PROLOGO

Se pretende que sea éste un espacio dedicado a entretener y deleitar (... a través de la fotografía fundamentalmente) ... a dar a conocer (...o traer al recuerdo) ciertos monumentos o espacios situados en el término o cercanías de Lahiguera. ...a llamar la atención por el estado de abandono y deterioro de muchos de ellos, ...y si llegara el caso, a remover la conciencia de todos los que somos "herederos" de tales monumentos y espacios, y que con nuestra aportación ayudásemos a la conservación de los mismos.

jueves, 23 de febrero de 2017

LAHIGUERA, UNA VILLA ENTRE LOMAS Y ARROYOS.



UNA BREVE REFERENCIA A LA GEOLOGÍA DE NUESTRA VILLA.
No tenemos más que colocarnos en los dos puntos geográficos de más altitud en nuestra villa, El Cerro de la Atalaya y la zona periférica de La Tercia y el Templo Calatravo, para comprobar que el paisaje de nuestro término municipal está caracterizado en todos los casos por un relieve de lomas redondeadas, que se entrelazan en las diferentes direcciones del horizonte higuereño. Una villa ubicada en la comarca de la Campiña sur, con una superficie de 44'44 kilómeros cuadrados y a una altitud de 409 metros.
Vista aérea del Oppidum Ibérico de la Atalaya y otros emplazamientos con restos de nuestro pasado histórico. Foto de J. J. Mercado.

El Cerro de la Atalaya de Lahiguera, situado hoy a unas múltiples decenas de metros de una parte de expansión de nuestra villa, constituye la mayor elevación del término municipal con 429 metros de altitud, lugar donde razonablemente esta situado el depósito de aguas que abastece a la villa desde el año 1978, conducidas desde el Pantano de Quiebrajano. Si lo desean pueden consultar el artículo:http://lahiguerajaen.blogspot.com.es/2013/04/los-aguadores-en-higuera-de-arjona.html

Al fondo el Cerro de la Atalaya en foto tomada desde el Cerro de la Olivilla. Foto de autor desconocido.

Destruida la fortificación ibera de la Atalaya, y enterrados los muertos en fosas comunes de gran amplitud, para evitar cuanto antes enfermedades, suponemos que los abundantes restos humanos se incinerarían, tal como desde hace años hemos podido comprobar en algunos espacios más o menos circulares que los labradores de olivos de la zona han ido encontrando en este emplazamiento.  Con el paso de los años la población se situó en el otro punto de mayor altitud de sus proximidades en la zona periférica a la Tercia y al Templo Calatravo, que tras el año 1225 aglutinó a la población repobladora venida de Castilla, poblaciones que al igual que las de Andujar y Villanueva, habían quedado diezmadas en su población tras la entrega de Al-Bayyasi rey de Baeza a Fernando III el Santo.
Vista aérea de la parte alta de Lahiguera situada a una altitud de 400 metros sobre el nivel del mar. Foto de J. J. Mercado.

En este perímetro se fue afianzando la población dotándose de Muralla, Castillo y Templo en tiempo de pertenencia a la Orden de Calatrava. El nuevo núcleo de población se reforzó cuando la Orden de Calatrava mando construir castillo, muralla y templo para ser vigía y defensa del nuevo poblado a una altura aproximada de 400 metros de altitud. Los otros cerros de más altitud: El cerro del Horcajo de 386 metros de altitud, cerro Gordo de 400, y el de Corbún de 314 quedaban más al margen de las comunicaciones y ofrecían menores ventajas defensivas, por lo que, con los años, el nuevo núcleo de población quedó en lo que hoy es la parte más antigua de nuestra villa.

Desde estos dos puntos geográficos las aguas de lluvia discurren por nuestros campos de forma radial en casi todas las direcciones, a lo largo de pequeños arroyos, hoy convertidos en grandes cauces de arroyos, a causa de la destrucción de la capa vegetal, que antaño servía de sostén de los terrenos de sus márgenes. Los arroyos del Pilar, de los grifos, del Gato, del Tesoro, Donadío, del Montejo, de la Fontanilla, del Pozo la Pila, de Cuatrocientas, Saladillo y del Arroyo Salado de los Villares, hacían discurrir placidamente sus aguas por nuestros campos. Esta claro que dado que el Arroyo del Saladillo era el más difícil de cruzar por su vado, razón por la cual los romanos que transitaban por la Vía Augusta desde Cádiz a Cástulo, emprendieran la construcción del Puente Romano, que gracias a su maravillosa técnica arquitectónica aun se mantiene en pie.
Mapa del término municipal de Lahiguera.

Las rocas sedimentarias más recientes sobre las que se apoya Lahiguera se formaron hace aproximadamente 5 millones de años, en el periodo del Mioceno superior. Este sustrato rocoso de nuestro término municipal esta constituido principalmente por rocas sedimentarias de origen marino que podemos agrupar en cuatro grupos o conjuntos que constituyen nuestro mapa geológico. En principio las margas verdes amarillentas con limos amarillos, y las areniscas calcáreas bioclásticas y margas arenosas constituyen la mayor parte de nuestro término, un espacio en el terreno que se extiende por el norte, este y oeste de nuestro término municipal, hasta el límite de nuestro término municipal con los términos de Andujar y Villanueva de la Reina. Esta clase de tierras rodean nuestro término desde el límite con Andujar, el final del arroyo del Pilar, en dirección al término de Villanueva y el Arroyo del Gato, y el arroyo del Tesoro hacia Villanueva de la Reina. En todo este espacio de terrenos las tierras tienen estas características excepto los cursos de los arroyos citados que arrastraron arcillas, margas y bloques (olistolitos) de margo calizas, areniscas calcáreas y yesos.
Término municipal de la villa de Lahiguera.  Cruzado de Noroeste a Sudeste por la carretera comarcal A-311 de Andújar a Jáen. También aparece el trazado de las carreteras locales que unen a nuestra población con Arjona y Villanueva de la Reina  desde la dirección Noreste a Sudoeste.

El resto de nuestro término continúa con estas características primeras en sus tierras, a excepción de una franja que desde el límite del término con Arjona se va ensanchando hacia el término del límite con Torredelcampo y Fuerte del Rey, con pequeñas zonas de margas blancas arenosas (Formación Blanca) en una zona próxima a Cerro Gordo, que atraviesa el arroyo Donadío y va a terminar casi donde cruza el arroyo del Montejo, al este de la carretera de Jaén, y otra zona al oeste de esta carretera de Jaén, en dirección a la carretera de Arjona (que en el mapa aparecen con manchas más oscuras).
En este mapa del término municipal de Lahiguera podemos apreciar, según las tonalidades de grises, la zona que geológicamente pertenece en su configuración como suelo al periodo Cuaternario de nuestra Era. Toda la zona en blanco corresponde a la composición de margas verdes amarillentas con limos amarillos, y a la composición de areniscas calcáreas bioclásticas y margas arenosas. La zona más oscurecida es la que corresponde a la llamada Formación Blanca de margas blancas arenosas (son las dos manchas oscuras de cerca de Cerro Gordo y en el nacimiento de los arroyos del Montejo y Donadío, y la que más pequeña queda a la derecha de la carretera de Arjona. Por la zona del Cerro de Corbún y algo más a su derecha, en la margen izquierda del Arroyo Saladillo, el terreno se configura a base de arcillas, margas y bloques (isostolitos) de margocalizas, areniscas calcáreas y yesos (Unidad olistostrónica). Finalmente en el mapa se marca, con trazo discontínuo, la linea de contacto discordante entre la mayoría de los terrenos de margas y areniscas y los pertenecientes al periodo del Cuaternario.
Detalle del Término municipal de Lahiguera  del Instituto de Cartografía de Andalucía, en la foto se puede observar la parte sur del término en tonos verdosos regada por el Salado de los Villares y el Saladillo.

A continuación de las manchas referidas de estas clases de terreno aparecen arcillas margas y olistolitos o bloques de margo calizas, areniscas calcáreas y yesos en la parte del recorrido del Arroyo Salado de los Villares, en el límite con Arjona, donde desemboca el arroyo de Cuatrocientos en el Salado, también donde más al sur desemboca el arroyo del Pozo de la Pila, y se va agrandando la franja de esta clase de tierras por la zona del arroyo del Montejo en su desembocadura al Salado, la zona del Arroyo Saladillo y parte del recorrido, hacia el sur del término del arroyo Donadío hasta su desagüe en el arroyo Saladillo.

Foto aérea de la parte sur de nuestro término municipal, considerada geológicamente la parte más antigua de nuestro término. Foto de J. J. Mercado.

Esta parte sur de nuestro término municipal es geológicamente la parte más antigua de nuestro término, son tierras formadas en el Mioceno medio con una antigüedad de entre 16 y 14 millones de años. En todo este sector meridional del término se localizan, como unas manchas, unos pequeños afloramientos de tierras, que fueron producto en su tiempo de deslizamientos submarinos, cuando el material deslizado estaba constituido por grandes bloques de rocas calizas, yesos y areniscas, que son los que reciben como grupo el nombre de olistolitos, que los geólogos también denominan con la expresión “Unidad Olistostrómica”.

Sobre la “Unidad Olistostrómica” se situaron un conjunto de margas arenosas, que denominan “Formación Blanca”, y que popularmente conocemos como tierras albarizas por su característico color blanquecino, estas tierras se depositaron en estos lugares en el Mioceno medio-superior hace entre 14 y 8 millones de años.
La península ibérica antes del Mioceno. Andalucía era sólo una pequeña península comunicada con el norte de África.
En el período geológico del Mioceno medio reciente (entre 16 y 5 millones de años ) se identificaron numerosos grupos de primates en África Oriental de la familia de los australopitecos.
Posteriormente, entre hace 8 y 5 millones de años, se formaron las “Margas Azules del Guadalquivir”. Las margas azules son unas arcillas con alto contenido en filosilicatos que se encuentran a lo largo de la cuenca del río Guadalquivir y en muchas laderas de la comunidad andaluza. Todo este conjunto de rocas son las que ocupan la mayor parte en extensión del término municipal de Lahiguera. Son las tierras descritas en primer lugar como margas de color azulado en estado inicial; pero que cuando están cerca de la superficie aireada de la tierra, por la acción de las aguas, las altera y transforma en un material terroso de color marrón u ocre amarillento, tierras que como bien conocemos ocupan la mayor parte de nuestra campiña.
Margas azules del Guadalquivir. Foto de Crístina H.

Las rocas sedimentarias de origen marino provienen de sedimentos que se depositaron en el fondo del mar, a diferentes profundidades, dependiendo de unos sectores u otros, ya que los fondos marinos no eran uniformes en profundidad. Aunque el nivel de los mares y océanos ha variado de forma cíclica a lo largo de la historia de nuestro planeta Tierra. La magnitud de sus variaciones nos resultan insuficientes para explicar, que algún día de la historia, los movimientos geológicos pudieran hacer alcanzar a nuestros terrenos la cota topográfica de 429 metros, que tiene hoy nuestro Cerro de la Atalaya, donde, como muchos hemos podido comprobar, a esa altura han aflorado rocas sedimentarias de origen marino. 

Desde la mitad del Océano Atlántico hasta Oriente Medio podemos apreciar la placa africano-euroasiática en el sur de nuestra península.
Para hacer comprender la presencia de estas rocas sedimentarias marinas en la Atalaya es necesario introducir a nivel primario la Teoría de la Tectónica de Placas. En la actualidad sabemos que la capa más superficial  de la Tierra esta dividida en las profundidades en un mosaico de grandes placas, que se mueven unas respecto a otras. En nuestro caso la placa africana y la euroasiática, constituida por Europa y Asia, se aproximan 1 centímetro cada año, lo que con el paso de los años, los siglos y los millones de años están placas han ido convergiendo o juntándose, de forma que en 5 millones de años se han aproximado 50 kilómetros.
El movimiento de la placa africana hacia el norte es de unos 2'15 centímetros por año, lo cual la llevará a unirse al extremo sur de España dentro de 650.000 años.

Así las rocas existentes entre las dos placas citadas, y concretamente entre el norte de África y el sur de nuestra península Ibérica, han estado sometidas a grandes esfuerzos de comprensión debido al “empuje” de un lado y de otro de las placas, lo que ha ido produciendo la rotura de las estructuras iniciales y el consiguiente plegamiento de los terrenos formando montañas donde antes no las había. Toda la depresión de nuestro Río Guadalquivir era originariamente una depresión u hondura de terrenos en grandes proporciones por donde penetraba el agua del mar, y después discurría el río Guadalquivir y sus afluentes; pero esta depresión se fue elevando progresivamente varios centenares de metros sobre el nivel del mar actual, y las aguas dulces o salinizadas buscaron su caída hacia un nuevo destino en el océano. 
Foto de la Península Ibérica hecha por la NASA con la luz del día. En ella se puede apreciar con nitidez la depresión del Guadalquivir.

Algunas muestras y testimonios de lo dicho, como consecuencia de la actividad tectónica de las placas, son las irregularidades del terreno que habitamos (no tenemos más que evocar en nuestra memoria la Cuesta de los Caballos desde la calle Buenavista) con fallas y pliegues, que están presentes en las rocas de nuestro término municipal incluso en lo más céntrico del pueblo, y que también apreciamos en los cortes de terrenos de la demarcación de las carreteras, a consecuencia de lo antedicho o de los pequeños terremotos que se producen para reequilibrar estas desigualdades, fallas o pliegues.
Esta es la razón por la que nuestro pueblo esté asentado sobre areniscas, si bien dentro de las areniscas tenemos que distinguir dos tramos diferentes: Por un lado el tramo inferior que tiene intercalaciones de margas y el tramo superior que está formado exclusivamente por areniscas. En cada estrato de arenisca o capa de este terreno del tramo inferior, el tamaño del grano de arena iba creciendo gradualmente desde la parte alta donde eran más pequeños, hasta la parte baja donde habían caído los granos de arenas más gruesos.
Representación de las corrientes de turbidez y la avalancha submarina.
Es la consecuencia de que estos depósitos fueron fruto de corrientes de turbidez que se fueron desarrollando a lo largo de un talud submarino, algo que era típico o habitual. Las corrientes de turbidez se desplazaban por el talud submarino y cuando perdían energía en los movimientos, se depositaban en primer lugar las partículas de mayor tamaño, que eran las que más pesaban y en último lugar lo hacían las partículas de arcilla de tamaño menor y de un calibre de entre 1 a 256 milímetros, con lo que se producía una alternancia en las estructura de corte de zonas de arenisca y zonas de margas. Otras características de las rocas de estos terrenos eran la presencia de las llamadas “pistas fósiles” con la presencia de huellas de organismos vivos petrificados y costras de óxidos de hierro. Las “pistas fósiles” solían ser cilíndricas y de aproximadamente 1 centímetro de diámetro, y describían trayectorias curvas a través de la superficie del estrato.
Pista fósil circular.
Canto rodado sobre el cual se fijaron varios anélidos marinos.
Las costras de óxidos de hierro, en su mayoría tienen un espesor de 1 milímetro aunque en algunas ocasiones podían alcanzar hasta 1 centímetro. Esta capa de óxidos de hierro, aunque delgadas, solían tener formas arriñonadas. Todo esto nos hace pensar que para la formación de las pistas de organismos horizontales y las costras de óxidos de hierro debió existir un intervalo de tiempo suficiente sin que se llegase a producir sedimentación; por lo tanto pudo darse entre ambos indicadores la existencia de interrupciones entre el depósito de las dos corrientes de turbidez del talud.
Caliza bioclástica con fósiles de conchas marinas.
Durante el periodo del Cuaternario, el agua de escorrentía fue erosionando parte de estas rocas sedimentarias de origen marino, y las partículas erosionadas fueron arrastradas hacia los arroyos, formando con sus depósitos los fondos de los valles planos. De entre ellos destacan por su extensión los depósitos existentes en el curso de los arroyos del Saladillo y Salado de los Villares, que están constituidos por materiales principalmente arcillosos que presentaron más dificultad en filtrar las aguas, con lo que se generan un tipo particular de suelos conocidos como hidromorfos. Son éstos unos suelos formados con estancamiento de agua durante toda o parte de su periodo de formación como suelo.

Microfósil.
Se reconoce por hidromorfía a un estado permanente o temporal de saturación de agua en el suelo, que lleva asociado la existencia de condiciones reductoras de minerales de hierro y magnesio. En los que intervienen los procesos de reducción/oxidación del Fe y del Mn que tienen lugar en esa clase de suelos, aunque otros procesos de la hidromorfía de los suelos son la ferrolísis y la iluviación de arcilla

Las acciones de la hidromorfía tienen importantes efectos en el suelo, que se reflejan tanto en sus constituyentes, propiedades, formación y evolución, como en sus posibilidades de explotación agrícola.

Suelo hidromórfico turboso.

Las condiciones necesarias para que se produzca el suelo hidromórfico son:

1º.- Saturación en agua en los terrenos, este es el requisito indispensable para que se desarrolle el proceso de reducción, es la existencia de un exceso de agua en el suelo durante un tiempo determinado.

Para que exista esta saturación en agua se requiere primero que se produzca un aporte importante del líquido elemento, y en segundo lugar que se encuentren ciertas dificultades para su rápida eliminación por un mal drenaje de las aguas en el terreno.

El aporte de agua puede proceder tanto de un nivel freático suficientemente superficial, como puede ser de origen pluvial. En estos últimos casos se necesita que el aporte de agua se produzca a más velocidad de la que el suelo pueda drenar, con lo que se origina una capa de agua colgada con carácter temporal. Esto ocurre preferentemente en los suelos con un cambio en su textura brusco entre sus horizontes, como es el caso de los luvisoles.

2º.- La ausencia de oxígeno disuelto, es otra condición que se cumple fácilmente en el suelo siempre que el agua permanezca estancada en él y no se renueve. Este es el caso, por ejemplo, de los suelos arcillosos, con mal drenaje interno. De esta forma los microorganismos consumirán rápidamente todo el oxígeno que estaba disuelto en el agua. A veces el suelo se encuentra sometido a frecuentes aportes de aguas superficiales (de escorrentía o fluviales) que circulan a través de él y, al permanecer muy oxigenado, no se producen reducciones a pesar de la intensa humedad edáfica. Esta situación es muy típica de los fluvisoles.

3º.- Otra característica de los suelos hidromórficos es la presencia de materia orgánica disuelta en el agua arrastrada. El agua al desplazarse lentamente a través del suelo se va cargando de residuos orgánicos y adquiere una fuerte reacción reductora. Los suelos muy pobres en materia orgánica no presentan, en general, rasgos hidromórficos aunque se encuentren saturados en agua durante un tiempo apreciable.
La alta temperatura constituye otra característica de este tipo de suelos. La temperatura debe ser lo suficientemente alta como para no limitar la actividad biológica. Debido a que las reacciones de reducción-oxidación se desarrollan a una velocidad muy lenta, en la práctica es necesaria la acción de los microorganismos que actúan como catalizadores. Es por ello que la temperatura deberá ser superior a los 5º C durante la fase de hidromorfía, ya que este es el límite usualmente aceptado para el desarrollo de la actividad microbiana.
4º.- Finalmente otra característica de estos terrenos es un pH no excesivamente ácido. Como la reducción del Fe (Hierro) y del Mn (Magnesio) es un proceso fundamentalmente bioquímico, el pH tampoco ha de ser un factor limitante de la actividad microbiana.
Foto aérea de Lahiguera en el año 1962.
Nuestro pueblo se asienta sobre el borde septentrional de la Campiña sur Jiennense, en lo alto de una loma que se asoma al Valle del Guadalquivir, como un núcleo urbano que vigila por una parte en el norte las vegas hacia el citado río  en los límites de los términos de Andujar y Villanueva de la Reina, y por el sur las campiñas que delimitan el término hasta los términos de Arjona, Torre del Campo y Fuerte del Rey.
Nuestro municipio, antigua aldea de Andujar, es el más oriental y más cercano al Guadalquivir, de los tres cuyos núcleos de población se asientan sobre las rocas de estrechas placas residuales de areniscas entalladas por las cabeceras de los barrancos, que vienen del propio río Guadalquivir y sus afluentes de la margen izquierda, a saber Porcuna, Arjona y Lahiguera. El primitivo casco urbano, nacido tras la conquista castellana por Fernando III el Santo, está situado sobre una placa por encima de los 400 metros de altitud, se fue desplazando en su crecimiento a los largo de los siglos XVI, XVII, XVIII, y XIX, hacia el portillo por el que circulaba el movimiento de viajeros, que procedentes de Jaén se comunicaban con Andujar, Arjona y Villanueva de la Reina. También se derramó hacia el manantial que era la fuente de suministro de agua potable en el manantial de la Fuente Vieja de los Grifos, cuyas aguas brotan por debajo de las areniscas en el contacto con las capas impermeables de las arcillas del subsuelo.
El resto del territorio de su término municipal, un 98%, está cultivado. Sus margas y arcillas en otros tiempos cubiertas de campos de cereal de secano, fueron progresivamente siendo invadidas poco a poco, primero por el olivar, que ocupó la mayor parte de la ladera norte de la loma, que va descendiendo hasta los dos centenares y medio de metros de las terrazas del Guadalquivir (hacia Andujar y Villanueva de la Reina); después con el paso de los años, pero sin perder el ritmo invasivo, el olivar fue ocupando las laderas occidental (hacia Arjona) y meridional (hacia Arjona, Torre del Campo y Fuerte del Rey) con lo que estas zonas se fueron cubriendo de olivar también, hasta llegar a los amplios lechos de inundación del río Salado,  que nos delimita con Arjona, y su afluente el arroyo Saladillo, cuyos materiales arcillosos y arenosos por aluvión han llegado a formar zonas lacustres y salobres.
Hoy son escasas las fincas de tierra calma en nuestro término municipal. La mayoría estan en las zonas de los arroyos Salado de los Villares y Saladillo como puede verse en el ángulo superior derecho de la foto de J. J. Mercado.
Las escasas tierras calmas de secano que ocupan nuestro término hoy, dedicadas casi exclusivamente al cereal, ocupan menos de la quinta parte del suelo municipal, mientras que el olivar se extiende hasta cerca de las dos terceras partes en la actualidad. Una situación, que, hasta hace unos cuarenta o cincuenta años, presentaba una proporción inversa, en las que dentro de las tierras calmas del término las tierras sembradas de plantas leguminosas tenían casi tanta importancia como tenían las tierras sembradas de cereal; pero el referido cultivo de leguminosas se fue perdiendo progresivamente en virtud de la ganancia en las estadísticas de nuevos olivares en nuestro término.
Sobre la zona de los llanos próximos al Salado de los Villares, que también denominamos Salado de Arjona y su arroyos afluentes (Donadío, Montejo, Pozo de la Pila y Cuatrocientos), algunas actuaciones de puesta en regadío del IRYDA en tiempos franquistas y del IARA han supuesto una revitalización de la zona, que hoy en día se ha convertido en una zona regada y cultivada con las plantas que la industria del algodón demandaba. Una parte del olivar también se extendió por esta zona del Salado y se vio favorecido por el regadío establecido.
Zona de confluencia de los arroyos Salado de los Villares y Salaillo, donde se localizan las mayoría de tierras calmas del término, y donde poco a poco se han ido viendo más plantaciones de monocultivo del olivar.
Queda en el recuerdo felizmente, que en una de las actuaciones de estos organismos de la administración, y no hace tantas décadas de años, se culpaba al Puente Romano del Arroyo Saladillo de ser culpable del deseado fluir de las aguas pluviales por el lecho del arroyo, para lo que se pretendió eliminar con una potente maquina, la única joya que tenemos de nuestro pasado romano. La incultura siempre ha abundado también por estas tierras  y por muchos de los empleados de esos organismos, que sólo sabían hacer funcionar una potente maquina movilizadora de tierras. La misma carretera que fue camino real en parte, ha cambiado en estos tiempos considerablemente; una carretera tan necesitada durante múltiples décadas de parcheos interminables, que hoy con la numeración de A-311 nos une con Andujar, a unos doce kilómetros, y por el sudeste continúa hasta Fuerte del Rey, a unos 14 kilómetros, hasta llegar a Jaén a unos 30 kilómetros de nuestra villa.
Los mayores de nuestro pueblo hemos crecido comprobando el mal estado general de esta carretera A-311, cuya causa natural de mantenimiento de su firme tenía también mucho que ver  con la inestabilidad de los suelos margosos, y de los terrenos de las laderas que atraviesa; una causa natural con la que sólo se podía luchar con un continuo cuidado del estado de conservación, que tan solo muy de tarde en tarde era atendida. Recuerdo  como Castro, propietario en mi juventud de la línea de autobuses de Andujar a Jaén, mandaba a su coste que se rellenasen los numerosos baches existentes a lo largo de su recorrido, para hacerla más transitable a estos vehículos, y como los escasos turismos que la cruzaban, iban sorteando uno y otro lado de la carretera para evitar los profundos baches.
Carretera de Jaén en el cruce de Fuerte del Rey.
Esta carretera ha sufrido, como no, durante muchas décadas la desidia política y los intereses de otros poderes de los pueblos colindantes, para que durante estos largos años, no se atendiese la necesidad de unas comunicaciones de nuestra villa con los núcleos poblacionales, que le podían traer prosperidad y negocio a sus habitantes. A tan solo unas decenas de kilómetros de núcleos tan importantes como Jaén y Andujar, se nos privó de unas comunicaciones dignas con núcleos de población vitales para nuestro desarrollo comercial e industrial, en una ruta en la que finalmente se ha valorado la corta distancia que une la capital con Andujar. Nuestra relación comercial con Andujar ha sido durante siglos de mayor envergadura que la existente con la capital de la provincia (en muchos casos muy a pesar nuestro), y hoy se haya crecida por la presencia de grandes superficies, que poco a poco van arruinando nuestro pequeño comercio local, una cuestión muy a tener en cuenta para el empleo de nuestros paisanos, y dejar la comodidad de cargar los carros de la compra en estos establecimientos en aras de la falsa modernidad. Nuestra carretera de Andujar a Jaén es una ruta que vemos cada día más utilizada, y que como consecuencia de mayor tráfico, también nos ha dejado en el recuerdo la muerte de nuestros jóvenes en accidentes.
Zona de la carretera A-311 de Jaén a Andújar. Trayecto que discurre entre los municipios de Lahiguera y Andújar, lugar donde se produjo el accidente mortal.
JAÉN de fecha 02/10/2016, daba esta triste noticia:
Una jornada trágica en las carreteras de la provincia. Un hombre, de cuya identidad se desconocen más datos por el momento, falleció tras salirse de la vía en una curva con la motocicleta que conducía en la carretera A-311, en el término municipal de Lahiguera.
Según informaron fuentes del servicio coordinado de Emergencias 112 Andalucía, las primeras llamadas en las que se alertaba del accidente se registraron sobre las 18:55 horas, y del mismo se dio aviso tanto a la Guardia Civil como a los servicios sanitarios. Al parecer, apuntan desde el 112, el fallecido iba junto con otro motorista que, en este caso, fue atendido en el lugar de los hechos por parte de los servicios sanitarios sin más consecuencias. Por el momento se desconocen las causas por las que se produjo el accidente.
El siniestro se produjo en la A-311, que es la carretera que une las localidades jiennenses de Andújar y Fuerte del Rey, ya en el término de Lahiguera; concretamente en el punto kilométrico 28, según se recoge el balance provisional de accidentes mortales del fin de semana que realiza la Dirección General de Tráfico (DGT). Y según concretan desde el servicio de Emergencias a la entrada a una curva.
Las reacciones al accidente no se hicieron esperar en las redes sociales, en las que, aparte de dar mostrar su pesar por lo sucedido y dar las condolencias a la familia del motorista fallecido, los usuarios recriminaron el mal estado en el que se encuentra la carretera A-311. También recordaban que, en numerosas ocasiones, desde el Ayuntamiento de Lahiguera se abordado la problemática ante los organismos pertinentes, sobre todo en el tramo que discurre entre los términos municipales de Andújar y Lahiguera, sin que, hasta el momento, se le haya encontrado solución. Al parecer, el principal “escollo” de esta cuestión se encuentra en que se trata de un tramo que precisa de mucha inversión para su arreglo.
Malestar generalizado, de esta forma, porque un nuevo accidente se produzca en una vía para la que se ha pedido, en diferentes ocasiones y por distintas vías, una solución con el objetivo de que gane en seguridad para los conductores.
El pasado mes de octubre de 2016 se produjo el último accidente mortal en esta carretera Jaén- Andújar en término de Lahiguera. Foto de HORAJAÉN.
Ahora recientemente parece que existen mociones de la Diputación para que, comprobada la idoneidad de esta carretera que une Jaén con Andujar y la Autovía de Andalucía, se convierta con el paso de los años en una  carretera de doble ancho o especie de autovía menor, que una la capital con la Autovía de Andalucía por Andujar, con un trazado mejor y mas ancho, que podría ser el despliegue de la industria en el Polígono Industrial, que en el pueblo muchos llaman de las “Conejeras” porque hasta ahora y tras un desembolso inicial cuantioso, sólo ha servido para que los animales silvestres campeen a sus anchas por él.


Ya en mayo del año 2008 en el Parlamento de Andalucía se pidió esto mismo y fue rechazada la propuesta por el Sr. Consejero de Fomento: “si bien se comprometió el Consejero que no era descartable, en caso de seguir una evolución de aumento del tráfico”. El tráfico ha aumentado considerablemente, ahora queda cumplir con lo prometido por el antiguo Consejero, para lo cual tenemos que contar con la presión de los políticos de todos los partidos.

Todos hemos comprobado como el tráfico se incrementó en esta vía de comunicación, por ello se retoman las mismas propuestas y las iniciativas políticas. La noticia fue comunicada por dos diarios: el Diario Jaén y el Diario Digital Andujar exprés. Ambas referencias se reproducen para conocimiento de los vecinos de nuestra villa por la parte que a todos los higuereños nos corresponde:


JAÉN.- El portavoz del Grupo Popular en la Diputación provincial de Jaén, Miguel Contreras, ha mostrado “su satisfacción” en la tarde de hoy jueves, porque la Diputación ha aprobado de forma unánime la moción defendida por el PP para  llevar a cabo el desdoblamiento de  la A-311 (Jaén – Andújar). En este sentido, Contreras ha recordado que “los problemas de seguridad vial y otras circunstancias ya motivaron en su día una petición en el Parlamento de Andalucía por parte del Partido Popular para la conversión en autovía de esta carretera, una petición que fue rechazada en 2008 por la Consejería de Obras Públicas quien reconocía que no descartaban a largo plazo la realización de la hipotética autovía debido a los aforos anuales”.
Escrito de petición a la Diputacvión Provincial de Jaén, que fue aprobado por unanimidad en el Pleno de la Diputación.

El portavoz del Grupo Popular ha subrayado que esta carretera está muy transitada y es necesario y urgente que la Junta cumpla. “El presidente de Diputación, Francisco Reyes no puede tapar más las vergüenzas del Ejecutivo andaluz porque la conversión en autovía supone el desarrollo socioeconómico de la comarca de Andújar”, señalaba Contreras. Por otro lado, ha recordado que la administración autonómica “hace más de 8 años que ha venido valorando la posibilidad de convertir la A-311 en autovía y pese el incremento de uso de dicha carretera ni siquiera se han realizado los estudios técnicos necesarios” y critica que “es incluso más preocupante que el Plan de Infraestructuras para la Sostenibilidad del Transporte en Andalucía 2016/2020 no contemple la conversión de la A-311 en autovía tan solo su acondicionamiento y mejora por lo que frustra una reivindicación justa, necesaria e irrenunciable para el desarrollo socioeconómico de la ciudad de Jaén y de la comarca de Andújar”.

“Lo que tenemos claro desde el Grupo Popular es que la Junta de Andalucía debe garantizar que esta carretera sea segura ya que hablamos de una vía sin prácticamente arcenes, con hundimientos, con acceso a otros municipios, intersecciones para acceder a otras localidades y con un trazado en el que es difícil o imposible el adelantamiento” ya que además, esta vía cuenta con 32 kilómetros de línea continua a lo que hay que sumar las importantes retenciones que dicha circunstancia produce por el continuo uso de tractores y maquinaria agrícola.

El periódico digital Andújar Exprés de fecha 29 de diciembre de 2016 daba la noticia de que la Diputación Provincial había aprobado por unanimidad de todos los grupos políticos que componen su arco de diputados provinciales, una moción que había presentado el PP a la Junta de Andalucía en el sentido de que esta carretera A-311, se convierta en una carretera de doble calzada o autovía, ahora esta demanda de la ciudadanía se ha convertido en una petición unánime de toda la Diputación Provincial, ya se ha dado otro primer paso. 
Tan solo hace unos días el Diario Ideal en su sección de Andujar dedicaba al mismo tema la siguiente noticia:
IDEAL Andujar  16 de febrero de 2017:
El PP pide hoy en pleno que la Junta convierta en autovía la carretera que une Andújar con Jaén.

La primera propuesta de los populares se centraba en la carretera A-311 “se trata de mantener viva una reivindicación para que los 32 kilómetros que unen Andújar con Jaén, pasando por la Higuera y Fuerte del Rey deje de ser un peligro para los usuarios, le ofrezca la máxima seguridad vial y además vertebre socioeconómicamente Andújar y su comarca”, indicó Estrella.
Argumentó la propuesta al ser la vía de uso diario y utilizada por cientos de vecinos de con un servicio regular de transporte de estudiantes universitarios. “Es una carretera sin prácticamente arcenes, añadió, con hundimientos, accesos a otros municipios o intersecciones con carreteras que acceden a otros municipios, cuanto menos peligrosos y con un trazado en el que casi todo es línea continua, a lo que se suma un importante uso por tractores y maquinaria agrícola”.

En mayo de 2008, recordó Estrella, que ya el PP en el Parlamento de Andalucía pidió esto mismo y fue rechazada la propuesta “si bien se comprometió el consejero que no era descartable, en caso de seguir una evolución de aumento del tráfico”. En los Presupuestos de 2016, el PP presentó una enmienda para su conversión y también fue rechazada. Ahora, el PP local pide que el Pleno de la Corporación Iliturgitana pida a la Consejería de Fomento “lo incluya en su planificación y la consignación presupuestaria necesaria en los Presupuestos de la Junta de Andalucía para el año 2017”, apuntó el portavoz del PP andujareño. 


Es de esperar que los diferentes partidos políticos, que periódicamente piden el voto, no dejen dormir demasiado tiempo esta demanda ciudadana de la comarca.

En esta  reperesentación de la Cuenca del Guadalquivir podemos comprobar la progresiva retirada de las aguas del mar hacia el Océano Atalántico. Vemos el frente del Olistrostoma o subsuelo inicial del río, el borde sur de la cuenca del Gadalquivir en este tiempo, la línea de costa que había hace 5'6 millones de años y la linea de costa hace 5 millones de años. (Tomado de Vera, 2000).

No quedaría completo el panorama geológico de nuestra tierra, Andalucía, si desconocemos el proceso de formación del valle del Guadalquivir, nuestro río ha sido desde hace millones de años el elemento esencial de los numerosos asentamientos humanos que han tenido lugar en ella desde la más remota antigüedad.
Sierrra Morena aparece desde la depresión del Guadalquivir como un gran murallón de más de 1000 m. , un borde norte de la Depresión del Guadalquivir alto y escarpado.

Geográficamente, la depresión del Guadalquivir está limitada al norte por los relieves hercínicos de Sierra Morena, al sur por los relieves subbéticos, al este por los prebéticos de la Sierra de Cazorla y al oeste por el Golfo de Cádiz. Aunque su topografía es muy suave, se observa un descenso progresivo de cota desde el sector oriental (800 m) hasta el occidental a nivel del mar.
La Cuenca del Guadalquivir se formó durante el Neógeno como una cuenca periférica al norte de la Cordillera Bética. Constituye una “cuenca de antepaís”, situada entre el frente de la Cordillera Bética (borde activo) y el Macizo Ibérico (borde pasivo). El relleno sedimentario de la cuenca se realizó mientras se estructuraba la Cordillera Bética, entre el Mioceno inferior y el Plioceno. Esta circunstancia ha condicionado una disposición asimétrica de sus sedimentos, de modo que en la mitad norte afloran unidades de carácter autóctono, y en la mitad sur lo hacen unidades alóctonas procedentes de los materiales erosionados desde el frente de la Cordillera Bética a la depresión. Este conjunto alóctono de materiales se conoce como “Unidad Olitostrómica” y está compuesta esencialmente por materiales béticos mesozoicos y cenozoicos, muy desarticulados y dispuestos caóticamente.

Hacia el final del Andaluciense se inicia la gran regresión finipliocena, es decir, el descenso progresivo del nivel del mar. Así van apareciendo unos materiales más someros dando como resultado un marco paleogeográfico muy similar al actual, quedando estos materiales expuestos a la actividad de procesos subaéreos, produciéndose meteorización y alteración edáfica. Este proceso marca el inicio de la continentalización.

Áreas emergidas e inundadas en Andalucía hace 8 millones de años. Comprobamos como la mayor parte de la provincia de Jaén estaba bajo las aguas marinas.

El “Surco Bético” o Cuenca del Guadalquivir se formó a lo largo de una gran depresión alargada en dirección SO-NE, en forma de cuña, que se iba estrechando paulatinamente desde el sector de Huelva-Cádiz hasta el de Jaén. La topografía del fondo tampoco era uniforme, ya que datos sísmicos y de sondeos han permitido poner de manifiesto la existencia de una flexión importante, cuya situación era más o menos paralela al eje de la cuenca y que originó un “escalón” notable en el fondo, siendo la parte más hundida la situada en la mitad suroriental de la depresión.

El borde noroccidental de la cuenca estaba representado por el llamado Macizo Ibérico, con un contacto muy neto de dirección también SO-NE y constituido por materiales muy diversos ya emergidos, de edad muy antigua (abarcan casi todos los períodos de la era Paleozoica, desde 600 Millones de años hasta casi 250 Millones de años).


En esta representación vemos como iban emergiendo las montañas Penibéticas en el borde suroriental de la depresión del Guadalquivir.
El borde sur de la depresión, cuyos límites no están tan bien definidos, estaba representado por algunos materiales de la era Mesozoica (aproximadamente entre 250 y 90 Millones de años) pertenecientes a la Cordillera Bética. La configuración de este entorno paleogeográfico es muy importante para comprender el cómo, el cuándo y el por qué se realizó la sedimentación en la cuenca. Así, el borde noroccidental permaneció siempre estable (sin movimientos tectónicos de envergadura) aportando continuamente sedimentos a la cuenca provenientes de la erosión de sus relieves, que llegaron a ser muy suaves (las formas “aplanadas” que podemos observar hoy día en la Meseta Ibérica son la continuación de este proceso). Por contra, el borde suroriental estuvo en constante elevación, con movimientos y deslizamientos frecuentes, lo cual originó un aporte mayor de sedimentos y de mayor complejidad que los primeros.
En la representación en mapas de nuestro territorio de hace unos 6 millones de años (Paleocartografía), podemos comprobar la conexión del norte de África con el sur penínsular Ibérico. La comunicación del Atlántico y el Mediterráneo era a través de lo que hoy es territorio de Marruecos. Curiosamente el territorio de las hoy ciudades de Ceuta y Melilla estaba unido a la que después fue Andalucía.
Como consecuencia de esta dinámica se produjeron dos tipos claramente diferenciados de sedimentos. Por un lado, los llamados materiales autóctonos, que son aquellos que se depositaron in situ, formados en la propia cuenca de sedimentación (los correspondientes en su mayoría al desmantelamiento de los relieves del borde noroccidental) y por otro, los llamados alóctonos o parautóctonos que se formaron en otras áreas fuera de la cuenca y que fueron emplazados dentro de ésta a consecuencia de movimientos tectónicos importantes (son los materiales que se conocen como Olistostroma y que provienen del borde suroriental.
El relleno de la cuenca se inició hace algo más de 10 Millones de años en el Mioceno, aflorando actualmente en superficie tan sólo los materiales correspondientes a la parte superior (de edad Tortoniense superior Messiniense).
El Lago Ligur estaba situado antes del Golfo Tartésico, que en aquellos tiempos era un gran Golfo Marítimo.
En el Cuaternario se produce la jerarquización de la red fluvial, pasándose de una red incipiente a una red organizada con valles bien definidos y creación de terrazas fluviales.

 Hace aproximadamente 20.000-6.000 años se conformaba el Lago Ligur, la desembocadura deltaica y el Golfo Tartésico.

En estos mapas podemos ver la evolución de la Cuenca del Guadalquivir desde el número 1 al 6. Se constata la evolución de la formación de la Cuenca del Guadalquivir a través de la indicación numérica de los millones de años, (desde aproximadamente 22 millones de años en el mapa 1 hasta la época actual en el número 6). En el Cuaternario antiguo quedó en el Bajo Guadalquivir un residuo del antiguo brazo de mar que lo ocupaba.

Hace 6.500 años, en el tránsito Pleistoceno–Holoceno, se formó el gran estuario del Guadalquivir, gracias al último ascenso del nivel del mar (hacia 4.500 a.C), originado por el deshielo post-würmiense. Esta última transgresión, conocida como máximo interglaciar Flandriense, alcanzó su máximo nivel en torno al 6.500 a.C, con 2 ó 3 m por encima del nivel actual, retrocediendo algo después hasta estabilizarse en el nivel del mar actual. La dinámica generalizada supuso la colmatación definitiva de la depresión del Guadalquivir y la continentalización de los ambientes.

En las orillas del margen Este de ese gran estuario aparecían terrenos ocupados por antiguos mantos eólicos aportados por el mar gracias al viento predominante en la zona SO-NE. Dicho estuario llegaba prácticamente hasta la zona donde actualmente se encuentra Villanueva del Río. Al tiempo que el mar se retiraba del lago superior (lago Ligur por el moderado descenso de las aguas 0,5 m y por la colmatación de la cubeta del mismo con sedimentos) se formaba una intrincada red de canales y de marismas. La actividad humana desde la época tartésica, posteriormente debido a cartagineses y romanos, contribuía a la aceleración del proceso erosivo-sedimentario al desaparecer muchos bosques en la cuenca alta del Guadalquivir.

Por otra parte, también en el vaso del golfo (Golfo Tartésico) se depositaban sedimentos principalmente de origen continental para constituir poco a poco la base de las actuales Marismas del Guadalquivir.
El Lago Ligur en el Golfo Tartésico. Era la situación del Estuario del Guadalquivir hace entre 20.000 y 6.000 años.
La colmatación avanzaba a un ritmo más rápido en el Lago Ligur formando pequeñas islas que luego se fundían unas con otras para ir formando tierra firme, mientras que en la profunda bahía del Guadalquivir la colmatación avanzaba más lentamente, sobre todo por tratarse de un área más extensa y agitada por olas y mareas. No obstante se iba también rellenando de sedimentos traídos por las avenidas fluviales, por las mareas, las corrientes y las tormentas atlánticas, a lo que se sumaba la arena arrastrada por el viento. Un lento pero continuo trabajo que configuraba los distintos ambientes que ahora conocemos en el bajo Guadalquivir.
Hace 3000 años, en el 1.000 a.C., el río Guadalquivir desembocaba a la altura de Coria, en una gran ensenada marina (golfo Tartésico) con un diámetro aproximado de unos 60 Km. Esta desembocadura tendría una característica forma deltaica con una serie de islas. En primer lugar estarían algunas islas que tendrían como raíces el material calizo del Mioceno escarbado por el río, sobre el que se acumulaban superficialmente los sedimentos holocenos traídos por el río. Incluso es posible que este material Miocénico (caliza tosca) sobresaliese en algunos casos como un pequeño montículo, es decir alguna de estas islas podría tener pequeñas elevaciones calizas. En este sentido las islas de Cádiz y San Fernando al final del estuario del Guadalete, podrían servir de modelo, aún cuando la cuenca del Guadalete por su menor extensión tendría menor capacidad de excavación de los materiales Miocenos.  A continuación de estas islas estarían otra serie de islas formadas por acumulación de material aluvial que formaban un típico abanico deltaico. El río Guadalquivir durante el largo tramo final que formaba el lago Ligur debido a su pendiente reducida y ensanchamiento del cauce, tendía a depositar gran cantidad de los sedimentos ligeros (arena) que llevaba. Dichos sedimentos acababan precipitando especialmente frente a la desembocadura: en el estrecho de Coria, donde se mezcla el agua dulce y salada y donde se da el encuentro entre la corriente del río y el reflujo de las mareas. Se formaban así barras arenosas en medio del cauce, situadas perpendicularmente a la corriente. A medida que aumentaban los sedimentos, estos iban aflorando en superficie, pero la barra arenosa iba bloqueando el flujo de agua, por lo que a menudo el río dividió su cauce para verter al mar por dos o más bocas. Puesto que este mar no era muy agitado y tampoco tenía un talud continental con mucha pendiente, se originó así un delta con múltiples bocas, en cada una de las cuales a su vez podían formarse con el tiempo, una barra nueva arenosa y que por el mismo mecanismo podía progresar hacia abajo.
Una prueba del antiguo delta del Guadalquivir por esta época en el “Estrecho de Coria”, que quedó fosilizado en el meandro de la Merlina, es la presencia de marjales hasta los años 1950-70 en el término de Coria en los pagos de Bastero, Jaraquemada y la Palmilla que particularmente se inundaban en periodos extremadamente lluviosos formando lagunas pantanosas que ocupaban los terrenos más bajos desde Torre de los Herberos hasta El Brazo del Este. Este sería un antiguo brazo del río que envolvía a una “isla deltaica central” que aparece en algunos mapas y que con el tiempo evolucionaría hasta dar lugar justamente al meandro de la Merlina. Es decir este brazo de río discurriría aproximadamente al oeste de un antiguo carril o especie de vía ribereña (convertida posteriormente por los romanos en la Calzada Gades-Orippo (Hispalis)-Astigi-Corduba) y que curiosamente es hoy en día el trazado del actual canal artificial del río Guadaira y va a morir algo más abajo del Brazo del Este frente al cortijo de los Olivillos. Es lógico este trazado diseñado para el canal del Guadaira si bien rectilíneo, pues viene a ocupar las antiguas tierras más bajas y por tanto inundables que formaban una cadena de lagunillas o albinas durante muchísimo tiempo como resto del antiguo brazo del río. Los nombres de algunas de esas lagunillas hoy inexistentes son: Laguna del Cucadero, laguna de Aguas Blancas, Marjal de Suárez y Marjal del Ancón (este de ortografía imprecisa porque es una pronunciación de los antiguos agricultores corianos). Estas lagunas recuerdan a otros brazos del Guadalquivir abandonados como la Madre Vieja del río en la Vega de Triana o el antiguo brazo de los Gordales que atravesaba el campo de la Feria de Sevilla por los Remedios y formaba una serie de lagunas a mediados del siglo XX, que  hoy en día están totalmente tapadas.
Evolución del Paleoestuario del Guadalquivir y Guadalete desde el año 6.000 antes de Cristo con el Golfo Tartésico. (Peridodo Neolítico).
Por encima de este punto (la antigua desembocadura del Guadalquivir junto a Coria), se situaba según la Ora Marítima el lago Ligustino (la región baja que comprende el valle del Guadalquivir entre Coria, Carmona y Villanueva del Río). Es decir “este lago Ligustino” estaba circundado por la cornisa del Aljarafe por el oeste y la cornisa de los Alcores por el este. En este momento el lago Ligustino ya sufriría una desecación y colmatación muy avanzada, constituyendo un paisaje de marismas, que progresivamente iría pasando por una serie de estadios muy similares a los que sufriría el Golfo Tartésico, hasta convertirse en las actuales marismas del Guadalquivir. La evolución geológica de este lago superior está aún pendiente de ser estudiada por los geólogos.

Las Columnas de Hercules hoy en el Estrecho de Gibraltar.

Ya desde el 4.500 a.C. el golfo marino (Golfo Tartésico) se iba cerrando por la formación de una flecha litoral arenosa Arenas Gordas (prolongación del acantilado del Asperillo), que aceleraba la colmatación de la cubeta. Se convertiría así en una laguna o gran albufera palustre de aguas tranquilas pero con influencia marina. Esta barra costera que avanzaba en dirección NO-SE se originó al enfrentarse a la fuerza del mar por una parte los sedimentos continentales y por otra parte las arenas arrastradas por la corriente costera.

Al mismo tiempo, en la costa opuesta, otra barrera arenosa litoral o contra flecha se formaba a un ritmo más rápido: la isla de la Algaida al Norte de Sanlúcar de Barrameda. La formación de la barra costera de Matalascañas o de Arenas Gordas y la contraflecha de la Algaida han sufrido diversos avances y pequeños retrocesos desde el 1500 a.C. (progradación y erosión por transgresión marina) debido a balances parciales de pequeños ascensos del mar o del aumento de la descarga del río, que motivaron que en algún momento (1000-500 a.C.) la Algaida se convirtiese en una isla y que tal vez también otro brazo pudo salir por el cauce del arroyo de la Rocina hacia Huelva tras algunos periodos de fuertes lluvias con grandes descargas, dejando la barra de Matalascañas también como isla (aunque esto último es más discutido por los geólogos).


La Depresión del Guadalquivir hoy ocupa el espacio que se extiende entre las Sierra Morena y las Cordilleras Béticas.
Hace 2500 años es la época a la que se refiere el relato de Avieno de la Ora Marítima (S. VI a.C.). Como hemos dicho el actual Guadalquivir después de pasar por un lago denominado Ligustino desembocaba en el denominado “Estrecho de Coria” (cuyos dos vértices serían Caura (Coria del Río) y Orippo (Dos Hermanas) en un extenso Golfo marino denominado “Golfo Tartésico” que aún entonces podemos considerar como espacio de mar abierto.

La desembocadura estaba precedida por una zona amplia de marismas, un lecho de inundación, que se iniciaban en un extremo a la altura de Villanueva del Río y en otro en Gandul, y bordeada por dos elevaciones amesetadas que hoy conocemos como Los Alcores y el Aljarafe. Esta “marisma” o Lago Ligustino es el enclave territorial donde los fenicios fundaron Spal (la ciudad de Sevilla). En los bordes del lago pudieron existir poblados palafíticos, y en el interior se encontraban algunas elevaciones o islas, que sirvieron para los primeros asentamientos humanos en un territorio que se iba secando. Una de estas islas sirvió para la génesis de la ciudad de Sevilla como factoría comercial fenicia con los indígenas, habitantes de las tierras altas, es la conocida arqueológicamente como Cota 14, elevación central en los alrededores de la actual plaza de la Alfalfa. Posteriormente esta isla quedaría unida a tierra firme. El lago Ligustino sería navegable sobre todo en pleamar a través de múltiples caños de marea y tendría numerosos islotes, lucios y vetas que recordarían al actual paisaje de Doñana.


Hace 2000 años, la desembocadura del Guadalquivir fue desplazándose paulatinamente desde el estrecho de Coria hacia el sur. En esta época a su salida empezó a generarse en ambas márgenes del Golfo Tartésico una serie de  tierras bajas y anegadizas: “Las Marismas” (a un lado Doñana y las marismas de Lebrija al otro) fruto de las acciones eólica, marina y fluvial. Se fueron formando canales sinuosos de marea, brazos del río más rectilíneos flanqueados por “levés” limosos u otros arenolimosos, llamados “vetas”, flanqueando los paleocanales. Se iban formando barras arenosas con acumulaciones de conchas, cubetas alargadas sobre tramos de canal formando lucios y destacando sobre todo la Isla Mayor y Menor en la desembocadura en la albufera. Aguas arribas del estrecho de Coria, el Lago Ligur iba ya constituyendo una estructura glomerular formada por numerosos canales y brazos de río, en algunos casos como la antigua Spal fenicia, perdiendo su carácter insular y al adosarse a tierra se convierte en la Hispalis romana (se daba la retirada del mar y estrechamiento del cauce).

La precipitación y las avenidas del río van convirtiendo a las Marismas en una llanura inundada, que podía alcanzar una extensión de más de 200.000 hectáreas de lámina máxima de agua La modelación del relieve de las marismas se debe a sobre elevaciones o descensos del nivel de las aguas por los temporales que introducen agua y sedimentos en el litoral y pueden elevar algún metro la cota mareal; es decir, por una parte a las ondas de marea, que en la zona presentan carreras máximas de 3,6 m; por otra parte el viento que induce “secas” etc.

Fotografía aérea de la actual desembocadura del Guadalquivir en Sanlucar de Barrameda. Tomada de www. jaon.org.

La desembocadura deltaica del Guadalquivir en el “estrecho de Coria” seguía haciendo retroceder al mar. Según indican los textos antiguos Tartessos, si bien era una ciudad “interior”,  tenía un fácil acceso desde el mar y estaba situada justamente en la desembocadura del Guadalquivir sobre una isla posiblemente rodeada de terrenos inundados que debía tener poca profundidad. Para que un lugar como el referido pudiera ser considerado como válido para la construcción de una ciudad, debería cumplir una serie de condiciones: estar a salvo de posibles crecidas, estar bien comunicado con el interior y el mar, estar razonablemente bien defendido, etc. De estas condiciones la más obvia es la de estar situado a una cota que permitiera estar permanentemente por encima del nivel del agua. Esta condición cuadra con la presencia de una isla en forma de un pequeño montículo o elevación que pudiese haber quedado como resto de erosión del río, y constituida por el mismo material de base calizo amarillo del Mioceno, que aparecen en los bordes del río tanto en los Alcores como en las barrancas de Coria (p. ej. El Cerro Alto). Un material distinto al de la terrazas aluviales formadas por gravas y arenas, pero que en algunas ocasiones aflora en los bordes de la antigua cubeta. La isla se trataría de un raigón calizo sobre la que se pudiesen haber depositado aluviones areno-arcillosos.

Más abajo las barras arenosas de Arenas Gordas y La Algaida seguían formándose, no obstante hay que advertir que en estos tiempos se daban en el litoral del Golfo de Cádiz dos influencias contrapuestas: por un lado la formación de una serie de cordones litorales en la desembocaduras de los ríos, y por otra un retroceso continuado de la línea de costa hacia tierra adentro, de tal forma que en el 700 a.C. estaba a unos 100 m de la actual, (este retroceso continúa, por eso por ej. la calzada Romana que iba desde Cádiz a Santi Petri (Chiclana) se halla ahora bajo las aguas) y las Torres de Matalascañas y otras de la costa de Huelva del s. XVI están ahora en la orilla). Estas dos tendencias son complementarias pues hay franjas de costa en las que el océano erosiona y otras en que el material arrancado se deposita.
 
Granada 23 de febrero de 2017.

Pedro Galán Galán.



Bibliografía:

VV.AA, “Lahiguera” – “JAEN, Pueblos y Ciudades”. Diario Jaén y Cajasur. Jaén 1997.

Mayoral Alfaro, Eduardo  y Abad de los Santos, Manuel: Geología de la Cuenca del Guadalquivir.