PROLOGO

Se pretende que sea éste un espacio dedicado a entretener y deleitar (... a través de la fotografía fundamentalmente) ... a dar a conocer (...o traer al recuerdo) ciertos monumentos o espacios situados en el término o cercanías de Lahiguera. ...a llamar la atención por el estado de abandono y deterioro de muchos de ellos, ...y si llegara el caso, a remover la conciencia de todos los que somos "herederos" de tales monumentos y espacios, y que con nuestra aportación ayudásemos a la conservación de los mismos.

viernes, 18 de noviembre de 2011

Virgen de la Soledad de Lahiguera:

La Virgen de la Soledad de Lahiguera y el escultor imaginero granadino Domingo Sánchez Mesa:

A veces el azar trae sus sorpresas o hace inverosímiles algunos hechos. ¿Cómo íbamos a suponer los higuereños, que teníamos entre nuestro tesoro artístico una imagen de un insigne escultor, tallista e imaginero granadino de muy reconocido prestigio?.    Hace unos años escuche el siguiente relato de parte de D. Luis Hernández Mercado y Soledad,  su esposa, …aquí en Granada: "La Virgen de la Soledad de Lahiguera, es una virgen que originariamente fue encargada para Arjonilla, realizada por D. Domingo  Sánchez Mesa, pero que después, el párroco de Arjonilla tuvo que ofrecer y ceder al párroco de tu pueblo,  porque la gente de Arjonilla no la quiso… por no parecerse a la Soledad destruida durante la Guerra Civil; dicen que tampoco la quisieron porque era muy grande y pesona".



 
(Detalle de "la Virgen de la Soledad". Domingo Sánchez Mesa)

 
Así pues, todos los indicios, testimonios de informantes y fuentes consultadas parecen confirmar que la Virgen de la Soledad, que ocupa la capilla derecha de la "Iglesia de arriba", y que tanto quieren todos los higuereños, iba a ser obra de D. Domingo Sánchez Mesa.


He aquí una breve reseña del insigne imaginero: Domingo Sánchez Mesa (1903-1989). Nació en Churriana de la Vega (Granada) el día 1 de febrero de 1903. Desde niño ya destacó por sus habilidades manuales, realizando sus primeras "esculturas" con el barro de la acequia, a la edad de ocho años. Estudió en Granada en el colegio de los Escolapios; pero las necesidades económicas le obligaron a trabajar de aprendiz en el taller del imaginero Eduardo Espinosa, donde estudió a los grandes maestros de la escultura.

Domingo Sánchez Mesa.

(Fotografía recogida de la web: pasión.mforos.com) 

            En los años 30 decidió instalarse por su cuenta y abandonó el taller. Su primer trabajo fue un encargo del Ayuntamiento de Motril, y en esta misma ciudad realizó su primer “Crucificado”  para las religiosas dominicas, que sería quemado durante la República.
            Durante la Guerra Civil, su actividad como imaginero se vio mermada por los acontecimientos que asolaban el país. Pero tras este período negro en la historia de España volvió con fuerza montando su estudio en Granada.



            A sus 40 años era ya un imaginero de renombre en Granada y los encargos se le multiplicaron. En esta época va a llevar a cabo una importante actividad por dos motivos: en primer lugar por su clase como escultor, lo que le hizo valedor de numerosos encargos, y por otra parte por recuperar la imaginería andaluza que había sufrido las garras de la guerra. Domingo consiguió que imágenes perdidas por la Guerra Civil fueran sustituidas por obras de arte. Después de la misma montó su estudio en Granada y realizó importantes trabajos de creación artística para varias parroquias. Su gran talento le hizo acreedor de un gran renombre y los encargos se multiplicaron.


           Su producción escultórica hunde sus raíces en la escuela granadina, siendo este periodo histórico una fuente inagotable de inspiración en la mayor parte de sus obras, aunque sin descartar su genio creador. Su obra es ingente, pero ello no supone que realizara trabajos en serie (propio de algunos imagineros contemporáneos) sino que para él cada obra era especial, diferente e íntima. Para Domingo, cada una de ellas era “su imagen”, “su Cristo”, “su Virgen”.


  (Primer plano de la Virgen).

 
           Entre sus obras destacaremos: el Cristo de la Expiración (Cristo de Los Escolapios,1944) de Granada, el Misterio de la Oración en el Huerto de Granada, el Corazón de Jesús de la Catedral de Málaga, la Virgen de los Dolores de Jaén, Cristo de la Buena Muerte de Motril.

          A lo largo de su vida tuvo varias localizaciones en la ciudad de Granada. Su primer estudio lo abrió en la Casa de las Chirimías de la Carrera del Darro, más tarde se mudó a la calle Animas y, finalmente, (año 1952) se estableció en Buensuceso 23. El cambio a la calle Buensuceso, a una casa extraordinaria para su trabajo, fue  el comienzo de una nueva época, …fue cuando realizó  trabajos importantes, que le consagraron como un maestro en la diferenciación de los rasgos y una gran fuerza expresiva: Las esculturas de "S. Francisco Javier", "S. Ignacio" y "S. Francisco de Borja", que formaron parte del retablo lateral de la Iglesia de S. Hipólito, de Córdoba. En la última fase de su vida realizó obras tan importantes como "El Cristo de la Columna", en madera y piedra, "El Cristo de la caída" y el "Cristo Muerto", que se halla en la Residencia de Cartuja. Las obras de Domingo Sánchez Mesa son la representación más valiosa de la escultura tallada en Granada en el último siglo.




 (Fotografía recogida de la web: pasión.mforos.com)

            Su acercamiento a la Semana Santa de Jaén tiene mucho que ver con la labor de recuperación del patrimonio cofrade jiennense tras la Guerra Civil. De esta forma fue como recibió el encargo de tallar a María Santísima de los Dolores para la cofradía de la Veracruz en 1948, obra subvencionada por la Guardia Civil, muy ligada a esta imagen. Dos años más tarde tallaría el Señor de la Veracruz tras la perdida en la Guerra Civil de la imagen del “Señor del Trueno”. La creación del Cristo de la Veracruz la realizó copiando fielmente el afamado Cristo de las Misericordias de Granada, de José de Mora. En la actualidad puede decirse del Cristo de la Expiración (Granada) es el Cristo más “desnudo” que se procesiona en la capital. Años más tarde, en 1956, tallaría con gran dulzura a María Santísima de la Estrella, “reina de la Alcantarilla”.Las tres obras que realizara en los años 50, y que en la actualidad procesionan en Jaén, son sin duda alguna de las más queridas por el pueblo jiennense, despertando un gran fervor entre los fieles de la capital. Sin dubitación, Domingo Sánchez Mesa supo conectar su arte con el mundo cofrade de nuestra capital de provincia.


           Su muerte, ocurrida en el año 1989, dejo un gran vacío en Granada. En definitiva, hablamos de un hombre que siguió su vocación para hacerse valedor de un puesto entre los mejores imagineros del s. XX y alumno aventajado de la llamada “Escuela Granadina”.


   
 

La cosa comienza por ser un encargo  en los años posteriores a la Guerra Civil del párroco de Arjonilla D. Luis Sotomayor García, hombre acaudalado, muy generoso con la gente necesitada en aquellos años de penuria económica y desprendido mecenas, que pidió a otro sacerdote D. Luis Ramírez Olivares, también abogado, poeta, y persona muy conocida e influyente, y refieren que bastante inteligente por ser número uno en oposiciones, que también ocupo el cargo de Administrador de los Servicios Benéficos de la Diputación de Granada.  Por ser natural de Arjonilla, residente en Granada, por su buena amistad, relación personal y por su conocimiento del mundo artístico granadino, reconocido en Granada  y conocedor del panorama artístico de aquellos tiempos, le pidió que encargase a un imaginero que conociese en Granada la imagen de una Virgen de la Soledad, que pudiese sustituir a la destrozada en los años de la Guerra Civil en Arjonilla, y este señor se encargo e hizo esta gestión ante uno de los escultores granadinos de más prestigio de aquellos años  40 o 50. 


  (Fichero recogido de la web: pasión.mforos.com)


 
D. Luis Sotomayor García, párroco de Arjonilla,  fue mecenas de esta imagen y de la "Purísima", otra imagen que sí quedo en Arjonilla, y que posee una capilla en la Iglesia Parroquial del mencionado pueblo. Esta imagen tiene grabada sobre la madera  un verso escrito por D. Luis Ramírez Olivares, el sacerdote poeta que realizó ambas gestiones ante el escultor D. Domingo Sánchez Mesa.  



    Concluida la bella imagen y mostrada al pueblo de Arjonilla, resultó que para la mayoría de habitantes del pueblo, a pesar de su belleza, no les recordaba a su antigua imagen de la Soledad destruida,  y por tanto, el párroco arjonillero se la ofreció al párroco de aquellos años en Higuera D. Rafael Muñoz Redondo, antiguo capellán militar antes de haber sido párroco del pueblo en la década de los 40 y 50. Muchos higuereños lo recuerdan yendo y viniendo de Higuera a Cazalilla a lomos de una burra, hasta 1953 que fue sustituido en la parroquia. Fue muy popular, y era llamado "Padre Antonio" por todos los paisanos de Lahiguera, debido a que era fraile capuchino y  adopto el nombre de Fray Antonio de Pozoblanco cuando entro en su orden religiosa (…fallecido en Madrid en fecha 26 de junio de 1978 a los 80 años de edad). El referido párroco de Higuera aceptó y parece que pagó la imagen;  dícese también en Higuera, …a cambio de garbanzos y de trigo. Esto, aunque hoy parezca algo extraño no lo es, dado que por aquellos años mucha de la tierra calma del término municipal se dedicaba al cultivo de los afamados garbanzos de La Higuera. Eso por una parte;  por la otra ha sido costumbre en antaño que cuando se acometía un proyecto colectivo, como fue la construcción del nuevo templo  "de abajo" (…el que hoy es el titular de la parroquia de “La Consolación”), iniciadas sus obras el 24 de junio de 1944, se tenía por costumbre por parte del párroco hacer una cuestación popular para sufragar una parte de los gastos. En este último caso, los propietarios cedían los kilos de aceituna que consideraban  adecuados según su capacidad económica y conciencia, como ayuda a la nueva construcción. Recuerdo también  la época en que se comenzaron a construir los llamados “ grupos escolares”, lo que hoy es el colegio “Santa Clara”, cómo muchas yuntas de mulos de todo el pueblo se turnaban para retirar tierra hasta desmontar una altura de casi tres metros de desnivel en el terreno.


Volviendo al imaginero y la Virgen de la Soledad, en lo referente a la localización de la firma o siglas del autor, en una ocasión pregunte al hijo de D. Domingo Sánchez, llamado también D. Domingo Sánchez- Mesa Martín, catedrático en la Facultad de Bellas Artes de Granada, si sabía en qué lugar prefería su padre dejar su firma como autor, pero no se precisó lugar exacto:  parece que no puede señalarse un lugar habitual. Se ha intentado localizar la firma, pero la imagen tallada que consta sólo de cabeza y manos sostenidas en un armazón de madera, no tiene ningún detalle de tal rúbrica. Se habla de que la firma del autor pudo ser eliminada en el trozo de madera que se le quito para hacerla menos pesada y más manejable en la célebre carrera de la Semana de Pasión, que cada año se celebraba, y se celebra, los Viernes de Pasión y Domingos de Gloria de cada Semana Santa de Higuera, … desde hace infinidad de años. No olvidemos que durante decenas de años se corría esta artística imagen, hasta que para sustituirla en " el paso o carrera" se adquirió la Virgen de los Dolores.



 (La V. de la Soledad en Semana Santa).


  (La V. de los Dolores en Semana Santa).

 Pedro Galán Galán.
En Lahiguera, a 18 de noviembre del 2011.



22 comentarios:

Andreu dijo...

Nunca hubiera sospechado que el origen de la Virgen de la Soledad, fuera el que tan bien ha documentado y descrito Pedro Galán y mucho menos que hubiera sido construida por una celebridad artística.

La Vigen de la Soledad, tuvo para mí, durante parte de mi niñez, un significado especial, sin que pueda decir las razones que me inducían a ello. Quizás fuera la expresión de tristeza en aquel bello rostro, cuyos hermosos ojos medio cerrados, transmitían emoción, tristeza y mucho respeto. Quizás pudiera ser también, que la causa fuera, que siempre, o casi siempre, veía la procesión que se hacía (no me acuerdo si era el Viernes Santo por la noche), la presenciaba desde el balcón de mi casa, cuya posición me permitía ver el rostro de la Virgen durante unos segundos a escasa distancia; tiempo y distancia suficiente, para estremecerme y emocionarme ante su paso.

Escribo de una época muy temprana de mi existencia, en la cual, en casos como este, pasan completamente desapercibidos los detalles materiales que se van descubriendo con el tiempo. En aquella época, cuando apenas tendría cinco o seis años el que esto escribe, el niño (al menos en mi caso) es incapaz de comprender que algo que es capaz de despertar tanta veneración y respeto entre las personas, pueda ser obra de un ser humano. Por lo tanto, hasta algunos años más tarde perduró en mí, ese concepto místico y sobrenatural que tenía sobre las imágenes religiosas y todo lo referente al mundo religioso.

Un día, siendo monaguillo y cuyo párroco de Lahiguera era por entonces, don Martín, sucesor del Padre Antonio, y movido por esa curiosidad enfermiza que se tiene a esa edad, quise descubrir lo que había al otro lado del vestido de la Virgen y hallé para mi asombro y decepción, que muy lejos de lo que sospechaba, encontré un insignificante y vulgar armazón de madera. A partir de ese momento, se derrumbó ante mí todo el misticismo y la espiritualidad que me habían merecido las imágenes religiosas al comprobar que, tanto la Virgen de la Soledad, como cualquier otra imagen, eran obra del hombre y no una Divinidad.

Sobre el siguiente párrafo, extraido del documento donde se explica el proceso de venta de la Virgen, entre otras cosas, por parte del cura de Arjonilla al de Lahiguera:

("Recuerdo también la época en que se comenzaron a construir los llamados “ grupos escolares”, lo que hoy es el colegio “Santa Clara”, cómo muchas yuntas de mulos de todo el pueblo se turnaban para retirar tierra hasta desmontar una altura de casi tres
metros de desnivel en el terreno.") ,aquí, matizaría al respecto, en honor a la objetividad y el rigor histórico:

Recuerda bien el autor, que el rebaje que se hizo sobre el terreno donde se construirían las escuelas, los mulos se encargaban de transportar en serones, la tierra extraída. No obstante, la información queda corta porque no se explica que la tierra que los mulos, o mulas, transportaban, habia sido previamente arrancada con esfuerzo y sudor, por personas, incluso, algunas de ellas, menores de edad, como es mi caso.

El Ayuntamientos de entonces, decretó de forma completamente arbitraria, que cada familia debería aportar de forma incondicional y obligatoria, un par de días de trabajo, bien en aportación de personas, o de animales. Los animales, especialmente mulos, lo aportaron aquellas familias que tenían posibilidades económicas, corriendo a cargo de los que no los tenían, el duro trabajo a base de pico, pala y espuerta. En mi caso, que mi padre estaba enfermo por aquella época y no pudo por lo tanto cumplir con la imposición municipal, me obligaron a mi, cuando apenas tenía unos catorce años a trabajar aquellos dos días, con un pico y una pala que eran más grandes
que yo; acabando, por la falta de costumbre y por la fragilidad física que se tiene a esa edad, con las manos ensangrentadas y físicamente hecho un guiñapo, como se decía allí.

Espero haber contribuído con mi modesto testimonio, a poner luz , y toda la objetividad que he podido, sobre este asunto.
Saludos.

Andrés

Manuel Jiménez Barragán dijo...

Sobresaliente el trabajo que nos presenta Pedro. Profunda su investigación y magnífica su claridad. Enhorabuena. Sólo conocía la historia de los garbanzos, lo demás ha sido nuevo para mí, gracias.
Andrés, te quiero comentar algo, con el mayor de los afectos.
Cuando hablas de la decepción, el desengaño, al ver lo que había tras los ropajes de la Virgen "un insignificante y vulgar armazón de madera". Te diré que deberías haber seguido "escarbando", posiblemente hubieras visto más cosas, aparte de "consideraciones religiosas" como habías escrito en tu comentario de Fray Blas Palomino.
Lo del trabajo en los Grupos Escolares es verdad. Fíjate la época que era y, ahora que parece que vivimos en el clímax de la civilización, trabajan niños desde los tres años. Seguro que alguna vez hemos comprado productos que han elaborado sus manos, porque son más baratos. Y hubo épocas en que el poderoso le sacaba los dientes al menos poderoso para ponérselos con pegamento. Como se dice mucho en Lahiguera "El pez grande se come al chico".
Te digo, Andrés, estas cosas, porque lo que escribes rezuma tristeza, melancolía, como si estuvieras enfadado con los recuerdos de nuestro pueblo. Yo me quedo con los estremecedores versos de Miguel Hernández en "Las Nanas de la Cebolla", cuando está muriéndose en la cárcel y le escribe un poema a su hijo de ocho meses.

"Desperté de ser niño:
nunca despiertes.
Triste llevo la boca:
ríete siempre.
Siempre en la cuna
defendiendo la risa
pluma por pluma."

Con la risa me quedo. Bastante tristeza nos rodea como para acordarnos de la pasada.
Un abrazo.

Para terminar os narro una pequeña historia, que, muchos seguro conoceréis; además viene a colación con la entrada del blog. Como se dice en los cuentos: como me la contaron te la cuento.

En el Chorrillo había un árbol gigantesco, lo talaron y, una parte del inmenso tronco, se la llevaron a un carpintero del pueblo para que tallara un santo.
El maestro carpintero -sé el nombre, pero no lo escribo- comenzó a esculpir el tronco con gubias y formones. Comió y comió y casi se quedó sin madera. Uno, que lo estaba viendo, comentó:
-¡Maestro, creo que un santo no sale!- Y el carpinero, ocurrente, contestó.
-¡Un santo no sale, pero una buena "machacaera"...!
Evidentemente no era Domingo Sánchez.

Manuel Jiménez Barragán

Un admirador del arte sacro dijo...

La contemplación del rostro de la Virgen de la Soledad de Domingo Sánchez Mesa, me trae a la memoria la lectura sobre el origen de esta advocación en España, que un día encontré y que me parece bastante ilustrativa; por lo que voy a tratar de comunicarla a los lectores de este blog.
Una de tantas curiosas advocaciones de la Virgen como en el mundo existen es Nuestra Señora de la Soledad, o más comúnmente, Virgen de la Soledad. Una soledad que no es otra que aquélla en la que queda María desde que Jesús es crucificado y hasta que el domingo, resucita. Su onomástica se celebra en fechas muy diversas, aunque existe tradición de hacerlo en Semana Santa, desde el viernes santo a las 15:00 horas en que Jesucristo expira en la cruz, hasta el domingo en que resucita, convirtiéndose de esta manera en la onomástica de más larga duración: 33 horas.
Nuestra Señora de la Soledad es una variante de la advocación de la Virgen de los Dolores, y según parece, su devoción se inicia en Francia, de donde la trae a España, donde alcanzará su esplendor, una de las muchas reinas francesas que los españoles nos hemos dado, concretamente Isabel de Valois, la encantadora hija de Enrique II de Francia y Catalina de Medici, que casó con Felipe II de España, a quien dio momentos de gran felicidad, y cuya españolización fue tan notable que cuando su marido la mandó a negociar en nombre de la Corona española con su propia madre Catalina de Medici, ésta no pudo evitar reprenderla: “¡Muy española me venís!”.

La primera imagen de Nuestra Señora de la Soledad en España habría sido la talla realizada por el escultor español Gaspar Becerra (1520-1570) para el convento de Nuestra Señora de la Victoria de Madrid, hoy desaparecida, de la que apenas queda alguna representación pictórica. Muy venerada es la Virgen de la Soledad de la Portería Coronada de Las Palmas de Gran Canaria, posible regalo de la Reina Católica y que, aunque anterior a la introducción de la advocación en España, podría haberse unido a ella con ocasión de la llegada a España de Isabel de Valois. Registra también gran devoción en Salamanca, donde en 1645 el gremio de zapateros funda la Hermandad de Nuestra Señora de la Soledad, con sede en la Catedral Nueva, con la finalidad entre otras de asistir a los condenados a muerte.
Desde España, la tradición de la Soledad se difunde hacia muchos otros lugares del mundo. Isabel Clara Eugenia de Austria, hija de Isabel de Valois, la hija favorita de Felipe II por cierto, la introduce durante su regencia (1598-1621) en Flandes, donde se venera la famosa imagen de la Virgen de la Soledad de Amberes. En la América Hispana es patrona de Oaxaca (Méjico) donde según se cuenta, un burrito sin dueño ni origen conocido, cayó muerto por el peso de una carga cuya naturaleza tampoco se conocía, descubriendo los que la abrieron que no era otra cosa que una imagen de la Virgen de la Soledad. En Arizona se funda un convento de Nuestra Señora de la Soledad vinculado a las Clarisas. Y en Filipinas Nuestra Señora de la Soledad de Porta Vaga es patrona de Cavite.
Me parece extraordinario el relato y el trabajo realizado para la constatación de la autoría de esta Virgen de la Soledad de La Higuera. Se aprecia en la talla la mano de un gran maestro, por la belleza de su rostro y la triste serenidad que muestra ante el fortísimo sentimiento de dolor por la muerte de su Hijo, tras una durísima Pasión.
Domingo Sánchez Mesa es uno de los más afamados tallistas de la escuela granadina, mucha suerte ha tenido este pueblo con conseguir una imagen de tanta categoría artística a cambio de garbanzos, tan necesarios para la alimentación de aquellos años.
¡Enhorabuena al autor de este documentado artículo!
Saludos para todos sus lectores. Un admirador del arte sacro.

Álvaro Ortiz (Oaxaca, México) dijo...

Leí el comentario sobre el origen de la advocación en España a Nuestra Señora de la Soledad, les refiero lo que aquí en México es leyenda sobre una virgen española venida al continente Americano. La religión necesitaba quitar idolatrías como la del Cacique de Yanhuitlán y gobernadores, y se afianzó por un hecho insólito que sucedió el 18 de diciembre de 1620 en la nueva Antequera (ciudad de Oaxaca).
Pueblos ansiosos de leyendas mágicas, del mundo sobrenatural de sucesos extraordinarios; así son nuestros pueblos. Un manuscrito de las monjas en el monasterio de la Soledad relata esta historia llena de un aire milagroso.
Para la provincia de Guatemala, desde el puerto de Veracruz, caminaba un dueño de recuas, y habiendo hecho algunas jornadas poco antes de la que faltaba para entrar en esta ciudad de Oaxaca, se incorporó sin saber cómo, entre las suyas, una mula que traía sobre sí un cajón atravesado. Nadie pudo asegurar de dónde había salido, ni cómo se había introducido allí. Registró cuanto alcanzó la vista y no se vio persona que anduviese buscando dicha mula, ni aún otras cargadas o descargadas de quienes se presumiese se había separado. Continuaron las jornadas, y el dueño de aquella recua propuso hacer luego manifestación del hallazgo ante el juez competente, porque algún día no le pasase perjuicio. Proseguía su viaje, entraba ya en la ciudad, llegó a la ermita de San Sebastian, ya al puerta principal, al llegar enfrente de ella el mestizo bruto se dejó caer con su cajón en el suelo: pensó que era fatiga y rendimiento al peso que le oprimía, acudieron unos y otros a levantar la mula, valiéndose de las fuerzas, ardiles y diligencias que dicta el despecho y la impaciencia de los de aquel ejercicio. Todo empeoró, fue en vano y cansados los sirvientes, hubo el dueño principal de entrar a la ciudad. Notició a la justicia del caso, pidió se abriese en su presencia el cajón, y lo que en él hallasen quedar por autoridad depositado hasta en tanto constase de un legítimo dueño. Pasó la averiguación de un alcalde ordinario, mandó que descargasen la caja, se hizo y esto bastó para que se levantase la mula que estaba todavía en el suelo, ya buena y sana al parecer, pero al rato volvió a caerse muerta. Pareció a todos efectos del trabajo y gran peso de la caja y abierto el cajón que contenía un hechura de Jesucristo Nuestro Redentor que representaba su gloriosa Resurrección y una cabeza y manos con un rótulo que decía: “Nuestra Señora de la Soledad al pie de la Cruz…”
El obispo ordenó que el rostro y las manos de la Virgen quedasen depositados en la Ermita de San Sebastián, por haber ocurrido frente a ella el incidente de la bestia, y que la Ermita de Santa Veracruz, se enviase la escultura de Cristo.
Por origen que traía la recua, es de suponer que aquellas imágenes procedían de algún taller español. Iban con destino a Guatemala, y no venían de allí como se había creído.
Así se convirtió la Virgen de la Soledad en patrona de Oaxaca; donde pronto adquirió cuerpo el proyecto de levantar una Iglesia para el culto de la Virgen, en el mismo lugar donde había tenido lugar aquel suceso; gracias a la magnificencia del rico arcediano D. Pedro Otálora y Carvajal, se emprendió el nuevo Templo que es uno de lo más bellos del sur de México. Fue consagrado el 6 de Septiembre de 1690 por el obispo Sariñana.
Álvaro Ortiz desde México.

Lahiguera dijo...

Es un gran elogio para este Blog de Lahiguera recibir estas visitas, tan lejanas a veces,y de tan diversa índole.
"Los caminos de Dios son inescrutables": la leyenda que nos cuenta Álvaro lo puede corroborar. Fuere ficción o realidad, la cuestión es que la Fe mueve montañas, y ésta permite a muchísimas personas dar sentido a sus vidas.
Gracias Álvaro por contarnos esta bonita leyenda o historia que nos da a conocer algo más de nuestro maravilloso mundo.
Saludos a esa tierra de México desde Lahiguera-Jaén-España.

Devota de la V. de la Soledad dijo...

La lectura de tan bella historia acerca de las circunstancias de la llegada de esa maravillosa obra de un tallista excepcional a su pueblo, me hace enviar esta otra belleza de poesía dedicada a la Virgen de la Soledad, que guardaba en mis cajoncito de tesoros personales. Es una composición de un poeta andaluz prestigioso, Don José María Pemán.

POESIA A LA VIRGEN DE LA SOLEDAD
Virgen de la Soledad:
rendido de gozos vamos,
en las rosas de tus manos
se ha muerto mi voluntad.
Cruzadas con humildad,
en tu pecho sin aliento,
la mañana del portento,
tus manos fueron, Señora,
la primer cruz redentora:
la cruz del sometimiento.
Como tú te sometiste,
someterme yo quería:
para ir haciendo la vía
con sol claro o noche triste.
Ejemplo santo nos diste
cuando, en la tarde deicida,
la soledad dolorida
por los senderos mostrabas:
tocas de luto llevabas,
ojos de paloma herida.
La fruta de nuestro Bien
fue de tu llanto regada:
refugio fueron y almohada
tus rodillas, de su sien.
Otra vez, como en Belén,
tu falda cuna le hacía,
y sobre Él tu amor volvía
a las angustias primeras…
Señora: si tú quisieras,
contigo le lloraría.

José María Pemán.

Patricia desde Caracas (Venezuela) dijo...

Me ha resultado bastante interesante el comentario relativo al origen de la advocación de Nuestra Señora de la Soledad, permítanme realice un comentario relacionado con la Virgen de la Soledad del templo de San Francisco, de Caracas.
(Haré la siguiente observación: He intentado enviar este comentario días pasados y dada su extensión que sobrepasa la capacidad permitida, intentaré ahora hacerlo en dos partes continuadas).

Esta es la leyenda que se refiere tradicionalmente en Venezuela:

“En tierras de Ávila, a corta distancia de Naiguatá, vivía una familia formada por el matrimonio de D. Juan del Corro y su esposa D. ª. Felipa de Ponto y Villena. Tenían dos hijos y eran amados por todos los campesinos de los contornos. Un día, cuando Juan volvió de sus faenas en el campo confió a su esposa una promesa que por la salud de ella había hecho al nacer su hijo Fernando: “Estoy atormentado pensando si la mala salud de nuestro hijo no será un castigo por el incumplimiento de regalar una imagen de la Virgen de la Soledad al templo de San Francisco, de Caracas. Ofrecí también que en los días festivos arderían cuarenta cirios ante esta imagen. Dios oyó mi oración y ahora he de cumplir mi promesa.” Su esposa alegre con la confesión que su marido le había hecho, comentó que debían cumplir esto cuanto antes. “Tal vez Dios, al ver nuestra fe, devuelva la salud a nuestro hijo Francisco”. Su mismo hijo, objeto de su inquietud, interrumpió su charla para anunciarles que había llegado su padrino D. Sancho de Paredes. A los pocos días, D. Sancho iba a emprender viaje a España. “Queremos pedirle un favor”, dijo D. ª Felipa, “necesitamos que a su regreso de España nos traiga una imagen de la Virgen de la Soledad. Es una promesa que debemos a la Virgen por tantos favores como nos ha concedido”. D. Sancho aceptó con mucho gusto el encargo y a los pocos días marcho para España. Al cabo de varios meses salía del puerto de Vigo, con rumbo a las Indias el navío “San Fernando”, y con él la caja que contenía la tan anhelada imagen. A la salida del puerto, hacía un tiempo magnífico, pero pronto cambió y se sucedieron días en el que se desencadenó un enorme temporal. Fue necesario arrojar al mar todas las mercancías. Solamente quedó en la cubierta la caja que contenía la imagen, que D. Sancho, por cierto temor religioso, no había querido echar al agua. El temporal fue empeorando más y más, era preciso salvar la vida y salir en los botes. No quedó otro remedio al intrépido capitán que arrojar al agua la tan preciada escultura, que pronto devoraron las olas y el viento condujo a los náufragos a las playas de Trinidad.”
(Este comentario continuará en otro próximo).
Saludos de Patricia desde Caracas, (Venezuela).

Patricia desde Caracas (Venezuela) dijo...

Continuación del comentario sobre la Virgen de la Soledad del templo de San Francisco, de Caracas.

“Mientras tanto, los esposos esperaban la llegada de la imagen. Un día Francisco, completamente restablecido llegó junto a sus padres sofocado y nervioso diciéndoles que los criados habían encontrado a la orilla del mar una caja herméticamente cerrada y que por su peso debía contener un rico tesoro. Se dirigió el matrimonio al lugar que el muchacho les había indicado; algo extraño les esperaba, todos los criados colocados en círculo miraban la caja cubierta de algas; D. Juan ordenó que dos forzudos negros levantaran la tapa, y al quitar la cubierta vieron regios paños de terciopelo morado con franjas de oro, que al levantarlos descubrieron la imagen de la madre de Dios con su pálido rostro, las manos cruzadas y surcadas sus mejillas por gruesas lágrimas. Todos cayeron de rodillas ante esta aparición y entonaron el himno Salve Maris Stella. Después fue trasladada al oratorio particular, donde dieron ferviente acción de gracias.
Se colocó la imagen de la Soledad en la iglesia de los franciscanos, celebrando su entronización con gran solemnidad. La gran multitud que había acudido a la ceremonia, fue abandonando el templo, en el que sólo quedaban los hermanos franciscanos y la familia de D. Juan, cuando en aquel momento vieron entran a D. Sancho de Paredes, que pálido y nervioso se dirigió hacia el altar; se arrodilló ante la imagen sumiéndose en un profundo éxtasis religioso, con la mirada aún puesta en la Virgen exclamó: “Hermanos, adoremos la voluntad de Dios. No hace todavía un año, a causa de una gran tempestad, arrojé yo mismo al mar una caja que contenía esta preciosa talla, hecha en Madrid (España), bajo mi dirección, y ahora la veo en la iglesia de San Francisco. Sólo Dios puede hacer prodigios como éste. Él ha querido que la imagen de su divina Madre llegara aquí para la adoración de los fieles.“
Aquella imagen de la Virgen de la Soledad que D. Sancho llevó de España es la que aún se conserva en San Francisco.
Cariñosos saludos de Patricia desde Caracas, (Venezuela)

Una cofrade de Lahiguera dijo...

A LA VIRGEN DOLOROSA.
Tiene la Madre Dolorosa, bajo su toca blanca almidonada, los ojos, casi sin cejas ni pestañas, abiertos por el amor, fijos en los de su Hijo en cruz, mientras el dolor abre sus labios rosados y perfectos, y sus manos se cruzan nerviosas en súplica, impotencia y esperanza. Separada ahora de la cruz, su lugar de origen, el rostro se pierde aquí en la noche ciudadana, densa y colectiva, y yo quiero, con la espinela perfecta de Gerardo Diego en su poemario "Vía crucis", acercar esa mirada dolorida y temblorosa, hasta aquí, hasta mí, hasta todos los que vamos en dos filas de silencio y de compasión activa en la procesión de La Soledad de La Higuera:

Dame tu mano, María,
la de las tocas moradas
clávame tus siete espadas
en esta carne baldía.
Quiero ir contigo en la impía
tarde negra y amarilla.
Aquí, en mi torpe mejilla
quiero ver si se retrata
esa lividez de plata,
esa lágrima que brilla.

"Dame tu mano María", es del poemario "Viacrucis"(1931) de Gerardo Diego.

Un cofrade de la Hermandad dijo...

MARÍA ANTE LA PASIÓN
Ante el hórrido Madero
Del Calvario lastimero,
Junto al Hijo de tu amor,
¡Pobre Madre entristecida!
Traspasó tu alma abatida
Una espada de dolor.

¡Cuán penoso, cuán doliente
Ver en tosca Cruz pendiente
Al Amado de tu ser!
Viendo a Cristo en el tormento,
Tú sentías el sufrimiento
De su amargo padecer.

¿Quién hay que no lloraría
Contemplando la agonía
De María ante la Pasión?
¿Habrá un corazón humano
Que no compartiese hermano
Tan profunda transfixión?
Golpeado, escarnecido,
Vio a su Cristo tan querido
Sufrir tortura tan cruel,
Por el peso del pecado
De su pueblo desalmado
Rindió su espíritu El.

Dulce Madre, amante fuente,
Haz mi espíritu ferviente
Y haz mi corazón igual
Al tuyo tan fervoroso
Que al buen Jesús piadoso
Rinda su amor fraternal.

Oh, Madre Santa, en mi vida
Haz renacer cada herida
De mi amado Salvador,
Contigo sentir su pena,
Sufrir su mortal condena
Y su morir redentor.

A tu llanto unir el mío,
Llorar por mi Rey tan pío
Cada día de mi existir:
Contigo honrar su Calvario,
Hacer mi alma su santuario,
Madre, te quiero pedir.

Virgen Bienaventurada,
De todas predestinada,
Partícipe en tu pesar
Quiero ser mi vida entera,
De Jesús la muerte austera
Quiero en mi pecho llevar.

Sus llagas en mi imprimidas,
Con Sangre de sus heridas
Satura mi corazón
Y líbrame del suplicio,
Oh Madre en el día del juicio
No halle yo condenación.

Jesús, que al llegar mi hora,
Sea María mi defensora,
Tu Cruz mi palma triunfal,
Y mientras mi cuerpo acabe
Mi alma tu bondad alabe
En tu reino celestial. Amén.
Poesía de autor anónimo.
Un cofrade de la Hermandad

PEDRO GALÁN GALÁN dijo...

A JESÚS NAZARENO
(Letras para saetas)

En la Capilla de Jesús
la de “la iglesia de arriba”,
abre las puertas, Señor,
que te pido, de rodillas,
que me des santo perdón.
Ya abren todas las puertas
de nuestro templo chiquito,
que va a salir a la calle
Nuestro Señor Jesucristo.
Ya repican las campanas
y Jesús saliendo está,
a las seis de la mañana,
al mando del capataz,
cuando el sol despunta ya.
Capataz, lleva a “mi bien” con esmero,
que no se vaya a caer,
va cargado con la cruz,
y están sangrando sus pies.
Para el paso, capataz,
con diligencia y esmero,
la cruz le puede dañar
en la herida que le sangra
a mi Jesús Nazareno.
Costaleros, que lleváis
a Nuestro Padre Jesús,
llevadlo poquito a poco,
con el peso de la cruz. ,
le va ya sangrado el hombro.
Va, sin aliento y sin fuerzas,
le están sangrando los pies,
llevadlo pasito a paso,
que no se vaya a caer.
Caminando iba Jesús
y las fuerzas le faltaban,
aquellos crueles judíos
con mas saña lo azotaban.
Una Cruz larga y pesada
a Jesús le entregaron,
con fatiga y mucho dolor,
solo, solito, solo,
al Calvario se marchó.
Era una pesada cruz
la que en tus hombros cargaron,
y le escupieron la cara
aquellos judíos malvados.
Una sentida saeta
un saetero le cantaba,
y era tanta su emoción,
que Jesús lo escuchaba
y lloraba de dolor.
En un momento se oía
el cantar de la saeta,
que, en su letra, le decía:
” Padre Jesús Nazareno,
no me dejes en la “vía”.
A ti, Padre Nazareno,
te pido de corazón
que, cuando muera algún día,
me lleves contigo al Cielo
para hacerte compañía.
Si Dios la vida me dio,
Padre Jesús Nazareno,
dame tú la bendición
para cantar esta saeta
que sale del corazón.
En la calle de la Amargura
Jesús tres veces cayo;
un hombre lo levantó,
se le acercaba María,
llena de pena y dolor.
En las espaldas te azotaban,
y en la cara te escupían,
caminando con la Cruz,
con todo el dolor lo sufrías.
Los judíos azotaban
a nuestro Padre Jesús,
y, después lo atormentaban,
cargándolo con la Cruz.
No azotéis mas a Jesús,
infames y crueles judíos,
que camina con la Cruz,
con humildad y dolor,
sin saberse comprendido.
¿Qué tienes tú, Padre mío,
mi adorado Nazareno,
que tanto te adora La Higuera,
cuando caminas sin fuerzas,
tan cargado con la cruz?
Sudoroso y ensangrentado
camina mí buen Jesús;
los judíos lo azotaban,
y lo clavan en la Cruz.
Sufriendo y ensangrentado
va Nuestro Padre Jesús,
las fuerzas le van faltando,
ya no puede con la cruz,
un hombre lo va ayudando.
Un hombre lo va ayudando
a Nuestro Padre Jesús,
que, sin fuerzas y destrozado,
camina bajo la cruz.
Fuiste inocente cordero
caminando con la cruz,
te insultaban y te azotaban,
y, ya casi sin aliento,
un hombre-Dios se entregaba.
Las piedras que había en el suelo
al paso de Jesús le dañaban,
en sus pies ensangrentados,
todos tan llenos de llagas,
cargado con pesada cruz,
un Cirineo le ayudaba.
Tu sangre brota con pena,
Padre mío Nazareno,
y te corría por la cara;
siendo tan santo y tan bueno,
aquellos malvados judíos,
¡qué mala muerte te dieron!
Una rosa y un clavel
a tu paso se abrazaron,
al ver tu rostro divino,
sudoso y ensangrentado.
Vas cargando con el madero,
lirio del monte divino,
siendo tú rey del mundo entero;
¡guíame por el camino!
¡Ilumíname el sendero!
Viernes Santo por la tarde,
las campanas no tocaban,
porque a Nuestro Padre Jesús
a la cruz lo condenaban.

Adaptadas por Pedro Galán

Un Cofrade dijo...

Toda la historia tiende a Cristo y viene de El; la aparición del Hijo del Hombre es el eje de la historia humana. Así lo manifestó el filósofo alemán Hegel. Y es que la venida de Cristo a la tierra cambió por completo el sentido de la historia. Sinceramente creo que nadie puede negar esto, sea o no creyente.
El Divino Maestro ofreció a la humanidad una doctrina que inspiró a los más excelsos poetas y pensadores. Y a ese mismo Maestro le ofrece el pueblo andaluz, año tras año, todo lo que siente y vive en sus propias carnes: La Saeta, historia de un pueblo espiritual y creyente.
El flamenco es un sistema complejo de vivencias, cuyo contenido está perfectamente en el cante hecho oración: La saeta. Pues, ¿quién puede negar que, desde siempre, el canto haya sido compañero inseparable en las conmemoraciones religiosas? Y la saeta, como cualquier otra expresión musical, no debe aislarse del resto de los acontecimientos socio-culturales correspondientes al medio en que nace y se desarrolla.
El pueblo entona sus saetas a las sagradas imágenes de Jesús y María, y, después de aquel canto, todos gritan al unísono: ¡Viva la Virgen de los Dolores!, ¡Viva Nuestro Padre Jesús Nazareno! Así las oí yo cantar en mi pueblo Higuera de Arjona, cuando aún era un niño que apenas podía entender el significado de la Semana Santa. Aquellas saetas quedaron grabadas en mi memoria:

Ya viene la Dolorosa
con el corazón partío
de ver a su Hijo Amado
en el sepulcro metío.
Por la calle la Amargura
Cristo a su madre encontró.
No se pudieron hablar
de sentimiento y dolor”.

La saeta, copla litúrgica, nace para que el pueblo haga pública manifestación de fe. El saetero se desliga de todo lo externo y en un acto de rito solemne, intensamente impregnado de emoción. Por ello, considero que la saeta es uno de los más difíciles cantes, porque no se trata sólo de cantar sino que es sentir a Dios en uno mismo. El cantaor se convierte en un poeta que, a veces, compone sobre la marcha sus propias saetas. Las Saetas, rapsodias populares de los evangelios, conservan en la imaginación del pueblo andaluz, vivos y con sus tristes colores, todos los detalles de la gran epopeya del Gólgota, observándose en sus ligeras y muchas veces incompletas estrofas, los toques magistrales de esa musa sencilla y apasionada a la vez, que vive en medio del arroyo y suele pisar el légamo sin mancharse”. Más de una vez he sido testigo de cómo algunos cantaores han compuesto su copla en el mismo momento de contemplar la sagrada imagen Por eso, la saeta, literariamente considerada, no es sólo recuerdo de los pasajes que hablan de la Pasión y Muerte de Cristo, sino que es una oración que implora la intercesión divina, y jamás el hombre-cantaor puede sentirse más unido, más “religado a Dios” que en el momento de cantar en nombre del pueblo y en el suyo propio. Es el momento en que el cantaor pregona públicamente la fe y el dolor de un pueblo ante la más trascendental de todas las tragedias que ha sufrido la humanidad: el drama suicida:

“Ahí presente lo teneis
Que hacia el Calvario camina
Con el rostro demacrao
Y una cruz de penitencia
Sobre sus hombros han hechao”
(Saeta por Seguiriya)

Saludos de Un Cofrade

Una cofrade de la Virgen de la Soledad dijo...

A LA VIRGEN DE LA SOLEDAD DE DOMINGO SÁNCHEZ MESA DE LAHIGUERA.

De rodillas y con amor
te venimos a cantar,
porque tú eres la más bella,
Virgen de la Soledad.

Divina tú, Soledad,
que lloras con tu dolor
porque a tu hijo condenan
sin motivo ni razón.

No llores más, Soledad,
que tu pena nos embarga,
desde que a tu hijo Jesús
a la cruz lo condenaban.

Soledad en tu rostro, Madre,
ese rostro dulce y divino,
cara de pena, María,
al ver a tu hijo con condena
y coronado de espinas.

Soledad, en tu dolor,
con tu angustia y pena
al ver a tu hijo muerto,
clavado en aquella cruz
tras crueles tormentos.

Tengo una Madre en el Cielo
que se llama Soledad,
no hay otra en el mundo
que se la pueda igualar.

Madre de la Soledad,
con tu soledad divina,
llévame contigo al cielo
para estar junto a tu vera
cuando falte de esta vida.

Una cofrade de la Virgen de la Soledad.

Cofrade de Jesús Nazareno dijo...

El trabajo costalero visto por una mujer Cofrade de Jesús Nazareno.

Con pasos que son pulgadas,
guiados por ojos de capataz,
decenas de alpargatas,
caminan todas por igual.
Bajo un mismo estandarte,
con una misma devoción
caminan como uno solo
portando una misma ilusión.
Caminando sin apenas ruido,
con paso lento y acompasado,
sobre su cerviz dolorida
llevan a Cristo crucificado.
Con suaves mecidas,
que no rompan la magia,
que no lastimen al de arriba,
que a todos llegue su gracia.
Cornetas y tambores
que acompañan cada chicotá,
pequeños y mayores
admirando cada levantá.
Con levantás que merman fuerzas,
poco a poco se anda el camino,
¡Costalero, no te rindas!
que hay que llegar al destino.
Ese martillo que está llamando
y el capataz que grita: ¡A esta es!
Las lágrimas me van asomando,
se me eriza el alma y la piel.
Aprieta el paso costalero
en un esfuerzo supremo de dolor
cierra los ojos y pide al cielo
¡Que no me falten las fuerzas, Señor!
A unos a otros animando
poco a poco las fuerzas flaquean,
el costal les va quemando
y sudores les chorrean.
¡De costero a costero!
¡Todos por igual!
bajo un envejecido madero
en sentimiento tan singular.
¡Al cielo con Él!
Levantan una y otra vez,
sobre sus hombros hundidos,
sobre su dolorida piel.
Ya crujen las trabajaderas
rezumando olor a sal,
son pisadas firmes y ligeras
que marcan a fuego el costal.
Un pequeño aguaor
les ofrece agua con esmero,
espera impaciente hacerse mayor,
pues quiere ser costalero.
Para sentir la misma ilusión,
para saber por que lloran los costaleros,
qué tan grande es la razón,
que ni siquiera importa el dinero.
El capataz les va llamando
de ninguno ha de olvidarse,
con inmenso cariño los va ganando,
para que todos quieran quedarse.
Y al terminar la procesión,
orgullo y dolor llenan su pecho,
será inmensa la emoción,
de tener el trabajo bien hecho.
Alzan sus ojos al cielo
en despedida al Nazareno,
en su corazón otro anhelo
salud; para volver a ser costalero.
Porque yo soy costalero,
lo sembré en mi corazón
y que sepa el mundo entero
que no hay mas linda devoción,
ni deseo más sincero.

Cofrade de Jesús Nazareno.

Carmen García dijo...

Una de las sensaciones más estremecedoras de la Semana Santa andaluza es oír esa voz quebrada que, desde la soledad y el anonimato, brota del suelo o de las alturas para orar a las imágenes cantando. La saeta ha sabido encontrar en el flamenco un modo de canalizar su plegaria. El flamenco es en la saeta, una forma de acercarse a Dios. Pero este encuentro no es ni mucho menos casual, el flamenco es ya de suyo una oración.
La saeta se remonta a un momento incierto de la historia como un cántico popular cuya intención era incitar a la devoción y a la penitencia, con ocasión de un Vía Crucis, o como cántico de pasión. Estas saetas sentenciosas o avisos morales fueron cantados en el siglo XVIII por los hermanos de la Ronda del Pecado Mortal, que recorrían las calles para inclinar a los fieles a la piedad y el arrepentimiento.
El nacimiento de la saeta popular y la costumbre de cantarla el pueblo para expresar su sentimiento religioso data, aproximadamente, de mediados del siglo XIX. Esta primitiva saeta, actualmente casi desaparecida, conmovía por su entonación grave, pausada y monótona, sencilla de estilo y ejecución. Nacieron como fruto de las modificaciones que, sobre las saetas antiguas, realizaron intérpretes de cada localidad andaluza. Las saetas tenían la señal de identidad de su lugar de origen, lo que dio lugar a cantos propios y autóctonos como la saeta vieja cordobesa, la cuartelera de Puente Genil, las saetas marcheneras o la samaritana de Castro del Río.
En el pueblo llano, confluyeron a principios del siglo XX ese canto de la fe y esa otra forma de expresar los sentimientos más profundos que es el flamenco. La expresión artística del pueblo dio forma a la saeta, aflamencándola y adaptándola a sus estilos. Surgió una copla de cuatro o cinco versos octosílabos cantada por martinetes o seguiriyas, palos que por su jondura casaron bien con el tono negro de la pasión de Cristo. Desde entonces, se interpretan al paso de las procesiones de Semana Santa dirigidas, sin acompañamiento, a las imágenes. El tema de las coplas es, obviamente, la pasión y muerte de Jesucristo, como ejemplifica esta letra de Francisco Moreno Galván, grabada en 1974 por Diego Clavel:

Llevarla poquito a poco,
Capataz, cortito el paso
Porque se ahoga de pena,
Y lleva los ojos rasos
De lágrimas como perlas.
(...)
Lo bajaron del madero
Y en sábanas lo pusieron,
Su cuerpo descolorío,
Su madre pregunta al cielo:
¿Qué delito ha cometío?

La aparición de la saeta como cante flamenco puede provenir de bastantes años antes de su divulgación en los años veinte. Rossy sostenía la teoría de que el creador de la saeta flamenca fue Manuel Centeno, otros teóricos la atribuyen a Antonio Chacón o Manuel Torre.
De la saeta de Centeno se desprende la versión moderna, muy recargada de ornamentación y alargamiento de tercios, que se impuso en Sevilla a partir de los años veinte por boca de La Niña de la Alfalfa. Carmen Linares recogió este peculiar estilo en la antología La mujer en el cante, sobre la marcha Amargura del compositor Manuel Font de Anta:

Ya se acerca la Esperanza
Hermosa como los cielos
Gloria de los sevillanos
y honra de los macarenos.
Saludos de Carmen García

Carmen García dijo...

Las saetas aflamencadas nacen en el preciso instante en que el cantaor siente necesidad de dirigirse públicamente a Dios, cantando la antigua tonada, conocida por saeta vieja, y la reviste, inconscientemente, de perfiles flamencos. La saeta moderna se hace totalmente flamenca cuando, con el tiempo, se fue forjando el misterio patético de la emotividad flamenca.
Musicalmente, la saeta se ha bifurcado. Subsiste la saeta antigua, aunque recargada con profusión de adornos. Además, los profesionales del cante flamenco han inventado una nueva forma de saeta, procedente de la seguiriya que ha amoldado las formas al sentido religioso de las palabras.
Toda Andalucía mantiene viva la saeta. Son numerosos los concursos de exaltación de la saeta que convocan cada año peñas flamencas de toda la región.
Muchos investigadores coinciden en que la localidad sevillana de Marchena es el epicentro saetero. Se han cruzado en estas tierras de campiña factores sociales, históricos, religiosos y musicales idóneos para aventurar la conclusión de que fue la cuna de estos cantos. Ya en el siglo XV se instala en Marchena el primer convento de franciscanos, orden religiosa a la que siguieron otras diez. Este dato es relevante si los orígenes del propio nombre saeta se atribuyen a órdenes religiosas como la Franciscana, la Dominica y la Capuchina. Y más si se tiene en cuenta que todas estuvieron asentadas en Marchena.
Además de por profundas creencias religiosas, este pueblo se ha distinguido por una fuerte sensibilidad poética y musical. Fruto de esta mixtura sacra y artística, nacen en sus hermandades de penitencia las primitivas y antiguas saetas marcheneras.

Era la noche llegada
Las tinieblas nos cubrían
Cuando aquella prenda amada
En los brazos de María
Cadáver se lo entregaban
(Carcelera de la Soledad)

Saludos de Carmen García

Una Semanasantera dijo...

La saeta fue la reacción de frailes franciscanos, dominicos y capuchinos en Andalucía al laicismo que propugnaba la Ilustración en el siglo XVII, frente al que llamaban a la conversión mediante coplas que entonaban en sus procesiones. El profesor del Aula de Flamenco de la Universidad de Málaga y cantaor Alfredo Arrebola asegura que el origen de la saeta coincide con una crisis teológica en la Iglesia después del conflicto que apartó a los jesuitas de las corrientes doctrinales oficiales, lo que movió a los religiosos a buscar alternativas "populares".
Las coplas que cantaban los frailes se conocían como "saetas penetrantes" y fueron contemporáneas de otras expresiones que pretendían adaptar los dogmas cristianos a las manifestaciones culturales de la época, como el auto sacramental.
El Diccionario de Autoridades de 1803 define a la saeta como "coplilla que suele cantarse en iglesias y en la calle" y su origen etimológico es el término latino sagitta ("arma arrojadiza"), ya que, según explicó Arrebola, pretende ser como una flecha que alcance el corazón de Dios y el de los que la escuchen".
Las "saetas penetrantes", compuestas por estrofas de dos, tres y cuatro versos, derivaron posteriormente a las "saetas del pecado mortal", que invitaban al arrepentimiento de una forma más explícita, y ya en el siglo XVIII aparecerían otros estilos "preflamencos", como la "saeta de pasión".
Durante el siglo XIX la saeta sufriría una "flamenquización" progresiva, ya que los cantaores de la época la adaptarían a través del martinete y la seguiriya hasta convertirla en uno de los grandes cantes a palo seco, aunque nunca perdería su temática religiosa.
En este sentido, la saeta "puede meterse en el compás de cualquier palo ya que en realidad no tiene una música concreta", según Arrebola. Los cantaores "arrebataron la saeta al pueblo", afirma el profesor, ya que al interpretarla en clave flamenca "impidieron a la gente cantarla en las procesiones de manera espontánea" y quedó como "un privilegio para los artistas".
Según Arrebola, el primer cantaor que grabó una saeta flamenca, en concreto una seguiriya, fue Joaquín Vargas Soto, El Cojo de Málaga , en los años veinte, aunque se suele considerar a Enrique El Mellizo , Antonio Chacón o incluso a Manuel Torres como los primeros intérpretes.
Por su parte, el cantaor granadino fallecido Enrique Morente señala que "la saeta es tal vez el cante jondo menos popular" y destacó como motivo el hecho de que "a pesar de ser un arte conmovedor, sólo se practica una semana al año", a diferencia de las tonás y seguiriyas que se cantan habitualmente en los festivales flamencos.
La naturaleza de la saeta responde a la manera "un tanto peculiar" en la que Andalucía vive la religión, según Morente, que explica que es "como una interpretación ligera de lo que postula la tradición católica por un lado y la protestante alemana por otro". Además, Morente alerta de que "la saeta flamenca está en peligro de extinción", ya que "los cantaores jóvenes están más cerca de las hamburguesas que de este cante" y distingue entre "saetas flamencas" y "no flamencas" como dos géneros que conviven.
En cuanto al sentimiento religioso como condición para cantar saetas y participar en la Semana Santa, Morente declaró: "yo no creo en Dios, sólo en la Virgen unos cuantos días al año, pero soy semanasantero de toda la vida".
Una Semanasantera que la siente de verdad.

Una cofrade de la Virgen de la Soledad dijo...

Dentro de los cantes que se realizan a palo seco (sin acompañamiento de guitarra) se encuentra las saetas. Aunque la tradición de cantar en Andalucía a los pasos de Semana Santa en señal de fervor, plegaria o agradecimiento se remonta varios siglos atrás. La versión flamenca es uno de los cantes que se encuentra más cercanos al pueblo andaluz. La saeta flamenca se interpreta durante la Semana Santa como canto invocador a los pasos de la Virgen y el Cristo durante las procesiones.
En 1803 el Diccionario de la Academia recoge varias saetas como un conjunto de coplas sentenciosas y morales que entonan los misioneros. Algunos autores creen que tiene su origen en algún canto sinanogal y que los judíos conversos las entonaban para dar muestra de cristiandad.
No obstante no será hasta mediados del siglo XIX cuando nace la costumbre de cantar las saetas populares durante las procesiones. Se comienza entonces a cultivar la saeta entre los cantaores andaluces y surgen entonces diferentes estilos que aun hoy se cantan. Entre estas destacamos la saeta cordobesa vieja, la cuarteta de Puente Genil, la samaritana de Castro del Rió.
La saeta flamenca propiamente dicha se comienza a cultivar a principios del siglo XX y se basa en el aflamecamiento de saetas populares sobre coplas de cuatro versos octosílabos. Se cantan por seguiriyas, y por martinetes. Numerosos autores creen que nace en Sevilla, impulsada por el fervor de las cofradías de Semana Santa, dando comienzo a una rivalidad entre ellas que se sentían obligadas a mejorar su versión.
Se suele apuntar a Enrique el Mellizo como pionero de estos cantes. Hipólito Rossy sostiene en cambio que fue Manuel Centeno el creador de la saeta flamenca y su versión es la que es la que en la actualidad goza de mayor prestigio entre los cantaores.
Es una saeta llena de ornamentos y que a partir de 1920 se comienza a llamar saeta artística. Con su versión, Centeno consiguió apartar a los no profesionales del cante que solían interpretar la antigua saeta, obligándoles a cantar la moderna y difícil saeta flamenca. También ha sido una de las saetas mas cantadas aquella creada por El Gloria. Algunos estudiosos atribuyen la autoría de la saeta moderna, por una, a Antonio Chacon y, por otra, a Manuel Torre.
La copla es de cuatro versos octosilabitos (romance) con cinco fragmentos carenciales (tercios) y con ritmo libre, repitiéndose el tercer verso; otras estrofas son de cinco versos.
Una cofrade de la Virgen de la Soledad.

Una creyente dijo...

La Virgen María estuvo y está íntimamente unida a Cristo. El Misterio de su Soledad está unido al misterio del Sábado Santo.
Hablamos de misterio, porque estos hechos tienen para nosotros consecuencias insospechadas y extraordinarias. ¿Qué misterio encierra el sábado santo? ¿Qué transcendencia tiene la muerte y la sepultura de Jesús? Oh dicho de otro modo ¿qué queremos decir con él descendió a los infiernos? ¿Qué es lo que hoy sucede? Un gran misterio envuelve la tierra; un gran silencio y una gran soledad… La tierra está temerosa y sobrecogida, porque Dios se ha dormido en la carne y ha despertado a los que dormían desde antiguo…
Va ha buscar a Adán, padre de todo nuestro genero humano como si éste fuera la oveja perdida. Quiere visitar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte…
Y dice a la humanidad entera:
“Por ti, yo, tu Dios, me he hecho tu hijo; por ti, yo, tu Señor, he tomado tu condición servil; por ti, yo que estoy sobre los cielos, he venido a la tierra y he bajado al abismo….”
Contempla los salivazos de mi cara, que he soportado para devolverte tu primer aliento de vida; contempla los golpes de mis mejillas, que he soportado para restaurar, de acuerdo con mi imagen, tu imagen deformada; contempla los azotes de mis espaldas, que he aceptado para aliviarte del peso de tus pecados; contempla los clavos que me ha sujetado fuertemente al madero, pues los he aceptado por ti, que maliciosamente extendiste tu mano al árbol prohibido.
Levántate, salgamos de aquí. El enemigo te sacó del paraíso; yo te coloco no en el jardín, sino en el trono celestial.
Una creyente.

Isabel dijo...

La Virgen María participó de la soledad y del abandono de su Hijo, torturado, humillado, asesinado en una cruz y depositado en un sepulcro.
Ella al pie de la Cruz, escuchó e hizo suyas las palabras de Jesús: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen”. Y: “Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu”.
Seguida por Juan y algunas mujeres, aturdidos por la tragedia, abandonaron el calvario y el lugar de la sepultura. Desde ese momento nadie supo acompañar a María. La Soledad se volvió para Ella oración y esperanza. Sin derrumbarse, de pie, afligida por los sufrimientos de su Hijo, pero serena, con las manos entrelazadas en actitud de oración, susurra una plegaria: “HE AQUI LA SIERVA DEL SEÑOR.” Y en su corazón el encargo de Jesús, al confiarle a su joven discípulo: “AHÍ TIENES A TU HIJO”. A partir de ahora tendrá una familia numerosa y se ocupará de todos.
Ella que disfruta de la compañía de su Hijo Resucitado y de todos los santos, sufre y acompaña nuestras soledades. Por eso, podríamos llamarla Santa María de nuestras soledades, y decirles:
Acuérdate, oh piadosísima Virgen María, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a tu protección, implorando tu auxilio, reclamando tu asistencia haya sido desamparado. Animado por esta confianza, a ti acudo Madre, Virgen de las Vírgenes, y aunque gimiendo por el peso de mis pecados me atrevo a presentarme ante ti, Madre de Dios. No deseches mis súplicas, antes bien escúchalas, acógelas bondadosamente.
(De San Bernardo)
Isabel, una devota de la Virgen de la Soledad.

María M. G. dijo...

¡Virgen de la Soledad!, ¡Virgen Dolorosa!
Yo no quiero que estés sola, quiero recorrer contigo la noche de tus congojas,
tan sólo hace unas horas, con voz dulce de perdón, te nombró mi Redentora.
¡Madre dulce y Dolorosa!
¡Haz que se claven en mí los puñales que te agobian!
Cada lágrima en tus ojos, una perla redentora.
¡Hay noche del Viernes Santo!
Noche triste y angustiosa.
La rosa de Jericó, la dulcísima Paloma.
…rezar es departir con el Maestro, y es rezar, ¡qué rezar!, decir “te quiero”.
y lo es, ¡no lo iba a ser!, decir “me pesa”,
y el “quiero ver”, del ciego.
y el “limpiarme” angustioso de la lepra, las lágrimas sin verbo de la viuda,
y el “no hay vino” de Caná de Galilea;
y es oración con la cabeza gacha,
cualquier contarle a Dios nuestras tristezas,
cualquier poner en Él nuestra confianza…
todo es rezar…
¡¡¡Y hay gente que no reza!!!
María M. G.

Piedad Nevado Mejias dijo...

“Soledad, Dios te Salve, en el Sábado Santo, noche cerrada de pie, andando de puntillas por entre las flores y las velas.
En procesión. De procesión. Toda Tú sola procesión.
Luz bendita de tantas otras luces, luto santo de tantos otros lutos, lágrimas ideales de tantas otras lágrimas.
Reina y Madre de Misericordia… Reina desde el trono y Madre desde el regazo, apretadas las manos en un gesto sencillo de soberanía y maternidad unidas en tu figura, esculpida para la plegaria y la emoción, por la gubia más primorosa de la misericordia.
Vida, Dulzura, Esperanza nuestra, piropos alzados desde el fondo del corazón por el amor, al verte, en el cénit de la noche, sobresalir de la muerte, la impiedad y la desesperación que, a diario, nos acercan, nos contagian, nos amparan ¡Soledad hecha vida, dulzura y esperanza nuestra!
A ti llamamos los desterrados, los hijos de Eva, a Ti suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas, porque seguimos, Madre, sin aprender la lección de esas lágrimas, nacidas de tu sumisión a la verdad de la Cruz ya vacía, mientras las muestras se desprenden sin el peso del buen dolor, ni dejan tras de sí el oro del sacrificio y de la conformidad.
¡Ea, pues, Señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos, ojos bajos entregados a la meditación del holocausto que aceptaste una mañana niña de Nazaret, sabiendo que llegaría tras ella esta larga noche negra del Sábado Santo que ahora vives.
Soledad, Madre entera y firme, desde el “Magnificat” de entonces hasta el “stabat Mater” de ahora.
Y después de este destierro, muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre.
Sí, ojala que después de este sábado santo de la vida, desbordado de lutos, de silencios, de ingratitudes, de desventuras, puedas mostrarnos a Jesús con la misma intensidad con lo que lloras esta noche, llevándote las manos hasta el vientre que lo engendró y ciñendo en él tan dolorosa ausencia.
Estas manos que descosidas muy pronto por la alegría de volver a tenerlo, puedan, después de este destierro, acercarnos tu primera caricia.
¡Oh, clementísima, oh, piadosa, oh dulce Virgen María!
Como te definen, Madre, estos títulos que colocó la Salve en los labios, y como los trabajó tu corazón junto a la Cruz.
¡Oh, clementísima, oh, piadosa, oh dulce Soledad!
Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios, para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Jesucristo.
Para ello nada más fácil que verte, que recordarte cada día, que hacer de la vida una perseverante prolongación de esta noche del sábado Santo en que vas enseñando toda tu pena y diciéndonos…
Piedad Nevado Mejias.