PROLOGO

Se pretende que sea éste un espacio dedicado a entretener y deleitar (... a través de la fotografía fundamentalmente) ... a dar a conocer (...o traer al recuerdo) ciertos monumentos o espacios situados en el término o cercanías de Lahiguera. ...a llamar la atención por el estado de abandono y deterioro de muchos de ellos, ...y si llegara el caso, a remover la conciencia de todos los que somos "herederos" de tales monumentos y espacios, y que con nuestra aportación ayudásemos a la conservación de los mismos.

jueves, 6 de noviembre de 2014

HISTORIA DE LAHIGUERA A TRAVÉS DE LAS ACTAS DEL AYUNTAMIENTO DESDE EL AÑO 1833 A 1876.


HISTORIA DE LA HIGUERA CERCA DE ARJONA EN EL AÑO 1833 A TRAVÉS DEL ESTUDIO DE LAS ACTAS CAPITULARES DE SU AYUNTAMIENTO Y COMENTARIOS  PARALELOS DEL DEVENIR DEL REINO DE ESPAÑA DE ESE TIEMPO HISTÓRICO (PRIMERA PARTE).

Se recoge en este artículo copia literal de las actas de las sesiones de plenos municipales del Ayuntamiento de la Higuera cerca de Arjona correspondientes al año 1833. Para su publicación este artículo se divide en dos partes, dada la extensión del mismo. En una primera parte daremos referencia de las actas de la primera mitad del año 1833, junto a comentarios sobre la paralela acción política que se desarrollaba en España en ese año y periodo histórico. 

LIBRO DE ACTAS CAPITULARES DEL CABILDO DE LA HIGUERA CERCA DE ARJONA DEL AÑO 1833.
 Libro de Actas correspondiente al año 1833.
En la primera página del libro de las actas capitulares del año 1833, hay una anotación a lápiz en el ángulo izquierdo que pone Nº 3 y en el ángulo derecho 1833, referido al año que se compendia. Entendemos por el tipo de letra y números, que esa anotación a lápiz corresponde a un primer intento de ordenar y guardar el archivo en su tiempo.
Aparece en la parte superior de cada folio un triple sello de oficio.
En el primer sello ovalado aparece: Sello 4º 40 mrs. En el sello central aparece: HISP. ET IND. R FERD. VII. D. G. 1833. En el tercer sello ovalado aparece: Año de 1833.

Impreso del Sello de Oficio correspondiente al año 1833 sobre el que se escribían las Actas Capitulares.
 
Nota a tener en cuenta en la trascripción de todas las actas: En todos los casos la transcripción es literal, si bien se ha procedido: a interpretar en algunos casos los textos confusos o ilegibles, a no utilizar las mismas abreviaturas de palabras en orden a dar claridad al texto redactado, y la imposibilidad de transcribir fielmente en la abreviatura la colocación de algunas grafías, a acentuar las palabras que en muchos casos no figuraban acentuadas; si se ha respetado siempre la ortografía original, las uniones indebidas de palabras y la redacción del texto en general.

ACTA DE LA REUNIÓN  DEL 10 DE ENERO DE 1833, DE LOS JUSTICIA Y AYUNTAMIENTO DE LA HIGUERA CERCA DE ARJONA SOBRE LOS NOMBRAMIENTOS DE DEPOSITARIOS DE CONTRIBUCIONES, PÓSITOS Y TESORERO.
Acta de la Reunión del 10 de enero de 1833 de los Justicia y Ayuntamiento sobre los nombramientos de Depositario de Contribuciones, Pósitos y Tesorero.

“Acuerdo…. 
En la villa de Higuera cerca de Arjona en diez del mes de Enero de mil ochocientos treinta y tres reunidos los Justicia y Ayuntamiento de esta villa que al final firmaran por el Sr. Presidente se hizo presente era de necesidad nombrar Depositario de Prop. de contrivuciones de Propios de Pósitos y para Toldero (¿Tesorero?) y Smd. fueron de parecer nombrar para Depositario de Prop. á Don Alonso de Fuentes y para Depositario de Pósito á Juan García Sabalete, para Depositario de Contriv.  Pedro Navarro García y para Toldero (¿Tesorero?)  y Smd. á Juan Gavilán, los cuales dichos nombramientos se les hiciese saber a los referidos para su aceptación, por medio del Srio. (Secretario) y si alguno no admitiese su nombramiento se dé cuenta para determinar. Lo acordaron, mandaron y firmaron de todo lo cual yo de Srio. Doy fe.=
En el margen izquierdo del acta está escrito:
“En diez de Junio de 1834 di testimonio de este acta de mandato judicial a los individuos de este Ayuntamiento q. firmo doy fe = Pérez” (Rúbrica)
Al final del acta aparecen las rubricas de los Sres.:
Salvador Martínez.  Alonso Fernández.  Dice: La X es de Juan Pérez López.  Juan Mercado.   Bartolomé García.   Juanandrés  Cuvylla.  Dice: La X  es de Manuel García.  Jacobo Martínez. 
Ante mi Sebastián Pérez.

Aunque no se puede precisar se supone que el Alcalde Presidente sería el primer firmante D. Salvador Martínez, sería Teniente de Alcalde D. Alonso Fernández, y los siguientes señores serían los seis regidores o concejales municipales, a saber: D. Juan Pérez López ( resulta que mi cuarto abuelo paterno no sabía firmar), D. Juan Mercado, D. Bartolomé García, D. Juanandres Cuvylla ( con una firma ilegible, que se ha podido confirmar por rúbricas de otras actas posteriores), D. Manuel García ( que aparece como firmante con una aspa o equis, como solía hacerse con los que no sabían firmar) y D. Jacobo Martínez.

Nota: Se utiliza la forma de firmar con “La X es de…“ en los casos en que los señores regidores o concejales no sabían firmar y esto lo escribía el Secretario del Ayuntamiento y el titular marcaba una X, firmando debajo el Secretario con su firma para darle validez. En aquellos años alrededor del 80% de los españoles no sabía leer ni escribir.
 
Unos días antes de la anterior reunión del Ayuntamiento de la Higuera cerca de Arjona, en el Reino de España el 4 de Enero de 1833, el rey Fernando VII, una vez restablecido de una grave enfermedad, retoma las riendas del gobierno y convoca una junta ante la que denuncia la confabulación de que han sido víctimas su esposa y él, haciéndoles creer que todo el país rechazaba la Pragmática Sanción (que abolía la Ley Sálica) y declara, por tanto, nulo el decreto de derogación que su hermano Carlos María Isidro, con engaños, le había obligado a firmar. En los últimos años de la vida de Fernando VII, en octubre de 1830, nació Isabel de Borbón. 
Finalmente el rey Fernando VII había conseguido tener descendencia con su cuarta esposa su sobrina María Cristina de Borbón.

Dos pinturas de Isabel II niña.
La Regente María Cristina.
Fernando VII con su cuarta esposa María Cristina de Borbón.

Unos meses antes del parto, en previsión de que el recién  nacido no fuera varón, el rey aprobó la Pragmática Sanción por la que se abolía la Ley Sálica de 1713 que excluía del trono a las mujeres. Carlos Mª Isidro, hermano del rey y hasta ese momento su sucesor, vio cerrado su camino al trono. Carlos no aceptó los derechos de su sobrina al trono.
Inmediatamente después de conocerse la muerte de Fernando VII, en septiembre de este mismo año de 1833, se iniciaron levantamientos armados a favor del pretendiente Carlos. Comenzaba una larga guerra civil que iba a durar siete años. La guerra civil (1833-1839)
 
El pretendiente al trono Carlos María Isidro.
La reina María Cristina jura su cargo de Regente del Trono de España por la minoría de edad de su hija Isabel.
 
Ante la minoría de edad de Isabel, su madre María Cristina de Borbón asumió la Regencia a la muerte de su marido Fernando VII en este año de 1833. Pese a que la Regente no se identificaba con  su ideario, los liberales se configuraron como la única fuerza capaz de mantenerla en el trono. Así, María Cristina llamó a Martínez de la Rosa, un liberal moderado, a formar un gobierno que hiciera frente a la insurrección carlista. Martínez de la Rosa emprendió una serie de reformas muy moderadas. Entre ellas destacó el Estatuto Real en 1834. Se trata de una Carta Otorgada, concedida por la voluntad de la Regente, en la que se conceden algunas reformas:
Se establecieron unas Cortes bicamerales formadas por la Cámara de Próceres, constituida por los Grandes de España y otros designados de forma vitalicia por el monarca, y la Cámara de Procuradores, elegida mediante un sufragio censitario muy restringido. Solo  los varones de más de treinta años que poseyeran una renta superior a doce mil reales anuales tenían derecho de voto.
Estas Cámaras tenían funciones muy limitadas. El monarca mantenía importantes poderes: podía convocar y suspender Cortes cuando quisiera y cualquier ley, además de la aprobación de las Cámaras necesitaba el consentimiento del rey (el monarca tenía el derecho de veto).
 
Martínez de la Rosa
 
La insuficiencia de las reformas de Martínez de la Rosa, en un contexto de guerra civil contra los carlistas, llevó a que los liberales terminaran por escindirse en dos grupos: moderados y progresistas. La guerra civil culminó la división del liberalismo español, iniciada en el Trienio Liberal.
Los liberales progresistas, antiguos “exaltados”, mantendrán hasta 1868 el siguiente ideario:
  • Limitación del poder de la Corona
  • Ampliación del sistema de libertades
  • Defensores de reformas radicales como la desamortización de los bienes eclesiásticos y de los ayuntamientos.
  • Ampliación del cuerpo electoral. Defienden un voto censitario más amplio.
  • Elección popular de alcaldes y concejales en los ayuntamientos.
  • Liberalismo económico y reducción de la protección arancelaria.
  • Constitución de un cuerpo armado, la Milicia Nacional, como garante de las libertades.
Los progresistas concentraron su apoyo social en las clases medias urbanas: artesanos, tenderos, empleados... 
Sus principales dirigentesfueron Espartero, Mendizábal, Madoz, Olózaga y Prim. 
 
A lo largo del reinado de Isabel II y la regencia de su madre María Cristina solo estuvieron en el poder durante breves períodos: 1835-1844 y 1854-56 (Bienio progresista). La mejor concreción de su programa fue la Constitución de 1837.
Hacia 1849 sufrieron una escisión por su izquierda, naciendo el Partido Demócrata. Que defendían el sufragio universal, la asistencia social estatal y una amplia libertad de asociación.
Los liberales moderados, antiguos “doceañistas” en el Trienio, plantearon un programa mucho más conservador:
  • Orden y autoridad fuerte: fortalecimiento del poder del rey y restricción de las libertades.
  • Rechazo de las reformas que pusieran en cuestión sus propiedades, veían el exceso de libertad como un peligro al poder ser utilizada por las clases populares. No obstante, tras las desamortizaciones realizadas por los progresistas, no trataron de devolver sus propiedades al clero o a los ayuntamientos.
  • Sufragio censitario restringido.
  • Designación de los ayuntamientos por el gobierno central.
  • Supresión de la Milicia Nacional.
Este programa se concretó en la Constitución de 1845, Ley de Ayuntamientos de 1845 y Ley Electoral de 1846.
Su apoyo social residía en las clases altas del país: terratenientes, grandes industriales, burguesía financiera y comercial.
Sus principales dirigentes fueron Martínez de la Rosa, el general Narváez y Alejandro Mon.
En contexto de guerra civil, tuvo lugar en 1836 la "Sargentada de la Granja". Los sargentos de la Guardia Real obligaron a la Reina Regente que descansaba en el palacio de la Granja a suspender el Estatuto Real y proclamar la Constitución de 1812.
María Cristina tuvo que llamar a los progresistas al poder con Mendizábal. Una vez en el gobierno, dándose cuenta de que la Constitución de 1812 era inaceptable para los moderados, iniciaron un proceso de reforma de la Constitución de Cádiz, buscando el compromiso con los moderados mediante una serie de concesiones.

Juan Álvarez de Mendizabal.
 
EEl nuevo texto constitucional tuvo las siguientes características: 
SSe establecía, sin lugar a dudas, el principio de la soberanía nacional.
BEl Estado se organizaba siguiendo la división de poderes:
   1. Cortes bicamerales: Congreso de los Diputados y Senado
   2. Todas las leyes aprobadas por ambas cámaras
   3. El Senado nombrado por el rey, tras elección de una terna por el cuerpo electoral.
   4. Poder ejecutivo: el Rey.
   5.  Otros poderes del monarca:
     a)  Iniciativa legislativa.
     b) Veto ilimitado
  (c) El rey designaba a senadores y nombramiento de ministros. Los ministros debían conseguir la “doble confianza”, además de ser nombrados por el rey debían ser aceptados por las Cortes.
d) En caso de desacuerdo, el rey podía adoptar la disolución de las Cortes.
e) Se recogían diferentes derechos individuales y libertad de imprenta.
f)  No se prohibían otras religiones. 

En 1837, fuera de la Constitución que no determinaba el tipo de sufragio, se aprobó una ley electoral que estableció el voto censitario masculino. Tenían derecho de voto:
  • Los mayores contribuyentes (cuota impositiva mínima directa)
  • Varones de determinado nivel intelectual: miembros de las Reales Academias, profesores de la enseñanza pública, doctores, licenciados, curas párrocos (“capacidades”)
En total unos 240.000 varones de más de 25 años 1/58 de la población… aún así, el fraude electoral era la norma. 
El conflicto sucesorio escondía un enfrentamiento que dividió política y socialmente al país. En el bando isabelino se agruparon las altas jerarquías del ejército, la Iglesia y el estado, y a ellos se unieron los liberales, que vieron en la defensa de los derechos dinásticos de la niña Isabel la posibilidad del triunfo de sus ideales.
En el bando carlista se agruparon todos los que se oponían a la revolución liberal: pequeños nobles rurales, parte del bajo clero y muchos campesinos de determinadas zonas del país, muy influenciados por los sermones de sus párrocos y para los que el  liberalismo venía a suponer simplemente un aumento de impuestos. Todos estos grupos identificaron sus intereses con la defensa de los derechos al trono de Carlos y los ideales que el pretendiente defendía, el absolutismo y el inmovilismo absoluto. Ya durante el reinado de Fernando VII, en torno a Carlos se había agrupado los denominados "apostólicos", núcleo del absolutismo más intransigente.
Batalla durante la guerra carlista.

Mapa donde se expresan las zonas de predominio liberal y carlista, las ciudades seguidoras de uno u otro bando  y las expediciones carlistas hacia Andalucía.

El carlismo, como pronto se empezó a llamar al movimiento que apoyaba los derechos de Carlos de Borbón, tuvo fuerte influencia en Navarra, País Vasco, zona al norte del Ebro, y el Maestrazgo, en las provincias de Castellón y Teruel. Esta distribución geográfica debe de contemplarse en el contexto de un conflicto campo-ciudad. En la zona vasco-navarra, Bilbao, Pamplona o San Sebastián fueron liberales a lo largo de todo el conflicto.
El programa ideológico-político del carlismo se podía sintetizar en el lema “Dios, Patria, Fueros, Rey”. Estos son los principales elementos de su programa político:
  • Oposición radical a las reformas liberales. Inmovilismo
  • Defensa de la monarquía absoluta
  • Tradicionalismo católico y defensa de los intereses de la Iglesia
  • Defensa de los fueros vasco-navarros, amenazados por las reformas igualitarias y centralistas de los liberales:
    • Instituciones propias de autogobierno y justicia
    • Exenciones fiscales
    • Exenciones de quintas
La guerra en el terreno bélico tuvo dos grandes personajes: el carlista Zumalacárregui, muerto en el sitio de Bilbao en 1835, y el liberal Espartero.
Tomás de Zumalacárregui.

Tras unos primeros años de incierto resultado, a partir de 1837, las derrotas carlistas fueron continuas y Don Carlos terminó huyendo a Francia.
 
El abrazo de Vergara supuso un cierre en falso de la primera guerra Carlista.
 
La guerra concluyó con el denominado Convenio o Abrazo de Vergara (1839). Acuerdo firmado por Espartero y Maroto, principal líder carlista tras la muerte de Zumalacárregui. En el acuerdo se reconocieron los grados militares de los que habían luchado en el ejército carlista y se hizo una ambigua promesa de respeto de los fueros vasco-navarros. En realidad, se mantuvieron algunos de los privilegios forales y se eliminaron otros.
La oposición de la Regente a la Ley de Ayuntamientos de 1840 (elección alcaldes y concejales), unido a diversos problemas ligados a la vida privada María Cristina la forzaron a renunciar y a marchar fuera del país. En su ausencia se nombró a un nuevo Regente: el General Espartero (1841-1843).
 
Espartero Regente.

Durante su corta regencia, se aceleró la desamortización de los bienes eclesiásticos y se recortaron los fueros vasco-navarros.
La firma de un acuerdo librecambista con Inglaterra engendró grandes protestas en Barcelona que fueron duramente reprimidas. El bombardeo de la ciudad llevó a que Espartero perdiera toda su popularidad, incluso entre los propios progresistas.
Finalmente, una sublevación militar organizada por los  moderados, a la que se unieron algunos progresistas, precipitó el fin de la Regencia de Espartero. Para salir del impasse político en el que se hallaba el país, las nuevas autoridades aceleraron, pese a tener solo catorce años, la coronación como reina de Isabel II.
Es muy interesante documentarse con la entrevista con el título “La Reina Isabel II de Borbón, explicada por Germán Rueda (Catedrático historiador de Universidad de Cantabria) “. 
Para ello pinchar en el enlace:
http://www.youtube.com/watch?v=1VNVrCOhRns


ACTA DE NOMBRAMIENTO DE REGIDOR SUPLENTE PARA LA JUNTA DE PROPIOS DE 3 DE FEBRERO DE 1833.

“Acta de nombramiento de Regidor suplente para la Junta de Prop…
En la villa de la Higuera cerca de Arjona en tres del mes de Febrero de mil ochocientos treinta y tres, reunidos los SS (Señores) Justicia y Ayuntamiento de esta villa que al final firman por el Sr. Presidente se mandó leer la Orden Circular que comunica el Sr. Intendente  Subdo. (Subdelegado) de Propios y Arvitrios de esta provincia con fecha 1º de Agosto progsimo (próximo) pasado que el Ilmo. Sr. Director Gral. de Prop. y Arvitrios del Reino le comunica con fecha 20 de julio del mismo por la que el Rey Nuestro Sr. Se a servido mandar por punto gral.  Que los Ayuntamientos del nombrar al principio de cada año los Regidores que deven  concurrir cada año a las Juntas  de Prop.; nombren también suplentes para que no falte el número de vocales conforme a los referido en el Artº 12 de la R. Instrucción de 30 de julio de 1760 y somos enterados de su contenido, mandaron se guarde y cumpla y en su secuencia por unanimidad nombraron a el Diputado Jacovo  Martínez por ser de los más a propósito para este empleo, con lo que se concluyó el acto que firman Smd. é yo el Srio. (Secretario) de que doy fe.=
Aparecen rubricas de los Sres.: 
Salvador Martínez.  Alonso Fernández.  Dice: La X es de Juan Pérez López. Juan Mercado. Bartolomé García. Juanandrés Cuvylla (ilegible).  Jacobo Martínez. Dice: La X es de Manuel García. 
Ante mi Sebastián Pérez.”
ACTA DE LA REUNIÓN  DE LOS SEÑORES JUSTICIA Y AYUNTAMIENTO DE LA HIGUERA CERCA DE ARJONA DE FECHA 22 DE FEBRERO DE 1833.

Este acta esta dedicada a la comunicación del Sr. Gobernador de Martos al Ayuntamiento de la Higuera cerca de Arjona, como lo ha hecho al resto de los pueblos bajo su autoridad, sobre el Encabezamiento de Penas o de Cámara desde el año 1834 al año 1840. El Ayuntamiento Decide por unanimidad mandar a D. Juan Gavilán para que vaya a Martos a cumplir con la representación del Ayuntamiento, para lo cual se le facilitan intereses o bienes para el costo de la diligencias.

Páginas del Acta de 22 de Febrero de 1833.

Acuerdo de 22 de Febrero…
 En la villa de la Higuera cerca de Arjona en veinte y dos días del mes de febrero de mil ochocientos treinta y tres reunidos los SS. Justicia y Ayuntamiento de esta villa que al final serán conocidos por sus firmas en su sala capitular como lo tienen de costumbre asistido de mí el Serio. (Secretario) por el Sr. Presidente se mandó leer la orden que por vereda comunica el Sr. Gobernador de Martos en diez y seis del actual para que los Ayuntamientos de cada pueblo desde su margen nombren persona que vaya  a esta villa a hacer el Encavezamiento de Pena s de Cámara desde el año de mil ochocientos treinta y cuatro asta el de cuarenta inclusive y estos SS. mandan (aparece tachado) de unánime conformidad nombraron a Juan Gavilán de esta vecindad para que vaya a la villa de Martos a hacer el nuevo encabezamiento por los seis años referidos según se manda en esta Orden y se faciliten intereses para el costo de las diligencias según también se previene (x manda) sacando testimonio del acta y entregándose esto al referido Juan Gavilán para que acredite su nombramiento. Lo acordaron, mandaron y firmaron los SS. del Ayuntamiento de todo lo cual yo el Srio. (Secretario) doy fe.=
En el margen  izquierdo del acta aparece escrito:
Saque testimonio del acta en veinte y tres del mismo para el Comisionado.” Rubrica de Pérez el Secretario
Al final del acta aparecen las rúbricas de los Sres.:
Salvador Martínez.  Alonso Fernández.  Dice: La X es Juan Pérez López.  Juan Mercado.  Bartolomé García.  Juanandrés Cuvylla.  Dice: La X es de Manuel García. Jacobo Martínez. 
Ante mi Sebastián Pérez.”

ACTA DE LA REUNIÓN DEL 24 DE ENERO DE 1833 DE LOS SS. JUSTICIA Y AYUNTAMIENTO POR LA PETICIÓN DEL DOCUMENTO DE DESCARGO DEL AYUNTAMIENTO POR VALOR DE 27.422 ESCUDOS, SACADOS DE LA TERCIA EN 1809.

Como hemos comprobado las actas no guardan el orden de las fechas, tras la primera de fecha del mes de Enero de 1833, han aparecido dos actas con fechas de Febrero y en este caso se retoma la fecha de Enero de 1833, desconocemos si el objeto de esta reunión se debió a la problemática que plantea en el documento de descargo de 27.422 escudos por parte del Ayuntamiento.
Este asunto va a ser objeto de tratamiento en otras actas posteriores, se refiere a que el Ayuntamiento ha de dar cuenta a la Real Hacienda de los productos sacados de La Tercia decimal por valor de 27.422 escudos en 1809. En su momento se dará explicación de que con ocasión de la invasión francesa se han extraviado los recibos que testifican que se habían sacado cereales del almacén de la Tercia, para atender a las tropas españolas con ocasión de la invasión francesa por parte de los ejércitos imperiales de Napoleón.

"Acuerdo de 24 de Eenero...
En la villa de la Higuera cerca de Arjona en veinte y cuatro días del mes de Enero de mil ochocientos treinta y tres, reunidos los SS. Justicia y Ayuntamiento de ellas en su Sala Capitular como lo tienen de costumbre asistidos de mí el Srio. Por el Sr. Presidente se mandó leer un oficio del Comisionado por este Ayuntamiento para la liquidación con la Real Acienda en que manifiesta necesitar documento de descargo por 27422 E. que resultan sacado de la tercia decimal en 1809 y principio de Enero siguiente se acordó buscarlos en Sria. (Secretaría) y remitírselos con la correspondiente seguridad a cuyo trabajo se dedicará el Sr. Alcalde 2º, Regidor 2º y presente Srio. (Secretario). Y evacuado de su cuenta al Ayuntamiento para determinar lo que corresponda.
Lo acordaron, mandaron y firmaron de que yo el Srio certifico.=
Aparecen rúbricas de los Sres.:
Salvador Martínez.  Alonso Fernández.  Dice: La X es de Juan Pérez López.  Juan Mercado.  Bartolomé García.  Jacobo Martínez.  Juanandrés Cuvylla.
Ante mi Sebastián Pérez.”

ACTA DE LA REUNIÓN DEL JUSTICIA Y AYUNTAMIENTO DE LA HIGUERA CERCA DE ARJONA DE FECHA 6 DE FEBRERO DE 1833.

Esta acta trata sobre la búsqueda en La Secretaría y Archivo del Ayuntamiento del Documento para la liquidación de suministros, por valor de 27.422 escudos, reclamado por el Apoderado de Jaén, D. Antonio María Campo.
Es un acta muy interesante desde el punto de vista histórico porque claramente da a entender que con ocasión de la Invasión Francesa, las Tropas Imperiales alojadas en el Ayuntamiento quemaron, rompieron y rociaron los documentos entre los que se argumenta estaba el recibo de entrega al Sr. Toledanos de los granos almacenados en La Tercia, para su envío a las tropas españolas de Baeza, Mengivar, Linares y Andújar y una a Jaén, cuando la retirada del Egercito (Ejercito) y la entrada de los franceses. Cereales que fueron suministrados a las tropas españolas hasta 1810. Hay algunas referencias al año 1809 y 1810 que aparentemente no concuerdan con la fecha de 1808 y la celebración de la Batalla de Bailén el 19 de Julio de ese año. Se puede suponer que hacen referencias a lo que se dice por los mayores del pueblo del año 1833, han pasado 25 años entre la invasión y la reclamación de la Hacienda Real, y es posible que las memorias de los supervivientes o sucesores no fuesen muy ajustadas a los tiempos referidos, o que la permanencia de las tropas españolas en la zona, hasta que se acordase y realizase todo el proceso de expulsión de los ejércitos franceses por Cádiz, tras la negativa Inglesa a colaborar con sus barcos y el envío a Mahón y otros lugares, alargase la estancia de las tropas españolas . La requisa de los cereales de La Tercia decimal de la Higuera cerca de Arjona, tan necesarios para el alimento de la tropa y caballería, comenzaría en tiempos anteriores a la invasión francesa de toda la zona, y continuaría hasta la expulsión de las tropas francesas vencidas.

La importancia de este documento-acta viene dada porque acredita la entrega de cereales a los ejércitos de los Generales Redding y Coupigny,  vencedores de La Batalla de Bailen en 1808. En el texto: “cuando fueron invadidas las Andalucías por los Egércitos llamados Imperiales, las tropas que llegaron a esta villa se alojaron en las casas Capitulares ocupando la Sria. (Secretaría)” se da a entender la entrada de los ejércitos imperiales en la Higuera cerca de Arjona, extremo que confirma su presencia en el pueblo, asunto nada extraño dado que estuvieron sitiados los franceses en Andújar, Arjona y en Villanueva de la Reina , donde libró batalla el General Coupigny con su ejército, tras haber estado asentados junto a las orillas del Salado a la altura del hoy Cortijo de “La Paz” con el General Redding y su ejército, siendo esa una zona con agua del Salado y abundante agua dulce en un pozo  de esa zona cuyo nombre y ubicación desconozco de momento. Todo esto ocurrió, tras el acuerdo de estrategia de ataque de los ejércitos españoles en la reunión de Porcuna entre los Generales citados y el General Castaños; todo esto ocurría  antes de separarse Redding camino de Mengivar y aposentarse, en un campamento improvisado, Coupigny  y su ejército a la altura de lo que hoy conocemos como Puente del Gato, el Pozo del Beato (hoy cegado, pero en su momento pozo importante) y la zona de Los Pozos y El Gusano algo más abajo. Un día antes de atacar los ejércitos Imperiales posicionados en Villanueva de la Reina.

Página correspondiente al acta de fecha 6 de Febrero de 1833.
“Acuerdo de… 
En la villa de la Higuera cerca de Arjona en seis días del mes de Febrero de mil ochocientos treinta y tres, reunidos los SS. Justicia y Ayuntamiento de ella en la Sala Capitular como lo tienen de costumbre asistidos de mí el Srio. El Sr. Alcalde y Regidor 2º manifestaron que con el presente Srio. (Secretario)  se havían dedicado a registrar con toda detención y escrupulosidad los papeles que ovran en Sria. (Secretaría) y Archivo del Ayuntamiento a fin de encontrar los documentos que para la liquidación de Suministros reclama el apoderado en Jaén Don Antonio María Campo, que con este motivo habían ecsaminar (examinar) gran porción de legajos, que contenían papeles de diferentes épocas y de ramos distintos todos confundidos y mutilado en gran parte, sin que en ninguno hayan encontrado ninguno que tenga conecsión (conexión) con lo que se buscaba; que por conocer la inutilidad de las diligencias no an perdido más tiempo en ellas; pues se recuerdan que en 1810 cuando fueron invadidas las Andalucías por los Egércitos llamados Imperiales, las tropas que llegaron a esta villa se alojaron en las casas Capitulares ocupando la Sria. (Secretaría). Cuyos  papeles se destrozaron, por haverse quemado unos, roto los  otros, y rociado los demás, los cuales se recogieron sin método, y esta es sin duda la causa de encontrarse en la disposición que refiere, siendo de inferior que estando a la mano los de los años inmediatos debieron ser el 1er objeto de encono de los Soldados que en nada reparavan, y que de consiguiente es regular se ubiesen perdido los que ahora hacen tanta  falta; En vista de este informe conferencio el Ayuntamiento sobre el particular trayendo a la memoria varios lances de aquel tiempo de que fueron testigos los más, que de la Carolina venía un Comisionado que se decía Toledanos, el cual ocupó todos los granos que había en la Tercia embargándolos  y haciéndolos conducir a la Carolina y otros puntos ocupados por las tropas españolas, como eran Baeza, Mengivar, Linares y Andújar, y una a Jaén cuando la retirada del Egército y entrada de los Franceses; que el dicho Toledanos requería y apremiava  a la Justicia para la entrega, y hacia que esta diese recibo a los fieles de la Tercia, de los cuales dava el comisionado otro resguardo que se hivan reunidiendo en la Sria. (Secretaría). De Cabildo en donde debían estar a la entrada del gército invasor: Por consecuencia de todo el Ayuntamiento se penetró de que no sería fácil encontrar los documentos, pero sí que se podía justificar el echo tan solamente como había sucedido, por medio  de testigos  presenciales; cuyos  dichos razonados sirviesen de prueva de los suministros por falta de los dichos documentos, y en su vista acordó que poniéndose testimonio de este acuerdo y del que lo motivase pase el Espediente al Juzgado del Sr. Presidente para que con las solemnidades competentes se abilite la justificación indicada y todo echo se embie a el Encargado de la Liquidación para que solicite la revaja de cargo de los 27422 E mediante a que efectivamente fueran suministrados a las tropas españolas asta Enero de 1810.- Así lo acordaron, mandaron, y firmaron los SS. De este Ayuntamiento de todo lo cual yo el Srio. certifico=
Aparecen las rubricas  de los Sres.:
Salvador Martínez.  Alonso Fernández.  Juan  Mercado.  Dice: La X es de Juan Pérez López. Bartolomé García. Juanandrés  Cubillas.Dice: La X es de Manuel García. 
Ante mi Sebastián Pérez.”

ACTA DE LA REUNIÓN DE LOS SEÑORES JUSTICIA Y AYUNTAMIENTO DE LA HIGUERA CERCA DE ARJONA DE FECHA  27 DE MARZO DE 1833.
En este acta se pone de manifiesto la importancia que se concede a las elecciones municipales, contando para el proceso de preparación de las mismas con la presencia en el pleno del Dr. D. Juan Manuel Sainz Pardo, abogado de los Reales Consejos Mayor y Capitanía General, junto con los  Regidores miembros de la corporación municipal, en pleno, Sindico Procurador general del Ayuntamiento y Personero, así como los dos Diputados del Común y los  ocho Mayores Contribuyentes del pueblo como asociados al Ayuntamiento, como electores según el modelo censitario de elección tal como estaba legislado en este tiempo.
El sufragio censitario o sufragio restringido fue un sistema electoral, vigente en diversos países occidentales entre fines del siglo XVIII y el siglo XIX, basado en la dotación del derecho a voto sólo a la parte de la población que contara con ciertas características precisas (económicas, sociales o educacionales) que le permitiera estar inscrita en un "censo electoral". El sufragio censitario se contrapone al sufragio universal, que no establece condiciones salvo mayoría de edad y la ciudadanía (aunque hasta el siglo XX estaba limitado al sufragio masculino).

El censo electoral, dependiendo de cada legislación, incluía restricciones que, descontando desde ya el sexo (la limitación del sufragio femenino), abarcaba los siguientes campos:

1. Restricciones económicas (como el requisito de poseer propiedades inmuebles o un determinado nivel de rentas). Fueron las más extendidas en las diversas legislaciones, debido a que la falta de riqueza despojaba del derecho a voto ampliamente a numerosas categorías de personas que no tenían acceso al patrimonio (que iban desde las mujeres hasta las poblaciones no blancas).

2. Restricciones relacionadas con el nivel de instrucción (requisito de saber leer y escribir). Un ejemplo fueron los "exámenes de alfabetización" practicados en los estados sureños de Estados Unidos de América hasta la promulgación de la Ley de Derechos Civiles de 1965. Estos exámenes en la práctica se utilizaban para negar el derecho a voto a la población de raza negra, aun cuando, de hecho, parte de ella estuviera alfabetizada.

3. Restricciones sociales (pertenencia a determinado grupo social).

Otras restricciones que se podían encontrar en el sistema censitario se referían a la filiación e incluso el estado civil (solteros).
El sufragio censitario fue la norma para calificar tanto a electores como a elegibles en las primeras revoluciones liberales (estadounidense, francesa, etc.) y durante el siglo XIX. En Sudamérica el sufragio censitario existió en la mayoría de los países hasta la década de 1910 cuando se estableció como único requisito el leer y escribir, con lo cual se duplicó el cuerpo de electores.
En el sistema censitario se podía dar el caso de que, reuniendo determinadas características, se dispusiera de derecho a más de un voto. O que los votos de diferentes categorías de personas tuvieran ponderaciones inequitativas en el recuento final. Lo que efectivamente ocurría en la legislación prusiana denominada "sistema de tres clases". Allí el padrón electoral se dividía en tres tramos o clases, de acuerdo a las rentas e impuestos de los votantes. Cada una de las clases tenía una ponderación igual a las otras, independientemente del número de electores que la compusieran. Por lo que el desequilibrio en la distribución del ingreso hacía que este sistema abrigara distorsiones especialmente fuertes. Así, en 1849, la primera clase incluía a un 4,7% de la población, la segunda clase un 12,7%, y la tercera clase un 82,6%. Por lo cual los votantes de la primera clase, que pagaban más impuestos y eran los más ricos, estaban sobre-representados en relación a su número en una proporción de 17,5 a 1 en comparación con los votantes de la tercera clase. Años después en España se establecieron tres categorías de electores, tal como veremos en otras actas: Mayores Contribuyentes, Medianos Contribuyentes, y Pequeños contribuyentes. Hubo un periodo de sufragio censitario indirecto, situado entre 1834-1836, cuando desde 1808-1810 hubo sufragio universal indirecto que se prolongo hasta 1833. Desde 1837 a 1868 hubo sufragio censitario directo, fluctuante respecto de las dimensiones del cuerpo electoral que había de componerlo, según versiones más o menos ampliatorias de los grupos políticos que operaron en la dirección del régimen político en cada momento. Entre 1868 y 1877 de nuevo adviene el sufragio universal directo, pero en 1877 se retorna al sufragio censitario hasta 1890.
En realidad España intentó, a partir de 1808, una evolución lineal que, sin tropiezos permitiese dibujar un curso progresivo en el régimen político y en la estructura de la sociedad española, era el proyecto de Jovellanos y las intenciones iniciales de las Cortes de Cádiz; pero el retorno de Fernando VII y la restauración absolutista rompieron ese proceso lineal. 
Las elecciones son hoy supuestamente el mecanismo para traducir la voluntad de la sociedad en uno o varios órganos que la representan. Es dudoso que un simple acto como el de emitir el voto pueda reflejar con exactitud y plenitud el deseo del pueblo, pero, hoy por hoy, es tal vez el mejor modo de lograrlo.  
Se llegó a dar el extremo de que en las elecciones locales de Essen el industrial Alfred Krupp fuera el único votante de primera clase, de manera que su voto personal equivalía a un 33.3% de todo el padrón electoral.
 
Hay otro asunto que se trata en el pleno, es la participación de dos Regidores (Juan Pérez López y Juan Mercado) sobre el tema de si debía ser considerado como Mayor Contribuyente el Prior del Pueblo D. Manuel Muñoz, Presbítero de la Parroquia, para lo que se toman como referencia los cedulones del Padrón donde se concretaban por una comisión los mayores contribuyentes de la población.

“En la villa de la Higuera cerca de Arjona a veintisiete de Marzo de mil ochocientos treinta y tres. Reunidos los SS. Justicia y Ayuntamiento, Sindico Pvoz. Gral. y Personero, asistido de mí el Secretario juntos en su Sala Capitular como tienen de costumbre, visto el oficio  comunicado por la Sría. del Real Acuerdo a veinte de Mayo de mil ochocientos treinta y tres, y siendo la hora señalada para practicar la nueva elección de Concejales prebenida por la Superioridad  y previa la correspondiente citación con papeleta ante Diem y a este objecto se reunieron, en la casas y sitio y costumbre los SS. el Dr. Don Juan Manuel Sainz Pardo, Abogado de los Reales Consejos Mayor y Capitanía General por S.M. H la de Arjona comisionado para este acto y Presidente en él, el Sr. Don Salbador Martínez , y Don Alonso Fernández Alcaldes ordinarios, el Sr. Don Juan Pérez López, y el Sr. Don Juan Mercado Resoids, los SS. Bartolomé García y Juan Andrés Cubillas, Síndicos Pror.  Gral. y Personero, y los SS. Manuel García y Jacobo Martínez Diputados del Común con asistencia también de los electores que lo son los SS. Manuel Pérez, Alonso de Fuentes, Felipe Martínez, Francisco Mercado, Juan Barragán Mena, Bartolomé Mercado, Antonio Gabilán, y Pedro de Fuentes como vecinos mayores contribuyentes por todos conceptos en esta población. Y habiendo yo el presente fiel de ¿Fhor? leído a dichos SS. a la terna la Superior orden del Real Acuerdo de la Chancillería de Granada comisionado al Sr. Juez en onze del Corriente. por su Secretario Don Manuel María Segura por el expresado objecto, enterados todos de su contenido, dijeron, debían de obedecer y la obedecían con el respecto debido y formalidades devidas, y habiéndoles su Merced dicho Sr. Juez comisionado, recomendado con eficacia la mayor imparcialidad, rectitud y desinterés en la execucion  (ejecución) de estas elecciones que debían recaer en personas libres de toda tacha legal prefiriéndose siempre el bien común a las miras particulares e interesadas de que debían prescindir en un acto de tanta importancia y transcendencia pública manifestaron todos los concurrentes hallarse dispuestos a verificarlo así, Siguiendo las reglas establecidas por S. M. en la materia, y  cuando ya se estaba dando principio a la operación se expuso por el Regidor Juan Pérez López que el Sr. Don Manuel Muñoz Presbítero Prior de la Parroquia de la misma, acaso pagaría alguna cosa pasaron de Subsidio Económico con la que tal vez sería mayor contribuyente que alguno de los actuales electores que se hallavan presentes a cuyo reparo se adhirió Juan Mercado, y habiéndose contestado por los demás SS. concurrentes que el menor contribuyente de ellos actuales electores lo eran en doble comunidad que el Sr. Prior, como efectivamente se demostró por los Padrones de toda clase del R. P. Contribuciones que se pusieron de manifiesto e inspeccionaron a presencia de todos en el mismo acto, que además el Ayuntamiento no tenía otra regla para hacer otra clasificación que los mismos Padrones, en el que están contenidas, toda clase de aquellas, y por cuyo norte se han dirigido los Pueblos circumbecinos, ni debía tampoco considerarse obligado de tomar de oficio, y fuerza de aquellas otras averiguaciones sobre el particular, cuya promoción en todo caso debería ser una carga de los mismos Interesados que reclamasen, más bien que no de la misma Corporación, y que finalmente aun suponiendo que el Real Decreto de dos de Febrero del corriente no debiera entenderse exclusivamente con estas Reales Contribuciones, como parece debe entenderse con otra exclusión y se ha entendido, en varios Pueblos, sin embargo no era tampoco atendido semexante reparo que ni el Pérez acreditaba el pago del subsidio Económico por el Sr. Prior ni qual fuese la cantidad, ni el mismo Prior había hecho reclamación alguna sobre el punto en las elecciones pasadas, ni hasta el presente, sin embargo de la publicidad de unas y otras y de citado Real Decreto, haciéndose tanto más intempestibo otro reparo quando venía, a presentarse precisamente en el momento mismo de la elección, como si no hubieran podido hacerse anteriormente con la oportunidad debida y como si el Real Acuerdo mandase separar algunos de dichos electores de estas nuevas elecciones. Por todo ello, y en su vista se conformaron los referidos Juan Pérez López, y Juan Mercado en que se continuasen estas, interesando el primero un testimonio de su exposición y protesta que hacía para que no se pasase perjuicio. Y en su virtud se le mandó dar testimonio y todos los concurrentes incluso os mismos SS. Juan Pérez y Juan Mercado de unanimidad, y en todo conformes procedieron a la elección en la forma siguiente.
Para Alcalde primero.
En primer lugar se eligió a Pedro de Fuentes. En segundo lugar  a Domingo de Fuentes. Y en tercer lugar a Juan Ildefonso García.
Para Alcalde segundo.
En primer lugar se eligió a Juan María Barragán. En segundo a Diego Ruano. Y en tercero a Manuel Morales.
Para Resor. primero.
En primer lugar se eligió a Don José Calero. En segundo a José Montoro. Y en tercero a Francisco Garrido.
Para Resor. Segundo.
En primer lugar se eligió a Diego Verdonces. En segundo lugar a Salbador Murciano. Y en tercero a Juan Gabilán
Para Síndico Prov. Gral.
En primer lugar se eligió a Don Manuel Pérez. En segundo lugar a Gerbasio Pérez. Y en tercero a Juan Barragán.
Para Síndico Personero.
El primer lugar se eligió a Miguel Barea. En segundo lugar a Feliciano Garrido. Y en tercero a Manuel Maeso.
Para Diputado primero.
En primer lugar a Alfonso Calero. En segundo a Miguel Cortijos. Y en tercero a Felipe Esteban.
Para Diputado Segundo.
En primer lugar se eligió de unanimidad de todos los Señores concurrentes a Manuel García Barragán. En segundo a Pedro Molina. Y en tercero a Manuel Pérez, menor.
Para Alcalde de la Hermandad.
En primer lugar se eligió a Sebastián García. En segundo a Diego Calero. Y en tercero a Pedro Martínez.
Para ídem segundo
En primer lugar eligieron a Alfonso Calero Martínez. En segundo a José María Calero. Y en tercero a Francisco de Paula Mercado.
Con lo que se concluyó esta diligencia combiniendo todos los concursantes incluso los ya referidos SS. Juan Pérez López , y Juan Mercado, en que las personas elexidas son las más aptas por todas sus circunstancias para exercer otros empleos, y las que mejor reúnen las apetecidas por S, M. siempre que sea posible hechar mano de otras por el contovecindario de esta Población, y mandando se saque testimonio literal de esta acta y se entregue al Sr. Juez Presidente para su Remisión al R. Acuerdo de la Audiencia territorial en la forma acostumbrada, firmando sus mercedes, el que sabe, de lo que yo el Secretario Certifico.=

Al final del acta aparecen las firmas de los siguientes señores:

Juan Pardo. Sebastián Martínez.  Alonso Fernández.  Juan Mercado.  Bartolomé García.  Juanandrés Cuvylla.  Jacobo Martínez.  Dice: La X es de Juan Pérez López  Dice: La X es de Manuel García.  Felipe Martínez. Bartolomé Mercado.  Pedro de Fuentes.  Manuel Páez. Alonso de Fuentes.  Francisco Mercado.  Dice: La X es de Antonio Gavilán. Dice: La X es de Juan Barragán.
Presente fui Sebastián Pérez.”

Pagina correspondiente al acta de fecha 27 de Marzo de 1833, donde se pueden apreciar las ternas que se proponen para los cargos.

Es de esperar que algunos lectores empiecen a hacer cábalas sobre algunos de los apellidos y nombres que aún hoy se repiten entre los habitantes de nuestro pueblo. Es cuestión de preguntar a los más ancianos que disfruten todavía de buena memoria y empezar a desliar el ovillo del personaje de este tiempo que pudo ser antepasado en la rama familiar, el hecho de seguir manteniendo los nombres de los abuelos hasta tiempos recientes pueden facilitar la tarea, una opción que perderán los más jóvenes al poner nombres en nada relacionados con la familia. A medida que continuemos con la publicación de las actas de otros años posteriores, iremos encontrando nombres y apellidos que parecen como si hubieran sido mantenidos a través de los años, hablamos de cientos de años, hasta llegar a hoy mismo.
                                                       Granada 5 de Noviembre de 2014.
                                                                              Pedro Galán Galán.
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109 comentarios:

Ángel Luis Castillo Vargas dijo...

El reinado de Isabel II es un período muy complejo en el que se produjeron importantes transformaciones en España tanto en el ámbito político, como en el social y económico.
El Antiguo Régimen fue definitivamente desmantelado, permitiendo el desarrollo de un estado burgués parlamentario, dirigido por una nueva clase social, la burguesía agraria, fruto de la alianza entre la antigua aristocracia y la burguesía.
Se pusieron las bases del sistema económico capitalista moderno y se produjo el paso de la sociedad estamental a la sociedad de clases. Fue en esta época cuando surgió el movimiento obrero, que aunque lento al principio, terminaría irrumpiendo con fuerza a finales del reinado de Isabel II.
El período estuvo salpicado por guerras civiles, las guerras carlistas, y por varios pronunciamientos militares.

Juan Villegas Megías dijo...

Mi comentario va en la línea de dar a conocer los ascendientes de la Reina Isabel II siguiendo la línea materna, es decir la rama familiar de la Reina María Cristina de Nápoles, después de Borbón dos Sicilias. Es para precisar que si los antecedentes endogámicos de Fernando VII eran ya considerables, por parte materna también tenía su complicación el aporte genético.
Fernando VII, con cuarenta y cuatro años era viudo por tercera vez. Un viudo que buscaba esposa por cuarta vez. Además sufría de gota y se encontraba ya envejecido. No habían pasado ni dos meses de la muerte de María Josefa Amalia de Sajonia cuando el engranaje de la Corte se volvió a poner en marcha. Había que buscar otra nueva esposa que diera, por fin, un heredero al país.
La elegida fue María Cristina de Nápoles. Era hija de la infanta Isabel, hermana de Fernando VII, y del futuro Francisco I de Nápoles que, a su vez, también era primo de Fernando VII, ¡Vaya con la mezcla de genes! Los impulsores de este cuarto matrimonio fueron, sobre todo, el hermano del rey Fernando, Francisco de Paula y su mujer Luisa Carlota, hermana de María Cristina.
Los de Nápoles eran unos abuelos poco recomendables, para la que después fue reina de España. El matrimonio real de sus abuelos, María Carolina y Fernando IV, vivía prácticamente separado. El padre de Fernando IV, Carlos III, terminó rompiendo las relaciones con su hijo Fernando. Uno de los motivos fue el comportamiento de su nuera que resultaba escandaloso. Inglaterra consideró que este rey era incapaz de reinar y envió a lord William Bentinck como jefe de gobierno. Se apartó al rey del gobierno y fue sustituido por su hijo, Francisco, el que sería padre de Cristina de Borbón dos Sicilias, la Reina Regente. En 1812 se aprobó en el Reino de Nápoles una Constitución liberal.
Los reyes consideraban a su hijo Francisco un traidor. Su madre María Carolina intentó incluso envenenarle, por lo que fue expulsada de Sicilia y enviada a Suiza donde murió dos años después. Tras la caída de Napoleón en 1815, Fernando IV recuperó su trono y regresó a Nápoles. Francisco se quedó en Sicilia ejerciendo de virrey.
En 1816, en el Congreso de Viena, el reino napolitano recibió el nombre de "las dos Sicilias", Nápoles y Sicilia como dos reinos independientes bajo una misma corona. Fernando IV quiso imponer otra vez un reinado absolutista. Ante la amenaza de ser derrocado, pidió a su hijo que ejerciera como regente. Fernando IV murió en 1825. Francisco I tenía ya cuarenta y ocho años cuando subió al trono. María Cristina tenía diecinueve años.

Mari Carmen Martín dijo...

Isabel nació el diez de octubre de 1830 en Madrid. Su padre era Fernando VII y su madre María Cristina de Borbón-Dos Sicilias, que era la cuarta esposa del rey y que además era su sobrina carnal. En sus tres anteriores matrimonios no habían dado descendencia a Fernando VII. Después de tener a Isabel II tuvo otra hija, la infanta Luisa Fernanda que nació en 1832.
Isabel II sube al trono cuando todavía no había cumplido los tres años. Esto se produjo por el fallecimiento del rey en 1833 y por no haber tenido hijos varones. Fernando VII promulgó antes de fallecer la Pragmática Sanción por lo cual se derogaba la Ley Sálica, que impedía a las mujeres acceder al trono. Este hecho provocó la sublevación del infante Carlos María Isidro de Borbón, que era hermano de Fernando VII y en consecuencia heredero al trono de España.
Este hecho marcó para siempre el reinado de Isabel II, puesto que los absolutistas se agruparon en torno a los derechos dinásticos del infante Carlos María, provocando las conocidas tres guerras carlistas que ensangrentaron al país a lo largo del siglo XIX.
Como no tenía Isabel II edad para reinar, fue nombrada como regente su madre, María Cristina de Borbón-Dos Sicilias que duró desde 1833 a 1843. A los dos meses de quedarse viuda y siendo ya regente en nombre de su hija tuvo un nuevo amante, Fernando Muñoz, que era capitán de la guardia real, dos años más joven que la regente. A pesar de todos los intentos de ocultarla fue en vano, pues cada año quedaba embarazada, lo que delataba ante la población una situación difícilmente justificable cuando seguía siendo viuda.
En las tabernas y conciliábulos del país se decía “La regente es una dama casada en secreto y embarazada en público”. Los carlistas enemigos de ella, popularizaron una copla alusiva:
Clamaban los liberales
Que la reina no paría
¡Y ha parido más muñecones
Que liberales había!
Ante los escándalos que había en la corte, hace que sea sustituida por el primer espadón de la época, el general Espartero, hasta que éste fue obligado a abandonar el cargo a mediados de 1843.

José Manuel Guerrero dijo...

En este año de 1833 y dos días después de la muerte de Fernando VII, el hermano del difunto, Carlos María Isidro de Borbón, se autoproclamó rey de España. Inmediatamente surgieron por distintas partes del territorio español partidas carlistas. La regente María Cristina buscó el apoyo de los liberales para garantizar el trono a su hija Isabel, de sólo tres años de edad.
Se inició de este modo una guerra civil que no debe ser entendida como una simple guerra dinástica, sino como una guerra de fuerte contenido ideológico, político y de clase. En el bando carlista estaban los absolutistas más intransigentes: encontramos a una parte importante de la nobleza; a los sectores más ultraconservadores de la administración y del ejército; a la mayoría del bajo clero; así como una parte importante del campesinado y de los sectores artesanales, que temían que las novedades terminaran por hundir sus talleres.
El bando cristino, el que se formó en torno a la regente María Cristina y su hija Isabel, obtuvo el respaldo de los sectores liberales reformistas, que vieron en la defensa de esta causa la oportunidad perfecta para ganar la influencia que les permitiera emprender las reformas necesarias para transformar el país. Aquí encontramos también otra parte importante de los generales y del ejército, así como las clases medias urbanas, los intelectuales, los obreros industriales y el campesinado del sur de la Península.

Natalia Espinosa dijo...

La infanta Isabel (hermana del rey Fernando VII y madre de María Cristina de Nápoles) era la hija preferida de la reina María Luisa de Parma. Se rumoreaba que era en realidad hija de Godoy. A los 12 años la casaron con su primo Francisco de Nápoles. No recibió un trato demasiado bueno por parte de su suegra, la reina María Carolina que la llamaba "nuestra pequeña bastarda". Isabel llegó a ser muy querida por los habitantes de Nápoles. Tuvo 12 hijos. María Cristina de Borbón, la futura Reina Regente, fue la segunda del matrimonio. Con estos antecedentes de fertilidad de su madre, la cuarta esposa de Fernando VII, la Reina María Cristina, se tenía asegurada la fertilidad en el cuarto matrimonio del rey Fernando.
Durante la invasión napoleónica la familia real napolitana se exilió en Sicilia durante más de diez años. Sobrevivieron gracias a la ayuda económica, política y militar que recibían de Inglaterra que apoyaba a los Borbones en su lucha contra Napoleón.
Establecieron la corte en Palermo y la reina María Carolina se puso inmediatamente al frente. Quería recuperar el trono.
María Cristina nació en Palermo a los dos meses de la llegada de la familia.

Juan Mercado dijo...

Una hora muy amena de lectura Pedro. De pé a pá; del tirón vamos! Gracias. El marco cronológico... calcado.
... y pensar que no me parece tan disparatado eso del sufragio censitario...!!! Como nos volvemos a cierta edad... pero ten en cuenta como funciona este país: los que no tributan, son los que dicen quienes deben gobernar a los que trabajan... evidentemente, para que sigan sosteniendo sus intereses.

Un abrazo.
Juan Mercado

Fernando Tapia dijo...

Me parece oportuno decir que María Cristina había recibido una educación bastante deficiente. Destacaba su habilidad para la música y el canto. Era una buena amazona. Además no había heredado la fealdad de su madre Isabel, más bien al contrario. Cuando María Cristina emprendió el viaje hacia España, en Francia se le acercaron muchos exiliados liberales pidiendo que intercediese por ellos. Atendiéndoles y prometiendo hacer lo que pudiera, se ganó fama de ser tolerante y favorable a la causa liberal.
A los dos meses del matrimonio, María Cristina ya estaba embarazada. La fertilidad había dado sus frutos.
Como es lógico pensar, su llegada a la Corte produjo un acercamiento entre Fernando VII y su hermano el infante Francisco de Paula, en contraposición al distanciamiento con el infante Carlos María Isidro, su otro hermano. Los seguidores de este último eran los realistas y carlistas; los del infanta Francisco de Paula los liberales y carlotistas.
En 1830 María Cristina apoyó la creación del Real Conservatorio de Música para el desarrollo profesional de los compositores españoles. Ella trajo a España a Rossini y logró que se asentara la ópera italiana.
En octubre de 1830, nació la primera hija del matrimonio, Isabel. Dos años después nació su hermana, María Luisa Fernanda.

Un saludo para los lectores de este blog.
Fernando Tapia.

Emilio Cerezo Morales dijo...

En 1833 Fernando VII murió de un repentino ataque de apoplejía. La apoplejía es una suspensión más o menos completa, y por lo general súbita, de algunas de las funciones cerebrales, debida a una hemorragia, obstrucción o comprensión de una arteria del cerebro. Este accidente cerebral brusco produce fenómenos globales de déficit funcional cerebral y lesiones más o menos extensas en el organismo con localización variable. Como causas más frecuentes se consideran las hemorragias, las embolias y las trombosis vasculares cerebrales.
María Cristina quedó como regente a los veintisiete años, sin ninguna experiencia previa. Contaba con un Consejo de Gobierno para ayudarle en el nuevo cargo que debía ocupar hasta la mayoría de edad de Isabel II. El secretario de estado y jefe del gabinete de ministros fue Cea Bermúdez que no pertenecía a ninguno de los principales partidos, liberales y conservadores. Inició una serie de reformas administrativas siguiendo una política conservadora. Sólo se hicieron unas pocas innovaciones liberales para contentar a este partido.
Por su parte, la hermana de la reina, Luisa Carlota la presionaba para que adoptara medidas más liberales. Mientras tanto los carlistas defendían la forma de vida tradicional, la monarquía absoluta y la Iglesia, según ellos amenazada por los liberales.
En medio de estas presiones, María Cristina vivía, además, una doble vida. Había conocido al que sería el amor de su vida, un guardia de corps llamado Fernando Muñoz. Aunque María Cristina siempre lo negó, surgieron rumores de que su segunda hija era en realidad de Fernando Muñoz y no de Fernando VII.

Gonzalo Olmedo dijo...

Con la finalidad de evitar una tercera regencia, se adelantó la mayoría de edad de Isabel II a trece años. Cuando ya tenía asegurado el trono para su hija Isabel, la regente María Cristina no se preocupó de la preparación educativa y política de su hija para el desempeño de tal alto cargo y exclusivamente se dedicó a su nuevo amante. Tampoco el poder político ya fueron los progresistas o moderados, se preocuparon de preparar a Isabel II, pues todos partían del principio básico de que cuando más ignorante permaneciera, mejor resultaría servirse de ella y de su cargo.
Cuando María Cristina es expulsada del cargo de Regente y es sustituida por el general Espartero, conocido como el Duque de la Victoria y Príncipe de Vergara, Isabel II es apartada de su madre y se elige a un grupo de preceptores para educarla.
En los años de Regencia, María Cristina había logrado una gran fortuna, que consiguió sacarla de España. Con parte de ese dinero conspiró contra el general Espartero, hasta que a mediados de 1843 triunfó el levantamiento de los generales Narváez, Serrano y Prim. Durante su regencia tuvo cinco hijos y en su posterior estancia en París otros tres, todos ellos hermanastros de Isabel II
El preceptor mayor era Agustín Arguelles, su profesor general José Vicente Ventosa, su maestro de música, Francisco Frontela, también llamado Valldemosa y también formaba parte de los preceptores Salustiano Olózaga, hombre inteligente y que destacaba por su gran preparación jurídica.

Juan José Morcillo dijo...

Respecto al reconocimiento del gobierno de María Cristina hay que decir que fue reconocido internacionalmente desde el principio y contó con el apoyo diplomático y militar de Inglaterra, Portugal y Francia (La Cuádruple Alianza). La guerra comenzó siendo favorable para los carlistas, que derrotaron repetidamente a las tropas cristinas. Las expediciones hacia Andalucía terminaron fracasando porque no consiguieron el apoyo de la población, tal como muestra el mapa que se presenta en el artículo, y el asalto para tomar Madrid en 1837 terminó fracasando igualmente. Además, en 1835 murió en el asalto de Bilbao Zumalacárregui, el mejor estratega carlista.
Los carlistas pasaron a la defensiva y, ante el agotamiento, el general carlista Maroto se vio obligado a iniciar negociaciones de paz con el general Espartero. La paz llegó finalmente en agosto de 1839, con el llamado abrazo de Vergara, aunque un núcleo de carlistas, dirigido por el general Cabrera, resistió casi un año más.
Para conseguir la rendición de los carlistas se impusieron una serie de condiciones, como el reconocimiento de los grados alcanzados por los vencidos y el compromiso de mantener los fueros.
La guerra generó miles de muertos, tanto militares como civiles, y provocó una gran destrucción material y económica, especialmente en el norte, donde el espíritu carlista se mantuvo arraigado durante generaciones.

Francisco Jiménez Campoy dijo...

Durante la Regencia de María Cristina de Borbón (29.09.1833 / 12.10.1840), El Consejo de Gobierno (29/09/1833- 18/08/1836 estuvo formado por las siguientes personalidades:

Presidente
José Joaquín SILVA Y SARMIENTO, Marqués de Santa Cruz
Vocales
Juan Francisco MARCÓ Y CATALÁN, Cardenal (se incorpora el 29.10.1833)
Luis Joaquín FERNÁNDEZ DE CÓRDOBA Y BENAVIDES, Duque de Medinaceli
Francisco Javier CASTAÑOS, Duque de Bailén
Pedro Agustín GIRÓN LAS CASAS, Marqués de las Amarillas (se incorpora el 29.10.1833)
José María PUIG
Francisco Javier CARO
Nicolás María GARELLI BATTIFORA (suplente de Caro durante la enfermedad del titular 22.10.1833 a 17.01.1834, pero en muchas ocasiones están presentes ambos especialmente a lo largo de 1835)
Secretario:
Narciso de HEREDIA Y BEGINES, Conde de Ofalia

Saludos.

Felipe Quesada Jiménez dijo...

Fernando VII es uno de los personajes de la historia de España que concita más críticas. Ha sido atizado por la historiografía tradicionalista y la franquista, y vituperado por la liberal y la de izquierdas. En lo personal, ha sido definido como zafio, inmoral, vividor e hipócrita, y en lo político como traidor, déspota y cobarde.
Cientos de anécdotas verdaderas y falsas acompañan el relato de su vida, y ninguna es buena. A pesar de todo, fue popular, querido por la gente, quizá debido a la eficaz campaña de propaganda que los patriotas le hicieron en la Guerra de la Independencia. Pero aunque no fuera por eso y la represión tuviera mucho que ver, esa popularidad es un dato curioso. Con perspectiva, es indudable que no fue el rey adecuado, y de esta manera lo presentaron las generaciones siguientes.
Su historial es ilustrador. Intentó negociar con Napoleón a espaldas de su padre, en octubre de 1807, por miedo a que Godoy le sustituyera en el Trono. Meses después, en marzo de 1808, dio un golpe de estado contra Carlos IV en Aranjuez, utilizando para ello al populacho y al ejército. Después puso a la Familia Real en manos de Napoleón, y ante la más mínima presión devolvió la Corona en Bayona, no sin antes enviar un ambiguo decreto de convocatoria de Cortes.
Su retiro en el palacio de Valençay fue tranquilo: cultivó sus pasiones privadas y alabó a Napoleón por sus victorias sobre los españoles: llegó incluso a pedirle la mano de una de sus sobrinas, y rechazó el plan de huída que le propuso un agente británico, al que denunció. Firmó la paz con el corso en diciembre de 1813, y volvió a España procurando retrasarse para pactar y engañar a los realistas... y organizar la represión de los liberales. Ese engaño y esa represión marcaron su campo político: ni con los tradicionalistas, que se acabaron levantando contra él en 1826, ni con los liberales, empeñados en el pronunciamiento desde septiembre de 1814, cuando se alzó el general Espoz y Mina.

Rafael Luque dijo...

Fernando VII tenía fama de mujeriego. Las historias que se contaban de sus infidelidades y de sus aventuras extramatrimoniales corrían paralelas a las críticas feroces a su carácter vengativo y torticero, así como a su política absolutista y contraria al liberalismo. La imagen histórica que acompaña a la figura de Fernando VII deriva en buena medida de la idea percibida por sus contemporáneos, y especialmente por los que profesaban el credo constitucional, los cuales no cesaron de atacarlo como rey, ni de criticar su vida privada.
Que a Fernando VII le tocó reinar en una época difícil, es una cuestión sobre la que no cabe ninguna duda. Ahora bien, su reinado estuvo lleno de fracasos y de frustraciones, especialmente a causa de su escasa capacidad para adaptarse a los nuevos tiempos que corrían. Tampoco su vida familiar estuvo exenta de problemas y de complicaciones. Las relaciones con sus padres no podían ser peores, su hermano Carlos se le enfrentó en la última etapa de su reinado y, por si fuera poco, tuvo que contraer matrimonio en cuatro ocasiones, a causa de la muerte prematura de sus tres primeras esposas, que fallecieron sin poder ofrecerle descendencia.
Como príncipe de Asturias y heredero de la Corona Española, Fernando fue objeto de algunos intentos de combinaciones matrimoniales de conveniencia con el objeto de entablar vínculos con otras potencias, como era frecuente entonces.
Saludos.
Rafael Luque

Pepe Cervera Domínguez dijo...

Los preceptores de la Reina Isabel II están en el inicio de las habilidades sexuales de Isabel II. José Vicente Ventosa fue expulsado de palacio por razones graves. Francisco Frontela, se le conocía como el amante de la reina y ésta le concedió la Cruz de Carlos III. Salustiano Olózaga fue el encargado de desflorarla y de iniciarla en los principios amorosos.
Isabel II tenía un carácter temperamental y apasionado, al mismo tiempo que mostraba una ardiente sensualidad probablemente heredada de su madre. Otro aspecto muy reseñable era su gran generosidad y su ánimo alegre y vivaraz, que hacía muy agradable su presencia.
De esta época podemos valorar la descripción que hace el conde de Romanones de Isabel II
“A los diez años Isabel resultaba atrasada, apenas si sabía leer con rapidez, la forma de su letra era la propia de las mujeres del pueblo, de la aritmética apenas sólo sabía sumar siempre que los sumandos fueran sencillos, su ortografía pésima. Odiaba la lectura, sus únicos entretenimientos eran lo juguetes y los perritos. Por haber estado exclusivamente en manos de los camaristas ignoraba las reglas del buen comer, su comportamiento en la mesa era deplorable, y todas esas características, de algún modo, la acompañaron toda su vida”.

José Manuel Sánchez dijo...

El Trienio Liberal marcó la imposibilidad de la convivencia de Fernando VII con uno de los partidos españoles, el liberal (es muy probable que le hubiera pasado lo mismo con los realistas, que además se levantaron en armas contra el régimen). A sus trabas y conspiraciones continuas contra la legalidad se unieron los clamorosos errores de los liberales, enfrentados entre sí a través de sociedades oscuras, cada una más radical que la otra, mientras los moderados carecían de poder e influencia.
El gobierno llevó en 1823 a Cádiz a un Fernando VII amenazado de muerte, declarado incapaz para reinar y prácticamente secuestrado. Allí el rey volvió a engañar a los liberales. A partir de entonces la represión de los pronunciamientos fue muy dura, y el seguimiento de los exiliados se tornó exhaustivo. De hecho, constituyó un grupo de agentes especiales al margen de la policía, pues no se fiaba de nadie.
No se rodeó de políticos de altura, sino que formó la malhadada camarilla, compuesta por personajillos como el embajador ruso Tatischef. Fernando VII fue muy concienzudo en su trabajo, estudiaba los expedientes y pedía informes, pero desconfiaba de su entorno. Hasta el final de su reinado, tras el apartamiento de los tradicionalistas, no mandó al gobierno a los viejos afrancesados y a los nuevos reformistas, gracias a los cuales se realizaron importantes reformas de racionalización administrativa y económica.
Los "famosos traidores", los afrancesados, regresaron escalonadamente a España desde 1818; a ellos recurrió Fernando VII para salir del caos. Esto le valió la crítica tanto de los realistas como de los liberales. Sin embargo, a su labor se deben tres aportes básicos para la modernización del Estado y el progreso, como fueron la división provincial, la racionalización fiscal y las medidas económicas para la formación de un mercado nacional.
José Manuel Sánchez

Elisa María Serrano dijo...

María Cristina era una mujer muy religiosa y no quería vivir su relación con Fernando Muñoz fuera del matrimonio, pero si se casaba con él perdía sus títulos y privilegios reales. En diciembre se casaron en secreto, aunque esta boda no tenía validez canóniga ni civil. Vivieron largas temporadas en el palacio de Vista Alegre, en Carabanchel. Tuvieron ocho hijos. María Cristina "oficialmente" no podía estar embarazada y nada más nacer sus hijos, los enviaban a París, donde eran atendidos por personal de confianza. Por su parte, la nueva situación familiar de la reina regente trajo consigo consecuencias negativas. Por un lado fue objeto de burla y perdió el apoyo de muchos cortesanos. Por otro, la familia de Fernando Muñoz empezó a ocupar posiciones en palacio, influyendo cada vez más en la toma de decisiones.
Saludos a los lectores de este magnífico blog.

Federico Torres dijo...

Por lo que al arco parlamentario respecta conviene precisar que en el parlamento se podían distinguir dos tendencias políticas entre los liberales: por un lado estaban los moderados (doceañistas), que respaldaban la actuación del gobierno y se oponían a cambios radicales; por otro lado estaban los progresistas (exaltados), que aspiraban a mayores reformas y a la reposición de la Constitución de 1812 frente al Estatuto Real de 1834.
Al estallar la guerra, y ante la necesidad de recabar apoyos para su causa y la de su hija, María Cristina llamó al liberal moderado Martínez de la Rosa para formar gobierno. Éste la convenció de la necesidad de propiciar el aperturismo del régimen. De este modo se amplió la amnistía, lo que permitió la vuelta del exilio de muchos liberales, y se decretó la libertad de prensa, aunque limitada. Por otra parte se restauró la Milicia Nacional, lo cual permitió conseguir un gran número de voluntarios para la guerra.
Fruto de este espíritu aperturista fue el Estatuto Real de 1834, una carta otorgada que regulaba la convocatoria de unas Cortes de carácter extremadamente conservador y elitista, tanto por su composición (nobleza, clero, funcionarios, altos cargos del ejército y alta burguesía) como por el modo de elección, mediante sufragio censitario indirecto. Además, otorgaba a la Corona una amplia capacidad legislativa y de veto, pudiendo incluso disolver libremente las Cortes.
El gobierno, en manos de los liberales moderados, no fue capaz de dirigir correctamente la difícil situación de guerra. La falta de recursos económicos, los errores tácticos y las victorias carlistas hicieron crecer el descontento frente al gobierno, al tiempo que crecía el apoyo a los liberales progresistas.

Elvira Molinero Martínez dijo...

El ocho de noviembre de 1843, Isabel II es declarada mayor de edad con trece años. El primer problema que debe afrontar es del matrimonio. Este matrimonio se convierte no sólo en una cuestión de Estado sino en un problema europeo, pues lo que todos quieren es que no se rompa la actual situación de alianzas y equilibrios que había en ese momento en Europa.
Su madre María Cristina, plantea como marido al conde de Trapani, que era hermano de su madre y en consecuencia tío carnal. Francia plantea la candidatura del duque de Montpensier, que era hijo de Luis Felipe. Otro pretendiente era Leopoldo de Sajonia, que tiene el respaldo de Inglaterra. También aspiraba el infante Enrique que era el segundo hijo de Francisco de Paula y de Luisa Carlota que era hermana de su madre María Cristina, pero esta candidatura se vino abajo por su colaboración en el alzamiento carlista de Galicia.
Mientras sectores sociales españoles apoyan la idea de casarla con Carlos Luis de Borbón que era primo hermano e hijo de Carlos María Isidro, con lo que el problema dinástico se hubiera evitado, pero Isabel II no aceptó, y ahí está el origen de la segunda guerra carlista.
Por razones políticas el elegido fue Francisco de Asís, hijo del Infante Francisco de Paula y de Luisa Carlota, que era además primo hermano de Isabel. Esta elección satisfacía a todos los sectores políticos del país, porque lo consideraban un personaje políticamente inocuo y además se fundían en una sola las dos ramas reales. Además este acuerdo también incluía el casamiento de su hermana Luisa Fernanda de catorce años, que se casaría con el duque de Montpensier, con lo que se consolidaba el equilibrio político europeo.

Tamara López Castro dijo...

Dentro de la atención que en los últimos comentarios se están dedicando al Rey Felón, y para aclarar su postura ante el desarrollo de la cultura, es necesario precisar que no puede decirse que Fernando VII se volcara en la promoción cultural del Reino, aunque se alegue que convirtió una pinacoteca real en el Museo del Prado. Quizá fue para compensar la riqueza artística que permitió que se llevaran los franceses, entre ellos el ilustrado José Bonaparte, y los ingleses, botín al que sumó cuantiosos regalos. Depuró las universidades del profesorado liberal y reformista, y las cerró en 1830, ya al final de su reinado. La razón fue su miedo (infundado) a que se reprodujera en España la revolución que tuvo lugar en Francia ese mismo año. Aun así, los revolucionarios estaban fuera del país, en el exilio, y el número de alumnos universitarios había descendido mucho en el último quinquenio.
Por otro lado, Fernando VII no restableció la Inquisición en 1823, pero mantuvo la censura de prensa, aunque esto fue una constante en la historia contemporánea española, incluida la Segunda República.
Durante su época, España se despidió de su imperio americano, donde curiosamente los primeros independentistas le incluían en sus proclamas como símbolo de orden. La guerra duró en exceso, sepultando hombres y presupuesto en unas condiciones que rompieron el vínculo atlántico durante una generación. Pero en esta cuestión tampoco los gobiernos liberales de las épocas constitucionales consiguieron grandes avances. De esta forma se pone a cada cual en su sitio.
Un saludo para los animados comentaristas que aportan datos muy interesantes.
Tamara López Castro.

Pablo Collado Aguilera dijo...

Mi opinión es que Fernando VII fue un malísimo gobernante. De hecho está considerado el peor monarca de España. Recomiendo leer artículos de Arturo Pérez Reverte. De cada 5 artículos en uno lo cita negativamente.
Fernando VII ha merecido a los historiadores un unánime juicio negativo, pasando a los anales de la historia de España como el Rey Felón. Sin escrúpulos, vengativo y traicionero. Rodeado de una camarilla de aduladores, su política se orientó en buena medida a su propia supervivencia.
Algunos de sus "éxitos" son:
*Intentar derrocar a su padre en 1807.
*Encabeza con sus amigos y mintiendo al pueblo el Motín de Aranjuez en 1808, por el que obliga a su padre a abdicar (sólo ocurrió dos veces a lo largo de la historia española).
*Celebra su coronación sin importarle que las tropas napoleónicas invadan España (sólo dura 16 días como Rey en su primer intento).
*Se deja engañar por Napoleón que acaba encerrándolo.
*Su propia madre solicitó a Napoleón que lo fusilase.
*Se deja engañar por Napoleón para devolver el trono a su padre a cambio de un castillo y 4 millones de reales, su padre también fue engañado de forma similar para entregar el trono al hermano de Napoleón.
*A pesar de todo eso, siguió teniendo una actitud servil hacia Napoleón.
*Se inicia la guerra de Independencia (sin tener él nada que ver) mientras está prisionero en un palacio pero viviendo plácidamente mientras el pueblo sangra.
*Tras la derrota de Napoleón recupera el trono, anula la popular constitución recién creada y restablece una monarquía absolutista.
*Durante el reinado persigue a los liberales, los masones, la libertad de prensa, diputaciones, ayuntamientos, universidades...
*Acaba cediendo a la presión y recuperando la constitución. 3 años después vuelve a anularla y persigue a todos los que la apoyaron.
*Mientras se dedica a estos tiras y aflojas con la Constitución el Imperio Español desaparece al independizarse toda América.
*Graves errores en su sucesión acabarán provocando la Guerra Carlista ( hubo tres guerras carlistas que en realidad fueron tres guerras civiles).
Vamos, que fue una auténtica perla el muchacho.

Rafael Gutiérrez Madero dijo...

La expresión popular que se oía en esos tiempos en todos los mentideros de España era: ¡Pobres niñas, condenadas a sendos matrimonios de conveniencia para salvar el trono!
Al conocer el nombre de su futuro marido, Isabel II se negó diciendo ¡No, con Paquita, no! Pero su madre María Luisa y una monja oscura, que estará presente en toda su vida, sor Patrocinio le presionaron para que aceptara. Así el día antes del matrimonio Isabel II dijo a su madre: “He cedido como reina, pero no como mujer. Yo no he buscado a este hombre para que fuese mi marido; me lo han impuesto y no lo quería”.
Su noche de boda fue un fracaso. Es conocido el comentario que hace Isabel II al diplomático León y Castillo “que voy a decir de un hombre que en la noche de bodas llevaba en su camisa más bordados que yo en la mía”. La presencia de Francisco de Asís enseguida levantó muchos dichos populares y se crearon numerosas coplas como la siguiente:
"Isabelona / Tan frescachona / y don Paquita / tan mariquita".
El pueblo sabe en su sencillez descubrir las causas de los problemas del país.
Rafael Gutiérrez Madero.

Daniel Moreno Martín dijo...

La vida de Isabel II era una fiesta continua. Se acostaba a las cinco de la mañana y se levantaba a las tres de la tarde. Este modo de vida levantaba fuertes críticas en la sociedad española.
El primer amante oficial fue el general Serrano a quien Isabel II le calificaba “el general bonito”, y producía un auténtico escándalo porque la reina lo perseguía por todos los cuarteles de Madrid. Llegó a tal nivel el escándalo, que el ejército decidió trasladarlo fuera de Madrid para alejarlo de la Reina.
Otros amantes reconocidos son el cantante José Mirall, cuya voz entusiasmaba a la reina. El conocido compositor Emiliano Arrieta, el coronel Gándara, también Manuel Lorenzo de Acuña, marqués de Bedma. Destaca el capitán José María Arana, conocido como” el pollo Arana”; en esta relación hay una anécdota que su marido Francisco de Asís, un día le dijo a la reina que tuviera cuidado con el pollo Arana, que le estaba poniendo los cuernos. Lo ascendió a coronel y le otorgó la Cruz Laureada de San Fernando y fruto de esa relación nació la infanta Isabel que sería llamada popularmente la Araneja y también la Chata.
Otra relación también muy conocida fue con el capitán de ingenieros Enrique Puig Moltó conocido como “el pollo real”, que fue el padre de Alfonso XII, al que llamaron puigmolteño. Se dice que un día hablando Isabel con su hijo Alfonso XII de dijo “Hijo mío, la única sangre Borbón que corre por tus venas es la mía”.
Otro amante reconocido fue el general O´Donnell que había llegado al poder con la Vicalvarada iniciándose un periodo histórico conocido como el bienio progresista, dirigido dicho gobierno por la Unión Liberal (1854-1856). O´Donnell se sintió atraído por Isabel II y ésta le respondía, cultivando un amor platónico que aumenta su comprensión y confianza mutua. La diferencia de edad entre ambos, veintiún años no les importaba nada. Sin embargo, este entendimiento fue cambiando por la influencia conservadora que ejercían sobre la reina, el padre Claret y sor Patrocinio, conocida como la monja de las Llagas, que intentaban neutralizar las medidas liberales que el gobierno de O´Donnell tomaba sobre la Iglesia. Esto llevó a que Isabel II humillara públicamente a O´Donnell, provocando su cese.
Daniel Moreno Martín.

José Ignacio Vaquero dijo...

Para la historia ficción queda el elucubrar cómo hubiera sido España, y su proceso hacia la libertad, si Fernando VII hubiera sido de otra manera. De haber vivido más, es probable que la evolución del régimen fernandino hubiera ido en el sentido de dar a los españoles una carta otorgada, al estilo de la francesa de 1814, dada por Luis XVIII. De hecho, Fernando VII ya había apartado a los realistas, que protagonizaron insurrecciones desde 1824, y terminó invitando a su hermano Carlos María Isidro a abandonar España. Tomó entonces una decisión trascendental: no habría más absolutismo a su muerte. No sabemos por qué la tomó; quizá por rencor a su hermano o por patriotismo. El caso es que al nacimiento de Isabel, el 10 de octubre de 1830, publicó la Pragmática Sanción, que abolía la borbónica Ley Sálica que impedía el reinado de las mujeres.
Eran muchas las reformas que necesitaba el Reino, y este inepto trucó el futuro que hubiera generado con la Constitución de 1812.
José Ignacio Vaquero.

Jesús Segura dijo...

A propósito de un comentario anterior, cabe destacar la anécdota de que en el año 1860, O´Donnell va a despedirse de Isabel II antes de iniciar una nueva guerra en Marruecos, la reina le dice cariñosamente que si ella fuera hombre iría con él. Francisco de Asís que estaba presente, añadió “lo mismo te dijo O´Donnell, lo mismo te dijo”.
Otros amantes fueron el secretario Miguel Tenorio; el cantante Tirso Obregón; José de Murga y Reolid, marqués de Linares por concesión real; el gobernador de Madrid y posterior ministro de Ultramar, Carlos Marfori y Calleja que le acompañará a París cuando se exilia por el triunfo de la Gloriosa de 1868. El capitán de artillería, José Ramón de la Puente. Fruto de estas relaciones tuvo los siguientes hijos:
- El 20 de mayo de 1849 da a luz un varón fallecido en el parto, hijo del marqués de Bedmar.
- El 12 de julio de 1850 dio a luz un nuevo varón que falleció a los cinco minutos de nacer, enterrado en el Panteón de príncipes de El escorial y que probablemente fuera hijo del rey consorte Francisco de Asís de Borbón.
- El 20 de diciembre de 1851, dio a luz a la infanta María Isabel Francisca de Asís, popularmente conocida como la Chata, princesa de Asturias, hasta el nacimiento de Alfonso XII, hija del capitán José Ruiz Arana.
- El 5 de enero de 1854, nace la infanta María cristina, muerta al poco de nacer y que fue enterrada en el Panteón de El escorial, de padre desconocido.
- El 24 de noviembre de 1855, tuvo un aborto avanzado, tras haberse publicado en la Gaceta de Madrid el embarazo real, de padre no conocido.
- El 20 de junio de 1856, hay un nuevo aborto de padre no conocido
- El 28 de noviembre de 1857; Alfonso, príncipe de Asturias y más tarde rey de España, era hijo del capitán de ingenieros Enrique Puig Moltó.
- El 26 de diciembre de 1859, da a luz a la infanta Concepción, muerta a los veintiún meses, hija del rey consorte.
- En el año 1861 tuvo a María del Pilar Berenguela fallecida a los dieciocho años.
- En el año 1862 tuvo a María de la Paz de Borbón y Borbón, que fue casada con Luis Fernando de Baviera.
- En el año 1864 tuvo a María Eulalia de Borbón y Borbón, duquesa de Galliera, fue casada con Antonio de Orleans y Borbón.
- En el año 1866 nació Francisco de Asís Leopoldo de Borbón y Borbón, fallecido a las pocas semanas de nacer.
Esta ha sido mi aportación. Un saludo.
Jesús Segura.

Juan Antonio López dijo...

Fernando VII ha merecido a los historiadores un unánime juicio negativo, pasando a los anales de la historia de España como el Rey Felón. Si bien no se le puedan achacar personalmente muchos de los males de su reinado, ha sido el monarca español peor tratado por la historiografía, que desde el siglo XIX ha repetido sin sentido crítico una serie de descalificaciones sobre el personaje. La Historia más reciente ha ido remitiendo las críticas y los juicios, aunque sigue siendo difícil encontrar algún estudio en que la figura del monarca no sea tratada de manera negativa.
Juan Antonio López.

Juan F. Collado dijo...

El marido de Isabel II, Francisco de Asís y Borbón tuvo un amigo de por vida, Antonio Ramón Meneses, con el que convivió toda su vida. Ante los continuos amantes de Isabel II, los asumió con naturalidad. Por el reconocimiento de la paternidad de los hijos de Isabel II recibía a cambio un millón de reales por hacer la presentación de cada uno de ellos.
Una copla popular decía de Francisco de Asís:
“Gran problema es en las Cortes
Averiguar si el consorte
Cuando acude al excusado
Mea de pie o mea sentado”.

Pilar Ruiz González dijo...

Desde comienzos de 1832, Fernando VII estuvo convaleciente; nombró como regente a María Cristina de Borbón, su sobrina y cuarta esposa. La política se le escapó de las manos. El ministro Calomarde engañó a la Regente para que derogara la Pragmática. El 18 de septiembre Fernando parecía que iba a morir, pero despertó, se enteró de lo ocurrido y destituyó al gobierno traidor. Calomarde tuvo que huir de España. Nombró el rey entonces un nuevo ministerio, el 1 de octubre de 1832, que mostraba su decantación por la vía reformista. Cea Bermúdez lideró un gobierno que neutralizó a los elementos reaccionarios de la administración y el ejército, y consolidó la sucesión de Isabel. La reina María Cristina de Borbón, a la que Fernando confió el poder, fue la artífice de la transición al Estado constitucional; además, abrió las universidades y amnistió a los liberales.
Pilar Ruiz González.

Rubén Díaz dijo...

Fernando VII pasó del ser el deseado al odiado por méritos propios. Un hijo de p. con todas las letras, a las que quité “uta”. El mayor traidor a España que haya habido, fruto de su tiempo, nada tiene de raro que una vez rey, pese a ser uno de los mas apoyados de la historia por el pueblo, creyera a todos los lamebotas y mamporreros de la corte con todo tipo de confabulaciones y traiciones y se dedicara a lo suyo, seguir vivo y en el trono, pero traicionando las ilusiones de sus súbditos, lo malo es que lo pago España, pero no fue toda suya la culpa, no olvidemos que la corte era un nido de conspiradores, traidores y vende patrias al mejor postor. De este monarca solo se pueden decir cosas malas. Ya que no creo que en su mísera vida hubiera hecho algo digno de alabar. Si su padre era un anormal éste era un miserable. Este impresentable fue capaz de ejecutar a héroes de la Guerra de Independencia, como el Empecinado.
Rubén Díaz.

Vicente Hernández dijo...

Fernando VII está considerado por una práctica unanimidad como el monarca más inepto y cenutrio de todos los que reinaron en España desde el reino hispano godo de Toledo. Y cuidado que Felipe III, Felipe IV o Carlos II le pusieron el listón bien alto, pero él los superó para convertirse en el peor rey del Reino de España de todos los tiempos.
Conspiró contra su propio padre, Carlos IV, pero luego se bajó los pantalones con Napoleón y dejó que reinara el hermano de éste, José I, abandonando a los españoles a su suerte.
Fue "El Deseado" por el pueblo español, pero cuando llegó en 1814 comenzó a gobernar en plan monarca absoluto, cargándose la Constitución liberal de 1812. Pero en 1820 chaqueteó otra vez después del pronunciamiento de los liberales de Riego, y dijo la famosa frase de "marchemos todos juntos y yo el primero por la senda constitucional". Esa constitución le pisoteaba las narices, porque proclamaba que la soberanía residía en el pueblo español, y no en su persona, como él quería.
Consiguió que las potencias reaccionarias europeas de la Santa Alianza enviaran a los "Cien Mil Hijos de San Luis" franceses, para reponerlo como monarca absoluto. Pero su mismo hermano, Carlos María Isidro, conspiraba para ser su sucesor, así que cuando sólo tuvo como descendencia a una hija, Isabel (futura Isabel II), se apegó a los liberales para que éstos mantuvieran en el trono a su hija.
En resumen: el rey más escuerzo de la monarquía española. Sólo hay que ver algunos de sus retratos para comprenderlo.
Vicente Hernández.

Alicia Medina dijo...

En el verano de 1833, mientras los carlistas bullían en armas en algunos lugares, Fernando VII empeoraba. Murió el 29 de septiembre. De su muerte queda aquella frase, quizá apócrifa, que decía: "España es una cerveza, y yo soy el tapón. Cuando yo me vaya, esto estalla". Fue enterrado a toda prisa porque su cadáver despedía un insoportable hedor. No dio tiempo a llorarlo ni a celebrarlo: los carlistas se lanzaron a la guerra civil.
Fernando VII sigue siendo un rey antipático y complicado para el historiador; quizá por ello carezcamos de buenas biografías suyas y su época permanezca en gran parte en penumbra. Fue lo peor que habría podido ocurrir a España en el momento y lugar menos oportunos.
Aunque todo hay que decirlo, buena parte de la culpa la tuvimos los españoles. Este era un país tan miserable, tan cobarde, tan inculto, que cuando recibió una constitución avanzadísima, concebida en el papel por gente de bien y que le daba libertad, en vez de levantarse en su apoyo, se une al carro del despotismo y secunda a Fernando VII en la persecución del espíritu liberal echando por la ventana todas las libertades alcanzadas en la Constitución de 1812.
Este miserable, inepto y cobarde que nada tiene que ver sus ascendientes (y no me refiero a Carlos IV) juntos con los curas fanáticos y los ministros corruptos, provoco a mi modo de ver el espectáculo mas patético y vergonzoso de la historia de España.
Sin cultura (me refiero a cultura de verdad, a educación y a lucidez) no hay futuro posible. Los pueblos incultos, sobre todo los deliberadamente incultos, tienen un futuro problemático.
Alicia Medina.

Manuel Jiménez Barragán dijo...

Pedro, enhorabuena por esta entrada. No conocía la existencia de estos documentos, me alegro mucho que no se hayan perdido. Espero con impaciencia las actas de 1835, quizá reflejen algo importante para nuestra historia.

Mala época la del reinado de este rey. El Rey Felón, o mejor el «rey falón»; de lo único que podía presumir, para colmo lo hacía.

La tercia decimal era un impuesto que se pagaba al Estado. Su origen eran los dos novenos de la décima parte de una especie. Me hace gracia: uno pidiendo el impuesto y los otros diciendo que ya lo había pagado. ¡Qué pillines! Los papeles que lo probaban los habían destrozado, quemado, rotos, rociados. En fin, que... No quiero pensar que algún político de los que firman, o hacen la cruz, se llevara algunos sacos.

La Tercia como edificio sigue, en estos años de la actas, cumpliendo su misión de almacén; además hay un pósito en la calle Llana. Esto reafirma la hipótesis de que el castillo no era la Tercia. El castillo aún estaba en pie y con soldados custodiándolo, al lado de la Tercia, en el lugar señalado en el callejero decimonónico como «era del castillo». La Tercia parece que fue la primitiva iglesia.

Esperemos las actas de 1835.

Lidia Bermejo dijo...

Fernando VII, en marzo de 1808 dio un golpe de Estado, contra su propio progenitor, Carlos IV, y puso el trono, a disposición de Napoleón.
Continuamente, traicionó a la Nación Española e incluso permitió, que multitud de obras, del Museo del Prado, fueran igualmente, expoliadas por José Bonaparte.
Su interés por Francia, no fue intelectual, puesto que mantuvo pésimas relaciones, con los liberales españoles y fue el encargado de abolir la Constitución de Cádiz, en 1814, donde se plasmaban, los principios más liberales, de la Historia de España, instaurando, de nuevo, el absolutismo, temeroso, quizás, de que se produjesen, estallidos revolucionarios, como los que acontecieron en Francia .
Traicionó, siempre, tanto al sector tradicional, como al liberal, haciendo uso de maquinaciones insidiosas (a mi, me recuerda mucho, a ZP, aunque, sin duda, Fernando VII, era un hombre refinado y cultivado).
Al menos, abolió la Ley Sálica y convirtió la Pinacoteca Real, en el Museo del Prado.
Lidia Bermejo

Ángel Labrador Hernández dijo...

Pedro, mandalos un poco más reducidos, creo que la única pega que se le puede poner al articulo es lo largo que resulta. Por lo demás es una gran lección de historia y que con paciencia deberíamos leer todos. Estas cosas, no venían en mis libros y ya me hubiera gustado. Sigue por este camino y te lo agradeceremos muchos.
Un abrazo.
Ángel Labrador Hernández.

Juan José Gómez dijo...

Fernando VII de Borbón (San Lorenzo de El Escorial, 14 de octubre de 1784 - Madrid, 29 de septiembre de 1833), llamado el Deseado o el Rey Felón, fue rey de España en 1808 y, tras la expulsión del rey intruso José Bonaparte, reinó nuevamente desde 1813 hasta su muerte, exceptuando un breve intervalo en 1823, en que fue destituido por el Consejo de Regencia.
Hijo y sucesor de Carlos IV y de María Luisa de Parma, pocos monarcas disfrutaron de tanta confianza y popularidad iniciales por parte del pueblo español. Sin embargo, pronto se reveló como un soberano absolutista, y uno de los que menos satisfizo los deseos de sus súbditos, que lo consideraban sin escrúpulos, vengativo y traicionero. Rodeado de una camarilla de aduladores, su política se orientó en buena medida a su propia supervivencia.
Fernando VII ha merecido a los historiadores un unánime juicio negativo, pasando a los anales de la historia de España como el Rey Felón. Si bien no se le puedan achacar personalmente muchos de los males de su reinado, ha sido el monarca español peor tratado por la historiografía, que desde el siglo XIX ha repetido sin sentido crítico una serie de descalificaciones sobre el personaje.
Juan José Gómez.

Miguel Ángel Fuertes dijo...

Durante la primera etapa del reinado, entre los años 1814 y 1820, el rey restableció el absolutismo anterior siguiendo la estela de la restauración borbónica en Francia. La tarea que aguardaba a Fernando era extremadamente compleja. Habría tenido que contar con unos ministros excepcionalmente capaces para poner orden en un país devastado por seis años de guerra, pero apenas contó con un par de estadistas de cierta talla. La inestabilidad del gobierno fue constante, y los fracasos a la hora de resolver adecuadamente los problemas determinaron los continuos cambios ministeriales.
Fue un periodo de persecución de los liberales, los cuales, apoyados por el Ejército, la burguesía y organizaciones secretas como la masonería, intentaron sublevarse varias veces para restablecer la Constitución. Por otra parte, a pesar de que Fernando VII había prometido respetar a los afrancesados, nada más llegar procedió a desterrar a todos aquellos que habían ocupado cargos de cualquier tipo en la administración de José I.
Por la Real Cédula del 1 de agosto de 1824 prohibió para siempre en España e Indias las sociedades de francmasones y otras cualesquiera secretas.
Durante el período desaparecieron la prensa libre, las diputaciones y ayuntamientos constitucionales y se cerraron las Universidades. Se restableció la organización gremial y se devolvieron las propiedades confiscadas a la Iglesia.
En enero de 1820 estalló una sublevación entre las fuerzas expedicionarias que debían partir para América para garantizar la permanencia de las colonias en manos de España. Aunque este pronunciamiento, encabezado por Rafael de Riego, no tuvo el éxito necesario, el gobierno tampoco fue capaz de sofocarlo y poco después, una sucesión de sublevaciones comenzó en Galicia y se extendió por toda España. Fernando VII se vio obligado a jurar la Constitución en Madrid el 10 de marzo de 1820.
Miguel Ángel Fuertes

Lahiguera dijo...

Sin duda, un interesante artículo para ampliar el conocimiento de la historia de nuestro pueblo.
Me llama enormemente la atención lo de la firma con la "x": un 80% de la población de aquellos años no sabía leer ni, por lo tanto, escribir. Por otro lado, me es grato comprobar que los apellidos de la actual población siguen siendo tan de sus orígenes de años pasados.
Pero si algo realmente me conmueve, es la importancia, de nuevo, de este edificio tan emblemático y poco mirado en nuestro pueblo: LA TERCIA. Una vez más es centro de atención en la historia de la actual Lahiguera, pero que sigue ahí abandonado y "adornado" con unos contenedores de reciclaje muy poco acordes con el entorno. Quizás vaya siendo el momento de atender a la restauración del mencionado edificio que tanto pudiera contar de nuestro pueblo (...si hablara).
Saludos para todos los seguidores de este Blog.

Rafael Arjona Mateos dijo...

Querido amigo Pedro:
Te felicito por el trabajo, se ve buena preparación y dedicación. Te animo a continuar. Abrazos
Rafael.

James Cruz dijo...

Estimado Pedro: Muchas gracias por tu nuevo y excelente trabajo sobre la historia de nuestro pueblo. Desde luego la idea de buscar datos de interés histórico en las actas del ayuntamiento es una buena idea. Este tipo de trabajos ayuda a comprender mejor el pasado de nuestro pueblo y sus gentes. Como bien dices al final de tu escrito algunos también podrán encontrar referencias de algún antepasado, lo cual les puede ayudar a construir su árbol genealógico, que como en mi caso tengo el presentimiento de que las siguientes personas : Alonso de Fuentes, Pedro de Fuentes, Domingo de Fuentes y Pedro Navarro son algunos de mis antepasados, siento no estar más cerca de Lahiguera para poder cotejar la información que tengo con la que debe existir en los libros de bautismo y matrimonio en la parroquia.
Dolores y yo esperamos con impaciencia la segunda parte de tu trabajo y estamos seguros de que será tan interesante como la primera.
Saludos cordiales para ti y el equipo que lleváis este fantástico Blog informativo.
Desde Melbourne, en Australia.
James Cruz.

Elena Cenit dijo...

¡¡¡Mi Felicitación!!! Veo que eres un auténtico historiador. Yo no podré contradecir tus datos pues soy una pésima historiadora, aunque siento un poco de envidia por vosotros: investigadores historiadores.
Un abrazo Elena.

Luis Gallego Morales dijo...

Los Borbones en pelota es el título de un álbum de láminas satíricas del siglo XIX, se agrupaban en unas 89 escenas, pintadas a la acuarela, muchas procaces y hasta pornográficas, donde se caricaturiza a personajes públicos de finales del reinado de Isabel II, sobre todo de la casa real. Se las acompaña de agudos textos alusivos, a veces poéticos. No fueron publicadas hasta 1991 con estudios de Robert Pageard, Lee Fontanella y Mª Dolores Cabra Loredo.
Firmadas con el seudónimo SEM, se atribuyen a los hermanos Bécquer, como obra conjunta: el poeta Gustavo Adolfo Bécquer y el pintor Valeriano Domínguez Bécquer.
A pesar de ello, los investigadores Jesús Rubio y Joan Estruch defienden que se trata de una obra de un pintor de ideología republicana radical llamado Francisco Ortego.
Luis Gallego Morales.

Marta María González dijo...

Cuando visité el Palacio de Aranjuez me quedé prendada de la alcoba que tenía la reina Isabel II, digna no ya de una princesa, sino de una reina. Si visitáis el palacio no os perdáis detalle sobre todos de los ornamentos, la talla, las telas, la alfombra, las lámparas, etc... Pero seguro que os voy a aburrir como a una ostra y tampoco es plan, así que os voy a comentar los cotilleos reales de la Reina Isabel II
Esta reina fue llamada "La de los tristes destinos", Isabel fue hija de Fernando VII y de su cuarta esposa, María Cristina. Como no hubo criatura nacida varón, convenientemente se derogó la Ley Sálica y ea, a los tres años de edad, en 1833, la niña sucede a su recién fallecido padre, actuando su madre como regente. Más conveniente fue que diez años más tarde, cuando contaba con 13 primaveras, declararan su mayoría de edad y con ella su ascenso al trono. Esto trajo cola, claro, porque a tito Carlos no le sentó nada bien, evidentemente, pues tonto no era y quería el trono para él.
Con semejante panorama es para que tuviera una infancia un tanto infeliz, con tanta gente decidiendo por ella, mal metiéndola y mal aconsejándola, y con su tío venga a declarar guerra tras guerra, pero no; la joven reina era un culo inquieto, vivaracho y dado a los placeres de la carne. Vamos, una “pecadora” como ella sola.
Dicen que no hubo reina más castiza que ella, aunque en ocasiones rozara la ordinariez y la chabacanería. Gustaba del humor y la amabilidad, y, por qué no decirlo, la ninfomanía.
Sí, sí, como lo leéis. No fue su primera vez muy acertada, pues se rumorea que fue su regente, el general Francisco Serrano, llamado por ella "El General bonito", quien desfloró a la joven reina, aunque hay quien apunta que fue una violación en toda regla después de que ella se pusiera un poco demasiado cariñosona. El historiador Ricardo de la Cierva, sin embargo, cree que fue su preceptor quien la "introdujo" en los placeres de la carne. De un modo u otro, la cosa no se quedó ahí, ya que por la alcoba de la reina pasó prácticamente toda la corte, sobre todo aquellos con cierta influencia política o dotados con grandes... atributos.
Marta María González.

Alberto García dijo...

En una atmósfera de delirio liberal aparecieron en Madrid dos porfolios que contenían un total de ochenta y nueve acuarelas, denominados “Los Borbones en pelota”. Setenta y siete de ellas llevan comentarios irónicos y de mofa. Todas ellas aparecen firmadas por SEM, V.SEM ó SEMEN. Si esta boutade hubiera sido producto del espontáneo y anónimo ingenio popular su proyección no habría perdurado más que el entusiasmo que acompañaba a los acontecimientos, pero la extraordinaria particularidad de la obra consistió en que sus responsables fueran el poeta Gustavo Adolfo Bécquer, pintor de algunas acuarelas y, por supuesto, de todos los textos que las acompañaban, y su hermano Valeriano, autor de la mayor parte de las pinturas.
En la necrológica de Gustavo Adolfo, publicada en el diario Gil Blas el día 24 de diciembre de 1870, se lo identifica como uno de los que ilustraron sus columnas con dibujos que llevaban la firma SEM. Resumida en cifras, el 50% de los porfolios representaban a Isabel II en actitudes lujuriosas, el 30% representaba a su esposo, naturalmente, como marido burlado, y el 20% restante estaba distribuido equitativamente entre los amantes de la reina, Marfori y Callejas, y sor Patrocinio con el padre Claret. Valeriano y Gustavo Adolfo Bécquer en la Corte de Isabel II.
Alberto García.

Vanesa Ortega dijo...

Por esas cosas reales, y esa manía de que la cosa se quede en casa, casaron a Isabel II a la edad de 16 años con Francisco de Asís y Borbón, llamado Paquito Natillas o "Paquita", por lo dulce que era. La reina le odió y así lo manifestó, pero no pudo hacer nada contra los intereses de estado y se casó. Se cuenta que su noche de bodas no hubo consumación (atestiguada por varias personas que asistieron al encuentro, como era costumbre), confirmando las sospechas de la reina sobre la homosexualidad de su marido.

"¿Qué voy a decirte de un hombre que en la noche de bodas llevaba en su camisa más bordados que yo en la mía?"

Pero no era sólo la reina la que se burlaba de la dudosa virilidad de su consorte, pues era un secreto a voces que a "Paquita" le gustaba más la carne que el pescado.

Gran problema es en la Corte
averiguar si el Consorte
cuando acude al excusado
mea de pie o mea sentado.

¿Qué hacer con un marido así? Pues tirarse a todo lo que pillase y aquí paz y mañana Gloria.
No voy a nombrar a todos los amantes que pasaron por la alcoba de su majestad la Castiza, tal como se ha podido leer en algún comentario anterior, sólo decir que la reina no hacía ascos a nada.
Vanesa Ortega.

Josue Vázquez dijo...

El periódico político-satírico Gil Blas publicó tres días después de la muerte de Gustavo Adolfo Bécquer:
“…Gil Blas no puede hoy por menos de consagrar un recuerdo a la memoria de quienes, en la primera etapa de esta publicación, ilustraron sus columnas con dibujos que llevaban la firma SEM”
Los dibujos y caricaturas aparecidos en la publicación desde 1865 con la firma SEM eran de carácter político, chistes inocentes, crítica gráfica referida al tiempo político que los hermanos Bécquer estaban viviendo. Sería Rubén Benítez el que descubriría la personalidad de Gustavo y Valeriano tras el seudónimo SEM. Y no generó ninguna duda, pues el propio periódico Gil Blas lo había reconocido.
Las suspicacias comenzaron cuando los portafolios que agrupaban 89 acuarelas muy especiales, depositados en la Biblioteca Nacional de Madrid bajo la firma de SEM, fueron atribuidos finalmente a los hermanos Bécquer en 1989.
Bajo el título “Los Borbones en pelota” se agrupaban 89 escenas que no dejan indiferente a nadie. Unos porque tienen una idea preconcebida de la personalidad de Gustavo Adolfo Bécquer, y otros porque su moral les impide juzgar con imparcialidad la importancia de unas imágenes que rebosan crítica política pero que rozan lo soez, y sobre todo si tenemos en cuenta el momento en que fueron realizados.
Un saludo.
Josue Vázquez.

Daniel Sánchez dijo...

Hay algunos que discrepan sobre la autoría de las acuarelas adjudicada a los Bécquer, y aducen que a Luis González Bravo, primer ministro del Gobierno de España en 1868 con Narváez, se le representa en muchos casos sodomizando y sodomizado. También aparece portando los sacos de dinero de las arcas españolas que se llevó al huir a Francia, tras el triunfo de la revolución de 1868 y posterior exilio de la reina Isabel II.
Creen que si era un mecenas y protector para Gustavo Adolfo Bécquer no sería posible la mofa y escarnio que luce en las acuarelas. Otros piensan que precisamente el seudónimo obedece a la necesidad de ocultarse, y no perder los favores entre los moderados.
También es posible que bajo ese seudónimo se escondieran otros humoristas gráficos del periódico Gil Blas: Daniel Perea, Francisco Ortego o Urrabieta. Que la paternidad fuera compartida no restaría importancia a la existencia de estas imágenes irreverentes, político-eróticas y de contenido pornográfico, que denuncian claramente la situación que se vivía en la corte de Isabel II, en los momentos previos a la revolución.
Muchos especialistas becquerianos quieren borrar la huella de los hermanos Bécquer, o al menos la de Gustavo, de la autoría de estas acuarelas. Rodeado de una aureola de santidad e inocencia, le consideran un espíritu puro incapaz de rebelarse contra el mundo que le asfixiaba. A Valeriano, en cambio, sí le consideran capaz de realizar estas acuarelas.
Daniel Sánchez.

Carlos Alberto Valero dijo...

A través de 89 acuarelas correspondientes a dos álbumes que se conservan en la Biblioteca Nacional de Madrid, más tres trabajos sobre el tema que facilitan al lector la comprensión de la época y las circunstancias en que fueron realizadas, vemos la plasmación gráfica de, como indica el editor en el prólogo, «la más terrible sátira nunca hecha contra el poder».
Bajo el seudónimo Sem, los hermanos Valeriano y Gustavo Adolfo Bécquer, utilizaron su enorme ingenio a modo de guillotina humorística contra Isabel II y toda su "Corte de los milagros". Junto a la ya caída reina, merced a la "Gloriosa" revolución de 1868, estos fraternales humoristas gráficos ajusticiaron al rey consorte Francisco de Asís, al que el pueblo llamaba "Paquita natillas"; sor Patrocinio, "la monja de las llagas"; el padre Claret (confesor de la reina); Carlos Marfori (amante de la reina); el presidente del consejo de ministros González Bravo, y algunos personajes más, en unas acuarelas donde la libertad es absoluta; donde, sin pudor ni recato, dejan volar su imaginación y su espíritu crítico hasta unas cotas que, paradojas de la vida, hoy día escandalizarían no ya a los rancios sectores de siempre, o, por supuesto, a los contumaces monárquicos de toda la vida, sino (tal es el grado de su valiente atrevimiento contra el poder), a sectores más progresistas pero con el lastre de lo políticamente correcto en cuanto a su trato con la corona.
Carlos Alberto.

Víctor Lozano dijo...

Describir las excelentes láminas de Sem de manera pacata o timorata con escrúpulos, sería un insulto a la memoria de estos revolucionarios artistas. Es por eso que no podemos conformarnos, en aras del prurito profesional que nos mueve (y siempre, por supuesto, dentro de los límites del buen gusto), con decir que a la reina se la pinta casi siempre desnuda y en actitud procaz con su corte... Que toda la obra está presidida por un claro ambiente sicalíptico, con malicia sexual y picardía erótica... Que... ¡No! Si queremos hacerle el honor que merece a Sem, si queremos (y queremos), sacar a Gustavo Adolfo Bécquer «del tenue purgatorio en que cuatro generaciones le tienen metido», entonces tendremos que decir que en las acuarelas de esta obra sin par, genial, magnífica y ejemplar para estos tiempos de abulia revolucionaria que corren, se ve a Doña Isabel II de Borbón, reina de España por la gracia de Dios, fornicando con todo lo que se le pone por delante: ora con su amante Marfori (en muchas), ora con un pollino en unas caballerizas (p. 281) ... etc.
Víctor Lozano.

José Ignacio Lucena dijo...

Cuando hablamos de “Los Borbones en pelotas”, tendremos que referirnos y describir acuarelas donde la reina baila desnuda en cancán con el padre Claret, el emperador Napoleón III y Carlos Marfori que, también desnudos, exhiben ante ella unos enormes falos que harían enrojecer de vergüenza al más conspicuo actor pornográfico de hoy día, mientras desesperado, en un rincón, el rey Francisco de Asís intenta cortarse el suyo (p. 247). En otras se muestra con toda su crudeza el ambiente orgiástico de palacio: podemos deleitarnos con la reina y su amante Marfori copulando montados a horcajadas sobre el rey Francisco de Asís mientras, convertida ella en servicial mamporrera real, dirige con su mano derecha el miembro enhiesto del padre Claret hacia el culo del rey. Al fondo de la promiscua escena, figura la muerte, Luis González Bravo y el emperador Napoleón III ensartados entre ellos (p. 147). O alguna donde el rey es sodomizado por el padre Claret mientras aquél intenta hacer lo propio con González Bravo que está intentándolo con sor Patrocinio, mientras la reina está sentada con una pierna, en actitud explícita, sobre el brazo del sillón ante la atenta mirada de Marfori que sostiene en una mano una copa y, bajo su vientre, sostiene su enorme pene erecto (p. 163). etc., etc.
José Ignacio Lucena.

José Luis Pardo dijo...

Aún siendo la tónica general de este tipo de obras más usada (me refiero a “Los Borbones en pelotas”), no están exentas muchas de ellas de cierto simbolismo que explica, de manera contundente a la par que didáctica, la situación real a que hacen alusión, y el contexto histórico en que se produce. Tal es el ejemplo de la lámina donde Luis González Bravo sostiene en el aire a la reina con su verga mientras la penetra por detrás. Bajo la escena un pie ilustrativo dice: ¡Fue su último sostén! (p. 269). Metáfora alejada de toda sutilidad donde se muestra la situación que vivía la reina a la muerte de Narváez en 1868, cuando nombró a González Bravo primer ministro al considerarlo el único político capaz de imponer el orden y evitar la revolución que, sin embargo (y felizmente) triunfó cinco meses después.
Era una manera de mostrar la realidad política del momento y el movimiento de sexo que circulaba por palacio.
José Luis Pardo.

Gregorio Mesa dijo...

Apenas se esboza una hipótesis en los documentados estudios que acompañan al libro sobre el origen del seudónimo Sem. Al no quedar claro de dónde viene o qué pudo motivar a los hermanos Bécquer para adoptarlo, nos atrevemos a plantear un atrevido juego acrónico sobre el mismo que se nos antoja adecuado: podría ser, por qué no, que eligieran el nombre del primogénito de Noé por claras coincidencias en sus obras: si aquéllos metieron a los animales en un arca para salvarlos de la inundación, éstos se permiten convertir en muchas ocasiones a la reina y toda su corte en animales (muy propio por otro lado del gusto de la época, en la que se estilaba, y a principios del siglo veinte también, este tipo de caricaturas animalescas, pp. 203, 211, 217 ó 231), y los meten en este simbólico arca de papel donde, a diferencia de la familia bíblica, a quien salvan no es a ellos de una inundación, sino a los súbditos de estos reyes y políticos tiranos, que son salvados por medio de la catarsis colectiva al contemplar estas obras, de su pasiva y temerosa vida de seudo esclavos, gracias al sano ejercicio de la crítica y la sátira política. En definitiva de la libertad.
Gregorio Mesa.

José Carlos Méndez dijo...

También se apunta en el libro sobre “Los Borbones en pelotas” la posibilidad de que el seudónimo Sem no fuera exclusivo de los hermanos Bécquer: «Desde finales de 1865 hasta 1870 la firma Sem aparece bien en el periódico Gil Blas, bien en los almanaques del periódico, ya sea firmando la cubierta o los dibujos de interior, y a su lado figuran los nombres de Manuel del Palacio, Eusebio Blasco, Federico Balart, Luis Rivera, Roberto Robert, Ortego, Bécquer, Rico, Perea , Giménez y otros; es decir, una selección de la flor y nata de la prensa, de lo mejor del periodismo, el dibujo y el grabado».
Como posibilidad ahí queda, pero la relación de los hermanos Bécquer con el heterónimo Sem es indudable pues como nos recuerda María Dolores Cabra Loredo en su análisis, la revista Gil Blas, a los tres días del fallecimiento de Gustavo Adolfo dio la siguiente necrológica: «contra su costumbre, Gil Blas no puede hoy menos de consagrar un recuerdo a la memoria de quienes, en la primera época de esta publicación, ilustraron sus columnas con dibujos que llevaban la firma de Sem»
José Carlos Méndez.

Juan Manuel Pérez dijo...

Modestamente, emulando a Gil Blas, no podemos hoy menos que consagrar no sólo un recuerdo a la memoria de estos artistas, sino además, queremos lanzar, a quien corresponda, un desesperado grito de rabia reivindicativa de su memoria como geniales satíricos, desconocida por completo de la inmensa mayoría del pueblo español. Y no sólo eso. También creemos que se debería rescatar este enorme documento histórico para las universidades donde Gustavo Adolfo Bécquer (y volvemos a parafrasear al editor en el sabroso prólogo), «se pierde en una honda bruma que difumina su imagen, conformada por el plúmbeo incienso que desde su muerte ha recibido el poeta». Rompamos, gracias al conocimiento de Sem, el mito lánguido y triste que se ha creado de este eximio poeta y excelso y valiente humorista gráfico, satírico genial: Valeriano Bécquer.
Cuán lejano resulta, a la vista de estas obras que engloban “Los Borbones en pelota”, de esa imagen meliflua a la que tantos aburridos exégetas nos han acostumbrado, pero, como nos recuerda el editor, «el conocedor de la poesía becqueriana no encontrará en esta obra sino el lógico desarrollo de la que su poesía nos ofrece. Y es que el problema principal con Bécquer lo ofrece el hecho de ser el poeta más popular de nuestra literatura, el más popular, pero no el más leído».
Juan Manuel Pérez.

Ramón Mata dijo...

Gracias a... lo que sea, corren otros tiempos. La Monarquía no es lo que era (menos mal). Pero a pesar de todo, y a la vista de esta obra satírica, nos queda un cierto regusto amargo al ver que toda la enseñanza que encierran estos dibujos (como por lo general suele ocurrir con las obras de los grandes satíricos), que toda la brutal y divertida lección de humildad que se le da a las personas que por circunstancias políticas o de cuna se sitúan por encima del bien y del mal, no ha fructificado en la estabulada sociedad de hoy día, y aunque insistimos en que son otros tiempos, se sigue cayendo en el error histórico, a nuestro juicio, de reverenciar y respetar más allá de los límites que el sentido común está dispuesto a tolerar, a personas e instituciones anacrónicas y sin razón de ser en pleno siglo XXI, donde, sin el menor pudor, aún siguen, de manera obscena, exhibiendo sus privilegiadas vidas que tanto contrastan con la de los ciudadanos que pagan los inexorables impuestos para que ellos sigan manteniendo este monumento a la sinrazón humana que da en llamarse ese tipo de Monarquía.
Hagamos pues, un ruego a los dioses de la libertad en honor de los transgresores hermanos Valeriano y Gustavo Adolfo Bécquer, herederos del periodismo lúcido e inteligente para que esta época tenga algún día tanta libertad como aquélla y nos sigamos riendo de algunos de los Borbones...
Ramón Mata

Miguel Cobian dijo...

¡Vaya con don Pedro!, no conocía esta extraordinaria dedicación de historiar la vida de la gente de tu pueblo. He leído completo el artículo y me alegra saber de todos esos nobles personajes de antaño y ver la influencia de familias como la de don Juan Mercado y don Juan-Andrés Cubillas. Imagino que en tu pueblo se conocerán muchas personas descendientes de estos personajes ya históricos. Mi más cordial ¡Enhorabuena! Algún día hablaremos en persona, Pedro, aquí o allá, aun nos queda mucho camino que recorrer en esta vida. Te felicito por tan buen trabajo.
Desde Miami en USA, un abrazo para ambos, los ahora Galán Mercado.
Miguel Cobian

Víctor García Medina dijo...

La consolidación del nuevo régimen liberal resultó a su vez en extremo conflictiva. Durante décadas se sucedieron pronunciamientos militares y revueltas populares, cambios de régimen e incluso guerras civiles, mientras que la inestabilidad gubernamental era casi constante. Pero bajo esa agitada superficie, España iba cambiando en profundidad, se iban sentando las bases de nuestro actual Estado de derecho y los españoles iban asumiendo el difícil aprendizaje del uso de la libertad.
Víctor García Medina.

Rocío Herrera dijo...

La Guerra de la Independencia, iniciada en 1808, dio pie al surgimiento de un movimiento, el patriotismo liberal, que caracterizó el alzamiento contra el invasor como una revolución política para acabar con la tiranía a través de un régimen de libertad. Aquel patriotismo se enmarca en los movimientos patrióticos del siglo XVIII e inicios del XIX, caracterizados por ser levantamientos y protestas contra el despotismo, que no eran otra cosa que, reivindicaciones de libertad del pueblo. Los antecedentes de ese patriotismo liberal lo tenemos con anterioridad en los revolucionarios norteamericanos de 1776, los voluntarios irlandeses de 1778, los patriotas neerlandeses de 1785 o los flamencos y franceses de 1789, entre otros, tuvieron en común la defensa de una "constitución", la garantía de su libertad, frente a la arbitrariedad del poder.
Rocío Herrera.

Domingo Pardo dijo...

El reinado de Fernando VII es un reinado complejo por múltiples razones. La figura del propio rey es controvertida pues su apuesta por el absolutismo aparta a España de la senda de la modernización política, social y económica, introduciendo al país en un periodo regresivo que le aleja de las potencias europeas del momento. La represión de los liberales; su personal estilo de gobernar con un absolutismo alejado del modelo del siglo XVIII; la emancipación de las colonias; los enfrentamientos con su hermano, la cuestión sucesoria y su posición frente al Trienio Liberal le han convertido en uno de los reyes más denostados de la historia de España.
Las características de su reinado se pueden concretar en:
Complejo reinado caracterizado por la lucha entre los partidarios de la ideología absolutista y los de la liberal, lo que da lugar a vaivenes en la forma de gobierno o Sexenio absolutista 1814-1820 o Trienio Liberal 1820-1823 o Década absolutista 1823-1833.
Domingo Pardo.

Francisco Peña dijo...

El absolutismo de Fernando VII se caracterizó por la imposibilidad de volver al Antiguo Régimen pre-gaditano, forzado por las circunstancias pero también por un convencimiento personal. Hay ciertos cambios que lo demuestran como fue la abolición de la Inquisición, la creación del Consejo de Ministros, las reformas presupuestarias y hacendísticas, en concreto, la separación de las rentas del Estado y las del rey o el alejamiento de los absolutistas más radicales.
Pero hay también que reconocer que hay una vuelta clara y decidida al absolutismo como forma de gobierno y al Antiguo Régimen como modelo social. El Decreto de 4 de mayo de 1814 restituye los privilegios y el sistema señorial, vuelve a instaurar la concentración de poderes en su persona, la economía sigue controlada por el gobierno o se recuperan instituciones de privilegio como la Mesta.
Francisco Peña.

Javier Pérez Gómez dijo...

El patriotismo, que ha comentado Rocío Herrera, tiene su origen en el concepto político de patria que surgió en la Antigüedad. La patria no era, en este sentido, solamente el lugar en el que se había nacido, sino las leyes que lo convertían en un país de hombres libres. Esa patria merecía defensa y sacrificio individual. De esta manera, el patriotismo, el "amor a la patria", constituía una virtud política: un comportamiento guiado por valores cívicos, los de la patria que aseguraba la libertad.
Las obras de los griegos Homero, Tirteo, Tucídides, Platón o Aristóteles hacían referencia a ello, así como las de los romanos Cicerón, Horacio, Ovidio o Séneca. El humanismo cívico en el Renacimiento recuperó aquel patriotismo, o republicanismo, idealizando los modelos políticos de la Antigüedad, especialmente el caso de Roma. De esta manera, las repúblicas griegas y romana mostraban la unión entre la libertad y la virtud, así como entre la tiranía y la corrupción, tal y como expuso Maquiavelo en Discursos sobre la primera década de Tito Livio (1531). El pensamiento del siglo XVIII, preocupado por la deriva tiránica de las monarquías, resucitó el republicanismo, o patriotismo, del humanismo cívico renacentista.
Javier Pérez Gómez.

Cesar Rodríguez dijo...

A la muerte de Fernando VII en septiembre de 1833, su esposa, María Cristina de Borbón-Dos Sicilias accede al trono en calidad de Regente ante la minoría de edad de la futura reina Isabel II. Se encontrará enfrentada al hermano del rey fallecido, Carlos María Isidro de Borbón, que no reconoció la derogación de la Ley Sálica que impedía a las mujeres acceder al trono de España por la Pragmática Sanción de 1789 de Carlos IV y ratificada y promulgada por el propio Fernando VII en marzo de 1830 y que llevaría al enfrentamiento bélico entre los pretendientes a la Corona conocido como la Primera Guerra Carlista.
María Cristina de Borbón confirmó en su puesto al frente del gabinete al absolutista "reformista" Cea Bermúdez para que continuara con la política de despotismo ilustrado que evitara los cambios políticos en profundidad que acabaran con los poderes absolutos del rey y con el "orden tradicional".
Cesar Rodríguez.

Juan José Millán dijo...

En la vuelta al absolutismo tuvo lugar una fuerte represión de los líderes liberales y de todos aquellos que se hubieran significado a su favor. Es cierto que fue más condescendiente con los afrancesados y la represión fue más dura tras el Trienio.
La mayoría de los líderes tuvieron que exiliarse a Gran Bretaña, Gibraltar y Francia y los que no pudieron fueron encarcelados. De la represión debemos destacar la que hizo del funcionariado “liberal” el ministro Calomarde entre 1824 y 1828, con la intención de que no se volviera a repetir la experiencia liberal anterior. En el ejército se organizaron Comisiones Militares, que procesaron a todos los miembros de aquél que desempeñaron papeles importantes durante el Trienio. Las Comisiones estudiaron un total de 1.094 casos; se ejecutó a 132 de los procesados (incluido Riego), y se envió a presidio a otros 435. Se trataba de desmantelar la oficialidad al completo, en la que Fernando VII ya no podía confiar.
Juan José Millán.

José Luis Villanueva dijo...

Hubo unas juntas llamadas “Las Juntas de Purificación”, que por su parte, fueron las encargadas de depurar a todos los funcionarios, empleados públicos y profesores de tendencia liberal. Su acción fue rigurosa, suspendiendo de sueldo a los sospechosos y emprendiendo una auténtica caza de brujas, que condenó a muerte, a la cárcel y a la expropiación a miles de personas que habían colaborado más o menos activamente con los gobiernos del Trienio. Muchos de los represaliados optaron por el exilio antes de ser depurados.
En cuanto a la Inquisición, fue sustituida por las llamadas juntas de Fe, que recibieron el encargo de censurar y vigilar todas las publicaciones y opiniones para evitar cualquier tipo de propaganda liberal.
José Luis Villanueva.

Ernesto Gómez Sánchez dijo...

En la configuración del republicanismo desempeñó un papel decisivo el caso inglés, que me gustaría comentar para recuerdo o conocimiento de los lectores del blog.
El referente histórico viene de la pugna entre los whigs, que dominaron la vida política del XVIII hasta 1760, y los tories tuvo como consecuencia un trascendental debate sobre la libertad. El patriotismo inglés se forjó en la oposición al Gobierno del whig Walpole, en el primer tercio del siglo XVIII. Ante las maniobras de aquel primer ministro para asentar su poder, los tories y una parte de los whigs se unieron con el objetivo de que las reformas gubernamentales no acabaran con la Constitución histórica. El periódico The Craftsman, de oposición, defendió entonces que ante la tiranía y la corrupción no debía haber partidos, sino exclusivamente "patriotas". Entre los críticos de Walpole se encontraban John Toland, Matthew Tindal y Daniel Defoe, que sostenía que la verdadera división del país no era entre partidos, sino entre detractores y defensores de la Constitución. Algo que parece estar ahora en nuestro país muy al día con la corrupción, y el cambio constitucional.
Ernesto Gómez Sánchez.

José Javier Casas dijo...

Los norteamericanos revitalizaron el republicanismo del Renacimiento con una imagen utópica de una república romana habitada por sencillos granjeros-ciudadanos que disfrutaban de la libertad animados por virtudes arcádicas. El republicanismo generado en las colonias inglesas no se refería por tanto sólo a la forma de gobierno, sino que contenía una dimensión moral. Las virtudes se hallaban en su mayor pureza en aquellos granjeros-ciudadanos norteamericanos, los colonos, celosos de sus derechos y de su libertad, que al defender su modo de vida sostenían las libertades de la comunidad. Frente a una Inglaterra corrupta en la moral privada y en la práctica política, el patriotismo de los republicanos norteamericanos se presentó como la recuperación de los valores y principios que ya en la Antigüedad habían hecho posible la libertad.
José Javier Casas.

Pedro Pablo Muñoz dijo...

En Inglaterra se daba a la libertad lo que resaltaba Montesquieu en El espíritu de las leyes (1748). Sin leyes no había libertad, y sin ésta era imposible la virtud. Montesquieu señalaba que la política y la moral no coincidían, a pesar de lo cual era precisa la convivencia entre la ordenación social y las normas éticas de la comunidad. Unas normas que no podían ser impuestas por el poder político, pues la virtud sólo era posible en libertad. De aquí se inferían tres puntos, que son característicos también del pensamiento del XVIII: la laicización de la moral, la felicidad como fin del hombre y su logro a través de una libertad asegurada por una buena articulación institucional. A partir de esos tres puntos, Montesquieu establecía tres tipos de gobierno: republicano, monárquico y despótico. Su preocupación, como la de muchos otros pensadores del XVIII, era la pérdida de la libertad a manos del príncipe o de un ministro. La influencia de Montesquieu en este aspecto es muy perceptible. Su definición del despotismo está en la base del patriotismo. La oposición que surgió en las monarquías europeas creía ver en sus gobernantes a hombres que, como había escrito Montesquieu, actuaban con arbitrariedad, al margen de las leyes, fundando su régimen en el temor y la corrupción, sin guiarse por norma ética alguna.
Pedro Pablo Muñoz.

Julio Arranz Corrales dijo...

Fue el conservador Bolingbroke el que mejor argumentó la protesta patriótica en Inglaterra. Consideraba que Walpole estaba destruyendo la "antigua Constitución" que asentó la Revolución Gloriosa de 1688, aquélla que había establecido una Monarquía mixta y equilibrada. Bolingbroke acusaba a Walpole de desvirtuar el régimen mediante el empleo sistemático de la corrupción, que subordinaba el Parlamento a la Corona y menoscababa la libertad electoral. En su obra The Idea of a Patriot King (1738) decía que lo patriótico era que el Rey y los partidos buscaran el bien general a través del respeto al marco legal e institucional que aseguraba las libertades. El patriotismo expuesto por Bolingbroke consistía, por tanto, en retomar los valores políticos y morales para recuperar la Constitución, hacer imposible el despotismo y resucitar la libertad inglesa.
Julio Arranz Corrales.

José Alejandro García dijo...

El despotismo, decía Montesquieu, era una atentando contra la naturaleza humana, y empobrecía material y moralmente al hombre, le convertía en un esclavo. El patriotismo era, en consecuencia, la contraposición al despotismo, pues suponía la búsqueda de la felicidad a través de la libertad, para la cual era necesaria la existencia de una virtud política; esto es, del amor a la libertad, a la igualdad. La libertad, y por tanto la felicidad individual y social, se encontraba en un régimen moderado, equilibrado, para el cual era preciso, como ya se dijo, la extensión y conservación de una ética individual, política y social, de una virtud. Sin unos principios éticos que presidieran la vida individual y comunitaria, la convivencia política sería imposible.
José Alejandro García.

Manolo Lobo dijo...

La exaltación de la virtud cívica y la búsqueda del bien general que sostuvo Bolingbroke estuvo, en cierta medida, en los planteamientos de los norteamericanos cuando los Gobiernos de Inglaterra, con el apoyo del rey Jorge III, trataron de establecer impuestos sin que las asambleas coloniales los aprobaran. En este caso, la influencia de John Locke, Montesquieu y Rousseau, muy visible en la obra de Thomas Jefferson, derivó en que el patriotismo fraguado en Norteamérica estuviera marcado por tres elementos: la necesidad de la virtud política para conservar la libertad, la concepción radical de los derechos naturales y la soberanía del pueblo.
Manolo Lobo.

Andrés Gálvez dijo...

El jacobinismo se apropió del republicanismo partiendo, en 1789, de posiciones templadas. Saint-Just, uno de los más destacados jacobinos, pasó de defender la Constitución de 1791, en su obra Esprit de la Révolution (1791), a justificar la dictadura y la guerra. El pensamiento de los jacobinos fue esencialmente político y moral. Robespierre se hacía llamar El Incorruptible porque la virtud, según él, guiaba su vida privada y dirigía sus decisiones políticas. No obstante, la degradación de los principios republicanos, del patriotismo, llevada a cabo por los jacobinos fue enorme: no sólo pretendieron una religión alternativa, sino iniciar una nueva era.
Andrés Gálvez.

Luis Jacinto Puente dijo...

El historiador Crane Brinton aseguraba que el jacobinismo se sostenía en conceptos primariamente teológicos, como pecado, herejía, arrepentimiento o regeneración. Esto convirtió a los jacobinos en trasmisores de una fe cuya apostasía justificaba las ejecuciones y detenciones, es decir, el Terror. La interpretación de las ideas roussonianas permitió a los jacobinos convertirse en dictadores que decidían qué derechos, incluido el de la vida, tenían los ciudadanos. Se trataba de la religión del Estado, que intentaba penetrar en la vida de los ciudadanos, en su conciencia. Me pregunto si algo de eso venimos disfrutando desde la etapa Zapatero en España.
Luis Jacinto Puente.

Juan Luis Cortes dijo...

Era una religión civil que tenía el objetivo de conducir a los hombres a la virtud, lo que suponía subsumir su interés privado en el colectivo, el cual estaba definido por los que controlaban el Estado. El liberalismo inglés y el republicanismo norteamericano defendían el iusnaturalismo racionalista, es decir, los derechos naturales del hombre y su reconocimiento por parte del poder, y esto justificaba la existencia de instrumentos para impedir la arbitrariedad de los Gobiernos: el constitucionalismo, el imperio de la ley, las elecciones libres, el gobierno representativo. En cambio, el jacobinismo y su patriotismo revolucionario consideraban, siguiendo a Rousseau, que el hombre perdía sus derechos al pertenecer a una sociedad, y que era el poder político el que concedía los derechos al individuo. La dictadura estaba servida para el consumo del pueblo.
Juan Luis Cortes.

Germán Sánchez dijo...

Robespierre ilustraba esta consecuencia con esta sentencia de Rousseau: "El pueblo quiere siempre el bien, pero no siempre lo ve"; sentencia que es el principio de toda dictadura totalitaria. Se perdieron de vista los derechos naturales del hombre y el principio de consentimiento propio de todo gobierno representativo. Robespierre y los suyos se convirtieron en los únicos intérpretes de la voluntad general, y el patriotismo pasó a ser la defensa de los valores con que los jacobinos habían definido la República. Se apropiaron del patriotismo identificando el bien de la patria con el cumplimiento de los principios jacobinos. El carácter defensivo del sentimiento patriótico se reforzó con la guerra, a cuyo impulso dedicaron gran parte de sus esfuerzos, con evidente éxito. La mejor forma de defender la Revolución, es decir, Francia, era extender los principios revolucionarios a través de la guerra. Por eso los jacobinos propagaban eslóganes como "La patria está en peligro" y "Guerra a los reyes y paz a las naciones", o hablaban de "la nación en armas".
Germán Sánchez.

Eusebio Segovia dijo...

La "democracia totalitaria", que impusieron los jacobinos fue una auténtica dictadura, en la que un grupo de visionarios trató de construir, utilizando el Estado, una sociedad completamente homogénea. Solamente en los grupos más radicales europeos, totalitarios, el jacobinismo siguió siendo defendible aun después de conocer las cifras sangrientas del Terror. Con todo, el poder propagandístico de los jacobinos y de los enemigos del liberalismo fue tal que se convirtió en sinónimo de republicano, incluso de liberal.
Eusebio Segovia.

Enrique Rubio dijo...

Los reaccionarios españoles solían llamar "jacobinos" a los patriotas liberales. De esta manera utilizaban el temor que la República jacobina había generado para denostar a los liberales, resucitaban la propaganda de la Guerra de la Convención (1793-1795) y les servía para justificar un lenguaje violento contra sus compatriotas que amaban la libertad, anuncio de la represión que se inició en 1814. Los liberales, empero, no construyeron el patriotismo sobre principios jacobinos, aunque utilizaran alguno de sus eslóganes, sino que repitieron el humanismo cívico restaurado en el pensamiento del XVIII, y pretendieron dar forma a un patriotismo propio, original, que a fuerza de español pudiera extenderse mejor entre la sociedad.
Enrique Rubio.

Gregorio Ruiz dijo...

La excepcional circunstancia histórica influyó de forma decisiva en la teoría constitucional del liberalismo doceañista. Sus premisas revolucionarias, encastilladas en la tradición racionalista y en el pensamiento constitucional de cuño principalmente francés, se impregnaron de populismo y también de nacionalismo patriótico. Dicho de otro modo: sus premisas dieciochescas se mixturaron con unos tintes claramente decimonónicos e incluso románticos. La Constitución de 1812 fue en realidad la respuesta civil de unos liberales profundamente nacionalistas que se erigieron en representantes de todo un pueblo en armas. Una respuesta que creó la moderna conciencia nacional y patriótica española. Sus anhelos de independencia les obligaron a coaligarse con las fuerzas del Antiguo Régimen. A pactar en cierto modo y en ciertas cosas con ellas o, al menos, a tenerlas en cuenta. Pero sus anhelos de cambio, de modernización revolucionaria y no meramente reformista, les impulsaron a abrazar, con ciertos matices, las ideas que el invasor encarnaba.
Gregorio Ruiz.

Francisco Manuel Palomera dijo...

Los alzamientos que se produjeron en toda España tuvieron como objetivo el sacudirse la dependencia francesa tanto como el librarse del peso muerto que entonces eran las autoridades autóctonas, lo que consiguieron a través de la formación de Juntas. El único requisito que exigía el pueblo, soberano en ese momento, para pertenecer a esos gobiernos nuevos era el de ser "patriota".
¿Qué querían decir con "patriota"? Aquellos hombres se referían no solamente al amor a la patria, a la tierra de los padres con todo su contenido cultural, sino a la defensa de las leyes propias, ésas que hacían a la nación independiente y, por tanto, libre. El comportamiento patriótico suponía el sacrificio personal para la consecución de los objetivos colectivos; un sacrificio que sólo era posible por una serie de virtudes cívicas: el amor a la libertad, el deseo de justicia, la solidaridad, la honradez, la integridad. El concepto político de patria, el patriotismo, por tanto, contenía un planteamiento ideológico y una carga moral.
Francisco Manuel Palomera.

Fernando Cerezo dijo...

El planteamiento ideológico fue lo que dividió al bando patriota. Los conservadores, o realistas, consideraban que las leyes que hacían de España un país libre e independiente eran sus Leyes Fundamentales, que establecían una Monarquía equilibrada, limitada pero reformable en sentido inglés. Por otro lado, los liberales quisieron aprovechar la guerra contra el invasor para hacer que la revolución que había comenzado en mayo de 1808, culminando con la formación de un Gobierno nacional en septiembre de ese año, la Junta Central, concluyera por asentar la libertad en leyes nuevas, en una Constitución elaborada por los representantes de la soberanía nacional. Solamente a partir de 1810 apareció otro tipo de patriota, el reaccionario, que a diferencia del conservador y el liberal veía en la guerra un rechazo a la Ilustración y al liberalismo y defendía la monarquía absoluta.
Fernando Cerezo.

Gonzalo Pérez Collado dijo...

El patriota liberal de 1808 consideraba que España estaba en decadencia desde que Carlos V y Felipe II impusieron el absolutismo. Aquellos reyes rompieron la "tradición liberal" de una Monarquía limitada por las Cortes y la Ley. Habían sido trescientos años de despotismo que habían degenerado política y moralmente a la nación, convirtiendo al español en un ser "empobrecido y opreso", según escribía Martínez de la Rosa en 1810. De la corrupción de la política y la falta de libertad, de la traición a las leyes consentidas por la nación, procedía la decadencia. Y al igual que la República romana, la caída española se había producido en el punto culminante de la degeneración política y moral: el reinado de Carlos IV. Blanco White lo expresaba perfectamente en el Semanario Patriótico (06-VII-1809): "Vino en pos la suma debilidad unida al despotismo sumo, y de uno en otro rey descendió la nación española como de un abismo a otro abismo hasta el profundo de la degradación y la miseria".
Gonzalo Pérez Collado.

Víctor Vilches dijo...

Los patriotas liberales interpretaban la historia española como la lucha entre la tiranía y la libertad. De esta manera, frente a los que sostenían los engranajes del despotismo estaban aquellos que habían unido el amor a la patria y el amor a la libertad. Manuel José Quintana fue el primero que rescató personajes de la historia para dar una visión liberal a sus vidas y propósitos, como fueron el comunero Juan de Padilla, Guzmán el Bueno o Pelayo, muy propicios estos dos últimos para ejemplarizar la resistencia frente al "bárbaro", que en 1808 era el francés. Los patriotas liberales, en aquel contexto de guerra contra el invasor, construyeron el panteón de los luchadores por la libertad nacional, propagándolo a través de medios cultos como la prensa y los folletos, y más populares como la poesía y el teatro.
Víctor Vilches.

José Ángel Martínez Muñoz dijo...

El despotismo de Carlos IV y Godoy había traído la desgracia y la degradación. En ese momento de crisis política completa, Napoleón impuso otro despotismo en el nombre de su hermano José, sin consentimiento de la nación y violando la ley. La arbitrariedad del poder eliminaba la libertad, y sin ésta, dirían Flórez Estrada, Martínez de la Rosa y Agustín de Argüelles, no había patria. Los liberales creyeron preciso sacar a España de la decadencia generada por los dos despotismos a través de un régimen de libertad.
José Ángel Martínez Muñoz.

Ignacio Aranda Castro dijo...

La guerra convertida en revolución por los liberales requería virtud. El patriotismo era defensivo, y la situación bélica lo propiciaba. Si la virtud política consistía en poseer como guía un conjunto de normas éticas, de valores morales que motivaban al patriota al sacrificio, a la entrega, a la solidaridad, no había mejor conciencia nacional que la virtud para el combate por la independencia. Porque luchar por la independencia era hacerlo por la libertad, según repetían los liberales. La virtud explicaba la resistencia al invasor, el aguante de zaragozanos, gerundenses y valencianos, el reagrupamiento de los ejércitos de voluntarios después de cada derrota, la no rendición del Gobierno nacional, los esfuerzos por mantener Cádiz. Era una empresa común en la que no había privilegios, porque el patriotismo era el amor a la libertad, el amor a la igualdad, sin distinciones jurídicas, como señalaba el alavés Valentín de Foronda.
Ignacio Aranda Castro.

Jesús Fernández Gil dijo...

Hubo una labor incesante de los liberales para propagar el vínculo entre la guerra y la revolución, entendida ésta como la construcción de un régimen constitucional que asegurara la libertad, y se sumó su influencia en la Junta Central. El resultado fue que el proceso político se encaminó hacia la reunión de Cortes nacionales, no estamentales, para elaborar una Constitución, no para revisar las Leyes Fundamentales. En esta tarea de ganarse a la opinión pública para crear y asentar el nuevo régimen, los liberales propagaron un tipo de patriotismo adaptado a la sociedad española. No habría liquidación social ni religiosa, sino un historicismo liberal, una explicación de la decadencia, la exaltación de las virtudes republicanas aplicadas a la personalidad del español y a las necesidades de la guerra, y una exaltación de los principios del gobierno representativo.
Jesús Fernández Gil.

Alejandro Herrero dijo...

El republicanismo norteamericano del XVIII, llevado por la influencia del neoclasicismo y el peso de una visión muy particular del fin de la República romana, hablaba de la decadencia de Gran Bretaña. La corrupción de las costumbre privadas, decía, conducía a la degeneración de los usos políticos y, en consecuencia, a violar el conjunto de leyes que constituían la patria como un lugar de libertad para el individuo. Tras años de pleitos para restablecer la tradición parlamentaria inglesa, los colonos acabaron definiendo al rey Jorge III como a un tirano, y a los Gobiernos ingleses como despóticos. Sin respeto a la ley no es posible la libertad, y sin ésta, como había escrito Montesquieu siguiendo el pensamiento clásico, no había patria. No le quedaba más solución al patriotismo que la independencia para lograr la felicidad del hombre en libertad.
Alejandro Herrero.

Marcos Herrador dijo...

Los liberales se opusieron a la representación estamental en las Cortes, algo que sí apoyó Jovellanos, pero sin una crítica despiadada de la aristocracia. Se limitaron a identificar los valores morales populares con los típicamente españoles y, en sentido roussoniano, a vincular la moral más pura con el pueblo.
Y como si de granjeros-ciudadanos norteamericanos se tratara, los liberales españoles hablaban del pueblo como la parte "más sana de la sociedad", en palabras de Martínez de la Rosa. El pueblo, ese sujeto político en el que cabían los que no pertenecían a los estamentos privilegiados, se distinguía por su laboriosidad, su observancia de la moral, su lealtad al Rey y su fe en la religión de sus padres. Era la virtud del patriota, alejado de toda corrupción porque el despotismo le era ajeno, siendo capaz de luchar por la libertad de su patria, que era la suya propia.
Marcos Herrador.

Diego Hornero dijo...

Si el despotismo había hundido el país, los españoles aún guardaban, decía Flórez Estrada, el amor a la patria, a la tierra y a la libertad por la que eran capaces de luchar, y, según escribió en Introducción para la historia de la revolución de España (1810), "ningún poder es capaz de resistir los esfuerzos de un pueblo cuando le anima el sentimiento de su libertad". Quintana insistió desde las páginas del Semanario Patriótico en que la recompensa a las virtudes era la independencia, la libertad. Pero el patriotismo requería alimentación y propagación, había que educar al pueblo en el amor a la libertad y a la igualdad. El resultado fue que los liberales dominaron la propaganda bélica con claridad hasta 1810, cuando se reunieron las Cortes en Cádiz, y la controversia política entre los dos bandos patriotas –liberales y serviles– cambió el mensaje. Ya no se trataba solamente de denostar al invasor y reforzar el sentimiento e identidad española, sino de ganarse a la opinión pública para conducir el proceso político en la España libre.
Diego Hornero.

Javier Ignacio Brito dijo...

La Constitución de 1812 era la culminación de las virtudes patrióticas, la ley que aseguraba; de ahí que Argüelles dijera: "Españoles, ya tenéis patria". Esta afirmación ha llevado a alguno a decir que el texto gaditano creó la nación española, cuando fue justamente al revés: la nación se dio la Constitución, pasando así de nación de vasallos a nación de ciudadanos. Pero el texto también era un símbolo, el de la supremacía de la nación, que daba sentido a la guerra contra el invasor y que superaba la mera pretensión de restaurar el régimen anterior a 1808. Este aspecto simbólico lo trató de fortalecer el catalán Antonio de Capmany, que propuso que las plazas mayores de todos los pueblos se denominaran "Plaza de la Constitución".
Javier Ignacio Brito.

Cesar Varela dijo...

Un régimen liberal no se sostenía, decían aquellos patriotas, con la simple aprobación de un texto constitucional. Era obligado generar un amor a la libertad que evitara regresiones, que detuviera las amenazas absolutistas. Los liberales se propusieron difundir el patriotismo liberal a través de las publicaciones periódicas, los folletos y el teatro, principalmente. Era preciso, escribía Blanco White en 1809, una "educación patriótica", esto es, inculcar a los españoles el amor a las leyes protectoras de la libertad. Aparecieron periódicos de muy buena factura y alto nivel, como el Semanario Patriótico de Quintana, o el gaditano El Conciso, muy popular; El Tribuno del Pueblo, de Flórez Estrada; el gallego El Patriota Compostelano; la Aurora Patriótica de Mallorca, que dirigió Antillón, o los más radicales El Robespierre Español y La Abeja Española, de Gallardo.
Cesar Varela.

José Antonio Iglesias dijo...

Su empeño en propagar el patriotismo liberal les llevó a defender la libertad de imprenta hasta el punto de ser, tras el reconocimiento de la soberanía nacional, el primer tema de las Cortes en 1810. De igual modo, trabajaron por la restauración del teatro, que se vio interrumpido ese año por el cerco francés a Cádiz, con el propósito de contribuir a la exaltación patriótica. Junto a la prensa y al teatro, los liberales idearon un sistema de instrucción pública, cuya articulación encargaron a Manuel José Quintana. Consistía, entonces, en una auténtica inmersión en los valores del patriotismo liberal como arma para evitar tiranías y favorecer el progreso de los individuos. La educación, había escrito Montesquieu, era imprescindible para el arraigo de la libertad.
José Antonio Iglesias.

Luis Felipe Lacalle dijo...

No tuvieron mucho éxito los liberales en la educación patriótica del pueblo; tampoco tiempo. Un mitificado rey Fernando dio un golpe de estado el 14 de mayo de 1814, deshizo lo aprobado por las Cortes, engañó a los conservadores y ordenó perseguir, encarcelar y matar a los liberales. No menos de 14.000 españoles sufrieron la represión fernandina. Era la historia de otro tirano, pero la revolución no había pasado en balde, y muy pronto, aunque sin éxito hasta 1820, se iniciaron los pronunciamientos contra el Rey. Fernando de Borbón se apoyó en los reaccionarios, que poseían una enorme fuerza propagandística, desarrollada desde 1811.
Luis Felipe Lacalle.

Carlos Peña dijo...

El golpe de 1814 y el episodio del Trienio Constitucional, donde se dieron cita casi los mismos protagonistas liberales de 1808, obstaculizó el desarrollo de un patriotismo liberal que generara la elaboración de un nacionalismo también de raíz liberal. En primer lugar, los reaccionarios tuvieron una gran fuerza y se apropiaron para su propaganda del carácter popular que tuvo la guerra contra Napoleón.
Carlos Peña.

Clara Díez dijo...

La reacción vinculó lo español no con el amor a la libertad, sino con el amor a la tradición, entendida como resistencia al liberalismo y a sus implicaciones políticas. En segundo lugar, el enfrentamiento entre la libertad y la reacción en la primera mitad del siglo XIX dio lugar a que los más radicales se arrogaran la herencia de la Constitución de 1812. El patriotismo liberal se convirtió en un arma de partido, lo que cambió su contenido y desvirtuó su sentido. La apropiación y tergiversación que reaccionarios y radicales llevaron a cabo impidió que el patriotismo doceañista fuera la base sólida e indiscutible del nacionalismo liberal.
El progresismo trasformó el elemento cívico del patriotismo liberal en superioridad moral. Ya no se trataba tanto de buscar la libertad de la patria a través de la virtud republicana, como de hacer gala de poseer en exclusiva los valores morales y el amor a la justicia y a la libertad para denostar al adversario.
¡Muchas Felicidades en estas Fiestas de Navidad y Año Nuevo!
Clara Díez.

Víctor Del Moral dijo...

Progresistas como Salustiano de Olózaga, Ángel Fernández de los Ríos o Manuel Ruiz Zorrilla se presentaban como los representantes de la moralidad frente a los moderados y conservadores, a los que mostraban como auténticos paladines de la corrupción y del gobierno contrario al pueblo. Los progresistas derivaban del pueblo la parte más pura de la moral, por lo que ellos eran, como virtuosos, los únicos y verdaderos representantes del pueblo. Si la política debía guiarse por la moralidad, y está se hallaba de forma más pura en el pueblo, eran los auténticos portavoces de éste los que debían gobernar. El resultado era que los progresistas se arrogaban el derecho exclusivo a gobernar.
Víctor Del Moral.

María Aurora Rojas dijo...

El progresismo quedaba en una superioridad moral derivada de su carácter popular, ejercido en monopolio, que era aumentado por una fuerte dosis de victimismo: nunca se les había dejado gobernar. La visión dualista de la historia y la división de la política en buenos y malos, retrógrados y progresistas, justificaba sus decisiones políticas y su actitud, eximiéndoles de responsabilidad alguna.
Los progresistas, y por extensión el pueblo, eran víctimas de los que con sus costumbres públicas y privadas había llevado España a la decadencia, como a la República romana. La regeneración pasaba, en consecuencia, por el gobierno de los virtuosos, es decir, de los progresistas, cuya moralidad y amor a la libertad y a la justicia devolverían a España al lugar que merecía.
María Aurora Rojas.

Marcelo Navarrete dijo...

La conversión del patriotismo liberal en superioridad moral hizo que la propaganda progresista convirtiera a sus líderes en auténticos santos laicos, como en el caso del general Espartero. La idealización de sus héroes partidistas se llevó a cabo a través de la prensa, la literatura política, las obras generales y particulares de historia o las litografías. Eran seres dotados de las virtudes republicanas, populares, que hacían de ellos personas extraordinarias. Sin embargo, su suerte había sido siempre negativa por causa ajena. Eran mártires de la libertad. El abuso de esta propaganda metía en el mismo saco a personajes muy distintos, a algunos que sí merecían dicho tratamiento junto a otros cuyas altas virtudes eran pura invención.
Marcelo Navarrete.

Miguel Colomer dijo...

El sentido de Estado propio del patriotismo liberal, es decir, guiar el comportamiento y discurso en aras a la consolidación y desarrollo del régimen de libertad quedó en mero revolucionarismo para hacerse con el Estado. El objetivo del patriota liberal era conservar y avanzar el régimen evitando a la nación las perturbaciones que, según la interpretación clásica de la República romana, degradaban la vida económica, social y política.
Miguel Colomer.

José María Uriarte dijo...

Todos los liberales del XIX coincidían en que las revoluciones eran un mal remedio, sólo tolerable cuando los males que causara fueran menores que los que haría desaparecer. Era aquello que expresó Cánovas: "Un hombre honesto sólo participa en su vida en una revolución, y eso porque no sabe lo que es". No obstante, el carácter milagroso que los progresistas dieron a la revolución la convertía en el paso imprescindible para hacer política. El progresismo eliminaba así el sentido de Estado del patriotismo liberal, y lo sustituía por el revolucionario.
José María Uriarte.

Juan Antonio García dijo...

La superioridad moral y la necesidad de la revolución fueron heredadas por el republicanismo y el socialismo españoles. Cuanto más a la izquierda del espectro político se situara, mayor era la apropiación en exclusiva de la virtud cívica. Los republicanos presentaron la República como el régimen de la moralidad y el gobierno del pueblo, frente a la Monarquía corrupta y tiránica. La santificación de sus héroes, verdaderos adalides del republicanismo cívico, estuvo, y está, presente en el republicanismo, que ha creado toda una mitología y santoral en torno a su historia y protagonistas, como es el caso de la república de 1931. Lo mismo ha ocurrido con los socialistas, que han presentado a Pablo Iglesias como al mesías virtuoso, víctima del régimen tiránico, y que en los inicios de la Transición utilizaban el eslogan "Cien años de honradez". El socialista era el hombre moral, honrado, representante de la virtud popular, esos valores naturales, primarios, campechanos, naturales que eran los únicos que podían hacer que funcionara la democracia.Después, menos honradez.
¡FELIZ 2015 PARA TODOS!
Juan Antonio García.

Felipe Vázquez dijo...

Y si el franquismo se apropió de la patria y de su concepto, vinculando el patriotismo con el apoyo al dictador, la oposición al régimen y, por extensión, la sociedad española exiliaron de su lenguaje tales conceptos. Pasados veinte años de la muerte del dictador se resucitaron dichos términos, al hilo de la aparición en la escena política de la idea del patriotismo constitucional, una expresión acuñada por Dolf Sterneberger y popularizada por Jürgen Habermas. El lema tuvo cierto éxito en la izquierda porque se remitía únicamente a las reglas del juego democrático. No obstante, la expresión ha desaparecido porque el concepto de nación española se ha puesto en cuestión y, en consecuencia, la fuerza política y social, hasta simbólica, de la Constitución de 1978. A esto es preciso añadir el ascenso de otros patriotismos, no precisamente liberales, sino ligados a nacionalismos etnolingüísticos y excluyentes, donde cuenta más el amor a la tierra y a la diferencia, que a la libertad, y en esa situación estamos ahora en este querido país que llamamos España.
¡FELIZ AÑO 2015!
Felipe Vázquez.

Cesar Cortijos dijo...

Estamos en un momento en el que un tercio de catalanes quieren amenazar con salirse de España o esperar como siempre beneficios económicos, y unos vascos que disfrutando de un régimen fiscal muy beneficioso para ellos, (envidiado por los catalanes), esperan los acontecimientos para ir metiendo sus aspiraciones de independencia o para recoger más beneficios. En una Europa que aspira a una unidad más integradora entre los diferentes países, no cabe nada más, que la igualdad de todos los ciudadanos que la componen en todo sus aspectos fiscal, educativo, sanitario, etc. y dejarse ya de que en un mismo país haya ciudadanos con más beneficios que otros, hayan nacido en Osuna, en Gerona o San Sebastián.
¡Feliz Año 2015!
Cesar Cortijos.

Antonio Rubio Martínez dijo...

Incluso ha aparecido el "republicanismo cívico", reciclado por Philip Pettit, que tuvo su momento cimero al comienzo de la legislatura de 2004, con la legislatura de Zapatero, y toda la vuelta al doloroso pasado de querer presentar ahora lo que no fue. Aun así, y de forma paralela a la desaparición del "patriotismo constitucional", el auge del liberalismo en los últimos años y su presencia creciente en la sociedad civil y en la política apuntan hacia la recuperación de aquel patriotismo que ligaba la nación española y la libertad y que echó a andar en 1808. Eso es lo que la sociedad civil desea.
Antonio Rubio Martínez.

Marta Heras dijo...

Fue el día 22 de octubre de 1832 cuando se produjo el extraordinario suceso ocurrido en esta época, que será, sin duda, uno de los más famosos que nuestra historia presentará a la posteridad.
Aquejado el rey gravemente por su mal de gota, llegó al caso de formalizar sus últimas disposiciones, que debían quedar consignadas en su testamento.
Interesados ciertos personajes, y entre ellos los ministros de estado, conde de Alcudia, y el de gracia y justicia, Tadeo Calomarde procuraron con esfuerzo, y por todos los medios que les proporcionaba su alto destino, persuadir al rey que convenía sobre manera a la seguridad y tranquilidad del reino y al bien de sus súbditos, el que dejase dispuesto, que en el caso de morir, la secesión a la corona correspondía a su hermano el serenísimo señor infante D. Carlos, conforme a la ley que dejó establecida en España su predecesor Felipe V.
Marta Heras.

Esteban Abellán dijo...

Un liberal puede creer o no en la existencia de "normas eternas de una moral objetiva, aunque prescindir de ese concepto puede llevar a un relativismo que fácilmente deriva hacia la arbitrariedad o la tiranía. Pero estará de acuerdo en que el poder, en nombre de la comunidad, no puede eliminar los derechos personales. En cuanto a la enseñanza confesional, la respetará en principio, haciéndola depender de la voluntad de los padres. Es posible, por tanto, el acuerdo político entre el liberalismo y la Iglesia, y creo que las etapas en que ese acuerdo se ha producido han sido también las más fructíferas de la historia reciente del país.
Esteban Abellán.

Francisco Manuel Rodríguez dijo...

El liberalismo llegó a España asociado a la invasión napoleónica. Los invasores traían consigo una ideología racionalizadora, en parte liberal, de derechos humanos, procedente de la Revolución Francesa, ideología atemperada después de los genocidios y el terror revolucionarios. Sin embargo, la invasión no solo pretendía apropiarse para Francia de varias regiones españolas, sino que resultó extraordinariamente feroz y destructiva, ultrajó con brutalidad a la religión casi unánime del país y cometió otras innumerables tropelías. El rechazo popular a Napoleón y los suyos vino acompañado inevitablemente de la aversión a aquella ideología, considerada una despótica imposición extranjera, y de un ardiente deseo de recuperar la normalidad del absolutismo monárquico, añorado por comparación con los desastres de la reciente guerra. Esa aversión llegó a extenderse en muchos medios a otra manifestación del liberalismo, la de la Constitución de Cádiz, que en cambio trataba de entroncar con los pensadores clásicos españoles.
Francisco Manuel Rodríguez.

Abel Cortes dijo...

Paradójicamente, el absolutismo o despotismo ilustrado era también una doctrina importada de Francia, harto diferente de la tradición más propiamente hispana del Siglo de Oro, la cual tenía muchos puntos en común con lo que posteriormente se llamaría liberalismo, tanto en el enfoque de la política como de la economía.
La reacción absolutista y ultracatólica resulta bastante comprensible, dadas las circunstancias, pero no por ello dejaba de ser una reacción ciega y difícilmente cristiana, pues, trataba de identificar la religión con una determinada forma de gobierno y, contra los pensadores del Siglo de Oro, admitía la forma de tiranía implícita en el absolutismo. Por lo demás, Fernando VII respondía muy bien a esa concepción tiránica, y sus medidas iniciales no hicieron sino exacerbar los antagonismos.
Abel Cortes.

Roberto Rodríguez Gutiérrez dijo...

Aunque no fuera sólo suya la culpa de Fernando VII: cuando entran en España los Cien Mil Hijos de San Luis, muchos de ellos voluntarios españoles, no hay resistencia popular como cuando la invasión napoleónica, debido a que la llegada de aquellas tropas no fue vista como una invasión y a que la gente estaba harta del desorden del Trienio Liberal, causado en gran medida por las disensiones y rivalidades entre los propios liberales, o quienes así se denominaban. De este modo contradictorio y desafortunado comenzó en España el liberalismo.
Roberto Rodríguez Gutiérrez.

Alberto Balaguer dijo...

La hostilidad entre liberales y absolutistas dio lugar a la I Guerra Carlista, que terminó con un decisivo triunfo liberal, y a partir de entonces la inestabilidad del país provino de las pugnas entre las facciones liberales moderada y exaltada, que fueron cambiando de nombre. Fue una época de pronunciamientos y asonadas, con algunos períodos más calmos, hasta culminar en el despeñadero de la I República, mientras, a pesar de la introducción de algunas formas industriales y financieras modernas, la renta per cápita permaneció sin apenas avances, en tanto los países más dinámicos de Europa Occidental crecían a fuerte ritmo. Una situación que cabe definir como de estancamiento convulso, que solo se superaría, en parte, con la Restauración.
Alberto Balaguer.

Noelia Guijarro dijo...

Aunque el absolutismo carlista fuera vencido y quedara sólo como un malestar social difuso y un par de contiendas menores, los liberales se enfrentaban al problema de que España seguía siendo un país profundamente católico y receloso del liberalismo, por las razones dichas, y ante ese hecho sólo cabían dos posturas: o reconocer la realidad y acomodarse a ella, buscando el entendimiento en una evolución lenta, o tratar de aplastar la estructura eclesiástica de un modo u otro, incluso, a ser posible, del modo como hizo en el país vecino la Revolución Francesa, considerada un modelo por los exaltados. Al resultar imposible lo último, nacería de ahí la larguísima lamentación sobre la ausencia de la revolución burguesa en España, y la ambición de llevarla alguna vez a cabo al estilo revolucionario francés. Este tópico ha repercutido con gran fuerza en las convulsiones españolas de los siglos XIX y XX.

Felipe Quesada Jiménez dijo...

El obstáculo principal a esa supuesta revolución burguesa habría sido la Iglesia, y acabar con ella ha sido el único objetivo en que han coincidido los marxistas, los anarquistas y los republicanos, quienes, aparte de ese punto en común, se han llevado literalmente a matar. El fruto más conocido de tal idea fue la oleada de incendios y asesinatos, a menudo con sadismo escalofriante, durante la mayor persecución religiosa que haya sufrido el cristianismo desde los tiempos de Roma. También cabe resaltar como una de las mayores carencias de esos sectores la ausencia de un pensamiento de algún calado. No hay en España un solo pensador relevante en las teorías marxista, republicana, anarquista o atea, y ello ya indica mucho.

Vicente Ibarra dijo...

La postura liberal moderada o liberal conservadora admitía la realidad religiosa y las tradiciones españolas (en general, sus políticos eran también católicos), en un ejercicio de posibilismo que dio los mejores frutos en la Restauración. El historiador Antonio Martínez Mansilla ha llamado a esta política, y a la propia Restauración, "el estado liberal-católico", pues fue efectivamente un régimen de libertades y de respeto básico a la Iglesia, que a su vez moderó y en parte disolvió el integrismo religioso. Tratándose de un régimen evolutivo, por su propia dinámica tendía a la democracia, pero sufrió el radical hostigamiento de los elementos utópicos y de tendencia totalitaria, los cuales finalmente acabaron con él, originando primero una dictadura muy suave para mantener el orden social, que quebró pronto en una república convulsa y en la guerra civil, causada precisamente por las corrientes extremistas que habían hundido la Restauración. Hoy, el poder ha recaído en una nueva etapa de hostilidad y provocaciones a la Iglesia, acompañada, y no por casualidad, de otros fenómenos preocupantes, típicamente involucionistas y antidemocráticos, promoción del Islam, etc. Lo cual, a la vista de la experiencia histórica, marca el camino a un nuevo despeñadero, del que quizá estemos aún a tiempo de apartarnos.