PROLOGO

Se pretende que sea éste un espacio dedicado a entretener y deleitar (... a través de la fotografía fundamentalmente) ... a dar a conocer (...o traer al recuerdo) ciertos monumentos o espacios situados en el término o cercanías de Lahiguera. ...a llamar la atención por el estado de abandono y deterioro de muchos de ellos, ...y si llegara el caso, a remover la conciencia de todos los que somos "herederos" de tales monumentos y espacios, y que con nuestra aportación ayudásemos a la conservación de los mismos.

domingo, 18 de octubre de 2015

EL TEMPLO MEDIEVAL DE LAHIGUERA, LOS VISITADORES DE LA ORDEN DE CALATRAVA EN LAHIGUERA. LA PESADA CARGA FISCAL QUE SUFRÍAN LOS LABORATORES (Campesinos) POR PARTE DE LOS ORATORES (Iglesia) Y LOS BELLATORES (Nobleza).

EL TRABAJO DE LA CONSTRUCCIÓN DEL ANTIGUO RETABLO DE LA HIGUERA, FUE ENCARGADO EN JAÉN POR EL VISITADOR DEL OBISPADO, DOCTOR MARTÍN PÉREZ DE AYALA EN 1542.

Como desde 1538 a 1543 ocupó el obispado jiennense don Francisco de Mendoza, hijo al parecer de don Iñigo López de Mendoza y doña Francisca Pacheco, primeros Marqueses de Mondéjar. Se supone que sin duda durante su obispado se terminaría de construir nuestro templo calatravo. Aunque se encargaría de todo lo concerniente a la construcción de la fábrica el visitador del Obispado Doctor Martín Pérez de Ayala, dado que según refiere Ximena Jurado:”este Obispo residió muy poco tiempo en fu Obifpado, porque el Emperador Carlos V lo tuvo ocupado en fu servicio”.
Don Francisco de Mendoza falleció en 1543 en la ciudad de Spira. (1) Martín de Ximena Jurado, (1654): Catálogo de Los Obispos de la Diócesis de Jaén  Baeza y Annales Eclesiásticos della. Madrid. Imprenta Domingo García, 1564. Página 467.
Mapa del Reino de Jaén del Siglo XVI, durante el mandato del obispo de Jaén Francisco Sarmiento de Mendoza 1580-1595.

Es muy posible que el templo de La Higuera cerca de Arjona se terminase por esos años auspiciado por líneas de pensamiento con base en la austeridad, y tras un periodo más o menos largo de construcción del templo parroquial o fábrica, se realizara en 1542 la contratación a Juan de Reolid para el retablo del templo, con la condición de su terminación en año y medio. Formalizado el contrato en fecha 11 de mayo de 1542 debería estar terminado a finales de 1544.

Mapa del Reino de Jaén de 1588. Elaborado por Gaspar Salcedo de Aguirre Prior de Arjonilla año 1594. Abajo publicación del mismo autor del año 1594.
   

En la cita que reproduzco a continuación, disponemos de un documento importante para tratar de imaginar como sería el retablo destruido en la Guerra Civil en 1936, en el referido texto se menciona a Miguel Sánchez con Juan de Reolid, artífices del retablo  original del que durante siglos fue templo parroquial de Higuera de Arjona, allá por el año 1542. Habiendo descubierto  el documento, (2) (Domínguez Cubero, J. “De la tradición al Clasicismo Pretridentino en la Escultura Giennense, Jaén, 1995,  Pág. 159), compruebo que disponemos de documentación suficiente para abordar la estructura del retablo desaparecido y ello da lugar a abordar otros aspectos relacionados con los autores del retablo.

El texto de referencia es el siguiente:


“En cuanto a su tierra, que llevó el grueso de la producción, en 1540 cobró de la iglesia de San Ildefonso la hechura de una imagen de la Virgen que hizo para un retablo, tal vez labrado por Pedro Machuca, que fue colocado en el sitio de la Virgen de la Capilla. Después alternó trabajando para la catedral y para iglesias en las localidades de Higuera de Arjona, Santisteban, Pegalajar, Úbeda y quizá también Baeza y Torredonjimeno.



Para Higuera de Arjona se obligo de mancomún con el pintor Miguel Sánchez, con el que fue varias veces pareja, en hacer un retablo de pintura y talla para la iglesia parroquial de Santa María de la Consolación (A.H.P.J., Escrib., Juan de Herrera, leg. 297, fol. 280v. Jaén, 1542, mayo, 11. Domínguez: La rejería…, Pág. 82), que por entonces se acabaría de hacer. Es sencilla, tipo cajón, cubierta con armadura mudéjar y coro a los pies. El trabajo fue encargado en Jaén por el visitador del Obispado, doctor Martín Pérez de Ayala, y formalizada la escritura el 11 de mayo de 1542 en la casa donde residía el famoso rejero Maestro Bartolomé de Salamanca que salió, junto a otros, fiador.



El precio sería a tasación de maestros puestos por las partes comprometidas, pero por los adelantos que se hicieron, hasta cien ducados, y el plazo de año y medio que se dio para la confección, se vislumbra un trabajo de importancia. Ignoramos su aspecto por estar perdido y no aparecer en el contrato las condiciones que describían el formato, pero se habla de unos pilares que se habían de pintar de blanco bruñido adornados de grutescos, tableros con historias pintadas al óleo y una imagen de la Virgen con el niño en brazos, en bulto, y metida en un tabernáculo dorado, que estaría centrando el conjunto, como corresponde a la titular.



A la misma localidad, en 1555, Reolid hizo una Santa Clara, (A.H.P.J., Escrib. Sánchez Cachiprieto, leg.336, fol. 493v. Jaén, 1555, jul. 15), patrona de la localidad, que le encargó su cofradía para venerarla en la ermita de su nombre. Hoy sólo se conserva el lugar hecho casa de labor. Era la imagen de cinco cuartos de alta, y obligaba el contrato a entregarlas dorada y estofada en el tiempo que corría desde la formalización del encargo, 15 de julio, hasta el día venidero de la Santa, a mediados de Septiembre”.
 

Refiere Manuel Jiménez Barragán en su publicación en este blog, que el convento de Santa Clara lo funda Fernando III, recién conquistada esta tierra. Él era el protector; y para su sustento les otorga a las monjas del convento muchos territorios. Podría ser que, desde este primer momento, una de las posesiones dadas por el rey fuese el Chorrillo con una noria; la tierra más fértil de todo nuestro término. (Jiménez Barragán, M.: Nuestro pueblo hace 300 años”, en la fecha de 20 de marzo de 2012.). 

Foto aérea de La Higuera. 

La imagen de Santa Clara encargada a Juan de Reolid debió ser para la Ermita de Santa Clara, situada en la carretera de Villanueva, en el lugar donde hoy esta la casa de Quica la de “Manecillas”, frente a la salida de la bocamina romana de Santa Clara. Es de destacar, que en ese tiempo del año 1555 ya había una cofradía que se encargaba del culto de nuestra patrona, y posiblemente en Septiembre, fecha en que se celebraban las fiestas de Santa Clara, se realizaría una romería a mediados de mes cuando los calores del verano ya habían menguado. El encargo de la talla de Santa Clara dorada y estofada se realizó el 15 de Julio para entregarla a mediados de septiembre del año 1556.

Templo Medieval Calatravo de Nuestra Señora de la Consolación de La Higuera que visitó Don Martín Pérez de Ayala para contratar en 1542 en retablo a Juan de Reolid y Miguel Sánchez.  Foto de J. J.  Mercado.

El visitador del Obispado de Jaén Don Martín Pérez de Ayala que encargó el trabajo  de la construcción de retablo de La Higuera a Juan de Reolid y Miguel Sánchez, fue traído por el Obispo Don Francisco de Mendoza cuando llegó al obispado de Jaén y nombrado visitador y confesor suyo. Era un fraile de la Orden de Santiago muy docto como muestran sus escritos aunque también tenía fama de varón muy santo. (3) (Ximena Jurado, M.: Catálogo de obispos de las iglesias catedrales de la Diócesis de Jaén  y Baeza y Annales Eclesiásticos della. Madrid. Imprenta Domingo García, 1564. Página 467.)

Don Martín Pérez de Ayala, visitador del obispado de Jaén en el episcopado de Francisco Mendoza, que contrató con Juan de Reolid y Miguel Sánchez el retablo del Templo calatravo de La Higuera. Podemos afirmar que gracias a este personaje se realizaron las obras de construcción del Templo.

Don Martín Pérez de Ayala había nacido en Segura de la Sierra el 11 de noviembre de 1504, fue un eclesiástico y teólogo español especializado en Gramática y Humanidades, que participó en el Concilio de Trento.  Estudió en la Universidad de Alcalá y tomo los hábitos en Uclés, pasando luego por Salamanca, Toledo, Granada y otros lugares, estudiando teología, artes, gramática y obteniendo el doctorado. Participó en las sesiones del Concilio de Trento para tratar el problema protestante teniendo un importante papel en las mismas y obteniendo un gran reconocimiento personal. Como persona muy formada fue elegido visitador de las obras de Obispado de Jaén y por ello en 1542 contrató con Juan Reolid la construcción del retablo del templo recientemente terminado de Santa María de la Consolación  de La Higuera.


LAHIGUERA, EN IMÁGENES
 


Fue tanto el prestigio y reconocimiento de Don Martín Pérez de Ayala que durante el concilio fue nombrado obispo de Guadix el 16 de mayo de 1548 a la edad de 43.5 años, cargo que ocupó hasta el 17 de julio de 1560, en que fue nombrado obispo de Segovia. Su estancia en esta diócesis castellana fue polémica por los enfrentamientos que tuvo con el cabildo catedralicio, hasta el punto de ordenar la encarcelación en el castillo de Turégano y en la cárcel de Fuentepelayo al escribano y al notario de la catedral. Finalmente, en fecha 6 de septiembre de 1564 fue elegido arzobispo de Valencia, donde permaneció hasta su fallecimiento en 5 de agosto de 1566, en cuya catedral reposan sus restos. 
Catedral de Valencia. Vista aérea.

Los restos de Don Martín Pérez de Ayala reposan en la Capilla de la Santísima Trinidad de la Catedral de Valencia, una capilla de estilo gótico, siglo XV. Siendo sus arquitectos  Francesc Baldomar y Pere Compte.
Capilla de la Santísima Trinidad de la Catedral de Valencia donde reposan los restos de su arzobispo Martín Pérez de Ayala, que en 1542 contrató con Juan de Reolid el retablo de la Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de la Consolación de La Higuera.

Cuadro central de la Capilla de la Santísima Trinidad de la Catedral de Valencia. En esta capilla está enterrado Martín Pérez de Ayala.
En una visita a la Capilla de la Santísima Trinidad, podemos ver en el centro de la Capilla el cuadro de la Santísima Trinidad, un óleo de Luís Antonio Planes (1745-1821). En el Ático del retablo: San Joaquín y la Virgen María, de Luís Antonio Planes. En la Predela del retablo: Anunciación, San José y Santa Ana, de Luís Antonio Planes.

Altar Mayor de la Catedral de Valencia.
En el lado derecho de esta Capilla de la Santísima Trinidad se encuentra el Sepulcro del arzobispo Martín de Ayala muerto en 1566, y realizado en mármol italiano. Participó en el Concilio de Trento. En la base del sepulcro se puede leer: "Hic situs est Martinus de Aiala, Archiepiscopus Valentinus, qui licet tres Ecclesias rexerit, Guadixensem, Segoviensem et hanc postremo Valentinam, in qua decessit, nihil tamen semper tulit egrius quam praeesse. Obiit nonis Augusti MDLXVI.
Sepultura de Martín Pérez de Ayala en el lado derecho de la Capilla de la Santísima Trinidad.
En el lado izquierdo de la Capilla de la Santísima Trinidad se encuentra el Sepulcro del cardenal arzobispo Mariano Barrio muerto en 1876 y que participó en el Concilio Vaticano  I.
Sepultura del Arzobispo Mariano Berrio en la Capilla de la Santísima Trinidad de la Catedral de Valencia.


Conocida la importancia de los contratadores del retablo, indagamos en la búsqueda de datos que nos aproximen a la calidad artística de Juan de Reolid y Miguel Sánchez, los realizadores:



Juan de Reolid nace en Jaén hacia 1.506, en el seno de una familia de un relativo nivel de bienestar, que le permitió dedicarse desde bastante joven al aprendizaje del oficio de escultor entallador. El oficio de entallador, con el que se viene citando a Reolid, es el mismo de imaginero o escultor, es decir, el de una persona especializada en realizar imágenes en madera, piedra u otro tipo de materiales, así como de labrar elementos decorativos que después se aplicarán como ornamento a las obras arquitectónicas en forma de relieves. Según los datos aportados por el profesor José Domínguez Cubero en «De la tradición al clasicismo pretridentino en la escultura giennense», Juan de Reolíd debió tener una etapa de formación a la que se adjuntan diferentes estancias en Sevilla y Granada, focos culturales y artísticos de verdadera importancia en la Andalucía del siglo XVI. Hacia 1.530 vuelve a Jaén para establecerse definitivamente como maestro entallador, abriendo un taller que llegó a ser el más importante de su época en esta zona. En tales manos es de suponer que el retablo tan artísticamente realizado por él y por el pintor Antonio Sánchez, fuera una autentica obra de arte, tal como escuchamos siempre decir a nuestros padres.



Juan de Reolid a lo largo de su trayectoria profesional realizó tanto obras en piedra como en madera, sobre todo para los diferentes templos parroquiales de la provincia que, terminados de construir por esa época, pasaban por el proceso de su decoración a base de retablos y otro tipo de obras artísticas.

Se trataba de uno de los hombres con mayor peso en la actividad artística de la provincia, que disfruto de un cierto nivel artístico durante el siglo XVI, convertida desde entonces en uno de los principales focos del arte renacentista español.

Como buen discípulo de los artistas renacentistas, sus saberes comprendían no sólo una rama del arte. Era persona letrada y culta, con conocimientos no sólo de escultura sino también de dibujo, física, ingeniería, arquitectura, etc.

Domínguez Cubero nos habla de su muerte en 1.571 «en extrañas circunstancias, asesinado por el ventero de Barranco Hondo, Antonio Hernández, con la colaboración de Pedro Hernández de Portales».
Altar Mayor del Templo medieval de Lahiguera. 

En el año 1542 visitó el Obispo de Jaén Don Francisco de Mendoza la Iglesia parroquial de Villanueva de Andujar como consta en el libro de visitas de esa Iglesia, suponemos que hubiera sido posible que dada la proximidad con la Higuera de Andujar, esta vista se hubiera realizado también en esas fechas a nuestra villa, y así poder comprobar el estado de la construcción de nuestro templo medieval en esos momentos cruciales de la construcción del retablo. El 25 de Noviembre del año 1543, fue visitada la Iglesia Parroquial de Villanueva de Andujar en nombre del Obispo Don Francisco de Mendoza, y a principio del año siguiente en 1544, cuando todavía era Prior en Jaén el Licenciado Pedro de Mérida, porque en fecha 8 de Enero de 1544 confirmó los Estatutos de la Universidad de Priores y Beneficiarios de la Ciudad de Andujar. No debería haberse sabido la muerte del Obispo Francisco de Mendoza pero cuando se tuvo noticia de ello, gobernó el Cabildo de la Santa Iglesia de Jaén, y fue Provisor de esta sede vacante Don Ruy López de Gamarra, Deán y Canónigo de la Santa Iglesia de Jaén. (4) (Ximena Jurado, M.: Catálogo de Obispos de las iglesias catedrales de Jaén y Baeza y Annales Eclesiásticos della. Madrid. Imprenta Domingo García, 1564. Paginas 469-470).

Posteriormente dice Ximena Jurado: Aunque el Principe por tres Cedulas avía mandado al Governador deste Obispado, que obfervafe lo dispuesto por el Indulto Apostólico fobre la provifion de los Prioratos, con todo ello por fu parte replicó. Y a doce de Março de 1549, en Iaen Don Gabriel de Guevara Maeftrefcuela, y Canonigo de la Santa Iglesia defta Ciudad, Governador , y Previsor en todo el Obifpado por el Cardenal Don Pedro Pacheco, hizo Colación al Licenciado Benito de los Ríos , Clérigo de la Diócesis de Córdoba, del Priorato de la Higuera cerca de Andujar, que avia vacado por fimple refignación que del avia hecho el Obispo de Guadix, y le despachó el Titulo fiendo Testigos los Reverendos Señores Chriftobal de Arguellada , y Juan Pérez de Godoy Canónigos de Iaen, y Miguel de Aguilar. Y aviendofe formado pleito fobre la guarda del Indulto, lo remitió el Principe a la Chancillería de Granada, donde por Autos de Vifta, y Revifta de 14 y de 22 de Março del Año siguiente de 1550, defde el qual tiempo fe ha observado inviolablemente. Despachó la Bula defte Indulto Paulo III al principio de fu Pontificado, y fe executorio al fin del. Fue la muerte de Paulo III a diez de Noviembre del Año 1549 y a 8 de Febrero de 1650 , fue electo Pontífice el Cardenal Iuan María del Monte, el cual se coronó a 22 del mifmo mes, llamandofele Julio III. Hallose en fu elección nuestro Cardenal  y Obispo de Iaen Don Pedro Pacheco.” (5) (Ximena Jurado, M.: Catálogo de obispos de las iglesias catedrales de la Diócesis de Jaén  y Baeza y Annales Eclesiásticos della. Madrid. Imprenta Domingo García, 1564. Página 473.)

Parece ser por este escrito que el Licenciado Benito de los Ríos Prior de La Higuera de Anduxar, había recibido un beneficio eclesiástico otorgado por el Obispo de Guadix, no sabemos si del territorio o parte de vecindario que pertenecía a la parroquia, o una colación de bienes de una herencia, que se hizo de los bienes que un heredero forzoso recibió gratuitamente del causante en vida de este, para que fuesen contados estos bienes en la computación de legítimas y mejoras. Quizá la cosa sea más sencilla, y lo que recibió el Prior Benito de los Ríos fue el permiso de la autoridad del Obispo de Guadix de dejar vacante la parroquia de nuestro villa por algún tiempo, por razón desconocida, aunque posiblemente fuese que se entregaba a otra persona el mando de la parroquia en circunstancias no aclaradas; siendo tal una atribución legal del Obispo y Cardenal de Jaén Don Pedro Pacheco, para lo cual se acude a la Audiencia de Granada a fin de restablecer la legalidad, en el vistas judicial números 14 y 22 de Marzo de 1550.  

Posteriormente los visitadores del Obispado encargados de realizar la visita a la fortaleza de la villa de La Higuera de Arjona fueron Benito Pérez y Cristóbal López en el año de 1559, para comprobar las obras realizadas tanto en el plano eclesiástico como civil, según lo recogido en el Archivo Histórico Nacional. Archivo Histórico de Toledo en el Legajo 1.606 del año 1559 en el Folio 13. (6).
   
En esta fotografía se observa  en el centro la Torre y el Templo Calatravo situado en el borde del perímetro de la población. 

En el archivo histórico provincial de Jaén (A.H.P.J. de manos del Escribiente Juan de Herrera, legajo 297, folio 280v. Jaén, 1542, mayo, 11. (7) El profesor José Domínguez Cubero en: La rejería  arquitectónica de Andujar (Jaén) en el siglo XVI. Jaén. Instituto de Estudios giennenses, 1983, Pág. 82), supone que por entonces se acabaría de hacer el referido templo calatravo de La Higuera.

De pocos obispos giennenses del siglo XVI se conservan tan escasas noticias como de Don Francisco de Mendoza, la información de Ximena Jurado es fragmentaria. Esta escasez de datos tiene, sin duda, su explicación. El de Mendoza fue un pontificado corto, que no llegó a cinco años completos, de los cuales él no residió personalmente en la diócesis de Jaén más de cuatro. No llegó a realizar visita pastoral completa a todo el obispado, y parte de este cometido lo realizaron visitadores enviados por el prelado jiennense. Finalmente, su vinculación con la Corte de Carlos V fue determinante tanto para su promoción episcopal como para que postergara sus obligaciones pastorales, a causa de las misiones que recibió de Carlos V, en el desempeño de una de las cuales falleció en Spira, a finales de 1543.


Don Francisco de Mendoza procedía de una familia con linaje, de la rama de la casa de Mendoza, de esa nobleza nueva que acrecentó su poder político y status social y económico en el siglo XV. Su padre fue D. Iñigo López de Mendoza, II conde de Tendilla y I Marqués de Mondejar, que se distinguió en las guerras de Granada, en recompensa de lo cual fue nombrado por los Reyes Católicos Alcalde y Capitán general de la Alhambra.



En la historia cultural de la España de finales del siglo XV y principios del XVI, Don Iñigo desempeño un papel capital, ya que fue embajador de los Reyes Católicos ante la Santa Sede, y su estancia en Italia le permitió impregnarse  de los valores de la nueva cultura renacentista que allí se abría paso. Esta fuerte connotación cultural fue una nota característica de los Mendoza, mecenas del primer renacimiento en España. Don Iñigo de Mendoza, padre de Francisco Mendoza obispo de Jaén, casó con Doña María Lasso de la Vega y Mendoza, su prima hermana, que aportó al matrimonio parte de la villa de Mondéjar, que acabaría de comprar a los Reyes Católicos durante su embajada italiana. Fallecida la esposa en 1477 sin descendencia, casó don Iñigo en segundas nupcias con Francisca Pacheco, hija de Juan Pacheco, marqués de Villena.

Cuadro de Don Íñigo de Mendoza, padre del obispo de Jaén, Don Francisco de Mendoza, en cuyo tiempo de episcopado se terminó el Templo Medieval de La Higuera y se contrató el Retablo del altar Mayor con Juan de Reolid y Miguel Sánchez. Depositado en el Museo del Prado

De este segundo matrimonio nacieron nueve hijos, entre ellos Diego, poeta, prosista y embajador de Carlos V en Roma como su padre, hombre culto y humanista, autor de la Historia de la Guerra de la Alpujarra; María Pacheco fue la segunda que contrajo matrimonio con D. Juan de Padilla, uno de los más conocidos Comuneros de Castilla; Francisco fue el tercer hijo, que fue Obispo de Jaén y cardenal in pectore; después su hijo Bernardino (capitán general de las galeras de España, Antonio de Mendoza y Pacheco, primer virrey de México y segundo virrey del Perú; Luís Hurtado de Mendoza y Pacheco, futuro tercer conde de Tendilla, amigo y consejero de Carlos I; y María de Mendoza, nacida antes de 1489, casada en 1503, con el conde de Monteagudo.

Por los datos paralelos que su padre refleja en algunas de sus cartas se puede fijar el nacimiento de Francisco de Mendoza en el año 1494 (En carta al Secretario Almazán dice: “Don Françisco, mi hijo legítimo es de catorze años menos dos meses y medio” estando la carta escrita a finales de noviembre- principios de diciembre de 1508).
  
Los primeros pasos en el ámbito eclesiástico los dio Don Francisco de Mendoza de la mano del primer arzobispo de Granada, fray Hernando de Talavera. Este prelado granadino creó un colegio en su casa bajo el patrocinio de San Cecilio, en el que los niños de los caballeros principales de la ciudad, entre otros alumnos, aprendían a leer y escribir, y recibían enseñanza de gramática, canto, casos de conciencia y cánones, es decir, un seminario pretridentino del que posteriormente saldrían varios obispos, entre los que se contó Francisco de Mendoza. Dirigido a la carrera eclesiástica, a Don Francisco de Mendoza no le faltaba más que conseguir beneficios eclesiásticos que le permitieran sustentarse económicamente. Su padre Iñigo se preocupó de solicitárselos con machacona insistencia a mismo Fernando el Católico bien directamente o a través de terceros. En 1508, Don Iñigo logró que le concedieran a su hijo Francisco 200 ducados de renta de beneficios y al año siguiente D. Francisco se encontraba en la Corte, de paso para Salamanca donde pensaba estudiar Artes y Teología. En la Academia salmantina debió permanecer hasta 1513, fecha en que su vida dio un giro determinante, pues en mayo de 1513 se encontraba en Valladolid para besar la mano del rey e intentar introducirse en la Corte. El Cardenal Cisneros aconsejó a su padre que enviase a su hijo a estudiar en la universidad que él había fundado en Alcalá, en cuyo plan de estudios el puesto central era ocupado por la ciencia teológica, con lo que a parte de los cuatro años que estudio en Salamanca, pasó a estudiar en la Universidad de Alcalá de Henares. Sobre este punto escribía en 1513 Don Iñigo a Cisneros: “Lo de inclinarse Don Françisco a estudiar Teología, pues vuestra señoría dize que es lo mejor, así debe ser. Y porque sé çierto que para estudiar artes es buen estudio, y mejor que Salamanca, Alcalá, quiero que vaya allí”. No se sabe a ciencia cierta el nivel cultural que adquirió D. Francisco en estos años de formación, pero es de suponer que tanto por el refinado ambiente familiar que respiró como por la calidad de los centros universitarios que frecuentó, debió de poseer una cultura nada desdeñable.

En el año 1538, año de su promoción episcopal a Jaén, son pocos los datos conservados que puedan ilustrar como se desarrolló la vida de Francisco de Mendoza, pero es indudable que entró al servicio de Carlos V, porque en el momento de su nombramiento como obispo de Jaén ostentaba el cargo de capellán del Emperador, lo que le obligaría a seguir a la infatigable corte del Emperador Carlos en sus continuos viajes por Europa y el norte de África. El la historia de la diplomacia carolina es notable la intervención como mediador de D. Francisco de Mendoza, junto a Cobos y Granvela, en las negociaciones que se entablaron con los franceses en Salses, en 1537, con el fin de conseguir la paz que pusiera fin a la tercera guerra entre Francia y España en tiempos del Emperador. Pasados varios años Carlos V volvería a requerir los servicios diplomáticos de Francisco de Mendoza.
 

El 14 de junio de 1538, encontrándose en Génova y previa presentación de Carlos V, Pablo III lo nombraba a Francisco de Mendoza obispo de Jaén, a la vez que reconocía que la Iglesia de Jaén es de Patronato Real, y que hasta entonces era administrada por el cardenal diácono de Sta. María in Vía Lata, que había renunciado libremente a ella. Comenzó así un corto episcopado de apenas cinco años, que estuvo muy mediatizado por el servicio que el nuevo prelado continuó prestando a la Corona. Aunque eso no fue óbice para que Mendoza estuviese ausente en las Cortes que Carlos V celebró en Toledo el mismo año de 1538, Cortes a las que, en aquella ocasión, habían sido invitados todos los obispos de los reinos de Castilla.



Según las actas capitulares, el viernes 11 de julio de 1539, el nuevo obispo de Jaén hizo su entrada solemne en la iglesia mayor del obispado:

“El Illmo. Señor don Francisco de Mendoza obispo de Jahen entró por su reverendísima persona en esta santa iglesia de Jahen y en ella fue recibido solemnemente por los sñores deán e cabildo Della con la solemne proçesión con fuel cabildo e personas de la dicha santa iglesia suelen e acostumbran recibir los señores obispos e prelados que nuevamente entran en la dicha santa iglesia por prelados…”
Después de varios años de ausencia del prelado en la diócesis, 10 en concreto, apenas llegado al obispado, Don Francisco de Mendoza empezó a practicar de nuevo la visita pastoral en el territorio diocesano, empezando por la misma catedral, que visitó el 4 de agosto de 1539, y continuando por las parroquias de la ciudad y las restantes de la diócesis. “En la muy noble honrrada y antigua ciudad de Jahen a quatro días del mes de agosto año del nacimiento de nuestro salvador Jesu Christo de mill e quinientos y treinta y nueve años el muy ilustre y reverendísimo señor don Francisco de Mendoza obispo de Jahendel consejo de su Majestad visitó por su persona la iglesia catedral desta dicha ciudad de Jahen. Primeramente visitó el Sanctíssimo Sacramento de la Eucaristía el qual hallo en el sagrario en lugar deçente y honesto en una custodia de plata y los sanctos chrisma y olio en vasos de palta. Visitó asimismo el vulto sancto de nuestro señor Jesu Christo y vio las aras y la pila del bautismo hizo su señoría  el officio de los defunctos con su procesión solempne psalmos y oraciones acostumbradas. Ansi mismo celebró el sacramento de la confirmación a todas las personas que por confirmar estavan. Visitó ansi los mismos ornamentos y joyas de la dicha iglesia y el clero y pueblo Della y mando que fuesse tomada cuenta de los bienes y ornamentos y joyas de dicha iglesia y que todos fuesen puestos por memorial e inventario la qual fue luego tomada por el Licenciado Pedro de Mérida provisor de su señoría y en presencia de mi, el notario infrascripto. ” (4) AHDJ, Capitular, Legajo 447 (Libro de visitaciones de la catedral, 1539).

Como ya hemos dicho anteriormente para llevar a cabo la vista pastoral, D, Francisco de Mendoza se valió de la ayuda de un clérigo excepcional, que con el tiempo fue obispo de Guadix y Segovia, y arzobispo de Valencia, y que estaba llamado a desempeñar un importante papel en el Concilio de Trento: Don Martín Pérez de Ayala (1503 o 1504-1566). En su Autobiografía, escrita poco antes de su fallecimiento, con estilo literario ágil y desenvuelto Pérez de Ayala describe todos los avatares de su dilatada y rica existencia, desde su nacimiento en Segura de la Sierra hacia 1503-1504, hasta el momento en que culmina la redacción del que él llama: “Discurso de mi vida”, tan solo unos pocos días antes de morir. En el hace referencias, como no, a su estancia en Jaén y las dificultades con las que tuvo que enfrentarse a causa de su oficio de visitador. Dice así:


” A la sazón fue electo obispo de Jaén Don Francisco de Mendoza, hermano del marqués de Mondejar Don Luís de Mendoza, el cual se vino allí a Granada entretanto que venían sus bulas; como yo tuviese gana, con la codicia de saber, de ir a París o a Lovaina …hice asiento con el dicho Don Francisco de Mendoza para confesor y lector suyo casi con el partido que allí tenía y de comer a mí y a dos criados y una mula; fuime con él y lo de la lección tratábalo como lo suelen tratar los generosos en España, por cumplimiento; leíase el compendio de la teología, una lección cada semana;  la confesión  duraba, y después mandó que atendiese en visitar el obispado unos meses que él se ausentó, lo cual fue causa de algunos disgustos y muchos desasosiegos que me dieron allí ciertos clérigos distraídos y testimonios que me levantaron de tal manera que alguno  de ellos de su propio motu se desdijo de ello un Viernes Santo públicamente. En todo esto se gastaron dos años, al fin de los cuales vino el obispo Francisco de Mendoza. Yo le dije que yo no le quería servir en aquel oficio, y así, habiendo el Papa Paulo III Convocado el Concilio de Trento a la sazón, fue el obispo uno de los señalados que allí fueron, y rogóme fuese con él.”
 
Si nos atenemos al anterior testimonio, después de tomar posesión Don Francisco de Mendoza de su obispado, se ausentó del obispado durante dos años. Como está datada su presencia en la diócesis en 1541, cuando realizó la visita pastoral a la parroquia de Santa Cruz de Baeza, se supone que se ausentaría desde principios de 1540 a finales de 1541. Ello concuerda con la afirmación de que Don Francisco de Mendoza, como vicario general de los ejércitos del Emperador Carlos V, acompañó a éste en la jornada de Argel, y volvió a su diócesis a finales de 1541. Por lo que respecta a Pérez de Ayala, ya referimos la visita a Villanueva de Anduxar al principio, e igualmente hay constancia documental de la visita que realizó a la parroquia de Sta. María de Alcaudete en 1542, en la que no se limitó a revisar el estado de las cuentas parroquiales, sino que dio toda una serie de mandatos que afectaban a la vida pastoral, relacionadas con los sacramentos y la enseñanza de la doctrina cristiana.
Antes de abandonar definitivamente la diócesis de Jaén Don Francisco de Mendoza marchó a Alemania acompañando a Carlos V y fue propuesto al Emperador como virrey de Cataluña, cargo en el que sustituiría al marqués de Lombay, el futuro San Francisco de Borja. Los que lo recomendaron para tal puesto fueron nada menos que el Duque de Alba y el influyente secretario Francisco de los Cobos (ubetense). Pero el Emperador tenía para él otros planes, y ese mismo año de 1543, Don Francisco de Mendoza partió con el séquito imperial con dirección a Alemania, pasando antes por los Países Bajos.
En estos meses debió de producirse el nombramiento del obispo de Jaén como embajador imperial ante el concilio de Trento; pero esta nueva misión que le encomendaba Carlos V, no pudo llevarla a cabo Don Francisco de Mendoza, a causa de su fallecimiento. A finales de 1543 se remontan los últimos datos que se conservan de Don Francisco de Mendoza. En esas fechas murió en Spira (Alemania) acompañando a Carlos V que iba a celebrar allí una Dieta. Entre los elogios a su persona destaca, el elogio a tan rendido servidor, el que le dedicó Carlos V, en una carta escrita al futuro Felipe II desde Metz, el 6 de julio de 1544:


“Del fallecimiento del obispo de Jaén nos desplugo por cierto mucho, por ser tan buen prelado y servidor nuestro.” 
  
(5) (Martínez Rojas, J. F.: Anotaciones al episcopologio giennense de los siglos XV y XVI. Instituto de Estudios Giennenses Nº 177/2001. Jaén. Páginas 341-355.

Don Francisco de Mendoza fue nombrado cardenal in pectore el 2 de junio de 1542, pero murió sin haber obtenido el capelo, en Spira en 1543. 
La construcción del templo de La Higuera y la contratación con Juan de Reolid del retablo del Templo de Ntra. Señora de la Consolación coincidió en el tiempo con la cuarta guerra de Carlos I contra Francia (1542-1544), que se vio mediatizada debido a la reanudación del conflicto con los protestantes en Alemania, y concluyó con la Paz de Crépy, debida al agotamiento de los dos monarcas en las contiendas ya mantenidas; mediante esta paz España perdió territorios del sur de Francia, como Verdún, etc... Y próximos a Flandes; una vez más Francia renunciaba a Italia y Países Bajos, entrando Milán en la política matrimonial mediante un previsible enlace hispano-francés. Tras la negativa de los protestantes a reconocer el Concilio de Trento, el emperador comenzó la guerra en el mes de Junio de 1546, con un ejército armado por el pontífice, al mando de Octavio Farnese, otro de los austriacos por Fernando de Austria y de los soldados de los países bajos al mando del Conde de Buren.
 
Retablo actual del Templo medieval. Después de la destrucción en la guerra del retablo de Juan de Reolid fue diseñado por Don Jacinto Higueras por los primeros años cuarenta del siglo pasado. Foto de J. J. Mercado.
Este es el estado actual del retablo del templo de Nuestro Padre Jesús, situado en la parte más alta de la villa de Lahiguera, espacio que fue el origen de nuestro pueblo al menos desde la conquista de La Fuente de la Figuera por Fernando III el Santo en el año 1225. Si bien se supone que un espacio tan estratégico por su altura pudo estar habitado con anterioridad en otros momentos de la historia.

Este retablo parece que fue diseñado y realizado por el famoso escultor Jacinto Higueras después de la guerra, en el lugar que ocupaba el antiguo retablo de Juan de Reolid realizado a partir del año 1542.

Suponemos que la supuesta primitiva iglesia mozárabe estaría construida en el solar que actualmente limita con La Tercia donde estaba el Castillo fortaleza, al oeste de la misma, en el espacio que hoy existe entre la Tercia y el actual templo de Nuestro Padre Jesús, construido en la Baja Edad Media. No podemos afirmar, hoy por hoy, que lo que nosotros llamamos La Tercia no fuese la primitiva iglesia lindando con el Castillo en su momento, que después habría sido utilizado como depósito de los impuestos reales y obispales.

En los tiempos bajo medievales los lugares de culto tenían cierto carácter mágico, de ahí que se superpusieran unos edificios en los espacios que habían ocupado otros anteriormente, es la consecuencia de que lo que hoy consideramos como un sin sentido, en el hecho habitual de que sobre los cimientos de una edificación anterior se empezasen a construir un nuevo edificio que lo suplantase.

Al respecto Manuel Jiménez Barragán hace ciertas precisiones, llevado de la reflexión personal, porque carecemos de fuentes documentales. Su texto recogido en el artículo “El callejero Decimonónico” dice textualmente:

“Las iglesias antiguas tienen la dirección Este-Oeste, por reminiscencias del culto al Sol, con el altar orientado al este. Durante gran parte de la Edad Media las iglesias también hacían la función de cementerios. La Tercia presenta esta orientación, existen testimonios que en paredes que tiraron en la parte del oeste salieron restos humanos. La puerta del edificio es pequeña para puerta de un castillo, debería posibilitar la entrada de caballos y carruajes. El castillo estaba situado en la “Era del Castillo” (solar del Castillo), si nos fijamos en la ilustración (rodeado de rojo).
En esta reproducción del Callejero Decimonónico retocada por Manuel Jiménez Barragán, se puede comprobar la continuidad del muro posterior derecho de la Tercia ocupando una parte de la entonces denominada "Era de Castillo". Detalle que avala su teoría sobre la ubicación del castillo de La Higuera.

Continúa Manuel: “Vemos como un muro continúa siguiendo la pared de La Tercia varios metros, ese muro era del castillo. Iglesia (Tercia) y castillo estaban alineados, porque era la misma construcción y de la misma época, construidos ambos por los calatravos, monjes guerreros que tanta importancia daban a la cruz como a la espada. La orden, al construir los dos edificios, con el castillo asienta su poder político, no hay que olvidar que en diversos momentos les quisieron desposeer de estos bienes. Recuérdese que el mismo rey Enrique IV fracasa cuando el Condado de la Figuera se lo quiere dar a Pedro de Escavias. Con la iglesia ofrecen un espacio donde practicar el culto a los futuros repobladores. Y la misma escenificación de poderes (como vimos cuando se traslada el ayuntamiento a la calle Llana), el religioso y el político compartiendo espacio pero en las mismas manos calatravas.

Por tanto, la Tercia, en su inicio, era la iglesia antigua de nuestro pueblo. No hay que extrañarse que no quede ni una piedra del castillo, se utilizaban para las nuevas construcciones.

Foto de la Tercia que pudo ser en su origen iglesia, y después fue almacen de los impuestos de calatravos e iglesia. de hay su nombre de Tercia o Tercera Parte.
La Tercia es un edificio de fachada sólida, muros de mampostería con un vano de arco de medio punto de ladrillo. En el interior, en la parte norte, existían unas arcadas de bóvedas estrechas y arcos apuntados góticos que contrastaba la finura de su fábrica con la tosquedad del exterior. Todo derrumbado y al parecer no hay ninguna fotografía que dé testimonio de esta construcción. 

Desde su origen este edificio ha tenido diversas funciones además de iglesia o cementerio; una sería la de recaudación de cereal, de ahí el nombre que ha permanecido, la última fue de corral para engorde de cerdos. Probablemente pasó a manos privadas con la Desamortización de Mendizábal. El Ayuntamiento actual debería hacer un esfuerzo y adquirirlo, que es patrimonio de todos, lo único que hemos heredado de los calatravos, que tanto se llevaron."

Este cuadro representa la Sociedad Estamental de estos años. Veánse claramente los sectores favorecidos o privilegiados y los más perjudicados o no privilegiados.

"Cuando surge la necesidad, en el siglo XV, de construir una nueva iglesia, se presenta el problema del lugar. Los edificios religiosos se consideraban que estaban construidos en un “lugar mágico” de ahí que unos se edificaban sobre los cimientos de los anteriores. La nueva iglesia debe construirse los más cerca de La Tercia, en el castillo no podía ser, todavía tenía su función. Ya, como es una época más tranquila, se hace fuera del pueblo, al otro lado de las murallas. La Higuera de Arjona estaba fortificada, si no rodeada de murallas, una parte sí. En 1831 en el Diccionario Geográfico Universal de la Sociedad de Literatos se dice que hay un pozo “extramuros” donde la población se abastece de agua. Y en el Diccionario de Madoz se escribe que la iglesia Sta María de Consolación se encuentra fuera del pueblo. La muralla estaba entre La Tercia y la nueva iglesia, en el momento de realizar el plano ya se ha construido en este espacio. No más abajo, donde se presume que continuaba la muralla.” (Tomado del articulo de Manuel Jiménez Barragán en este blog titulado: “El Callejero decimonónico”. Publicado en fecha 20 de septiembre de 2011).
Sillar de piedra labrado aparecido en "La Era del Castillo" junto a la cabecera exterior del Templo, que suponemos fue parte de una ermita mozárabe en tiempos anteriores a la construcción del Templo Calatravo. Los rasgos más propios de edificio religioso más que militar hacen pensar que sean de otra primitiva iglesia anterior o ermita. Foto de Juan José Mercado.

Puede que los sillares labrados que han aparecido en las últimas obras de arreglo del tejado del templo, y de adecentamiento de la parte posterior del exterior del altar mayor del templo, que aparecen ahora con buen criterio encajados en el muro exterior, fuesen piezas de la antigua y primitiva iglesia mozárabe, que se colocaron como firme del suelo  de la nueva iglesia. Es de suponer que estos restos encontrados y otros que sin duda pueden aparecer en el lugar, serían las piezas mantenidas y quizá las más importantes de otra construcción antigua, tal vez muestra de la primitiva iglesia mozárabe de tiempos de la invasión árabe del siglo VIII y siguientes. Restos que dan algún que otro siglo de antigüedad a este entorno, de forma que se puede considerar, que albergará en sus yacimientos ciertos restos relevantes, y sin duda auténticos  de lo que sería la más importante muestra de continuidad, en ese entorno, del asentamiento permanente en el bajo medioevo origen de nuestro actual poblamiento. Pendientes de su concreción, suponemos que este templo fuese construido sobre los restos de un pequeño templo mozárabe que lindaba con el edificio de la Tercia (suposición que por ahora no estamos en condiciones de esclarecer).

Vista aérea del Templo Medieval Calatravo y la Tercia. El espacio que queda entre ellos se llamaba en el siglo XVIII y XIX " Era del Castillo". En ese lugar estaba ubicada la Torre Fortaleza de defensa medieval.  Foto de J.J. Mercado.

El templo calatravo de La Higuera, fábrica de gran modestia,  es un templo de los llamados de cajón o de nave única, de planta rectangular y cabecera plana, con doble longitud de varas que anchura; este género de templos constituye el arquetipo o modelo más popular y sencillo de los ejecutados en la provincia a partir de la segunda mitad del siglo XVI. 
En esta foto podemos apreciar la cubierta de armadura de madera atirantada de clara influencia mudéjar. Foto de J. J. Mercado.
Estas iglesias con gran sencillez constructiva, forzada por una imperiosa austeridad económica, presentan también una cubierta de armadura de madera atirantada, de clara influencia mudéjar (El profesor Martínez Cubero, me comento que posiblemente construido por un artesano de Andujar) y un coro prolongado a todo lo ancho y  a los pies de la nave, en forma de tribuna.
En esta foto y siguientes se aprecia el par y nudillo tan característico de los cerramientos mudéjares. Fotos de María Ahumada.

Construido dentro de una sobriedad de recursos, y dentro de una modestia material impuesta por los dictámenes constructivos de la Orden de Calatrava, que podíamos considerar como absolutamente rigurosa en sus modelos constructivos. Con una techumbre de madera que encontró una solución económica y funcional para la nueva fábrica, donde la edificación está formulada con materiales combinados de mampostería y ladrillo, que después serian enlucidos. Este tipo de fábricas medievales pobres y sencillas fueron construidas para ser revocadas finalmente con enlucido como terminación, y el posterior encalado. El conocimiento de este tipo de terminaciones de las fábricas de este periodo histórico, fue la razón por la que un sector de la población actual de nuestra villa, consideró que debían mantenerse el enlucido de sus paredes y no descubrir su obra; finalmente ha quedado al descubierto como si de una construcción completa de sillería en piedra se tratase en toda la construcción del templo. Se ha querido dar la nobleza de la sillería en piedra a una construcción de mampostería en una parte. Aunque con el descubrimiento de la sillería en piedra en el interior de la pared de la puerta de entrada, se ha ganado mucho para el templo… así, al fin y al cabo, parece que ha ganado en antigüedad y ahora aparece a ojos de todos los higuereños más grandiosa que nunca.
En la parte izquierda de la foto se puede apreciar la parte de sillería de piedra de la zona, que fue descubierta hace unos años. Las otras partes descubiertas son de mamposteria y fueron igualmente descubiertas en la parte de enfrente de la puerta de entrada, en ella aparecen los arcos de mamposteria de ladrillo de medio punto que le dan fuerza a la estructura.
Con un exterior que responde igualmente a la austeridad económica y estilística, a excepción de su portada de piedra en la única puerta de acceso al templo, de la que hace unos años se sacrificó el escalón para facilitar la entrada y salida de la cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno, y una ventana de reducidas dimensiones enmarcada en piedra, encima de la puerta de entrada, que se mantiene original desde su construcción. Templo que a lo largo de la primera mitad del siglo XX pudimos contemplar con una espadaña de ladrillo, que albergaba hueco para una campana en el marco de parte de su estructura, hasta que desapareció por la fragilidad de su construcción en la segunda mitad del siglo XX.

La sencillez y por tanto la economía de la construcción se convierte en estos templos construidos por la Orden de Calatrava, en el prototipo de templo más adecuado para cubrir las necesidades parroquiales de una feligresía escasa, en una población no muy numerosa, como la que componía la nueva parroquia de La Fuente de la Figuera a comienzos del siglo XIV.
Imagen del Cristo de la Capilla, que ocupa el centro del Altar Mayor del Templo Medieval. En la foto se puede apreciar en detalle el retablo de Jacinto Higueras. Foto de María Ahumada
En Jaén el modelo de templo de nave única, o cajón, aparece tanto en la arquitectura diocesana como en los templos dependientes de las encomiendas de Calatrava, con Martos como cabecera del Maestrazgo de Calatrava en la alta Andalucía. Esta estructura  de templos, por lo austero de su formulación como templo, y la perfecta armonización del espacio, hace de esta tipología de templos un modelo ideal para el desarrollo de los postulados litúrgicos y pastorales que surgieron tras la Contrarreforma. Pese a su sencillez y modestia constructiva, comparables a la del templo de Arjonilla, Jamilena, o los templos de San Pedro y San Benito de Jaén, nuestro templo era suficiente para una feligresía, que se levantó siguiendo los dictados jerarquizantes y constructivos propios en el uso de la Orden de Calatrava. El relativo número de hogares de esta feligresía, seguramente influyó en el dilatado proceso de construcción del templo, dado que el contingente escaso de población no podría soportar una carga económica de envergadura.
A la derecha del Altar Mayor del Templo Calatravo se encuentra la capilla dedicada al culto de Nuestro Padre Jesús. Foto de J. J.  Mercado.
En este templo y a cada lado del altar, hay dos capillas, que fueron ampliadas a finales del siglo pasado para albergar las imágenes de las hermandades de Nuestro padre Jesús Nazareno y las Vírgenes de la Soledad y de los Dolores.
Capilla situada a la izquierda del Altar Mayor dedicada al culto de la Virgen de la Soledad y Virgen de los Dolores. Foto de J. J.  Mercado
Este templo construido con una espadaña, presenta un exterior bastante simple en el que se marcan los arcos de medio punto, que sirven de contrafuertes en la construcción, con la puerta de acceso realizada en piedra del tipo arenisca propia de su término. En la segunda mitad del siglo pasado se construyó una torre en el fondo izquierdo, con acceso desde la esquina frente a la escalera del coro. Esta torre fue construida a expensar de los benefactores: Sebastián Fuentes Martínez y su esposa María Antonia Galán Pérez, siendo maestro de obras Isidoro Liébana. Ellos fueron igualmente los benefactores de La Residencia de ancianos “San Antonio” de Lahiguera.
En la segunda mitad del Siglo XX se construyó la Torre del Templo medieval. Sufragado por los benefactores D. Sebastián Fuentes Martínez y Dª María Antonia Galán Pérez. En la parte derecha de la foto, se pueden apreciar los arcos de medio punto y los sillares de piedra. Abajo nocturna de La Torre y parte trasera del Templo.
Este templo, único en nuestro pueblo en esta época, situado en la parte más alta de la población, y situada hoy también casi al borde del extrarradio, como lo fue desde su creación. Este fue en su tiempo el centro del núcleo de población que se generó tras la cesión de Al-Bayyasi a Fernando III en 1225. El conjunto de las construcciones anejas al templo como el Castillo y la Tercia y la amplitud de la calle Ancha, que tanto recuerda con sus dimensiones a las plazas medievales, donde como en los zocos mozárabes se comerciaban los excedentes de la producción familiar agrícola y ganadera  de sus habitantes.
Este cuadro representa la Negociación de Fernando III con Al- Bayyasi rey de la taífa de Baeza en 1224. El cuadro presenta ciertos anacronismos en las vestimentas de los personajes castellanos, más propias del Barroco.

Posteriormente cuando a lo largo del siglo XVIII y XIX nuestro pueblo fue creciendo hacia la zona más llana, paso obligado de caminos y la consiguiente creación de mesones y albergues para los viajeros, se construyó la Ermita del Santo, frente al antiguo Posito, las primeras escuelas, y el propio Ayuntamiento en la llamada entonces calle Llana. 

Foto de la procesión del Resucitado a la salida de La Ermita del Santo. Eran los años de la posguerra y a falta de imagen del Resucitado se vistió a una niña sobre unas andas para que representase la imagen sagrada. Detrás la Virgen de la Soledad de Domingo Sánchez Mesa. A la derecha de la niña y abajo D. Rafael Muñoz, "Padre Antonio". 

Plano retocado por Manuel Jiménez Barragán, sobre el Callejero Decimonónico, donde se puede comprobar el crecimiento en los siglos XVIII y XIX de la villa de La Higuera, y la formación del nuevo centro urbano  hacia la parte más llana. En ella se puede apreciar la Calle Llana,  hoy Ramón y Cajal, y el resto de calles que generan el paso de las comunicaciones hacia las poblaciones vecinas.
Es de suponer que ubicado el centro de la población alrededor del Castillo, El Templo y la Tercia, los caminos utilizados por moradores y foráneos fuesen el camino del Charcón, y Cuatro Caminos, puesto que los nombres que permanecen a través de los siglos, fueron utilizados por nuestros antecesores de acuerdo con la realidad cotidiana de uso de su tiempo.
Templo situado en la parte baja de la villa de Lahiguera que fue construido a partir del 24 de junio de 1944.  Abajo puerta de entrada principal. Foto de J.J.  Mercado
Un nuevo templo se construyó en la parte baja de la villa a mediados del siglo XX en un espacio inadecuado, al pie de la calle Buenavista y la torrontera que corta el descenso al resto de la población. Parece que se ofrecieron otras alternativas en lugares próximos a la Plaza en aquel tiempo, pero no acertamos a comprender una ubicación tan desacertada por las autoridades eclesiásticas y municipales. 
Foto aérea de La Plaza y de los "Portalillos" al fondo de la misma.  En esta parte y la Antigua Casa de Enriquillo y El Casino, se habló en su momento de construir la nueva Iglesia al principio de los años cuarenta del siglo pasado.
La primera piedra de este nuevo templo se colocó el 24 de junio de 1944 siendo párroco “el Padre Antonio”, llamado Rafael Muñoz.

Foto de la colocación de la primera piedra del nuevo Templo comenzado a construir desde el 24 de junio del año 1944. Don Rafael Muñoz "Padre Antonio" preside la bendición rodeado de fieles. 
El proceso por el cual La Figuera pasó a ser aldea de Arjona dentro del señorío de la orden de Calatrava ya está documentado en el artículo: EL REY JUAN II DE CASTILLA. CONCESIÓN DEL DUCADO DE ARJONA A DON FADRIQUE DE ARAGÓN, LA VENTA A DON ALVARO DE LUNA, CONDESTABLE DE CASTILLA, POR 20.000 FLORINES. Publicado en fecha 21 de marzo de 2014 en este blog.



Por un lado, todo el término de Arjona pasa en 1434 a manos de la orden de Calatrava, y la orden de Calatrava forma el partido de Arjona incluyendo La Figuera, que pasa a denominarse Higuera cerca de Arjona, no obstante, hablando de organización eclesiástica, La Figuera como feligresía seguía perteneciendo a Andújar, como se recoge en el sínodo de 1511, lo que habla de importantes complicaciones jurisdiccionales entre lo civil y lo religioso.

Cuadro explicativo  de la sociedad en la Baja Edad Media

Nuestro pueblo pasó a manos del Reino de Castilla, tras el Pacto del Castillo de Baños de la Encina, entre el rey castellano Fernando III y Al-Bayyasi, el rey de la Taifa de Baeza. En 1225, Al-Bayyasi entrega a Fernando III el Santo las villas de Andújar  y sus torres (entre ellas Figueruela con su torre y cortijo, y Villanueva) y Martos. En 1292 se otorgó privilegio real para la entrega de la aldea de “La Fuente de la Figuera” a mano de la jurisdicción de Andújar, llamándose entonces “Higuera de Anduxar” concesión que duró hasta el siglo XVII, a excepción de la breve adjudicación del rey Juan II como parte incluida en el  Ducado de Arjona al Duque de Luna Don Fadrique de Aragón, y su posterior venta a don Álvaro de Luna, Condestable de Castilla y su permuta final a la Orden de Calatrava. Entonces pasó a ser aldea de Arjona, dentro del Señorío de Calatrava, en la denominada “Vara de Arjona” fue llamada “La Higuera cerca de Arjona”.

La carta de donación del rey Juan II a favor de Fadrique de Aragón, conde de Luna, de la ciudad de Arjona, lugares de Alharilla, la Higuera y Recena, y los bienes que habían pertenecido al Conde Ruy López Dávalos en Menjíbar y tres cuartas partes de Jimena. El documento que lo atestigua es una carta fechada el 24 de Agosto de 1430 en Segovia. Archivo de los Duques de Alba, Jodar, Caja 19, nº 4. El texto de la carta dice así:

“Don  Iohan  por la  gracia  de  Dios , Rey de Castilla , de  Leon , de Toledo , de  Galizia , de  Sevilla , de  Cordova , de  Murcia , de  Iahen , del Algarbe , de  Algezira  e  Señor de  Vizcaya  e  de Molina .

Considerando  el  grand  debdo  que  con  vos  don Fadrique  de  Aragon , conde  de  Luna , mi  primo , comigo  avedes , e  los  muchos  e  buenos  e  leales servicios  que  me  vos  avedes  fecho  e  de  cada  dia fazedes , e  queriendo  acrecentar vuestra  casa , e  por vos  fazer bien  e  merced  fago  vos  gracia  e donación  por  juro  de   heredat  para  siempre  jamas  de  la  mi  villa  de  Arjona  con  su  castillo  e fortaleza  e  toda  su  tierra  e  terminos  e  distritos  e  aldeas , e  con  todas  sus  pertenencias , e  otrosy vos  fago  gracia  e  donacion  por juro  de  heredat para  siempre  jamas  del  mi  lugar de  Alfarilla  que es  entre  la  dicha  Arjona  e  la  villa  de  Porcuna , e  del  lugar que  dizen  La Figuera  que  esta  pegado  a  la  dicha  villa  de  Arjona , con  su  torre e  cortijo , e  Recena  con  su  castillo  e dehesas , e  los  bienes , que  Ruy  Lopez  Davalos  mi  Condestable que  fue  de  Castilla  avia  en  Mengibar, segund quel  Condestable  lo  tenia  e  las  tres  cuartas partes  de  la  villa  de  Ximena  con  su  castillo  e fortaleza  e  de  la  mentad  del  lugar  de  Ybros, quedando  a  salvo  a  Men  Rodriguez  de  Benavides  su  derecho  de  la  ypoteca  que  diz  que tiene  a  la  mentad  del  dicho  lugar  por  razon  de su  casamiento . E  fago  vos  merced  de  la  dicha villa  de  Arjona  e  de  la  dicha  villa  de  Ximena  e de  otros  lugares  suso dichos  e  en  la  manera  que susodicha  es , con  sus  castillos  e  fortalezas  e  con sus  tierras  e  terminos  e  distritos  e  con  los vasallos  e  vecinos  e  moradores  dellas  e  de  cada una  dellas  e  quales  pertenecen  e   pertenecer devan  en  cualquier  manera,  e  con  los  pechos  e derechos  e  penas  e  calopnias  pertenecientes  al señorio  de  las  dichas  villas  e  logares  e  de  cada una  dellas , e  con  las  martiniegas  e  yantares  e escribanías  e  portadgos  e  con  todos  sus montes  e prados  e  pastos  e  dehesas  e  rios  e  con  todas  las otras  pertenencias  de  cualquier  natura  que  sean o  ser  puedan , e  con  la  justicia  civil  e  criminal alta  e  baxa  e mero  e  misto  imperio , e  con  los regimientos  dellas , quedando  ende  todavía  para mi  e  para  los  reyes  que  después  de  mi  fueren , la mayoria  de  la  justicia , e  otrosy  alcabalas  e monedas  e  tercias  e  pedidos  quando  las  otras villas  de  mis  regnos  me  las  uvieren  de  pagar, e otrosy  mineras  de  Oro  e  plata  e  otrosy  metales cualesquier, e  las  otras  cosas  que  pertenescen  al señorio  real  que  no  se  pueden  apartar  del . De las  quales  dichas  villas  e  logares  con  sus  tierras e  pertenencias  en  la manera  que  dicha  es , vos  yo fago  merced  de  mi  cierta  sabiduria  ansy  como de  cosa  mia  libre  e  propia  e  por mi  poseyda, syn enbargo  e  contradicción  de persona  alguna de cualquier estado  o  condicion  que  sean . E  quiero es  mi  merced  que   sean  para  vos  e  para  vuestros  herederos  e  para  quien  vos quisieredes  e   por bien tuvieredes  e  las  podades  vender e  enpeñar e  dar e enajenar  en  vuestra  vida  o  al  tiempo  de  vuestro finamiento  e  fazer dellas  mayoradgo  o  division, con  las  condiciones  que  vos  quisieredes , e  fagades  dellas  e  en  ellas  e  de  cada  parte  dellas como  de  cosa  vuestra  propia  tanto  que  lo  no fagades  con  la  iglesia  ni  monasterio  ni  con  ome de  orden  ni  de  religión  syn  mi  licencia  e especial  mandado  ni  con  persona  que  sea  de fuera  de  mis  regnos . E  por la  presente vos  do  e entrego  la  tenencia  e  posesyon  e  propiedat  e señorio  de  las  villas  e  logares  e  sus  tierras  con todos  los  derechos  a  ellas  pertenecientes  e  los otros  sobre  dichos  de  que  vos  fago  merced , e  con sus  castillos  e  fortalezas . E  mando  a  los  concejos, alcalldes , alguaziles  regidores , cavalleros  e escuderos  e  omes  buenos  vecinos  e  moradores  de las  dichas  villas  e  logares  e  sus  tierras  e  de cada  uno  dellos  en  la  manera  que  dicha  es , que  vos  reciban  e  ayan  por señor como  dicho  es , e  vos  recudan  e  fagan  recudir con  todas  las cosas  susodichas , so  pena  quel  que  lo  contrario fiziere  ni  me  mas  sobre  ello  requiriese , que  por ese  mismo  fecho  pierdan  todos  sus  bienes  e  sean confiscados  para  mi , de  los  quales  vos  yo  fago merced  para  que  los  entredes  e  tomedes  por vuestra  propia  avtoridat  e mandado  a  los alcaydes  e  otras qualesquier  personas  de  qualquier estado  o  condicion  que  tienen  los dichos  castillos  e  fortalezas  de  las  dichas  villas  e logares  e  de  cada  uno  dellos , que  vos  los  den  e entreguen  a  vos  e  a  vuestro  cierto  mandato  e  vos  apodero  en  lo  alto  e  baxo  dellas  con  todos sus  pretechos  e  bastimentos . Ca  yo   por  la  presente  ellos  faziendolo  e  cumpliendolo  asy  les suelto  e  quito  una  e  dos  e  trez  vezes  a  ellos  e  a cada  uno  dellos  qualquier  pleito  e  omenaje  que por los  dichos  castillos  e  fortalezas  tienen  fechos ansy  a  mi  como   a  otra  cualquier  persona  o personas  e  les  do  por  livres  e  quitos  dellos  para siempre  jamas . E  no  fagan  ende  al   por  alguna manera , so   pena  de  la  mi  merced  e  de  las penas  en  que  caen  aquellos  que tienen  castillos  e fortalezas  por  su  ley  e  señor natural  e  gelos  no dan  ni  entrega  cada  que  ge  los  demanden . E     sobre  esto  mando  a  los  dichos  condes , ricos  omes , Maestres  de  las  Ordenes , Priores , Comendadores e Subcomendadores  e  a  los  de  mi  Consejo  e  oydores  de  la  mi  Audiencia  e  alcalldes   e   notarios  e  otras  justicias  de  la  mi  Casa  e  Corte  e  Chancelleria  e  a  todos  los  otros  mis  subditos  e naturales  de  cualquier estado  o  condicion, preeminentes  o  dignidat  que  sean,  e  a  cada  uno dellos   ge  lo  guarden  e  cumplan  e  fagan guardar e  cumplir  en  todo  e  por todo, segund  que  en  esta  mi  carta  se  contiene  , e  que  no vayan  ni  pasen   ni  consientan  yr ni  pasar contra ello  ni  contra  parte  dello  agora  ni  en  ningún tiempo, e  no  fagan  ende al  por alguna manera , so  pena  de  la  mi   merced e  de  dos  mill  doblas de  oro  castellanas  e  cada  uno  por  quien  fincare  de  los  asy  faze r  e  cunplir,  para  la  mi  Camara .
Sobre  lo  qual  , mando  al  mi  chanciller  e  notarios  e  a  los  otros  que  estan  en  la  tabla  de  los  mis sellos  que  vos  den  e  libren  e   pasen  e  sellen  mis  carta  o  cartas  e   privillejo  o  previllejos , las  mas  firmes  e   bastantes  que  menester uvieredes , con  cualquier  clausulas  derogatorias .  E  los unos  e  los  otros  no  fagan  ende  al  por alguna   so  la dicha   pena . Dada  en  Segovia   veynte  e  quatro  dias  de  Agosto  , año  del nascimiento  del  nuestro  señor  Ihesu  Christo  de  mil  e  cuatrocientos  e  treynta años . Yo  el   Rey . Yo  el  doctor  Fernando   Diaz  de  Toledo  oydor  e refrendario  del  rey  e  su  secretario  la  fiz  escribir  por  su mandato . Registrada… “


Deduce Ahumada Lara, I., (1995, 26) (6) que aquella fugaz concesión de Andújar (1432) a la Orden de Calatrava pudiera ser en origen de que La Fuente de la Figuera apareciese vinculada a los calatravos desde, al menos el día 3 de junio de 1434, puesto que en ese día el rey Juan II firmó un privilegio para que “ se pueda facer troque e cambio de la Figuera al cabo Andújar por el lugar de la Alharilla, que es cerca de Porcuna” (Archivo Histórico Nacional, 1434). “La Figuera” aparece en este privilegio como perteneciente a la Orden de Calatrava y la Alharilla es propiedad de Rodrigo de Guzmán, a quien Juan II se refiere como “mi doncel e vasallo”.
Imagen de una Batalla Medieval.
Con el hecho relatado más arriba en la cita de Ahumada; tal vez Juan II quiso enmendar algún desafuero a la ciudad de Andújar. Entramos así en un punto oscuro de la historia que no sabemos si tiene relación con el relato sobre don Fadrique de Aragón Duque de Arjona. Interesa precisar que el referido trueque no se llevó a efecto, pues el 19 de julio de 1434, Don Álvaro de Luna produce el cambio de las villas de Maqueda, San Silvestre y El Colmenar por Arjona, Arjonilla, La Figuera, Recena, que tras Don Fadrique de Aragón, aparece como poseedor del señorío-ducado de Arjona desde que lo perdiera Don Fadrique de Aragón conde de Luna y Duque de Arjona.
Descubierta la conspiración de Don Fadrique para apoderarse de la ciudad de Sevilla, el Conde de Luna y Duque de Arjona fue apresado y ejecutados sus auxiliares, muriendo años después, en 1438 en misteriosas circunstancias en el castillo de Brazuelas, probablemente por orden de Álvaro de Luna. Destruido el conde de Luna y Duque de Arjona (don Fadrique), el condestable don Álvaro de Luna pierde el interés que tenía por Arjona y la Figuera, tal como se pone de manifiesto de forma evidente  al  buscar un comprador para estas propiedades. Cayendo la elección en la Orden de Calatrava, cuyo Maestre era uno de los principales colaboradores del mismo Condestable de Castilla don Álvaro de Luna. Se realizaron unas rápidas negociaciones de venta, unas negociaciones que culminaron el 19 de julio de 1434 con la permuta de Arjona, La Higuera, Arjonilla, Recena y tres cuartas partes de Jimena, y 30.000 maravedíes de juro en la renta del Almojarifazgo y escribanías de Ciudad Real, a cambio de Maqueda, San Silvestre y El Colmenar, que constituían un formidable bastión defensivo, en torno a Escalona. Así pues desde esta fecha del 19 de julio de 1434 pertenecimos a la Orden de Calatrava.

Sociedad feudal en el Edad Media con escasa producción comercial. 

Arjona no se mantuvo mucho tiempo en el señorío de Fadrique de Aragón. Es sobradamente conocido cómo en 1432 Fadrique procedió a liquidar sus posesiones castellanas, atraído por la invitación de los embajadores del rey de Túnez, que le brindaron ayuda para conquistar el reino de Sicilia. Estaba pues necesitado de dinero para sufragar los gastos de tan importante empresa, y por ello vendió Villalón al conde de Benavente en 20.000 florines y por 40.000 maravedíes de juro la villa de Arjona y aldeas referidas en el documento carta al Condestable de Castilla D. Álvaro de Luna en 20.000 florines, seguramente ambas ventas en las mismas fechas, conservando no obstante Cuellar. De esta manera Arjona y con ella La Figuera volvían a cambiar de dueño y señor en breve espacio de tiempo. Pasaban así a manos del poderoso Álvaro de Luna, Condestable de Castilla, conde de San Esteban, Administrador perpetuo de la Orden de Santiago, y todopoderoso árbitro de la política castellana. Se desconocen los motivos que indujeran a Álvaro Condestable de Castilla  a comprar Arjona y La Figuera,… pudiera ser que los motivos fueran en mayor grado los motivos políticos que los propiamente señoriales y económicos, motivos que siempre primaban para Don Álvaro de Luna, tan pragmático. Con esta venta es posible que la política castellana introdujese un elemento desestabilizador en la retaguardia de los infantes de Aragón, enemigos de Castilla, y por otra se eliminase un personaje tan turbulento como Fadrique, que, quizá en algún momento pudiera erigirse en un enemigo incomodo de don Álvaro de Luna.

Caballero medieval de la Orden de Calatrava.

En fecha 19 de julio del año 1434 Don Álvaro de Luna, Condestable de Castilla, permuta Arjona, La Higuera, Arjonilla, Recena y tres cuartas partes de Jimena y 30.000 maravedíes de juro en la renta del Almorjarifazgo y escribanías de Ciudad Real, todo esto a cambio de Maqueda, San Silvestre y Colmenar, con lo que La Higuera pasa a la Orden de Calatrava como hemos referido.
Una vez formado y organizado el señorío de la Orden de Calatrava, resultaba vital su repoblación para la propia defensa del territorio, con lo que se garantizaba por un lado control del territorio, y por otro, su explotación económica, generando las rentas necesarias para el funcionamiento de esta institución feudal. Para pode llevar a cabo esta labor, era imprescindible ofrecer una mínima organización territorial y una relativa seguridad a la población que allí se trasladase. Para cubrir este objetivo la Orden de Calatrava, siguiendo una costumbre, ya ejecutada en el Campo de Calatrava, estructura el territorio en encomiendas. Una encomienda era una circunscripción asignada a un miembro de la institución para que la administrase económica y jurídicamente, a la vez que la defendía. Cada una de ellas solía comprender un territorio relativamente extenso que incluía diversos núcleos de población (villas, aldeas e incluso lugares con un fuerte carácter rural), siendo el de mayor tamaño el que daba nombre a la encomienda, y en el cual residía el comendador.

Aceptamos la idea de que el Obispado de Jaén fue uno de los principales de España durante los siglos XIV al XVI en cuanto al saneamiento de su economía. Si a los ingresos por el diezmo aportado por cada una de las parroquias de la Diócesis, una provincia con fuertes ingresos de las cosechas de cereales en toda su campiña alta y baja, y le sumamos las rentas de las propiedades de cada una de las mesas eclesiásticas, podemos comprobar que la mitra jiennense ocupa durante los citados siglos XIV al XVI el noveno lugar entre las treinta y cuatro diócesis castellano-leonesas (7) A.A.V.V. Rodríguez Molina, J. (1982) Historia de Jaén. Jaén en el siglo XVI: Época de esplendor. Excma. Diputación Provincial de Jaén.
Si a estos factores añadimos la enorme vitalidad mostrada a lo largo de todo el siglo XVI por estas tierras provinciales y sus gentes, con un crecimiento vegetativo de la población que hace pasar en Andújar de un número de vecinos pecheros u hogares de 1.609 en el censo de 1528-1536 a un número de vecinos de 2.900 en 1561, o en Marmolejo de 153 vecinos en 1528-1536 a 449 en 1561. (8) Tomado del Archivo General de Simancas. ”Contadurías Generales” Legajo 768 para 1528-1536 y para la de 1561 de “Contadurías Generales” Legajo 2304.

Este crecimiento de población puede considerarse un dato determinante y significativo, que podemos apreciar en todas las poblaciones de nuestra provincia en toda la centuria, que discurre entre 1500 y 1599, y que comparativamente podemos calificar de prodigioso, ya que superaba en mucho el crecimiento producido en otras latitudes de Castilla. El índice de crecimiento medio de la población castellana, debió oscilar, entre las primeras y últimas décadas del siglo XVI, en torno al 47,5%; mientras que los índices de crecimiento  de las ciudades jiennenses y sus términos fluctúan durante ese mismo periodo con un crecimiento bastante superior, que oscilaba entre Andújar y sus villas del 93,9% (La Higuera pudo casi duplicar su población); Alcalá la Real con un 96,5%; Baeza y su alfoz con un 71,8% y Úbeda con un crecimiento vegetativo de un 74,1%. En la provincia de Jaén de un total de ochenta y cinco ciudades, villas y lugares se produce un crecimiento vegetativo de la población generalizado. De ellas podemos reseñarlas más significativas:
Jaén 4.253 en 1535 y 5.959 en 1561.
Torredelcampo  438 en 1535 y 597 en 1561.
Baeza 2.709 en 1535 y 5.172 en 1561.
Andújar 1.609 en 1535 y 2.900 en 1561. (La Higuera estaba incluida como población en Andujar)
Úbeda 2.605 en 1535 y 4.672 en 1561.
Porcuna 924 en 1535 y 1.231 en 1561.
Martos 1.240 en 1535 y 1.993 en 1561.
Torredonjimeno 816 en 1535 y 1.092 en 1561.
Higuera de Calatrava 101 en 1535 y 162 en 1561.
Alcaudete 527 en 1535 y 883 en 1561.
Bedmar 227 en 1535 y 483 en 1561.
Huelma 245 en 1535 y 806 en 1561.
 
Grabado de la siega medieval. 
El ordeño, escena de la vida cotidiana en la Baja Edad Media.
El mercado medieval de las villas y los cambios de mercancias en las ciudades.

La prosperidad económica que se da en nuestra provincia en el siglo XVI, se muestra como incuestionable y esta conlleva un aumento considerable de la población a lo largo del siglo. En los 26 años que transcurren entre 1535 y 1561 se constata un progresivo crecimiento vegetativo causa y efecto a la vez de la situación económica. El aumento de población  y las directrices emanadas del Concilio de Trento hacen necesario e ineludible, por parte de las autoridades eclesiales, la necesidad  de dotar a esta feligresía en crecimiento de nuevas fábricas parroquiales en poblaciones donde las anteriores, si existían, quedaron reducidas para la población; por lo que se vio la necesidad de ampliar y mejorar las ya existentes, o crearlas en lugares donde existiese otra pequeña o ermita, así como hacer ubicaciones de otras donde la nueva realidad demográfica lo hiciera necesario o aconsejable.

En el partido de Martos, como ocurría en los demás territorios dependientes de Las Ordenes Militares, se daba una total autonomía con respecto al Obispo de la Diócesis, según se había acordado entre los maestres y los diferentes mitrados de la Diócesis a través de los años. 
 
La Sociedad estamental desde los siglos XI al XV

La Figuera fue villa perteneciente a la Orden de Calatrava desde el 19 de julio del año 1434, cuando el Ducado de Arjona paso a manos del Maestre de Calatrava por la compra del Ducado, por lo que se dio por una parte la circunstancia de la pertenencia desde 1434 a la orden de Calatrava, con lo que la Orden tenía autonomía para obrar en todos los aspectos como le interesara a la Orden, y por otra parte en todo lo relacionado con los aspectos de organización parroquial dependía del arciprestazgo de Andújar hasta  1511.


Martos había sido conquistado por Fernando III en 1225, el mismo año que Al- Bayyasi entregaba Andújar, La Figuera y Villanueva al mismo rey Fernando, pero en el año 1236, Fernando cedió Martos a los caballeros de Calatrava, en virtud  de la donación otorgada por el monarca en la ciudad de Toledo a favor del Gran Maestre de la Orden, don Gonzalo Yáñez e Novoa.

La función y cometido principal de las encomiendas de la Orden de Calatrava consistía en garantizar la defensa y colonización del territorio reconquistado, para lo cual se dotó de una organización militar. De manera simultánea desde un principio, la Orden procedió a la instalación de una estructura mínima organizativa de la Iglesia en cada una de sus encomiendas, con el fin de atender sus necesidades de servicio de culto cristiano y sus funciones evangelizadoras. Tarea que fue asumida conjuntamente por las autoridades diocesanas de Jaén y por la Orden de Calatrava, en función de sus responsabilidades derivadas del carácter de señorío jurisdiccional a la vez que eclesiástico. Por tal motivo la Orden de Calatrava gozaba de jurisdicción propia dentro del ámbito de la diócesis de Jaén “y en su condición de cisterciense estaba exenta de jurisdicción eclesiástica ordinaria” (9) Rodríguez-Picavea Matilla, E.: “Génesis y evolución del señorío calatravo”, página 166.

Por vía de concordia, ambas instituciones establecieron el marco reglamentario de la estructura eclesiástica en cada una de las encomiendas, organizada sobre iglesias, cuya edificación, provisión y mantenimiento recaía en la Orden de Calatrava, si bien, en contrapartida, los comendadores de la Orden nombraban los capellanes que las servían al disponer del derecho de presentación ante el obispo diocesano, del arcediano o el vicario de Jaén. A pesar de este derecho la diócesis jiennense trató de retener un mayor control eclesiástico por vía ordinaria en las parroquias, al exigir a los capellanes la obediencia al obispo, la asistencia a los concilios diocesanos y el cumplimiento de las sentencias canónicas.



Otra forma de intervención del obispo diocesano  o del arcediano en todo el ámbito de las encomiendas calatravas, se producía a través de las visitas pastorales anuales a cada parroquia, visitas que eran sufragadas por los freires de la Orden de Calatrava.

El Obispado y la Orden, además de deslindar las obligaciones y el funcionamiento eclesiástico, acordaron también por la vía de la concordia el marco fiscal del reparto y distribución de los derechos eclesiásticos, llamados “obispales”, que les correspondían a cada una de las dos partes. La iglesia de Jaén buscó asegurar, a través de las Concordias de 1245 y 1252, su participación en las rentas y recursos de las distintas encomiendas de la Orden de Calatrava, cuyos ingresos fiscales se recaudaban a través de las iglesias existentes en cada encomienda de Calatrava, en concepto de diezmos, primicias, donativos, minucias, décimas personales, pie del altar, diezmo de los moros, diezmos de los criados y de acostados de la orden, calonas o multas, calonas de sacrilegios, procuración, “catedrático”, diezmo de corderos, de quintos, etc. y de las mandas testamentarias que se distribuían entre ambas partes; siendo en su mayoría un tercio para el Obispo y Cabildo de Jaén  y dos tercios para el Maestre y convento de Calatrava en los diezmos de pan, vino, de criados y de acostados de la orden, las calonas y mandas testamentarias; mientras que en el resto la totalidad de lo recaudado era para la Orden de Calatrava.
Por esta razón la Tercia de Lahiguera estuvo dentro del complejo que albergaba el nuevo templo edificado igualmente por la Orden de Calatrava.

En 1245, tuvo lugar esa primera transacción sobre la distribución de las rentas eclesiásticas entre las dos instituciones que, según Rodríguez-Picavea, E, contó con la aprobación del Papa Inocencio IV, quien la “confirmó en 1248, a petición de los Calatravos” (10) Rodríguez- Picavea Matilla, E.: “Génesis y evolución del señorío calatravo…, páginas 167 y 168.

Con el paso del tiempo, estos acuerdos de la concordia fueron modificándose  y renovándose, dando así lugar al establecimiento de otras nuevas concordias, como las de 1252 y la de 1256. Más adelante hubo otras como la del 7 de enero de 1286, que confirmaba lo acordado en 1256, y la del 19 de septiembre de 1334, y otras posteriores en 1382,  en 1407, etc. (11) Rodríguez Molina, J.: “Las Órdenes militares de Calatrava y Santiago en el alto Guadalquivir (siglos XIII-XV). Cuadernos de Estudios Medievales, II-III, 1974-1975, páginas 70 a 72.
Martín de Ximena Jurado, (12) en su: Catálogo de Los Obispos de la Diócesis de Jaén y Baeza y Annales Eclesiásticos Della. Madrid. Imprenta Domingo García, 1654), recoge que por concordia en 1244 entre la Orden de Calatrava y el Obispo de Baeza Fray Domingo, se le concede al obispado el derecho de percibir gran parte de los diezmos, así como el derecho de visitar y ejercer los autos pontificales en todo su distrito. Hasta la toma de Jaén por el rey Fernando la sede de la diócesis de los territorios reconquistados fue Baeza.

Otra concordia posterior doce años después en 1256 entre la Orden de Calatrava y el Obispo de Jaén, don Pascual, delimitaría el reparto de Diezmos y Primicias, quedando acordado que un tercio sería para el Obispado y dos tercios para el Maestre y La Orden. En Martos en fecha 6 de mayo de 1256, estando reunidos don Pascual, Obispo de Jaén, y Pedro Ibáñez, maestre de la Orden de Calatrava, acordaron hacer “tal avenencia et tal composición” para reglamentar las obligaciones y el reparto de estos derechos y rentas eclesiásticas, que grabaron la producción agraria de las encomiendas calatravas.
Pirámide de poder en la sociedad medieval.
Este Derecho que permaneció prolongado en su uso hasta el año 1382, año en que el Obispo don Nicolás de Biedma vende y traspasa este derecho del tercio decimal a los maestres de Calatrava. Por fin en el año 1591, una última concordia, ahora referida al gobierno, jurisdicción eclesiástica y provisión de Beneficios, establece que la Orden de Calatrava con sede en Martos tuviese su vicario propio en el partido: “y el Obispo también pudieffe tener otro Vicario en él, a los quales perteneciefe el conocimiento de las caufas, en la forma que se exprefa en la mifma Concordia”. (13) Martín Ximena Jurado. Catálogo de Los Obispos de la Diócesis de Jaén y Baeza y Annales Eclesiásticos della. Madrid. Imprenta Domingo García, 1654, página 201. 

En 1594 era vicario general de esta provincia y de la Orden de Calatrava Fray Pedro Camacho.

En el marco de colaboración y participación fiscal de las dos instituciones eclesiásticas: Obispado y Orden de Calatrava, debió sin duda estar influido por el aplastante peso de la Orden de Calatrava en las tierras diocesanas de Jaén y en otras más inciertas e inseguras  de Córdoba, tal como se recogía en el preámbulo de la concordia de 1256. Otra muestra de la hegemonía de la Orden de Calatrava  en el Reino de Jaén era la participación en los ingresos, probablemente justificados por los cuantiosos gastos que acarreaban las tareas militares de la defensa de la frontera del obispado y Reino de Jaén con el Reino Nazarí de Granada. Pues aunque la Orden vio reforzada su capacidad financiera y, al mismo tiempo, respaldaba la extracción de la producción campesina, no deja de ser menos cierto que el propio obispado y cabildo jiennenses salían también muy beneficiados, puesto que así se aseguraban la percepción de ingresos, que hubiesen sido de otro modo difíciles de percibir, ya que al no controlar la circunscripción territorial y fiscal de Calatrava hubiesen tenido difícil el poder acceder a ellos. Este marco de conveniencia mutuo era tal que algún historiador llegó a hablar de “confederación de ayuda mutua” entre la Iglesia de Jaén y la Orden de Calatrava: “el uno al otro, con todas sus fuerzas, contra todas las personas del mundo, apartándose el mal y allegándose el bien, siendo amigos de amigos y enemigos de enemigos”. (14) Salazar y Castro, L.: Manifestación de los agravios que ha padecido la esclarecida Orden de Calatrava en los pleytos que sobre la jurisdicción eclesiástica del partido de Martos la ha puesto el obispo de Jaén. Madrid (1706) folios 22 y siguientes.

Todas las concordias alcanzadas entre los obispos de Jaén y los maestres de la Orden de Calatrava, y singularmente la “compusición“ de 1256, tuvieron una finalidad tributaria y muestran a las claras la coincidente capacidad de acuerdo que alcanzaron para así percibir, repartir y distribuir entre ellos los diezmos eclesiásticos y otras rentas, que se aprecia en un claro afán recaudatorio, por no decir voracidad recaudatoria con los campesinos de sus villas, por parte de ambas instituciones, que parece estuvieron dispuestas a no dejar de gravar las tareas que realizaban los campesinos, labradores y ganaderos del término municipal del castillo de Lahiguera y todo lo que suponía la producción correspondiente de la producción agrícola, ganadera y apícola, como ocurría en las demás villas y lugares de la Orden de Calatrava. Con la única excepción de la salvedad fiscal contemplada para con el grupo privilegiado de los propios caballeros y freires calatravos que no pagarían diezmos de sus tierras y de sus ganados.
Cuadro resumen de la Baja Edad Media en Europa Occidental.

A través de lo manifestado por escrito en las célebres concordias, podemos analizar cuál era la situación del pueblo llano, tal como quedaba organizada la sociedad de este tiempo y cuáles fueron sus recursos económicos y materiales. Una sociedad con una estructura feudal, que establecía la sociedad dividida tanto funcional como  ideológicamente en tres estados: Oratores (Iglesia), bellatores (nobleza) y laboratores (campesinos). De modo que los dos primeros grupos eran los privilegiados y encargados de dirigir, defender y cuidar espiritualmente del tercer sector empobrecido de la sociedad, cuya misión en el mundo no era otra que la de trabajar para sostener y alimentar a los dos primeros.

Etapas de la Edad Media

El respaldo económico y militar a sus tareas fronterizas lo proporcionaron desde el siglo XIII numerosas poblaciones asentadas en torno a Martos, en la fértil campiña jiennense, de las que destacaron Porcuna, Jamilena, Torredonjimeno, la Higuera y Lopera.


En la encomienda de Calatrava, la minoría dirigente era la encargada de proteger el territorio y la aldea y posterior villa de La Higuera, una minoría formada por caballeros, freires (hermanos de la Orden) y comendadores, eran quienes al mismo tiempo resultaban ser los grandes beneficiarios de la posesión de tierras y de los rendimientos que se obtenían de ellas, a través de arrendamientos que hicieron a familias de colonos y repobladores que se fueron asentando en el territorio. Pero estos no sólo eran sus beneficios, pues gracias a las concordias alcanzadas en diferentes momentos entre el Maestre de Calatrava y el Obispado de Jaén, tal como hemos visto anteriormente, también participaron en las rentas de los frutos con una fiscalidad muy privilegiada para ellos, que entre ambas instituciones se repartían en base a los acuerdos de derechos y rentas extraídos de la producción agrícola y ganadera, soportada siempre por la masa de campesinos y ganaderos y sus familias, que vivían en esa encomienda. Un sector de la sociedad mixta formada por cristianos y mudéjares (diezmos de moros que moraren en los sobredichos lugares) sobre los que recaía esta realidad económica como productores agrícolas o ganaderos.

Así por una parte la Orden y la Iglesia percibían la totalidad de los ingresos producidos por los diezmos (aceite, quintos, ganado, “de los moros” (referidos a los mozárabes que permanecieron en el territorio) y por otra parte de las primicias como: pie de altar, obras pías o de devoción de aquellos que en vida hacían donativos u “obligatores mortuorum”;  además de recibir los dos tercios de los diezmos de pan (trigo, cebada y centeno), del vino, de los criados y allegados que tuvieran, de las multas (calonas) y de las mandas testamentarias de las herencias. Por la otra parte, la oligarquía religioso militar de la Orden de Calatrava formada por caballeros, freires y comendadores recibía un trato fiscal especial en la fiscalidad eclesiástica, hecha a la carta para esta minoría dirigente que les eximía de pagar diezmos de sus respectivas haciendas, campos y ganados. Ellos eran los auténticos ganadores :
“Otrossi, de sus lauores, de sus tierras, de sus quintos, de sus huertas, de sus viñas et de las lauores que fizieren por sus despensas et de sus ganados tan bien destos sobredichos logares commo delos otros que en adelante que los freyres non den diezmo ninguno al obispo nij al cabildo de Jahén”.

La economía del territorio, basada fundamentalmente en la producción agrícola y en una ganadería de carácter extensivo, a juzgar por los distintos conceptos  de tratamiento fiscal, tenía como pilar esencial una agricultura de secano y extensiva, basada en la labranza de tierras dedicadas al cultivo de cereales, viñas y olivos (diezmos de pan, vino y aceite) junto a la producción de las huertas con verduras y hortalizas (pie de altar). Desconocemos ciertos aspectos relacionados con la forma de propiedad de la tierra, si hubo repartos de tierra entre las familias campesinas de la villa de Lahiguera  o si estas familias trabajaban el campo sólo a cambio de pagar la renta por su cesión temporal.


También la Orden de Calatrava fue importante “señor de ganados”, cuyas cabañas aprovechaban los pastos y rastrojos de las campiñas cerealistas, así como los pastos de piedemonte  de las sierras. La riqueza del ganado era doble, por una parte se recibía el diezmo del ganado y el diezmo de los corderos que se criaban cada año y por otra parte se recaudaban también los de los restantes productos como lana, queso y leche, que junto con los colmenares existentes constituían fiscalmente el diezmo de las “minucias”.


La peculiar situación jurídica y eclesiástica que se generó tuvo su origen en los silos XII y XIII, ante la necesidad que había de fijar la población procedente de Castilla en los nuevos territorios reconquistados, que venían a repoblar las tierras fronterizas con el Reino Nazarí de Granada, para con los cuales había que establecer y mantener unos servicios religiosos estables para esta nueva población. Se daba una cierta incapacidad de la Corona Castellana y de la propia Iglesia para conseguir los objetivos de atención en todos los órdenes, entre ellos el de la atención a su seguridad y la propia atención religiosa de estos feligreses, por lo que se establecieron unas situaciones de prerrogativas y concesiones a las Ordenes de Caballería que cristalizaron en normativas eclesiásticas diferenciadas.
La Higuera frontera durante 21 años (1225-1246) en la etapa del Reino Nazarí con capitalidad en Arjona y después en Jaén hasta 1246. Mapa elaborado por Antonia Paniza Cabrera.

La frontera del territorio cedido por Al-Bayyasi, a Fernando III en 1225, con Andújar, la Fuente de la Figuera y Villanueva de Andújar, supuso con el reino nazarí una amplia franja de terrenos despoblados y expuestos a las incursiones y asaltos de los que vivían a uno y otro lado de la frontera establecida hasta la conquista de Arjona por Fernando III el Santo. Para mantener una plaza fuerte, castillo o villa fortificada, como era el caso de La Fuente de la Figuera se precisaba pobladores venidos del Norte de Castilla, que como mano de obra colonizara y se asentara en estas tierras y al mismo tiempo las defendiera. Condición que se exigía a las familias que llegaban a repoblar nuestras tierras, de entre las que habían llegado a Andújar desde Castilla, y que a cambio se beneficiaban de los repartos de tierra, que en principio les permitía contar con las bases mínimas imprescindibles para iniciar una nueva ida en este nuevo escenario de vida, no exento de agitación y peligro. La escasez de pobladores y las dificultades del asentamiento de la población, hacia a veces fracasar la colonización de las nuevas tierras conquistadas, con lo que se ponía en peligro la continuidad del dominio castellano sobre aquellos extensos nuevos territorios conquistados. Por todo ello a parte de los repartos de tierras  se concedían privilegios fiscales a los nuevos colonos para fijarlos a su tierra.  De modo que los hombres soldado, los nuevos pobladores, iban a trabajar los campos con su lanza o espada para realizar las tareas agrícolas o para guardar los ganados. A ellos igualmente se les movilizaba para alguna expedición militar en caso de defensa de la frontera.
Los enfrentamientos en la frontera eran frecuentes, el dominio de las tierras de la frontera fue muy irregular. 
En el año 1310 Fernando IV llegó a conceder el privilegio de asilo: “a aquellos “golifantes” (golfos), ladrones, homicidas, malhechores, mujeres casadas que huían del marido, y a los que morasen año e día, quier sea vecino, quier no, que le sea perdonada la nuestra justicia” (15) Serra Ruiz, R.: El derecho de asilo en los castillos fronterizos de la reconquista. Murcia. (1965). Este derecho de asilo era una concesión excepcional que se establecía para algunas poblaciones y plazas fuertes de la frontera, como fórmula de reforzamiento para la defensa del castillo y de la villa fortificada.  
A partir de 1350, la frontera se estabiliza y se institucionalizan ciertos cargos por uno y otro lado que van prorrogando los periodos de treguas, con los “jueces de moros y cristianos”, los fieles de rastro, los alfaqueques, etc., que a lo largo de 142 años en que subsiste la frontera, tan sólo muy de tarde en tarde, aparecían los ejércitos de una u otra parte para razziar, talar y asolar el territorio del reino contrario. Fue el tiempo en el que a lo largo de casi siglo y medio se consolida la frontera de los romances fronterizos, con muestras en la literatura de la época, que ofrece una imagen romántica de la frontera quizá más que otra cosa engañosa, que en su agridulce relato enmascaraba una realidad tosca y dura de la vida de las poblaciones de frontera. A veces por capitulaciones, entre los reyes de uno y otro lado, se fijaban lugares elegidos para el intercambio y comercio entre cristianos, musulmanes y judíos de ambos reinos.

La vida de la frontera provocó entre sus pobladores una continua inclinación a conseguir “una relativa inmunidad física y psicológica con respecto a cualquier interferencia no deseada que pudiera venir del exterior de la frontera” (16) (Rojas Gabriel, M.: La frontera entre los reinos de Sevilla y Granada. Página 2769. 


Era, en un tiempo de agresión y violencia, donde se buscaba la defensa, ese reducto donde poder salvar la vida, los bienes, el ganado…etc. porque el cautiverio, los asaltos, la guerra en suma por un periodo de tiempo tan largo como de 250 años, en los que se mantenía una frontera inquietante, amenazadora y con permanente inseguridad, peligro y temor. 

 

La organización territorial de la Orden de Calatrava en el Alto Guadalquivir estaba articulada en torno a varias encomiendas que a partir de la segunda mitad del siglo XVI estaban agrupadas en dos grandes partidos: El partido de Arjona y el de Martos. En el partido de Arjona quedaron integrados la propia Arjona, Arjonilla, Higuera de Arjona, Porcuna y Lopera. Al partido de Martos le correspondía la propia Martos, Torredonjimeno, Santiago e Higuera de Martos. De esta organización quedó segregada Arjona años después, en fecha 14 de junio de 1577, que pasó a constituirse en arciprestazgo de la Diócesis de Jaén, mientras que La Figuera siguió perteneciendo al arciprestazgo de Andújar, por lo que el partido de Martos quedó constituido desde entonces por la reagrupación de las villas y lugares que en principio la constituían  y las que pertenecieron al partido de Arjona, ahora desgajado en arciprestazgo, a saber: Martos, Torredonjimeno, Viboras, Jamilena, Santiago de Calatrava, Higuera de Calatrava, Porcuna, Lopera, Torre Benzalá, Torre de Fuencubierta, Torre de Alcázar y las Pradillas. (17) Cumplida relación de lugares, posesiones, bienes, y rentas pertenecientes a las distintas encomiendas del partido o provincia de Martos, se pueden encontrar en el documento custodiado en el British Museum de Londres en la Addenda 28.340 (228), titulado “El Licenciado Pedro de Albos (sic) Enríquez a su magestad, sobre la comisión que llevó a Martos la mesa maestral de Calatrava (Martos, 14 de junio de 1577”. Aunque también pueden estudiarse las diversas relaciones de rentas decimales existentes en el Archivo Histórico Nacional, en la Sección de órdenes Militares (Martos).



En el siglo XVI se inicia un despegue económico y demográfico, en todos los pueblos del partido de Martos, que junto con las ideas surgidas en Trento, hacen propicia la construcción y renovación de numerosas fábricas en todo el Santo Reino.

La realidad fue que la Orden de Calatrava, siguiendo en gran medida los modelos diocesanos de organización de las feligresías en las poblaciones, impuso una jerarquización eclesiástica subdividida en vicarías o distritos que englobaban las diversas parroquias de los pueblos a ella pertenecientes, en el que estaba también las ermitas y demás lugares de culto. A partir del Concilio de Trento la constitución de nuevas parroquias en los territorios sujetos directamente a la jurisdicción del Obispo tenía que contar de modo inexcusable para su fundación, contando igualmente con la licencia y provisión preceptiva del prelado de la Diócesis. Era la culminación de todo un proceso de centralización administrativa y funcional de las obras parroquiales, un proceso iniciado unas décadas atrás por varios prelados que encontraron en el “derecho de visita” el instrumento adecuado para el establecimiento de criterios edificatorios jerarquizados, estables y unificadores.
 

En el capítulo VII del Libro III de las Constituciones Sinodales se expresa literalmente lo siguiente:


“Las obras de las iglesias no se encarguen a oficial que no sea del arte, y el que las tomare no pueda pedir lesión. Porque puede acontecer que por no conocerlos maestros de las obras, encarguemos algunas a persona que no es del arte, y las tome con ánimo de hacerlas por mano de otros, no siendo esta nuestra voluntad, mandamos a los mayordomos y Priores de las Iglesias, que antes de dar la obra al oficial, ó consentirle que trabaje en ella, le pidan el mandamiento de encargo que tiene, y si no fuere maestro en arte délla, no se la consientan hacer, y nos den quenta déllo, para que lo remediemos; y para evitar el fraude de los oficiales, declaramos que el que tomare obra a tasación, ó á destajo por un tanto, no pueda decir que fue engañado en el precio, ni en ninguna condición que para la obra se pusiese, y en esto se guarde la ley Real inviolablemente, ni se pague lo que valiere mas de lo concertado; y que si fuere oficial del arte, no las pueda traspasar á otro , ni el Prior, ni el mayordomo se lo consientan”. 

  (18) Constituciones Sinodales. Jaén. 1.624. Libro III. Capítulo VI.

Con estas medidas descritas en las Constituciones Sinodales se pretendía evitar y erradicar la impostura, el intrusismo profesional entre los maestros de las obras, evitando la existencia de licitadores o promotores de obras cuyos fines consistían en subarrendar después las obras a terceros; también se deseaba evitar los reformados económicos y las mismas liquidaciones sobredimensionadas en precios; también se evitaba el traspaso de obras entre maestros.


En un sistema de organización y control de las fábricas tan severo, el cargo de Visitador y Veedor General de Obras para las iglesias del Obispado era de una importancia extraordinaria, por su papel ejecutivo. Las funciones del visitador  no ofrecen hasta bien entrada la segunda mitad del siglo XVI  un perfil que podamos definir con nitidez, Su misión natural inspectora se ha venido desarrollando, a lo largo de la centuria, por maestros canteros, y no nos han de faltar ejemplos donde el arquitecto se compromete  a “entender” en una obra, obligándose a visitarla una o dos veces al año, confundiéndose este ejercicio, en consecuencia, con el de la misma maestría de la fábrica en construcción.


Este cargo fue instituido por Sarmiento de Mendoza en 1592, recayendo el nombramiento en la persona del escultor Sebastián de Solís, de hecho ya se venía desempeñando este cargo varias décadas anteriores por los maestros mayores del Obispado y también lo fue por los maestros catedralicios. Eran personas diestras y capacitadas que realizaban la función de supervisión al gozar de la confianza de los prelados.


Con la puesta en vigor de los nuevos postulados contra reformistas, la figura del visitador  llegó a adquirir un insospechado valor, habida cuenta de que su misión entonces, no sólo iba a consistir simplemente en velar, por la calidad constructiva de las fábricas diocesanas, sino que, ante todo, debía atenerse a la observancia de una nueva arquitectura reglada, evitando proyectos autónomos espontáneos, que rompieran los principios de uniformidad  en las construcciones a realizar, cuyos principios se exigían y controlaban. Por ello las visitas concluían siempre con la emisión de un informe con la aprobación o desaprobación sobre lo proyectado o realizado.

Tal como referimos la mitra jiennense fue rica, por lo que fue codiciosamente anhelada; siendo considerada por la Corona como objeto de gratificación y prebenda, a personajes destinados a desempeñar funciones políticas y administrativas de los más altos vuelos en el diseño de la superestructura del Estado, aunque a decir verdad el desempeño de las funciones de Estado hizo que en algunos casos los obispo jiennenses estuvieran fuera de sus sedes episcopales mucha parte del tiempo.


En los setenta y cinco años que transcurren entre 1520 y 1595 se suceden en la diócesis de Jaén un total de  nueve prelados, sin contar en ellos unos diez años, durante los cuales permaneció intermitentemente la sede obispal sin confirmar prelado o permaneció vacante tal sede.

El primero de los nueve prelados referidos fue don Esteban Gabriel Merino, un verdadero hombre de Estado, intelectual erasmista y hábil diplomático, patrocinador del Plateresco o primer estilo ornamentado en arquitectura. Merino ostentaba simultáneamente el cargo de Obispo de Jaén, con los títulos de Cardenal Nuncio de su Santidad en España, Patriarca de las Indias, así como las rentas del Arzobispado de Bari y el Obispado de León. Con tantos cargos y fallecido en Roma en 1535, es de suponer que la estancia en su sede de Jaén fuesen de una brevedad extrema.


Tres años después, en 1538, le sucedió en el obispado jiennense don Francisco de Mendoza, hijo al parecer de don Iñigo López de Mendoza y doña Francisca Pacheco, primeros Marqueses de Mondéjar. Según refiere Ximena Jurado:residió muy poco tiempo en fu Obifpado, porque el Emperador Carlos V lo tuvo ocupado en fu servicio ",ya que fue consejero del emperador Carlos V. En ocasiones es mencionado como cardenal, aunque no consta que lo fuera. Falleció en 1543 en la ciudad de Espira. (19) Martín de Ximena Jurado, (1654): Catálogo de Los Obispos de la Diócesis de Jaén y Baeza y Annales Eclesiásticos della. Madrid. Imprenta Domingo García, 1654. Página 467.


Este es el Obispo de la Diócesis de Jaén referido al principio del artículo, y que posiblemente durante su mandato se terminase el templo calatravo de Lahiguera. 



Dos años después de la muerte de Francisco de Mendoza, en el año 1545, fue nombrado prelado de la Diócesis de Jaén, don Pedro Pacheco, hijo de don Alonso Téllez Girón, señor de la Puebla de Montalbán, que había sido camarero del Papa Adriano VI, Obispo de Mondoñedo y de Ciudad Rodrigo, y más tarde de Pamplona, de el dice Ximena Jurado; “aunque por asistir  en Roma a los negocios del Reyno no vino a su Obifpado”. En 1555 fue trasladado al Obispado de Sigüenza y murió en Roma en 1560. (20) Martín de Ximena Jurado, (1654): Catálogo de Los Obispos de la Diócesis de Jaén y Baeza y Annales Eclesiásticos della. Madrid. Imprenta Domingo García, 165. Página 471.

Eran esos años en los que el espíritu del Concilio de Trento comienza a calar con fuerza en la organización de la Iglesia, perfilándose una nueva figura del Obispo como “pastor” de su grey y responsable del funcionamiento de su diócesis. El ejemplo del nuevo modelo de prelado contrarreformista  lo representa don Diego Tavera, que en los cinco años que estuvo al frente del obispado, según palabras de Ximena Jurado:”…Exerció fu Oficio Paftoral…con gran cuidado y vigilancia, vifitando por fu persona las iglesias defte  Obifpado” (21)  Martín de Ximena Jurado, (1654): Catálogo de Los Obispos de la Diócesis de Jaén y Baeza y Annales Eclesiásticos della. Madrid. Imprenta Domingo García, 1654. Página 477.

El quinto de los obispos de este periodo fue don Fray Francisco de Benavides, que no llegó a tomar posesión de su sede, pues su elección no alcanzó efecto por falta de tiempo, al no contar con la autorización del Papa.

Don Diego de Cobos y Molina, natural de Úbeda, fue elegido obispo de Jaén en 1560. Era hermano de Juan Vázquez de Molina, secretario del Emperador Carlos I y de su hijo Felipe II, miembro del Consejo de su Majestad. Pertenecía a uno de los linajes más antiguos de la ciudad de Úbeda. Cobos y Molina ejerció como prelado su cometido pastoral como un auténtico prelado contrarreformista. Fue el fundador del Hospital de Santiago de Úbeda, obra de Andrés de Vandelvira, su incondicional arquitecto y de toda su influyente familia. En estos cinco años de su episcopado realizo el oficio de visitador el Doctor Pedro Díaz de la Cueva. Murió en Toledo en 1565. Dice Ximena Jurado: “…Luego que llegó a efte Obispado visitó por fu persona las Ciudades, villas y lugares del, reformando las coftumbres, defterrando vicios, y acudiendo en todo al gobierno de fu Diocefi… (22) Martín de Ximena Jurado, (1654): Catálogo de Los Obispos de la Diócesis de Jaén y Baeza y Annales Eclesiásticos della. Madrid. Imprenta Domingo García, 1654. Página 479.

Don Francisco Delgado, fue su sucesor, un hombre de gran prestigio intelectual por su condición de  catedrático de Teología en la Cátedra de Santo Tomás en Salamanca. Delgado, que había ocupado con anterioridad la sede episcopal de Lugo, fue un impulsor notable de las obras eclesiásticas en el Obispado y, de un modo especial, de las catedrales de Jaén y Baeza.  A lo largo de su diez años de mandato, década en la que coincide con el Maestro de Alcaraz, Andrés de Vandelvira, realiza las obras más hermosas y depuradas de su producción artística, pero en palabras de Ximena Jurado. ” el gusto por el fasto y la decoración del prelado debieron inclinarlo enseguida por Francisco Castillo y su toque italianizante.” El Obispo Delgado asistió a las últimas sesiones del Concilio de Trento hasta 1566 y falleció en 1576 (23) Galera Andréu, P.: Arquitectura y Arquitectos en Jaén a finales del siglo XVI. (1982) Instituto de Estudios Giennenses. Jaén. Página 16.

Fallecido don Francisco Delgado en 1576 es promovido a la sede don Diego Deza en 1577; aunque “sus enfermedades, vejez,  poco tiempo que vivió defpues de fu Elección, no le dieron lugar para venir a efte Obispado”. Durante los tres años de gobierno sus previsores fueron el Doctor Sánchez, Arcediano de Coria, y el Licenciado Miguel González de Prida. También ejerció este oficio , junto con el de Deán de la Catedral , don Bernardo de Rojas y Sandoval , que fue después Obispo de Jaén entre los años 1596 y 1600 (24) Martín de Ximena Jurado, (1654): Catálogo de Los Obispos de la Diócesis de Jaén y Baeza y Annales Eclesiásticos della. Madrid. Imprenta Domingo García, 1654. Página 489.

En el año 1580 fue nombrado como nuevo prelado don Francisco Sarmiento de Mendoza, que había sido catedrático en Salamanca y Oidor de Valladolid. De la orden carmelita fue promovido para la diócesis de Astorga, pasando a ocupar después la sede de Jaén. Sarmiento de Mendoza era un hombre inquieto, culto y de gran rectitud, que emprendió su acción pastoral en todos los campos que había dinamizado la Contrarreforma, realizando una inmensa labor de creador de conventos en muchas ciudades de nuestra provincia: Baeza, Jaén, Sabiote, Mancha Real, Úbeda, Andújar, y Alcaudete. Hombre de un profundo sentido de austeridad que durante sus catorce años de gobierno definen su credo estético en todas sus manifestaciones creativas de las construcciones. De modo que este sentir austero encuentra en la arquitectura a su más firme valedor en las obras realizadas por la Diócesis, como lo fue la Catedral de Baeza. Para Sarmiento de Mendoza en el extremo opuesto a la Iglesia Mayor Catedral, templo matriz e inevitable referente estético y orgánico para todas las restantes iglesias parroquiales de la Diócesis, se situaban las fábricas de las restantes parroquias modestas del ámbito rural en la Diócesis, pensadas de reducidas dimensiones, con unas construcciones decorosas pero pobres, que aparte del problema de financiamiento dificultoso por parte de la población, le hubieran parecido al prelado adalid de la austeridad como un gasto superfluo, innecesario o impertinente que no precisaba de mayor gasto. (25) Galera Andréu, P.: Arquitectura y Arquitectos en Jaén a finales del siglo XVI. (1982) Instituto de Estudios Giennenses. Jaén. Página 18.

El uso de la techumbre de madera, como se da en el tempo de La Higuera, es el mismo utilizado en las iglesias del partido de Calatrava, que presentaba entre otras ventajas prácticas por la reducción de costes, el de una ejecución rápida, frente a la suntuosidad y firmeza de las cubiertas de templos abovedados. Así el templo parroquial de Higuera de Arjona quedó determinado por los imperativos de sobriedad económica en la construcción sin despreciar tampoco que para su ejecución tuvieron las inevitables influencias tradicionales del mudéjar con artesonados de par y nudillos en toda la región andaluza.

Tal como hemos reseñado en otro momento pensamos que el solar sobre el que se asienta el actual templo medieval junto al castillo y la Tercia, objeto de este artículo, pudiese estar ocupado por otro de reducidas dimensiones, una ermita de concepción medieval y reducidas dimensiones que tal vez ejerciera sus funciones parroquiales hasta la construcción del nuevo templo, ermita que por su estado de destrucción y ruina diese lugar en su solar al actual templo. En el campo de las suposiciones cabe que la construcción del nuevo templo se realizase a lo largo de los años del siglo XVI dependiendo de las dotaciones que hiciese la población de la villa y las limosnas, a lo largo de decenas de años dado que era habitual que las obras de las construcciones de las fábricas (templos) en poblaciones como la nuestra se realizase en los tres o cuatro meses de verano en años consecutivos dependiendo de los ingresos por donativos del vecindario.

Desconocemos la fecha del inicio y terminación de obras así como las fases de su proceso constructivo que trascurrieron hasta su conclusión, no tenemos datos. 

Un templo de tiempos mozárabes, o inmediatos a la Reconquista en 1225, quizá sobre restos de algún lugar sagrado anterior; pero todo este planteamiento no deja de ser una especulación a falta de excavaciones que confirmen o desmientan tales supuestos. En ese perímetro está enterrada la historia de La Higuera desde la Baja Edad Media.

En las encomiendas el poder civil era hegemónico sobre el poder religioso  o eclesiástico. En la cumbre del poder estaba situado siempre el Maestre de la Orden, aunque a partir de 1523 el rey ejerció como titular de todos los maestrazgos y administrador general de las Órdenes, y máxima autoridad espiritual y temporal.

Los Comendadores o al menos parte de ellos, bajo la presidencia del rey, constituían el Capítulo General de la Orden, que era el supremo órgano colegiado, cuyo poder burocrático y administrativo eran instrumentado por el Consejo de Ordenes, que era el órgano encargado de designar gobernadores y justicias mayores, jueces de residencia, alcaldes mayores y vicarios, recayendo en los vicarios gran parte de las competencias eclesiásticas como el control de los párrocos y clérigos de las poblaciones perteneciente a las encomiendas. El sistema organizativo derivado de las relaciones de poder y gobierno que emanaba de la Corona y del Consejo de Órdenes creó una red permanente y una máquina burocrática que sirvió para la penetración de influencias, directrices doctrinales y requerimientos estéticos (26) Gutiérrez-Cortines Corral, C.: Arquitectura , economía e iglesia en el siglo XVI .(1987) Xarait . Madrid. Página 59.
Esta real autonomía de funcionamiento de las encomiendas se expresó igualmente en el encargo de las obras que eran necesarias realizar, ya que estas obras, sobre todo en sus procesos de construcción, eran elegidas al margen de la jurisdicción de la Diócesis, pero  lo eran al margen de las instituciones que provenían de la Orden de Calatrava.

La estructura constitucional y administrativa de la Orden y la las relaciones comerciales y económicas dieron lugar a la superposición de varios flujos de información; por lo que no resulta fácil poder determinar la procedencia de las corrientes estilísticas en las construcciones. El mayor abundamiento del poder civil, el papel preponderante que los municipios mantenían en estos territorios, se establecían primero como representantes de la Orden de Calatrava  y segundo como patronos de las iglesias, un fenómeno que redundó en un sometimiento mayor del poder ejecutivo clerical al control y administración de los laicos, con el consiguiente alejamiento del pueblo del sentimiento religioso.

La fuerte jerarquización del sistema organizativo y un ordenamiento ejecutivo absolutamente rígido, imponen en los territorios de la Orden de Calatrava unos criterios de homologación, que llevan a una relativa homogenización en todos los aspectos reglados de la vida municipal, lo que a  la vez y quizá de modo indirecto, en lo que respecta a las construcciones de las fábricas de las feligresías, se concretasen en modelos constructivos semejantes y en las características globales de las practicas constructivas de estos edificios; donde la oportunidad de una empresa constructora o edificadora, el pertinente permiso para la construcción del templo, la dignidad y el decoro de los espacios dedicados al culto divino, la conservación de las fábricas, la viabilidad económica de los proyectos constructivos dependiendo de las aportaciones del pueblo, o la imposición de criterios restrictivos buscando  una mayor austeridad en la construcción. Para ir alcanzando cada uno de los objetivos anteriores, recaía la responsabilidad de la construcción de la fábrica en cada villa o lugar en un cargo que era el visitador, un verdadero mediador entre el poder central de la Orden  y los concejos municipales, que eran los verdaderos promotores financieros de las iglesias, sin que se tuviera en cuenta el seguimiento deseado  por el concejo sobre unas supuestas directrices estéticas del edificio a construir. En el Archivo Histórico Nacional se pueden encontrar abundantes visitas a las encomiendas de Jaén. Estas visitas realizadas por el visitador tenían por objeto inspeccionar no sólo el estado de conservación de las obras civiles y religiosas, así como los correspondientes libros de fábrica, sino también la buena marcha de los proyectos o cualquier otro aspecto relacionado con las actividades comunitarias o eclesiales, como las cofradías, ermitas, cabildos, positos, fincas urbanas, aceñas, retas y tesorería de la población visitada. (27) A. H. N. Archivo Histórico de Toledo. Órdenes Militares. Legajos: 1.606; 6.106; 1.106.   
Las visitas eran realizadas en pareja por dos visitadores, que tras ser previamente seleccionados por el Capítulo General de la Orden de Calatrava, efectuaban sus desplazamientos a las diversas poblaciones del partido de Martos. Las visitas eran programadas siempre en los meses de verano, quizá por ser periodo de mejores recursos económicos después de la recolección de cereales. Llegados los visitadores a la población a visitar eran acompañados por las autoridades que componían el Concejo municipal, y en algunos casos y según necesidad por la característica de lo revisable por alarifes o albañiles seleccionados de entre los de la zona o región para que les facilitasen su asesoramiento.

Está documentada la presencia de Maese Martín y Diego de Bailén durante la visita a la fortaleza de Arjona en el año 1559. (28) Archivo Histórico Nacional. Archivo Histórico de Toledo. Órdenes Militares. Legajo 6.106 en el año 1559.

Los encargados de realizar la visita la fortaleza de la villa de La Higuera de Arjona fueron Benito Pérez y Cristóbal López en ese mismo año de 1559, según lo recogido en el Archivo Histórico Nacional. Archivo Histórico de Toledo en el Legajo 1.606 del año 1559 en el Folio 13. (29) Archivo Histórico Nacional. Archivo Histórico de Toledo en el Legajo 1.606 del año 1559 en el Folio 13.

Los mandatos o “relaciones” como conclusión de las visitas eran de especial importancia, en cuanto suponían dar el beneplácito para la realización de ciertas construcciones arquitectónicas, promociones de nuevas empresas constructivas, desautorizaciones para realizar un proyecto promovido por el Concejo Municipal, o la realización de nuevos encargos para el pueblo. Su poder era determinante para la implantación de criterios arquitectónicos homologados en la construcción, para el control de gastos de las fábricas cuya edificación estaba en curso, y para la selección de los maestros de obras para la construcción de la fábrica (templo). De esta forma tanto las nuevas fábricas edificadas de nueva planta en estas décadas, para las parroquias donde no existieran, o las modificaciones o remodelaciones de las construidas con anterioridad en las diferentes poblaciones de las encomiendas de Jaén, presentan la típica techumbre de madera atirantada con clara reminiscencia mudéjar. Estas techumbres, como la que adorna el techo del templo del Señor de la Capilla de Lahiguera, eran el signo de la aplicación por economía de este modo de cerramiento mudéjar copiado de Toledo y del Norte de Castilla.

La techumbres de las fabricas eran así a pesar de que contábamos en la provincia con maestros canteros como Juan de Reolid, y los Castillo, de acreditada fama en el contexto cultural de nuestra provincia de Jaén, como maestros de cantería muy capacitados  y acostumbrados a trabajar la cantería, para los cuales no ofrecía secretos el abovedamiento de los templos en todas sus modalidades de crucería, cañón, baída, rebajada, tal como lo dejaron ejecutados para la posterioridad en construcciones religiosas de prestigio en poblaciones mayores como Jaén, Martos, Andújar, Úbeda, o Baeza y en otras poblaciones menores como Torredelcampo, Alcaudete, y Bedmar. 

Aunque para ajustarnos a la verdad, tampoco en otras poblaciones mayores, los mandatos o “relaciones” tampoco hicieron excepciones, ni para con los principales templos del partido de Martos, como es el caso de la iglesia mayor  parroquial de Santa María en la villa de Martos.


Los criterios de austeridad empleados por los calatravos afectaron en los templos construidos por ellos tanto al uso frecuente de la mampostería y ladrillo para un posterior enlucido con lo que respecta a los materiales de construcción, como a las prácticamente inexistente tratamiento de los espacios externos de las iglesias y las portadas de los templos reducidos a su mínima expresión en cuanto al adorno de la piedra. En todos los casos de las construcciones se tenía en cuenta un marcado grado de jerarquización gradual de las construcciones en función de su categoría como villa o lugar para  la preponderancia constructiva de su templo. Por ello poblaciones con número de vecinos próximo y parecidos recursos tuvieron templos parecidos, donde el abaratamiento de costes, la mesura en el gasto y la administración bien ponderada de los recursos económicos, eran contundentes en el espíritu y en la práctica de los visitadores y los mandatos de sus visitas, dejando al margen las veleidades ambiciosas que tuviera el Concejo municipal y las improvisaciones en la construcción de las fábricas. Desconocemos si los veedores de las visitas estaban también presentes e intervenían en la selección de los maestros mayores de  obras. 

Para la realización de la construcción de la fábrica (templo) en La Higuera, como en la mayoría de las obras realizadas bajo la supervisión de la Orden de Calatrava, se procedía a una subasta rematándose en moneda pública al mejor postor, tras haber sido pregonados los pliegos de condiciones en las distintas villas del partido de Martos, incluyendo la capital del Reino, según la documentación existente.


En otros casos, aunque fueron los menos, las obras fueron edificadas por el sistema de maestría, donde los trabajos realizados son tasados y abonados periódicamente con las rentas del municipio en cuestión. Así ocurrió en el caso de la construcción del templo de San Pedro de Torredonjimeno, Santa María de la Villa en Martos y, posiblemente, la otra parroquia marteña de Santa Marta.



Sin embargo, lamentablemente no ocurrió así en la elaboración de plantas y en las condiciones, que fueron encomendadas a arquitectos de reconocida solvencia profesional, al igual que en la adjudicación directa por el método de maestría, teniendo que ser aceptadas previamente éstas condiciones por el Concejo municipal, para ser trasladadas después al Consejo General de la Orden de Calatrava para su aprobación final. En estos supuestos de la redacción de plantas y adjudicación de maestros generales de obras, era incuestionable la voluntad manifestada y mantenida por los visitadores como  decisoria para la selección de los arquitectos. Era necesaria la obtención de confianza previa del Capítulo de la Orden y del Consejo de la misma hacia los arquitectos, que significaba en suma una prueba definitiva de reconocimiento y aceptación de su habilidad contrastada por los visitadores. El ingreso de un maestro mayor de obras en el circuito de tanto las relaciones institucionales como las económicas que representaban las Ordenes Militares tuvo que comportar de hecho una vinculación con los círculos cortesanos y su restringida área de influencias en todo lo concerniente a los encargos arquitectónicos a realizar.



Por lo cual no debe extrañarnos el reconocimiento profesional, y la buena fortuna que representaba como acreditación para un selecto y reducido grupo de maestros, como tampoco nos extrañaría la enorme capacidad de acomodación y adaptación de los maestros a los criterios de una clientela tradicional, que imponía sus fórmulas reglamentadas, sus patrones de contratación preconcebidos, con absoluta y sumisa aceptación de sus postulados por parte de los artistas de este siglo XVI.

De todo este desajuste quedo perjudicada la feligresía de La Figuera, donde las tiranteces en el plano eclesial entre la poderosa Orden de Calatrava con sede en Martos y la Diócesis de Jaén, serían a costa de una pésima posibilidad de gestión y financiación, al darse una autonomía de Calatrava frente a las autoridades diocesanas. 
Granada 17 de Octubre de 2015.
Pedro Galán Galán  
 


Bibliografía:

Ahumada Lara, I.: Breve historia de Higuera de Arjona (1995, 26).

Archivo General de Simancas. ”Contadurías Generales” Legajo 768 para 1528-1536 y para la de 1561 de “Contadurías Generales” Legajo 2304.

Bilches, F.: Santos  Santuarios del obispado de Jaén y Baeza. Jaén (1653)

Caballero Venzala, M.: Un venerable edificio, digno de mejor suerte: La Real Parroquia de Santa Marta. El Eco Marteño, II Época, número 11. Martos. Noviembre, 1980.

Cabrera Muñoz, E.: (1980) “Andalucía cristiana de 1350 a 1504. Evolución política. Historia de Andalucía III. Andalucía del Medioevo a la Modernidad (1350-1504), página 57.

Cabrera Muñoz, E.: (1988) “Evolución de las estructuras agrarias en Andalucía a raíz de su conquista y repoblación. Actas del V Coloquio Internacional de Historia Medieval de Andalucía. Andalucía entre Oriente y Occidente (1236-1492). Córdoba

Camón Aznar, J.: El estilo Trentino. R.I.E., Madrid. 1945.

Camón Aznar, J.: La arquitectura y la rejería española del siglo XVI. Summa Artis.

Cazaban Laguna, A,: Monasterios de Jaén: Las Bernardas. Revista don Lope de Sosa nº 39. Jaén. (1916).

Constituciones Sinodales. Jaén. 1.624. Libro III. Capítulo VI.

Domínguez Cubero, J. “De la tradición al Clasicismo Pretridentino en la Escultura Giennense, Jaén, 1995,  Pág. 159

Domínguez Cubero, J.: La rejería arquitectónica de Andujar (Jaén) en el siglo XVI. Jaén. Instituto de Estudios giennenses, 1983, Pág. 82)

Domínguez Cubero, J.: La rejería de Jaén en el siglo XVI. Universidad de Granada 1988.

Domínguez Cubero, J.: La Iglesia de Santa María la Mayor de Andújar a través de los libros de fábrica. Actas de la III Asamblea de Estudios Marianos. Andújar, 1986. Edic. El Almendro, 1987.

Domínguez Cubero, J.: Monumentalidad religiosa de Andújar en la Modernidad. Ayuntamiento de Andújar. 1985.

Martínez Rojas, J. F.: Anotaciones al episcopologio giennense de los siglos XV y XVI. Boletín del Instituto de Estudios Giennenses Nº 177/ 2001. Páginas: 341-355

Moreno Mendoza, A.: Los Castillo, Un siglo de arquitectura en el Renacimiento Andaluz. (1989) Universidad de Granada.

Rodríguez Molina, J.: “Las Órdenes militares de Calatrava y Santiago en el alto Guadalquivir (siglos XIII-XV). (1974-1975) Cuadernos de Estudios Medievales, II-III, páginas 70 a 72.

Rodríguez-Picavea Matilla, E.: “Génesis y evolución del señorío calatravo en la villa de Alcaudete” (siglos XIII. XV), (1994) página 166.

Ruiz Povedano, J. Mª. : Poblamiento y frontera. La política repobladora de Alfonso XI en la villa de Alcaudete (1980). BIEG, 101.

Ruiz Povedano, J. Mª. :” Alcaudete  de villa realenga a señorío  jurisdiccional (1240-1380). II Congreso de Profesores-investigadores. Sevilla. Páginas 69-89.

Ruiz Povedano, J. Mª. : La frontera y el derecho de asilo en Alcaudete durante la primera mitad del siglo XIV. III Estudios de Frontera. Alcalá la Real. Jaén páginas 637-657

Salazar y Castro, L.: Manifestación de los agravios que ha padecido la esclarecida Orden de Calatrava en los pleytos que sobre la jurisdicción eclesiástica del partido de Martos la ha puesto el obispo de Jaén. Madrid (1706) folios 22 y siguientes.

Serra Ruiz, R.: El derecho de asilo en los castillos fronterizos de la reconquista (1965) Murcia.

Torres Fontes, J.: “Prólogo. La evolución de las fronteras peninsulares durante el gran avance de la reconquista (c. 1212-c. 1350). En Historia de España de Menéndez Pidal, Tomo XIII-I Madrid.

Ximena Jurado, M.: (1654): Catálogo de Los Obispos de la Diócesis de Jaén y Baeza y Annales Eclesiásticos della. Madrid. Imprenta Domingo García, 1654... Páginas citadas.

Cumplida relación de lugares, posesiones, bienes, y rentas pertenecientes a las distintas encomiendas del partido o provincia de Martos, se pueden encontrar en el documento custodiado en el British Museum de Londres en la Addenda 28.340 (228), titulado “El Licenciado Pedro de Albos (sic) Enríquez a su magestad, sobre la comisión que llevó a Martos la mesa maestral de Calatrava (Martos, 14 de junio de 1577”. Aunque también pueden estudiarse las diversas relaciones de rentas decimales existentes en el Archivo Histórico Nacional, en la Sección de órdenes Militares (Martos).

7 comentarios:

Sebastián Berdonces dijo...

Querido Pedro, acabo de leer el artículo sobre la Iglesia de Lahiguera, construcción de la Orden de Calatrava, vuelves a presentar un trabajo como corresponde a quien lo realiza. Te animo a que no dejes de seguir aportando al patrimonio local de Lahiguera tu colaboración, haces justicia con la historia de la querida localidad que nos vio nacer
Un abrazo
Sebastián Berdonces.

Unknown dijo...

hola PEDRO ESTOY PROBANDO

Carlos dijo...

¡Impresionante entrada! Mi más sincera enhorabuena.

En cuanto al antiguo altar. Mi abuelo Carlos recuerda bastante bien como era. Por lo que comenta, coincide con que había una Virgen de la Consolación en el centro, a ambos lados de ésta, dos hornacinas en las que había dos imágenes, que por sus vestiduras debían ser obispos, ya que iban ataviados con mitras, pero no recuerda a quienes representaban. En lo alto del altar, aproximadamente a la altura entre donde se encuentra el cuadro de la Virgen actual y el Señor de la Capilla, se encontraba el llamado Cristo de las Aguas, que según él recuerda se le pedía para que lloviese, y se llamaba así porque el fondo que tenía su hornacina estaba pintado con nubes, de tono grisáceo tal vez , recordando a cuando va a llover, de ahí pudo haber tomado esa advocación. Debajo de la imagen de la Virgen de Consolación, había una especie de saliente o "pollete", similar al que hay ahora, donde en ocasiones ponían al Santo Entierro. En cuanto a la tonalidad, recuerda que era muy dorado, tanto así, que lo que más llamaba la atención al entrar era que brillaba mucho.

Mi bisabuela Francisca, aunque ya fallecida, pero pudo ilustrarme también acerca del templo. Recordaba a un Cristo atado a la columna, colocado donde se encuentra la Virgen de los Dolores. Un gran cuadro de las ánimas benditas en la pared frente a la Capilla. Por supuesto, al Señor de la Capilla, más pequeño que el actual, en el interior de la misma. Y a San Juan (no muy agraciado, o "muy feo" como me decía) en una de las dos hornacinas de ésta Capilla. Coincidió con mi abuelo en lo de que colocaban al Santo Entierro en el altar, con la caja a veces quiero recordar.

Espero haber aportado un granito más. Esperemos que algún día consigamos saber como era todo realmente.

Manuel Jiménez Barragán dijo...

Pedro, ante todo, mi enhorabuena por tu trabajo.
No obtante, quiero hacer unas puntualizaciones. Siempre nos enriquecemos con opiniones distintas, con las diversas formas de enfocar un mismo tema.
No creo que la iglesia se asentara sobre los cimientos de otra más antigua, ni mucho menos. Ya ponían cuidado en no construir un templo fuera del recinto amurallado, estamos en tierras fronterizas y en épocas de disturbios.
Yo creo que en las tierra donde ahora se asienta nuestro pueblo hubo durante la dominación musulmana, o al menos durante gran parte de ella, una comunidad mozárabe; eso explicaría los pocos restos árabes encontrados. Sería un grupo poco numeroso de mozárabes que se les permitía vivir en paz a cambio de pagar impuestos. Estos mozárabes sí que debieron tener su iglesia. Ya sabes que siempre he pensado que esa iglesia era la Tercia actual, y el castillo debió ser un torreón con un corral que sería lo que en el callejero Decimonónico se veía como “era del castillo”.

A finales del xv, ya con Granada conquistada y sin peligro, es cuando se traslada el templo al lugar actual. Esas piedras labradas a las que haces referencia pertenecían a la iglesia antigua, mozárabe y si me apuras romana. Así se quería dignificar y perpetuar el antiguo templo. Además de esas piedras tienes la pila bautismal y, sobre todo, la columna que sostiene el coro, si te has fijado no pega ni con cola; para que ejerciera su función de sostén la tuvieron que elevar a un pedestal, bastante feo. Pero esa función de autentificación y continuación del mismo culto en el mismo templo sí que se la daba. La columna tiene toda la pinta de ser romana; por eso, anteriormente, te decía lo de la iglesia romana.

Igualmente pienso que la iglesia no estaba entre el templo nuevo y la Tercia, justo por ese lugar pasaba la muralla, en el Diccionario de Madoz se dice que es un templo extramuros.
Muchas veces he pensado que el lugar de la Tercia no es el apropiado para la iglesia, pero… con un torreón defensivo al lado sí que es factible, ya conoces por otras entradas todo esto.

También opino que la antigua ermita de Santa Clara estaba situada junto a la bocamina, no abajo al lado de la casa de la hija de Sebastián “Manacilla”. Es el lugar lógico, por estar cerca del agua, que podían vender, y por tener un acceso más fácil y libre de arroyos.

Por otra parte tengo que decir que las tierras del Chorrillo son otorgadas por Fernando III al convento de Santa Clara de Jaén, nada que ver con la ermita de Santa Clara de Lahiguera. Recuerdo, en mi época de estudiante, hicimos un trabajo de investigación del convento de Santa Clara de Jaén. La hermana tornera nos contaba que lo fundó Fernando III, extramuros, pero entraron los moros y violaron y mataron a las hermanas; entonces lo trasladaron al interior de las murallas.

Ya sabes del gran aprecio que te tengo. Para nuestro pueblo es un honor tener a gente tan valiosa como tú haciéndonos conocer nuestro pasado. Creo que el aprecio es mutuo, aunque a veces, y creo que es esencial y necesario, podemos y debemos discrepar.

Parroquia de San José de Linares dijo...

¡¡Genial!!
Es un trabajo que realmente vale la pena. Te felicito. Me ha encantado y lo he guardado, pues tiene un montón de datos que son valiosísimos; en algún momento te pediré permiso para utilizar algunos.
Un fuerte abrazo
MELITON

Unknown dijo...

esplendido tu trabajo Pedro como todo lo que publicas y sobre todo lo bien documentado seguiré leyendo tus artículos pero por favor un poquito mas cortos

Lugares de mi Jaén. dijo...

Mi reconocimiento por el tiempo dedicado a este artículo para escudriñar en la historia de nuestro pueblo, en este caso con referencia a nuestro “templo antiguo”. Muy al margen de lo que Pedro nos trae a la luz sobre el mismo (que no es poco meritorio), me viene al recuerdo mi estancia, en el mencionado, hace unos pocos días…durante la celebración de tan estupendo concierto que tuvo lugar en el mismo. Ante mis ojos no pudo pasar desapercibido el abandono en el que se encuentra uno de los edificios más emblemáticos de nuestro humilde pueblo.
Mientras escuchaba aquella maravillosa música que un estupendo conjunto musical nos ofrecía (“El parnaso español”), no paraba de mirar cada uno de sus rincones, preguntándome el porqué de tal lamentable estado. En fechas actuales atravesamos malos momentos económicos (…), pero no creo sean peores que los que tuvieron lugar siglos atrás…en los años de su fundación…o en otros posteriores; incluso quiero tener conocimiento de que algunos voluntarios de nuestro pueblo, recientemente, trataron de adecentar su interior (…alguna denuncia, me contaban, paró su labor). Al día de hoy, podemos apreciar cómo parte del ladrillo viejo que estaba tras el eslucido se ha puesto a la vista, pero lleno de cavidades y rozas…supuestamente para la instalación del alumbrado; las rajas que han tenido lugar por los movimientos del terreno son evidentes…los desconchones, goteras y otros defectos se muestran sin pudor.
Ante todo esto…me preguntaba…¿cuándo llegará el día en el que nuestro pueblo se preocupe por su patrimonio cultural?.

Saludos cordiales.
Juan José Mercado Gavilán.