PROLOGO

Se pretende que sea éste un espacio dedicado a entretener y deleitar (... a través de la fotografía fundamentalmente) ... a dar a conocer (...o traer al recuerdo) ciertos monumentos o espacios situados en el término o cercanías de Lahiguera. ...a llamar la atención por el estado de abandono y deterioro de muchos de ellos, ...y si llegara el caso, a remover la conciencia de todos los que somos "herederos" de tales monumentos y espacios, y que con nuestra aportación ayudásemos a la conservación de los mismos.

lunes, 9 de noviembre de 2015

EL PODER EMERGENTE DEL NUEVO ESTADO NAZARÍ EN NUESTRA FRONTERA CON ARYÜNA. EL REY ALHAMAR.


LA DIFÍCIL SUPERVIVENCIA DE LOS NUEVOS POBLADORES DE LA FIGUERA DE ANDÚXAR EN UN TERRITORIO DE FRONTERA.
Tres años después de la entrega de Al-Bayyasi a Fernando III de la población de Andújar y sus aldeas de La Higueruela (La Higuera) y Villanueva, y cuando se estaba produciendo ese clima de descontento de los andalusíes con el emir murciano, en nuestra vecina Arjona surge la figura del jefe de la familia de los Banu Nasr, Muhamad b. Yusuf, que había nacido a finales de 1195, (año de la célebre y hasta mítica batalla de Alarcos, en la que el califa almohade Abu Yusuf consiguió una victoria aplastante sobre los ejércitos castellanos de Alfonso VIII de Castilla) según rezaba en su lápida sepulcral  y recogen las fuentes históricas. 
Al-Hamar . Rey Nazarí que tenía el sobrenombre de al-Sayj (el maestro).

El arjonero Muhamad b. Yusuf que tenía el sobrenombre de al-Sayj (el maestro), y dirigía junto a su hermano Ismail el clan familiar; un clan del que había antecedentes en la familia de su pertenencia al ejército regular islámico, razón por la que gozaban de gran influencia sobre toda la comarca de Aryüna o Arjona.
Muhammad b. Yusuf se dedicaba a la agricultura; pero simultaneaba su trabajo con llevar a cabo diversas actividades militares y encabezar acciones de defensa de la frontera del husun de Arjona con sus vecinos castellanizados recientemente, organizando múltiples incursiones en el territorio cristiano limítrofe. No tiene nada de extraño que estas acciones tuvieran como escenario los límites del recién entregado territorio de La Fuente de la Figuera en 1225, en toda la vega del Río Salado, río que compartimos en buena parte de su recorrido.

Lahiguera(JAEN), desde el aire.
Se considera que la repoblación cristiana de La Fuente de la Figuera, ya castellana, nombre con el que se castellanizó nuestro pueblo, se inició al año siguiente, es decir en 1226, con lo que el asentamiento de los castellanos venidos a nuestra tierra, tuviera los impedimentos añadidos de un vecino, del bando contrario en la guerra, que dedicaba su vida al trabajo del campo y la guerra, y que por lo tanto como buen conocedor de sus producciones, se dedicase a  hostigar las nuevas posiciones que los nuevos vecinos cristianos de La Fuente de la Figuera le brindaban. Los éxitos que estas acciones de hostigamiento de las fronteras en todo el perímetro de su Husun, le generaron a Muhammad b. Yusuf un gran respaldo, fama y prestigio por parte de la población propia, de forma que con ello se fueron incrementando progresivamente el número de seguidores y partidarios de su persona y sus actos bélicos.
Algunos cronistas cristianos incluso llegaron a hacerse eco de ese renombrado valor militar y afirman que:
” por sus grandes fuerças y valor, bino a ser tan estimado, que los de Arjona, de donde él era natural, lo alçaron por rey”.


Con el apoyo de la población del Husun, el de su propia familia natural y el respaldo que le dio su pertenencia a  la importante familia de los Banu Asquilula (posiblemente de Escañuela), con los que emparentó por casamiento, se situó en una posición inmejorable para encabezar un movimiento de independencia de Ibn Hud y así dirigir su territorio como nueva taifa, en estos tiempos de inestabilidad política.
Por lo que considerando que había llegado el momento propicio para alcanzar sus fines, ante las reiteradas derrotas de su emir Ibn Hud, y el descontento de la población, ante los ataques de los reinos cristianos y el avance que estos ataques suponían para sus enemigos, decidió sublevarse en Arjona.
Evolución del reino Nazarí de Granada

Para fecha de la sublevación eligió un viernes del ramadán, mes que tenía, y tiene una particular significación religiosa y social para sus correligionarios, en el que el espíritu de la comunidad islámica se encuentra especialmente efervescente, y más en el viernes, día de la oración comunitaria obligatoria, que se celebraba en la mezquita aljama, y que poseía para ellos una trascendencia que iba mucho más allá de lo puramente religioso, adquiriendo con facilidad una funcionalidad política, al margen de lo estrictamente religioso.

Además ese viernes elegido por Muhammad al Sayj (el maestro), fundador de la dinastía nazarí, se convertiría en un día especial, puesto que otros acontecimientos se sucedieron en ese viernes, como la toma de posesión de Jaén o la entrada en Granada por parte ejército del emir Ibn Hud, que hizo que por estas razones el emir lo considerase como un buen augurio, y por ello repartía ese día limosna legal entre los pobres de la capital.

Los habitantes de Aryüna proclamaron a su nuevo jefe después de la oración del viernes, precisamente del último viernes del mes de ramadán, el 26 de ramadán del año 629 de la hégira, equivalente al 16 de julio de 1232 del calendario cristiano, tan sólo siete años después del paso de la aldea de La Fuente de la Figuera a manos del rey castellano Fernando o seis contando con que la difícil repoblación en estas circunstancia se realizara en 1226.

Una vez proclamado Ibn al-Ahmar en su husun de Aryüna, precisaba de la adquisición de nuevas tierras y constituir un territorio en el que establecer su nuevo estado. El mismo año de su levantamiento en Arjona (1232) su autoridad se extendió por otras muchas ciudades que se adhirieron consecutivamente a su causa, como fueron Guadix, Baza, y Jérez del Marquesado por los fracasos del emir murciano Abu Hud. Por esta misma razón muchas otras ciudades se volvieron hacia el nuevo líder; Trujillo fue asediada por los castellanos a finales de 1232  y tomada en enero de 1233, y al igual ocurrió en Úbeda. A la que el emir murciano no pudo socorrer y vio impotente como la ciudad capitulaba tras seis meses de asedio entre enero y julio de 1233; de este modo los fracasos bélicos del murciano se convertían en motivos de apoyo para el nuevo líder arjonero. 
Los habitantes de la capital de la Cora de Jaén, tras haber sido testigos de lo sucedido en Úbeda, comenzaron a temer por su seguridad y defensa, y con el jefe de su ciudad Abd al-Malik b. Yusuf b. Sanadid o Sinadid a la cabeza se apresuraron a proclamar a Ibn al-Ahmar en 1233 como su soberano.
Con ello la sede y capital del nuevo estado paso de Arjona a Jaén con lo que Ibn al-Ahmar mejoró y aumentó sus, ya de por si, buenas fortificaciones.
Ejemplo de vivienda árabe.
En este mismo año de 1233, Porcuna y Córdoba se entregaron también a Ibn al-Ahmar, aunque los cordobeses volvieron un año más tarde a obedecer el emir murciano Ibn Hud, quejosos y cansados de la dureza y rigor con que el arjonero gobernaba a sus súbditos. También se produjo la incorporación de Sevilla a sus dominios, aunque permaneció poco más de un mes en su poder, tras una serie de intrigas, tregua y asesinato de gobernador de Sevilla. Fue esta una época, en la que con ocasión del nombramiento oficial como máximo dirigente, concedido por el califa de Bagdad al emir murciano Ibn Hud , fueron volviendo a la obediencia de este último ciudades como Jaén, Córdoba y Sevilla; por lo que Ibn al-Ahmar consideró adecuado someterse también al emir murciano, para así seguir con el ya antiguo reconocimiento anterior al califa de Bagdad por parte de Ibn al-Ahmar, con lo que se produjo una paz entre ambos emires tras algunos enfrentamientos anteriores y el reconocimiento de Ibn al-Ahmar como señor de Arjona, Jaén y Porcuna por parte de emir murciano Ibn Hud, contra quien en principio se reveló.
Sinopsis de la Conquista del reino de Granada.
El éxito de la hábil política de negociación y pacto que practicaba el arjonero también con los cristianos, frente a la política de Ibn Hud, excesivamente idealista y ortodoxa, pero poco pragmática, iba pesando poco a poco y en contra de murciano con lo que la población musulmana de al-Andalus empezó a buscar un nuevo líder en el que confiar. Esta política del arjonero dio sus frutos también en Granada, donde un giennense, Ibn Abi Jalib, al frente de un grupo de notables se sublevó contra el gobernador de Granada nombrado por Ibn Hud y lo hizo ejecutar y realizó propaganda a favor de Ibn al-Ahmar, mandando una comisión a Jaén para presentarle la sumisión de la ciudad y entregarle el poder de esta. Ibn al-Ahmar entró en Granada al atardecer de un viernes de la última decena del mes de ramadán, equivalente en el calendario cristiano al 7 o 14 de marzo de 1238, e instalado en ella, construyo, sobre una fortaleza ya existente, la alcazaba de la Alhambra para emplazar su residencia. 
La Alhambra de Granada residencia del rey Al-Hamar.
Entonces le llegó la noticia del asesinato de Ibn Hud por su lugarteniente Ibn al-Ramimi en Almería, que se había hecho con el poder en medio de revueltas internas. Circunstancia que aprovechó Ibn al-Ahmar para dirigirse a la ciudad y tomarla mediante sitio con lo que Ibn al-Ramimi huyó a Túnez, entrando  en ella entre mayo y junio de 1238. Con Granada y Almería en su poder, pronto caería Málaga, que había estado en manos de Abd Allah b. Zannun hasta que sus habitantes se rebelaron contra él, el día 27 de abril de 1238 y enviaron una embajada a Granada para presentarle la sumisión de la ciudad a Ibn al-Ahmar en ese mismo año 1238. Así se consolidó, en siete años, el dominio sobre las cuatro provincias orientales de Andalucía, alcanzando la máxima extensión de su estado.
Esquema de las distintas dependencias del Palacio Nazarí de La Alhambra.
Cuatro años más tarde en 1242 acabada la tregua que parece ser existía entre Fernando III y el rey de Arjona, las fuentes cristianas afirman que el emir musulmán arjonero realizó incursiones bélicas de hostigamiento por Martos y Andújar y llegó a derrotar a los cristianos en una batalla en la que murieron y fueron hechos presos muchos de ellos, incluidos destacados nobles, además de causarles también grandes pérdidas materiales. Dice la crónica:

“et con gran engreimiento desto, ese rey moro erasse estendido et derranchaua a cometer et fazer mas que non solie, et era reçelado  mucho por toda esa frontera”.
Es de suponer que La Fuente de la Figuera, situada en terreno intermedio entre Martos y Andújar, y en plena frontera entre la Aryúna nazarí y la Anduxar castellana, sufriera un nuevo periodo de gran inseguridad para la exigua población que se aglutinara en el castillo de la aldea recientemente repoblada, y ubicada alrededor del referido castillo con una Torre, al lado de la Tercia (Supuesta primera Iglesia mozárabe de reducidas dimensiones con funciones también de refugio y defensa) , en la parte opuesta a donde después se construiría en sus inmediaciones el templo medieval por parte de los calatravos al otro lado de la muralla. 
Escudo de Alhamar y diferente estado de la Conquista del reino Nazarí.

Los castillos eran de diversa entidad, denominación y envergadura, en unos casos eran simples atalayas o torres de vigilancia, en otros eran torres refugio aisladas en el campo, en otros eran fortalezas para el control de los caminos y vías de paso; mientras que en otros casos eran castillos de mayor entidad  con una población alrededor de la construcción con adarves y aljibes para ocultar las cosechas.

En La Higuera recientemente con la remodelación de ciertas casas de la periferia de este entorno, se han encontrado numerosos adarves y aljibes con la función de almacenaje de los frutos de las cosechas de cereales.

Los castillos se solían construir aprovechando las partes más elevadas de las poblaciones que con forma más o menos adaptada al terreno se realizaban con muros en tapial con encofrado de tierra y paja con grava y cal y canto y mampostería en la parte más aérea. El hecho de que este tipo de construcciones tuviesen materiales tan perecederos, hace pensar que desaparecería con el tiempo la Torre castillo o fortaleza y que lo que hoy llamamos La Tercia pudo ser casi con seguridad la iglesia mozárabe, con una puerta de entrada más propia de una iglesia pequeña, y con otros elementos ornamentales que al igual que el rosetón aparecido en la “Era del Castillo” a espaldas del altar mayor del templo calatravo constituyesen los elementos identificativos de esa construcción. Todos estos extremos están pendientes de confirmar, por lo que debe permanecer sin tocar por ninguna razón ese perímetro que existe entre la Tercia y el Templo calatravo, así como la Tercia misma. Por cierto  a ver cuando se comprende que esos entornos de nuestra historia más lejana no deben pintarse por parte de Kike y otros supuestos niños o jovenzuelos de La Higuera. 
Ejército árabe en al-Andalus.

La organización militar articuló un sistema de defensa basado en una línea de fortalezas defensivas que, lógicamente tuvieron repuesta en otra línea de fortalezas por parte del otro lado de la frontera con una red de atalayas o torres vigías, en uno y otro lado, conectadas entre sí por comunicación visual. El límite, que separaba los dos estados, tenía en esta época bajo medieval una finalidad defensiva con frecuentes confrontaciones militares; aunque la actividad bélica se caracterizaba por pequeñas acciones, siendo poco frecuentes las grandes batallas campales entre grandes ejércitos. 
Hoja manuscrita de al-Andalus correspondiente al Reino Nazarí de Granada.
Desde el establecimiento de la primera frontera en el reino de Jaén, este espacio se vio sometido a destrucciones de los cultivos, propias de acciones militares que por uno y otro bando se sucedieron y que continuaron durante el periodo del reino nazarí. Las consecuencias socioeconómicas para los pobladores de las tierras limítrofes de la frontera ante esa situación fueron mucho más perjudiciales que las frecuentes sequías y plagas de langosta que se producían y que afectaban muy gravemente a los cultivos de uno y otro lado. Hubo muchas devastaciones en esta zona desde las primeras incursiones cristianas, ya desde las campañas de 1192, cuando el infante don Fernando y el maestre de Calatrava recorrieron las tierras de los pobladores andalusíes de Andújar, Úbeda, Jaén y San Esteban o durante el primer cerco cristiano a Jaén por Fernando III en el mismo año de 1225 en que se le entregó Andújar e Higueruela y Villanueva.
Elaboración del vino.

Estas acciones devastadoras contra los árabes de Jaén continuaron durante el periodo nazarí, volvieron a realizarse en 1242 nuevas destrucciones de plantaciones y cultivos:
“y fue grande la tala que los nuestros hicieron en sus campos, y el aprieto en que pusieron  a los de la misma ciudad de Jaén con el daño que se les hizo en sus heredamientos, puentes, torres y molinos, que todo los destruyeron los cristianos”
(1) Jimena Jurado. Catálogo de los obispos… página 141
La guerra y la destrucción de los cultivos continuó, en los años previos a la toma de Jaén, en 1244 y 1245, Fernando III:
“cortó et taió vinnas et huertas et panes et lo que falló, que non dexó y cosa enfiesta”.
(2) Argote de Molina. Nobleza de Andalucía, páginas 149 a 152.
Tras la conquista de Jaén, en 1246, la frontera establecida durante el resto de la Edad Media condicionó también el desarrollo natural agrícola. 
Escena de una razzia en el territorio de Frontera.
Estas acciones frecuentes consistían en algaradas, algazúas o razzias que perseguían hacerse con el botín, capturar cautivos y destruir los recursos del enemigo mediante el incendio de las cosechas, tala de los campos y robo del ganado. Para realizar estas acciones las tropas recurrían a los servicios del adalid (del árabe al-dalil, el guía) que era buen conocedor del terreno y experto en conducir el ejército  por las cañadas más adecuadas para atacar y sorprender al enemigo, aunque este servicio no era el único con el que contaban para sus acciones del castigo enemigo, también contaban con rastreadores, y espías. Los adalides eran milicianos de frontera, que conocedores del territorio enemigo hacían de guías y capitanes en las incursiones de los cristianos en el territorio nazarí, por ello gozaban de mucho prestigio en sus poblaciones.
Circuncisión de los varones musulmanes.
De poco valían la altísima natalidad frente a una guerra latente, que suponía para la población varonil en edad de procrear, un goteo continuo de perdidas, en una economía agraria de subsistencia sometida a una climatología caprichosa con inundaciones, sequías y razzias del estado nazarí, y frente a la morbilidad de enfermedades y plagas que azotaban periódicamente a la población.

Moriscos del Reino Nazarí

La desaparición del poblamiento islámico formado por las numerosas alquerías y fortalezas esparcidas por toda la región también se produjo en el lado nazarí, pues, aunque esos territorios se mantenían en poder islámico, la proximidad al enemigo castellano hacía peligrosa la vida en la frontera en núcleos que no estuvieran fortificados. En realidad la frontera no era un límite marcado con una línea como hoy podemos suponer, el trazado no era casi nunca exacto ni estaba definido con precisión, sino que podía ser variable, aparte de los cambios de manos de un poder a otro, que experimentaron muchos lugares y plazas conquistados; era un espacio amplio, que además tenía a uno y otro lado del mismo una franja adyacente directamente relacionada con la actividad y la vida de la frontera, y una tierra intermedia “de nadie” en muchos tramos de su recorrido.
No todo fueron años de guerra, la mayoría fueron años de paz.

A pesar de tantas escaramuzas, como se refiere por parte de historiadores, hubo extensos periodos de relaciones pacíficas y buena vecindad entre árabes y cristianos, como lo demuestra el hecho constatable de que en la centuria de años del siglo XIV, solo quince años lo fueron de guerra y los ochenta y cinco años restantes permanecieron en paz. Estos periodos de paz solamente se alteraban por algaradas ocasionales que rompían las treguas y que se compensaban después con la intervención de terceros. Eran unas instituciones de cooperación entre ambos bandos, que se desarrollaban con el acuerdo y beneplácito del estado andalusí  y el castellano o aragonés en algún caso.
Durante los tratados de paz o las firmas de treguas se contemplaba la figura del juez de querellas que juzgaba y sancionaba las incursiones realizadas en los tiempos de paz con un cometido semejante al del alcalde mayor de moros y cristianos.
Imagen de un personaje Nazarí.
El alcalde mayor o juez entre moros y cristianos, con su equivalente árabe “qadi bayna al-muluk” (cadi o juez entre reyes) era un magistrado nombrado por las dos partes para dirimir los conflictos que surgieran en tiempos de paz entre los habitantes de ambos lados de la frontera. Las demandas solían ser por robo de ganado o captura de cautivos. El alcalde mayor ejercía la justicia en las ciudades y podían presidir las audiencias de los alcaldes ordinarios. Este cargo lo solía otorgar directamente el rey, como hizo Enrique IV en Andújar con Pedro de Escavias ya en 1466.
Triángulo de la escala social en al-Andalus.
Los alcaides ordinarios eran elegidos por los vecinos para ejercer la jurisdicción civil y criminal en el término de sus villas o lugares con  suficiente número de vecinos y eran dependientes de las ciudades. Los regidores eran miembros del concejo o ayuntamiento y ejercían funciones de gobierno de la administración municipal, este cargo apareció en 1391, siendo elegidos en principio por suertes entre los caballeros de cada colación, como lo eran el resto de los oficios del concejo.
El Mercado medieval.
Los jurados tenían la misión de colaborar con los regidores, y vigilar las decisiones que podían afectar al bien común de la población frente a posibles abusos de los regidores, y eran portavoces de los vecinos en el cabildo municipal. También se encargaban de establecer la guarda de las puertas de entrada a la población y de las torres o castillos durante el día y la noche. El vecindario de la villa los elegía directamente por mayoría de votos. El personero, también elegido por el pueblo llano, tenía la misión de controlar que el cabildo municipal representase los intereses de los vecinos frente a posibles abusos de los regidores, pues éste tenía facultades para recurrir a instancias superiores al propio cabildo, llegando incluso al mismo monarca. (3) Rodríguez Molina, J.: El personero. Portavoz y defensor de la comunidad ciudadana. (2003). Diputación Provincial de Jaén.
 
Cuadro resumen del Reino Nazarí de Granada.
El alguacil mayor era un cargo de gran importancia en las poblaciones, puesto que tenía en sus manos la ejecución de la justicia y otras diversas funciones militares de gobierno y administración.
Para dar salida a las demandas, el “juez entre reyes” tenía a su servicio los conocidos como “fieles de rastro”, que se ocupaban de seguir y rastrear las huellas de los individuos, que robaban en el otro lado de la frontera. Para ello buscaban, hasta que localizaban en el lugar inicial del robo, el rastro que dejaban los delincuentes, y lo seguían hasta el límite con otro término y así sucesivamente hasta llegar a la frontera. Una vez en el límite, allí entregaban el rastro a los fieles de la otra parte para que estos continuaran rastreándolo hasta desembocar en el paradero del delincuente. 

El cultivo del olivo en la frontera.
Tanto en tiempos de guerra como de paz, los alfaqueques (del árabe “al-fakkak”) eran personas que conocían la lengua árabe y el castellano y estaban encargadas oficialmente de gestionar y negociar el rescate de cautivos a ambos lados de la frontera, por lo que tenían salvoconducto para transitar libremente por los dos estados. Además del costo del rescate, la familia del cautivo recuperado tenía que pagar un estipendio por los servicios del alfaqueque. Se han conservado documentos árabes de contrato de alfaqueque para el rescate de cautivos con datos precisos sobre las cantidades y precios del servicio prestado por el alfaqueque. 
Breve reseña del Reino Nazarí.
En el lado musulmán existió una mayor población, que desarrollaba su vida en actividades agrícolas y ganaderas para abastecer a la población y a la comarca, de modo que incluso en época de paz por las treguas se comerciaba con los vecinos cristianos. El comercio tanto legal como de contrabando fue la principal  actividad económica de la frontera durante bastantes periodos de tiempo; habida cuenta de que la agricultura era  la principal actividad económica de territorio de frontera, y era esencial la mera subsistencia para el abastecimiento de los castillos y poblaciones nazaríes. 
Soldados del ejercito nazarí.
Las relaciones económicas y sociales estaban por encima de las cuestiones militares, es decir, los intereses del pueblo y la sociedad estaban por encima de las instituciones y sus dirigentes. Las actividades económicas superaban las diferencias religiosas y políticas y se desarrollaban relaciones comerciales entre cualquiera que tuviera algo que vender o comprar, independientemente  de cómo rezara y su plegaria fuera dirigida a Alá o a Dios. Fue muy frecuente también el contrabando, que también se daba en los periodos en los que oficialmente no había tregua. La frontera en muchos casos más que un muro que separaba era un puente que unía.
Curtidor de pieles.
La ganadería se desarrolló algo más en el territorio de frontera, pues los rebaños podía refugiarse en caso de ataque del enemigo en los castillos, alguno de los cuales tenían un recinto específico para albergar el ganado en caso de necesidad, era el albacar o albacara (del árabe al-baqqara), aunque eran los pastores los que ejercitando el pastoreo corrían más peligro al tener que transitar por zonas despobladas y tierra de nadie, donde corría mayor peligro, ya que esos lugares eran los preferidos para los realizadores de las algaradas o cabalgadas por obtener ganancias más liquidas con el robo de los ganados. 
Foto antigua de Jaén, en ella comprobamos la escasa repoblación del Cerro de Santa Catalina , tras las talas de siglos anteriores. Repoblación que se rehizo a partir de mediados del siglo XX.
En el lado cristiano apenas había actividad agrícola y los castillos tenían que recibir los suministros de las ciudades del interior.
El intercambio y flujo humano llegaba incluso a aspectos relacionados con la religión, como era la conversión al Islam de los cristianos llamados “tornadizos” o renegados de los que se encuentran varios casos de jaeneros que se convirtieron el Cambil y Arenas. También es indicativa la normalidad de relaciones en la correspondencia que mantenían los alcaides de Arenas y Cambil con el concejo de Jaén,  sobre diversos conflictos, tanto de robo de ganados como de captura de cautivos para intentar resolverlos pacíficamente.
Con frecuencia los cautivos eran vendidos o negociada su libertad.
Los musulmanes no tenían una organización social con estructura señorial sino que dependían directamente del gobierno nazarí, que nombraba a los gobernadores y cadíes o jueces para cada ciudad de la que dependía una comarca o un distrito.

Ante este estado de inseguridad reaccionó Fernando III reuniendo sus fuerzas en Andújar y comenzó una serie de operaciones en 1244 destinadas a la toma de Arjona, la localidad natal de Ibn al-Ahmar, origen de su reino, y continuó con la toma de La Guardia, Pegalajar, Carchel y Mata Begid. 
Transcripción de la Batalla de Arjona, año 1244.

Este mosaico representa la entrega de Arjona a Fernando III el Santo por parte del rey Nazarí Al-Hamar.
A todas estas conquistas siguió por parte de Fernando III la tala de los campos de Jaén, Alcaudete, y Granada, ciudad que cercó durante veinte días. Durante el asedio a Jaén hubo un ataque de los musulmanes contra Martos, probablemente con el fin de distraer a los sitiadores, pero fueron completamente derrotados. Las acciones destructivas de los castellanos con la destrucción de sus zonas de cultivo y avituallamiento se realizaban para conseguir el aislamiento de la ciudad y así minar la resistencia de los giennenses asediados; estas acciones alcanzaron sus objetivos, y sus efectos pronto comenzaron a padecerlos los sitiados en Jaén con un invierno acuciados por el frío y la falta de alimentos; fracasando el intento del emir arjonero Ibn al-Ahmar de enviar una reala de mil quinientas bestias con provisiones para abastecer la ciudad sitiada. Con este mismo objetivo de debilitar a los giennenses sitiados, Fernando III emprendió a finales de la primavera de 1245 una acción de tala y destrucción de las huertas y alrededores de Jaén, Alcalá la Real, ÍIlora y la vega de Granada, tan sólo unos meses antes de iniciar el sitio definitivo. 
Recorrido de Conquistas de Fernando III.
Aunque las fuentes históricas cristianas presenten una campaña completamente victoriosa de los castellanos; las fuentes árabes suministran una información que presentan, completan  y matizan la realización de los hechos. Hablan de una derrota que las tropas castellanas sufrieron frente a Ibn al-Ahmar en Belillos en las proximidades de Granada; los historiadores árabes exageran la importancia de este hecho y valoran el encuentro afirmando que fue una “gran victoria” del emir granadino, en cambio los cronistas castellanos silencian o desconocen este hecho.
Fresco de la Batalla entre Nazaríes  y Castellanos  cerca de Granada.

De una forma o de otra, una vez destruidas las fuentes de suministro a Jaén, Fernando III decidió emprender el cerco en agosto de ese mismo año; pero pasó el tiempo y a pesar de las grandes privaciones, el hambre y otras penalidades a las que fueron sometidos los musulmanes giennenses, la ciudad capital de la Cora no se entregaba; pero los cristianos a pesar de estar también sometidos a las inclemencias del tiempo mantuvieron el sitio de la ciudad. Como Ibn al-Ahmar se veía impotente para romper el cerco de Jaén para socorrer a los sitiados, el final de la resistencia de la ciudad se preveía, a pesar de su heroica resistencia en la defensa de la plaza, hasta llegar a la muerte por agotamiento o por inanición de los sitiados, por lo que se creyó que el final no podía ser otro que la entrega a los cristianos. Ante esta crítica situación y pronosticando un desenlace fatal, el emir arjonero busco una salida que garantizase la seguridad y la vida de sus súbditos de Jaén y el futuro político de su reino nazarí en el Pacto de Jaén; era un experto estratega en las victorias y en los fracasos evidentes.
El Castillo de Jaén fue nucleo de la resistencia Nazarí .
De acuerdo con su gente, y con buen sentido político, decidió entregarse como vasallo el rey castellano Fernando, con todos sus territorios, en realidad no le quedaba otra opción ante el avance de reconquista de Castilla, y asumió esta difícil pero a la vez provechosa y eficaz determinación, decisión que alabaron tanto propios como extraños. 
Las fuentes cristianas cuentan como Ibn al-Ahmar viendo:  

“ tan afincadamente al rey don Fernando estar sobre Jahen , et temiendose de los que tenie por cierto que nunca ende se levantaría fasta que la tomase, et veyendo otrosi los de dentro estar tan aquexados de fanbre et tan afrontados de todas lazerias que se non  sabien dar conseio nin confuerço vnos a otros nin se sabían ya que fazer nin podían ya entrar vno nin salir otro, et veyendo otrosi que non podía acorrer nin pudía  aprouechar en ninguna cosa nin defender la villa, acordose de traer pleytesia con el rey don Fernando et de la dar … Auiendo acordado ese rey de Granada con sus moros en esto que dicho auemos, et veyendo que otra carrera non auie tan buena para poder fincar en su onrra et en su sennorio et para librar sus moros et su tierra de destroymiento,… tornose su vasallo … et entrego luego Jahen”.

Fernando III en una pintura del siglo XVI.


Los historiadores árabes, incluso los que no eran muy afines al emir nazarí, reconocieron y apreciaron la inteligencia y sagacidad políticas de Ibn al-Ahmar en numerosas ocasiones a lo largo de su vida. Ibn Jaldun consideró que el emir granadino se dio cuenta de que no podría defender con sus fuerzas las amplias zonas llanas en la Andalucía occidental y que su resistencia se agotaría en esta empresa ante el rey castellano Fernando, lo cual le facilitaría a su enemigo una conquista de todo el resto de al-Andalus. Planteada esta situación Ibn al-Ahmar optó por firmar la paz y renunciar a Jaén y a esas otras zonas de difícil defensa para refugiarse con los musulmanes en las cercanías el mar y atrincherarse en regiones montañosas abruptas frente a los ataques de los enemigos. Era inútil tratar de resistir ante los castellanos en las zonas de la campiña y el valle del Guadalquivir, defensa que si era posible desde zonas más seguras y organizar desde allí su defensa. Un acto de realismo político y hábil estrategia motivado por la necesidad de mantenerse como soberano lejos de la cobardía; era mejor supervivir con limitaciones que desaparecer como estado, una realidad preferible por dura que fuera.

Los musulmanes le mantuvieron su apoyo, tanto el pueblo como los grupos de población más religiosos, a pesar de ir en contra de los principios islámicos el sometimiento al infiel, y lo que ese vasallaje exigía, en cuanto a la colaboración con los cristianos para conquistar otros territorios del Islam. 
Fernando III el Santo en cuadro de Valdes Leal de la Catedral de Jaén (Ntra Sra. de la Asunción)

Las condiciones impuestas por Fernando III para acodar la paz exigían la entrega de Jaén, el pago anual de un tributo de 150.000 maravedíes durante veinte años, un periodo de tiempo en el que el emir de Granada con sus súbditos sería vasallo del rey Fernando con la obligación de ayudarle militarmente en tiempos de paz o de guerra y asistir a las Cortes de Castilla cuando se convocaran.
La pérdida de Jaén fue una pérdida muy significativa para el emir arjonero y granadino, no sólo desde el punto de vista militar, sino por la riqueza  económica y humana que albergaba. Desde un punto de vista estratégico suponía la pérdida de la puerta del valle del Guadalquivir y de la parte sur oriental. También con esa paz se compró la protección ante cualquier agresión externa de parte de los otros reinos cristianos peninsulares, ya que otra posible amenaza para el reino nazarí podría haber venido del reino de Aragón que había avanzado en sus conquistas por todo el Levante; pero esa posible situación quedaba saldada con los acuerdos entre Castilla y Aragón que ponían al emir nazarí a salvo de los ataques aragoneses  por la condición de ser vasallo de Castilla. 
Fernando III el Santo.
Una vez acordadas las capitulaciones, los castellanos entraron en Jaén en marzo de 1246. Mientras las crónicas cristianas narran con detalle el asedio, conquista y entrega de Jaén, las fuentes árabes no mencionan el asedio de la ciudad y se limitan a dar noticia de la conquista con alguna imprecisión cronológica, y que su entrega fue una de las condiciones del tratado de paz de veinte años  de duración fijado entre el rey castellano Fernando e Ibn al-Ahmar. El historiador magrebí Ibn Idari añade que Ibn al-Ahmar fue cada año o casi a ver al rey castellano “hasta que quiso traicionarlo“en 1263-1264 y se negó a seguir bajo el yugo castellano. 
Diversas fotos de La Alhambra.
El nombre completo del caudillo arjonero era Abu Abd Allah Muhammad b. Yusuf b. Muhammad b. Ahmad Muhammad b. Jamis b. Nasr Qays al- Jazrayi al-Ansari y tenía ya el citado sobrenombre de al- Sayj y el de Abu Dabbus; pero siguiendo la costumbre de los emires y califas musulmanes adoptó un sobrenombre honorífico, que fue el de al Galib bi-Llah, “el victorioso por la gracia de Dios”; sin embargo se le conoció más con el nombre de Ibn al-Ahmar, el hijo del rojo, quizá por su color rubio. Era al-Ahmar, el Rojo, el apelativo con que se llamaba a su padre y en cualquier caso fue el nombre que el primer sultán nazarí utilizó  para su denominación y en todos sus escritos, convirtiendo el color rojo en el color de su emblema y de sus vestimentas, tal como lo indica Ibn Idari:
“Con él cabalgaba, con él escribía y con él se ataviaba en su vestir…”. Por su parte la fuentes históricas castellanas explican que recibió ese apelativo: “porque era muy rubio llamábanle lo moros Abenalhamar, que quiere decir bermejo… et porque los moros lo llamaban Benalhamar…tomó las señales bermejas, según que las ovieron despues los Reyes de Granada”.
Unos años más tarde, en 1238, estableció su residencia en Granada en una alcazaba que se llamaría la Roja, al-hamra, denominación que se castellanizó como la Alhambra, sobrenombre que le vino del nombre de Muhammad al-Saij , según la versión del historiador oriental de los siglos XIV y XV al-Qalqasandi, muerto en 1418.
El proceso de conquista del Reino de Granada.
La autoridad máxima de todo el mundo islámico es la de califa, pero Muhammad al Sayj no se arrogó tal título en su rebelión, sino que se nombró emir, título propio de los máximos gobernantes de un territorio que reconocen la autoridad mayor de un califa con sede en otro estado. A pesar de que él ejercía el poder absoluto sobre todo el territorio que controlaba, actuó así porque necesitaba el respaldo oficial y la sanción para su puesto de una autoridad superior, que le otorgaba legitimidad y reconocimiento jurídico como emir. 
Sala de los Reyes de la Alhambra.

Como Muhammad al Sayj se había sublevado contra el califa Ibn Hud, no cabía que fuese reconocido por el califato almohade, ni esperar ninguna ayuda para sus proyectos; por lo que decidió hacer manifestación pública de obediencia e invocación al emir tunecino hafsi de Afriqiya Abu Zakariyya Yahya, por lo que en todas las mezquitas de sus dominios comenzó a pronunciarse la jutba o sermón de la oración comunitaria del viernes en nombre del emir, llegando hasta a acuñar moneda a su nombre, siguiendo el modelo hafsi se acuñaban en forma cuadrada inscrita en triple línea, siendo la intermedia punteada, como lo prueban las primeras doblas de oro acuñadas en la ceca de Granada emitidas por Muhammad al Sayj a nombre de Abu Zakariyya Yahya.
Comerciante árabe y el zoco centro de comercio.
Cuando comprobó que su ahora rival Ibn Hud  se había situado bajo la autoridad de los abbasíes de Bagdad, y que ello le había proporcionado gran aceptación social y política, reconoció también al califa de Bagdad al Mustansir, y al igual que hizo con el emir tunecino acuñó moneda en su nombre. Sobre esta acuñación se conserva un dírham cuadrado con ceca de Granada que presenta la leyenda: “El emir de los musulmanes Muhammmad /Ibn Yusuf b. Nasr/ vicario del califa abbasí/ Granada”; esta leyenda se presenta también en dos monedas de dírham cuadradas con ceca en Jaén y Granada con la misma leyenda.
Detalle de las vestimentas de dos soldados nazaríes
Estos reconocimientos no iban más allá de la mención en el sermón de los viernes y era puramente nominal; pero le proporcionaba una rentabilidad y eficacia política muy considerable, por lo que se ganó la confianza y adhesión de jefes y militares en un momento crucial en el que le interesaba sobre todo consolidar su poder. Esta intencionalidad y perspicacia política fueron referidas por los propios historiadores árabes, un ejemplo es lo testimoniado por el magrebí Ibn Idari a comienzos del siglo XIV que dice: “ Aparentaba estar bajo la obediencia de al-Rasid y ser uno de los gobernadores que restauraban el reino almohade en al -Andalus; procedía así por su capacidad, ingenio y sagacidad, pues tenía mucha inteligencia y astucia y al Rasid se le contentó con que lo nombrase en la jutba e invocase a Dios en su favor”.
Reino Nazarí convertido en el más prospero de los siglos XIV y XV,mientras Europa era desvastada y asolada por la crisis económica del siglo XV.
Pero sus vicisitudes políticas de reconocimiento a uno y otro soberano no quedaron ahí, pues a la muerte de Ibn Hud en 1238 y a raíz de los sucesos de Sevilla, que junto con Ceuta se había sometido al califa almohade al-Rasid, nuestro estratega Ibn al-Ahmar considero que lo más adecuado era acatar a dicho califa y ese mismo año ordenó que en la jutba, el sermón del viernes, se invocara el nombre de este soberano, acto que suponía otra vez la manifestación pública y oficial de sometimiento al emir. Todo este capítulo  se sometimientos y vinculaciones políticas se cerró cuando Ibn al-Ahmar, tras la muerte del almohade en diciembre de 1242, volvió de nuevo a vincularse el emir de Afriqiya Abu Zakariyya Yahya b. Abi Hafs, que en esta ocasión le proporcionó mucho dinero y ayuda para la guerra santa, otro de los objetivos que estos actos de reconocimiento perseguían alcanzar.
Busto del Rey Al-Hamar en la muralla de Arjona.


No debemos olvidar que prestigiosos y venerados  personajes de carácter místico y santo , como al-Yuhanisi, rechazaron el gobierno de Ibh Hud y defendieron y apoyaron desde muy temprano la causa de Ibn al-Ahmar, hecho muy significativo y revelador de la vinculación entre religión y política en el momento inicial del reinado nazarí. Su reputación como defensor de las tierras del Islam, su actividad militar en las tierras fronterizas seguido por los habitantes de esa zona le facilitaron un carisma religioso muy adecuado para aparecer ante la comunidad islámica como un hombre con una clara misión religiosa. Su imagen un tanto mística y de sufí que se desprendía de sus ropas modestas y bastas, sus costumbres austeras, su mismo sobrenombre al-Sayj, “maestro” en un sentido religioso y de sabiduría, lo avalaron desde el principio. Un líder que cuando accedió al poder mantuvo esa misma imagen de asceta y procuraba no ejercer directamente el poder político, que tanto desgasta,  mientras que el militar se o confió a su aliado y brazo derecho, el jefe de la familia Asquilula, Ali b. Asquilula, perteneciente a la rama familiar de su mujer.

Reconstrucción de una ciudad musulmana.

Establecido en Granada apoyo y aplicó fielmente la doctrina de la escuela jurídica malikí y acogió a los alfaquíes de Málaga ante los Banu Asquilula.

La Conquista de Arjona ocurrió en el año 1244.

A continuación se relacionan los nombres de los 273 beneficiarios en el repartimiento de Arjona, concedido el año 1247 por el Rey Fernando III el Santo, como premio a los que ayudaron a la reconquista y con el fin de dejar guarnecida la nueva frontera establecida tras la toma. Casi todos ellos venían de otros lugares y los reinos cristianos de esos tiempos; pero, aún sin ser oriundos de Arjona, formaron parte de ella y fue reconstruida a partir de la prosperidad que en Arjona dejaron los musulmanes.

Estos beneficiados de los repartos castellanos, puede ser un punto de referencia para aquéllos higuereños que quieran estudiar los posibles orígenes de su apellido; no olvidemos que la relación de Arjona y La Higuera siempre fue muy próxima y resultaría hasta cierto punto normal, que sus antecesores en el árbol genealógico de su apellido den testimonio de coincidencia con los que hoy lleva su familia. No podemos tener constancia de la presencia de algún higuereño como beneficiario en tales repartos. La presencia en las listas de dos “adalides” puede dar paso a alguna posibilidad de ello.
Los repartidores de Arjona fueron:
 Roy Fernández de Piédrola e Lope Quirós e Alfonso García Serrano.
Los beneficiarios de los repartos fueron:
Pelayo Olid             
Domingo de Campos
Pero Estevan
Roy Meléndez
Roy García
Gil Pérez de Benzalá
Fernant Martínez
Don Martín
Martín Ibáñez
Don Peydro de Aguilera
Estevan Gil
Alfonso Fernández
Arnalte Ferrer
Pedro de Fornos
Roy López de Eredia
Don Ponce
Don Guillén
Don Pedro Díaz de Foces
Roy Ferrnández de Pédrula
Ramón Ferrer
Yeñego Serrano
Alvar Ramírez de Arellano
Ortun Ortiz
Pero Sánchez de Biedma
Pero Sánchez el Adalid
Don Bartolomé de Calmaestra
Don Nicholás de Luna
Pascual Bela
Sancho Barrera
Martín Navarro
Bernal de Calmaestra
Yvañes Ocaña
Álvaro Soto
Pablo Alanís
Gil Pérez del Caño
García Trapera
Rodrigo Cardera
Julián Garrido
Pero Sánchez del Adarme
Leonardo Corrales
Melendo Sepúlveda
Ordoño Álbarez
Pero González
Roy Vélez
Pedro Almíldez
Roy Pérez Saldaña
Melendo Clavijo
Ramón Solaz
Lázaro Din
Garci Sánchez el Adalid
Alfonso Zurillo
Pablo Sánchez de Córdova
Roy Gutiérrez Palomino
Pedro Núñez Chirino
Johan de Mieres
Pedro Rubio
Don Aparicio Máquiz
Ortuño Sepúlveda
Antolín Sánchez
Sebastián de Carmona
Adán Pérez de la Barrera
Pero López de Martos
Pedro de Cañas
Iohan Ferruz
Domingo Pastor
Albar Pérez Valdivia
Pedro Chanciller
Sueron Méndez de Esquivel
Alfonso Asalido
Don Eximén de Raya
Ordoño de Santa Cruz
Garci Vélez de Guevara
Gerrán Peñuela
Pelayo de Luna
Alvar Núñez Jvrado
Dalmán del Pino
Galván Clavijo
Ramiro Sánchez de St. Estevan
Lope Pérez Lechuga
Fernán García de Salazar
Ferrnant de Aguayo
Guiral Baldivia
Sancho Gómez de Padiella
Ramiro de Témez
Roy Porcel 
Iohan de Pozohondo
Roy Nievo
Christóval de Vbeda
Gil de Vbeda
Sancho Palomeque
Melen Zatico
Álbaro Barba
Pedro Chamizo
Gil Cervantes
Pedro Alfonso Caravajal
Bernal Corvera
Pedro Barba
Pedro Aznar
Don Pelayo de Evia
Alfonso de Gámiz
Don Roy Gil Cabrera
Ramir de Cos
Roy Ferrnandes de Biedma
García Aznar
Don Martín de Aevar
Don Pedro López de Ayala
Ramón Iordán
Andrés de Morales
Miguel de Escabias
Gil Lorite
Iohan Salcedo 
Gonzalo Ribiella
Ordoño de Rus  
Roy Díaz de Pedraza
Alfonso de Arjona   
Roy García de Raya
Ferrnat Morales    
Alfonso de Párraga
Gonzalo Sánchez Lechuga
Roy Ferrnández de Haro
Gil de Temez    
Roy Pérez de Vargas
Iohan de Torres 
Toribio Gallego
Alvar Gómez de Santa Marina 
Pedro Royz de Vera
Roy Pérez de Villalobos
Ferrnant Coronel
Roy Zambrana 
Ramón Cañet
Estevan de los Díez
Guillén Corvera
Tello de Meneses 
Martín de Otiella
Pedro Vélez de Guevara
Iohan de Biedma
Roy González Orbaneja 
Ferrnant de Luna
Pedro de Liçana
Cerverón de Orcau
Guillén de Olms
Pedro Vernet
Pedro Mexía
Iohan Ortiz
Roy González el Adalid 
Ramiro Centellas
Roy Gonzales Clavijo
Ferrnant García de Meneses
Estevan Godiel
Pedro Royz Girón
Alfonso de Arévalo
Gómez de Varea
Gonzalo de Córdova
Alfonso de Vera
Rodrigo de Cervantes 
Pedro Porcel
Antonio de la Maestra
Iohan de Olid
Roy López de Quesada
Álvaro Vadillo
Gómez de Xódar 
Iohan Ruyz de Belverd
García de Vico 
Pedro de Mena
Gonzalo Maza
Yeñego de Piédrola
Roy Ferrnández Trapera
Iohan Morante
Estevan Galiano
Ferrnant Ferrnández de Ribiella
Alonso de Siles
Ferrnando Alférez
Alfonso de Arce
Lorenzo Suárez
Iohan de Berlanga
Garci Brabo
Ferrnant Medrano
Martín Gallego
Iohan de Mendoza
Ferrnant Pérez Cervatos
Roy Harana
Martín Sánchez de la Peña
Bartolomé de Alarcón
Gil Rengifo
Roy Díaz de Cáceres
Iohan de Pareja
Iohan Gonzales Talero
Ramiro de Moya
Antonio de Herrera
García de Lamas
Iohan Tahuste
Pero López Duque
Ferrnant Díaz Biloria
Andrés de Ribiella
Roy García Caliente
Antón María
Gonzalo Rodríguez
Álvaro de Torreblanca
Ferrnant López de Hinojosa
Ferrnant Gonzalez de Medina
Roy Camacho
Iohan Rodríguez de Piédrula
Rodrigo de Perea
Ferrnant Carrillo
García Alvar
Ferrnant García Soriano
Roy Moreno
Adán Trapera
Garcí Pérez Camacho
Iohan Sánchez de Bédmar
Gonzalo Marí
Roy López de Cózar
Pedro de Valenzuela
Diego de Padiella
Alfonso Zapata
Iohan de Trillo
Lope de Solazar
Iohan Royz de Salas
Sancho de Ormaza
Ferrnant Peralta
Miguel de Loriguillo
Benito Turel
Roy Díaz de la Peñuela
Alfonso Gallego
Pedro Hidalgo
Roberto de Ayllón
Roy Díaz de Zambrana 
Ferrnando del Pino
Gonzalo Piñeda
Roy Mayuelas
Yéñego Romano
Gómez García de Medrano
Garci Sánchez de Rojas 
Roy Manrique
Martín de Ortega
Nuño Quirós
Suero de Escabias
Pelayo Chamizo
Ortún Calderón
Ferrnando Palomeque
Perálvarez de Raya 
Iohan Rodríguez de Salazar
Ferrnan Fernández Ribera
Ferrant de Estremera
Álvaro Montaños
Pedro Cano
Domingo Nicuesa
Iohan de Mescua
Álvaro Carrillo 
Miguel Royz de Godán
Roy González de Peñalosa
García de Alarcón
Illán Gotor
Ordoño Reolid
García de Calatañazor
Martín Ferrnández de Sant Martín
Iohan de Caso
Antón Poyato
Domingo Carrillo
Aparicio Maroto
Ramón Navarro
Pero Iuhan de la Maestra
Don Domingo Almíldez
Pedro Yñiguez de Villacanes
Día Sánchez de Medinilla
Roy Sánchez de Aguilera
Sancho de Ágreda
Garci Pérez de Pédrula
Ferrnant García de Meneses
Don Iuhan Frólez
Roy González Marrano
Roger Arnaldo de Orcau
Álvaro Barrientos


Como puede comprobarse entre los beneficiarios de los repartos de Arjona figuran dos personajes que ejercieron la función de adalid en la frontera, tal como se reseña en una parte anterior de este artículo.
Miniatura árabe de 1273.

En el año 1273, el día 22 de enero, tras una algarada de castigo cerca de la capital granadina, el caballo de Muhammad I se desboca al desmontarlo, produciéndose diversas heridas de carácter grave. Había sido advertido Al-hamar de no partir de Granada debido a un presagio: uno de sus alféreces había roto accidentalmente una lanza al salir por la puerta.
La Alhambra un gran Palacio para un gran Rey.

Efectivamente, en una improvisada tienda de campaña, muere el 19 (el 22, según otros autores) de enero de 1273 durante la oración de la tarde, Al-hamar de Arjona, fundador del reino nazarí, último baluarte musulmán en la península, que perduró hasta 1492. Su cuerpo fue embalsamado, puesto en un ataúd de plata y sepultado en la Alhambra de Granada.
La Alhambra que alberga el cadaver del rey Al-Hamar en día de penumbra.
 
Genealogía de Al-Hamar y su busto en Arjona.

Finalmente incluyo  el texto que describe la Dinastía de Al-hamar (contada en aquella época):
En el año del Señor de mil CCXL años, (que) en el tienpo que este rey Avenchucad fue muerto, segu[n]d dicho es, avía un moro en Arjona que dezían Maomad e, porque era mucho vermejo en toda su color, llamávanle los moros Avenámar, que quiere dezir / [Fol. 236 v., col. a] vermejo. E era mucho valiente e ardit e por esto tomáronle los de Arjona por rey en el año del Señor de mil CCXXX años. E porque las çibdades de Granada e de Almería no avían tomado reyes ni señores después de muerte de Avenchud, tomáronlo por rey e señor en este año mesmo. E porque los moros le llamavan Avenámar, que quiere dezir Maomad el Vermejo, tomó las armas vermejas, segund que las han después acá los Reyes de Granada. E reinó en estos logares XLII años.
 E muerto este rey Avenámer, los moros alçaron por su Rey de Granada a Maomad Alamir, su fijo, que fue el segundo Rey de Granada e de Almería e de Arjona. E muerto este rey Maomad Alamir, los moros alçaron por su Rey de Granada a Maomad Avenámar, su fijo, que fue el terçero Rey de Granada. E muerto este Avenámar, los moros alçaron por su rey a Esuaxar, su hermano, que fue IV Rey de Granada. E muerto este rey Çesuaxar, los moros alçaron por su rey a Maomad, su fijo, que fue el quinto Rey de Granada. E muerto este Maomad, los moros alçaron por su Rey de Granada a Jucaf, su hermano, que fue VI Rey de Granada. E reinando este Maomad en Granada, levantóse contra él un moro que se llamava Vermejo e echólo del reino. E reinó en Granada fasta que lo mató el rey don Pedro en Sevilla e después tornó a reinar en Granada.
Granada 9 de Noviembre de 2015.
Pedro Galán Galán.
BIBLIOGRAFÍA:
(1) Jimena Jurado, M.: Catálogo de los Obispos de las Iglesias de Jaén y Anales Eclesiásticos de este Obispado. Facs.1654. Estudio preliminar e índices. José Rodríguez Molina y Mª José Osorio Pérez. Granada: Universidad, 1991. Página 141.
(2) Argote de Molina. Nobleza de Andalucía, páginas 149.
(3) Rodríguez Molina, J.: El personero. Portavoz y defensor de la comunidad ciudadana. (2003). Diputación Provincial de Jaén.