provincia 383 por aplicación del artículo 29 de la Ley Electoral de 1907, y 806 concejales elegidos por esta elección. Total de concejales elegidos 1.239.
Foto de Francesc Catalá Roca de una ciudad en los años 50 del siglo pasado.
Sevilla:
Monárquicos: En la capital, proclamados por elección 18, ninguno por la aplicación del artículo 29 de la Ley Electoral de 1907. En la provincia 417 proclamados por elección y 141 por el artículo 29. Total elegidos 576 concejales.
Socialistas: En la capital 8 proclamados por elección, ninguno por la aplicación del artículo 29 de la Ley Electoral de 1907. En la provincia 128 proclamados por elección y 7 por la aplicación del artículo 29 de la Ley Electoral de 1907. Total elegidos 143 concejales.
Republicanos: En la capital, proclamados por elección 24, ninguno por la aplicación del artículo 29 de la Ley Electoral de 1907. En la provincia 284 proclamados por elección y 33 por el artículo 29. Total 341 concejales elegidos.
Otros partidos: En la capital ninguno elegido por el artículo 29 y ninguno elegido por elección. En la provincia 6 elegidos por el artículo 29, y 101 por elección. Total 107 concejales.
Sin datos sobre su procedencia política: en el capital, ninguno por el artículo 29, y ninguno por elección. En la provincia 52 por aplicación del artículo 29 de la Ley de 1907, y 13 por elección. Total 65 concejales.
Comunistas: No fue elegido ningún concejal en la capital por aplicación del artículo 29 de la Ley Electoral de 1907, ni elegido ninguno por elección. En la provincia  fueron elegidos 2 concejales por elección. Totales 2 concejales elegidos.

El total de concejales elegidos en Sevilla fue de 50 en la capital, elegidos por elección, y en la provincia 239 por aplicación del artículo 29 de la Ley Electoral de 1907, y 945 concejales elegidos por esta elección. Total de concejales elegidos 1.234.

Los datos totales de concejales elegidos en Andalucía en estas elecciones fueron:

Monárquicos: En la capitales, proclamados por elección 133, ninguno por la aplicación del artículo 29 de la Ley Electoral de 1907. En las provincias 2,792 proclamados por elección y 1.097 por el artículo 29. Total elegidos 4.022 concejales.

Socialistas: En las capitales 56 proclamados por elección, ninguno por la aplicación del artículo 29 de la Ley Electoral de 1907. En las provincias 1239 proclamados por elección y 78 por la aplicación del artículo 29 de la Ley Electoral de 1907. Total elegidos 1373 concejales.

Republicanos: En las capitales, proclamados por elección 138, ninguno por la aplicación del artículo 29 de la Ley Electoral de 1907. En las provincias 1.756 proclamados por elección y 461 por el artículo 29. Total 2.355 concejales elegidos.

Otros partidos: En las capitales ninguno elegido por el artículo 29 y ninguno elegido por elección. En las provincias 192 elegidos por el artículo 29, y 561 por elección. Total 753 concejales.

Sin datos sobre su procedencia política: en el capital, ninguno por el artículo 29, y ninguno por elección. En la provincia 422 por aplicación del artículo 29 de la Ley de 1907, y 671 por elección. Total 1.093 concejales.

Comunistas: Fue elegido 1 concejal en las capitales por elección, ninguno por el artículo 29 de la Ley Electoral de 1907. En las provincias  fueron elegidos 9 concejales por elección. Totales 10 concejales elegidos.

El total de concejales elegidos en Andalucía  fue de 329 en las capitales, elegidos por elección, y en las provincias 2.250 elegidos por aplicación del artículo 29 de la Ley Electoral de 1907, y 7.028 concejales elegidos por esta elección. Total de concejales elegidos 9.607 en estas elecciones del 12 de abril de 1931 en Andalucía. (Datos extraídos del Anuario Estadístico de España de 1931 (Madrid, 1932) Páginas 480 a 483 con posteriores rectificaciones de datos de  los siguientes autores: Tusell, Ortega Fernández y Alarcón, y Fernando Martínez.)
Elecciones municipales del 12 de abril de 1931.

En lo que respecta al sentido general de la votación cabe decir que se trató de unas elecciones en las que predominaron las actitudes moderadas; pero en las que también se perfilo claramente la voluntad de transformación del régimen. Nos basamos para afirmarlo  en el claro predominio de los concejales republicanos sobre los candidatos socialistas elegidos, que reflejaban fielmente las proporciones establecidas en las candidaturas, así como la nula presencia de concejales comunistas. Por lo que respecta a lo dicho sobre el rechazo de la monarquía pareció evidente en cuanto comenzaron  a llegar noticias de los resultados de las capitales de provincia y de los pueblos grandes de cada una de ellas, sin que la victoria monárquica en los pueblos más pequeños  pudiera contrarrestar la impresión producida por el comportamiento electoral de las poblaciones más grandes, mucho más difíciles de manejar por los habituales manipuladores de la política en estas poblaciones mayores. Nadie pudo sostener seriamente que un veredicto electoral de esa naturaleza no justificase sobradamente un cambio de régimen (17).
Total de concejales elegidos en España en las elecciones municipales del 12 de abril de 1931.
Hay que tener en cuenta que los republicanos ganaron en 40 (algunos autores hablan de 41) de las 50 capitales de provincia, prácticamente doblando el número de concejales de las candidaturas monárquicas. ¿Y por qué debemos entender que los resultados en las ciudades eran más importantes que en el campo? Por dos razones fundamentales. Una de ellas es que en el campo las maniobras caciquiles para influir y manipular en las elecciones seguían presentes (y los caciques no solían caracterizarse por ser republicanos, precisamente); de hecho, ante las reclamaciones que hubo ante la Junta Central se repitieron las elecciones en 2478 poblaciones: celebradas el 31 de mayo (ya con la República instaurada) las victorias fueron abrumadoramente mayoritarias para los candidatos republicanos.
La otra razón es que con ese sistema electoral utilizado (como en menor medida sucede hoy) se sobrerrepresentaba a las zonas rurales. La proporción de votos necesarios para lograr un concejal en la ciudad era mucho mayor que en el campo, lo que significaba que a igualdad de concejales, corresponderían muchos más votos a aquellos elegidos que habían vencido mayoritariamente en las zonas urbanas. Por poner un ejemplo: Madrid tenía 950.000 habitantes y elegía a 50 concejales, mientras que el resto de la provincia, con solo 425.000 habitantes, elegía a más de 1.600 concejales.
Sobre los resultados de las elecciones, las cifras que dan los historiadores son muy dispares entre sí, prácticamente ninguno ofrece los datos completos. Recordemos que el número total de concejales a elegir era de 81.099, distribuidos entre 8.943 distritos electorales. Por otro lado, generalmente los autores no dan información de cómo han elaborado sus conclusiones, lo cual hace de los datos que sean totalmente fiables.
Las zonas donde no se procedió a votar eran casi todo rurales, ya que se aplicó el artículo 29, que representaba el 20,25% del censo. En provincias como Teruel y Cuenca representó más del 40%. A esto habría que sumar el 26,18% de abstenciones, lo que nos da la cifra final de una participación del 53,57% del electorado. Hay que señalar que la participación fue mucho mayor en las capitales de provincia y ciudades importantes que lo fue en el ámbito rural.
Generalmente una buena parte de los historiadores que han tratado el tema se basan a la hora de realizar su análisis en el número de concejales electos, pero no en el porcentaje de votos recibidos por cada tendencia. Este detalle es de suma importancia, ya que no se puede calificar de la misma manera el voto rural y el voto urbano, no sólo por la práctica caciquil. Tomemos de nuevo el ejemplo de Madrid: la ciudad tenía 950.000 habitantes y elegía a 50 concejales, mientras que el resto de la provincia, con solo 425.000 habitantes, elegían a más de 1.600. Esto mismo podríamos aplicarlo a Barcelona, Valencia, Sevilla, etc. Solamente computando los resultados de las siete mayores ciudades, el 70% del voto fue a parar a opciones republicanas (conjunción republicano-socialista más ERC), mientras los monárquicos apenas pasaban del 14%.
Carga policial en la Puerta del Sol de Madrid.

En Madrid el triunfo republicano fue abrumador, imponiéndose incluso en los distritos considerados de derechas, como el de Buenavista (barrio de Salamanca) con 30 concejales republicanos por 20 entre monárquicos e independientes e indefinidos; en Barcelona 38-12, Valencia 32-18, Sevilla 32-16, etc. De las cincuenta capitales de provincia solamente en nueve triunfaron las candidaturas monárquicas: Ávila, Burgos, Cádiz, Gerona, Lugo, Palma de Mallorca, Pamplona, Soria y Vitoria. Lo mismo ocurrió en los núcleos urbanos más importantes, de los que solamente en Jerez de la Frontera, Tuy, Valdepeñas y Vigo, triunfaron las listas monárquicas.

Incluso en lugares que había sido feudo del más rancio caciquismo como Guadalajara (conde de Romanones) y Murcia (Juan de la Cierva) se produjo la victoria republicana.

Aquellos que defienden la ilegitimidad de la proclamación de la República aduciendo que las elecciones de abril de 1931 no eran un plebiscito, sino que eran unas elecciones meramente administrativas, olvidan que, tanto para republicanos, que así lo hacían saber en sus mítines, como para monárquicos, si fueron tomadas como un pulso entre los dos sistemas políticos: monarquía o república. Y así lo entendieron la mayoría de los miembros del Gobierno y allegados a la Casa Real tras conocerse los resultados de la votación. Elocuente, en este sentido, es el telegrama que envió el general Berenguer, ministro de Gobernación, a los capitanes generales de las distintas regiones militares: “Las elecciones municipales han tenido lugar en toda España con el resultado que por lo ocurrido en la propia región de V.E. puede suponer. El escrutinio señala hasta ahora la derrota de las candidaturas monárquicas en las principales circunscripciones […] se han perdido las elecciones […]. Esto determina una situación delicadísima que el Gobierno ha de considerar en cuanto posea los datos necesarios. En momentos de tal trascendencia no se ocultará a V.E. la absoluta necesidad de proceder con la mayor serenidad por parte de todos […] Conserve Vuecencia estrecho contacto con todas las provincias de su región, recomendando a todos absoluta confianza en el mando, manteniendo a toda costa la disciplina y prestando la colaboración que se le pida al orden público. Ello será garantía de que los destinos de la Patria han de seguir sin trastornos que la dañen interesadamente, el curso lógico que les impóngala suprema voluntad nacional.”

También es elocuente las declaraciones del conde de Romanones en vísperas de la consulta, Romanones aseguró que en las elecciones: “se ventilaba el porvenir de España y su forma de Gobierno.” (18).



El día 13, a su llegada a Palacio para entrevistarse con el monarca, el almirante Aznar fue interrumpido por los periodistas allí congregados. Cuando recabaron su opinión sobre los resultados de las elecciones, la respuesta fue contundente: “¡Que quieren ustedes que les diga de un país que se acuesta monárquico y se levanta republicano!”

El historiador Miguel A. Muñoz, que realiza un excelente análisis de los resultados de las elecciones del 12 de abril, sostiene que no tienen razón los que ilegitiman la proclamación de la República aduciendo su carácter no plebiscitario; pero tampoco da la razón a aquellos que las utilizan para dar esa legitimidad. No obstante el final de su análisis es contundente: “Tengo para mí que si se hubiera efectuado una consulta plebiscitaria en aquel momento […], el resultado hubiera estado a favor de la proclamación de la República” (19).

El análisis de los resultados no puede obviar lo ocurrido en el mundo rural, mucho más atrasado y, en gran medida, subyugado al ancestral caciquismo. Tras las reclamaciones efectuadas a la Junta Electoral Central, las elecciones hubieron de repetirse en 2.478 pueblos, los conocidos como burgos podridos, solamente en uno de ellos había triunfado la candidatura republicana.
Conde de Romanones.

El conde de Romanones no se escondió a la hora de dar la cara ante los medios de comunicación: “El resultado de las elecciones no puede ser más lamentable para los monárquicos. Ésta es la realidad y es preciso decirlo, porque ocultarlo sería contraproducente e inútil” (20).

Para poder hacerse un juicio más exacto de lo que realmente significaban las elecciones municipales es interesante ver lo que se leía en la prensa en los días posteriores a la celebración de la consulta electoral:
Cabecera y primera plana del Heraldo de Madrid del día 13 de abril de 1931.

El Heraldo de Madrid (13-IV-1931):
En portada se leía: “En el gran plebiscito de ayer España votó por la República.”
Página 1: “Tiene además, el resultado de estas elecciones otra significación tan clara como sorprendente. Han demostrado que en las regiones tradicionalmente letárgicas, que en regiones dominadas siempre por una fuerza caciquil que se creía invencible, se despierta con vigor insospechado una conciencia de los derechos y virtudes ciudadanas, un anhelo de reivindicación, un ansia de significarse y libertarse".
En la Página 7 se refieren a la acogida de los resultados electorales en distintos  diarios franceses
Le Petit Perisien: “Un grave acontecimiento político.”
Le Matin: “Una gran ola republicana invade España.”
Le Figaró: “Los primeros resultados que se conocen en España anuncian el éxito de los republicanos.”
L`Homme Libre: “El escrutinio de ayer es un verdadero plebiscito del pueblo español.”
Portada del Heraldo de Madrid.
El Siglo Futuro. Diario católico (13-IV-1931) decía en su portada: “Una derrota y una lección.”
Página 1: “¿Para qué cubileteos con las cifras? ¿Para qué descender a buscar explicaciones a la derrota de los candidatos de la coalición monárquica en divisiones, defecciones, cobardías desorganizadas y otras causas? El hecho flagrante ahí está. El hecho es que la masa socialista y los elementos burgueses simpatizantes con el izquierdismo coaligado han dado el triunfo a los candidatos republicanos. […] Con tristeza, pero sin sorpresa escribimos estas cuartillas.”
Portada del diario madrileño La Libertad.
La Voz (13-IV-1931) daba en su portada: “Las izquierdas han logrado una victoria aplastante en Madrid, Barcelona y casi todas las capitales de provincia.”
En la página 6, se publicaba una entrevista con el conde de Romanones:
“No se puede negar la evidencia, señores. Es, sin  duda, muy lamentable el resultado del día de hoy y sería inútil que buscásemos paliativos que estarían evidentemente fuera de toda lógica.
¿Tendrán consecuencias políticas las elecciones de hoy?
¡Cualquiera sabe! Precisamente, ante los hechos que eran los resultados obtenidos se hace más indispensable en el Gobierno no perder la serenidad. Yo no pienso perderla y cada uno de los que forman el Gobierno la tendrán para apreciar las circunstancias frente a las cuales nos encontramos.

En esta misma página aparece una entrevista con Melquiades Álvarez.

El triunfo republicano es definitivo. Por ahí dicen, don Melquiades, que hoy habrá crisis y que mañana serán ustedes, los constituyentes llamados a Palacio. ¿Qué le parece?

 Pues lo siguiente: Que ha sido una gran torpeza acudir a las municipales con el propósito de imposibilitar la forma constituyente […] El país es republicano y quiere que la República se instaure en España. Rebelarse contra estos designios sería desacatar la sagrada voluntad,  del pueblo único, soberano y fuente de todo poder […] Cúmplase su voluntad.
Portada del diario republicano de Alicante El Luchador, el lunes 13 de abril de 1931.

El Debate (13-IV-1931) decía: Sería pueril negarle gravedad a la jornada de ayer. La tiene y muy grande. Cierto que no hay en España una mayoría de concejales republicanos, pero cierto es también que la hay en casi todas las  grandes capitales […] Y esto quiere decir que un sector enorme de la opinión española se pronunció ayer en contra de la Monarquía.”

ABC (14-IV-1931) en su página 23: “La coalición antimonárquica ha logrado en los comicios municipales mucho más de lo que esperaba.”

“La jornada electoral del domingo acentúa la crisis en que nos hallamos desde la caída de la Dictadura. Sólo el Parlamento puede darle solución legítima.”
Distribución de Concejales en todos los municipios de España y distribución de Concejales en las capitales de provincia en la Elecciones Municipales del 12 de abril de 1931.

A la vista de lo publicado en los periódicos del momento, parece claro que todos, en mayor o menor medida, reconocían el triunfo de las candidaturas republicanas. Asimismo se desprende que los comicios no solamente habían supuesto una consulta administrativa, sino que se habían transformado en un verdadero plebiscito.

Son sobradamente conocidas la consecuencia final de las elecciones: el fin de la monarquía y la proclamación de la República.
Distribución de concejales en los municipios de España y en las capitalres de provincia.

La monarquía antes de entregar el poder realizó un último intento para evitar lo que ya era irremediable. El Gobierno contactó con el Comité Revolucionario proponiendo que se pospusiera la celebración de la victoria al 10 de mayo, fecha para la que se preveía realizar unas elecciones constituyentes, en lugar de las provinciales previstas. Tras estas elecciones se establecería el régimen por el que se dirigiría la nación.

Pero ya no había vuelta atrás. Hasta las instituciones que habían sido soporte de la Monarquía, entre ellas la Guardia Civil, le daban la espalda. Así lo reconocía Romanones: “después de cenar, Romanones preguntó a Sanjurjo: “Hasta hoy ha respondido usted de la Guardia Civil, ¿podrá hacer lo mismo cuando mañana se conozca la voluntad de país? Según Romanones, Sanjurjo se limitó a bajar la cabeza. Según Gabriel Maura, el general respondió: “Hasta ayer sábado, por la tarde, respondía de ella, completando la frase con un significativo encogimiento de hombros” (21).
El día 13 ya se conocen gran parte de los resultados. Miles de ciudadanos salen a la calle, todos gritan ¡Viva la República y muera la Monarquía! A última hora del día se produce un incidente en las cercanías del Palacio de Telecomunicaciones, cuando la Guardia Civil carga sobre un grupo de manifestantes, entre ellos estaba García Lorca, produciéndose varios heridos.
El día 14 a las siete de la mañana, Eibar es la primera ciudad en la que se proclama la República, izando la enseña republicana en el balcón del Consistorio. A Eibar le siguieron Valencia, Sevilla, Oviedo y Zaragoza.
Izada la bandera republicana en el balcón del Ayuntamiento de Eibar el día 14 de abril de 1931. Foto de Eibarko Udala.
Mientras en Madrid una muchedumbre ocupaba la Puerta del Sol celebrando el triunfo republicano. El rey pidió que se disolviera a la gente allí congregada. El capitán al mando de la guardia que había en Gobernación, al recibir la orden contestó: “Dígale usted a Su Majestad que por obedecer sus órdenes yo estaría dispuesto a salir yo sólo a la Puerta del Sol, para que las turbas me despedazasen. Pero no puedo ordenar a la fuerza que salga, porque no me obedecerían los soldados” (22).
Proclamación de la II Republica en Madrid en la Puerta del Sol el día 14 de abril de 1931.
Ante el discurrir de los acontecimientos Miguel Maura a las seis de la tarde se dirige a Gobernación acompañado de Largo Caballero. Una vez allí tomó la dirección en nombre de la República, conminando al ministro Mariano Marfil a abandonar el edificio. En menos de tres horas se realizó el cambio de autoridades en todas las provincias, sin que se registrara el menor incidente.
La persistencia en algunos historiadores, pseudohistoriadores, y publicistas, de que la proclamación de la república fue ilegítima, basándose en que las elecciones del 12 de abril de 1931 no eran un plebiscito sino una mera consulta administrativa, no parece sostenerse.
Tanto monárquicos como republicanos, se tomaron la convocatoria a las elecciones como un verdadero desafío del que saldría la forma política sobre la que, a partir de esos momentos, se desarrollaría el devenir de España. También la reacción de la prensa y de los políticos consultados tras conocerse el resultado de los comicios así lo confirma.
Miembros del Comité Revolucionario.
Momento de la llegada del Gobierno Provisional a las Cortes para la apertura de las Cortes Constituyentes el 14 de abril de 1931.
Por si hubiera alguna duda sobre el triunfo republicano es conveniente señalar la repetición de las elecciones que se realizaron el 31 de mayo de 1931 en 2.478 poblaciones en las que se habían repetido las elecciones debido a las reclamaciones interpuestas en la Junta Central. El resultado no deja lugar a dudas; prácticamente en todas hubo triunfo republicano.
En Sevilla se repitieron en 72 municipios (71.3% del total) de los 889 concejales elegidos ninguno fue monárquico. En Ávila capital: 7 republicanos, 5 socialistas, y 2 monárquicos, con triunfo republicano en Arenas de San Pedro, Piedrahita, Barco de Ávila, Hoyo de Pinares. En Cádiz: 20 republicanos, 11 socialistas, 2 gremialistas, 3 liberales y 4 monárquicos; en otros ocho pueblos donde se repitió la elección hubo triunfo republicano. Lugo: 12 socialistas, 10 alianza monárquica, 1 ORGA, y derecha liberal, republicana; en todos los demás pueblos donde se repitieron hubo triunfo republicano. Toledo, se repitieron comicios en 102 pueblos, los resultados globales de los 40 de los que tenemos datos dan el siguiente resultado: PRRS, 86; PR, 69; DLR, 100; PSOE, 106; centristas, 7; monárquicos, 11, AR, 3. Burgos, en la capital volvieron a triunfar los monárquicos, en 87 pueblos se repitieron las elecciones, triunfando las candidaturas republicanas en Briviesca, Melgas, Quintanar de la Sierra y Villacarjo. Navarra, se repitieron los comicios en 29 localidades, con un considerable avance de las candidaturas republicanas. Huelva, se repiten en 39 pueblos, en los 24 de los que conocemos los resultados salieron 144 concejales del PRR, 52 de DLR; 82 del PSOE; 2 federales; 7 independientes, o del PRRS, y 3 monárquicos. Guipúzcoa, resultados de algunas poblaciones: Alegría de Oria, 6 católicos fueristas, 3 republicanos; Beasaín, 11 republicanos, 2 monárquicos; Berastegui, 11 republicanos, 1 fuerista; Vergara, 5 del PNV; Deva, 8 del ONV, 1 del PSOE, 1 republicano. Oviedo, se repiten en 38 localidades: DLR, 26 concejales; Republicanos liberales demócratas, 56; PSOE, 38; republicanos, 40; PRRS, 39, monárquicos, 8, otros republicanos, 103; independientes, 11; federales, 2. Santander, el global de los pueblos en que se repitieron las elecciones arroja el siguiente saldo: PSOE, 40; monárquicos, 8; independientes, 53; republicanos, 227. Palma de Mallorca: 22 republicanos, 8 PSOE, 2 regionalistas. Granada, se repiten en 140 pueblos, en todos ellos vence la coalición republicano-socialista. Málaga, de los pueblos de los que se conocen los resultados dan 173 concejales republicanos y 78 socialistas. Castellón, se repite en 63 pueblos, se conocen los datos de 45 con el resultado de 434 republicanos y 34 monárquicos. La Coruña, se repitieron en todas las poblaciones excepto en La Coruña, El Ferrol y Santiago de Compostela; el triunfo republicano fue arrollador. Vigo, se celebran elecciones parciales para cubrir 18 puestos: PSOE, 7; PRG, 7; Agrarios, 4. León, se repiten en 14 pueblos, en todos ellos vence la conjunción republicano-socialista. Cataluña, se celebran en 47 municipios, en la mayoría vencen las candidaturas que defienden la República. En la importante localidad de Badalona los resultados fueron: AR, 10; ERC/PSOE, 9; Lliga Regionalista, 13.
A mayor abundamiento en las elecciones generales celebradas el 28 de junio de 1931 nuevamente se produjo un abrumador triunfo de las candidaturas que apostaban por la República.

Estas elecciones tras más de tres cuartos de siglo, hoy se revelan quizá como las más trascendentales de la Historia de España, porque no sólo marcaron el paso de un régimen monárquico a otro republicano, pero sobre todo dieron paso de unas elecciones amañadas de una u otra forma y por lo tanto falseadas a lo largo de decenios, a unas elecciones realmente competitivas por la lucha por el poder.

El prestigioso y conservador diario madrileño El Debate analizaba así lo sucedido: “Sería pueril negarle gravedad a la jornada de ayer. La tiene y muy grande. Cierto que no hay en España una mayoría de concejales republicanos, pero cierto es también que la hay en casi todas las grandes capitales […] Y esto quiere decir que un sector enorme de la opinión española se pronunció ayer en contra de la Monarquía”.
Manifestantes republicanos muestran su alegría en la calle Alcalá el día 14 de abril de 1931.

 Otros historiadores entienden que aunque la hábil propaganda republicana presentaría posteriormente las elecciones municipales de abril de 1931 como un plebiscito popular en pro de la República, no existió jamás ningún tipo de razones para interpretarlas de esa manera. En ningún caso su convocatoria tuvo carácter de referéndum, ni mucho menos, se trató de unas elecciones a Cortes constituyentes.
De hecho, la primera fase de las elecciones municipales celebrada el 5 de abril se cerró con los resultados esperados, es decir, salieron elegidos 14.018 concejales monárquicos y tan sólo 1.832 republicanos. Con ese resultado electoral, en el que las candidaturas monárquicas fueron votadas siete veces más que las republicanas, no puede extrañar que tan sólo pasaran a control republicano un pueblo de Granada y otro de Valencia. Como era lógico esperar, en aquel momento, nadie hizo referencia a un plebiscito popular y menos que nadie los republicanos, que habían sido literalmente derrotados por el veredicto de las urnas.
El 12 de abril de 1931 se celebró la segunda fase de las elecciones. De nuevo, los resultados fueron muy desfavorables para las candidaturas republicanas. De hecho, frente a 5.775 concejales republicanos, los monárquicos obtuvieron 22.150, es decir, el voto monárquico prácticamente fue el cuádruplo del republicano. Desde cualquier lógica democrática, los republicanos deberían haber reconocido su clara derrota y prepararse para las futuras elecciones a Cortes en las que, dicho sea de paso, no podía esperarse que obtuvieran grandes resultados. Sin embargo, lo que sucedió fue totalmente distinto. A pesar de los clarísimos datos electorales, los políticos monárquicos, los miembros del gobierno (salvo dos), los consejeros de palacio y los dos mandos militares decisivos, los generales Berenguer y Sanjurjo consideraron que el resultado era un plebiscito, y que además implicaba un apoyo extraordinario para la república y un desastre para la monarquía. 
Mapa de España con los resultados en las capitales de provincia en las elecciones municipales del 12 de abril de 1931

El hecho de que la victoria republicana hubiera sido urbana, (con irregularidades como en Madrid donde el concejal del PSOE Saborit hizo votar por su partido a millares de difuntos) pudo contribuir a esa sensación de derrota pero no influyó menos en el resultado final la creencia de que los republicanos podían dominar la calle y arrastrar al país a una cruenta revolución. Semejante apreciación no se correspondía con la realidad dada de la muy limitada fuerza republicana; pero aun así tuvo un peso decisivo sobre el desarrollo de los acontecimientos, sobre los que pesaba la sombra de lo que había sucedido en Rusia tan sólo catorce años antes, de manera muy consciente se recordaban esos acontecimientos en Rusia.
El rey Alfonso XIII y Victoria Eugenia de Battenberg.

Durante la noche del 12 al 13 de abril, el general Sanjurjo, a la sazón al mando de la Guardia Civil, dejó de manifiesto por telégrafo que no contendría un levantamiento contra la monarquía. Aquella afirmación constituía por sí misma una gravísima dejación de los deberes encomendados, pero quizá más grave fue el hecho de que los dirigentes republicanos supieran inmediatamente lo que pensaba hacer el general, gracias a los comunicados de los empleados de correos adictos a su causa. Aunque habían quedado batidos incuestionablemente en el terreno electoral, los republicanos eran conscientes de que se enfrentaban con un sistema que se negaba a defender las propias instituciones encargadas legalmente de esa tarea. Ese conocimiento de la debilidad de las instituciones constitucionales explica sobradamente la reacción republicana cuando Romanones y Gabriel Maura, con el expreso consentimiento del rey, ofrecieron al comité revolucionario unas elecciones a cortes constituyentes.
El General Sanjurjo.

A esas alturas, sus componentes habían captado el miedo del adversario y no sólo rechazaron la propuesta sino que exigieron la marcha del rey antes de la puesta del sol del catorce de abril, siendo sabedores de que si la monarquía se reponía de aquel espejismo, nunca se proclamaría una república cuyos candidatos habían sido derrotados en las elecciones celebradas tan solo unas horas antes. Para caldear el ambiente, los dirigentes republicanos convocaron manifestaciones, que presentaron a los políticos monárquicos como espontáneas e incontrolables y cuya finalidad era aterrorizar a cualquiera que pretendiera hacerles frente.
Portada del diario El Noroeste de Gijón.

Por añadidura, Alfonso XIII no manifestó voluntad de resistir, sumido como estaba en la depresión más profunda a causa de la muerte de su madre unos meses antes, y viendo cómo su esposa se hallaba lógicamente aterrada ante la posibilidad de acabar como la familia imperial rusa, (que por otro lado fueron parientes suyos), fusilada por un pelotón revolucionario. Al fin y a la postre, los políticos constitucionalistas se rindieron ante los republicanos y con ellos el monarca, que no deseaba bajo ningún pretexto el estallido de una guerra civil entre españoles. De esa manera, el sistema constitucional desaparecía de una manera más que dudosamente legítima y se proclamaba la Segunda república.
Portada del Heraldo de Madrid de fecha 16 de abril de 1931.

Aunque la proclamación de la Segunda república estuvo rodeada de un considerable entusiasmo por una parte de la población, lo cierto es que, observada la situación objetivamente y con la distancia que proporciona el tiempo, no se podía derrochar demasiado optimismo en su rodaje. Los vencedores de la revolución se iban a sentir extraordinariamente legitimados para tomar decisiones futuras, que pasaran por encima del resultado de las urnas y no dudarían en reclamar el apoyo de la calle, cuando el sufragio les fuera hostil. Semejante comportamiento tenía una lógica innegable porque, a fin de cuentas, ¿no había sido en contra de la aplastante mayoría de los electores como habían alcanzado el poder? A ese punto de arranque iba a unirse que, globalmente considerados, los vencedores de la revolución estaban constituidos por un pequeño y fragmentado el número de republicanos que procedían en su mayoría de las filas monárquicas; las dos grandes fuerzas obreristas, los socialistas y anarquistas contemplaban la república como una fase hacia la utopía que debía ser surcada a la mayor velocidad; los nacionalistas, y muy especialmente los catalanes ansiaban descuartizar la unidad de la nación y se apresuraron a proclamar el mismo 14 de abril la República catalana y el Estado catalán, y una serie de pequeños grupos radicales de izquierdas que acabarían teniendo un protagonismo notable como era el caso del partido comunista.
Celebración ciudadana de la proclamación de la II República en Madrid el 14 de abril de 1931.
En su práctica totalidad, su punto de vista era utópico, bien identificaran esa utopía con la república implantada, con la consumación revolucionaria posterior o con la independencia de algunas regiones en otros casos; en su práctica totalidad, carecían de preparación política y, sobre todo económica, para enfrentarse con los retos que tenía ante sí la nación y, por añadidura, adolecían de un virulento sectarismo político y social, que no sólo excluía de la vida pública a considerables sectores de la propia población española, sino que también plantearía irreconciliables diferencias entre ellos. Así, la república iba a nacer de una absoluta falta de legitimidad democrática y, por añadidura, estaría condicionada desde su nacimiento con una serie de males que acabarían determinando su fracaso y, finalmente, el estallido de una cruenta guerra civil (23).
No puede sorprender a nadie semejante resultado, ya que aquellas elecciones municipales de abril de 1931 los republicanos no las habían ganado sino que, por el contrario, las habían perdido en número de votos.
Las elecciones municipales del 12 de abril de 1931 son unas de las más conocidas por ser las que hicieron que se proclamase la Segunda República. Aunque los monárquicos integrados por Liberales, Conservadores, Constitucionalistas, Unión Monárquica, Agrarios, Tradicionalistas y Jaimistas, hubiesen sido los más votados, fue una gran derrota para ellos ya que en las capitales de provincia los republicanos y los socialistas arrasaron.
Y es en estas ciudades donde mejor se pueden medir el apoyo a cada partido o coalición ya que los pueblos estaban, en gran proporción, controlados por caciques locales, y por lo tanto los resultados en esos lugares no eran muy reales desde el punto de vista democrático.
Granada 8 de noviembre de 2018.
Pedro Galán Galán.
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Páginas de Internet:
Referencias de citas:
(1) Gómez Esteban, C. (2005): La insurrección de Jaca. Los hombres que trajeron la República, Zaragoza, página 544.
(2) Tuñón de Lara, Manuel La España del siglo XX, vols.1 y 2, Madrid. 2000. Volumen 1, página 223.
(3) Payne Stanley, G. (1995): La primera democracia española: la Segunda República, 1931-1936, Barcelona, página 47.
(4) Ruiz Manjón-Cabeza, Octavio: Las Elecciones Municipales de abril de 1931 en Andalucía. Actas del III Coloquio de Historia de Andalucía. Historia Contemporánea. Córdoba, 1983. Publicaciones del Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Córdoba, páginas 267-272.
(5) Tusell, Javier: La crisis del caciquismo andaluz. Editorial Planeta, Madrid, 1977, páginas 370-374.
(6) Ruiz Manjón, O.: El partido Republicano–Radical. 1908-1936. Editorial Tabas. Madrid, 1976, páginas 171-176.
(7). Castells, J. M.: Las asociaciones religiosas en el España Contemporánea (1767-1965) Un estudio jurídico-administrativo. Editorial Taurus. Madrid, 1973, páginas 375-381.
(8) Artículo: ¡Al votar, pensad en Málaga! En Diario de Málaga de 9 de abril de 1931, página 1.
(9). Conard-Malerbe, P.: la Dictadura, en Tuñón de Lara, M.: Historia de España, IX. La crisis del Estado: Dictadura, República y Guerra (1923-1939). Editorial Labor. Barcelona, 1981, página 78.
(10). García Sánchez, Antonio: Actitud de los partidos monárquicos ante las elecciones municipales celebrada en Málaga el 12 de abril de 1931: La cuestión religiosa.  Actas del III Coloquio Historia de Andalucía. Historia Contemporánea. Tomo II. Publicaciones del Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Córdoba, 1985, páginas 303-309.
(11). Legislación Electoral (Diputados a Cortes y concejales, senadores y diputados provinciales. Editorial Góngora. Madrid. 1931. Cuarta Edición, páginas 119-121.
(12). Manifiesto de la Coalición Monárquica: “Ante las elecciones. El deber de todos contra el peligro revolucionario”, publicado en el periódico “La Unión Mercantil” de Málaga en fecha 12 de abril de 1931, página 1.
(13). García Sánchez, Antonio: Actitud de los partidos monárquicos ante las elecciones municipales celebrada en Málaga el 12 de abril de 1931: La cuestión religiosa.  Actas del III Coloquio Historia de Andalucía. Historia Contemporánea. Tomo II. Publicaciones del Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Córdoba, 1985, páginas 303-309.
(14). Tusell, Javier: La crisis del caciquismo andaluz. Editorial Planeta, Madrid, 1977, páginas 388-398.
(15). Tusell, Javier: La crisis del caciquismo andaluz. Editorial Planeta, Madrid, 1977, página 395.
(16). Checa Godoy, Antonio: Las elecciones Municipales del 12 de abril de 1931 en Jaén. Actas del III Coloquio de Historia de Andalucía. Historia Contemporánea. Tomo I. Publicaciones del Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Córdoba, 1985, páginas 273-286.
(17). Ruiz Manjón-Cabeza, Octavio: Las Elecciones Municipales de abril de 1931 en Andalucía. Actas del III Coloquio de Historia de Andalucía. Historia Contemporánea. Córdoba, 1983. Publicaciones del Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Córdoba, páginas 267-272.
(18) Fernández Lafuente, Adolfo (1981): Las elecciones del 12 de abril, en Historia 16 nº 60, páginas 49 a 55, página 53.
(19) Muñoz, Miguel A. (2009): Reflexiones en torno a nuestro pasado reciente. Los años treinta del siglo XX, Córdoba, página 118.
(20) Tuñón de Lara, Manuel (1966): La España del siglo XX, vol. 1, Madrid, página 226.
(21) Tuñón de Lara, Manuel (1966): La España del siglo XX, vol. 1, Madrid, página 226.
(22) Maura, Miguel (1966): Así cayó Alfonso XIII, Barcelona, página 163.
(23) Vidal, César (2005): Paracuellos-Katyn, Madrid, página. 
 

1 comentario:

Antoni Martínez i Carmona dijo...

Muy buen artículo, como los del resto del blog. Felicidades.


Antoni Martínez
Castellbell i el Vilar
27 de agosto de 2023