PROLOGO

Se pretende que sea éste un espacio dedicado a entretener y deleitar (... a través de la fotografía fundamentalmente) ... a dar a conocer (...o traer al recuerdo) ciertos monumentos o espacios situados en el término o cercanías de Lahiguera. ...a llamar la atención por el estado de abandono y deterioro de muchos de ellos, ...y si llegara el caso, a remover la conciencia de todos los que somos "herederos" de tales monumentos y espacios, y que con nuestra aportación ayudásemos a la conservación de los mismos.

jueves, 3 de abril de 2014

EL ENCANTO DE LA NOCHE.



 El encanto de la noche.

     Hay lugares de los que nunca acabas de disfrutar plenamente. No sé si será su orografía, su enclave, su historia, … o que uno los percibe de una manera especial.


Vista aerea.


     Para mí, uno de estos lugares, es el cortijo de La Bobailla (…ya mencionado en otros artículos de este Blog): situado en lugar de paso del antiguo camino Jaén-Andújar, cercano al puente romano del arroyo “salaillo”, y donde, desde tiempos del paleolítico, se suceden las distintas civilizaciones de nuestra historia hasta nuestros días. Por tanto, me atrevería a decir que este cortijo (lo que queda de él) ha sido el fruto de la constante remodelación de una vivienda que debió existir desde tiempos de Los iberos: los restos son evidentes. Posteriormente, esa pequeña vivienda “sufriría” un cambio pasando a ser casa romana: a juzgar también por los abundantes restos de tégulas y cerámica  que se pueden ver en la zona. Así, y con el paso de los siglos, supongo que esta pequeña edificación ha ido siendo adaptada a cada período de su historia y sus habitantes.

La Bobailla.


     Hasta hace pocos días fue uno de tantos cortijos de nuestra campiña donde varias familias desarrollaban su vida dedicados a la agricultura y la ganadería, incluso viniendo a diario desde lugares bastante remotos para echar el jornal y volver de nuevo con el preciado salario. Recientemente, me contaba un asiduo trabajador de este cortijo en años pasados, que existía un corral aledaño que tenía cabida para cerca de mil cabezas de ganado (hoy no quedan restos del mismo).




     Pero se percibe este lugar de una forma muy distinta en el momento en que el día ha caído y tiene lugar la noche: unas sesiones de fotografía nocturna servirán para mostrarlo.

Este árbol "solitario" me llama la atención entre tanta plantación de olivar.
Cerro de "Cabritas" al fondo-derecha.

Pocos muros quedan en pie, …y estas puertas que formaban parte de una las entradas existentes al cortijo luchan por mantenerse erguidas aún al día de hoy.





     Durante el silencio de la noche, algunos sentidos se agudizan: aunque nuestra vista queda limitada,  sin embargo… se acentúa el oído. Así, durante la realización de estas fotografías, se podían escuchar cómo los pequeños roedores salían de entre las piedras y merodeaban por el lugar ante el “asombro” de una extraña presencia, los que al recibir “el linternazo”, primero se quedaban pausados y expectantes,  y en un instante, de repente, volvían a sus recónditos lugares.




     También unas aves nocturnas advirtieron la presencia de algo poco habitual en estos tiempos en que estos cortijos sufren el abandono, y con una especie de graznido querían amonestar a los  “intrusos”: Casi se podía deducir que pedían nuestra expulsión de su territorio. El canto comunicativo de los mochuelos es otro de los sonidos que acompañaban la noche, …y el ir y venir de los conejos hacia las madrigueras.


     Pero dadas las circunstancias de los tiempos en que vivimos, también tienen lugar otros sonidos en la noche: los que producen la constante circulación de vehículos a motor por la actual carretera que lleva de Andújar a Jaén, pasando por nuestro pueblo. Desde esta ventana se aprecia la trayectoria de luz que lleva hasta las cercanías de Lahiguera, y cuya “contaminación lumínica” nos advierte de su situación. Al contrario de lo que ocurre con nuestro sentido auditivo en “el silencio” de la noche, estas imágenes no son perceptibles por nuestra vista, pero sí por las cámaras fotográficas sometidas a una larga exposición.

     Antaño, esta ventana que mira al Noroeste, posiblemente fuera la que vigilaba el tránsito por el antiguo Puente Romano que atraviesa el arroyo “salaillo”, paso obligado en tiempos pasados y no tan lejanos.



     La circumpolar que nos muestra parte de la fotografía delata el Norte geográfico: la situación de la Estrella Polar (más información en wikipedia: http://es.wikipedia.org/wiki/Estrella_circumpolar).



Al despedirme esta noche del lugar, me pregunto por aquella cabeza de león de la que escuché hablar, …¿dónde habrá ido a parar?.




Pequeños roedores…descansad.

Aves de la noche…ya disponéis de vuestro lugar.


Juan José Mercado Gavilán.
Lahiguera a 3 de abril del 2014.


3 comentarios:

Unknown dijo...

Me ha gustado mucho leer "El encanto de la noche" y conocer un poquito más del pueblo, pequeñas cosas que están ahí y por las que pasamos muchas veces y no nos percatamos. Muy buenas fotografías, en especial la de la ventana por la que podemos apreciar la llegada de un nuevo día.
Seguiré leyéndote.

PEDRO GALÁN GALÁN dijo...

Extraordinarias fotografías y buena narración del Cortijo de la Bobadilla, una narración: breve, abierta, probable y suave; me ha gustado especialmente como has acompañado esas bellísimas fotografías con un texto que bien sirve para ir refiriendo lingüística y visualmente la sucesión de hechos, que se producen a lo largo de un tiempo determinado en ese cortijo, que sientes diferente, y ello, ha dado como resultado la incidencia de variación o transformación de la situación inicial del terreno del entorno del Cortijo de la Bobadilla, tal como otro observador no lo puede ver ahora sin tus pupilas. Narrar implica que los hechos referidos estén relacionados, encadenados, y que se vayan sucediendo de forma más o menos lógica. Más concretamente: lo fundamental es que la sucesión de los hechos venga determinada por un principio de causalidad, esto es, que todo lo narrado tenga un “antes” del que provenga y un “después” al que se dirija.
Son muchas las cualidades de la narración, pero de ellas las mas importantes son: la acción que se sigue en el relato, la habilidad, el interés y la curiosidad, el dinamismo que demuestra la explicación, la movilidad que tienen ciertas narraciones, la habilidad que tiene las personas para narrar.
En tu composición, ahora muy mejorada, has conseguido informar como imaginativamente observas la verdad de los hechos, tratando de deleitar y crear la belleza a través de la palabra; para decir a los demás lo que piensas, lo que sientes o lo que deseas. Has creado momentos de indescriptible inspiración, momentos de grandes emociones, de gratos recuerdos, de ilusiones inmensas de ensoñación.
Como autor describes el escenario y los personajes, también has creado diálogos indirectos con los personajes reales que hoy habitan las ruinas. La narración ha sido el relato de un hecho, verdadero o falso, ¿quién sabe? ocurrido en un tiempo y lugar determinado, que llama poderosamente tu atención. Incluso puedo decirte que esta narración ha sido el ejercicio, intentado por tu parte, de exponer los hechos que diariamente ocurren en ese lugar y en un tiempo determinado, ello demuestra que sin las palabras el lenguaje humano perdería su razón de ser. Por otra parte, tan personal es el arte narrar que este sencillísimo acto humano podemos considerarlo como un acto autodidáctico, aunque poca gente sabe narrar; el buen narrador como el usuario de la lengua, nace mas que se hace.
Indiscutiblemente las personas que tiene la habilidad para hacer una buena narración oral o escrita, son las que están mejor dispuestas para ejercer la delicada tarea de elaborar mensajes para entregarlos a sus convecinos; para que el cerebro comprenda el corazón tiene primero que sentir, el narrador tiene que escuchar primero la captación del mensaje del entorno con su sentimiento.
Cordiales saludos para todos y un abrazo para ti.
Pedro Galán Galán.

Manuel Jiménez Barragán dijo...

Magníficas fotografías, te hubieras hecho de oro como ilustrador de las obras románticas del XIX, me las recuerdan. Además, con un poco de imaginación, descubrirás algún fantasma escondido por las ruinas.

Especialmente me han gustado las del obturador abierto, creo que durante bastantes horas. Habrá sido el azar pero coincide la dirección de la estela de luz del coche que va, o viene, de Lahiguera, con los pequeños rayos luminosos que trazan el camino de las estrellas al oeste.

Me estremece pensar que los antiguos habitantes, como bien señalas, que desde la antigüedad poblaron estas tierras, tengan, ahora, también esta visión: el lento ir de las estrellas, los haces artificiales de luz de sus descendientes, de sus carros sin caballos. ¿Se preguntarán: dónde va esta gente con tanta prisa?